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ANIMALES EN LA BIBLIA:

Los animales que aparecen reseñados en este estudio son tomados de la Biblia de
Jerusalén. Se confrontaron parcialmente las Biblias de Schokel, Nácar - Colunga, Cipriano
de Valera y alguna más. De éstas últimas sólo apuntamos los animales que, por diversidad
de traducciones, figuran con nombres distintos a la de Jerusalén. Se relacionan las
versiones con las siglas siguientes: La Biblia de Jerusalén, con J; La Biblia de Nácar –
Colunga, con N C; la Biblia de Cipriano de Valera, con C V.

Este estudio lo hice cuando el Arzobispo Giraldo me dijo con ira: “No me explico qué está
haciendo en el Seminario Conciliar un animal como tú”. ¡Oh bella frase! Y de un humilde
jerarca.
Daniel
ABEJA (as):
Deuteronomio 1, 44: “Los amorreos persiguieron a los israelitas como lo hubieran hecho
las abejas y los derrotaron en Seir.·”

Jueces 14, 8: Un tiempo después de que Sansón mató al león, halló que en su cuerpo había
un enjambre de abejas con miel.

Sirácida 11, 3: “Pequeña entre los que vuelan es la abeja, pero lo que ella elabora es lo más
dulce”.

Isaías 7, 18: “Aquel día silbará Yahveh al enjambre que hay en los confines de los ríos de
Egipto, a las abejas que hay en la tierra de Asur”.

ABUBILLA:
Levítico 11, 13. 19: “Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no podréis
comerlas por ser abominación: ....... la cigüeña, la garza en todas sus especies, la abubilla y
el murciélago”.

Deuteronomio 14, 11. 12. 18: “Podéis comer toda ave pura, pero las siguientes no las
podéis comer: ....... la cigüeña, las diferentes especies de garza real, la abubilla y el
murciélago”.

ÁGUILA (as, ucho, os):


Éxodo 19, 4: “Ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a vosotros os he
llevado sobre alas de águila y os he traído a mí”.

Levítico 11, 13: “Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no podréis
comer por ser abominación: el águila, el quebrantahuesos y el águila marina”.

Deuteronomio 14, 12: “Las siguientes aves no las podéis comer: el águila, el
quebrantahuesos, el águila marina…” 28, 49-50: “Yahveh levantará contra ti una nación
venida de lejos, de los extremos de la tierra, como el águila que se cierne”. 32, 11: “Como
un águila incita a su nidada, revolotea sobre sus polluelos, así él despliega sus alas y te
toma, y le lleva sobre su plumaje”.

2 Samuel 1, 23: “Saúl y Jonatán, eran más veloces que águilas, más fuertes que leones”.
Job. 9, 25-26: “Mis días han sido más raudos que un correo, se han ido sin ver la dicha. Se
han deslizado lo mismo que canoas de junco, como águila que cae sobre la presa”. 39, 27:
“¿Se remonta por orden tuya el águila y hace su nido en las alturas?” (N C).

Proverbios 23, 5: “Pones tus ojos en ello y no hay nada. Porque se hace alas como águila,
y se vuela hasta el cielo”. 30, 17: "Al ojo que se ríe del padre y desprecia la obediencia de
una madre, lo picotearán los cuervos del torrente, los aguiluchos lo devorarán". 30, 19:
“Hay tres cosas estupendas: el rastro del águila en los aires, el rastro de la serpiente en la
roca y el rastro del hombre en la doncella” (N C).

Salmos 104 [103], 5. “Satura de bienes tu existencia, mientras tu juventud se renueva como
el águila”.

Isaías 40, 30-31: “Los jóvenes se cansan, se fatigan, los valientes tropiezan y vacilan,
mientras que a los que esperan en Yahveh él les renovará el vigor, subirán con alas como de
águilas, correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse".

Jeremías 4, 13: Se le dice a Israel: “Vendrá una calamidad del norte. Ved cómo se levanta
cual las nubes, como un huracán sus carros, y sus corceles más veloces que las águilas”.
48, 40: “Porque así ha dicho Yahveh: (Ved cómo cual un águila se remonta y extiende sus
alas sobre Moab.)” 49, 16: “El espanto que infundías te engañó, la soberbia de tu corazón,
tú, el que habitas en las hendiduras de la roca, que ocupas lo alto de la cuesta. Aunque
pongas en alto, como el águila, tu nido, de allí te haré bajar - oráculo de Yahveh -”. 49, 22:
“Ved cómo cual un águila sube, se remonta y extiende sus alas sobre Bosrá; y vendrá a ser
el corazón de los valientes de Edom en aquel día como corazón de mujer en parto”.

Lamentaciones 4, 19: “Nuestros perseguidores eran raudos, más que águilas”.

Ezequiel 1, 5-10: “Había en el centro como una forma de cuatro seres cuyo aspecto era el
siguiente: tenían forma humana. Tenían cada uno cuatro caras, y cuatro alas cada uno. Sus
piernas eran rectas y la planta de sus pies era como la planta de la pezuña del buey, y
relucían como el fulgor del bronce bruñido. Bajo sus alas había unas manos humanas
vueltas hacia las cuatro direcciones, lo mismo que sus caras y sus alas, las de los cuatro.
Sus alas estaban unidas una con otra; al andar no se volvían; cada uno marchaba de frente.
En cuanto a la forma de sus caras, era una cara de hombre, y los cuatro tenían cara de león a
la derecha, los cuatro tenían cara de toro a la izquierda, y los cuatro tenían cara de águila”.
10, 14: “Y cada uno tenía cuatro caras: la primera era la cara del querubín, la segunda una
cara de hombre, la tercera una cara de león y la cuarta una cara de águila”. 17, 3-7: “Dirás:
Así dice el Señor Yahveh: El águila grande, de grandes alas, de enorme envergadura, de
espeso plumaje abigarrado, vino al Líbano y cortó la cima del cedro; arrancó la punta más
alta de sus ramas, la llevó a un país de mercaderes y la colocó en una ciudad de
comerciantes. Luego, tomó de la semilla de la tierra y la puso en un campo de siembra;
junto a una corriente de agua abundante la colocó como un sauce. Y brotó y se hizo una vid
desbordante, de pequeña talla, que volvió sus ramas hacia el águila, mientras sus raíces
estaban bajo ella. Se hizo una vid, echó cepas y alargó sarmientos. Había otra águila
grande, de grandes alas, de abundante plumaje, y he aquí que esta vid tendió sus raíces
hacia ella, hacia ella alargó sus ramas, para que la regase desde el terreno donde estaba
plantada”. 17, 9: “Di: Así dice el Señor Yahveh: ¿Le saldrá bien acaso? ¿No arrancará sus
raíces el águila, no cortará sus frutos, de suerte que se sequen todos los brotes tiernos que
eche, sin que sea menester brazo grande ni pueblo numeroso para arrancarla de raíz?”.

Daniel 4, 30: “Y al punto se cumplió la palabra en Nabucodonosor: fue arrojado de entre


los hombres, se alimentó de hierba como los bueyes, su cuerpo fue bañado del rocío del
cielo, hasta crecerle sus cabellos como plumas de águila y sus uñas como las de las aves”.
7, 2-4: “Daniel tomó la palabra y dijo: Contemplaba yo en mi visión durante la noche lo
siguiente: los cuatro vientos del cielo agitaron el mar grande, y cuatro bestias enormes,
diferentes todas entre sí, salieron del mar. La primera era como un león con alas de águila.
Mientras yo la miraba, le fueron arrancadas las alas, fue levantada de la tierra, se incorporó
sobre sus patas como un hombre, y se le dio un corazón de hombre”.

Oseas 8, 1: “¡Emboca la trompeta! Como un águila cae el mal sobre la casa de Yahveh;
porque han quebrantado mi alianza y han sido rebeldes a mi Ley”.

Abdías 1, 4: “Aunque te encumbres como él águila, y pongas tu nido en las estrellas, de


allí te haré bajar yo - oráculo de Yahveh –m”.

Habacuc 1, 7-8: “Espantoso es y terrible; de él solo salen su juicio y su grandeza; más


raudos son que leopardos sus caballos, más agudos que lobos de la tarde; sus jinetes
galopan, vienen de lejos sus jinetes, vuelan como águila que se precipita a devorar”.

Mateo 24, 8: “Donde está el cadáver, allí se reunirán las águilas” (C V).

Apocalipsis 4, 7: “El primer Viviente, como un león; el segundo Viviente, como un


novillo; el tercer Viviente tiene un rostro como de hombre; el cuarto viviente es como un
águila en vuelo”. 8, 13: “Oí un águila que volaba por lo alto del cielo y decía con fuerte
voz: ‘¡Ay, ay, ay de los habitantes de la tierra cuando suene la trompeta!’ ”. 12, 14: “Pero
se le dieron a la Mujer las dos alas del águila grande para volar al desierto, a su lugar, lejos
del Dragón, donde tiene que ser alimentada un tiempo y tiempos y medio tiempo”.

ALIMAÑA (as):

Génesis 1, 24-26: "Dijo Dios: «Produzca la tierra animales vivientes de cada especie:
bestias, sierpes y alimañas terrestres de cada especie.» Y así fue. Hizo Dios las alimañas
terrestres de cada especie, y las bestias de cada especie, y toda sierpe del suelo de cada
especie: y vio Dios que estaba bien. Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra
imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos,
y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la
tierra". 9, 8-10: "Dijo Dios a Noé y a sus hijos con él: «He aquí que yo establezco mi
alianza con vosotros, y con vuestra futura descendencia, y con toda alma viviente que os
acompaña: las aves, los ganados y todas las alimañas que hay con vosotros, con todo lo que
ha salido del arca, todos los animales de la tierra".

ANIMAL (es):
Génesis 1, 20-21: "Dijo Dios: «Bullan las aguas de animales vivientes, y aves revoloteen
sobre la tierra contra el firmamento celeste.» Y creó Dios los grandes monstruos marinos y
todo animal viviente, los que serpean, de los que bullen las aguas por sus especies, y todas
las aves aladas por sus especies; y vio Dios que estaba bien". 1, 24: "Dijo Dios: «Produzca
la tierra animales vivientes de cada especie: bestias, sierpes y alimañas terrestres de cada
especie». Y así fue". 1, 27-30: " Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de
Dios le creó, macho y hembra los creó. Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y
multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de
los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra». Dijo Dios: «Ved que os he dado
toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que
lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento. Y a todo animal terrestre, y a toda
ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les
doy de alimento.» Y así fue". 2, 20: "Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del
campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y
para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso
nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas
para el hombre no encontró una ayuda adecuada". 3, 1: "La serpiente era el más astuto de
todos los animales del campo que Yahveh Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Cómo es
que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del jardín?»3, 14: "Entonces
Yahveh Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias
y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos
los días de tu vida". 7, 2: "De todos los animales puros tomarás para ti siete parejas, el
macho con su hembra, y de todos los animales que no son puros, una pareja, el macho con
su hembra". 7, 7-9: "Noé entró en el arca, y con él sus hijos, su mujer y las mujeres de sus
hijos, para salvarse de las aguas del diluvio. (De los animales puros, y de los animales que
no son puros, y de las aves, y de todo lo que serpea por el suelo, sendas parejas de cada
especie entraron con Noé en el arca, machos y hembras, como había mandado Dios a
Noé)". 7, 13-14: "En aquel mismo día entró Noé en el arca, como también los hijos de Noé,
Sem, Cam y Jafet, y la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus hijos; y con ellos los
animales de cada especie, los ganados de cada especie, las sierpes de cada especie que
reptan sobre la tierra, y las aves de cada especie: toda clase de pájaros y seres alados". 7,
21-22: "Pereció toda carne: lo que repta por la tierra, junto con aves, ganados, animales y
todo lo que pulula sobre la tierra, y toda la humanidad. Todo cuanto respira hálito vital,
todo cuanto existe en tierra firme, murió". 8, 1: "Acordóse Dios de Noé y de todos los
animales y de los ganados que con él estaban en el arca. Dios hizo pasar un viento sobre la
tierra y las aguas decrecieron". 8, 17: "Saca contigo todos los animales de toda especie que
te acompañan, aves, ganados y todas las sierpes que reptan sobre la tierra. Que pululen
sobre la tierra y sean fecundos y se multipliquen sobre la tierra»". 8, 17-20: "Saca contigo
todos los animales de toda especie que te acompañan, aves, ganados y todas las sierpes que
reptan sobre la tierra. Que pululen sobre la tierra y sean fecundos y se multipliquen sobre la
tierra». Salió, pues, Noé, y con él sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos. Todos los
animales, todos los ganados, todas las aves y todas las sierpes que reptan sobre la tierra
salieron por familias del arca. Noé construyó un altar a Yahveh, y tomando de todos las
animales puros y de todas las aves puras, ofreció holocaustos en el altar". 9, 2-5:
"Infundiréis temor y miedo a todos los animales de la tierra, y a todas las aves del cielo, y a
todo lo que repta por el suelo, y a todos los peces del mar; quedan a vuestra disposición.
Todo lo que se mueve y tiene vida os servirá de alimento: todo os lo doy, lo mismo que os
di la hierba verde. Sólo dejaréis de comer la carne con su alma, es decir, con su sangre, y yo
os prometo reclamar vuestra propia sangre: la reclamaré a todo animal y al hombre: a todos
y a cada uno reclamaré el alma humana". 9, 8-10: "Dijo Dios a Noé y a sus hijos con él:
«He aquí que yo establezco mi alianza con vosotros, y con vuestra futura descendencia, y
con toda alma viviente que os acompaña: las aves, los ganados y todas las alimañas que hay
con vosotros, con todo lo que ha salido del arca, todos los animales de la tierra". 15, 17-18:
"Puesto ya el sol, surgió en medio de densas tinieblas un horno humeante y una antorcha de
fuego que pasó por entre aquellos animales partidos. Aquel día firmó Yahveh una alianza
con Abram, diciendo: «A tu descendencia he dado esta tierra, desde el rió de Egipto hasta el
Río Grande". 37, 17-20: "José fue detrás de sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos le
vieron de lejos, y antes que se les acercara, conspiraron contra él para matarle, y se decían
mutuamente: «Por ahí viene el soñador. Ahora, pues, venid, matémosle y echémosle en un
pozo cualquiera, y diremos que algún animal feroz le devoró. Veremos entonces en qué
paran sus sueños»". 37, 31-33: "Entonces tomaron la túnica de José, y degollando un
cabrito, tiñeron la túnica en sangre, y enviaron la túnica de manga larga, haciéndola llegar
hasta su padre con este recado: «Esto hemos encontrado: examina si se trata de la túnica de
tu hijo, o no». El la examinó y dijo: «¡Es la túnica de mi hijo! ¡Algún animal feroz le ha
devorado! ¡José ha sido despedazado!»". 43, 16: "José vio con ellos a Benjamín, y dijo a su
mayordomo: «Lleva a esos hombres a casa, mata algún animal y lo preparas, porque esos
hombres van a comer conmigo a mediodía»".

Éxodo 9, 7: "Faraón mandó hacer averiguaciones, y se vio que del ganado de Israel no
había muerto ni un solo animal. Sin embargo, se endureció el corazón de Faraón y no dejó
salir al pueblo". 9, 19: "Ahora, pues, manda poner a salvo tu ganado y cuanto tienes en del
campo; porque el granizo descargará sobre todos los hombres y animales que se hallan en
el campo, y cuantos no se hayan recogido bajo techumbre perecerán»". 12, 5: "El animal
será sin defecto, macho, de un año. Lo escogeréis entre los corderos o los cabritos". 13, 1-2:
"Habló Yahveh a Moisés, diciendo: «Conságrame todo primogénito, todo lo que abre el
seno materno entre los israelitas. Ya sean hombres o animales, míos son todos»". 21, 33-
34: "Si un hombre deja abierto un pozo, o si cava un pozo y no lo tapa, y cae en él un buey
o un asno, el propietario del pozo pagará al dueño de ellos el precio en dinero, y el animal
muerto será suyo". 22, 9-12: "Si un hombre entrega a otro un asno, buey, oveja, o cualquier
otro animal para su custodia, y éstos mueren o sufren daño o son robados sin que nadie lo
vea, mediará entre los dos el juramento de Yahveh para atestiguar que el depositario no ha
puesto su mano sobre la hacienda de su prójimo; el dueño tomará lo que quede y el otro no
tendrá que restituir. Pero si el animal le ha sido robado estando él cerca, restituirá a su
dueño. Si el animal ha sido despedazado, que traiga como testimonio los despojos y no
tendrá que restituir". 23, 10-11: "Seis años sembrarás tu tierra y recogerás su producto; al
séptimo la dejarás descansar y en barbecho, para que coman los pobres de tu pueblo, y lo
que quede lo comerán los animales del campo. Harás lo mismo con tu viña y tu olivar".

Levítico 7, 21-31: "Si alguien toca cualquier cosa inmunda, sea inmundicia de hombre, o
de animal, o cualquier otra abominación impura y luego come de la carne del sacrificio de
comunión ofrecido a Yahveh, será exterminado de su parentela. Habló Yahveh a Moisés,
diciendo: Habla a los israelitas y diles: No comeréis sebo de buey, ni de cordero ni de
cabra. El sebo de animal muerto o destrozado podrá servir para cualquier uso, pero en
modo alguno lo comeréis. Porque todo aquel que coma sebo de animal del que suele
ofrecerse manjar abrasado a Yahveh, será exterminado de su parentela. Tampoco comeréis
sangre, ni de ave ni de animal, en ninguno de los lugares en que habitaréis". 11, 1-31:
"Yahveh habló a Moisés y a Aarón, diciéndoles: Hablad a los israelitas y decidles: De entre
todos los animales terrestres podréis comer estos: cualquier animal de pezuña partida,
hendida en mitades y que rumia, sí lo podréis comer. Pero entre los que rumian o tienen
pezuña hendida, no comeréis: camello, pues aunque rumia, no tiene partida la pezuña; será
impuro para vosotros; ni damán, porque rumia, pero no tiene partida la pezuña; será impuro
para vosotros: ni liebre porque rumia, pero no tiene la pezuña partida; será impura para
vosotros; ni cerdo, pues aunque tiene la pezuña partida, hendida en mitades, no rumia; será
impuro para vosotros. ni cerdo, pues aunque tiene la pezuña partida, hendida en mitades, no
rumia; será impuro para vosotros. No comeréis su carne ni tocaréis sus cadáveres; serán
impuros para vosotros. De entre todos los animales que viven en las aguas, podréis comer
éstos: cuantos tienen aletas y escamas sean de mar o río, los podréis comer. Pero serán cosa
abominable para vosotros todos los que carezcan de aletas y escamas, entre todos los que
bullen en las aguas, en mares y ríos, y entre todos los demás animales que viven en el agua.
Serán abominables para vosotros: no comeréis su carne y tendréis sus cadáveres como
abominables. Tendréis por abominable todo cuanto en las aguas carece de aletas y escamas.
Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no podrán comer por ser
abominación: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, Las siguientes de entre las
aves tendréis por inmundas, y no podrán comer por ser abominación: el águila, el
quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, el halcón en todas sus especies, toda clase de
cuervos, el avestruz, la lechuza, la gaviota, el gavilán en todas sus especies, el búho, el
somormujo, el ibis, el cisne, el pelícano, el calamón, la cigüeña, la garza en todas sus
especies, la abubilla y el murciélago. Será abominable para vosotros todo bicho alado que
anda sobre cuatro patas. Pero de todos los bichos alados que andan sobre cuatro patas,
podréis comer aquellos que además de sus cuatro patas tienen zancas para saltar con ellas
sobre el suelo. De ellos podréis comer: la langosta en sus diversas especies y toda clase de
solam, de jargol y de jagab. Cualquier otro bicho alado de cuatro patas será para vosotros
abominable. Por estos animales podéis contraer impureza. El que toque su cadáver quedará
impuro hasta la tarde. El que levante alguno de sus cadáveres tendrá que lavar sus vestidos
y quedará impuro hasta la tarde. Asimismo todos los animales que tienen pezuña no partida
en dos uñas y no rumian, serán impuros para vosotros. Todo aquel que los toque quedará
impuro. De entre los cuadrúpedos os serán impuros todos los que andan sobre las plantas de
sus pies. El que toque sus cadáveres quedará impuro hasta la tarde. El que levante el
cadáver de uno de ellos tendrá que lavar sus vestidos, y quedará impuro hasta la tarde; son
impuros para vosotros. De entre los bichos pequeños que andan arrastrándose por el suelo
serán impuros para vosotros: la comadreja, el ratón el lagarto en sus diversas especies, el
erizo, el cocodrilo, el camaleón, la salamandra y el topo. el erizo, el cocodrilo, el camaleón,
la salamandra y el topo. Entre todos los bichos, éstos serán impuros para vosotros. Todo el
que toque su cadáver quedará impuro hasta la tarde". 11, 39: "Cuando muera uno de
aquellos animales de los que podéis comer, el que toque su cadáver quedará impuro hasta
la tarde". 11, 42: "No comeréis ningún animal de los que caminan sobre su vientre o sobre
cuatro patas o sobre muchos pies, es decir, ningún bicho que se arrastra por el suelo, porque
son abominación". 11, 46-47: "Ésta es la ley acerca de los animales, de las aves, y de todos
los seres vivientes que se mueven en el agua, y de todos los que andan arrastrándose sobre
la tierra; para que hagáis distinción entre lo impuro y lo puro, entre el animal que puede
comerse y el que no puede comerse". 17, 13: "Cualquier hombre de la casa de Israel, o de
los forasteros que residen en medio de ellos, que cace un animal o un ave que es lícito
comer, derramará su sangre y la cubrirá con tierra". 20, 25: "Habéis de hacer separación
entre animales puros e impuros, y entre aves impuras y puras; para que no os hagáis
abominables, ni con animales ni con aves, ni con lo que se arrastra por el suelo; porque os
he separado todo eso como impuro". 22, 8: "No comerá animal muerto o destrozado que le
haga impuro. Yo, Yahveh". 22, 22: "No presentaréis ante Yahveh animal ciego, quebrado,
mutilado, ulcerado, sarnoso o ruin; de ellos nada pondréis en el altar como manjar que se
abrasa para Yahveh". 22, 24: '" No ofreceréis a Yahveh animal que tenga los testículos
aplastados, majados, arrancados o cortados. No hagáis esto en vuestra tierra". 24, 18: "El
que hiera de muerte a un animal indemnizará por él: vida por vida". 24, 21: "El que mate
un animal, indemnizará por él; mas el que mate a un hombre, morirá". 25, 3-10: "Seis años
sembrarás tu campo, seis años podarás tu viña y cosecharás sus productos; pero el séptimo
año será de completo descanso para la tierra, un sábado en honor de Yahveh: no sembrarás
tu campo, ni podarás tu viña. No segarás los rebrotes de la última siega, ni vendimiarás los
racimos de tu viña sin podar. Será año de descanso completo para la tierra. Aun en
descanso, la tierra os alimentará a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu jornalero, a tu huésped.
que residen junto a ti. También a tus ganados y a los animales de tu tierra servirán de
alimento todos sus productos. Contarás siete semanas de años, siete veces siete años; de
modo que el tiempo de las siete semanas de años vendrá a sumar cuarenta y nueve años.
Entonces en el mes séptimo, el diez del mes, harás resonar clamor de trompetas; en el día
de la Expiación haréis resonar el cuerno por toda vuestra tierra. Declararéis santo el año
cincuenta, y proclamaréis en la tierra liberación para todos sus habitantes. Será para
vosotros un jubileo; cada uno recobrará su propiedad, y cada cual regresará a su familia".
27, 9-12: "Si se trata de un animal que se puede ofrecer a Yahveh como ofrenda, todo lo
que se entregue así a Yahveh será cosa sagrada. No se cambiará ni se sustituirá bueno por
malo, ni malo por bueno; y si se sustituye un animal por otro, tanto el permutado como su
sustituto serán cosa sagrada. Mas si se trata de un animal impuro, de los que no se pueden
ofrecer como ofrenda a Yahveh, se presentará el animal al sacerdote, el cual lo tasará según
sea bueno o malo; y se estará a su tasación". 27, 27-28: "Si se trata de un animal impuro, y
lo quiere rescatar según la tasación, añadirá la quinta parte al precio; pero si no es
rescatado, será vendido, conforme a la tasación. Nada de lo que a uno pertenece - hombre,
animal o campo de su propiedad - que haya sido consagrado a Yahveh con anatema podrá
venderse ni rescatarse. Todo anatema es cosa sacratísima para Yahveh". 27, 33: "No se
escogerá entre animal bueno o malo, ni se le puede sustituir; y si se hace cambio, tanto el
animal permutado como su sustituto serán cosas sagradas; no podrán ser rescatados".

Números 18, 15: "Todo primogénito que se presente a Yahveh de cualquier especie,
hombre o animal, será para ti. Pero harás rescatar al primogénito del hombre y harás
también rescatar al primogénito de animal impuro". 35, 1-3: "Habló Yahveh a Moisés en
las Estepas de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó, y le dijo: «Manda a los
israelitas que cedan a los levitas, de la herencia que les pertenece, ciudades en las que
puedan habitar y pastos de alrededor de las ciudades. Se las daréis a los levitas. Esas
ciudades serán su morada, y sus pastos serán para sus bestias, su ganado y todos sus
animales".

Deuteronomio 14, 4-21: "Éstos son los animales que podréis comer: buey, carnero, cabra,
ciervo, gacela, gamo, cabra montés, antílope, búfalo, gamuza. Y todo animal de pezuña
partida, hendida en dos mitades, y que rumia, lo podéis comer. Sin embargo, entre los que
rumian y entre los animales de pezuña partida y hendida no podréis comer los siguientes: el
camello, la liebre y el damán, que rumian pero no tienen la pezuña hendida; los tendréis por
impuros. Tampoco el cerdo, que tiene la pezuña partida y hendida, pero no rumia; lo
tendréis por impuro. No comeréis su carne ni tocaréis su cadáver. De entre todo lo que vive
en el agua, podéis comer lo siguiente: todo lo que tiene aletas y escamas lo podéis comer.
Pero no comeréis lo que no tiene aletas y escamas: lo tendréis por impuro. Podéis comer
toda ave pura, pero las siguientes no las podéis comer: el águila, el quebrantahuesos, el
águila marina, el buitre, las diferentes especies de halcón, todas las especies de cuervo, el
avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes especies de gavilanes, el búho, el ibis, el
cisne, el pelícano, el calamón, el somormujo, la cigüeña, las diferentes especies de garza
real, la abubilla y el murciélago. Tendréis por impuro todo bicho alado, no lo comeréis.
Podéis comer todo volátil puro. No comeréis ninguna bestia muerta. Se la darás al forastero
que vive en tus ciudades para que él la coma, o bien véndesela a un extranjero. Porque tú
eres un pueblo consagrado a Yahveh tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su
madre".

Jueces 15, 4: "Se fue Sansón, y cazó trescientas zorras; cogió unas teas y, juntando a los
animales cola con cola, puso una tea en medio entre las dos colas".

1 Reyes 5, 6-8: "Tenía Salomón cuatro mil establos de caballos para sus carros y doce mil
caballos. Los gobernadores proveían un mes cada uno al rey Salomón y a todos los que se
acercaban a la mesa de Salomón, de modo que nada les faltara. Llevaban la cebada y la paja
para los caballos y los animales de tiro al lugar donde él estaba, cada uno según su turno".

1 Macabeos 1, 44-50: "También a Jerusalén y a la ciudades de Judá hizo el rey llegar, por
medio de mensajeros, el edicto que ordenaba seguir costumbres extrañas al país. Debían
suprimir en el santuario holocaustos, sacrificios y libaciones; profanar sábados y fiestas;
mancillar el santuario y lo santo; levantar altares, recintos sagrados y templos idolátricos;
sacrificar puercos y animales impuros; dejar a sus hijos incircuncisos; volver abominables
sus almas con toda clase de impurezas y profanaciones, de modo que olvidasen la Ley y
cambiasen todas sus costumbres. El que no obrara conforme a la orden del rey, moriría". 6,
35-36: "Las bestias estaban repartidas entre las falanges. Mil hombres, con cota de malla y
casco de bronce en la cabeza, se alineaban al lado de cada elefante. Además, con cada
bestia iban quinientos jinetes escogidos, que estaban donde el animal estuviese y le
acompañaban adonde fuese, sin apartarse de él". 6, 46: "Se deslizó debajo del elefante e,
hiriéndole por debajo, lo mató. Cayó a tierra el animal sobre él y allí murió Eleazar".

Sabiduría 13, 13-14: "Queda todavía un resto del árbol que para nada sirve, un tronco
torcido y lleno de nudos. Lo toma y lo labra para llenar los ratos de ocio, le da forma con la
destreza adquirida en sus tiempos libres; le da el parecido de una imagen de hombre o bien
la semejanza de algún vil animal. Lo pinta de bermellón, colorea de rojo su cuerpo y salva
todos sus defectos bajo la capa de pintura".

Sirácida 13, 15-18: "Todo viviente ama a su semejante, y todo hombre a su prójimo. Todo
animal según su especie se une, a su semejante se adhiere el hombre. ¿Cómo podrá
convivir lobo con cordero? Así el pecador con el piadoso. ¿Qué paz puede tener la hiena
con el perro? ¿qué paz el rico con el indigente?". 43, 17-27: "El bramido de su trueno
insulta a la tierra, el huracán del norte y los ciclones. Como pájaros que se posan esparce la
nieve, que baja como langosta que salta al suelo. Admira el ojo la belleza de su blancura, y
al verla caer se pasma el corazón. Él derrama también sobre la tierra la escarcha como sal,
que al helarse se queda como pinchos de espinas. El viento frío del norte sopla y se forma
el hielo sobre el agua; sobre toda masa de agua se posa, y el agua se reviste como de
coraza. Devora los montes, quema el desierto, y consume como fuego el verdor. Como
remedio de todo llega presto la niebla, el rocío, después del viento ardiente, devuelve la
alegría. Según su designio domeña el abismo, y planta islas en él. Los que surcan el mar
hablan de sus peligros, y de lo que oyen nuestros oídos nos maravillamos. Allí están las
cosas raras y maravillosas, variedad de animales, especies de monstruos marinos. Gracias a
Dios tiene éxito su mensajero, y por su palabra todo está en su sitio. Muchos más
podríamos decir y nunca acabaríamos; broche de mis palabras: «Él lo es todo»".

Salmos 104, 19-21: "Hizo la luna para marcar los tiempos, conoce el sol su ocaso; mandas
tú las tinieblas, y es la noche, en ella rebullen todos los animales de la selva, los leoncillos
rugen por la presa, y su alimento a Dios reclaman". 104, 25-26: "Ahí está el mar, grande y
de amplios brazos, y en él el hervidero innumerable de animales, grandes y pequeños; por
allí circulan los navíos, y Leviatán que tú formaste para jugar con él".

Proverbios 30, 29-31: "Hay tres cosas de paso gallardo y cuatro de elegante marcha: el
león - fuerte entre los animales -, que ante nada retrocede, el esbelto gallo o el macho
cabrío, y el rey que arenga a su pueblo".

Sabiduría 7, 17-20: "Fue él quien me concedió un conocimiento verdadero de los seres,


para conocer la estructura del mundo y la actividad de los elementos, el principio, el fin y el
medio de los tiempos, los cambios de los solsticios y la sucesión de las estaciones, los
ciclos del año y la posición de las estrellas, la naturaleza de los animales y los instintos de
las fieras, el poder de los espíritus y los pensamientos de los hombres, las variedades de las
plantas y las virtudes de las raíces". 11, 15-16: "Por sus locos e inicuos pensamientos por
los que, extraviados, adoraban reptiles sin razón y bichos despreciables, les enviaste en
castigo muchedumbre de animales sin razón, para que aprendiesen que, por donde uno
peca, por allí es castigado". 12, 24-25: "Demasiado, en verdad, se habían desviado por los
caminos del error, teniendo por dioses a los más viles y despreciables, animales, dejándose
engañar como pequeñuelos inconscientes. Por eso, como a niños sin seso, les enviaste una
irrisión de castigo". 13, 10: "Desgraciados, en cambio, y con la esperanza puesta en seres
sin vida, los que llamaron dioses a obras hechas por mano de hombre, al oro, a la plata,
trabajados con arte, a representaciones de animales o a una piedra inútil, esculpida por
mano antigua". 15, 18-19: "Adoran, además, a los bichos más repugnantes que en estupidez
superan a todos los demás; ni siquiera poseen la belleza de los animales que, a su modo,
cautiva al contemplarlos; están excluidos de la aprobación de Dios y de su bendición". 16,
5: "Incluso cuando cayó sobre ellos la ira terrible de animales feroces, cuando por
mordeduras de sinuosas serpientes perecían, no persistió tu cólera hasta el fin". 16, 16-19:
"Los impíos que rehusaban conocerte fueron fustigados por la fuerza de tu brazo; lluvias
insólitas, granizadas, aguaceros implacables los persiguieron y el fuego los devoró. Y lo
más extraño era que con el agua, que todo lo apaga, el fuego cobraba una violencia mayor.
El universo, en efecto, combate en favor de los justos. Las llamas unas veces se amansaban
para no consumir a los animales enviados contra los impíos, y darles a entender, por lo que
veían, que el juicio de Dios les hostigaba; pero otras, aun en medio de las aguas, abrasaban
con fuerza superior a la del fuego para destruir las cosechas de una tierra inicua". 17, 16-19:
"De este modo, cualquiera que en tal situación cayera, quedaba encarcelado, encerrado en
aquella prisión sin hierros; ya fuera labrador o pastor, o bien un obrero dedicado en la
soledad a su trabajo, sorprendido, soportaba la ineludible necesidad, atados todos como
estaban por una misma cadena de tinieblas. El silbido del viento, el melodioso canto de las
aves en la enramada, el ruido regulado del agua que corría impetuosa, el horrísimo fragor
de rocas que caían de las alturas, la invisible carrera de animales que saltando pasaban, el
rugido de las fieras más salvajes, el eco que devolvían las oquedades de las montañas, todo
les aterrorizaba y les dejaba paralizados". 19, 10: "Recordaban todavía lo sucedido en su
destierro, cómo, en vez de nacer los mosquitos de animales, los produjo la tierra, cómo, en
vez de nacer las ranas de seres acuáticos, las vomitó el Río en abundancia". 19, 21: "Por el
contrario, las llamas no consumían las carnes de los endebles animales que sobre ellas
caminaban, ni fundían aquel alimento divino, parecido a la escarcha, tan fácil de derretirse".

Isaías 30, 6-7: "Oráculo sobre los animales del Négueb. Por tierra de angustia y aridez, de
leona y de león rugiente, de áspid y dragón volador, llevan a lomos de pollinos su riqueza, y
sobre jiba de camellos sus tesoros hacia un pueblo que no les será útil, a Egipto, cuyo
apoyo es huero y vano. Por eso he llamado a ese pueblo «Ráhab la cesante»". 40, 16: "El
Líbano no basta para la quema, ni sus animales para holocausto". 46, 1: "Bel se desploma,
Nebó se derrumba, sus ídolos van sobre animales y bestias de carga; llevados como fardos
sobre un animal desfallecido. Se derrumbaron, se desplomaron todos, no pudieron salvar la
carga; ellos mismos van cautivos".
Jeremías 27, 5-7: "Yo hice la tierra, el hombre y las bestias que hay sobre la haz de la
tierra, con mi gran poder y mi tenso brazo, y lo di a quien me plugo. Ahora yo he puesto
todos estos países en manos de mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, y también los
animales del campo le he dado para servirle (y todas las naciones le servirán a él, a su hijo
y al hijo de su hijo, hasta que llegue también el turno a su propio país - y le reducirán a
servidumbre muchas naciones y reyes grandes -)". 28, 14: "Porque así dice Yahveh Sebaot,
el Dios de Israel: Yugo de hierro he puesto sobre la cerviz de todas estas naciones, para que
sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y le servirán (y también los animales del campo
le he dado...)»". 50, 11: "Porque os alegrasteis, porque gozasteis, depredadores de mi
heredad, porque dabais corcovos como novilla en dehesa, y relinchos como animales
fuertes". 51, 62: "Dirás: "Yahveh, tú has hablado respecto a este lugar, de destruirlo sin que
haya en él habitante, ya sea persona o animal, sino que soledad por siempre será".

Ezequiel 8, 10: "Entré y observé: toda clase de representaciones de reptiles y animales


repugnantes, y todas las basuras de la casa de Israel estaban grabados en la pared, todo
alrededor". 29, 11: "No pasará por Egipto pie de hombre, pie de animal no pasará por él.
Quedará deshabitado durante cuarenta años". 32, 11-14: "Porque así dice el Señor Yahveh:
La espada del rey de Babilonia caerá sobre ti. Abatiré la multitud de tus súbditos, por la
espada de guerreros, todos ellos los más bárbaros de las naciones; arrasarán el orgullo de
Egipto y toda su multitud será exterminada. Y haré perecer a todo tu ganado, junto a las
aguas abundantes. No las enturbiará más pie de hombre, no volverá a enturbiarlas pezuña
de animal. Entonces yo amansaré sus aguas, haré correr sus ríos como aceite, oráculo del
Señor Yahveh".

Baruc 3, 31-36: "No hay quien conozca su camino, nadie imagina sus senderos. Pero el que
todo lo sabe la conoce, con su inteligencia la escrutó, el que dispuso la tierra para siempre y
la llenó de animales cuadrúpedos, el que envía la luz, y ella va, el que llama, y temblorosa
le obedece; brillan los astros en su puesto de guardia llenos de alegría, los llama él y dicen:
¡Aquí estamos!, y brillan alegres para su Hacedor. Éste es nuestro Dios, ningún otro es
comparable a él".

Jonás 4, 10-11: "Y Yahveh dijo: «Tu tienes lástima de un ricino por el que nada te
fatigaste, que no hiciste tú crecer, que en el término de una noche fue y en el término de
una noche feneció. ¿Y no voy a tener lástima yo de Nínive, la gran ciudad, en la que hay
más de ciento veinte mil personas que no distinguen su derecha de su izquierda, y una gran
cantidad de animales?»".

Habacuc 2, 17: "Pues la violencia hecha al Líbano te cubrirá y la matanza de los animales
te aterrará, (por la sangre del hombre y la violencia a la tierra, a la ciudad y a todos los que
la habitan)".

Sofonías 2, 14-15: "Se tumbarán en medio de ella los rebaños, toda suerte de animales:
hasta el pelícano, hasta el erizo, pasarán la noche entre sus capiteles. El búho cantará en la
ventana, y el cuervo en el umbral, porque el cedro fue arrancado. Tal será la ciudad alegre
que reposaba en seguridad, la que decía en su corazón: «¡Yo, y nadie más!» ¡Cómo ha
quedado en desolación, en guarida de animales! Todo el que pasa junto a ella silba y menea
su mano".

Mateo 21, 5: "Decid a la hija de Sión: He aquí que tu Rey viene a ti, manso y montado en
un asna y un pollino, hijo de animal de yugo". 22, 4: "Envió todavía otros siervos, con este
encargo: Decid a los invitados: "Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis
novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda".

Marcos 1, 12-13: "A continuación, el Espíritu le empuja al desierto, y permaneció en el


desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y
los ángeles le servían".

Hechos 15, 19-20: "«Por esto opino yo que no se debe molestar a los gentiles que se
conviertan a Dios, sino escribirles que se abstengan de lo que ha sido contaminado por los
ídolos, de la impureza, de los animales estrangulados y de la sangre". 15, 28-29: "Que
hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que éstas
indispensables: abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de los animales
estrangulados y de la impureza. Haréis bien en guardaros de estas cosas. Adiós»". 21, 25:
"En cuanto a los gentiles que han abrazado la fe, ya les escribimos nosotros nuestra
decisión: Abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de animal estrangulado y
de la impureza". 28, 3-5: "Pablo había reunido una brazada de ramas secas; al ponerla sobre
la hoguera, una víbora que salía huyendo del calor, hizo presa en su mano. Los nativos,
cuando vieron el animal colgado de su mano, se dijeron unos a otros: «Este hombre es
seguramente un asesino; ha escapado del mar, pero la justicia divina no le deja vivir». Pero
él sacudió el animal sobre el fuego y no sufrió daño alguno".

1 Corintios 15, 38-40: "Y Dios le da un cuerpo a su voluntad: a cada semilla un cuerpo
peculiar. No toda carne es igual, sino que una es la carne de los hombres, otra la de los
animales, otra la de las aves, otra la de los peces. Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres;
pero uno es el resplandor de los cuerpos celestes y otro el de los cuerpos terrestres".

Hebreos 12, 18-21: "No os habéis acercado a una realidad sensible: fuego ardiente,
oscuridad, tinieblas, huracán, sonido de trompeta y a un ruido de palabras tal, que
suplicaron los que lo oyeron no se les hablara más. Es que no podían soportar esta orden: El
que toque el monte, aunque sea un animal, será lapidado. Tan terrible era el espectáculo,
que el mismo Moisés dijo: Espantado estoy y temblando". 13, 11-12: "Los cuerpos de los
animales, cuya sangre lleva el Sumo Sacerdote al santuario para la expiación del pecado,
son quemados fuera del campamento. Por eso, también Jesús, para santificar al pueblo con
su sangre, padeció fuera de la puerta".

Santiago 3, 7-8: "Toda clase de fieras, aves, reptiles y animales marinos pueden ser
domados y de hecho han sido domados por el hombre; en cambio ningún hombre ha podido
domar la lengua; es un mal turbulento; está llena de veneno mortífero".
2 Pedro 2, 4- "Si Dios no perdonó a los Ángeles que pecaron, sino que, precipitándolos en
los abismos tenebrosos del Tártaro, los entregó para ser custodiados hasta el Juicio; si no
perdonó al antiguo mundo, aunque preservó a Noé, heraldo de la justicia, y a otros siete,
cuando hizo venir el diluvio sobre un mundo de impíos; si condenó a la destrucción las
ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a cenizas, poniéndolas como ejemplo para
los que en el futuro vivirían impíamente; y si libró a Lot, el justo, oprimido por la conducta
licenciosa de aquellos hombres disolutos - pues este justo, que vivía en medio de ellos,
torturaba día tras día su alma justa por las obras inicuas que veía y oía - es porque el Señor
sabe librar de las pruebas a los piadosos y guardar a los impíos para castigarles en el día del
Juicio, sobre todo a los que andan tras la carne con apetencias impuras y desprecian al
Señorío. Atrevidos y arrogantes, no temen insultar a las Glorias, cuando los Ángeles, que
son superiores en fuerza y en poder, no pronuncian juicio injurioso contra ellas en presencia
del Señor. v12 Pero éstos, como animales irracionales, destinados por naturaleza a ser
cazados y muertos, que injurian lo que ignoran, con muerte de animales morirán, sufriendo
daño en pago del daño que hicieron. Tienen por felicidad el placer de un día; hombres
manchados e infames, que se entregan de lleno a los placeres mientras banquetean con
vosotros. Tienen los ojos llenos de adulterio, que no se sacian de pecado, seducen a las
almas débiles, tienen el corazón ejercitado en la codicia, ¡hijos de maldición! Abandonando
el camino recto, se desviaron y siguieron el camino de Balaam, hijo de Bosor, que amó un
salario de iniquidad, pero fue reprendido por su mala acción. Un mudo jumento, hablando
con voz humana, impidió la insensatez del profeta. Éstos son fuentes secas y nubes llevadas
por el huracán, a quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas".

Judas 1, 5-11: "Quiero recordaros a vosotros, que ya habéis aprendido todo esto de una vez
para siempre, que el Señor, habiendo librado al pueblo de la tierra de Egipto, destruyó
después a los que no creyeron; y además que a los ángeles, que no mantuvieron su
dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los tiene guardados con ligaduras
eternas bajo tinieblas para el juicio del gran Día. Y lo mismo Sodoma y Gomorra y las
ciudades vecinas, que como ellos fornicaron y se fueron tras una carne diferente,
padeciendo la pena de un fuego eterno, sirven de ejemplo. Igualmente éstos, a pesar de
todo, alucinados en sus delirios, manchan la carne, desprecian al Señorío e injurian a las
Glorias. En cambio el arcángel Miguel, cuando altercaba con el diablo disputándose el
cuerpo de Moisés, no se atrevió a pronunciar contra él juicio injurioso, sino que dijo: «Que
te castigue el Señor». Pero éstos injurian lo que ignoran y se corrompen en las cosas que,
como animales irracionales, conocen por instinto. ¡Ay de ellos!, porque se han ido por el
camino de Caín, y por un salario se han abandonado al descarrío de Balaam, y han perecido
en la rebelión de Coré".

ANTÍLOPE (es):

Deuteronomio 14, 5: “Éstos son los animales que podréis comer: ... el antílope...”.

Isaías 51, 20: “Tus hijos desfallecen en las esquinas de las calles, como antílopes”.
AÑUBLO:
Deuteronomio 28, 15-25: “Pero si desoyes la voz de Yahveh tu Dios, y no cuidas de
practicar todos sus mandamientos y sus preceptos, que yo te prescribo hoy, te sobrevendrán
y te alcanzarán todas las maldiciones siguientes: Maldito serás en la ciudad y maldito en el
campo. Malditas serán tu cesta y tu artesa. Maldito el fruto de tus entrañas y el fruto de tu
suelo, el parto de tus vacas y las crías de tus ovejas. Maldito serás cuando entres y maldito
cuando salgas. Yahveh enviará contra ti la maldición, el desastre, la amenaza, en todas tus
empresas, hasta que seas exterminado y perezcas rápidamente, a causa de la perversidad de
tus acciones por las que me habrás abandonado. Yahveh hará que se te pegue la peste, hasta
que te haga desaparecer de este suelo adonde vas a entrar para tomarlo en posesión. Yahveh
te herirá de tisis, fiebre, inflamación, gangrena, sequía, tizón y añublo, que te perseguirán
hasta que perezcas. Los cielos de encima de tu cabeza serán de bronce, y la tierra de debajo
de ti será de hierro. Yahveh dará como lluvia a tu tierra polvo y arena, que caerán del cielo
sobre ti hasta tu destrucción. Yahveh hará que sucumbas ante tus enemigos: salido a su
encuentro por un camino, por siete caminos huirás de ellos, y serás el espanto de todos los
reinos de la tierra”.

1 Reyes 8, 35-40: Oró Salomón diciendo: “«Cuando los cielos estén cerrados y no haya
lluvia porque pecaron contra ti, si oran en este lugar y alaban tu Nombre y se convierten de
su pecado porque les humillaste, escucha tú desde los cielos y perdona el pecado de tu
siervo y de tu pueblo Israel, pues les enseñarás el camino bueno por el que deberán andar, y
envía lluvia sobre tu tierra, la que diste a tu pueblo en herencia. «Cuando haya hambre en el
país, cuando haya peste, tizón, añublo, langosta o pulgón, cuando su enemigo le asedie en
una de sus puertas, en todo azote y toda enfermedad, si un hombre cualquiera,
experimentando remordimiento en su corazón, eleva cualquier plegaria o cualquier súplica
y extiende las manos hacia esta Casa, escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada,
perdona y da a cada uno según sus caminos, pues tú conoces su corazón y sólo tú conoces
el corazón de todos los hijos de los hombres, para que te teman todos los días que vivan
sobre la faz de la tierra que has dado a nuestros padres”.

2 Crónicas 6, 28-31: “«Cuando haya hambre en esta tierra, cuando haya peste, tizón,
añublo, langosta o pulgón, cuando su enemigo le asedie en una de sus puertas, en todo
azote y toda enfermedad, si un hombre cualquiera, o todo Israel, tu pueblo, hace oraciones
y súplicas, y, reconociendo su pena y su dolor, tiende sus manos hacia esta Casa, escucha tú
desde los cielos, lugar de tu morada, y perdona, dando a cada uno según todos sus caminos,
pues tú conoces su corazón - y sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres
- para que teman y sigan tus caminos todos los días que vivan sobre la haz de la tierra que
has dado a nuestros padres”.
Amós 4, 9 “Os he herido con tizón y añublo, he secado vuestras huertas y viñedos;
vuestras higueras y olivares los ha devorado la langosta; ¡y no habéis vuelto a mí!, oráculo
de Yahveh”.

Ageo 2, 17: “Yo os herí con tizón, con añublo y con granizo en toda labor de vuestras
manos, y ninguno de vosotros se volvió a mí, oráculo de Yahveh”.

ASNO (os, a, as): (Véase borrico, burro, jamelgo, pollino).


Génesis 12, 16: “Éste trató bien por causa de ella a Abram, que tuvo ovejas, vacas, asnos,
siervos, siervas, asnas y camellos”. 22, 3: “Levantóse Abraham de madrugada, aparejó su
asno, tomó dos mozos y a su hijo Isaac...”. 22, 5: “Dijo Abraham a los mozos: “quedaos
aquí con el asno; el muchacho y yo iremos hasta allí...”. 24, 35 “Yahveh ha bendecido con
largueza a mi señor, que se ha hecho rico, pues le ha dado ovejas y vacas, plata y oro,
siervos y esclavas, camellos y asnos”. 30, 43 “Así que éste medró muchísimo, y llegó a
tener rebaños numerosos, y siervas y siervos y camellos y asnos”. 32, 6: “Me hice con
bueyes, asnos, ovejas, siervos y siervas; y ahora mando a avisar a mi señor, para hallar
gracia a sus ojos”. 32, 14-16: “Jacob pasó allí aquella noche. Tomó de lo que tenía a mano
un regalo para su hermano Esaú, consistente en doscientas cabras y veinte machos cabríos,
doscientas ovejas y veinte carneros, treinta camellas criando, junto con sus crías, cuarenta
vacas y diez toros, veinte asnas y diez garañones”. 34, 28: “Se apoderaron de sus rebaños,
vacadas y asnos, cuanto había en la ciudad y cuanto había en el campo”. 36, 24: “Éste es el
mismo Aná que encontró las aguas termales en el desierto, cuando apacentaba los asnos de
su padre Sibeón”. 43, 24: “Luego los introdujo en casa de José, les dio agua y se lavaron los
pies, y les dio pienso para sus asnos”. 44, 3: “Él hizo conforme a lo que había dicho José.
Alumbró el día, y se les despachó a ellos con sus asnos”. 45, 23: “José le envió a su padre
diez burros cargados de lo mejor de Egipto y diez asnas cargadas de trigo, pan y víveres
para el viaje de su padre”. 49, 10-12: “No se irá de Judá el báculo, el bastón de mando de
entre tus piernas. hasta tanto que se le traiga el tributo y a quien rindan homenaje las
naciones; el que ata a la vid su borriquillo y a la cepa el pollino de su asna; lava en vino su
vestimenta, y en sangre de uvas su sayo; el de los ojos encandilados de vino, el de los
dientes blancos de leche”.

Éxodo 4, 20: “Tomó pues Moisés a su mujer y a su hijo, y, montándolos en un asno, volvió
a la tierra de Egipto”. 9, 3: “Mira que la mano de Yahveh caerá sobre tus ganados del
campo, sobre los caballos, sobre los asnos, sobre los camellos, sobre la vacadas y sobre las
ovejas; habrá una grandísima peste”. 13, 13: “Todo primer nacido del asno lo rescatarás
con un cordero. Si no, lo desnucarás”. 20, 17: “No codiciarás la casa de tu prójimo, ni su
mujer ni su siervo ni su buey ni su asno”. 21, 33: “Si un hombre deja abierto un pozo, o si
cava un pozo y no lo tapa, y cae en él un buey o un asno, el propietario del pozo pagará su
precio en dinero a su dueño”. 22, 3: “Si lo robado, sea buey, asno u oveja, fuere hallado
vivo en su poder, restituirá el doble”. 22, 8: “En todo caso delictivo, ya se trate de buey,
asno, oveja, ropa..., el culpable restituirá el doble a su prójimo”. 22, 9: “Si un hombre
entrega a otro en custodia un asno..., y éste muere, sufre daño o es robado, no tendrá que
restituir”. 23, 4: “Si encuentras el buey de tu enemigo o su asno extraviado, se lo llevarás”.
23, 5: “Si ves caído bajo la carga el asno del que te aborrece, no rehuses tu ayuda,
apresúrate a ayudarle”. 23, 12: “Seis días harás tu trabajo y el séptimo descansarás, para
que reposen tu buey y tu asno y tengan respiro el hijo de tu sierva y el forastero”. 34, 20:
“El primer nacido de asno lo rescatarás con una o veja”.

Números 16, 15: “Moisés se enojó mucho y dijo a Yahveh: ‘Yo no he quitado ni un asno
ni le hecho mal a nadie’...”. 22, 21: “Se levantó Balaam de madrugada, aparejó su asna y se
fue con los jefes de Moab”. 31, 28: “Reservarás para Yahveh, de la parte de los
combatientes que fueron a la guerra, uno por cada quinientos, sean hombres, bueyes, asnos
u ovejas”. 31, 28. 30: “Reservarás para Yahveh, de la parte de los combatientes que fueron
a la guerra, uno por cada quinientos, sean hombres, bueyes, asnos u ovejas. Lo tomarás de
la mitad que les corresponde y se lo darás al sacerdote Eleázar, como reserva para Yahveh,
y de la mitad de los israelitas, uno por cada cincuenta, sean hombres, bueyes, asnos u
ovejas, cualquier clase de bestias, y se lo darás a los levitas, que están encargados del
ministerio de la Morada de Yahveh”.

Deuteronomio 5, 14: “Seis días trabajarás, pero el día séptimo ni tu asno..., hará ningún
trabajo”. 5, 21: “No desearás la mujer de tu prójimo, ni su buey ni su asno”. 22, 3: “Si ves
extraviada alguna res, se la llevarás a tu hermano, y lo mismo harás con su asno o con su
manto, o con cualquier objeto perdido que te encuentres”. 22, 4: “Si ves caído en el camino
el asno o el buey de tu hermano, no te desentenderás de ellos, sino que los ayudarás a
levantarse”. 22, 10: “No ararás con un buey y una asna juntos”. 28, 31: “Si desoyes la voz
de Yahveh, maldito serás en la ciudad y en el campo... Tu buey será degollado a tus ojos,
no podrás comer de él y tu asno será robado en tu presencia”.

Josué 6, 21: 1 “Consagraron al anatema todo lo que había en la ciudad, hombres y mujeres,
jóvenes y viejos, bueyes, ovejas y asnos, a filo de espada”. 7, 24: “Josué tomó a Akán con
la plata, el manto y el lingote de oro, sus hijos, su toro, su asno, sus ovejas, su tienda, y
todo lo suyo y los hizo subir al Valle de Akor”. 9, 4: “Y recurrieron también ellos a la
astucia. Fueron y se proveyeron de víveres, tomaron alforjas viejas para sus asnos y odres
de vino viejos, rotos y recosidos”. 15, 18: Aksá se apeó del asno y Caleb le preguntó: ¿qué
quieres? Ella respondió: Ya que me diste el desierto del Negueb, dame fuentes de agua”.

Jueces 5, 10: “Los que cabalgáis en blancas asnas, los que os sentáis sobre tapices, los que
vais por el camino, cantad”. 6, 4: “Acampaban en sus tierras y devastaban los productos de
la tierra hasta la entrada de Gaza. No dejaban víveres en Israel: ni ovejas, ni bueyes, ni
asnos”. 15, 16: “Sansón dijo entonces: «Con quijada de asno los amontoné. Con quijada de
asno a mil hombres sacudí”. 19, 3: “Cuando llegó a su marido se puso él en camino y fue
donde ella, para hablarle al corazón y verla volver; llevaba consigo a su criado y un par de
asnos”. 19, 10: “Pero el hombre no quiso pasar la noche allí; se levantó, partió y llegó
frente a Jebús, o sea, Jerusalén. Llevaba consigo los dos asnos cargados, su concubina y su
criado”. 19, 19: “Tenemos paja y forraje para nuestros asnos, y pan y vino para mí, para tu
sierva y para el joven que acompaña a tu siervo”. 19, 21: “Le llevó, pues, a su casa y echó
pienso a los asnos. Y ellos se lavaron los pies, comieron y bebieron”. 19, 30: “El levita le
dijo a su concubina de Belén: «Levántate, vámonos». Pero no le respondió. Entonces el
hombre la cargó sobre su asno y se puso camino de su pueblo”.

1 Samuel 8, 11. 16: “«He aquí el fuero del rey que va a reinar sobre vosotros: ... Tomará
vuestros criados y criadas, y vuestros mejores bueyes y asnos y les hará trabajar para él”. 9,
3: “Se habían extraviado unas asnas pertenecientes a su padre Quis. Dijo Quis a su hijo
Saúl: «Toma contigo uno de los criados y vete a buscar las asnas»”. 9, 5: “Cuando llegaron
a la comarca de Suf, dijo Saúl a su criado que le acompañaba: «Vamos a volvernos, no sea
que mi padre olvidando las asnas se inquiete por nosotros»”. 9, 19-20: “Samuel respondió a
Saúl: Yo soy el vidente; sube delante de mí al alto y comeréis hoy conmigo. Mañana por la
mañana te despediré y te descubriré todo lo que hay en tu corazón. No te preocupes por las
asnas que perdiste hace tres días, porque ya han aparecido»”. 10, 2: “En cuanto te separes
hoy de mí, encontrarás dos hombres junto a la tumba de Raquel, sobre la frontera de
Benjamín y ellos te dirán: "Las asnas que has ido a buscar ya han aparecido”. 10, 14: “El
tío de Saúl le dijo a él y a su criado: «¿A dónde habéis ido?» Saúl le contestó: «A buscar las
asnas”. 10, 16: “Dijo el tío de Saúl: ‘Vamos, cuéntame qué os ha dicho Samuel’. Saúl dijo
a su tío: «Sencillamente, nos avisó que las asnas habían aparecido»”. 12, 3: “Atestiguad
contra mí delante de Yahveh y delante de su ungido. ¿De quién he tomado yo el buey o de
quién he tomado el asno? ¿A quién he atropellado u oprimido? ¿Quién me ha sobornado
para que cerrara los ojos?”. 22, 16: “Saúl pasó a filo de espada a Nob, la ciudad de los
sacerdotes, hombres, mujeres, niños y lactantes, bueyes, asnos y ovejas, todos a cuchillo”.
25, 18: “Tomó Abigaíl a toda prisa doscientos panes y dos odres de vino, cinco carneros ya
preparados, cinco arrobas de trigo tostado, cien racimos de uvas pasas y doscientos panes
de higos secos, y lo cargó todo sobre unos asnos”. 25, 20: Cuando bajaba ella, montada en
el asno, por lo cubierto de la montaña, David y sus hombres bajaban en dirección contraria
y se tropezó con ellos”. 25, 23: “Apenas vio a David, se apresuró Abigaíl a bajar del asno y
cayendo ante David se postró en tierra”. 25, 42 “Se levantó Abigaíl apresuradamente,
montó en su asno y, seguida de cinco de sus siervas, se fue tras los enviados de David y fue
su mujer”. 27, 9: “Devastaba David la tierra y no dejaba con vida hombre ni mujer; se
apoderaba de las ovejas y bueyes, asnos y camellos y vestidos, y se volvía para llevarlos a
Akís”.

2 Samuel 16, 1: “Había pasado David un poco más allá de la cumbre, cuando le salió al
encuentro Sibá, criado de Meribbaal, con dos asnos aparejados, cargados con doscientos
panes, cien racimos de uvas pasas, cien frutas maduras y un odre de vino”. 16, 2 “El rey
preguntó a Sibá: «¿Para qué es esto?» Sibá contestó: «Los asnos son para que la familia del
rey pueda montar, los panes y frutas son para que los muchachos coman y el vino para que
beba el que se fatigue en el desierto»”. 17, 23: “Cuando vio Ajitófel que no habían seguido
con su consejo, aparejó el asno y levantándose fue a su casa en su ciudad; ordenó su casa, y
luego se ahorcó”. 19, 27: “Respondió él: «¡Oh rey, señor mío! Mi servidor me engañó: Tu
siervo le había dicho: "Aparéjame el asno; montaré en él, y me iré con el rey", porque tu
siervo es cojo”.
1 Reyes 2, 40: “Se levantó Semeí, aparejó su asno y se fue a Gat, donde Akís, para buscar a
sus siervos; fue Semeí y trajo a sus siervos de Gat”. 13, 13: “El anciano profeta de Betel
dijo a sus hijos: «Aparejadme el asno». Y aparejaron el asno y se montó sobre él”. 23 - 24:
“Después de haber comido y bebido, el profeta que le había hecho volver le aparejó su
asno. Partió, y un león le encontró en el camino y le mató y el asno permanecía junto a él”.
28 – 29: “Partió, y halló el cadáver tendido en el camino, y al asno y al león que
permanecían junto al cadáver. El león no había devorado el cadáver ni había destrozado al
asno. Levantó el profeta el cadáver del hombre de Dios, lo puso sobre el asno lo trajo.
Entró en la ciudad el anciano profeta, le lloró y le sepultó”.

2 Reyes 4, 22-24: “Llamó a su marido y le dijo: Envíame uno de los criados con una asna.
Voy a salir donde el hombre de Dios y volveré. Dijo él: ¿Por qué vas donde él? No es hoy
novilunio ni sábado. Pero ella dijo: ‘Paz’, e hizo aparejar el asna”. 6, 25: “Hubo gran
hambre en Samaría; y tanto la apretaron que una cabeza de asno valía ochenta siclos de
plata, y un par de cebollas silvestres cinco siclos”. 7, 7: “Se levantaron y huyeron al
anochecer abandonando su tiendas, sus caballos y sus asnos, el campamento tal como
estaba, y huyeron para salvar sus vidas”. 7, 10: “Llegaron y llamaron a los guardias de la
ciudad y se lo anunciaron diciendo: «Hemos ido al campamento de Aram y no hay nadie,
ninguna voz de hombre; sólo los caballos atados, los asnos atados y las tiendas intactas»”.

1 Crónicas 5, 21: “Capturaron sus ganados: sus camellos, en número de cincuenta mil,
doscientas cincuenta mil ovejas, dos mil asnos y cien mil personas”. 12, 41: “Además, los
que estaban cerca y hasta de Isacar, Zabulón y Neftalí traían víveres en asnos, camellos,
mulos y bueyes; provisiones de harina, tortas de higos y pasas, vino, aceite, ganado mayor
y menor en abundancia; pues reinaba la alegría en Israel”. 27, 30: “Sobre los camellos,
estaba Obil el ismaelita; sobre las asnas, Jejdeías, de Meronot”. 28, 15: “Levantáronse
entonces los hombres nominalmente designados, reanimaron a los prisioneros y vistieron
con el botín a todos los que estaban desnudos, dándoles vestido y calzado. Les dieron de
comer y de beber y los ungieron; y transportaron en asnos a todos los débiles, los llevaron a
Jericó, ciudad de las palmeras, junto a sus hermanos. Luego se volvieron a Samaría”. 32,
29: “Se hizo a asnos y poseía ganado menor y mayor en abundancia, pues Dios le había
dado muchísima hacienda”. Es. 2, 64 - 67: “La asamblea ascendía a cuarenta y dos mil
trescientas sesenta personas, sin contar sus siervos y siervas en número de siete mil
trescientos treinta y siete. Tenían también doscientos cantores y cantoras, setecientos treinta
y seis caballos, doscientos cuarenta y cinco mulos, cuatrocientos treinta y cinco camellos y
seis mil setecientos veinte asnos”.

Nehemías 7, 66 – 68: “La asamblea ascendía a cuarenta y dos mil trescientas sesenta
personas, sin contar sus siervos y siervas en número de siete mil trescientos treinta y siete;
tenían también doscientos cuarenta y cinco cantores y cantoras. Tenían setecientos treinta y
seis caballos, doscientos cuarenta y cinco mulos, cuatrocientos treinta y cinco camellos y
seis mil setecientos veinte asnos”. 13, 15: “Por aquellos días, vi que había en Judá quienes
pisaban los lagares en día de sábado; otros acarreaban los haces de trigo y los cargaban
sobre los asnos, y también vino, uva, higos y toda clase de cargas, para traerlo a Jerusalén
en día de sábado”.
Tobías 10, 10: “Entonces Ragüel se levantó y entregó a Tobías su mujer Sara, y la mitad de
todos sus bienes, criados, criadas, bueyes y carneros, asnos y camellos, vestidos, plata y
utensilios”.

Judit 2, 17: “Tomó Holofernes una gran cantidad de camellos, asnos y mulas para el
bagaje e incontable número de ovejas, bueyes y cabras para el avituallamiento; provisiones
abundantes para cada hombre y muchísimo oro y plata de la casa real”.

Job 1, 3: “Tenía también Job siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de
bueyes, quinientas asnas y una servidumbre muy numerosa. Este hombre era, pues, el más
grande de todos los hijos de Oriente”. 1, 13-15: “El día en que sus hijos y sus hijas estaban
comiendo y bebiendo vino en casa del hermano mayor, vino un mensajero donde Job y le
dijo: «Tus bueyes estaban arando y las asnas pastando cerca de ellos; de pronto
irrumpieron los sabeos y se los llevaron, y a los criados los pasaron a cuchillo. Sólo yo
pude escapar para traerte la noticia»”. 24, 3 “Se llevan el asno de los huérfanos y toman en
prenda el buey de la viuda”. 39, 5: “¿Quién dejó al onagro en libertad y soltó las amarras
del asno salvaje?”. 42, 12: “Yahveh bendijo la nueva situación de Job más aún que la
antigua: llegó a poseer catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil
asnas. Tuvo además siete hijos y tres hijas. A la primera le puso el nombre de «Paloma», a
la segunda el de «Canela» y a la tercera el de «Cuerno de afeites». No había en todo el país
mujeres tan bonitas como las hijas de Job”.

Proverbios 26, 3: “Látigo para el caballo, brida para el asno y vara para la espalda de los
necios”.

Sirácida 25, 8 “Feliz quien vive con mujer juiciosa, quien no ara con un buey y un asno,
quien no se desliza con su lengua, quien no sirve a amo indigno de él”. 33, 25: “Al asno,
forraje, palo y carga; al criado, pan, instrucción y trabajo”.

Isaías 1, 3 “Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce,


mi pueblo no discierne»”. 30, 24: “Los bueyes y asnos que trabajan el suelo comerán
forraje salado, cribado con bieldo y con criba”. 32, 14: “El alcázar habrá sido abandonado,
el genio de la ciudad habrá desaparecido; Ofel y el Torreón quedarán en adelante vacíos por
siempre, para delicia de asnos y pastizal de rebaños”. 32, 20: “Dichosos vosotros, que
sembraréis cabe todas las corrientes, y dejaréis sueltos el buey y el asno”.

Ezequiel 23, 2-4; 19-20: “Hijo de hombre: Había dos mujeres, hijas de la misma madre. Se
prostituyeron en Egipto; se prostituyeron en su juventud. Allí fueron palpados sus pechos y
acariciado su seno virginal. Estos eran sus nombres: Oholá y Oholibá. Oholá multiplicó sus
prostituciones, acordándose de los días de su juventud, cuando se prostituía en el país de
Egipto, y se enamoraba de aquellos disolutos de carne de asnos y miembros de caballos”.

Zacarías 9, 9: “¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He aquí
que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino,
cría de asna. 14, 12-15: “Y ésta será la plaga con que herirá Yahveh a todos los pueblos
que hayan hecho la guerra a Jerusalén: pudrirá su carne estando ellos todavía en pie, sus
ojos se pudrirán en sus cuencas, y su lengua se pudrirá en su boca. Semejante será la plaga
de los caballos, mulos, camellos y asnos, y de todo el ganado que haya en aquellos
campamentos: ¡una plaga como ésa!”.

Mateo 18, 6: “Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale
que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan
en lo profundo del mar”. 21, 2: “Id al pueblo que está en frente de vosotros, y enseguida
encontraréis un asna atada y un pollino con ella; desatadlos y traédmelos. Y si alguien os
dice algo, diréis: El Señor los necesita, pero enseguida los devolverá”. 21, 5: “Decid a la
hija de Sión: He aquí que tu Rey viene a ti, manso y montado en un asna y un pollino, hijo
de animal de yugo”. 21, 7: “Fueron, pues, los discípulos e hicieron como Jesús les había
encargado: trajeron el asna y el pollino. Luego pusieron sobre ellos sus mantos, y él se
sentó encima”.

Marcos 9, 42: “Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le
pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al
mar”.

Lucas 13, 5 “Replicóle el Señor: «¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en
sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar?”.

Juan 12, 15: “No temas, hija de Sión; mira que viene tu Rey montado en un pollino de
asna”.

ÁSPID (es):
Deuteronomio 32, 32-33: “Porque su viña es viña de Sodoma y de las plantaciones de
Gomorra: uvas venenosas son sus uvas, racimos amargos sus racimos; su vino, un veneno
de serpiente, mortal ponzoña de áspid”.

Job 20, 12-16: “Si el mal era dulce a su boca, si bajo su lengua lo albergaba, si allí lo
guardaba tenazmente y en medio del paladar lo retenía, su alimento en sus entrañas se
corrompe, en su interior se le hace hiel de áspid. Vomita las riquezas que engulló, Dios se
las arranca de su vientre. Veneno de áspides chupaba: lengua de víbora le mata".

Salmos 58, 4-6: “Torcidos están desde el seno los impíos, extraviados desde el vientre los
que dicen mentira; tienen veneno como veneno de serpiente, como el de un áspid sordo que
se tapa el oído, que no oye la voz de los encantadores, del mago experto en el encantos”.

Isaías 11, 8: “Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el
recién destetado meterá la mano”. 30, 6: “Oráculo sobre los animales del Négueb. Por tierra
de angustia y aridez, de leona y de león rugiente, de áspid y dragón volador, llevan a lomos
de pollinos su riqueza, y sobre giba de camellos sus tesoros hacia un pueblo que no les será
útil”.

Romanos 3, 13: “Sepulcro abierto es su garganta, con su lengua urden engaños. Veneno de
áspides bajo sus labios”.

AVE (es):
Génesis 1, 20-23 : "Dijo Dios: «Bullan las aguas de animales vivientes, y aves revoloteen
sobre la tierra contra el firmamento celeste». Y creó Dios los grandes monstruos marinos y
todo animal viviente, los que serpean, de los que bullen las aguas por sus especies, y todas
las aves aladas por sus especies; y vio Dios que estaba bien; y bendíjolos Dios diciendo:
«sed fecundos y multiplicaos, y henchid las aguas en los mares, y las aves crezcan en la
tierra». Y atardeció y amaneció: día quinto". 1, 22-30: "Bendíjolos Dios diciendo: «sed
fecundos y multiplicaos, y henchid las aguas en los mares, y las aves crezcan en la tierra».
Y atardeció y amaneció: día quinto. Dijo Dios: «Produzca la tierra animales vivientes de
cada especie: bestias, sierpes y alimañas terrestres de cada especie». Y así fue. Hizo Dios
las alimañas terrestres de cada especie, y las bestias de cada especie, y toda sierpe del suelo
de cada especie: y vio Dios que estaba bien. Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a
nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de
los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que
serpean por la tierra. Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le
creó, macho y hembra los creó. Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y
multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de
los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra». Y dijo Dios: «Ved que os he dado
toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que
lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento. Y a todo animal terrestre, y a toda
ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les
doy de alimento». Y así fue". 2, 19-20: "Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales
del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y
para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso
nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas
para el hombre no encontró una ayuda adecuada". 6, 7: "Y dijo Yahveh: «Voy a exterminar
de sobre la haz del suelo al hombre que he creado, - desde el hombre hasta los ganados, las
sierpes, y hasta las aves del cielo - porque me pesa haberlos hecho»". 6, 17-20: "«Por mi
parte, voy a traer el diluvio, las aguas sobre la tierra, para exterminar toda carne que tiene
hálito de vida bajo el cielo: todo cuanto existe en la tierra perecerá. Pero contigo estableceré
mi alianza: Entrarás en el arca tú y tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos contigo. Y
de todo ser viviente, de toda carne, meterás en el arca una pareja para que sobrevivan
contigo. Serán macho y hembra. De cada especie de aves, de cada especie de ganados, de
cada especie de sierpes del suelo entrarán contigo sendas parejas para sobrevivir". 7, 1-3:
"Yahveh dijo a Noé: «Entra en el arca tú y toda tu casa, porque tú eres el único justo que he
visto en esta generación. De todos los animales puros tomarás para ti siete parejas, el
macho con su hembra, y de todos los animales que no son puros, una pareja, el macho con
su hembra. (Así mismo de las aves del cielo, siete parejas, machos y hembras) para que
sobreviva la casta sobre la haz de toda la tierra". 7, 7-9: "Noé entró en el arca, y con él sus
hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos, para salvarse de las aguas del diluvio. (De los
animales puros, y de los animales que no son puros, y de las aves, y de todo lo que serpea
por el suelo, sendas parejas de cada especie entraron con Noé en el arca, machos y
hembras, como había mandado Dios a Noé)". 7, 13-16: "En aquel mismo día entró Noé en
el arca, como también los hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet, y la mujer de Noé, y las tres
mujeres de sus hijos; y con ellos los animales de cada especie, los ganados de cada especie,
las sierpes de cada especie que reptan sobre la tierra, y las aves de cada especie: toda clase
de pájaros y seres alados; entraron con Noé en el arca sendas parejas de toda carne en que
hay aliento de vida, y los que iban entrando eran macho y hembra de toda carne, como Dios
se lo había mandado. Y Yahveh cerró la puerta detrás de Noé". 7, 19-24: "Subió el nivel de
las aguas mucho, muchísimo sobre la tierra, y quedaron cubiertos los montes más altos que
hay debajo del cielo. Quince codos por encima subió el nivel de las aguas quedando
cubiertos los montes. Pereció toda carne: lo que repta por la tierra, junto con aves, ganados,
animales y todo lo que pulula sobre la tierra, y toda la humanidad. Todo cuanto respira
hálito vital, todo cuanto existe en tierra firme, murió. Yahveh exterminó todo ser que había
sobre la haz del suelo, desde el hombre hasta los ganados, hasta las sierpes y hasta las aves
del cielo: todos fueron exterminados de la tierra, quedando sólo Noé y los que con él
estaban en el arca. Las aguas inundaron la tierra por espacio de ciento cincuenta días". 8,
15-20: "Habló entonces Dios a Noé en estos términos: «Sal del arca tú, y contigo tu mujer,
tus hijos y las mujeres de tus hijos. Saca contigo todos los animales de toda especie que te
acompañan, aves, ganados y todas las sierpes que reptan sobre la tierra. Que pululen sobre
la tierra y sean fecundos y se multipliquen sobre la tierra». Salió, pues, Noé, y con él sus
hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos. Todos los animales, todos los ganados, todas las
aves y todas las sierpes que reptan sobre la tierra salieron por familias del arca. Noé
construyó un altar a Yahveh, y tomando de todos las animales puros y de todas las aves
puras, ofreció holocaustos en el altar". 9, 1-2: "Dios bendijo a Noé y a sus hijos, y les dijo:
«Sed fecundos, multiplicaos y llenad la tierra. Infundiréis temor y miedo a todos los
animales de la tierra, y a todas las aves del cielo, y a todo lo que repta por el suelo, y a
todos los peces del mar; quedan a vuestra disposición". 9, 8-11: "Dijo Dios a Noé y a sus
hijos con él: «He aquí que yo establezco mi alianza con vosotros, y con vuestra futura
descendencia, y con toda alma viviente que os acompaña: las aves, los ganados y todas las
alimañas que hay con vosotros, con todo lo que ha salido del arca, todos los animales de la
tierra. Establezco mi alianza con vosotros, y no volverá nunca más a ser aniquilada toda
carne por las aguas del diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra»". 15, 7-11: "Y
le dijo: «Yo soy Yahveh que te saqué de Ur de los caldeos, para darte esta tierra en
propiedad». Él dijo: «Mi Señor, Yahveh, ¿en qué conoceré que ha de ser mía?». Díjole:
«Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una
tórtola y un pichón». Tomó él todas estas cosas, y partiéndolas por medio, puso cada mitad
enfrente de la otra. Los pájaros no los partió. Las aves rapaces bajaron sobre los cadáveres,
pero Abram las espantó". 40, 18-19: "Respondió José: «Esta es su interpretación. Las tres
cestas, son tres días. A vuelta de tres días levantará Faraón tu cabeza y te colgará en un
madero, y las aves se comerán la carne que te cubre»".

Levítico 1, 14-17: "Si su ofrenda a Yahveh es un holocausto de aves, presentará como


ofrenda tórtolas o pichones. El sacerdote la ofrecerá en el altar, descervigará su cabeza y la
quemará en el altar; su sangre será exprimida contra la pared del altar. Quitará entonces el
buche con las plumas y los arrojará al lado oriental del altar, al lugar donde se echan las
cenizas. Abrirá el ave entre las alas, sin llegar a partirla; y la quemará en el altar, encima de
la leña colocado sobre el fuego. Es un holocausto, un manjar abrasado de calmante aroma
para Yahveh". 7, 22-27: "No comeréis sangre, ni de ave ni de animal, en ninguno de los
lugares en que habitaréis. Todo el que coma cualquier clase de sangre, ése será exterminado
de su parentela". 11, 13-19: "Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no
podrán comer por ser abominación: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el
buitre, el halcón en todas sus especies, toda clase de cuervos, el avestruz, la lechuza, la
gaviota, el gavilán en todas sus especies, el búho, el somormujo, el ibis, el cisne, el
pelícano, el calamón, la cigüeña, la garza en todas sus especies, la abubilla y el
murciélago". 17, 13: "Cualquier hombre de la casa de Israel, o de los forasteros que residen
en medio de ellos, que cace un animal o un ave que es lícito comer, derramará su sangre y
la cubrirá con tierra". 11, 46-47: "Ésta es la ley acerca de los animales, de las aves, y de
todos los seres vivientes que se mueven en el agua, y de todos los que andan arrastrándose
sobre la tierra; para que hagáis distinción entre lo impuro y lo puro, entre el animal que
puede comerse y el que no puede comerse". 20, 25: "Habéis de hacer separación entre
animales puros e impuros, y entre aves impuras y puras; para que no os hagáis
abominables, ni con animales ni con aves, ni con lo que se arrastra por el suelo; porque os
he separado todo eso como impuro".

Deuteronomio 4, 15-18: "Tened mucho cuidado de vosotros mismos: puesto que no visteis
figura alguna el día en que Yahveh os habló en el Horeb de en medio del fuego, no vayáis a
pervertiros y os hagáis alguna escultura de cualquier representación que sea: figura
masculina o femenina, figura de alguna de las bestias de la tierra, figura de alguna de las
aves que vuelan por el cielo, figura de alguno de los reptiles que serpean por el suelo, figura
de alguno de los peces que hay en las aguas debajo de la tierra". 14, 11-18: "Podéis comer
toda ave pura, pero las siguientes no las podéis comer: el águila, el quebrantahuesos, el
águila marina, el buitre, las diferentes especies de halcón, todas las especies de cuervo, el
avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes especies de gavilanes, el búho, el ibis, el
cisne, el pelícano, el calamón, el somormujo, la cigüeña, las diferentes especies de garza
real, la abubilla y el murciélago". 28, 25-26: "Yahveh hará que sucumbas ante tus
enemigos: salido a su encuentro por un camino, por siete caminos huirás de ellos, y serás el
espanto de todos los reinos de la tierra. Tu cadáver será pasto de todas las aves del cielo y
de todas las bestias de la tierra sin que nadie las espante".

1 Samuel 17, 43-46: "Dijo el filisteo a David: «¿Acaso soy un perro, pues vienes contra mí
con palos?». Y maldijo a David el filisteo por sus dioses, y dijo el filisteo a David: «Ven
hacia mí y daré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo». Dijo David al filisteo:
«Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en nombre de
Yahveh Sebaot, Dios de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado. Hoy mismo te
entrega Yahveh en mis manos, te mataré y te cortaré la cabeza y entregaré hoy mismo tu
cadáver y los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la tierra, y
sabrá toda la tierra que hay Dios para Israel".

2 Samuel 21, 8-10: "Tomó el rey a los dos hijos que Rispá, hija de Ayyá, había dado a
Saúl, Armoní y Meribbaal, y a los cinco hijos que Merab, hija de Saúl, había dado a Adriel,
hijo de Barzillay de Mejolá y los puso en manos de los gabaonitas que los despeñaron en el
monte ante Yahveh. Cayeron los siete a la vez; fueron muertos en los primeros días de la
cosecha, al comienzo de la siega de la cebada. Rispá, hija de Ayyá, tomó un sayal y se lo
tendía sobre la roca desde el comienzo de la siega hasta que cayeron sobre ellos las lluvias
del cielo; no dejaba que se pararan junto a ellos las aves del cielo por el día ni las bestias
del campo por la noche".

1 Reyes 5, 1-3: "Salomón dominaba todos los reinos, desde el Río hasta el país de los
filisteos y hasta la frontera de Egipto. Pagaban tributo y servían a Salomón todos los días de
su vida. Los víveres de Salomón eran treinta cargas de flor de harina y sesenta cargas de
harina cada día, diez bueyes cebados y veinte bueyes de pasto, cien cabezas de ganado
menor, aparte los ciervos y gacelas, gamos y las aves cebadas". 5, 12-13: "Pronunció tres
mil parábolas y proverbios, y sus cánticos fueron mil cinco. Habló sobre las plantas, desde
el cedro del Líbano hasta el hisopo que brota en el muro; habló de los cuadrúpedos, de las
aves, de los reptiles y de los peces". 14, 11: "Los de Jeroboam que mueran en la ciudad
serán comidos por los perros, y los que mueran en el campo, serán comidos por las aves del
cielo, porque ha hablado Yahveh". 16, 4: "Los de Basá que mueran en la ciudad serán
comidos por los perros, y a los que mueran en el campo los comerán las aves del
cielo»".21, 24: "A los hijos de Ajab que mueran en la ciudad los comerán los perros y a los
que mueran en el campo los comerán las aves del cielo»".

Nehemías 5, 17-19: "A mi mesa se sentaban los jefes y los consejeros en número de ciento
cincuenta, sin contar los que venían a nosotros de las naciones vecinas. Diariamente se
aderezaban a expensas mías un toro, seis carneros escogidos y aves; y cada diez días se
traía cantidad de odres de vino. Y a pesar de todo, jamás reclamé el pan del gobernador,
porque un duro trabajo gravaba ya al pueblo. ¡Acuérdate, Dios mío, para mi bien, de todo lo
que he hecho por este pueblo!".

Judit 11, 7: "¡Viva Nabucodonosor, rey de toda la tierra y viva su poder que te ha enviado
para poner en el recto camino a todo viviente!; porque gracias a ti no le sirven tan sólo los
hombres, sino que, por medio de tu fuerza, hasta las fieras salvajes, los ganados y las aves
del cielo viven para Nabucodonosor y para toda su casa".

Job 12, 4-8: "La irrisión de su amigo, eso soy yo, cuando grito hacia Dios para obtener
respuesta. ¡Irrisión es el justo perfecto! «¡Al infortunio, el desprecio! - opinan los dichosos
-; ¡un golpe más a quien vacila!». Mientras viven en paz las tiendas de los salteadores, en
plena seguridad los que irritan a Dios, los que meten a Dios en su puño! Pero interroga a las
bestias, que te instruyan, a las aves del cielo, que te informen. Te instruirán los reptiles de
la tierra, te enseñarán los peces del mar". 28, 1-12: "Hay, sí, para la plata un venero, para el
oro un lugar donde se purifica. Se extrae del suelo el hierro, una piedra fundida se hace
cobre. Se pone fin a las tinieblas, hasta el último límite se excava la piedra oscura y
lóbrega. Extranjeros abren galerías de todo pie olvidadas, y oscilan, se balancean, lejos de
los humanos. Tierra de donde sale el pan, que está revuelta, abajo, por el fuego. Lugar
donde las piedras son zafiro y contienen granos de oro. Sendero que no conoce el ave de
rapiña, ni el ojo del buitre lo columbra. No lo pisaron los hijos del orgullo, el león jamás lo
atravesó. Aplica el hombre al pedernal su mano, descuaja las montañas de raíz. Abre
canales en las rocas, ojo avizor a todo lo precioso. Explora las fuentes de los ríos, y saca a
luz lo oculto. Mas la Sabiduría, ¿de dónde viene? ¿cuál es la sede de la Inteligencia?".

Salmos 8, 6-9: "Apenas inferior a un dios le hiciste, coronándole de gloria y de esplendor;


le hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies: ovejas y
bueyes, todos juntos, y aun las bestias del campo, y las aves del cielo, y los peces del mar,
que surcan las sendas de las aguas". 50, 8-13: "«No es por tus sacrificios por lo que te
acuso: ¡están siempre ante mí tus holocaustos! No tengo que tomar novillo de tu casa, ni
machos cabríos de tus apriscos. «Pues mías son todas las fieras de la selva, las bestias en
los montes a millares; conozco todas las aves de los cielos, mías son las bestias de los
campos. «Si hambre tuviera, no habría de decírtelo, porque mío es el orbe y cuanto
encierra. ¿Es que voy a comer carne de toros, o a beber sangre de machos cabríos?". 78, 26-
28: "Hizo soplar en los cielos el solano, el viento del sur con su poder atrajo, y llovió sobre
ellos carne como polvo, y aves como la arena de los mares; las dejó caer en medio de su
campo, en torno a sus moradas". 104, 10-12: "Haces manar las fuentes en los valles, entre
los montes se deslizan; a todas las bestias de los campos abrevan, en ellas su sed apagan los
onagros; sobre ellas habitan las aves de los cielos, dejan oír su voz entre la fronda".

Sabiduría 17, 16-19: "De este modo, cualquiera que en tal situación cayera, quedaba
encarcelado, encerrado en aquella prisión sin hierros; ya fuera labrador o pastor, o bien un
obrero dedicado en la soledad a su trabajo, sorprendido, soportaba la ineludible necesidad,
atados todos como estaban por una misma cadena de tinieblas. El silbido del viento, el
melodioso canto de las aves en la enramada, el ruido regulado del agua que corría
impetuosa, el horrísimo fragor de rocas que caían de las alturas, la invisible carrera de
animales que saltando pasaban, el rugido de las fieras más salvajes, el eco que devolvían las
oquedades de las montañas, todo les aterrorizaba y les dejaba paralizados". 19, 10-12:
"Recordaban todavía lo sucedido en su destierro, cómo, en vez de nacer los mosquitos de
animales, los produjo la tierra, cómo, en vez de nacer las ranas de seres acuáticos, las
vomitó el Río en abundancia. Más tarde, vieron además un modo nuevo de nacer las aves;
cuando, llevados de la gula, pidieron manjares delicados, para satisfacerles, subieron
codornices desde el mar".

Isaías 16, 1-2: "Enviad corderos al señor del país desde la Roca del Desierto al monte de la
hija de Sión. Como aves espantadas, nidada dispersa, serán las hijas de Moab cabe los
vados del Arnón". 18, 5-6: "Pues antes de la siega, al acabar la floración, cuando su fruto en
cierne comience a madurar, cortará los sarmientos con la podadera y los pámpanos viciosos
arrancará y podará. Serán dejados juntamente a merced de las aves rapaces de los montes y
de las bestias de la tierra; pasarán allí el verano las rapaces y toda bestia terrestre allí
invernará". 46, 8-13: "Recordad esto y sed hombres, tened seso, rebeldes, recordad lo
pasado desde antiguo, pues yo soy Dios y no hay ningún otro, yo soy Dios, no hay otro
como yo. Yo anuncio desde el principio lo que viene después y desde el comienzo lo que
aún no ha sucedido. Yo digo: Mis planes se realizarán y todos mis deseos llevaré a cabo.
Yo llamo del Oriente un ave rapaz de un país lejano al hombre en quien pensé. Tal como lo
he dicho, así se cumplirá; como lo he planeado, así lo haré. Escuchadme vosotros, los que
habéis perdido el corazón, los que estáis alejados de lo justo. Yo hago acercarse mi victoria,
no está lejos, mi salvación no tardará. Pondré salvación en Sión, mi prez será para Israel".

Jeremías 4, 24-26: "Miré a los montes, y estaban temblando, y todos los cerros trepidaban.
Miré, y he aquí que no había un alma, y todas las aves del cielo se habían volado. Miré, y
he aquí que el vergel era yermo, y todas las ciudades estaban arrasadas delante de Yahveh y
del ardor de su ira". 5, 26-28: "Porque se encuentran en mi pueblo malhechores: preparan la
red, cual paranceros montan celada: ¡hombres son atrapados! Como jaula llena de aves, así
están sus casas llenas de fraudes. Así se engrandecieron y se enriquecieron, engordaron, se
alustraron. Ejecutaban malas acciones. La causa del huérfano no juzgaban y el derecho de
los pobres no sentenciaban". 7, 32-33: "He aquí que vienen días - oráculo de Yahveh - en
que no se hablará más de Tófet, ni del valle de Ben Hinnom, sino del "Valle de la
Matanza". Se harán enterramientos en Tófet por falta de sitio, y los cadáveres de este
pueblo servirán de comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, sin que haya quien
las espante". 9, 9: "Alzo sobre los montes lloro y lamento, y una elegía por las dehesas del
desierto, porque han sido incendiadas; nadie pasa por allí, y no se oyen los gritos del
ganado. Desde las aves del cielo hasta las bestias, todas han huido, se han marchado". 12,
3-4: "En cambio a mí ya me conoces, Yahveh; me has visto y has comprobado que mi
corazón está contigo. Llévatelos como ovejas al matadero, y conságralos para el día de la
matanza. (¿Hasta cuándo estará de luto la tierra y la hierba de todo el campo estará seca?
Por la maldad de los que moran en ella han desaparecido bestias y aves.) Porque han dicho:
«No ve Dios nuestros senderos»". 15, 3: "Haré que se encarguen de ellos cuatro géneros (de
males) - oráculo de Yahveh -: la espada para degollar, los perros para despedazar, las aves
del cielo y las bestias terrestres para devorar y estragar". 16, 4: "De muertes miserables
morirán, sin que sean plañidos ni sepultados. Se volverán estiércol sobre la haz del suelo.
Con espada y hambre serán acabados, y serán sus cadáveres pasto para las aves del cielo y
las bestias de la tierra". 19, 7-8: "Vaciaré la prudencia de Judá y Jerusalén a causa de este
lugar: les haré caer a espada ante sus enemigos por mano de los que busquen su muerte;
daré sus cadáveres por comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, y convertiré
esta ciudad en desolación y en rechifla: todo el que pase a su vera se quedará atónito y
silbará en vista de sus heridas". 34, 18-20: "Y a los individuos que traspasaron mi acuerdo,
aquellos que no han hecho válidos los términos del acuerdo que firmaron en mi presencia,
yo los volveré como el becerro que cortaron en dos y por entre cuyos pedazos pasaron: a
los jefes de Judá, los jefes de Jerusalén, los eunucos, los sacerdotes y todo el pueblo de la
tierra que han pasado por entre los pedazos del becerro, les pondré en manos de sus
enemigos y de quienes buscan su muerte y sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y
de las bestias de la tierra".
Ezequiel 17, 22-23: "Así dice el Señor Yahveh: También yo tomaré de la copa del alto
cedro, de la punta de sus ramas escogeré un ramo y lo plantaré yo mismo en una montaña
elevada y excelsa: en la alta montaña de Israel lo plantaré. Echará ramaje y producirá fruto,
y se hará un cedro magnífico. Debajo de él habitarán toda clase de pájaros, toda clase de
aves morarán a la sombra de sus ramas". 44, 30-31: "Lo mejor de todas vuestras primicias y
de toda clase de ofrendas reservadas que ofrezcáis, será para los sacerdotes; y lo mejor de
vuestras moliendas, se lo daréis a los sacerdotes, para que la bendición repose sobre vuestra
casa. Los sacerdotes no comerán carne de ningún ave ni bestia muerta o desgarrada". 29, 5-
7: "Te arrojaré al desierto, a ti y a todos los peces de tus Nilos. En la haz del campo caerás,
no serás recogido ni enterrado. A las bestias de la tierra y a las aves del cielo te entregaré
como pasto, y sabrán todos los habitantes de Egipto que yo soy Yahveh. Porque has sido un
apoyo de caña para la casa de Israel; cuando ellos te agarraban, te rompías en sus manos y
desgarrabas toda su palma; cuando se apoyaban en ti, te hacías pedazos y hacías vacilar
todos los riñones". 39, 4: "En los montes de Israel caerás tú, tus huestes y los pueblos que
van contigo. Te he entregado como pasto a toda clase de aves de rapiña y a las fieras del
campo".

Daniel 4, 29-30: "De entre los hombres serás arrojado, con las bestias del campo morarás;
hierba como los bueyes tendrás por comida, y siete tiempos pasarán por ti, hasta que
reconozcas que el Altísimo domina sobre el reino de los hombres, y se lo da a quien le
place». Y al punto se cumplió la palabra en Nabucodonosor: fue arrojado de entre los
hombres, se alimentó de hierba como los bueyes, su cuerpo fue bañado del rocío del cielo,
hasta crecerle sus cabellos como plumas de águila y sus uñas como las de las aves". 7, 6:
"Después, yo seguía mirando y vi otra bestia como un leopardo con cuatro alas de ave en su
dorso; la bestia tenía cuatro cabezas, y se le dio el dominio".

Oseas 2, 19-20: "Yo quitaré de su boca los nombres de los Baales, y no se mentarán más
por su nombre. Haré en su favor un pacto el día aquel con la bestia del campo, con el ave
del cielo, con el reptil del suelo; arco, espada y guerra los quebraré lejos de esta tierra, y
haré que ellos reposen en seguro". 4, 1-4: "Escuchad la palabra de Yahveh, hijos de Israel,
que tiene pleito Yahveh con los habitantes de esta tierra, pues no hay ya fidelidad ni amor,
ni conocimiento de Dios en esta tierra; sino perjurio y mentira, asesinato y robo, adulterio y
violencia, sangre que sucede a sangre. Por eso, la tierra está en duelo, y se marchita cuanto
en ella habita, con las bestias del campo y las aves del cielo; y hasta los peces del mar
desaparecen. ¡Pero nadie pleitee ni reprenda nadie, pues sólo contigo, sacerdote, es mi
pleito!". 7, 11-13: "Efraím es cual ingenua paloma, sin cordura; llaman a Egipto, acuden a
Asiria. Dondequiera que vayan, yo echaré mi red sobre ellos, como ave del cielo los haré
caer y los visitaré por su maldad. ¡Ay de ellos, que de mí se han alejado! ¡Ruina sobre ellos
por haberse rebelado contra mí! Yo los rescataría, pero ellos dicen contra mí mentiras".

Baruc 3, 16-18: "¿Dónde están los príncipes de las naciones, y los que dominan las bestias
de la tierra, los que juegan con las aves del cielo, los que atesoran la plata y el oro en que
confían los hombres, y cuyo afán de adquirir no tiene fin; los que labran la plata con
cuidado, mas no dejan rastro de sus obras?".
Sofonías 1, 1-3: "Palabra de Yahveh que fue dirigida a Sofonías, hijo de Kusí, hijo de
Guedalías, hijo de Amarías, hijo de Ezequías, en tiempo de Josías, hijo de Amón, rey de
Judá. ¡Voy a aventarlo todo de la haz de la tierra!, oráculo de Yahveh. Aventaré hombres y
bestias, aventaré aves del cielo y peces del mar, haré tropezar a los impíos; extirparé a los
hombres de sobre la haz de la tierra, oráculo de Yahveh".

Mateo 6, 26: "Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y
vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?". 8, 20: "Dícele
Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no
tiene donde reclinar la cabeza»". 13, 4: "Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del
camino; vinieron las aves y se las comieron". 13, 31-32: "«El Reino de los Cielos es
semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es
ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las
hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus
ramas»".

Marcos 4, 3-4: "«Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al
sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron". 4, 30-
32: "«¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es
como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que
cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor
que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su
sombra»".

Lucas 8, 5: "«Salió un sembrador a sembrar su simiente; y al sembrar, una parte cayó a lo


largo del camino, fue pisada, y las aves del cielo se la comieron". 9, 57-58: "Mientras iban
caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras
tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar
la cabeza»". 12, 23-24: "La vida vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido;
fijaos en los cuervos: ni siembran, ni cosechan; no tienen bodega ni granero, y Dios los
alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves!". 13, 18-19: "Decía, pues: «¿A qué es
semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza,
que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo
anidaron en sus ramas»".

Hechos 10, 9-13: "Al día siguiente, mientras ellos iban de camino y se acercaban a la
ciudad, subió Pedro al terrado, sobre la hora sexta, para hacer oración. Sintió hambre y
quiso comer. Mientras se lo preparaban le sobrevino un éxtasis, y vio los cielos abiertos y
que bajaba hacia la tierra una cosa así como un gran lienzo, atado por las cuatro puntas.
Dentro de él había toda suerte de cuadrúpedos, reptiles de la tierra y aves del cielo. Y una
voz le dijo: «Levántate, Pedro, sacrifica y come»". 11, 4-9: "Pedro entonces se puso a
explicarles punto por punto diciendo: «Estaba yo en oración en la ciudad de Joppe y en
éxtasis vi una visión: una cosa así como un lienzo, atado por las cuatro puntas, que bajaba
del cielo y llegó hasta mí. Lo miré atentamente y vi en él los cuadrúpedos de la tierra, las
bestias, los reptiles, y las aves del cielo. Oí también una voz que me decía: "Pedro,
levántate, sacrifica y come". Y respondí: "De ninguna manera, Señor; pues jamás entró en
mi boca nada profano ni impuro." Me dijo por segunda vez la voz venida del cielo: "Lo que
Dios ha purificado no lo llames tú profano".

Romanos 1, 20-25: "Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a
la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son
inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le
dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se
entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos, y cambiaron la gloria del Dios
incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible, de aves, de
cuadrúpedos, de reptiles. Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una
impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la verdad de Dios
por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por
los siglos. Amén".

1 Corintios 15, 36-44: "¡Necio! Lo que tú siembras no revive si no muere. Y lo que tú


siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo o de
alguna otra planta. Y Dios le da un cuerpo a su voluntad: a cada semilla un cuerpo peculiar.
No toda carne es igual, sino que una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra
la de las aves, otra la de los peces. Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero uno es el
resplandor de los cuerpos celestes y otro el de los cuerpos terrestres. Uno es el resplandor
del sol, otro el de la luna, otro el de las estrellas. Y una estrella difiere de otra en
resplandor. Así también en la resurrección de los muertos: se siembra corrupción, resucita
incorrupción; se siembra vileza, resucita gloria; se siembra debilidad, resucita fortaleza; se
siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual. Pues si hay un cuerpo natural, hay
también un cuerpo espiritual".

Santiago 3, 6-10: "Y la lengua es fuego, es un mundo de iniquidad; la lengua, que es uno
de nuestros miembros, contamina todo el cuerpo y, encendida por la gehenna, prende fuego
a la rueda de la vida desde sus comienzos. Toda clase de fieras, aves, reptiles y animales
marinos pueden ser domados y de hecho han sido domados por el hombre; en cambio
ningún hombre ha podido domar la lengua; es un mal turbulento; está llena de veneno
mortífero. Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres,
hechos a imagen de Dios; de una misma boca proceden la bendición y la maldición. Esto,
hermanos míos, no debe ser así".

Apocalipsis 18, 1-3: "Después de esto vi bajar del cielo a otro Ángel, que tenía gran poder,
y la tierra quedó iluminada con su resplandor. Gritó con potente voz diciendo: «¡Cayó, cayó
la Gran Babilonia! Se ha convertido en morada de demonios, en guarida de toda clase de
espíritus inmundos, en guarida de toda clase de aves inmundas y detestables. Porque del
vino de sus prostituciones han bebido todas las naciones, y los reyes de la tierra han
fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido con su lujo
desenfrenado»". 19, 17-18: "Luego vi a un Ángel de pie sobre el sol que gritaba con fuerte
voz a todas las aves que volaban por lo alto del cielo: «Venid, reuníos para el gran banquete
de Dios, para que comáis carne de reyes, carne de tribunos y carne de valientes, carne de
caballos y de sus jinetes, y carne de toda clase de gente, libres y esclavos, pequeños y
grandes»". 19, 19-21: "Vi entonces a la Bestia y a los reyes de la tierra con sus ejércitos
reunidos para entablar combate contra el que iba montado en el caballo y contra su ejército.
Pero la Bestia fue capturada, y con ella el falso profeta - el que había realizado al servicio
de la Bestia las señales con que seducía a los que habían aceptado la marca de la Bestia y a
los que adoraban su imagen - los dos fueron arrojados vivos al lago del fuego que arde con
azufre. Los demás fueron exterminados por la espada que sale de la boca del que monta el
caballo, y todas las aves se hartaron de sus carnes»".

AVESTRUZ (ces):
Levítico. 11, 13-19; Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no podrán
comer por ser abominación: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, el
halcón en todas sus especies, toda clase de cuervos, el avestruz, la lechuza, la gaviota, el
gavilán en todas sus especies, el búho, el somormujo, el ibis, el cisne, el pelícano, el
calamón, la cigüeña, la garza en todas sus especies, la abubilla y el murciélago.

Deuteronomio 14, 15: “Podéis comer toda ave pura, pero las siguientes no las podéis
comer: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, las diferentes especies de
halcón, todas las especies de cuervo, (15) el avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes
especies de gavilanes, el búho, el ibis, el cisne, el pelícano, el calamón, el somormujo, la
cigüeña, las diferentes especies de garza real, la abubilla y el murciélago”.

Job 30, 29: “Me he hecho hermano de chacales y compañero de avestruces”. 39, 13: “El
ala del avestruz, ¿se puede comparara al plumaje de la cigüeña y el halcón?”.

Isaías 13, 21-22: “Allí tendrán aprisco bestias del desierto y se llenarán sus casas de
mochuelos. Allí morarán las avestruces y los sátiros brincarán allí. Se responderán las
hienas en sus alcázares y los chacales en sus palacios de recreo”. 34, 13-14: “En sus
alcázares crecerán espinos, ortigas y cardos en sus fortalezas; será morada de chacales y
dominio de avestruces. Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro;
también allí reposará Lilit y en él encontrará descanso”. 43, 20: “Las bestias del campo me
darán gloria, los chacales y las avestruces, pues pondré agua en el desierto”.

Jeremías 50, 39: “Por eso vivirán las hienas con los chacales y vivirán en ella las
avestruces, y no será habitada nunca jamás ni será poblada por siglos y siglos”.

Lamentaciones 4, 3: “Guímel. Hasta los chacales desnudan la teta, dan de mamar a sus
cachorros; la hija de mi pueblo se ha vuelto tan cruel como las avestruces del desierto”.

Miqueas 1, 8: “Por eso me lamentaré y gemiré, andaré descalzo y desnudo, lanzaré aullidos
como los chacales, y lamentos como los avestruces”.
AVISPA (as):
Éxodo 23, 28: “Enviaré avispas delante de ti que ahuyentarán de tu presencia al jivita, al
cananeo y al hitita”.

Deuteronomio 7, 20: “Yahveh tu Dios enviará incluso avispas contra ellos para destruir a
los que hubieren quedado y se te hubieren ocultado a ti”.

Josué 24, 12: “Mandé delante de vosotros avispas que expulsaron, antes que llegarais, a los
dos reyes de los amorreos; no fue con tu espada ni con tu arco”.

Salmos 118, 12: “Me rodeaban como avispas, llameaban como fuego de zarzas: en el
nombre de Yahveh los cercené”.

Sabiduría 12, 8: “Pero aun con éstos, por ser hombres, te mostraste indulgente, y les
enviaste avispas, como precursoras de tu ejército, que les fuesen poco a poco destruyendo”.

AZOR (es):
Job “¿Realza el azor por tu inteligencia, tendiendo sus alas hasta el mediodía?” (N C).

BABOSA (as):
Salmos 58, 8-9: “¡Dilúyanse como aguas que se pasan, púdranse como hierba que se pisa,
como babosa que marcha deshaciéndose, como aborto de mujer que no contempla el sol!”.

BECERRO (os, a, as)


Génesis 17, 1-15 “Apareciósele Yahveh en la encina de Mambré estando él sentado a la
puerta de su tienda en lo más caluroso del día. Levantó los ojos y he aquí que había tres
individuos parados a sur vera. Como los vio acudió desde la puerta de la tienda a recibirlos,
y se postró en tierra, y dijo: «Señor mío, si te he caído en gracia, ea, no pases de largo cerca
de tu servidor. Ea, que traigan un poco de agua y lavaos los pies y recostaos bajo este árbol,
que yo iré a traer un bocado de pan, y repondréis fuerzas. Luego pasaréis adelante, que para
eso habéis acertado a pasar a la vera de este servidor vuestro». Dijeron ellos: «Hazlo como
has dicho». Abraham se dirigió presuroso a la tienda, a donde Sara, y le dijo: «Apresta tres
arrobas de harina de sémola, amasa y haz unas tortas». Abraham, por su parte, acudió a la
vacada y apartó un becerro tierno y hermoso, y se lo entregó al mozo, el cual se apresuró a
aderezarlo. Luego tomó cuajada y leche, junto con el becerro que había aderezado, y se lo
presentó, manteniéndose en pie delante de ellos bajo el árbol. Así que hubieron comido,
dijéronle: «¿Dónde está tu mujer Sara?» - «Ahí, en la tienda», contestó. Dijo entonces
aquél: «Volveré sin falta a ti pasado el tiempo de un embarazo, y para entonces tu mujer
Sara tendrá un hijo». Sara lo estaba oyendo a la entrada de la tienda, a sus espaldas.
Abraham y Sara eran viejos, entrados en años, y a Sara se le había retirado la regla de las
mujeres. Así que Sara rió para sus adentros y dijo: «Ahora que estoy pasada, ¿sentiré el
placer, y además con mi marido viejo?». Dijo Yahveh a Abraham. «¿Cómo así se ha reído
Sara, diciendo: "¡Seguro que voy a parir ahora de vieja!"?. ¿Es que hay nada milagroso para
Yahveh? En el plazo fijado volveré, al término de un embarazo, y Sara tendrá un hijo».
Sara negó: «No me he reído», y es que tuvo miedo. Pero aquél dijo: «No digas eso, que sí te
has reído»”.

Éxodo 32, 1-8: “Cuando el pueblo vio que Moisés tardaba en bajar del monte, se reunió el
pueblo en torno a Aarón y le dijeron: «Anda, haznos un dios que vaya delante de nosotros,
ya que no sabemos qué ha sido de Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto».
Aarón les respondió: «Quitad los pendientes de oro de las orejas de vuestras mujeres, de
vuestros hijos y vuestras hijas, y traédmelos». Y todo el pueblo se quitó los pendientes de
oro que llevaba en las orejas, y los entregó a Aarón. Los tomó él de sus manos, hizo un
molde y fundió un becerro. Entonces ellos exclamaron: «Éste es tu Dios, Israel, el que te ha
sacado de la tierra de Egipto». Viendo esto Aarón, erigió un altar ante el becerro y anunció:
«Mañana habrá fiesta en honor de Yahveh». Al día siguiente se levantaron de madrugada y
ofrecieron holocaustos y presentaron sacrificios de comunión. Luego se sentó el pueblo a
comer y beber, y después se levantaron para solazarse. Entonces habló Yahveh a Moisés, y
dijo: «¡Anda, baja! Porque tu pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto, ha pecado. Bien
pronto se han apartado el camino que yo les había prescrito. Se han hecho un becerro
fundido y se han postrado ante él; le han ofrecido sacrificios y han dicho: "Éste es tu Dios,
Israel, el que te ha sacado de la tierra de Egipto"». 32, 19-22: “Cuando Moisés llegó cerca
del campamento y vio el becerro y las danzas, ardió en ira, arrojó de su mano las tablas y
las hizo añicos al pie del monte. Luego tomó el becerro que habían hecho, lo quemó y lo
molió hasta reducirlo a polvo, que esparció en el agua, y se lo dio a beber a los israelitas. Y
dijo Moisés a Aarón: «¿Qué te hizo este pueblo para que hayas traído sobre él tan gran
pecado?». Aarón respondió: «No se encienda la ira de mi señor. Tú mismo sabes que este
pueblo es inclinado al mal”. 33, 31-35: “Volvió Moisés donde Yahveh y dijo: «¡Ay! Este
pueblo ha cometido un gran pecado al hacerse un dios de oro. Con todo, si te dignas
perdonar su pecado..., y si no, bórrame del libro que has escrito». Yahveh respondió a
Moisés: Al que peque contra mí, le borraré yo de mi libro. Ahora ve y conduce al pueblo
adonde te he dicho. He aquí que mi ángel irá delante de ti, mas en el día de mi visita los
castigaré yo por su pecado». Y Yahveh castigó al pueblo a causa del becerro fabricado por
Aarón”.

Levítico 9, 1-4: “El día octavo Moisés llamó a Aarón y a sus hijos, y a los ancianos de
Israel. Dijo a Aarón: «Trae un becerro para el sacrificio por el pecado y un carnero para el
holocausto, ambos sin defecto, para ofrecerlos ante Yahveh. Hablarás a los israelitas,
diciendo: "Tomad un macho cabrío para el sacrificio por el pecado y un becerro y un
cordero, ambos de un año y sin defecto, para el holocausto; para los sacrificios de
comunión, un toro y un carnero, que se sacrificarán ante Yahveh; y una oblación amasada
con aceite. Cierto que hoy se os mostrará Yahveh"». 9, 7-9: “Después Moisés dijo a Aarón:
«Acércate al altar, ofrece tu sacrificio por el pecado y tu holocausto, y haz la expiación por
ti mismo y por tu casa; presenta también la ofrenda del pueblo y haz la expiación por ellos,
como Yahveh lo ha prescrito». Acercóse, pues, Aarón al altar e inmoló el becerro del
sacrificio por su propio pecado. Los hijos de Aarón le presentaron la sangre; y él, mojando
su dedo en la sangre, untó con ella los cuernos del altar y derramó la sangre al pie del
altar”. 9, 15-21: “Yo me volví y bajé del monte, que ardía en llamas, llevando en mis
manos las dos tablas de la alianza. Y vi que vosotros habíais pecado contra Yahveh vuestro
Dios. Os habíais hecho un becerro de fundición: bien pronto os habíais apartado del camino
que Yahveh os tenía prescrito. Tomé entonces las dos tablas, las arrojé de mis manos y las
hice pedazos a vuestros propios ojos. Luego me postré ante Yahveh; como la otra vez,
estuve cuarenta días y cuarenta noches sin comer pan ni beber agua, por todo el pecado que
habíais cometido haciendo el mal a los ojos de Yahveh hasta irritarle. Porque tenía mucho
miedo de la ira y del furor que irritaba a Yahveh contra vosotros hasta querer destruiros. Y
una vez más me escuchó Yahveh. También contra Aarón estaba Yahveh violentamente
irritado hasta querer destruirle. Yo intercedí también entonces en favor de Aarón. Y vuestro
pecado, el becerro que os habíais hecho, lo tomé y lo quemé; lo hice pedazos, lo pasé a la
muela hasta que quedó reducido a polvo, y tiré el polvo al torrente que baja de la montaña”.

