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Las últimas encuestas confirman que la inseguridad es uno de los grandes problemas de América Latina. Actualmente se vive en la región tiempos violentos, caracterizados por una incesante ola de crímenes e infracciones de todas las gradualidades, prueba de ello es la duplicación del índice de homicidios desde 1980 hasta alcanzar niveles que podrían calificarse de epidémicos. Los medios masivos de comunicación bombardean permanentemente con noticias de crímenes, asesinatos y robos. Los maras en Centroamérica, las pandillas juveniles en México, el control por parte de los narcotraficantes de zonas enteras de las favelas en Brasil.
Por otro lado la violencia ha aumentado en la mayor parte de la región en los últimos años y los jóvenes se encuentran claramente sobrerrepresentados en la incidencia y gravedad de esta tendencia, como víctimas y perpetradores. En muchos países latinoamericanos, los jóvenes cometen delitos violentos y mueren por efecto de esos delitos a edades cada vez más tempranas.
Hay dos hechos que parecen ser corroborados por toda una gama de pruebas: las pandillas juveniles que operan en estrecha colaboración con la delincuencia organizada y la violencia más grave entre jóvenes es la que cometen los miembros de las pandillas.
De esta manera se refleja la inserción de los menores de edad en el mundo del crimen y el delito en la región que, además de estremecer y conmover a la audiencia pública, ha desatado una serie de protestas y soluciones inmediatas amparadas en las políticas de ¨ mano dura¨ que ha desarrollado un intenso debate de que si los jóvenes deben ser juzgados o no con la misma bara judicial de los infractores adultos.
Por lo tanto vemos que la inseguridad acompaña la vida cotidiana de los latinoamericanos. Es así que en el marco de este contexto el ¨ vivir sin miedo¨ se ha convertido en una urgencia por ser un derecho absolutamente fundamental.
Bien el panorama general de la región, descrita anteriormente, nos invita a reflexionar y pensar porque se está incrementando el fenómeno de la violencia. Tanto los adultos como los jóvenes adolescentes tienen en común una infancia vivida. La diferencia radica en que los primeros ya pasaron por la etapa de la juventud adolescente. Las investigaciones han confirmado que las experiencias de los primeros años de vida son fundamentales en la constitución de la personalidad. De esto se puede deducir que los jóvenes adolescentes estarían siguiendo los mismos senderos que siguieron los criminales ya perpetuos, convirtiéndose así en una población potencial que aún estamos a tiempo de evitarlos y detenerlos.
Entonces el primer paso sería descubrir, quiénes son estos jóvenes, de donde vienen y cuáles son las circunstancias que lo rodean. Después evaluar cómo se está tratando el fenómeno y culminar con los resultados.
Las últimas encuestas confirman que la inseguridad es uno de los grandes problemas de América Latina. Actualmente se vive en la región tiempos violentos, caracterizados por una incesante ola de crímenes e infracciones de todas las gradualidades, prueba de ello es la duplicación del índice de homicidios desde 1980 hasta alcanzar niveles que podrían calificarse de epidémicos. Los medios masivos de comunicación bombardean permanentemente con noticias de crímenes, asesinatos y robos. Los maras en Centroamérica, las pandillas juveniles en México, el control por parte de los narcotraficantes de zonas enteras de las favelas en Brasil.
Por otro lado la violencia ha aumentado en la mayor parte de la región en los últimos años y los jóvenes se encuentran claramente sobrerrepresentados en la incidencia y gravedad de esta tendencia, como víctimas y perpetradores. En muchos países latinoamericanos, los jóvenes cometen delitos violentos y mueren por efecto de esos delitos a edades cada vez más tempranas.
Hay dos hechos que parecen ser corroborados por toda una gama de pruebas: las pandillas juveniles que operan en estrecha colaboración con la delincuencia organizada y la violencia más grave entre jóvenes es la que cometen los miembros de las pandillas.
