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Familia y delincuencia

juvenil
3 julio, 2013
En los procesos penales contra menores, sobre todo cuando el hecho es
grave, casi siempre el acusado proviene de una familia disfuncional. Una
familia es disfuncional si faltan comunicación, afecto, actividades
compartidas, asunción de responsabilidades y si se pierde el sentido de
pertenencia y cohesión, ya sea en un núcleo monoparental, ampliado o
tradicional, donde se encuentran ambos padres.

La delincuencia juvenil es multi causal. Por eso importa analizar la


incidencia de la familia como factor de predicción de conductas
antijurídicas, cuando deja de ser un elemento protector.

La familia es el primer medio de control social. Es allí donde el niño


aprende a socializar positivamente. Un fracaso en esa etapa lleva a los
problemas sociales que hoy vemos a diario, como el uso de la violencia
para resolver conflictos o la inexistencia de valores como la
responsabilidad, la solidaridad o el respeto de límites.

En muchos hogares, los niños y adolescentes sufren el acoso de


elementos negativos como la drogadicción, la publicidad negativa o la
exposición a la pornografía y a la violencia que los avances tecnológicos
mal empleados nos han traído. Por otro lado, hay padres y madres de
familia desprovistos de herramientas y habilidades para guiarlos
correctamente. La comunicación se encuentra ausente y no hay
verdadera vida en familia.

Disciplinar a un hijo se ha hecho para muchos padres una tarea


imposible. Unos no conocen otro medio salvo la violencia física o
psicológica, y otros tratan a su hijos como amigos condescendientes. Se
les permite todo sin consecuencia alguna. Así, los primeros aprenden a
rebelarse contra las figuras de autoridad por medio de la violencia y a
maltratar a los demás sin crear la mínima empatía hacia el dolor ajeno.
Los segundos carecen de límites y, por ende, no asumen responsabilidad
alguna por sus actos.

Por eso, no es de extrañar que muchos padres vivan en enfrentamiento


constante con sus hijos, sintiendo que se les salieron de las manos.
Desesperados, algunos acuden a instancias judiciales para tratar de que
sus hijos sean disciplinados mediante la coerción de una autoridad
jurisdiccional, lo que ha generado un aumento en las denuncias por
violencia doméstica contra hijos adolescentes, con la esperanza errada
de que la familia se vuelva funcional por orden judicial. Como eso no
sucede, ante la mínima infracción, que en condiciones normales podría
ser contenida por la familia, se acude a la policía y se pretende que un
juez penal juvenil ordene a los jóvenes abandonar la vivienda como
medida cautelar.

Esta negatividad en la relaciones familiares tiende a impulsar a los


jóvenes a buscar refugio en la calle, muchas veces con la pandilla como
grupo de apoyo. En esas circunstancias, las conductas delictivas se
desatan con mayor facilidad.

No podemos pasar por alto a los 15.000 niños que año a año nacen de
madres adolescentes, la mayoría provenientes de sectores marginados
de la sociedad, excluidos de educación y trabajo, así como del apoyo de
sus familias. Esas jóvenes terminan expulsadas de su hogar y pasan a
ser jefas de familia, engrosando las estadísticas de pobreza extrema de
nuestro país.

Dentro de una cultura de supervivencia, una serie de elementos


negativos confluyen alrededor de los jóvenes criados en esas
circunstancias y pueden impulsarlos a la delincuencia, a veces propiciada
por el mismo grupo familiar. Entre esos elementos están la falta de
educación, amigos delincuentes, drogadicción, venta de drogas como
única opción económica, desocupación y, lo más preocupante, un futuro
sin esperanza.

Hoy se busca responsabilizar con mano dura a los menores en conflicto


con la ley, sin pensar en la disfuncionalidad de las familias de que
provienen.

La corresponsabilidad de la sociedad no es aceptada, por lo que se sigue


intentando prevenir la delincuencia solo mediante la punición. O se
invierte en la familia para que sea un elemento protector y aliado en la
prevención de la delincuencia, o seguirá siendo un factor de riesgo y
fomento de conductas antisociales.

Delincuencia juvenil:
prevención o represión
Prevenirla delincuencia, sobre todo la juvenil, no pasa por la represión

3 noviembre, 2010
La delincuencia es inherente a todas las sociedades. La magnitud de
esta va a depender de muchos factores, sobre todo sociales. La cuestión
no está en cuán pobres o ricos sean los países, sino en el grado de
equidad en la distribución de la riqueza que se tenga.