Deuteronomio 21, 1-7: “Si en el suelo que Yahveh tu Dios te da en posesión se descubre
un hombre muerto, tendido en el campo, sin que se sepa quién lo mató, tus ancianos y tus
escribas irán a medir la distancia entre la víctima y las ciudades de alrededor. Los ancianos
de la ciudad que resulte más próxima al muerto, tomarán una becerra a la que no se le haya
hecho todavía trabajar ni llevar el yugo. Los ancianos de esa ciudad bajarán la becerra a un
torrente de agua perenne, donde no se haya arado ni se siembre, y allí, en el torrente,
romperán la nuca de la becerra. Se adelantarán entonces los sacerdotes hijos de Leví;
porque a ellos ha elegido Yahveh tu Dios para estar a su servicio y para dar la bendición en
el nombre de Yahveh, y a su decisión corresponde resolver todo litigio y toda causa de
lesiones. Todos los ancianos de la ciudad más próxima al hombre muerto se lavarán las
manos en el torrente, sobre la becerra desnucada. Y pronunciarán estas palabras: «Nuestras
manos no han derramado esa sangre y nuestros ojos no han visto nada”.

1 Samuel 6, 6-7: “¿Por qué habéis de endurecer vuestros corazones como endurecieron su
corazón los egipcios y Faraón? ¿No los tuvieron que dejar partir después que Dios los hubo
maltratado? Ahora, pues tomad y preparad una carreta nueva y dos vacas que estén criando
y que no hayan llevado yugo; unciréis las vacas a la carreta y haréis volver sus becerros al
establo”. 12, 26-32: “Jeroboam se dijo en su corazón: «En esta situación el reino acabará
por volver a la casa de David. Si este pueblo continúa subiendo para ofrecer sacrificios en
la Casa de Yahveh en Jerusalén, el corazón de este pueblo se volverá a su señor, a Roboam,
rey de Judá, y me matarán». Tomó consejo el rey, hizo dos becerros de oro, y dijo al
pueblo: «Basta ya de subir a Jerusalén. Este es tu dios, Israel, el que te hizo subir de la
tierra de Egipto». Colocó uno en Betel, y el pueblo fue con el otro hasta Dan. Hizo Casas
en los altos y estableció sacerdotes del común del pueblo que no eran de los hijos de Leví.
Hizo Jeroboam una fiesta en el mes octavo, el día quince del mes, parecida a la fiesta de
Judá, y subió al altar. Así hizo en Betel, ofreciendo sacrificios a los becerros que había
hecho y estableciendo en Betel sacerdotes para los altos que había instituido”. 16, 1-3:
“Dijo Yahveh a Samuel: «¿Hasta cuándo vas a estar llorando por Saúl, después que yo le he
rechazado para que no reine sobre Israel?. Llena tu cuerno de aceite y vete. Voy a enviarte
a Jesé, de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí». Samuel replicó: «¿Cómo
voy a ir?. Se enterará Saúl y me matará». Respondió Yahveh: «Lleva contigo una becerra y
di: "He venido a sacrificar a Yahveh.". Invitarás a Jesé al sacrificio y yo te indicaré lo que
tienes que hacer, y me ungirás a aquel que yo te diga»”.

2 Reyes 10, 26-31: “Sacaron el cipo del templo de Baal y lo quemaron. Derribaron el altar
de Baal, demolieron el templo de Baal, y lo convirtieron en cloaca hasta el día de hoy. Jehú
exterminó a Baal de Israel. Pero Jehú no se apartó de los pecados con que Jeroboam, hijo
de Nebat, hizo pecar a Israel, los becerros de oro de Betel y de Dan. Dijo Yahveh a Jehú:
«Porque te has portado bien haciendo lo recto a mis ojos y has hecho a la casa de Ajab
según todo lo que yo tenía en mi corazón, tus hijos hasta la cuarta generación se sentarán
sobre el trono de Israel». Pero Jehú no guardó el camino de la ley de Yahveh, Dios de
Israel, con todo su corazón, no se apartó de los pecados con que Jeroboam hizo pecar a
Israel”. 17, 16: “Abandonaron todos los mandamientos de Yahveh su Dios, y se hicieron
ídolos fundidos, los dos becerros; se hicieron cipos y se postraron ante todo el ejército de
los cielos y dieron culto a Baal”.

1 Crónicas 15, 25-28: “Así pues, David los ancianos de Israel y los jefes de millares,
fueron a traer el arca de la alianza de Yahveh, desde la casa de Obededom, con alborozo. Y
habiendo Dios ayudado a los levitas portadores del arca de la alianza de Yahveh,
sacrificaron siete becerros y siete carneros. David iba revestido de un manto de lino fino, lo
mismo que todos los levitas, que portaban el arca, los cantores y Kenanías, el jefe que
dirigía el traslado. Llevaba también David sobre sí un efod de lino. Todo Israel subía el arca
de la alianza de Yahveh entre clamores”.

2 Crónicas 11, 13-15: “Los sacerdotes y levitas de todo Israel se pasaron a él desde todos
sus territorios; pues los levitas abandonaron sus ejidos y sus posesiones y se fueron a Judá y
a Jerusalén, porque Jeroboam y sus hijos les habían prohibido el ejercicio del sacerdocio de
Yahveh, y Jeroboam instituyo sus propios sacerdotes para los altos, los sátiros y los
becerros que había hecho”. 13, 6-9: “Pero Jeroboam, hijo de Nebat, siervo de Salomón,
hijo de David, se alzó en rebeldía contra su señor. Se juntaron con él unos hombres fatuos y
malvados y prevalecieron sobre Roboam, hijo de Salomón, pues Roboam era joven y débil
de corazón y no podía resistirles. ¿Y ahora tratáis vosotros de poner resistencia al reino de
Yahveh, que está en manos de los hijos de David, porque vosotros sois una gran
muchedumbre? Pero tenéis los becerros de oro que Jeroboam os puso por dioses. ¿No
habéis expulsado a los sacerdotes de Yahveh, los hijos de Aarón y los levitas? ¿No os
habéis hecho sacerdotes a la manera de los pueblos de los demás países? Cualquiera que
viene con un novillo y siete carneros y pide ser consagrado, es hecho sacerdote de los que
no son dioses”.

Nehemías 9, 16-18: “Altivos se volvieron nuestros padres, su cerviz endurecieron y


desoyeron tus mandatos. No quisieron oír, no recordaron los prodigios que con ellos
hiciste; endurecieron la cerviz y se obstinaron en volver a Egipto y a su servidumbre. Pero
tú eres el Dios de los perdones, clemente y entrañable, tardo a la cólera y rico en bondad.
¡No los desamparaste! Ni siquiera cuando se fabricaron un becerro de metal fundido y
exclamaron: «¡Éste es tu dios que te sacó de Egipto!» (grandes desprecios te hicieron)”.

Tobías 1, 3-5: “Yo, Tobit, he andado por caminos de verdad y en justicia todos los días de
mi vida y he repartido muchas limosnas entre mis hermanos y compatriotas, deportados
conmigo a Nínive, al país de los asirios. Siendo yo joven todavía y estando en mi país, en la
tierra de Israel, toda la tribu de mi padre Neftalí se apartó de la casa de David y de
Jerusalén, la ciudad elegida entre todas las tribus de Israel para ofrecer allí sacrificios y en
la que había sido edificado y consagrado, para todas las generaciones venideras, el Templo
de la Morada del Altísimo. Todos mis hermanos y la casa de mi padre Neftalí ofrecían
sacrificios al becerro que Jeroboam, rey de Israel, había hecho en Dan, en los montes de
Galilea”.

Salmos 106, 17-20: “Se abre la tierra, traga a Datán, y cubre a la cuadrilla de Abirón; un
fuego se enciende contra su cuadrilla, una llama abrasa a los impíos. En Horeb se
fabricaron un becerro, se postraron ante un metal fundido, y cambiaron su gloria por la
imagen de un buey que come heno”.

Jeremías 31, 16-19: “Así dice Yahveh: Reprime tu voz del lloro y tus ojos del llanto,
porque hay paga para tu trabajo -oráculo de Yahveh-: volverán de tierra hostil, y hay
esperanza para tu futuro -oráculo de Yahveh-: volverán los hijos a su territorio. Bien he
oído a Efraím lamentarse: «Me corregiste y corregido fui, cual becerro no domado. Hazme
volver y volveré, pues tú, Yahveh, eres mi Dios. Porque luego de desviarme, me arrepiento,
y luego de darme cuenta, me golpeo el pecho, me avergüenzo y me confundo luego, porque
aguanto el oprobio de mi mocedad». 34, 17-20: “Por tanto, así dice Yahveh: Vosotros no
me habéis hecho caso al proclamar manumisión general. He aquí que yo proclamo contra
vosotros manumisión de la espada, de la peste y del hambre -oráculo de Yahveh- y os doy
por espantajo de todos los reinos de la tierra. Y a los individuos que traspasaron mi
acuerdo, aquellos que no han hecho válidos los términos del acuerdo que firmaron en mi
presencia, yo los volveré como el becerro que cortaron en dos y por entre cuyos pedazos
pasaron: a los jefes de Judá, los jefes de Jerusalén, los eunucos, los sacerdotes y todo el
pueblo de la tierra que han pasado por entre los pedazos del becerro, les pondré en manos
de sus enemigos y de quienes buscan su muerte y sus cadáveres serán pasto de las aves del
cielo y de las bestias de la tierra”.

Oseas 8, 1-8: “¡Emboca la trompeta! Como un águila cae el mal sobre la casa de Yahveh;
porque han quebrantado mi alianza y han sido rebeldes a mi Ley. Ellos me gritan: «¡Dios
mío, los de Israel te conocemos!». Pero Israel ha rechazado el bien: ¡el enemigo le
perseguirá! Han puesto reyes sin contar conmigo, han puesto príncipes sin saberlo yo. Con
su plata y su oro se han hecho ídolos, ¡para ser encarcelados! ¡Tu becerro repele, Samaría!
Mi cólera se ha inflamado contra ellos: ¿hasta cuándo no podrán purificarse? Porque viene
de Israel, un artesano ha hecho eso, y eso no es Dios. Sí, quedará hecho trizas el becerro de
Samaría. Pues que viento siembran, segarán tempestad: tallo que no tendrá espiga, que no
dará harina; y si la da, extranjeros la tragarán. ¡Tragado ha sido Israel! Están ahora entre las
naciones como un objeto que nadie quiere”. 10, 1-6: “Vid frondosa era Israel produciendo
fruto a su aire: cuanto más aumentaba su fruto, más aumentaba los altares; cuanto mejor era
su tierra, mejores hacía las estelas. Su corazón es doble, mas ahora van a expiar; él romperá
sus altares, demolerá sus estelas. Entonces dirán: «No tenemos rey, porque no hemos
temido a Yahveh, y el rey, ¿qué haría por nosotros? Pronuncian palabras, juramentos vanos,
conclusión de alianzas, y el juicio florece como hierba venenosa en los surcos del campo.
Por el becerro de Bet Aven tiemblan los habitantes de Samaría; sí, por él hace duelo su
pueblo, por él sus sacerdotes: ¡que exulten por su gloria, porque ha emigrado lejos de él! Él
también será llevado a Asiria, como ofrenda para el gran rey. Efraím recogerá vergüenza, e
Israel quedará corrida de su plan”. 13, 1-2: “ Cuando hablaba Efraím, cundía el terror, se
había impuesto en Israel, pero se hizo culpable con Baal y murió. Y todavía continúan
pecando: se han hecho imágenes fundidas, con su plata, ídolos de su invención: ¡obra de
artesanos todo ello! ¡Con ellos hablan los que sacrifican hombres que envían besos a
becerros!”.

Amós 6, 3-7: “¡Vosotros que creéis alejar el día funesto, y hacéis que se acerque un estado
de violencia! Acostados en camas de marfil, arrellenados en sus lechos, comen corderos del
rebaño y becerros sacados del establo, canturrean al son del arpa, se inventan, como David,
instrumentos de música, beben vino en anchas copas, con los mejores aceites se ungen, mas
no se afligen por el desastre de José. Por eso, ahora van a ir al cautiverio a la cabeza de los
cautivos y cesará la orgía de los sibaritas”.

Miqueas 6, 3-7: “«Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he molestado? Respóndeme.
¿En que te hice subir del país de Egipto, y de la casa de servidumbre te rescaté, y mandé
delante de ti a Moisés, Aarón y María? Pueblo mío, recuerda, por favor, qué maquinó
Balaq, rey de Moab, y qué le contestó Balaam, hijo de Beor, ... desde Sittim hasta Guilgal,
para que conozcas las justicias de Yahveh». - «¿Con qué me presentaré yo a Yahveh, me
inclinaré ante el Dios de lo alto? ¿Me presentaré con holocaustos, con becerros añales?
¿Aceptará Yahveh miles de carneros, miríadas de torrentes de aceite? ¿Daré mi
primogénito por mi delito, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?»”.

Malaquías 3, 19-21: “Pues he aquí que viene el Día, abrasador como un horno; todos los
arrogantes y los que cometen impiedad serán como paja; y los consumirá el Día que viene,
dice Yahveh Sebaot, hasta no dejarles raíz ni rama. Pero para vosotros, los que teméis mi
Nombre, brillará el sol de justicia con la salud en sus rayos, y saldréis brincando como
becerros bien cebados fuera del establo. Y pisotearéis a los impíos, porque serán ellos
ceniza bajo la planta de vuestros pies, el día que yo preparo, dice Yahveh Sebaot”.

Hechos 7, 35-42: “«A este Moisés, de quien renegaron diciéndole: ¿quién te ha nombrado
jefe y juez? , a éste envió Dios como jefe y redentor por mano del ángel que se le apareció
en la zarza. Éste les sacó, realizando prodigios y señales en la tierra de Egipto, en el mar
Rojo y en el desierto durante cuarenta años. Éste es el Moisés que dijo a los israelitas: Dios
os suscitará un profeta como yo de entre vuestros hermanos. Éste es el que, en la asamblea
del desierto, estuvo con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres; el
que recibió palabras de vida para comunicárnoslas; éste es aquel a quien no quisieron
obedecer nuestros padres, sino que le rechazaron para volver su corazón hacia Egipto, y
dijeron a Aarón: "Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque este Moisés que
nos sacó de la tierra de Egipto no sabemos qué ha sido de él." E hicieron aquellos días un
becerro y ofrecieron un sacrificio al ídolo e hicieron una fiesta a las obras de sus manos.
Entonces Dios se apartó de ellos y los entregó al culto del ejército del cielo, como está
escrito en el libro de los Profetas: ¿Es que me ofrecisteis víctimas y sacrificios durante
cuarenta años en el desierto, casa de Israel?”.

BESTIA (as):
Génesis 1, 24-26: "Dijo Dios: «Produzca la tierra animales vivientes de cada especie:
bestias, sierpes y alimañas terrestres de cada especie»l Y así fue. Hizo Dios las alimañas
terrestres de cada especie, y las bestias de cada especie, y toda sierpe del suelo de cada
especie: y vio Dios que estaba bien. Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra
imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos,
y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la
tierra". 3, 14: "Entonces Yahveh Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita
seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre
caminarás, y polvo comerás todos los días de tu vida". 34, 23: "Sus ganados y hacienda y
todas sus bestias, ¿no van a ser para nosotros? Así que lleguemos a un acuerdo con ellos y
que se queden con nosotros»". 36, 6: "Esaú tomó a sus mujeres, hijos e hijas y a todas la
personas de su casa, su ganado, todas sus bestias y toda la hacienda que había logrado en
territorio cananeo, y se fue al país de Seír, enfrente de su hermano Jacob".

Éxodo 11, 7: "Entre los israelitas ni siquiera un perro ladrará ni contra hombre ni contra
bestia; para que sepáis cómo Yahveh hace distinción entre Egipto e Israel". 19, 12-13:
"Deslinda el contorno de la montaña, y di: "Guardaos de subir al monte y aun de tocar su
falda. Todo aquel que toque el monte morirá. Nadie pondrá la mano sobre el culpable, sino
que será lapidado o asaeteado; sea hombre o bestia, no quedará con vida. Cuando resuene
el cuerno, subirán ellos al monte»". 22, 18: "Todo el que peque con bestia, morirá".

Levítico 17, 15: "Todo nativo o forastero que coma carne de bestia muerta o destrozada
lavará sus vestidos, se bañará en agua y quedará impuro hasta la tarde; después será puro".
18, 23: "No te unirás con bestia haciéndote impuro por ella. La mujer no se pondrá ante una
bestia para unirse con ella; es una infamia". 20, 15-16: "El que se una con bestia, morirá sin
remedio. Mataréis también la bestia. Si una mujer se acerca a una bestia para unirse a ella,
matarás a la mujer y a las bestia. Morirán; caerá sobre ellos su sangre". 26, 6: "Yo daré paz
a la tierra y dormiréis sin que nadie os turbe; haré desaparecer del país las bestias feroces, y
la espada no pasará por vuestra tierra".

Números 31, 11-12: "Reunieron todo el botín que habían capturado, hombres y bestias, y
llevaron los cautivos, la presa y el botín ante Moisés, ante el sacerdote Eleazar y ante toda
la comunidad de los israelitas, al campamento, en las Estepas de Moab, que están cerca del
Jordán, a la altura de Jericó". 31, 25-27: "Habló Yahveh a Moisés y le dijo: «Sacad la
cuenta, tú, el sacerdote Eleazar y los principales de las familias de la comunidad, del botín
y de los cautivos, hombres y bestias. Luego repartirás el botín, la mitad para los
combatientes que fueron a la guerra y la otra mitad para toda la comunidad". 31, 30: "Y de
la mitad de los israelitas, uno por cada cincuenta, sean hombres, bueyes, asnos u ovejas,
cualquier clase de bestias, y se lo darás a los levitas, que están encargados del ministerio de
la Morada de Yahveh". 31, 47: "Tomó Moisés de la mitad de los israelitas, a razón de uno
por cincuenta, hombres y bestias, y se los dio a los levitas, que se encargan del ministerio
de la Morada de Yahveh, como había ordenado Yahveh a Moisés". 35, 3: "Esas ciudades
serán su morada, y sus pastos serán para sus bestias, su ganado y todos sus animales".

Deuteronomio 4, 15-18: "Tened mucho cuidado de vosotros mismos: puesto que no visteis
figura alguna el día en que Yahveh os habló en el Horeb de en medio del fuego, no vayáis a
pervertiros y os hagáis alguna escultura de cualquier representación que sea: figura
masculina o femenina, figura de alguna de las bestias de la tierra, figura de alguna de las
aves que vuelan por el cielo, figura de alguno de los reptiles que serpean por el suelo, figura
de alguno de los peces que hay en las aguas debajo de la tierra". 5, 13-14: "Seis días
trabajarás y harás todas tus tareas, pero el día séptimo es día de descanso para Yahveh tu
Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu
buey, ni tu asno, ni ninguna de tus bestias, ni el forastero que vive en tus ciudades; de modo
que puedan descansar, como tú, tu siervo, y tu sierva". 7, 22: "Yahveh tu Dios irá arrojando
a esas naciones de delante de ti poco a poco; no podrás exterminarlas de golpe, no sea que
las bestias salvajes se multipliquen contra ti". 14, 21: "No comeréis ninguna bestia muerta.
Se la darás al forastero que vive en tus ciudades para que él la coma, o bien véndesela a un
extranjero. Porque tú eres un pueblo consagrado a Yahveh tu Dios. No cocerás el cabrito en
la leche de su madre". 27, 21: "Maldito quien se acueste con cualquier bestia. - Y todo el
pueblo dirá: Amén". 28, 26: "Tu cadáver será pasto de todas las aves del cielo y de todas las
bestias de la tierra sin que nadie las espante".

2 Samuel 21, 10: "Rispá, hija de Ayyá, tomó un sayal y se lo tendía sobre la roca desde el
comienzo de la siega hasta que cayeron sobre ellos las lluvias del cielo; no dejaba que se
pararan junto a ellos las aves del cielo por el día ni las bestias del campo por la noche".

2 Reyes 3, 9: "Fueron el rey de Israel, el rey de Judá y el rey de Edom; dieron un rodeo
durante siete días y faltó el agua para el campamento y para las bestias de carga que les
seguían". 14, 9: "Joás, rey de Israel, mandó a decir a Amasías, rey de Judá: «El cardo del
Líbano mandó a decir al cedro del Líbano: Dame tu hija para mujer de mi hijo; pero las
bestias salvajes del Líbano pasaron y pisotearon el cardo".

2 Crónicas 25, 18: "Pero Joás, rey de Israel, mandó decir a Amasías, rey de Judá: «El cardo
del Líbano mandó a decir al cedro del Líbano: Dame tu hija para mujer de mi hijo. Pero las
bestias salvajes del Líbano pasaron y pisotearon el cardo".
1 Macabeos 6, 35-36: "Las bestias estaban repartidas entre las falanges. Mil hombres, con
cota de malla y casco de bronce en la cabeza, se alineaban al lado de cada elefante.
Además, con cada bestia iban quinientos jinetes escogidos, que estaban donde el animal
estuviese y le acompañaban adonde fuese, sin apartarse de él". 6, 43-46: "Eleázar, llamado
Avarán, viendo una de las bestias que iba protegida de una coraza real y que aventajaba en
corpulencia a todas las demás, creyó que el rey iba en ella, y se entregó por salvar a su
pueblo y conseguir un nombre inmortal. Corrió audazmente hasta la bestia, metiéndose
entre la falange, matando a derecha e izquierda y haciendo que los enemigos se apartaran
de él a un lado y a otro; se deslizó debajo del elefante e hiriéndole por debajo, lo mató.
Cayó a tierra el animal sobre él y allí murió Eleazar".

2 Macabeos 4, 24-26: "Menelao se hizo presentar al rey, a quien impresionó con su aire
majestuoso, y logró ser investido del sumo sacerdocio, ofreciendo trescientos talentos de
plata más que Jasón. Provisto del mandato real, se volvió sin poseer nada digno del sumo
sacerdocio, sino más bien el furor de un cruel tirano y la furia de una bestia salvaje. Jasón,
por su parte, suplantador de su propio hermano y él mismo suplantado por otro, se vio
forzado a huir al país de Ammán".

Job 5, 21-23: "Estarás a cubierto del punzón de la lengua, sin miedo a la devastación,
cuando se acerque. Te reirás de la sequía y de la helada, y no temerás a las bestias de la
tierra. Con las piedras del campo harás alianza, la bestia salvaje vivirá en paz contigo". 12,
7: "Interroga a las bestias, que te instruyan, a las aves del cielo, que te informen". 18, 2-3:
"Cuándo pondréis freno a las palabras? Reflexionad, y después hablaremos. ¿Por qué
hemos de ser tenidos como bestias, y a vuestros ojos somos impuros?". 35, 9-11: "Bajo la
carga de la opresión se gime, se grita bajo el brazo de los grandes, mas nadie dice: «¿Dónde
está Dios, mi hacedor, el que hace resonar los cantares en la noche, el que nos hace más
hábiles que las bestias de la tierra, más sabios que los pájaros del cielo?»".

Salmos 8, 6-10: "Apenas inferior a un dios le hiciste, coronándole de gloria y de esplendor;


le hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies: ovejas y
bueyes, todos juntos, y aun las bestias del campo, y las aves del cielo, y los peces del mar,
que surcan las sendas de las aguas. ¡Oh Yahveh, Señor nuestro, qué glorioso tu nombre por
toda la tierra!". 36, 6-8: "Oh Yahveh, en los cielos tu amor, hasta las nubes tu verdad; tu
justicia, como los montes de Dios, tus juicios, como el hondo abismo. A hombres y bestias
salvas tú, Yahveh, oh Dios, ¡qué precioso tu amor! Por eso los hijos de Adán, a la sombra
de tus alas se cobijan". 49, 13: "El hombre en la opulencia no comprende, a las bestias
mudas se asemeja". 49, 17-21: "No temas cuando el hombre se enriquece, cuando crece el
boato de su casa. Que a su muerte, nada ha de llevarse, su boato no bajará con él. Aunque
en vida se bendecía a sí mismo - te alaban, porque te has tratado bien -, irá a unirse a la
estirpe de sus padres, que nunca ya verán la luz. El hombre en la opulencia no comprende, a
las bestias mudas se asemeja". 50, 9-12: "No tengo que tomar novillo de tu casa, ni machos
cabríos de tus apriscos. «Pues mías son todas las fieras de la selva, las bestias en los montes
a millares; conozco todas las aves de los cielos, mías son las bestias de los campos. «Si
hambre tuviera, no habría de decírtelo, porque mío es el orbe y cuanto encierra". 68, 29-32:
"¡Manda, Dios mío, según tu poder, el poder, oh Dios, que por nosotros desplegaste, desde
tu Templo en lo alto de Jerusalén, donde vienen los reyes a ofrecerte presentes! Increpa a la
bestia del cañaveral, a la manada de toros y novillos de los pueblos. ¡Que se sometan con
lingotes de plata! ¡Dispersa a los pueblos que fomentan la guerra! Los magnates acudan
desde Egipto, tienda hacia Dios sus manos Etiopía". 72, 7-9: "En sus días florecerá la
justicia, y dilatada paz hasta que no haya luna; dominará de mar a mar, desde el Río hasta
los confines de la tierra. Ante él se doblará la Bestia, sus enemigos morderán el polvo". 73,
21-22: "Sí, cuando mi corazón se exacerbaba, cuando se torturaba mi conciencia, estúpido
de mí, no comprendía, era una bestia era ante ti". 74, 18-19: "Recuérdalo, Yahveh: provoca
el enemigo, tu nombre ultraja un pueblo necio. No entregues a la bestia el alma de tu
tórtola, la vida de tus pobres no olvides para siempre". 79, 1-2: "Oh Dios, han invadido tu
heredad las gentes, han profanado tu sagrado Templo; han dejado en ruinas a Jerusalén, han
entregado el cadáver de tus siervos por comida a los pájaros del cielo, la carne de tus
amigos a las bestias de la tierra". 104, 10-12: "Haces manar las fuentes en los valles, entre
los montes se deslizan; a todas las bestias de los campos abrevan, en ellas su sed apagan los
onagros; sobre ellas habitan las aves de los cielos, dejan oír su voz entre la fronda". 144,
12-14: "Sean nuestros hijos como plantas florecientes en su juventud, nuestras hijas como
columnas angulares, esculpidas como las de un palacio; nuestros graneros llenos,
rebosantes de frutos de toda especie, nuestras ovejas, a millares, a miríadas, por nuestras
praderas; nuestras bestias bien cargadas; no haya brecha ni salida, ni grito en nuestras
plazas".

Qohelet 3, 18-22: "Dije también en mi corazón acerca de la conducta de los humanos:


sucede así para que Dios los pruebe y les demuestre que son como bestias. Porque el
hombre y la bestia tienen la misma suerte: muere el uno como la otra; y ambos tienen el
mismo aliento de vida. En nada aventaja el hombre a la bestia, pues todo es vanidad. Todos
caminan hacia una misma meta; todos han salido del polvo y todos vuelven al polvo.
¿Quién sabe si el aliento de vida de los humanos asciende hacia arriba y si el aliento de vida
de la bestia desciende hacia abajo, a la tierra? Veo que no hay para el hombre nada mejor
que gozarse en sus obras, pues esa es su paga. Pero ¿quién le guiará a contemplar lo que ha
de suceder después de él?".

Sirácida 40, 5-9: "A la hora del descanso en la cama, el sueño de la noche altera el
conocimiento. Poco, casi nada, reposa, y ya en sueños, como en día de guardia, se ve
turbado por las visiones de su corazón, como el que ha huido ante el combate. A la hora de
su turno se despierta, sorprendido de su vano temor. Para toda carne, del hombre hasta la
bestia, mas para los pecadores siete veces más: Muerte, sangre, discordia, espada,
adversidades, hambre, tribulación, azote".

Isaías 13, 21: "Allí tendrán aprisco bestias del desierto y se llenarán sus casas de
mochuelos. Allí morarán las avestruces y los sátiros brincarán allí". 18, 6: "Serán dejados
juntamente a merced de las aves rapaces de los montes y de las bestias de la tierra; pasarán
allí el verano las rapaces y toda bestia terrestre allí invernará". 18, 6: "Serán dejados
juntamente a merced de las aves rapaces de los montes y de las bestias de la tierra; pasarán
allí el verano las rapaces y toda bestia terrestre allí invernará". 23, 13: " Ahí tienes la tierra
de los caldeos; no eran un pueblo; Asur la fundó para las bestias del desierto. Levantaron
torres de asalto, demolieron sus alcázares, la convirtieron en ruinas". 35, 9: "No habrá león
en ella, ni por ella subirá bestia salvaje, no se encontrará en ella; los rescatados la
recorrerán". 43, 20: "Las bestias del campo me darán gloria, los chacales y las avestruces,
pues pondré agua en el desierto (y ríos en la soledad) para dar de beber a mi pueblo
elegido". 46, 1: "Bel se desploma, Nebó se derrumba, sus ídolos van sobre animales y
bestias de carga; llevados como fardos sobre un animal desfallecido". 56, 9: "Bestias todas
del campo, venid a comer, bestias todas del bosque".

Jeremías 7, 20: "Por tanto, así dice el Señor Yahveh: He aquí que mi ira y mi saña se
vuelca sobre este lugar, sobre hombres y bestias, sobre los árboles del campo y el fruto del
suelo; arderá y no se apagará". 7, 32-33: "Por tanto, he aquí que vienen días - oráculo de
Yahveh - en que no se hablará más de Tófet, ni del valle de Ben Hinnom, sino del "valle de
la Matanza". Se harán enterramientos en Tófet por falta de sitio, y los cadáveres de este
pueblo servirán de comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, sin que haya quien
las espante". 9, 9: "Alzo sobre los montes lloro y lamento, y una elegía por las dehesas del
desierto, porque han sido incendiadas; nadie pasa por allí, y no se oyen los gritos del
ganado. Desde las aves del cielo hasta las bestias, todas han huido, se han marchado". 12,
4: "¿Hasta cuándo estará de luto la tierra y la hierba de todo el campo estará seca? Por la
maldad de los que moran en ella han desaparecido bestias y aves. Porque han dicho: «No
ve Dios nuestros senderos»". 15, 3: "Haré que se encarguen de ellos cuatro géneros (de
males) - oráculo de Yahveh -: la espada para degollar, los perros para despedazar, las aves
del cielo y las bestias terrestres para devorar y estragar". 16, 4: "De muertes miserables
morirán, sin que sean plañidos ni sepultados. Se volverán estiércol sobre la haz del suelo.
Con espada y hambre serán acabados, y serán sus cadáveres pasto para las aves del cielo y
las bestias de la tierra". 19, 7-8: "Vaciaré la prudencia de Judá y Jerusalén a causa de este
lugar: les haré caer a espada ante sus enemigos por mano de los que busquen su muerte;
daré sus cadáveres por comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, y convertiré
esta ciudad en desolación y en rechifla: todo el que pase a su vera se quedará atónito y
silbará en vista de sus heridas". 21, 6: "Heriré a los habitantes de esta ciudad, hombres y
bestias, con una gran peste; ¡morirán!". 27, 5: "Yo hice la tierra, el hombre y las bestias que
hay sobre la haz de la tierra, con mi gran poder y mi tenso brazo, y lo di a quien me plugo".
34, 18-20: "Y a los individuos que traspasaron mi acuerdo, aquellos que no han hecho
válidos los términos del acuerdo que firmaron en mi presencia, yo los volveré como el
becerro que cortaron en dos y por entre cuyos pedazos pasaron: a los jefes de Judá, los jefes
de Jerusalén, los eunucos, los sacerdotes y todo el pueblo de la tierra que han pasado por
entre los pedazos del becerro, les pondré en manos de sus enemigos y de quienes buscan su
muerte y sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra". 36, 29:
"A Yoyaquim, rey de Judá, le dices: Así dice Yahveh: Tú has quemado aquel rollo,
diciendo: "¿Por qué has escrito en él: Vendrá sin falta el rey de Babilonia y destruirá esta
tierra y se llevará cautivos de ella a hombres y bestias?". 50, 3: "Porque subió contra ella
una gente del norte, que va a convertir su territorio en desolación, y no habrá en él
habitante. Tanto personas como bestias emigraron, se fueron".

Ezequiel 4, 14: "Yo dije entonces: «¡Ah, Señor Yahveh!, mi alma no está impura. Desde
mi infancia hasta el presente jamás he comido bestia muerta o despedazada, ni carne
corrompida entró en mi boca»". 5, 17: "Enviaré contra vosotros el hambre y las bestias
feroces, que te dejarán sin hijos; la peste y la sangre pasarán por ti, y haré venir contra ti la
espada. Yo, Yahveh, he hablado". 14, 13-22: "Hijo de hombre, si un país peca contra mí
cometiendo infidelidad, y yo extiendo mi mano contra él, destruyo su provisión de pan y
envío contra él el hambre para extirpar de allí hombres y bestias, y en ese país se hallan
estos tres hombres, Noé, Daniel y Job, ellos salvarán su vida por su justicia, oráculo del
Señor Yahveh. Si yo suelto las bestias feroces contra ese país para privarle de sus hijos y
convertirle en una desolación por donde nadie pase a causa de las bestias, y en ese país se
hallan esos tres hombres: por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, que ni hijos ni hijas
podrán salvar; sólo se salvarán a sí mismos, pero el país quedará convertido en desolación.
O bien, si yo hago venir contra ese país la espada, si digo: «Pase la espada por este país», y
extirpo de él hombres y bestias, y esos tres hombres se hallan en ese país: por mi vida,
oráculo del Señor Yahveh, que no podrán salvar ni hijos ni hijas; ellos solos se salvarán. O
si envío la peste sobre ese país y derramo en sangre mi furor contra ellos, extirpando de él
hombres y bestias, y en ese país se hallan Noé, Daniel y Job: por mi vida, oráculo del Señor
Yahveh, que ni hijos ni hijas podrán salvar; sólo se salvarán a sí mismos por su justicia.
Pues así dice el Señor Yahveh: Aun cuando yo mande contra Jerusalén mis cuatro terribles
azotes: espada, hambre, bestias feroces y peste, para extirpar de ella hombres y bestias, he
aquí que quedan en ella algunos supervivientes que han podido salir, hijos e hijas; y he aquí
que salen hacia vosotros, para que veáis su conducta y sus obras y os consoléis de la
desgracia que yo he acarreado sobre Jerusalén, de todo lo que he acarreado sobre ella.". 25,
12-13: "Así dice el Señor Yahveh: Porque Edom ha ejecutado su venganza sobre la casa de
Judá y se ha hecho gravemente culpable al vengarse de ella, por eso, así dice el Señor
Yahveh: Yo extenderé mi mano contra Edom y extirparé de ella hombres y bestias. La
convertiré en desierto; desde Temán a Dedán caerán a espada". 29, 5: "Te arrojaré al
desierto, a ti y a todos los peces de tus Nilos. En la haz del campo caerás, no serás recogido
ni enterrado. A las bestias de la tierra y a las aves del cielo te entregaré como pasto". 29, 8:
"Por eso, así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo traigo contra ti la espada, para extirpar
de ti hombres y bestias". 31, 6: "En sus ramas anidaban todos los pájaros del cielo, bajo su
fronda parían todas las bestias del campo, a su sombra se sentaban naciones numerosas".
31, 13: "Sobre sus despojos se han posado todos los pájaros del cielo, a sus ramas han
venido todas las bestias del campo". 32, 4: "Te dejaré abandonado por tierra, te tiraré sobre
la haz del campo, haré que se posen sobre ti todos los pájaros del cielo, hartaré de ti a todas
las bestias de la tierra". 33, 27: "Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: Por mi vida, que los
que están entre las ruinas caerán a espada, a los que andan por el campo los entregaré a las
bestias como pasto, y los que están en las escarpaduras y en las cuevas morirán de peste".
34, 25: "Concluiré con ellos una alianza de paz, haré desaparecer de esta tierra las bestias
feroces. Habitarán en seguridad en el desierto y dormirán en los bosques". 34, 28: " No
volverán a ser presa de las naciones, las bestias salvajes no volverán a devorarlos.
Habitarán en seguridad y no se les turbará más". 36, 11: "Multiplicaré en vosotros hombres
y bestias, y serán numerosos y fecundos. Os repoblaré como antaño, mejoraré vuestra
condición precedente, y sabréis que yo soy Yahveh". 38, 20: " Temblarán entonces ante mí
los peces del mar y los pájaros del cielo, las bestias del campo y todos los reptiles que
serpean por el suelo, y todos los hombres de sobre la haz de la tierra. Se desplomarán los
montes, caerán las rocas, todas las murallas caerán por tierra". 44, 31: "Los sacerdotes no
comerán carne de ningún ave ni bestia muerta o desgarrada".

Daniel 2, 37-38: "Tú, oh rey, rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha dado reino, fuerza,
poder y gloria - los hijos de los hombres, las bestias del campo, los pájaros del cielo,
dondequiera que habiten, los ha dejado en tus manos y te ha hecho soberano de ellos -, tú
eres la cabeza de oro". 3, 77-82: "Fuentes, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle
eternamente. Mares y ríos, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente. Cetáceos y
todo lo que se mueve en las aguas, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente.
Pájaros todos del cielo, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente. Fieras todas y
bestias, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente. Hijos de los hombres, bendecid
al Señor, cantadle, exaltadle eternamente". 4, 9: "Era hermoso su ramaje, abundante su
fruto; había en él comida para todos, a su sombra se cobijaban las bestias del campo, en sus
ramas anidaban los pájaros del cielo, y toda carne se alimentaba de él". 4, 11: " Con recia
voz gritaba así: "Abatid el árbol, cortad sus ramas, arrancad sus hojas, tirad sus frutos;
váyanse las bestias de debajo de él, y los pájaros de sus ramas". 4, 12-14: "Pero dejad en
tierra tocón y raíces con ataduras de hierro y bronce, entre la hierba del campo. Sea bañado
del rocío del cielo y comparta con las bestias la hierba de la tierra. Deje de ser su corazón
de hombre, désele un corazón de bestia y pasen por él siete tiempos. Es la sentencia dictada
por los Vigilantes, la cuestión decidida por los Santos, para que sepa todo ser viviente que
el Altísimo domina sobre el reino de los hombres: se lo da a quien le place y exalta al más
humilde de los hombres"». 4, 17-20: "Ese árbol que has visto, que se hizo grande y
corpulento, cuya altura llegaba hasta el cielo y que era visible en toda la tierra, que tenía
hermoso ramaje y abundante fruto, en el que había alimento para todos, bajo el cual se
cobijaban las bestias del campo y en cuyas ramas anidaban los pájaros del cielo, eres tú, oh
rey, que te has hecho grande y poderoso, cuya grandeza ha crecido y ha llegado hasta el
cielo, y cuyo dominio se extiende hasta los confines de la tierra. «En cuanto a lo que ha
visto el rey: un Vigilante, un santo que bajaba del cielo y decía: "Abatid el árbol, destruidlo,
pero el tocón y sus raíces dejadlos en tierra, con ataduras de hierro y bronce, entre la hierba
del campo, y sea bañado del rocío del cielo y comparta la suerte con las bestias del campo
hasta que hayan pasado por él siete tiempos". 4, 21-22: "Ésta es su interpretación, oh rey, y
el decreto del Altísimo que ha tocado a mi señor el rey: «Serás arrojado de entre los
hombres y con las bestias del campo morarás; hierba, como los bueyes, tendrás por comida,
y serás bañado del rocío del cielo; siete tiempos pasarán por ti, hasta que reconozcas que el
Altísimo". 4, 28-29: "Aún estaban estas palabras en la boca del rey, cuando una voz cayó
del cielo: «¡A ti se te habla, rey Nabucodonosor! La realeza se te ha ido. De entre los
hombres serás arrojado, con las bestias del campo morarás; hierba como los bueyes tendrás
por comida, y siete tiempos pasarán por ti, hasta que reconozcas que el Altísimo domina
sobre el reino de los hombres, y se lo da a quien le place»". 5, 21: "Fue expulsado de entre
los hombres y su corazón se hizo semejante al de las bestias; estuvo conviviendo con los
onagros; se alimentó de hierba como los bueyes, y su cuerpo fue bañado del rocío del cielo,
hasta que reconoció que el Dios Altísimo domina sobre el reino de los hombres y pone en
él a quien le place". 7, 2-3: "Daniel tomó la palabra y dijo: Contemplaba yo en mi visión
durante la noche lo siguiente: los cuatro vientos del cielo agitaron el mar grande, y cuatro
bestias enormes, diferentes todas entre sí, salieron del mar". 7, 5-7: "A continuación, otra
segunda bestia, semejante a un oso, levantada de un costado, con tres costillas en las
fauces, entre los dientes. Y se le decía: «Levántate, devora mucha carne.» Después, yo
seguía mirando y vi otra bestia como un leopardo con cuatro alas de ave en su dorso; la
bestia tenía cuatro cabezas, y se le dio el dominio. Después seguí mirando, en mis visiones
nocturnas, y vi una cuarta bestia, terrible, espantosa, extraordinariamente fuerte; tenía
enormes dientes de hierro; comía, trituraba, y lo sobrante lo pisoteaba con sus patas. Era
diferente de las bestias anteriores y tenía diez cuernos". 7, 11: "Miré entonces, atraído por
el ruido de las grandes cosas que decía el cuerno, y estuve mirando hasta que la bestia fue
muerta y su cuerpo destrozado y arrojado a la llama de fuego". , 7, 12: "A las otras bestias
se les quitó el dominio, si bien se les concedió una prolongación de vida durante un tiempo
y hora determinados". 7, 17-23: "Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que surgirán
de la tierra. Los que han de recibir el reino son los santos del Altísimo, que poseerán el
reino eternamente, por los siglos de los siglos». Después quise saber la verdad sobre la
cuarta bestia, que era diferente de las otras, extraordinariamente terrible, con dientes de
hierro y uñas de bronce, que comía, trituraba y pisoteaba con sus patas lo sobrante; y acerca
de los diez cuernos que había en su cabeza, y del otro cuerno que había despuntado, ante el
cual cayeron los tres primeros; y de este cuerno que tenía ojos y una boca que decía grandes
cosas, y cuyo aspecto era mayor que el de los otros. Yo contemplaba cómo este cuerno
hacía la guerra a los santos y los iba subyugando, hasta que vino el Anciano a hacer justicia
a los santos del Altísimo, y llegó el tiempo en que los santos poseyeron el reino. Él habló
así: «La cuarta bestia será un cuarto reino que habrá en la tierra, diferente de todos los
reinos. Devorará toda la tierra, la aplastará y la pulverizará". 8, 4: "Vi que el carnero
acometía contra el oeste, el norte y el sur. Ninguna bestia podía resistirle, nada podía
escapar a su poder. Hacía lo que le parecía y así se hizo grande".

Oseas 2, 14: "Arrasaré su viñedo y su higuera, de los que decía: «Ellos son mi salario, que
me han dado mis amantes»; en matorral los convertiré, y la bestia del campo los devorará".
2, 20: "Haré en su favor un pacto el día aquel con la bestia del campo, con el ave del cielo,
con el reptil del suelo; arco, espada y guerra los quebraré lejos de esta tierra, y haré que
ellos reposen en seguro". 4, 3: "Por eso, la tierra está en duelo, y se marchita cuanto en ella
habita, con las bestias del campo y las aves del cielo; y hasta los peces del mar
desaparecen". 13, 8: "Caeré sobre ellos como osa privada de sus cachorros, desgarraré las
telas de su corazón, los devoraré allí mismo cual leona, la bestia del campo los
despedazará".

Joel 1, 20: "Hasta las bestias del campo jadean tras de ti, porque están secas las corrientes
de agua, y el fuego ha devorado los pastizales del desierto". 2, 21-22: "No temas, suelo,
jubila y regocíjate, porque Yahveh hace grandezas. No temáis, bestias del campo, porque
ya reverdecen los pastizales del desierto, los árboles producen su fruto, la higuera y la vid
dan su riqueza".

Baruc 3, 16-18: "¿Dónde están los príncipes de las naciones, y los que dominan las bestias
de la tierra, los que juegan con las aves del cielo, los que atesoran la plata y el oro en que
confían los hombres, y cuyo afán de adquirir no tiene fin; los que labran la plata con
cuidado, mas no dejan rastro de sus obras?". 6, 67: "Las bestias valen más que ellos, porque
pueden, refugiándose bajo cubierto, ser útiles a sí mismas".

Jonás 3, 7: "Luego mandó pregonar y decir en Nínive: «Por mandato del rey y de sus
grandes, que hombres y bestias, ganado mayor y menor, no prueben bocado ni pasten ni
beban agua".

Malaquías 1, 14: "¡Maldito el tramposo que tiene macho en su rebaño, pero que promete
en voto y sacrifica al Señor bestia defectuosa! ¡Que yo soy un gran Rey, dice Yahveh
Sebaot, y mi Nombre es terrible entre las naciones!".

Miqueas 5, 7: "Será entonces el Resto de Jacob entre las naciones, en medio de pueblos
numerosos, como león entre las bestias de la selva, como leoncillo entre los rebaños de
ganado menor, que si pasa, pisotea, y si desgarra, no hay quien libre".

Sofonías 1, 2-3: ¡Voy a aventarlo todo de la haz de la tierra!, oráculo de Yahveh. Aventaré
hombres y bestias, aventaré aves del cielo y peces del mar, haré tropezar a los impíos;
extirparé a los hombres de sobre la haz de la tierra, oráculo de Yahveh".

Hechos 11, 5-9: "«Estaba yo en oración en la ciudad de Joppe y en éxtasis vi una visión:
una cosa así como un lienzo, atado por las cuatro puntas, que bajaba del cielo y llegó hasta
mí. Lo miré atentamente y vi en él los cuadrúpedos de la tierra, las bestias, los reptiles, y
las aves del cielo. Oí también una voz que me decía: "Pedro, levántate, sacrifica y come". Y
respondí: "De ninguna manera, Señor; pues jamás entró en mi boca nada profano ni
impuro." Me dijo por segunda vez la voz venida del cielo: "Lo que Dios ha purificado no lo
llames tú profano".

1 Corintios 15, 32: "Si por motivos humanos luché en Efeso contra las bestias ¿qué
provecho saqué? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana
moriremos."

Tito 1, 12: "Uno de ellos, profeta suyo, dijo: «Los cretenses son siempre mentirosos, malas
bestias, vientres perezosos»".

Apocalipsis 11, 7: "Cuando hayan terminado de dar testimonio, la Bestia que surja del
Abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará". 13, 1-4: "Y vi surgir del mar una
Bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas, y en sus cuernos diez diademas, y en sus
cabezas títulos blasfemos. La Bestia que vi se parecía a un leopardo, con las patas como de
oso, y las fauces como fauces de león : y el Dragón le dio su poder y su trono y gran
poderío. Una de sus cabezas parecía herida de muerte, pero su llaga mortal se le curó;
entonces la tierra entera siguió maravillada a la Bestia. Y se postraron ante el Dragón,
porque había dado el poderío a la Bestia , y se postraron ante la Bestia diciendo: «¿Quién
como la Bestia? ¿Y quién puede luchar contra ella?»". 13, 11-18: "Vi luego otra Bestia que
surgía de la tierra y tenía dos cuernos como de cordero, pero hablaba como una serpiente.
Ejerce todo el poder de la primera Bestia en servicio de ésta, haciendo que la tierra y sus
habitantes adoren a la primera Bestia, cuya herida mortal había sido curada. Realiza
grandes señales, hasta hacer bajar ante la gente fuego del cielo a la tierra; y seduce a los
habitantes de la tierra con las señales que le ha sido concedido obrar al servicio de la
Bestia, diciendo a los habitantes de la tierra que hagan una imagen en honor de la Bestia
que, teniendo la herida de la espada, revivió. Se le concedió infundir el aliento a la imagen
de la Bestia, de suerte que pudiera incluso hablar la imagen de la Bestia y hacer que fueran
exterminados cuantos no adoraran la imagen de la Bestia. Y hace que todos, pequeños y
grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se hagan una marca en la mano derecha o en la
frente, y que nadie pueda comprar nada ni vender, sino el que lleve la marca con el nombre
de la Bestia o con la cifra de su nombre. ¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule
la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666". 14, 9-11: "Un tercer
Angel les siguió, diciendo con fuerte voz: «Si alguno adora a la Bestia y a su imagen, y
acepta la marca en su frente o en su mano, tendrá que beber también del vino del furor de
Dios, que está preparado, puro, en la copa de su cólera. Será atormentado con fuego y
azufre, delante de los santos Angeles y delante del Cordero. Y la humareda de su tormento
se eleva por los siglos de los siglos; no hay reposo, ni de día ni de noche, para los que
adoran a la Bestia y a su imagen, ni para el que acepta la marca de su nombre»". 15, 2: "Vi
también como un mar de cristal mezclado de fuego, y a los que habían triunfado de la
Bestia y de su imagen y de la cifra de su nombre, de pie junto al mar de cristal, llevando las
cítaras de Dios". 16, 2: "El primero fue y derramó su copa sobre la tierra; y sobrevino una
úlcera maligna y perniciosa a los hombres que llevaban la marca de la Bestia y adoraban su
imagen". 16, 10-13: "El quinto derramó su copa sobre el trono de la Bestia; y quedó su
reino en tinieblas y los hombres se mordían la lengua de dolor. No obstante, blasfemaron
del Dios del cielo por sus dolores y por sus llagas, y no se arrepintieron de sus obras. El
sexto derramó su copa sobre el gran río Eufrates; y sus aguas se secaron para preparar el
camino a los reyes del Oriente. Y vi que de la boca del Dragón, de la boca de la Bestia y de
la boca del falso profeta, salían tres espíritus inmundos como ranas". 17, 3-17: "Me trasladó
en espíritu al desierto. Y vi una mujer, sentada sobre una Bestia de color escarlata, cubierta
de títulos blasfemos; la Bestia tenía siete cabezas y diez cuernos. La mujer estaba vestida
de púrpura y escarlata, resplandecía de oro, piedras preciosas y perlas; llevaba en su mano
una copa de oro llena de abominaciones, y también las impurezas de su prostitución, y en
su frente un nombre escrito - un misterio -: «La Gran Babilonia, la madre de las rameras y
de las abominaciones de la tierra». Y vi que la mujer se embriagaba con la sangre de los
santos y con la sangre de los mártires de Jesús. Y me asombré grandemente al verla; pero el
Angel me dijo: «¿Por qué te asombras? Voy a explicarte el misterio de la mujer y de la
Bestia que la lleva, la que tiene siete cabezas y diez cuernos. «La Bestia que has visto, era y
ya no es; y va a subir del Abismo pero camina hacia su destrucción. Los habitantes de la
tierra, cuyo nombre no fue inscrito desde la creación del mundo en el libro de la vida, se
maravillarán al ver que la Bestia era y ya no es, pero que reaparecerá. Aquí es donde se
requiere inteligencia, tener sabiduría. Las siete cabezas son siete colinas sobre las que se
asienta la mujer. «Son también siete reyes: cinco han caído, uno es, y el otro no ha llegado
aún. Y cuando llegue, habrá de durar poco tiempo. Y la Bestia, que era y ya no es, hace el
octavo, pero es uno de los siete; y camina hacia su destrucción. Los diez cuernos que has
visto son diez reyes que no han recibido aún el reino; pero recibirán con la Bestia la
potestad real, sólo por una hora. Están todos de acuerdo en entregar a la Bestia el poder y la
potestad que ellos tienen. Estos harán la guerra al Cordero, pero el Cordero, como es Señor
de Señores y Rey de Reyes, los vencerá en unión con los suyos, los llamados y elegidos y
fieles». Me dijo además: «Las aguas que has visto, donde está sentada la Ramera, son
pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. Y los diez cuernos que has visto y la Bestia,
van a aborrecer a la Ramera; la dejarán sola y desnuda, comerán sus carnes y la consumirán
por el fuego; porque Dios les ha inspirado la resolución de ejecutar su propio plan, y de
ponerse de acuerdo en entregar la soberanía que tienen a la Bestia hasta que se cumplan las
palabras de Dios". 18, 11-13: "Lloran y se lamentan por ella los mercaderes de la tierra,
porque nadie compra ya sus cargamentos: cargamentos de oro y plata, piedras preciosas y
perlas, lino y púrpura, seda y escarlata, toda clase de maderas olorosas y toda clase de
objetos de marfil, toda clase de objetos de madera preciosa, de bronce, de hierro y de
mármol; cinamomo, amomo, perfumes, mirra, incienso, vino, aceite, harina, trigo, bestias
de carga, ovejas, caballos y carros; esclavos y mercancía humana". 19, 19-20: "Vi entonces
a la Bestia y a los reyes de la tierra con sus ejércitos reunidos para entablar combate contra
el que iba montado en el caballo y contra su ejército. Pero la Bestia fue capturada, y con
ella el falso profeta - el que había realizado al servicio de la Bestia las señales con que
seducía a los que habían aceptado la marca de la Bestia y a los que adoraban su imagen -
los dos fueron arrojados vivos al lago del fuego que arde con azufre". 20, 4: "Luego vi unos
tronos, y se sentaron en ellos, y se les dio el poder de juzgar; vi también las almas de los
que fueron decapitados por el testimonio de Jesús y la Palabra de Dios, y a todos los que no
adoraron a la Bestia ni a su imagen, y no aceptaron la marca en su frente o en su mano;
revivieron y reinaron con Cristo mil años". 20, 10: "Y el Diablo, su seductor, fue arrojado
al lago de fuego y azufre, donde están también la Bestia y el falso profeta, y serán
atormentados día y noche por los siglos de los siglos".

BICHO (os):
Levítico 5, 2. 5-6: "Si uno toca cualquier cosa impura, sea el cadáver de una fiera impura, o
el de ganado impuro o el de un bicho impuro, y, aun sin darse cuenta, se hace así él mismo
impuro y culpable….., confesará aquello en que ha pecado, y como sacrificio de reparación
por el pecado cometido, llevará a Yahveh una hembra de ganado menor, oveja o cabra,
como sacrificio por el pecado. Y el sacerdote hará por él expiación de su pecado". 11, 20:
"Será abominable para vosotros todo bicho alado que anda sobre cuatro patas". 11, 21: "De
todos los bichos alados que andan sobre cuatro patas, podréis comer aquellos que además
de sus cuatro patas tienen zancas para saltar con ellas sobre el suelo". 11, 22-23: "De ellos
podréis comer: la langosta en sus diversas especies y toda clase de solam, de jargol y de
jagab. Cualquier otro bicho alado de cuatro patas será para vosotros abominable". 11, 29-
31: "De entre los bichos pequeños que andan arrastrándose por el suelo serán impuros para
vosotros: la comadreja, el ratón el lagarto en sus diversas especies, el erizo, el cocodrilo, el
camaleón, la salamandra y el topo. Entre todos los bichos, éstos serán impuros para
vosotros. Todo el que toque su cadáver quedará impuro hasta la tarde". 11, 41-43: "Todo
bicho que anda arrastrándose sobre la tierra es cosa abominable; no se podrá comer. No
comeréis ningún animal de los que caminan sobre su vientre o sobre cuatro patas o sobre
muchos pies, es decir, ningún bicho que se arrastra por el suelo, porque son abominación.
No os hagáis inmundos con ninguna clase de bicho que se arrastra, ni os hagáis impuros
con ellos, para que no os contaminéis por su causa". 11, 44: "Porque yo soy Yahveh,
vuestro Dios; santificaos y sed santos, pues yo soy santo. No os haréis impuros con ninguno
de esos bichos que se arrastran por el suelo". 22, 4-7: "Ningún descendiente de Aarón, que
sea leproso o padezca flujo comerá de las cosas sagradas hasta que se purifique. El que
toque lo que es impuro por un cadáver, o el que haya tenido un derrame seminal, o el que
haya tocado un bicho que le ha hecho impuro o a un hombre que le ha hecho impuro con
cualquier clase de impureza; quien toque estas cosas, quedará impuro hasta la tarde, y no
comerá de las cosas sagradas, sino que lavará su cuerpo con agua; puesto el sol, quedará
limpio y podrá luego comer de las cosas sagradas, pues son su alimento".

Deuteronomio 14, 19: "Tendréis por impuro todo bicho alado, no lo comeréis".

Sabiduría 11, 15-16: "Por sus locos e inicuos pensamientos por los que, extraviados,
adoraban reptiles sin razón y bichos despreciables, les enviaste en castigo muchedumbre de
animales sin razón, para que aprendiesen que, por donde uno peca, por allí es castigado".
15, 18-19: "Adoran, además, a los bichos más repugnantes que en estupidez superan a
todos los demás; ni siquiera poseen la belleza de los animales que, a su modo, cautiva al
contemplarlos; están excluidos de la aprobación de Dios y de su bendición". 16, 1-3: "Por
eso, mediante seres semejantes, fueron justamente castigados; una multitud de bichos les
sometieron a tormento. En vez de tal castigo, concediste favores a tu pueblo: para satisfacer
su voraz apetito, les preparaste como alimento un manjar exquisito: codornices; para que
aquéllos, aun ansiando el alimento, por el asqueroso aspecto de los bichos que les enviabas,
hasta el apetito natural perdiesen, y éstos, pasadas unas breves privaciones, viniesen a
gustar manjares exquisitos". 16, 8-10: "De este modo convenciste a nuestros enemigos de
que tú eres el que libras de todo mal: a ellos picaduras de langostas y moscas los mataban, -
y bien merecían que bichos tales los castigasen - sin que remedio hallaran para su vida; a
tus hijos, en cambio, ni dientes de serpientes venenosas los vencieron, pues vino tu
misericordia en su socorro y los sanó". 17, 7-10: "Los artificios de la magia resultaron
ineficaces; con gran afrenta quedó refutado su pretendido saber, pues los que prometían
expulsar miedos y sobresaltos de las almas enloquecidas, enloquecían ellos mismos con
ridículos temores. Incluso cuando otro espanto no les atemorizara, sobresaltados por el paso
de los bichos y el silbido de los reptiles, se morían de miedo, y rehusaban mirar aquel aire
que de ninguna manera podían evitar".

BORRICO (os, a, as) BORRIQUILLO (os, a, as). (Véase burro):

Génesis 49, 10-12: “No se irá de Judá el báculo, el bastón de mando de entre tus piernas,
hasta tanto que se le traiga el tributo y a quien rindan homenaje las naciones; el que ata a la
vid su borriquillo y a la cepa el pollino de su asna; lava en vino su vestimenta, y en sangre
de uvas su sayo; el de los ojos encandilados de vino, el de los dientes blancos de leche”. 49,
14-15: “Isacar es un borrico corpulento echado entre las aguaderas. Aunque ve que el
reposo es bueno, y que el suelo es agradable, ofrece su lomo a la carga y termina
sometiéndose al trabajo”.

Jeremías 22, 19: “El entierro de un borrico será el suyo: arrastrarlo y tirarlo fuera de las
puertas de Jerusalén”.

Juan 12, 13-15: “Para la fiesta, de que Jesús se dirigía a Jerusalén, tomaron ramas de
palmera y salieron a su encuentro gritando: «¡ Hosanna!. ¡Bendito el que viene en nombre
del Señor, y el Rey de Israel!» Jesús, habiendo encontrado un borriquillo, se montó en él,
según está escrito: “No temas, hija de Sión; mira que viene tu Rey montado en un pollino
de asna”.

BUEY (es):
Génesis 32, 4-6: “Jacob envió mensajeros por delante hacia su hermano Esaú, al país de
Seír, la estepa de Edom, encargándoles: «Diréis a mi señor Esaú: Así dice tu siervo Jacob:
Fui a pasar una temporada con Labán, y me he demorado hasta hoy. Me hice con bueyes,
asnos, ovejas, siervos y siervas; y ahora mando a avisar a mi señor, para hallar gracia a sus
ojos»”.

Éxodo 20, 17: “No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni
su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo»”. 20, 24:
“Hazme un altar de tierra para ofrecer sobre él tus holocaustos y tus sacrificios de
comunión, tus ovejas y tus bueyes. En todo lugar donde haga yo memorable mi nombre,
vendré a ti y te bendeciré”. 21, 28-37: “Si un buey acornea a un hombre o a una mujer, y le
causa la muerte, el buey será apedreado, y no se comerá su carne, pero el dueño del buey
quedará exculpado. Mas si el buey acorneaba ya desde tiempo atrás, y su dueño, aun
advertido, no le vigiló, y ese buey mata a un hombre o a una mujer, el buey será apedreado,
y también su dueño morirá. Si se le impone un precio por ello, dará en rescate de su vida
cuanto le impongan. Si acornea a un muchacho o a una muchacha, se seguirá esta misma
norma. Si el buey acornea a un siervo o a una sierva, se pagarán treinta siclos de plata al
dueño de ellos, y el buey será apedreado. Si un hombre deja abierto un pozo, o si cava un
pozo y no lo tapa, y cae en él un buey o un asno, el propietario del pozo pagará al dueño de
ellos el precio en dinero, y el animal muerto será suyo. Si el buey de uno acornea al buey de
otro, causándole la muerte, venderán el buey vivo y se repartirán el precio, repartiendo
igualmente el buey muerto. Pero si era notorio que el buey acorneaba desde tiempo atrás, y
su dueño no le vigiló, pagará buey por buey y el buey muerto será suyo. Si un hombre roba
un buey o una oveja, y los mata o vende, pagará cinco bueyes por el buey, y cuatro ovejas
por la oveja. 22, 1-14: “Si el ladrón, sorprendido al perforar la pared, es herido
mortalmente, no habrá venganza de sangre. Mas si esto sucede salido ya el sol, su sangre
será vengada. - Debe restituir; si no tiene con qué, será vendido para restituir por su robo. Si
lo robado, sea buey, asno u oveja, fuere hallado vivo en su poder, restituirá el doble..... En
todo caso delictivo, ya se trate de buey, asno, oveja, ropa o de cualquier cosa desaparecida,
de la que uno diga: «Es esto», la causa de ambos. Si un hombre entrega a otro un asno,
buey, oveja, o cualquier otro animal para su custodia, y éstos mueren o sufren daño o son
robados sin que nadie lo vea, mediará entre los dos el juramento de Yahveh para atestiguar
que el depositario no ha puesto su mano sobre la hacienda de su prójimo; el dueño tomará
lo que quede y el otro no tendrá que restituir. Pero si el animal le ha sido robado estando él
cerca, restituirá a su dueño. Si el animal ha sido despedazado, que traiga como testimonio
los despojos y no tendrá que restituir. Si un hombre pide a otro que le preste un ganado y
éste sufre un daño o muere, en ausencia de su dueño, tendrá que restituir. Si estaba presente
su dueño, nada se restituirá. Si lo había alquilado, el dueño recibirá el precio del alquiler.”
23, 4: “Si encuentras el buey de tu enemigo o su asno extraviado, se lo llevarás”. 23, 12:
“Seis días harás tus trabajos, y el séptimo descansarás, para que reposen tu buey y tu asno,
y tengan un respiro el hijo de tu sierva y el forastero”. 34, 1-3: “Dijo Yahveh a Moisés.
«Labra dos tablas de piedra como las primeras, sube donde mí, al monte y yo escribiré en
las tablas las palabras que había en las primeras tablas que rompiste. Prepárate para subir
mañana temprano al monte Sinaí; allí en la cumbre del monte te presentarás a mí. Que
nadie suba contigo, ni aparezca nadie en todo el monte. Ni oveja ni buey paste en el
monte»”.

Levítico 7, 22-23: “Habló Yahveh a Moisés, diciendo: Habla a los israelitas y diles: No
comeréis sebo de buey, ni de cordero ni de cabra”. 17, 1-4: “Yahveh habló a Moisés,
diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos, y a todos los israelitas, y diles: Esta es la orden que
ha dado Yahveh: Cualquier hombre de la casa de Israel que inmole buey, oveja o cabra
dentro del campamento, o fuera del mismo, sin llevarlos a la entrada de la Tienda del
Encuentro, para presentarlos como ofrenda a Yahveh ante la Morada de Yahveh, será
considerado reo de sangre. Tal hombre ha derramado sangre y será exterminado de en
medio de su pueblo”. 22, 18-20: “Habla a Aarón y a sus hijos, y a todos los israelitas y
diles: Si alguno de la casa de Israel, o de los forasteros residentes en Israel, en
cumplimiento de un voto, o como ofrenda voluntaria, presenta una ofrenda que como
holocausto ofrece a Yahveh para que os alcance favor, la víctima habrá de ser macho, sin
defecto, buey, oveja o cabra. No ofrezcáis nada defectuoso, pues no os sería aceptado”. 22,
22-24: “No presentaréis ante Yahveh animal ciego, quebrado, mutilado, ulcerado, sarnoso o
ruin; de ellos nada pondréis en el altar como manjar que se abrasa para Yahveh. Si es buey
u oveja desproporcionado o enano, podréis presentarlo como ofrenda voluntaria, pero no
será aceptado en cumplimiento de voto. No ofreceréis a Yahveh animal que tenga los
testículos aplastados, majados, arrancados o cortados”.

Números 7, 3: “Pusieron su ofrenda delante de Yahveh: seis carretas cubiertas y doce


bueyes: una carreta por cada dos principales y un buey por cada uno”. 7, 6-8: “Moisés
recibió las carretas y los bueyes y se los dio a los levitas: dos carretas y cuatro bueyes dio a
los hijos de Guersón, según sus servicios; cuatro carretas y ocho bueyes a los hijos de
Merarí, según los servicios que desempeñaban a las órdenes de Itamar, hijo del sacerdote
Aarón”. 7, 13-17: “Su ofrenda consistía en una fuente de plata de ciento treinta siclos de
peso, un acetre de plata de setenta siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de
harina amasada con aceite, para la oblación; una naveta de oro de diez siclos, llena de
incienso; un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto; un chivo para el
sacrificio por el pecado; y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco
machos cabríos y cinco corderos de un año. Esa fue la ofrenda de Najson, hijo de
Aminadab”. 7, 18-23: “El segundo día ofreció su ofrenda Natanael, hijo de Suar, principal
de Isacar. Su ofrenda consistía en…. dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y
cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Natanael, hijo de Suar”. 7, 24-29: “El tercer
día, el principal de los hijos de Zabulón, Eliab, hijo de Jelón. Su ofrenda consistía en…. dos
bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la
ofrenda de Eliab, hijo de Jelón”. 7, 30-35: “El día cuarto, el principal de los hijos de Rubén,
Elisur, hijo de Sedeur. Su ofrenda consistía en…. dos bueyes, cinco carneros, cinco machos
cabríos, cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Elisur, hijo de Sedeur”. 7, 36-41:
“El día quinto, el principal de los hijos de Simeón, Selumiel, hijo de Surisadday. Su ofrenda
consistía en…. dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un
año. Ésa fue la ofrenda de Selumiel, hijo de Surisadday”. 7, 42-47: “El día sexto, el
principal de los hijos de Gad, Elyasaf, hijo de Reuel. Su ofrenda consistía en…. dos bueyes,
cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de
Elyasaf, hijo de Reuel”. 7, 48-53: “El día séptimo, el principal de los hijos de Efraím,
Elisamá, hijo de Ammihud. Su ofrenda consistía en…. dos bueyes, cinco carneros, cinco
machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Elisamá, hijo de
Ammihud”. 7, 54-59: “El día octavo, el principal de los hijos de Manasés, Gamaliel, hijo de
Pedahsur. Su ofrenda consistía en…. dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y
cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Gamaliel, hijo de Pedahsur”. 7, 60-65: “El
día nono, el principal de los hijos de Benjamín, Abidán, hijo de Guideoní. Su ofrenda
consistía en…. dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un
año. Ésa fue la ofrenda de Abidán, hijo de Guideoní”. 7, 66-71: “El día décimo, el principal
de los hijos de Dan, Ajiézer, hijo de Ammisadday. Su ofrenda consistía en…. dos bueyes,
cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de
Ajiézer, hijo de Ammisadday”. 7, 72-77: “El día undécimo, el principal de los hijos de
Aser, Paguiel, hijo de Okrán. Su ofrenda consistía en…. dos bueyes, cinco carneros, cinco
machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Paguiel, hijo de Okrán”.
7, 78-83: “El día duodécimo, el principal de los hijos de Neftalí, Ajirá, hijo de Enán. Su
ofrenda consistía en…. dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos
de un año. Esa fue la ofrenda de Ajirá, hijo de Enán”. 11, 21-23: “Moisés respondió: «El
pueblo en que estoy cuenta seiscientos mil de a pie, ¿y tú dices que les darás carne para
comer un mes entero? Aunque se mataran para ellos rebaños de ovejas y bueyes, ¿bastaría
acaso? Aunque se juntaran todos los peces del mar ¿habría suficiente?» Pero Yahveh
respondió a Moisés: «¿Es acaso corta la mano de Yahveh? Ahora vas a ver si vale mi
palabra o no»”. 15, 1-3: “Habló Yahveh a Moisés y le dijo: «Habla a los israelitas y diles:
Cuando entréis en la tierra que yo os daré por morada, y ofrezcáis manjares abrasados a
Yahveh en holocausto o sacrificio, para cumplir un voto, o como ofrenda voluntaria o con
ocasión de vuestras fiestas, ofreciendo así, de vuestros bueyes u ovejas, calmante aroma
para Yahveh…”. 22, 2-4: “Vio Balaq, hijo de Sippor, todo lo que había hecho Israel con los
amorreos y se estremeció Moab ante pueblo, pues era muy numeroso. Tuvo miedo Moab de
los israelitas y dijo a los ancianos de Madián: «Ahora veréis cómo esa multitud va a
devastarlo todo a nuestro alrededor, como devasta el buey la hierba del campo»”. 23, 28:
“Reservarás para Yahveh, de la parte de los combatientes que fueron a la guerra, uno por
cada quinientos, sean hombres, bueyes, asnos u ovejas”. 31, 30: “Y de la mitad de los
israelitas, uno por cada cincuenta, sean hombres, bueyes, asnos u ovejas, cualquier clase de
bestias, y se lo darás a los levitas, que están encargados del ministerio de la Morada de
Yahveh”.

Deuteronomio 5, 13-14: “Seis días trabajarás y harás todas tus tareas, pero el día séptimo
es día de descanso para Yahveh tu Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija,
ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ninguna de tus bestias, ni el forastero que
vive en tus ciudades; de modo que puedan descansar, como tú, tu siervo, y tu sierva”. 5, 21:
“«No desearás la mujer de tu prójimo, no codiciarás su casa, su campo, su siervo o su
sierva, su buey o su asno: nada que sea de tu prójimo»”. 14, 4-5: “Estos son los animales
que podréis comer: buey, carnero, cabra, ciervo, gacela, gamo, cabra montés, antílope,
búfalo, gamuza”. 22, 4: “Si ves caído en el camino el asno o el buey de tu hermano, no te
desentenderás de ellos, sino que le ayudarás a levantarlos”. 22, 10: “No ararás con un buey
y una asna juntos”. 25, 4: “No pondrás bozal al buey que trilla”. 28, 31: “Si desoyes la voz
de Yahveh...., tu buey será degollado a tus propios ojos, y no podrás comer de él; tu asno
será robado en tu presencia, y no se te devolverá; tus ovejas serán entregadas a tus
enemigos, y no habrá quien te salve”.

Josué 6, 21: “Consagraron al anatema todo lo que había en la ciudad, (de Jericó) hombres y
mujeres, jóvenes y viejos, bueyes, ovejas y asnos, a filo de espada”.

Jueces 4, 31: “Después de él vino Samgar, hijo de Anat. Derrotó a los filisteos, que eran
seiscientos hombres, con una aguijada de bueyes; él también salvó a Israel”. 6, 3-5:
“Cuando sembraba Israel, venía Madián, con Amalec y los hijos de Oriente: subían contra
Israel, acampaban en sus tierras y devastaban los productos de la tierra hasta la entrada de
Gaza. No dejaban víveres en Israel: ni ovejas, ni bueyes, ni asnos, porque subían numerosos
como langostas, con sus ganados y sus tiendas”.

1 Samuel 8, 16: “El Rey que se os nombrará tomará vuestros criados y criadas, y vuestros
mejores bueyes y asnos y les hará trabajar para él”. 11, 5-7: “He aquí que venía Saúl del
campo detrás de los bueyes y dijo:«¿Qué tiene el pueblo que esta llorando?», y le contaron
las palabras de los de Yabés. Invadió a Saúl el espíritu de Dios en oyendo estas palabras, y
se irritó sobremanera. Y tomando una yunta de bueyes los despedazó y los repartió por todo
el territorio de Israel por medio de mensajeros, diciendo: «Así se hará con los bueyes del
que no salga detrás de Saúl». Y el temor de Yahveh cayó sobre el pueblo, y salieron como
un solo hombre”. 12, 3: “Aquí me tenéis. Atestiguad contra mí delante de Yahveh y delante
de su ungido. ¿De quién he tomado yo el buey o de quién he tomado el asno? ¿A quién he
atropellado u oprimido? ¿Quién me ha sobornado para que cerrara los ojos? Yo os lo
restituiré»”. 14, 31-32: “Aquel día fueron batidos los filisteos desde Mikmás hasta Ayyalón
y la gente quedó extenuada. La tropa se arrojó sobre el botín y tomando ganado menor,
bueyes y terneros, los inmoló sobre el suelo y lo comieron con la sangre”. 14, 34: “Dijo
Saúl: «Repartíos entre el pueblo y decidles: que cada uno traiga su buey o su carnero; los
inmolaréis aquí y comeréis, sin pecar contra Yahveh por comerlo con sangre». Todos los
hombres llevaron cada cual lo que tenía aquella noche y lo inmolaron allí”. 15, 3: “Samuel
dijo a Saúl: “Ahora, vete y castiga a Amalec, consagrándolo al anatema con todo lo que
posee, no tengas compasión de él, mata hombres y mujeres, niños y lactantes, bueyes y
ovejas, camellos y asnos»”.22, 19: “Saúl pasó a filo de espada a Nob, la ciudad de los
sacerdotes, hombres, mujeres, niños y lactantes, bueyes, asnos y ovejas, todos a cuchillo”.
27, 9: “Devastaba David la tierra y no dejaba con vida hombre ni mujer; se apoderaba de
las ovejas y bueyes, asnos y camellos y vestidos, y se volvía para llevarlos a Akís”.

2 Samuel 6, 6: “Al llegar a la era de Nakón, extendió Uzzá la mano hacia el arca de Dios y
la sujetó porque los bueyes amenazaban volcarla”. 6, 12-14: “Se hizo saber al rey David:
«Yahveh ha bendecido la casa de Obededom y todas sus cosas a causa del arca de Dios».
Fue David e hizo subir el arca de Dios de casa de Obededom a la Ciudad de David, con
gran alborozo. Cada seis pasos que avanzaban los portadores del arca de Yahveh,
sacrificaba un buey y un carnero cebado. David danzaba y giraba con todas sus fuerzas ante
Yahveh, ceñido de un efod de lino”. 12. 1-5: “Envió Yahveh a Natán donde David, y
llegando a él le dijo: «Había dos hombres en una ciudad, el uno era rico y el otro era pobre.
El rico tenía ovejas y bueyes en gran abundancia; el pobre no tenía más que una corderilla,
sólo una, pequeña, que había comprado. Él la alimentaba y ella iba creciendo con él y sus
hijos, comiendo su pan, bebiendo en su copa, durmiendo en su seno igual que una hija.
Vino un visitante donde el hombre rico, y dándole pena tomar su ganado lanar y vacuno
para dar de comer a aquel hombre llegado a su casa, tomó la ovejita del pobre, y dio de
comer al viajero llegado a su casa». David se encendió en gran cólera contra aquel hombre
y dijo a Natán: «¡Vive Yahveh! que merece la muerte el hombre que tal hizo”. 24, 22:
“Arauná dijo a David: «Que el rey mi señor tome y ofrezca lo que bien le parezca. Mira los
bueyes para el holocausto, los trillos y los yugos de los bueyes para leña”. 24, 24: “Pero el
rey dijo a Arauná: «No; quiero comprártelo por su precio, no quiero ofrecer a Yahveh mi
Dios holocaustos de balde». Y David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de
plata”.

1 Reyes 1, 9-10: “Adonías hizo un sacrificio de ovejas, bueyes y vacas cebadas en la Piedra
de Zojélet, que está junto a la fuente de Roguel, e invitó a todos sus hermanos, los hijos del
rey, y a todos los hombres de Judá, servidores del rey, pero no invitó al profeta Natán ni a
Benaías ni a los valientes ni a Salomón su hermano”. 1, 18-19: “Pero ahora es Adonías el
que se hace el rey, sin que tú, mi señor el rey lo sepas. Ha sacrificado bueyes, vacas
cebadas y ovejas en abundancia, invitando todos los hijos del rey, al sacerdote Abiatar y a
Joab, jefe del ejército, pero no ha invitado a tu siervo Salomón”. 1, 24-25: “Dijo Natán:
«Rey mi señor: ¿es que tú has dicho: "Adonías reinará después de mí y él será el que se
siente sobre mi trono?" Porque ha bajado hoy a sacrificar bueyes, vacas cebadas y ovejas en
abundancia, invitando a todos los hijos del rey, a los jefes del ejército y al sacerdote
Abiatar; están ahora comiendo y bebiendo en su presencia y gritan: "¡Que viva el rey
Adonías!."”. 5, 2-3: “Los víveres de Salomón eran treinta cargas de flor de harina y sesenta
cargas de harina cada día, diez bueyes cebados y veinte bueyes de pasto, cien cabezas de
ganado menor, aparte los ciervos y gacelas, gamos y las aves cebadas”. 7, 23-26: “Hizo el
Mar de metal fundido que tenía diez codos de borde a borde; era enteramente redondo, y de
cinco codos de altura; un cordón de treinta codos medía su contorno. Debajo del borde
había calabazas todo en derredor; daban vuelta al Mar a largo de treinta codos; había dos
filas de calabazas fundidas en una sola pieza. Se apoyaba sobre doce bueyes, tres mirando
al Norte, tres mirando al Oeste, tres mirando al Sur y tres mirando al Este; el Mar estaba
sobre ellos, quedando sus partes traseras hacia el interior. Su espesor era de un palmo y su
borde era como el borde del cáliz de la flor de la azucena. Contenía 2.000 medidas”. 7, 28-
29: “Las basas estaban hechas así: tenían paneles y los paneles estaban entre listones. Sobre
el panel que estaba entre los listones había leones, bueyes y querubines. Lo mismo sobre
los listones. Por encima y por debajo de los leones y de los toros había volutas...”. 7, 44-45:
“el Mar y los doce bueyes debajo del Mar; los ceniceros, las paletas y los acetres. Todos
estos objetos que hizo Jiram al rey Salomón para la Casa de Yahveh eran de bronce
bruñido”. 8, 2-5: “Se reunieron junto al rey Salomón todos los hombres de Israel, en el mes
de Etanim, (que es el mes séptimo) en la fiesta, y los sacerdotes llevaron el arca, y la
Tienda del Encuentro, con todos los objetos sagrados que había en la Tienda. El rey
Salomón y todo Israel con él sacrificaron ante el arca ovejas y bueyes en número
incalculable e innumerable”. 8, 63: “Salomón sacrificó, como sacrificios de comunión que
ofreció en sacrificio a Yahveh, veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas; así
inauguraron la Casa de Yahveh el rey y todos los hijos de Israel”. 20, 20-21: “Eliseo
abandonó los bueyes, corrió tras de Elías y le dijo: «Déjame ir a besar a mi padre y a mi
madre y te seguiré». Le respondió: «Anda, vuélvete, pues ¿qué te he hecho?» Volvió atrás
Eliseo, tomó el par de bueyes y los sacrificó, asó su carne con el yugo de los bueyes y dio a
sus gentes, que comieron. Después se levantó, se fue tras de Elías y entró a su servicio”.

2 Reyes. 5, 25-26: “Cuando Guejazí llegó y se presentó a su señor, Eliseo le dijo: «¿De
dónde vienes Guejazí?» Respondió él: «Tu siervo no ha ido ni aquí ni allá». Le replicó:
«¿No iba contigo mi corazón cuando un hombre saltó de su carro a tu encuentro? Ahora has
recibido plata y puedes adquirir jardines, olivares y viñas, rebaños de ovejas y bueyes,
siervos y siervas”. 16, 17: “El rey Ajaz desmontó los paneles de las basas, quitó de encima
de ellos la jofaina; hizo bajar el Mar de bronce de sobre los bueyes que estaban debajo de él
y lo colocó sobre un solado de piedra”.

1 Crónicas. 12, 41: “Además, los que estaban cerca y hasta de Isacar, Zabulón y Neftalí
traían víveres en asnos, camellos, mulos y bueyes; provisiones de harina, tortas de higos y
pasas, vino, aceite, ganado mayor y menor en abundancia; pues reinaba la alegría en
Israel”. 13, 9-10: “Al llegar a la era de Kidón, extendió Uzzá su mano para sostener el arca,
porque los bueyes amenazaban volcarla. Se encendió contra Uzzá la ira de Yahveh y le
hirió por haber extendido su mano hacia el arca; y Uzzá murió allí delante de Dios”. 21, 22-
23: “Dijo David a Ornán: «Dame el sitio de esta era para erigir en él un altar a Yahveh -
dámelo por su justo valor en plata- para que la plaga se retire del pueblo». Respondió
Ornán a David: «Tómalo, y haga mi señor el rey lo que bien le parezca. Mira que te doy los
bueyes para holocaustos, los trillos para leña y el trigo para la ofrenda; todo te lo doy»”.

2 Crónicas. 4, 2-4: “Hizo el Mar de metal fundido, de diez codos de borde a borde. Era
enteramente redondo y de cinco codos de alto. Un cordón de treinta codos medía su
contorno. Debajo del borde había en todo el contorno unas como figuras de bueyes, diez
por cada codo, colocadas en dos órdenes, fundidas en una sola masa. Se apoyaba sobre
doce bueyes; tres mirando al norte, tres mirando al oeste, tres mirando al sur y tres mirando
al este. El Mar estaba sobre ellos, quedando sus partes traseras hacia el interior”. 4, 12-17:
“Las dos columnas; las molduras de los capiteles que coronaban las columnas; los dos
trenzados para cubrir las dos molduras de los capiteles que estaban sobre las columnas; las
cuatrocientas granadas para cada trenzado; las diez basas, y las diez pilas sobre las basas; el
Mar con los doce bueyes debajo de él; los ceniceros, las paletas y los acetres. Todos estos
utensilios los hizo Juram Abí para el rey Salomón, para la Casa de Yahveh, de bronce
bruñido. El rey los hizo fundir en la vega del Jordán, en el mismo suelo, entre Sukkot y
Seredá”. 5, 6: “El rey Salomón, con toda la comunidad de Israel que se había reunido en
torno a él, sacrificaron ante el arca ovejas y bueyes en incalculable e innumerable
abundancia”. 7, 5: “El rey Salomón ofreció en sacrificio veintidós mil bueyes y ciento
veinte mil ovejas. Así inauguraron la Casa de Dios el rey y todo el pueblo”. 15, 11: “Aquel
día ofrecieron a Yahveh sacrificios del botín que habían traído: setecientos bueyes y siete
mil ovejas”. 18, 1-2: “Josafat tuvo grandes riquezas y honores; emparentó con Ajab, y al
cabo de algunos años bajó a visitarle a Samaría. Ajab sacrificó gran número de ovejas y de
bueyes para él y la gente que le acompañaba; y le incitó a que subiese con él contra Ramot
de Galaad”. 29, 32-33: “El número de los holocaustos ofrecidos por la asamblea fue de
setenta bueyes; cien carneros y doscientos corderos; todos ellos en holocausto a Yahveh. Se
consagraron también seiscientos bueyes y tres mil ovejas”. 35, 7-9. 12: “Josías reservó para
la gente del pueblo ganado menor, así corderos como cabritos, en número de treinta mil,
todos ellos como víctimas pascuales para cuantos se hallaban presentes, y tres mil bueyes.
Todo ello de la hacienda del rey. También sus jefes reservaron ofrendas voluntarias para el
pueblo, los sacerdotes y los levitas. Jilquías, Zacarías y Yejiel, intendentes de la Casa de
Dios, dieron a los sacerdotes, como víctimas pascuales, dos mil seiscientas ovejas y
trescientos bueyes. Konanías, Semaías y Natanael, su hermano, y Jasabías, Yeiel y
Yozabad, jefes de los levitas, reservaron para los levitas cinco mil corderos pascuales y
quinientos bueyes. Y apartaban lo destinado al holocausto para darlo a las secciones de las
casas paternas de los hijos del pueblo, a fin de que lo ofreciesen a Yahveh conforme a lo
escrito en el libro de Moisés. Lo mismo se hizo con los bueyes”.

Tobías. 8, 19: “Tobías mandó a su mujer cocer una gran hornada; y él fue al establo, tomó
dos bueyes y cuatro carneros y ordenó que los aderezaran. Y comenzaron los preparativos”.
10, 10: “10 Entonces Ragüel se levantó y entregó a Tobías su mujer Sara y la mitad de
todos sus bienes, criados, criadas, bueyes y carneros, asnos y camellos, vestidos, plata y
utensilios, y los dejó partir gozosos”.

Judit. 2, 17: “Holofernes tomó una gran cantidad de camellos, asnos y mulas para el bagaje
e incontable número de ovejas, bueyes y cabras para el avituallamiento”. 2, 26-27: “Cercó a
todos los madianitas, incendió sus tiendas y saqueó sus aduares; descendió hacia la llanura
de Damasco, al tiempo de la siega del trigo, incendió todos sus cultivos, exterminó sus
rebaños de ovejas y bueyes, saqueó sus ciudades, devastó sus campos y pasó a cuchillo a
todos sus jóvenes”. 3, 1-3: “Entonces le enviaron mensajeros para decirle en son de paz:
«Nosotros, siervos del gran rey Nabucodonosor, nos postramos ante ti. Trátanos como
mejor te parezca. Nuestras granjas y todo nuestro territorio, nuestros campos de trigo, los
rebaños de ovejas y bueyes, todas las majadas de nuestros campamentos, están a tu
disposición. Haz con ellos lo que quieras”.
Job. 1, 3: “Le habían nacido siete hijos y tres hijas. Tenía también siete mil ovejas, tres mil
camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas y una servidumbre muy numerosa.
Este hombre era, pues, el más grande de todos los hijos de Oriente”. 1, 14-15: “Vino un
mensajero donde Job y le dijo: «Tus bueyes estaban arando y las asnas pastando cerca de
ellos; de pronto irrumpieron los sabeos y se los llevaron, y a los criados los pasaron a
cuchillo. Sólo yo pude escapar para traerte la noticia»”. 6, 5: “¿Rozna el onagro junto a la
hierba verde? ¿muge el buey junto al forraje?”. 24, 3: “Se llevan el asno de los huérfanos,
toman en prenda el buey de la viuda”. 39, 9-11: “¿Querrá acaso servirte el buey salvaje,
pasar la noche junto a tu pesebre? ¿Atarás a su cuello la coyunda? ¿Rastrillará los surcos
tras de ti? ¿Puedes fiarte de él por su gran fuerza? ¿Le confiarás tu menester?”. 40, 15:
“Mira a Behemot, criatura mía, como tú. Se alimenta de hierba como el buey”. 42, 12-13:
“Yahveh bendijo la nueva situación de Job más aún que la antigua: llegó a poseer catorce
mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. Tuvo además siete hijos y
tres hijas”.

Salmos 8, 6-10: “Apenas inferior a un dios hiciste al hombre, coronándole de gloria y de


esplendor; le hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies:
ovejas y bueyes, todos juntos, y aun las bestias del campo, y las aves del cielo, y los peces
del mar, que surcan las sendas de las aguas. ¡Oh Yahveh, Señor nuestro, qué glorioso tu
nombre por toda la tierra!”. 66, 15: “Te ofreceré pingües holocaustos; con el sahumerio de
carneros, sacrificaré bueyes y cabritos”. 106, 19-20: “En Horeb se fabricaron un becerro, se
postraron ante un metal fundido, y cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come
hierba”.

Proverbios 7, 21-23: “El muchacho necio se fue tras la mujer ajena. Con sus muchas artes
lo sedujo, lo rindió con el halago de sus labios. Se fue tras ella en seguida, como buey al
matadero, como el ciervo atrapado en el cepo, hasta que una flecha le atravesó el hígado;
como pájaro que se precipita en la red, sin saber que le va en ello la vida”. 14, 4: “Donde no
hay bueyes, pesebre vacío; cosecha abundante con la fuerza del toro”. 15, 17: “Más vale un
plato de legumbres, con cariño, que un buey cebado, con odio”.

Sirácida 25, 8-9: “Feliz quien vive con mujer juiciosa, quien no ara con un buey y un asno,
quien no se desliza con su lengua, quien no sirve a amo indigno de él; feliz quien ha
encontrado la prudencia, y quien la expone a oídos que escuchan”. 38, 25: “¿Cómo va a
hacerse sabio el que empuña el arado, y se gloría de tener por lanza el aguijón, el que
conduce bueyes, los arrea en sus trabajos y no sabe hablar más que de novillos?”

Isaías 1, 3: “Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce,


mi pueblo no discierne»”. 7, 24-25: “Con flechas y arco se entrará allí, pues zarza y abrojo
será toda la tierra, y en ninguno de los montes que se desbrozan con la azada se podrá
entrar por temor de las zarzas y abrojos; será dehesa de bueyes y pastizal de ovejas»”. 11,
6-8: “Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y
el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá. La vaca y la osa pacerán,
juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja. Hurgará el niño de pecho
en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado meterá la mano”. 22,
12-13: “Llamaba el Señor Yahveh Sebaot aquel día a lloro y a lamento y a raparse y ceñirse
de sayal, mas lo que hubo fue jolgorio y alegría, matanza de bueyes y degüello de ovejas,
comer carne y beber vino: «¡Comamos y bebamos, que mañana moriremos!»”. 30, 24: “Los
bueyes y asnos que trabajan el suelo comerán forraje salado, cribado con bieldo y con
criba”. 32, 20: “Dichosos vosotros, que sembraréis cabe todas las corrientes, y dejaréis
sueltos el buey y el asno”. 65, 25: “Lobo y cordero pacerán a una, el león comerá paja
como el buey , y la serpiente se alimentará de polvo, no harán más daño ni perjuicio en todo
mi santo monte -dice Yahveh-”. 66, 3: “Se inmola un buey, se abate un hombre, se sacrifica
una oveja, se desnuca un perro, se ofrece en oblación sangre de cerdo, se hace un memorial
de incienso, se bendice a los ídolos. Ellos mismos eligieron sus propios caminos y en sus
monstruos abominables halló su alma complacencia”.

Jeremías 50, 25-27: “Abrió Yahveh su arsenal y sacó las armas de su ira. Era la tarea del
Señor Yahveh Sebaot en tierra de caldeos. «Venid a ella desde el confín, abrid sus
almacenes. Haced con ellos montones y dadlos al anatema: no quede de ella reliquia.
Acuchillad todos sus bueyes, bajen a la degollina. ¡Ay de ellos, que llegó su día, la hora de
su castigo!»”. 52, 20: “Cuanto a las dos columnas, el Mar, los doce bueyes de bronce que
estaban bajo el Mar y las basas que Salomón había hecho para la Casa de Yahveh, no se
pudo calcular el peso de bronce de todos aquellos objetos”.

Ezequiel 1, 5-10: “Había en el centro como una forma de cuatro seres cuyo aspecto era el
siguiente: tenían forma humana. Tenían cada uno cuatro caras, y cuatro alas cada uno. Sus
piernas eran rectas y la planta de sus pies era como la planta de la pezuña del buey, y
relucían como el fulgor del bronce bruñido. Bajo sus alas había unas manos humanas
vueltas hacia las cuatro direcciones, lo mismo que sus caras y sus alas, las de los cuatro.
Sus alas estaban unidas una con otra; al andar no se volvían; cada uno marchaba de frente.
En cuanto a la forma de sus caras, era una cara de hombre, y los cuatro tenían cara de león a
la derecha, los cuatro tenían cara de toro a la izquierda, y los cuatro tenían cara de águila”.
4, 15: “Él me dijo: «Bien, en lugar de excrementos humanos te permito usar boñiga de buey
para que hagas tu pan encima»”.

Daniel 4, 22: “Daniel le dijo a Nabucodonosor, respecto a su sueño: «Serás arrojado de


entre los hombres y con las bestias del campo morarás; hierba, como los bueyes, tendrás
por comida, y serás bañado del rocío del cielo; siete tiempos pasarán por ti, hasta que
reconozcas que el Altísimo domina sobre el imperio de los hombres y que se lo da a quien
le place”. 4, 28-30: “Aún estaban estas palabras en la boca del rey, cuando una voz cayó del
cielo: «¡A ti se te habla, rey Nabucodonosor! La realeza se te ha ido. De entre los hombres
serás arrojado, con las bestias del campo morarás; hierba como los bueyes tendrás por
comida, y siete tiempos pasarán por ti, hasta que reconozcas que el Altísimo domina sobre
el reino de los hombres, y se lo da a quien le place». Y al punto se cumplió la palabra en
Nabucodonosor: fue arrojado de entre los hombres, se alimentó de hierba como los bueyes,
su cuerpo fue bañado del rocío del cielo, hasta crecerle sus cabellos como plumas de águila
y sus uñas como las de las aves.” 5, 21: “Y el Rey fue expulsado de entre los hombres y su
corazón se hizo semejante al de las bestias; estuvo conviviendo con los onagros; se
alimentó de hierba como los bueyes, y su cuerpo fue bañado del rocío del cielo, hasta que
reconoció que el Dios Altísimo domina sobre el reino de los hombres y pone en él a quien
le place”.

Amós 6, 12: “¿Corren por la roca los caballos? ¿se ara con bueyes el mar? ¡pues vosotros
trocáis en veneno el juicio y en ajenjo el fruto de la justicia!”.

2 Macabeos 7, 1: “Sucedió también que siete hermanos apresados junto con su madre, eran
forzados por el rey, flagelados con azotes y nervios de buey, a probar carne de puerco
(prohibida por la Ley)”.

Lucas 13, 15: “Replicóle el Señor: «¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros
en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar?”. 14, 5: “«¿A quién de
vosotros se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado y no lo saca al momento?»
Y no pudieron replicar a esto”. 14, 19: “Y otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes
y voy a probarlas; te ruego me dispenses".

Juan 4, 14-15: “Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y


a los cambistas en sus puestos. Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del
Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las
mesas”.

1 Corintios 9, 9-10: “Porque está escrito en la Ley de Moisés: «No pondrás bozal al buey
que trilla». ¿Es que se preocupa Dios de los bueyes? O bien, ¿no lo dice expresamente por
nosotros?”.

1 Timoteo 5, 18: “La Escritura, en efecto, dice: No pondrás bozal al buey que trilla, y
también: “El obrero tiene derecho a su salario” ”.

BÚFALO (os):

Números 23, 22: “A Jacob Dios le hace salir de Egipto, como cuernos de búfalo es para
él”. 24, 8: “Dios le hace salir de Egipto, como cuernos de búfalo es para él”.

Deuteronomio 14, 4-6: “Éstos son los animales que podréis comer: buey, carnero, cabra,
ciervo, gacela, gamo, cabra montés, antílope, búfalo, gamuza. Y todo animal de pezuña
partida, hendida en dos mitades, y que rumia, lo podéis comer”. 33, 17: “Para José dijo
Jacob: Primogénito del toro, a él la gloria, cuernos de búfalo sus cuernos; con ellos acornea
a los pueblos todos juntos hasta los confines de la tierra”.

Salmos 22, 22: “Sálvame de las fauces del león, y mi pobre ser de los cuernos de los
búfalos!.” 29, 6: “Hace brincar como un novillo al Líbano, y al Sarión como cría de
búfalo”. 92, 11: “Pero tú alzas mi frente como la del búfalo, derramas sobre mí aceite
nuevo”.

Isaías 34, 7: “En vez de búfalos caerán pueblos, y en vez de toros un pueblo de valientes.
Se emborrachará su tierra con sangre, y su polvo será engrasado de sebo”.

BÚHO:
Levítico 11, 13-19: “Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no podréis
comer por ser abominación: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, el
halcón en todas sus especies, toda clase de cuervos, el avestruz, la lechuza, la gaviota, el
gavilán en todas sus especies, el búho, el somormujo, el ibis, el cisne, el pelícano, el
calamón, la cigüeña, la garza en todas sus especies, la abubilla y el murciélago”.

Deuteronomio 14, 11- 18: “Podéis comer toda ave pura, pero las siguientes no las podéis
comer: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, las diferentes especies de
halcón, todas las especies de cuervo, el avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes
especies de gavilanes, el búho, el ibis, el cisne, el pelícano, el calamón, el somormujo, la
cigüeña, las diferentes especies de garza real, la abubilla y el murciélago”.

Salmos 102, 7-8: “Me parezco al búho del yermo, igual que la lechuza de las ruinas;
insomne estoy y gimo cual solitario pájaro en tejado.”

Sofonías 2, 14: “Se tumbarán en medio de ella los rebaños, toda suerte de animales: hasta
el pelícano, hasta el erizo, pasarán la noche entre sus capiteles. El búho cantará en la
ventana, y el cuervo en el umbral, porque el cedro fue arrancado”.

BUITRE (es):
Levítico 11, 14: “No podréis comer del buitre, por ser abominación”.

Deuteronomio: “No podréis comer el buitre”

Job 15, 23: “Allí anidará la víbora, pondrá, incubará y hará salir del huevo. También se
juntarán los buitres”. 28, 7: “Lugar donde las piedras son zafiro y contienen granos de oro.
Sendero que no conoce el ave de rapiña, ni el ojo del buitre lo columbra. No lo pisaron los
hijos del orgullo, el león jamás lo atravesó”.

Isaías 34, 15: “Allí anidará la víbora, pondrá, incubará y hará salir del huevo. También allí
se juntarán los buitres”.
Miqueas 1, 16: “¡Arranca tus cabellos, mésate, por los hijos de tus delicias, ensancha tu
calva como la del buitre, porque lejos de ti van deportados!”.

Mateo. 24, 28: “Donde está el cadáver, allí se reunirán los buitres”

BURRO (a, os, as). (Véase borrico):


Génesis 42, 26-27: “Los hermanos de José pusieron su cargamento de grano sobre los
burros, y se fueron de allí. Al ir a hacer noche, uno de los hermanos de José abrió su talega
para dar pienso a su burro, y vio que su dinero estaba en la boca de la talega de grano”. 44,
12-13: “Él les registró empezando por el grande y acabando por el chico, y apareció la copa
en la talega de Benjamín. Entonces rasgaron ellos sus túnicas, y cargando cada cual su
burro regresaron a la ciudad”. 45, 23: “A su padre le envió asimismo José diez burros
cargados de lo mejor de Egipto y diez asnas cargadas de trigo, pan y víveres para el viaje de
su padre”. 47, 17: “Trajeron sus ganados a José y José les dio pan a cambio de caballos,
ovejas, vacas y burros. Y les abasteció de pan a trueque de todos sus ganados por aquel
año”.

Números 22, 22-33: “Cuando iba Balaam, se encendió la ira de Yahveh y el Ángel de
Yahveh se puso en el camino para estorbarle. El montaba la burra y sus dos muchachos
iban con él. La burra vio al Ángel de Yahveh plantado en el camino, la espada
desenvainada en la mano. La burra se apartó del camino y se fue a campo traviesa. Balaam
pegó a la burra para hacerla volver al camino. Pero el Ángel de Yahveh se puso en un
sendero entre las viñas, con una pared a un lado y otra a otro. Al ver la burra al Ángel de
Yahveh, se arrimó a la pared y raspó el pie de Balaam contra la pared. El le pegó otra vez.
Volvió el Ángel de Yahveh a cambiar de sitio, y se puso en un paso estrecho, donde no
había espacio para apartarse ni a la derecha ni a la izquierda. Vio la burra al Ángel de
Yahveh y se echó con Balaam encima. Balaam se enfureció y pegó a la burra con un palo.
Entonces Yahveh abrió la boca de la burra, que dijo a Balaam: «¿qué te he hecho yo para
que me pegues con ésta ya tres veces?» Respondió Balaam a la burra: «Porque te has
burlado de mí. Ojalá tuviera una espada en la mano; ahora mismo te mataba». Respondió la
burra a Balaam: «¿No soy yo tu burra, y me has montado desde siempre hasta el día de
hoy? ¿Acaso acostumbro a portarme así contigo?» Respondió él: «No». Entonces abrió
Yahveh los ojos de Balaam, que vio al Ángel de Yahveh, de pies en el camino, la espada
desenvainada en la mano; y se inclinó y postró rostro en tierra. El Ángel de Yahveh le dijo:
«¿Por qué has pegado a tu burra con ésta ya tres veces? He sido yo el que he salido a
cerrarte el paso, porque delante de mí se tuerce el camino. La burra me ha visto y se ha
apartado de mí tres veces. Gracias a que se ha desviado, porque si no, para ahora te habría
matado y a ella la habría dejado con vida»”.

Isaías 21, 6-7: “Así me ha dicho el Señor: «Anda, pon un vigía que vea y avise. Cuando
vea carros, troncos de caballos, jinetes en burro, jinetes en camello, preste atención, mucha
atención»”.
CABALLO (os):
Génesis 47, 15-17: “Agotada la plata de Egipto y de Canaán, acudió Egipto en masa a José
diciendo: «Danos pan. ¿Por qué hemos de morir en tu presencia ahora que se ha agotado la
plata?». Dijo José: «Entregad vuestros ganados y os daré pan por vuestros ganados, ya que
se ha agotado la plata». Trajeron sus ganados a José y José les dio pan a cambio de
caballos, ovejas, vacas y burros. Y les abasteció de pan a trueque de todos sus ganados por
aquel año”. 49, 17 “Sea Dan una culebra junto al camino, una víbora junto al sendero, que
pica al caballo en los jarretes y cae su jinete de espaldas”.

Éxodo 9, 1-5: “Yahveh dijo a Moisés: «Preséntate a Faraón y dile: Así dice Yahveh, el
Dios de los hebreos: "Deja salir a mi pueblo para que me den culto". Si te niegas a dejarles
salir y los sigues reteniendo, mira que la mano de Yahveh caerá sobre tus ganados del
campo, sobre los caballos, sobre los asnos, sobre los camellos, sobre la vacadas y sobre las
ovejas; habrá una grandísima peste. Pero Yahveh hará distinción entre el ganado de Israel y
el ganado de los egipcios, de modo que nada perecerá de lo perteneciente a Israel»”. Y
Yahveh fijó el plazo, diciendo: «Mañana hará esto Yahveh en el país»”. 14, 8-12:
“Endureció Yahveh el corazón de Faraón rey de Egipto, el cual persiguió a los israelitas,
pero los israelitas salieron con la mano alzada. Los egipcios los persiguieron: todos los
caballos, los carros de Faraón, con la gente de los carros y su ejército; y les dieron alcance
mientras acampaban junto al mar, cerca de Pi Hajirot, frente a Baal Sefón. Al acercarse
Faraón, los israelitas alzaron sus ojos, y viendo que los egipcios marchaban tras ellos,
temieron mucho los israelitas y clamaron a Yahveh. Y dijeron a Moisés: «¿Acaso no había
sepulturas en Egipto para que nos hayas traído a morir en el desierto? ¿Qué has hecho con
nosotros sacándonos de Egipto? ¿No te dijimos claramente en Egipto: Déjanos en paz,
queremos servir a los egipcios? Porque mejor nos es servir a los egipcios que morir en el
desierto»”. 14, 21-27: “Moisés extendió su mano sobre el mar, y Yahveh hizo soplar
durante toda la noche un fuerte viento del Este que secó el mar, y se dividieron las aguas.
Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban
muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras
ellos, en medio del mar, todos los caballos de Faraón, y los carros con sus guerreros.
Llegada la vigilia matutina, miró Yahveh desde la columna de fuego y humo hacia el
ejército de los egipcios, y sembró la confusión en el ejército egipcio. Trastornó la ruedas de
sus carros, que no podían avanzar sino con gran dificultad. Y exclamaron los egipcios:
«Huyamos ante Israel, porque Yahveh pelea por ellos contra los egipcios». Yahveh dijo a
Moisés: Extiende tu mano sobre el mar, y las aguas volverán sobre los egipcios, sobre sus
carros y sobre los guerreros de los carros». Extendió Moisés su mano sobre el mar, y al
rayar el alba volvió el mar a su lecho; de modo que los egipcios, al querer huir, se vieron
frente a las aguas. Así precipitó Yahveh a los egipcios en medio del mar”. 15, 1-3:
“Entonces Moisés y los israelitas cantaron este cántico a Yahveh. Dijeron: «Canto a
Yahveh pues se cubrió de gloria arrojando en el mar caballo y carro. Mi fortaleza y mi
canción es Yahveh. Él es mi salvación. Él, mi Dios, yo le glorifico, el Dios de mi padre, a
quien exalto. ¡Un guerrero Yahveh, Yahveh es su nombre!”. 15, 18-23: “¡Yahveh reinará
por siempre jamás!» Porque cuando los caballos de Faraón y los carros con sus guerreros
entraron en el mar, Yahveh hizo que las aguas del mar volvieran sobre ellos, mientras que
los israelitas pasaron a pie enjuto por medio del mar. María, la profetisa, hermana de Aarón
tomó en sus manos un tímpano y todas la mujeres la seguían con tímpanos y danzando en
coro. Y María les entonaba el estribillo: «Cantad a Yahveh pues se cubrió de gloria.
arrojando en el mar caballo y carro». Moisés hizo partir a los israelitas del mar de Suf y se
dirigieron hacia el desierto de Sur: caminaron tres días por el desierto sin encontrar agua.
Luego llegaron a Mará, porque era amarga. Por eso se llama aquel lugar Mará”.

Deuteronomio 11, 1-7: “Amarás a Yahveh tu Dios y guardarás siempre sus ritos, sus
preceptos, normas y mandamientos. Vosotros sabéis hoy -no vuestros hijos, que ni saben ni
han visto la lección de Yahveh vuestro Dios, su grandeza, su mano fuerte y su tenso brazo-
las señales y hazañas que realizó él en medio de Egipto, contra Faraón rey de Egipto y todo
su pueblo; lo que hizo con el ejército de Egipto, con sus caballos y sus carros, precipitando
sobre ellos las aguas del mar de Suf cuando os perseguían, y aniquilándolos Yahveh hasta
el día de hoy; lo que ha hecho por vosotros en el desierto hasta vuestra llegada a este lugar;
lo que hizo con Datán y Abirón, hijos de Eliab el rubenita, cuando la tierra abrió su boca y
los tragó en medio de todo Israel, con sus familias, sus tiendas y todos los que les seguían.
Pues vuestros mismos ojos han visto toda esta gran obra que Yahveh ha realizado”. 17, 14-
16: “Si cuando llegues a la tierra que Yahveh tu Dios te da, la tomes en posesión y habites
en ella, dices: «Querría poner un rey sobre mí como todas las naciones de alrededor».
deberás poner sobre ti un rey elegido por Yahveh, y a uno de entre tus hermanos pondrás
sobre ti como rey; no podrás darte por rey a un extranjero que no sea hermano tuyo. Pero
no ha de tener muchos caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto para aumentar su
caballería, porque Yahveh os ha dicho: «No volveréis a ir jamás por ese camino»”. 20, 1:
“Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, y veas caballos, carros y un pueblo más
numeroso que tú, no les tengas miedo; porque está contigo Yahveh tu Dios, el que te sacó
del país de Egipto”.

Josué 11, 4-9: “Partieron, pues, con todas sus tropas: una muchedumbre innumerable como
la arena de la orilla del mar y con gran número de caballos y carros. Se juntaron todos estos
reyes, llegaron y acamparon juntos hacia las aguas de Merom para luchar contra Israel.
Yahveh dijo entonces a Josué: «No les tengas miedo, porque mañana a esta misma hora los
dejará a todos ellos atravesados ante Israel; tú desjarretarás sus caballos y quemarás sus
carros». Josué, con toda su gente de guerra, los alcanzó de improviso junto a las aguas de
Merom y cayó sobre ellos. Yahveh los entregó en manos de Israel, que los batió y persiguió
por occidente hasta Sidón la Grande y hasta Misrefot y, por oriente, hasta el valle de Mispá.
Los batió hasta que no quedó ni uno vivo. Josué los trató como le había dicho Yahveh:
desjarretó sus caballos y quemó sus carros”.

Jueces 5, 18-23: “Zabulón es un pueblo que reta a la muerte, y Neftalí, en las alturas del
país. Vinieron los reyes, combatieron, entonces combatieron los reyes de Canaán, en
Tanak, en las aguas de Meguiddó, mas sin lograr botín de plata. Desde los cielos lucharon
las estrellas, desde sus órbitas lucharon contra Sísara. El torrente Quisón barriólos, ¡el viejo
torrente, el torrente Quisón!. ¡Avanza, alma mía, con denuedo!. Cascos de caballos sacuden
el suelo: ¡galopan, galopan sus corceles!. Maldecid a Meroz, dice el Ángel de Yahveh,
maldecid, maldecid a sus moradores: pues no vinieron en ayuda de Yahveh, en ayuda de
Yahveh como los héroes”.

1 Samuel 8, 10-16: “Samuel repitió todas estas palabras de Yahveh al pueblo que le pedía
un rey, diciendo: «He aquí el fuero del rey que va a reinar sobre vosotros. Tomará vuestros
hijos y los destinará a sus carros y a sus caballos y tendrán que correr delante de su carro.
Los empleará como jefes de mil y jefes de cincuenta; les hará labrar sus campos, segar su
cosecha, fabricar sus armas de guerra y los arreos de sus carros. Tomara vuestras hijas para
perfumistas, cocineras y panaderas. Tomará vuestros campos, vuestras viñas y vuestros
mejores olivares y se los dará a sus servidores. Tomará el diezmo de vuestros cultivos y
vuestras viñas para dárselo a sus eunucos y a sus servidores. Tomará vuestros criados y
criadas, y vuestros mejores bueyes y asnos y les hará trabajar para él”. 13, 3-5: “Jonatán
mató al gobernador de los filisteos que se hallaba en Guibeá, y supieron los filisteos que los
hebreos se habían rebelado. Saúl hizo sonar el cuerno por toda la tierra, y todo Israel oyó la
noticia: «Saúl ha matado al gobernador de los filisteos. Israel se ha hecho odioso a los
filisteos». Y se reunió el pueblo tras Saúl en Guilgal. Se concentraron los filisteos para
combatir a Israel: tres mil carros, seis mil caballos y un ejército tan numeroso como la
arena de la orilla del mar; y acamparon en Mikmás, al este de Bet Avén”.

2 Samuel 15, 1-6: “Después de esto se hizo Absalón con un carro, caballos y cincuenta
hombres que corrían delante de él. Se levantaba Absalón temprano y se colocaba a la vera
del camino de la puerta, y a los que tenían algún pleito y venían donde el rey para el juicio,
les llamaba Absalón y les decía: «¿No eres tú de...?» El respondía: «Tu siervo es de tal tribu
de Israel». Absalón le decía: «Mira, tu causa es justa y buena, pero nadie te escuchará de
parte del rey». Y añadía Absalón: «¡Quién me pusiera por juez de esta tierra! Podrían venir
a mí todos los que tienen pleitos o juicios y yo les haría justicia». Cuando alguno se
acercaba a él y se postraba, le tendía la mano, le retenía y le besaba. Así hacía Absalón, con
todos los israelitas que iban al tribunal del rey. Absalón robaba así el corazón de los
hombres de Israel”.