De esta manera se refleja la inserción de los menores de edad en el mundo del crimen y el delito en la región que, además de estremecer y conmover a la audiencia pública, ha desatado una serie de protestas y soluciones inmediatas amparadas en las políticas de ¨ mano dura¨ que ha desarrollado un intenso debate de que si los jóvenes deben ser juzgados o no con la misma bara judicial de los infractores adultos.
Por lo tanto vemos que la inseguridad acompaña la vida cotidiana de los latinoamericanos. Es así que en el marco de este contexto el ¨ vivir sin miedo¨ se ha convertido en una urgencia por ser un derecho absolutamente fundamental.
Bien el panorama general de la región, descrita anteriormente, nos invita a reflexionar y pensar porque se está incrementando el fenómeno de la violencia. Tanto los adultos como los jóvenes adolescentes tienen en común una infancia vivida. La diferencia radica en que los primeros ya pasaron por la etapa de la juventud adolescente. Las investigaciones han confirmado que las experiencias de los primeros años de vida son fundamentales en la constitución de la personalidad. De esto se puede deducir que los jóvenes adolescentes estarían siguiendo los mismos senderos que siguieron los criminales ya perpetuos, convirtiéndose así en una población potencial que aún estamos a tiempo de evitarlos y detenerlos.
Entonces el primer paso sería descubrir, quiénes son estos jóvenes, de donde vienen y cuáles son las circunstancias que lo rodean. Después evaluar cómo se está tratando el fenómeno y culminar con los resultados.
Las últimas encuestas confirman que la inseguridad es uno de los grandes problemas de América Latina. Actualmente se vive en la región tiempos violentos, caracterizados por una incesante ola de crímenes e infracciones de todas las gradualidades, prueba de ello es la duplicación del índice de homicidios desde 1980 hasta alcanzar niveles que podrían calificarse de epidémicos. Los medios masivos de comunicación bombardean permanentemente con noticias de crímenes, asesinatos y robos. Los maras en Centroamérica, las pandillas juveniles en México, el control por parte de los narcotraficantes de zonas enteras de las favelas en Brasil.
Por otro lado la violencia ha aumentado en la mayor parte de la región en los últimos años y los jóvenes se encuentran claramente sobrerrepresentados en la incidencia y gravedad de esta tendencia, como víctimas y perpetradores. En muchos países latinoamericanos, los jóvenes cometen delitos violentos y mueren por efecto de esos delitos a edades cada vez más tempranas.
Hay dos hechos que parecen ser corroborados por toda una gama de pruebas: las pandillas juveniles que operan en estrecha colaboración con la delincuencia organizada y la violencia más grave entre jóvenes es la que cometen los miembros de las pandillas.
De esta manera se refleja la inserción de los menores de edad en el mundo del crimen y el delito en la región que, además de estremecer y conmover a la audiencia pública, ha desatado una serie de protestas y soluciones inmediatas amparadas en las políticas de ¨ mano dura¨ que ha desarrollado un intenso debate de que si los jóvenes deben ser juzgados o no con la misma bara judicial de los infractores adultos.
Por lo tanto vemos que la inseguridad acompaña la vida cotidiana de los latinoamericanos. Es así que en el marco de este contexto el ¨ vivir sin miedo¨ se ha convertido en una urgencia por ser un derecho absolutamente fundamental.
Bien el panorama general de la región, descrita anteriormente, nos invita a reflexionar y pensar porque se está incrementando el fenómeno de la violencia. Tanto los adultos como los jóvenes adolescentes tienen en común una infancia vivida. La diferencia radica en que los primeros ya pasaron por la etapa de la juventud adolescente. Las investigaciones han confirmado que las experiencias de los primeros años de vida son fundamentales en la constitución de la personalidad. De esto se puede deducir que los jóvenes adolescentes estarían siguiendo los mismos senderos que siguieron los criminales ya perpetuos, convirtiéndose así en una población potencial que aún estamos a tiempo de evitarlos y detenerlos.