Prevenir la delincuencia, sobre todo la juvenil, no puede pasar solamente


por la represión como se pretende. Las penas y las sanciones no evitan
que el delincuente actúe; si así fuera, los homicidios y violaciones no
existirían en países en que se aplica la pena de muerte. Lo que se
requiere es que el menor número de jóvenes se enfrenten al sistema
penal, y esto solo se logrará cuando tengan reales oportunidades de
enfrentarse con éxito a la vida, sobre una base educativa, laboral y social
sólida.
Los jóvenes deben sentirse atraídos por el estudio. No es posible que la
memoria siga siendo la regla para muchos educadores; hay que dejar de
señalar a los jóvenes como desertores del sistema educativo como si
fueran cobardes que rehúyen, y entender que los métodos de enseñanza
no hacen atractivo estudiar. Sumado a ello, el estado de guerra con el
que muchos profesores pretenden imponerse, sobre todo en sectores
conflictivos, terminan por lograr la exclusión del sistema, lo que generará
al final una mayor desigualdad.

Se debe ampliar la enseñanza técnica. El INA es una institución con una


excelente infraestructura. La rigidez de requisitos de ingreso se debe
analizar para asumir la mayor cantidad de jóvenes y prepararlos para
obtener un trabajo digno.

El embarazo adolescente debe frenarse con una educación sexual


realista. No puede ser que, al año, veinte mil muchachas vean limitadas
sus posibilidades de superación por la asunción de responsabilidades
prematuras. Se sabe que las cifras de extrema pobreza en mujeres jefas
de hogar es excesivamente alta. Igualmente, veinte mil niños iniciarán su
vida en evidente desventaja.

Mientras muchos pretendan que sea el Poder Judicial el responsable de


prevenir la delincuencia, la situación no cambiará. Medir su eficiencia con
base en el número de condenatorias, además de ilógico, puede generar
la posibilidad de que, poco a poco, anulemos garantías básicas de un
Estado democrático de derecho, en aras de conseguir unos resultados
que no llegarán.

Los problemas sociales no se deben resolver desde la perspectiva del


derecho penal.
EN EL PERÚ Hay más de
1,700 menores recluidos
por robo, violación y
homicidio [INFORME]
Penas más duras. En medio de este panorama, ha sido
presentado un proyecto para endurecer las sanciones a los
infractores mayores de 16 años involucrados en sicariato,
secuestro y otros crímenes graves. Propuesta ha sido
cuestionada por especialistas.

 Era el ‘arma secreta’ de una banda de sicarios. Siempre estaba


dispuesto a hacer un ‘trabajito’ a cambio de mil soles. Lo
llaman ‘Cuchillo’. Tiene 17 años y el lunes fue detenido por la
Policía cuando empuñaba una pistola, abastecida con diez
balas. Estaba en una calle de Ventanilla, esperando a su
próxima víctima.
 ‘Cuchillo’, a quien le decomisaron droga al momento de su
captura, es ampliamente conocido por las autoridades. Se le
acusa de haber asesinado, el 13 de diciembre de 2017, a
Alfredo Atencia Huamán. De ser hallado responsable de esta
infracción a la ley penal, podría recibir, como máximo, diez
años. Todo por ser menor de edad.
 Abdul Miranda, gerente de Seguridad Ciudadana de
la Municipalidad de Lima, reveló que en lo que va del año se
han intervenido 20 bandas que arrebatan celulares. Varios de
los miembros de estas organizaciones no llegaban a los 18
años.
 El incremento de la participación de adolescentes –y hasta
niños– en hechos violentos constituye uno de los problemas
más graves que aquejan al país. Y ha sido más visible con las
capturas realizadas las últimas semanas.
 La mayoría de infractores que se encuentran recluidos es por
estar involucrados en robo agravado, violación sexual, hurto y
homicidios. Son 1,752 internos por estas faltas, de un total de
2,099 reclusos a nivel nacional, manifestó a Perú21 Julio
Magán, gerente de Centros Juveniles de Rehabilitación del
Poder Judicial.
 Explicó que, a diferencia de los adultos, los adolescentes no
cometen delitos sino infracciones a la ley penal. Por ello, la
sanción que les impone un juez se denomina medida
socioeducativa, la que se puede cumplir en régimen abierto –
acude al Servicios de Orientación de Adolescentes (SOA) con
sus padres– o en régimen cerrado –internamiento en un
Centro Juvenil de Diagnóstico y Rehabilitación (CJDR)–.
 Magán dio a conocer que de los 3,941 infractores, 2,099 se
encuentran internados en los nueve CJDR que hay en el país,
entre ellos Maranguita, en Lima, y ex Floresta, en Trujillo, dos
de los más peligrosos y en los que continuamente se
producen actos de violencia. El resto –1,842– es atendido en
25 SOA (ver recuadro).
 La infracción más común es la de robo agravado, con un total
de 1,584 menores involucrados. De ellos, 945 se encuentran
internos. Le sigue hurto (661 casos y 203 internos), violación
sexual (639 casos y 218 internos) y homicidio (204 casos y
183 internos). En este último caso se encuentran los que
integran bandas de sicarios.