1 Reyes 5, 2-9: “Los víveres de Salomón eran treinta cargas de flor de harina y sesenta
cargas de harina cada día, diez bueyes cebados y veinte bueyes de pasto, cien cabezas de
ganado menor, aparte los ciervos y gacelas, gamos y las aves cebadas. Porque dominaba en
toda la Transeufratina, desde Tafsaj hasta Gaza, sobre todos los reyes de más acá del Río;
tuvo paz en torno a todas sus fronteras. Judá e Israel vivieron en seguridad, cada uno bajo
su parra y bajo su higuera, desde Dan hasta Berseba, todos los días de Salomón.
Tenía Salomón cuatro mil establos de caballos para sus carros y doce mil caballos. Los
gobernadores proveían un mes cada uno al rey Salomón y a todos los que se acercaban a la
mesa de Salomón, de modo que nada les faltara. Llevaban la cebada y la paja para los
caballos y los animales de tiro al lugar donde él estaba, cada uno según su turno. Dios
concedió a Salomón sabiduría e inteligencia muy grandes y un corazón tan dilatado como la
arena de la orilla del mar”. 9, 15-19: “Esto es lo referente a la prestación personal que el rey
Salomón estableció para construir la Casa de Yahveh y su propia casa, el Milló y la muralla
de Jerusalén, Jasor, Meguiddó y Guézer, (pues Faraón rey de Egipto había subido y se
había apoderado de Guézer, la incendió y mató a los cananeos que habitaban en la ciudad, y
se la dio en dote a su hija, la mujer de Salomón, y Salomón reconstruyó Guézer) Bet Jorón
de abajo, Baalat y Tamar en el desierto del país, todas las ciudades de aprovisionamiento
que tenía Salomón, las ciudades de los carros y las ciudades para los caballos, y todo
cuanto Salomón quiso edificar en Jerusalén, en el Líbano y en toda la tierra de su dominio”.
10, 26-29: “Salomón reunió carros y caballos; tuvo mil cuatrocientos carros y doce mil
caballos que llevó a las ciudades de los carros y junto al rey en Jerusalén. Hizo el rey que la
plata fuera tan abundante en Jerusalén como las piedras, y los cedros como los sicómoros
de la Tierra Baja. Los caballos de Salomón procedían de Musur y de Cilicia. Los
mercaderes del rey los compraban en Cilicia por su precio en dinero. Un carro que subía de
Egipto valía seiscientos siclos de plata y un caballo ciento cincuenta. Los traían también
como intermediarios para todos los reyes de los hititas y todos los reyes de Aram”. 20, 18-
21: “Él rey de Israel respondió: «Si han salido en son de paz, prendedles vivos; si han
salido en son de guerra, prendedles vivos». Salieron, pues, de la ciudad aquellos jóvenes de
los jefes de los distritos y el ejército detrás de ellos. Abatió cada uno a su hombre. Aram se
dio a la fuga e Israel le persiguió. Ben Hadad, rey de Aram, pudo salvarse a caballo con
algunos jinetes. Salió el rey de Israel y se apoderó de los caballos y carros, infligiendo a
Aram una gran derrota”. 18, 4-6: “Cuando Jezabel exterminó a los profetas de Yahveh,
Abdías había tomado cien profetas y los había ocultado, de cincuenta en cincuenta, en una
cueva, dándoles de comer pan y agua. - Dijo Ajab a Abdías: «Ven, vamos a recorrer el país
por todas sus fuentes y todos sus torrentes; acaso encontremos hierba para mantener los
caballos y mulos y no tengamos que suprimir el ganado». Se repartieron el país para
recorrerlo: «Ajab se fue solo por un camino y Abdías se fue solo por otro”. 20, 1: “Ben
Hadad, rey de Aram, reunió todo su ejército. Tenía consigo treinta y dos reyes, caballos y
carros. Subió y puso sitio a Samaría y la atacó”. 20, 21-26: “Salió el rey de Israel y se
apoderó de los caballos y carros, infligiendo a Aram una gran derrota. Se acercó el profeta
al rey de Israel y dijo: «Anda, cobra ánimo, y conoce y mira lo que has de hacer, porque el
año que viene el rey de Aram subirá contra ti». Los servidores del rey de Aram le dijeron:
«Su Dios es un Dios de las montañas; por eso fueron más fuertes que nosotros. Pero
atacaremos en la llanura y ¿no seremos más fuertes que ellos? Haz esto: quita de su puesto
a cada uno de los reyes, y pon gobernadores en su lugar. Por tu parte, recluta un ejército
como el ejército que perdiste, con otros tantos caballos y carros, y les atacaremos en la
llanura. ¿No seremos más fuertes que ellos?» Escuchó su voz e hizo así. A la vuelta del
año, Ben Hadad pasó revista a los arameos y subió a Afeq para luchar contra Israel”. 22, 1-
5: “Transcurrieron tres años sin guerra entre Aram e Israel. Al tercer año bajó Josafat, rey
de Judá, donde el rey de Israel, y el rey de Israel dijo a sus servidores: «Vosotros sabéis que
Ramot de Galaad nos pertenece y no hacemos nada por rescatarla de manos del rey de
Aram». Dijo a Josafat: «¿Quieres venir conmigo para atacar a Ramot de Galaad?» Josafat
respondió al rey de Israel: «Yo soy como tú, mi pueblo como tu pueblo, mis caballos como
tus caballos». Josafat dijo al rey de Israel: «Consulta antes, por favor, la palabra de
Yahveh»”.

2 Reyes 2, 8-14: “Tomó Elías su manto, lo enrolló y golpeó las aguas, que se dividieron de
un lado y de otro, y pasaron ambos a pie enjuto. Cuando hubieron pasado, dijo Elías a
Eliseo: «Pídeme lo que quieras que haga por ti antes de ser arrebatado de tu lado». Dijo
Eliseo: «Que tenga dos partes de tu espíritu». Le dijo: «Pides una cosa difícil; si alcanzas a
verme cuando sea llevado de tu lado, lo tendrás; si no, no lo tendrás». Iban caminando
mientras hablaban, cuando un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre ellos;
y Elías subió al cielo en el torbellino. Eliseo le veía y clamaba: «¡Padre mío, padre mío!
Carro y caballos de Israel! ¡Auriga suyo!» Y no le vio más. Asió sus vestidos y los
desgarró en dos. Tomó el manto que se le había caído a Elías y se volvió, parándose en la
orilla del Jordán. Tomó el manto de Elías y golpeó las aguas diciendo: “¿Dónde está
Yahveh, el Dios de Elías?”. Golpeó las aguas, que se dividieron de un lado y de otro, y pasó
Eliseo”. 3, 6-8: “Aquel día salió el rey Joram de Samaría y pasó revista a todo Israel. Fue y
envió a decir a Josafat, rey de Judá: «El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Quieres
venir conmigo a la guerra contra Moab?» Respondió: «Subiré. Yo seré como tú; mi pueblo
como tu pueblo, mis caballos como tus caballos». Y preguntó: «¿Por qué camino
subiremos?» Respondió: «Por el camino del desierto de Edom»”. 5, 6-10: “Llevó al rey de
Israel la carta que decía: «Con la presente, te envío a mi siervo Naamán, para que le cures
de su lepra». Al leer la carta el rey de Israel, desgarró sus vestidos diciendo: «¿Acaso soy
yo Dios para dar muerte y vida, pues éste me manda a que cure a un hombre de su lepra?
Reconoced y ved que me busca querella». Cuando Eliseo, el hombre de Dios, oyó que el
rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: « ¿Por qué has rasgado tus
vestidos? Que venga a mí y sabrá que hay un profeta en Israel». Llegó Naamán con sus
caballos y su carro y se detuvo a la entrada de la casa de Eliseo. Eliseo envió un mensajero
a decirle: «Vete y lávate siete veces en el Jordán y tu carne se te volverá limpia»”. 6, 10-18:
“El rey de Israel envió gente al lugar que el hombre de Dios le había dicho. Él le advertía y
el rey estaba allí alerta, y no una ni dos veces. El corazón del rey de Aram se inquietó por
este hecho, y llamando a sus oficiales les dijo: «¿No me vais a descubrir quién nos traiciona
ante el rey de Israel?». Uno de los oficiales dijo: «No, rey mi señor, sino que Eliseo, el
profeta que hay en Israel, ha avisado al rey de Israel de las palabras que has dicho en el
interior de tu dormitorio». El dijo: «Id y ved dónde está y enviaré a prenderlo». Se le avisó
diciendo: «Está en Dotán». Y mandó allí caballos, carros y un fuerte destacamento, que
llegaron por la noche y cercaron la ciudad. Al día siguiente se levantó el criado del hombre
de Dios para salir, pero el destacamento rodeaba la ciudad, con caballos y carros, y su
criado le dijo: «¡Ay, mi señor!, ¿qué vamos a hacer?». Él respondió: «No temas, que hay
más con nosotros que con ellos». Oró Eliseo y dijo: «Yahveh, abre sus ojos para que vea».
Abrió Yahveh los ojos del criado y vio que la montaña estaba llena de caballos y carros de
fuego en torno a Eliseo. Bajaron hacia él los arameos y entonces Eliseo suplicó a Yahveh
diciendo: «Deslumbra a esas gentes». Y las deslumbró según la palabra de Eliseo”. 7, 3-15:
“Cuatro hombres que estaban leprosos se hallaban a la entrada de la puerta y se dijeron uno
a otro: «¿Por qué estarnos aquí hasta morir? Si decimos: "vamos a entrar en la ciudad",
como hay hambre en ella, allí nos moriremos, y si nos quedamos aquí, moriremos igual.
Así que vamos a pasarnos al campamento de Aram; si nos dejan vivir, viviremos, y si nos
matan, moriremos». Se levantaron al anochecer para ir al campamento de Aram; llegaron
hasta el límite del campamento de Aram y no había allí nadie, porque el Señor había hecho
oír en el campamento de Aram estrépito de carros, estrépito de caballos y estrépito de un
gran ejército, y se dijeron unos a otros: «El rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros
a los reyes de los hititas y a los reyes de Egipto para que vengan contra nosotros». Se
levantaron y huyeron al anochecer abandonando su tiendas, sus caballos y sus asnos, el
campamento tal como estaba, y huyeron para salvar sus vidas. Aquellos leprosos llegaron al
límite del campamento y, entrando en una tienda, comieron, bebieron y se llevaron de allí
plata, oro y vestidos, y fueron a esconderlo. Regresaron y entraron en otra tienda y
escondieron lo que de allí se llevaron. Se dijeron uno a otro: «No está bien lo que hacemos;
hoy es un día de albricias; y si nosotros estamos callados hasta el lucir de la mañana
incurriremos en culpa; así pues, vayamos, entremos y anunciémoslo a la casa del rey».
Llegaron y llamaron a los guardias de la ciudad y se lo anunciaron diciendo: «Hemos ido al
campamento de Aram y no hay nadie, ninguna voz de hombre; sólo los caballos atados, los
asnos atados y las tiendas intactas». Llamaron los centinelas y lo comunicaron al interior de
la casa del rey. Se levantó el rey de noche y dijo a sus oficiales: «Os voy a decir lo que nos
ha hecho Aram; saben que estamos hambrientos, han salido del campamento y se han
escondido en el campo pensando: Saldrán de la ciudad, los prenderemos vivos y entraremos
en la ciudad». Uno de los oficiales respondió y dijo: «Que se tomen cinco de los caballos
restantes, pues les va a pasar lo que a toda la muchedumbre de Israel que ha perecido; y
enviémosles para ver». Tomaron dos tiros de caballos y los envió el rey en pos de los
arameos diciendo: «Id y ved». Fueron tras ellos hasta el Jordán, y todo el camino estaba
lleno de vestidos y objetos que habían arrojado los arameos en su precipitación. Los
mensajeros volvieron y se lo comunicaron al rey”. 9, 16-17: “Montó Jehú en el carro y se
fue a Yizreel, pues Joram estaba acostado allí, y Ocozías, rey de Judá, había bajado a visitar
a Joram. El vigía que estaba sobre la torre de Yizreel vio la tropa de Jehú que llegaba y
dijo: «Veo una tropa». Dijo Joram: «Que se tome uno de a caballo y se le envíe a su
encuentro y pregunte: ¿Hay paz?»”. 9, 30-35: “Entró Jehú en Yizreel; habiéndolo oído
Jezabel, se puso afeites en los ojos, adornó su cabeza y se asomó a la ventana, y cuando
Jehú entraba por la puerta, dijo ella: «¿Todo va bien, Zimrí, asesino de su señor?» Alzó su
rostro hacia la ventana y dijo: «¿Quién está conmigo, quién?» Se asomaron hacia él dos o
tres eunucos, y él les dijo: «Echadla abajo». La echaron abajo y su sangre salpicó los muros
y a los caballos, que la pisotearon. Entró, comió, bebió y dijo: «Ocupaos de esa maldita y
enterradla, pues es hija de rey». Fueron a enterrarla y no hallaron de ella más que el cráneo,
los pies y las palmas de las manos”. 10, 1-4: “Tenía Ajab setenta hijos en Samaría. Escribió
Jehú cartas y las envió a Samaría, a los jefes de la ciudad, a los ancianos y a los preceptores
de los hijos de Ajab diciendo: «Así que esta carta llegue a vosotros, como están con
vosotros los hijos de vuestro señor y tenéis carros, caballos, una ciudad fuerte y armas, ved
quién es el mejor y más justo de los hijos de vuestro señor y ponedle en el trono de su padre
y pelead por la casa de vuestro señor». Pero ellos tuvieron grandísimo temor y dijeron:
«Los dos reyes no pudieron sostenerse ante él. ¿Cómo podremos resistir nosotros?». 11, 13-
16: “Oyó Atalía el clamor del pueblo y se acercó al pueblo que estaba en la Casa de
Yahveh. Cuando vio al rey de pie junto a la columna, según la costumbre, y a los jefes y las
trompetas junto al rey, y a todo el pueblo de la tierra lleno de alegría y tocando las
trompetas, rasgó Atalía sus vestidos y gritó: «¡Traición, traición!». El sacerdote Yehoyadá
dio orden a los jefes de las tropas diciendo: «Hacedla salir de las filas y el que la siga que
sea pasado a espada», porque dijo el sacerdote: «Que no la maten en la Casa de Yahveh».
Le echaron mano y, cuando llegó a la casa del rey, por el camino de la Entrada de los
Caballos, allí la mataron”. 13, 14-18: “Cuando Eliseo enfermó de la enfermedad de que
murió, bajó donde él Joás, rey de Israel, y lloró sobre su rostro diciendo: «¡Padre mío, padre
mío, carro y caballos de Israel!» Eliseo le dijo: «Toma un arco y flechas». El se hizo con un
arco y flechas. Dijo al rey de Israel: «Pon tu mano sobre el arco»; puso su mano. Entonces
Eliseo colocó sus manos sobre las manos del rey y dijo: «Abre la ventana hacia Oriente».
El la abrió. Dijo Eliseo: «¡Tira!» Él tiró. Dijo Eliseo: «Flecha de victoria de Yahveh, flecha
de victoria contra Aram. Batirás a Aram en Afeq hasta el exterminio». Añadió: «Toma las
flechas». Él las tomó. Eliseo dijo al rey: «Hiere la tierra». La hirió tres veces y se detuvo”.
14, 17-21: “Amasías, hijo de Joás, rey de Judá, vivió quince años después de la muerte de
Joás, hijo de Joacaz, rey de Israel. El resto de los hechos de Amasías, ¿no está escrito en el
libro de los Anales de los reyes de Judá? Se conjuraron contra él en Jerusalén y huyó a
Lakís, pero enviaron gente en su persecución hasta Lakís y allí lo mataron. Trajéronle a
caballo y le sepultaron en Jerusalén con sus padres, en la Ciudad de David. Todo el pueblo
de Judá tomó a Ozías, que tenía dieciséis años, y le proclamaron rey en lugar de su padre
Amasías”. 18, 19-24: "El copero mayor les dijo: «Decid a Ezequías: Así habla el gran rey,
el rey de Asiria: ¿Qué confianza es ésa en la que te fías? Te has pensado que meras palabras
de los labios son consejo y bravura para la guerra. Pero ahora ¿en quién confías, que te has
rebelado contra mí? Mira: te has confiado al apoyo de esa caña rota, de Egipto, que penetra
y traspasa la mano del que se apoya sobre ella. Pues así es Faraón, rey de Egipto, para todos
los que confían en él. Pero vais a decirme: "Nosotros confiamos en Yahveh, nuestro Dios."
¿No ha sido él, Ezequías, quien ha suprimido los altos y los altares y ha dicho a Judá y a
Jerusalén: "Os postraréis delante de este altar en Jerusalén?" Pues apostad ahora con mi
señor, el rey de Asiria: te daré dos mil caballos si eres capaz de encontrarte jinetes para
ellos. ¿Cómo harías retroceder a uno solo de los más pequeños servidores de mi señor? ¡Te
fías de Egipto para tener carros y gentes de carro!”. 23, 11-12: “El rey suprimió los
caballos que los reyes de Judá habían dedicado al Sol, a la entrada de la Casa de Yahveh,
cerca de la habitación del eunuco Netán Mélek, en las dependencias, y quemó el carro del
Sol. Los altares que estaban sobre el terrado de la habitación superior de Ajaz, que hicieron
los reyes de Judá, y los altares que hizo Manasés en los dos patios de la Casa de Yahveh, el
rey los derribó, los rompió allí y arrojó sus cenizas al torrente Cederrón”.

2 Crónicas 1, 11-18: “Respondió Dios a Salomón: «Ya que piensas esto en tu corazón, y
no has pedido riquezas ni bienes ni gloria ni la muerte de tus enemigos; ni tampoco has
pedido larga vida, sino que has pedido para ti sabiduría e inteligencia para saber juzgar a mi
pueblo, del cual te he hecho rey, por eso te son dadas la sabiduría y el entendimiento, y
además te daré riqueza, bienes y gloria como no las tuvieron los reyes que fueron antes de
ti, ni las tendrá ninguno de los que vengan después de ti». Salomón regresó a Jerusalén
desde el alto de Gabaón, de delante de la Tienda del Encuentro, y reinó sobre Israel.
Salomón reunió carros y caballos, tuvo mil cuatrocientos carros y doce mil caballos que
llevó a las ciudades de los carros y junto al rey en Jerusalén. Hizo el rey que la plata y el
oro fuese tan abundante en Jerusalén como las piedras y los cedros, como los sicómoros de
la Tierra Baja. Los caballos de Salomón procedían de Musur y de Cilicia; los mercaderes
del rey los adquirían en Cilicia por su precio en dinero. Traían de Egipto un carro por
seiscientos siclos de plata, y un caballo por ciento cincuenta. Los traían también como
intermediarios para todos los reyes de los hititas y todos los reyes de Aram. Decidió, pues,
Salomón edificar una Casa al Nombre de Yahveh y una casa real para sí”. 8, 3-9: “Salomón
marchó contra Jamat de Sobá y se apoderó de ella; reedificó Tadmor en el desierto, y todas
las ciudades de avituallamiento que construyó en Jamat; reconstruyó Bet Jorón de arriba y
Bet Jorón de abajo, ciudades fortificadas, con murallas, puertas y barras, y Baalat, con
todas las ciudades de avituallamiento que pertenecían a Salomón, todas las ciudades de
carros y las ciudades para los caballos, y todo cuanto quiso edificar en Jerusalén, en el
Líbano y en toda la tierra de su dominio. Con toda la gente que había quedado de los hititas,
los amorreos, los perizitas, los jivitas y los jebuseos, que no eran israelitas, cuyos
descendientes habían quedado después de ellos en el país y a los que los israelitas no habían
exterminado, hizo Salomón una leva que dura hasta el día de hoy. Pero no empleó Salomón
a ninguno de los israelitas como esclavo para sus obras, sino como hombres de guerra, jefes
y escuderos, comandantes de sus carros y de sus caballos”. 10, 22-31: “Así el rey Salomón
sobrepujó a todos los reyes de la tierra en riqueza y sabiduría. Todos los reyes de la tierra
querían ver el rostro de Salomón, para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón.
Y cada uno de ellos traía su presente, objetos de plata y objetos de oro, vestidos, armas,
aromas, caballos y mulos, año tras año. Tenía Salomón cuatro mil caballerizas para sus
caballos y carros, y doce mil caballos, que puso en cuarteles en las ciudades de los carros y
en Jerusalén junto al rey. Dominaba sobre todos los reyes desde el Río hasta el país de los
filisteos y hasta la frontera de Egipto. Hizo el rey que la plata fuese tan abundante en
Jerusalén como las piedras, y los cedros como los sicómoros de la Tierra Baja. Traían
también caballos para Salomón de Musur y de todos los países. El resto de los hechos de
Salomón, los primeros y los postreros, ¿no están escritos en la historia del profeta Natán, en
la profecía de Ajías el silonita, y en las visiones de Yedó el vidente, sobre Jeroboam, hijo
de Nebat? Salomón reinó en Jerusalén sobre todo Israel cuarenta años. Se acostó Salomón
con sus padres, y le sepultaron en la ciudad de su padre David. En su lugar reinó su hijo
Roboam”. 12, 1-3: “Cuando Roboam hubo consolidado y afianzado el reino, abandonó la
Ley de Yahveh y con él todo Israel. Y sucedió que el año quinto del rey Roboam subió
Sosaq, rey de Egipto, contra Jerusalén, -pues no era fiel a Yahveh- con mil doscientos
carros y sesenta mil caballos; no se podía contar la gente que venía con él de Egipto: libios,
sukíes y etíopes”. 23, 14-16: “Pero el sacerdote Yehoyadá dio orden a los jefes de cien, que
estaban al frente de las tropas, y les dijo: «Hacedla salir de las filas, y el que la siga que sea
pasado a espada». Porque había dicho el sacerdote: «No la matéis en la Casa de Yahveh».
Así pues, ellos echaron mano de ella, y cuando llegó a la casa del rey por el camino de la
Entrada de los Caballos, allí la mataron. Entonces Yehoyadá pactó alianza con todo el
pueblo y el rey de que el pueblo sería pueblo de Yahveh”. 25, 27-28: “Después que
Amasías se apartó de Yahveh, se conjuraron contra él en Jerusalén, por lo que huyó a
Lakís; pero enviaron gente en su persecución hasta Lakís y allí lo mataron. Trajéronle a
caballo y le sepultaron con sus padres en la Ciudad de David”.

Esdras 2, 64-67: “La asamblea ascendía a cuarenta y dos mil trescientas sesenta personas,
sin contar sus siervos y siervas en número de siete mil trescientos treinta y siete. Tenían
también doscientos cantores y cantoras. Tenían setecientos treinta y seis caballos,
doscientos cuarenta y cinco mulos, cuatrocientos treinta y cinco camellos y seis mil
setecientos veinte asnos”. 8, 20-23: “De los donados que David y los jefes habían destinado
al servicio de los levitas: doscientos veinte donados. Todos ellos fueron designados
nominalmente. Allí, a orillas del río Ahavá, proclamé un ayuno para humillarnos delante de
nuestro Dios y pedirle un viaje feliz para nosotros, nuestros hijos y nuestros bienes. Pues
me daba vergüenza solicitar del rey tropa y gente de a caballo para protegernos del
enemigo en el camino; por el contrario, habíamos declarado al rey: «La mano de nuestro
Dios está, para bien, con todos los que le buscan; y su poder y su cólera sobre todos los que
le abandonan». Ayunamos, pues, buscando a nuestro Dios por esta intención, y él nos
atendió”.

Nehemías 2, 9: “Me dirigí, pues, a los gobernadores de Transeufratina y les entregué las
cartas del rey. El rey me había hecho escoltar por oficiales del ejército y gente de a
caballo”. 3, 27-28: “A continuación los de Técoa repararon otro sector frente a la torre
grande en saliente hasta el muro del Ofel. Desde la puerta de los Caballos repararon los
sacerdotes, cada uno frente a su casa”. 7, 66-68: “La asamblea ascendía a cuarenta y dos
mil trescientas sesenta personas, sin contar sus siervos y siervas en número de siete mil
trescientos treinta y siete; tenían también doscientos cuarenta y cinco cantores y cantoras.
Tenían (setecientos treinta y seis caballos, doscientos cuarenta y cinco mulos) cuatrocientos
treinta y cinco camellos y seis mil setecientos veinte asnos”.

Judit 2, 1-7: “El año dieciocho, el día veintidós del primer mes, se celebró consejo en el
palacio de Nabucodonosor, rey de Asiria, en orden a la venganza que había de tomarse a
toda aquella tierra, tal como lo había anunciado. Convocó a todos sus ministros y a todos
sus magnates y expuso ante ellos su secreto designio, decidiendo con su propia boca la total
desgracia de aquella tierra. Y ellos sentenciaron que debía ser destruida toda carne que no
había escuchado las palabras de su boca. Acabado el consejo, Nabucodonosor, rey de
Asiria, llamó a Holofernes, jefe supremo del ejército y segundo suyo, y le dijo: «Así dice el
gran rey, señor de toda la tierra: Parte de junto a mí. Toma contigo hombres de valor
probado, unos ciento veinte mil infantes y una gran cantidad de caballos, con doce mil
jinetes; marcha contra toda la tierra de occidente, pues no escucharon las palabras de mi
boca. Ordénales que pongan a tu disposición tierra y agua, porque partiré airado contra
ellos y cubriré toda la superficie de la tierra con los pies de mis soldados, a los que
entregaré el país como botín”. 2, 14-24: “En saliendo Holofernes de la presencia de su
señor, convocó a todos los príncipes, jefes y capitanes del ejército asirio, y eligió a los
hombres más selectos para la guerra, como lo había ordenado su señor: unos ciento veinte
mil hombres, más doce mil arqueros a caballo, y los puso en orden de combate, como se
ordena una multitud para la batalla. Tomó una gran cantidad de camellos, asnos y mulas
para el bagaje e incontable número de ovejas, bueyes y cabras para el avituallamiento;
provisiones abundantes para cada hombre y muchísimo oro y plata de la casa real. Se puso
luego Holofernes en camino con todo su ejército para preceder al rey Nabucodonosor y
para cubrir toda la superficie de la tierra de occidente con sus carros, sus caballos y sus
mejores infantes. Se les agregó una multitud tan numerosa como la langosta y como la
arena de la tierra, que les seguía en tan gran número que no se podía calcular. Se alejaron
de Nínive tres jornadas de camino hasta la llanura de Bektilez, y acamparon junto a
Bektilez, cerca del monte que está a la izquierda de la Cilicia superior. Tomó todo su
ejército, infantes, jinetes y carros, y partió de allí hacia la montaña. Desbarató a Put y Lud,
devastó a todos los hijos de Rassis y a los hijos de Ismael que están al borde del desierto, al
sur de Jeleón, atravesó el Eufrates, recorrió Mesopotamia, arrasó todas las ciudades altas
que dominan el torrente Abroná y llegó hasta el mar”. 6, 1-4: “Calmado el tumulto
provocado por los hombres que estaban en torno al Consejo. Holofernes, jefe supremo del
ejército de Asiria, dijo a Ajior delante de todos los pueblos extranjeros y de los moabitas:
«¿Quién eres tú, Ajior, y quiénes los mercenarios de Ammón, que te permites hoy lanzar
profecías entre nosotros y nos aconsejas que no luchemos contra esta ralea de Israel, porque
su Dios los cubrirá con su escudo? ¿Qué otro dios hay fuera de Nabucodonosor? Este
enviará su fuerza y los aniquilará de sobre la faz de la tierra, sin que su Dios pueda
librarlos. Nosotros, sus siervos, los batiremos como si fueran sólo un hombre, y no podrán
resistir el empuje de nuestros caballos. Los pasaremos a fuego sin distinción. Sus montes se
embriagarán de su sangre y sus llanuras se colmarán con sus cadáveres. No podrán
mantenerse a pie firme ante nosotros y serán totalmente destruidos, dice el rey
Nabucodonosor, Señor de toda la tierra. Porque lo ha dicho y no quedarán sin cumplimiento
sus palabras”. 9, 1-14 “Cayó Judit, rostro en tierra, echó ceniza sobre su cabeza, dejó ver el
sayal que tenía puesto y, a la misma hora en que se ofrecía en Jerusalén, en la Casa de Dios,
el incienso de aquella tarde, clamó al Señor en alta voz diciendo: Señor, Dios de mi padre
Simeón, a quien diste una espada para vengarse de extranjeros que habían soltado el
ceñidor de una virgen para mancha, que desnudaron sus caderas para vergüenza y
profanaron su seno para deshonor; pues tú dijiste: «Eso no se hace», y ellos lo hicieron. Por
eso entregaste sus jefes a la muerte y su lecho, rojo de vergüenza por su engaño, lo dejaste
engañado hasta la sangre. Castigaste a los esclavos con los príncipes, a los príncipes con los
siervos. Entregaste al saqueo a sus mujeres, sus hijas al destierro, todos sus despojos en
reparto para tus hijos amados, que se habían encendido de tu celo, y tuvieron horror a la
mancha hecha a su sangre y te llamaron en su ayuda. ¡Oh Dios, mi Dios, escucha a esta
viuda! Tú que hiciste las cosas pasadas, las de ahora y las venideras, que has pensado el
presente y el futuro; y sólo sucede lo que tú dispones, y tus designios se presentan y te
dicen: «Aquí estamos!» Pues todos tus caminos están preparados y tus juicios de antemano
previstos. Mira, pues, a los asirios que juntan muchas fuerzas, orgullosos de sus caballos y
jinetes, engreídos por la fuerza de sus infantes, fiados en sus escudos y en sus lanzas, en sus
arcos y en sus hondas, y no han reconocido que tú eres el Señor, quebrantador de guerras.
Tu Nombre es «¡Señor!» ¡Quebranta su poder con tu fuerza! ¡Abate su poderío con tu
cólera!, pues planean profanar tu santuario, manchar la Tienda en que reposa la Gloria de tu
Nombre, y derribar con fuerza el cuerno de tu altar. Mira su altivez, y suelta tu ira sobre sus
cabezas; da a mi mano de viuda fuerza para lo que he proyectado. Hiere al esclavo con el
jefe, y al jefe con su siervo, por la astucia de mis labios. Abate su soberbia por mano de
mujer. No está en el número tu fuerza, ni tu poder en los valientes, sino que eres el Dios de
los humildes, el defensor de los pequeños, apoyo de los débiles, refugio de los desvalidos,
salvador de los desesperados. ¡Sí, sí! Dios de mi padre y Dios de la herencia de Israel,
Señor de los cielos y la tierra, Creador de las aguas, Rey de toda tu creación, ¡escucha mi
plegaria! Dame una palabra seductora para herir y matar a los que traman duras decisiones
contra tu alianza, contra tu santa Casa y contra el monte Sión y la casa propiedad de tus
hijos. Haz conocer a toda nación y toda tribu que tú eres Yahveh, Dios de todo poder y toda
fuerza, y que no hay otro protector fuera de ti para la estirpe de Israel”. 15, 14 “Judit
entonó, en medio de todo Israel, este himno de acción de gracias y todo el pueblo repetía
sus alabanzas: 16, 1.3: “¡Alabad a mi Dios con tamboriles, elevad cantos al Señor con
címbalos, ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza, ensalzad e invocad su Nombre!
Porque el Señor es un Dios quebrantador de guerras, porque en sus campos, en medio de su
pueblo me arrancó de la mano de mis perseguidores. Vinieron los asirios de los montes del
norte, vinieron con tropa innumerable; su muchedumbre obstruía los torrentes, y sus
caballos cubrían las colinas....”

Ester 6, 6-11: “Entró, pues, Amán, y el rey le preguntó: «¿Qué debe hacerse al hombre a
quien el rey quiere honrar?» Amán pensó: «¿A quién ha de querer honrar el rey, sino a
mí?» Respondió, pues, Amán al rey: «Para el hombre a quien el rey quiere honrar, deben
tomarse regias vestiduras que el rey haya vestido, y un caballo que el rey haya montado, y
en cuya cabeza se haya puesto una diadema real. Deben darse los vestidos, y el caballo a
uno de los servidores más principales del rey, para que vista al hombre a quien el rey desea
honrar; y le hará cabalgar sobre el caballo por la plaza mayor de la ciudad gritando delante
de él: «¡Así se trata al hombre a quien el rey quiere honrar!» Dijo el rey a Amán: «Toma al
momento vestidos y caballo, tal como lo has dicho, y hazlo así con el judío Mardoqueo,
que está en la Puerta Real. No dejes de cumplir ni un solo detalle». Tomó Amán los
vestidos y el caballo, vistió a Mardoqueo y le hizo cabalgar por la plaza mayor de la
ciudad, gritando delante de él: «¡Así se trata al hombre a quien el rey quiere honrar!»”. 8, 5-
16: “Dijo Ester: «Si al rey le parece bien, y si he hallado gracia a sus ojos, si la petición le
parece justa al rey y yo misma soy grata a sus ojos, que se escriba para revocar los decretos
escritos por Amán, hijo de Hamdatá, de Agag, y maquinados para hacer perecer a los judíos
de todas las provincias del rey. Porque ¿cómo podré yo ver la desgracia que amenaza a mi
pueblo y la ruina de mi gente?». El rey Asuero respondió a la reina Ester y al judío
Mardoqueo: «Ya he dado a la reina Ester la hacienda de Amán, a quien he mandado colgar
de la horca por haber alzado su mano contra los judíos. Vosotros, por vuestra parte, escribid
acerca de los judíos, en nombre del rey, lo que os parezca oportuno, y selladlo con el anillo
del rey. Pues todo lo que se escribe en nombre del rey y se sella con su sello, es
irrevocable». Fueron convocados al momento los secretarios del rey, en el mes tercero, que
es el mes de Siván, el día veintitrés, y escribieron, según las órdenes de Mardoqueo, a los
judíos, a los sátrapas, a los inspectores y a los jefes de todas las provincias, desde la India
hasta Etiopía, a las ciento veintisiete provincias, a cada provincia según su escritura y a
cada pueblo según su lengua, y a los judíos según su lengua y escritura. Escribieron en
nombre del rey Asuero y lo sellaron con el anillo del rey. Se enviaron las cartas por medio
de correos, jinetes en caballos de las caballerizas reales. En las cartas concedía el rey que
los judíos de todas las ciudades pudieran reunirse para defender sus vidas, para exterminar,
matar y aniquilar a las gentes de todo pueblo o provincia que los atacaran con las armas,
junto con sus hijos y sus mujeres, y para saquear sus bienes, y esto en un mismo día, en
todas las provincias del rey Asuero, el trece del mes doce, que es el mes de Adar. Una copia
de este escrito debía ser publicada como ley en todas las provincias y promulgada en todos
los pueblos; y los judíos debían estar preparados aquel día para vengarse de sus enemigos.
Los correos salieron con celeridad y a toda prisa, empleando los caballos de las caballerizas
reales, según la orden del rey; la ley también fue promulgada en la ciudadela de Susa.
Cuanto a Mardoqueo, salió de la presencia del rey espléndidamente vestido de púrpura
violeta y lino blanco, con una gran diadema de oro y manto de lino fino y púrpura; la
ciudad de Susa se llenó de gozo y alegría. Para los judíos todo fue esplendor, alegría,
triunfo y gloria”.
1 Macabeos 3, 37-40: “El rey, tomando consigo la otra mitad del ejército, partió de
Antioquía, capital de su reino, el año ciento cuarenta y siete. Atravesó el río Eufrates y
prosiguió su marcha a través de la región alta. Lisias eligió a Tolomeo, hijo de Dorimeno, a
Nicanor y a Gorgias, hombres poderosos entre los amigos del rey, y les envió con cuarenta
mil infantes y siete mil de a caballo a invadir el país de Judá y arrasarlo, como lo había
mandado el rey. Partieron con todo su ejército, llegaron y acamparon cerca de Emaús, en la
Tierra Baja”. 10, 80-85: “Se dio cuenta Jonatán de que a sus espaldas había una emboscada.
Estos rodearon su ejército y dispararon tiros sobre la tropa desde la mañana hasta el
atardecer; pero la tropa se mantuvo firme, como lo había ordenado Jonatán, y los caballos
de los enemigos se cansaron. Sacó entonces Simón su ejército y atacó a la falange -pues ya
la caballería estaba agotada- la derrotó y puso en fuga, mientras la caballería se desbandaba
por la llanura. En su huida llegaron a Azoto y entraron en Bet Dagón, el templo de su ídolo,
para salvarse. Pero Jonatán prendió fuego a Azoto y a las ciudades que la rodeaban , se hizo
con el botín y abrasó el templo de Dagón y a los que en él se habían refugiado. Los muertos
por la espada y los abrasados por el fuego fueron unos ocho mil hombres”.

2 Macabeos 3, 23-25 “Heliodoro llevaba a cabo lo que tenía decidido. Estaba ya allí mismo
con su guardia junto al Tesoro, cuando el Soberano de los Espíritus y de toda Potestad, se
manifestó en su grandeza, de modo que todos los que con él juntos se habían atrevido a
acercarse, pasmados ante el poder de Dios, se volvieron débiles y cobardes. Pues se les
apareció un caballo montado por un jinete terrible y guarnecido con riquísimo arnés;
lanzándose con ímpetu levantó contra Heliodoro sus patas delanteras. El que lo montaba
aparecía con una armadura de oro”. 10, 21-33: “Cuando se dio a Macabeo la noticia de lo
sucedido, reunió a los jefes del pueblo y acusó a aquellos hombres de haber vendido a sus
hermanos por dinero al soltar enemigos contra ellos. Hizo por tanto ejecutarles por traidores
e inmediatamente se apoderó de las dos torres. Con atinada dirección y con las armas en las
manos, mató en las dos fortalezas a más de veinte mil hombres. Timoteo, que antes había
sido vencido por los judíos, después de reclutar numerosas fuerzas extranjeras y de reunir
no pocos caballos traídos de Asia, se presentó con la intención de conquistar a Judea por
las armas. Ante su avance, los hombres de Macabeo, en rogativas a Dios, cubrieron de
polvo su cabeza y ciñeron de sayal la cintura; y, postrándose delante del Altar, a su pie,
pedían a Dios que, mostrándose propicio con ellos, se hiciera enemigo de sus enemigos y
adversario de sus adversarios, como declara la Ley. Al acabar la plegaria, tomaron las
armas y avanzaron un buen trecho fuera de la ciudad; cuando estaban cerca de sus
enemigos, se detuvieron. A poco de difundirse la claridad del sol naciente, ambos bandos se
lanzaron al combate; los unos tenían como garantía del éxito y de la victoria, además de su
valor, el recurso al Señor; los otros combatían con la furia como guía de sus luchas. En lo
recio de la batalla, aparecieron desde el cielo ante los adversarios cinco hombres
majestuosos montados en caballos con frenos de oro, que se pusieron al frente de los
judíos; colocaron a Macabeo en medio de ellos y, cubriéndole con sus armaduras, le hacían
invulnerable; arrojaban sobre los adversarios saetas y rayos, por lo que heridos de ceguera
se dispersaban en completo desorden. Veinte mil quinientos infantes fueron muertos y
seiscientos jinetes. El mismo Timoteo se refugió en una fortaleza, muy bien guardada,
llamada Gázara, cuyo estratega era Quereas. Las tropas de Macabeo, alborozadas,
asediaron la ciudadela durante cuatro días”.
Job 30, 19-25: “Grito hacia ti y tú no me respondes, me presento y no me haces caso. Te
has vuelto cruel para conmigo, tu mano vigorosa en mí se ceba. Me llevas a caballo sobre
el viento, me zarandeas con la tempestad. Pues bien sé que a la muerte me conduces, al
lugar de cita de todo ser viviente. Y sin embargo, ¿he vuelto yo la mano contra el pobre,
cuando en su angustia justicia reclamaba? ¿No he llorado por el que vive en estrechez? ¿No
se ha apiadado mi alma del mendigo?”. 39, 18-25: “El avestruz, e cuanto se alza y se
remonta, se ríe del caballo y su jinete. ¿Das tú al caballo la bravura? ¿Revistes su cuello de
tremolante crin? ¿Le haces brincar como langosta? ¡Terror infunde su relincho altanero!
Piafa de júbilo en el valle, con brío se lanza al encuentro de las armas. Se ríe del miedo y de
nada se asusta, no retrocede ante la espada. Va resonando sobre él la aljaba, la llama de la
lanza y el dardo. Hirviendo de impaciencia la tierra devora, no se contiene cuando suena la
trompeta. A cada toque de trompeta dice: «¡Ah!»,. y olfatea de lejos el combate, las voces
de mando y los clamores”.

Salmos 20, 7-10: “Ahora conozco que Yahveh dará la salvación a su ungido; desde su
santo cielo le responderá con las proezas victoriosas de su diestra. Unos con los carros,
otros con los caballos, nosotros invocamos el nombre de Yahveh, nuestro Dios. Ellos se
doblegan y caen, y nosotros en pie nos mantenemos. ¡Oh Yahveh, salva al rey, respóndenos
el día de nuestra súplica!”. 32, 9: “No seas cual caballo o mulo sin sentido, rienda y freno
hace falta para domar su brío, si no, no se te acercan”. 33, 16-19: “No queda a salvo el rey
por su gran ejército, ni el bravo inmune por su enorme fuerza. Vana cosa el caballo para la
victoria, ni con todo su vigor puede salvar. Los ojos de Yahveh están sobre quienes le
temen, sobre los que esperan en su amor, para librar su alma de la muerte, y sostener su
vida en la penuria”. 76, 2-8: “En Judá Dios es conocido, grande es su nombre en Israel; su
tienda está en Salem, su morada en Sión; allí quebró las ráfagas del arco, el escudo, la
espada y la guerra. Fulgurante eres tú, maravilloso por los montones de botín de que han
sido despojados; los bravos durmiendo están su sueño, a todos los hombres fuertes les
fallaron los brazos; a tu amenaza, oh Dios de Jacob, carro y caballo se quedaron pasmados.
Tú, tú el terrible, ¿quién puede resistir ante tu faz, bajo el golpe de tu ira?”. 147, 8-12: “El
que cubre de nubes los cielos, el que lluvia a la tierra prepara, el que hace germinar en los
montes la hierba, y las plantas para usos del hombre, el que dispensa al ganado su sustento,
a las crías del cuervo cuando chillan. No le agrada el brío del caballo, ni se complace en los
músculos del hombre. Se complace Yahveh en los que le temen, en los que esperan en su
amor. ¡Celebra a Yahveh, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión!”.

Sabiduría 19, 7-9: “Se vio una nube proteger con su sombra el campamento, emerger del
agua que la cubría una tierra enjuta, del mar Rojo un camino expedito, una verde llanura del
oleaje impetuoso, por donde, formando un solo pueblo, pasaron los que tu mano protegía
mientras contemplaban tan admirables prodigios. Como caballos se apacentaban, y
retozaban como corderos alabándote a ti, Señor que los habías liberado”.

Proverbios 231, 31: “Se prepara el caballo para el día del combate, pero la victoria es de
Yahveh”. 26, 1-3: “Como nieve en verano y lluvia en la siega, así de mal le sienta la gloria
al insensato. Como se escapa el pájaro y vuela la golondrina, así no se realiza la maldición
sin motivo. Látigo para el caballo, brida para el asno y vara para la espalda de los necios”.

Qohelet 10, 5-9: “Otra calamidad he visto bajo el sol, como error que emana de la
autoridad: La necedad elevada a grandes dignidades, mientras ricos se sentaban abajo. He
visto siervos a caballo, y príncipes que iban a pie, como los siervos. El que cava la hoya
cae en ella, y al que atraviesa el seto le muerde la culebra. El que saca piedras se lastima
con ellas, el que raja maderos puede hacerse daño”.

Sirácida 29, 1-12: “El que ama a su hijo, le azota sin cesar, para poderse alegrar en su
futuro. El que enseña a su hijo, sacará provecho de él, entre sus conocidos de él se gloriará.
El que instruye a su hijo, pondrá celoso a su enemigo, y ante sus amigos se sentirá gozoso.
Murió su padre, y como si no hubiera muerto, pues dejó tras de sí un hombre igual que él.
En su vida le mira con contento, y a su muerte no se siente triste. Contra sus enemigos deja
un vengador, y para los amigos quien les pague sus favores. El que mima a su hijo, vendará
sus heridas, a cada grito se le conmoverán sus entrañas. Caballo no domado, sale indócil,
hijo consentido, sale libertino. Halaga a tu hijo, y te dará sorpresas juega con él, y te traerá
pesares. No rías con él, para no llorar y acabar rechinando de dientes. No le des libertad en
su juventud, y no pases por alto sus errores. Doblega su cerviz mientras es joven, tunde sus
costillas cuando es niño, no sea que, volviéndose indócil, te desobedezca, y sufras por él
amargura de alma”. 33, 6: “Caballo de remonta, así el amigo burlón, bajo todo el que lo
monta relincha”. 48, 4-11: “¡Qué glorioso fuiste, Elías, en tus portentos! ¿Quién puede
jactarse de ser igual que tú? Tú que despertaste a un cadáver de la muerte y del sheol, por la
palabra del Altísimo; que hiciste caer a reyes en la ruina, y a hombres insignes fuera de su
lecho; oíste en el Sinaí la reprensión, y en el Horeb los decretos de castigo; ungiste reyes
para tomar venganza, y profetas para ser tus sucesores; en torbellino de fuego fuiste
arrebatado en carro de caballos ígneos; fuiste designado en los reproches futuros, para
calmar la ira antes que estallara, para hacer volver el corazón de los padres a los hijos, y
restablecer las tribus de Jacob. Felices aquellos que te vieron y que se durmieron en el
amor, que nosotros también viviremos sin duda”.

Isaías 2, 5-8: “Casa de Jacob, andando, y vayamos, caminemos a la luz de Yahveh. Has
desechado a tu pueblo, la Casa de Jacob, porque estaban llenos de adivinos y evocadores,
como los filisteos, y con extraños chocan la mano; se llenó su tierra de plata y oro, y no
tienen límite sus tesoros; se llenó su tierra de caballos, y no tienen límite sus carros; se
llenó su tierra de ídolos, ante la obra de sus manos se inclinan, ante lo que hicieron sus
dedos”. 5, 25-30: “Por eso se ha encendido la ira de Yahveh contra su pueblo, extendió su
mano sobre él y le golpeó. Y mató a los príncipes: sus cadáveres yacían como basura en
medio de las calles. Con todo eso, no se ha calmado su ira, y aún sigue extendida su mano.
Iza bandera a un pueblo desde lejos y le silba desde los confines de la tierra: vedlo aquí,
rápido, viene ligero. No hay en él quien se canse y tropiece, quien se duerma y se
amodorre; nadie se suelta el cinturón de los lomos, ni se rompe la correa de su calzado. Sus
saetas son agudas y todos sus arcos están tensos. Los cascos de sus caballos semejan
pedernal y sus ruedas, torbellino. Tiene un rugido como de leona, ruge como los cachorros,
brama y agarra la presa, la arrebata, y no hay quien la libre. Bramará contra él aquel día
como el bramido del mar, y oteará la tierra, y habrá densa oscuridad, pues la luz se habrá
oscurecido en la espesa tiniebla”. 21, 1-10: “Oráculo sobre el Desierto Marítimo. Como
torbellinos pasando por el Négueb vienen del desierto, del país temible. Una visión dura me
ha sido mostrada: El saqueador saquea y el devastador devasta. Sube Elam; asedia, Media.
He hecho cesar todo suspiro. Por eso mis riñones se han llenado de espanto. En mí hacen
presa dolores, como dolores de parturienta. Estoy pasmado sin poder oír, me estremezco sin
ver. He perdido el sentido, escalofríos me sobrecogen. El crepúsculo de mis anhelos se me
convierte en sobresalto. Se prepara la mesa, se despliega el mantel, se come y se bebe. -
¡Levantaos, jefes, engrasad el escudo! Pues así me ha dicho el Señor: «Anda, pon un vigía
que vea y avise. Cuando vea carros, troncos de caballos, jinetes en burro, jinetes en
camello, preste atención, mucha atención». Y exclamó el vigía: «Sobre la atalaya, mi señor,
estoy firme a lo largo del día, y en mi puesto de guardia estoy firme noches enteras. Pues
bien: por ahí vienen jinetes, troncos de caballos». Replicó y dijo: «¡Cayó, cayó Babilonia, y
todas las estatuas de sus dioses se han estrellado contra el suelo!». Trilla mía y parva de mi
era: lo que he oído de parte de Yahveh Sebaot, Dios de Israel, os lo he anunciado”. 22, 4-8:
“Por eso he dicho: «¡Apartaos de mí! Voy a llorar amargamente. No os empeñéis en
consolarme por la devastación de la hija de mi pueblo». Porque es día de perturbación, de
extravío y de aplastamiento para el Señor Yahveh Sebaot. En el valle de la Visión se zapa
un muro y el grito de socorro llega a la montaña, Elam lleva el carcaj, Aram monta a
caballo, Quir desnuda el escudo. Tus mejores valles se vieron llenos de carros, y los de a
caballo formaron frente a la puerta. Entonces cayó la defensa de Judá. Contemplasteis
aquel día el arsenal de la Casa del Bosque”. 30, 15-17: “Así dice el Señor Yahveh, el Santo
de Israel: «Por la conversión y calma seréis liberados, en el sosiego y seguridad estará
vuestra fuerza». Pero no aceptasteis, sino que dijisteis: «No, huiremos a caballo». ¡Pues,
bien, huid! Y «sobre rápidos carros montaremos». ¡Pues bien, rápidamente seréis
perseguidos! Mil temblarán ante la amenaza de uno solo; ante la amenaza de cinco huiréis,
hasta que seáis dejados como mástil en la cúspide del monte y como gallardete sobre una
colina”. 31, 1-4: “¡Ay, los que bajan a Egipto por ayuda! En la caballería se apoyan, y fían
en los carros porque abundan y en los jinetes porque son muchos; mas no han puesto su
mirada en el Santo de Israel, ni a Yahveh han buscado. Pero también él es sabio, hará venir
el mal, y no retirará sus palabras; se levantará contra la casa de los malhechores y contra la
ayuda de los que obran la iniquidad. En cuanto a Egipto, es humano, no divino, y sus
caballos, carne, y no espíritu; Yahveh extenderá su mano, tropezará el ayudador y caerá el
ayudado y todos a una perecerán. Porque así me ha dicho Yahveh: Como ruge el león y el
cachorro sobre su presa, y cuando se convoca contra él a todos los pastores, de sus voces no
se intimida, ni de su tumulto se apoca: tal será el descenso de Yahveh Sebaot para guerrear
sobre el monte Sión y sobre su colina”. 36, 4-9: “El copero mayor les dijo: «Decid a
Ezequías: Así habla el gran rey, el rey de Asur: ¿Qué confianza es ésa en la que fías?. Te
has pensado que meras palabras de los labios son consejo y bravura para la guerra. Pero
ahora ¿en quién confías, que te has rebelado contra mí? Mira: te has confiado al apoyo de
esa caña rota, de Egipto, que penetra y traspasa la mano del que se apoya sobre ella. Pues
así es Faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él. Pero vais a decirme:
"Nosotros confiamos en Yahveh nuestro Dios." ¿No ha sido él, Ezequías, quien ha
suprimido los altos y los altares y ha dicho a Judá y a Jerusalén: "Os postraréis delante de
este altar?". Pues apuesta ahora con mi señor, el rey de Asur: te daré dos mil caballos si
eres capaz de encontrarte jinetes para ellos. ¿Cómo harías retroceder a uno solo de los más
pequeños servidores de mi señor?. ¡Te fías de Egipto para tener carros y gentes de carro!”.
43, 16-18: “Así dice Yahveh, que trazó camino en el mar, y vereda en aguas impetuosas. El
que hizo salir carros y caballos a una con poderoso ejército; a una se echaron para no
levantarse, se apagaron, como mecha se extinguieron. ¿No os acordáis de lo pasado, ni
caéis en la cuenta de lo antiguo?”. 63, 11-16: “Entonces se acordó de los días antiguos, de
Moisés su siervo. ¿Dónde está el que los sacó de la mar, el pastor de su rebaño? ¿Dónde el
que puso en él su Espíritu santo, el que hizo que su brazo fuerte marchase al lado de
Moisés, el que hendió las aguas ante ellos para hacerse un nombre eterno, el que les hizo
andar por los abismos como un caballo por el desierto, sin que tropezaran, cual ganado que
desciende al valle? El Espíritu de Yahveh los llevó a descansar. Así guiaste a tu pueblo,
para hacerte un nombre glorioso. observa desde los cielos y ve desde tu aposento santo y
glorioso. ¿Dónde está tu celo y tu fuerza, la conmoción de tus entrañas? ¿Es que tus
entrañas se han cerrado para mí? Porque tú eres nuestro Padre, que Abraham no nos
conoce, ni Israel nos recuerda. Tú, Yahveh, eres nuestro Padre, tu nombre es «El que nos
rescata» desde siempre”. 66, 18-22: “Yo vengo a reunir a todas las naciones y lenguas;
vendrán y verán mi gloria. Pondré en ellos señal y enviaré de ellos algunos escapados a las
naciones: a Tarsis, Put y Lud, Mések, Ros, Túbal, Yaván; a las islas remotas que no oyeron
mi fama ni vieron mi gloria. Ellos anunciarán mi gloria a las naciones. Y traerán a todos
vuestros hermanos de todas las naciones como oblación a Yahveh -en caballos, carros,
literas, mulos y dromedarios- a mi monte santo de Jerusalén -dice Yahveh- como traen los
hijos de Israel la oblación en recipiente limpio a la Casa de Yahveh. Y también de entre
ellos tomaré para sacerdotes y levitas -dice Yahveh-. Porque así como los cielos nuevos y la
tierra nueva que yo hago permanecen en mi presencia -oráculo de Yahveh- así permanecerá
vuestra raza y vuestro nombre”.

Jeremías 5, 7-9: “¿Cómo te voy a perdonar por ello? Tus hijos me dejaron y juraron por el
no-dios. Yo los harté, y ellos se hicieron adúlteros, y el lupanar frecuentaron. Son caballos
lustrosos y vagabundos: cada cual relincha por la mujer de su prójimo. ¿Y de esto no pediré
cuentas? -oráculo de Yahveh-, ¿de una nación así no se vengará mi alma?”. 6, 22-23: “Así
dice Yahveh: Mirad que un pueblo viene de tierras del norte y una gran nación se despierta
de los confines de la tierra. Arco y lanza blanden, crueles son y sin entrañas. Su voz como
la mar muge, y a caballo van montados, ordenados como un solo hombre para la guerra
contra ti, hija de Sión”. 8, 5-7: “Pues ¿por qué este pueblo sigue apostatando, Jerusalén con
apostasía perpetua? Se aferran a la mentira, rehusan convertirse. He escuchado
atentamente: no hablan a derechas. Nadie deplora su maldad diciendo: «¿Qué he hecho?»
Todos se extravían, cada cual en su carrera, cual caballo que irrumpe en la batalla. Hasta la
cigüeña en el cielo conoce su estación, y la tórtola, la golondrina o la grulla observan la
época de sus migraciones. Pero mi pueblo ignora el derecho de Yahveh”. 8, 15-17:
“Esperábamos paz, y no hubo bien alguno; el tiempo de la cura, y se presenta el miedo.
Desde Dan se deja oír. el resuello de sus caballos. Al relincho sonoro de sus corceles
tembló la tierra toda. Vendrán y comerán el país y sus bienes, la ciudad y sus habitantes». -
Sí, he aquí que yo envío contra vosotros sierpes venenosas contra las que no existe
encantamiento, y os picarán -oráculo de Yahveh-”. 12, 4-6: “¿Hasta cuándo estará de luto la
tierra y la hierba de todo el campo estará seca? Por la maldad de los que moran en ella han
desaparecido bestias y aves. Porque han dicho: «No ve Dios nuestros senderos». - Si con
los de a pie corriste y te cansaron, ¿cómo competirás con los de a caballo? Y si en tierra
abierta te sientes seguro. ¿qué harás entre el boscaje del Jordán? Porque incluso tus
hermanos y la casa de tu padre, ésos también te traicionarán y a tus espaldas gritarán. No te
fíes de ellos cuando te digan hermosas palabras”. 17, 21-26: “Así dice Yahveh: «Guardaos,
por vida vuestra, de llevar carga en día de sábado y meterla por las puertas de Jerusalén. No
saquéis tampoco carga de vuestras casas en sábado, ni hagáis trabajo alguno, antes bien
santificad el sábado como mandé a vuestros padres. Mas no oyeron ni aplicaron el oído,
sino que atiesaron su cerviz sin oír ni aprender. Que si me hacéis caso -oráculo de Yahveh-
no metiendo carga por las puertas de esta ciudad en sábado y santificando el día de sábado
sin realizar en él trabajo alguno, entonces entrarán por las puertas de esta ciudad reyes que
se sienten sobre el trono de David, montados en carros y caballos, ellos y sus oficiales, la
gente de Judá y los habitantes de Jerusalén. Y durará esta ciudad para siempre. Y vendrán
de las ciudades de Judá, de los aledaños de Jerusalén, del país de Benjamín, de la Tierra
Baja, de la Sierra y del Négueb a traer holocaustos, sacrificios, oblaciones e incienso y a
traer ofrendas de acción de gracias a la Casa de Yahveh”. 22, 3-5: “Así dice Yahveh:
Practicad el derecho y la justicia, librad al oprimido de manos del opresor, y al forastero, al
huérfano y a la viuda no atropelléis; no hagáis violencia ni derraméis sangre inocente en
este lugar. Porque si ponéis en práctica esta palabra, entonces seguirán entrando por las
puertas de esta casa reyes sucesores de David en el trono, montados en carros y caballos,
junto con sus servidores y su pueblo. Mas si no oís estas palabras, por mí mismo os juro -
oráculo de Yahveh- que en ruinas parará esta casa”. 31, 38-40: “He aquí que vienen días -
oráculo de Yahveh- en que será reconstruida la ciudad de Yahveh desde la torre de Jananel
hasta la Puerta del Angulo; y volverá a salir la cuerda de medir toda derecha hasta la cuesta
de Gareb, y torcerá hasta Goá, y toda la hondonada de los Cuerpos Muertos y de la Ceniza,
y todo el Campo del Muerto hasta el torrente Cedrón, hasta la esquina de la Puerta de los
Caballos hacia oriente será sagrado de Yahveh: no volverá a ser destruido ni dado al
anatema nunca jamás”. 46, 1-5: “Lo que fue dicho por Yahveh al profeta Jeremías sobre las
naciones: Para Egipto. Sobre el ejército del Faraón Nekó, rey de Egipto, que estuvo sobre el
río Eufrates, en Karkemis, al cual batió Nabucodonosor, rey de Babilonia, el año cuarto de
Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá. Ordenad escudo y pavés, y avanzad a la batalla.
Uncid los caballos y montad, caballeros. Poneos firmes con los cascos, pulid las lanzas,
vestíos las cotas. ¡Pero qué veo! Ellos se desmoralizan, retroceden, y sus valientes son
batidos y huyen a la desbandada sin dar la cara. Terror por doquier -oráculo de Yahveh-”.
46, 7-10: “¿Quién es ése que como el Nilo sube, y como los ríos de entrechocantes aguas?
Egipto como el Nilo sube, y como ríos de entrechocantes aguas. Y dice: «Voy a subir, voy
a cubrir la tierra. Haré perecer a la ciudad y a los que viven en ella. Subid, caballos, y
enfureceos, carros, y salgan los valientes de Kus y de Put que manejan escudo, y los ludios
que asestan el arco». Aquel día será para el Señor Yahveh, día de venganza para vengarse
de sus adversarios. Devorará la espada y se hartará y se abrevará de su sangre; pues será la
matanza de Yahveh Sebaot en la tierra del norte, cabe el río Eufrates”. 47, 2-4: “Así dice
Yahveh: He aquí unas aguas que suben del norte y se hacen torrente inundante, y van a
inundar la tierra y lo que la llena, la ciudad y los que moran en ella; y clamará la gente, y
ululará todo morador de la tierra al son del galopar de los caballos de sus adalides, al ruido
de sus carros y al estrépito de sus ruedas. No se volverán padres a hijos, por el cansancio de
sus brazos, hasta que llegue el día de asolar a toda Filistea, y de raer a Tiro y a Sidón todo
auxiliar fugado, porque va a asolar Yahveh a Filistea, residuo de la isla de Kaftor”. 50, 35-
40: “¡Espada a los caldeos -oráculo de Yahveh- y a los habitantes de Babilonia, a sus jefes
y a sus sabios! Espada a sus adivinos, y quedarán por necios. Espada a sus valientes, y
desmayarán. Espada a sus caballos y a sus carros, a toda la mezcolanza de gentes que hay
dentro de ella, y serán como mujeres. Espada a sus tesoros y serán saqueados. ¡Sequía a sus
aguas y se secarán; porque tierra de ídolos es aquélla, y por sus Espantos pierden la cabeza!
Por eso vivirán las hienas con los chacales y vivirán en ella las avestruces, y no será
habitada nunca jamás ni será poblada por siglos y siglos. Como en la catástrofe causada por
Dios a Sodoma, Gomorra y sus vecinas -oráculo de Yahveh- donde no vive nadie, ni reside
en ellas ser humano”. 50, 41-43: “Mirad que un pueblo viene del norte, una gran nación, y
muchos reyes se despiertan de los confines de la tierra. Arco y lanza blanden, crueles son y
sin entrañas. Su voz como la mar muge, y a caballo van montados, ordenados como un solo
hombre para la guerra contra ti, hija de Babel. Oyó el rey de Babilonia nuevas de ellos y
flaquean sus manos. Angustia, asaltó, dolor como de parturienta”. 51, 17-23: “Todo hombre
es torpe para comprender, se avergüenza del ídolo todo platero, porque sus estatuas son una
mentira y no hay espíritu en ellas. Vanidad son, cosa ridícula; al tiempo de su visita
perecerán. No es así la «Parte de Jacob», pues él es el plasmador del universo, y aquel cuyo
heredero es Israel; Yahveh Sebaot es su nombre. Un martillo eras tú para mí, un arma de
guerra: contigo machaqué naciones, contigo destruí reinos, contigo machaqué caballo y
caballero, contigo machaqué el carro y a quien lo monta. contigo machaqué a hombre y
mujer, contigo machaqué al viejo y al muchacho, contigo machaqué al joven y a la
doncella, contigo machaqué al pastor y su hato, contigo machaqué al labrador y su yunta,
contigo machaqué a gobernadores y magistrados”.

Ezequiel 17, 11-16: “La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos: Di a esa casa
de rebeldía: ¿No sabéis lo que significa esto? Di: Mirad, el rey de Babilonia vino a
Jerusalén; tomó al rey y a los príncipes y los llevó con él a Babilonia. Escogió luego a uno
de estirpe real, concluyó un pacto con él y le hizo prestar juramento, después de haberse
llevado a los grandes del país, a fin de que el reino quedase modesto y sin ambición, para
guardar su alianza y mantenerla. Pero este príncipe se ha rebelado contra él enviando
mensajeros a Egipto en busca de caballos y tropas en gran número. ¿Le saldrá bien? ¿Se
salvará el que ha hecho esto? Ha roto el pacto ¡y va a salvarse! Por mi vida, oráculo del
Señor Yahveh, que en el lugar del rey que le puso en el trono, cuyo juramento despreció y
cuyo pacto rompió, allí en medio de Babilonia morirá”. 23, 17-20: “Los babilonios vinieron
donde ella, a compartir el lecho de los amores y a contaminarla con su lascivia; y cuando se
contaminó con ellos, su deseo se apartó de ellos. Dejó así al descubierto sus prostituciones
y su desnudez; y yo me aparté de ella como me había apartado de su hermana. Pero ésta
multiplicó sus prostituciones, acordándose de los días de su juventud, cuando se prostituía
en el país de Egipto, y se enamoraba de aquellos disolutos de carne de asnos y miembros de
caballos”. 26, 7-13: “Pues así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo traigo contra Tiro, por
el norte, a Nabucodonosor, rey de Babilonia, rey de reyes, con caballos, carros y jinetes y
gran número de tropas. A tus hijas que están tierra adentro las matará a espada. Hará contra
ti trincheras, levantará contra ti un terraplén, alzará contra ti un testudo, lanzará los golpes
de su ariete contra tus murallas, demolerá tus torres con sus máquinas. Sus caballos son tan
numerosos que su polvo te cubrirá. Al estrépito de su caballería, de sus carros y carretas,
trepidarán tus murallas cuando entre él por tus puertas, como se entra en una ciudad, brecha
abierta. Con los cascos de sus caballos hollará todas tus calles, a tu pueblo pasará a
cuchillo, y tus grandiosas estelas se desplomarán en tierra. Se llevarán como botín tus
riquezas, saquearán tus mercancías, destruirán tus murallas, demolerán tus casas suntuosas.
Tus piedras, tus vigas y tus escombros los echarán al fondo de las aguas. Yo haré cesar la
armonía de tus canciones, y no se volverá a oír el son de tus cítaras”. 26, 1-32 “La palabra
de Yahveh me fue dirigida en estos términos: Y tú, hijo de hombre, entona una elegía sobre
Tiro. Dirás a Tiro, la ciudad sentada a la entrada del mar, centro del tráfico de los pueblos
hacia islas sin cuento: Así dice el Señor Yahveh: Tiro, tú decías: Yo soy un navío de
perfecta hermosura. En el corazón de los mares estaban tus fronteras. Tus fundadores
hicieron perfecta tu hermosura. Con cipreses de Senir te construyeron todas tus planchas.
Del Líbano tomaron un cedro para erigirte un mástil. De las encinas de Basán hicieron tus
remos. El puente te lo hicieron de marfil incrustado en cedro de las islas de Kittim. De lino
recamado de Egipto era tu vela que te servía de enseña. Púrpura y escarlata de las islas de
Elisá formaban tu toldo. Los habitantes de Sidón y de Arvad eran tus remeros. Y tus sabios,
Tiro, iban a bordo como timoneles. En ti estaban los ancianos de Guebal y sus artesanos
para reparar tus averías. Todas las naves del mar y sus marineros estaban contigo para
asegurar tu comercio. Los de Persia, de Lud y de Put servían en tu ejército como hombres
de guerra; suspendían en ti el escudo y el yelmo, te daban esplendor. Los hijos de Arvad,
con tu ejército, guarnecían por todas partes tus murallas, y los gammadeos tus torres.
Suspendían sus escudos en tus murallas, todo alrededor, y hacían perfecta tu hermosura.
Tarsis era cliente tuya, por la abundancia de toda riqueza: plata, hierro, estaño y plomo
daba por tus mercancías. Yaván, Túbal y Mések traficaban contigo: te daban a cambio
hombres y utensilios de bronce. Los de Bet Togarmá daban por tus mercancías caballos de
tiro y de silla, y mulos. Los hijos de Rodán traficaban contigo; numerosas islas eran clientes
tuyas; te pagaban con colmillos de marfil y madera de ébano. Edom era cliente tuyo por la
abundancia de tus productos: daba por tus mercancías malaquita, púrpura, recamados,
batista, coral y rubíes. Judá y la tierra de Israel traficaban también contigo: te daban a
cambio trigo de Minnit, pannag, miel, aceite y resina. Damasco era cliente tuya por la
abundancia de tus productos; gracias a la abundancia de toda riqueza, te proveía de vino de
Jelbón y lana de Sajar. Dan y Yaván, desde Uzal, daban por tus mercancías hierro forjado,
canela y caña. Dedán traficaba contigo en sillas de montar. Arabia y todos los príncipes de
Quedar eran también tus clientes: pagaban con corderos, carneros y machos cabríos. Los
mercaderes de Sabá y de Ramá traficaban contigo: aromas de primera calidad y toda clase
de piedras preciosas y oro daban por tus mercancías. Jarán, Kanné y Edén, los mercaderes
de Sabá, de Asur y de Kilmad traficaban contigo. Traían a tu mercado vestidos de lujo,
mantos de púrpura y brocado, tapices multicolores y maromas trenzadas. Las naves de
Tarsis formaban tu flota comercial. Estabas repleta y pesada en el corazón de los mares. A
alta mar te condujeron los que a remo te llevaban. El viento de oriente te ha quebrado en el
corazón de los mares. Tus riquezas, tus mercancías y tus fletes, tus marineros y tus
timoneles, tus calafates, tus agentes comerciales, todos los guerreros que llevas, toda la
tripulación que transportas, se hundirán en el corazón de los mares el día de tu naufragio.
Al oír los gritos de tus marinos, se asustarán las costas. Entonces desembarcarán de sus
naves todos los remeros. Los marineros, todos los hombres de mar, se quedarán en tierra.
Lanzarán su clamor por ti, gritarán amargamente. Se echarán polvo en la cabeza, se
revolcarán en la ceniza; se raparán el pelo por tu causa, se ceñirán de sayal. Llorarán por ti,
en la amargura de su alma, con amargo lamento. Entonarán por ti, en su duelo, una elegía,
harán por ti esta lamentación: «¿Quién era semejante a Tiro en medio del mar?” 38, 1-7:
“La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos: Hijo de hombre, vuelve tu rostro
hacia Gog, en el país de Magog, príncipe supremo de Mesek y Túbal, y profetiza contra él.
Dirás: Así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy contra ti, Gog, príncipe supremo de Mesek y
Túbal. Yo te haré dar media vuelta, te pondré garfios en las quijadas, y te haré salir con
todo tu ejército, caballos y caballeros, todos bien equipados, inmensa asamblea, todos con
escudos y paveses, y diestros en el manejo de la espada. Persia, Kus y Put están con ellos,
todos con escudo y yelmo. Gómer, con todas sus huestes, Bet Togarmá, en el extremo
norte, con todas sus huestes, pueblos numerosos, están contigo. Disponte y prepárate, tú y
toda tu asamblea concentrada en torno a ti, y ponte a mi servicio”. 38, 14-16: “Profetiza,
hijo de hombre. Dirás a Gog: Así dice el Señor Yahveh: ¿No es verdad que aquel día,
cuando mi pueblo Israel viva en seguridad, te pondrás en movimiento? Vendrás de tu lugar,
del extremo norte, tú y pueblos numerosos contigo, todos montados a caballo, enorme
asamblea, ejército innumerable. Subirás contra mi pueblo Israel como un nublado que
recubre la tierra. Será al fin de los días; yo te haré venir entonces contra mi tierra para que
las naciones me conozcan, cuando yo manifieste mi santidad a sus ojos, a costa tuya, Gog”.
39, 17-22: “En cuanto a ti, hijo de hombre, así dice el Señor Yahveh: Di a los pájaros de
todas clases y a todas las fieras del campo: Congregaos, venid, reuníos de todas partes para
el sacrificio que yo os ofrezco, un gran sacrificio sobre los montes de Israel; comeréis carne
y beberéis sangre. Carne de héroes comeréis, sangre de príncipes de la tierra beberéis.
Todos son carneros, corderos, machos cabríos, pingües toros de Basán. Comeréis grasa
hasta la saciedad y beberéis sangre hasta la embriaguez, en este sacrificio que yo os brindo.
Os hartaréis a mi mesa de caballos y caballeros, de héroes y de toda clase de guerreros,
oráculo del Señor Yahveh. Así manifestaré yo mi gloria entre las naciones, y todas las
naciones verán el juicio que voy a ejecutar y la mano que pondré sobre ellos. Y la casa de
Israel sabrá desde ese día en adelante que yo soy Yahveh su Dios”.

Oseas 1, 3-7: “Fue Oseas y tomó a Gómer, hija de Dibláyim, la cual concibió y le dio a luz
un hijo. Yahveh le dijo: «Ponle el nombre de Yizreel, porque dentro de poco visitaré yo la
casa de Jehú por la sangre derramada en Yizreel, y pondré fin al reinado de la casa de
Israel. Aquel día romperé el arco de Israel en el valle de Yizreel». Concibió ella de nuevo y
dio a luz una hija. Y Yahveh dijo a Oseas: «Ponle el nombre de "Nocompadecida", porque
yo no me compadeceré más de la casa de Israel, soportándoles todavía. (Pero de la casa de
Judá me compadeceré y los salvaré por Yahveh su Dios. No los salvaré con arco ni espada
ni guerra, ni con caballos ni jinetes.)»”. 14, 1-4: “Rea de castigo es Samaría, porque se
rebeló contra su Dios. A espada caerán, serán sus niños estrellados, y reventadas sus
mujeres encinta. Vuelve, Israel, a Yahveh tu Dios, pues has tropezado por tus culpas.
Tomad con vosotros palabras, y volved a Yahveh. Decidle: «Quita toda culpa; toma lo que
es bueno; y en vez de novillos te ofreceremos nuestros labios. Asiria no nos salvará, no
montaremos ya a caballo, y no diremos más "Dios nuestro" a la obra de nuestros manos, oh
tú, en quien halla compasión el huérfano»”.
Amós 2, 11-16: “Yo suscité profetas entre vuestros hijos, y nazireos entre vuestros jóvenes.
¿No es así, hijos de Israel?, oráculo de Yahveh. Y vosotros habéis hecho beber vino a los
nazireos, y habéis conminado a los profetas, diciendo: «¡No profeticéis!». ¡Pues bien, yo os
estrujaré debajo, como estruja el carro que está lleno de haces! Entonces le fallará la huida
al raudo, el fuerte no podrá desplegar su vigor, y ni el bravo salvará su vida. El que maneja
el arco no resistirá, no se salvará el de pies ligeros, el que monta a caballo no salvará su
vida, y el más esforzado entre los bravos huirá desnudo el día aquel, oráculo de Yahveh”. 4,
7-12: “Os he cerrado la lluvia, a tres meses todavía de la siega; he hecho llover sobre una
ciudad, y sobre otra ciudad no he hecho llover; una parcela recibía lluvia, y otra parcela,
falta de lluvia, se secaba; dos, tres ciudades acudían a otra ciudad a beber agua, pero no
calmaban su sed; ¡y no habéis vuelto a mí!, oráculo de Yahveh. Os he herido con tizón y
añublo, he secado vuestras huertas y viñedos; vuestras higueras y olivares los ha devorado
la langosta; ¡y no habéis vuelto a mí!, oráculo de Yahveh. He enviado contra vosotros
peste, como la peste de Egipto, he matado a espada a vuestros jóvenes, mientras vuestros
caballos eran capturados; he hecho subir a vuestras narices el hedor de vuestros
campamentos, ¡y no habéis vuelto a mí!, oráculo de Yahveh. Os he trastornado como Dios
trastornó a Sodoma y Gomorra, habéis quedado como un tizón salvado de un incendio; ¡y
no habéis vuelto a mí!, oráculo de Yahveh. Por eso, así voy a hacer contigo, Israel, y
porque esto voy a hacerte, prepárate, Israel, a afrontar a tu Dios”. 6, 9-12: “Y sucederá que,
si quedan diez hombres en una misma casa, morirán. Sólo quedarán unos pocos evadidos
para sacar de la casa los huesos; y si se dice al que está en el fondo de la casa: «¿Hay
todavía alguien contigo?», dirá: «Ninguno», y añadirá: «¡Silencio!, que no hay que mentar
el nombre de Yahveh». Pues he aquí que Yahveh da la orden y reduce la casa grande a
escombros, y la casa pequeña a ruinas. ¿Corren por la roca los caballos? ¿Se ara con bueyes
el mar? ¡Pues vosotros trocáis en veneno el juicio y en ajenjo el fruto de la justicia!”.

Miqueas 5, 9-14: “Sucederá aquel día -oráculo de Yahveh- que yo extirparé de en medio de
ti tus caballos, y haré desaparecer tus carros; extirparé las ciudades de tu tierra, y demoleré
todas tus fortalezas; extirparé de tu mano las hechicerías, y no habrá para ti más adivinos;
extirparé tus estatuas y tus estelas de en medio de ti, y ya no podrás postrarte más ante la
obra de tus manos, arrancaré de en medio de ti tus cipos y aniquilaré tus ídolos. ¡Venganza
tomaré con cólera y furor de las naciones que no escucharon!”.

Nahum 3, 1-4: “¡Ay de la ciudad sanguinaria, mentira toda ella, llena de rapiña, de
incesante pillaje! ¡Chasquido de látigos, estrépito de ruedas! ¡Caballos que galopan, carros
que saltan, caballería que avanza, llamear de espadas, centellear de lanzas..., multitud de
heridos, montones de muertos, cadáveres sin fin, cadáveres en los que se tropieza! Es por
las muchas prostituciones de la prostituta, bella de gracia y maestra en sortilegios, que
vendía a las naciones con sus prostituciones y a los pueblos con sus sortilegios”.

Habacuc 1, 1-9: “Oráculo que tuvo en visión el profeta Habacuc. ¿Hasta cuándo, Yahveh,
pediré auxilio, sin que tú escuches, clamaré a ti: «¡Violencia!» sin que tú salves? ¿Por qué
me haces ver la iniquidad, y tú miras la opresión? ¡Ante mí rapiña y violencia, querella hay
y discordia se suscita! Por eso la ley se desvirtúa, y no aparece el juicio. ¡Sí, el impío asedia
al justo, por eso aparece el juicio pervertido! Mirad a las gentes, contemplad, quedad
estupefactos, atónitos: voy a hacer yo una obra en vuestros días que no creeríais si se os
contara. Pues he aquí que yo suscito a los caldeos, pueblo acerbo y fogoso, que recorre las
anchuras de la tierra, para apoderarse de moradas ajenas. Espantoso es y terrible; de él solo
salen su juicio y su grandeza; más raudos son que leopardos sus caballos, más agudos que
lobos de la tarde; sus jinetes galopan, vienen de lejos sus jinetes, vuelan como águila que se
precipita a devorar. Llegan todos para hacer violencia, el ardor de sus rostros, como un
viento del este, amontona cautivos como arena”. 3, 8-16: “¿Contra los ríos arde tu cólera,
Yahveh, contra el mar tu furor, para que montes en tus caballos, en tus carros de victoria?
Tú desnudas tu arco, sacias su cuerda de saetas. De ríos surcas tú la tierra; te ven y se
espantan los montes, un diluvio de agua pasa, el abismo deja oír su voz. En alto levanta sus
manos el sol, la luna se detiene en su sitio, a la luz de tus saetas que parten, al fulgor del
centellear de tu lanza. Con furia atraviesas la tierra, con cólera pisoteas las naciones. Tú
sales a salvar a tu pueblo, a salvar a tu ungido. Estrellas la cabeza de la casa del impío,
desnudas sus cimientos hasta el cuello. Traspasas con tus dardos la cabeza de sus nobles
que se lanzaban para dispersarnos con su estrépito, como si fuesen a devorar al desdichado
en su escondrijo. Tú surcas el mar con tus caballos, el borbotar de las inmensas aguas. ¡He
oído y mis entrañas se estremecen, a esa voz titubean mis labios, penetra la caries en mis
huesos, bajo mí tiemblan mis pasos! Tranquilo espero el día de la angustia, que va a subir
sobre el pueblo que nos asalta”.

Ageo 2, 20-23: “La palabra de Yahveh fue dirigida por segunda vez a Ageo, el día
veinticuatro del mes, en estos términos: Habla a Zorobabel, gobernador de Judá y di: Yo
voy a sacudir los cielos y la tierra. Daré vuelta a los tronos de los reinos y destruiré el poder
de los reinos de las naciones, daré vuelta al carro y a los que montan en él, y serán abatidos
caballos y caballeros cada uno por la espada de su hermano. Aquel día -oráculo de Yahveh
Sebaot- te tomaré a ti, Zorobabel, hijo de Sealtiel, siervo mío -oráculo de Yahveh- y te
pondré como anillo de sello, porque a ti te he elegido, oráculo de Yahveh Sebaot”.

Zacarías 1, 7-11: “El día veinticuatro del undécimo mes (que es el mes de Sebat), el año
segundo de Darío, fue dirigida la palabra de Yahveh al profeta Zacarías (hijo de (Berekías),
hijo de Iddó, en estos términos: He tenido una visión esta noche. Era un hombre que
montaba un caballo rojo; estaba de pie entre los mirtos que hay en la hondonada; detrás de
él, caballos rojos, alazanes y blancos. Yo dije: «¿Quiénes son éstos, señor mío?» El ángel
que hablaba conmigo me dijo: «Yo te enseñaré quiénes son éstos». Y el hombre que estaba
entre los mirtos intervino y dijo: «Éstos son los que ha enviado Yahveh a recorrer la tierra».
Entonces ellos se dirigieron al ángel de Yahveh que estaba entre los mirtos y dijeron:
«Hemos recorrido la tierra y hemos visto que toda la tierra vive en paz»”. 6, 1-7: “Alcé otra
vez los ojos y tuve una visión: Eran cuatro carros que salían de entre dos montes; y los
montes eran montes de bronce. En el primer carro había caballos rojos, en el segundo carro
caballos negros, en el tercer carro caballos blancos, y en el cuarto carro caballos tordos.
Tomé la palabra y dije al ángel que hablaba conmigo: «¿Qué son éstos, señor mío?». El
ángel respondió y me dijo: «Son los cuatro vientos del cielo que salen después de
presentarse ante el Señor de toda la tierra. Donde están los caballos negros, salen hacía el
país del norte; los blancos salen detrás de ellos y los tordos salen hacía el país del sur».
Briosos salían, impacientes por recorrer la tierra. Les dijo: «Id, recorred la tierra». Y
recorrieron la tierra”. 9, 9-10: “¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de
Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un
asno, en un pollino, cría de asna. Él suprimirá los cuernos de Efraím y los caballos de
Jerusalén; será suprimido el arco de combate, y él proclamará la paz a las naciones. Su
dominio irá de mar a mar y desde el Río hasta los confines de la tierra”. 10, 3-6: “Contra
los pastores arde mi cólera y a los machos cabríos visitaré. Cuando Yahveh Sebaot visite a
su rebaño, la Casa de Judá, hará de ellos como su caballo de honor en el combate. De él
saldrá el Angulo, de él la Clavija, de él el Arco de combate, de él todos los Caudillos.
Juntos serán como bravos que pisarán el barro de las calles en el combate; combatirán,
porque Yahveh está con ellos, y serán confundidos los que montan caballos. Yo haré fuerte
la casa de Judá y victoriosa la casa de José; los recobraré porque me apiado de ellos, y
serán como si yo no los hubiera desechado, pues yo soy Yahveh su Dios, y los atenderé”.
12, 1-4: “Oráculo: Palabra de Yahveh sobre Israel. Oráculo de Yahveh, el que despliega los
cielos, funda la tierra y forma el espíritu del hombre en su interior. He aquí que yo hago de
Jerusalén una copa de vértigo para todos los pueblos del contorno (durante el asedio contra
Jerusalén), (y también sobre Judá). Aquel día haré yo de Jerusalén una piedra de
levantamiento para todos los pueblos: todos los que la levanten se desgarrarán
completamente. Y contra ella se congregarán todas las naciones de la tierra. Aquel día -
oráculo de Yahveh- heriré de aturdimiento a todo caballo, y a su caballero, de locura. Y a
todos los pueblos heriré de ceguera. (Mas sobre la casa de Judá abriré mis ojos.)”. 14, 14-
16: “También Judá combatirá en Jerusalén. Y serán reunidas las riquezas de todas las
naciones de alrededor: oro, plata y vestidos en cantidad inmensa. Semejante será la plaga de
los caballos, mulos, camellos y asnos, y de todo el ganado que haya en aquellos
campamentos: ¡una plaga como ésa! Y todos los supervivientes de todas las naciones que
hayan venido contra Jerusalén subirán de año en año a postrarse ante el Rey Yahveh Sebaot
y a celebrar la fiesta de las Tiendas”. 14, 17-21: “Para aquella familia de la tierra que no
suba a Jerusalén a postrarse ante el Rey Yahveh Sebaot no habrá lluvia. Si la familia de
Egipto no sube ni viene, caerá sobre ella la plaga con que Yahveh herirá a las naciones que
no suban a celebrar la fiesta de las Tiendas. Tal será el castigo de Egipto y el castigo de
todas las naciones que no suban a celebrar la fiesta de las Tiendas. Aquel día se hallará en
los cascabeles de los caballos: «Consagrado a Yahveh», y serán las ollas en la Casa de
Yahveh como copas de aspersión delante del altar. Y toda olla, en Jerusalén y Judá, estará
consagrada a Yahveh Sebaot; todos los que quieran sacrificar vendrán a tomar de ellas, y en
ellas cocerán; y no habrá más comerciante en la Casa de Yahveh Sebaot el día aquel”.

Santiago 3, 1-12: “No os hagáis maestros muchos de vosotros, hermanos míos, sabiendo
que nosotros tendremos un juicio más severo, pues todos caemos muchas veces. Si alguno
no cae hablando, es un hombre perfecto, capaz de poner freno a todo su cuerpo. Si ponemos
a los caballos frenos en la boca para que nos obedezcan, dirigimos así todo su cuerpo.
Mirad también las naves: aunque sean grandes y vientos impetuosos las empujen, son
dirigidas por un pequeño timón adonde la voluntad del piloto quiere. Así también la lengua
es un miembro pequeño y puede gloriarse de grandes cosas. Mirad qué pequeño fuego
abrasa un bosque tan grande. Y la lengua es fuego, es un mundo de iniquidad; la lengua,
que es uno de nuestros miembros, contamina todo el cuerpo y, encendida por la gehenna,
prende fuego a la rueda de la vida desde sus comienzos. Toda clase de fieras, aves, reptiles
y animales marinos pueden ser domados y de hecho han sido domados por el hombre; en
cambio ningún hombre ha podido domar la lengua; es un mal turbulento; está llena de
veneno mortífero. Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los
hombres, hechos a imagen de Dios; de una misma boca proceden la bendición y la
maldición. Esto, hermanos míos, no debe ser así. ¿Acaso la fuente mana por el mismo caño
agua dulce y amarga? ¿Acaso, hermanos míos, puede la higuera producir aceitunas y la vid
higos? Tampoco el agua salada puede producir agua dulce”.

Apocalipsis 6, 1-8: “Seguí viendo: Cuando el Cordero abrió el primero de los siete sellos,
oí al primero de los cuatro Vivientes que decía con voz como de trueno: «Ven». Miré y
había un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; se le dio una corona, y salió
como vencedor, y para seguir venciendo. Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo
Viviente que decía: «Ven». Entonces salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le
concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros; se le dio una espada
grande. Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer Viviente que decía: «Ven». Miré entonces
y había un caballo negro; el que lo montaba tenía en la mano una balanza, y oí como una
voz en medio de los cuatro Vivientes que decía: «Un litro de trigo por denario, tres litros de
cebada por un denario. Pero no causes daño al aceite y al vino». Cuando abrió el cuarto
sello, oí la voz del cuarto Viviente que decía: «Ven». Miré entonces y había un caballo
verdoso; el que lo montaba se llamaba Muerte, y el Hades le seguía. Se les dio poder sobre
la cuarta parte de la tierra, para matar con la espada, con el hambre, con la peste y con las
fieras de la tierra”. 9, 3-12: “De la humareda salieron langostas sobre la tierra, y se les dio
un poder como el que tienen los escorpiones de la tierra. Se les dijo que no causaran daño a
la hierba de la tierra, ni a nada verde, ni a ningún árbol; sólo a los hombres que no llevaran
en la frente el sello de Dios. Se les dio poder, no para matarlos, sino para atormentarlos
durante cinco meses. El tormento que producen es como el del escorpión cuando pica a
alguien. En aquellos días, buscarán los hombres la muerte y no la encontrarán; desearán
morir y la muerte huirá de ellos. La apariencia de estas langostas era parecida a caballos
preparados para la guerra; sobre sus cabezas tenían como coronas que parecían de oro; sus
rostros eran como rostros humanos; tenían cabellos como cabellos de mujer, y sus dientes
eran como de león; tenían corazas como corazas de hierro, y el ruido de sus alas como el
estrépito de carros de muchos caballos que corren al combate; tienen colas parecidas a las
de los escorpiones, con aguijones, y en sus colas, el poder de causar daño a los hombres
durante cinco meses. Tienen sobre sí, como rey, al Ángel del Abismo, llamado en hebreo
«Abaddón», y en griego «Apolíon». El primer ¡Ay! ha pasado. Mira que detrás vienen
todavía otros dos”. 9, 15-19: “Y fueron soltados los cuatro Ángeles que estaban preparados
para la hora, el día, el mes y el año, para matar a la tercera parte de los hombres. El número
de su tropa de caballería era de doscientos millones; pude oír su número. Así vi en la visión
los caballos y a los que los montaban: tenían corazas de color de fuego, de jacinto y de
azufre; las cabezas de los caballos como cabezas de león y de sus bocas salía fuego y humo
y azufre. Y fue exterminada la tercera parte de los hombres por estas tres plagas: por el
fuego, el humo y el azufre que salían de sus bocas. Porque el poder de los caballos está en
su boca y en sus colas; pues sus colas, semejantes a serpientes, tienen cabezas y con ellas
causan daño”. 14, 18-20: “Y salió del altar otro Ángel, el que tiene poder sobre el fuego, y
gritó con fuerte voz al que tenía la hoz afilada: «Mete tu hoz afilada y vendimia los racimos
de la viña de la tierra, porque están en sazón sus uvas». El Ángel metió su hoz en la tierra y
vendimió la viña de la tierra y lo echó todo en el gran lagar del furor de Dios. Y el lagar fue
pisado fuera de la ciudad y brotó sangre del lagar hasta la altura de los frenos de los
caballos en una extensión de mil seiscientos estadios”. 18, 9-16: “Llorarán, harán duelo por
ella los reyes de la tierra, los que con ella fornicaron y se dieron al lujo, cuando vean la
humareda de sus llamas; se quedarán a distancia horrorizados ante su suplicio, y dirán:
«¡Ay, ay, la Gran Ciudad! ¡Babilonia, ciudad poderosa, que en una hora ha llegado tu
juicio!» Lloran y se lamentan por ella los mercaderes de la tierra, porque nadie compra ya
sus cargamentos: cargamentos de oro y plata, piedras preciosas y perlas, lino y púrpura,
seda y escarlata, toda clase de maderas olorosas y toda clase de objetos de marfil, toda clase
de objetos de madera preciosa, de bronce, de hierro y de mármol; cinamomo, amomo,
perfumes, mirra, incienso, vino, aceite, harina, trigo, bestias de carga, ovejas, caballos y
carros; esclavos y mercancía humana. Y los frutos en sazón que codiciaba tu alma, se han
alejado de ti; y toda magnificencia y esplendor se han terminado para ti, y nunca jamás
aparecerán. Los mercaderes de estas cosas, los que a costa de ella se habían enriquecido, se
quedarán a distancia horrorizados ante su suplicio, llorando y lamentándose: «¡Ay, ay, la
Gran Ciudad, vestida de lino, púrpura y escarlata, resplandeciente de oro, piedras preciosas
y perlas!”. 19, 11-18: “Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco: el que lo
monta se llama «Fiel» y «Veraz»; y juzga y combate con justicia. Sus ojos, llama de fuego;
sobre su cabeza, muchas diademas; lleva escrito un nombre que sólo él conoce; viste un
manto empapado en sangre y su nombre es: “La Palabra de Dios”. Y los ejércitos del cielo,
vestidos de lino blanco puro, le seguían sobre caballos blancos. De su boca sale una espada
afilada para herir con ella a los paganos; él los regirá con cetro de hierro; él pisa el lagar del
vino de la furiosa cólera de Dios, el Todopoderoso. Lleva escrito un nombre en su manto y
en su muslo: “Rey de Reyes y Señor de Señores”. Luego vi a un Ángel de pie sobre el sol
que gritaba con fuerte voz a todas las aves que volaban por lo alto del cielo: «Venid,
reuníos para el gran banquete de Dios, para que comáis carne de reyes, carne de tribunos y
carne de valientes, carne de caballos y de sus jinetes, y carne de toda clase de gente, libres
y esclavos, pequeños y grandes»”. 19, 19-21: “Vi entonces a la Bestia y a los reyes de la
tierra con sus ejércitos reunidos para entablar combate contra el que iba montado en el
caballo y contra su ejército. Pero la Bestia fue capturada, y con ella el falso profeta -el que
había realizado al servicio de la Bestia las señales con que seducía a los que habían
aceptado la marca de la Bestia y a los que adoraban su imagen- los dos fueron arrojados
vivos al lago del fuego que arde con azufre. Los demás fueron exterminados por la espada
que sale de la boca del que monta el caballo, y todas las aves se hartaron de sus carnes»”.

CABRA (as), CABRITO (os, a, as). (Véase macho cabrío):

Génesis 15, 6-9: “Y creyó él (Abraham) en Yahveh, el cual se lo reputó por justicia. Y le
dijo: «Yo soy Yahveh que te saqué de Ur de los caldeos, para darte esta tierra en
propiedad». El dijo: «Mi Señor, Yahveh, ¿en qué conoceré que ha de ser mía?» Díjole:
«Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una
tórtola y un pichón»”. 27, 6-10: "Rebeca dijo a su hijo Jacob: «Acabo de oír a tu padre que
hablaba con tu hermano Esaú diciendo: Tráeme caza, y hazme un guiso suculento para que
yo lo coma y te bendiga delante de Yahveh antes de morirme. Pues bien, hijo mío, hazme
caso en lo que voy a recomendarte. Ve al rebaño y tráeme de allí dos cabritos hermosos.
Yo haré con ellos un guiso suculento para tu padre como a él le gusta, y tú se lo presentas a
tu padre, que lo comerá, para que te bendiga antes de su muerte»". 27, 15-18: "Después
tomó Rebeca ropas de Esaú, su hijo mayor, las más preciosas que tenía en casa, y vistió a
Jacob, su hijo pequeño. Luego, con las pieles de los cabritos le cubrió las manos y la parte
lampiña del cuello, y puso el guiso y el pan que había hecho en las manos de su hijo Jacob.
Éste entró a donde su padre, y dijo: «¡Padre!» El respondió: «Aquí estoy; ¿quién eres,
hijo?»". 37, 31-32: “Entonces tomaron la túnica de José, y degollando un cabrito, tiñeron la
túnica en sangre, y enviaron la túnica de manga larga, haciéndola llegar hasta su padre con
este recado: «Esto hemos encontrado: examina si se trata de la túnica de tu hijo, o no»”. 38,
15-17: “Judá vio a Tamar, la viuda, y la tomó por una ramera, porque se había tapado el
rostro, y desviándose hacia ella dijo: «Déjame ir contigo» - pues no la reconoció como su
nuera -. Dijo ella: «¿Y qué me das por venir conmigo?» «Te mandaré un cabrito de mi
rebaño». - «Si me das prenda hasta que me lo mandes..»”. 38, 20: “Judá, por su parte, envió
el cabrito por mediación de su compañero el adulamita, para rescatar la prenda de manos de
la mujer, pero éste no la encontró”. 38, 23: “«Pues que se quede con ello - dijo Judá -; que
nadie se burle de nosotros. Ya ves cómo he enviado ese cabrito, y tú no la has
encontrado»”.

Éxodo 12, 5: "El animal será sin defecto, macho, de un año. Lo escogeréis entre los
corderos o los cabritos". .23, 19: “Llevarás a la Casa de Yahveh, tu Dios, las mejores
primicias de tu suelo. No cocerás el cabrito en la leche de su madre”. 25, 1- 6: “Yahveh
habló a Moisés diciendo: Di a los israelitas que reserven ofrendas para mí. Me reservaréis
la ofrenda de todo aquel a quien su corazón mueva. De ellos reservaréis lo siguiente: oro,
plata y bronce; púrpura violeta y escarlata, carmesí, lino fino y pelo de cabra; pieles de
carnero teñidas de rojo, cueros finos y maderas de acacia; aceite para el alumbrado, aromas
para el óleo de la unción...”. 26, 7: “Tejerás también piezas de pelo de cabra para que a
modo de tienda cubran la Morada. Tejerás once de estas piezas”. 34, 26: “Llevarás a la casa
de Yahveh, tu Dios, lo mejor de las primicias de los frutos de tu suelo. No cocerás el
cabrito en la leche de su madre»”. 35, 5-8: “Reservad de vuestros bienes una ofrenda para
Yahveh. Que reserven ofrenda para Yahveh todos aquellos a quienes su corazón mueva:
oro, plata y bronce, púrpura violeta y escarlata, carmesí, lino fino, pelo de cabra, pieles de
carnero teñidas de rojo, cueros finos y maderas de acacia, aceite para el alumbrado, aromas
para el óleo de la unción y para el incienso aromático”. 35, 23: “Cuantos poseían púrpura
violeta y escarlata, y carmesí, lino fino, pelo de cabra, pieles de carnero teñidas de rojo y
cueros finos, los traían también”.

Levítico 3, 12-13: “Si su ofrenda consiste en una cabra, la presentará ante Yahveh,
impondrá la mano sobre su cabeza y la inmolará ante la Tienda del Encuentro; los hijos de
Aarón derramarán su sangre alrededor del altar”. 4, 27-28: “Si uno cualquiera del pueblo de
la tierra peca por inadvertencia haciendo algo prohibido por los mandamientos de Yahveh,
haciéndose así culpable; si se le advierte del pecado cometido, presentará como ofrenda por
el pecado cometido una cabra sin defecto”. 5, 6: “Como sacrificio de reparación por el
pecado cometido, llevará a Yahveh una hembra de ganado menor, oveja o cabra, como
sacrificio por el pecado. Y el sacerdote hará por él expiación de su pecado”. 7, 23: “Habla a
los israelitas y diles: No comeréis sebo de buey, ni de cordero ni de cabra”. 17, 3-4:
“Cualquier hombre de la casa de Israel que inmole buey, oveja o cabra dentro del
campamento, o fuera del mismo, sin llevarlos a la entrada de la Tienda del Encuentro, para
presentarlos como ofrenda a Yahveh ante la Morada de Yahveh, será considerado reo de
sangre. Tal hombre ha derramado sangre y será exterminado de en medio de su pueblo”. 22,
18-19: “Habla a Aarón y a sus hijos, y a todos los israelitas y diles: Si alguno de la casa de
Israel, o de los forasteros residentes en Israel, en cumplimiento de un voto, o como ofrenda
voluntaria, presenta una ofrenda que como holocausto ofrece a Yahveh para que os alcance
favor, la víctima habrá de ser macho, sin defecto, buey, oveja o cabra”. 22, 27: “Cuando
nazca un ternero, o un cordero, o cabrito, quedará siete días con su madre; y desde el día
octavo en adelante será grato como ofrenda de manjar abrasado para Yahveh”.

Números 15, 1-11: “Habló Yahveh a Moisés y le dijo: «Habla a los israelitas y diles:
Cuando entréis en la tierra que yo os daré por morada, y ofrezcáis manjares abrasados a
Yahveh en holocausto o sacrificio, para cumplir un voto, o como ofrenda voluntaria o con
ocasión de vuestras fiestas, ofreciendo así, de vuestros bueyes u ovejas, calmante aroma
para Yahveh, el oferente presentará, para su ofrenda a Yahveh, una oblación de una décima
de flor de harina amasada con un cuarto de sextario de aceite. Harás una libación de un
cuarto de sextario de vino por cada cordero, además del holocausto o sacrificio. Si es un
carnero, la oblación será de dos décimas de flor de harina amasada con un tercio de sextario
de aceite, y la libación, de un tercio de sextario de vino, que ofrecerás como calmante
aroma para Yahveh. Y si ofreces a Yahveh un novillo en holocausto o sacrificio, para
cumplir un voto, o como sacrificio de comunión, se ofrecerá además del novillo una
oblación de tres décimas de flor de harina amasada con medio sextario de aceite, y una
libación de medio sextario de vino, como manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh.
Así se hará con cada novillo y con las reses menores, cordero o cabrito”. 15, 27: "En el
caso de que una sola persona haya pecado por inadvertencia, ofrecerá en sacrificio por el
pecado una cabrita de un año". 18, 17: “Pero al primogénito de vaca, o de oveja, o de
cabra, no lo rescatarás: es sagrado. Derramarás su sangre sobre el altar y su grasa la harás
arder como manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh”. 31, 20: “Purificad también
todos los vestidos, todos los objetos de cuero, todo tejido de pelo de cabra y todo objeto de
madera»”.

Deuteronomio 14, 3-5: “No comerás nada que sea abominable. Éstos son los animales que
podréis comer: buey, carnero, cabra, ciervo, gacela, gamo, cabra montés, antílope, búfalo,
gamuza”. 14, 4-6: “Éstos son los animales que podréis comer: buey, carnero, cabra, ciervo,
gacela, gamo, cabra montés, antílope, búfalo, gamuza. Y todo animal de pezuña partida,
hendida en dos mitades, y que rumia, lo podéis comer”. 14, 21: “No comeréis ninguna
bestia muerta. Se la darás al forastero que vive en tus ciudades para que él la coma, o bien
véndesela a un extranjero. Porque tú eres un pueblo consagrado a Yahveh tu Dios. No
cocerás el cabrito en la leche de su madre”.
Jueces 6, 19-21: “Gedeón se fue, preparó un cabrito y con una medida de harina hizo unas
tortas ázimas; puso la carne en un canastillo y el caldo en una olla, y lo llevó bajo el
terebinto. Cuando se acercaba, le dijo el Ángel de Yahveh: «Toma la carne y las tortas
ázimas, ponlas sobre esa roca y vierte el caldo». Gedeón lo hizo así. Entonces el Ángel de
Yahveh extendió la punta del bastón que tenía en la mano y tocó la carne y las tortas
ázimas. Salió fuego de la roca, consumió la carne y las tortas ázimas, y el Ángel de Yahveh
desapareció de su vista”. 13, 19: “Manóaj tomó el cabrito y la oblación y lo ofreció en
holocausto, sobre la roca, a Yahveh, que obra maravillas. Manóaj y su mujer estaban
mirando”. 14, 6: “El espíritu de Yahveh le invadió, y sin tener nada en la mano, Sansón
despedazó al león como se despedaza un cabrito; pero no contó ni a su padre ni a su madre
lo que había hecho”. 15, 1: “Algún tiempo después, por los días de la siega del trigo, fue
Sansón a visitar a su mujer llevando un cabrito y dijo: «Quiero llegarme a mi mujer, en la
alcoba». Pero el padre de ella no le dejó entrar”.

1 Samuel 10, 1-3: "Tomó Samuel el cuerno de aceite y lo derramó sobre la cabeza de Saúl,
y después le besó diciendo: «¿No es Yahveh quien te ha ungido como jefe de su pueblo
Israel? Tú regirás al pueblo de Yahveh y le librarás de la mano de los enemigos que le
rodean. Y ésta será para ti la señal de que Yahveh te ha ungido como caudillo de su
heredad. En cuanto te separes hoy de mí, encontrarás dos hombres junto a la tumba de
Raquel, sobre la frontera de Benjamín... y ellos te dirán: "Las asnas que has ido a buscar ya
han aparecido. Ahora tu padre ha olvidado el asunto de las asnas y está preocupado por
vosotros, diciendo: ¿Qué debo hacer por mi hijo?". Pasando más allá, y en llegando a la
Encina del Tabor, encontrarás tres hombres que suben hacia Dios, a Betel, uno llevará tres
cabritos, otro llevará tres tortas de pan, y el tercero llevará un odre de vino". 16, 20: “Tomó
Jesé cinco panes, un odre de vino y un cabrito y lo envió a Saúl con su hijo David”. 19, 12-
13: “Mikal hizo bajar a David por la ventana. El partió y huyó poniéndose a salvo. Tomó
Mikal uno de los terafim y lo puso en el lecho, colocó una estera de pelos de cabra a la
cabecera y la cubrió con un vestido”. 19, 16: “Entraron los enviados y hallaron un terafim
en el lecho y la estera de pelos de cabra en la cabecera”.

2 Crónicas 35, 7: "Josías reservó para la gente del pueblo ganado menor, así corderos
como cabritos, en número de treinta mil, todos ellos como víctimas pascuales para cuantos
se hallaban presentes, y tres mil bueyes. Todo ello de la hacienda del rey".

Salmos 66, 15: "Te ofreceré pingües holocaustos, con el sahumerio de carneros, sacrificaré
bueyes y cabritos".

Sirácida 47, 1-4: "Después de él surgió Natán para profetizar en los días de David. Como
grasa puesta aparte en el sacrificio de comunión, así David de entre los hijos de Israel. Con
leones jugó cual con cabritos, con osos como con corderos. ¿No mató de joven al gigante, y
quitó el oprobio del pueblo, blandiendo en la mano la piedra de la honda y abatiendo la
arrogancia de Goliat?".

Cantar 1, 7-8: "Indícame, amor de mi alma, dónde apacientas el rebaño, dónde lo llevas a
sestear a mediodía, para que no ande yo como errante tras los rebaños de tus compañeros.
Si no lo sabes, ¡oh la más bella de las mujeres!, sigue las huellas de las ovejas, y lleva a
pacer tus cabritas junto al jacal de los pastores".

Job 9, 8-10: "Él solo desplegó los Cielos, y holló la espalda de la Mar. Él hizo la Osa y
Orión, las Cabrillas y las Cámaras del Sur. Es autor de obras grandiosas, insondables, de
maravillas sin número".

Tobías 2, 11-13: “En aquellas circunstancias, mi mujer Ana, tuvo que trabajar a sueldo en
labores femeninas; hilaba lana y hacía tejidos que entregaba a sus señores, cobrando un
sueldo; el siete del mes de Dystros acabó un tejido y se lo entregó a los dueños, que le
dieron todo su jornal y le añadieron un cabrito para una comida. Cuando entró ella en casa,
el cabrito empezó a balar; yo, entonces, llamé a mi mujer y le dije: «¿De dónde ha salido
ese cabrito? ¿Es que ha sido robado? Devuélvelo a sus dueños, porque no podemos comer
cosa robada»”.

Isaías 5, 17: "Pacerán los corderos como en su pastizal, y entre las ruinas gordos cabritos
ramonearán".

Mateo 25, 32-33: "Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los
unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su
derecha, y los cabritos a su izquierda".

Lucas 15, 29: “Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de
cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis
amigos”.

Hebreos "11, 36-38: "Otros soportaron burlas y azotes, y hasta cadenas y prisiones;
apedreados, torturados, aserrados, muertos a espada; anduvieron errantes cubiertos de
pieles de oveja y de cabras; faltos de todo; oprimidos y maltratados, ¡hombres de los que
no era digno el mundo!, errantes por desiertos y montañas, por cavernas y antros de la
tierra".

CALAMÓN (es):
Levítico 11, 13-19: “Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no podrán
comer por ser abominación: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, el
halcón en todas sus especies, toda clase de cuervos, el avestruz, la lechuza, la gaviota, el
gavilán en todas sus especies, el búho, el somormujo, el ibis, el cisne, el pelícano, el
calamón, la cigüeña, la garza en todas sus especies, la abubilla y el murciélago”.

Deuteronomio 14, 11-18: “Podéis comer toda ave pura, pero las siguientes no las podéis
comer: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, las diferentes especies de
halcón, todas las especies de cuervo, el avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes
especies de gavilanes, el búho, el ibis, el cisne, el pelícano, el calamón, el somormujo, la
cigüeña, las diferentes especies de garza real, la abubilla y el murciélago”.

CAMALEÓN:
Levítico 11, 27-31: “De entre los cuadrúpedos os serán impuros todos los que andan sobre
las plantas de sus pies. El que toque sus cadáveres quedará impuro hasta la tarde. El que
levante el cadáver de uno de ellos tendrá que lavar sus vestidos, y quedará impuro hasta la
tarde; son impuros para vosotros. De entre los bichos pequeños que andan arrastrándose por
el suelo serán impuros para vosotros: la comadreja, el ratón el lagarto en sus diversas
especies, el erizo, el cocodrilo, el camaleón, la salamandra y el topo. Entre todos los
bichos, éstos serán impuros para vosotros. Todo el que toque su cadáver quedará impuro
hasta la tarde”.

CAMELLO (a os, as):


Génesis 12, 16: “El Faraón trató bien por causa de ella a Abram, que tuvo ovejas, vacas,
asnos, siervos, siervas, asnas y camellos”. 24, 10-11: “El siervo más viejo de Abraham
tomó diez camellos de los de su señor y de las cosas mejores de su señor y se puso en
marcha hacia Aram Naharáyim, hacia la ciudad de Najor. Hizo arrodillar al los camellos
fuera de la ciudad junto al pozo, al atardecer, a la hora de salir las aguadoras”. 24, 14:
“Ahora bien, la muchacha a quien yo diga "Inclina, por favor, tu cántaro para que yo beba",
y ella responda: "Bebe, y también voy a abrevar tus camellos", ésa sea la que tienes
designada para tu siervo Isaac, y por ello conoceré que haces favor a mi señor»”. 24, 19: “Y
en acabando de darle, dijo: «También para tus camellos voy a sacar, hasta que se hayan
saciado»”. 24, 20: “Y apresuradamente vació su cántaro en el abrevadero y corriendo otra
vez al pozo sacó agua para todos los camellos”. 24, 22: “En cuanto los camellos acabaron
de beber, tomó el hombre un anillo de oro de medio ciclo de peso, que colocó en la nariz de
la joven, y un par de brazaletes de diez siclos de oro en sus brazos”. 24, 30-35: “En efecto,
en cuanto vio el anillo y los brazaletes en los brazos de su hermana, y oyó decir a su
hermana Rebeca: «Así me ha hablado aquel hombre», se llegó a donde él. Le encontró
todavía junto a los camellos cerca de la fuente, y le dijo: «Ven, bendito de Yahveh. ¿Por
qué te quedas parado fuera, si yo he desocupado la casa y he hecho sitio para los
camellos?» El hombre entró en la casa, y Labán desaparejó los camellos, les dio paja y
forraje, y al hombre y a sus acompañantes agua para lavarse los pies. Después les sirvió de
comer, pero el otro dijo: «No comeré hasta no haber dicho lo que tengo que decir». A lo
que respondió Labán: «Habla». «Yo soy, dijo, siervo de Abraham. Yahveh ha bendecido
con largueza a mi señor, que se ha hecho rico, pues le ha dado ovejas y vacas, plata y oro,
siervos y esclavas, camellos y asnos”. 24, 43-46: “La doncella que salga a sacar agua, y yo
le diga: Dame de beber un poco de agua de tu cántaro y ella me responda: Bebe tú, y voy a
sacar también para tus camellos, ésa será la mujer que Yahveh tiene destinada para el hijo
de mi señor." Apenas había acabado de hablar conmigo mismo, cuando he aquí que Rebeca
salía con su cántaro al hombro, bajó a la fuente y sacó agua. Yo le dije: "Ea, dame de
beber", y enseguida bajó su cántaro del hombro y dijo: "Bebe, y también voy a abrevar tus
camellos." Bebí, pues, y ella abrevó también los camellos”. 24, 61-63: “Levantóse Rebeca
con sus doncellas y, montadas en los camellos, siguieron al hombre. El siervo tomó a
Rebeca y se fue. Entre tanto, Isaac había venido del pozo de Lajay Roí, pues habitaba en el
país del Négueb. Una tarde había salido Isaac de paseo por el campo, cuando he aquí que al
alzar la vista, vio que venían unos camellos”. 24, 63-64: “Una tarde había salido Isaac de
paseo por el campo, cuando he aquí que al alzar la vista, vio que venían unos camellos.
Rebeca a su vez alzó sus ojos y viendo a Isaac, se apeó del camello, y dijo al siervo:
«¿Quién es aquel hombre que camina por el campo a nuestro encuentro?» Dijo el siervo:
«Es mi señor». Entonces ella tomó el velo y se cubrió”. 30, 43: “Así que Jacob medró
muchísimo, y llegó a tener rebaños numerosos, y siervas y siervos y camellos y asnos”. 31,
17-18: “Levantóse Jacob, montó a sus hijos y a sus mujeres en los camellos, y se llevó todo
su ganado y toda la hacienda que había adquirido, el ganado de su propiedad, que había
adquirido en Paddán Aram, para irse a donde su padre Isaac a Canaán”. 31, 34: “Pero
Raquel había tomada los ídolos familiares y, poniéndolos en la albarda del camello, se
había sentado encima. Labán registró toda la tienda sin hallar nada”. 32, 8: “Jacob se asustó
mucho y se llenó de angustia; dividió a sus gentes, las ovejas, vacas y camellos, en dos
campamentos”. 32, 14-17: “Y Jacob pasó allí aquella noche. Tomó de lo que tenía a mano
un regalo para su hermano Esaú, consistente en doscientas cabras y veinte machos cabríos,
doscientas ovejas y veinte carneros, treinta camellas criando, junto con sus crías, cuarenta
vacas y diez toros, veinte asnas y diez garañones, y repartiéndolo en manadas
independientes, los confió a sus siervos y les dijo: «Pasad delante de mí, dejando espacio
entre manada y manada»”. 37, 25: “Luego se sentaron a comer. Y levantando los ojos
divisaron una caravana de ismaelitas que venían de Galaad, con camellos cargados de
almáciga, sandáraca y láudano, que iban bajando hacia Egipto”.