Entonces el primer paso sería descubrir, quiénes son estos jóvenes, de donde vienen y cuáles son las circunstancias que lo rodean. Después evaluar cómo se está tratando el fenómeno y culminar con los resultados.
EL DILEMA JUVENIL; SER O NO SER ADULTO ANTE LA LEY
Introduccin: Las ltimas encuestas confirman que la inseguridad es uno de los grandes problemas de Amrica Latina. Actualmente se vive en la regin tiempos violentos, caracterizados por una incesante ola de crmenes e infracciones de todas las gradualidades, prueba de ello es la duplicacin del ndice de homicidios desde 1980 hasta alcanzar niveles que podran calificarse de epidmicos. Los medios masivos de comunicacin bombardean permanentemente con noticias de crmenes, asesinatos y robos. Los maras en Centroamrica, las pandillas juveniles en Mxico, el control por parte de los narcotraficantes de zonas enteras de las favelas en Brasil. Por otro lado la violencia ha aumentado en la mayor parte de la regin en los ltimos aos y los jvenes se encuentran claramente sobrerrepresentados en la incidencia y gravedad de esta tendencia, como vctimas y perpetradores. En muchos pases latinoamericanos, los jvenes cometen delitos violentos y mueren por efecto de esos delitos a edades cada vez ms tempranas. Hay dos hechos que parecen ser corroborados por toda una gama de pruebas: las pandillas juveniles que operan en estrecha colaboracin con la delincuencia organizada y la violencia ms grave entre jvenes es la que cometen los miembros de las pandillas. De esta manera se refleja la insercin de los menores de edad en el mundo del crimen y el delito en la regin que, adems de estremecer y conmover a la audiencia pblica, ha desatado una serie de protestas y soluciones inmediatas amparadas en las polticas de mano dura que ha desarrollado un intenso debate de que si los jvenes deben ser juzgados o no con la misma bara judicial de los infractores adultos. Por lo tanto vemos que la inseguridad acompaa la vida cotidiana de los latinoamericanos. Es as que en el marco de este contexto el vivir sin miedo se ha convertido en una urgencia por ser un derecho absolutamente fundamental.
Bien el panorama general de la regin, descrita anteriormente, nos invita a
reflexionar y pensar porque se est incrementando el fenmeno de la violencia. Tanto los adultos como los jvenes adolescentes tienen en comn una infancia vivida. La diferencia radica en que los primeros ya pasaron por la etapa de la juventud adolescente. Las investigaciones han confirmado que las experiencias de los primeros aos de vida son fundamentales en la constitucin de la personalidad. De esto se puede deducir que los jvenes adolescentes estaran siguiendo los mismos senderos que siguieron los criminales ya perpetuos, convirtindose as en una poblacin potencial que an estamos a tiempo de evitarlos y detenerlos. Entonces el primer paso sera descubrir, quines son estos jvenes, de donde vienen y cules son las circunstancias que lo rodean. Despus evaluar cmo se est tratando el fenmeno y culminar con los resultados. I. Las causas estructurales de la criminalidad en los jvenes Se dice que las causas del delito juvenil son misteriosas o que muchos jvenes pobres llegan a la delincuencia simplemente por razones individuales. Lo cierto es que es necesario establecer conexiones entre las biografas individuales y el contexto global. Aunque las causas son muchas y complejas, tres de ellas resultan fundamentales: 1.- La desarticulacin familiar Si la familia est articulada y opera como tal, genera una educacin antidelito contina porque la familia entrega valores, entrega y educa desde el afecto. Es un instrumento fundamental de socializacin positiva. Las investigaciones coinciden en que las familias sometidas a fuertes presiones econmicas y desintegradas como consecuencia de ellas no pueden generar este ambiente. La pobreza persistente en Amrica Latina, por la gran brecha de desigualdad vivida, ha puesto en tensin extrema a muchas familias y las lleva con frecuencia a la implosin. 2.- Exclusin laboral de los jvenes El dato central es que en Amrica Latina uno de cuatro jvenes se encuentra fuera del mercado de trabajo. Hay una fuerte correlacin entre la tasa de desocupacin juvenil y la tasa de delitos. Como se sabe, el trabajo es, adems de un modo de subsistir, una forma de integrarse en la sociedad y tejer relaciones sociales esenciales.