 NO HAY PRESUPUESTO
 Julio Magán señaló que los centros juveniles están
sobrepoblados y la mayoría han sido declarados inhabitables,
como son los centros ex Floresta, de Trujillo, y José Quiñones
González, de Chiclayo. “No cuentan con una infraestructura
que responda a las necesidades de los menores y para poder
hacer un política de contención. Además, no son adecuados
para dar un mejor tratamiento y así lograr la reinserción social
de los jóvenes. No hay presupuesto”, reconoció.
 ENDURECER SANCIONES
 En medio de este panorama, Úrsula Letona, congresista de
Fuerza Popular, presentó, hace unos días, un proyecto de ley
que plantea el incremento de la pena de internamiento, de
seis a 15 años, a los adolescentes de 16 y de menos de 18
años que cometan homicidio calificado, secuestro, violación
sexual y sicariato.
 “Cada vez hay un mayor número de jóvenes infractores a los
que, por su condición de menores, se les aplica sanciones
benevolentes, sin embargo, existen casos críticos en los que
se requiere de una intervención más severa y proporcional
por parte del Estado”, sostuvo la legisladora.
 Al respecto, el abogado penalista Roberto Miranda dijo que
“hay una tendencia para rebajar de 18 a 16 años la edad de la
impunidad. Perú ha ratificado la Convención Internacional de
los Derechos del Niño y del Adolescente y todavía tenemos
de tratarlos como tal. No se le puede dar el tratamiento de
una responsabilidad penal plena sino semiplena. Seis años, 10
años y ahora quieren darle 15 años”.
 Se preguntó si esos 15 años serán suficientes para
resocializar a los menores.

 LOURDES FEBRES: “NO RESUELVE EL PROBLEMA DE


FONDO”
 Este proyecto no resuelve el problema. El Estado tiene que
invertir en prevención y atención a los niños y niñas; tiene
que trabajar con las familias y en la escuela; debe tener
programas alternativos para fortalecer las capacidades de los
niños, ocupar de mejor manera su tiempo libre y dar
respuestas a estos problemas que no se resuelven metiendo
adolescentes a las cárceles. Se tendría que empezar por
reforzar los albergues como Maranguita que, al igual que
otros, tiene deficiencias. Esos centros, lejos de resocializar,
forman delincuentes. Otra cosa: un niño no se convierte en
sicario de la noche a la mañana. Un niño que se convierte en
sicario tiene antecedentes de haber sufrido otras situaciones
de violencia. En Perú, las estadísticas indican que el 80% de
familias castiga físicamente y humilla a sus hijos. Quiere decir
que el 80% de hogares peruanos vive en situaciones de
violencia. Entonces, él va a empezar a mirar la violencia como
algo normal.
 TENGA EN CUENTA
 * El adolescente G. J. B. C. (14) fue detenido ayer en
Independencia, con una pistola. Tras registrar su casa, se halló
el revólver robado al suboficial PNP (r) Bernardo Romero
Juárez, fallecido el 23 de febrero durante un atraco.
 * Fuentes policiales señalaron a Perú21 que el menor aceptó
su participación en el asalto y homicidio de Romero Juárez.
Sin embargo, dijeron que este negó ser el autor del disparo
que mató al ex agente.

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