Éxodo 9, 1-3: “Yahveh dijo a Moisés: «Preséntate a Faraón y dile: Así dice Yahveh, el
Dios de los hebreos: "Deja salir a mi pueblo para que me den culto. Si te niegas a dejarles
salir y los sigues reteniendo, mira que la mano de Yahveh caerá sobre tus ganados del
campo, sobre los caballos, sobre los asnos, sobre los camellos, sobre la vacadas y sobre las
ovejas; habrá una grandísima peste”.

Jueces 6, 3-5: “Cuando sembraba Israel, venía Madián, con Amalec y los hijos de Oriente:
subían contra Israel, acampaban en sus tierras y devastaban los productos de la tierra hasta
la entrada de Gaza. No dejaban víveres en Israel: ni ovejas, ni bueyes, ni asnos, porque
subían numerosos como langostas, con sus ganados y sus tiendas. Ellos y sus camellos eran
innumerables e invadían el país para saquearlo”. 7, 12: “Madián, Amalec y todos los hijos
de Oriente habían caído sobre el valle, numerosos como langostas, y sus camellos eran
innumerables como la arena de la orilla del mar”. 8, 21: “Zébaj y Salmunná dijeron
entonces: «Levántate tú, hiérenos, porque según es el hombre es su valentía». Gedeón se
levantó, mató a Zébaj y a Salmunná y tomó las lunetas que sus camellos llevaban al
cuello”.
Levítico 11, 4: “Entre los que rumian o tienen pezuña hendida, no comeréis: camello, pues
aunque rumia, no tiene partida la pezuña; será impuro para vosotros”.

Deuteronomio 14, 7: “Sin embargo, entre los que rumian y entre los animales de pezuña
partida hendida no podréis comer los siguientes: el camello, la liebre y el damán, que
rumian pero no tienen la pezuña hendida; los tendréis por impuros”.

1 Samuel 15, 3: “Ahora, vete y castiga a Amalec, consagrándolo al anatema con todo lo
que posee, no tengas compasión de él, mata hombres y mujeres, niños y lactantes, bueyes y
ovejas, camellos y asnos»”. 27, 9: “Devastaba David la tierra y no dejaba con vida hombre
ni mujer; se apoderaba de las ovejas y bueyes, asnos y camellos y vestidos, y se volvía para
llevarlos a Akís”. 30, 17: “David los batió desde el alba al anochecer; sólo se salvaron de
entre ellos cuatrocientos jóvenes que montaron en camellos y huyeron”.

1 Reyes 10, 1-2: “La reina de Sabá había oído la fama de Salomón... y vino a probarle por
medio de enigmas. Llegó a Jerusalén con gran número de camellos que traían aromas, gran
cantidad de oro y piedras preciosas; llegada que fue donde Salomón, le dijo todo cuanto
tenía en su corazón”.

2 Reyes 8, 9: “Fue Jazael al encuentro de Eliseo llevando en su mano un presente de todo


lo mejor de Damasco, la carga de cuarenta camellos; entró, se detuvo ante él y dijo: «Tu
hijo Ben Hadad, rey de Aram, me ha enviado a ti para preguntarte: ¿Sobreviviré a esta
enfermedad?»”.

1 Crónicas 5, 19-22: “Los hijos de Rubén, Gad y Manasés hicieron guerra contra los
agareos, contra Yetur, Nafis y Nodab, y Dios les ayudó contra ellos, de suerte que los
agareos y todos los que con ellos estaban fueron entregados en sus manos; pues en la
batalla clamaron a Dios y les fue propicio, por cuanto confiaban en él. Capturaron sus
ganados: sus camellos, en número de cincuenta mil, doscientos cincuenta mil ovejas, dos
mil asnos y cien mil personas, pues, por ser guerra de Dios, cayeron muertos muchos.
Habitaron el lugar de ellos hasta el destierro”. 12, 41: “Además, los que estaban cerca y
hasta lejos de Isacar, Zabulón y Neftalí traían víveres en asnos, camellos, mulos y bueyes;
provisiones de harina, tortas de higos y pasas, vino, aceite, ganado mayor y menor en
abundancia; pues reinaba la alegría en Israel”. 27, 30: “Tenía a su cargo los camellos, Obil,
el ismaelita”.

2 Crónicas 9, 1-2: “La reina de Sabá había oído la fama de Salomón, y vino a Jerusalén
para probar a Salomón por medio de enigmas, con gran séquito y con camellos que traían
aromas, gran cantidad de oro y piedras preciosas. Llegada que fue donde Salomón, le dijo
todo cuanto tenía en su corazón. Salomón resolvió todas sus preguntas; y no hubo ninguna
proposición oscura que Salomón no pudiese resolver”. 14, 12-14: “Asá y la gente que con
él estaba los persiguieron hasta Guerar; y cayeron de los etíopes hasta no quedar uno vivo,
pues fueron destrozados delante de Yahveh y su campamento; y se recogió un botín
inmenso. Batieron todas las ciudades de los alrededores de Guerar, porque el terror de
Yahveh cayó sobre ellas; y saquearon todas las ciudades, pues había en ellas gran botín.
Asimismo atacaron las majadas y capturaron gran cantidad de ovejas y camellos. Después
se volvieron a Jerusalén”.

Esdras 2, 64-67: “La asamblea ascendía a cuarenta y dos mil trescientas sesenta personas,
sin contar sus siervos y siervas en número de siete mil trescientas treinta y siete. Tenían
también doscientos cantores y cantoras. Tenían setecientos treinta y seis caballos,
doscientos cuarenta y cinco mulos, cuatrocientos treinta y cinco camellos y seis mil
setecientos veinte asnos”.

Nehemías 7, 66-68: “La asamblea ascendía a cuarenta y dos mil trescientas sesenta
personas, sin contar sus siervos y siervas en número de siete mil trescientos treinta y siete;
tenían también doscientos cuarenta y cinco cantores y cantoras. Tenían (setecientos treinta
y seis caballos, doscientos cuarenta y cinco mulos) cuatrocientos treinta y cinco camellos y
seis mil setecientos veinte asnos”.

Tobías 9, 1-2: “Entonces Tobías llamó a Rafael y le dijo: «Hermano Azarías, toma contigo
cuatro criados y dos camellos y vete a Ragués”. 9, 5: “Y le dijo: “Ya ves que Ragüel me ha
conjurado, y que no puedo desatender su deseo». Rafael se puso en camino para Ragués de
Media con los cuatro criados y los dos camellos y fueron a pernoctar en casa de Gabael. Le
presentó el recibo y le dio la noticia de que Tobías, hijo de Tobit, se había casado y le
invitaba a la boda. Gabael se levantó, le entregó todos los sacos de dinero, con los sellos
intactos, y los cargaron sobre los camellos”. 10, 10-11: “Entonces Ragüel se levantó y
entregó a Tobías su mujer Sara y la mitad de todos sus bienes, criados, criadas, bueyes y
carneros, asnos y camellos, vestidos, plata y utensilios, y les dejó partir gozosos. Al
despedirse de Tobías le dijo: «¡Salud, hijo, y buen viaje! El Señor del Cielo os guíe a
vosotros y a tu mujer Sara por buen camino y que pueda yo ver vuestros hijos antes de
morir»”.

Judit 2, 17-19: “Tomó Holofernes una gran cantidad de camellos, asnos y mulas para el
bagaje e incontable número de ovejas, bueyes y cabras para el avituallamiento; provisiones
abundantes para cada hombre y muchísimo oro y plata de la casa real. Se puso luego
Holofernes en camino con todo su ejército para preceder al rey Nabucodonosor y para
cubrir toda la superficie de la tierra de occidente con sus carros, sus caballos y sus mejores
infantes”.

Job 1, 1-3: “Había una vez en el país de Us un hombre llamado Job: hombre cabal, recto,
que temía a Dios y se apartaba del mal. Le habían nacido siete hijos y tres hijas. Tenía
también siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas y
una servidumbre muy numerosa. Este hombre era, pues, el más grande de todos los hijos de
Oriente”. 1, 17: “Aún estaba hablando éste, cuando llegó otro que dijo: «Los caldeos,
divididos en tres cuadrillas, se lanzaron sobre los camellos, se los llevaron, y a los criados
los pasaron a cuchillo”. 42, 12: “Yahveh bendijo la nueva situación de Job más aún que la
antigua: llegó a poseer catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil
asnas”.
Isaías 21, 6-7: “Así me ha dicho el Señor: «Anda, pon un vigía que vea y avise. Cuando
vea carros, troncos de caballos, jinetes en burro, jinetes en camello, preste atención, mucha
atención»”. 30, 6-7: “Oráculo sobre los animales del Négueb. Por tierra de angustia y
aridez, de leona y de león rugiente, de áspid y dragón volador, llevan a lomos de pollinos su
riqueza, y sobre giba de camellos sus tesoros hacia un pueblo que no les será útil, a Egipto,
cuyo apoyo es huero y vano. Por eso he llamado a ese pueblo «Ráhab la cesante”. 60, 6:
“Un sin fin de camellos te cubrirá, jóvenes dromedarios de Madián y Efá. Todos ellos de
Sabá vienen portadores de oro e incienso y pregonando alabanzas a Yahveh”.

Jeremías »”. 49, 28-32: “A Quedar y a los reinos de Jasor, que batió Nabucodonosor, rey
de Babilonia. Así dice Yahveh: Alzaos, subid a Quedar y saquead a los hijos de oriente. Sus
tiendas y rebaños serán tomados; sus toldos y todo su ajuar y sus camellos les serán
arrebatados, y a ellos se les llamará «Terror por doquier». Huid, emigrad muy lejos, buscad
profunda morada, moradores de Jasor - oráculo de Yahveh- porque ha tomado contra
vosotros Nabucodonosor, rey de Babilonia, una decisión, y ha trazado un plan contra
vosotros. Alzaos, subid contra la nación pacífica que vive confiada - oráculo de Yahveh -.
Ni puertas ni cerrojos tiene. En aislamiento viven. Y serán sus camellos objeto del pillaje y
el tropel de sus ganados para botín, y esparciré a todo viento a los que se afeitan las sienes,
y de todos sus aledaños traeré su infortunio - oráculo de Yahveh -”.49, 32: “Y serán sus
camellos objeto del pillaje y el tropel de sus ganados para botín, y esparciré a todo viento a
los que se afeitan las sienes, y de todos sus aledaños traeré su infortunio - oráculo de
Yahveh –”.

Ezequiel 25, 5: “Yo haré de Rabbá un establo de camellos, y de las ciudades de Ammón un
redil de ovejas. Y sabréis que yo soy Yahveh”.

Zacarías 14, 14-15: “También Judá combatirá en Jerusalén. Y serán reunidas las riquezas
de todas las naciones de alrededor: oro, plata y vestidos en cantidad inmensa. Semejante
será la plaga de los caballos, mulos, camellos y asnos, y de todo el ganado que haya en
aquellos campamentos: ¡una plaga como ésa!”.

Mateo 3, 4: “Tenía Juan su vestido hecho de pelos de camello, con un cinturón de cuero a
sus lomos, y su comida eran langostas y miel silvestre”. 19, 24: “Os lo repito, es más fácil
que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los
Cielos»”. 23, 24: “¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!”.

Marcos 1, 6: “Juan llevaba un vestido de pie de camello; y se alimentaba de langostas y


miel silvestre”. 10, 25: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que
un rico entre en el Reino de Dios»”.

Lucas 18, 25: “Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un
rico entre en el Reino de Dios»”.
CARACOL:
1 Reyes 6, 8: “La entrada del piso inferior estaba en el ala derecha de la Casa, y por una
escalera de caracol se subía al piso intermedio y del intermedio al tercero”.

CARCOMA:
Oseas 5, 12: “Pues yo he de ser como polilla para Efraím, como carcoma para la casa de
Judá”.

CARNERO (os):
Génesis 15, 7-12: “Le dijo Yahveh a Abram: «Yo soy Yahveh que te saqué de Ur de los
caldeos, para darte esta tierra en propiedad.» El dijo: «Mi Señor, Yahveh, ¿en qué conoceré
que ha de ser mía?» Díjole: «Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres años, un
carnero de tres años, una tórtola y un pichón.» Tomó él todas estas cosas, y partiéndolas
por medio, puso cada mitad enfrente de la otra. Los pájaros no los partió. Las aves rapaces
bajaron sobre los cadáveres, pero Abram las espantó. Y sucedió que estando ya el sol para
ponerse, cayó sobre Abram un sopor, y de pronto le invadió un gran sobresalto”. 22, 13:
“Levantó Abraham los ojos, miró y vio un carnero trabado en un zarzal por los cuernos.
Fue Abraham, tomó el carnero, y lo sacrificó en holocausto en lugar de su hijo”. Y Jacob
pasó allí aquella noche. Tomó de lo que tenía a mano un regalo para su hermano Esaú,
consistente en doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte
carneros, treinta camellas criando, junto con sus crías, cuarenta vacas y diez toros, veinte
asnas y diez garañones, y repartiéndolo en manadas independientes, los confió a sus siervos
y les dijo: «Pasad delante de mí, dejando espacio entre manada y manada.»”. 32, 14-17: “Y
Jacob pasó allí aquella noche. Tomó de lo que tenía a mano un regalo para su hermano
Esaú, consistente en doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte
carneros, treinta camellas criando, junto con sus crías, cuarenta vacas y diez toros, veinte
asnas y diez garañones, y repartiéndolo en manadas independientes, los confió a sus siervos
y les dijo: «Pasad delante de mí, dejando espacio entre manada y manada.»”.

Éxodo 25, 1-8: “Yahveh habló a Moisés diciendo: “Di a los israelitas que reserven ofrendas
para mí. Me reservaréis la ofrenda de todo aquel a quien su corazón mueva. De ellos
reservaréis lo siguiente: oro, plata y bronce; púrpura violeta y escarlata, carmesí, lino fino y
pelo de cabra; pieles de carnero teñidas de rojo, cueros finos y maderas de acacia; aceite
para el alumbrado, aromas para el óleo de la unción y para el incienso aromático; piedras de
ónice y piedras de engaste para el efod y el pectoral. Me harás un Santuario para que yo
habite en medio de ellos”. 26, 14: “También harás para la Tienda un toldo de pieles de
carnero teñidas de rojo; y encima otro toldo de cueros finos”. 29, 1-3: “Para consagrarlos a
mi sacerdocio has de proceder con ellos de esta manera: Toma un novillo y dos carneros
sin defecto, panes ázimos y tortas sin levadura: unas, amasadas con aceite, y otras, untadas
en aceite. Las harás con flor de harina de trigo. Las pondrás en un canastillo y las
presentarás en él junto con el novillo y los dos carneros”. 29, 15-22: “Después tomarás uno
de los carneros y Aarón y sus hijos impondrán las manos sobre la cabeza del carnero. Una
vez inmolado el carnero, tomarás su sangre y la derramarás en torno al altar. Luego
despedazarás el carnero, lavarás sus entrañas y sus patas; las pondrás sobre sus porciones y
sobre su cabeza, y quemarás todo el carnero en el altar. Es holocausto para Yahveh,
calmante aroma de manjares abrasados en honor de Yahveh. Tomarás también el segundo
carnero, y Aarón y sus hijos impondrán las manos sobre la cabeza del carnero. Una vez
inmolado, tomarás su sangre y untarás con ella el lóbulo de la oreja derecha de Aarón y el
lóbulo de la oreja derecha de sus hijos; el pulgar de su mano derecha y el pulgar de su pie
derecho, y derramarás la sangre alrededor del altar. Tomarás luego sangre de la que está
sobre el altar, y óleo de la unción, para rociar a Aarón y sus vestiduras, a sus hijos y las
vestiduras de sus hijos juntamente con él. Así quedará consagrado él y sus vestiduras y con
él sus hijos y las vestiduras de sus hijos. Toma después el sebo de este carnero: la cola, el
sebo que cubre las entrañas, el que queda junto al hígado, los dos riñones con el sebo que lo
envuelve y la pierna derecha, porque se trata del carnero de la investidura”. 29, 26-32:
“Tomarás también el pecho del carnero inmolado por la investidura de Aarón, y lo mecerás
como ofrenda mecida delante de Yahveh; esa será tu porción. Así santificarás el pecho de la
ofrenda mecida y la pierna de la ofrenda reservada, es decir, lo que ha sido mecido y
reservado del carnero de la investidura de Aarón y de sus hijos; según decreto perpetuo,
pertenecerán a Aarón y a sus hijos, como porción recibida de los israelitas, porque es
ofrenda reservada; será reservada de lo que ofrecen los israelitas, en sus sacrificios de
comunión como ofrenda reservada a Yahveh. Las vestiduras sagradas de Aarón serán,
después de él, para sus hijos, de modo que, vestidos con ellas, sean ungidos e investidos.
Por siete días las vestirá aquel de sus hijos que le suceda como sacerdote y entre en la
Tienda del Encuentro para oficiar en el Santuario. Tomarás después el carnero de la
investidura y cocerás su carne en lugar sagrado; Aarón y sus hijos comerán a la entrada de
la Tienda del Encuentro la carne del carnero y el pan del canastillo”. 35, 5-9: “Reservad de
vuestros bienes una ofrenda para Yahveh. Que reserven ofrenda para Yahveh todos
aquellos a quienes su corazón mueva: oro, plata y bronce, púrpura violeta y escarlata,
carmesí, lino fino, pelo de cabra, pieles de carnero teñidas de rojo, cueros finos y maderas
de acacia, aceite para el alumbrado, aromas para el óleo de la unción y para el incienso
aromático, piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y el pectoral”. 35, 23:
“Cuantos poseían púrpura violeta y escarlata, y carmesí, lino fino, pelo de cabra, pieles de
carnero teñidas de rojo y cueros finos, los traían también”. 36, 19: “Hizo además para la
Tienda un toldo de pieles de carnero teñidas de rojo, y encima otro toldo de cueros finos”.
39, 32-41: “Así fue acabada toda la obra de la Morada y de la Tienda del Encuentro. Los
israelitas hicieron toda la obra conforme a lo que Yahveh había mandado a Moisés. Así lo
hicieron. Presentaron a Moisés la Morada, la Tienda y todos sus utensilios; los broches, los
tableros, los travesaños, los postes y las basas; el toldo de pieles de carnero teñidas de rojo,
el toldo de cueros finos y el velo protector; el arca del Testimonio con sus varales y el
propiciatorio; la mesa con todos sus utensilios y el pan de la Presencia; el candelabro de oro
puro con sus lámparas - las lámparas que habían de colocarse en él -, todos sus utensilios y
el aceite del alumbrado; el altar de oro, el óleo de la unción, el incienso aromático y la
cortina para la entrada de la Tienda; el altar de bronce con su rejilla de bronce, sus varales y
todos sus utensilios; la pila con su base; el cortinaje del atrio, los postes con sus basas, el
tapiz para la entrada del atrio, sus cuerdas, su clavazón y todos los utensilios del servicio de
la Morada para la Tienda del Encuentro; las vestiduras de ceremonia para el servicio en el
Santuario: los ornamentos sagrados para el sacerdote Aarón y las vestiduras de sus hijos
para ejercer el sacerdocio”.

Levítico 5, 15-18: “Si alguien comete una prevaricación pecando por inadvertencia contra
los derechos sagrados de Yahveh, ofrecerá a Yahveh, como sacrificio de reparación, un
carnero del rebaño, sin defecto, valorado en siclos de plata, en siclos del Santuario, como
sacrificio de reparación. Resarcirá lo que defraudó pecando contra los derechos sagrados, y
añadirá un quinto más y se lo dará al sacerdote. El sacerdote hará por él la expiación con el
carnero del sacrificio de reparación; y se le perdonará. Si alguien peca sin darse cuenta,
haciendo algo prohibido por los mandamientos de Yahveh, se hace culpable y cargará con
su iniquidad. Llevará al sacerdote, como sacrificio de reparación, un carnero del rebaño,
sin defecto, según su valoración; y el sacerdote hará expiación por él a causa del error que
cometió sin darse cuenta, y se le perdonará.” 5, 21-26: “Si uno peca y comete una
prevaricación contra Yahveh engañando a su prójimo acerca de un depósito o de un objeto
confiado a sus manos, o de algo robado, o bien oprimiendo a su prójimo violentamente, o si
halla un objeto perdido y lo niega, o jura en falso acerca de cualquiera de las cosas en que
el hombre suele pecar; cuando así peca, haciéndose culpable, devolverá lo robado, o lo
exigido con violencia, o el depósito que se le confió, o la cosa perdida que halló, o todo
aquello sobre lo cual juró en falso. Lo restituirá íntegramente, añadiendo un quinto más, y
lo devolverá a quien lo poseía en el día en que se hizo culpable. Entregará para Yahveh su
sacrificio de reparación: un carnero del rebaño, sin defecto, según su valoración, como
sacrificio de reparación ante el sacerdote. El sacerdote hará por él la expiación delante de
Yahveh, y será perdonado en cualquiera de los casos en que fuera culpable.” 8, 2-3:
“«Toma a Aarón y con él a sus hijos, y también las vestiduras, el óleo de la unción, el
novillo para el sacrificio por el pecado, los dos carneros y el canastillo de los ázimos; y
congrega a toda la comunidad a la entrada de la Tienda del Encuentro.»”. 8, 18-23:
“Después hizo traer el carnero del holocausto, sobre cuya cabeza Aarón y sus hijos
impusieron las manos. Moisés lo inmoló y roció con la sangre todos los lados del altar. El
carnero fue partido en trozos y Moisés quemó la cabeza, los trozos y el sebo; después de
lavar en agua las entrañas y las patas, Moisés quemó todo el carnero en el altar, como
holocausto de calmante aroma, manjar abrasado para Yahveh, como Yahveh había
mandado a Moisés. Hizo luego traer el segundo carnero, el carnero del sacrificio de la
investidura, y Aarón y sus hijos impusieron las manos sobre la cabeza del carnero. Moisés
lo inmoló, y, tomando su sangre, mojó el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, el pulgar de
su mano derecha de Aarón, el pulgar de su mano derecha y el de su pie derecho”. 8, 29:
“Moisés tomó entonces el pecho y lo meció como ofrenda mecida ante Yahveh; era ésta la
porción del carnero de la investidura que pertenecía a Moisés, como Yahveh se lo había
mandado”. 9, 2-4: “Dijo a Aarón: «Trae un becerro para el sacrificio por el pecado y un
carnero para el holocausto, ambos sin defecto, para ofrecerlos ante Yahveh. Hablarás a los
israelitas, diciendo: "Tomad un macho cabrío para el sacrificio por el pecado y un becerro y
un cordero, ambos de un año y sin defecto, para el holocausto; para los sacrificios de
comunión, un toro y un carnero, que se sacrificarán ante Yahveh; y una oblación amasada
con aceite. Cierto que hoy se os mostrará Yahveh."»”. 9, 18-21: “Inmoló asimismo el toro y
el carnero como sacrificio de comunión por el pueblo. Los hijos de Aarón le entregaron la
sangre, que él derramó sobre todos los lados del altar. En cuanto a las partes grasas del toro
y del carnero, el rabo, el sebo que cubre las entrañas, los riñones y lo que queda junto al
hígado, las puso sobre los pechos de las víctimas, y él las quemó sobre el altar; Aarón por
su parte meció los pechos y la pierna derecha como ofrenda mecida ante Yahveh conforme
Moisés había mandado”. 16, 3: “Sólo en estas condiciones podrá entrar Aarón en el
santuario: con un novillo para el sacrificio por el pecado y un carnero para el holocausto”.
19, 20-22: “Si un hombre se acuesta maritalmente con una mujer que es una sierva
perteneciente a otro, sin que haya sido rescatada ni liberada, será él castigado, pero no con
pena de muerte, pues ella no era libre. El ofrecerá un carnero, su sacrificio de reparación
para Yahveh, a la entrada de la Tienda del Encuentro; será un carnero de reparación. Con
el carnero de reparación, el sacerdote hará expiación por él ante Yahveh por el pecado que
cometió, y se le perdonará su pecado”. 23, 18: “Juntamente con el pan ofreceréis a Yahveh
siete corderos de un año, sin defecto, un novillo y dos carneros: serán el holocausto para
Yahveh además de su ofrenda y sus libaciones, como manjar abrasado de calmante aroma
para Yahveh”.

Números 5, 8: “Si el hombre no tiene pariente a quien se pueda restituir, la suma que en tal
caso se ha de restituir a Yahveh, será para el sacerdote; aparte del carnero expiatorio con
que el sacerdote expiará por él”. 6, 13-19: “Éste es el rito del nazir, para cuando se cumplan
los días de su nazireato. Llevado hasta la entrada de la Tienda del Encuentro, presentará su
ofrenda a Yahveh: un cordero de un año, sin defecto, en holocausto; una cordera de un año,
sin defecto, en sacrificio por el pecado; un carnero sin defecto como sacrificio de
comunión; un canastillo de panes ázimos de flor de harina amasada con aceite y tortas sin
levadura untadas en aceite, con sus correspondientes oblaciones y libaciones. El sacerdote
lo presentará delante de Yahveh y ofrecerá el sacrificio por el pecado y el holocausto del
nazir. Hará con el carnero un sacrificio de comunión a Yahveh, junto con el canastillo de
ázimos, ofrecerá luego el sacerdote la correspondiente oblación y libación. Entonces el
nazir se rapará su cabellera de nazir, a la entrada de la Tienda del Encuentro; tomará la
cabellera de su nazireato y la echará al fuego que arde debajo del sacrificio de comunión. El
sacerdote tomará un brazuelo, ya cocido, del carnero, un pan ázimo del canastillo y una
torta sin levadura, y lo pondrá todo en manos del nazir, una vez que se haya rapado su
cabellera de nazir.”. 7, 12. 15. 17: “El que ofreció su ofrenda el primer día fue Najsón, hijo
de Aminadab, de la tribu de Judá. Ofreció un novillo, un carnero, un cordero de un año,
para el holocausto. Y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco
machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Najsón, hijo de
Aminadab”. 7, 18. 21. 23: “El segundo día ofreció su ofrenda Natanael, hijo de Suar,
principal de Isacar, su ofrenda consistía en un carnero… Y para el sacrificio de comunión,
dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la
ofrenda de Natanael, hijo de Suar”. 7, 24. 27. 29: “El tercer día, el principal de los hijos de
Zabulón, Eliab, hijo de Jelón. Su ofrenda consistía en un carnero Y para el sacrificio de
comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año.
”7, 30. 33. 35: “El día cuarto, el principal de los hijos de Rubén, Elisur, hijo de Sedeur. Su
ofrenda consistía en un carnero. Y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco
carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año …”. 7, 36. 39. 41: “El día
quinto, el principal de los hijos de Simeón, Selumiel, hijo de Surisadday. Su ofrenda
consistía en un carnero… Y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros,
cinco machos cabríos y cinco corderos de un año”. 7, 42. 45. 47: “El día sexto, el principal
de los hijos de Gad, Elyasaf, hijo de Reuel. Su ofenda consistía en un carnero… Y para el
sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos
de un año”.. 7, 48. 51. 53: “El día séptimo, el principal de los hijos de Efraím, Elisamá, hijo
de Ammihud. Su ofrenda consistía en un carnero… Y para el sacrificio de comunión, dos
bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año”. 7, 54. 57. 59:
“El día octavo, el principal de los hijos de Manasés, Gamaliel, hijo de Pedahsur. Su ofrenda
consistía en un carnero…. Y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros,
cinco machos cabríos y cinco corderos de un año”. 7, 60. 63. 65: “El día nono, el principal
de los hijos de Benjamín, Abidán, hijo de Guideoní. Su ofrenda consistía en un carnero….
Y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco
corderos de un año”. 7, 66. 69. 71: “El día décimo, el principal de los hijos de Dan, Ajiézer,
hijo de Ammisadday. Su ofrenda consistía en un carnero…. Y para el sacrificio de
comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año”.
7, 72, 75. 77: “El día undécimo, el principal de los hijos de Aser, Paguiel, hijo de Okrán. Su
ofrenda consistía en un carnero…. Y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco
carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año”. 7, 81. 83: “El día duodécimo,
el principal de los hijos de Neftalí, Ajirá, hijo de Enán. Su ofrenda consistía en un
carnero…. Y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos
cabríos y cinco corderos de un año”. 7, 87: “El total del ganado para el holocausto, doce
novillos, doce carneros, doce corderos de un año, con sus oblaciones correspondientes;
para el sacrificio por el pecado, doce chivos”. 7, 88: “El total del ganado para los sacrificios
de comunión: veinticuatro novillos, sesenta carneros, sesenta machos cabríos y sesenta
corderos de un año. Ésas fueron las ofrendas de la dedicación del altar, una vez que fue
ungido”. 15, 5-7: “Harás una libación de un cuarto de sextario de vino por cada cordero,
además del holocausto o sacrificio. Si es un carnero, la oblación será de dos décimas de
flor de harina amasada con un tercio de sextario de aceite, y la libación, de un tercio de
sextario de vino, que ofrecerás como calmante aroma para Yahveh.”. 23, 1-4: “Dijo Balaam
a Balaq: «Constrúyeme aquí siete altares y prepárame siete novillos y siete carneros.»
Balaq hizo lo que le había dicho Balaam, y ofreció en holocausto un novillo y un carnero
en cada altar. Dijo entonces Balaam a Balaq: «Quédate junto a tus holocaustos, mientras yo
voy a ver si me sale al encuentro Yahveh. La palabra que me manifieste, te la comunicaré.»
Y se fue a un monte pelado. Salió Dios al encuentro de Balaam y éste le dijo: «Siete altares
he preparado y he ofrecido en holocausto un novillo y un carnero sobre cada altar»”. 23,
14: “Y le llevó al Campo de los Centinelas, hacia la cumbre del Pisgá. Construyó siete
altares y ofreció en holocausto un novillo y un carnero en cada altar”. 23, 29: “Dijo Balaam
a Balaq: «Constrúyeme aquí siete altares y prepárame aquí siete novillos y siete
carneros»”. 28, 11-14: “Los primeros de mes ofreceréis un holocausto a Yahveh: dos
novillos, un carnero y siete corderos de un año, sin tacha. Como oblación tres décimas de
flor de harina amasada con aceite por cada novillo; dos décimas de flor de harina amasada
con aceite, como oblación por el carnero; una décima de flor de harina amasada con aceite,
por cada cordero. Es un holocausto de calmante aroma, manjar abrasado para Yahveh. Las
libaciones correspondientes serán: medio sextario de vino por novillo, un tercio de sextario
por carnero y un cuarto de sextario por cordero. Éste será el holocausto mensual, todos los
meses del año uno tras otro”. 28, 18-23: “El día primero habrá reunión sagrada. No haréis
ningún trabajo servil. Ofreceréis como manjar abrasado en holocausto a Yahveh: dos
novillos, un carnero, siete corderos de un año, sin tacha. La oblación correspondiente de
flor de harina amasada con aceite será de tres décimas por novillo, dos décimas por el
carnero, y una décima por cada uno de los siete corderos; y un macho cabrío como
sacrificio por el pecado, para expiar por vosotros. Esto, además del holocausto de la
mañana, que ofreceréis como holocausto perpetuo”. 28, 27-31: “Ofreceréis en holocausto,
como calmante aroma para Yahveh, dos novillos, un carnero y siete corderos de un año. La
oblación correspondiente será de flor de harina amasada con aceite: tres décimas por
novillo, dos décimas por el carnero, y una décima por cada uno de los siete corderos; y un
macho cabrío como sacrificio por el pecado para hacer expiación por vosotros. Haréis esto
además del holocausto perpetuo, con su oblación y sus libaciones”. 29, 1-5: “«El mes
séptimo, el primero de mes, tendréis reunión sagrada; no haréis ningún trabajo servil. Será
para vosotros el día de los Clamores. Ofreceréis un holocausto como calmante aroma para
Yahveh: un novillo, un carnero, siete corderos de un año, sin tacha. La oblación
correspondiente de flor de harina amasada con aceite, será de tres décimas por el novillo,
dos décimas por el carnero y una décima por cada uno de los siete corderos; y un macho
cabrío como sacrificio por el pecado, para hacer la expiación por vosotros”. 29, 7-11: “«El
día décimo del mismo mes séptimo tendréis reunión sagrada; ayunaréis y no haréis ningún
trabajo. Ofreceréis en holocausto a Yahveh, como calmante aroma, un novillo, un carnero,
siete corderos de un año, que habrán de ser sin defecto; su oblación de flor de harina
amasada con aceite, será: tres décimas por el novillo, dos décimas por el carnero, una
décima por cada uno de los siete corderos; y un macho cabrío, como sacrificio por el
pecado de la fiesta de la Expiación, del holocausto perpetuo, de su oblación y sus
libaciones”. 29, 14-34: “Ofreceréis en holocausto un manjar abrasado de calmante aroma
para Yahveh: trece novillos, dos carneros, catorce corderos de un año, que serán sin
defecto. La oblación correspondiente será de flor de harina amasada con aceite, tres
décimas por cada uno de los trece novillos, dos décimas por cada uno de los dos carneros,
y una décima por cada uno de los catorce corderos; y un macho cabrío como sacrificio por
el pecado; además del holocausto perpetuo, de su oblación y su libación. El día segundo,
doce novillos, dos carneros, catorce corderos de un año, sin tacha, con las oblaciones y
libaciones correspondientes a los novillos, carneros y corderos, conforme a su número y
según la norma; y un macho cabrío, como sacrificio por el pecado; además del holocausto
perpetuo, de su oblación y sus libaciones. El día tercero: once novillos, dos carneros,
catorce corderos de un año, sin tacha, con las oblaciones y libaciones correspondientes a los
novillos, carneros y corderos, conforme a su número y según la norma; y un macho cabrío
como sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo, de su oblación y su
libación. El día cuarto: diez novillos, dos carneros, catorce corderos de un año, sin tacha;
las oblaciones y libaciones correspondientes a los novillos, carneros y corderos, conforme
a su número y según la norma”. 29, 35-38: “El día octavo será para vosotros de reunión
solemne; no haréis ningún trabajo servil. Ofreceréis un holocausto, como manjar abrasado
de calmante aroma para Yahveh: un novillo, un carnero, siete corderos de un año, sin
tacha; la oblación y libaciones correspondientes al novillo, al carnero y a los corderos,
conforme a su número y según la norma; y un macho cabrío como sacrificio por el pecado;
además del holocausto perpetuo, de su oblación y su libación y un macho cabrío, como
sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo, de su oblación y su libación. El
día quinto: nueve novillos, dos carneros, catorce corderos de un año, sin tacha; las
oblaciones y libaciones correspondientes a los novillos, carneros y corderos, conforme a su
número y según la norma; y un macho cabrío, como sacrificio por el pecado; además del
holocausto perpetuo, de su oblación y su libación. El día sexto: ocho novillos, dos
carneros, catorce corderos de un año, sin tacha; las oblaciones y libaciones
correspondientes a los novillos, carneros y corderos, conforme a su número y según la
norma; y un macho cabrío, como sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo,
de su oblación y su libación. El día séptimo: siete novillos, dos carneros, catorce corderos
de un año, sin tacha;
las oblaciones y libaciones correspondientes a los novillos, carneros y corderos, conforme
a su número y según la norma; y un macho cabrío como sacrificio por el pecado; además
del holocausto perpetuo y de su oblación y su libación”.

Deuteronomio 14, 4-6: “Éstos son los animales que podréis comer: buey, carnero, cabra,
ciervo, gacela, gamo, cabra montés, antílope, búfalo, gamuza. Y todo animal de pezuña
partida, hendida en dos mitades, y que rumia, lo podéis comer”. 32, 11-14: “Como un
águila incita a su nidada, revolotea sobre sus polluelos, así él despliega sus alas y te toma, y
le lleva sobre su plumaje. Sólo Yahveh le guía a su destino, con él ningún dios extranjero.
Le hace cabalgar por las alturas de la tierra, le alimenta de los frutos del campo, le da a
gustar miel de la peña, y aceite de la dura roca, cuajada de vacas y leche de ovejas, con la
grasa de corderos; carneros de raza de Basán, y machos cabríos, con la flor de los granos
de trigo, y por bebida la roja sangre de la uva”.

1 Samuel 15, 22: “Pero Samuel dijo: ¿Acaso se complace Yahveh en los holocaustos y
sacrificios como en la obediencia a la palabra de Yahveh? Mejor es obedecer que sacrificar,
mejor la docilidad que la grasa de los carneros”. 25, 18-19: “Tomó Abigaíl a toda prisa
doscientos panes y dos odres de vino, cinco carneros ya preparados, cinco arrobas de trigo
tostado, cien racimos de uvas pasas y doscientos panes de higos secos, y lo cargó sobre
unos asnos, diciendo a sus servidores: «Pasad delante de mí, que yo os sigo.» Pero nada
dijo a su marido Nabal”.

2 Reyes 3, 4-5: “Mesá, rey de Moab, era pastor de ovejas y pagaba al rey de Israel cien mil
corderos y cien mil carneros con su lana. Pero a la muerte de Ajab, el rey de Moab se
rebeló contra el rey de Israel”.

1 Crónicas 15, 25-28: “Así pues, David los ancianos de Israel y los jefes de millares,
fueron a traer el arca de la alianza de Yahveh, desde la casa de Obededom, con alborozo. Y
habiendo Dios ayudado a los levitas portadores del arca de la alianza de Yahveh,
sacrificaron siete becerros y siete carneros. David iba revestido de un manto de lino fino, lo
mismo que todos los levitas, que portaban el arca, los cantores y Kenanías, el jefe que
dirigía el traslado. Llevaba también David sobre sí un efod de lino. Todo Israel subía el arca
de la alianza de Yahveh entre clamores y resonar de cuernos, trompetas y címbalos, y
haciendo sonar los salterios y las cítaras”. 29, 21: “Al día siguiente sacrificaron víctimas a
Yahveh y le ofrecieron holocaustos: mil novillos, mil carneros y mil corderos, con sus
libaciones y muchos sacrificios por todo Israel”.

2 Crónicas 13, 9: “¿No habéis expulsado a los sacerdotes de Yahveh, los hijos de Aarón y
los levitas? ¿No os habéis hecho sacerdotes a la manera de los pueblos de los demás países?
Cualquiera que viene con un novillo y siete carneros y pide ser consagrado, es hecho
sacerdote de los que no son dioses”. 17, 11: “Los filisteos trajeron a Josafat presentes y
plata como tributo. También los árabes le trajeron ganado menor: siete mil setecientos
carneros y siete mil setecientos machos cabríos”. 29, 21-22: “Trajeron siete novillos, siete
carneros, siete corderos y siete machos cabríos para el sacrificio por el pecado en favor del
reino, del santuario y de Judá; y mandó a los sacerdotes, hijos de Aarón, que ofreciesen
holocaustos sobre el altar de Yahveh. Inmolaron los novillos, y los sacerdotes recogieron la
sangre y rociaron el altar; luego inmolaron los carneros y rociaron con su sangre el altar;
degollaron igualmente los corderos y rociaron con la sangre el altar”. 29, 32: “El número de
los holocaustos ofrecidos por la asamblea fue de setenta bueyes; cien carneros y doscientos
corderos; todos ellos en holocausto a Yahveh”.

Esdras 6, 8-10: “Éstas son mis órdenes acerca de vuestro proceder con los ancianos de los
judíos para la reconstrucción de esa Casa de Dios: de los fondos reales de los impuestos de
Transeufratina, se les pagarán a esos hombres los gastos exactamente y sin interrupción. Lo
que necesiten para holocaustos de Dios del cielo: novillos, carneros y corderos, así como
trigo, sal, vino y aceite, se les proporcionará sin falta cada día, según las indicaciones de los
sacerdotes de Jerusalén, para que se ofrezcan al Dios del cielo ofrendas agradables y se
ruegue por la vida del rey y de sus hijos”. 6, 16-17: “Los israelitas - los sacerdotes, los
levitas y el resto de los deportados - celebraron con júbilo la dedicación de esta Casa de
Dios; ofrecieron para la dedicación de esta Casa de Dios cien toros, doscientos carneros,
cuatrocientos corderos y, como sacrificio por el pecado de todo Israel, doce machos
cabríos, conforme al número de las tribus de Israel”. 7, 17-18: “Con este dinero procura
comprar novillos, carneros, corderos, con las oblaciones y libaciones correspondientes,
para ofrecerlo luego sobre el altar de la Casa de vuestro Dios en Jerusalén; y la plata y el
oro que sobre, lo emplearéis como mejor os parezca a ti y a tus hermanos, conforme a la
voluntad de vuestro Dios”. 8, 35: “Los deportados que volvían del cautiverio ofrecieron
holocaustos al Dios de Israel: doce novillos por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta
y siete corderos y doce machos cabríos por el pecado: todo en holocausto a Yahveh”.

Nehemías 6, 17-19: “A mi mesa se sentaban los jefes y los consejeros en número de siento
cincuenta sin contar los que venían a nosotros de las naciones vecinas. Diariamente se
aderezaban a expensas mías un toro, seis carneros escogidos y aves; y cada diez días se
traía cantidad de odres de vino. Y a pesar de todo, jamás reclamé el pan del gobernador,
porque un duro trabajo gravaba ya al pueblo. ¡Acuérdate, Dios mío, para mi bien, de todo lo
que he hecho por este pueblo!”.

Tobías 8, 19: “Mandó Tobías a su mujer cocer una gran hornada; y él fue al establo, tomó
dos bueyes y cuatro carneros y ordenó que los aderezaran. Y comenzaron los
preparativos”. 10, 10-11: “Entonces Ragüel se levantó y entregó a Tobías su mujer Sara y
la mitad de todos sus bienes, criados, criadas, bueyes y carneros, asnos y camellos,
vestidos, plata y utensilios, y les dejó partir gozosos. Al despedirse de Tobías le dijo:
«¡Salud, hijo, y buen viaje! El Señor del Cielo os guíe a vosotros y a tu mujer Sara por buen
camino y que pueda yo ver vuestros hijos antes de morir.»”.

Job 42, 7-8: “Después de hablar a Job de esta manera, Yahveh dijo a Elifaz de Temán: «Mi
ira se ha encendido contra ti y contra tus dos amigos, porque no habéis hablado con verdad
de mí, como mi siervo Job. Así que tomad siete novillos y siete carneros, id donde mi
siervo Job, y ofreced por vosotros un holocausto. Mi siervo Job intercederá por vosotros y,
en atención a él, no os castigaré por no haber hablado con verdad de mí, como mi siervo
Job.»”.

Salmos 66, 13-15: “Con holocaustos entraré en tu Casa, te cumpliré mis votos, los que
abrieron mis labios, los que en la angustia pronunció mi boca. Te ofreceré pingües
holocaustos, con el sahumerio de carneros, sacrificaré bueyes y cabritos”. 114, 1-6:
“Cuando Israel salió de Egipto, la casa de Jacob de un pueblo bárbaro, se hizo Judá su
santuario, Israel su dominio. Lo vio la mar y huyó, retrocedió el Jordán, los montes
brincaron lo mismo que carneros, las colinas como corderillos. Mar, ¿qué es lo que tienes
para huir, y tú, Jordán, para retroceder, montes, para saltar como carneros, colinas, como
corderillos?”.

Isaías 1, 11: “«¿A mí qué, tanto sacrificio vuestro? - dice Yahveh -. Harto estoy de
holocaustos de carneros y de sebo de cebones; y sangre de novillos y machos cabríos no
me agrada”. 34, 6: “La espada de Yahveh está llena de sangre, engrasada de sebo, de sangre
de carneros y machos cabríos, de sebo de riñones de carneros, porque tiene Yahveh un
sacrificio en Bosrá, y gran matanza en Edom”.

Jeremías 51, 40-41: “Les haré bajar como corderos al matadero, como carneros y machos
cabríos. ¡Cómo fue tomada Sesac, y ocupada la prez de toda la tierra! ¡Cómo vino a ser
pasmo Babilonia entre las naciones!”.

Ezequiel 27, 21: “Arabia y todos los príncipes de Quedar eran también tus clientes:
pagaban con corderos, carneros y machos cabríos”. 39, 18-19: “Carne de héroes comeréis,
sangre de príncipes de la tierra beberéis. Todos son carneros, corderos, machos cabríos,
pingües toros de Basán. Comeréis grasa hasta la saciedad y beberéis sangre hasta la
embriaguez, en este sacrificio que yo os brindo”. 45, 23: “Durante los siete días de la fiesta,
ofrecerá en holocausto a Yahveh siete novillos y siete carneros sin defecto, cada uno de los
siete días, y en sacrificio por el pecado, un macho cabrío cada día”.

Daniel 3, 37-40: “Señor, que somos más pequeños que todas las naciones, que hoy estamos
humillados en toda la tierra, por causa de nuestros pecados; ya no hay, en esta hora,
príncipe, profeta ni caudillo, holocausto, sacrificio, oblación ni incienso ni lugar donde
ofrecerte las primicias, y hallar gracia a tus ojos. Mas con alma contrita y espíritu
humillado te seamos aceptos, como con holocaustos de carneros y toros, y con millares de
corderos pingües; tal sea hoy nuestro sacrificio ante ti, y te agrade que plenamente te
sigamos, porque no hay confusión para los que en ti confían”. 14, 31-32: “Ellos echaron a
Daniel en el foso de los leones, donde estuvo seis días. Había en el foso siete leones a los
que se les daba diariamente dos cadáveres y dos carneros; entonces no se les dio nada, para
que devoraran a Daniel”.

Miqueas 6, 6- 7: “ - «¿Con qué me presentaré yo a Yahveh, me inclinaré ante el Dios de lo


alto? ¿Me presentaré con holocaustos, con becerros añales? ¿Aceptará Yahveh miles de
carneros, miríadas de torrentes de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi delito, el fruto de
mis entrañas por el pecado de mi alma?»”.
CERCETA:
Levítico
CERDO (os). (Véase puerco):
Levítico 11, 7: “No comerás cerdo, pues aunque tiene la pezuña partida, hendida en
mitades, no rumia; será impuro para vosotros”.

Deuteronomio 14, 8: “Tampoco comerás el cerdo, que tiene la pezuña partida y hendida,
pero no rumia; lo tendréis por impuro. No comeréis su carne ni tocaréis su cadáver”.

Isaías 65, 2-5: “Alargué mis manos todo el día hacia un pueblo rebelde que sigue un
camino equivocado en pos de sus pensamientos; pueblo que me irrita en mi propia cara de
continuo, que sacrifican en los jardines y queman incienso sobre ladrillos; que habitan en
tumbas y en antros hacen noche; que comen carne de cerdo y bazofia descompuesta en sus
cacharros; los que dicen: «Quédate ahí, no te llegues a mí, que te santificaría». Éstos son
humo en mi nariz, fuego que abrasa siempre”. 66, 1-3: “Así dice Yahveh: Los cielos son mi
trono y la tierra el estrado de mis pies, Pues ¿qué casa vais a edificarme, o qué lugar para
mi reposo, si todo lo hizo mi mano, y es mío todo ello? -Oráculo de Yahveh-. Y ¿en quién
voy a fijarme? En el humilde y contrito que tiembla a mi palabra. Se inmola un buey, se
abate un hombre, se sacrifica una oveja, se desnuca un perro, se ofrece en oblación sangre
de cerdo, se hace un memorial de incienso, se bendice a los ídolos. Ellos mismos eligieron
sus propios caminos y en sus monstruos abominables halló su alma complacencia”. 66, 17:
“Los que se consagran y los que se purifican en los jardines, detrás de uno que está en
medio, que comen carne de cerdo, cosas inmundas y de rata, a una serán eliminados con
sus acciones y sus pensamientos, -oráculo de Yahveh-”.

CETÁCEO (s):
Daniel 3, 79: “Cetáceos y todo lo que se mueve en las aguas, bendecid al Señor, cantadle,
exaltadle eternamente”.

Mateo 12, 40: “Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres
días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y
tres noches”.

CIERVO (os, a, as) cervatillo:


Génesis 49, 21: “Neftalí es una cierva suelta, que da cervatillos hermosos”.

Deuteronomio 12, 13-15: “Guárdate de ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar sagrado
que veas; sólo en el lugar elegido por Yahveh en una de tus tribus podrás ofrecer tus
holocaustos y sólo allí pondrás en práctica todo lo que yo te mando. Podrás, sin embargo,
siempre que lo desees, sacrificar y comer la carne, como bendición que te ha dado Yahveh
tu Dios, en todas tus ciudades. Tanto el puro como el impuro podrán comerla, como si
fuese gacela o ciervo”. 12, 21-23: “Si el lugar elegido por Yahveh tu Dios para morada de
su nombre está demasiado lejos de ti, podrás sacrificar del ganado mayor y menor que
Yahveh te haya concedido, del modo que yo te he prescrito; lo podrás comer en tus
ciudades a la medida de tus deseos; y lo comerás como se come la gacela o el ciervo;
podrán comerlo tanto el puro como el impuro. Guárdate sólo de comer la sangre, porque la
sangre es la vida, y no debes comer la vida con la carne”. 14, 3-6: “No comerás nada que
sea abominable. Éstos son los animales que podréis comer: buey, carnero, cabra, ciervo,
gacela, gamo, cabra montés, antílope, búfalo, gamuza. Y todo animal de pezuña partida,
hendida en dos mitades, y que rumia, lo podéis comer”. 15, 19-23: “Todo primogénito que
nazca en tu ganado mayor o menor, si es macho, lo consagraras a Yahveh tu Dios. No
someterás al trabajo al primogénito de tu vaca ni esquilarás al primogénito de tu oveja. Lo
comerás, tú y tu casa, cada año, en presencia de Yahveh tu Dios, en el lugar elegido por
Yahveh. Si tiene alguna tara, si es cojo o ciego o con algún otro defecto grave, no lo
sacrificarás a Yahveh tu Dios. Lo comerás en tus ciudades, lo mismo el puro que el impuro,
como si fuese gacela o ciervo; sólo la sangre no la comerás; la derramarás en tierra como
agua”.

2 Samuel 22, 31-35: “Dios es perfecto en sus caminos, la palabra de Yahveh, acrisolada, él
es el escudo de cuantos a él se acogen. Pues ¿quién es Dios, fuera de Yahveh? ¿Quién
Roca, sino sólo nuestro Dios? El Dios que me ciñe de fuerza y hace mi camino
irreprochable. Que hace mis pies como de ciervas, y en las alturas me sostiene en pie. El
que mis manos para el combate adiestra, y mis brazos para tensar arcos de bronce”.

1 Reyes 5, 2-4: “Los víveres de Salomón eran treinta cargas de flor de harina y sesenta
cargas de harina cada día, diez bueyes cebados y veinte bueyes de pasto, cien cabezas de
ganado menor, aparte los ciervos y gacelas, gamos y las aves cebadas. Porque dominaba en
toda la Transeufratina, desde Tafsaj hasta Gaza, sobre todos los reyes de más acá del Río;
tuvo paz en torno a todas sus fronteras”.

Salmos 18, 32-35: “Pues ¿quién es Dios fuera de Yahveh? ¿Quién Roca, sino sólo nuestro
Dios? El Dios que me ciñe de fuerza, y hace mi camino irreprochable, que hace mis pies
como de ciervas, y en las alturas me sostiene en pie, el que mis manos para el combate
adiestra y mis brazos para tensar arco de bronce”. 22, 1-2: “Del maestro de coro. Sobre «la
cierva de la aurora». Salmo. De David. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
¡lejos de mi salvación la voz de mis rugidos!”. 42, 2-3: “Como jadea la cierva, tras las
corrientes de agua, así jadea mi alma, en pos de ti, mi Dios. Tiene mi alma sed de Dios, del
Dios vivo; ¿cuándo podré ir a ver la faz de Dios?”.

Proverbios 5, 15-20: “Bebe el agua de tu cisterna, la que brota de tu pozo. ¿Se van a
desbordar por fuera tus arroyos, las corrientes de agua por las plazas? Que sean para ti solo,
no para que las beban contigo los extraños. Sea tu fuente bendita. Gózate en la mujer de tu
mocedad, cierva amable, graciosa gacela: embriáguente en todo tiempo sus amores, su
amor te apasione para siempre. ¿Por qué apasionarte, hijo mío, de una ajena, abrazar el
seno de una extraña?”. 7, 16-23: “He puesto en mi lecho cobertores policromos, lencería de
Egipto, con mirra mi cama he rociado, con áloes y cinamomo. Ven, embriaguémonos de
amores hasta la mañana, solacémonos los dos, entre caricias. Porque no está el marido en
casa, está de viaje muy lejos; ha llevado en su mano la bolsa del dinero, volverá a casa para
la luna llena». Con sus muchas artes lo seduce, lo rinde con el halago de sus labios. Se va
tras ella en seguida, como buey al matadero, como el ciervo atrapado en el cepo, hasta que
una flecha le atraviese el hígado; como pájaro que se precipita en la red, sin saber que le va
en ello la vida”.

Cantar 2, 1-8: “- Yo soy el narciso de Sarón, el lirio de los valles. - Como el lirio entre los
cardos, así mi amada entre las mozas. - Como el manzano entre los árboles silvestres, así
mi amado entre los mozos. A su sombra apetecida estoy sentada, y su fruto me es dulce al
paladar. Me ha llevado a la bodega, y el pendón que enarbola sobre mí es Amor.
Confortadme con pasteles de pasas, con manzanas reanimadme, que enferma estoy de
amor. Su izquierda está bajo mi cabeza, y su diestra me abraza. - Yo os conjuro, hijas de
Jerusalén, por las gacelas, por las ciervas del campo, no despertéis, no desveléis al amor,
hasta que le plazca. ¡La voz de mi amado! Helo aquí que ya viene, saltando por los montes,
brincando por los collados”. 2, 9-10: “Semejante es mi amado a una gacela, o un joven
cervatillo. Vedle ya que se para detrás de nuestra cerca, mira por las ventanas, atisba por las
rejas. Empieza a hablar mi amado, y me dice: «Levántate, amada mía, hermosa mía, y
vente”. 2, 16-17: “Mi amado es para mí, y yo soy para mi amado: él pastorea entre los
lirios. Antes que sople la brisa del día y se huyan las sombras, vuelve, sé semejante, amado
mío, a una gacela o a un joven cervatillo por los montes de Béter”. 3, 1-5: “En mi lecho,
por las noches, he buscado al amor de mi alma. Busquéle y no le hallé. Me levantaré, pues,
y recorreré la ciudad. Por las calles y las plazas buscaré al amor de mi alma. Busquéle y no
le hallé. Los centinelas me encontraron, los que hacen la ronda en la ciudad: «¿Habéis visto
al amor de mi alma?». Apenas habíalos pasado, cuando encontré al amor de mi alma. Le
aprehendí y no le soltaré hasta que le haya introducido en la casa de mi madre, en la alcoba
de la que me concibió. Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, por las gacelas, por las ciervas del
campo, no despertéis, no desveléis al amor, hasta que le plazca”. 8, 14: “¡Huye, amado mío,
sé como la gacela o el joven cervatillo, por los montes de las balsameras!”.

Job 21, 7-14: “¿Por qué siguen viviendo los malvados, envejecen y aún crecen en poder?
Su descendencia ante ellos se afianza, sus vástagos se afirman a su vista. En paz sus casas,
nada temen, la vara de Dios no cae sobre ellos. Su toro fecunda sin marrar, sin abortar su
vaca pare. Dejan correr a sus niños como ovejas, sus hijos brincan como ciervos. Cantan
con arpa y cítara, al son de la flauta se divierten. Acaban su vida en la ventura, en paz
descienden al sheol. Y con todo, a Dios decían: «¡Lejos de nosotros, no queremos conocer
tus caminos!”. 39, 1-3: “¿Sabes cuándo hacen las rebecas sus crías? ¿Has observado el
parto de las ciervas? ¿Has contado los meses de su gestación? ¿Sabes la época de su
alumbramiento? Entonces se acurrucan y paren a sus crías, echan fuera su camada”.

Isaías 35, 3-7: “Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes. Decid a los
de corazón intranquilo: ¡Animo, no temáis! Mirad que vuestro Dios viene vengador; es la
recompensa de Dios, él vendrá y os salvará. Entonces se despegarán los ojos de los ciegos,
y las orejas de los sordos se abrirán. Entonces saltará el cojo como ciervo, y la lengua del
mudo lanzará gritos de júbilo. Pues serán alumbradas en el desierto aguas, y torrentes en la
estepa, se trocará la tierra abrasada en estanque, y el país árido en manantial de aguas. En la
guarida donde moran los chacales verdeará la caña y el papiro”.

Jeremías 14, 4-6: “El suelo está consternado por no haber lluvia en la tierra. Confusos
andan los labriegos, se han cubierto la cabeza. Hasta la cierva en el campo parió y
abandonó, porque no había césped. Los onagros se paraban sobre los calveros, aspiraban el
aire como chacales, tenían los ojos consumidos por falta de hierba”.

Lamentaciones 1, 6: “Vau. De la hija de Sión se ha ido todo su esplendor. Sus príncipes


son como ciervos que no encuentran pasto, caminando van sin fuerzas delante del
hostigador”.

Habacuc 3, 19: “Yahveh mi Señor es mi fuerza, él me da pies como los de ciervas, y por
las alturas me hace caminar”.

CIGÜEÑA:
Levítico 11, 13-19: "Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no podrán
comer por ser abominación: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, el
halcón en todas sus especies, toda clase de cuervos, el avestruz, la lechuza, la gaviota, el
gavilán en todas sus especies, el búho, el somormujo, el ibis, el cisne, el pelícano, el
calamón, la cigüeña, la garza en todas sus especies, la abubilla y el murciélago" .

Deuteronomio 14, 11-18: "Podéis comer toda ave pura, pero las siguientes no las podéis
comer: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, las diferentes especies de
halcón, todas las especies de cuervo, el avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes
especies de gavilanes, el búho, el ibis, el cisne, el pelícano, el calamón, el somormujo, la
cigüeña, las diferentes especies de garza real, la abubilla y el murciélago".

Job 39, 13-18: "El ala del avestruz, ¿se puede comparar al plumaje de la cigüeña y del
halcón?".

Salmos 104 [103], 16-17 “Se empapan bien los árboles de Yahveh, los cedros del Líbano
que él plantó; allí ponen los pájaros su nido, su casa en su copa la cigüeña".

Jeremías 8, 7: "Hasta la cigüeña en el cielo conoce su estación, y la tórtola, la golondrina o


la grulla observan la época de sus migraciones. Pero mi pueblo ignora el derecho de
Yahveh".

Zacarías 5, 9-11: "Alcé luego los ojos y tuve una visión: Dos mujeres aparecieron, con
viento en sus alas, porque tenían alas como de cigüeña. Y levantaron la medida entre la
tierra y el cielo. Dije entonces al ángel que hablaba conmigo: «¿A dónde llevan ésas la
medida?». Me respondió: «Van a edificarle una casa en el país de Senaar, y cuando esté a
punto será colocada allí sobre su base»".

CÍNIFE (ES):
Salmos: 105, 26-37: “Luego envió a Moisés su servidor, y Aarón, su escogido, que
hicieron entre ellos sus señales anunciadas, prodigios en el país de Cam. Mandó tinieblas y
tinieblas hubo, mas ellos desafiaron sus palabras. Trocó en sangre sus aguas y a sus peces
dio muerte. Pululó de ranas su país, hasta en las moradas de sus reyes; mandó él, y vinieron
los mosquitos, los cínifes por toda su comarca. Les dio por lluvia el granizo, llamas de
fuego en su país; hirió sus viñedos, sus higueras, y los árboles quebró de su comarca. Dio la
orden, y llegó la langosta, y el pulgón en número incontable; comieron toda hierba en su
país, comieron el fruto de su suelo. E hirió en su país a todo primogénito, las primicias de
todo su vigor; y a ellos los sacó con plata y oro, ni uno solo flaqueó de entre sus tribus”.

CISNE:
Levítico 11, 13-19: “Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no podrán
comer por ser abominación: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, el
halcón en todas sus especies, toda clase de cuervos, el avestruz, la lechuza, la gaviota, el
gavilán en todas sus especies, el búho, el somormujo, el ibis, el cisne, el pelícano, el
calamón, la cigüeña, la garza en todas sus especies, la abubilla y el murciélago”.

Deuteronomio 14, 12-18: “Las siguientes aves no las podéis comer: el águila, el
quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, las diferentes especies de halcón, todas las
especies de cuervo, el avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes especies de gavilanes,
el búho, el ibis, el cisne, el pelícano, el calamón, el somormujo, la cigüeña, las diferentes
especies de garza real, la abubilla y el murciélago”.

COCODRILO:
Levítico 11, 27-30: “De entre los cuadrúpedos os serán impuros todos los que andan sobre
las plantas de sus pies. El que toque sus cadáveres quedará impuro hasta la tarde. El que
levante el cadáver de uno de ellos tendrá que lavar sus vestidos, y quedará impuro hasta la
tarde; son impuros para vosotros. De entre los bichos pequeños que andan arrastrándose por
el suelo serán impuros para vosotros: la comadreja, el ratón el lagarto en sus diversas
especies, el erizo, el cocodrilo, el camaleón, la salamandra y el topo”.

Ezequiel 29, 3: “Habla y di: Así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy contra ti, Faraón, rey de
Egipto, gran cocodrilo, recostado en medio de sus Nilos, tú que has dicho: «Mi Nilo es mío.
yo mismo lo he hecho.»”. 32, 2: “Hijo de hombre, entona una elegía sobre Faraón, rey de
Egipto. Le dirás: Leoncillo de las naciones, estás perdido. Eras como un cocodrilo en los
mares, chapoteabas en tus ríos, enturbiabas el agua con tus patas, agitabas su corriente”.

CODORNIZ (ces):
Éxodo 16, 11-13: ”Y Yahveh habló a Moisés, diciendo: «He oído las murmuraciones de los
israelitas. Diles: Al atardecer comeréis carne y por la mañana os hartaréis de pan; y así
sabréis que yo soy Yahveh, vuestro Dios». Aquella misma tarde vinieron las codornices y
cubrieron el campamento; y por la mañana había una capa de rocío en torno al
campamento”.

Números 11, 31-32: “Se alzó un viento, enviado por Yahveh, que hizo pasar codornices
del lado del mar, y las extendió sobre el campamento, en una extensión de una jornada de
camino a uno y otro lado alrededor del campamento, y a una altura de dos codos por
encima del suelo. El pueblo se dedicó todo aquel día y toda la noche y todo el día siguiente
a capturar las codornices. El que menos, reunió diez modios, y las tendieron alrededor del
campamento”.

Salmos 105, 38-43: “Egipto se alegró de su salida, pues era presa del terror. Él desplegó
una nube por cubierta, y un fuego para alumbrar de noche. Pidieron, y trajo codornices, de
pan de los cielos los hartó; abrió la roca, y brotaron las aguas, como río corrieron por los
sequedales. Recordando su palabra sagrada dada a Abraham su servidor, sacó a su pueblo
en alborozo, a sus elegidos entre gritos de júbilo”.

Sabiduría 16. 1-3: “Por eso, mediante seres semejantes, fueron justamente castigados; una
multitud de bichos les sometieron a tormento. En vez de tal castigo, concediste favores a tu
pueblo: para satisfacer su voraz apetito, les preparaste como alimento un manjar exquisito:
codornices; para que aquéllos, aun ansiando el alimento, por el asqueroso aspecto de los
bichos que les enviabas, hasta el apetito natural perdiesen, y éstos, pasadas unas breves
privaciones, viniesen a gustar manjares exquisitos”. 19, 10-12: “Recordaban todavía lo
sucedido en su destierro, cómo, en vez de nacer los mosquitos de animales, los produjo la
tierra, cómo, en vez de nacer las ranas de seres acuáticos, las vomitó el Río en abundancia.
Más tarde, vieron además un modo nuevo de nacer las aves; cuando, llevados de la gula,
pidieron manjares delicados, para satisfacerles, subieron codornices desde el mar”.

COMADREJA:
Levítico 11, 29 “De entre los bichos pequeños que andan arrastrándose por el suelo serán
impuros para vosotros: la comadreja, el ratón el lagarto en sus diversas especies”.

CONEJO (os):
Levítico 11, 4-6: “No comeréis los animales que sólo rumian o sólo tienen partida la
pezuña. El camello, que rumia, pero no tiene partida la pezuña, será inmundo para vosotros;
el conejo, que rumia y no parte la pezuña, es inmundo; la liebre, que rumia y no parte la
pezuña, es inmunda”. (N. C.).

Deuteronomio: 14, 6-7: “Podréis comer todo animal que tenga la pezuña dividida y el pie
hendido y rumie; pero no comeréis los que solamente rumian, ni los que solamente tienen
pezuña dividida y pie hendido; el camello, la liebre, el conejo, que rumian, pero no tienen
la pezuña dividida, son inmundos para vosotros”. (N. C.).

Salmos 104, 18: “Las peñas, madrigueras para los conejos”. (C. V)

Proverbios 30, 26: “Los conejos, pueblo nada esforzado”. (C. V.)

CORCEL (es):
Jueces 5, 18-27: “Zabulón es un pueblo que reta a la muerte, y Neftalí, en las alturas del
país. Vinieron los reyes, combatieron, entonces combatieron los reyes de Canaán, en
Tanak, en las aguas de Meguiddó, mas sin lograr botín de plata. Desde los cielos lucharon
las estrellas, desde sus órbitas lucharon contra Sísara. El torrente Quisón barriólos, ¡el viejo
torrente, el torrente Quisón! ¡Avanza, alma mía, con denuedo! Cascos de caballos sacuden
el suelo: ¡galopan, galopan sus corceles! Maldecid a Meroz, dice el Ángel de Yahveh,
maldecid, maldecid a sus moradores: pues no vinieron en ayuda de Yahveh, en ayuda de
Yahveh como los héroes. ¡Bendita entre las mujeres Yael (la mujer de Jéber el quenita),
entre las mujeres que habitan en tiendas, bendita sea! Pedía agua, le dio leche, en la copa de
los nobles le sirvió nata. Tendió su mano a la clavija, la diestra al martillo de los
carpinteros. Hirió a Sísara, le partió la cabeza, le golpeó y le partió la sien; a sus pies se
desplomó, cayó, durmió, a sus pies se desplomó, cayó; donde se desplomó, allí cayó,
deshecho”.

Jeremías 4, 9-13: “Sucederá aquel día -oráculo de Yahveh- que se perderá el ánimo del rey
y el de los príncipes, se pasmarán los sacerdotes, y los profetas se espantarán. Y yo digo:
«¡Ay, Señor Yahveh! ¡Cómo embaucaste a este pueblo y a Jerusalén diciendo: "Paz
tendréis", y ha penetrado la espada hasta el alma!». En aquella sazón se dirá a este pueblo y
a Jerusalén: - Un viento ardiente viene por el desierto, camino de la hija de mi pueblo, no
para beldar, ni para limpiar. Un viento lleno de amenazas viene de mi parte. Ahora me toca
a mí alegar mis razones respecto a ellos. Ved cómo se levanta cual las nubes, como un
huracán sus carros, y ligeros más que águilas sus corceles. - ¡Ay de nosotros, estamos
perdidos!”. 8, 14-17: “- «¿Por qué nos quedamos tranquilos? ¡Juntaos, vamos a las plazas
fuertes para enmudecer allí, pues Yahveh nuestro Dios nos hace morir y nos propina agua
envenenada, porque hemos pecado contra Yahveh!. Esperábamos paz, y no hubo bien
alguno; el tiempo de la cura, y se presenta el miedo. Desde Dan se deja oír. el resuello de
sus caballos. Al relincho sonoro de sus corceles tembló la tierra toda. Vendrán y comerán el
país y sus bienes, la ciudad y sus habitantes». - Sí, he aquí que yo envío contra vosotros
sierpes venenosas contra las que no existe encantamiento, y os picarán -oráculo de Yahveh-
”.

Joel 2, 1-6: “¡Tocad el cuerno en Sión, clamad en mi monte santo! ¡Tiemblen todos los
habitantes del país, porque llega el Día de Yahveh, porque está cerca! ¡Día de tinieblas y de
oscuridad, día de nublado y densa niebla! Como la aurora sobre los montes se despliega un
pueblo numeroso y fuerte, como jamás hubo otro, ni lo habrá después de él en años de
generación en generación. Delante de él devora el fuego, detrás de él la llama abrasa. Como
un jardín de Edén era delante de él la tierra, detrás de él, un desierto desolado. ¡No hay
escape ante él! Aspecto de corceles es su aspecto, como jinetes, así corren. Como estrépito
de carros, por las cimas de los montes saltan, como el crepitar de la llama de fuego que
devora hojarasca; ¡como un pueblo poderoso en orden de batalla! Ante él se estremecen los
pueblos, todos los rostros mudan de color”.

Miqueas 1, 11-16: “¡Toca el cuerno, habitante de Safir! ¡De su ciudad no sale la que habita
en Saanán! ¡Bet Haesel desde sus cimientos ha sido arrancada, desde la base de su
emplazamiento! ¿Cómo podrá esperar el bien la que habita en Marot? Porque ha llegado el
mal de parte de Yahveh a la puerta de Jerusalén. ¡Unce al carro los corceles, habitante de
Lakís! (Tal fue el comienzo del pecado para la hija de Sión, porque en ti se encontraban los
delitos de Israel.). Por eso tendrás que devolver la dote a Moréset Gat. Bet Akzib será una
mentira para los reyes de Israel. ¡Aún te traeré al conquistador, habitante de Maresá! Hasta
Adullam se irá la gloria de Israel!. ¡Arranca tus cabellos, mésate, por los hijos de tus
delicias, ensancha tu calva como la del buitre, porque lejos de ti van deportados!”.

CORDERO (os, a, as, illo, illos, illa, as). (Véase oveja):


Génesis 21, 27-32: “Abraham tomó unas ovejas y vacas, se las dio a Abimélek, e hicieron
los dos un pacto. Abraham puso siete corderas aparte. Dijo Abimélek a Abraham: «¿Para
qué son esas siete corderas que has apartado?» Dijo: «Estas siete corderas las vas a aceptar
de mi mano, para que me sirvan de testimonio de que yo he excavado este pozo». Por eso
se llamó a aquel lugar Berseba, porque allí juraron ambos. Hicieron, pues, el pacto en
Berseba; luego, levantándose Abimélek y Pikol, capitán de su tropa, se volvieron al país de
los filisteos”. 22, 7-8: “Dijo Isaac a su padre Abraham: «¡Padre!» Respondió: «¿qué hay,
hijo?» - «Aquí está el fuego y la leña, pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto?»
Dijo Abraham: «Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío». Y siguieron
andando los dos juntos” 30, 31-34: “Dijo Labán a Jacob: «¿Qué he de darte?» Respondió
Jacob: «No me des nada. Si haces por mí esta, volveré a apacentar tu rebaño. Fíjate bien:
Voy a desfilar hoy con todo tu rebaño. Aparta toda oveja negra y las cabras pintas y
manchadas, y eso será mi paga, y la garantía de mi honradez el día de mañana. Cuando te
presente a controlar mi paga, todo lo que no fuere pinto y manchado entre las cabras y
negro entre los corderos, será lo que he robado». Dijo Labán: «Bien, sea como dices»”.
Éxodo 12, 3-11: “Hablad a toda la comunidad de Israel y decid: “El día diez de este mes
tomará cada uno para sí una res de ganado menor por familia, una res de ganado menor por
casa. Y si la familia fuese demasiado reducida para una res de ganado menor, traerá al
vecino más cercano a su casa, según el número de personas y conforme a lo que cada cual
pueda comer. El animal será sin defecto, macho, de un año. Lo escogeréis entre los
corderos o los cabritos. Lo guardaréis hasta el día catorce de este mes; y toda la asamblea
de la comunidad de los israelitas lo inmolará entre dos luces. Luego tomarán la sangre y
untarán las dos jambas y el dintel de las casas donde lo coman. En aquella misma noche
comerán la carne. La comerán asada al fuego, con ázimos y con hierbas amargas. Nada de
él comeréis crudo ni cocido, sino asado, con su cabeza, sus patas y sus entrañas. Y no
dejaréis nada de él para la mañana; lo que sobre al amanecer lo quemaréis. Así lo habéis de
comer: ceñidas vuestras cinturas, calzados vuestros pies, y el bastón en vuestra mano; y lo
comeréis de prisa. Es Pascua de Yahveh”. 13, 13: “Todo primer nacido del asno lo
rescatarás con un cordero; y si no lo rescatas lo desnucarás. Rescatarás también todo
primogénito de entre tus hijos”. 29, 38-42: “He aquí lo que has de ofrecer sobre el altar: dos
corderos primales cada día, perpetuamente. Ofrecerás un cordero por la mañana y el otro
entre dos luces; y con el primer cordero, una décima de medida de flor de harina, amasada
con un cuarto de sextario de aceite de oliva molida, y como libación un cuarto de sextario
de vino. Ofrecerás el otro cordero entre dos luces; lo ofrecerás con la misma oblación que a
la mañana y con la misma libación, como calmante aroma del manjar abrasado en honor de
Yahveh, en holocausto perpetuo, de generación en generación, ante Yahveh, a la entrada de
la Tienda del Encuentro, donde me encontraré contigo, para hablarte allí”.

Levítico 1, 10: “Si su ofrenda es de ganado menor, de corderos o cabras, para holocausto,
ofrecerá un macho sin defecto”. 3, 7-8: “Si ofrece como ofrenda un cordero, lo presentará
ante Yahveh, impondrá su mano sobre la cabeza de la ofrenda y la inmolará ante la Tienda
del Encuentro; los hijos de Aarón derramarán la sangre alrededor del altar”. 4, 32-35: “Si
lleva un cordero como ofrenda suya por el pecado, sea lo que lleve una hembra sin defecto;
impondrá su mano sobre la cabeza de la víctima y la inmolará como sacrificio por el pecado
en el lugar donde se inmola el holocausto. El sacerdote mojará su dedo en la sangre de la
víctima y untará los cuernos del altar de los holocaustos, y derramará toda la sangre al pie
del mismo altar. Separará todo el sebo de la víctima, como se separa el sebo del cordero del
sacrificio de comunión, y el sacerdote lo quemará en el altar, junto con los manjares
abrasados de Yahveh. El sacerdote hará expiación por él, por el pecado cometido, y se le
perdonará”. 7, 22-24: “Habló Yahveh a Moisés, diciendo: Habla a los israelitas y diles: “No
comeréis sebo de buey, ni de cordero ni de cabra. El sebo de animal muerto o destrozado
podrá servir para cualquier uso, pero en modo alguno lo comeréis”. 9, 1-4: “El día octavo
Moisés llamó a Aarón y a sus hijos, y a los ancianos de Israel. Dijo a Aarón: «Trae un
becerro para el sacrificio por el pecado y un carnero para el holocausto, ambos sin defecto,
para ofrecerlos ante Yahveh. Hablarás a los israelitas, diciendo: "Tomad un macho cabrío
para el sacrificio por el pecado y un becerro y un cordero, ambos de un año y sin defecto,
para el holocausto; para los sacrificios de comunión, un toro y un carnero, que se
sacrificarán ante Yahveh; y una oblación amasada con aceite. Cierto que hoy se os mostrará
Yahveh."». 12, 6: “Al cumplirse los días de su purificación, sea por niño o niña, presentará
al sacerdote, a la entrada de la Tienda del Encuentro, un cordero de un año como
holocausto, y un pichón o una tórtola como sacrificio por el pecado”. 12, 13: “El sacerdote
tomará uno de los corderos para ofrecerlo como sacrificio de reparación, además del
cuartillo de aceite, y lo mecerá como ofrenda ante Yahveh. Luego inmolará el cordero en el
lugar donde se inmola el sacrificio por el pecado y el holocausto, en lugar sagrado; porque,
tanto en el sacrificio por el pecado como en el sacrificio de reparación, la víctima pertenece
al sacerdote; es cosa sacratísima”. 14, 10-13: “El día octavo tomará dos corderos sin
defecto y una cordera de un año sin defecto; y como oblación, tres décimas de flor de
harina amasada con aceite y un cuartillo de aceite. El sacerdote que hace la purificación
presentará ante Yahveh, junto con todas esas cosas, al hombre que ha de purificarse, a la
entrada de la Tienda del Encuentro. El sacerdote tomará uno de los corderos para ofrecerlo
como sacrificio de reparación, además del cuartillo de aceite, y lo mecerá como ofrenda
ante Yahveh. Luego inmolará el cordero en el lugar donde se inmola el sacrificio por el
pecado y el holocausto, en lugar sagrado; porque, tanto en el sacrificio por el pecado como
en el sacrificio de reparación, la víctima pertenece al sacerdote; es cosa sacratísima”. 14,
21-25: “Si es pobre y no tiene suficientes recursos, tomará un cordero como sacrificio de
reparación, como ofrenda mecida, para hacer expiación por él, y además, como oblación,
una décima de flor de harina amasada con aceite, un cuartillo de aceite, y dos tórtolas o dos
pichones, según sus recursos, uno como sacrificio por el pecado, y otro como holocausto.
Al octavo día, los llevará al sacerdote, a la entrada de la Tienda del Encuentro para su
purificación delante de Yahveh. El sacerdote tomará el cordero del sacrificio de reparación
y el cuartillo de aceite, y los mecerá como ofrenda ante Yahveh. Después de haber
inmolado el cordero del sacrificio de reparación, el sacerdote tomará sangre de la víctima
de reparación y mojará el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, el pulgar de su
mano derecha y el de su pie derecho”. 22, 26-27: “Habló Yahveh a Moisés, diciendo:
Cuando nazca un ternero, o un cordero, o cabrito, quedará siete días con su madre; y desde
el día octavo en adelante será grato como ofrenda de manjar abrasado para Yahveh”. 23, 9-
13: “Habló Yahveh a Moisés, diciendo: Habla a los israelitas y diles: “Cuando, después de
entrar en la tierra que yo os doy, seguéis allí su mies, llevaréis una gavilla, como primicias
de vuestra cosecha, al sacerdote, que mecerá la gavilla delante de Yahveh, para alcanzaros
su favor. El día siguiente al sábado la mecerá el sacerdote. Ese mismo día en que mecieres
la gavilla, sacrificaréis un cordero de un año, sin defecto, como holocausto a Yahveh, junto
con su oblación de dos décimas de flor de harina amasada con aceite, como manjar
abrasado de calmante aroma para Yahveh. Su libación de vino será un cuarto de sextario”.
23, 17-20: “Llevaréis de vuestras casas como ofrenda mecida dos panes, hechos con dos
décimas de flor de harina y cocidos con levadura, como primicias para Yahveh. Juntamente
con el pan ofreceréis a Yahveh siete corderos de un año, sin defecto, un novillo y dos
carneros: serán el holocausto para Yahveh además de su ofrenda y sus libaciones, como
manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh. Ofreceréis también un macho cabrío
como sacrificio por el pecado, y dos corderos de un año como sacrificio de comunión. El
sacerdote los mecerá como ofrenda ante Yahveh, juntamente con el pan de las primicias y
con los dos corderos; serán consagrados a Yahveh y pertenecerán al sacerdote”.

Números 6, 11-15: “El sacerdote ofrecerá uno en sacrificio por el pecado y el otro en
holocausto; y expiará por aquel hombre la falta contraída a causa del muerto. Aquel día
consagrará su cabeza: se consagrará a Yahveh por todo el tiempo de su nazireato y ofrecerá
un cordero de un año como sacrificio de reparación. Los días anteriores son nulos, por
haberse manchado su cabellera. Éste es el rito del nazir, para cuando se cumplan los días de
su nazireato. Llevado hasta la entrada de la Tienda del Encuentro, presentará su ofrenda a
Yahveh: un cordero de un año, sin defecto, en holocausto; una cordera de un año, sin
defecto, en sacrificio por el pecado; un carnero sin defecto como sacrificio de comunión; un
canastillo de panes ázimos de flor de harina amasada con aceite y tortas sin levadura
untadas en aceite, con sus correspondientes oblaciones y libaciones”. 7, 12-17: “El que
ofreció su ofrenda el primer día fue Najsón, hijo de Aminadab, de la tribu de Judá. Su
ofrenda consistía en una fuente de plata de ciento treinta siclos de peso, un acetre de plata
de setenta siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite,
para la oblación; una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; un novillo, un carnero,
un cordero de un año, para el holocausto; un chivo para el sacrificio por el pecado; y para
el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco
corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Najson, hijo de Aminadab”. 7, 18: “El segundo
día ofreció su ofrenda Natanael, hijo de Suar, principal de Isacar.... 23: y para el sacrificio
de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un
año. 27: un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto... 24: El tercer
día, el principal de los hijos de Zabulón, Eliab, hijo de Jelón... ofreció.... 27 ... un novillo,
un carnero, un cordero de un año, para el holocausto... 29: y para el sacrificio de comunión,
dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. 30: “El día
cuarto, el principal de los hijos de Rubén, Elisur, hijo de Sedeur.... 33:...ofreció un novillo,
un carnero, un cordero de un año, para el holocausto... 35: y para el sacrificio de comunión,
dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. 36: “El día
quinto, el principal de los hijos de Simeón, Selumiel, hijo de Surisadday, ofreció ... 39: ....
un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto. 41: y para el sacrificio de
comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año.
42: El día sexto, el principal de los hijos de Gad, Elyasaf, hijo de Reuel. Ofreció 45: un
novillo, un carnero y un cordero de un año, para el holocausto.... 47: y para el sacrificio de
comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año.
48: El día séptimo, el principal de los hijos de Efraím, Elisamá, hijo de Ammihud ofreció....
51: un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto.... 53: y para el
sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos
de un año. 54: El día octavo, el principal de los hijos de Manasés, Gamaliel, hijo de
Pedahsur ofreció ... 57: un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto...
59: y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y
cinco corderos de un año. 60 El día nono, el principal de los hijos de Benjamín, Abidán,
hijo de Guideoní. 63: un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto... 65:
y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco
corderos de un año. 66: El día décimo, el principal de los hijos de Dan, Ajiézer, hijo de
Ammisadday ofreció.... 69: un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el
holocausto... 71: y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco
machos cabríos y cinco corderos de un año. 72: El día undécimo, el principal de los hijos
de Aser, Paguiel, hijo de Okrán ofreció 75: un novillo, un carnero, un cordero de un año,
para el holocausto.... 77: y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco
machos cabríos y cinco corderos de un año. 78: El día duodécimo, el principal de los hijos
de Neftalí, Ajirá, hijo de Enán ofreció 81: un novillo, un carnero, un cordero de un año,
para el holocausto... 83: y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco
machos cabríos y cinco corderos de un año. 87-88: El total del ganado para el holocausto,
doce novillos, doce carneros, doce corderos de un año, con sus oblaciones
correspondientes; para el sacrificio por el pecado, doce chivos. El total del ganado para los
sacrificios de comunión: veinticuatro novillos, sesenta carneros, sesenta machos cabríos y
sesenta corderos de un año. Ésas fueron las ofrendas de la dedicación del altar, una vez que
fue ungido”. 15, 5: “Harás una libación de un cuarto de sextario de vino por cada cordero,
además del holocausto o sacrificio”. 15, 8-11: “Y si ofreces a Yahveh un novillo en
holocausto o sacrificio, para cumplir un voto, o como sacrificio de comunión, se ofrecerá
además del novillo una oblación de tres décimas de flor de harina amasada con medio
sextario de aceite, y una libación de medio sextario de vino, como manjar abrasado de
calmante aroma para Yahveh. Así se hará con nada novillo y con las reses menores,
cordero o cabrito”. 28, 1-8: “Habló Yahveh a Moisés y le dijo: «Manda a los israelitas en
estos términos: Tendréis cuidado de traer a su tiempo mi ofrenda, mi alimento, manjares
míos abrasados de calmante aroma. Les dirás: Éste será el manjar abrasado que ofreceréis a
Yahveh: «Corderos de un año, sin defecto, dos al día, como holocausto perpetuo. Uno de
los corderos lo ofrecerás en holocausto por la mañana, y el otro cordero entre dos luces; y
como oblación, una décima de medida de flor de harina, amasada con un cuarto de sextario
de aceite virgen. Es el holocausto perpetuo ofrecido antaño en el monte Sinaí como
calmante aroma, manjar abrasado para Yahveh. Y la libación correspondiente: un cuarto de
sextario por cada cordero. La libación de bebida fermentada para Yahveh la derramarás en
el santuario. El segundo cordero lo ofrecerás entre dos luces: lo ofrecerás con la misma
oblación y libación que el de la mañana, como manjar abrasado de calmante aroma para
Yahveh”. 28, 11-14: “Los primeros de mes ofreceréis un holocausto a Yahveh: dos
novillos, un carnero y siete corderos de un año, sin tacha. Como oblación tres décimas de
flor de harina amasada con aceite por cada novillo; dos décimas de flor de harina amasada
con aceite, como oblación por el carnero; una décima de flor de harina amasada con aceite,
por cada cordero. Es un holocausto de calmante aroma, manjar abrasado para Yahveh. Las
libaciones correspondientes serán: medio sextario de vino por novillo, un tercio de sextario
por carnero y un cuarto de sextario por cordero. Éste será el holocausto mensual, todos los
meses del año uno tras otro”. 28, 28-29: “El día primero habrá reunión sagrada. No haréis
ningún trabajo servil. Ofreceréis como manjar abrasado en holocausto a Yahveh: dos
novillos, un carnero, siete corderos de un año, sin tacha. La oblación correspondiente de
flor de harina amasada con aceite será de tres décimas por novillo, dos décimas por el
carnero, y una décima por cada uno de los siete corderos; y un macho cabrío como
sacrificio por el pecado, para expiar por vosotros. Esto, además del holocausto de la
mañana, que ofreceréis como holocausto perpetuo. Así haréis los siete días. Es un alimento,
un manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh: se ofrece además del holocausto
perpetuo y de su libación. El día séptimo tendréis reunión sagrada; no haréis ningún trabajo
servil. «El día de las primicias, cuando ofrezcáis a Yahveh oblación de frutos nuevos en
vuestra fiesta de las Semanas, tendréis reunión sagrada; no haréis ningún trabajo servil.
Ofreceréis en holocausto, como calmante aroma para Yahveh, dos novillos, un carnero y
siete corderos de un año. La oblación correspondiente será de flor de harina amasada con
aceite: tres décimas por novillo, dos décimas por el carnero, y una décima por cada uno de
los siete corderos; 29, 1-39: “«El mes séptimo, el primero de mes, tendréis reunión sagrada;
no haréis ningún trabajo servil. Será para vosotros el día de los Clamores. Ofreceréis un
holocausto como calmante aroma para Yahveh: un novillo, un carnero, siete corderos de un
año, sin tacha. La oblación correspondiente de flor de harina amasada con aceite, será de
tres décimas por el novillo, dos décimas por el carnero y una décima por cada uno de los
siete corderos; y un macho cabrío como sacrificio por el pecado, para hacer la expiación
por vosotros.... «El día décimo del mismo mes séptimo tendréis reunión sagrada; ayunaréis
y no haréis ningún trabajo. Ofreceréis en holocausto a Yahveh, como calmante aroma, un
novillo, un carnero, siete corderos de un año, que habrán de ser sin defecto; su oblación de
flor de harina amasada con aceite, será: tres décimas por el novillo, dos décimas por el
carnero, una décima por cada uno de los siete corderos; y un macho cabrío, como sacrificio
por el pecado de la fiesta de la Expiación, del holocausto perpetuo, de su oblación y sus
libaciones. «El día quince del mes séptimo tendréis reunión sagrada; no haréis ningún
trabajo servil y celebraréis fiesta en honor de Yahveh durante siete días. Ofreceréis en
holocausto un manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh: trece novillos, dos
carneros, catorce corderos de un año, que serán sin defecto; la oblación correspondiente
será de flor de harina amasada con aceite, tres décimas por cada uno de los trece novillos,
dos décimas por cada uno de los dos carneros, y una décima por cada uno de los catorce
corderos; y un macho cabrío como sacrificio por el pecado; además del holocausto
perpetuo, de su oblación y su libación. El día segundo, doce novillos, dos carneros, catorce
corderos de un año, sin tacha, 18-28: con las oblaciones y libaciones correspondientes a
los novillos, carneros y corderos, conforme a su número y según la norma; y un macho
cabrío, como sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo, de su oblación y sus
libaciones. El día tercero: once novillos, dos carneros, catorce corderos de un año, sin
tacha, con las oblaciones y libaciones correspondientes a los novillos, carneros y corderos,
conforme a su número y según la norma; y un macho cabrío como sacrificio por el pecado;
además del holocausto perpetuo, de su oblación y su libación. El día cuarto: diez novillos,
dos carneros, catorce corderos de un año, sin tacha; las oblaciones y libaciones
correspondientes a los novillos, carneros y corderos, conforme a su número y según la
norma; y un macho cabrío, como sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo,
de su oblación y su libación. El día quinto: nueve novillos, dos carneros, catorce corderos
de un año, sin tacha; las oblaciones y libaciones correspondientes a los novillos, carneros y
corderos, conforme a su número y según la norma; y un macho cabrío, como sacrificio por
el pecado; además del holocausto perpetuo, de su oblación y su libación. 29-38: El día
sexto: ocho novillos, dos carneros, catorce corderos de un año, sin tacha; las oblaciones y
libaciones correspondientes a los novillos, carneros y corderos, conforme a su número y
según la norma; y un macho cabrío, como sacrificio por el pecado; además del holocausto
perpetuo, de su oblación y su libación. El día séptimo: siete novillos, dos carneros, catorce
corderos de un año, sin tacha; las oblaciones y libaciones correspondientes a los novillos,
carneros y corderos, conforme a su número y según la norma; y un macho cabrío como
sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo y de su oblación y su libación. El
día octavo será para vosotros de reunión solemne; no haréis ningún trabajo servil.
Ofreceréis un holocausto, como manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh: un
novillo, un carnero, siete corderos de un año, sin tacha; la oblación y libaciones
correspondientes al novillo, al carnero y a los corderos, conforme a su número y según la
norma; y un macho cabrío como sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo,
de su oblación y su libación”.

Deuteronomio 32, 11-14: “Como un águila incita a su nidada, revolotea sobre sus
polluelos, así Él despliega sus alas y te toma, y le lleva sobre su plumaje. Sólo Yahveh le
guía a su destino, con él ningún dios extranjero. Le hace cabalgar por las alturas de la tierra,
le alimenta de los frutos del campo, le da a gustar miel de la peña, y aceite de la dura roca,
cuajada de vacas y leche de ovejas, con la grasa de corderos; carneros de raza de Basán, y
machos cabríos, con la flor de los granos de trigo, y por bebida la roja sangre de la uva”.

1 Samuel 7, 9-10: “Tomó Samuel un cordero lechal y lo ofreció entero en holocausto a


Yahveh, invocó a Yahveh en favor de Israel y Yahveh le escuchó. Estaba Samuel
ofreciendo el holocausto, cuando los filisteos presentaron batalla a Israel, pero tronó
Yahveh aquel día con gran estruendo sobre los filisteos, los llenó de terror y fueron batidos
ante Israel”. 15, 9: “Saúl y la tropa perdonaron a Agag y a lo más escogido del ganado
mayor y menor, las reses cebadas y los corderos y todo lo bueno. No quisieron consagrarlo
al anatema, pero consagraron al anatema toda la hacienda vil y sin valor”.

2 Samuel 12, 1-7: “Envió Yahveh a Natán donde David, y llegando a él le dijo: «Había dos
hombres en una ciudad, el uno era rico y el otro era pobre. El rico tenía ovejas y bueyes en
gran abundancia; el pobre no tenía más que una corderilla, sólo una, pequeña, que había
comprado. El la alimentaba y ella iba creciendo con él y sus hijos, comiendo su pan,
bebiendo en su copa, durmiendo en su seno igual que una hija. Vino un visitante donde el
hombre rico, y dándole pena tomar su ganado lanar y vacuno para dar de comer a aquel
hombre llegado a su casa, tomó la ovejita del pobre, y dio de comer al viajero llegado a su
casa». David se encendió en gran cólera contra aquel hombre y dijo a Natán: «¡Vive
Yahveh! que merece la muerte el hombre que tal hizo. Pagará cuatro veces la oveja por
haber hecho semejante cosa y por no haber tenido compasión». Entonces Natán dijo a
David: «Tú eres ese hombre”.

2 Reyes 3, 45: “Mesá, rey de Moab, era pastor de ovejas y pagaba al rey de Israel cien mil
corderos y cien mil carneros con su lana”.

1 Crónicas 29, 20-21: “Dijo David a toda la asamblea: «¡Bendecid a Yahveh, vuestro
Dios!» Y toda la asamblea bendijo a Yahveh, el Dios de sus padres, se inclinaron y se
postraron ante Yahveh y ante el rey. Al día siguiente sacrificaron víctimas a Yahveh y le
ofrecieron holocaustos: mil novillos, mil carneros y mil corderos, con sus libaciones y
muchos sacrificios por todo Israel”.

2 Crónicas 9, 17-19: “Hizo el rey Salomón un gran trono de marfil y lo revistió de oro
puro. El trono tenía seis gradas y un cordero de oro al respaldo, y brazos a uno y otro lado
del asiento, y dos leones, de pie, junto a los brazos. Más doce leones de pie sobre las seis
gradas a uno y otro lado. No se hizo cosa semejante en ningún reino”. 29, 21-22: “Trajeron
siete novillos, siete carneros, siete corderos y siete machos cabríos para el sacrificio por el
pecado en favor del reino, del santuario y de Judá; y mandó a los sacerdotes, hijos de
Aarón, que ofreciesen holocaustos sobre el altar de Yahveh. Inmolaron los novillos, y los
sacerdotes recogieron la sangre y rociaron el altar; luego inmolaron los carneros y rociaron
con su sangre el altar; degollaron igualmente los corderos y rociaron con la sangre el altar”.
29, 32: “El número de los holocaustos ofrecidos por la asamblea fue de setenta bueyes; cien
carneros y doscientos corderos; todos ellos en holocausto a Yahveh”. 30, 17: “Y como
muchos de la asamblea no se habían santificado, los levitas fueron encargados de inmolar
los corderos pascuales para todos los que no se hallaban puros, a fin de santificarlos para
Yahveh”. 35, 6-9: “E inmolad la Pascua, santificaos y preparadla para vuestros hermanos,
cumpliendo la orden de Yahveh, dada por medio de Moisés. Josías reservó para la gente del
pueblo ganado menor, así corderos como cabritos, en número de treinta mil, todos ellos
como víctimas pascuales para cuantos se hallaban presentes, y tres mil bueyes. Todo ello de
la hacienda del rey. También sus jefes reservaron ofrendas voluntarias para el pueblo, los
sacerdotes y los levitas. Jilquías, Zacarías y Yejiel, intendentes de la Casa de Dios, dieron a
los sacerdotes, como víctimas pascuales, dos mil seiscientas ovejas y trescientos bueyes.
Konanías, Semaías y Natanael, su hermano, y Jasabías, Yeiel y Yozabad, jefes de los
levitas, reservaron para los levitas cinco mil corderos pascuales y quinientos bueyes”

Esdras 6, 8-10: “Éstas son mis órdenes acerca de vuestro proceder con los ancianos de los
judíos para la reconstrucción de esa Casa de Dios: de los fondos reales de los impuestos de
Transeufratina, se les pagarán a esos hombres los gastos exactamente y sin interrupción. Lo
que necesiten para holocaustos de Dios del cielo: novillos, carneros y corderos, así como
trigo, sal, vino y aceite, se les proporcionará sin falta cada día, según las indicaciones de los
sacerdotes de Jerusalén, para que se ofrezcan al Dios del cielo ofrendas agradables y se
ruegue por la vida del rey y de sus hijos”. 6, 16-17: “Los israelitas -los sacerdotes, los
levitas y el resto de los deportados- celebraron con júbilo la dedicación de esta Casa de
Dios; ofrecieron para la dedicación de esta Casa de Dios cien toros, doscientos carneros,
cuatrocientos corderos y, como sacrificio por el pecado de todo Israel, doce machos
cabríos, conforme al número de las tribus de Israel”. 7, 17-18: “Con este dinero procura
comprar novillos, carneros, corderos, con las oblaciones y libaciones correspondientes,
para ofrecerlo luego sobre el altar de la Casa de vuestro Dios en Jerusalén; y la plata y el
oro que sobre, lo emplearéis como mejor os parezca a ti y a tus hermanos, conforme a la
voluntad de vuestro Dios”. 8, 32-36: “Llegamos a Jerusalén y descansamos allí tres días. El
cuarto día, la plata, el oro y los utensilios fueron pesados en la Casa de nuestro Dios y
entregados al sacerdote Meremot, hijo de Urías, con quien estaba Eleázar, hijo de Pinjás;
les acompañaban los levitas Yozabad, hijo de Josué, y Noadías, hijo de Binnuy. Todo se
contó y se pesó, y se registró su peso total. En aquel tiempo, los deportados que volvían del
cautiverio ofrecieron holocaustos al Dios de Israel: doce novillos por todo Israel, noventa y
seis carneros, setenta y siete corderos y doce machos cabríos por el pecado: todo en
holocausto a Yahveh. Y se entregaron los decretos del rey a los sátrapas del rey y a los
gobernadores de Transeufratina, los cuales favorecieron al pueblo y la Casa de Dios”.

Job 31, 19-22: “¿He visto a un miserable sin vestido, a algún pobre desnudo, sin que en lo
íntimo de su ser me bendijera, y del vellón de mis corderos se haya calentado? Si he alzado
mi mano contra un huérfano, por sentirme respaldado en la Puerta, ¡mi espalda se separe de
mi nuca, y mi brazo del hombro se desgaje!”

Proverbios 27, 23-27: “Conoce a fondo el estado de tu ganado, aplica tu corazón a tu


rebaño; porque no es eterna la riqueza, no se transmite una corona de edad en edad. Cortada
la hierba, aparecido el retoño, y apilado el heno de los montes, ten corderos para poderte
vestir, machos cabríos con que pagar un campo, leche de cabras abundante para tu sustento,
para alimentar a tu familia y mantener a tus criados”.

Sabiduría 19, 9: “Como caballos se apacentaban, y retozaban como corderos alabándote a


ti, Señor que los habías liberado”.

Sirácida 13, 17: “¿Cómo podrá convivir lobo con cordero? Así el pecador con el piadoso”.
46, 16-18: “Invocó al Señor Todopoderoso cuando los enemigos por todas partes le
estrechaban, ofreciendo un cordero lechal. Y tronó el Señor desde los cielos, con gran ruido
hizo resonar su voz; aplastó a los jefes adversarios y a todos los príncipes de los filisteos”.
47, 1-4: “Después de él surgió Natán para profetizar en los días de David. Como grasa
puesta aparte en el sacrificio de comunión, así David de entre los hijos de Israel. Con leones
jugó cual con cabritos, con osos como con corderos. ¿No mató de joven al gigante, y quitó
el oprobio del pueblo, blandiendo en la mano la piedra de la honda y abatiendo la
arrogancia de Goliat?”.

Salmos 114, 1-6: “Cuando Israel salió de Egipto, la casa de Jacob de un pueblo bárbaro, se
hizo Judá su santuario, Israel su dominio. Lo vio la mar y huyó, retrocedió el Jordán, los
montes brincaron lo mismo que carneros, las colinas como corderillos. Mar, ¿qué es lo que
tienes para huir, y tú, Jordán, para retroceder, montes, para saltar como carneros, colinas,
como corderillos?”.

Isaías 5, 17: “Pacerán los corderos como en su pastizal, y entre las ruinas gordos cabritos
ramonearán”. 11, 6: “Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el
cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá”. 16, 1:
“Enviad corderos al señor del país desde la Roca del Desierto al monte de la hija de Sión”.
40, 10-11: "Ahí viene el Señor Yahveh con poder, y su brazo lo sojuzga todo. Ved que su
salario le acompaña, y su paga le precede. Como pastor pastorea su rebaño: recoge en
brazos los corderitos, en el seno los lleva, y trata con cuidado a las paridas". 53. 4-7: “¡Y
con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba!
Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. Él ha sido herido por
nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. Él soportó el castigo que nos trae la paz, y
con sus cardenales hemos sido curados. Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno
marchó por su camino, y Yahveh descargó sobre Él la culpa de todos nosotros. Fue
oprimido, y Él se humilló y no abrió la boca. Como un cordero al degüello era llevado, y
como oveja que ante los que la trasquilan está muda, tampoco Él abrió la boca”. 65, 25:
“Lobo y cordero pacerán a una, el león comerá paja como el buey , y la serpiente se
alimentará de polvo, no harán más daño ni perjuicio en todo mi santo monte -dice Yahveh”.
Jeremías “11, -19 “Y yo, que estaba como cordero manso llevado al matadero, sin saber
que contra mí tramaban maquinaciones: «Destruyamos el árbol en su vigor; borrémoslo de
la tierra de los vivos, y su nombre no vuelva a mentarse»”. 51, 39-41: “En teniendo ellos
calor les serviré su bebida y les embriagaré de modo que se alegren, y dormirán un sueño
eterno y no se despertarán -oráculo de Yahveh-. Les haré bajar como corderos al matadero,
como carneros y machos cabríos. ¡Cómo fue tomada Sesac, y ocupada la prez de toda la
tierra! ¡Cómo vino a ser pasmo Babilonia entre las naciones!”.

Ezequiel 27, 21: “Arabia y todos los príncipes de Quedar eran también tus clientes:
pagaban con corderos, carneros y machos cabríos”. 39, 17-21: “En cuanto a ti, hijo de
hombre, así dice el Señor Yahveh: Di a los pájaros de todas clases y a todas las fieras del
campo: Congregaos, venid, reuníos de todas partes para el sacrificio que yo os ofrezco, un
gran sacrificio sobre los montes de Israel; comeréis carne y beberéis sangre. Carne de
héroes comeréis, sangre de príncipes de la tierra beberéis. Todos son carneros, corderos,
machos cabríos, pingües toros de Basán. Comeréis grasa hasta la saciedad y beberéis sangre
hasta la embriaguez, en este sacrificio que yo os brindo. Os hartaréis a mi mesa de caballos
y caballeros, de héroes y de toda clase de guerreros, oráculo del Señor Yahveh. Así
manifestaré yo mi gloria entre las naciones, y todas las naciones verán el juicio que voy a
ejecutar y la mano que pondré sobre ellos”. 46, 3-9: “El pueblo de la tierra se postrará ante
Yahveh a la entrada de este pórtico, los sábados y los días de novilunio. El holocausto que
el príncipe ofrecerá a Yahveh el sábado, será de seis corderos sin defecto y de un carnero
sin defecto; y como oblación una medida por carnero; por los corderos, una oblación que
queda a discreción, y de aceite un sextario por medida. En el día del novilunio: un novillo
sin defecto, seis corderos y un carnero sin defecto. Y hará oblación de una medida por
novillo y de una medida por carnero; por los corderos, lo que pueda, y de aceite un sextario
por medida. Cuando el príncipe entre, entrará por el vestíbulo del pórtico y por el mismo
saldrá. Y cuando el pueblo de la tierra venga ante Yahveh en las solemnidades, los que
entren por el pórtico septentrional para postrarse, saldrán por el pórtico meridional, y los
que entren por el pórtico meridional saldrán por el pórtico septentrional. Nadie volverá a
salir por el pórtico por donde entró, sino que saldrá por el de enfrente”. 46, 11: “En las
fiestas y solemnidades, la oblación será de una medida por novillo, de una medida por
carnero, por los corderos a discreción, y de aceite, un sextario por medida”. 46, 13-15:
“Ofrecerás cada día en holocausto a Yahveh un cordero de un año sin defecto: lo ofrecerás
cada mañana. Ofrecerás además cada mañana, como oblación, un sexto de medida, y de
aceite, un tercio de sextario, para amasar la flor de harina. Esto es la oblación a Yahveh,
decreto eterno, fijo para siempre. Se ofrecerá el cordero, la oblación y el aceite, cada
mañana, como holocausto perpetuo”.

Daniel 3, 37-41: “Señor, tú sabes que somos más pequeños que todas las naciones, que hoy
estamos humillados en toda la tierra, por causa de nuestros pecados; ya no hay, en esta
hora, príncipe, profeta ni caudillo, holocausto, sacrificio, oblación ni incienso ni lugar
donde ofrecerte las primicias, y hallar gracia a tus ojos. Mas con alma contrita y espíritu
humillado te seamos aceptos, como con holocaustos de carneros y toros, y con millares de
corderos pingües; tal sea hoy nuestro sacrificio ante ti, y te agrade que plenamente te
sigamos, porque no hay confusión para los que en ti confían. Y ahora te seguimos de todo
corazón, te tememos y buscamos tu rostro. No nos dejes en la confusión”.

Amós 6, 1-7: “¡Ay de aquellos que se sienten seguros en Sión, y de los confiados en la
montaña de Samaría, los notables de la capital de las naciones, a los que acude la casa de
Israel! Pasad a Kalné y ved, id de allí a Jamat la grande, bajad luego a Gat de los filisteos.
¿Son acaso mejores que estos reinos? ¿Su territorio es mayor que el vuestro? ¡Vosotros,
que creéis alejar el día funesto, y hacéis que se acerque un estado de violencia! Acostados
en camas de marfil, arrellenados en sus lechos, comen corderos del rebaño y becerros
sacados del establo, canturrean al son del arpa, se inventan, como David, instrumentos de
música, beben vino en anchas copas, con los mejores aceites se ungen, mas no se afligen
por el desastre de José. Por eso, ahora van a ir al cautiverio a la cabeza de los cautivos y
cesará la orgía de los sibaritas.

Oseas 4, 16-17: “Ya que Israel se ha embravecido cual vaca brava, ¿los va a apacentar
ahora Yahveh como a un cordero en ancho prado? Efraím se ha apegado a sus ídolos,
¡déjale!”.

Mateo 26, 27: “El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le
dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de
Pascua?»”.

Marcos 14, 12: “El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le
dicen sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que
comas el cordero de Pascua?»”.

Lucas 10, 3: “Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos”. 22, 7-8: “Llegó el
día de los Ázimos, en el que se había de sacrificar el cordero de Pascua; y envió a Pedro y a
Juan, diciendo: «Id y preparadnos la Pascua para que la comamos»”.

Juan 1, 26-29: “Juan les respondió: «Yo bautizo con agua: pero en medio de vosotros está
uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la
correa de su sandalia». Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba
bautizando. Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo”. 1, 36: “Fijándose en Jesús que pasaba, Juan dice: «He ahí
el Cordero de Dios». 21, 15: “Después de haber comido, le dice Jesús a Simón Pedro:
«Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos»”.

Hechos 8, 32: “El pasaje de la Escritura que iba leyendo era éste: «Fue llevado como una
oveja al matadero; y como cordero, mudo delante del que lo trasquila, así él no abre la
boca”.

1 Corintios 5, 7: “Purificaos de la levadura vieja, para ser masa nueva; pues sois ázimos.
Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado”.
1 Pedro 1, 17-21: “Y si llamáis Padre a quien, sin acepción de personas, juzga a cada cual
según sus obras, conducíos con temor durante el tiempo de vuestro destierro, sabiendo que
habéis sido rescatados de la conducta necia heredada de vuestros padres, no con algo
caduco, oro o plata, sino con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla,
Cristo, predestinado antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos a
causa de vosotros; los que por medio de él creéis en Dios, que le ha resucitado de entre los
muertos y le ha dado la gloria, de modo que vuestra fe y vuestra esperanza estén en Dios”.