3.- Exclusin educativa
Si bien se han registrado avances considerables en Amrica Latina, que han llevado a que hoy ms de 90% de los nios inicie la escuela primaria, las tasas de repeticin y desercin siguen siendo muy elevadas. La tasa de escolaridad del 10% ms rico supera los 12 aos mientras que las del 30% ms pobre no llega a los 6. Solo 50% de los jvenes latinoamericanos termina la secundaria, frente a 85% en los pases de la Organizacin para la cooperacin y el Desarrollo Econmico (OCDE). La relacin entre las condiciones socioeconmicas y los menores infractores de la ley est sobradamente demostrada. Solo presentaremos el resultado de una investigacin patrocinada por la revista ILANU; que recogi informacin de los sistemas de justicia de menores en 18 pases de la regin latinoamericana. La investigacin que estamos citando confeccion un perfil del adolescente infractor tipo que pasa por los tribunales de menores de estos pases. Determin que en el 75% de los casos estos tribunales se ocupan de un joven de sexo masculino, con algo ms de 4 aos de retraso escolar, residente primordialmente en zonas marginales u otras zonas de vivienda de clase baja, trabaja en actividades que no requieren calificacin laboral, o bien procura la obtencin de dinero por medio de actividades ilcitas, contribuye al sostenimiento del ncleo familiar y el padre o la madre son desempleados o subempleados. En la mayora de los casos vive en una familia que es incompleta o desintegrada, con ausencia de padre.
En suma, las causas de la epidemia de criminalidad no son misteriosas. La
combinacin de jvenes excluidos, con dificultades para incorporarse a la vida laboral, baja educacin y familias desarticuladas crea un inmenso universo vulnerable que constituye un mercado cautivo para las bandas criminales. II. Cmo responden los estados latinoamericanos ante esta problemtica social? La respuesta clsica: la mano dura En este contexto de serios problemas no resueltos de pobreza y de desigualdad, la mano dura se presenta como la salida providencial para responder a la sensacin de la inseguridad. Exitosa en copar la conciencia de la sociedad. La mano dura no es un movimiento espontaneo, sino una ideologa apoyada en teoras muy cuestionadas. Un ejemplo es la tesis de la tolerancia cero basada a su vez en la teora de la ventana rota, que sostiene que hay que
aplicar la mxima punicin contra las infracciones ms pequeas, a que
pueden ser el antecedente de acciones criminales ms graves. Es imposible demostrar seriamente que las polticas de mano dura han generado una reduccin de la tasa de criminalidad en los jvenes. Un informe de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) analiza los resultados en El Salvador, Honduras y Guatemala, tres de los pases con mayores indicadores de inseguridad. En El Salvador se trat de enfrentar el crecimiento de las maras con las leyes de mano dura sancionadas en el 2003, y luego con las leyes sper mano dura votadas en Agosto del 2004, que permiten, entre otras cuestiones, encarcelar a una persona por el simple hecho de tener un tatuaje. Aunque creci el nmero de detenidos, los homicidios continuaron incrementndose: 2172 en 2003, 2762 en 2004 y 3825 en 2005. En los 8 primero meses de 2006 el promedio segua ascendiendo. En Honduras, el gobierno anterior adopto un enfoque similar, all tambin es posible detener a un joven por tener apariencia de un mara o por reunirse con otros en su vecindario. Se agravaron adems las penas y se extendieron los lmites a los plazos de encarcelamiento de los nios y adolescentes de entre 12 y 18 aos. Pese a ellos los homicidios hoy es de casi seis veces del lmite epidmico: 46 homicidios