Apocalipsis 5, 6-8: “Vi, de pies, en medio del trono y de los cuatro Vivientes y de los
Ancianos, un Cordero, como degollado; tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete
Espíritus de Dios, enviados a toda la tierra. Y se acercó y tomó el libro de la mano derecha
del que está sentado en el trono. Cuando lo tomó, los cuatro Vivientes y los veinticuatro
Ancianos se postraron delante del Cordero. Tenía cada uno una cítara y copas de oro llenas
de perfumes, que son las oraciones de los santos”. 5, 11-13; 6, 1: “Y en la visión oí la voz
de una multitud de Ángeles alrededor del trono, de los Vivientes y de los Ancianos. Su
número era miríadas de miríadas y millares de millares, y decían con fuerte voz: «Digno es
el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la
gloria y la alabanza». Y toda criatura, del cielo, de la tierra, de debajo de la tierra y del mar,
y todo lo que hay en ellos, oí que respondían: «Al que está sentado en el trono y al
Cordero, alabanza, honor, gloria y potencia por los siglos de los siglos». Y los cuatro
Vivientes decían: «Amén»; y los Ancianos se postraron para adorar. Y seguí viendo:
Cuando el Cordero abrió el primero de los siete sellos, oí al primero de los cuatro Vivientes
que decía con voz como de trueno: «Ven»”. 6, 16: “Y dicen a los montes y las peñas:
«Caed sobre nosotros y ocultadnos de la vista del que está sentado en el trono y de la cólera
del Cordero”. 7, 9-10: “Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría
contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero,
vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con fuerte voz: «La
salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero»”. 8, 13-17: “Uno
de los Ancianos tomó la palabra y me dijo: «Ésos que están vestidos con vestiduras blancas
¿quiénes son y de dónde han venido?» Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás». Me
respondió: «Ésos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las
han blanqueado con la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios,
dándole culto día y noche en su Santuario; y el que está sentado en el trono extenderá su
tienda sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed; ya nos les molestará el sol ni bochorno
alguno. Porque el Cordero que está en medio del trono los apacentará y los guiará a los
manantiales de las aguas de la vida. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos»”. 8, 1-2:
“Cuando el Cordero abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo, como una media
hora... Vi entonces a los siete Ángeles que están en pie delante de Dios; les fueron
entregadas siete trompetas”. 12, 10-11: “Oí entonces una fuerte voz que decía en el cielo:
«Ahora ya ha llegado la salvación, el poder y el reinado de nuestro Dios y la potestad de su
Cristo, porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y
noche delante de nuestro Dios. Ellos lo vencieron gracias a la sangre del Cordero y a la
palabra del testimonio que dieron, porque despreciaron su vida ante la muerte”. 13, 8: “Y la
adorarán todos los habitantes de la tierra cuyo nombre no está inscrito, desde la creación del
mundo, en el libro de la vida del Cordero degollado”. 14, 11-18: “Vi luego otra Bestia que
surgía de la tierra y tenía dos cuernos como de cordero, pero hablaba como una serpiente.
Ejerce todo el poder de la primera Bestia en servicio de ésta, haciendo que la tierra y sus
habitantes adoren a la primera Bestia, cuya herida mortal había sido curada. Realiza
grandes señales, hasta hacer bajar ante la gente fuego del cielo a la tierra; y seduce a los
habitantes de la tierra con las señales que le ha sido concedido obrar al servicio de la Bestia,
diciendo a los habitantes de la tierra que hagan una imagen en honor de la Bestia que,
teniendo la herida de la espada, revivió. Se le concedió infundir el aliento a la imagen de la
Bestia, de suerte que pudiera incluso hablar la imagen de la Bestia y hacer que fueran
exterminados cuantos no adoraran la imagen de la Bestia. Y hace que todos, pequeños y
grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se hagan una marca en la mano derecha o en la
frente, y que nadie pueda comprar nada ni vender, sino el que lleve la marca con el nombre
de la Bestia o con la cifra de su nombre. ¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule
la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666”. 14, 1-5: “Seguí
mirando, y había un Cordero, que estaba en pie sobre el monte Sión, y con él ciento
cuarenta y cuatro mil, que llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero y el nombre
de su Padre. Y oí un ruido que venía del cielo, como el ruido de grandes aguas o el fragor
de un gran trueno; y el ruido que oía era como de citaristas que tocaran sus cítaras. Cantan
un cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro Vivientes y de los Ancianos. Y
nadie podía aprender el cántico, fuera de los ciento cuarenta y cuatro mil rescatados de la
tierra. Éstos son los que no se mancharon con mujeres, pues son vírgenes. Éstos siguen al
Cordero a dondequiera que vaya, y han sido rescatados de entre los hombres como
primicias para Dios y para el Cordero, y en su boca no se encontró mentira: no tienen
tacha”. 14, 9-10: “Un tercer Ángel les siguió, diciendo con fuerte voz: «Si alguno adora a la
Bestia y a su imagen, y acepta la marca en su frente o en su mano, tendrá que beber
también del vino del furor de Dios, que está preparado, puro, en la copa de su cólera. Será
atormentado con fuego y azufre, delante de los santos Ángeles y delante del Cordero”. 15,
2-4: “Y vi también como un mar de cristal mezclado de fuego, y a los que habían triunfado
de la Bestia y de su imagen y de la cifra de su nombre, de pie junto al mar de cristal,
llevando las cítaras de Dios. Y cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del
Cordero, diciendo: «Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios Todopoderoso;
justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de las naciones! ¿Quién no temerá, Señor, y no
glorificará tu nombre? Porque sólo tú eres santo, y todas las naciones vendrán y se
postrarán ante ti, porque han quedado de manifiesto tus justos designios»”. 17, 12-14: “Los
diez cuernos que has visto son diez reyes que no han recibido aún el reino; pero recibirán
con la Bestia la potestad real, sólo por una hora. Están todos de acuerdo en entregar a la
Bestia el poder y la potestad que ellos tienen. Éstos harán la guerra al Cordero, pero el
Cordero, como es Señor de Señores y Rey de Reyes, los vencerá en unión con los suyos,
los llamados y elegidos y fieles»”. 19. 5-9: “Y salió una voz del trono, que decía: «Alabad a
nuestro Dios, todos sus siervos y los que le teméis, pequeños y grandes». Y oí el ruido de
muchedumbre inmensa y como el ruido de grandes aguas y como el fragor de fuertes
truenos. Y decían: «¡Aleluya! Porque ha establecido su reinado el Señor, nuestro Dios
Todopoderoso. Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria, porque han llegado las
bodas del Cordero, y su Esposa se ha engalanado y se le ha concedido vestirse de lino
deslumbrante de blancura -el lino son las buenas acciones de los santos».- Luego me dice:
«Escribe: Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero». Me dijo además:
«Éstas son palabras verdaderas de Dios»”. 21, 9-11: “Entonces vino uno de los siete
Ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete últimas plagas, y me habló diciendo:
«Ven, que te voy a enseñar a la Novia, a la Esposa del Cordero». Me trasladó en espíritu a
un monte grande y alto y me mostró la Ciudad Santa de Jerusalén, que bajaba del cielo, de
junto a Dios, y tenía la gloria de Dios. Su resplandor era como el de una piedra muy
preciosa, como jaspe cristalino”. 21, 14: “La muralla de la ciudad se asienta sobre doce
piedras, que llevan los nombres de los doce Apóstoles del Cordero”. 21, 22-23: “Pero no vi
Santuario alguno en ella; porque el Señor, el Dios Todopoderoso, y el Cordero, es su
Santuario. La ciudad no necesita ni de sol ni de luna que la alumbren, porque la ilumina la
gloria de Dios, y su lámpara es el Cordero”. 21, 27: “Nada profano entrará en ella, ni los
que cometen abominación y mentira, sino solamente los inscritos en el libro de la vida del
Cordero”. 22, 1-4: “Luego me mostró el río de agua de Vida, brillante como el cristal, que
brotaba del trono de Dios y del Cordero. En medio de la plaza, a una y otra margen del río,
hay árboles de Vida, que dan fruto doce veces, una vez cada mes; y sus hojas sirven de
medicina para los gentiles. Y no habrá ya maldición alguna; el trono de Dios y del Cordero
estará en la ciudad y los siervos de Dios le darán culto. Verán su rostro y llevarán su
nombre en la frente”.

CORNEJA (s)
Baruc 6, 51-53: “¿A quién, pues, no parecerá evidente que no son dioses? No pueden poner
rey en un país, ni dar a los hombres la lluvia. No saben juzgar sus pleitos, ni liberar y
proteger al agraviado, porque son incapaces; como cornejas son entre el cielo y la tierra”.

CORZO (os):
2 Samuel 2, 18: “Estaban allí los tres hijos de Sarvia: Joab, Abisay y Asahel; era Asahel
ligero de pies como un corzo montés”.

CUERVO (os):
Génesis 8, 5-7: “Las aguas siguieron menguando paulatinamente hasta el mes décimo, y el
día primero del décimo mes asomaron las cumbres de los montes. Al cabo de cuarenta días,
abrió Noé la ventana que había hecho en el arca, y soltó al cuervo, el cual estuvo saliendo y
retornando hasta que se secaron las aguas sobre la tierra”.

Deuteronomio 14, 11-18: “Podéis comer toda ave pura, pero las siguientes no las podéis
comer: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, las diferentes especies de
halcón, todas las especies de cuervo, el avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes
especies de gavilanes, el búho, el ibis, el cisne, el pelícano, el calamón, el somormujo, la
cigüeña, las diferentes especies de garza real, la abubilla y el murciélago”.

Levítico 11, 13-15: “Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no podréis
comer por ser abominación: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, el
halcón en todas sus especies, toda clase de cuervos”.

1 Reyes 17, 1-6: “Elías tesbita, de Tisbé de Galaad, dijo a Ajab: «Vive Yahveh, Dios de
Israel, a quien sirvo. No habrá estos años rocío ni lluvia más que cuando mi boca lo diga».
Fue dirigida la palabra de Yahveh a Elías diciendo: «Sal de aquí, dirígete hacia oriente y
escóndete en el torrente de Kerit que está al este del Jordán. Beberás del torrente y
encargaré a los cuervos que te sustenten allí». Hizo según la palabra de Yahveh, y se fue a
vivir en el torrente de Kerit que está al este del Jordán. Los cuervos le llevaban pan por la
mañana y carne por la tarde, y bebía del torrente”.

Job 38, 41: “¿Quién prepara su provisión al cuervo, cuando sus crías gritan hacia Dios,
cuando se estiran faltos de comida?”.

Salmos 147, 7-9: “Cantad a Yahveh en acción de gracias, salmodiad a la cítara para nuestro
Dios: El que cubre de nubes los cielos, el que lluvia a la tierra prepara, el que hace germinar
en los montes la hierba, y las plantas para usos del hombre, el que dispensa al ganado su
sustento, a las crías del cuervo cuando chillan”.

Cantar 5, 9-16: “¿Qué distingue a tu amado de los otros, oh la más bella de las mujeres?
¿Qué distingue a tu amado de los otros, para que así nos conjures? Mi amado es fúlgido y
rubio, distinguido entre diez mil. Su cabeza es oro, oro puro; sus guedejas, racimos de
palmera, negras como el cuervo. Sus ojos como palomas junto a arroyos de agua,
bañándose en leche, posadas junto a un estanque. Sus mejillas, eras de balsameras, macizos
de perfumes. Sus labios son lirios que destilan mirra fluida. Sus manos, aros de oro,
engastados de piedras de Tarsis. Su vientre, de pulido marfil, recubierto de zafiros. Sus
piernas, columnas de alabastro, asentadas en basas de oro puro. Su porte es como el Líbano,
esbelto cual los cedros. Su paladar, dulcísimo, y todo él, un encanto. Así es mi amado, así
mi amigo, hijas de Jerusalén”.

Proverbios 30, 17: “Al ojo que se ríe del padre y desprecia la obediencia de una madre, lo
picotearán los cuervos del torrente, los aguiluchos lo devorarán”.

Isaías 34, 8-12: “Porque es día de venganza para Yahveh, año de desquite del defensor de
Sión. Se convertirán sus torrentes en pez, su polvo en azufre, y se hará su tierra pez
ardiente. Ni de noche ni de día se apagará, por siempre subirá el humo de ella. De
generación en generación quedará arruinada, y nunca jamás habrá quien pase por ella. La
heredarán el pelícano y el erizo, el ibis y el cuervo residirán en ella. Tenderá Yahveh sobre
ella la plomada del caos y el nivel del vacío. Los sátiros habitarán en ella, ya no habrá en
ella nobles que proclamen la realeza, y todos sus príncipes serán aniquilados”.
Sofonías 2, 11-15: “Terrible será Yahveh contra ellos, cuando enerve a todos los dioses de
la tierra, y se postren ante él, cada una en su lugar, todas las islas de las naciones. También
vosotros, etíopes: «Víctimas de mi espada serán ellos». El extenderá su mano contra el
norte, destruirá a Asur, y dejará a Nínive en desolación, árida como el desierto. Se
tumbarán en medio de ella los rebaños, toda suerte de animales: hasta el pelícano, hasta el
erizo, pasarán la noche entre sus capiteles. El búho cantará en la ventana, y el cuervo en el
umbral, porque el cedro fue arrancado. Tal será la ciudad alegre que reposaba en seguridad,
la que decía en su corazón: «¡Yo, y nadie más!» ¡Cómo ha quedado en desolación, en
guarida de animales! Todo el que pasa junto a ella silba y menea su mano”.

Lucas. 12, 22-25: “Dijo a sus discípulos: «Por eso os digo: No andéis preocupados por
vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis: porque la vida vale
más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido; fijaos en los cuervos: ni siembran, ni
cosechan; no tienen bodega ni granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros
que las aves! Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un
codo a la medida de su vida?”.

CULEBRA (as):
Génesis 49, 17: “Sea Dan una culebra junto al camino, una víbora junto al sendero, que
pica al caballo en los jarretes y cae su jinete de espaldas”.

Qohelet 10, 8: “El que cava la hoya cae en ella, y al que atraviesa el seto le muerde la
culebra”. 10, 11: “Si pica culebra por falta de encantamiento no hay ganancia para el
encantador”.

Isaías 14. 28-29: “El año en que murió el rey Ajaz hubo esta oráculo: “No te alegres,
Filistea toda, porque se haya quebrado la vara del que te hería; pues de raíz de culebra
saldrá víbora, y su fruto será dragón volador”.

Amós 5, 18-20: “¡Ay de los que ansían el Día de Yahveh! ¿Qué creéis que es ese Día de
Yahveh? ¡Es tinieblas, que no luz! Como cuando uno huye del león y se topa con un oso, o,
al entrar en casa, apoya una mano en la pared y le muerde una culebra... ¿No es tinieblas el
Día de Yahveh, y no luz, lóbrego y sin claridad?”.

Mateo 7, 9-10: “¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una
piedra; o si le pide un pez, le dé una culebra?”.

Lucas 11, 11-12: “¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de
un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión?”.

CHACAL (es):
Nehemías 3, 33-38: “Cuando Samballat se enteró de que estábamos reconstruyendo la
muralla, montó en cólera y se irritó mucho. Se burlaba de los judíos, y decía delante de sus
hermanos y de la gente principal de Samaría: «¿Qué pretenden hacer esos miserables
judíos? ¿Es que quieren terminar en un día? ¿Van a dar vida a esas piedras, sacadas de
montones de escombros y calcinadas?» Tobías el ammonita, que estaba junto a él, dijo:
«¡Déjales que construyan; que si un chacal se alza, abrirá brecha en su muralla de piedra!»
¡Escucha, Dios nuestro, porque nos desprecian. Haz que caiga su insulto sobre su cabeza.
Entrégalos al desprecio en un país de cautividad! No pases por alto su iniquidad, ni su
pecado sea borrado en tu presencia, porque han insultado a los constructores. Construimos,
pues, la muralla, que quedó terminada hasta media altura. El pueblo había puesto su
corazón en el trabajo”.

Job 30, 27-31: “Me hierven las entrañas sin descanso, me han alcanzado días de aflicción.
Sin haber sol, ando renegrido, me he levantado en la asamblea, sólo para gritar. Me he
hecho hermano de chacales y compañero de avestruces. Mi piel se ha ennegrecido sobre
mí, mis huesos se han quemado por la fiebre. ¡Mi cítara sólo ha servido para el duelo, mi
flauta para la voz de plañidores!”.

Salmos 44, 14-20: “De nuestros vecinos nos haces la irrisión, burla y escarnio de nuestros
circundantes; mote nos haces entre las naciones, meneo de cabeza entre los pueblos. Todo
el día mi ignominia está ante mí, la vergüenza cubre mi semblante, bajo los gritos de insulto
y de blasfemia, ante la faz del odio y la venganza. Nos llegó todo esto sin haberte olvidado,
sin haber traicionado tu alianza. ¡No habían vuelto atrás nuestros corazones, ni habían
dejado nuestros pasos tu sendero, para que tú nos aplastaras en morada de chacales, y nos
cubrieras con la sombra de la muerte!”. 63, 10-11: “Los que tratan de perder mi alma,
¡caigan en las honduras de la tierra! ¡Sean pasados al filo de la espada, sirvan de presa a los
chacales!”.
Isaías 13, 19-22: “Babilonia, la flor de los reinos, prez y orgullo de Caldea, será semejante
a Sodoma y Gomorra, destruidas por Dios. No será habitada jamás ni poblada en
generaciones y generaciones, ni pondrá tienda allí el árabe, ni pastores apacentarán allí. Allí
tendrán aprisco bestias del desierto y se llenarán sus casas de mochuelos. Allí morarán las
avestruces y los sátiros brincarán allí. Se responderán las hienas en sus alcázares y los
chacales en sus palacios de recreo. Su hora está para llegar y sus días no tendrán prórroga”.
34, 13: Se dice de las naciones que desprecian a Israel: “En sus alcázares crecerán espinos,
ortigas y cardos en sus fortalezas; será morada de chacales y dominio de avestruces”. 34, 1-
9: “Que el desierto y el sequedal se alegren, regocíjese la estepa y la florezca como flor;
estalle en flor y se regocije hasta lanzar gritos de júbilo. La gloria del Líbano le ha sido
dada, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Se verá la gloria de Yahveh, el esplendor de
nuestro Dios. Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes. Decid a los de
corazón intranquilo: ¡Animo, no temáis! Mirad que vuestro Dios viene vengador; es la
recompensa de Dios, él vendrá y os salvará. Entonces se despegarán los ojos de los ciegos,
y las orejas de los sordos se abrirán. Entonces saltará el cojo como ciervo, y la lengua del
mudo lanzará gritos de júbilo. Pues serán alumbradas en el desierto aguas, y torrentes en la
estepa, se trocará la tierra abrasada en estanque, y el país árido en manantial de aguas. En
la guarida donde moran los chacales verdeará la caña y el papiro. Habrá allí una senda y un
camino, vía sacra se la llamará; no pasará el impuro por ella, ni los necios por ella vagarán.
No habrá león en ella, ni por ella subirá bestia salvaje, no se encontrará en ella; los
rescatados la recorrerán”. 43, 18-21: “¿No os acordáis de lo pasado, ni caéis en la cuenta de
lo antiguo? Pues bien, he aquí que yo lo renuevo: ya está en marcha, ¿no lo reconocéis? Sí,
pongo en el desierto un camino, ríos en el páramo. Las bestias del campo me darán gloria,
los chacales y las avestruces, pues pondré agua en el desierto (y ríos en la soledad) para dar
de beber a mi pueblo elegido. El pueblo que yo me he formado contará mis alabanzas”.

Jeremías 9, 8-13: “Por estas acciones, ¿no les he de castigar? -oráculo de Yahveh-, ¿de una
nación así no se vengará mi alma? Alzo sobre los montes lloro y lamento, y una elegía por
las dehesas del desierto, porque han sido incendiadas; nadie pasa por allí, y no se oyen los
gritos del ganado. Desde las aves del cielo hasta las bestias, todas han huido, se han
marchado. Voy a hacer de Jerusalén un montón de piedras, guarida de chacales, y de las
ciudades de Judá haré una soledad sin ningún habitante. ¿Quién es el sabio?, pues que
entienda esto; ¿a quién ha hablado la boca de Yahveh?, pues que lo diga; ¿por qué el país se
ha perdido, incendiado como el desierto donde no pasa nadie? Yahveh lo ha dicho: Es que
han abandonado mi Ley que yo les propuse, y no han escuchado mi voz ni la han seguido;
sino que han ido en pos de la inclinación de sus corazones tercos, en pos de los Baales que
sus padres les enseñaron”. 10, 19-25: “ - «¡Ay de mí, por mi quebranto! ¡me duele la
herida! Y yo que decía: "Ése es un sufrimiento, pero me lo aguantaré"... Mi tienda ha sido
saqueada, y todos mis tensores arrancados. Mis hijos me han sido quitados y no existen. No
hay quien despliegue ya mi tienda ni quien ice mis toldos». - Es que han sido torpes los
pastores y no han buscado a Yahveh; así no obraron cuerdamente, y toda su grey fue
dispersada. ¡Se oye un rumor! ¡ya llega!: un gran estrépito del país del norte, para trocar las
ciudades de Judá en desolación, guarida de chacales. Yo sé, Yahveh, que no depende del
hombre su camino, que no es del que anda enderezar su paso. Corrígeme, Yahveh, pero con
tino, no con tu ira, no sea que me quede en poco. Vierte tu cólera sobre las naciones que te
desconocen, y sobre los linajes que no invocan tu Nombre. Porque han devorado a Jacob
hasta consumirle, lo han devorado y su mansión han desolado”. 14, 1-8: “Palabra de
Yahveh a Jeremías, a propósito de la sequía. Judá está de luto, y sus ciudades lánguidas:
están sórdidas de tierra, y sube el alarido de Jerusalén. Sus nobles mandaban a los pequeños
por agua: llegaban a los aljibes y no la encontraban; volvían con sus cántaros vacíos.
Quedaban confundidos y avergonzados y se cubrían la cabeza. El suelo está consternado
por no haber lluvia en la tierra. Confusos andan los labriegos, se han cubierto la cabeza.
Hasta la cierva en el campo parió y abandonó, porque no había césped. Los onagros se
paraban sobre los calveros, aspiraban el aire como chacales, tenían los ojos consumidos por
falta de hierba. Aunque nuestras culpas atesten contra nosotros, Yahveh, obra por amor de
tu Nombre. Cierto, son muchas nuestras apostasías, contra ti hemos pecado. ¡Oh esperanza
de Israel, Yahveh, Salvador suyo en tiempo de angustia! ¿Por qué has de ser cual forastero
en la tierra, o cual viajero que se tumba para hacer noche?”. 49, 30-34: “Huid, emigrad muy
lejos, buscad profunda morada, moradores de Jasor -oráculo de Yahveh- porque ha tomado
contra vosotros Nabucodonosor, rey de Babilonia, una decisión, y ha trazado un plan contra
vosotros. Alzaos, subid contra la nación pacífica que vive confiada -oráculo de Yahveh-. Ni
puertas ni cerrojos tiene. En aislamiento viven. Y serán sus camellos objeto del pillaje y el
tropel de sus ganados para botín, y esparciré a todo viento a los que se afeitan las sienes, y
de todos sus aledaños traeré su infortunio -oráculo de Yahveh-. Y vendrá a ser Jasor
guarida de chacales, desolación sempiterna, donde no se asienta nadie y en la que no reside
ser humano. Lo que fue dicho por Yahveh al profeta Jeremías tocante a Elam en el
principio del reinado de Sedecías, rey de Judá”. 50, 35-39: “¡Espada a los caldeos -oráculo
de Yahveh- y a los habitantes de Babilonia, a sus jefes y a sus sabios! Espada a sus
adivinos, y quedarán por necios. Espada a sus valientes, y desmayarán. Espada a sus
caballos y a sus carros, a toda la mezcolanza de gentes que hay dentro de ella, y serán como
mujeres. Espada a sus tesoros y serán saqueados. ¡Sequía a sus aguas y se secarán; porque
tierra de ídolos es aquélla, y por sus Espantos pierden la cabeza! Por eso vivirán las hienas
con los chacales y vivirán en ella las avestruces, y no será habitada nunca jamás ni será
poblada por siglos y siglos”. 51, 34-38: “Me comió, me arrebañó el rey de Babilonia, me
dejó como cacharro vacío, me tragó como un dragón, llenó su vientre con mis buenos
trozos, me expulsó. «Mi atropello y mis sufrimientos sobre Babilonia», dirá la población de
Sión; y «mi sangre sobre los habitantes de Caldea», dirá Jerusalén. Por tanto, así dice
Yahveh: Heme aquí, que defiendo tu causa y vengo tu venganza, y deseco el mar de el y
dejo enjuto su hontanar, y vendrá a ser Babilonia montón de piedras, guarida de chacales,
tema de pasmo y rechifla, sin ningún habitante. A una cual leones rugen, gruñen como
cachorros de leonas”.

Lamentaciones 4, 1-4 “Alef. ¡Cómo, ay, se ha deslucido, el oro se ha alterado el oro


mejor! Las piedras sagradas están, ay, esparcidas por las esquinas de todas las calles. Bet.
Los hijos de Sión, los excelentes, valiosos como el oro fino, ¡son, ay, considerados como
vasos de arcilla, obra de manos de alfarero! Guímel. Hasta los chacales desnudan la teta,
dan de mamar a sus cachorros; la hija de mi pueblo se ha vuelto tan cruel como las
avestruces del desierto. Dálet. La lengua del niño de pecho se pega de sed al paladar; los
pequeñuelos piden pan: no hay quien se lo reparta”.
Ezequiel 13, 1-4: “La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos: “Hijo de
hombre, profetiza contra los profetas de Israel; profetiza y di a los que profetizan por su
propia cuenta: Escuchad la palabra de Yahveh. Así dice el Señor Yahveh: ¡Ay de los
profetas insensatos que siguen su propia inspiración, sin haber visto nada! Como chacales
entre las ruinas, tales han sido tus profetas, Israel”.

Miqueas 1, 6-9: “«Voy a hacer de Samaría una ruina de campo, un plantío de viñas. Haré
rodar sus piedras por el valle, pondré al desnudo sus cimientos. Todos sus ídolos serán
machacados, todos sus dones quemados al fuego, todas sus imágenes las dejaré en
desolación, porque han sido amontonadas con don de prostituta y a don de prostituta
tornarán». Por eso me lamentaré y gemiré, andaré descalzo y desnudo, lanzaré aullidos
como los chacales, y lamentos como las avestruces; porque su herida es incurable, hasta
Judá ha llegado, ha tocado hasta la puerta de mi pueblo, hasta Jerusalén”.

Malaquías 1, 1-3: “Oráculo. Palabra de Yahveh a Israel por ministerio de Malaquías. Os


he amado, dice Yahveh. Y vosotros decís: ¿En qué nos has amado? - ¿No era acaso Esaú el
hermano de Jacob?, -oráculo de Yahveh-. Sin embargo yo amé a Jacob, y a Esaú le odié.
Entregué sus montes a la desolación y su heredad a los chacales del desierto”.

CHIVO (os):
Números 7, 12-83: “El que ofreció su ofrenda el primer día fue Najsón, hijo de Aminadab,
de la tribu de Judá. Su ofrenda consistía en una fuente de plata de ciento treinta siclos de
peso, un acetre de plata de setenta siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de
harina amasada con aceite, para la oblación; una naveta de oro de diez siclos, llena de
incienso; un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto; un chivo para el
sacrificio por el pecado; y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco
machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Najson, hijo de
Aminadab. El segundo día ofreció su ofrenda Natanael, hijo de Suar, principal de Isacar. Su
ofrenda consistía en una fuente de plata de ciento treinta siclos de peso, un acetre de plata
de setenta siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite,
para la oblación; una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; un novillo, un carnero,
un cordero de un año, para el holocausto; un chivo para el sacrificio por el pecado; y para el
sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos
de un año. Ésa fue la ofrenda de Natanael, hijo de Suar. El tercer día, el principal de los
hijos de Zabulón, Eliab, hijo de Jelón. Su ofrenda consistía en una fuente de plata de ciento
treinta siclos de peso, un acetre de plata de setenta siclos, en siclos del santuario, ambos
llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; una naveta de oro de diez
siclos, llena de incienso; un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto;
un chivo para el sacrificio por el pecado; y para el sacrificio de comunión, dos bueyes,
cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de
Eliab, hijo de Jelón. v30 El día cuarto, el principal de los hijos de Rubén, Elisur, hijo de
Sedeur. Su ofrenda consistía en una fuente de plata de ciento treinta siclos de peso; un
acetre de plata de setenta siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina
amasada con aceite, para la oblación; una naveta de diez siclos de oro llena de incienso; un
novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto; un chivo para el sacrificio por
el pecado; y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos
cabríos, cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Elisur, hijo de Sedeur. El día
quinto, el principal de los hijos de Simeón, Selumiel, hijo de Surisadday. Su ofrenda
consistía en una fuente de plata de ciento treinta siclos de peso, un acetre de plata de setenta
siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la
oblación; una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; un novillo, un carnero, un
cordero de un año, para el holocausto; un chivo para el sacrificio por el pecado; y para el
sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos
de un año. Ésa fue la ofrenda de Selumiel, hijo de Surisadday. El día sexto, el principal de
los hijos de Gad, Elyasaf, hijo de Reuel. Su ofrenda consistía en una fuente de plata de
ciento treinta siclos; un acetre de plata de setenta siclos, en siclos del santuario, ambos
llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; una naveta de oro de diez
siclos, llena de incienso; un novillo, un carnero y un cordero de un año, para el holocausto;
un chivo para el sacrificio por el pecado; y para el sacrificio de comunión, dos bueyes,
cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de
Elyasaf, hijo de Reuel. El día séptimo, el principal de los hijos de Efraím, Elisamá, hijo de
Ammihud. Su ofrenda consistía en una fuente de plata de ciento treinta siclos de peso, un
acetre de plata de setenta siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina
amasada con aceite, para la oblación; una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; un
novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto; un chivo, para el sacrificio
por el pecado; y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos
cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Elisamá, hijo de Ammihud. El día
octavo, el principal de los hijos de Manasés, Gamaliel, hijo de Pedahsur. Su ofrenda
consistía en una fuente de plata de ciento treinta siclos de peso, un acetre de plata de setenta
siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la
oblación; una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; un novillo, un carnero, un
cordero de un año, para el holocausto; un chivo para el sacrificio por el pecado; y para el
sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos
de un año. Ésa fue la ofrenda de Gamaliel, hijo de Pedahsur. El día nono, el principal de los
hijos de Benjamín, Abidán, hijo de Guideoní. Su ofrenda consistía en una fuente de plata de
ciento treinta siclos de peso, un acetre de plata de setenta siclos, en siclos del santuario,
ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; una naveta de oro de
diez siclos, llena de incienso; un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el
holocausto; un chivo para el sacrificio por el pecado; y para el sacrificio de comunión, dos
bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la
ofrenda de Abidán, hijo de Guideoní. El día décimo, el principal de los hijos de Dan,
Ajiézer, hijo de Ammisadday. Su ofrenda consistía en una fuente de plata de ciento treinta
siclos de peso, un acetre de plata de setenta siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de
flor de harina amasada con aceite, para la oblación; una naveta de oro de diez siclos, llena
de incienso; un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto; un chivo para
el sacrificio por el pecado; y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros,
cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Ajiézer, hijo de
Ammisadday. El día undécimo, el principal de los hijos de Aser, Paguiel, hijo de Okrán. Su
ofrenda consistía en una fuente de plata de ciento treinta siclos de peso, un acetre de plata
de setenta siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite,
para la oblación; una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; un novillo, un carnero,
un cordero de un año, para el holocausto; un chivo para el sacrificio por el pecado; y para el
sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos
de un año. Ésa fue la ofrenda de Paguiel, hijo de Okrán. El día duodécimo, el principal de
los hijos de Neftalí, Ajirá, hijo de Enán. Su ofrenda consistía en una fuente de plata de
ciento treinta siclos de peso, un acetre de plata de setenta siclos, en siclos del santuario,
ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; una naveta de oro de
diez siclos, llena de incienso; un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el
holocausto; un chivo para el sacrificio por el pecado; y para el sacrificio de comunión, dos
bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la
ofrenda de Ajirá, hijo de Enán”. 7, 87: “El total del ganado para el holocausto, doce
novillos, doce carneros, doce corderos de un año, con sus oblaciones correspondientes; para
el sacrificio por el pecado, y doce chivos”.

DAMÁN (es). (Es el puerco):


Levítico 11, 1-7: “Yahveh habló a Moisés y a Aarón, diciéndoles: “Hablad a los israelitas y
decidles: De entre todos los animales terrestres podréis comer éstos: cualquier animal de
pezuña partida, hendida en mitades y que rumia, sí lo podréis comer. Pero entre los que
rumian o tienen pezuña hendida, no comeréis: camello, pues aunque rumia, no tiene partida
la pezuña; será impuro para vosotros; ni damán, porque rumia, pero no tiene partida la
pezuña; será impuro para vosotros: ni liebre porque rumia, pero no tiene la pezuña partida;
será impura para vosotros; ni cerdo, pues aunque tiene la pezuña partida, hendida en
mitades, no rumia; será impuro para vosotros”.

Deuteronomio 14, 3-7: “No comerás nada que sea abominable. Éstos son los animales que
podréis comer: buey, carnero, cabra, ciervo, gacela, gamo, cabra montés, antílope, búfalo,
gamuza. Y todo animal de pezuña partida, hendida en dos mitades, y que rumia, lo podéis
comer. Sin embargo, entre los que rumian y entre los animales de pezuña partida y hendida
no podréis comer los siguientes: el camello, la liebre y el damán, que rumian pero no tienen
la pezuña hendida; los tendréis por impuros”.

Salmos 104 [103], 16-18: “Se empapan bien los árboles de Yahveh, los cedros del Líbano
que él plantó; allí ponen los pájaros su nido, su casa en su copa la cigüeña; los altos montes,
para los rebecos, para los damanes, el cobijo de las rocas”.

Proverbios 30, 24-28: “Hay cuatro seres los más pequeños de la tierra, pero que son más
sabios que los sabios: las hormigas -multitud sin fuerza- que preparan en verano su
alimento; los damanes -multitud sin poder-, que ponen sus casas en la roca; las langostas,
que sin tener rey, salen todas en orden; el lagarto, al que se agarra con la mano y está en los
palacios de los reyes”.

DRAGÓN (es):
Nehemías 2, 11-15: “Llegué a Jerusalén y me quedé allí tres días. Luego me levanté de
noche con unos pocos hombres, sin comunicar a nadie lo que mi Dios me había inspirado
que hiciera por Jerusalén, y sin llevar conmigo más que la cabalgadura en que iba montado.
Saliendo, pues, de noche por la puerta del Valle, me dirigí hacia la Fuente del Dragón y
hacia la puerta del Muladar: inspeccioné la muralla de Jerusalén por donde tenía brechas, y
las puertas que habían sido devoradas por el fuego. Continué luego hacia la puerta de la
Fuente y la alberca del Rey, pero no había paso para mi cabalgadura. Volví a subir, pues, de
noche, por el Torrente, inspeccionando la muralla, y volví a entrar por la puerta del Valle.
Así regresé a casa”.

Salmos 91, 10-13: “No ha de alcanzarte el mal, ni la plaga se acercará a tu tienda; que él
dará orden sobre ti a sus ángeles de guardarte en todos tus caminos. Te llevarán ellos en sus
manos, para que en piedra no tropiece tu pie; pisarás sobre el león y la víbora, hollarás al
leoncillo y al dragón”.

Sirácida 25, 15-17: “No hay veneno como veneno de serpiente, ni furia como furia de
enemigo. Prefiero convivir con león o dragón a convivir con mujer mala. La maldad de la
mujer desfigura su semblante, oscurece su rostro como un oso”.

Isaías 14, 29: “No te alegres, Filistea toda, porque se haya quebrado la vara del que te
hería; pues de raíz de culebra saldrá víbora, y su fruto será dragón volador”. 27, 1: “Aquel
día castigará Yahveh con su espada dura, grande, fuerte, al Leviatán, serpiente huidiza, al
Leviatán, serpiente tortuosa, y matará al dragón que hay en el mar”. 30, 6: “Oráculo sobre
los animales del Négueb. Por tierra de angustia y aridez, de leona y de león rugiente, de
áspid y dragón volador, llevan a lomos de pollinos su riqueza, y sobre giba de camellos sus
tesoros hacia un pueblo que no les será útil”. 51, 9-10: “¡Despierta, despierta, revístete de
poderío, oh brazo de Yahveh!. ¡Despierta como en los días de antaño, en las generaciones
pasadas! ¿No eres tú el que partió a Ráhab, el que atravesó al Dragón? ¿No eres tú el que
secó la Mar, las aguas del gran Océano, el que trocó las honduras del mar en camino para
que pasasen los rescatados?”.

Jeremías 51, 33-38: “Porque así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: La hija de Babel es
como era al tiempo de apisonarla; un poco más, y le habrá llegado el tiempo de la siega. Me
comió, me arrebañó el rey de Babilonia, me dejó como cacharro vacío, me tragó como un
dragón, llenó su vientre con mis buenos trozos, me expulsó. «Mi atropello y mis
sufrimientos sobre Babilonia», dirá la población de Sión; y «mi sangre sobre los habitantes
de Caldea», dirá Jerusalén. Por tanto, así dice Yahveh: Heme aquí, que defiendo tu causa y
vengo tu venganza, y deseco el mar de el y dejo enjuto su hontanar, y vendrá a ser
Babilonia montón de piedras, guarida de chacales, tema de pasmo y rechifla, sin ningún
habitante. A una cual leones rugen, gruñen como cachorros de leonas”.

Apocalipsis 12, 1-9: “Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con
la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está encinta, y grita
con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz. Y apareció otra señal en el cielo:
un gran Dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas.
Su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra. El
Dragón se detuvo delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su Hijo en cuanto
lo diera a luz. La mujer dio a luz un Hijo varón, el que ha de regir a todas las naciones con
cetro de hierro; y su hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono. Y la mujer huyó al
desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios para ser allí alimentada mil doscientos
sesenta días. Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron
con el Dragón. También el Dragón y sus Ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no
hubo ya en el cielo lugar para ellos. Y fue arrojado el gran Dragón, la Serpiente antigua, el
llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus
Ángeles fueron arrojados con él”. 12, 13-17: “Cuando el Dragón vio que había sido
arrojado a la tierra, persiguió a la Mujer que había dado a luz al Hijo varón. Pero se le
dieron a la Mujer las dos alas del águila grande para volar al desierto, a su lugar, lejos del
Dragón, donde tiene que ser alimentada un tiempo y tiempos y medio tiempo. Entonces el
Dragón vomitó de sus fauces como un río de agua, detrás de la Mujer, para arrastrarla con
su corriente. Pero la tierra vino en auxilio de la Mujer: abrió la tierra su boca y tragó el río
vomitado de las fauces del Dragón. Entonces despechado contra la Mujer, se fue a hacer la
guerra al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el
testimonio de Jesús”. 13, 1-4: “Y vi surgir del mar una Bestia que tenía diez cuernos y siete
cabezas, y en sus cuernos diez diademas, y en sus cabezas títulos blasfemos. La Bestia que
vi se parecía a un leopardo, con las patas como de oso, y las fauces como fauces de león : y
el Dragón le dio su poder y su trono y gran poderío. Una de sus cabezas parecía herida de
muerte, pero su llaga mortal se le curó; entonces la tierra entera siguió maravillada a la
Bestia. Y se postraron ante el Dragón, porque había dado el poderío a la Bestia , y se
postraron ante la Bestia diciendo: «¿Quién como la Bestia? ¿Y quién puede luchar contra
ella?»”. 16, 12-14: “El sexto derramó su copa sobre el gran río Eufrates; y sus aguas se
secaron para preparar el camino a los reyes del Oriente. Y vi que de la boca del Dragón, de
la boca de la Bestia y de la boca del falso profeta, salían tres espíritus inmundos como
ranas. Son espíritus de demonios, que realizan señales y van donde los reyes de todo el
mundo para convocarlos a la gran batalla del Gran Día del Dios Todopoderoso”. 20, 1-3:
“Luego vi a un Ángel que bajaba del cielo y tenía en su mano la llave del Abismo y una
gran cadena. Dominó al Dragón, la Serpiente antigua -que es el Diablo y Satanás- y lo
encadenó por mil años. Lo arrojó al Abismo, lo encerró y puso encima los sellos, para que
no seduzca más a las naciones hasta que se cumplan los mil años. Después tiene que ser
soltado por poco tiempo”.

DROMEDARIO (os):
Isaías 60, 6 “Un sin fin de camellos te cubrirá, jóvenes dromedarios de Madián y Efá.
Todos ellos de Sabá vienen portadores de oro e incienso y pregonando alabanzas a
Yahveh”. 66, 20: “Y traerán a todos vuestros hermanos de todas las naciones como
oblación a Yahveh -en caballos, carros, literas, mulos y dromedarios a mi monte santo de
Jerusalén -dice Yahveh- como traen los hijos de Israel la oblación en recipiente limpio a la
Casa de Yahveh”.

ELEFANTE (es):
1 Macabeos 1, 17: Antíoco entró a Egipto, queriendo reinar allí, con un gran ejército,
carros, elefantes, y numerosa flota y trabó batalla con el Rey . 3, 34: El Rey Antíoco,
encendido en ira, le dejó a Lisias la tutela de todo, puso a su disposición la mitad de sus
tropas y los elefantes y le dio orden de ejecutar cuanto había resuelto y enviar contra Judea
y Jerusalén un ejército que deshiciera las fuerzas de Israel. 6, 30: El número de las fuerzas
de Antíoco (junior), Eupátor, era de diez mil infantes veinte mil jinetes y treinta y dos
elefantes adiestrados para la guerra. 6, 34: El Rey se levantó de madrugada, puso en
marcha el ejército, se dispusieron en orden de batalla y se tocaron las trompetas. A los
elefantes les mostraron zumo de uvas y de moras, para prepararlos al combate. 6, 35: Mil
hombres con malla y casco de bronce en la cabeza se alinearon al lado de cada elefante. 6,
37: Cada elefante llevaba sobre sí, sujeta con cinchas, una torre fuerte, de madera, y tres
guerreros, además del conductor. 6, 46: Eleázar, llamado Avarán, viendo que una de las
bestias estaba protegida por coraza real y aventajaba en corpulencia a las demás, creyó que
el Rey iba en ella, se deslizó debajo del elefante, e, hiriéndolo, lo mató. 8, 6: Antíoco el
grande, Rey de Asia, había ido a hacerle la guerra con ciento veinte elefantes, caballería,
carros y tropas numerosas. 11, 56: Volvió Trifón, y con él Antíoco, niño todavía, que se
había proclamado Rey y se ciñó la diadema, se fueron contra Demetrio y lo derrotaron.
Trifón tomó los elefantes y se apoderó de Antioquía.

2 Macabeos 11, 4: Lisias, reunió ochenta mil hombres y se puso en marcha contra los
judíos. No tenía en cuenta el poder de Dios, engreído con sus miríadas de infantes, sus
millares de jinetes y sus ochenta elefantes. 13, 2: El año 149, los hombres de Judas se
enteraron de que Antíoco marchaba contra Judea con numerosas tropas, ciento diez mil
infantes, cinco mil trescientos jinetes, veintidós elefantes y trescientos carros armados de
hoces. 13, 15: Judas dio a los suyos, como consigna: “¡Victoria a Dios!”, y atacó de noche
con lo más escogido de los jóvenes, mató a unos dos mil hombres e hirió a la mayoría de
los elefantes con su conductor. 15, 20: Los enemigos se habían concentrado y el ejército se
había alineado en orden de batalla. Los elefantes se habían situado en lugar apropiado, y la
caballería estaba dispuesta en las alas”. 15, 21: Entonces Macabeo, al observar la presencia
de las tropas, la variedad de las armas y el fiero aspecto de los elefantes, extendió la mano
al cielo e invocó al Señor que hace prodigios, pues bien sabía que no por fuerza de armas,
sino por su decisión, concede la victoria a quienes la merecen.
ENJAMBRE:
Éxodo 8, 17-20: “Si no dejas salir a mi pueblo, mira que voy a enviar tábanos contra ti,
contra tus siervos, tu pueblo y tus casas, de manera que las casas de los egipcios y hasta el
suelo sobre el cual están se llenarán de tábanos. Pero exceptuaré ese día la región de Gosen,
donde está mi pueblo, para que no haya allí tábanos, a fin de que sepas que yo soy Yahveh
en medio de la tierra; haré distinción entre mi pueblo y el tuyo. Este prodigio sucederá
mañana». Así lo hizo Yahveh, y un enorme enjambre de tábanos vino sobre la casa de
Faraón y la casas de sus siervos; y toda la tierra de Egipto; la tierra fue devastada por los
tábanos”.

Jueces 14, 6-10: “El espíritu de Yahveh le invadió, y sin tener nada en la mano, Sansón
despedazó al león como se despedaza un cabrito; pero no contó ni a su padre ni a su madre
lo que había hecho. Bajó y habló con la mujer, la cual le agradó. Algún tiempo después,
volvió Sansón para casarse con ella. Dio un rodeo para ver el cadáver del león y he aquí
que en el cuerpo del león había un enjambre de abejas con miel. La recogió en su mano y
según caminaba la iba comiendo. Cuando llegó donde su padre y su madre les dio miel y
comieron, pero no les dijo que la había cogido del cadáver del león. Su padre bajó donde la
mujer y Sansón hizo allí un banquete, pues así suelen hacer los jóvenes”.

Isaías 7, 14-19: “Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella
está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. Cuajada y miel
comerá hasta que sepa rehusar lo malo y elegir lo bueno. Porque antes que sepa el niño
rehusar lo malo y elegir lo bueno, será abandonado el territorio cuyos dos reyes te dan
miedo. Yahveh atraerá sobre ti y sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días cuales no
los hubo desde aquel en que se apartó Efraím de Judá (el rey de Asur). Aquel día silbará
Yahveh al enjambre que hay en los confines de los ríos de Egipto, y a las abejas que hay en
tierra de Asur; vendrán y se posarán todas ellas en las quebradas, en los resquicios de las
peñas, en todas las corrientes y en todos los arroyos”.

Nahum 3, 17: “Allí el fuego te consumirá, la espada te exterminará, (te devorará como el
pulgón.) Multiplícate como el pulgón, multiplícate como la langosta; multiplica tus
mercaderes más que las estrellas del cielo, se despliegan los pulgones y se vuelan, tus
guardias como langostas, y tus escribas como enjambres de insectos, que se posan en las
tapias en un día de frío; sale el sol y se van, y nadie sabe dónde. ¡Ay, cómo están dormidos
tus pastores, rey de Asur! Dormitan tus capitanes, tu pueblo está disperso por los montes, y
no hay quien los reúna. ¡No hay remedio para tu herida, incurable es tu llaga! Todos los que
noticia de ti oyen baten palmas sobre ti; pues ¿sobre quién no pasó sin tregua tu maldad?”.

ERIZO (os):
Levítico 11, 29-30: “De entre los bichos pequeños que andan arrastrándose por el suelo
serán impuros para vosotros: la comadreja, el ratón el lagarto en sus diversas especies, el
erizo, el cocodrilo, el camaleón, la salamandra y el topo”.

Salmos 104, [103], 16-18: “Se llenan de savia los árboles del Señor, los cedros del Líbano
que él plantó; allí anidan los pájaros, en su cima pone casa la cigüeña. Los riscos son para
las cabras, las peñas son madriguera de erizos”.

Isaías 14, 23: Babilonia será territorio de erizos y tierra pantanosa. 34, 11: "El erizo y otras
alimañas impuras y ponzoñosas heredarán las naciones".

Sofonías 2, 14: Las naciones que se fueron contra Israel serán cubículo de erizos y otros
animales despreciables.

ESCORPIÓN (es):
Números 34, 1-4 “Habló Yahveh a Moisés y le dijo: «Da esta orden a los israelitas:
Cuando entréis en el país de Canaán, éste será el territorio que os caerá en herencia: el país
de Canaán con todas sus fronteras. Por el sur, os pertenecerá desde el desierto de Sin,
siguiendo el límite de Edom. Vuestra frontera meridional empezará por el oriente en la
extremidad del mar de la Sal. Torcerá vuestra frontera por el sur hacia la subida de los
Escorpiones, pasará por Sin y terminará por el sur en Cadés Barnea. Luego irá hacia Jasar
Addar y pasará por Asmón”.

Deuteronomio 8, 11-16: “Guárdate de olvidar a Yahveh tu Dios descuidando los


mandamientos, normas y preceptos que yo te prescribo hoy; no sea que cuando comas y
quedes harto, cuando construyas hermosas casas y vivas en ellas, cuando se multipliquen
tus vacadas y tus ovejas, cuando tengas plata y oro en abundancia y se acrecienten todos tus
bienes, tu corazón se engría y olvides a Yahveh tu Dios que te sacó del país de Egipto, de la
casa de servidumbre; que te ha conducido a través de ese desierto grande y terrible entre
serpientes abrasadoras y escorpiones: que en un lugar de sed, sin agua, hizo brotar para ti
agua de la roca más dura; que te alimentó en el desierto con el maná, que no habían
conocido tus padres, a fin de humillarte y ponerte a prueba para después hacerte feliz”.

Josué 15, 1-4: “La suerte que tocó a la tribu de los hijos de Judá conforme a sus clanes
cayó hacia la frontera de Edom, desde el desierto de Sin hacia el mediodía hasta Cadés en
el extremo sur. Su límite meridional partía del extremo del mar de la Sal, desde la lengua
que da hacia el sur; luego se dirigía por el sur de la subida de los Escorpiones, pasaba hacia
Sin y subía por el sur de Cadés Barnea; pasando por Jesrón, subía hacia Adar y volvía a
Carcá; pasaba por Asmón, iba hacia el torrente de Egipto y venía a salir al mar. Ésa será
vuestra frontera por el sur”.
Jueces 1, 35-36: “Los amorreos se mantuvieron en Har Jéres, en Ayyalón y en Saalbim,
pero luego pesó sobre ellos la mano de la casa de José y fueron reducidos a tributo. (La
frontera de los edomitas va desde la cuesta de los Escorpiones, desde la Peña, y hacia
arriba.)”.

2 Crónicas 10, 6-14: “El rey Roboam pidió consejo a los ancianos que habían servido a su
padre Salomón, en vida de éste, diciendo: « ¿Qué me aconsejáis que responda a este
pueblo?» Ellos le respondieron: «Si eres bueno con este pueblo y les sirves y les das buenas
palabras, serán siervos tuyos para siempre». Pero él abandonó el consejo que los ancianos
le aconsejaron y pidió consejo a los jóvenes que se habían criado con él y estaban a su
servicio. Les dijo: «¿Qué me aconsejáis que responda a este pueblo que me ha hablado
diciendo: "Aligera el yugo que tu padre puso sobre nosotros?"» Los jóvenes que se habían
criado con él le respondieron diciendo: «Esto debes responder al pueblo que te ha dicho:
"Tu padre hizo pesado nuestro yugo, ahora tú aligera nuestro yugo", esto debes responder:
"Mi dedo meñique es más grueso que los lomos de mi padre. Un yugo pesado os cargó mi
padre, mas yo haré más pesado vuestro yugo; mi padre os ha azotado con azotes, pero yo os
azotaré con escorpiones."» Volvieron, pues, Jeroboam y todo el pueblo al tercer día donde
Roboam, según lo que había dicho el rey: «Volved a mí al tercer día»; y el rey les
respondió con dureza, abandonando el consejo de los ancianos, y hablándoles según el
consejo de los jóvenes, diciendo: «Mi padre hizo pesado vuestro yugo, yo lo haré más
pesado todavía; mi padre os azotó con azotes, pero yo os azotaré con escorpiones»”.

1 Macabeos 6, 48-51: “El ejército real subió a Jerusalén, al encuentro de los judíos, y el rey
acampó contra Judea y contra el monte Sión. Hizo la paz con los de Bet Sur, que salieron
de la ciudad al no tener allí víveres para sostener el sitio por ser año sabático para la tierra.
El rey ocupó Bet Sur y dejó allí una guarnición para su defensa. Muchos días estuvo
sitiando el santuario. Levantó allí plataformas de tiro e ingenios de guerra, lanzallamas,
catapultas, escorpiones de lanzar flechas y hondas”.

Sirácida 26, 7: “Yugo mal sujeto es la mujer mala, tratar de dominarla es como agarrar un
escorpión”. 29, 28-30: “Hay vientos creados para el castigo, en su furor ha endurecido él
sus látigos; al tiempo de la consumación su fuerza expanden, y desahogan el furor del que
los hizo. Fuego y granizo, hambre y muerte, para el castigo ha sido creado todo esto. Y
dientes de fieras, escorpiones, víboras y espada vengadora para la perdición del impío”.

Ezequiel 2, 3-7: “Me dijo: «Hijo de hombre, yo te envío a los israelitas, a la nación de los
rebeldes, que se han rebelado contra mí. Ellos y sus padres me han sido contumaces hasta
este mismo día. Los hijos tienen la cabeza dura y el corazón empedernido; hacia ellos te
envío para decirles: Así dice el señor Yahveh. Y ellos, escuchen o no escuchen, ya que son
una casa de rebeldía, sabrán que hay un profeta en medio de ellos. Y tú, hijo de hombre, no
les tengas miedo, no tengas miedo de sus palabras si te contradicen y te desprecian y si te
ves sentado sobre escorpiones. No tengas miedo de sus palabras, no te asustes de ellos,
porque son una casa de rebeldía. Les comunicarás mis palabras, escuchen o no escuchen,
porque son una casa de rebeldía”.
Lucas 10, 19-20: “Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y
sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño; pero no os alegréis de que los
espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos»”. 11,
11-12: “¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le
da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión?”.

Apocalipsis. 9, 1-5: “Tocó el quinto Ángel... Entonces vi una estrella que había caído del
cielo a la tierra. Se le dio la llave del pozo del Abismo. Abrió el pozo del Abismo y subió
del pozo una humareda como la de un horno grande, y el sol y el aire se oscurecieron con la
humareda del pozo. De la humareda salieron langostas sobre la tierra, y se les dio un poder
como el que tienen los escorpiones de la tierra. Se les dijo que no causaran daño a la hierba
de la tierra, ni a nada verde, ni a ningún árbol; sólo a los hombres que no llevaran en la
frente el sello de Dios. Se les dio poder, no para matarlos, sino para atormentarlos durante
cinco meses. El tormento que producen es como el del escorpión cuando pica a alguien”. 9,
7-10: “La apariencia de estas langostas era parecida a caballos preparados para la guerra;
sobre sus cabezas tenían como coronas que parecían de oro; sus rostros eran como rostros
humanos; tenían cabellos como cabellos de mujer, y sus dientes eran como de león; tenían
corazas como corazas de hierro, y el ruido de sus alas como el estrépito de carros de
muchos caballos que corren al combate; tienen colas parecidas a las de los escorpiones, con
aguijones, y en sus colas, el poder de causar daño a los hombres durante cinco meses”.

FIERA: (as):
Génesis 4, 6-7: "Yahveh dijo a Caín: «¿Por qué andas irritado, y por qué se ha abatido tu
rostro? ¿No es cierto que si obras bien podrás alzarlo? Mas, si no obras bien, a la puerta
está el pecado acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar»". 31, 38-
39: "En veinte años que llevo contigo, tus ovejas y tus cabras nunca han malparido, y los
machos de tu rebaño nunca me los he comido. Ganado destrozado por fieras nunca te llevé:
yo pagaba el daño, de lo mío te cobrabas tanto si era yo robado de día como si lo era de
noche".

Éxodo 22, 30: "Hombres santos seréis para mí. No comáis la carne despedazada por una
fiera en el campo; echádsela a los perros". 23, 27-33: "«Sembraré delante de ti mi terror;
llenaré de turbación a todos los pueblos donde llegues; y haré que todos tus enemigos
huyan ante ti. Enviaré avispas delante de ti que ahuyentarán de tu presencia al jivita, al
cananeo y al hitita. No les expulsaré de tu presencia en un solo año, no sea que al quedar
desierta la tierra se multipliquen contra ti las fieras del campo. Les expulsaré de tu vista
poco a poco, hasta que tú te multipliques y te apoderes de la tierra. Y fijaré tus confines
desde el mar de Suf hasta el mar de los filisteos, y desde el desierto hasta el Río, pues
entregaré en tus manos a los habitantes del país para que los arrojes de tu presencia. No
hagas pacto con ellos ni con sus dioses. No habitarán en tu tierra, no sea que te hagan pecar
contra mí, pues dando culto a sus dioses caerías en un lazo»".
Levítico 5, 1-2. 5-6: "Si alguien peca en uno de estos casos: Uno ha oído la fórmula
conjuratoria, y es testigo, porque lo ha visto u oído, y no lo declara y se carga así con su
iniquidad; o bien, uno toca cualquier cosa impura, sea el cadáver de una fiera impura, o el
de ganado impuro o el de un bicho impuro, y, aun sin darse cuenta, se hace así él mismo
impuro y culpable….,confesará aquello en que ha pecado, y como sacrificio de reparación
por el pecado cometido, llevará a Yahveh una hembra de ganado menor, oveja o cabra,
como sacrificio por el pecado. Y el sacerdote hará por él expiación de su pecado". 26, 22:
"Soltaré contra vosotros las fieras salvajes, que os privarán de vuestros hijos, exterminarán
vuestro ganado y os reducirán a unos pocos, de modo que vuestros caminos queden
desiertos".

Deuteronomio 32, 23-24: "Acumularé desgracias sobre ellos, agotaré en ellos mis saetas.
Andarán extenuados de hambre, consumidos de fiebre y mala peste. Dientes de fieras
mandaré contra ellos, veneno de reptiles".

1 Samuel 17, 43-46: "Dijo el filisteo a David: «¿Acaso soy un perro, pues vienes contra mí
con palos?» Y maldijo a David el filisteo por sus dioses, y dijo el filisteo a David: «Ven
hacia mí y daré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo». Dijo David al
filisteo: «Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en nombre
de Yahveh Sebaot, Dios de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado. Hoy mismo te
entrega Yahveh en mis manos, te mataré y te cortaré la cabeza y entregaré hoy mismo tu
cadáver y los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la tierra, y
sabrá toda la tierra que hay Dios para Israel".

Judit 11, 7: "¡Viva Nabucodonosor, rey de toda la tierra y viva su poder que te ha enviado
para poner en el recto camino a todo viviente!; porque gracias a ti no le sirven tan sólo los
hombres, sino que, por medio de tu fuerza, hasta las fieras salvajes, los ganados y las aves
del cielo viven para Nabucodonosor y para toda su casa".

2 Macabeos 5, 11-12: "Cuando llegaron al rey noticias de lo sucedido, sacó la conclusión


de que Judea se separaba; por eso regresó de Egipto, rabioso como una fiera, tomó la
ciudad por las armas, y ordenó a los soldados que hirieran sin compasión a los que
encontraran y que mataran a los que subiesen a los terrados de las casas". 5, 27: "Pero
Judas, llamado también Macabeo, formó un grupo de unos diez y se retiró al desierto.
Llevaba con sus compañeros, en las montañas, vida de fieras salvajes, sin comer más
alimento que hierbas, para no contaminarse de impureza". 9, 13-17: "Pero aquel malvado
rogaba al Soberano de quien ya no alcanzaría misericordia, prometiendo que declararía
libre la ciudad santa, a la que se había dirigido antes a toda prisa para arrasarla y
transformarla en fosa común, que equipararía con los atenienses a todos aquellos judíos que
había considerado dignos, no de una sepultura, sino de ser arrojados con sus niños como
pasto a las fieras; que adornaría con los más bellos presentes el Templo Santo que antes
había saqueado; que devolvería multiplicados todos los objetos sagrados; que suministraría
a sus propias expensas los fondos que se gastaban en los sacrificios; y, además, que se haría
judío y recorrería todos los lugares habitados para proclamar el poder de Dios". 10, 6: "Lo
celebraron con alegría durante ocho días, como en la fiesta de las Tiendas, recordando
cómo, poco tiempo antes, por la fiesta de las Tiendas, estaban cobijados como fieras en
montañas y cavernas". 11, 9: "Todos a una bendijeron entonces a Dios misericordioso y y
sintieron enardecerse sus ánimos, dispuestos a atravesar no sólo a hombres, sino aun a las
fieras más salvajes murallas de hierro".

Job 37, 6-9: "Cuando dice a la nieve: «¡Cae sobre la tierra!», y a los aguaceros: «¡Lloved
fuerte!», la mano de todo hombre retiene bajo sello, para que todos conozcan su obra. Las
fieras a sus guaridas huyen y en sus cubiles se cobijan. Del sur llega el huracán, el frío, de
los vientos del norte". 40, 15-20: "Mira a Behemot, creatura mía, como tú. Se alimenta de
hierba como el buey. Mira su fuerza en sus riñones, en los músculos del vientre su vigor.
Atiesa su cola igual que un cedro, los nervios de sus muslos se entrelazan. Tubos de bronce
son sus vértebras; sus huesos, como barras de hierro. Es la primera de las obras de Dios: su
autor le procuró su espada; los montes le aportan un tributo, y todas las fieras que retozan
en ellos".

Salmos 50, 8-13: "«No es por tus sacrificios por lo que te acuso: ¡están siempre ante mí tus
holocaustos! No tengo que tomar novillo de tu casa, ni machos cabríos de tus apriscos.
«Pues mías son todas las fieras de la selva, las bestias en los montes a millares; conozco
todas las aves de los cielos, mías son las bestias de los campos. «Si hambre tuviera, no
habría de decírtelo, porque mío es el orbe y cuanto encierra. ¿Es que voy a comer carne de
toros, o a beber sangre de machos cabríos?". 74, 12-17: "Oh Dios, mi rey desde el
principio, autor de salvación en medio de la tierra, tú hendiste el mar con tu poder,
quebraste las cabezas de los monstruos en las aguas; tú machacaste las cabezas de Leviatán
y las hiciste pasto de las fieras; tú abriste manantiales y torrentes, y secaste ríos
inagotables; tuyo es el día, tuya también la noche, tú la luna y el sol estableciste, tú trazaste
todos los confines de la tierra, el verano y el invierno tú formaste". 148, 7-12: "¡Alabad a
Yahveh desde la tierra, monstruos del mar y todos los abismos, fuego y granizo, nieve y
bruma, viento tempestuoso, ejecutor de su palabra, montañas y todas la colinas, árbol frutal
y cedros todos, fieras y todos los ganados, reptil y pájaro que vuela, reyes de la tierra y
pueblos todos, príncipes y todos los jueces de la tierra, jóvenes y doncellas también, viejos
junto con los niños!".

Sabiduría 7, 17-20: "Fue él quien me concedió un conocimiento verdadero de los seres,


para conocer la estructura del mundo y la actividad de los elementos, el principio, el fin y el
medio de los tiempos, los cambios de los solsticios y la sucesión de las estaciones, los
ciclos del año y la posición de las estrellas, la naturaleza de los animales y los instintos de
las fieras, el poder de los espíritus y los pensamientos de los hombres, las variedades de las
plantas y las virtudes de las raíces". 11, 15-19: "Por sus locos e inicuos pensamientos por
los que, extraviados, adoraban reptiles sin razón y bichos despreciables, les enviaste en
castigo muchedumbre de animales sin razón, para que aprendiesen que, por donde uno
peca, por allí es castigado. Pues bien podía tu mano omnipotente - ella que de informe
materia había creado el mundo - enviar contra ellos muchedumbre de osos o audaces
leones, o bien fieras desconocidas, entonces creadas, llenas de furor, respirando aliento de
fuego, lanzando humo hediondo o despidiendo de sus ojos terribles centellas, capaces, no
ya de aniquilarlos con sus ataques, sino de destruirlos con sólo su estremecedor aspecto".
12, 9-11: "No porque no pudieses en batalla campal entregar a los impíos en manos de los
justos, o aniquilarlos de una vez con feroces fieras o con una palabra inexorable, sino que
les concedías, con un castigo gradual, una ocasión de arrepentirse; aun sabiendo que era su
natural perverso, su malicia innata, y que jamás cambiaría su manera de pensar por ser
desde el comienzo una raza maldita. Tampoco por temor a nadie concedías la impunidad a
sus pecados". 17, 16-19: "De este modo, cualquiera que en tal situación cayera, quedaba
encarcelado, encerrado en aquella prisión sin hierros; ya fuera labrador o pastor, o bien un
obrero dedicado en la soledad a su trabajo, sorprendido, soportaba la ineludible necesidad,
atados todos como estaban por una misma cadena de tinieblas. El silbido del viento, el
melodioso canto de las aves en la enramada, el ruido regulado del agua que corría
impetuosa, el horrísimo fragor de rocas que caían de las alturas, la invisible carrera de
animales que saltando pasaban, el rugido de las fieras más salvajes, el eco que devolvían
las oquedades de las montañas, todo les aterrorizaba y les dejaba paralizados".

Sirácida 10, 11: "Cuando un hombre muere, recibe como herencia reptiles, fieras y
gusanos". 12, 13: "¿Quién se compadecerá del encantador mordido de serpiente y de todos
los que se acercan a las fieras"? 17, 1-8: "De la tierra creó el Señor al hombre, y de nuevo
le hizo volver a ella. Días contados le dio y tiempo fijo, y dioles también poder sobre las
cosas de la tierra. De una fuerza como la suya los revistió, a su imagen los hizo. Sobre toda
carne impuso su temor para que dominara a fieras y volátiles. Les formó lengua, ojos,
oídos, y un corazón para pensar. De saber e inteligencia los llenó, les enseñó el bien y el
mal. Puso su ojo en sus corazones, para mostrarles la grandeza de sus obras". 39, 28-31:
"Hay vientos creados para el castigo, en su furor ha endurecido él sus látigos; al tiempo de
la consumación su fuerza expanden, y desahogan el furor del que los hizo. Fuego y granizo,
hambre y muerte, para el castigo ha sido creado todo esto. Y dientes de fieras, escorpiones,
víboras y espada vengadora para la perdición del impío. Todos hallan contento en hacer su
mandato, en la tierra están prontos para su menester, y llegada la ocasión no traspasarán su
orden".

Jeremías 12, 9: "¿Es por ventura un pájaro pinto mi heredad? Las rapaces merodean sobre
ella. ¡Andad, juntaos, fieras todas del campo: id al yantar!".

Ezequiel 34, 3-9: "Vosotros os habéis tomado la leche, os habéis vestido con la lana, habéis
sacrificado las ovejas más pingües; no habéis apacentado el rebaño. No habéis fortalecido a
las ovejas débiles, no habéis cuidado a la enferma ni curado a la que estaba herida, no
habéis tornado a la descarriada ni buscado a la perdida; sino que las habéis dominado con
violencia y dureza. Y ellas se han dispersado, por falta de pastor, y se han convertido en
presa de todas las fieras del campo; andan dispersas. Mi rebaño anda errante por todos los
montes y altos collados; mi rebaño anda disperso por toda la superficie de la tierra, sin que
nadie se ocupe de él ni salga en su busca. Por eso, pastores, escuchad la palabra de Yahveh:
Por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, lo juro: Porque mi rebaño ha sido expuesto al
pillaje y se ha hecho pasto de todas las fieras del campo por falta de pastor, porque mis
pastores no se ocupan de mi rebaño, porque ellos, los pastores, se apacientan a sí mismos y
no apacientan mi rebaño; por eso, pastores, escuchad la palabra de Yahveh". 39, 4: "En los
montes de Israel caerás tú, tus huestes y los pueblos que van contigo. Te he entregado como
pasto a toda clase de aves de rapiña y a las fieras del campo". 39, 17: "En cuanto a ti, hijo
de hombre, así dice el Señor Yahveh: Di a los pájaros de todas clases y a todas las fieras
del campo: Congregaos, venid, reuníos de todas partes para el sacrificio que yo os ofrezco,
un gran sacrificio sobre los montes de Israel; comeréis carne y beberéis sangre".

Daniel 3, 74-82: "Bendiga la tierra al Señor, le cante, le exalte eternamente. Montes y


colinas, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente. Todo lo que germina en la
tierra, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente. Fuentes, bendecid al Señor,
cantadle, exaltadle eternamente. Mares y ríos, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle
eternamente. Cetáceos y todo lo que se mueve en las aguas, bendecid al Señor, cantadle,
exaltadle eternamente. Pájaros todos del cielo, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle
eternamente. Fieras todas y bestias, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente".

Santiago 3, 7-8: "Toda clase de fieras, aves, reptiles y animales marinos pueden ser
domados y de hecho han sido domados por el hombre; en cambio ningún hombre ha podido
domar la lengua; es un mal turbulento; está llena de veneno mortífero".

Apocalipsis 6, 8: "Miré entonces y había un caballo verdoso; el que lo montaba se llamaba


Muerte, y el Hades le seguía. Se les dio poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar
con la espada, con el hambre, con la peste y con las fieras de la tierra".

GACELA (as):
Deuteronomio 12, 15-17: “Podrás, sin embargo, siempre que lo desees, sacrificar y comer
la carne, como bendición que te ha dado Yahveh tu Dios, en todas tus ciudades. Tanto el
puro como el impuro podrán comerla, como si fuese gacela o ciervo. Sólo la sangre no la
comeréis; la derramarás en tierra como agua”. 12, 21-24: “Si el lugar elegido por Yahveh tu
Dios para morada de su nombre está demasiado lejos de ti, podrás sacrificar del ganado
mayor y menor que Yahveh te haya concedido, del modo que yo te he prescrito; lo podrás
comer en tus ciudades a la medida de tus deseos; y lo comerás como se come la gacela o el
ciervo; podrán comerlo tanto el puro como el impuro. Guárdate sólo de comer la sangre,
porque la sangre es la vida, y no debes comer la vida con la carne. No la comerás, la
derramarás en tierra como agua”. 14, 3-5: “No comerás nada que sea abominable. Éstos son
los animales que podréis comer: buey, carnero, cabra, ciervo, gacela, gamo, cabra montés,
antílope, búfalo, gamuza...”. 15, 19-23: “Todo primogénito que nazca en tu ganado mayor o
menor, si es macho, lo consagrarás a Yahveh tu Dios. No someterás al trabajo al
primogénito de tu vaca ni esquilarás al primogénito de tu oveja. Lo comerás, tú y tu casa,
cada año, en presencia de Yahveh tu Dios, en el lugar elegido por Yahveh. Si tiene alguna
tara, si es cojo o ciego o con algún otro defecto grave, no lo sacrificarás a Yahveh tu Dios.
Lo comerás en tus ciudades, lo mismo el puro que el impuro, como si fuese gacela o
ciervo; sólo la sangre no la comerás; la derramarás en tierra como agua”.
1 Reyes 5, 2-4: “Los víveres de Salomón eran treinta cargas de flor de harina y sesenta
cargas de harina cada día, diez bueyes cebados y veinte bueyes de pasto, cien cabezas de
ganado menor, aparte los ciervos y gacelas, gamos y las aves cebadas. Porque dominaba en
toda la Transeufratina, desde Tafsaj hasta Gaza, sobre todos los reyes de más acá del Río;
tuvo paz en torno a todas sus fronteras”.

1 Crónicas 12, 9: “Y hubo también gaditas que se pasaron a David en el desierto, guerreros
valientes, hombres de guerra, preparados para el combate, diestros con el escudo y la lanza.
Sus rostros, como rostros de león, y ligeros como la gacela salvaje”.

Proverbios 5, 15-23: “Bebe el agua de tu cisterna, la que brota de tu pozo. ¿Se van a
desbordar por fuera tus arroyos, las corrientes de agua por las plazas? Que sean para ti solo,
no para que las beban contigo los extraños. Sea tu fuente bendita. Gózate en la mujer de tu
mocedad, cierva amable, graciosa gacela: embriáguente en todo tiempo sus amores, su
amor te apasione para siempre. ¿Por qué apasionarte, hijo mío, de una ajena, abrazar el
seno de una extraña? Pues los caminos del hombre están en la presencia de Yahveh, él
vigila todos sus senderos. El malvado será presa de sus propias maldades, con los lazos de
su pecado se le capturará. Morirá por su falta de instrucción, por su gran necedad se
perderá”. 6, 1-5: “Si has salido, hijo mío, fiador de tu prójimo, si has chocado tu mano con
un extraño, si te has obligado con las palabras de tu boca, si de la palabra de tu boca te has
dejado prender, haz esto, hijo mío, para quedar libre, pues has caído en manos de tu
prójimo: Vete, póstrate, importuna a tu prójimo; no concedas a tus ojos sueño ni a tus
párpados reposo; líbrate, como la gacela, del lazo, como el pájaro de la mano del pajarero”.

Cantar 2, 1-8: “- Yo soy el narciso de Sarón, el lirio de los valles. - Como el lirio entre los
cardos, así mi amada entre las mozas. - Como el manzano entre los árboles silvestres, así
mi amado entre los mozos. A su sombra apetecida estoy sentada, y su fruto me es dulce al
paladar. Me ha llevado a la bodega, y el pendón que enarbola sobre mí es Amor.
Confortadme con pasteles de pasas, con manzanas reanimadme, que enferma estoy de
amor. Su izquierda está bajo mi cabeza, y su diestra me abraza. - Yo os conjuro, hijas de
Jerusalén, por las gacelas, por las ciervas del campo, no despertéis, no desveléis al amor,
hasta que le plazca. ¡La voz de mi amado! Helo aquí que ya viene, saltando por los montes,
brincando por los collados”. 2, 9: “Semejante es mi amado a una gacela, o un joven
cervatillo. Vedle ya que se para detrás de nuestra cerca, mira por las ventanas, atisba por las
rejas”. 2, 16-17: “Mi amado es para mí, y yo soy para mi amado: él pastorea entre los lirios.
Antes que sople la brisa del día y se huyan las sombras, vuelve, sé semejante, amado mío, a
una gacela o a un joven cervatillo por los montes de Béter”. 3, 1-5: “En mi lecho, por las
noches, he buscado al amor de mi alma. Busquéle y no le hallé. Me levantaré, pues, y
recorreré la ciudad. Por las calles y las plazas buscaré al amor de mi alma. Busquéle y no le
hallé. Los centinelas me encontraron, los que hacen la ronda en la ciudad: «¿Habéis visto al
amor de mi alma?» Apenas habíalos pasado, cuando encontré al amor de mi alma. Le
aprehendí y no le soltaré hasta que le haya introducido en la casa de mi madre, en la alcoba
de la que me concibió. Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, por las gacelas, por las ciervas del
campo, no despertéis, no desveléis al amor, hasta que le plazca”. 4, 1-7: “¡Qué bella eres,
amada mía, qué bella eres! Palomas son tus ojos a través de tu velo; tu melena, cual rebaño
de cabras, que ondulan por el monte Galaad. Tus dientes, un rebaño de ovejas de esquileo
que salen de bañarse: todas tienen mellizas, y entre ellas no hay estéril. Tus labios, una
cinta de escarlata, tu hablar, encantador. Tus mejillas, como cortes de granada a través de tu
velo. Tu cuello, la torre de David, erigida para trofeos: mil escudos penden de ella, todos
paveses de valientes. Tus dos pechos, cual dos crías mellizas de gacela, que pacen entre
lirios. Antes que sople la brisa del día, y se huyan las sombras, me iré al monte de la mirra,
a la colina del incienso. ¡Toda hermosa eres, amada mía, no hay tacha en ti!”. 7, 1-9:
“¡Vuelve, vuelve, Sulamita, vuelve, vuelve, que te miremos! ¿Por qué miráis a la Sulamita,
como en una danza de dos coros? ¡Qué lindos son tus pies en las sandalias, hija de príncipe!
Las curvas de tus caderas son como collares, obra de manos de artista. Tu ombligo es un
ánfora redonda, donde no falta el vino. Tu vientre, un montón de trigo, de lirios rodeado.
Tus dos pechos, cual dos crías mellizas de gacela. Tu cuello, como torre de marfil. Tus jos,
las piscinas de Jesbón, junto a la puerta de Bat Rabbim. Tu nariz, como la torre del Líbano,
centinela que mira hacia Damasco. Tu cabeza sobre ti, como el Carmelo, y tu melena, como
la púrpura; ¡un rey en esas trenzas está preso! ¡Qué bella eres, qué encantadora, oh amor,
oh delicias! Tu talle se parece a la palmera, tus pechos, a los racimos. Me dije: Subiré a la
palmera, recogeré sus frutos”. 8, 14: “¡Huye, amado mío, sé como la gacela o el joven
cervatillo, por los montes de las balsameras!”.

Sirácida 27, 16-21: “Quien revela los secretos, pierde el crédito, no encontrará jamás
amigo íntimo. Ama a tu amigo y confíate a él, mas si revelas sus secretos, deja de ir tras él;
porque como el que mata elimina a su víctima, así has destruido la amistad de tu
compañero. Como a pájaro que soltaste de tu mano, así has perdido a tu compañero y no lo
recobrarás. No vayas en su busca, porque se fue lejos, huyó como gacela de la red. Que la
herida puede ser vendada, y para la injuria hay reconciliación, pero el que reveló el secreto,
perdió toda esperanza”.

Isaías 13, 10-16: “Cuando las estrellas del cielo y la constelación de Orión no alumbren
ya, esté oscurecido el sol en su salida y no brille la luz de la luna, pasaré revista al orbe por
su malicia y a los malvados por su culpa. Haré cesar la arrogancia de los insolentes, y la
soberbia de los desmandados humillaré. Haré que el hombre sea más escaso que el oro fino,
y la humanidad más que metal de Ofir. Por eso haré temblar los cielos, y se removerá la
tierra de su sitio, en el arrebato de Yahveh Sebaot, en el día de su ira hirviente. Será como
gacela acosada, como ovejas cuando no hay quien las reúna: cada uno enfilará hacia su
pueblo, cada uno huirá hacia su tierra. Todo el que fuere descubierto será traspasado, y todo
el que fuere apresado caerá por la espada. Sus párvulos serán estrellados ante sus ojos,
serán saqueadas sus casas, y sus mujeres, violadas”.

GALLINA:

Mateo 23, 37: “«¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son
enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos
bajo las alas, y no habéis querido!”.
Lucas 13, 34-35: “«¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le
son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo
las alas, y no habéis querido!. Pues bien, se os va a dejar vuestra casa. Os digo que no me
volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del
Señor”.

GALLO:
Job 38, 36: “¿Quién puso en el ibis la sabiduría?, ¿quién dio al gallo inteligencia?”.

Proverbios: 30, 29-31: “Hay tres cosas de paso gallardo y cuatro de elegante marcha: el
león - fuerte entre los animales -, que ante nada retrocede, el esbelto gallo o el macho
cabrío, y el rey que arenga a su pueblo”.

Mateo 26, 34: “Jesús le dijo: «Yo te aseguro: esta misma noche, antes que el gallo cante,
me habrás negado tres veces»”. 26, 74-75: “Entonces él se puso a echar imprecaciones y a
jurar: «¡Yo no conozco a ese hombre!». Inmediatamente cantó un gallo, y Pedro se acordó
de aquello que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante, me habrás negado tres
veces». Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente”.

Marcos 13, 34-37: “Al igual que un hombre que se ausenta: deja su casa, da atribuciones a
sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al portero que vele; velad, por tanto, ya que no
sabéis cuándo viene el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al cantar del
gallo, o de madrugada. No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos. Lo que a
vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!»”. 14, 29-30: “Pedro le dijo: «Aunque todos se
escandalicen, yo no». Jesús le dice: «Yo te aseguro: hoy, esta misma noche, antes que el
gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres»”. 14, 68: “Pero él lo negó: «Ni sé ni
entiendo qué dices», y salió afuera, al portal, y cantó un gallo”. 14, 71-72: “Pero él, se puso
a echar imprecaciones y a jurar: «¡Yo no conozco a ese hombre de quien habláis!».
Inmediatamente cantó un gallo por segunda vez. Y Pedro recordó lo que le había dicho
Jesús: «Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres.» Y rompió a llorar”.

Lucas 22, 34: “Pero él dijo: «Te digo, Pedro: No cantará hoy el gallo antes que hayas
negado tres veces que me conoces»”. 22, 59-61: “Pasada como una hora, otro aseguraba:
«Cierto que éste también estaba con él, pues además es galileo». Le dijo Pedro: «¡Hombre,
no sé de qué hablas!». Y en aquel momento, estando aún hablando, cantó un gallo, y el
Señor se volvió y miró a Pedro, y recordó Pedro las palabras del Señor, cuando le dijo:
«Antes que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces»”.

Juan 13, 37-38: “Pedro le dice: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por
ti». Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no
cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces»”. 18, 26-27: “Uno de los siervos
del Sumo Sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dice: «¿No te
vi yo en el huerto con él?». Pedro volvió a negar, y al instante cantó un gallo”.

GAMO (os):

Deuteronomio 14, 4-5: “Éstos son los animales que podréis comer: buey, carnero, cabra,
ciervo, gacela, gamo, cabra montés, antílope, búfalo, gamuza”.

1 Reyes 5, 2-3: “Los víveres de Salomón eran treinta cargas de flor de harina y sesenta
cargas de harina cada día, diez bueyes cebados y veinte bueyes de pasto, cien cabezas de
ganado menor, aparte los ciervos y gacelas, gamos y las aves cebadas”.

GAMUZA (as):
Deuteronomio 14, 4-5: “Éstos son los animales que podréis comer: buey, carnero, cabra,
ciervo, gacela, gamo, cabra montés, antílope, búfalo, gamuza...”.

Salmos 104 [103], 18: “Los altos montes son para las gamuzas” (N. C.).

GANADO (os):
Génesis 2, 20: " El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos
los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada". 4, 20: "Adá
dio a luz a Yabal, el cual vino a ser padre de los que habitan en tiendas y crían ganado". 6,
7: "Y dijo Yahveh: «Voy a exterminar de sobre la haz del suelo al hombre que he creado, -
desde el hombre hasta los ganados, las sierpes, y hasta las aves del cielo - porque me pesa
haberlos hecho»". 6, 19-20: "Y de todo ser viviente, de toda carne, meterás en el arca una
pareja para que sobrevivan contigo. Serán macho y hembra. De cada especie de aves, de
cada especie de ganados, de cada especie de sierpes del suelo entrarán contigo sendas
parejas para sobrevivir". 7, 13-16: "En aquel mismo día entró Noé en el arca, como también
los hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet, y la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus hijos; y con
ellos los animales de cada especie, los ganados de cada especie, las sierpes de cada especie
que reptan sobre la tierra, y las aves de cada especie: toda clase de pájaros y seres alados;
entraron con Noé en el arca sendas parejas de toda carne en que hay aliento de vida, y los
que iban entrando eran macho y hembra de toda carne, como Dios se lo había mandado. Y
Yahveh cerró la puerta detrás de Noé". 7, 21: "Pereció toda carne: lo que repta por la tierra,
junto con aves, ganados, animales y todo lo que pulula sobre la tierra, y toda la
humanidad". 7, 23: "Yahveh exterminó todo ser que había sobre la haz del suelo, desde el
hombre hasta los ganados, hasta las sierpes y hasta las aves del cielo: todos fueron
exterminados de la tierra, quedando sólo Noé y los que con él estaban en el arca". 8, 1:
"Acordóse Dios de Noé y de todos los animales y de los ganados que con él estaban en el
arca. Dios hizo pasar un viento sobre la tierra y las aguas decrecieron". 8, 17-19: "Saca
contigo todos los animales de toda especie que te acompañan, aves, ganados y todas las
sierpes que reptan sobre la tierra. Que pululen sobre la tierra y sean fecundos y se
multipliquen sobre la tierra». Salió, pues, Noé, y con él sus hijos, su mujer y las mujeres de
sus hijos. Todos los animales, todos los ganados, todas las aves y todas las sierpes que
reptan sobre la tierra salieron por familias del arca". 9, 9-10: "«He aquí que yo establezco
mi alianza con vosotros, y con vuestra futura descendencia, y con toda alma viviente que os
acompaña: las aves, los ganados y todas las alimañas que hay con vosotros, con todo lo que
ha salido del arca, todos los animales de la tierra". 13, 2: "Abram era muy rico en ganado,
plata y oro". 13, 7: "Hubo riña entre los pastores del ganado de Abram y los del ganado de
Lot. Además, los cananeos y los perizitas habitaban por entonces en el país". 29, 7: "Dijo
él: «Todavía es muy de día, no es hora de recoger el ganado; abrevad las ovejas, e id a
apacentarlas»". 30, 27-30: "Díjole Labán: «¡Si en algo me estimas!... Yo estaba bajo un
maleficio, pero Yahveh me ha bendecido gracias a ti». Y agregó: «Fíjame tu paga, y te la
daré». Respondióle: «Tu sabes cómo te he servido, y cómo le fue a tu ganado conmigo:
bien poca cosa tenías antes de venir yo, pero ya se ha multiplicado muchísimo, y Yahveh te
ha bendecido a mi llegada. Pues bien: ¿cuándo voy a hacer yo también algo por mi casa?»".
30, 41-42: "Además, siempre que se calentaban las reses vigorosas, poníales Jacob las varas
ante los ojos en las pilas, para que se calentaran bajo el influjo de las varas; mas cuando el
ganado estaba débil, no las ponía de modo que las crías débiles eran para Labán, y las
vigorosas para Jacob". 31, 9: "De esta suerte Dios ha quitado el ganado a vuestro padre y
me lo ha dado a mí". 31, 17-18: "Levantóse Jacob, montó a sus hijos y a sus mujeres en los
camellos, y se llevó todo su ganado y toda la hacienda que había adquirido, el ganado de
su propiedad, que había adquirido en Paddán Aram, para irse a donde su padre Isaac a
Canaán". 31, 38-39: "En veinte años que llevo contigo, tus ovejas y tus cabras nunca han
malparido, y los machos de tu rebaño nunca me los he comido. Ganado destrozado por
fieras nunca te llevé: yo pagaba el daño, de lo mío te cobrabas tanto si era yo robado de día
como si lo era de noche". 33, 14: "Adelántese, pues, mi señor a su siervo, que yo avanzaré
despacito, al paso del ganado que llevo delante, y al paso de los niños, hasta que llegue
donde mi señor, a Seír»". 33, 16-17: "Rehízo, pues, Esaú aquel mismo día su camino rumbo
a Seír, y Jacob partió para Sukkot donde edificó para sí una casa y para su ganado hizo
cabañas. Por donde se llamó aquel lugar Sukkot". 34, 5: "Jacob oyó que Siquem había
violado a su hija Dina, pero sus hijos estaban con el ganado en el campo, y Jacob guardó
silencio hasta su llegada". 34, 20-23: "Jamor y su hijo Siquem vinieron a la puerta de su
ciudad y hablaron a todos sus conciudadanos diciéndoles: «Estos hombres nos vienen en
son de paz. Que se queden en el país y a circulen libremente, pues y a veis que pueden
disponer de tierra espaciosa. Tomemos a sus hijas por mujeres y démosles las nuestras.
Pero sólo con esta condición accederán estos hombres a quedarse con nosotros para formar
un solo pueblo: que nos circuncidemos todos los varones; igual que ellos están
circuncidados. Sus ganados y hacienda y todas sus bestias, ¿no van a ser para nosotros? Así
que lleguemos a un acuerdo con ellos y que se queden con nosotros»". 36, 6-7: "Esaú tomó
a sus mujeres, hijos e hijas y a todas la personas de su casa, su ganado, todas sus bestias y
toda la hacienda que había logrado en territorio cananeo, y se fue al país de Seír, enfrente
de su hermano Jacob, porque los bienes de entrambos eran demasiados para poder vivir
juntos, y el país donde residían no daba abasto para tanto ganado como tenían". 37, 14:
"Díjole: «Anda, vete a ver si tus hermanos siguen sin novedad, y lo mismo el ganado, y
tráeme noticias». Le envió, pues, desde el valle de Hebrón, y José fue a Siquem". 46, 2-6:
"Y dijo Dios a Israel en visión nocturna: «¡Jacob, Jacob!» - «Heme aquí», respondió. «Yo
soy Dios, el Dios de tu padre; no temas bajar a Egipto, porque allí te haré una gran nación.
Y bajaré contigo a Egipto y yo mismo te subiré también. José te cerrará los ojos». Jacob
partió de Berseba y los hijos de Israel montaron a su padre Jacob, así como a sus pequeños
y mujeres, en las carretas que había mandado Faraón para transportarle. También tomaron
sus ganados y la hacienda lograda en Canaán, y fueron a Egipto, Jacob y toda su
descendencia con él". 47, 15-18: "Agotada la plata de Egipto y de Canaán, acudió Egipto en
masa a José diciendo: «Danos pan. ¿Por qué hemos de morir en tu presencia ahora que se
ha agotado la plata?». Dijo José: «Entregad vuestros ganados y os daré pan por vuestros
ganados, ya que se ha agotado la plata». Trajeron sus ganados a José y José les dio pan a
cambio de caballos, ovejas, vacas y burros. Y les abasteció de pan a trueque de todos sus
ganados por aquel año. Cumplido el año, acudieron al año siguiente y le dijeron: «No
disimularemos a nuestro señor que se ha agotado la plata, y también los ganados
pertenecen ya a nuestro señor; no nos queda a disposición de nuestro señor nada, salvo
nuestros cuerpos y nuestras tierras".

Éxodo 8, 13-14: "Así lo hicieron: Aarón extendió su mano con el cayado y golpeó el polvo
de la tierra; y hubo mosquitos sobre los hombres y sobre los ganados. Todo el polvo de la
tierra se convirtió en mosquitos sobre todo el país de Egipto. Los magos intentaron con sus
encantamientos hacer salir mosquitos, pero no pudieron. Hubo, pues, mosquitos sobre
hombres y ganados". 9, 2-10: "Si te niegas a dejarles salir y los sigues reteniendo, mira que
la mano de Yahveh caerá sobre tus ganados del campo, sobre los caballos, sobre los asnos,
sobre los camellos, sobre la vacadas y sobre las ovejas; habrá una grandísima peste. Pero
Yahveh hará distinción entre el ganado de Israel y el ganado de los egipcios, de modo que
nada perecerá de lo perteneciente a Israel». Y Yahveh fijó el plazo, diciendo: «Mañana hará
esto Yahveh en el país». Al día siguiente cumplió Yahveh su palabra y murió todo el
ganado de los egipcios; mas del ganado de los israelitas no murió ni una sola cabeza.
Faraón mandó hacer averiguaciones, y se vio que del ganado de Israel no había muerto ni
un solo animal. Sin embargo, se endureció el corazón de Faraón y no dejó salir al pueblo.
Dijo Yahveh a Moisés y a Aarón: «Tomad dos grandes puñados de hollín de horno, y que
Moisés lo lance hacia el cielo, en presencia de Faraón; se convertirá en polvo fino sobre
todo el territorio de Egipto, y formará erupciones pustulosas, en hombres y ganados, por
toda la tierra de Egipto». Tomaron, pues, hollín de horno y presentándose ante Faraón, lo
lanzó Moisés hacia el cielo, y hubo erupciones pustulosas en hombres y ganados". 9, 17-
22: "Tú te opones todavía a mi pueblo, para no dejarle salir. Pues mira que mañana, a esta
hora, haré llover una granizada tan fuerte, como no hubo otra en Egipto desde el día en que
fue fundado hasta el presente. Ahora, pues, manda poner a salvo tu ganado y cuanto tienes
en del campo; porque el granizo descargará sobre todos los hombres y animales que se
hallan en el campo, y cuantos no se hayan recogido bajo techumbre perecerán». Aquéllos
de los siervos de Faraón que temieron la palabra de Yahveh pusieron al abrigo a sus siervos
y su ganado; mas los que no hicieron caso de la palabra de Yahveh, dejaron en el campo a
sus siervos y su ganado. Dijo Yahveh a Moisés: «Extiende tu mano hacia el cielo, y que
caiga granizo en toda la tierra de Egipto, sobre los hombres, sobre los ganados y sobre
todas las hierbas del campo que hay en la tierra de Egipto»". 9, 25: "El granizo hirió cuanto
había en el campo en todo el país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados. El
granizo machacó también toda la hierba del campo, y quebró todos los árboles del campo".
10, 26: "También nuestro ganado ha de venir con nosotros. No quedará ni una pezuña;
porque de ellos hemos de tomar para dar culto a Yahveh, nuestro Dios. Y no sabemos
todavía qué hemos de ofrecer a Yahveh hasta que lleguemos allá»". 11, 4-5: "Moisés dijo:
«Así dice Yahveh: hacia media noche pasaré yo a través de Egipto; y morirá en el país de
Egipto todo primogénito, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono hasta el
primogénito de la esclava encargada de moler, así como todo primer nacido del ganado".
12, 1-4: "Dijo Yahveh a Moisés y Aarón en el país de Egipto: «Este mes será para vosotros
el comienzo de los meses; será el primero de los meses del año. Hablad a toda la
comunidad de Israel y decid: El día diez de este mes tomará cada uno para sí una res de
ganado menor por familia, una res de ganado menor por casa. Y si la familia fuese
demasiado reducida para una res de ganado menor, traerá al vecino más cercano a su casa,
según el número de personas y conforme a lo que cada cual pueda comer". 12, 12: "Yo
pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de
Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de
Egipto. Yo, Yahveh". 12, 29: "Y sucedió que, a media noche, Yahveh hirió en el país de
Egipto a todos los primogénitos, desde el primogénito de Faraón, que se sienta sobre su
trono, hasta el primogénito del preso en la cárcel, y a todo primer nacido del ganado". 13,
11-12: "Cuando Yahveh te haya introducido en la tierra del cananeo, como lo tiene jurado a
ti y a tus padres, y te la haya dado, consagrarás a Yahveh todo lo que abre el seno materno.
Todo primer nacido de tus ganados, si son machos, pertenecen también a Yahveh". 13, 15:
"Como Faraón se obstinó en no dejarnos salir, Yahveh mató a todos los primogénitos en el
país de Egipto, desde el primogénito del hombre hasta el primogénito del ganado. Por eso
sacrifico a Yahveh todo macho que abre el seno materno, y rescato todo primogénito de mis
hijos". 17, 3: "Pero el pueblo, torturado por la sed, siguió murmurando contra Moisés:
«¿Nos has hecho salir de Egipto para hacerme morir de sed, a mí, a mis hijos y a mis
ganados?»". 20, 9-10: "Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es
día de descanso para Yahveh, tu Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija,
ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el forastero que habita en tu ciudad". 22, 4: "Si un
hombre causa daño en un campo o en una viña, dejando suelto su ganado de modo que
pazca en campo ajeno, restituirá con lo mejor de su propio campo y lo mejor de su propia
viña". 22, 13: "Si un hombre pide a otro que le preste un ganado y éste sufre un daño o
muere, en ausencia de su dueño, tendrá que restituir".

Levítico 1, 1-3: "Yahveh llamó a Moisés y le habló así desde la Tienda del Encuentro:
Habla a los israelitas y diles: Cuando alguno de vosotros presente a Yahveh una ofrenda,
podréis hacer vuestras ofrendas de ganado, mayor o menor. Si su ofrenda es un holocausto
de ganado mayor ofrecerá un macho sin defecto; lo ofrecerá a la entrada de la Tienda del
Encuentro, para que sea grato ante Yahveh". 1, 10: "Si su ofrenda es de ganado menor, de
corderos o cabras, para holocausto, ofrecerá un macho sin defecto". 3, 6: "Si su ofrenda de
sacrificio de comunión para Yahveh es de ganado menor, macho o hembra, ofrecerá una
res sin defecto". 5, 1-6: "Si alguien peca en uno de estos casos: Uno ha oído la fórmula
conjuratoria, y es testigo, porque lo ha visto u oído, y no lo declara y se carga así con su
iniquidad; o bien, uno toca cualquier cosa impura, sea el cadáver de una fiera impura, o el
de ganado impuro o el de un bicho impuro, y, aun sin darse cuenta, se hace así él mismo
impuro y culpable; o bien, uno toca cualquiera de las inmundicias humanas con que puede
contaminarse, sin darse cuenta; y, saberlo, se hace culpable; o bien, uno pronuncia con los
labios sin darse cuenta un juramento favorable o desfavorable, en cualquiera de las cosas
que el hombre suele jurar y, al saberlo, se hace culpable de ello; el que es culpable en uno
de estos casos confesará aquello en que ha pecado, y como sacrificio de reparación por el
pecado cometido, llevará a Yahveh una hembra de ganado menor, oveja o cabra, como
sacrificio por el pecado. Y el sacerdote hará por él expiación de su pecado". 19, 9:
"Guardad mis preceptos. No aparearás ganado tuyo de diversa especie. No siembres tu
campo con dos clases distintas de grano. No uses ropa de dos clases de tejido". 22, 21: "Si
alguno ofrece a Yahveh ganado mayor o menor como sacrificio de comunión, sea en
cumplimiento de un voto, o como ofrenda voluntaria, ha de ser una res sin defecto para
alcanzar favor; no debe tener defecto alguno". 25, 7: "También a tus ganados y a los
animales de tu tierra servirán de alimento todos sus productos". 26, 22: "Soltaré contra
vosotros las fieras salvajes, que os privarán de vuestros hijos, exterminarán vuestro ganado
y os reducirán a unos pocos, de modo que vuestros caminos queden desiertos". 27, 26:
"Nadie, sin embargo, podrá consagrar los primogénitos de su ganado que ya, por ser tales,
pertenecen a Yahveh. Sean del ganado mayor o del menor, pertenecen a Yahveh". 27, 32:
"Todo diezmo de ganado mayor o menor, es decir, cada décima cabeza que pasa bajo el
cayado, será cosa sagrada de Yahveh".

Números 3, 13: "Porque todo primogénito me pertenece. El día en que herí a todos los
primogénitos de Egipto, consagré para mí a todos los primogénitos de Israel, tanto de
hombre como de ganado. Son para mí. Yo, Yahveh»". 3, 40-45: "Dijo Yahveh a Moisés:
«Registra a todos los primogénitos varones de los israelitas, de un mes para arriba, y anota
sus nombres. Luego, tomas a los levitas para mí, Yahveh, en lugar de todos los
primogénitos de los israelitas; y el ganado de los levitas en lugar de todos los primogénitos
del ganado de los israelitas». Moisés registró, según le había ordenado Yahveh, a todos los
primogénitos de los israelitas. Y resultó ser el total de los primogénitos varones, contando
los nombres desde la edad de un mes para arriba, según el censo, veintidós mil doscientos
setenta y tres. Habló entonces Yahveh a Moisés y le dijo: «Toma a los levitas en lugar de
todos los primogénitos de los israelitas y el ganado de los levitas en lugar de su ganado;
los levitas serán míos, yo Yahveh". 7, 87: "El total del ganado para el holocausto, doce
novillos, doce carneros, doce corderos de un año, con sus oblaciones correspondientes; para
el sacrificio por el pecado, doce chivos". 7, 88: "El total del ganado para los sacrificios de
comunión: veinticuatro novillos, sesenta carneros, sesenta machos cabríos y sesenta
corderos de un año". 8, 17: "Porque míos son todos los primogénitos entre los israelitas,
igual de hombres que de ganados: me los consagré el día que herí a todos los primogénitos
en Egipto". 20, 3-11: "El pueblo protestó contra Moisés, diciéndole: «Ojalá hubiéramos
perecido igual que perecieron nuestros hermanos delante de Yahveh. ¿Por qué habéis traído
la asamblea de Yahveh a este desierto, para que muramos en él nosotros y nuestros
ganados? ¿Por qué nos habéis subido de Egipto, para traernos a este lugar pésimo: un lugar
donde no hay sembrado, ni higuera, ni viña, ni ganado, y donde no hay ni agua para
beber?». Moisés y Aarón dejaron la asamblea, se fueron a la entrada de la Tienda del
Encuentro, y cayeron rostro en tierra. Y se les apareció la gloria de Yahveh. Yahveh habló
con Moisés y le dijo: «Toma la vara y reúne a la comunidad, tú con tu hermano Aarón.
Hablad luego a la peña en presencia de ellos, y ella dará sus aguas. Harás brotar para ellos
agua de la peña, y darás de beber a la comunidad y a sus ganados». Tomó Moisés la vara
de la presencia de Yahveh como se lo había mandado. Convocaron Moisés y Aarón la
asamblea ante la peña y él les dijo: «Escuchadme, rebeldes. ¿Haremos brotar de esta peña
agua para vosotros?». Y Moisés alzó la mano y golpeó la peña con su vara dos veces. El
agua brotó en abundancia, y bebió la comunidad y su ganado". 31, 9: "Los israelitas
hicieron cautivas a las mujeres de Madián y a sus niños y saquearon su ganado, sus
rebaños, y todos sus bienes". 31, 31-46: "Moisés y el sacerdote Eleazar hicieron como
había mandado Yahveh a Moisés. Fue el botín, el remanente de lo que la gente de guerra
había saqueado: seiscientos setenta y cinco mil cabezas de ganado lanar, setenta y dos mil
de vacuno y sesenta y un mil de ganado asnal. En cuanto a las personas, las mujeres que no
habían dormido con varón eran, en total, treinta y dos mil. La mitad correspondiente a los
que fueron al combate: trescientos treinta y siete mil quinientas cabezas de ganado lanar,
siendo la parte de Yahveh de ganado lanar, seiscientas setenta y cinco cabezas; treinta y
seis mil de vacuno, siendo la parte de Yahveh setenta y dos, treinta mil quinientas de asnal,
siendo la parte de Yahveh sesenta y una. Las personas eran diez y seis mil, correspondiendo
a Yahveh, treinta y dos. Moisés dio al sacerdote Eleazar la reserva de Yahveh, como había
ordenado Yahveh a Moisés. La mitad perteneciente a los israelitas, que había separado
Moisés de la de los combatientes, esta mitad correspondiente a la comunidad era de
trescientas treinta y siete mil quinientas cabezas de ganado lanar; treinta y seis mil de
vacuno; treinta mil quinientas de asnal, y diez y seis mil personas". 32, 3-4: "«Atarot,
Dibón, Yazer, Nimrá, Jesbón, Elalé, Sebam, Nebo, y Meón, el país que Yahveh conquistó
delante de la comunidad de Israel es tierra de ganado, y tus siervos tienen ganado»." 32,
26: "Nuestros hijos, nuestras mujeres, nuestros rebaños y todo nuestro ganado, se quedarán
aquí en las ciudades de Galaad". 35, 3: "Esas ciudades serán su morada, y sus pastos serán
para sus bestias, su ganado y todos sus animales".

Deuteronomio 2, 34-35: "Nos apoderamos entonces de todas sus ciudades y consagramos


al anatema toda ciudad: hombres, mujeres y niños, sin dejar superviviente. Tan sólo
guardamos como botín el ganado y los despojos de las ciudades tomadas". 3, 6-7: "Las
consagramos al anatema, como habíamos hecho con Sijón, rey de Jesbón: anatema a toda
ciudad: hombres, mujeres y niños; aunque guardamos como botín todo el ganado y los
despojos de estas ciudades". 11, 14-15: "Yo daré a vuestro país la lluvia a su tiempo, lluvia
de otoño y lluvia de primavera, y tú podrás cosechar tu trigo, tu mosto y tu aceite; yo daré a
tu campo hierba para tu ganado, y comerás hasta hartarte". 12, 5-7: "No procederéis así con
Yahveh vuestro Dios, sino que sólo vendréis a buscarle al lugar elegido por Él, de entre
todas las tribus, para poner en él la morada de su nombre. Allí llevaréis vuestros
holocaustos y vuestros sacrificios, vuestros diezmos y las ofrendas reservadas de vuestras
manos, vuestras ofrendas votivas y vuestras ofrendas voluntarias, los primogénitos de
vuestro ganado mayor y menor, allí comeréis en presencia de Yahveh vuestro Dios y os
regocijaréis, vosotros y vuestras casas, de todas las empresas en que Yahveh tu Dios te
haya bendecido". 12, 17: "No podrás comer en tus ciudades el diezmo de tu trigo, de tu
mosto o de tu aceite, ni los primogénitos de tu ganado mayor o menor, ninguna de tus
ofrendas votivas o de tus ofrendas voluntarias, ni las ofrendas reservadas de tus manos". 12,
21: "Si el lugar elegido por Yahveh tu Dios para morada de su nombre está demasiado lejos
de ti, podrás sacrificar del ganado mayor y menor que Yahveh te haya concedido, del modo
que yo te he prescrito; lo podrás comer en tus ciudades a la medida de tus deseos". 14, 22-
26: "Cada año deberás apartar el diezmo de todo lo que tus sementeras hayan producido en
tus campos, y, en presencia de Yahveh tu Dios, en el lugar que él haya elegido para morada
de su nombre, comerás el diezmo de tu trigo, de tu mosto y de tu aceite, así como los
primogénitos de tu ganado mayor y menor; a fin de que aprendas a temer siempre a
Yahveh tu Dios. Si el camino es demasiado largo para ti, si no puedes transportarlo porque
el lugar elegido por Yahveh para morada de su nombre te cae demasiado lejos, cuando
Yahveh tu Dios te haya bendecido, lo cambiarás por dinero, llevarás el dinero en tu mano e
irás al lugar elegido por Yahveh tu Dios; allí emplearás este dinero en todo lo que desees,
ganado mayor o menor, vino o bebida fermentada, todo lo que tu alma apetezca. Comerás
allí en presencia de Yahveh tu Dios y te regocijarás, tú y tu casa". 15, 13-14: "Al dejarle
libre, no le mandarás con las manos vacías; le harás algún presente de tu ganado menor, de
tu era y de tu lagar; le darás según como te haya bendecido Yahveh tu Dios". 15, 19: "Todo
primogénito que nazca en tu ganado mayor o menor, si es macho, lo consagraras a Yahveh
tu Dios. No someterás al trabajo al primogénito de tu vaca ni esquilarás al primogénito de
tu oveja". 16, 2: "Sacrificarás en honor de Yahveh tu Dios una víctima pascual de ganado
mayor y menor, en el lugar elegido por Yahveh tu Dios para morada de su nombre". 17, 1:
"No sacrificarás a Yahveh tu Dios ganado mayor o menor que tenga cualquier tara o
defecto, porque es una abominación para Yahveh tu Dios". 18, 3: "Éste será el derecho de
los sacerdotes sobre aquellos que ofrezcan un sacrificio de ganado mayor o menor: se dará
al sacerdote la espaldilla, las quijadas y el cuajar". 18, 4: "Le darás las primicias de tu trigo,
de tu mosto y de tu aceite, así como las primicias del esquileo de tu ganado menor". 20, 13-
14: "Yahveh tu Dios la entregará en tus manos, y pasarás a filo de espada a todos sus
varones; las mujeres, los niños, el ganado, todo lo que haya en la ciudad, todos sus
despojos, lo tomarás como botín. Comerás los despojos de los enemigos que Yahveh tu
Dios te haya entregado". 22, 1: "Si ves extraviada alguna res del ganado mayor o menor de
tu hermano, no te desentenderás de ella, sino que se la llevarás a tu hermano". 28, 4:
"Bendito será el fruto de tus entrañas, el producto de tu suelo, el fruto de tu ganado, el
parto de tus vacas y las crías de tus ovejas". 28, 11: "Yahveh te hará rebosar de bienes:
frutos de tus entrañas, frutos de tu ganado, y frutos de tu suelo, en esta tierra que él juró a
tus padres que te daría". 28, 51: "Comerá el fruto de tu ganado y el fruto de tu suelo, hasta
destruirte; note dejará trigo, mosto, ni aceite, ni los partos de tus vacas, ni las crías de tus
ovejas, hasta acabar contigo". 30, 9-10: "Yahveh tu Dios te hará prosperar en todas tus
obras, en el fruto de tus entrañas, el fruto de tu ganado y el fruto de tu suelo. Porque de
nuevo se complacerá Yahveh en tu felicidad, como se complacía en la felicidad de tus
padres, si tú escuchas la voz de Yahveh tu Dios guardando sus mandamientos y sus
preceptos, lo que está escrito en el libro de esta Ley, si te conviertes a Yahveh tu Dios con
todo tu corazón y con toda tu alma".

Josué 8, 2: "Harás con Ay y con su rey lo que has hecho con Jericó y con su rey. Pero
como botín sólo tomaréis los despojos y el ganado. Pon una emboscada a espaldas de la
ciudad»". 8, 27: "Israel se repartió solamente el ganado y los despojos de dicha ciudad,
según la orden que Yahveh había dado a Josué". 11, 14: "El botín de estas ciudades, incluso
el ganado, se lo repartieron los israelitas. Pero pasaron a cuchillo a todo ser humano hasta
acabar con todos. No dejaron ninguno con vida". 14, 4: "Pues los hijos de José vinieron a
formar dos tribus: Manasés y Efraím, pero a los levitas no se les dio ninguna parte en el
territorio sino sólo ciudades para residir, con los pastos correspondientes para sus ganados
y su hacienda". 21, 1-2: "Se acercaron los cabezas de familia de los levitas al sacerdote
Eleazar, a Josué, hijo de Nun, y a los cabezas de familia de las tribus de Israel, cuando
estaban en Silo, en tierra de Canaán, y les dijeron: «Yahveh ordenó por medio de Moisés
que se nos dieran ciudades donde residir, con sus pastos para nuestro ganado»".

Jueces 6, 3-5: "Cuando sembraba Israel, venía Madián, con Amalec y los hijos de Oriente:
subían contra Israel, acampaban en sus tierras y devastaban los productos de la tierra hasta
la entrada de Gaza. No dejaban víveres en Israel: ni ovejas, ni bueyes, ni asnos, porque
subían numerosos como langostas, con sus ganados y sus tiendas. Ellos y sus camellos eran
innumerables e invadían el país para saquearlo". 20, 48: "Las tropas de Israel se volvieron
contra los benjaminitas, y pasaron a cuchillo a los varones de la ciudad, al ganado, y a todo
lo que encontraron. Incendiaron también todas las ciudades que encontraron".

1 Samuel 14, 32: "La tropa se arrojó sobre el botín y tomando ganado menor, bueyes y
terneros, los inmoló sobre el suelo y lo comieron con la sangre". 15, 9: "Pero Saúl y la tropa
perdonaron a Agag y a lo más escogido del ganado mayor y menor, las reses cebadas y los
corderos y todo lo bueno. No quisieron consagrarlo al anatema, pero consagraron al
anatema toda la hacienda vil y sin valor". 15, 15: "Respondió Saúl: «Los hemos traído de
Amalec porque el pueblo ha perdonado lo mejor del ganado mayor y menor con intención
de ofrecerlo en sacrificio a Yahveh tu Dios. Cuanto a lo demás, lo hemos entregado al
anatema»". 15, 21: "Del botín, el pueblo ha tomado el ganado mayor y menor, lo mejor del
anatema, para sacrificarlo a Yahveh tu Dios en Guilgal»". 24, 4: "Llegó Saúl a unos rediles
de ganado junto al camino; había allí una cueva y Saúl entró en ella para hacer sus
necesidades. David y sus hombres estaban instalados en el fondo de la cueva". 25, 16:
"Fueron nuestra defensa noche y día todo el tiempo que estuvimos con ellos guardando el
ganado". 30, 18-20: "Salvó David todo lo que los amalecitas habían capturado. También
rescató David a sus dos mujeres. Nada les faltó, ni pequeño ni grande, ni el botín, ni sus
hijos, ni sus hijas, ni nada de cuanto les habían capturado. David se llevó todo. Tomaron
todo el ganado mayor y menor y lo condujeron ante él diciendo: «Éste es el botín de
David»".

2 Samuel 12, 4: "Vino un visitante donde el hombre rico, y dándole pena tomar su ganado
lanar y vacuno para dar de comer a aquel hombre llegado a su casa, tomó la ovejita del
pobre, y dio de comer al viajero llegado a su casa»".

1 Reyes 5, 2-3: "Los víveres de Salomón eran treinta cargas de flor de harina y sesenta
cargas de harina cada día, diez bueyes cebados y veinte bueyes de pasto, cien cabezas de
ganado menor, aparte los ciervos y gacelas, gamos y las aves cebadas". 18, 5: "Dijo Ajab a
Abdías: «Ven, vamos a recorrer el país por todas sus fuentes y todos sus torrentes; acaso
encontremos hierba para mantener los caballos y mulos y no tengamos que suprimir el
ganado»".

2 Reyes 3, 14-17: "Dijo Eliseo: «Vive Yahveh Sebaot a quien sirvo, que si no tuviera
delante a Josafat, rey de Judá, no te atendería ni te miraría. Traedme, pues, un tañedor. Y
sucedió que, mientras tocaba el tañedor, vino sobre él la mano de Yahveh, y dijo: «Así dice
Yahveh: "Haced en este valle zanjas y más zanjas ", porque así, dice Yahveh: "No veréis
viento y no veréis lluvia, pero este valle se llenará de agua y beberéis vosotros y vuestros
campamentos y vuestros ganados".