por cada 100.000 habitantes. A pesar de la polticas radicales adoptadas, los niveles de criminalidad no descendieron. En cambio, fueron continuas las denuncias sobre violaciones de derechos humanos y operaciones de limpieza social practicadas con nios y jvenes. As, el comisionado de los Derechos Humanos, Custodio (2007), declaro sobre los jvenes que ingresan en las maras: Duele que primero lo hacemos vctimas de la exclusin del derecho a la educacin como un derecho humano y luego los perseguimos y exterminamos por sus actos de conducta irregular, por delito de asociacin ilcita y otros. En Guatemala, adems del enfoque de mano dura, se ha producido un veloz crecimiento de la seguridad privada, que en 2002 ya implico un presupuesto 20% superior al de la seguridad pblica. Sin embargo, el nmero de homicidios creci 40% entre 2001 y 2004 y hoy alcanza los 35 homicidios por cada 100.000 habitantes. La falacia de la mano dura Como vemos las polticas de la mano dura en Amrica Latina han fracasado. En toda la regin y en experiencias internacionales, la aplicacin de la mano dura tiende a complicar el problema y potencia las discriminaciones contra los
jvenes pobres. En el Latinobarometro 2008, el 62% de los encuestados dice
que la polica es ms propensa a detener a un joven pobre que a un adulto. El estudio de la USAID, antes ya mencionada, concluye: muchos de los jvenes jams han experimentado una interaccin positiva con el estado. Con frecuencia su nica vivencia del Estado es la polica haciendo arrestos y encarcelando personas. La virtual expulsin de los jvenes marginados y la falta de alternativas de inclusin prepara el camino para que algunos de ellos puedan ser reclutados por el crimen organizado. A modo de conclusin, en la prctica, la aplicacin de la mano dura ha llevado a empujar an ms lejos de la sociedad a los jvenes en riesgo y llenar las crceles de ellos.
III. Hacia una solucin integral
Hace falta una estrategia diferente para la delictualidad joven, que aborde sus causas profundas. Las evidencias disponibles indican que ms trabajo, ms educacin, y ms solidez familiar son los modos ms efectivos de encararla y aumentar la seguridad. Pero ello solo ser posible en el marco de un gran pacto social entre el gobierno, la sociedad civil y las empresas socialmente responsables, generando as ms oportunidades, ms educacin y ms unin familiar. Son significativos los resultados de experiencias como las escuelas abiertas en Brasil y el sistema de orquestas juveniles en Venezuela. En Brasil con apoyo de la UNESCO, se abrieron las escuelas pblicas los fines de semanas en reas muy pobres, para ofrecer a los jvenes talleres de literatura, pintura, msica, deportivos, de formacin en oficios y otros. La respuesta supero todas las expectativas. Acudieron masivamente, llevaron despus a sus familiares, le tomaron cario a la escuela, bajo la desercin escolar y la violencia. En Venezuela, Jos Antonio Abreu creo hace treinta aos orquestas sinfnicas para nios y jvenes pobres. Tiene actualmente 300.000 integrantes y han tocado con gran xito en los principales escenarios del mundo. Abreu explico que las orquestas le dieron a los jvenes pobres sentido de trabajo en equipo, hbitos de disciplina y sobretodo les devolvieron su dignidad. Para finalizar; analizando experiencias similares en Amrica Latina, se concluye en un estudio de la UNESCO (Castro, Abramovoy y otros, 2001):
El arte, la educacin, el deporte y la cultura siempre aparecen como
contrapuntos a situaciones existenciales de violencia entre jvenes. Pueden ser utilizados para la construccin de espacios alternativos de socializacin que les permiten alejarse de las calles