1 Crónicas 4, 39-41: "Se dirigieron a la entrada de Guerar, hasta el oriente del valle,
buscando pastos para sus ganados. Y hallaron pastos pingües y buenos y una tierra
espaciosa, tranquila y segura, pues antes habían morado allí los descendientes de Cam.
Éstos que se han citado por sus nombres vinieron en tiempos de Ezequías, rey de Judá, y
destruyeron las tiendas de aquéllos, y los refugios que allí se encontraban, entregándolos al
anatema hasta el día de hoy; y habitaron en lugar de ellos, ya que había allí pastos para sus
ganados". 5, 9: "Habitaban, asimismo, al oriente hasta el borde del desierto que se extiende
desde el río Eufrates, pues sus ganados se habían multiplicado en la tierra de Galaad". 5,
19-22: "Hicieron guerra contra los agareos, contra Yetur, Nafis y Nodab, y Dios les ayudó
contra ellos, de suerte que los agareos y todos los que con ellos estaban fueron entregados
en sus manos; pues en la batalla clamaron a Dios y les fue propicio, por cuanto confiaban
en él. Capturaron sus ganados: sus camellos, en número de cincuenta mil, doscientas
cincuenta mil ovejas, dos mil asnos y cien mil personas, pues, por ser guerra de Dios,
cayeron muertos muchos. Habitaron el lugar de ellos hasta el destierro". 7, 20-21: "Hijos de
Efraím: Sutélaj, Bered, su hijo; Tájat, su hijo; Eladá, su hijo; Tájat, su hijo; Zabad, su hijo;
Sutélaj, su hijo; Ezer y Elad. Pero los hombres de Gat, nacidos en el país, los mataron, pues
habían bajado a apoderarse de sus ganados". 12, 41: "Además, los que estaban cerca y
hasta de Isacar, Zabulón y Neftalí traían víveres en asnos, camellos, mulos y bueyes;
provisiones de harina, tortas de higos y pasas, vino, aceite, ganado mayor y menor en
abundancia; pues reinaba la alegría en Israel". 28, 1: "David reunió en Jerusalén a todos los
jefes de Israel, los jefes de las tribus, los jefes de las secciones que estaban al servicio del
rey, los jefes de millar y los jefes de cien, los administradores de la hacienda y del ganado
del rey y de sus hijos, a los eunucos, los valientes y todos los hombres de valor".

2 Crónicas 17, 11: "Los filisteos trajeron a Josafat presentes y plata como tributo. También
los árabes le trajeron ganado menor: siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos
machos cabríos". 20, 215: "Josafat y su pueblo fueron a saquear los despojos y hallaron
mucho ganado, riquezas y vestidos y objetos preciosos, y recogieron tanto que no lo podían
llevar. Emplearon tres días en saquear el botín, porque era abundante". 26, 10: "Construyó
también torres en el desierto y excavó muchas cisternas, pues poseía numerosos ganados en
la Tierra Baja y en la llanura, así como labradores y viñadores en las montañas y en los
campos fértiles, porque le gustaba la agricultura". 31, 6: "Los hijos de Israel y de Judá que
habitaban en las ciudades de Judá trajeron también el diezmo del ganado mayor y menor y
el diezmo de las cosas sagradas consagradas a Yahveh, su Dios, y lo distribuyeron por
montones". 32, 27-29: "Ezequías tuvo riquezas y gloria en gran abundancia. Adquirió
tesoros de plata, oro, piedras preciosas, bálsamos, joyas y de toda suerte de objetos de
valor. Tuvo también almacenes para las rentas de trigo, de mosto y de aceite; pesebres para
toda clase de ganado y apriscos para los rebaños. Se hizo con asnos y poseía ganado menor
y mayor en abundancia, pues Dios le había dado muchísima hacienda". 35, 7: "Josías
reservó para la gente del pueblo ganado menor, así corderos como cabritos, en número de
treinta mil, todos ellos como víctimas pascuales para cuantos se hallaban presentes, y tres
mil bueyes. Todo ello de la hacienda del rey".

Esdras 1, 4-6: "A todo el resto del pueblo, donde residan, que las gentes del lugar les
ayuden proporcionándoles plata, oro, hacienda y ganado, así como ofrendas voluntarias
para la Casa de Dios que está en Jerusalén». Entonces los cabezas de familia de Judá y
Benjamín, los sacerdotes y los levitas, todos aquellos cuyo ánimo había movido Dios, se
pusieron en marcha para subir a edificar la Casa de Yahveh en Jerusalén; y todos sus
vecinos les proporcionaron toda clase de ayuda: plata, oro, hacienda, ganado, objetos
preciosos en cantidad, además de toda clase de ofrendas voluntarias".

Nehemías 9, 37: " Sus muchos frutos son para los reyes, que por nuestros pecados tú nos
impusiste, y que a capricho dominan nuestras personas, cuerpos y ganados. ¡En gran
angustia nos hallamos!". 19, 35-37: "Hemos echado a suertes - sacerdotes, levitas y pueblo
- la ofrenda de la leña que ha de traer a la Casa de nuestro Dios cada familia en su turno, a
sus tiempos, cada año, para quemarla sobre el altar de Yahveh nuestro Dios con arreglo a lo
escrito en la Ley. y traer cada año a la Casa de Yahveh las primicias de nuestro suelo y las
primicias de los frutos de todos los árboles, y los primogénitos de nuestros hijos y de
nuestro ganado, conforme a lo escrito en la Ley - los primeros nacidos de nuestro ganado
mayor y menor, que se traen a la Casa de nuestro Dios son para los sacerdotes que ejercen
el ministerio en la casa de nuestro Dios -".

Judit 4, 9-10: "Todos los hombres de Israel clamaron a Dios con gran fervor, y con gran
fervor se humillaron; y ellos, sus mujeres, sus hijos y sus ganados, los forasteros residentes,
los jornaleros y los esclavos, se ciñeron de sayal". 5, 9: "Su Dios les ordenó salir de su casa
y marchar a la tierra de Canaán; se establecieron en ella y fueron colmados de oro, de plata
y de gran cantidad de ganado". 8, 7-8: "Era muy bella y muy bien parecida. Su marido
Manasés le había dejado oro y plata, siervos y siervas, ganados y campos, quedando ella
como dueña, y no había nadie que pudiera decir de ella una palabra maliciosa, porque tenía
un gran temor de Dios". 11, 7: "¡Viva Nabucodonosor, rey de toda la tierra y viva su poder
que te ha enviado para poner en el recto camino a todo viviente!; porque gracias a ti no le
sirven tan sólo los hombres, sino que, por medio de tu fuerza, hasta las fieras salvajes, los
ganados y las aves del cielo viven para Nabucodonosor y para toda su casa". 11, 12: "En
vista de que se les acaban los víveres y escasea el agua, han deliberado echar mano de sus
ganados y están ya decididos a consumir todo aquello que su Dios, por sus leyes, les ha
prohibido comer".

1 Macabeos 1, 31-33: "El rey saqueó la ciudad, la incendió y arrasó sus casas y la muralla
que la rodeaba. Sus hombres hicieron cautivos a mujeres y niños y se adueñaron del
ganado. Después reconstruyeron la Ciudad de David con una muralla grande y fuerte, con
torres poderosas, y la hicieron su Ciudadela". 2, 29-30: "Por entonces muchos, preocupados
por la justicia y la equidad, bajaron al desierto para establecerse allí con sus mujeres, sus
hijos y sus ganados, porque los males duramente les oprimían". 2, 38: "Les atacaron, pues,
en sábado y murieron ellos, sus mujeres, hijos y ganados: unas mil personas". 10, 33: "A
todo judío llevado cautivo de Judá a cualquier parte de mi reino, le devuelvo la libertad sin
rescate. Todos queden libres de tributo, incluso sobre sus ganados". 12, 19-23: "Ésta es la
copia de la carta enviada a Onías: «Areios, rey de los espartanos, saluda a Onías, sumo
sacerdote. Se ha encontrado un documento relativo a espartanos y judíos de que son
hermanos y que son de la raza de Abraham. Y ahora que estamos enterados de esto, haréis
bien escribiéndonos sobre vuestro bienestar. Nosotros por nuestra parte os escribimos:
Vuestro ganado y vuestros bienes son nuestros, y los nuestros vuestros son. Damos orden
de que se os envíe un mensaje en tal sentido»".

2 Macabeos 12, 11: "En la recia batalla trabada, las tropas de Judas lograron la victoria,
gracias al auxilio recibido de Dios; los nómadas, vencidos, pidieron a Judas que les diera la
mano, prometiendo entregarle ganado y serle útiles en adelante".

Salmos 78, 41-48: "Otra vez a tentar a Dios volvían, a exasperar al Santo de Israel; no se
acordaron de su mano, del día en que les libró del adversario; cuando hizo en Egipto sus
señales, en el campo de Tanis sus prodigios. Trocó en sangre sus ríos y sus arroyos para
que no bebiesen. Tábanos les mandó que los comieron, y ranas que los infestaron; entregó a
la langosta sus cosechas, el fruto de su afán al saltamontes; asoló con granizo sus viñedos, y
con la helada sus sicómoros; entregó sus ganados al pedrisco y a los rayos sus rebaños".
80, 13-15: "¿Por qué has hecho brecha en sus tapias, para que todo el que pasa por el
camino la vendimie, el jabalí salvaje la devaste, y la pele el ganado de los campos? ¡Oh
Dios Sebaot, vuélvete ya, desde los cielos mira y ve, visita a esta viña". 104, 13-15: "De tus
altas moradas abrevas las montañas, del fruto de tus obras se satura la tierra; la hierba haces
brotar para el ganado, y las plantas para el uso del hombre, para que saque de la tierra el
pan, y el vino que recrea el corazón del hombre, para que lustre su rostro". 107, 32-42:
"¡Ensálcenle en la asamblea del pueblo, en el consejo de los ancianos le celebren! El
cambia los ríos en desierto, y en suelo de sed los manantiales, la tierra fértil en salinas, por
la malicia de sus habitantes. Y él cambia el desierto en un estanque, y la árida tierra en
manantial. Allí asienta a los hambrientos, y ellos fundan una ciudad habitada. Y siembran
campos, plantan viñas, que producen sus frutos de cosecha. El los bendice y crecen mucho
y no deja que mengüen sus ganados. Menguados estaban, y abatidos por la tenaza del mal y
la aflicción. El que vierte desprecio sobre príncipes, los hacía errar por caos sin camino.
Mas él recobra de la miseria al pobre, aumenta como un rebaño las familias; los hombres
rectos lo ven y se recrean, y toda iniquidad cierra su boca". 147, 9: "El que cubre de nubes
los cielos, el que lluvia a la tierra prepara, el que hace germinar en los montes la hierba, y
las plantas para usos del hombre, el que dispensa al ganado su sustento, a las crías del
cuervo cuando graznan". 148, 1-13: "¡Aleluya! ¡Alabad a Yahveh desde los cielos, alabadle
en las alturas, alabadle, ángeles suyos todos, todas sus huestes, alabadle! ¡Alabadle, sol y
luna, alabadle todas las estrellas de luz, alabadle, cielos de los cielos, y aguas que estáis
encima de los cielos! Alaben ellos el nombre de Yahveh: pues él ordenó y fueron creados;
él los fijó por siempre, por los siglos, ley les dio que no pasará. ¡Alabad a Yahveh desde la
tierra, monstruos del mar y todos los abismos, fuego y granizo, nieve y bruma, viento
tempestuoso, ejecutor de su palabra, montañas y todas la colinas, árbol frutal y cedros
todos, fieras y todos los ganados, reptil y pájaro que vuela, reyes de la tierra y pueblos
todos, príncipes y todos los jueces de la tierra, jóvenes y doncellas también, viejos junto
con los niños! Alaben el nombre de Yahveh: porque sólo su nombre es sublime, su
majestad por encima de la tierra y el cielo".

Qohelet 2, 4-11: "Emprendí mis grandes obras; me construí palacios, me planté viñas; me
hice huertos y jardines, y los planté de toda clase de árboles frutales. Me construí albercas
con aguas para regar la frondosa plantación. Tuve siervos y esclavas: poseí servidumbre,
así como ganados, vacas y ovejas, en mayor cantidad que ninguno de mis predecesores en
Jerusalén. Atesoré también plata y oro, tributos de reyes y de provincias. Me procuré
cantores y cantoras, toda clase de lujos humanos, coperos y reposteros. Seguí
engrandeciéndome más que cualquiera de mis predecesores en Jerusalén, y mi sabiduría se
mantenía. De cuanto me pedían mis ojos, nada les negué ni rehusé a mi corazón ninguna
alegría; toda vez que mi corazón se solazaba de todas mis fatigas, y esto me compensaba de
todas mis fatigas. Consideré entonces todas las obras de mis manos y el fatigoso afán de mi
hacer y vi que todo es vanidad y atrapar vientos, y que ningún provecho se saca bajo el
sol".

Proverbios 12, 9-10: "Más vale hombre sencillo que tiene un esclavo, que hombre glorioso
a quien falta el pan. El justo se cuida de su ganado, pero las entrañas de los malos son
crueles". 27, 23-24: "Conoce a fondo el estado de tu ganado, aplica tu corazón a tu rebaño;
porque no es eterna la riqueza, no se transmite una corona de edad en edad".

Isaías 17, 1-2: "Oráculo contra Damasco. He aquí que Damasco deja de ser ciudad, y va a
ser montón de derribo. Abandonadas sus ciudades para siempre, serán para los ganados; se
acostarán allí y no habrá quien los espante". 30, 23-24: "Él dará lluvia a tu sementera con
que hayas sembrado el suelo, y la tierra te producirá pan que será pingüe y sustancioso.
Pacerán tus ganados aquel día en pastizal dilatado; los bueyes y asnos que trabajan el suelo
comerán forraje salado, cribado con bieldo y con criba". 63, 11-15: "Entonces se acordó de
los días antiguos, de Moisés su siervo. ¿Dónde está el que los sacó de la mar, el pastor de su
rebaño? ¿Dónde el que puso en él su Espíritu santo, el que hizo que su brazo fuerte
marchase al lado de Moisés, el que hendió las aguas ante ellos para hacerse un nombre
eterno, el que les hizo andar por los abismos como un caballo por el desierto, sin que
tropezaran, cual ganado que desciende al valle? El Espíritu de Yahveh los llevó a
descansar. Así guiaste a tu pueblo, para hacerte un nombre glorioso. observa desde los
cielos y ve desde tu aposento santo y glorioso. ¿Dónde está tu celo y tu fuerza, la
conmoción de tus entrañas? ¿Es que tus entrañas se han cerrado para mí?".

Jeremías 9, 9: "Alzo sobre los montes lloro y lamento, y una elegía por las dehesas del
desierto, porque han sido incendiadas; nadie pasa por allí, y no se oyen los gritos del
ganado. Desde las aves del cielo hasta las bestias, todas han huido, se han marchado". 31,
27: "He aquí que días vienen - oráculo de Yahveh - en que sembraré la casa de Israel y la
casa de Judá de simiente de hombres y ganados". 32, 43-44: "Porque así dice Yahveh:
Como he traído sobre este pueblo todo este gran perjuicio, así yo mismo voy a traer sobre
ellos todo el beneficio que pronuncio sobre ellos, y se comprarán campos en esta tierra de
la que decís vosotros que es una desolación, sin personas ni ganados, y que está a merced
de los caldeos; se comprarán campos con dinero, anotándose en escritura, sellándose y
llamando testigos, en la tierra de Benjamín y en los contornos de Jerusalén, en las ciudades
de Judá, en las de la Montaña, en las de la Tierra Baja y en las del Négueb, pues haré tornar
a sus cautivos - oráculo de Yahveh -". 33, 10-13: "Así dice Yahveh: Aún se oirá en este
lugar, del que vosotros decís que está abandonado, sin personas ni ganados, en todas las
ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén desoladas, sin personas ni habitantes ni
ganados, voz de gozo y de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, la voz de cuantos
traigan sacrificios de alabanza a la Casa de Yahveh diciendo: «Alabad a Yahveh Sebaot,
porque es bueno Yahveh, porque es eterno su amor», pues haré tomar a los cautivos del
país, y volverán a ser como antes - dice Yahveh -. Así dice Yahveh Sebaot: Aún habrá en
este lugar abandonado de hombres y ganados y en todas sus ciudades, dehesa de pastores
que hagan acostarse a las ovejas: en las ciudades de la Montaña, y en las de la Tierra Baja,
en las del Négueb y en la tierra de Benjamín y en los contornos de Jerusalén y en las
ciudades de Judá, volverán a pasar ovejas ante la mano del que las cuente - dice Yahveh".
49, 31-32: "Alzaos, subid contra la nación pacífica que vive confiada - oráculo de Yahveh -
. Ni puertas ni cerrojos tiene. En aislamiento viven. Y serán sus camellos objeto del pillaje
y el tropel de sus ganados para botín, y esparciré a todo viento a los que se afeitan las
sienes, y de todos sus aledaños traeré su infortunio - oráculo de Yahveh -".

Ezequiel 24, 5: "Toma lo mejor del ganado menor. Apila en torno la leña debajo, hazla
hervir a borbotones, de modo que hasta los huesos se cuezan". 32, 12-13: "Abatiré la
multitud de tus súbditos, por la espada de guerreros, todos ellos los más bárbaros de las
naciones; arrasarán el orgullo de Egipto y toda su multitud será exterminada. Y haré
perecer a todo tu ganado, junto a las aguas abundantes. No las enturbiará más pie de
hombre, no volverá a enturbiarlas pezuña de animal". 38, 1213: "Irás a saquear, a hacer
botín, a poner tu mano sobre ruinas repobladas, en un pueblo congregado de entre las
naciones, entregado a reponer el ganado y la hacienda, que habita en el centro de la tierra».
Sabá, Dedán, los mercaderes de Tarsis y todos sus leoncillos te dirán: «¿A saquear has
venido? ¿Para hacer botín has concentrado tu asamblea? ¿Para llevarte el oro y la plata,
para apoderarte de ganados y haciendas, para hacer un gran botín?»".

Oseas 5, 6: "Con su ganado menor y mayor irán en busca de Yahveh, pero no lo


encontrarán: ¡se ha retirado de ellos!".

Joel 1, 18: "¡Cómo muge el ganado, cómo vagan sin rumbo los rebaños de vacas, porque
no hay pastor para ellos! ¡Hasta los rebaños de ovejas tienen que expiar!".

Jonás 3, 7: "Luego mandó pregonar y decir en Nínive: «Por mandato del rey y de sus
grandes, que hombres y bestias, ganado mayor y menor, no prueben bocado ni pasten ni
beban agua".
Miqueas 5, 7: "Será entonces el Resto de Jacob entre las naciones, en medio de pueblos
numerosos, como león entre las bestias de la selva, como leoncillo entre los rebaños de
ganado menor, que si pasa, pisotea, y si desgarra, no hay quien libre".

Habacuc 3, 17-18: "La higuera no volverá a echar brotes, ni habrá que recoger en las viñas.
Fallará la cosecha del olivo, los campos no darán alimento, faltará el ganado menor en el
aprisco, no habrá ganado mayor en los establos. ¡Mas yo en Yahveh exultaré, jubilaré en el
Dios de mi salvación!".

Ageo 1, 11: "Yo he llamado a la sequía sobre la tierra y sobre los montes, sobre el trigo, el
mosto y el aceite, sobre todo lo que produce el suelo, sobre los hombres y el ganado, y
sobre todo trabajo de manos".

Zacarías 2, 7-8: "En esto, salió el ángel que hablaba conmigo, y otro ángel salió a su
encuentro y le dijo: «Corre, habla a ese joven y dile: Como las ciudades abiertas será
habitada Jerusalén, debido a la multitud de hombres y ganados que habrá dentro de ella". 8,
10: "Porque hasta estos días no había paga para los hombres ni paga para el ganado; paz
ninguna había, a causa del enemigo, para el que salía y entraba, y yo había dado rienda
suelta a todos los hombres unos contra otros". 14, 15: "Semejante será la plaga de los
caballos, mulos, camellos y asnos, y de todo el ganado que haya en aquellos campamentos:
¡una plaga como ésa!".

Juan 4, 12: "¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él
bebieron él y sus hijos y sus ganados?»".

GARAÑÓN (es). (Es un asno semental):


Génesis 32, 14-17: “Jacob pasó allí aquella noche, y tomó de lo que tenía a mano un regalo
para su hermano Esaú, consistente en doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas
ovejas y veinte carneros, treinta camellas criando, junto con sus crías, cuarenta vacas y diez
toros, veinte asnas y diez garañones”.

GARZA (as):
Levítico 11, 13-19: “Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no podréis
comerlas por ser abominación: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, el
halcón en todas sus especies, toda clase de cuervos, el avestruz, la lechuza, la gaviota, el
gavilán en todas sus especies, el búho, el somormujo, el ibis, el cisne, el pelícano, el
calamón, la cigüeña, la garza en todas sus especies, la abubilla y el murciélago”.

Deuteronomio 14, 11-18: “Podéis comer toda ave pura, pero las siguientes no las podéis
comer: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, las diferentes especies de
halcón, todas las especies de cuervo, el avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes
especies de gavilanes, el búho, el ibis, el cisne, el pelícano, el calamón, el somormujo, la
cigüeña, las diferentes especies de garza real, la abubilla y el murciélago”.

GATO (os):
Isaías 34, 14: Los gatos salvajes se apoderarán de las naciones profanas que atacan a Israel.

Baruc 6, 21: Haya gatos en el cuerpo de los dioses, junto con lechuzas, vencejos y otros
pájaros.

GAVILÁN (es):
Levítico 11, 13-19: “Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no las
podréis comer por ser abominación: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el
buitre, el halcón en todas sus especies, toda clase de cuervos, el avestruz, la lechuza, la
gaviota, el gavilán en todas sus especies, el búho, el somormujo, el ibis, el cisne, el
pelícano, el calamón, la cigüeña, la garza en todas sus especies, la abubilla y el
murciélago”.

Deuteronomio 14, 11-18: “Podéis comer toda ave pura, pero las siguientes no las podéis
comer: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, las diferentes especies de
halcón, todas las especies de cuervo, el avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes
especies de gavilanes, el búho, el ibis, el cisne, el pelícano, el calamón, el somormujo, la
cigüeña, las diferentes especies de garza real, la abubilla y el murciélago”.

GAVIOTA (as):
Levítico 11, 13-19: “Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no podréis
comer por ser abominación: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, el
halcón en todas sus especies, toda clase de cuervos, el avestruz, la lechuza, la gaviota, el
gavilán en todas sus especies, el búho, el somormujo, el ibis, el cisne, el pelícano, el
calamón, la cigüeña, la garza en todas sus especies, la abubilla y el murciélago”.

Deuteronomio 14, 11-18: “Podéis comer toda ave pura, pero las siguientes no las podéis
comer: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, las diferentes especies de
halcón, todas las especies de cuervo, el avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes
especies de gavilanes, el búho, el ibis, el cisne, el pelícano, el calamón, el somormujo, la
cigüeña, las diferentes especies de garza real, la abubilla y el murciélago”.
GOLONDRINA (as):
Salmos 84, 3-5: “Anhela mi alma y languidece tras de los atrios de Yahveh, mi corazón y
mi carne gritan de alegría hacia el Dios vivo. Hasta el pajarillo ha encontrado una casa, y
para sí la golondrina un nido donde poner a sus polluelos: ¡Tus altares, oh Yahveh Sebaot,
rey mío y Dios mío!. Dichosos los que moran en tu casa, te alaban por siempre”.

Proverbios 26, 2: “Como se escapa el pájaro y vuela la golondrina, así no se realiza la


maldición sin motivo”.

Isaías 38, 14: “Como grulla, como golondrina chirrío, zureo como paloma. Se consumen
mis ojos de mirar hacia arriba. Yahveh, estoy oprimido, sal por mí”.

Jeremías 8, 7-9: “Hasta la cigüeña en el cielo conoce su estación, y la tórtola, la


golondrina o la grulla observan la época de sus migraciones. Pero mi pueblo ignora el
derecho de Yahveh. ¿Cómo decís: «Somos sabios, y poseemos la Ley de Yahveh?» Cuando
es bien cierto que en mentira la ha cambiado el cálamo mentiroso de los escribas. Los
sabios pasarán vergüenza, serán abatidos y presos”.

GORRIÓN (es):
Tobías 2, 7-10: “Y lloré. Cuando el sol se puso, cavé una fosa y sepulté el cadáver. Mis
vecinos se burlaban y decían: «Todavía no ha aprendido. (Pues, en efecto, ya habían
querido matarme por un hecho semejante). Apenas si pudo escapar y ya vuelve a sepultar a
los muertos». Aquella misma noche, después de bañarme, salí al patio y me recosté contra
la tapia, con el rostro cubierto a causa del calor. Ignoraba yo que arriba, en el muro, hubiera
gorriones; me cayó excremento caliente sobre los ojos y me salieron manchas blancas. Fui
a los médicos, para que me curasen; pero cuantos más remedios me aplicaban, menos veía a
causa de las manchas, hasta que me quedé completamente ciego. Cuatro años estuve sin
ver. Todos mis hermanos estaban afligidos; Ajikar, por su parte, proveyó a mi sustento
durante dos años, hasta que se trasladó a Elimaida”.

GREY:
Job 30, 1: "Mas ahora ríense de mí los que son más jóvenes que yo, a cuyos padres no
juzgaba yo dignos de mezclar con los perros de mi grey".

Salmos 68, 10-11: "Tú derramaste, oh Dios, una lluvia de larguezas, a tu heredad
extenuada, tú la reanimaste; tu grey halló una morada, aquella que en tu bondad, oh Dios, al
desdichado preparabas".
Jeremías 10, 21: "- Es que han sido torpes los pastores y no han buscado a Yahveh; así no
obraron cuerdamente, y toda su grey fue dispersada". 13, 17: "Pero si no le oyereis, en
silencio llorará mi alma por ese orgullo, y dejarán caer mi ojos lágrimas, y verterán
copiosas lágrimas, porque va cautiva la grey de Yahveh". 13, 20: "Alza tus ojos, Jerusalén,
y mira a los que vienen del norte. ¿Dónde está la grey que se te dio, tus preciosas ovejas?

Hechos 20, 28: "«Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual os ha
puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió
con la sangre de su propio Hijo".

1 Pedro 5, 2-4: "Apacentad la grey de Dios que os está encomendada, vigilando, no


forzados, sino voluntariamente, según Dios; no por mezquino afán de ganancia, sino de
corazón; no tiranizando a los que os ha tocado cuidar, sino siendo modelos de la grey. Y
cuando aparezca el Mayoral, recibiréis la corona de gloria que no se marchita".

GRULLA (as):
Isaías 38, 12-14: “Mi morada es arrancada, se me arrebata como tienda de pastor. Enrollo
como tejedor mi vida, del hilo del tejido me cortaste. De la noche a la mañana acabas
conmigo; grité hasta la madrugada: Como león tritura todos mis huesos. De la noche a la
mañana acabas conmigo. Como grulla, como golondrina chirrío, zureo como paloma. Se
consumen mis ojos de mirar hacia arriba. Yahveh, estoy oprimido, sal por mí”.

Jeremías 8, 7: “Hasta la cigüeña en el cielo conoce su estación, y la tórtola, la golondrina o


la grulla observan la época de sus migraciones. Pero mi pueblo ignora el derecho de
Yahveh”.

GUARIDA (s) (de fiera):


Job 37, 8: “Las fieras a sus guaridas huyen y en sus cubiles se cobijan”. 38, 39-40:
“¿Cazas tú acaso la presa a la leona? ¿Calmas el hambre de los leoncillos, cuando en sus
guaridas están acurrucados, o en los matorrales al acecho?”.

Cantar 4, 8: “Ven del Líbano, novia mía, ven del Líbano, vente. Otea desde la cumbre del
Amaná, desde la cumbre del Sanir y del Hermón, desde las guaridas de leones, desde los
montes de leopardos”.

Salmos 10, 9: El pérfido, “al acecho, escondido como león en su guarida, al acecho para
atrapar al desdichado, atrapa al desdichado arrastrándole en su red”. 17, 12: Los pérfidos
“son como el león ávido de presa, o el leoncillo agazapado en su guarida”. 104, 21-23:
“Los leoncillos rugen por la presa, y su alimento a Dios reclaman. Cuando el sol sale, se
recogen, y van a echarse a sus guaridas; el hombre sale a su trabajo, para hacer su faena
hasta la tarde”.

Isaías 35, 7: “En la guarida donde moran los chacales verdeará la caña y el papiro”.

Jeremías 9, 10: “Voy a hacer de Jerusalén un montón de piedras, guarida de chacales, y de


las ciudades de Judá haré una soledad sin ningún habitante”. 10, 22: “¡Se oye un rumor! ¡ya
llega!: un gran estrépito del país del norte, para trocar las ciudades de Judá en desolación,
guarida de chacales”. 21, 13: “Mira que por ti va, población del valle, la Roca del Llano -
oráculo de Yahveh-: vosotros, los que decís: «¿Quién se nos echará encima? ¿Quién entrará
en nuestras guaridas?»”. 49, 33: “Y vendrá a ser Jasor guarida de chacales, desolación
sempiterna, donde no se asienta nadie y en la que no reside ser humano”. 51, 36-37: “Por
tanto, así dice Yahveh: Heme aquí, que defiendo tu causa y vengo tu venganza, y deseco el
mar de el y dejo enjuto su hontanar, y vendrá a ser Babilonia montón de piedras, guarida
de chacales, tema de pasmo y rechifla, sin ningún habitante”.

Sofonías 2, 15: “Tal será la ciudad alegre que reposaba en seguridad, la que decía en su
corazón: «¡Yo, y nadie más!» ¡Cómo ha quedado en desolación, en guarida de animales!
Todo el que pasa junto a ella silba y menea su mano”.

Mateo 8, 20: “Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el
Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza»”.

Lucas 9, 58: “Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el
Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza»”.

Apocalipsis 18, 1-2: “Después de esto vi bajar del cielo a otro Ángel, que tenía gran poder,
y la tierra quedó iluminada con su resplandor. Gritó con potente voz diciendo: «¡Cayó, cayó
la Gran Babilonia! Se ha convertido en morada de demonios, en guarida de toda clase de
espíritus inmundos, en guarida de toda clase de aves inmundas y detestables”.

GUSANO (os) (gusanera):


Éxodo 16, 13-21: “Aquella misma tarde vinieron las codornices y cubrieron el
campamento; y por la mañana había una capa de rocío en torno al campamento. Y al
evaporarse la capa de rocío apareció sobre el suelo del desierto una cosa menuda, como
granos, parecida a la escarcha de la tierra. Cuando los israelitas la vieron, se decían unos a
otros: «¿Qué es esto?» Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: «Este es el pan que
Yahveh os da por alimento. He aquí lo que manda Yahveh: Que cada uno recoja cuanto
necesite para comer, un gomor por cabeza, según el número de los miembros de vuestra
familia; cada uno recogerá para la gente de su tienda». Así lo hicieron los israelitas; unos
recogieron mucho y otros poco. Pero cuando lo midieron con el gomor, ni los que
recogieron poco tenían de menos. Cada uno había recogido lo que necesitaba para su
sustento. Moisés les dijo: «Que nadie guarde nada para el día siguiente». Pero no
obedecieron a Moisés, y algunos guardaron algo para el día siguiente; pero se llenó de
gusanos y se pudrió; y Moisés se irritó contra ellos. Lo recogían por las mañanas, cada cual
según lo que necesitaba; y luego, con el calor del sol, se derretía”.

Deuteronomio 28, 39: “Plantarás y cultivarás viñas, pero no beberás vino ni recogerás
nada, porque el gusano las devorará”.

Job 7, 1-6: “¿No es una milicia lo que hace el hombre en la tierra? ¿No son jornadas de
mercenario sus jornadas? Como esclavo que suspira por la sombra, o como jornalero que
espera su salario, así meses de desencanto son mi herencia, y mi suerte noches de dolor. Al
acostarme, digo: «¿Cuándo llegará el día?» Al levantarme: «¿Cuándo será de noche?», y
hasta el crepúsculo ahíto estoy de sobresaltos. Mi carne está cubierta de gusanos y de
costras terrosas, mi piel se agrieta y supura. Mis días han sido más raudos que la lanzadera,
han desaparecido al acabarse el hilo”. 17, 11-16: “Mis días han pasado con mis planes, se
han deshecho los deseos de mi corazón. Algunos hacen de la noche día: se acercaría la luz
que ahuyenta las tinieblas. Mas ¿qué espero? Mi casa es el sheol, en las tinieblas extendí mi
lecho. Y grito a la fosa: «¡Tú mi padre!», a los gusanos: «¡Mi madre y mis hermanos!»
¿Dónde está, pues, mi esperanza? Y mi felicidad ¿quién la divisa? ¿Van a bajar conmigo
hasta el sheol? ¿Nos hundiremos juntos en el polvo?”. 21, 23-28: “Hay quien muere en su
pleno vigor, en el colmo de la dicha y de la paz, repletos de grasa su ijares, bien empapado
el meollo de sus huesos. Y hay quien muere, la amargura en el alma, sin haber gustado la
ventura. Juntos luego se acuestan en el polvo, y los gusanos los recubren. ¡Oh, sé muy bien
lo que pensáis, las malas ideas que os formáis sobre mí! «¿Dónde está, os decís, la casa del
magnate? ¿Dónde la tienda que habitaban los malos?»”. 25, 1-6: “Bildad de Súaj tomó la
palabra y dijo: “Es soberano de temible fuerza el que hace reinar la paz en sus alturas.
¿Puede contar alguien sus tropas? ¿Contra quién no se alza su luz? ¿Cómo un hombre será
justo ante Dios? ¿Cómo puro el nacido de mujer? Si ni la luna misma tiene brillo, ni las
estrellas son puras a sus ojos, ¡cuánto menos un hombre, esa gusanera, un hijo de hombre,
ese gusano!”.

Salmos 22, 7-9: “Yo soy gusano, que no hombre, vergüenza del vulgo, asco del pueblo,
todos los que me ven de mí se mofan, tuercen los labios, menean la cabeza: «Se confió a
Yahveh, ¡pues que él le libre, que le salve, puesto que le ama!»”.
Sirácida 7, 15-17: “No rehuyas el trabajo penoso, ni la labor del campo que creó el
Altísimo. No te incluyas en el grupo de los pecadores, recuerda que la Cólera no se hará
esperar. Humilla hondamente tu alma, que el castigo del impío es fuego y gusanos”. 10, 9-
12: “¿Por qué se enorgullece el que es tierra y ceniza? ¡Si ya en vida es su vientre
podredumbre! La larga enfermedad deja perplejo al médico, y el que hoy es rey fenecerá
mañana. Y cuando un hombre muere, recibe como herencia reptiles, fieras y gusanos. El
comienzo del orgullo del hombre es alejarse del Señor, cuando de su Hacedor se apartó su
corazón”. 19, 1-3: “Un obrero bebedor nunca se enriquecerá, el que desprecia las cosas
pequeñas, poco a poco caerá. Vino y mujeres pervierten a los inteligentes, el que va a
prostitutas es aún más temerario. De larvas y gusanos será herencia, el temerario perderá su
vida”.

Isaías 14, 11-13: “Ha sido precipitada al sheol tu arrogancia al son de tus cítaras. Tienes
bajo ti una cama de gusanos, tus mantas son gusanera. ¡Cómo has caído de los cielos,
Lucero, hijo de la Aurora! ¡Has sido abatido a tierra, dominador de naciones! Tú que habías
dicho en tu corazón: «Al cielo voy a subir, por encima de las estrellas de Dios alzaré mi
trono, y me sentaré en el Monte de la Reunión, en el extremo norte”. 41. 13-18: “Porque yo,
Yahveh tu Dios, te tengo asido por la diestra. Soy yo quien te digo: «No temas, yo te
ayudo». No temas, gusano de Jacob, gente de Israel: yo te ayudo -oráculo de Yahveh- y tu
redentor es el Santo de Israel. He aquí que te he convertido en trillo nuevo, de dientes
dobles. Triturarás los montes y los desmenuzarás, y los cerros convertirás en tamo. Los
beldarás, y el viento se los llevará, y una ráfaga los dispersará. Y tú te regocijarás en
Yahveh, en el Santo de Israel te gloriarás. Los humildes y los pobres buscan agua, pero no
hay nada. La lengua se les secó de sed. Yo, Yahveh, les responderé, Yo, Dios de Israel, no
los desampararé. Abriré sobre los calveros arroyos y en medio de las barrancas
manantiales. Convertiré el desierto en lagunas y la tierra árida en hontanar de aguas”. 66,
23-24: “Así pues, de luna en luna nueva y de sábado en sábado, vendrá todo el mundo a
prosternarse ante mí -dice Yahveh-. Y en saliendo, verán los cadáveres de aquellos que se
rebelaron contra mí; su gusano no morirá, su fuego no se apagará, y serán el asco de todo el
mundo”.

Baruc 6, 9-11: “Ocurre a veces que los sacerdotes roban a sus dioses oro y plata y lo
emplean en sus propios gastos, y llegan a dárselo incluso a las prostitutas de la terraza. Los
adornan también con vestidos como si fuesen hombres, a esos dioses de plata, oro y
madera; pero éstos no se libran ni de la roña ni de los gusanos. Por muy envueltos que
estén en vestidos de púrpura, tienen que lavarles la cara, debido al polvo de la casa que los
recubre espesamente”. 6, 18-19: “Les encienden lámparas y aun más que para ellos
mismos, cuando los dioses no pueden ver ni una sola de ellas. Les pasa lo mismo que a las
vigas de la casa cuyo interior se dice que está apolillado. A los gusanos que suben del suelo
y los devoran, a ellos y sus vestidos, no los sienten”.

Jonás 4, 5-8: “Salió Jonás de la ciudad y se sentó al oriente de la ciudad; allí se hizo una
cabaña bajo la cual se sentó a la sombra, hasta ver qué sucedía en la ciudad. Entonces
Yahveh Dios dispuso una planta de ricino que creciese por encima de Jonás para dar
sombra a su cabeza y librarle así de su mal. Jonás se puso muy contento por aquel ricino.
Pero al día siguiente, al rayar el alba, Yahveh mandó a un gusano, y el gusano picó al
ricino, que se secó. Al salir el sol, mandó Dios un sofocante viento solano. El sol hirió la
cabeza de Jonás, y éste se desvaneció; se deseó la muerte y dijo: «¡Mejor me es la muerte
que la vida!»”.

Judit. 16, 17: “¡Ay de las naciones que se alzan contra mi raza! El Señor Omnipotente les
dará el castigo en el día del juicio. Entregará sus cuerpos al fuego y a los gusanos, y
gemirán en dolor eternamente".

1 Macabeos 2, 60-63: “Daniel, por su rectitud, escapó de las fauces de los leones. Advertid,
pues, que de generación en generación todos los que esperan en Él jamás sucumben. No
temáis amenazas de hombre pecador: su gloria parará en estiércol y gusanos; estará hoy
encumbrado y mañana no se le encontrará: habrá vuelto a su polvo y sus maquinaciones se
desvanecerán”.

2 Macabeos 9, 8-10: “Antíoco, el que poco antes pensaba dominar con su altivez de
superhombre las olas del mar, y se imaginaba pesar en una balanza las cimas de las
montañas, caído por tierra, era luego transportado en una litera, mostrando a todos de forma
manifiesta el poder de Dios, hasta el punto que de los ojos del impío pululaban gusanos,
caían a pedazos sus carnes, aun estando con vida, entre dolores y sufrimientos, y su infecto
hedor apestaba todo el ejército. Al que poco antes creía tocar los astros del cielo, nadie
podía ahora llevarlo por la insoportable repugnancia del hedor”.

Marcos 9, 43-49: “Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres
manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu
pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos
pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que
entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna,
donde su gusano no muere y el fuego no se apaga; pues todos han de ser salados con
fuego”.

Hechos 12, 19-23: “Herodes hizo buscar a Santiago, y, al no encontrarle, procesó a los
guardias y mandó ejecutarlos. Después bajó de Judea a Cesarea y se quedó allí. Estaba
Herodes fuertemente irritado con los de Tiro y Sidón. Estos, de común acuerdo, se le
presentaron y habiéndose ganado a Blasto, camarlengo del rey, solicitaban hacer las paces,
pues su país se abastecía del país del rey. El día señalado, Herodes, regiamente vestido y
sentado en la tribuna, les arengaba. Entonces el pueblo se puso a aclamarle: «¡Es un dios el
que habla, no un hombre!». Pero inmediatamente le hirió el Ángel del Señor porque no
había dado la gloria a Dios; y, convertido en pasto de gusanos, expiró”.
HALCÓN:
Levítico 11, 13-19: “Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no podréis
comer por ser abominación: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, el
halcón en todas sus especies, toda clase de cuervos, el avestruz, la lechuza, la gaviota, el
gavilán en todas sus especies, el búho, el somormujo, el ibis, el cisne, el pelícano, el
calamón, la cigüeña, la garza en todas sus especies, la abubilla y el murciélago”.

Deuteronomio 14, 11-18: “Podéis comer toda ave pura, pero las siguientes no las podéis
comer: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, las diferentes especies de
halcón, todas las especies de cuervo, el avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes
especies de gavilanes, el búho, el ibis, el cisne, el pelícano, el calamón, el somormujo, la
cigüeña, las diferentes especies de garza real, la abubilla y el murciélago”.

Job 39, 13: “El ala del avestruz, ¿se puede comparar al plumaje de la cigüeña y del
halcón?” . 39, 26: “¿Acaso por tu acuerdo el halcón emprende el vuelo, despliega sus alas
hacia el sur?”.
HALIETO: Lev.
HIENA (as):
Sirácida 13, 16-18: “Todo animal según su especie se une, a su semejante se adhiere el
hombre. ¿Cómo podrá convivir lobo con cordero? Así el pecador con el piadoso. ¿Qué paz
puede tener la hiena con el perro? ¿Qué paz el rico con el indigente?”.

Isaías 13, 19-22: “Babilonia, la flor de los reinos, prez y orgullo de Caldea, será semejante
a Sodoma y Gomorra, destruidas por Dios. No será habitada jamás ni poblada en
generaciones y generaciones, ni pondrá tienda allí el árabe, ni pastores apacentarán allí. Allí
tendrán aprisco bestias del desierto y se llenarán sus casas de mochuelos. Allí morarán las
avestruces y los sátiros brincarán allí. Se responderán las hienas en sus alcázares y los
chacales en sus palacios de recreo. Su hora está para llegar y sus días no tendrán prórroga”.
34, 11-15: “La heredarán el pelícano y el erizo, el ibis y el cuervo residirán en ella. Tenderá
Yahveh sobre ella la plomada del caos y el nivel del vacío. Los sátiros habitarán en ella, ya
no habrá en ella nobles que proclamen la realeza, y todos sus príncipes serán aniquilados.
En sus alcázares crecerán espinos, ortigas y cardos en sus fortalezas; será morada de
chacales y dominio de avestruces. Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro
llamará al otro; también allí reposará Lilit y en él encontrará descanso. Allí anidará la
víbora, pondrá, incubará y hará salir del huevo. También allí se juntarán los buitres”.

Jeremías 50, 35-39: “¡Espada a los caldeos -oráculo de Yahveh- y a los habitantes de
Babilonia, a sus jefes y a sus sabios! Espada a sus adivinos, y quedarán por necios. Espada
a sus valientes, y desmayarán. Espada a sus caballos y a sus carros, a toda la mezcolanza de
gentes que hay dentro de ella, y serán como mujeres. Espada a sus tesoros y serán
saqueados. ¡Sequía a sus aguas y se secarán; porque tierra de ídolos es aquélla, y por sus
Espantos pierden la cabeza! Por eso vivirán las hienas con los chacales y vivirán en ella las
avestruces, y no será habitada nunca jamás ni será poblada por siglos y siglos”.

HORMIGA:
Proverbios 6, 4-11: “No concedas a tus ojos sueño ni a tus párpados reposo; líbrate, como
la gacela del lazo, como el pájaro de la mano del pajarero. Vete donde la hormiga,
perezoso, mira sus andanzas y te harás sabio. Ella no tiene jefe, ni capataz, ni amo; asegura
en el verano su sustento, recoge su comida al tiempo de la mies. ¿Hasta cuándo, perezoso,
estarás acostado? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco dormir, otro poco dormitar,
otro poco tumbarse con los brazos cruzados; y llegará como vagabundo tu miseria y como
un mendigo tu pobreza”.

IBIS:
Levítico 11, 13- 19: “Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no podréis
comer por ser abominación: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, el
halcón en todas sus especies, toda clase de cuervos, el avestruz, la lechuza, la gaviota, el
gavilán en todas sus especies, el búho, el somormujo, el ibis, el cisne, el pelícano, el
calamón, la cigüeña, la garza en todas sus especies, la abubilla y el murciélago”.

Deuteronomio 14, 11-18: “Podéis comer toda ave pura, pero las siguientes no las podéis
comer: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, las diferentes especies de
halcón, todas las especies de cuervo, el avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes
especies de gavilanes, el búho, el ibis, el cisne, el pelícano, el calamón, el somormujo, la
cigüeña, las diferentes especies de garza real, la abubilla y el murciélago”.

Job 38, 36: “¿Quién puso en el ibis la sabiduría? ¿Quién dio al gallo inteligencia?”.

Isaías 34, 8-15: “Porque es día de venganza para Yahveh, año de desquite del defensor de
Sión. Se convertirán sus torrentes en pez, su polvo en azufre, y se hará su tierra pez
ardiente. Ni de noche ni de día se apagará, por siempre subirá el humo de ella. De
generación en generación quedará arruinada, y nunca jamás habrá quien pase por ella. La
heredarán el pelícano y el erizo, el ibis y el cuervo residirán en ella. Tenderá Yahveh sobre
ella la plomada del caos y el nivel del vacío. Los sátiros habitarán en ella, ya no habrá en
ella nobles que proclamen la realeza, y todos sus príncipes serán aniquilados. En sus
alcázares crecerán espinos, ortigas y cardos en sus fortalezas; será morada de chacales y
dominio de avestruces. Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro;
también allí reposará Lilit y en él encontrará descanso. Allí anidará la víbora, pondrá,
incubará y hará salir del huevo. También allí se juntarán los buitres”.

JABALÍ:
Salmos 80, 8-16: “¡Oh Dios Sebaot, haznos volver, y brille tu rostro, para que seamos
salvos! Una viña de Egipto arrancaste, expulsaste naciones para plantarla a ella, le
preparaste el suelo, y echó raíces y llenó la tierra. Su sombra cubría las montañas, sus
pámpanos los cedros de Dios; extendía sus sarmientos hasta el mar, hasta el Río sus
renuevos. ¿Por qué has hecho brecha en sus tapias, para que todo el que pasa por el camino
la vendimie, el jabalí salvaje la devaste, y la pele el ganado de los campos? ¡Oh Dios
Sebaot, vuélvete ya, desde los cielos mira y ve, visita a esta viña, cuídala, a ella, la que
plantó tu diestra!”.

LAGARTO:
Levítico 11, 29-30: “De entre los bichos pequeños que andan arrastrándose por el suelo
serán impuros para vosotros: la comadreja, el ratón el lagarto en sus diversas especies, el
erizo, el cocodrilo, el camaleón, la salamandra y el topo”.
Proverbios 30, 24-28: “Hay cuatro seres los más pequeños de la tierra, pero que son más
sabios que los sabios: las hormigas -multitud sin fuerza- que preparan en verano su
alimento; los damanes -multitud sin poder-, que ponen sus casas en la roca; las langostas,
que sin tener rey, salen todas en orden; el lagarto, al que se agarra con la mano y está en los
palacios de los reyes”.
LANGOSTA (s):
Éxodo 10, 3-6: “Fueron, pues, Moisés y Aarón donde Faraón y le dijeron: «Así dice
Yahveh, el Dios de los hebreos: “¿Hasta cuándo te resistirás a humillarte ante mí? Deja
salir a mi pueblo para que me dé culto. Si te niegas a dejar salir a mi pueblo, mira que
mañana traeré langostas sobre tu territorio; y cubrirán la superficie del país, de suerte que
ni podrá verse el suelo. Devorarán lo que os quedó de la granizada, y comerán todos los
árboles que os crecen en el campo. Llenarán tus casas, las casas de todos los egipcios, como
nunca vieron tus padres, ni los padres de tus padres, desde el día en que existieron sobre la
tierra hasta el día de hoy». Y, retirándose, salió de la presencia de Faraón”. 10, 12-19:
“Yahveh dijo a Moisés: «Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para que venga la
langosta; que suba sobre el país de Egipto y coma toda la hierba del país, todo lo que dejó
el granizo.» Moisés extendió su cayado sobre la tierra de Egipto; y Yahveh hizo soplar el
solano sobre el país todo aquel día y toda la noche. Y cuando amaneció, el solano había
traído la langosta. La langosta invadió todo el país de Egipto, y se posó en todo el territorio
egipcio, en cantidad tan grande como nunca había habido antes tal plaga de langosta ni la
habría después. Cubrieron toda la superficie del país hasta oscurecer la tierra; devoraron
toda la hierba del país y todos los frutos de los árboles que el granizo había dejado; no
quedó nada verde ni en los árboles ni en las hierbas del campo en toda la tierra de Egipto.
Entonces Faraón llamó a toda prisa a Moisés y a Aarón, y dijo: «He pecado contra Yahveh,
vuestro Dios, y contra vosotros. Ahora, pues, perdonad por favor mi pecado, siquiera por
esta vez; rogad a Yahveh, vuestro Dios, que aparte de mí al menos esta mortandad.» Salió
Moisés de la presencia de Faraón y rogó a Yahveh. Yahveh hizo que soplara con gran
violencia un viento del mar que se llevó la langosta y la echó al mar de Suf. No quedó ni
una langosta en todo el territorio de Egipto”.

Levítico 11, 21-23: “Pero de todos los bichos alados que andan sobre cuatro patas, podréis
comer aquellos que además de sus cuatro patas tienen zancas para saltar con ellas sobre el
suelo. De ellos podréis comer: la langosta en sus diversas especies y toda clase de solam,
de jargol y de jagab. Cualquier otro bicho alado de cuatro patas será para vosotros
abominable”.

Deuteronomio 28, 36-43: “Yahveh te llevará a ti y al que hayas puesto sobre ti a una
nación que ni tú ni tus padres conocíais, y allí servirás a otros dioses, de madera y de
piedra. Serás el asombro, el proverbio y la irrisión de todos los pueblos a donde Yahveh te
conduzca. Echarás en tus campos mucha semilla y cosecharás poco, porque la asolará la
langosta. Plantarás y cultivarás viñas, pero no beberás vino ni recogerás nada, porque el
gusano las devorará. Tendrás olivos por todo tu territorio, pero no te ungirás de aceite,
porque tus olivos caerán. Engendrarás hijos e hijas, pero no serán para ti, porque irán al
cautiverio. Todos tus árboles y los frutos de tu suelo serán presa de los insectos. El
forastero que vive junto a ti subirá a costa tuya cada vez más alto, y tú caerás cada vez más
bajo”.
Jueces 6, 3-6: “Cuando sembraba Israel, venía Madián, con Amalec y los hijos de Oriente:
subían contra Israel, acampaban en sus tierras y devastaban los productos de la tierra hasta
la entrada de Gaza. No dejaban víveres en Israel: ni ovejas, ni bueyes, ni asnos, porque
subían numerosos como langostas, con sus ganados y sus tiendas. Ellos y sus camellos eran
innumerables e invadían el país para saquearlo. Así Madián redujo a Israel a una gran
miseria y los israelitas clamaron a Yahveh”. 7, 10-15: “No obstante, si temes bajar, baja al
campamento con tu criado Purá, y escucha lo que dicen. Se fortalecerá tu mano con ello y
luego bajarás a atacar al campamento. Bajó, pues, con su criado Purá hasta la extremidad de
las avanzadillas del campamento. Madián, Amalec y todos los hijos de Oriente habían
caído sobre el valle, numerosos como langostas, y sus camellos eran innumerables como la
arena de la orilla del mar. Se acercó Gedeón y he aquí que un hombre contaba un sueño a
su vecino; decía: «He tenido un sueño: una hogaza de pan de cebada rodaba por el
campamento de Madián, llegó hasta la tienda, chocó contra ella y la volcó lo de arriba
abajo.» Su vecino le respondió: «Esto no puede significar más que la espada de Gedeón,
hijo de Joás, el israelita. Dios ha entregado en sus manos a Madián y a todo el
campamento.» Cuando Gedeón oyó la narración del sueño y su explicación, se postró,
volvió al campamento de Israel y dijo: « ¡Levantaos! porque Yahveh ha puesto en vuestras
manos el campamento de Madián»”.

1 Reyes 8, 33-40: Oró Salomón diciendo: “«Cuando tu pueblo Israel sea batido por su
enemigo por haber pecado contra ti, si se vuelven a ti y alaban tu Nombre, orando y
suplicando ante ti en esta Casa, escucha tú desde los cielos y perdona el pecado de tu
pueblo Israel y vuélvelos a la tierra que diste a sus padres. «Cuando los cielos estén
cerrados y no haya lluvia porque pecaron contra ti, si oran en este lugar y alaban tu Nombre
y se convierten de su pecado porque les humillaste, escucha tú desde los cielos y perdona el
pecado de tu siervo y de tu pueblo Israel, pues les enseñarás el camino bueno por el que
deberán andar, y envía lluvia sobre tu tierra, la que diste a tu pueblo en herencia. «Cuando
haya hambre en el país, cuando haya peste, tizón, añublo, langosta o pulgón, cuando su
enemigo le asedie en una de sus puertas, en todo azote y toda enfermedad, si un hombre
cualquiera, experimentando remordimiento en su corazón, eleva cualquier plegaria o
cualquier súplica y extiende las manos hacia esta Casa, escucha tú desde los cielos, lugar de
tu morada, perdona y da a cada uno según sus caminos, pues tú conoces su corazón y sólo
tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres, para que te teman todos los días
que vivan sobre la faz de la tierra que has dado a nuestros padres”.

2 Crónicas 6, 18-31: “Pero ¿es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre la
tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta Casa
que yo te he construido! Atiende a la plegaria de tu siervo y a su petición, Yahveh, Dios
mío, y escucha el clamor y la plegaria que tu siervo hace en tu presencia. ¡Que tus ojos
estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre este lugar del que dijiste que pondrías en
él tu Nombre para escuchar la oración que dirige tu siervo hacia este lugar! «Oye, pues, las
plegarias de tu siervo Israel, tu pueblo, cuando oren hacia este lugar. Escucha tú desde el
lugar de tu morada, desde los cielos; escucha y perdona. «Cuando un hombre peque contra
su prójimo, y éste pronuncie una imprecación sobre él, haciéndole jurar delante de tu altar
en esta Casa, escucha tú desde los cielos y obra; juzga a tus siervos. Da su merecido al
inicuo, haciendo recaer su conducta sobre su cabeza y declarando inocente al justo, para
darle según su justicia. «Si Israel, tu pueblo, es batido por el enemigo por haber pecado
contra ti, y ellos se vuelven y alaban tu Nombre orando y suplicando ante ti en esta Casa,
escucha tú desde los cielos, perdona el pecado de tu pueblo Israel, y vuélvelos a la tierra
que les diste a ellos y a sus padres. «Cuando los cielos estén cerrados y no haya lluvia
porque pecaron contra ti, si oran en este lugar y alaban tu nombre, y se convierten de su
pecado porque les humillaste, escucha tú desde los cielos y perdona el pecado de tus siervos
y de tu pueblo Israel, pues les enseñarás el camino bueno por el que deben andar, y envía
lluvia sobre tu tierra, la que diste a tu pueblo por herencia. «Cuando haya hambre en esta
tierra, cuando haya peste, tizón, añublo, langosta o pulgón, cuando su enemigo le asedie en
una de sus puertas, en todo azote y toda enfermedad, si un hombre cualquiera, o todo Israel,
tu pueblo, hace oraciones y súplicas, y, reconociendo su pena y su dolor, tiende sus manos
hacia esta Casa, escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, y perdona, dando a cada
uno según todos sus caminos, pues tú conoces su corazón - y sólo tú conoces el corazón de
todos los hijos de los hombres - para que teman y sigan tus caminos todos los días que
vivan sobre la haz de la tierra que has dado a nuestros padres”. 7, 12-16: “Aparecióse
entonces Yahveh a Salomón por la noche y le dijo: «He oído tu oración, y me he elegido
este lugar como Casa de sacrificio. Si yo cierro el cielo y no llueve, si yo mando a la
langosta devorar la tierra, o envío la peste entre mi pueblo; y mi pueblo, sobre el cual es
invocado mi Nombre, se humilla, orando y buscando mi rostro, y se vuelven de sus malos
caminos, yo les oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra. Mis ojos
estarán abiertos, y mis oídos atentos a la oración que se haga en este lugar; pues ahora he
escogido y santificado esta Casa, para que en ella permanezca mi Nombre por siempre. Allí
estarán mis ojos y mi corazón todos los días”.

Judit 2, 19-24: “Se puso luego Holofernes en camino con todo su ejército para preceder al
rey Nabucodonosor y para cubrir toda la superficie de la tierra de occidente con sus carros,
sus caballos y sus mejores infantes. Se les agregó una multitud tan numerosa como la
langosta y como la arena de la tierra, que les seguía en tan gran número que no se podía
calcular. Se alejaron de Nínive tres jornadas de camino hasta la llanura de Bektilez, y
acamparon junto a Bektilez, cerca del monte que está a la izquierda de la Cilicia superior.
Tomó todo su ejército, infantes, jinetes y carros, y partió de allí hacia la montaña.
Desbarató a Put y Lud, devastó a todos los hijos de Rassis y a los hijos de Ismael que están
al borde del desierto, al sur de Jeleón, atravesó el Eufrates, recorrió Mesopotamia, arrasó
todas las ciudades altas que dominan el torrente Abroná y llegó hasta el mar”.

Job 39, 19-20: “¿Das tú al caballo la bravura? ¿Revistes su cuello de tremolante crin? ¿Le
haces brincar como langosta? ¡Terror infunde su relincho altanero!”.

Salmos 78, 40-51: “¡Cuántas veces se rebelaron contra Él en el desierto, le irritaron en


aquellas soledades! Otra vez a tentar a Dios volvían, a exasperar al Santo de Israel; no se
acordaron de su mano, del día en que les libró del adversario; cuando hizo en Egipto sus
señales, en el campo de Tanis sus prodigios. Trocó en sangre sus ríos y sus arroyos para
que no bebiesen. Tábanos les mandó que los comieron, y ranas que los infestaron; entregó a
la langosta sus cosechas, el fruto de su afán al saltamontes; asoló con granizo sus viñedos,
y con la helada sus sicómoros; entregó sus ganados al pedrisco y a los rayos sus rebaños.
Lanzó contra ellos el fuego de su cólera, indignación, enojo y destrucción, tropel de
mensajeros de desgracias; libre curso dio a su ira. No preservó sus almas de la muerte, a la
peste sus vidas entregó; hirió en Egipto a todo primogénito, las primicias de la raza en las
tiendas de Cam”. 105, 26-37: “Luego envió a Moisés su servidor, y Aarón, su escogido, que
hicieron entre ellos sus señales anunciadas, prodigios en el país de Cam. Mandó tinieblas y
tinieblas hubo, mas ellos desafiaron sus palabras. Trocó en sangre sus aguas y a sus peces
dio muerte. Pululó de ranas su país, hasta en las moradas de sus reyes; mandó Él, y vinieron
los mosquitos, los cínifes por toda su comarca. Les dio por lluvia el granizo, llamas de
fuego en su país; hirió sus viñedos, sus higueras, y los árboles quebró de su comarca. Dio la
orden, y llegó la langosta, y el pulgón en número incontable; comieron toda hierba en su
país, comieron el fruto de su suelo. E hirió en su país a todo primogénito, las primicias de
todo su vigor; y a ellos los sacó con plata y oro, ni uno solo flaqueó de entre sus tribus”.
109, 21-26: “¡Y tú, Señor Yahveh, actúa por mí en gracia de tu nombre, porque tu amor es
bueno, líbrame!, Porque soy pobre y desdichado, y tengo dentro herido el corazón; cual
sombra que declina me voy yendo, me han sacudido igual que a la langosta. Por tanto
ayuno se doblan mis rodillas, falta de aceite mi carne ha enflaquecido; me he hecho el
insulto de ellos, me ven y menean su cabeza. ¡Ayúdame, Yahveh, Dios mío, sálvame por tu
amor!”.

Proverbios 30, 24-29: “Hay cuatro seres, los más pequeños de la tierra, pero que son más
sabios que los sabios: las hormigas - multitud sin fuerza - que preparan en verano su
alimento; los damanes - multitud sin poder -, que ponen sus casas en la roca; las langostas,
que sin tener rey, salen todas en orden; el lagarto, al que se agarra con la mano y está en los
palacios de los reyes”.

Sabiduría 16, 6-12: “Como advertencia se vieron atribulados por breve tiempo, pues tenían
una señal de salvación como recuerdo del mandamiento de tu Ley; y el que a ella se volvía,
se salvaba, no por lo que contemplaba, sino por ti, Salvador de todos. De este modo
convenciste a nuestros enemigos de que tú eres el que libras de todo mal: a ellos picaduras
de langostas y moscas los mataban, - y bien merecían que bichos tales los castigasen - sin
que remedio hallaran para su vida; a tus hijos, en cambio, ni dientes de serpientes
venenosas los vencieron, pues vino tu misericordia en su socorro y los sanó. Las
mordeduras - pronto curadas - les recordaban tus preceptos no fuera que, cayendo en
profundo olvido, se vieran excluidos de tu liberalidad. Ni los curó hierba ni emplasto
alguno, sino tu palabra, Señor, que todo lo sana”.

Qohelet 12, 1-8: “Acuérdate de tu Creador en tus días mozos, mientras no vengan los días
malos, y se echen encima años en que dirás: «No me agradan»; mientras no se nublen el sol
y la luz, la luna y las estrellas, y retornen las nubes tras la lluvia; cuando tiemblen los
guardas de palacio y se doblen los guerreros, se paren las moledoras, por quedar pocas, se
queden a oscuras las que miran por las ventanas, y se cierren las puertas de la calle,
ahogándose el son del molino; cuando uno se levante al canto del pájaro, y se enmudezcan
todas las canciones. También la altura da recelo, y hay sustos en el camino, florece el
almendro, está grávida la langosta, y pierde su sabor la alcaparra; y es que el hombre se va
a su eterna morada, y circulan por la calle los del duelo; mientras no se quiebre la hebra de
plata, se rompa la bolita de oro, se haga añicos el cántaro contra la fuente, se caiga la polea
dentro del pozo, vuelva el polvo a la tierra, a lo que era, y el espíritu vuelva a Dios que es
quien lo dio. ¡Vanidad de vanidades! - dice Qohélet -: ¡todo vanidad!”.

Sirácida 43, 11-19: “Mira el arco iris y a su Hacedor bendice, ¡qué bonito en su esplendor!
Rodea el cielo con aureola de gloria, lo han tendido las manos del Altísimo. Con su orden
precipita la nieve, y fulmina los rayos según su decreto. Por eso se abren sus cilleros, y
vuelvan las nubes como pájaros. Con su grandeza hace espesas las nubes, y se desmenuzan
las piedras de granizo. A su vista se conmueven los montes. A su voluntad sopla el viento
del sur. El bramido de su trueno insulta a la tierra, el huracán del norte y los ciclones. Como
pájaros que se posan esparce la nieve, que baja como langosta que salta al suelo. Admira el
ojo la belleza de su blancura, y al verla caer se pasma el corazón. El derrama también sobre
la tierra la escarcha como sal, que al helarse se queda como pinchos de espinas”.

Isaías 33, 1-6: “¡Ay, tú que saqueas, y no has sido saqueado, que despojas, y no has sido
despojado! En terminando tú de saquear, serás saqueado; así que acabes de despojar, serás
despojado; Yahveh, ten piedad de nosotros, en ti esperamos. Sé nuestro brazo por las
mañanas y nuestra salvación en tiempo de apretura. Al fragor del estrépito se dispersan los
pueblos, al alzarte tú se desperdigan las gentes, se amontona el botín como quien amontona
saltamontes, se abalanzan sobre él, como se abalanzan las langostas. Exaltado sea Yahveh,
pues reposa en lo alto; llene a Sión de equidad y de justicia. Sean tus días estables; la
riqueza que salva son la sabiduría y la ciencia, el temor de Yahveh sea tu tesoro”.

Jeremías 46, 23-24: “Talaron su selva - oráculo de Yahveh - porque era impenetrable, pues
eran más numerosos que la langosta, y no se les podía contar. Han puesto en vergüenza a la
hija de Egipto: ha sido entregada al pueblo del norte”. 51, 13-14: “Tú, la que estás instalada
sobre ingentes aguas, la de ingentes tesoros, llegó tu fin, el término de tus ganancias. Lo ha
jurado Yahveh Sebaot por sí mismo: Yo he de colmarte de hombres como de langostas, y
entonarán contra ti el cantar de los lagareros”. 51, 27: “Alzad bandera en la tierra, tocad
cuerno en las naciones. Haced leva santa contra ella en las naciones, citad contra ella a los
reinos. de Ararat, Minní y Askenaz, estableced contra ella reclutador, haced que ataque la
caballería cual langosta”.

Joel 1, 4: “Lo que dejó la oruga lo devoró la langosta, lo que dejó la langosta lo devoró el
pulgón, lo que dejó el pulgón lo devoró el saltón”. 2, 24-27: “Las eras se llenarán de trigo
puro, de mosto y aceite virgen los lagares rebosarán. «Yo os compensaré de los años en que
os devoraron la langosta y el pulgón, el saltón y la oruga, mi gran ejército, que contra
vosotros envié.» Comeréis en abundancia hasta hartaros, y alabaréis el nombre de Yahveh
vuestro Dios, que hizo con vosotros maravillas. (¡Mi pueblo no será confundido jamás!).
«Y sabréis que en medio de Israel estoy yo, ¡yo, Yahveh, vuestro Dios, y no hay otro! ¡Y
mi pueblo no será confundido jamás!»”.

Amós 4, 0-10: “Os he herido con tizón y añublo, he secado vuestras huertas y viñedos;
vuestras higueras y olivares los ha devorado la langosta; ¡y no habéis vuelto a mí!, oráculo
de Yahveh. He enviado contra vosotros peste, como la peste de Egipto, he matado a espada
a vuestros jóvenes, mientras vuestros caballos eran capturados; he hecho subir a vuestras
narices el hedor de vuestros campamentos, ¡y no habéis vuelto a mí!, oráculo de Yahveh”.
7, 1-3: “Esto me dio a ver el Señor Yahveh: “He aquí que Él formaba langostas, cuando
empieza a crecer el retoño, el retoño que sale después de la siega del rey. Y cuando
acababan de devorar la hierba de la tierra, yo dije: «¡Perdona, por favor, Señor Yahveh!
¿Cómo va a resistir Jacob, que es tan pequeño?» Y se arrepintió Yahveh de ello: «No será»,
dijo Yahveh”.

Nahum 3, 13-19: “He ahí a tu pueblo: mujeres en medio de ti; a tus enemigos se abren
enteras las puertas de tu país, el fuego ha devorado tus cerrojos. Sácate agua para el asedio,
refuerza tus fortalezas, métete en la arcilla, pisa el mortero, toma el molde de ladrillos. Allí
el fuego te consumirá, la espada te exterminará, (te devorará como el pulgón.) Multiplícate
como el pulgón, multiplícate como la langosta; multiplica tus mercaderes más que las
estrellas del cielo, se despliegan los pulgones y se vuelan, tus guardias como langostas, y
tus escribas como enjambres de insectos, que se posan en las tapias en un día de frío; sale el
sol y se van, y nadie sabe dónde. ¡Ay, cómo están dormidos tus pastores, rey de Asur!
Dormitan tus capitanes, tu pueblo está disperso por los montes, y no hay quien los reúna.
¡No hay remedio para tu herida, incurable es tu llaga! Todos los que noticia de ti oyen baten
palmas sobre ti; pues ¿sobre quién no pasó sin tregua tu maldad?”.

Mateo 3, 4 “Tenía Juan su vestido hecho de pelos de camello, con un cinturón de cuero a
sus lomos, y su comida eran langostas y miel silvestre”

Marcos 1, 6. “Juan llevaba un vestido de pie de camello; y se alimentaba de langostas y


miel silvestre”.

Apocalipsis 9, 1-10: “Tocó el quinto Ángel... Entonces vi una estrella que había caído del
cielo a la tierra. Se le dio la llave del pozo del Abismo. Abrió el pozo del Abismo y subió
del pozo una humareda como la de un horno grande, y el sol y el aire se oscurecieron con la
humareda del pozo. De la humareda salieron langostas sobre la tierra, y se les dio un poder
como el que tienen los escorpiones de la tierra. Se les dijo que no causaran daño a la hierba
de la tierra, ni a nada verde, ni a ningún árbol; sólo a los hombres que no llevaran en la
frente el sello de Dios. Se les dio poder, no para matarlos, sino para atormentarlos durante
cinco meses. El tormento que producen es como el del escorpión cuando pica a alguien. En
aquellos días, buscarán los hombres la muerte y no la encontrarán; desearán morir y la
muerte huirá de ellos. La apariencia de estas langostas era parecida a caballos preparados
para la guerra; sobre sus cabezas tenían como coronas que parecían de oro; sus rostros eran
como rostros humanos; tenían cabellos como cabellos de mujer, y sus dientes eran como de
león; tenían corazas como corazas de hierro, y el ruido de sus alas como el estrépito de
carros de muchos caballos que corren al combate; tienen colas parecidas a las de los
escorpiones, con aguijones, y en sus colas, el poder de causar daño a los hombres durante
cinco meses”.
LECHUZA:
Levítico 11, 13-19: “Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no podréis
comer por ser abominación: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, el
halcón en todas sus especies, toda clase de cuervos, el avestruz, la lechuza, la gaviota, el
gavilán en todas sus especies, el búho, el somormujo, el ibis, el cisne, el pelícano, el
calamón, la cigüeña, la garza en todas sus especies, la abubilla y el murciélago”.

Deuteronomio 14, 11-18: “Podéis comer toda ave pura, pero las siguientes no las podéis
comer: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, las diferentes especies de
halcón, todas las especies de cuervo, el avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes
especies de gavilanes, el búho, el ibis, el cisne, el pelícano, el calamón, el somormujo, la
cigüeña, las diferentes especies de garza real, la abubilla y el murciélago”.

Salmos 102, 4-9: “Pues mis días en humo se disipan, mis huesos arden lo mismo que un
brasero; trillado como el heno, mi corazón se seca, y me olvido de comer mi pan; ante la
voz de mis sollozos, mi piel a mis huesos se ha pegado. Me parezco al búho del yermo,
igual que la lechuza de las ruinas; insomne estoy y gimo cual solitario pájaro en tejado; me
insultan todo el día mis enemigos, los que me alababan maldicen por mi nombre”.

Baruc 6, 19-22: A los ídolos “les pasa lo mismo que a las vigas de la casa cuyo interior se
dice que está apolillado. A los gusanos que suben del suelo y los devoran, a ellos y sus
vestidos, no los sienten. Sus caras están ennegrecidas por la humareda de la casa. Sobre su
cuerpo y sus cabezas revolotean lechuzas vencejos y otros pájaros; y también hay gatos.
Por donde podéis ver que no son dioses; así que no les temáis”.

LEÓN: (es, a, as); LEONCILLO (os):


Génesis 49, 9: “Cachorro de león es Judá; de la presa, hijo mío, has vuelto; se recuesta, se
echa cual león, o cual leona, ¿quién le hará alzar?”.

Números 23, 23-24: “No hay presagio contra Jacob, ni sortilegio contra Israel. Según se le
está diciendo a Jacob y a Israel: «¿Qué hace tu Dios?», he aquí que un pueblo se levanta
como leona, se yergue como león: no se acostará hasta devorar la presa y beber la sangre
de sus víctimas»”. 24, 5-9: “¡Qué hermosas son tus tiendas, Jacob, y tus moradas, Israel!
Como valles espaciosos, como jardines a la vera del río, como áloes que plantó Yahveh,
como cedros a la orilla de las aguas. Sale un héroe de su descendencia, domina sobre
pueblos numerosos. Se alza su rey por encima de Agag, se alza su reinado. Dios le hace
salir de Egipto, como cuernos de búfalo es para él. Devora el cadáver de sus enemigos y les
quebranta los huesos. Se agacha, se acuesta, como león, como leona, ¿quién le hará
levantar? ¡Bendito el que te bendiga! ¡Maldito el que te maldiga!»”.
Deuteronomio 33, 20-22: “Para Gad dijo: ¡Bendito el que ensanchó a Gad! Echado está
como leona; ha desgarrado un brazo, y hasta una cabeza; se quedó con las primicias, pues
allí la porción de jefe le estaba reservada, y ha venido a la cabeza del pueblo: ha cumplido
la justicia de Yahveh, y sus juicios con Israel. Para Dan dijo: Dan es un cachorro de león,
que se lanza desde Basán”.

Jueces 14, 5-10: “Sansón bajó a Timná y al llegar a las viñas de Timná, vio un leoncillo
que venía rugiendo a su encuentro. El espíritu de Yahveh le invadió, y sin tener nada en la
mano, Sansón despedazó al león como se despedaza un cabrito; pero no contó ni a su padre
ni a su madre lo que había hecho. Bajó y habló con la mujer, la cual le agradó. Algún
tiempo después, volvió Sansón para casarse con ella. Dio un rodeo para ver el cadáver del
león y he aquí que en el cuerpo del león había un enjambre de abejas con miel. La recogió
en su mano y según caminaba la iba comiendo. Cuando llegó donde su padre y su madre les
dio miel y comieron, pero no les dijo que la había cogido del cadáver del león. Su padre
bajó donde la mujer y Sansón hizo allí un banquete, pues así suelen hacer los jóvenes”. 14,
18: “El séptimo día, antes que entrara en la alcoba, la gente de la ciudad dijo a Sansón:
«¿Qué hay más dulce que la miel, y qué más fuerte que el león?» El les respondió: «Si no
hubierais arado con mi novilla, no habríais acertado mi adivinanza»”.

1 Samuel 17, 33-37: “Dijo Saúl a David: «No puedes ir contra ese filisteo para luchar con
él, porque tú eres un niño y él es hombre de guerra desde su juventud». Respondió David a
Saúl: «Cuando tu siervo estaba guardando el rebaño de su padre y venía el león o el oso y
se llevaba una oveja del rebaño, salía tras él, le golpeaba y se la arrancaba de sus fauces, y
si se revolvía contra mí, lo sujetaba por la quijada y lo golpeaba hasta matarlo. Tu siervo ha
dado muerte al león y al oso, y ese filisteo incircunciso será como uno de ellos, pues ha
insultado a las huestes de Dios vivo». Añadió David: «Yahveh que me ha librado de las
garras del león y del oso, me librará de la mano de ese filisteo». Dijo Saúl a David: «Vete,
y que Yahveh sea contigo»”.

2 Samuel 1, 23: “Saúl y Jonatán, amados y amables, ni en vida ni en muerte separados, más
veloces que águilas, más fuertes que leones”. 17, 10: “Y sucederá que incluso los más
valientes, cuyo corazón es como corazón de león, perderán el ánimo, porque todo Israel
sabe que tu padre es esforzado y que son valerosos los que están con él”. 23, 20: “Benaías,
hijo de Yehoyadá, hombre valeroso y pródigo en hazañas, de Cabseel, fue el que mató a los
dos héroes de Moab; el que bajó y mató al león dentro del pozo, un día de nieve”.

1 Reyes 7, 27-29: “Salomón hizo también las diez basas de bronce de cuatro codos de largo
cada basa, cuatro codos su anchura y tres su altura. Las basas estaban hechas así: tenían
paneles y los paneles estaban entre listones. Sobre el panel que estaba entre los listones
había leones, bueyes y querubines. Lo mismo sobre los listones. Por encima y por debajo
de los leones y de los toros había volutas...” 7, 36: “Grabó sobre las tablas querubines,
leones y palmeras... y volutas alrededor”. 10, 18-21: “Hizo el rey un gran trono de marfil y
lo revistió de oro finísimo. El trono tenía seis gradas y un respaldo redondo en su parte
posterior con brazos a uno y otro lado del asiento; dos leones de pie junto a los brazos más
doce leones de pie sobre las seis gradas, a uno y otro lado. No se hizo cosa semejante en
ningún reino. Todas las copas de beber del rey Salomón eran de oro y toda la vajilla de la
casa «Bosque del Líbano» era de oro fino; la plata no se estimaba en nada en tiempo del rey
Salomón”. 13, 23-28: “Después de haber comido y bebido, el profeta que le había hecho
volver le aparejó su asno. Partió, y un león le encontró en el camino y le mató; su cadáver
yacía en el camino y el asno permanecía junto a él; también el león permanecía junto al
cadáver. Pasaron algunos hombres que vieron el cadáver tirado en el camino y al león que
permanecía junto al cadáver; entraron y lo contaron en la ciudad en que vivía el anciano
profeta. Lo oyó el profeta que le había hecho volver del camino, y dijo: «Es el hombre de
Dios que desobedeció la orden de Yahveh, y Yahveh lo ha entregado al león que le ha
destrozado y matado, según la palabra que le dijo Yahveh». Habló a sus hijos diciendo:
«Aparejadme el asno», y se lo aparejaron. Partió, y halló el cadáver tendido en el camino, y
al asno y al león que permanecían junto al cadáver. El león no había devorado el cadáver ni
había destrozado al asno”. 20, 35-36: “Un hombre de los hijos de los profetas dijo a su
compañero: «Por orden de Yahveh, hiéreme»; pero el hombre no quiso herirle. Le dijo:
«Por no haber escuchado la voz de Yahveh, en cuanto te marches de mi lado, el león te
herirá». Se fue de su lado y le encontró al león, que le hirió”.

2 Reyes 17, 24-27: “El rey de Asiria hizo venir gentes de Babilonia, de Kutá, de Avvá, de
Jamat y de Sefarváyim y los estableció en las ciudades de Samaría en lugar de los israelitas;
ellos ocuparon Samaría y se establecieron en sus ciudades. Sucedió que, cuando
comenzaron a establecerse allí, no veneraban a Yahveh, y Yahveh envió contra ellos leones
que mataron a muchos. Entonces dijeron al rey de Asiria: «Las gentes que has hecho
deportar para establecerlas en las ciudades de Samaría no conocen el culto del dios de la
tierra, y ha enviado contra ellos leones que los matan, porque ellos no conocen el culto del
dios de la tierra». El rey de Asiria dio esta orden: «Haced partir allá a uno de los sacerdotes
que deporté de allí; que vaya y habite allí y les enseñe el culto del dios de la tierra»”.

1 Crónicas 11. 22: “Benaías, hijo de Yehoyadá, hombre valeroso y pródigo en hazañas, de
Cabseel, mató a los dos héroes de Moab; además bajó y mató a un león dentro de una
cisterna, en un día de nieve”. 12, 9: “Y hubo también gaditas que se pasaron a David en el
desierto, guerreros valientes, hombres de guerra, preparados para el combate, diestros con
el escudo y la lanza. Sus rostros, como rostros de león, y ligeros como la gacela salvaje”.

2 Crónicas 9, 17-19: “Hizo el rey un gran trono de marfil y lo revistió de oro puro. El trono
tenía seis gradas y un cordero de oro al respaldo, y brazos a uno y otro lado del asiento, y
dos leones, de pie, junto a los brazos. Más doce leones de pie sobre las seis gradas a uno y
otro lado. No se hizo cosa semejante en ningún reino”.

1 Macabeos 2, 52-61: “¿No fue hallado Abraham fiel en la prueba y se le reputó por
justicia? José, en el tiempo de su angustia, observó la Ley y vino a ser señor de Egipto.
Pinjás, nuestro padre, por su ardiente celo, alcanzó la alianza de un sacerdocio eterno.
Josué, por cumplir su mandato, llegó a ser juez en Israel. Caleb, por su testimonio en la
asamblea, obtuvo una herencia en esta tierra. David, por su piedad, heredó un trono real
para siempre. Elías, por su ardiente celo por la Ley, fue arrebatado al cielo. Ananías,
Azarías, Misael, por haber tenido confianza, se salvaron de las llamas. Daniel por su
rectitud, escapó de las fauces de los leones. Advertid, pues, que de generación en
generación todos los que esperan en Él jamás sucumben”. 3, 1-5 “Se levantó en su lugar su
hijo Judas, llamado Macabeo. Todos sus hermanos y los que habían seguido a su padre le
ofrecieron apoyo y sostuvieron con entusiasmo la guerra de Israel. El dilató la gloria de su
pueblo; como gigante revistió la coraza y se ciñó sus armas de guerra. Empeñó batallas,
protegiendo al ejército con su espada, semejante al león en sus hazañas, como cachorro que
ruge sobre su presa. Persiguió a los impíos hasta sus rincones, dio a las llamas a los
perturbadores de su pueblo”.

2 Macabeos 11, 7-11: “Macabeo en persona tomó el primero las armas y exhortó a los
demás a que juntamente con él afrontaran el peligro y auxiliaran a sus hermanos. Ellos se
lanzaron juntos con entusiasmo. Cuando estaban cerca de Jerusalén, apareció poniéndose al
frente de ellos, un jinete vestido de blanco, blandiendo armas de oro. Todos a una
bendijeron entonces a Dios misericordioso y sintieron enardecerse sus ánimos, dispuestos a
atravesar no sólo a hombres, sino aun a las fieras más salvajes murallas de hierro.
Avanzaban equipados, con el aliado enviado del Cielo, porque el Señor se había
compadecido de ellos. Se lanzaron como leones sobre los enemigos, abatieron once mil
infantes y mil seiscientas jinetes, y obligaron a huir a todos los demás”.

Job 4, 6-12: “¿No es tu confianza la piedad, y tu esperanza tu conducta intachable?


¡Recuerda! ¿Qué inocente jamás ha perecido? ¿Dónde han sido los justos extirpados? Así
lo he visto: los que labran maldad y siembran vejación, eso cosechan. Bajo el aliento de
Dios perecen éstos, desaparecen al soplo de su ira. Ruge el león, brama la leona, mas los
dientes de los leoncillos quedan rotos. Perece el león falto de presa, y los cachorros de la
leona se dispersan. A mí se me ha dicho furtivamente una palabra, mi oído ha percibido su
susurro”. 10, 15-16: “Si soy culpable, ¡desgraciado de mí! y si soy inocente, no levanto la
cabeza, ¡yo saturado de ignominia, borracho de aflicción! Y si la levanto, como un león me
das caza, y repites tus proezas a mi costa”. 28, 1-14: “Hay, sí, para la plata un venero, para
el oro un lugar donde se purifica. Se extrae del suelo el hierro, una piedra fundida se hace
cobre. Se pone fin a las tinieblas, hasta el último límite se excava la piedra oscura y
lóbrega. Extranjeros abren galerías de todo pie olvidadas, y oscilan, se balancean, lejos de
los humanos. Tierra de donde sale el pan, que está revuelta, abajo, por el fuego. Lugar
donde las piedras son zafiro y contienen granos de oro. Sendero que no conoce el ave de
rapiña, ni el ojo del buitre lo columbra. No lo pisaron los hijos del orgullo, el león jamás lo
atravesó. Aplica el hombre al pedernal su mano, descuaja las montañas de raíz. Abre
canales en las rocas, ojo avizor a todo lo precioso. Explora las fuentes de los ríos, y saca a
luz lo oculto. Mas la Sabiduría, ¿de dónde viene? ¿Cuál es la sede de la Inteligencia? Ignora
el hombre su sendero, no se le encuentra en la tierra de los vivos. Dice el Abismo: «No está
en mí», y el Mar: «No está conmigo»”. 38, 39-40: “¿Cazas tú acaso la presa a la leona?
¿Calmas el hambre de los leoncillos, cuando en sus guaridas están acurrucados, o en los
matorrales al acecho?”.

Salmos 7, 2-3: “Yahveh, Dios mío, a ti me acojo, sálvame de todos mis perseguidores,
líbrame; ¡que no arrebate como un león mi vida el que desgarra, sin que nadie libre!”. 10,
6-9: “Dice en su corazón: «¡Jamás vacilaré!» (Sámek.) porque en desgracia no se ve,
maldice. (Pe.) De fraude y perfidia está llena su boca, bajo su lengua sólo maldad e
iniquidad; al acecho se aposta entre las cañas en los recodos mata al inocente. (Ain.) Todo
ojos, espía al desvalido, al acecho escondido como león en su guarida, al acecho para
atrapar al desdichado, atrapa al desdichado arrastrándole en su red”. 17, 8-14: “Guárdame
como la pupila de los ojos, escóndeme a la sombra de tus alas de esos impíos que me
acosan, enemigos ensañados que me cercan. Están ellos cerrados en su grasa, hablan, la
arrogancia en la boca. Avanzan contra mí, ya me cercan, me clavan sus ojos para tirarme al
suelo. Son como el león ávido de presa, o el leoncillo agazapado en su guarida. ¡Levántate,
Yahveh, hazle frente, derríbale; libra con tu espada mi alma del impío, de los mortales, con
tu mano, Yahveh, de los mortales de este mundo, cuyo lote es la vida!”. 22, 12-15: “¡No
andes lejos de mí, que la angustia está cerca, no hay para mí socorro! Novillos
innumerables me rodean, acósanme los toros de Basán; ávidos abren contra mí sus fauces;
leones que desgarran y rugen. Como el agua me derramo, todos mis huesos se dislocan, mi
corazón se vuelve como cera, se me derrite entre mis entrañas”. 22, 16-22: “Está seco mi
paladar como una teja y mi lengua pegada a mi garganta; tú me sumes en el polvo de la
muerte. Perros innumerables me rodean, una banda de malvados me acorrala como para
prender mis manos y mis pies. Puedo contar todos mis huesos; ellos me observan y me
miran, repártense entre sí mis vestiduras y se sortean mi túnica. ¡Mas tú, Yahveh, no te
estés lejos, corre en mi ayuda, oh fuerza mía, libra mi alma de la espada, mi única de las
garras del mastín; sálvame de las fauces del león, y mi pobre ser de los cuernos de los
búfalos!”. 35, 17: “¿Cuánto tiempo, Señor, te quedarás mirando? Recobra mi alma de sus
garras, de los leones mi vida”. 57, 4-6: “Mande desde los cielos y me salve, confunda a
quien me pisa, envíe Dios su amor y su verdad. Mi alma está tendida en medio de leones,
que devoran a los hijos de Adán; sus dientes son lanzas y flechas, su lengua, una espada
afilada. ¡Alzate, oh Dios, sobre los cielos, sobre toda la tierra, tu gloria”. 58, 4-9: “Torcidos
están desde el seno los impíos, extraviados desde el vientre los que dicen mentira; tienen
veneno como veneno de serpiente, como el de un áspid sordo que se tapa el oído, que no
oye la voz de los encantadores, del mago experto en el encanto. ¡Oh Dios, rompe sus
dientes en su boca, quiebra, Yahveh, las muelas de los leoncillos. ¡Dilúyanse como aguas
que se pasan, púdranse como hierba que se pisa. como babosa que marcha deshaciéndose,
como aborto de mujer que no contempla el sol!”. 91, 10-14: “No ha de alcanzarte el mal, ni
la plaga se acercará a tu tienda; que él dará orden sobre ti a sus ángeles de guardarte en
todos tus caminos. Te llevarán ellos en sus manos, para que en piedra no tropiece tu pie;
pisarás sobre el león y la víbora, hollarás al leoncillo y al dragón. Pues él se abraza a mí, yo
he de librarle; le exaltaré, pues conoce mi nombre”. 104 [103], 19-24: “Hizo la luna para
marcar los tiempos, conoce el sol su ocaso; mandas tú las tinieblas, y es la noche, en ella
rebullen todos los animales de la selva, los leoncillos rugen por la presa, y su alimento a
Dios reclaman. Cuando el sol sale, se recogen, y van a echarse a sus guaridas; el hombre
sale a su trabajo, para hacer su faena hasta la tarde. ¡Cuán numerosas tus obras, Yahveh!
Todas las has hecho con sabiduría, de tus criaturas está llena la tierra”.

Proverbios 19, 12: “Como rugido de león la indignación del rey, su favor, como rocío
sobre la hierba”. 20, 2: “Como rugido de león la indignación del rey, el que la excita, se
daña a sí mismo”. 22, 13: “El perezoso dice: «Hay fuera un león; voy a ser muerto en
medio de la calle»”. 26, 13-16: “Dice el perezoso: «¡Un león en el camino! ¡Un león en la
plaza!» La puerta gira en los goznes, y el perezoso en la cama. El perezoso hunde la mano
en el plato; pero le fatiga llevarla a la boca. El perezoso se tiene por más sabio que siete
personas que responden con tacto”. 28, 1: “El malo huye sin que nadie le persiga, pero el
justo como un león está seguro”. 28, 15: “León rugiente, oso hambriento, es el malo que
domina al pueblo débil”. 30, 29-31: “Hay tres cosas de paso gallardo y cuatro de elegante
marcha: el león -fuerte entre los animales-, que ante nada retrocede, el esbelto gallo o el
macho cabrío, y el rey que arenga a su pueblo”.

Cantar 4, 7-8: “¡Toda hermosa eres, amada mía, no hay tacha en ti! Ven del Líbano, novia
mía, ven del Líbano, vente. Otea desde la cumbre del Amaná, desde la cumbre del Sanir y
del Hermón, desde las guaridas de leones, desde los montes de leopardos”.

Qohelet 9, 3-4: “Eso es lo peor de todo cuanto pasa bajo el sol: que haya un destino común
para todos, y así el corazón de los humanos está lleno de maldad y hay locura en sus
corazones mientras viven, y su final, ¡con los muertos! Pues mientras uno sigue unido a
todos los vivientes hay algo seguro, pues vale más perro vivo que león muerto”.

Sabiduría 11, 15-19: “Por sus locos e inicuos pensamientos por los que, extraviados,
adoraban reptiles sin razón y bichos despreciables, les enviaste en castigo muchedumbre de
animales sin razón, para que aprendiesen que, por donde uno peca, por allí es castigado.
Pues bien podía tu mano omnipotente -ella que de informe materia había creado el mundo-
enviar contra ellos muchedumbre de osos o audaces leones, o bien fieras desconocidas,
entonces creadas, llenas de furor, respirando aliento de fuego, lanzando humo hediondo o
despidiendo de sus ojos terribles centellas, capaces, no ya de aniquilarlos con sus ataques,
sino de destruirlos con sólo su estremecedor aspecto”.

Sirácida 4, 30: “No seas un león en tu casa y un cobarde entre tus servidores”. 13, 12-19:
“Despiadado es quien no guarda tus palabras, no te ahorrará ni golpes ni cadenas. Observa
y ponte bien en guardia, porque caminas junto a tu propia ruina. Todo viviente ama a su
semejante, y todo hombre a su prójimo. Todo animal según su especie se une, a su
semejante se adhiere el hombre. ¿Cómo podrá convivir lobo con cordero? Así el pecador
con el piadoso. ¿Qué paz puede tener la hiena con el perro? ¿Qué paz el rico con el
indigente? Caza de leones son los onagros en el desierto, así los pobres son presa de los
ricos”. 21, 1-2: “Hijo, ¿has pecado? No lo vuelvas a hacer, y pide perdón por tus pecados
anteriores. Como de serpiente huye del pecado, porque, si te acercas, te morderá. Dientes
de león son sus dientes, que quitan la vida a los hombres”. 25, 16: “Prefiero convivir con
león o dragón a convivir con mujer mala”. 27, 10: “El león acecha a su presa, así el pecado
a los que practican la injusticia”. 27, 28: “Escarnio y ultraje son cosa de orgulloso, mas la
venganza como león le acecha”. 28, 18-23: “Muchos han caído a filo de espada, mas no
tantos como los caídos por la lengua. Feliz el que de ella se resguarda, el que no pasa a
través de su furor, el que su yugo no ha cargado, ni ha sido atado con sus coyundas. Porque
su yugo es yugo de hierro, y coyundas de bronce sus coyundas. Muerte funesta la muerte
que ella da, ¡el sheol es preferible a ella! Mas no tiene poder sobre los piadosos, en su llama
no se quemarán. Los que abandonan al Señor caerán en ella, en ellos arderá y no se
apagará. Como un león se lanzará contra ellos, como una pantera los desgarrará”. 47, 1-4:
“Después de él surgió Natán para profetizar en los días de David. Como grasa puesta aparte
en el sacrificio de comunión, así David de entre los hijos de Israel. Con leones jugó cual
con cabritos, con osos como con corderos. ¿No mató de joven al gigante, y quitó el oprobio
del pueblo, blandiendo en la mano la piedra de la honda y abatiendo la arrogancia de
Goliat?”.

Isaías 5, 25-30: “Por eso se ha encendido la ira de Yahveh contra su pueblo, extendió su
mano sobre él y le golpeó. Y mató a los príncipes: sus cadáveres yacían como basura en
medio de las calles. Con todo eso, no se ha calmado su ira, y aún sigue extendida su mano.
Iza bandera a un pueblo desde lejos y le silba desde los confines de la tierra: vedlo aquí,
rápido, viene ligero. No hay en él quien se canse y tropiece, quien se duerma y se
amodorre; nadie se suelta el cinturón de los lomos, ni se rompe la correa de su calzado. Sus
saetas son agudas y todos sus arcos están tensos. Los cascos de sus caballos semejan
pedernal y sus ruedas, torbellino. Tiene un rugido como de leona, ruge como los cachorros,
brama y agarra la presa, la arrebata, y no hay quien la libre. Bramará contra él aquel día
como el bramido del mar, y oteará la tierra, y habrá densa oscuridad, pues la luz se habrá
oscurecido en la espesa tiniebla”. 11, 5-8: “Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el
cinturón de sus flancos. Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el
cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá. La vaca y
la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja. Hurgará el
niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado meterá la
mano”. 15, 8-9: “¡Los gritos han rodeado las fronteras de Moab; hasta Egláyim llega su
ulular, en Beer Elim su ulular! ¡Las aguas de Dimón van llenas de sangre! ¡Aún más
añadiré sobre Dimón! ¡Contra los escapados de Moab, y contra los que queden en su suelo
un león!”. 30, 6-7: “Oráculo sobre los animales del Négueb. Por tierra de angustia y aridez,
de leona y de león rugiente, de áspid y dragón volador, llevan a lomos de pollinos su
riqueza, y sobre giba de camellos sus tesoros hacia un pueblo que no les será útil, a Egipto,
cuyo apoyo es huero y vano. Por eso he llamado a ese pueblo «Ráhab la cesante»”. 31, 4:
“Porque así me ha dicho Yahveh: Como ruge el león y el cachorro sobre su presa, y cuando
se convoca contra él a todos los pastores, de sus voces no se intimida, ni de su tumulto se
apoca: tal será el descenso de Yahveh Sebaot para guerrear sobre el monte Sión y sobre su
colina”. 35, 9: “No habrá león en ella, ni por ella subirá bestia salvaje, no se encontrará en
ella; los rescatados la recorrerán”. 38, 12-13: “Mi morada es arrancada, se me arrebata
como tienda de pastor. Enrollo como tejedor mi vida, del hilo del tejido me cortaste. De la
noche a la mañana acabas conmigo; grité hasta la madrugada: Como león tritura todos mis
huesos. De la noche a la mañana acabas conmigo”. 65, 25: “Lobo y cordero pacerán a una,
el león comerá paja como el buey , y la serpiente se alimentará de polvo, no harán más
daño ni perjuicio en todo mi santo monte -dice Yahveh-“

Jeremías 2, 13-15: “Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron, Manantial de aguas


vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas, que el agua no retienen. ¿Es un esclavo
Israel, o nació siervo? Pues ¿cómo es que ha servido de botín? Contra él rugieron
leoncillos, dieron voces y dejaron su país hecho una desolación, sus ciudades incendiadas,
sin habitantes”. 2, 29-30: “¿Por qué os querelláis conmigo, si todos vosotros os habéis
rebelado contra mí? -oráculo de Yahveh-. En vano golpeé a vuestros hijos, pues no
aprendieron. Ha devorado vuestra espada a vuestros profetas, como el león cuando
estraga”. 4, 6-8: “¡Izad bandera hacia Sión! ¡Escapad, no os paréis! Porque yo traigo una
calamidad del norte y un quebranto grande. Se ha levantado el león de su cubil, y el
devorador de naciones se ha puesto en marcha: salió de su lugar para dejar la tierra
desolada. Tus ciudades quedarán arrasadas, sin habitantes. Por ende, ceñíos de sayal,
endechad y plañid: - «¡No; no se va de nosotros la ardiente ira de Yahveh!»”. 5, 5-6: “Voy
a acudir a los grandes y a hablar con ellos, porque ésos conocen el camino de Yahveh, el
derecho de su Dios». Pues bien, todos a una habían quebrado el yugo y arrancado las
coyundas. Por eso los herirá el león de la selva, el lobo de los desiertos los destrozará, el
leopardo acechará sus ciudades: todo el que saliere de ellas será despedazado. - Porque son
muchas sus rebeldías, y sus apostasías son grandes”. 12, 7-9: “Dejé mi casa, abandoné mi
heredad, entregué el cariño de mi alma en manos de sus enemigos. Se ha portado conmigo
mi heredad como un león en la selva: me acosaba con sus voces; por eso la aborrecí. ¿Es
por ventura un pájaro pinto mi heredad? Las rapaces merodean sobre ella. ¡Andad, juntaos,
fieras todas del campo: id al yantar!”. 25, 33-38: “Habrá víctimas de Yahveh en aquel día
de cabo a cabo de la tierra; no serán plañidos ni recogidos ni sepultados más: se volverán
estiércol sobre la haz de la tierra. Ululad, pastores, y clamad; revolcaos, mayorales, porque
se han cumplido vuestros días para la matanza, y caeréis como objetos escogidos. No habrá
evasión para los pastores ni escapatoria para los mayorales. Se oye el grito de los pastores,
el ulular de los mayorales, porque devasta Yahveh su pastizal, y son aniquiladas las
estancias más seguras por la ardiente cólera de Yahveh. Ha dejado el león su cubil, y se ha
convertido su tierra en desolación ante la cólera irresistible, ante la ardiente cólera”. 49, 17-
19: “Edom parará en desolación: todo el que pase a su vera se asombrará y silbará al ver
todas sus heridas. Cual la catástrofe de Sodoma y Gomorra y sus vecinas -dice Yahveh-
donde no vive nadie, ni reside en ellas ser humano. Vedlo como león que sube del boscaje
del Jordán hacia el pastizal perenne, cuando en un instante le haré salir huyendo de allí,
para colocar allí a quien me plazca. Porque ¿quién como yo, y quién me emplazará, y quién
es el pastor que aguante en mi presencia?”. 50, 16-17: “Suprimid de Babilonia al sembrador
y al que maneja la hoz al tiempo de la siega. Ante la espada irresistible, cada uno enfilará
hacia su pueblo, cada uno huirá a su tierra. Rebaño disperso es Israel: leones lo
ahuyentaron. El rey de Asiria lo devoró el primero, y Nabucodonosor, rey de Babilonia, lo
quebrantó después”. 50, 43-45: “Oyó el rey de Babilonia nuevas de ellos y flaquean sus
manos. Angustia le asaltó, dolor como de parturienta. Vedlo como león que sube del
boscaje del Jordán hacia el pastizal perenne, cuando en un instante le haré salir huyendo de
allí, para colocar allí a quien me plazca. Porque ¿quién como yo, y quién me emplazará, y
quién es el pastor que aguante en mi presencia? Así pues, oíd la decisión que Yahveh ha
tomado sobre Babilonia y sus planes sobre el país de los caldeos. Juro que les han de llevar
a rastras las crías de los rebaños, que asolarán sobre ellos sus pastizales”. 51, 36-38: “Por
tanto, así dice Yahveh: Heme aquí, que defiendo tu causa y vengo tu venganza, y deseco el
mar de el y dejo enjuto su hontanar, y vendrá a ser Babilonia montón de piedras, guarida de
chacales, tema de pasmo y rechifla, sin ningún habitante. A una cual leones rugen, gruñen
como cachorros de leonas”.

Lamentaciones 3, 1-12: “Alef. Yo soy el hombre que ha visto la miseria bajo el látigo de
su furor. El me ha llevado y me ha hecho caminar en tinieblas y sin luz. Contra mí solo
vuelve él y revuelve su mano todo el día. Bet. Mi carne y mi piel ha consumido, ha
quebrado mis huesos. Ha levantado contra mí en asedio amargor y tortura. Me ha hecho
morar en las tinieblas, como los muertos para siempre. Guímel. Me ha emparedado y no
puedo salir; ha hecho pesadas mis cadenas. Aun cuando grito y pido auxilio, él sofoca mi
súplica. Ha cercado mis caminos con piedras sillares, ha torcido mis senderos. Dálet. Oso
en acecho ha sido para mí, león en escondite. Intrincando mis caminos, me ha desgarrado,
me ha dejado hecho un horror. Ha tensado su arco y me ha fijado como blanco de sus
flechas”.

Ezequiel 1, 9-10: “Había en el centro como una forma de cuatro seres cuyo aspecto era el
siguiente: tenían forma humana. Tenían cada uno cuatro caras, y cuatro alas cada uno. Sus
piernas eran rectas y la planta de sus pies era como la planta de la pezuña del buey, y
relucían como el fulgor del bronce bruñido. Bajo sus alas había unas manos humanas
vueltas hacia las cuatro direcciones, lo mismo que sus caras y sus alas, las de los cuatro.
Sus alas estaban unidas una con otra; al andar no se volvían; cada uno marchaba de frente.
En cuanto a la forma de sus caras, era una cara de hombre, y los cuatro tenían cara de león
a la derecha, los cuatro tenían cara de toro a la izquierda, y los cuatro tenían cara de
águila”. 10, 14: “Y cada uno tenía cuatro caras: la primera era la cara del querubín, la
segunda una cara de hombre, la tercera una cara de león y la cuarta una cara de águila”. 19,
1-8: “Y tú entona una elegía sobre los príncipes de Israel. Dirás: ¿Qué era tu madre? Una
leona entre leones. Echada entre los leoncillos, criaba a sus cachorros. Exaltó a uno de sus
cachorros, que se hizo un león joven; y aprendió a desgarrar su presa, devoró hombres.
Oyeron hablar de él las naciones, en su fosa quedó preso; con garfios le llevaron al país de
Egipto. Vio ella que su espera era fallida, fallida su esperanza; y tomó otro de sus
cachorros, le hizo un león joven. Andaba éste entre los leones, se hizo un león joven,
aprendió a desgarrar su presa, devoró hombres; derribó sus palacios, devastó sus ciudades;
la tierra y sus habitantes estaban aterrados por la voz de su rugido. Se alzaron contra él las
naciones, las provincias circundantes; tendieron sobre él su red y en su fosa quedó preso”.
22, 23-28: “La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos: Hijo de hombre, dile:
“Eres una tierra que no ha tenido lluvia ni inundación en el día de la Ira; los príncipes que
en ella residen son como un león rugiente que desgarra su presa. Han devorado a la gente,
se han apoderado de haciendas y joyas, han multiplicado las viudas en medio de ella. Sus
sacerdotes han violado mi ley y profanado mis cosas sagradas; no han hecho diferencia
entre lo sagrado y lo profano, ni han enseñado a distinguir entre lo puro y lo impuro; se han
tapado los ojos para no ver mis sábados, y yo he sido deshonrado en medio de ellos. Sus
jefes, en medio de ella, son como lobos que desgarran su presa, que derraman sangre,
matando a las personas para robar sus bienes. Sus profetas los han recubierto de argamasa
con sus vanas visiones y sus presagios mentirosos, diciendo: «Así dice el Señor Yahveh»,
cuando Yahveh no había hablado”. 32, 1-3: “El año duodécimo, el día uno del duodécimo
mes, la palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos: Hijo de hombre, entona una
elegía sobre Faraón, rey de Egipto. Le dirás: Leoncillo de las naciones, estás perdido. Eras
como un cocodrilo en los mares, chapoteabas en tus ríos, enturbiabas el agua con tus patas,
agitabas su corriente. Así dice el Señor Yahveh: Yo echaré sobre ti mi red entre una
asamblea de pueblos numerosos, en mi red te sacarán”. 38, 12-15: “Irás a saquear, a hacer
botín, a poner tu mano sobre ruinas repobladas, en un pueblo congregado de entre las
naciones, entregado a reponer el ganado y la hacienda, que habita en el centro de la tierra».
Sabá, Dedán, los mercaderes de Tarsis y todos sus leoncillos te dirán: «¿A saquear has
venido? ¿Para hacer botín has concentrado tu asamblea? ¿Para llevarte el oro y la plata,
para apoderarte de ganados y haciendas, para hacer un gran botín?» Por eso, profetiza, hijo
de hombre. Dirás a Gog: Así dice el Señor Yahveh: ¿No es verdad que aquel día, cuando
mi pueblo Israel viva en seguridad, te pondrás en movimiento? Vendrás de tu lugar, del
extremo norte, tú y pueblos numerosos contigo, todos montados a caballo, enorme
asamblea, ejército innumerable”. 41, 17-20: “Desde la entrada hasta el interior de la Casa, y
por fuera, así como en todo el ámbito del muro, por fuera y por dentro, había representado
querubines y palmeras, una palmera entre querubín y querubín; cada querubín tenía dos
caras: una cara de hombre vuelta hacia la palmera de un lado y una cara de león hacia la
palmera del otro lado; así por todo el ámbito de la Casa. Desde el suelo hasta encima de la
entrada estaban representados los querubines y las palmeras en el muro”.

Daniel 6, 7-9: “Los ministros y sátrapas acudieron, pues, atropelladamente ante el rey y le
hablaron así: «¡Viva eternamente el rey Darío! Todos los ministros del reino, prefectos,
sátrapas, consejeros y gobernadores, aconsejan unánimemente que se promulgue un edicto
real para poner en vigor la prohibición siguiente: “Todo aquel que en el término de treinta
días dirija una oración a quienquiera que sea, dios u hombre, fuera de ti, oh rey, será
arrojado al foso de los leones”. Ahora pues, oh rey, da fuerza de ley a esta prohibición
firmando el edicto, de suerte que no se cambie nada, con arreglo a la ley de los medos y
persas, que es irrevocable»”. 6, 12-13: “Aquellos hombres vinieron atropelladamente y
sorprendieron a Daniel invocando y suplicando a su Dios. Entonces se presentaron al rey y
le dijeron acerca de la prohibición real: «¿No has firmado tú una prohibición según la cual
todo el que dirigiera, en el término de treinta días, una oración a quienquiera que fuese, dios
u hombre, fuera de ti, oh rey, sería arrojado al foso de los leones?» Respondió el rey: «La
cosa está decidida, según la ley de los medos y los persas, que es irrevocable»”. 6, 17-25:
“Entonces el rey dio orden de traer a Daniel y de arrojarle al foso de los leones. El rey dijo
a Daniel: «Tu Dios, a quien sirves con perseverancia, te librará». Se trajo una piedra que
fue colocada a la entrada del foso, y el rey la selló con su anillo y con el anillo de sus
dignatarios, para que no se pudiese cambiar la suerte de Daniel. Después el rey volvió a su
palacio y pasó la noche en ayuno; no dejó que le trajeran concubinas y el sueño huyó de él.
Al amanecer, al rayar el alba, el rey se levantó y se dirigió a toda prisa al foso de los leones.
Acercándose al foso, gritó a Daniel con voz angustiada: «Daniel, servidor del Dios vivo, tu
Dios, a quien sirves con perseverancia, ¿ha podido librarte de los leones?» Entonces Daniel
habló con el rey: «¡Viva el rey eternamente! Mi Dios ha enviado a su ángel, que ha cerrado
la boca de los leones y no me han hecho ningún mal, porque he sido hallado inocente ante
él. Y tampoco ante ti, oh rey, he cometido falta alguna». El rey entonces se alegró mucho y
mandó sacar a Daniel del foso. Sacaron a Daniel del foso y no se le encontró herida alguna,
porque había confiado en su Dios. Y el rey mandó traer a aquellos hombres que habían
acusado a Daniel y echarlos al foso de los leones, a ellos, y a sus hijos y mujeres. Y no
habían llegado aún al fondo del foso cuando ya los leones se habían lanzado sobre ellos y
les habían triturado todos los huesos”. 6, 27-29: “Por mí se decreta que en todos los
dominios de mi reino se tema y se tiemble ante el Dios de Daniel, porque Él es el Dios
vivo, que subsiste por siempre, -su reino no será destruido y su imperio durará hasta el fin-
el que salva y libera, obra señales y milagros en los cielos y en la tierra; el que ha salvado a
Daniel del poder de los leones». Y este mismo Daniel floreció en el reinado de Darío y en
el reinado de Ciro el Persa”. 7, 1-5: “El año primero de Baltasar, rey de Babilonia, Daniel
tuvo un sueño y visiones de su cabeza, mientras se hallaba en su lecho. En seguida puso el
sueño por escrito. Comienzo del relato: Daniel tomó la palabra y dijo: Contemplaba yo en
mi visión durante la noche lo siguiente: los cuatro vientos del cielo agitaron el mar grande,
y cuatro bestias enormes, diferentes todas entre sí, salieron del mar. La primera era como
un león con alas de águila. Mientras yo la miraba, le fueron arrancadas las alas, fue
levantada de la tierra, se incorporó sobre sus patas como un hombre, y se le dio un corazón
de hombre. A continuación, otra segunda bestia, semejante a un oso, levantada de un
costado, con tres costillas en las fauces, entre los dientes. Y se le decía: «Levántate, devora
mucha carne»”. 14, 30-34: “Ante esta gran violencia, el rey se vio obligado a entregarles a
Daniel. Ellos le echaron en el foso de los leones, donde estuvo seis días. Había en el foso
siete leones a los que se les daba diariamente dos cadáveres y dos carneros; entonces no se
les dio nada, para que devoraran a Daniel. Estaba a la sazón en Judea el profeta Habacuc:
acababa de preparar un cocido y de desmenuzar pan en un plato, y se dirigía al campo a
llevárselo a los segadores. El ángel del Señor dijo a Habacuc: «Lleva esa comida que tienes
a Babilonia, a Daniel que está en el foso de los leones»”.

Oseas 5, 13-15: “Efraím ha visto su dolencia y Judá su llaga. Efraím entonces ha sido a
Asiria, y Judá ha mandado mensaje al gran rey; pero éste no podrá sanaros ni curar vuestra
llaga. Porque yo soy como un león para Efraím, como un leoncillo para la casa de Judá.
Yo, yo mismo desgarraré y me iré, arrebataré y no habrá quien salve. Voy a volverme a mi
lugar, hasta que hayan expiado y busquen mi rostro. En su angustia me buscarán”. 11, 10-
11: “En pos de Yahveh marcharán, él rugirá como un león; y cuando ruja él, los hijos
vendrán azorados de occidente, azorados vendrán de Egipto, como un pájaro, como paloma
desde el país de Asiria; y yo les asentaré en sus casas -oráculo de Yahveh-”. 13, 7-9: “Pues
yo seré para ellos cual león, como leopardo en el camino acecharé. Caeré sobre ellos como
osa privada de sus cachorros, desgarraré las telas de su corazón, los devoraré allí mismo
cual leona, la bestia del campo los despedazará. Tu destrucción ha sido, Israel, porque sólo
en mí estaba tu socorro”.

Joel 1, 5-6: “¡Despertad, borrachos, y llorad, gemid todos los bebedores de vino, por el
licor que se os ha quitado de la boca! Porque una nación ha subido contra mi tierra, fuerte e
innumerable: sus dientes son dientes de león, y tienen muelas de leona”.

Amós 3, 1-8: “Escuchad esta palabra que dice Yahveh contra vosotros, hijos de Israel,
contra toda la familia que yo hice subir del país de Egipto: Solamente a vosotros conocí de
todas las familias de la tierra; por eso yo os visitaré por todas vuestras culpas. Caminan
acaso dos juntos, sin haberse encontrado? ¿Ruge el león en la selva sin que haya presa para
él? ¿Lanza el leoncillo su voz desde su cubil, si no ha atrapado algo? ¿Cae un pájaro a
tierra en el lazo, sin que haya una trampa para él? ¿Se alza del suelo el lazo sin haber hecho
presa? ¿Suena el cuerno en una ciudad sin que el pueblo se estremezca? ¿Cae en una ciudad
el infortunio sin que Yahveh lo haya causado? No, no hace nada el Señor Yahveh sin
revelar su secreto a sus siervos los profetas. Ruge el león, ¿quién no temerá? Habla el Señor
Yahveh, ¿quién no profetizará?”. 3, 12: “Así dice Yahveh: Como salva el pastor de la boca
del león dos patas o la punta de una oreja, así se salvarán los hijos de Israel, los que se
sientan en Samaría, en el borde de un lecho y en un diván de Damasco”. 5, 18-20: “¡Ay de
los que ansían el Día de Yahveh! ¿Qué creéis que es ese Día de Yahveh? ¡Es tinieblas, que
no luz! Como cuando uno huye del león y se topa con un oso, o, al entrar en casa, apoya
una mano en la pared y le muerde una culebra... ¿No es tinieblas el Día de Yahveh, y no
luz, lóbrego y sin claridad?”.

Miqueas 5, 7-8: “Será entonces el Resto de Jacob entre las naciones, en medio de pueblos
numerosos, como león entre las bestias de la selva, como leoncillo entre los rebaños de
ganado menor, que si pasa, pisotea, y si desgarra, no hay quien libre. ¡Que tu mano se alce
contra los adversarios y todos tus enemigos sean extirpados!”.

Nahum 2, 9-14: “Nínive es como una alberca cuyas aguas se van. «¡Deteneos, deteneos!»
Pero nadie se vuelve. «Saquead la plata, saquead el oro». ¡Es un tesoro que no tiene fin,
grávido de todos los objetos preciosos! ¡Destrozo, saqueo, devastación! ¡Corazones que se
disuelven y rodillas que vacilan y estremecimiento en todos los lomos y todos los rostros
que mudan de color! ¿Dónde está el cubil de los leones, la cueva de los leoncillos, a donde
iba el león a llevar la cría del león, sin que nadie le inquietase? El león dilaceraba para sus
cachorros, estrangulaba para sus leonas, llenaba de presas sus escondrijos y de rapiñas sus
cubiles. Aquí estoy contra ti, -oráculo de Yahveh Sebaot-: encenderé en humareda tus
carros, y la espada devorará a tus leoncillos; suprimiré de la tierra tu presa, y no se oirá más
la voz de tus mensajeros”.

Sofonías 3, 1-5: “¡Ay de la rebelde, la manchada, la ciudad opresora! No ha escuchado la


voz, no ha aceptado la corrección; en Yahveh no ha puesto su confianza, a su Dios no se ha
acercado. Sus príncipes, en medio de ella, son leones rugientes, sus jueces, lobos de la
tarde, que no dejan un hueso para la mañana. Sus profetas, fanfarrones, hombres
traicioneros, sus sacerdotes profanan lo que es santo y violan la Ley. Yahveh es justo en
medio de ella, no comete injusticia; cada mañana pronuncia su juicio, no falta nunca al
alba; (pero el inicuo no conoce la vergüenza)”.

Zacarías 11, 1-5: “Abre tus puertas, Líbano, y el fuego devore tus cedros. Gime, ciprés,
porque ha caído el cedro, porque los majestuosos han sido arrasados. Gemid, encinas de
Basán, porque ha sido abatida la selva impenetrable. Se oye gemido de pastores, porque ha
sido arrasado su esplendor, se oye rugido de leones, porque ha sido arrasada la gloria del
Jordán. Así dice Yahveh mi Dios: Apacienta las ovejas de matadero, ésas que sus
compradores matan impunemente, mientras sus vendedores dicen: «¡Bendito sea Yahveh;
ya soy rico!», y a las que no perdonan los pastores”.

2 Timoteo 4, 14-18: “Alejandro, el herrero, me ha hecho mucho mal. El Señor le retribuirá


según sus obras. Tú también guárdate de él, pues se ha opuesto tenazmente a nuestra
predicación. En mi primera defensa nadie me asistió, antes bien todos me desampararon.
Que no se les tome en cuenta. Pero el Señor me asistió y me dio fuerzas para que, por mi
medio, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todos los gentiles. Y fui librado de
la boca del león. El Señor me librará de toda obra mala y me salvará guardándome para su
Reino celestial. A Él la gloria por los siglos de los siglos. Amén”.

Hebreos 11, 33: “Éstos, por la fe, sometieron reinos, hicieron justicia, alcanzaron las
promesas, cerraron la boca a los leones”.

1 Pedro 5, 8-9: “Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león
rugiente, buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros
hermanos que están en el mundo soportan los mismos sufrimientos”.

Apocalipsis 4, 6-7: “Delante del trono como un mar transparente semejante al cristal. En
medio del trono, y en torno al trono, cuatro Vivientes llenos de ojos por delante y por
detrás. El primer Viviente, como un león; el segundo Viviente, como un novillo; el tercer
Viviente tiene un rostro como de hombre; el cuarto viviente es como un águila en vuelo”. 5,
5: “Pero uno de los Ancianos me dice: «No llores; mira, ha triunfado el León de la tribu de
Judá, el Retoño de David; él podrá abrir el libro y sus siete sellos»”. 9, 7-12: “La apariencia
de estas langostas era parecida a caballos preparados para la guerra; sobre sus cabezas
tenían como coronas que parecían de oro; sus rostros eran como rostros humanos; tenían
cabellos como cabellos de mujer, y sus dientes eran como de león; tenían corazas como
corazas de hierro, y el ruido de sus alas como el estrépito de carros de muchos caballos que
corren al combate; tienen colas parecidas a las de los escorpiones, con aguijones, y en sus
colas, el poder de causar daño a los hombres durante cinco meses. Tienen sobre sí, como
rey, al Ángel del Abismo, llamado en hebreo «Abaddón», y en griego «Apolíon». El primer
¡Ay! ha pasado. Mira que detrás vienen todavía otros dos”. 9, 17-18: “Así vi en la visión los
caballos y a los que los montaban: tenían corazas de color de fuego, de jacinto y de azufre;
las cabezas de los caballos como cabezas de león y de sus bocas salía fuego y humo y
azufre. Y fue exterminada la tercera parte de los hombres por estas tres plagas: por el fuego,
el humo y el azufre que salían de sus bocas”. 10, 1-4: “Vi también a otro Ángel poderoso,
que bajaba del cielo envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza, su rostro como
el sol y sus piernas como columnas de fuego. En su mano tenía un librito abierto. Puso el
pie derecho sobre el mar y izquierdo sobre la tierra, y gritó con fuerte voz, como ruge el
león. Y cuando gritó, siete truenos hicieron oír su fragor. Apenas hicieron oír su voz los
siete truenos, me disponía a escribir, cuando oí una voz del cielo que decía: « Sella lo que
han dicho los siete truenos y no lo escribas»”. 13, 1-3: “Y vi surgir del mar una Bestia que
tenía diez cuernos y siete cabezas, y en sus cuernos diez diademas, y en sus cabezas títulos
blasfemos. La Bestia que vi se parecía a un leopardo, con las patas como de oso, y las
fauces como fauces de león : y el Dragón le dio su poder y su trono y gran poderío. Una de
sus cabezas parecía herida de muerte, pero su llaga mortal se le curó; entonces la tierra
entera siguió maravillada a la Bestia”.

LEOPARDO:
Cantar 4, 7-9: “¡Toda hermosa eres, amada mía, no hay tacha en ti! Ven del Líbano, novia
mía, ven del Líbano, vente. Otea desde la cumbre del Amaná, desde la cumbre del Sanir y
del Hermón, desde las guaridas de leones, desde los montes de leopardos. Me robaste el
corazón, hermana mía, novia, me robaste el corazón con una mirada tuya, con una vuelta de
tu collar”.

Isaías 11, 1-8: “Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará.
Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de
consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh. Y le inspirará en el temor de
Yahveh. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los
débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la
vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado. Justicia será el ceñidor de su
cintura, verdad el cinturón de sus flancos. Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo
se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los
conducirá. La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes,
comerá paja. Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el
recién destetado meterá la mano”.

Jeremías 5, 4-9: “Yo decía: «Naturalmente, el vulgo es necio, pues ignora el camino de
Yahveh, el derecho de su Dios. Voy a acudir a los grandes y a hablar con ellos, porque ésos
conocen el camino de Yahveh, el derecho de su Dios». Pues bien, todos a una habían
quebrado el yugo y arrancado las coyundas. Por eso los herirá el león de la selva, el lobo de
los desiertos los destrozará, el leopardo acechará sus ciudades: todo el que saliere de ellas
será despedazado. - Porque son muchas sus rebeldías, y sus apostasías son grandes. ¿Cómo
te voy a perdonar por ello? Tus hijos me dejaron y juraron por el no-dios. Yo los harté, y
ellos se hicieron adúlteros, y el lupanar frecuentaron. Son caballos lustrosos y vagabundos:
cada cual relincha por la mujer de su prójimo. ¿Y de esto no pediré cuentas? -oráculo de
Yahveh-, ¿de una nación así no se vengará mi alma?”. 13, 21-24: “¿Qué dirás cuando te
visiten con autoridad sobre ti? Pues lo que tú les enseñabas a hacer sobre ti eran caricias.
¿No te acometerán dolores como de parturienta? Pero acaso digas en tus adentros: «¿Por
qué me ocurren estas cosas?» Por tu gran culpa han sido alzadas tus faldas y han sido
forzados tus calcañales. ¿Muda el kusita su piel, o el leopardo sus pintas? ¡También
vosotros podéis entonces hacer el bien, los avezados a hacer el mal! Por eso os esparcí
como paja liviana al viento de la estepa”.

Daniel 7, 6: “Después, yo seguía mirando y vi otra bestia como un leopardo con cuatro alas
de ave en su dorso; la bestia tenía cuatro cabezas, y se le dio el dominio”.
Oseas 13, 4-9: “Pero yo soy Yahveh, tu Dios, desde el país de Egipto. No conoces otro
Dios fuera de mí, ni hay más salvador que yo. Yo te conocí en el desierto, en la tierra
ardorosa. Cuando estaban en su pasto se saciaron, se saciaron y se engrió su corazón, por
eso se olvidaron de mí. Pues yo seré para ellos cual león, como leopardo en el camino
acecharé. Caeré sobre ellos como osa privada de sus cachorros, desgarraré las telas de su
corazón, los devoraré allí mismo cual leona, la bestia del campo los despedazará. Tu
destrucción ha sido, Israel, porque sólo en mí estaba tu socorro”.

Habacuc 1, 5-8: “Mirad a las gentes, contemplad, quedad estupefactos, atónitos: voy a
hacer yo una obra en vuestros días que no creeríais si se os contara. Pues he aquí que yo
suscito a los caldeos, pueblo acerbo y fogoso, que recorre las anchuras de la tierra, para
apoderarse de moradas ajenas. Espantoso es y terrible; de él solo salen su juicio y su
grandeza; más raudos son que leopardos sus caballos, más agudos que lobos de la tarde; sus
jinetes galopan, vienen de lejos sus jinetes, vuelan como águila que se precipita a devorar”.

Apocalipsis 13, 1-4: “Y vi surgir del mar una Bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas,
y en sus cuernos diez diademas, y en sus cabezas títulos blasfemos. La Bestia que vi se
parecía a un leopardo, con las patas como de oso, y las fauces como fauces de león : y el
Dragón le dio su poder y su trono y gran poderío. Una de sus cabezas parecía herida de
muerte, pero su llaga mortal se le curó; entonces la tierra entera siguió maravillada a la
Bestia. Y se postraron ante el Dragón, porque había dado el poderío a la Bestia , y se
postraron ante la Bestia diciendo: «¿Quién como la Bestia? ¿Y quién puede luchar contra
ella?»”.

LEVIATÁN:
Job 3, 2-13: “Tomó Job la palabra y dijo: ¡Perezca el día en que nací, y la noche que dijo:
«Un varón ha sido concebido!» El día aquel hágase tinieblas, no lo requiera Dios desde lo
alto, ni brille sobre él la luz. Lo reclamen tinieblas y sombras, un nublado se cierna sobre
él, lo estremezca un eclipse. Sí, la oscuridad de él se apodere, no se añada a los días del
año, ni entre en la cuenta de los meses. Y aquella noche hágase inerte, impenetrable a los
clamores de alegría. Maldíganla los que maldicen el día, los dispuestos a despertar a
Leviatán. Sean tinieblas las estrellas de su aurora, la luz espere en vano, y no vea los
párpados del alba. Porque no me cerró las puertas del vientre donde estaba, ni ocultó a mis
ojos el dolor. ¿Por qué no morí cuando salí del seno, o no expiré al salir del vientre? ¿Por
qué me acogieron dos rodillas? ¿Por qué hubo dos pechos para que mamara? Pues ahora
descansaría tranquilo, dormiría ya en paz”. 40, 25: “Al Leviatán, ¿le pescarás tú a anzuelo,
sujetarás con un cordel su lengua?”.

Salmos 74, 12-17: “Oh Dios, mi rey desde el principio, autor de salvación en medio de la
tierra, tú hendiste el mar con tu poder, quebraste las cabezas de los monstruos en las aguas;
tú machacaste las cabezas de Leviatán y las hiciste pasto de las fieras; tú abriste
manantiales y torrentes, y secaste ríos inagotables; tuyo es el día, tuya también la noche, tú
la luna y el sol estableciste, tú trazaste todos los confines de la tierra, el verano y el invierno
tú formaste”. 104 [103], 24-31: “¡Cuán numerosas tus obras, Yahveh! Todas las has hecho
con sabiduría, de tus criaturas está llena la tierra. Ahí está el mar, grande y de amplios
brazos, y en él el hervidero innumerable de animales, grandes y pequeños; por allí circulan
los navíos, y Leviatán que tú formaste para jugar con él. Todos ellos de ti están esperando
que les des a su tiempo su alimento; tú se lo das y ellos lo toman, abres tu mano y se sacian
de bienes. Escondes tu rostro y se anonadan, les retiras su soplo, y expiran y a su polvo
retornan. Envías tu soplo y son creados, y renuevas la faz de la tierra. ¡Sea por siempre la
gloria de Yahveh, en sus obras Yahveh se regocije!”.

Isaías 27, 1: “Aquel día castigará Yahveh con su espada dura, grande, fuerte, al Leviatán,
serpiente huidiza, al Leviatán, serpiente tortuosa, y matará al dragón que hay en el mar”.

LIEBRE:
Levítico 11, 1-8: “Yahveh habló a Moisés y a Aarón, diciéndoles: Hablad a los israelitas y
decidles: De entre todos los animales terrestres podréis comer estos: Cualquier animal de
pezuña partida, hendida en mitades y que rumia, sí lo podréis comer. Pero entre los que
rumian o tienen pezuña hendida, no comeréis: camello, pues aunque rumia, no tiene partida
la pezuña; será impuro para vosotros; ni damán, porque rumia, pero no tiene partida la
pezuña; será impuro para vosotros: ni liebre porque rumia, pero no tiene la pezuña partida;
será impura para vosotros; ni cerdo, pues aunque tiene la pezuña partida, hendida en
mitades, no rumia; será impuro para vosotros. No comeréis su carne ni tocaréis sus
cadáveres; serán impuros para vosotros”.

Deuteronomio 14, 3-8: “No comerás nada que sea abominable. Éstos son los animales que
podréis comer: buey, carnero, cabra, ciervo, gacela, gamo, cabra montés, antílope, búfalo,
gamuza. Y todo animal de pezuña partida, hendida en dos mitades, y que rumia, lo podéis
comer. Sin embargo, entre los que rumian y entre los animales de pezuña partida y hendida
no podréis comer los siguientes: el camello, la liebre y el damán, que rumian pero no tienen
la pezuña hendida; los tendréis por impuros. Tampoco el cerdo, que tiene la pezuña partida
y hendida, pero no rumia; lo tendréis por impuro. No comeréis su carne ni tocaréis su
cadáver”.

LOBO (os):
Génesis 49, 27: “Benjamín, lobo rapaz; de mañana devora su presa, y a la tarde reparte el
despojo”.

Sirácida 13, 17: “¿Cómo podrá convivir lobo con cordero? Así el pecador con el piadoso”.
Isaías 11, 6: “Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el
novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá”. 65, 25: “Lobo y
cordero pacerán a una, el león comerá paja como el buey , y la serpiente se alimentará de
polvo, no harán más daño ni perjuicio en todo mi santo monte -dice Yahveh-.”

Jeremías 5, 6: “Por eso los herirá el león de la selva, el lobo de los desiertos los destrozará,
el leopardo acechará sus ciudades: todo el que saliere de ellas será despedazado. - Porque
son muchas sus rebeldías, y sus apostasías son grandes”.

Ezequiel 22, 27: “Sus jefes, en medio de ella, son como lobos que desgarran su presa, que
derraman sangre, matando a las personas para robar sus bienes”.

Habacuc 1, 7-8: “Espantoso es y terrible; de él solo salen su juicio y su grandeza; más


raudos son que leopardos sus caballos, más agudos que lobos de la tarde; sus jinetes
galopan, vienen de lejos sus jinetes, vuelan como águila que se precipita a devorar”.

Sofonías 3, 1-3: “¡Ay de la rebelde, la manchada, la ciudad opresora! No ha escuchado la


voz, no ha aceptado la corrección; en Yahveh no ha puesto su confianza, a su Dios no se ha
acercado. Sus príncipes, en medio de ella, son leones rugientes, sus jueces, lobos de la
tarde, que no dejan un hueso para la mañana”.

Mateo 7, 15-16: “«Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de
ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen
uvas de los espinos o higos de los abrojos?”. 10, 16: “«Mirad que yo os envío como ovejas
en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las
palomas”.

Lucas 10, 3-4: “Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa,
ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino”.

Juan 10, 11-12: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el
asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona
las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa”.

Hechos 20, 29-31: “«Yo sé que, después de mi partida, se introducirán entre vosotros
lobos crueles que no perdonarán al rebaño; y también que de entre vosotros mismos se
levantarán hombres que hablarán cosas perversas, para arrastrar a los discípulos detrás de
sí. Por tanto, vigilad y acordaos que durante tres años no he cesado de amonestaros día y
noche con lágrimas a cada uno de vosotros”.
LORO (os):
1 Reyes 10, 22: “Cada año venía la flota de Tarsis trayendo loros, plata, marfil, monos y
pavos reales”.

2 Crónicas 9, 21: “Cada tres años venía la flota de Tarsis trayendo loros, plata, marfil,
monos y pavos reales”.
MACHO CABRÍO (os). (Véase cabra):
Génesis 30, 34-36 “Dijo Labán: «Bien, sea como dices.» Y aquel mismo día apartó los
machos cabríos listados y manchados, todo lo que tenía en sí algo de blanco, así como todo
lo negro entre las ovejas, y lo confió a sus hijos, interponiendo tres jornadas de camino
entre él y Jacob. Este último apacentaba el resto del rebaño de Labán”. 32, 14-17: “Jacob
pasó allí aquella noche. Tomó de lo que tenía a mano un regalo para su hermano Esaú,
consistente en doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte
carneros, treinta camellas criando, junto con sus crías, cuarenta vacas y diez toros, veinte
asnas y diez garañones, y repartiéndolo en manadas independientes, los confió a sus siervos
y les dijo: «Pasad delante de mí, dejando espacio entre manada y manada»”.

Levítico 4, 22-24: “Si es un príncipe el que ha pecado, haciendo por inadvertencia


cualquiera de las cosas prohibidas por los mandamientos de Yahveh su Dios, haciéndose así
culpable; si se le advierte del pecado cometido, llevará como ofrenda un macho cabrío sin
defecto. Impondrá su mano sobre la cabeza del macho cabrío y lo inmolará en el lugar
donde se inmola el holocausto ante Yahveh. Es un sacrificio por el pecado”. 9, 3-15:
“Hablarás a los israelitas, diciendo: "Tomad un macho cabrío para el sacrificio por el
pecado y un becerro y un cordero, ambos de un año y sin defecto, para el holocausto.
Después presentó la ofrenda del pueblo: tomó el macho cabrío correspondiente al sacrificio
por el pecado del pueblo, lo inmoló y lo sacrificó como el primero”. 10, 16-18: “Moisés
preguntó con interés acerca del macho cabrío del sacrificio por el pecado; pero he aquí que
había sido ya quemado. Irritado contra Eleázar e Itamar, los hijos que le habían quedado a
Aarón, dijo: «¿Por qué no comisteis en lugar sagrado la víctima del sacrificio por el
pecado? Pues era cosa sacratísima que se os daba a vosotros para quitar la falta de la
comunidad, haciendo expiación por ellos ante Yahveh. Teníais que haberla comido en lugar
sagrado según os había ordenado, porque su sangre no había sido llevada al interior del
santuario»”. 16, 5: “Recibirá Aarón de la comunidad de los israelitas dos machos cabríos
para el holocausto”. 16, 7-27: “Tomará Aarón los dos machos cabríos y los presentará ante
Yahveh, a la entrada de la Tienda del Encuentro. Luego echará suertes sobre los dos
machos cabríos, una para Yahveh, y otra para Azazel. Presentará el macho cabrío sobre el
cual haya caído la suerte «para Yahveh» ofreciéndolo como sacrificio por el pecado. El
macho cabrío sobre el cual haya caído la suerte «para Azazel», lo colocará vivo delante de
Yahveh para hacer sobre él la expiación y echarlo al desierto, para Azazel. Después
inmolará el macho cabrío como sacrificio por el pecado del pueblo y llevará su sangre
detrás del velo, haciendo con su sangre lo que hizo con la sangre del novillo: rociará el
propiciatorio y su parte anterior. Acabada la expiación del santuario, de la Tienda del
Encuentro y del altar, Aarón presentará el macho cabrío vivo. Imponiendo ambas manos
sobre la cabeza del macho cabrío vivo hará confesión sobre él de todas las iniquidades de
los israelitas y de todas las rebeldías en todos los pecados de ellos y cargándolas sobre la
cabeza del macho cabrío, lo enviará al desierto por medio de un hombre dispuesto para ello
Así el macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos, hacia una tierra árida; y
soltará el macho cabrío en el desierto. El hombre encargado de soltar el macho cabrío para
Azazel lavará sus vestidos y bañará su cuerpo en agua; después de esto podrá entrar en el
campamento. Del novillo del sacrificio por el pecado y del macho cabrío inmolado por el
pecado, cuya sangre fue introducida en el santuario para hacer expiación, serán sacados
fuera del campamento y quemados con fuego sus pieles, su carne y sus excrementos”. 23,
19: “Ofreceréis también un macho cabrío como sacrificio por el pecado, y dos corderos de
un año como sacrificio de comunión”.

Números 7, 12. 17: “El que ofreció su ofrenda el primer día fue Najsón, hijo de Aminadab,
de la tribu de Judá. Su ofrenda para el sacrificio de comunión fue de… dos bueyes, cinco
carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Najsón,
hijo de Aminadab”. 7, 18-23: “El segundo día ofreció su ofrenda Natanael, hijo de Suar,
principal de Isacar. Para el sacrificio de comunión ofreció dos bueyes, cinco carneros, cinco
machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Natanael, hijo de Suar.
7, 24-29: “El tercer día, el principal de los hijos de Zabulón, Eliab, hijo de Jelón. Para el
sacrificio de comunión ofreció dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco
corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Eliab, hijo de Jelón. 7, 30-35: “El día cuarto, el
principal de los hijos de Rubén, Elisur, hijo de Sedeur. Para el sacrificio de comunión
ofreció dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, cinco corderos de un año. Ésa
fue la ofrenda de Elisur, hijo de Sedeur. 7, 36-41: “El día quinto, el principal de los hijos de
Simeón, Selumiel, hijo de Surisadday. Para el sacrificio de comunión ofreció dos bueyes,
cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de
Selumiel, hijo de Surisadday. 7, 42-47: “El día sexto, el principal de los hijos de Gad,
Elyasaf, hijo de Reuel. Para el sacrificio de comunión ofreció dos bueyes, cinco carneros,
cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Elyasaf, hijo de
Reuel. 7, 48-53: “El día séptimo, el principal de los hijos de Efraím, Elisamá, hijo de
Ammihud. Para el sacrificio de comunión ofreció dos bueyes, cinco carneros, cinco
machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Elisamá, hijo de
Ammihud. 7, 54-59: “El día octavo, el principal de los hijos de Manasés, Gamaliel, hijo de
Pedahsur. Para el sacrificio de comunión ofreció dos bueyes, cinco carneros, cinco machos
cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Gamaliel, hijo de Pedahsur. 7,
60-65: “El día nono, el principal de los hijos de Benjamín, Abidán, hijo de Guideoní. Para
el sacrificio de comunión ofreció dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco
corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Abidán, hijo de Guideoní. 7, 66-71: “El día
décimo, el principal de los hijos de Dan, Ajiézer, hijo de Ammisadday. Para el sacrificio de
comunión ofreció dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un
año. Ésa fue la ofrenda de Ajiézer, hijo de Ammisadday. 7, 72-77: “El día undécimo, el
principal de los hijos de Aser, Paguiel, hijo de Okrán. Para el sacrificio de comunión
ofreció dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Esa
fue la ofrenda de Paguiel, hijo de Okrán. 7, 78-83: “El día duodécimo, el principal de los
hijos de Neftalí, Ajirá, hijo de Enán. Para el sacrificio de comunión ofreció dos bueyes,
cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de
Ajirá, hijo de Enán”. 7, 88: “El total del ganado para los sacrificios de comunión:
veinticuatro novillos, sesenta carneros, sesenta machos cabríos y sesenta corderos de un
año. Ésas fueron las ofrendas de la dedicación del altar, una vez que fue ungido”. 15, 22-24:
“«Cuando por inadvertencia no cumpláis alguno de estos preceptos que Yahveh ha
comunicado a Moisés, algo de lo que os ha mandado Yahveh por medio de Moisés, desde
que Yahveh lo ordenó en adelante, por todas vuestras generaciones, en el caso de que la
inadvertencia se haya cometido por descuido de la comunidad, toda la comunidad ofrecerá
un novillo en holocausto, como calmante aroma para Yahveh, con su correspondiente
oblación y libación según costumbre, y un macho cabrío en sacrificio por el pecado”. 29,
3-38: “La oblación correspondiente de flor de harina amasada con aceite, será de tres
décimas por el novillo, dos décimas por el carnero y una décima por cada uno de los siete
corderos; y un macho cabrío como sacrificio por el pecado, para hacer la expiación por
vosotros. Ofreceréis en holocausto a Yahveh, como calmante aroma, un novillo, un carnero,
siete corderos de un año, que habrán de ser sin defecto; su oblación de flor de harina
amasada con aceite, será: tres décimas por el novillo, dos décimas por el carnero, una
décima por cada uno de los siete corderos; y un macho cabrío, como sacrificio por el
pecado de la fiesta de la Expiación, del holocausto perpetuo, de su oblación y sus
libaciones. Ofreceréis en holocausto un manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh:
trece novillos, dos carneros, catorce corderos de un año, que serán sin defecto; la oblación
correspondiente será de flor de harina amasada con aceite, tres décimas por cada uno de los
trece novillos, dos décimas por cada uno de los dos carneros, y una décima por cada uno de
los catorce corderos; y un macho cabrío como sacrificio por el pecado; además del
holocausto perpetuo, de su oblación y su libación. El día segundo, doce novillos, dos
carneros, catorce corderos de un año, sin tacha, con las oblaciones y libaciones
correspondientes a los novillos, carneros y corderos, conforme a su número y según la
norma; y un macho cabrío, como sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo,
de su oblación y sus libaciones. El día tercero: once novillos, dos carneros, catorce corderos
de un año, sin tacha, con las oblaciones y libaciones correspondientes a los novillos,
carneros y corderos, conforme a su número y según la norma; y un macho cabrío como
sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo, de su oblación y su libación. El
día cuarto: diez novillos, dos carneros, catorce corderos de un año, sin tacha; las oblaciones
y libaciones correspondientes a los novillos, carneros y corderos, conforme a su número y
según la norma; y un macho cabrío, como sacrificio por el pecado; además del holocausto
perpetuo, de su oblación y su libación. El día quinto: nueve novillos, dos carneros, catorce
corderos de un año, sin tacha; las oblaciones y libaciones correspondientes a los novillos,
carneros y corderos, conforme a su número y según la norma; y un macho cabrío, como
sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo, de su oblación y su libación. El
día sexto: ocho novillos, dos carneros, catorce corderos de un año, sin tacha; las oblaciones
y libaciones correspondientes a los novillos, carneros y corderos, conforme a su número y
según la norma; y un macho cabrío, como sacrificio por el pecado; además del holocausto
perpetuo, de su oblación y su libación. El día séptimo: siete novillos, dos carneros, catorce
corderos de un año, sin tacha; las oblaciones y libaciones correspondientes a los novillos,
carneros y corderos, conforme a su número y según la norma; y un macho cabrío como
sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo y de su oblación y su libación. El
día octavo será para vosotros de reunión solemne; no haréis ningún trabajo servil.
Ofreceréis un holocausto, como manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh: un
novillo, un carnero, siete corderos de un año, sin tacha; la oblación y libaciones
correspondientes al novillo, al carnero y a los corderos, conforme a su número y según la
norma; y un macho cabrío como sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo,
de su oblación y su libación”.
Deuteronomio 32, 12-14: “Sólo Yahveh guía a Israel a su destino, con él ningún dios
extranjero. Le hace cabalgar por las alturas de la tierra, le alimenta de los frutos del campo,
le da a gustar miel de la peña, y aceite de la dura roca, cuajada de vacas y leche de ovejas,
con la grasa de corderos; carneros de raza de Basán, y machos cabríos, con la flor de los
granos de trigo, y por bebida la roja sangre de la uva”.

2 Crónicas 17, 11: “Los filisteos trajeron a Josafat presentes y plata como tributo. También
los árabes le trajeron ganado menor: siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos
machos cabríos”. 29, 20-24 “Entonces se levantó el rey Ezequías de mañana, reunió a los
jefes de la ciudad y subió a la Casa de Yahveh. Trajeron siete novillos, siete carneros, siete
corderos y siete machos cabríos para el sacrificio por el pecado en favor del reino, del
santuario y de Judá; y mandó a los sacerdotes, hijos de Aarón, que ofreciesen holocaustos
sobre el altar de Yahveh. Inmolaron los novillos, y los sacerdotes recogieron la sangre y
rociaron el altar; luego inmolaron los carneros y rociaron con su sangre el altar; degollaron
igualmente los corderos y rociaron con la sangre el altar. Acercaron después los machos
cabríos por el pecado, ante el rey y la asamblea, y éstos pusieron las manos sobre ellos; los
sacerdotes los inmolaron y ofrecieron la sangre en sacrificio por el pecado junto al altar
como expiación por todo Israel; porque el rey había ordenado que el holocausto y el
sacrificio por el pecado fuese por todo Israel”.

Esdras 6, 16-17: “Los israelitas - los sacerdotes, los levitas y el resto de los deportados -
celebraron con júbilo la dedicación de esta Casa de Dios; ofrecieron para la dedicación de
esta Casa de Dios cien toros, doscientos carneros, cuatrocientos corderos y, como sacrificio
por el pecado de todo Israel, doce machos cabríos, conforme al número de las tribus de
Israel”. 8, 32-36: “Llegamos a Jerusalén y descansamos allí tres días. El cuarto día, la plata,
el oro y los utensilios fueron pesados en la Casa de nuestro Dios y entregados al sacerdote
Meremot, hijo de Urías, con quien estaba Eleázar, hijo de Pinjás; les acompañaban los
levitas Yozabad, hijo de Josué, y Noadías, hijo de Binnuy. Todo se contó y se pesó, y se
registró su peso total. En aquel tiempo, los deportados que volvían del cautiverio ofrecieron
holocaustos al Dios de Israel: doce novillos por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta
y siete corderos y doce machos cabríos por el pecado: todo en holocausto a Yahveh. Y se
entregaron los decretos del rey a los sátrapas del rey y a los gobernadores de
Transeufratina, los cuales favorecieron al pueblo y la Casa de Dios”.

Salmos 50, 9-13: “No tengo que tomar novillo de tu casa, ni machos cabríos de tus
apriscos. «Pues mías son todas las fieras de la selva, las bestias en los montes a millares;
conozco todas las aves de los cielos, mías son las bestias de los campos. «Si hambre
tuviera, no habría de decírtelo, porque mío es el orbe y cuanto encierra. ¿Es que voy a
comer carne de toros, o a beber sangre de machos cabríos?”.

Proverbios 27, 25-27: “Cortada la hierba, aparecido el retoño, y apilado el heno de los
montes, ten corderos para poderte vestir, machos cabríos con qué pagar un campo, leche de
cabras abundante para tu sustento, para alimentar a tu familia y mantener a tus criados”. 30,
29-31: “Hay tres cosas de paso gallardo y cuatro de elegante marcha: el león - fuerte entre
los animales -, que ante nada retrocede, el esbelto gallo o el macho cabrío, y el rey que
arenga a su pueblo”.

Isaías 1, 11: “«¿A mí qué, tanto sacrificio vuestro? - dice Yahveh -. Harto estoy de
holocaustos de carneros y de sebo de cebones; y sangre de novillos y machos cabríos no
me agrada”. 11, 6: “Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el
cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá”. 34, 6-7:
“La espada de Yahveh está llena de sangre, engrasada de sebo, de sangre de carneros y
machos cabríos, de sebo de riñones de carneros, porque tiene Yahveh un sacrificio en
Bosrá, y gran matanza en Edom. En vez de búfalos caerán pueblos, y en vez de toros un
pueblo de valientes. Se emborrachará su tierra con sangre, y su polvo será engrasado de
sebo”. 60, 7: “Todas las ovejas de Quedar se apiñarán junto a ti, los machos cabríos de
Nebayot estarán a tu servicio. Subirán en holocausto agradable a mi altar, y mi hermosa
Casa hermosearé aún más”.

Jeremías 50, 8: “Emigrad de Babilonia, y del país de los caldeos salid. Sed como los
machos cabríos al frente del rebaño”. 51, 40: “Les haré bajar como corderos al matadero,
como carneros y machos cabríos”.

Ezequiel 27, 21: “Arabia y todos los príncipes de Quedar eran también tus clientes:
pagaban con corderos, carneros y machos cabríos”. 34, 17: “En cuanto a vosotras, ovejas
mías, así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre
carnero y macho cabrío”. 39, 17-21: “En cuanto a ti, hijo de hombre, así dice el Señor
Yahveh: Di a los pájaros de todas clases y a todas las fieras del campo: Congregaos, venid,
reuníos de todas partes para el sacrificio que yo os ofrezco, un gran sacrificio sobre los
montes de Israel; comeréis carne y beberéis sangre. Carne de héroes comeréis, sangre de
príncipes de la tierra beberéis. Todos son carneros, corderos, machos cabríos, pingües toros
de Basán. Comeréis grasa hasta la saciedad y beberéis sangre hasta la embriaguez, en este
sacrificio que yo os brindo. Os hartaréis a mi mesa de caballos y caballeros, de héroes y de
toda clase de guerreros, oráculo del Señor Yahveh. Así manifestaré yo mi gloria entre las
naciones, y todas las naciones verán el juicio que voy a ejecutar y la mano que pondré sobre
ellos”. 43, 22: “El segundo día, ofrecerás un macho cabrío sin defecto en sacrificio por el
pecado y se quitará el pecado del altar como se hizo con el novillo”. 43, 25: “Durante siete
días ofrecerás el macho cabrío del sacrificio por el pecado, cada día; se hará también el
sacrificio del novillo y del carnero sin defecto tomado del rebaño”. 45, 23: “Durante los
siete días de la fiesta, ofrecerá en holocausto a Yahveh siete novillos y siete carneros sin
defecto, cada uno de los siete días, y en sacrificio por el pecado, un macho cabrío cada
día”.

Daniel 8, 5-8: “Estaba yo cavilando, y he aquí que un macho cabrío vino de occidente,
recorriendo la tierra entera sin tocar el suelo; este macho cabrío tenía un cuerno
«magnífico» entre los ojos. Vino donde el carnero de dos cuernos que yo había visto en pie
delante de la puerta y corrió hacia él con todo el ardor de su fuerza. Vi cómo alcanzaba al
carnero, enfurecido contra él; embistió al carnero, y le rompió los dos cuernos, sin que el
carnero tuviera fuerzas para resistirle; lo echó por tierra y lo pisoteó; no había nadie que
librara al carnero de su mano. El macho cabrío se hizo muy grande, pero cuando estaba en
la plenitud de su poder, el gran cuerno se rompió y en su lugar despuntaron cuatro «cuernos
magníficos» en la dirección de los cuatro vientos del cielo”. 8, 21: “El macho cabrío
velludo es el rey de Yaván; el cuerno grande entre sus ojos, es el primer rey”.

Zacarías 10, 3: “Contra los pastores arde mi cólera y a los machos cabríos visitaré.
Cuando Yahveh Sebaot visite a su rebaño, la Casa de Judá, hará de ellos como su caballo
de honor en el combate”.

Hebreos: 9. 12-14: “Y penetró en el santuario una vez para siempre, no con sangre de
machos cabríos ni de novillos, sino con su propia sangre, consiguiendo una redención
eterna. Pues si la sangre de machos cabríos y de toros y la ceniza de vaca santifica con su
aspersión a los contaminados, en orden a la purificación de la carne, ¡cuánto más la sangre
de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las
obras muertas nuestra conciencia para rendir culto a Dios vivo!. 9, 18-19: “Así tampoco la
primera Alianza se inauguró sin sangre. Pues Moisés, después de haber leído a todo el
pueblo todos los preceptos según la Ley, tomó la sangre de los novillos y machos cabríos
con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el libro mismo y a todo el pueblo diciendo: Ésta
es la sangre de la Alianza que Dios ha ordenado para vosotros”. 10, 4-7: “Es imposible que
sangre de toros y machos cabríos borre pecados. Por eso, al entrar en este mundo, dice:
Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios
por el pecado no te agradaron. Entonces dije: ¡He aquí que vengo - pues de mí está escrito
en el rollo del libro - a hacer, oh Dios, tu voluntad!. de pecado los que ofrecen ese culto,
una vez purificados?”.
MERGO: Lev.
MILANO: Lev.
MOCHUELO (s):
Isaías 13, 19-22: “Babilonia, la flor de los reinos, prez y orgullo de Caldea, será semejante
a Sodoma y Gomorra, destruidas por Dios. No será habitada jamás ni poblada en
generaciones y generaciones, ni pondrá tienda allí el árabe, ni pastores apacentarán allí. Allí
tendrán aprisco bestias del desierto y se llenarán sus casas de mochuelos. Allí morarán las
avestruces y los sátiros brincarán allí. Se responderán las hienas en sus alcázares y los
chacales en sus palacios de recreo. Su hora está para llegar y sus días no tendrán prórroga”.
MONO (os):
1 Reyes 10, 22: “Cada año venía la flota de Tarsis trayendo loros, plata, marfil, monos y
pavos reales.

2 Crónicas 9, 21: Igual a lo anterior, pero dice que acontecía cada tres años.
MOSCA (as) MOSQUITO (os):
Éxodo 8, 12-15: “Dijo Yahveh a Moisés: «Di a Aarón: extiende tu cayado y golpea el
polvo de la tierra que se convertirá en mosquitos sobre todo el país de Egipto». Así lo
hicieron: Aarón extendió su mano con el cayado y golpeó el polvo de la tierra; y hubo
mosquitos sobre los hombres y sobre los ganados. Todo el polvo de la tierra se convirtió en
mosquitos sobre todo el país de Egipto. Los magos intentaron con sus encantamientos hacer
salir mosquitos, pero no pudieron. Hubo, pues, mosquitos sobre hombres y ganados.
Dijeron los magos a Faraón: «¡es el dedo de Dios!» Pero el corazón de Faraón se endureció,
y no les escuchó, como había dicho Yahveh”.

Qohelet 10, 1: “Una mosca muerta pudre una copa de ungüento de perfumista; monta más
un poco de necedad que sabiduría y honor”.

Sabiduría 16, 8-10: “De este modo convenciste a nuestros enemigos de que tú eres el que
libras de todo mal: a ellos picaduras de langostas y moscas los mataban, -y bien merecían
que bichos tales los castigasen- sin que remedio hallaran para su vida; a tus hijos, en
cambio, ni dientes de serpientes venenosas los vencieron, pues vino tu misericordia en su
socorro y los sanó”. 19, 7-10: “Se vio una nube proteger con su sombra el campamento,
emerger del agua que la cubría una tierra enjuta, del mar Rojo un camino expedito, una
verde llanura del oleaje impetuoso, por donde, formando un solo pueblo, pasaron los que tu
mano protegía mientras contemplaban tan admirables prodigios. Como caballos se
apacentaban, y retozaban como corderos alabándote a ti, Señor que los habías liberado.
Recordaban todavía lo sucedido en su destierro, cómo, en vez de nacer los mosquitos de
animales, los produjo la tierra, cómo, en vez de nacer las ranas de seres acuáticos, las
vomitó el Río en abundancia”.

Salmos 105, 26-38: “Luego envió a Moisés su servidor, y Aarón, su escogido, que hicieron
entre ellos sus señales anunciadas, prodigios en el país de Cam. Mandó tinieblas y tinieblas
hubo, mas ellos desafiaron sus palabras. Trocó en sangre sus aguas y a sus peces dio
muerte. Pululó de ranas su país, hasta en las moradas de sus reyes; mandó él, y vinieron los
mosquitos, los cínifes por toda su comarca. Les dio por lluvia el granizo, llamas de fuego
en su país; hirió sus viñedos, sus higueras, y los árboles quebró de su comarca. Dio la
orden, y llegó la langosta, y el pulgón en número incontable; comieron toda hierba en su
país, comieron el fruto de su suelo. E hirió en su país a todo primogénito, las primicias de
todo su vigor; y a ellos los sacó con plata y oro, ni uno solo flaqueó de entre sus tribus.
Egipto se alegró de su salida, pues era presa del terror”.

Isaías 51, 6: “Alzad a los cielos vuestros ojos y contemplad la tierra abajo, pues los cielos
como humareda se disiparán, la tierra como un vestido se gastará y sus moradores como el
mosquito morirán. Pero mi salvación por siempre será, y mi justicia se mantendrá intacta”.

Mateo 23, 23-25: “”«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo
de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la
misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!. «¡Ay de vosotros, escribas y
fariseos hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están
llenos de rapiña e intemperancia!”

MULO (os, a, as):


2 Samuel 13, 26-29: “Absalón le dijo al rey: «Que venga, por favor, con nosotros mi
hermano Amnón». Respondió el rey: «¿Para qué ha de ir contigo?». Pero Absalón le
insistió y dejó que fueran con él Amnón y todos los hijos del rey. Absalón mandó preparar
un convite regio. Y ordenó a sus criados: «Estad atentos: cuando el corazón de Amnón esté
alegre por el vino y yo os diga: "Herid a Amnón", le mataréis. No tengáis temor, porque os
lo mando yo. Cobrad ánimo y sed valerosos». Los criados de Absalón hicieron con Amnón
lo que Absalón les había mandado. Entonces todos los hijos del rey se levantaron y
montando cada cual en su mulo huyeron. 18, 5-9: “El rey ordenó a Joab, Abisay y a Ittay:
«Tratad bien, por amor a mí, al joven Absalón». Y todo el ejército oyó las órdenes del rey a
todos los jefes acerca de Absalón. El ejército salió al campo, al encuentro de Israel, y se
trabó la batalla en el bosque de Efraím. El pueblo de Israel fue derrotado allí por los
veteranos de David, y hubo aquel día un gran estrago de veinte mil hombres. La batalla se
extendió por todo aquel contorno y aquel contorno y aquel día devoró el bosque más
hombres que la espada. Absalón se topó con los veteranos de David. Iba Absalón montado
en un mulo y el mulo se metió bajo el ramaje de una gran encina. La cabeza de Absalón se
trabó y quedó en la encina colgado entre el cielo y la tierra, mientras que el mulo que
estaba debajo de él siguió adelante”.

1 Reyes 1, 32-38: “Dijo el rey David: «Llamadme al sacerdote Sadoq, al profeta Natán y a
Benaías, hijo de Yehoyadá». Y entraron a presencia del rey. El rey les dijo: «Tomad con
vosotros a los veteranos de vuestro señor, haced montar a mi hijo Salomón sobre mi propia
mula y bajadle a Guijón. El sacerdote Sadoq y el profeta Natán le ungirán allí como rey de
Israel, tocaréis el cuerno y gritaréis: "Viva el rey Salomón." Subiréis luego detrás de él, y
vendrá a sentarse sobre mi trono y él reinará en mi lugar, porque le pongo como caudillo de
Israel y Judá». Benaías, hijo de Yehoyadá, respondió al rey: «Amén. Así habla Yahveh,
Dios de mi señor el rey. Como ha estado Yahveh con mi señor el rey, así esté con Salomón
y haga su trono más grande que el trono de mi señor el rey David». Bajaron el sacerdote
Sadoq, el profeta Natán, Benaías, hijo de Yehoyadá, los kereteos y los peleteos, e hicieron
montar a Salomón sobre la mula del rey David y le llevaron a Guijón”. 1, 42-46: “Estaba
todavía hablando cuando llegó Jonatán, hijo del sacerdote Abiatar; y Adonías le dijo: «Ven,
pues eres un hombre valeroso y traerás buenas noticias». Jonatán respondió a Adonías:
«Todo lo contrario. Nuestro señor el rey David ha proclamado rey a Salomón. El rey ha
enviado con él al sacerdote Sadoq, al profeta Natán, a Benaías, hijo de Yehoyadá, a los
kereteos y peleteos, y le han hecho montar sobre la mula del rey. El sacerdote Sadoq y el
profeta Natán le han ungido rey en Guijón; han subido de allí llenos de gozo; la ciudad está
alborotada; y ése es el tumulto que habéis oído. Más aún, Salomón se ha sentado en el trono
real”. 10, 23-26: “El rey Salomón sobrepujó a todos los reyes de la tierra en riqueza y
sabiduría. Todo el mundo quería ver el rostro de Salomón para oír la sabiduría que Dios
había puesto en su corazón. Y cada uno de ellos traía su presente: objetos de plata, objetos
de oro, vestidos, armas y aromas, caballos y mulos, año tras año. Salomón reunió carros y
caballos; tuvo mil cuatrocientos carros y doce mil caballos que llevó a las ciudades de los
carros y junto al rey en Jerusalén”. 18, 4-11: “Cuando Jezabel exterminó a los profetas de
Yahveh, Abdías había tomado cien profetas y los había ocultado, de cincuenta en cincuenta,
en una cueva, dándoles de comer pan y agua. - Dijo Ajab a Abdías: «Ven, vamos a recorrer
el país por todas sus fuentes y todos sus torrentes; acaso encontremos hierba para mantener
los caballos y mulos y no tengamos que suprimir el ganado». Se repartieron el país para
recorrerlo: «Ajab se fue solo por un camino y Abdías se fue solo por otro. Estando Abdías
en camino, le salió Elías al encuentro. Le reconoció y cayó sobre su rostro y dijo: ¿Eres tú
Elías, mi señor?» Él respondió: «Yo soy. Vete a decir a tu señor: Ahí está Elías».
Respondió: «¿En qué he pecado, pues entregas a tu siervo en manos de Ajab para hacerme
morir? ¡Vive Yahveh tu Dios! No hay nación o reino donde no haya mandado a buscarte mi
señor, y cuando decían: "No está aquí", hacía jurar a la nación o al reino que no te había
encontrado. Y ahora tú dices: "Vete a decir a tu señor: Ahí está Elías"”.

2 Reyes 5, 9-19: “Llegó Naamán con sus caballos y su carro y se detuvo a la entrada de la
casa de Eliseo. Eliseo envió un mensajero a decirle: «Vete y lávate siete veces en el Jordán
y tu carne se te volverá limpia». Se irritó Naamán y se marchaba diciendo: «Yo que había
dicho: ¡Seguramente saldrá, se detendrá, invocará el nombre de Yahveh su Dios, frotará
con su mano mi parte enferma y sanaré de la lepra! ¿Acaso el Abaná y el Farfar, ríos de
Damasco, no son mejores que todas las aguas de Israel? ¿No podría bañarme en ellos para
quedar limpio?» Y, dando la vuelta, partió encolerizado. Se acercaron sus servidores, le
hablaron y le dijeron: «Padre mío; si el profeta te hubiera mandado una cosa difícil ¿es que
no la hubieras hecho? ¡Cuánto más habiéndote dicho: Lávate y quedarás limpio!» Bajó,
pues, y se sumergió siete veces en el Jordán, según la palabra del hombre de Dios, y su
carne se tornó como la carne de un niño pequeño, y quedó limpio. Se volvió al hombre de
Dios, él y todo su acompañamiento, llegó, se detuvo ante él y dijo: «Ahora conozco bien
que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel. Así pues, recibe un presente de tu
siervo». Pero él dijo: «Vive Yahveh a quien sirvo, que no lo aceptaré»; le insistió para que
lo recibiera, pero no quiso. Dijo Naamán: «Ya que no, que se dé a tu siervo, de esta tierra,
la carga de dos mulos, porque tu siervo ya no ofrecerá holocausto ni sacrificio a otros
dioses sino a Yahveh. Que Yahveh dispense a su siervo por tener que postrarse en el templo
de Rimmón cuando mi señor entre en el templo para adorar allí, apoyado en mi brazo; que
Yahveh dispense a tu siervo por ello». Él le dijo: «Vete en paz»”.

1 Crónicas 12, 39-41: “Todos estos hombres de guerra, formados en orden de batalla,
vinieron a Hebrón con corazón entero para proclamar a David rey sobre todo Israel; y los
demás israelitas estaban unánimes en hacer rey a David. Permanecieron allí con David tres
días comiendo y bebiendo, porque sus hermanos les proveían. Además, los que estaban
cerca y hasta de Isacar, Zabulón y Neftalí traían víveres en asnos, camellos, mulos y
bueyes; provisiones de harina, tortas de higos y pasas, vino, aceite, ganado mayor y menor
en abundancia; pues reinaba la alegría en Israel”.
2 Crónicas 9, 22-25: “Así el rey Salomón sobrepujó a todos los reyes de la tierra en riqueza
y sabiduría. Todos los reyes de la tierra querían ver el rostro de Salomón, para oír la
sabiduría que Dios había puesto en su corazón. Y cada uno de ellos traía su presente,
objetos de plata y objetos de oro, vestidos, armas, aromas, caballos y mulos, año tras año.
Tenía Salomón cuatro mil caballerizas para sus caballos y carros, y doce mil caballos, que
puso en cuarteles en las ciudades de los carros y en Jerusalén junto al rey”.

Esdras 2, 64-67: “La asamblea ascendía a cuarenta y dos mil trescientas sesenta personas,
sin contar sus siervos y siervas en número de siete mil trescientas treinta y siete. Tenían
también doscientos cantores y cantoras. Tenían setecientos treinta y seis caballos,
doscientos cuarenta y cinco mulos, cuatrocientos treinta ay cinco camellos y seis mil
setecientos veinte asnos”.

Nehemías 7, 68: “ Tenían (setecientos treinta y seis caballos, doscientos cuarenta y cinco
mulos) cuatrocientos treinta y cinco camellos y seis mil setecientos veinte asnos”.

Judit 15, 9-13: “En llegando a su presencia, todos a una voz bendijeron a Judit diciendo:
«Tú eres la exaltación de Jerusalén, tú el gran orgullo de Israel, tú la suprema gloria de
nuestra raza. Al hacer todo esto por tu mano has procurado la dicha de Israel y Dios se ha
complacido en lo que has hecho. Bendita seas del Señor Omnipotente por siglos infinitos».
Y todo el pueblo respondió: «¡Amén!». Todo el pueblo estuvo recogiendo botín del
campamento durante treinta días; dieron a Judit la tienda de Holofernes, con toda su vajilla
de plata, sus divanes, sus vasijas y todo su mobiliario. Ella lo tomó y lo cargó sobre su
mula, preparó sus carros y lo amontonó todo encima. Todas las mujeres de Israel acudieron
para verla y la bendecían danzando en coro. Judit tomaba tirsos con la mano y los distribuía
entre las mujeres que estaban a su lado. Ellas y sus acompañantes se coronaron con coronas
de olivo; después, dirigiendo el coro de las mujeres, se puso danzando a la cabeza de todo
el pueblo. La seguían los hombres de Israel, armados de sus armas, llevando coronas y
cantando himnos”. 2, 14-20: “En saliendo Holofernes de la presencia de su señor, convocó
a todos los príncipes, jefes y capitanes del ejército asirio, y eligió a los hombres más
selectos para la guerra, como lo había ordenado su señor: unos ciento veinte mil hombres,
más doce mil arqueros a caballo, y los puso en orden de combate, como se ordena una
multitud para la batalla. Tomó una gran cantidad de camellos, asnos y mulas para el bagaje
e incontable número de ovejas, bueyes y cabras para el avituallamiento; provisiones
abundantes para cada hombre y muchísimo oro y plata de la casa real. Se puso luego
Holofernes en camino con todo su ejército para preceder al rey Nabucodonosor y para
cubrir toda la superficie de la tierra de occidente con sus carros, sus caballos y sus mejores
infantes. Se les agregó una multitud tan numerosa como la langosta y como la arena de la
tierra, que les seguía en tan gran número que no se podía calcular”.

Salmos 32, 8-9: “Voy a instruirte, a mostrarte el camino a seguir; fijos en ti los ojos, seré tu
consejero. No seas cual caballo o mulo sin sentido, rienda y freno hace falta para domar su
brío, si no, no se te acercan”.
Isaías 66, 18-21: “Yo vengo a reunir a todas las naciones y lenguas; vendrán y verán mi
gloria. Pondré en ellos señal y enviaré de ellos algunos escapados a las naciones: a Tarsis,
Put y Lud, Mések, Ros, Túbal, Yaván; a las islas remotas que no oyeron mi fama ni vieron
mi gloria. Ellos anunciarán mi gloria a las naciones. Y traerán a todos vuestros hermanos de
todas las naciones como oblación a Yahveh -en caballos, carros, literas, mulos y
dromedarios- a mi monte santo de Jerusalén -dice Yahveh- como traen los hijos de Israel la
oblación en recipiente limpio a la Casa de Yahveh. Y también de entre ellos tomaré para
sacerdotes y levitas -dice Yahveh-”.

Ezequiel 27, 14: “Los de Bet Togarmá daban por tus mercancías caballos de tiro y de silla,
y mulos”. .

Zacarías 14, 14-16: “También Judá combatirá en Jerusalén. Y serán reunidas las riquezas
de todas las naciones de alrededor: oro, plata y vestidos en cantidad inmensa. Semejante
será la plaga de los caballos, mulos, camellos y asnos, y de todo el ganado que haya en
aquellos campamentos: ¡una plaga como ésa! Y todos los supervivientes de todas las
naciones que hayan venido contra Jerusalén subirán de año en año a postrarse ante el Rey
Yahveh Sebaot y a celebrar la fiesta de las Tiendas”.

MURCIÉLAGO:
Levítico 11, 13-19: “Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no podréis
comer por ser abominación: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, el
halcón en todas sus especies, toda clase de cuervos, el avestruz, la lechuza, la gaviota, el
gavilán en todas sus especies, el búho, el somormujo, el ibis, el cisne, el pelícano, el
calamón, la cigüeña, la garza en todas sus especies, la abubilla y el murciélago”.

Deuteronomio 14, 11-18: “Podéis comer toda ave pura, pero las siguientes no las podéis
comer: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, las diferentes especies de
halcón, todas las especies de cuervo, el avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes
especies de gavilanes, el búho, el ibis, el cisne, el pelícano, el calamón, el somormujo, la
cigüeña, las diferentes especies de garza real, la abubilla y el murciélago”.

MUSGAÑO (os):
Isaías 2, 17-22: “Se humillará la altivez del hombre, y se abajará la altanería humana; será
exaltado Yahveh solo, en aquel día, y los ídolos completamente abatidos. Entrarán en las
grietas de las peñas y en las hendiduras de la tierra, lejos de la presencia pavorosa de
Yahveh y del esplendor de su majestad, cuando él se alce para hacer temblar la tierra.
Aquel día arrojará el hombre a los musgaños y a los topos los ídolos de plata y los ídolos
de oro que él se hizo para postrarse ante ellos, y se meterá en los agujeros de las peñas y en
las hendiduras de las piedras, lejos de la presencia pavorosa de Yahveh y del esplendor de
su majestad, cuando Él se alce para hacer temblar la tierra. Desentendeos del hombre, en
cuya nariz sólo hay aliento, porque ¿qué vale él?”.
NIDO (de pájaro): Dt. Job. Sal. Prov. Sir. Is. Jer. Ab. Hab.
NOVILLO (os, a):
Génesis 15, 7-18: “Le dijo Yahveh a Abram: «Yo soy Yahveh que te saqué de Ur de los
caldeos, para darte esta tierra en propiedad.» Él dijo: «Mi Señor, Yahveh, ¿en qué conoceré
que ha de ser mía?» Díjole: «Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres años, un
carnero de tres años, una tórtola y un pichón.» Tomó él todas estas cosas, y partiéndolas por
medio, puso cada mitad enfrente de la otra. Los pájaros no los partió. Las aves rapaces
bajaron sobre los cadáveres, pero Abram las espantó. Y sucedió que estando ya el sol para
ponerse, cayó sobre Abram un sopor, y de pronto le invadió un gran sobresalto. Yahveh
dijo a Abram: «Has de saber que tus descendientes serán forasteros en tierra extraña. Los
esclavizarán y oprimirán durante cuatrocientos años. Pero yo a mi vez juzgaré a la nación a
quien sirvan; y luego saldrán con gran hacienda. Tú en tanto vendrás en paz con tus padres,
serás sepultado en buena ancianidad. Y a la cuarta generación volverán ellos acá; porque
hasta entonces no se habrá colmado la maldad de los amorreos.» Y, puesto ya el sol, surgió
en medio de densas tinieblas un horno humeante y una antorcha de fuego que pasó por
entre aquellos animales partidos”.

Éxodo 24, 4-7: “Entonces escribió Moisés todas las palabras de Yahveh; y, levantándose de
mañana, alzó al pie del monte un altar y doce estelas por las doce tribus de Israel. Luego
mandó a algunos jóvenes, de los israelitas, que ofreciesen holocaustos e inmolaran novillos
como sacrificios de comunión para Yahveh. Tomó Moisés la mitad de la sangre y la echó
en vasijas; la otra mitad la derramó sobre el altar. Tomó después el libro de la Alianza y lo
leyó ante el pueblo, que respondió: «Obedeceremos y haremos todo cuanto ha dicho
Yahveh»”. 29, 1-3: “Para consagrarlos a mi sacerdocio has de proceder con ellos de esta
manera: Toma un novillo y dos carneros sin defecto, panes ázimos y tortas sin levadura:
unas, amasadas con aceite, y otras, untadas en aceite. Las harás con flor de harina de trigo.
Las pondrás en un canastillo y las presentarás en él junto con el novillo y los dos carneros”.
29, 10-14: “Presentarás el novillo ante la Tienda del Encuentro, y Aarón y sus hijos
impondrán las manos sobre la cabeza del novillo. Luego inmolarás el novillo delante de
Yahveh, a la entrada de la Tienda del Encuentro. Tomando sangre del novillo, untarás con
tu dedo los cuernos del altar, y derramarás toda la sangre al pie del altar. Saca todo el sebo
que cubre las entrañas, el que queda junto al hígado, y los dos riñones con el sebo que los
envuelve, para quemarlo en el altar. Pero quemarás fuera del campamento la carne del
novillo, con su piel y sus excrementos. Es sacrificio por el pecado”. 29, 36: “Cada día
ofrecerás un novillo en expiación como sacrificio por el pecado; y purificarás, mediante tu
expiación, el altar, que ungirás para consagrarlo”.

Levítico 1, 5: “Inmolará el novillo ante Yahveh; los hijos de Aarón, los sacerdotes,
ofrecerán la sangre y la derramarán alrededor del altar situado a la entrada de la Tienda del
Encuentro”. 4, 3-21: ‘Si el que peca es el sacerdote ungido, haciendo culpable al pueblo,
entonces ofrecerá a Yahveh por el pecado que ha cometido un novillo sin defecto, como
sacrificio por el pecado. Llevará el novillo a la entrada de la tienda del Encuentro ante
Yahveh, impondrá la mano sobre la cabeza del novillo y lo inmolará ante Yahveh. El
sacerdote ungido tomará parte de la sangre del novillo y la llevará a la Tienda del
Encuentro. El sacerdote mojará su dedo en la sangre y rociará con ella siete veces ante
Yahveh frente al velo del Santuario. El sacerdote pondrá parte de la sangre en los cuernos
del altar del incienso aromático ante Yahveh en la Tienda del Encuentro, y verterá toda la
sangre del novillo al pie del altar de los holocaustos que se encuentra a la entrada de la
Tienda del Encuentro. De todo el sebo del novillo sacrificado por el pecado, reservará el
sebo que cubre las entrañas y todo el que hay sobre las mismas; los dos riñones y el sebo
adherido a ellos y a los lomos, y el resto que cubre el hígado; quitará todo este sebo junto
con los riñones, - todo como lo reservado del novillo del sacrificio de comunión - y el
sacerdote lo quemará sobre el altar de los holocaustos. La piel del novillo, toda su carne,
con su cabeza y sus patas, sus entrañas con los excrementos, el novillo entero, lo sacará
fuera del campamento, a un lugar puro, al vertedero de las cenizas. Lo quemará con fuego
de leña; será quemado en el vertedero de las cenizas. Si toda la comunidad de Israel peca
por inadvertencia, haciendo cualquiera de las cosas prohibidas por los mandamientos de
Yahveh, haciéndose así culpable, quedando el hecho oculto a los ojos de la asamblea; en
cuanto llegue a saberse el pecado cometido en ella, la asamblea ofrecerá un novillo en
sacrificio por el pecado. Lo llevarán ante la Tienda del Encuentro; los ancianos de la
comunidad impondrán las manos sobre la cabeza del novillo ante Yahveh y se inmolará el
novillo ante Yahveh. Luego, el sacerdote ungido llevará parte de la sangre del novillo a la
Tienda del Encuentro; el sacerdote mojará su dedo en la sangre y rociará siete veces ante
Yahveh frente al velo. Pondrá parte de la sangre en los cuernos del altar que se halla ante
Yahveh en la Tienda del Encuentro, y derramará el resto de la sangre al pie del altar de los
holocaustos, situado a la entrada de la Tienda del Encuentro. Reservará todo el sebo del
novillo y lo quemará en el altar, haciendo con este novillo como con el novillo del
sacrificio por el pecado. Lo mismo hará con él. Así el sacerdote hará expiación por ellos y
se les perdonará. Sacará el novillo fuera del campamento y lo quemará como el novillo
anterior. Éste es el sacrificio por el pecado de la asamblea”. 8, 1-2: “Yahveh habló así a
Moisés: «Toma a Aarón y con él a sus hijos, y también las vestiduras, el óleo de la unción,
el novillo para el sacrificio por el pecado, los dos carneros y el canastillo de los ázimos”. 8,
13-17: “Luego Moisés mandó que se acercaran los hijos de Aarón; los vistió con las
túnicas, les ciñó la faja y les puso las mitras, como Yahveh había mandado a Moisés.
Después hizo traer el novillo para el sacrificio por el pecado, y Aarón y sus hijos
impusieron las manos sobre la cabeza del novillo, víctima por el pecado. Moisés lo inmoló.
Tomó la sangre y mojó con su dedo los cuernos del altar, todo en derredor, para purificarlo.
Después derramó la sangre al pie del altar; de esta manera lo consagró haciendo por él la
expiación. Tomó luego todo el sebo que cubre las entrañas, el que queda junto al hígado, y
los dos riñones con su sebo; y lo quemó Moisés sobre el altar. Pero en cuanto a la piel, la
carne y los excrementos del novillo, los quemó fuera del campamento, como Yahveh había
mandado a Moisés”. 16, 3-6: “Sólo en estas condiciones podrá entrar Aarón en el santuario:
con un novillo para el sacrificio por el pecado y un carnero para el holocausto. Se vestirá
con la túnica sagrada de lino, se pondrá los calzones de lino, se ceñirá la faja de lino y se
cubrirá con la tiara de lino. Éstas son las vestiduras sagradas que vestirás después de
haberse lavado con agua. Recibirá de la comunidad de los israelitas dos machos cabríos
para el holocausto. Después de ofrecer su novillo por el pecado como expiación por sí
mismo y por su casa”. 16, 11-15: “Entonces ofrecerá Aarón su novillo por el pecado para
hacer expiación por sí mismo y por su casa, y lo inmolará. Tomará después un incensario
lleno de brasas tomadas del altar que está ante Yahveh y dos puñados de incienso aromático
en polvo y, llevándolo detrás del velo, pondrá el incienso sobre el fuego, delante de
Yahveh, para que la nube del incienso envuelva el propiciatorio que está encima del
Testimonio y él no muera. Tomando luego la sangre del novillo, rociará con su dedo el lado
oriental del propiciatorio, y con su dedo hará siete aspersiones de sangre delante del
propiciatorio. Después inmolará el macho cabrío como sacrificio por el pecado del pueblo y
llevará su sangre detrás del velo, haciendo con su sangre lo que hizo con la sangre del
novillo: rociará el propiciatorio y su parte anterior”. 16, 18: ‘Saldrá hacia el altar que se
halla ante Yahveh, y hará por él expiación tomando sangre del novillo y del macho cabrío y
untando los cuernos entorno del altar”. 16, 27: ‘Del novillo del sacrificio por el pecado y
del macho cabrío inmolado por el pecado, cuya sangre fue introducida en el santuario para
hacer expiación, serán sacados fuera del campamento y quemados con fuego sus pieles, su
carne y sus excrementos”. 23, 18: “Juntamente con el pan ofreceréis a Yahveh siete
corderos de un año, sin defecto, un novillo y dos carneros: serán el holocausto para Yahveh
además de su ofrenda y sus libaciones, como manjar abrasado de calmante aroma para
Yahveh”.

Números 7, 12-17: “El que ofreció su ofrenda el primer día fue Najsón, hijo de Aminadab,
de la tribu de Judá. Su ofrenda consistía en una fuente de plata de ciento treinta siclos de
peso, un acetre de plata de setenta siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de
harina amasada con aceite, para la oblación; una naveta de oro de diez siclos, llena de
incienso; un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto; un chivo para el
sacrificio por el pecado; y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco
machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Najson, hijo de
Aminadab. El que ofreció su ofrenda el segundo día fue Natanael, hijo de Suar, principal de
la tribu de Isacar. Su ofrenda consistía en una fuente de plata de ciento treinta siclos de
peso, un acetre de plata de setenta siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de
harina amasada con aceite, para la oblación; una naveta de oro de diez siclos, llena de
incienso; un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto; un chivo para el
sacrificio por el pecado; y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco
machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Natanael, hijo de Suar. El
que ofreció su ofrenda el tercer día fue Eliab, hijo de Jelón, principal de la tribu de Zabulón.
Su ofrenda consistía en una fuente de plata de ciento treinta siclos de peso, un acetre de
plata de setenta siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con
aceite, para la oblación; una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; un novillo, un
carnero, un cordero de un año, para el holocausto; un chivo para el sacrificio por el pecado;
y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco
corderos de un año. Ésa fue la ofrenda de Eliab, hijo de Jelón. El que ofreció su ofrenda el
cuarto día fue Elisur, hijo de Sedeur, principal de la tribu de Rubén. Su ofrenda consistía en
una fuente de plata de ciento treinta siclos de peso, un acetre de plata de setenta siclos, en
siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación;
una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; un novillo, un carnero, un cordero de un
año, para el holocausto; un chivo para el sacrificio por el pecado; y para el sacrificio de
comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año.
Ésa fue la ofrenda de Eluisur, hijo de Sedeur. El que ofreció su ofrenda el quinto día fue
Selumiel, hijo de Surisadday, principal de la tribu de Simeón. Su ofrenda consistía en una
fuente de plata de ciento treinta siclos de peso, un acetre de plata de setenta siclos, en siclos
del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; una
naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; un novillo, un carnero, un cordero de un año,
para el holocausto; un chivo para el sacrificio por el pecado; y para el sacrificio de
comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año.
Ésa fue la ofrenda de Selumiel, hijo de Surisadday. El que ofreció su ofrenda el sexto día
fue Elysaf, hijo de Reuel, principal de la tribu de Gad. Su ofrenda consistía en una fuente de
plata de ciento treinta siclos de peso, un acetre de plata de setenta siclos, en siclos del
santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; una naveta
de oro de diez siclos, llena de incienso; un novillo, un carnero, un cordero de un año, para
el holocausto; un chivo para el sacrificio por el pecado; y para el sacrificio de comunión,
dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la
ofrenda de Elysaf, hijo de Reuel. El que ofreció su ofrenda el séptimo día fue Elisamá, hijo
de Ammihud, principal de la tribu de Efraím. Su ofrenda consistía en una fuente de plata de
ciento treinta siclos de peso, un acetre de plata de setenta siclos, en siclos del santuario,
ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; una naveta de oro de
diez siclos, llena de incienso; un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el
holocausto; un chivo para el sacrificio por el pecado; y para el sacrificio de comunión, dos
bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésa fue la
ofrenda de Elisamá, hijo de Ammihud. El que ofreció su ofrenda el octavo día fue
Gamaliel, hijo de Padahsur, principal de la tribu de Manasés. Su ofrenda consistía en una
fuente de plata de ciento treinta siclos de peso, un acetre de plata de setenta siclos, en siclos
del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; una
naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; un novillo, un carnero, un cordero de un año,
para el holocausto; un chivo para el sacrificio por el pecado; y para el sacrificio de
comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año.
Ésa fue la ofrenda de Gamaliel, hijo de Padahsur. El que ofreció su ofrenda el noveno día
fue Abidán, hijo de Guideoní, principal de la tribu de Benjamín. Su ofrenda consistía en
una fuente de plata de ciento treinta siclos de peso, un acetre de plata de setenta siclos, en
siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación;
una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; un novillo, un carnero, un cordero de un
año, para el holocausto; un chivo para el sacrificio por el pecado; y para el sacrificio de
comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año.
Ésa fue la ofrenda de Abidán, hijo de Guideoní. El que ofreció su ofrenda el décimo día fue
Ajiézer, hijo de Ammisadday, principal de la tribu de Dan. Su ofrenda consistía en una
fuente de plata de ciento treinta siclos de peso, un acetre de plata de setenta siclos, en siclos
del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; una
naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; un novillo, un carnero, un cordero de un año,
para el holocausto; un chivo para el sacrificio por el pecado; y para el sacrificio de
comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año.
Ésa fue la ofrenda de Ajiézer, hijo de Ammisaday. El que ofreció su ofrenda el undécimo
día fue Paguuiel, hijo de Okrán, principal de la tribu de Aser. Su ofrenda consistía en una
fuente de plata de ciento treinta siclos de peso, un acetre de plata de setenta siclos, en siclos
del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; una
naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; un novillo, un carnero, un cordero de un año,
para el holocausto; un chivo para el sacrificio por el pecado; y para el sacrificio de
comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año.
Ésa fue la ofrenda de Paguiuel, hijo de Okrán. El que ofreció su ofrenda el vigésimo
segundo día fue Ajirá, hijo de Enán, principal de la tribu de Neftalí. Su ofrenda consistía en
una fuente de plata de ciento treinta siclos de peso, un acetre de plata de setenta siclos, en
siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación;
una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; un novillo, un carnero, un cordero de un
año, para el holocausto; un chivo para el sacrificio por el pecado; y para el sacrificio de
comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año.
Ésa fue la ofrenda de Ajirá, hijo de Neftalí”. 7, 87-88: “El total del ganado para el
holocausto, doce novillos, doce carneros, doce corderos de un año, con sus oblaciones
correspondientes; para el sacrificio por el pecado, doce chivos. El total del ganado para los
sacrificios de comunión: veinticuatro novillos, sesenta carneros, sesenta machos cabríos y
sesenta corderos de un año. Ésas fueron las ofrendas de la dedicación del altar, una vez que
fue ungido”. 8, 8: “Tomarán luego un novillo, con su correspondiente oblación de flor de
harina amasada con aceite y tú tomarás otro novillo como sacrificio por el pecado”. 8, 12:
“Los levitas impondrán sus manos sobre la cabeza de los novillos y tú ofrecerás uno como
sacrificio por el pecado y otro en holocausto a Yahveh para expiar por los levitas”. 15, 8-
11: “Si ofreces a Yahveh un novillo en holocausto o sacrificio, para cumplir un voto, o
como sacrificio de comunión, se ofrecerá además del novillo una oblación de tres décimas
de flor de harina amasada con medio sextario de aceite, y una libación de medio sextario de
vino, como manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh. Así se hará con nada novillo
y con las reses menores, cordero o cabrito”. 15, 22-24: “«Cuando por inadvertencia no
cumpláis alguno de estos preceptos que Yahveh ha comunicado a Moisés, algo de lo que os
ha mandado Yahveh por medio de Moisés, desde que Yahveh lo ordenó en adelante, por
todas vuestras generaciones, en el caso de que la inadvertencia se haya cometido por
descuido de la comunidad, toda la comunidad ofrecerá un novillo en holocausto, como
calmante aroma para Yahveh, con su correspondiente oblación y libación según costumbre,
y un macho cabrío en sacrificio por el pecado”. 23, 1-4: “Dijo Balaam a Balaq:
«Constrúyeme aquí siete altares y prepárame siete novillos y siete carneros». Balaq hizo lo
que le había dicho Balaam, y ofreció en holocausto un novillo y un carnero en cada altar.
Dijo entonces Balaam a Balaq: «Quédate junto a tus holocaustos, mientras yo voy a ver si
me sale al encuentro Yahveh. La palabra que me manifieste, te la comunicaré.» Y se fue a
un monte pelado. Salió Dios al encuentro de Balaam y éste le dijo: «Siete altares he
preparado y he ofrecido en holocausto un novillo y un carnero sobre cada altar.»”. 23, 14:
“Y le llevó al Campo de los Centinelas, hacia la cumbre del Pisgá. Construyó siete altares y
ofreció en holocausto un novillo y un carnero en cada altar”. 23, 29-30: “Dijo Balaam a
Balaq: «Constrúyeme aquí siete altares y prepárame aquí siete novillos y siete carneros».
Balaq hizo lo que le había dicho Balaam, y ofreció en holocausto un novillo y un carnero en
cada altar”. 28, 11-14: “Los primeros de mes ofreceréis un holocausto a Yahveh: dos
novillos, un carnero y siete corderos de un año, sin tacha. Como oblación tres décimas de
flor de harina amasada con aceite por cada novillo; dos décimas de flor de harina amasada
con aceite, como oblación por el carnero; una décima de flor de harina amasada con aceite,
por cada cordero. Es un holocausto de calmante aroma, manjar abrasado para Yahveh. Las
libaciones correspondientes serán: medio sextario de vino por novillo, un tercio de sextario
por carnero y un cuarto de sextario por cordero. Éste será el holocausto mensual, todos los
meses del año uno tras otro”. 28, 18-23: “El día primero habrá reunión sagrada. No haréis
ningún trabajo servil. Ofreceréis como manjar abrasado en holocausto a Yahveh: dos
novillos, un carnero, siete corderos de un año, sin tacha. La oblación correspondiente de
flor de harina amasada con aceite será de tres décimas por novillo, dos décimas por el
carnero, y una décima por cada uno de los siete corderos; y un macho cabrío como
sacrificio por el pecado, para expiar por vosotros. Esto, además del holocausto de la
mañana, que ofreceréis como holocausto perpetuo”. 28, 26-27: “«El día de las primicias,
cuando ofrezcáis a Yahveh oblación de frutos nuevos en vuestra fiesta de las Semanas,
tendréis reunión sagrada; no haréis ningún trabajo servil. Ofreceréis en holocausto, como
calmante aroma para Yahveh, dos novillos, un carnero y siete corderos de un año”. 28, 28-
31: “La oblación correspondiente será de flor de harina amasada con aceite: tres décimas
por novillo, dos décimas por el carnero, y una décima por cada uno de los siete corderos; y
un macho cabrío como sacrificio por el pecado para hacer expiación por vosotros. Haréis
esto además del holocausto perpetuo, con su oblación y sus libaciones”. 29, 2-3:
“Ofreceréis un holocausto como calmante aroma para Yahveh: un novillo, un carnero, siete
corderos de un año, sin tacha. La oblación correspondiente de flor de harina amasada con
aceite, será de tres décimas por el novillo, dos décimas por el carnero”. 29, 8-11:
“Ofreceréis en holocausto a Yahveh, como calmante aroma, un novillo, un carnero, siete
corderos de un año, que habrán de ser sin defecto; su oblación de flor de harina amasada
con aceite, será: tres décimas por el novillo, dos décimas por el carnero, una décima por
cada uno de los siete corderos; y un macho cabrío, como sacrificio por el pecado de la fiesta
de la Expiación, del holocausto perpetuo, de su oblación y sus libaciones”. 29, 13-33:
“Ofreceréis en holocausto un manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh: trece
novillos, dos carneros, catorce corderos de un año, que serán sin defecto; la oblación
correspondiente será de flor de harina amasada con aceite, tres décimas por cada uno de los
trece novillos, dos décimas por cada uno de los dos carneros, y una décima por cada uno de
los catorce corderos; y un macho cabrío como sacrificio por el pecado; además del
holocausto perpetuo, de su oblación y su libación. El día segundo, doce novillos, dos
carneros, catorce corderos de un año, sin tacha, con las oblaciones y libaciones
correspondientes a los novillos, carneros y corderos, conforme a su número y según la
norma; y un macho cabrío, como sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo,
de su oblación y sus libaciones. El día tercero: once novillos, dos carneros, catorce corderos
de un año, sin tacha, con las oblaciones y libaciones correspondientes a los novillos,
carneros y corderos, conforme a su número y según la norma; y un macho cabrío como
sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo, de su oblación y su libación. El
día cuarto: diez novillos, dos carneros, catorce corderos de un año, sin tacha; las oblaciones
y libaciones correspondientes a los novillos, carneros y corderos, conforme a su número y
según la norma; y un macho cabrío, como sacrificio por el pecado; además del holocausto
perpetuo, de su oblación y su libación. El día quinto: nueve novillos, dos carneros, catorce
corderos de un año, sin tacha; las oblaciones y libaciones correspondientes a los novillos,
carneros y corderos, conforme a su número y según la norma; y un macho cabrío, como
sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo, de su oblación y su libación. El
día sexto: ocho novillos, dos carneros, catorce corderos de un año, sin tacha; las oblaciones
y libaciones correspondientes a los novillos, carneros y corderos, conforme a su número y
según la norma; y un macho cabrío, como sacrificio por el pecado; además del holocausto
perpetuo, de su oblación y su libación. El día séptimo: siete novillos, dos carneros, catorce
corderos de un año, sin tacha; las oblaciones y libaciones correspondientes a los novillos,
carneros y corderos, conforme a su número y según la norma.”. 29, 36-38: “Ofreceréis un
holocausto, como manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh: un novillo, un carnero,
siete corderos de un año, sin tacha; la oblación y libaciones correspondientes al novillo, al
carnero y a los corderos, conforme a su número y según la norma; y un macho cabrío como
sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo, de su oblación y su libación”.

Jueces 14, 18: “El séptimo día, antes que entrara en la alcoba, la gente de la ciudad dijo a
Sansón: «¿Qué hay más dulce que la miel, y qué más fuerte que el león?» Él les respondió:
«Si no hubierais arado con mi novilla, no habríais acertado mi adivinanza»”.

1 Samuel 1, 20-28: “Concibió Ana y llegado el tiempo dio a luz un niño a quien llamó
Samuel, «porque, dijo, se lo he pedido a Yahveh». Subió el marido Elcaná con toda su
familia, para ofrecer a Yahveh el sacrificio anual y cumplir su voto, pero Ana no subió,
porque dijo a su marido: «Cuando el niño haya sido destetado, entonces le llevaré, será
presentado a Yahveh y se quedará allí para siempre». Elcaná, su marido, le respondió: «Haz
lo que mejor te parezca, y quédate hasta que lo destetes; así Yahveh cumpla su palabra». Se
quedó, pues, la mujer y amamantó a su hijo hasta su destete. Cuando lo hubo destetado, lo
subió consigo, llevando además un novillo de tres años, una medida de harina y un odre de
vino, e hizo entrar en la casa de Yahveh, en Silo, al niño todavía muy pequeño. Inmolaron
el novillo y llevaron el niño a Heli y ella dijo: «Óyeme, señor. Por tu vida, señor, yo soy la
mujer que estuvo aquí junto a ti, orando a Yahveh. Este niño pedía yo y Yahveh me ha
concedido la petición que le hice. Ahora yo se lo cedo a Yahveh por todos los días de su
vida; está cedido a Yahveh». Y le dejó allí, a Yahveh”.

1 Reyes 18, 16-40: “Abdías fue al encuentro de Ajab y le avisó, y Ajab partió al encuentro
de Elías. Cuando Ajab vio a Elías le dijo: «¿Eres tú, azote de Israel?» El respondió: «No
soy yo el azote de Israel, sino tú y la casa de tu padre, por haber abandonado a Yahveh y
haber seguido a los Baales. Pero ahora, envía a reunir junto a mí a todo Israel en el monte
Carmelo, y a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal que comen a la mesa de Jezabel».
Ajab envió a todos los israelitas y reunió a los profetas en el monte Carmelo. Elías se
acercó a todo el pueblo y dijo: «¿Hasta cuándo vais a estar cojeando con los dos pies? Si
Yahveh es Dios, seguidle; si Baal, seguid a éste». Pero el pueblo no le respondió nada. Dijo
Elías al pueblo: «He quedado yo solo como profeta de Yahveh, mientras que los profetas de
Baal son cuatrocientos cincuenta. Que se nos den dos novillos; que elijan un novillo para
ellos, que los despedacen y lo pongan sobre la leña, pero que no pongan fuego. Yo
prepararé el otro novillo y lo pondré sobre la leña, pero no pondré fuego. Invocaréis el
nombre de vuestro dios; yo invocaré el nombre de Yahveh. Y el dios que responda por el
fuego, ése es Dios». Todo el pueblo respondió: «¡Está bien!». Elías dijo a los profetas de
Baal: «Elegíos un novillo y comenzad vosotros primero, pues sois más numerosos. Invocad
el nombre de vuestro dios, pero no pongáis fuego». Tomaron el novillo que les dieron, lo
prepararon e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo:
«¡Baal, respóndenos!» Pero no hubo voz ni respuesta. Danzaban cojeando junto al altar que
habían hecho. Llegado el mediodía, Elías se burlaba de ellos y decía: «¡Gritad más alto,
porque es un dios; tendrá algún negocio, le habrá ocurrido algo, estará en camino; tal vez
esté dormido y se despertará!». Gritaron más alto, sajándose, según su costumbre, con
cuchillos y lancetas hasta chorrear la sangre sobre ellos. Cuando pasó el mediodía, se
pusieron en trance hasta la hora de hacer la ofrenda, pero no hubo voz, ni quien escuchara
ni quien respondiera. Entonces Elías dijo a todo el pueblo: «Acercaos a mí». Todo el
pueblo se acercó a él. Reparó el altar de Yahveh que había sido demolido. Tomó Elías doce
piedras según el número de las tribus de los hijos de Jacob, al que fue dirigida la palabra de
Yahveh diciendo: «Israel será tu nombre». Erigió con las piedras un altar al nombre de
Yahveh, e hizo alrededor del altar una zanja que contenía como unas dos arrobas de
sembrado. Dispuso leña, despedazó el novillo y lo puso sobre la leña. Después dijo:
«Llenad de agua cuatro tinajas y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña». Lo
hicieron así. Dijo: «Repetid» y repitieron. Dijo: «Hacedlo por tercera vez». Y por tercera
vez lo hicieron. El agua corrió alrededor del altar, y hasta la zanja se llenó de agua. A la
hora en que se presenta la ofrenda, se acercó el profeta Elías y dijo: «Yahveh, Dios de
Abraham, de Isaac y de Israel, que se sepa hoy que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu
servidor y que por orden tuya he ejecutado toda estas cosas. Respóndeme, Yahveh,
respóndeme, y que todo este pueblo sepa que tú, Yahveh, eres Dios que conviertes sus
corazones». Cayó el fuego de Yahveh que devoró el holocausto y la leña, y lamió el agua
de las zanjas. Todo el pueblo lo vio y cayeron sobre su rostro y dijeron: «¡Yahveh es Dios,
Yahveh es Dios!» Elías les dijo: «Echad mano a los profetas de Baal, que no escape
ninguno de ellos»; les echaron mano y Elías les hizo bajar al torrente de Quisón, y los
degolló allí”.

1 Crónicas 29, 21: “Al día siguiente sacrificaron víctimas a Yahveh y le ofrecieron
holocaustos: mil novillos, mil carneros y mil corderos, con sus libaciones y muchos
sacrificios por todo Israel”.

2 Crónicas 13, 6-9: “Pero Jeroboam, hijo de Nebat, siervo de Salomón, hijo de David, se
alzó en rebeldía contra su señor. Se juntaron con él unos hombres fatuos y malvados y
prevalecieron sobre Roboam, hijo de Salomón, pues Roboam era joven y débil de corazón y
no podía resistirles. ¿Y ahora tratáis vosotros de poner resistencia al reino de Yahveh, que
está en manos de los hijos de David, porque vosotros sois una gran muchedumbre? Pero
tenéis los becerros de oro que Jeroboam os puso por dioses. ¿No habéis expulsado a los
sacerdotes de Yahveh, los hijos de Aarón y los levitas? ¿No os habéis hecho sacerdotes a la
manera de los pueblos de los demás países? Cualquiera que viene con un novillo y siete
carneros y pide ser consagrado, es hecho sacerdote de los que no son dioses”. 19, 19-22:
“Hemos preparado y santificado todos los objetos que profanó el rey Ajaz durante su
reinado con su infidelidad, y están ante el altar de Yahveh». Entonces se levantó el rey
Ezequías de mañana, reunió a los jefes de la ciudad y subió a la Casa de Yahveh Trajeron
siete novillos, siete carneros, siete corderos y siete machos cabríos para el sacrificio por el
pecado en favor del reino, del santuario y de Judá; y mandó a los sacerdotes, hijos de
Aarón, que ofreciesen holocaustos sobre el altar de Yahveh. Inmolaron los novillos, y los
sacerdotes recogieron la sangre y rociaron el altar; luego inmolaron los carneros y rociaron
con su sangre el altar; degollaron igualmente los corderos y rociaron con la sangre el altar”.
30, 23-24: “Toda la asamblea resolvió celebrar la solemnidad por otros siete días, y la
celebraron con júbilo siete días más. Porque Ezequías, rey de Judá, había reservado para
toda la asamblea mil novillos y siete mil ovejas. Los jefes, por su parte, habían reservado
para la asamblea mil novillos y diez mil ovejas, pues ya se habían santificado muchos
sacerdotes”.

Esdras 6, 9-10: “El rey Darío ordenó: “Lo que necesiten para holocaustos de Dios del
cielo: novillos, carneros y corderos, así como trigo, sal, vino y aceite, se les proporcionará
sin falta cada día, según las indicaciones de los sacerdotes de Jerusalén, para que se
ofrezcan al Dios del cielo ofrendas agradables y se ruegue por la vida del rey y de sus
hijos”. 7, 17-18: “El Rey Artajerjes dijo: “Con este dinero procura comprar novillos,
carneros, corderos, con las oblaciones y libaciones correspondientes, para ofrecerlo luego
sobre el altar de la Casa de vuestro Dios en Jerusalén; y la plata y el oro que sobre, lo
emplearéis como mejor os parezca a ti y a tus hermanos, conforme a la voluntad de vuestro
Dios”. 8, 35: “Los deportados que volvían del cautiverio ofrecieron holocaustos al Dios de
Israel: doce novillos por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos y doce
machos cabríos por el pecado: todo en holocausto a Yahveh”.

Job 42, 8: 2 “Así que tomad siete novillos y siete carneros, id donde mi siervo Job, y
ofreced por vosotros un holocausto. Mi siervo Job intercederá por vosotros y, en atención a
él, no os castigaré por no haber hablado con verdad de mí, como mi siervo Job»”.

Salmos 22, 12-14: “¡No andes lejos de mí, que la angustia está cerca, no hay para mí
socorro! Novillos innumerables me rodean, acósanme los toros de Basán; ávidos abren
contra mí sus fauces; leones que desgarran y rugen”. 29, 5-6: “Voz de Yahveh que desgaja
los cedros, Yahveh desgaja los cedros del Líbano, hace brincar como un novillo al Líbano,
y al Sarión como cría de búfalo”. 50, 8-13: “«No es por tus sacrificios por lo que te acuso:
¡están siempre ante mí tus holocaustos! No tengo que tomar novillo de tu casa, ni machos
cabríos de tus apriscos. «Pues mías son todas las fieras de la selva, las bestias en los montes
a millares; conozco todas las aves de los cielos, mías son las bestias de los campos. «Si
hambre tuviera, no habría de decírtelo, porque mío es el orbe y cuanto encierra. ¿Es que
voy a comer carne de toros, o a beber sangre de machos cabríos?” 51, 20-21: “¡Favorece a
Sión en tu benevolencia, reconstruye las murallas de Jerusalén! Entonces te agradarán los
sacrificios justos, -holocausto y oblación entera- se ofrecerán entonces sobre tu altar
novillos”. 68, 31: “Increpa a la bestia del cañaveral, a la manada de toros y novillos de los
pueblos. ¡Que se sometan con lingotes de plata!”. 69, 31-32: “El nombre de Dios celebraré
en un cántico, le ensalzaré con la acción de gracias; y más que un toro agradará a Yahveh,
más que un novillo con cuernos y pezuñas”.

Sirácida 38, 25: “¿Cómo va a hacerse sabio el que empuña el arado, y se gloría de tener
por lanza el aguijón, el que conduce bueyes, los arrea en sus trabajos y no sabe hablar más
que de novillos?”.
Isaías 1, 10-12: “Oíd una palabra de Yahveh, regidores de Sodoma. Escuchad una
instrucción de nuestro Dios, pueblo de Gomorra. «¿A mí qué, tanto sacrificio vuestro? -dice
Yahveh-. Harto estoy de holocaustos de carneros y de sebo de cebones; y sangre de novillos
y machos cabríos no me agrada, cuando venís a presentaros ante mí. ¿Quién ha solicitado
de vosotros esa pateadura de mis atrios?”. 5, 18: “¡Ay, los que arrastran la culpa con
coyundas de engaños y el pecado como con bridas de novilla!”. 7, 21-22: “Aquel día criará
cada uno una novilla y un par de ovejas. Y así, de tanto dar leche, comerá cuajada, porque
«cuajada y miel comerá todo el que quedare dentro del país»”. 11, 6: “Serán vecinos el lobo
y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos,
y un niño pequeño los conducirá”. 27, 10: “La ciudad fortificada ha quedado solitaria,
mansión dejada y abandonada como un desierto donde el novillo pace, se tumba y
ramonea”.

Jeremías 46, 17-21: “Llamad a Faraón, rey de Egipto: «Ruido. - Dejó pasar la ocasión».
¡Por vida mía! -oráculo del Rey cuyo nombre es Yahveh Sebaot- que cual el Tabor entre los
montes, y como el Carmelo sobre el mar ha de venir. Avíos de destierro haz para ti,
población, hija de Egipto, porque Nof parará en desolación, y quedará arrasada sin
habitantes. Novilla hermosísima era Egipto: un tábano del norte vino sobre ella. Así mismo
sus mercenarios que había en ella eran como novillos de engorde. Pues también ellos
volvieron la cara, huyeron a una, sin pararse, cuando el día de su infortunio les sobrevino,
el tiempo de su castigo”. 50, 10-11: “Entonces será entregada Caldea al saqueo: todos los
que la saqueen se hartarán, - oráculo de Yahveh. Porque os alegrasteis, porque gozasteis,
depredadores de mi heredad, porque dabais corcovos como novilla en dehesa, y relinchos
como animales fuertes”.

Ezequiel 43, 19. 25: “A los sacerdotes levitas -los de la descendencia de Sadoq que se
acercan a mí para servirme, oráculo del Señor Yahveh- les darás un novillo en sacrificio por
el pecado. Luego tomarás el novillo del sacrificio por el pecado: se le quemará en una
dependencia de la Casa, fuera del Santuario. El segundo día, ofrecerás un macho cabrío sin
defecto en sacrificio por el pecado y se quitará el pecado del altar como se hizo con el
novillo. Cuando hayas acabado de quitar el pecado, ofrecerás un novillo sin defecto y un
carnero del rebaño sin defecto. Los ofrecerás delante de Yahveh, y los sacerdotes les
echarán sal y los ofrecerán en holocausto a Yahveh. Durante siete días ofrecerás el macho
cabrío del sacrificio por el pecado, cada día; se hará también el sacrificio del novillo y del
carnero sin defecto tomado del rebaño”. 45, 18: “Así dice el Señor Yahveh: El primer mes,
el día uno del mes, tomarás un novillo sin defecto, para quitar el pecado del santuario”. 45,
22-24: “Aquel día, el príncipe ofrecerá por sí mismo y por todo el pueblo de la tierra un
novillo en sacrificio por el pecado. Durante los siete días de la fiesta, ofrecerá en
holocausto a Yahveh siete novillos y siete carneros sin defecto, cada uno de los siete días, y
en sacrificio por el pecado, un macho cabrío cada día. Como oblación, ofrecerá una medida
por novillo y una medida por carnero, y de aceite un sextario por medida”.

Oseas 10, 11: “Efraím era una novilla domesticada, que gustaba de la trilla; yo pasé el yugo
sobre su hermoso cuello; uncí el carro a Efraím, Judá araba, Jacob rastrillaba”. 14, 2-3:
“Vuelve, Israel, a Yahveh tu Dios, pues has tropezado por tus culpas. Tomad con vosotros
palabras, y volved a Yahveh. Decidle: «Quita toda culpa; toma lo que es bueno; y en vez de
novillos te ofreceremos nuestros labios”.

Amós 5, 21-23: “Yo detesto, desprecio vuestras fiestas, no me gusta el olor de vuestras
reuniones solemnes. Si me ofrecéis holocaustos... no me complazco en vuestras oblaciones,
ni miro a vuestros sacrificios de comunión de novillos cebados. ¡Aparta de mi lado la
multitud de tus canciones, no quiero oír la salmodia de tus arpas!”.

Mateo 22, 1-6: “Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo: «El
Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo.
Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía
otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: "Mirad, mi banquete está preparado,
se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda."
Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás
agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron”.

Lucas 15, 20-32: “Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vio
su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo:
"Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo". Pero el padre
dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y
unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una
fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido
hallado". Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la
música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le
dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado
sano." Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su
padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca
me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese
hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo
cebado!". Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero
convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha
vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado".

Hebreos 9, 11-12: “Pero presentóse Cristo como Sumo Sacerdote de los bienes futuros, a
través de una Tienda mayor y más perfecta, no fabricada por mano de hombre, es decir, no
de este mundo. Y penetró en el santuario una vez para siempre, no con sangre de machos
cabríos ni de novillos, sino con su propia sangre, consiguiendo una redención eterna”. 9,
18-20: “Así tampoco la primera Alianza se inauguró sin sangre. Pues Moisés, después de
haber leído a todo el pueblo todos los preceptos según la Ley, tomó la sangre de los
novillos y machos cabríos con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el libro mismo y a todo
el pueblo diciendo: Ésta es la sangre de la Alianza que Dios ha ordenado para vosotros”.

Apocalipsis 4,6-7: “En medio del trono, y en torno al trono, vi cuatro Vivientes llenos de
ojos por delante y por detrás. El primer Viviente, como un león; el segundo Viviente, como
un novillo; el tercer Viviente tiene un rostro como de hombre; el cuarto viviente es como un
águila en vuelo”.

ONAGRO (os):
Génesis 16, 7-12: “Encontró el Ángel de Yahveh a Agar junto a una fuente de agua en el
desierto -la fuente que hay en el camino de Sur y dijo: «Agar, esclava de Saray, ¿de dónde
vienes y a dónde vas?» Contestó ella: «Voy huyendo de la presencia de mi señora Saray.»
«Vuelve a tu señora, le dijo el Ángel de Yahveh, y sométete a ella.» Y dijo el Ángel de
Yahveh: «Multiplicaré de tal modo tu descendencia, que por su gran multitud no podrá
contarse.» Y díjole el Ángel de Yahveh: “Mira que has concebido, y darás a luz un hijo, al
que llamarás Ismael, porque Yahveh ha oído tu aflicción. Será un onagro humano. Su
mano contra todos, y la mano de todos contra él; y enfrente de todos sus hermanos plantará
su tienda.»”.

Job. 6, 5-6: “¿Rozna el onagro junto a la hierba verde? ¿muge el buey junto al forraje? ¿Se
come acaso lo insípido sin sal? en la clara del huevo ¿hay algún gusto?”. 11, 12: “El
insensato se hará cuerdo cuando un pollino de onagro nazca hombre”. 24, 5: “Los
malvados, como onagros del desierto salen a su tarea, buscando presa desde el alba, y a la
tarde, pan para sus crías”. 39, 5-6: “¿Quién dejó al onagro en libertad y soltó las amarras
del asno salvaje? Yo le he dado la estepa por morada, por mansión la tierra salitrosa”.

Salmos 104 [103], 10-12: “Haces manar las fuentes en los valles, entre los montes se
deslizan; a todas las bestias de los campos abrevan, en ellas su sed apagan los onagros;
sobre ellas habitan las aves de los cielos, dejan oír su voz entre la fronda”.

Sirácida 13, 19: “Caza de leones son los onagros en el desierto, así los pobres son presa
de los ricos”.

Jeremías 14, 4-6: “El suelo está consternado por no haber lluvia en la tierra. Confusos
andan los labriegos, se han cubierto la cabeza. Hasta la cierva en el campo parió y
abandonó, porque no había césped. Los onagros se paraban sobre los calveros, aspiraban el
aire como chacales, tenían los ojos consumidos por falta de hierba”..48, 6: “«Huid, poneos
en salvo, haced como el onagro en el desierto.»”.

Daniel 5, 18-21: “Baltasar, oh rey: el Dios Altísimo dio a tu padre Nabucodonosor reino,
grandeza, gloria y majestad. Y por esta grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones y
lenguas temblaban de miedo en su presencia: mataba él a quien quería, dejaba vivir a quien
quería, exaltaba a quien quería y a quien quería humillaba. Pero habiéndose engreído su
corazón y obstinado su espíritu hasta la arrogancia, fue depuesto de su trono real, y se le
quitó su gloria. Fue expulsado de entre los hombres y su corazón se hizo semejante al de las
bestias; estuvo conviviendo con los onagros; se alimentó de hierba como los bueyes, y su
cuerpo fue bañado del rocío del cielo, hasta que reconoció que el Dios Altísimo domina
sobre el reino de los hombres y pone en él a quien le place”.

Oseas 8, 8-10: “¡Tragado ha sido Israel! Están ahora entre las naciones como un objeto
que nadie quiere. Porque han subido a Asiria, ese onagro solitario; Efraím se ha comprado
amores; aunque los compre entre las naciones, yo los voy a reunir ahora y pronto sufrirán
bajo la carga del rey de príncipes”.

ORUGA (as):
Joel 1, 1-5: “Palabra de Yahveh que fue dirigida a Joel, hijo de Petuel. “¡Oíd esto,
ancianos, prestad oído, habitantes todos de la tierra! ¿Sucedió algo semejante en vuestros
días, o en los días de vuestros padres? Contádselo a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus
hijos, y sus hijos a la otra generación. Lo que dejó la oruga lo devoró la langosta, lo que
dejó la langosta lo devoró el pulgón, lo que dejó el pulgón lo devoró el saltón. ¡Despertad,
borrachos, y llorad, gemid todos los bebedores de vino, por el licor que se os ha quitado de
la boca!”. 2, 24-27: “Las eras se llenarán de trigo puro, de mosto y aceite virgen los lagares
rebosarán. «Yo os compensaré de los años en que os devoraron la langosta y el pulgón, el
saltón y la oruga, mi gran ejército, que contra vosotros envié.» Comeréis en abundancia
hasta hartaros, y alabaréis el nombre de Yahveh vuestro Dios, que hizo con vosotros
maravillas. (¡Mi pueblo no será confundido jamás!). «Y sabréis que en medio de Israel
estoy yo, ¡yo, Yahveh, vuestro Dios, y no hay otro! ¡Y mi pueblo no será confundido
jamás!»”.

OSO (os, a, as); osezno (s):


1 Samuel 17, 34-37: “Respondió David a Saúl: «Cuando tu siervo estaba guardando el
rebaño de su padre y venía el león o el oso y se llevaba una oveja del rebaño, salía tras él, le
golpeaba y se la arrancaba de sus fauces, y si se revolvía contra mí, lo sujetaba por la
quijada y lo golpeaba hasta matarlo. Tu siervo ha dado muerte al león y al oso, y ese filisteo
incircunciso será como uno de ellos, pues ha insultado a las huestes de Dios vivo.» Añadió
David: «Yahveh que me ha librado de las garras del león y del oso, me librará de la mano
de ese filisteo.» Dijo Saúl a David: «Vete, y que Yahveh sea contigo.»”.

2 Samuel 17, 7-8: “Jusay dijo a Absalón: «Por esta vez, no es bueno el consejo de
Ajitófel». Añadió Jusay: «Tú ya sabes que tu padre y sus hombres son gente valerosa y
están exasperados como una osa salvaje a la que han quitado sus oseznos. Tu padre es
hombre de guerra y no permitirá que el pueblo descanse durante la noche”.

2 Reyes 2, 23-24: “De allí subió Eliseo a Betel. Iba subiendo por el camino, cuando unos
niños pequeños salieron de la ciudad y se burlaban de él diciendo: «¡Sube, calvo; sube,
calvo!» Él se volvió, los vio y los maldijo en nombre de Yahveh. Salieron dos osos del
bosque y destrozaron a cuarenta ay dos de ellos”.

Proverbios 28, 15-16: “León rugiente, oso hambriento, es el malo que domina al pueblo
débil. Príncipe sin inteligencia multiplica la opresión, el que odia el lucro prolongará sus
días”.

Sabiduría 11, 17-20: “Pues bien podía tu mano omnipotente - ella que de informe materia
había creado el mundo - enviar contra ellos muchedumbre de osos o audaces leones, o bien
fieras desconocidas, entonces creadas, llenas de furor, respirando aliento de fuego,
lanzando humo hediondo o despidiendo de sus ojos terribles centellas, capaces, no ya de
aniquilarlos con sus ataques, sino de destruirlos con sólo su estremecedor aspecto. Y aun
sin esto, de un simple soplo podían sucumbir, perseguidos por la Justicia, aventados por el
soplo de tu poder. Pero tú todo lo dispusiste con medida, número y peso”.

Sirácida 25, 16-18: “Prefiero convivir con león o dragón a convivir con mujer mala. La
maldad de la mujer desfigura su semblante, oscurece su rostro como un oso. En medio de
sus vecinos se sienta su marido, y sin poder contenerse suspira amargamente”. 47, 2-6:
“Como grasa puesta aparte en el sacrificio de comunión, así David de entre los hijos de
Israel. Con leones jugó cual con cabritos, con osos como con corderos. ¿No mató de joven
al gigante, y quitó el oprobio del pueblo, blandiendo en la mano la piedra de la honda y
abatiendo la arrogancia de Goliat? Pues invocó al Señor Altísimo, que a su diestra dio
vigor, para aniquilar a un potente guerrero, y realzar el cuerno de su pueblo. Por eso le
dieron gloria por diez mil, y le alabaron con las bendiciones del Señor, ofreciéndole la
diadema de gloria”.

Proverbios 17, 12. “Mejor topar con osa privada de sus cachorros que con tonto en su
necedad”.

Job 38, 28-32: “¿Tiene padre la lluvia? ¿Quién engendra las gotas de rocío? ¿De qué seno
sale el hielo? ¿Quién da a luz la escarcha del cielo, cuando las aguas se aglutinan como
piedra y se congela la superficie del abismo? ¿Puedes tú anudar los lazos de las Pléyades o
desatar las cuerdas de Orión? ¿Haces salir la Corona a su tiempo? ¿Conduces a la Osa con
sus crías?”.

Isaías 11, 7: “La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes,
comerá paja”. 59, 11-12: “Todos nosotros gruñimos como osos y zureamos sin cesar como
palomas. Esperamos el derecho y no hubo, la salvación, y se alejó de nosotros. Porque
fueron muchas nuestras rebeldías delante de ti, y nuestros pecados testifican contra
nosotros, pues nuestras rebeldías nos acompañan y conocemos nuestras culpas”.

Lamentaciones 3, 1-10: “Alef. Yo soy el hombre que ha visto la miseria bajo el látigo de
su furor. Él me ha llevado y me ha hecho caminar en tinieblas y sin luz. Contra mí solo
vuelve él y revuelve su mano todo el día. Bet. Mi carne y mi piel ha consumido, ha
quebrado mis huesos. Ha levantado contra mí en asedio amargor y tortura. Me ha hecho
morar en las tinieblas, como los muertos para siempre. Guímel. Me ha emparedado y no
puedo salir; ha hecho pesadas mis cadenas. Aun cuando grito y pido auxilio, él sofoca mi
súplica. Ha cercado mis caminos con piedras sillares, ha torcido mis senderos. Dálet. Oso
en acecho ha sido para mí, león en escondite”.

Daniel 7, 5: “A continuación, otra segunda bestia, semejante a un oso, levantada de un


costado, con tres costillas en las fauces, entre los dientes. Y se le decía: «Levántate, devora
mucha carne.»”.

Amós 5, 18-20: “¡Ay de los que ansían el Día de Yahveh! ¿Qué creéis que es ese Día de
Yahveh? ¡Es tinieblas, que no luz! Como cuando uno huye del león y se topa con un oso, o,
al entrar en casa, apoya una mano en la pared y le muerde una culebra... ¿No es tinieblas el
Día de Yahveh, y no luz, lóbrego y sin claridad?”.

Oseas 13, 4-9: “Pero yo soy Yahveh, tu Dios, desde el país de Egipto. No conoces otro
Dios fuera de mí, ni hay más salvador que yo. Yo te conocí en el desierto, en la tierra
ardorosa. Cuando estaban en su pasto se saciaron, se saciaron y se engrió su corazón, por
eso se olvidaron de mí. Pues yo seré para ellos cual león, como leopardo en el camino
acecharé. Caeré sobre ellos como osa privada de sus cachorros, desgarraré las telas de su
corazón, los devoraré allí mismo cual leona, la bestia del campo los despedazará. Tu
destrucción ha sido, Israel, porque sólo en mí estaba tu socorro”.

Apocalipsis 13, 1-3: “Y vi surgir del mar una Bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas,
y en sus cuernos diez diademas, y en sus cabezas títulos blasfemos. La Bestia que vi se
parecía a un leopardo, con las patas como de oso, y las fauces como fauces de león : y el
Dragón le dio su poder y su trono y gran poderío. Una de sus cabezas parecía herida de
muerte, pero su llaga mortal se le curó; entonces la tierra entera siguió maravillada a la
Bestia”.

OVEJA (as), ita (as). (Véase cordero):

Génesis 4, 1-2: "Conoció el hombre a Eva, su mujer, la cual concibió y dio a luz a Caín, y
dijo: «He adquirido un varón con el favor de Yahveh». Volvió a dar a luz, y tuvo a Abel su
hermano. Fue Abel pastor de ovejas y Caín labrador". 12, 14-16: "Cuando Abram entró en
Egipto, vieron los egipcios que la mujer era muy hermosa. Viéronla los oficiales de Faraón,
los cuales se la ponderaron, y la mujer fue llevada al palacio de Faraón. Éste trató bien por
causa de ella a Abram, que tuvo ovejas, vacas, asnos, siervos, siervas, asnas y camellos".
13, 1-5: "De Egipto subió Abram al Négueb, junto con su mujer y todo lo suyo, y
acompañado de Lot. Abram era muy rico en ganado, plata y oro. Caminando de acampada
en acampada se dirigió desde el Négueb hasta Betel, hasta el lugar donde estuvo su tienda
entre Betel y Ay, el lugar donde había invocado Abram el nombre de Yahveh. También
Lot, que iba con Abram, tenía ovejas, vacadas y tiendas". 20, 10-14: "Dijo Abimélek a
Abraham: «¿Qué te ha movido a hacer esto?». Dijo Abraham: «Es que me dije:
"Seguramente no hay temor de Dios en este lugar, y van a asesinarme por mi mujer". Pero
es que, además, es cierto que es hermana mía, hija de mi padre aunque no de mi madre, y
vino a ser mi mujer. Y desde que Dios me hizo vagar lejos de mi familia, le dije a ella: Vas
a hacerme este favor: a dondequiera que lleguemos, dices de mí: Es mi hermano». Tomó
Abimélek ovejas y vacas, siervos y esclavas, se los dio a Abraham, y le devolvió su mujer
Sara". 21, 25-27: "Abraham se quejó a Abimélek con motivo de un pozo que habían
usurpado los súbditos de Abimélek. Y dijo Abimélek: «No sé quién ha hecho eso. Ni tú me
lo habías notificado, ni yo había oído nada hasta hoy». Abraham tomó unas ovejas y vacas,
se las dio a Abimélek, e hicieron los dos un pacto". 24, 29-36: "Tenía Rebeca un hermano
llamado Labán. Éste corrió donde el hombre, afuera, a la fuente. En efecto, en cuanto vio el
anillo y los brazaletes en los brazos de su hermana, y oyó decir a su hermana Rebeca: «Así
me ha hablado aquel hombre», se llegó a donde él. Le encontró todavía junto a los camellos
cerca de la fuente, y le dijo: «Ven, bendito de Yahveh. ¿Por qué te quedas parado fuera, si
yo he desocupado la casa y he hecho sitio para los camellos?» El hombre entró en la casa, y
Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y al hombre y a sus acompañantes
agua para lavarse los pies. Después les sirvió de comer, pero el otro dijo: «No comeré hasta
no haber dicho lo que tengo que decir». A lo que respondió Labán: «Habla». «Yo soy, dijo,
siervo de Abraham. Yahveh ha bendecido con largueza a mi señor, que se ha hecho rico,
pues le ha dado ovejas y vacas, plata y oro, siervos y esclavas, camellos y asnos. Y Sara, la
mujer de mi señor, envejecida ya, dio a luz un hijo a mi señor, que le ha cedido todo cuanto
posee". 26, 12-14: "Isaac sembró en aquella tierra, y cosechó aquel año el ciento por uno.
Yahveh le bendecía y el hombre se enriquecía, se iba enriqueciendo más y más hasta que se
hizo riquísimo. Tenía rebaños de ovejas y vacadas y copiosa servidumbre. Los filisteos le
tenían envidia". 29, 1-11: "Jacob se puso en marcha y se fue al país de los orientales.
Cuando he aquí que divisa un pozo en el campo, y allí mismo tres rebaños de ovejas
sesteando junto a él, pues de aquel pozo se abrevaban los rebaños. Sobre la boca del pozo
había una gran piedra. Allí se reunían todos los rebaños: se revolvía la piedra de encima de
la boca del pozo, abrevaban las ovejas, y devolvían la piedra a su sitio sobre la boca del
pozo. Jacob les dijo (a los pastores): «Hermanos, ¡de dónde sois?» Dijeron ellos: «Somos
de Jarán». «¿Conocéis a Labán, hijo de Najor?» - «Lo conocemos». - «¿Se encuentra
bien?» - «Muy bien; precisamente ahí llega Raquel, su hija, con las ovejas». Dijo él:
«Todavía es muy de día, no es hora de recoger el ganado; abrevad las ovejas, e id a
apacentarlas». Contestaron: «No podemos hasta que se reúnan todos los rebaños y se
revuelva la piedra de sobre la boca del pozo. Entonces abrevaremos las ovejas». Aún estaba
él hablando con ellos, cuando llegó Raquel con las ovejas de su padre, pues era pastora. En
cuanto vio Jacob a Raquel, hija de Labán, el hermano de su madre, y las ovejas de Labán,
hermano de su madre, acercóse Jacob y revolvió la piedra de sobre la boca y abrevó los
ovejas de Labán, el hermano de su madre. Jacob besó a Raquel y luego estalló en sollozos".
30, 31-36: "Dijo Labán: «¿Qué he de darte?» Respondió Jacob: «No me des nada. Si haces
por mí esta, volveré a apacentar tu rebaño. Fíjate bien: Voy a desfilar hoy con todo tu
rebaño. Aparta toda oveja negra y las cabras pintas y manchadas, y eso será mi paga, y la
garantía de mi honradez el día de mañana. Cuando te presente a controlar mi paga, todo lo
que no fuere pinto y manchado entre las cabras y negro entre los corderos, será lo que he
robado.» Dijo Labán: «Bien, sea como dices». Y aquel mismo día apartó los machos
cabríos listados y manchados, todo lo que tenía en sí algo de blanco, así como todo lo negro
entre las ovejas, y lo confió a sus hijos, interponiendo tres jornadas de camino entre él y
Jacob. Este último apacentaba el resto del rebaño de Labán". 31, 1-9: "Oyó Jacob que los
hijos de Labán decían: «Jacob se ha apoderado de todo lo de nuestro padre, y con lo de
nuestro padre ha hecho toda esa fortuna». Jacob observó el rostro de Labán y vio que ya no
era para con él como hasta entonces. Entonces Yahveh dijo a Jacob: «Vuélvete a la tierra de
tus padres, a tu patria, y yo estaré contigo». Jacob envió a llamar a Raquel y a Lía al campo,
donde estaba su rebaño, y les dijo: «Vengo observando que vuestro padre ya no me mira
como antes; pero el Dios de mi padre ha estado conmigo. Vosotras sabéis que he servido a
vuestro padre con todas mis fuerzas; pero vuestro padre ha trapaceado conmigo y ha
cambiado mi retribución una docena de veces, si bien Dios no le ha dejado perjudicarme. Si
él decía: Tu paga serán las reses pintas, entonces todas las ovejas parían pintas. Y si decía:
Tu paga será lo listado, entonces todas las ovejas parían listado. De esta suerte Dios ha
quitado el ganado a vuestro padre y me lo ha dado a mí". 31, 17-21: "Levantóse Jacob,
montó a sus hijos y a sus mujeres en los camellos, y se llevó todo su ganado y toda la
hacienda que había adquirido, el ganado de su propiedad, que había adquirido en Paddán
Aram, para irse a donde su padre Isaac a Canaán. Como Labán había ido a esquilar sus
ovejas, Raquel robó los ídolos familiares que tenía su padre, y Jacob actuó a hurtadillas de
Labán el arameo, no dándole ningún indicio de que se fugaba. En efecto, se fugó con todo
lo suyo; se levantó, pasó el Río y enderezó hacia la montaña de Galaad". 31, 36-44:
"Entonces Jacob, montando en cólera recriminó a Labán, y encarándose con él le dijo:
«¿Cual es mi delito? ¿Cuál mi pecado, que me persigues con saña? Al registrar todos mis
enseres, ¿qué has hallado de todos los enseres de tu casa? Ponlo aquí, ante mis hermanos y
los tuyos, y juzguen ellos entre nosotros dos. En veinte años que llevo contigo, tus ovejas y
tus cabras nunca han malparido, y los machos de tu rebaño nunca me los he comido.
Ganado destrozado por fieras nunca te llevé: yo pagaba el daño, de lo mío te cobrabas tanto
si era yo robado de día como si lo era de noche. Estaba yo que de día me devoraba el
resistero, y de noche la helada, mientras huía el sueño de mis ojos. Éstos fueron mis veinte
años en tu casa. Catorce años te serví por tus dos hijas, y seis por tus ovejas, y tú has
cambiado mi paga diez veces. Si el Dios de mi Padre, el Dios de Abraham y el Padrino de
Isaac no hubiese estado por mí, a fe que ahora me despacharas de vacío. Mi cuita y la fatiga
de mis manos las ha visto Dios y ha dado su fallo ayer noche». Respondió Labán y dijo a
Jacob: «Estas hijas son mías, estos hijos son mis hijos, y estas ovejas mis ovejas, todo
cuanto ves, mío es. Y, ¿qué voy a hacerles hoy a estas mis hijas?, ¿o a los hijos que me
dieron? Ea, pues, ven y hagamos un pacto entre los dos..., y sirva de testigo entre nosotros
dos»." 32, 4-9: "Jacob envió mensajeros por delante hacia su hermano Esaú, al país de Seír,
la estepa de Edom, encargándoles: «Diréis a mi señor Esaú: Así dice tu siervo Jacob: Fui a
pasar una temporada con Labán, y me he demorado hasta hoy. Me hice con bueyes, asnos,
ovejas, siervos y siervas; y ahora mando a avisar a mi señor, para hallar gracia a sus ojos».
Los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: «Hemos ido donde tu hermano Esaú, y él
mismo viene a tu encuentro con cuatrocientos hombres». Jacob se asustó mucho y se llenó
de angustia; dividió a sus gentes, las ovejas, vacas y camellos, en dos campamentos, y dijo:
«Si llega Esaú a uno de los campamentos y lo ataca, se salvará el otro»". 32, 14-19: "Jacob
pasó allí aquella noche. Tomó de lo que tenía a mano un regalo para su hermano Esaú,
consistente en doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte
carneros, treinta camellas criando, junto con sus crías, cuarenta vacas y diez toros, veinte
asnas y diez garañones, y repartiéndolo en manadas independientes, los confió a sus siervos
y les dijo: «Pasad delante de mí, dejando espacio entre manada y manada». Y al primero le
encargó: «Cuando te salga al paso mi hermano Esaú y te pregunte "de quién eres y adónde
vas, y para quién es eso que va delante de ti", dices: "De tu siervo Jacob; es un regalo
enviado para mi señor Esaú. Precisamente, él mismo viene detrás de nosotros."». 33, 9-13:
"Dijo Esaú: «Tengo bastante, hermano mío; sea para ti lo tuyo». Replicó Jacob: «De
ninguna manera. Si he hallado gracias a tus ojos, toma mi regalo de mi mano, ya que he
visto tu rostro como quien ve el rostro de Dios, y me has mostrado simpatía. Acepta, pues,
el obsequio que te he traído; pues Dios me ha favorecido y tengo de todo.» E instóle tanto
que aceptó. Dijo Esaú: «Vámonos de aquí, y yo te daré escolta». Él le dijo: «Mi señor sabe
que los niños son tiernos, y que tengo conmigo ovejas y vacas criando; un día de ajetreo
bastaría para que muriese todo el rebaño". 37, 1-2: "Jacob, por su parte, se estableció en el
que fue país residencial de su padre, el país de Canaán. Ésta es la historia de Jacob. José
tenía diecisiete años. Estaba de pastor de ovejas con sus hermanos - él, muchacho todavía,
con los hijos de Bilhá y los de Zilpá, mujeres de su padre. Y José comunicó a su padre lo
mal que se hablaba de ellos". 37, 11-13: "Sus hermanos le tenían envidia, mientras que su
padre reflexionaba. Fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem, y
dijo Israel a José: «¿No están tus hermanos pastoreando en Siquem? Ve de mi parte a donde
ellos». Dijo: «Estoy listo»." 45, 9-11: "Subid de prisa a donde mi padre, y decidle: "Así,
dice tu hijo José: Dios me ha hecho dueño de todo Egipto; baja a mí sin demora. Vivirás en
el país de Gosen, y estarás cerca de mí, tú y tus hijos y nietos, tus ovejas y tus vacadas y
todo cuanto tienes. Yo te sustentaré allí, pues todavía faltan cinco años de hambre, no sea
que quedéis en la miseria tú y tu casa y todo lo tuyo". 46, 31-34: "José dijo a sus hermanos
y a la familia de su padre: «Voy a subir a avisar a Faraón y decirle: "Han venido a mí mis
hermanos y la casa de mi padre que estaban en Canaán. Son pastores de ovejas, pues
siempre fueron ganaderos, y, han traído ovejas, vacadas y todo lo suyo». Así, cuando os
llame Faraón y os diga. "¿Cuál es vuestro oficio?", le decís: "Ganaderos hemos sido tus
siervos desde la mocedad hasta ahora, lo mismo que nuestros padres." De esta suerte os
quedaréis en el país de Gosen». Porque los egipcios detestan a todos los pastores de
ovejas". 47, 1-3: "Vino, pues, José a dar parte a Faraón, diciendo: «Mi padre, mis
hermanos, sus ovejas y vacadas y todo lo suyo han venido de Canaán, y ya están en el país
de Gosen». Luego, de entre todos sus hermanos tomó consigo a cinco varones y se los
presentó a Faraón. Dijo Faraón a los hermanos: «¿Cuál es vuestro oficio?» Respondieron a
Faraón: «Pastores de ovejas son tus siervos, lo mismo que nuestros padres»". 47, 16-17:
"Dijo José: «Entregad vuestros ganados y os daré pan por vuestros ganados, ya que se ha
agotado la plata». Trajeron sus ganados a José y José les dio pan a cambio de caballos,
ovejas, vacas y burros. Y les abasteció de pan a trueque de todos sus ganados por aquel
año".

Éxodo 2, 15-19: "Supo Faraón lo sucedido y buscaba a Moisés para matarle; pero él huyó
de la presencia de Faraón, y se fue a vivir al país de Madián. Se sentó junto a un pozo.
Tenía un sacerdote de Madián siete hijas, que fueron a sacar agua y llenar los pilones para
abrevar las ovejas de su padre. Pero vinieron los pastores y las echaron. Entonces,
levantándose Moisés, salió en su defensa y les abrevó el rebaño. Al volver ellas a donde su
padre Reuel, éste les dijo: «Cómo es que venís hoy tan pronto?». Respondieron: «Un
egipcio nos libró de las manos de los pastores, y además sacó agua para nosotras y abrevó
el rebaño»". 3, 1: "Moisés era pastor del rebaño de Jetró su suegro, sacerdote de Madián.
Una vez llevó las ovejas más allá del desierto; y llegó hasta Horeb, la montaña de Dios". 9,
1-3: "Yahveh dijo a Moisés: «Preséntate a Faraón y dile: Así dice Yahveh, el Dios de los
hebreos: "Deja salir a mi pueblo para que me den culto". Si te niegas a dejarles salir y los
sigues reteniendo, mira que la mano de Yahveh caerá sobre tus ganados del campo, sobre
los caballos, sobre los asnos, sobre los camellos, sobre la vacadas y sobre las ovejas; habrá
una grandísima peste". 10, 8-9: "Hicieron, pues, volver a Moisés y a Aarón a la presencia
de Faraón; el cual les dijo: «Id a dar culto a Yahveh, vuestro Dios. ¿Quiénes van a ir?»
Respondió Moisés: «Saldremos con nuestros niños y nuestros ancianos, con nuestros hijos
y nuestras hijas, con nuestras ovejas y nuestras vacadas; porque es nuestra fiesta de
Yahveh»". 10, 25: "Llamó Faraón a Moisés y dijo: «Id y dad culto a Yahveh; que se queden
solamente vuestras ovejas y vuestras vacadas. También vuestros pequeños podrán ir con
vosotros». Respondió Moisés: «Nos tienes que conceder también sacrificios y holocaustos,
para que los ofrendemos a Yahveh, nuestro Dios". 12, 37-38: "Los israelitas partieron de
Ramsés hacia Sukkot, unos seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. Salió
también con ellos una muchedumbre abigarrada y grandes rebaños de ovejas y vacas". 20,
22-26: "Dijo Yahveh a Moisés: Así dirás a los israelitas: Vosotros mismos habéis visto que
os he hablado desde el cielo. No haréis junto a mí dioses de plata, ni os haréis dioses de oro.
Hazme un altar de tierra para ofrecer sobre él tus holocaustos y tus sacrificios de comunión,
tus ovejas y tus bueyes. En todo lugar donde haga yo memorable mi nombre, vendré a ti y
te bendeciré. Y si me haces un altar de piedra, no lo edificarás de piedras labradas; porque
al alzar tu cincel sobre ella queda profanada. Tampoco subirás por gradas a mi altar, para
que no se descubra tu desnudez sobre él". 21, 37: "Si un hombre roba un buey o una oveja,
y los mata o vende, pagará cinco bueyes por el buey, y cuatro ovejas por la oveja". 22, 1-3:
"Si el ladrón, sorprendido al perforar la pared, es herido mortalmente, no habrá venganza de
sangre. Mas si esto sucede salido ya el sol, su sangre será vengada. - Debe restituir; si no
tiene con qué, será vendido para restituir por su robo. Si lo robado, sea buey, asno u oveja,
fuere hallado vivo en su poder, restituirá el doble". 22, 8-10: "En todo caso delictivo, ya se
trate de buey, asno, oveja, ropa o de cualquier cosa desaparecida, de la que uno diga: «Es
esto», la causa de ambos se llevará ante Dios; y aquel a quien Dios declare culpable,
restituirá el doble a su prójimo. Si un hombre entrega a otro un asno, buey, oveja, o
cualquier otro animal para su custodia, y éstos mueren o sufren daño o son robados sin que
nadie lo vea, mediará entre los dos el juramento de Yahveh para atestiguar que el
depositario no ha puesto su mano sobre la hacienda de su prójimo; el dueño tomará lo que
quede y el otro no tendrá que restituir". 22, 28-29: "No tardarás en ofrecerme de tu
abundancia y de tus jugos. Me darás el primogénito de tus hijos. Lo mismo has de hacer
con el de tus vacas y ovejas. Siete días estará con su madre, y al octavo me lo darás". 34, 1-
3: "Dijo Yahveh a Moisés. «Labra dos tablas de piedra como las primeras, sube donde mí,
al monte y yo escribiré en las tablas las palabras que había en las primeras tablas que
rompiste. Prepárate para subir mañana temprano al monte Sinaí; allí en la cumbre del
monte te presentarás a mí. Que nadie suba contigo, ni aparezca nadie en todo el monte. Ni
oveja ni buey paste en el monte»". 34, 19-20: "Todo lo que abre el seno es mío, todo primer
nacido, macho, sea de vaca o de oveja, es mío. El primer nacido de asno lo rescatarás con
una oveja; y si no lo rescatas, lo desnucarás. Rescatarás todos los primogénitos de tus hijos,
y nadie se presentará ante mí con las manos vacías".

Levítico 5, 6: "Como sacrificio de reparación por el pecado cometido, llevará a Yahveh una
hembra de ganado menor, oveja o cabra, como sacrificio por el pecado. Y el sacerdote hará
por él expiación de su pecado". 17, 3-4: "Cualquier hombre de la casa de Israel que inmole
buey, oveja o cabra dentro del campamento, o fuera del mismo, sin llevarlos a la entrada de
la Tienda del Encuentro, para presentarlos como ofrenda a Yahveh ante la Morada de
Yahveh, será considerado reo de sangre. Tal hombre ha derramado sangre y será
exterminado de en medio de su pueblo". 22, 17-28: "Yahveh habló a Moisés, diciendo:
Habla a Aarón y a sus hijos, y a todos los israelitas y diles: Si alguno de la casa de Israel, o
de los forasteros residentes en Israel, en cumplimiento de un voto, o como ofrenda
voluntaria, presenta una ofrenda que como holocausto ofrece a Yahveh para que os alcance
favor, la víctima habrá de ser macho, sin defecto, buey, oveja o cabra. No ofrezcáis nada
defectuoso, pues no os sería aceptado. Si alguno ofrece a Yahveh ganado mayor o menor
como sacrificio de comunión, sea en cumplimiento de un voto, o como ofrenda voluntaria,
ha de ser una res sin defecto para alcanzar favor; no debe tener defecto alguno. No
presentaréis ante Yahveh animal ciego, quebrado, mutilado, ulcerado, sarnoso o ruin; de
ellos nada pondréis en el altar como manjar que se abrasa para Yahveh. Si es buey u oveja
desproporcionado o enano, podréis presentarlo como ofrenda voluntaria, pero no será
aceptado en cumplimiento de voto. No ofreceréis a Yahveh animal que tenga los testículos
aplastados, majados, arrancados o cortados. No hagáis esto en vuestra tierra. Y de esto nada
recibiréis de la mano del extranjero como alimento de vuestro Dios, porque su deformidad
es un defecto; no os serán aceptados. Habló Yahveh a Moisés, diciendo: Cuando nazca un
ternero, o un cordero, o cabrito, quedará siete días con su madre; y desde el día octavo en
adelante será grato como ofrenda de manjar abrasado para Yahveh. No inmoléis en el
mismo día vaca u oveja juntamente con su cría".

Números 11, 18-23: "«Al pueblo le dirás: Santificaos para mañana, que vais a comer carne,
ya que os habéis lamentado a oídos de Yahveh, diciendo: "¿Quién nos dará carne para
comer? Mejor nos iba en Egipto." Pues Yahveh os va a dar carne, y comeréis. No un día, ni
dos, ni cinco, ni diez ni veinte la comeréis, sino un mes entero, hasta que os salga por las
narices y os dé náuseas, pues habéis rechazado a Yahveh, que está en medio de vosotros, y
os habéis lamentado en su presencia, diciendo: ¿Por qué salimos de Egipto?». Moisés
respondió: «El pueblo en que estoy cuenta seiscientos mil de a pie, ¿y tú dices que les darás
carne para comer un mes entero? Aunque se mataran para ellos rebaños de ovejas y bueyes,
¿bastaría acaso? Aunque se juntaran todos los peces del mar ¿habría suficiente?». Pero
Yahveh respondió a Moisés: «¿Es acaso corta la mano de Yahveh? Ahora vas a ver si vale
mi palabra o no»". 15, 1-4: "Habló Yahveh a Moisés y le dijo: «Habla a los israelitas y
diles: Cuando entréis en la tierra que yo os daré por morada, y ofrezcáis manjares abrasados
a Yahveh en holocausto o sacrificio, para cumplir un voto, o como ofrenda voluntaria o con
ocasión de vuestras fiestas, ofreciendo así, de vuestros bueyes u ovejas, calmante aroma
para Yahveh, el oferente presentará, para su ofrenda a Yahveh, una oblación de una décima
de flor de harina amasada con un cuarto de sextario de aceite". 18, 17: "Pero al primogénito
de vaca, o de oveja, o de cabra, no lo rescatarás: es sagrado. Derramarás su sangre sobre el
altar y su grasa la harás arder como manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh". 22,
39-40: "Marchó Balaam con Balaq y llegaron a Quiryat Jusot. Sacrificó Balaq una vaca y
una oveja y le envió porciones a Balaam y a los jefes que le acompañaban". 31, 28-31:
"Reservarás para Yahveh, de la parte de los combatientes que fueron a la guerra, uno por
cada quinientos, sean hombres, bueyes, asnos u ovejas. Lo tomarás de la mitad que les
corresponde y se lo darás al sacerdote Eleázar, como reserva para Yahveh. Y de la mitad de
los israelitas, uno por cada cincuenta, sean hombres, bueyes, asnos u ovejas, cualquier clase
de bestias, y se lo darás a los levitas, que están encargados del ministerio de la Morada de
Yahveh. Moisés y el sacerdote Eleázar hicieron como había mandado Yahveh a Moisés".
32, 16-19: "Se acercaron a Moisés y le dijeron: «Podemos construir aquí rediles para
nuestras ovejas y ciudades para nuestros niños. Pero nosotros tomaremos las armas a la
cabeza de los israelitas, hasta que los introduzcamos en sus lugares, mientras que nuestros
hijos de quedarán en las plazas fuertes, al abrigo de los habitantes del país. No volveremos
a nuestras casas hasta que los israelitas se posesionen cada uno de su herencia. Que
nosotros no tendremos herencia con ellos al otro lado del Jordán, pues nuestra herencia nos
ha tocado del lado oriental del Jordán»".

Deuteronomio 8, 11-16: "Guárdate de olvidar a Yahveh tu Dios descuidando los


mandamientos, normas y preceptos que yo te prescribo hoy; no sea que cuando comas y
quedes harto, cuando construyas hermosas casas y vivas en ellas, cuando se multipliquen
tus vacadas y tus ovejas, cuando tengas plata y oro en abundancia y se acrecienten todos tus
bienes, tu corazón se engría y olvides a Yahveh tu Dios que te sacó del país de Egipto, de la
casa de servidumbre; que te ha conducido a través de ese desierto grande y terrible entre
serpientes abrasadoras y escorpiones: que en un lugar de sed, sin agua, hizo brotar para ti
agua de la roca más dura; que te alimentó en el desierto con el maná, que no habían
conocido tus padres, a fin de humillarte y ponerte a prueba para después hacerte feliz". 15,
19-20: "Todo primogénito que nazca en tu ganado mayor o menor, si es macho, lo
consagraras a Yahveh tu Dios. No someterás al trabajo al primogénito de tu vaca ni
esquilarás al primogénito de tu oveja. Lo comerás, tú y tu casa, cada año, en presencia de
Yahveh tu Dios, en el lugar elegido por Yahveh". 28, 1-6: "Si tú escuchas de verdad la voz
de Yahveh tu Dios, cuidando de practicar todos los mandamientos que yo te prescribo hoy,
Yahveh tu Dios le levantará por encima de todas las naciones de la tierra, y vendrán sobre ti
y te alcanzarán todas las bendiciones siguientes, por haber escuchado la voz de Yahveh tu
Dios. Bendito serás en la ciudad y bendito en el campo. Bendito será el fruto de tus
entrañas, el producto de tu suelo, el fruto de tu ganado, el parto de tus vacas y las crías de
tus ovejas. Benditas serán tu cesta y tu artesa. Bendito serás cuando entres y bendito cuando
salgas". 18, 15-41: "Pero si desoyes la voz de Yahveh tu Dios, y no cuidas de practicar
todos sus mandamientos y sus preceptos, que yo te prescribo hoy, te sobrevendrán y te
alcanzarán todas las maldiciones siguientes: Maldito serás en la ciudad y maldito en el
campo. Malditas serán tu cesta y tu artesa. Maldito el fruto de tus entrañas y el fruto de tu
suelo, el parto de tus vacas y las crías de tus ovejas. Maldito serás cuando entres y maldito
cuando salgas. Maldito serás cuando entres y maldito cuando salgas. Yahveh enviará contra
ti la maldición, el desastre, la amenaza, en todas tus empresas, hasta que seas exterminado y
perezcas rápidamente, a causa de la perversidad de tus acciones por las que me habrás
abandonado. Yahveh hará que se te pegue la peste, hasta que te haga desaparecer de este
suelo adonde vas a entrar para tomarlo en posesión. Yahveh te herirá de tisis, fiebre,
inflamación, gangrena, sequía, tizón y añublo, que te perseguirán hasta que perezcas. Los
cielos de encima de tu cabeza serán de bronce, y la tierra de debajo de ti será de hierro.
Yahveh dará como lluvia a tu tierra polvo y arena, que caerán del cielo sobre ti hasta tu
destrucción. Yahveh hará que sucumbas ante tus enemigos: salido a su encuentro por un
camino, por siete caminos huirás de ellos, y serás el espanto de todos los reinos de la tierra.
Tu cadáver será pasto de todas las aves del cielo y de todas las bestias de la tierra sin que
nadie las espante. Yahveh te herirá con úlceras de Egipto, con tumores, sarna y tiña, de las
que no podrás sanar. Yahveh te herirá de delirio, ceguera y pérdida de sentidos, hasta el
punto que andarás a tientas en pleno mediodía como el ciego anda a tientas en la oscuridad,
y tus pasos no llegarán a término. Estarás oprimido y despojado toda la vida, y no habrá
quien te salve. Te desposarás con una mujer y otro hombre la hará suya; edificarás una casa
y no la habitarás; plantarás una viña y no podrás disfrutar de ella. Tu buey será degollado a
tus propios ojos, y no podrás comer de él; tu asno será robado en tu presencia, y no se te
devolverá; tus ovejas serán entregadas a tus enemigos, y no habrá quien te salve; tus hijos y
tus hijas serán entregados a otro pueblo; tus ojos se consumirán mirando todos los días
hacia ellos, pero tus manos no podrán hacer nada. El fruto de tu suelo y toda tu fatiga lo
comerá un pueblo que no conoces. No serás más que un explotado y oprimido toda la vida.
Y te volverás loco ante el espectáculo que verás con tus ojos. Yahveh te herirá de úlceras
malignas en las rodillas y en las piernas, de las que no podrás sanar, desde la planta de los
pies hasta la coronilla de la cabeza. Yahveh te llevará a ti y al que hayas puesto sobre ti a
una nación que ni tú ni tus padres conocíais, y allí servirás a otros dioses, de madera y de
piedra. Serás el asombro, el proverbio y la irrisión de todos los pueblos a donde Yahveh te
conduzca. Echarás en tus campos mucha semilla y cosecharás poco, porque la asolará la
langosta. Plantarás y cultivarás viñas, pero no beberás vino ni recogerás nada, porque el
gusano las devorará. Tendrás olivos por todo tu territorio, pero no te ungirás de aceite,
porque tus olivos caerán. Engendrarás hijos e hijas, pero no serán para ti, porque irán al
cautiverio". 28, 49-51: "Yahveh levantará contra ti una nación venida de lejos, de los
extremos de la tierra, como el águila que se cierne. Será una nación de lengua desconocida
para ti, una nación de rostro fiero, que no respetará al anciano ni tendrá compasión del niño.
Comerá el fruto de tu ganado y el fruto de tu suelo, hasta destruirte; no te dejará trigo,
mosto, ni aceite, ni los partos de tus vacas, ni las crías de tus ovejas, hasta acabar contigo".
32, 11-14: "Como un águila incita a su nidada, revolotea sobre sus polluelos, así el
despliega sus alas y te toma, y le lleva sobre su plumaje. Sólo Yahveh le guía a su destino,
con él ningún dios extranjero. Le hace cabalgar por las alturas de la tierra, le alimenta de
los frutos del campo, le da a gustar miel de la peña, y aceite de la dura roca, cuajada de
vacas y leche de ovejas, con la grasa de corderos; carneros de raza de Basán, y machos
cabríos, con la flor de los granos de trigo, y por bebida la roja sangre de la uva".

Josué 6, 19-21: Cuando la conquista de Jericó, "Toda la plata y todo el oro, todos los
objetos de bronce y de hierro, están consagrados a Yahveh: ingresarán en su tesoro». El
pueblo clamó y se tocaron las trompetas. Al escuchar el pueblo la voz de la trompeta,
prorrumpió en gran clamor, y el muro se vino abajo. La gente escaló la ciudad, cada uno
frente a sí, y se apoderaron de ella. Consagraron al anatema todo lo que había en la ciudad,
hombres y mujeres, jóvenes y viejos, bueyes, ovejas y asnos, a filo de espada". 7, 20-25:
"Akán respondió a Josué: «En verdad, yo soy el que ha pecado contra Yahveh, Dios de
Israel; esto y esto es lo que he hecho: Vi entre el botín un hermoso manto de Senaar,
doscientos siclos de plata y un lingote de oro de cincuenta siclos de peso, me gustaron y me
los guardé. Están escondidos en la tierra en medio de mi tienda, y la plata debajo.» Josué
envió emisarios, que fueron corriendo a la tienda, y en efecto el manto estaba escondido en
la tienda y la plata debajo. Lo sacaron de la tienda y se lo llevaron a Josué y a todos los
israelitas delante de Yahveh. Entonces Josué tomó a Akán, hijo de Zéraj, con la plata, el
manto y el lingote de oro, a sus hijos, sus hijas, su toro, su asno y su oveja, su tienda y todo
lo suyo y los hizo subir al valle de Akor. Todo Israel le acompañaba. Josué dijo: «¿Por qué
nos has traído la desgracia? Que Yahveh te haga desgraciado en este día.» Y todo Israel lo
apedreó (y los quemaron en la hoguera y los apedrearon)".

Jueces 6, 3-6: "Cuando sembraba Israel, venía Madián, con Amalec y los hijos de Oriente:
subían contra Israel, acampaban en sus tierras y devastaban los productos de la tierra hasta
la entrada de Gaza. No dejaban víveres en Israel: ni ovejas, ni bueyes, ni asnos, porque
subían numerosos como langostas, con sus ganados y sus tiendas. Ellos y sus camellos eran
innumerables e invadían el país para saquearlo. Así Madián redujo a Israel a una gran
miseria y los israelitas clamaron a Yahveh".

1 Samuel 15, 1-3: "Samuel dijo a Saúl: «Yahveh me ha enviado para consagrarte rey sobre
su pueblo Israel. Escucha, pues, las palabras de Yahveh: Esto dice Yahveh Sebaot: He
decidido castigar lo que Amalec hizo a Israel, cortándole el camino cuando subía de Egipto.
Ahora, vete y castiga a Amalec, consagrándolo al anatema con todo lo que posee, no tengas
compasión de él, mata hombres y mujeres, niños y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y
asnos»". 17, 33-37: "Dijo Saúl a David: «No puedes ir contra ese filisteo para luchar con él,
porque tú eres un niño y él es hombre de guerra desde su juventud.» Respondió David a
Saúl: «Cuando tu siervo estaba guardando el rebaño de su padre y venía el león o el oso y
se llevaba una oveja del rebaño, salía tras él, le golpeaba y se la arrancaba de sus fauces, y
si se revolvía contra mí, lo sujetaba por la quijada y lo golpeaba hasta matarlo. Tu siervo ha
dado muerte al león y al oso, y ese filisteo incircunciso será como uno de ellos, pues ha
insultado a las huestes de Dios vivo.» Añadió David: «Yahveh que me ha librado de las
garras del león y del oso, me librará de la mano de ese filisteo.» Dijo Saúl a David: «Vete, y
que Yahveh sea contigo»". 22, 19: "Saúl pasó a filo de espada a Nob, la ciudad de los
sacerdotes, hombres, mujeres, niños y lactantes, bueyes, asnos y ovejas, todos a cuchillo".
25, 1-3: "Samuel murió. Todo Israel se congregó para llorarle y lo sepultaron en su
heredad, en Ramá. David se levantó y bajó al desierto de Maón. Había un hombre en Maón
que tenía su hacienda en Carmelo. Era un hombre muy rico; poseía tres mil ovejas y mil
cabras. Estaba entonces en Carmelo, esquilando su rebaño. El hombre se llamaba Nabal y
su mujer se llamaba Abigaíl; ella era muy prudente y hermosa, pero el hombre era duro y
de mala conducta". 27, 8-9: "Subía David con su gente y hacía incursiones contra los
guesuritas, los guirzitas y los amalecitas, pues éstos son los habitantes de la región, desde
Telam, yendo hacia Sur, hasta la tierra de Egipto. Devastaba David la tierra y no dejaba con
vida hombre ni mujer; se apoderaba de las ovejas y bueyes, asnos y camellos y vestidos, y
se volvía para llevarlos a Akís".
2 Samuel 12, 1-7: "Envió Yahveh a Natán donde David, y llegando a él le dijo: «Había dos
hombres en una ciudad, el uno era rico y el otro era pobre. El rico tenía ovejas y bueyes en
gran abundancia; el pobre no tenía más que una corderilla, sólo una, pequeña, que había
comprado. Él la alimentaba y ella iba creciendo con él y sus hijos, comiendo su pan,
bebiendo en su copa, durmiendo en su seno igual que una hija. Vino un visitante donde el
hombre rico, y dándole pena tomar su ganado lanar y vacuno para dar de comer a aquel
hombre llegado a su casa, tomó la ovejita del pobre, y dio de comer al viajero llegado a su
casa». David se encendió en gran cólera contra aquel hombre y dijo a Natán: «¡Vive
Yahveh! que merece la muerte el hombre que tal hizo. Pagará cuatro veces la oveja por
haber hecho semejante cosa y por no haber tenido compasión». Entonces Natán dijo a
David: «¡Tú eres ese hombre!". 17, 27-29: "Cuando David llegó a Majanáyim, Sobí, hijo de
Najás, de Rabbá de los ammonitas, y Makir, hijo de Ammiel, de Lo Debar, y Barzillay de
Galaad de Roguelim, llevaron lechos, esteras, copas y vasos de barro, así como trigo,
cebada, harina, grano tostado, lentejas, habas, miel, cuajada, ovejas y quesos de vaca, y lo
ofrecieron a David y a la gente que estaba con él, para que comiesen, pues se habían dicho:
«La gente habrá pasado hambre, fatigas y sed en el desierto»". 24, 17: "Cuando David vio
al ángel que hería al pueblo, dijo a Yahveh: «Yo fui quien pequé, yo cometí el mal, pero
estas ovejas ¿qué han hecho? Caiga, te suplico, tu mano sobre mí y sobre la casa de mi
padre»".

1 Reyes 1, 9-10: "Adonías hizo un sacrificio de ovejas, bueyes y vacas cebadas en la Piedra
de Zojélet, que está junto a la fuente de Roguel, e invitó a todos sus hermanos, los hijos del
rey, y a todos los hombres de Judá, servidores del rey, pero no invitó al profeta Natán ni a
Benaías ni a los valientes ni a Salomón su hermano". 1, 16-21: "Arrodillóse Betsabé y se
postró ante el rey; el rey dijo: «¿Qué te pasa?» Ella le dijo: «Mi señor, tú has jurado a tu
sierva por Yahveh tu Dios: "Salomón tu hijo reinará después de mí y él se sentará en mi
trono." Pero ahora es Adonías el que se hace el rey, sin que tú, mi señor el rey, lo sepas. Ha
sacrificado bueyes, vacas cebadas y ovejas en abundancia, invitando a todos los hijos del
rey, al sacerdote Abiatar y a Joab, jefe del ejército, pero no ha invitado a tu siervo Salomón.
Ahora, mi señor el rey, los ojos de todo Israel te miran para que les indiques quién ha de
sentarse en el trono de mi señor el rey, después de él. Y ocurrirá que, cuando mi señor el
rey se acueste con sus padres, yo y mi hijo Salomón seremos tratados como culpables»". 1,
23-25: "Avisaron al rey: «Está aquí el profeta Natán». Entró donde el rey y se postró sobre
su rostro en tierra ante el rey. Dijo Natán: «Rey mi señor: ¿es que tú has dicho: "Adonías
reinará después de mí y él será el que se siente sobre mi trono?". Porque ha bajado hoy a
sacrificar bueyes, vacas cebadas y ovejas en abundancia, invitando a todos los hijos del rey,
a los jefes del ejército y al sacerdote Abiatar; están ahora comiendo y bebiendo en su
presencia y gritan: "¡Viva el rey Adonías!". 8, 1-5: "Congregó Salomón a los ancianos de
Israel en Jerusalén para hacer subir el arca de la alianza de Yahveh desde la ciudad de
David, que es Sión. Se reunieron junto al rey Salomón todos los hombres de Israel, en el
mes de Etanim, (que es el mes séptimo) en la fiesta, y los sacerdotes llevaron el arca, y la
Tienda del Encuentro, con todos los objetos sagrados que había en la Tienda. El rey
Salomón y todo Israel con él sacrificaron ante el arca ovejas y bueyes en número
incalculable e innumerable". 8, 62-63: "El rey, y todo Israel con él, ofrecieron sacrificios
ante Yahveh. Salomón sacrificó, como sacrificios de comunión que ofreció en sacrificio a
Yahveh, veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas; así inauguraron la Casa de
Yahveh el rey y todos los hijos de Israel". 22, 14-18: "Miqueas respondió: «¡Vive Yahveh!,
lo que Yahveh me diga, eso anunciaré». Llegó donde el rey y el rey le dijo: «Miqueas,
¿debemos subir a Ramot de Galaad para atacarla o debo desistir?». Le respondió: «Sube,
tendrás éxito, Yahveh la entregará en manos del rey». Pero el rey dijo: «¿Cuántas veces he
de conjurarte a que no me digas más que la verdad en nombre de Yahveh?». Entonces él
dijo: "He visto todo Israel disperso por los montes como ovejas sin pastor. Yahveh ha
dicho: «No tienen señor; que vuelvan en paz cada cual a su casa». El rey de Israel dijo a
Josafat: «¿No te dije que nunca me anuncia el bien sino el mal?»".

2 Reyes 3, 4-5: "Mesá, rey de Moab, era pastor de ovejas y pagaba al rey de Israel cien mil
corderos y cien mil carneros con su lana; pero a la muerte de Ajab, el rey de Moab se rebeló
contra el rey de Israel". 5, 21-27: "Guejazí, el criado de Eliseo, partió en seguimiento de
Naamán. Naamán vio que corría tras de él y saltó del carro a su encuentro y dijo: «Todo va
bien?» Respondió: «Bien. Mi señor me envía a decirte: Acaban de llegar a mí dos jóvenes
de la montaña de Efraím, de la comunidad de los profetas; dame, por favor, para ellos un
talento de plata y dos vestidos de fiesta». Dijo Naamán: «Dígnate aceptar dos talentos y dos
vestidos de fiesta.» Le insistió, y metió dos talentos de plata en dos sacos y se lo entregó a
dos de sus criados que lo llevaron delante de él. Cuando llegó a Ofel, lo tomó de sus manos,
y lo puso en la casa y despidió a los hombres, que se fueron. Cuando llegó y se presentó a
su señor, Eliseo le dijo: «¿De dónde vienes Guejazí?» Respondió él: «Tu siervo no ha ido
ni aquí ni allá». Le replicó: «¿No iba contigo mi corazón cuando un hombre saltó de su
carro a tu encuentro? Ahora has recibido plata y puedes adquirir jardines, olivares y viñas,
rebaños de ovejas y bueyes, siervos y siervas. Pero la lepra de Naamán se pegará a ti y a tu
descendencia para siempre».Y salió de su presencia con lepra blanca como la nieve".

1 Crónicas 5, 18-22: "Los hijos de Rubén, los de Gad y la media tribu de Manasés eran
hombres valientes, llevaban escudo y espada, manejaban el arco y eran diestros en la
guerra. Salían a campaña en número de cuarenta y cuatro mil setecientos sesenta. Hicieron
guerra contra los agareos, contra Yetur, Nafis y Nodab, y Dios les ayudó contra ellos, de
suerte que los agareos y todos los que con ellos estaban fueron entregados en sus manos;
pues en la batalla clamaron a Dios y les fue propicio, por cuanto confiaban en él.
Capturaron sus ganados: sus camellos, en número de cincuenta mil, doscientas cincuenta
mil ovejas, dos mil asnos y cien mil personas, pues, por ser guerra de Dios, cayeron
muertos muchos. Habitaron el lugar de ellos hasta el destierro". 21, 17: "Dijo David a Dios:
«Yo fui quien mandé hacer el censo del pueblo. Yo fui quien pequé, yo cometí el mal; pero
estas ovejas, ¿qué han hecho? ¡Oh Yahveh, Dios mío, caiga tu mano sobre mí y sobre la
casa de mi padre, y no haya plaga entre tu pueblo!»". 27, 25-31: "Azmávet, hijo de Adiel,
tenía a su cargo los depósitos reales. Sobre los depósitos del campo, de las ciudades, de las
aldeas, y de las torres, estaba Jonatán, hijo de Uzzías; sobre los labradores del campo que
cultivaban las tierras, Ezrí, hijo de Kelub; sobre las viñas, Simí, de Ramá; sobre las
provisiones de vino de las bodegas, Zabdí, de Sefán; sobre los olivares y los sicómoros que
había en la Tierra Baja, Báal Janán, de Guéder; sobre los almacenes de aceite, Joás; sobre
las vacadas que pacían en Sarón, Sitray el saronita; sobre las vacadas de los valles, Safat,
hijo de Adlay; sobre los camellos, Obil el ismaelita; sobre las asnas, Jejdeías, de Meronot;
sobre las ovejas, Yaziz el hagarita. Todos estos eran intendentes de la hacienda del rey
David".

2 Crónicas 5, 6: "El rey Salomón, con toda la comunidad de Israel que se había reunido en
torno a él, sacrificaron ante el arca ovejas y bueyes en incalculable e innumerable
abundancia". 7, 5: "El rey Salomón ofreció en sacrificio veintidós mil bueyes y ciento
veinte mil ovejas. Así inauguraron la Casa de Dios el rey y todo el pueblo". 14, 11-14:
"Yahveh derrotó a los etíopes ante Asá y Judá; y los etíopes se pusieron en fuga. Asá y la
gente que con él estaba los persiguieron hasta Guerar; y cayeron de los etíopes hasta no
quedar uno vivo, pues fueron destrozados delante de Yahveh y su campamento; y se
recogió un botín inmenso. Batieron todas las ciudades de los alrededores de Guerar, porque
el terror de Yahveh cayó sobre ellas; y saquearon todas las ciudades, pues había en ellas
gran botín. Así mismo atacaron las majadas y capturaron gran cantidad de ovejas y
camellos. Después se volvieron a Jerusalén". 15, 9-11: "Congregó a todo Judá y Benjamín,
y a los de Efraím, Manasés y Simeón que habitaban entre ellos; pues se habían pasado a él
muchos de los israelitas, viendo que Yahveh su Dios estaba con él. Se reunieron en
Jerusalén en el mes tercero del año quince del reinado de Asá. Aquel día ofrecieron a
Yahveh sacrificios del botín que habían traído: setecientos bueyes y siete mil ovejas". 18,
1-2: "Josafat tuvo grandes riquezas y honores; emparentó con Ajab, y al cabo de algunos
años bajó a visitarle a Samaría. Ajab sacrificó gran número de ovejas y de bueyes para él y
la gente que le acompañaba; y le incitó a que subiese con él contra Ramot de Galaad". 18,
13-17: "Respondió Miqueas "«¡Vive Yahveh, que lo que mi Dios me diga, eso anunciaré!».
Llegó donde el rey; y el rey le dijo: «Miqueas, ¿debemos subir a Ramot de Galaad para
atacarla, o debo desistir?» Le respondió: «Subid, tendréis éxito. Serán entregados en
vuestras manos». Pero el rey le dijo: «¿Cuántas veces he de conjurarte a que no me digas
más que la verdad en nombre de Yahveh?». Entonces él dijo: «He visto todo Israel disperso
por los montes, como ovejas sin pastor; Yahveh ha dicho: No tienen señor; que vuelvan en
paz cada cual a su casa». El rey de Israel dijo a Josafat: «¿No te dije que nunca me anuncia
el bien sino el mal?»". 29, 32-33: "El número de los holocaustos ofrecidos por la asamblea
fue de setenta bueyes; cien carneros y doscientos corderos; todos ellos en holocausto a
Yahveh. Se consagraron también seiscientos bueyes y tres mil ovejas". 30, 23-24: "Toda la
asamblea resolvió celebrar la solemnidad por otros siete días, y la celebraron con júbilo
siete días más. Porque Ezequías, rey de Judá, había reservado para toda la asamblea mil
novillos y siete mil ovejas. Los jefes, por su parte, habían reservado para la asamblea mil
novillos y diez mil ovejas, pues ya se habían santificado muchos sacerdotes". 35, 8:
"También sus jefes reservaron ofrendas voluntarias para el pueblo, los sacerdotes y los
levitas. Jilquías, Zacarías y Yejiel, intendentes de la Casa de Dios, dieron a los sacerdotes,
como víctimas pascuales, dos mil seiscientas ovejas y trescientos bueyes".

Nehemías 3, 1: "El sumo sacerdote Elyasib y sus hermanos los sacerdotes se encargaron de
construir la puerta de las Ovejas: la armaron, fijaron sus hojas, barras y goznes, y
continuaron hasta la torre de los Cien y hasta la torre de Jananel". 3, 31-32: "Después de él
Malkiyías, del gremio de los orfebres, reparó hasta la casa de los donados y de los
comerciantes, frente a la puerta de la Inspección, hasta la cámara alta del ángulo. Y entre la
cámara alta del ángulo y la puerta de las Ovejas, repararon los orfebres y los comerciantes.
12, 38-39: "El segundo coro marchaba por la izquierda; yo iba detrás, con la mitad de los
jefes del pueblo, por encima de la muralla, pasando por la torre de los Hornos, hasta la
muralla de la Plaza, por encima de la puerta de Efraím, la puerta de los Peces, la torre de
Jananel, hasta la puerta de las Ovejas; se hizo alto en la puerta de la Prisión".

Tobías 1, 6-7: "Muchas veces era yo el único que iba a Jerusalén, con ocasión de las
fiestas, tal como está prescrito para todo Israel por decreto perpetuo; en cobrando las
primicias y las crías primeras y diezmos de mis bienes y el primer esquileo de mis ovejas,
acudía presuroso a Jerusalén y se lo entregaba a los sacerdotes, hijos de Aarón, para el altar.
Daba a los levitas, que hacían el servicio en Jerusalén, el diezmo del vino, del grano, del
olivo, de los granados, de los higos y demás frutales; tomaba en metálico el segundo
diezmo, de los seis años, y lo gastaba en Jerusalén".

Judit 2, 17-18: "Holofernes tomó una gran cantidad de camellos, asnos y mulas para el
bagaje e incontable número de ovejas, bueyes y cabras para el avituallamiento; provisiones
abundantes para cada hombre y muchísimo oro y plata de la casa real". 3, 26-27: "Cercó a
todos los madianitas, incendió sus tiendas y saqueó sus aduares; descendió hacia la llanura
de Damasco, al tiempo de la siega del trigo, incendió todos sus cultivos, exterminó sus
rebaños de ovejas y bueyes, saqueó sus ciudades, devastó sus campos y pasó a cuchillo a
todos sus jóvenes". 3, 1-3: "Entonces le enviaron mensajeros para decirle en son de paz:
«Nosotros, siervos del gran rey Nabucodonosor, nos postramos ante ti. Trátanos como
mejor te parezca. Nuestras granjas y todo nuestro territorio, nuestros campos de trigo, los
rebaños de ovejas y bueyes, todas las majadas de nuestros campamentos, están a tu
disposición. Haz con ellos lo que quieras".

Job 1, 1-3: "Había una vez en el país de Us un hombre llamado Job: hombre cabal, recto,
que temía a Dios y se apartaba del mal. Le habían nacido siete hijos y tres hijas. Tenía
también siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas y
una servidumbre muy numerosa. Este hombre era, pues, el más grande de todos los hijos de
Oriente". 1, 13-16: "El día en que sus hijos y sus hijas estaban comiendo y bebiendo vino
en casa del hermano mayor, vino un mensajero donde Job y le dijo: «Tus bueyes estaban
arando y las asnas pastando cerca de ellos; de pronto irrumpieron los sabeos y se los
llevaron, y a los criados los pasaron a cuchillo. Sólo yo pude escapar para traerte la
noticia». Todavía estaba éste hablando, cuando llegó otro que dijo: «Cayó del cielo el fuego
de Dios, que quemó las ovejas y pastores hasta consumirlos. Sólo yo pude escapar para
traerte la noticia»". 21, 7-14: "¿Por qué siguen viviendo los malvados, envejecen y aún
crecen en poder? Su descendencia ante ellos se afianza, sus vástagos se afirman a su vista.
En paz sus casas, nada temen, la vara de Dios no cae sobre ellos. Su toro fecunda sin
marrar, sin abortar su vaca pare. Dejan correr a sus niños como ovejas, sus hijos brincan
como ciervos. Cantan con arpa y cítara, al son de la flauta se divierten. Acaban su vida en
la ventura, en paz descienden al sheol. Y con todo, a Dios decían: «¡Lejos de nosotros, no
queremos conocer tus caminos!". 42, 12-14: "Yahveh bendijo la nueva situación de Job
más aún que la antigua: llegó a poseer catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de
bueyes y mil asnas. Tuvo además siete hijos y tres hijas. A la primera le puso el nombre de
«Paloma», a la segunda el de «Canela» y a la tercera el de «Cuerno de afeites»".
Salmos 8, 5-9: "¿"Qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de
él te cuides? Apenas inferior a un dios le hiciste, coronándole de gloria y de esplendor; le
hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies: ovejas y
bueyes, todos juntos, y aun las bestias del campo, y las aves del cielo, y los peces del mar,
que surcan las sendas de las aguas". 44, 10-13: "Nos has rechazado y confundido, no sales
ya con nuestras tropas, nos haces dar la espalda al adversario, nuestros enemigos saquean a
placer. Como ovejas de matadero nos entregas, y en medio de los pueblos nos has
desperdigado; vendes tu pueblo sin ventaja, y nada sacas de su precio". 44, 23-24: "Pero
por ti se nos mata cada día, como ovejas de matadero se nos trata. ¡Despierta ya! ¿Por qué
duermes, Señor? ¡Levántate, no rechaces para siempre!". 49, 13-15: "El hombre en la
opulencia no comprende, a las bestias mudas se asemeja. Así andan ellos, seguros de sí
mismos, y llegan al final, contentos de su suerte. Como ovejas son llevados al sheol, los
pastorea la Muerte, y los rectos dominarán sobre ellos. Por la mañana se desgasta su
imagen, ¡el sheol será su residencia!" 78, 52-55: "Sacó a su pueblo como ovejas, cual
rebaño los guió por el desierto; los guió en seguro, sin temor, mientras el mar cubrió a sus
enemigos; los llevó a su término santo, a este monte que su diestra conquistó; arrojó a las
naciones ante ellos; a cordel les asignó una heredad, y estableció en sus tiendas las tribus de
Israel". 78, 70-72: "Eligió a David su servidor, le sacó de los apriscos del rebaño, le trajo de
detrás de las ovejas, para pastorear a su pueblo Jacob, y a Israel, su heredad. Él los
pastoreaba con corazón perfecto, y con mano diestra los guiaba". 119, 176: "Me he
descarriado como oveja perdida: ven en busca de tu siervo. No, no me olvido de tus
mandamientos". 144, 12-15: "Sean nuestros hijos como plantas florecientes en su juventud,
nuestras hijas como columnas angulares, esculpidas como las de un palacio; nuestros
graneros llenos, rebosantes de frutos de toda especie, nuestras ovejas, a millares, a miríadas,
por nuestras praderas; nuestras bestias bien cargadas; no haya brecha ni salida, ni grito en
nuestras plazas. ¡Feliz el pueblo a quien así sucede feliz el pueblo cuyo Dios es Yahveh!".

Qohelet 2, 1-15: "Hablé en mi corazón: ¡Adelante! ¡Voy a probarte en el placer; disfruta


del bienestar! Pero vi que también esto es vanidad. A la risa la llamé: ¡Locura!; y del placer
dije: ¿Para qué vale? Traté de regalar mi cuerpo con el vino, mientras guardaba mi corazón
en la sabiduría, y entregarme a la necedad hasta ver en qué consistía la felicidad de los
humanos, lo que hacen bajo el cielo durante los contados días de su vida. Emprendí mis
grandes obras; me construí palacios, me planté viñas; me hice huertos y jardines, y los
planté de toda clase de árboles frutales. Me construí albercas con aguas para regar la
frondosa plantación. Tuve siervos y esclavas: poseí servidumbre, así como ganados, vacas
y ovejas, en mayor cantidad que ninguno de mis predecesores en Jerusalén. Atesoré
también plata y oro, tributos de reyes y de provincias. Me procuré cantores y cantoras, toda
clase de lujos humanos, coperos y reposteros. Seguí engrandeciéndome más que cualquiera
de mis predecesores en Jerusalén, y mi sabiduría se mantenía. De cuanto me pedían mis
ojos, nada les negué ni rehusé a mi corazón ninguna alegría; toda vez que mi corazón se
solazaba de todas mis fatigas, y esto me compensaba de todas mis fatigas. Consideré
entonces todas las obras de mis manos y el fatigoso afán de mi hacer y vi que todo es
vanidad y atrapar vientos, y que ningún provecho se saca bajo el sol. Yo me volví a
considerar la sabiduría, la locura y la necedad. ¿Qué hará el hombre que suceda al rey, sino
lo que ya otros hicieron? Yo vi que la sabiduría aventaja a la necedad, como la luz a las
tinieblas. El sabio tiene sus ojos abiertos, mas el necio en las tinieblas camina. Pero también
yo sé que la misma suerte alcanza a ambos. Entonces me dice: Como la suerte del necio
será la mía, ¿para qué vales, pues, mi sabiduría? Y pensé que hasta eso mismo es vanidad".

Cantar 1, 7-8: "Indícame, amor de mi alma, dónde apacientas el rebaño, dónde lo llevas a
sestear a mediodía, para que no ande yo como errante tras los rebaños de tus compañeros.
Si no lo sabes, ¡oh la más bella de las mujeres!, sigue las huellas de las ovejas, y lleva a
pacer tus cabritas junto al jacal de los pastores". 4, 1-2: "¡Qué bella eres, amada mía, qué
bella eres! Palomas son tus ojos a través de tu velo; tu melena, cual rebaño de cabras, que
ondulan por el monte Galaad. Tus dientes, un rebaño de ovejas de esquileo que salen de
bañarse: todas tienen mellizas, y entre ellas no hay estéril". 6, 6: "Tus dientes, un rebaño de
ovejas, que salen de bañarse. Todas tienen mellizas, y entre ellas no hay estéril".

Isaías 7, 21-25: "Aquel día criará cada uno una novilla y un par de ovejas. Y así de tanto
dar leche, comerá cuajada, porque «cuajada y miel comerá todo el que quedare dentro del
país». Aquel día, cualquier lugar donde antes hubo mil cepas por valor de mil piezas de
plata, será de la zarza y el abrojo. Con flechas y arco se entrará allí, pues zarza y abrojo será
toda la tierra, y en ninguno de los montes que se desbrozan con la azada se podrá entrar por
temor de las zarzas y abrojos; será dehesa de bueyes y pastizal de ovejas»". 13, 12-15:
"Haré que el hombre sea más escaso que el oro fino, y la humanidad más que metal de Ofir.
Por eso haré temblar los cielos, y se removerá la tierra de su sitio, en el arrebato de Yahveh
Sebaot, en el día de su ira hirviente. Será como gacela acosada, como ovejas cuando no hay
quien las reúna: cada uno enfilará hacia su pueblo, cada uno huirá hacia su tierra. Todo el
que fuere descubierto será traspasado, y todo el que fuere apresado caerá por la espada". 22,
10-14: "Las casas de Jerusalén contasteis, y demolisteis casas para fortificar la muralla. Un
estanque hicisteis entre ambos muros para las aguas de la alberca vieja; pero no os fijasteis
en su Hacedor, al que desde antiguo lo ideó de lejos no le visteis. Llamaba el Señor Yahveh
Sebaot aquel día a lloro y a lamento y a raparse y ceñirse de sayal, mas lo que hubo fue
jolgorio y alegría, matanza de bueyes y degüello de ovejas, comer carne y beber vino:
«¡Comamos y bebamos, que mañana moriremos!». Entonces me reveló al oído Yahveh
Sebaot: «No será expiada esa culpa hasta que muráis» - ha dicho el Señor Yahveh Sebaot -"
43, 21-23: "El pueblo que yo me he formado contará mis alabanzas. Tú no me has
invocado, Jacob, porque te has fatigado de mí, Israel. No me has traído tus ovejas en
holocausto ni me has honrado con tus sacrificios. No te obligué yo a servirme con oblación
ni te he fatigado a causa del incienso". 53, 6-7: "Todos nosotros como ovejas erramos, cada
uno marchó por su camino, y Yahveh descargó sobre él la culpa de todos nosotros. Fue
oprimido, y él se humilló y no abrió la boca. Como un cordero al degüello era llevado, y
como oveja que ante los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca". 60, 6-8:
"Un sin fin de camellos te cubrirá, jóvenes dromedarios de Madián y Efá. Todos ellos de
Sabá vienen portadores de oro e incienso y pregonando alabanzas a Yahveh. Todas las
ovejas de Quedar se apiñarán junto a ti, los machos cabríos de Nebayot estarán a tu
servicio. Subirán en holocausto agradable a mi altar, y mi hermosa Casa hermosearé aún
más. ¿Quiénes son éstos que como nube vuelan, como palomas a sus palomares?". 65, 9-
10: "Sacaré de Jacob simiente y de Judá heredero de mis montes; los heredarán mis
elegidos y mis siervos morarán allí. Sarón será majada de ovejas y el valle de Akor corral
de vacas para mi pueblo, los que me buscaron". 66, 1-3: "Así dice Yahveh: "Los cielos son
mi trono y la tierra el estrado de mis pies, Pues ¿qué casa vais a edificarme, o qué lugar
para mi reposo, si todo lo hizo mi mano, y es mío todo ello? - Oráculo de Yahveh -. Y ¿en
quién voy a fijarme? En el humilde y contrito que tiembla a mi palabra. Se inmola un buey,
se abate un hombre, se sacrifica una oveja, se desnuca un perro, se ofrece en oblación
sangre de cerdo, se hace un memorial de incienso, se bendice a los ídolos. Ellos mismos
eligieron sus propios caminos y en sus monstruos abominables halló su alma
complacencia".

Jeremías 3, 22-25: "- Volved, hijos apóstatas; yo remediaré vuestras apostasías. - Aquí nos
tienes de vuelta a ti, porque tú, Yahveh, eres nuestro Dios. ¡Luego eran mentira los altos, la
barahúnda de los montes! ¡Luego por Yahveh, nuestro Dios, se salva Israel! La Vergüenza
se comió la laceria de nuestros padres desde nuestra mocedad: sus ovejas y vacas, sus hijos
e hijas. Acostémonos en nuestra vergüenza, y que nos cubra nuestra propia confusión, ya
que contra Yahveh nuestro Dios hemos pecado nosotros como nuestros padres desde
nuestra mocedad hasta hoy, y no escuchamos la voz de Yahveh nuestro Dios". 5, 15-17:
"He aquí que yo traigo sobre vosotros, una nación de muy lejos, ¡oh casa de Israel! -
oráculo de Yahveh -; una nación que no mengua, nación antiquísima aquélla, nación cuya
lengua ignoras y no entiendes los que habla; cuyo carcaj es como tumba abierta: todos son
valientes. Comerá tu mies y tu pan, comerá a tus hijos e hijas, comerá tus ovejas y vacas,
comerá tus viñas e higueras; con la espada destruirá tus plazas fuertes en que confías". 12,
1-3: "Tú llevas la razón, Yahveh, cuando discuto contigo, no obstante, voy a tratar contigo
un punto de justicia. ¿Por qué tienen suerte los malos, y son felices todos los felones? Los
plantas, y enseguida arraigan, van a más y dan fruto. Cerca estás tú de sus bocas, pero lejos
de sus riñones. En cambio a mí ya me conoces, Yahveh; me has visto y has comprobado
que mi corazón está contigo. Llévatelos como ovejas al matadero, y conságralos para el día
de la matanza". 13, 20: "Alza tus ojos, Jerusalén, y mira a los que vienen del norte. ¿Dónde
está la grey que se te dio, tus preciosas ovejas?". 23, 1-4: "¡Ay de los pastores que dejan
perderse y desparramarse las ovejas de mis pastos! - oráculo de Yahveh -. Pues así dice
Yahveh, el Dios de Israel, tocante a los pastores que apacientan a mi pueblo: Vosotros
habéis dispersado las ovejas mías, las empujasteis y no las atendisteis. Mirad que voy a
pasaros revista por vuestras malas obras - oráculo de Yahveh -. Yo recogeré el Resto de mis
ovejas de todas las tierras a donde las empujé, las haré tornar a sus estancias, criarán y se
multiplicarán. Y pondré al frente de ellas pastores que las apacienten, y nunca más estarán
medrosas ni asustadas, ni faltará ninguna - oráculo de Yahveh -". 31, 10-12: "Oíd la palabra
de Yahveh, naciones, y anunciad por las islas a lo lejos, y decid: «El que dispersó a Israel le
reunirá y le guardará cual un pastor su hato». Porque ha rescatado Yahveh a Jacob, y le ha
redimido de la mano de otro más fuerte. Vendrán y darán hurras en la cima de Sión y
acudirán al regalo de Yahveh: al grano, al mosto, y al aceite virgen, a las crías de ovejas y
de vacas, y será su alma como huerto empapado, no volverán a estar ya macilentos". 33,
12-13: "Así dice Yahveh Sebaot: "Aún habrá en este lugar abandonado de hombres y
ganados y en todas sus ciudades, dehesa de pastores que hagan acostarse a las ovejas: en las
ciudades de la Montaña, y en las de la Tierra Baja, en las del Négueb y en la tierra de
Benjamín y en los contornos de Jerusalén y en las ciudades de Judá, volverán a pasar ovejas
ante la mano del que las cuente - dice Yahveh . 50, 5-7: "De Sión preguntaron por el
camino, allá se dirigen: «Venid y aliémonos a Yahveh con pacto eterno, inolvidable».
Ovejas perdidas era mi pueblo. Sus pastores las descarriaron, extraviándolas por los
montes. De monte en collado andaban, olvidaron su aprisco. Cualquiera que les topaba los
devoraba, y sus contrarios decían: «No cometemos ningún delito, puesto que ellos pecaron
contra Yahveh, ¡el pastizal de justicia y la esperanza de sus padres - Yahveh!»".

Ezequiel 25, 5: "Yo haré de Rabbá un establo de camellos, y de las ciudades de Ammón un
redil de ovejas. Y sabréis que yo soy Yahveh". 34, 1-31: "La palabra de Yahveh me fue
dirigida en estos términos: "Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel,
profetiza. Dirás a los pastores: "Así dice el Señor Yahveh: ¡Ay de los pastores de Israel que
se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores apacentar el rebaño? Vosotros os habéis
tomado la leche, os habéis vestido con la lana, habéis sacrificado las ovejas más pingües;
no habéis apacentado el rebaño. No habéis fortalecido a las ovejas débiles, no habéis
cuidado a la enferma ni curado a la que estaba herida, no habéis tornado a la descarriada ni
buscado a la perdida; sino que las habéis dominado con violencia y dureza. Y ellas se han
dispersado, por falta de pastor, y se han convertido en presa de todas las fieras del campo;
andan dispersas. Mi rebaño anda errante por todos los montes y altos collados; mi rebaño
anda disperso por toda la superficie de la tierra, sin que nadie se ocupe de él ni salga en su
busca. Por eso, pastores, escuchad la palabra de Yahveh: "Por mi vida, oráculo del Señor
Yahveh, lo juro: Porque mi rebaño ha sido expuesto al pillaje y se ha hecho pasto de todas
las fieras del campo por falta de pastor, porque mis pastores no se ocupan de mi rebaño,
porque ellos, los pastores, se apacientan a sí mismos y no apacientan mi rebaño; por eso,
pastores, escuchad la palabra de Yahveh. Así dice el Señor Yahveh: "Aquí estoy yo contra
los pastores: reclamaré mi rebaño de sus manos y les quitaré de apacentar mi rebaño. Así
los pastores no volverán a apacentarse a sí mismos. Yo arrancaré mis ovejas de su boca, y
no serán más su presa. Porque así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy yo; yo mismo cuidaré
de mi rebaño y velaré por él. Como un pastor vela por su rebaño cuando se encuentra en
medio de sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis ovejas. Las recobraré de todos los
lugares donde se habían dispersado en día de nubes y brumas. Las sacaré de en medio de
los pueblos, las reuniré de los países, y las llevaré de nuevo a su suelo. Las pastorearé por
los montes de Israel, por los barrancos y por todos los poblados de esta tierra. Las
apacentaré en buenos pastos, y su majada estará en los montes de la excelsa Israel. Allí
reposarán en buena majada; y pacerán pingües pastos por los montes de Israel. Yo mismo
apacentaré mis ovejas y yo las llevaré a reposar, oráculo del Señor Yahveh. Buscaré la
oveja perdida, tornaré a la descarriada, curaré a la herida, confortaré a la enferma; pero a la
que está gorda y robusta la exterminaré: las pastorearé con justicia. En cuanto a vosotras,
ovejas mías, así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo voy a juzgar entre oveja y oveja,
entre carnero y macho cabrío. ¿Os parece poco pacer en buenos pastos, para que pisoteéis
con los pies el resto de vuestros pastos? Os parece poco beber en agua limpia, para que
enturbiéis el resto con los pies? ¡Mis ovejas tienen que pastar lo que vuestros pies han
pisoteado y beber lo que vuestros pies han enturbiado!. Por eso, así les dice el Señor
Yahveh: Yo mismo voy a juzgar entre la oveja gorda y la flaca. Puesto que vosotras habéis
empujado con el flanco y con el lomo y habéis topado con los cuernos a todas las ovejas
más débiles hasta dispersarlas fuera, yo vendré a salvar a mis ovejas para que no estén más
expuestas al pillaje; voy a juzgar entre oveja y oveja. Yo suscitaré para ponérselo al frente
un solo pastor que las apacentará, mi siervo David: él las apacentará y será su pastor. Yo,
Yahveh, seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellos. Yo, Yahveh, he
hablado. Concluiré con ellos una alianza de paz, haré desaparecer de esta tierra las bestias
feroces. Habitarán en seguridad en el desierto y dormirán en los bosques. Yo los asentaré
en los alrededores de mi colina, y mandaré a su tiempo la lluvia, que será una lluvia de
bendición. El árbol del campo dará su fruto, la tierra dará sus productos, y ellos vivirán en
seguridad en su suelo. Y sabrán que yo soy Yahveh, cuando despedace las barras de su
yugo y los libre de la mano de los que los tienen esclavizados. No volverán a ser presa de
las naciones, las bestias salvajes no volverán a devorarlos. Habitarán en seguridad y no se
les turbará más. Haré brotar para ellos un plantío famoso; no habrá más víctimas del
hambre en el país, ni sufrirán más el ultraje de las naciones. Y sabrán que yo, Yahveh su
Dios, estoy con ellos, y que ellos, la casa de Israel, son mi pueblo, oráculo del Señor
Yahveh. Vosotras, ovejas mías, sois el rebaño humano que yo apaciento, y yo soy vuestro
Dios, oráculo del Señor Yahveh". 45, 13-15: "Ésta es la ofrenda que reservaréis: un sexto
de arroba por cada carga de trigo y un sexto de arroba por cada carga de cebada. Regla para
el aceite, para la medida de aceite: una medida de aceite por cada diez medidas, es decir,
por un tonel de diez medidas, o de una carga, pues diez medidas hacen una carga. Se
reservará una oveja por cada rebaño de doscientas de las praderas de Israel, para la
oblación, el holocausto y el sacrificio de comunión, como expiación por ellos, oráculo del
Señor Yahveh".

Daniel 14, 1-4: "El rey Astiages fue a reunirse con sus padres, y le sucedió Ciro el Persa.
Daniel era comensal del rey y más honrado que ningún otro de sus amigos. Tenían los
babilonios un ídolo, llamado Bel, con el que se gastaban cada día doce artabas de flor de
harina, cuarenta ovejas y seis medidas de vino. El rey también le veneraba y todos los días
iba a adorarle. Daniel, en cambio, adoraba a su Dios".

Joel 1, 15-19: "«¡Ay, el Día, que está cerca el Día de Yahveh, ya llega como devastación de
Sadday!». ¿No ha sido arrancada la comida de delante de nuestros ojos, y de la Casa de
nuestro Dios la alegría y el júbilo? Se han podrido los granos bajo los terrones; los graneros
han sido devastados, derruidos los silos, porque falta el grano. ¡Cómo muge el ganado,
cómo vagan sin rumbo los rebaños de vacas, porque no hay pastor para ellos! ¡Hasta los
rebaños de ovejas tienen que expiar! A ti clamo, Yahveh, porque el fuego ha devorado los
pastizales del desierto, la llama ha abrasado todos los árboles del campo".

Miqueas 2, 10-12: "«¡Levantaos, marchad, que esta no es hora de reposo! Por una bagatela
exigís una prenda agobiante. Si un hombre anda al viento, inventando mentiras: «Yo babeo
para ti vino y licor», ése será el baboso de este pueblo. Voy a reunir a Jacob todo entero,
voy a recoger al Resto de Israel; los agruparé como ovejas en el aprisco, como rebaño en
medio del pastizal, harán estrépito lejos de los hombres". 4, 6-8: "Aquel día - oráculo de
Yahveh - yo recogeré a la oveja coja, reuniré a la perseguida, y a la que yo había
maltratado. De las cojas haré un Resto, de las alejadas una nación fuerte. Entonces reinará
Yahveh sobre ellos en el monte Sión, desde ahora y por siempre. Y tú, Torre del Rebaño,
Ofel de la hija de Sión, va a venir, va a entrar en ti el dominio de antaño, la realeza de la
hija de Jerusalén".

Sofonías 2, 5-6: "¡Ay de los habitantes de la liga del mar, la nación de los kereteos! Palabra
de Yahveh contra vosotros: «Canaán, tierra de los filisteos, te destruiré, te dejaré sin
habitantes; quedará la liga del mar convertida en pastizales, en pradera de pastores, en
apriscos de ovejas»".

Zacarías 10, 1-3: "Pedid a Yahveh la lluvia en tiempo de primavera. Yahveh, el que hace
las nubes de tormenta, lluvia copiosa les dará, hierba en su campo a cada uno. Porque los
terafim predicen falsedad y los adivinos ven mentira, porque sueños de ilusión predicen y
con cosa vana quieren consolar, por eso emigran ellos como ovejas, abatidos porque no hay
pastor. Contra los pastores arde mi cólera y a los machos cabríos visitaré. Cuando Yahveh
Sebaot visite a su rebaño, la Casa de Judá, hará de ellos como su caballo de honor en el
combate". 11, 1-17: "Abre tus puertas, Líbano, y el fuego devore tus cedros. Gime, ciprés,
porque ha caído el cedro, porque los majestuosos han sido arrasados. Gemid, encinas de
Basán, porque ha sido abatida la selva impenetrable. Se oye gemido de pastores, porque ha
sido arrasado su esplendor, se oye rugido de leones, porque ha sido arrasada la gloria del
Jordán. Así dice Yahveh mi Dios: Apacienta las ovejas de matadero, esas que sus
compradores matan impunemente, mientras sus vendedores dicen: «¡Bendito sea Yahveh;
ya soy rico!», y a las que no perdonan los pastores. Pues yo no perdonaré más a los
habitantes de esta tierra, oráculo de Yahveh; mas he aquí que voy a entregar a los hombres,
a cada uno en manos de su vecino y en manos de su rey; ellos aplastarán la tierra y yo no
los libraré de sus manos. Apacenté, pues, las ovejas de matadero destinadas a los tratantes
de ovejas, y me procuré dos cayados: a uno lo llamé «Gracia» y al otro «Vínculo». Me puse
a apacentar las ovejas, y me deshice de los tres pastores en un mes. Pero mi alma se
impacientó con ellos y su alma también se hastió de mí. Entonces dije: «¡No os apacentaré
más; la que tenga que morir, que muera, la que tenga que desaparecer, que desaparezca, y
las que queden, que se coman unas a otras!». Tomé luego mi cayado «Gracia» y lo partí,
para romper la alianza que Yahveh había concluido con todos los pueblos. Quedó roto
aquel día, y los tratantes de ovejas que me observaban supieron que era una palabra de
Yahveh. Yo les dije: «Si os parece bien, dadme mi jornal; sino, dejadlo». Ellos pesaron mi
jornal: treinta siclos de plata. Yahveh me dijo: «¡Échalo al tesoro, esa lindeza de precio en
que me han apreciado!». Tomé, pues, los treinta siclos de plata y los eché en la Casa de
Yahveh, en el tesoro. Después partí mi segundo cayado «Vínculo», para romper la
fraternidad entre Judá e Israel. Yahveh me dijo entonces: «Toma todavía el hato de un
pastor necio. Pues he aquí que yo voy a suscitar en esta tierra un pastor que no hará caso de
la oveja perdida, ni buscará a la extraviada, ni curará a la herida, ni se ocupará de la sana,
sino que comerá la carne de la cebada, y hasta las uñas les arrancará. ¡Ay del pastor inútil
que abandona las ovejas! ¡Espada sobre su brazo y sobre su ojo derecho; que su brazo se
seque del todo, y del todo se oscurezca su ojo". 13, 4-7: "Aquel día se avergonzarán los
profetas, cada cual de su visión, cuando profeticen, y no se vestirán el manto de pelo con
ánimos de mentir, sino que dirán cada uno: «¡Yo no soy profeta; soy un campesino, pues la
tierra es mi ocupación desde mi juventud!». Y si alguien le dice: «¿Y esas heridas que hay
entre tus manos?», responderá: «Las he recibido en casa de mis amigos». ¡Despierta,
espada, contra mi pastor, y contra el hombre de mi compañía!, oráculo de Yahveh Sebaot.
¡Hiere al pastor, que se dispersen las ovejas, y yo tornaré mi mano contra los pequeños!".

Mateo 7, 15: "«Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de
ovejas, pero por dentro son lobos rapaces". 7, 36-38: "Al ver Jesús a la muchedumbre,
sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen
pastor. Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad,
pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies»". 10, 5-7: "A estos doce envió
Jesús, después de darles estas instrucciones: «No toméis camino de gentiles ni entréis en
ciudad de samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id
proclamando que el Reino de los Cielos está cerca". 10, 16: "«Mirad que yo os envío como
ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las
palomas". 12, 11-12: "Él les dijo: «¿Quién de vosotros que tenga una sola oveja, si ésta cae
en un hoyo en sábado, no la agarra y la saca? Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una
oveja! Por tanto, es lícito hacer bien en sábado»". 15, 24: "Respondió Jesús: «No he sido
enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel»". 18, 12-13: "¿Qué os parece? Si
un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las
noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de
verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas". 25, 31-
36: "«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles,
entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las
naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los
cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey
a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado
para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer;
tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me
vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme". 26, 31: "Entonces les
dice Jesús: «Todos vosotros vais a escandalizaros de mí esta noche, porque está escrito:
Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño" .

Marcos 6, 34: "Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban
como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas". 14, 26-28:
"Cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos. Jesús les dice: «Todos os vais
a escandalizar, ya que está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas. Pero después
de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea»".

Lucas 15, 3-7: "Entonces les dijo esta parábola. «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas,
si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se
perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros;
y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: "Alegraos conmigo, porque
he hallado la oveja que se me había perdido". Os digo que, de igual modo, habrá más
alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que
no tengan necesidad de conversión".
Juan 2, 13-17: "Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró
en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus
puestos. Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y
los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que
vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de
mercado». Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: "El celo por tu Casa me
devorará". 10, 1-18 "«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil
de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que
entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su
voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las
suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a
un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les dijo
esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba. Entonces Jesús les dijo de
nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han
venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy
la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón
no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan
en abundancia. Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el
asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona
las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le
importan nada las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me
conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las
ovejas. También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que
conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el
Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy
voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; ésa es la orden
que he recibido de mi Padre»". 21, 15-17: "Después de haber comido, dice Jesús a Simón
Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te
quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos». Vuelve a decirle por segunda vez:
«Simón de Juan, ¿me amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús:
«Apacienta mis ovejas». Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se
entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú
lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas".

Hechos 8, 29-35: "El Espíritu dijo a Felipe: «Acércate y ponte junto a ese carro». Felipe
corrió hasta él y le oyó leer al profeta Isaías; y le dijo: «¿Entiendes lo que vas leyendo?» El
contestó: «¿Cómo lo puedo entender si nadie me hace de guía?» Y rogó a Felipe que
subiese y se sentase con él. El pasaje de la Escritura que iba leyendo era éste: «Fue llevado
como una oveja al matadero; y como cordero, mudo delante del que lo trasquila, así él no
abre la boca. En su humillación le fue negada la justicia; ¿quién podrá contar su
descendencia? Porque su vida fue arrancada de la tierra». El eunuco preguntó a Felipe: «Te
ruego me digas de quién dice esto el profeta: ¿de sí mismo o de otro?». Felipe entonces,
partiendo de este texto de la Escritura, se puso a anunciarle la Buena Nueva de Jesús".
Romanos 8, 35-37: "¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la
angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, como
dice la Escritura: Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas
al matadero. Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó".

Hebreos 11, 33-40: "Éstos, por la fe, sometieron reinos, hicieron justicia, alcanzaron las
promesas, cerraron la boca a los leones; apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo
de la espada, curaron de sus enfermedades, fueron valientes en la guerra, rechazando
ejércitos extranjeros; las mujeres recobraban resucitados a sus muertos. Unos fueron
torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor; otros soportaron
burlas y azotes, y hasta cadenas y prisiones; apedreados, torturados, aserrados, muertos a
espada; anduvieron errantes cubiertos de pieles de oveja y de cabras; faltos de todo;
oprimidos y maltratados, ¡hombres de los que no era digno el mundo!, errantes por
desiertos y montañas, por cavernas y antros de la tierra. Y todos ellos, aunque alabados por
su fe, no consiguieron el objeto de las promesas. Dios tenía ya dispuesto algo mejor para
nosotros, de modo que no llegaran ellos sin nosotros a la perfección". 13, 20-21: "El Dios
de la paz que suscitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de la ovejas
en virtud de la sangre de una Alianza eterna, os disponga con toda clase de bienes para
cumplir su voluntad, realizando él en nosotros lo que es agradable a sus ojos, por mediación
de Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén".

1 Pedro 2, 25: "Erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al pastor y
guardián de vuestras almas".

Apocalipsis 18, 11-18: "Lloran y se lamentan por ella los mercaderes de la tierra, porque
nadie compra ya sus cargamentos: cargamentos de oro y plata, piedras preciosas y perlas,
lino y púrpura, seda y escarlata, toda clase de maderas olorosas y toda clase de objetos de
marfil, toda clase de objetos de madera preciosa, de bronce, de hierro y de mármol;
cinamomo, amomo, perfumes, mirra, incienso, vino, aceite, harina, trigo, bestias de carga,
ovejas, caballos y carros; esclavos y mercancía humana. Y los frutos en sazón que
codiciaba tu alma, se han alejado de ti; y toda magnificencia y esplendor se han terminado
para ti, y nunca jamás aparecerán. Los mercaderes de estas cosas, los que a costa de ella se
habían enriquecido, se quedarán a distancia horrorizados ante su suplicio, llorando y
lamentándose: «¡Ay, ay, la Gran Ciudad, vestida de lino, púrpura y escarlata,
resplandeciente de oro, piedras preciosas y perlas, que en una hora ha sido arruinada tanta
riqueza!» Todos los capitanes, oficiales de barco y los marineros, y cuantos se ocupan en
trabajos del mar, se quedaron a distancia y gritaban al ver la humareda de sus llamas:
«¿Quién como la Gran Ciudad?». Y echando polvo sobre sus cabezas, gritaban llorando y
lamentándose: «¡Ay, ay, la Gran Ciudad, con cuya opulencia se enriquecieron cuantos
tenían las naves en el mar; que en una hora ha sido asolada!»".

PÁJARO (os, illo, os). (Véase ave):


Génesis 7, 13-16: "En aquel mismo día entró Noé en el arca, como también los hijos de
Noé, Sem, Cam y Jafet, y la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus hijos; y con ellos los
animales de cada especie, los ganados de cada especie, las sierpes de cada especie que
reptan sobre la tierra, y las aves de cada especie: toda clase de pájaros y seres alados;
entraron con Noé en el arca sendas parejas de toda carne en que hay aliento de vida, y los
que iban entrando eran macho y hembra de toda carne, como Dios se lo había mandado. Y
Yahveh cerró la puerta detrás de Noé". 15, 7-12: "Y le dijo: «Yo soy Yahveh que te saqué
de Ur de los caldeos, para darte esta tierra en propiedad». Él dijo: «Mi Señor, Yahveh, ¿en
qué conoceré que ha de ser mía?». Díjole: «Tráeme una novilla de tres años, una cabra de
tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón». Tomó él todas estas cosas, y
partiéndolas por medio, puso cada mitad enfrente de la otra. Los pájaros no los partió. Las
aves rapaces bajaron sobre los cadáveres, pero Abram las espantó. Y sucedió que estando
ya el sol para ponerse, cayó sobre Abram un sopor, y de pronto le invadió un gran
sobresalto". 20, 9-19: "El jefe de los escanciadores contó su sueño a José y le dijo: «Voy
con mi sueño. Resulta que yo tenía delante una cepa, y en la cepa tres sarmientos, que nada
más echar yemas, florecían enseguida y maduraban las uvas en sus racimos. Yo tenía en la
mano la copa de Faraón, y tomando aquellas uvas, las exprimía en la copa de Faraón, y
ponía la copa en la mano de Faraón.». José dijo: «Ésta es la interpretación: los tres
sarmientos, son tres días. Dentro de tres días levantará Faraón tu cabeza: te devolverá a tu
cargo, y pondrás la copa de Faraón en su mano, lo mismo que antes, cuando eras su
escanciador. A ver si te acuerdas de mí cuando te vaya bien, y me haces el favor de hablar
de mí a Faraón para que me saque de esta casa. Pues fui raptado del país de los hebreos, y
por lo demás, tampoco aquí hice nada para que me metieran en el pozo». Vio el jefe
panaderos que era buena la interpretación y dijo a José: «Voy con mi sueño: Había tres
cestas de pan candeal sobre mi cabeza. En la cesta de arriba había de todo lo que come
Faraón de panadería, pero los pájaros se lo comían de la cesta, de encima de mi cabeza.».
Respondió José: «Ésta es su interpretación: Las tres cestas, son tres días. A vuelta de tres
días levantará Faraón tu cabeza y te colgará en un madero, y las aves se comerán la carne
que te cubre»".

Levítico 14, 1-9: "Yahveh habló a Moisés diciendo: Ésta es la ley que ha de aplicarse al
leproso en el día de su purificación. Se le conducirá al sacerdote, y el sacerdote saldrá fuera
del campamento; si, tras de haberlo examinado, comprueba que el leproso está ya curado de
la llaga de lepra, el sacerdote mandará traer para el que ha de ser purificado dos pájaros
vivos y puros, madera de cedro, púrpura escarlata e hisopo. Después mandará inmolar uno
de los pájaros sobre una vasija de barro con agua viva. Tomará luego el pájaro vivo, la
madera de cedro, la púrpura escarlata y el hisopo, los mojará, juntamente con el pájaro
vivo, en la sangre del pájaro inmolado sobre el agua viva, y rociará siete veces al que ha de
ser purificado de la lepra. Y, tras de declararlo puro, soltará en el campo el pájaro vivo. El
que se purifica lavará sus vestidos, se afeitará todo su pelo, se bañará en agua, y quedará
limpio. Después podrá entrar en el campamento; pero durante siete días ha de habitar fuera
de su tienda. El día séptimo se afeitará todo su pelo, su cabellera, su barba, sus cejas, es
decir, se afeitará todo su pelo, lavará también sus vestidos, bañará su cuerpo en agua y
quedará limpio". 15, 49-57: "Para ofrecer por la casa un sacrificio por el pecado, tomará
dos pájaros, madera de cedro, púrpura escarlata e hisopo; inmolará uno de los pájaros
sobre una vasija de barro con agua viva y, tomando la madera de cedro, el hisopo y la
púrpura escarlata, con el pájaro vivo, los mojará en la sangre del pájaro degollado y en el
agua viva; y rociará la casa siete veces. Y, tras haber realizado el sacrificio por el pecado en
favor de la casa con la sangre del pájaro, con el agua viva, el pájaro vivo, la madera de
cedro, el hisopo y la lana escarlata, soltará el pájaro vivo fuera de la ciudad, en el campo.
De este modo hará expiación por la casa, la cual quedará pura. Ésta es la ley para toda clase
de lepra o de tiña, para la lepra del vestido y de la casa, para los tumores, erupciones y
manchas blancas, y para declarar los períodos de impureza y de pureza. Ésta es la ley de la
lepra".

Deuteronomio 22, 6-7: "Si encuentras en el camino un nido de pájaros, con polluelos o
huevos, sobre un árbol o en el suelo, y la madre echada sobre los polluelos o sobre los
huevos, no tomarás a la madre con las crías. Deja marchar a la madre, y puedes quedarte
con las crías. Así tendrás prosperidad y larga vida".

2 Macabeos 15, 32- 34: "Macabeo les mostró la cabeza del abominable Nicanor y la mano
que aquel infame había tendido insolentemente hacia la santa Casa del Todopoderoso; y
después de haber cortado la lengua del impío Nicanor, ordenó que se diera en trozos a los
pájaros y que se colgara frente al santuario la paga de su insensatez. Todos entonces
levantaron hacia el cielo sus bendiciones en honor del Señor que se les había manifestado,
diciendo: «Bendito el que ha conservado puro su Lugar Santo»".

Job 28, 18-21: "Corales y cristal ni mencionarlos, mejor es pescar Sabiduría que perlas. No
la iguala el topacio de Kus, ni con oro puro puede evaluarse. Mas la Sabiduría, ¿de dónde
viene? ¿cuál es la sede de la Inteligencia? Ocúltase a los ojos de todo ser viviente, se hurta
a los pájaros del cielo". 35, 9-11: "Bajo la carga de la opresión se gime, se grita bajo el
brazo de los grandes, mas nadie dice: «¿Dónde está Dios, mi hacedor, el que hace resonar
los cantares en la noche, el que nos hace más hábiles que las bestias de la tierra, más sabios
que los pájaros del cielo?»". 40, 25-29: "Al Leviatán, ¿le pescarás tú a anzuelo, sujetarás
con un cordel su lengua? ¿Harás pasar por su nariz un junco? ¿taladrarás con un gancho su
quijada? ¿Te hará por ventura largas súplicas? te hablará con timidez? ¿Pactará contigo un
contrato de ser tu siervo para siempre? ¿Jugarás con él como con un pájaro, o lo atarás para
juguete de tus niñas?".

Salmos 11, 1-2: "En Yahveh me cobijo; ¿cómo decís a mi alma: «Huye, pájaro, a tu
monte? «He aquí que los impíos tensan su arco, ajustan a la cuerda su saeta, para tirar en la
sombra a los de recto corazón". 79, 1-2: "Oh Dios, han invadido tu heredad las gentes, han
profanado tu sagrado Templo; han dejado en ruinas a Jerusalén, han entregado el cadáver
de tus siervos por comida a los pájaros del cielo, la carne de tus amigos a las bestias de la
tierra". 84, 3-4: "Anhela mi alma y languidece tras de los atrios de Yahveh, mi corazón y
mi carne gritan de alegría hacia el Dios vivo. Hasta el pajarillo ha encontrado una casa, y
para sí la golondrina un nido donde poner a sus polluelos: ¡Tus altares, oh Yahveh Sebaot,
rey mío y Dios mío!". 102, 7-9: "Me parezco al búho del yermo, igual que la lechuza de las
ruinas; insomne estoy y gimo cual solitario pájaro en tejado; me insultan todo el día mis
enemigos, los que me alababan maldicen por mi nombre". 104, 16-17: "Se empapan bien
los árboles de Yahveh, los cedros del Líbano que él plantó; allí ponen los pájaros su nido,
su casa en su copa la cigüeña". 124, 6-8: "¡Bendito sea Yahveh que no nos hizo presa de
sus dientes! Nuestra alma como un pájaro escapó del lazo de los cazadores. El lazo se
rompió y escapamos; nuestro socorro en el nombre de Yahveh, que hizo el cielo y la tierra".
148, 7-12: "¡Alabad a Yahveh desde la tierra, monstruos del mar y todos los abismos, fuego
y granizo, nieve y bruma, viento tempestuoso, ejecutor de su palabra, montañas y todas la
colinas, árbol frutal y cedros todos, fieras y todos los ganados, reptil y pájaro que vuela,
reyes de la tierra y pueblos todos, príncipes y todos los jueces de la tierra, jóvenes y
doncellas también, viejos junto con los niños!".

Proverbios 1, 11-19: "Si te dicen: «¡Vente con nosotros, estemos al acecho para derramar
sangre, apostémonos contra el inocente sin motivo alguno, devorémoslos vivos como el
sheol, enteros como los que bajan a la fosa!; ¡hallaremos toda clase de riquezas, llenaremos
nuestras casas de botín, te tocará tu parte igual que a nosotros, para todos habrá bolsa
común!»: no te pongas, hijo mío, en camino con ellos, tu pie detén ante su senda, porque
sus pies corren hacia el mal y a derramar sangre se apresuran; pues es inútil tender la red a
los ojos mismos de los pajarillos. Contra su propia sangre están acechando, apostados están
contra sus propias vidas. Ésa es la senda de todo el que se entrega a la rapiña: ella quita la
vida a su propio dueño". 6, 1-5: "Si has salido, hijo mío, fiador de tu prójimo, si has
chocado tu mano con un extraño, si te has obligado con las palabras de tu boca, si de la
palabra de tu boca te has dejado prender, haz esto, hijo mío, para quedar libre, pues has
caído en manos de tu prójimo: Vete, póstrate, importuna a tu prójimo; no concedas a tus
ojos sueño ni a tus párpados reposo; líbrate, como la gacela del lazo, como el pájaro de la
mano del pajarero". 6, 1-27: "Guarda, hijo mío, mis palabras, conserva como un tesoro
mis mandatos. Guarda mis mandamientos y vivirás; sea mi lección como la niña de tus
ojos. Átalos a tus dedos, escríbelos en la tablilla de tu corazón. Dile a la sabiduría: «Tú eres
mi hermana», llama pariente a la inteligencia, para que te guarde de la mujer ajena, de la
extraña de palabras melosas. Estaba yo a la ventana de mi casa y miraba a través de las
celosías, cuando vi, en el grupo de los simples, distinguí entre los muchachos a un joven
falto de juicio: pasaba por la calle, junto a la esquina donde ella vivía, iba camino de su
casa, al atardecer, ya oscurecido, en lo negro de la noche y de las sombras. De repente, le
sale al paso una mujer, con atavío de ramera y astucia en el corazón. Es alborotada y
revoltosa, sus pies nunca paran en su casa. Tan pronto en las calles como en las plazas,
acecha por todas las esquinas. Ella lo agarró y lo abrazó, y desvergonzada le dijo: «Tenía
que ofrecer un sacrificio de comunión y hoy he cumplido mi voto; por eso he salido a tu
encuentro para buscarte en seguida; y va te he encontrado. He puesto en mi lecho
cobertores policromos, lencería de Egipto, con mirra mi cama he rociado, con áloes y
cinamomo. Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana, solacémonos los dos, entre
caricias. Porque no está el marido en casa, está de viaje muy lejos; ha llevado en su mano la
bolsa del dinero, volverá a casa para la luna llena». Con sus muchas artes lo seduce, lo
rinde con el halago de sus labios. Se va tras ella en seguida, como buey al matadero, como
el ciervo atrapado en el cepo, hasta que una flecha le atraviese el hígado; como pájaro que
se precipita en la red, sin saber que le va en ello la vida. Ahora pues, hijo mío, escúchame,
pon atención a las palabras de mi boca: no se desvíe tu corazón hacia sus caminos, no te
descarríes por sus senderos, porque a muchos ha hecho caer muertos, robustos eran todos
los que ella mató. Su morada es camino del sheol, que baja hacia las cámaras de la muerte".
26, 2: "Como se escapa el pájaro y vuela la golondrina, así no se realiza la maldición sin
motivo". 27, 8: "Como yerra el pájaro lejos de su nido, así yerra el hombre lejos de su
lugar".

Qohelet 9, 12: "El hombre ignora su momento: como peces apresados en la red, como
pájaros presos en el cepo, así son tratados los humanos por el infortunio cuando les cae
encima de improviso". 10, 20: "Ni aun en tu rincón faltes al rey, ni en tu misma alcoba
faltes al rico, que un pájaro del cielo hace correr la voz, y un ser alado va a contar la cosa".
12, 1-8: "Acuérdate de tu Creador en tus días mozos, mientras no vengan los días malos, y
se echen encima años en que dirás: «No me agradan»; mientras no se nublen el sol y la luz,
la luna y las estrellas, y retornen las nubes tras la lluvia; cuando tiemblen los guardas de
palacio y se doblen los guerreros, se paren las moledoras, por quedar pocas, se queden a
oscuras las que miran por las ventanas, y se cierren las puertas de la calle, ahogándose el
son del molino; cuando uno se levante al canto del pájaro, y se enmudezcan todas las
canciones. También la altura da recelo, y hay sustos en el camino, florece el almendro, está
grávida la langosta, y pierde su sabor la alcaparra; y es que el hombre se va a su eterna
morada, y circulan por la calle los del duelo; mientras no se quiebre la hebra de plata, se
rompa la bolita de oro, se haga añicos el cántaro contra la fuente, se caiga la polea dentro
del pozo, vuelva el polvo a la tierra, a lo que era, y el espíritu vuelva a Dios que es quien lo
dio. ¡Vanidad de vanidades! - dice Cohélet -: ¡todo vanidad!".

Sabiduría 5, 9-12: "Todo aquello pasó como una sombra, como noticia que va corriendo;
como nave que atraviesa las aguas agitadas, y no es posible descubrir la huella de su paso ni
el rastro de su quilla en las olas; como pájaro que volando atraviesa el aire, y de su vuelo
no se encuentra vestigio alguno; con el golpe de sus remos azota el aire ligero, lo corta con
agudo silbido, se abre camino batiendo las alas y después, no se descubre señal de su paso;
como flecha disparada al blanco; el aire hendido refluye al instante sobre sí y no sabe el
camino que la flecha siguió".

Sirácida 22, 20: "Quien tira una piedra a un pájaro, lo ahuyenta, quien afrenta al amigo,
rompe la amistad". 27, 9: "Los pájaros van a posarse donde sus semejantes, la verdad
vuelve a quienes la practican". 27, 16-21: "Quien revela los secretos, pierde el crédito, no
encontrará jamás amigo íntimo. Ama a tu amigo y confíate a él, mas si revelas sus secretos,
deja de ir tras él; porque como el que mata elimina a su víctima, así has destruido la
amistad de tu compañero. Como a pájaro que soltaste de tu mano, así has perdido a tu
compañero y no lo recobrarás. No vayas en su busca, porque se fue lejos, huyó como gacela
de la red. Que la herida puede ser vendada, y para la injuria hay reconciliación, pero el que
reveló el secreto, perdió toda esperanza". 43, 11-18: "Mira el arco iris y a su Hacedor
bendice, ¡qué bonito en su esplendor! Rodea el cielo con aureola de gloria, lo han tendido
las manos del Altísimo. Con su orden precipita la nieve, y fulmina los rayos según su
decreto. Por eso se abren sus cilleros, y vuelvan las nubes como pájaros. Con su grandeza
hace espesas las nubes, y se desmenuzan las piedras de granizo. a su vista se conmueven los
montes. A su voluntad sopla el viento del sur, El bramido de su trueno insulta a la tierra, el
huracán del norte y los ciclones. Como pájaros que se posan esparce la nieve, que baja
como langosta que salta al suelo. Admira el ojo la belleza de su blancura, y al verla caer se
pasma el corazón".

Isaías 31, 5: "Como pájaros que vuelan, así protegerá Yahveh Sebaot a Jerusalén,
protegerá y librará, perdonará y salvará".

Jeremías 12, 7-9: "Dejé mi casa, abandoné mi heredad, entregué el cariño de mi alma en
manos de sus enemigos. Se ha portado conmigo mi heredad como un león en la selva: me
acosaba con sus voces; por eso la aborrecí. ¿Es por ventura un pájaro pinto mi heredad?
Las rapaces merodean sobre ella. ¡Andad, juntaos, fieras todas del campo: id al yantar!".

Lamentaciones 3, 52-54: "Sade. Cazar me cazaron como a un pájaro, mis enemigos sin
motivo. Sofocaron mi vida en una fosa y echaron piedras sobre mí. Sumergieron las aguas
mi cabeza, dije: «¡Estoy perdido!»".

Ezequiel 13, 20-21: "Pues bien, así dice el Señor Yahveh: Heme aquí contra vuestras
bandas con las cuales atrapáis a las almas como pájaros. Yo las desgarraré en vuestros
brazos, y soltaré libres las almas que atrapáis como pájaros. Rasgaré vuestros velos y
libraré a mi pueblo de vuestras manos; ya no serán más presa en vuestras manos, y sabréis
que yo soy Yahveh". 17, 22-24: "Así dice el Señor Yahveh: También yo tomaré de la copa
del alto cedro, de la punta de sus ramas escogeré un ramo y lo plantaré yo mismo en una
montaña elevada y excelsa: en la alta montaña de Israel lo plantaré. Echará ramaje y
producirá fruto, y se hará un cedro magnífico. Debajo de él habitarán toda clase de pájaros,
toda clase de aves morarán a la sombra de sus ramas. Y todos los árboles del campo sabrán
que yo, Yahveh, humillo al árbol elevado y elevo al árbol humilde, hago secarse al árbol
verde y reverdecer al árbol seco. Yo, Yahveh, he hablado y lo haré". 31, 5-7: "Por eso su
tronco superaba en altura a todos los árboles del campo, sus ramas se multiplicaban, se
alargaba su ramaje, por la abundancia de agua que le hacía crecer. En sus ramas anidaban
todos los pájaros del cielo, bajo su fronda parían todas las bestias del campo, a su sombra
se sentaban naciones numerosas. Era hermoso en su grandeza, en su despliegue de ramaje,
porque sus raíces se alargaban hacia aguas abundantes". 31, 12-13: "Extranjeros, los más
bárbaros entre las naciones, lo han talado y lo han abandonado. En los montes y por todos
los valles yace su ramaje; sus ramas están destrozadas por todos los barrancos del país; toda
la población del país se ha retirado de su sombra y lo ha abandonado. Sobre sus despojos se
han posado todos los pájaros del cielo, a sus ramas han venido todas las bestias del
campo". 32, 3-4: "Así dice el Señor Yahveh: Yo echaré sobre ti mi red entre una asamblea
de pueblos numerosos, en mi red te sacarán. Te dejaré abandonado por tierra, te tiraré sobre
la haz del campo, haré que se posen sobre ti todos los pájaros del cielo, hartaré de ti a todas
las bestias de la tierra". 38, 18-20: "Aquel día, cuando Gog avance contra el suelo de Israel
- oráculo del Señor Yahveh - estallará mi furor. En mi cólera, en mis celos, en el ardor de
mi furia lo digo: Sí, aquel día habrá un gran terremoto en el suelo de Israel. Temblarán
entonces ante mí los peces del mar y los pájaros del cielo, las bestias del campo y todos los
reptiles que serpean por el suelo, y todos los hombres de sobre la haz de la tierra. Se
desplomarán los montes, caerán las rocas, todas las murallas caerán por tierra". 39, 17: "En
cuanto a ti, hijo de hombre, así dice el Señor Yahveh: Di a los pájaros de todas clases y a
todas las fieras del campo: Congregaos, venid, reuníos de todas partes para el sacrificio que
yo os ofrezco, un gran sacrificio sobre los montes de Israel; comeréis carne y beberéis
sangre".

Daniel 2, 36-40: "Tal fue el sueño: ahora diremos ante el rey su interpretación. Tú, oh rey,
rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha dado reino, fuerza, poder y gloria - los hijos de los
hombres, las bestias del campo, los pájaros del cielo, dondequiera que habiten, los ha
dejado en tus manos y te ha hecho soberano de ellos -, tú eres la cabeza de oro. Después de
ti surgirá otro reino, inferior a ti, y luego un tercer reino, de bronce, que dominará la tierra
entera. Y habrá un cuarto reino, duro como el hierro, como el hierro que todo lo pulveriza y
machaca: como el hierro qué aplasta, así él pulverizará y aplastará a todos los otros". 3, 77-
82: "Fuentes, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente. Mares y ríos, bendecid al
Señor, cantadle, exaltadle eternamente. Cetáceos y todo lo que se mueve en las aguas,
bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente. Pájaros todos del cielo, bendecid al
Señor, cantadle, exaltadle eternamente. Fieras todas y bestias, bendecid al Señor, cantadle,
exaltadle eternamente. Hijos de los hombres, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle
eternamente". 4, 7-11: "«En mi lecho, contemplaba las visiones de mi cabeza: «Un árbol
había en el centro de la tierra, de altura muy grande. El árbol creció, se hizo corpulento, su
altura llegaba hasta el cielo, su expansión, hasta los confines de la tierra. Era hermoso su
ramaje, abundante su fruto; había en él comida para todos, a su sombra se cobijaban las
bestias del campo, en sus ramas anidaban los pájaros del cielo, y toda carne se alimentaba
de él. Yo contemplaba, en mi lecho, las visiones de mi cabeza. En esto, un Vigilante, un
santo, bajaba del cielo. Con recia voz gritaba así: "Abatid el árbol, cortad sus ramas,
arrancad sus hojas, tirad sus frutos; váyanse las bestias de debajo de él, y los pájaros de sus
ramas". 4, 17-19: "Ese árbol que has visto, que se hizo grande y corpulento, cuya altura
llegaba hasta el cielo y que era visible en toda la tierra, que tenía hermoso ramaje y
abundante fruto, en el que había alimento para todos, bajo el cual se cobijaban las bestias
del campo y en cuyas ramas anidaban los pájaros del cielo, eres tú, oh rey, que te has hecho
grande y poderoso, cuya grandeza ha crecido y ha llegado hasta el cielo, y cuyo dominio se
extiende hasta los confines de la tierra".

Oseas 9, 11-12: "A Efraím, como un pájaro, se le vuela su gloria, desde el nacimiento,
desde el seno, desde la concepción. Y aunque críen a sus hijos, yo les privaré de ellos antes
que se hagan hombres: y ¡ay de ellos también cuando yo los abandone!". 11, 10-11: "En
pos de Yahveh marcharán, él rugirá como un león; y cuando ruja él, los hijos vendrán
azorados de occidente, azorados vendrán de Egipto, como un pájaro, como paloma desde el
país de Asiria; y yo les asentaré en sus casas - oráculo de Yahveh -".

Baruc 6, 20-24: "Las caras de los dioses están ennegrecidas por la humareda de la casa.
Sobre su cuerpo y sus cabezas revolotean lechuzas vencejos y otros pájaros; y también hay
gatos. Por donde podéis ver que no son dioses; así que no les temáis. El oro mismo con que
los recubren para embellecerlos no lograría hacerlos brillar si no hubiera quien le limpiara
la herrumbre, pues ni cuando eran fundidos se daban cuenta. A enorme precio han sido
comprados esos dioses en los que no hay soplo de vida". 6, 69-72: "Como espantajo en
cohombral, que no guarda nada, así son sus dioses de madera, dorados y plateados.
También a un espino en un huerto, en el que todos los pájaros se posan, o a un muerto
echado en lugar oscuro, se pueden comparar sus dioses de madera, dorados y plateados. Por
la púrpura y el lino que se pudre encima de ellos, conoceréis también que no son dioses.
Ellos mismos serán al fin devorados y serán un oprobio para el país. Mucho más vale, pues,
el hombre justo, que no tiene ídolos; él estará lejos del oprobio".

Amós 3, 4-7 "¿Ruge el león en la selva sin que haya presa para él? ¿Lanza el leoncillo su
voz desde su cubil, si no ha atrapado algo? ¿Cae un pájaro a tierra en el lazo, sin que haya
una trampa para él? ¿Se alza del suelo el lazo sin haber hecho presa? ¿Suena el cuerno en
una ciudad sin que el pueblo se estremezca? ¿Cae en una ciudad el infortunio sin que
Yahveh lo haya causado? No, no hace nada el Señor Yahveh sin revelar su secreto a sus
siervos los profetas".

Mateo 10, 29: "¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en
tierra sin el consentimiento de vuestro Padre". 10, 31: "No temáis, pues; vosotros valéis
más que muchos pajarillos".

Lucas 12, 6-7: "«¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de ellos
está olvidado ante Dios. Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No
temáis; valéis más que muchos pajarillos".

PALOMA (as):
Génesis 8, 3-12: “Poco a poco retrocedieron las aguas de sobre la tierra. Al cabo de ciento
cincuenta días, las aguas habían menguado, y en el mes séptimo, el día diecisiete del mes,
varó el arca sobre los montes de Ararat. Las aguas siguieron menguando paulatinamente
hasta el mes décimo, y el día primero del décimo mes asomaron las cumbres de los montes.
Al cabo de cuarenta días, abrió Noé la ventana que había hecho en el arca, y soltó al
cuervo, el cual estuvo saliendo y retornando hasta que se secaron las aguas sobre la tierra.
Después soltó a la paloma, para ver si habían menguado ya las aguas de la superficie
terrestre. La paloma, no hallando donde posar el pie, tornó donde él, al arca, porque aún
había agua sobre la superficie de la tierra; y alargando él su mano, la asió y metióla consigo
en el arca. Aún esperó otros siete días y volvió a soltar la paloma fuera del arca. La paloma
vino al atardecer, y he aquí que traía en el pico un ramo verde de olivo, por donde conoció
Noé que habían disminuido las aguas de encima de la tierra. Aún esperó otros siete días y
soltó la paloma, que ya no volvió donde él”.

Salmos 55, 5-9: “Se me estremece dentro el corazón, me asaltan pavores de muerte; miedo
y temblor me invaden, un escalofrío me atenaza. Y digo: ¡Quién me diera alas como a la
paloma para volar y reposar! Huiría entonces lejos, en el desierto moraría. En seguida
encontraría un asilo contra el viento furioso y la tormenta”. 68, 12-15: “El Señor da la
palabra: es el anuncio de un ejército inmenso. Y mientras los reyes, los ejércitos huyen,
huyen, la bella de la casa reparte el botín. Mientras vosotros descansáis entre las tapias del
aprisco, las alas de la Paloma se cubren de plata, y sus plumas de destellos de oro verde;
cuando Sadday dispersa a los reyes, por ella cae la nieve en el Monte Umbrío”.

Cantar 1, 15: “- ¡Qué bella eres, amada mía, qué bella eres!, ¡palomas son tus ojos!”. 2,
12-14: “Aparecen las flores en la tierra, el tiempo de las canciones es llegado, se oye el
arrullo de la tórtola en nuestra tierra. Echa la higuera sus yemas, y las viñas en cierne
exhalan su fragancia. ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, y vente! Paloma mía, en las
grietas de la roca, en escarpados escondrijos, muéstrame tu semblante, déjame oír tu voz;
porque tu voz es dulce, y gracioso tu semblante»”. 4, 1: “¡Qué bella eres, amada mía, qué
bella eres!. Palomas son tus ojos a través de tu velo; tu melena, cual rebaño de cabras, que
ondulan por el monte Galaad”. 5, 2-6: “«¡Ábreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía,
mi perfecta! Que mi cabeza está cubierta de rocío y mis bucles del relente de la noche». -
«Me he quitado mi túnica, ¿cómo ponérmela de nuevo? He lavado mis pies, ¿cómo volver a
mancharlos?». ¡Mi amado metió la mano por la hendidura; y por él se estremecieron mis
entrañas. Me levanté para abrir a mi amado, y mis manos destilaron mirra, mirra fluida mis
dedos, en el pestillo de la cerradura. Abrí a mi amado, pero mi amado se había ido de largo.
El alma se me salió a su huida. Le busqué y no le hallé, le llamé, y no me respondió”. 5, 8-
16: “Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, si encontráis a mi amado, ¿qué le habéis de
anunciar? ¡Que enferma estoy de amor!. - ¿Qué distingue a tu amado de los otros, oh la más
bella de las mujeres? ¿Qué distingue a tu amado de los otros, para que así nos conjures? Mi
amado es fúlgido y rubio, distinguido entre diez mil. Su cabeza es oro, oro puro; sus
guedejas, racimos de palmera, negras como el cuervo. Sus ojos como palomas junto a
arroyos de agua, bañándose en leche, posadas junto a un estanque. Sus mejillas, eras de
balsameras, macizos de perfumes. Sus labios son lirios que destilan mirra fluida. Sus
manos, aros de oro, engastados de piedras de Tarsis. Su vientre, de pulido marfil, recubierto
de zafiros. Sus piernas, columnas de alabastro, asentadas en basas de oro puro. Su porte es
como el Líbano, esbelto cual los cedros. Su paladar, dulcísimo, y todo él, un encanto. Así es
mi amado, así mi amigo, hijas de Jerusalén”. 6, 5-10: “Retira de mí tus ojos, que me
subyugan. Tu melena cual rebaño de cabras que ondulan por el monte Galaad. Tus dientes,
un rebaño de ovejas, que salen de bañarse. Todas tienen mellizas, y entre ellas no hay
estéril. Tus mejillas, como cortes de granada a través de tu velo. Sesenta son las reinas,
ochenta las concubinas, (e innumerables las doncellas). Única es mi paloma, mi perfecta.
Ella, la única de su madre, la preferida de la que la engendró. Las doncellas que la ven la
felicitan, reinas y concubinas la elogian: «¿Quién es ésta que surge cual la aurora, bella
como la luna, refulgente como el sol, imponente como batallones?»”.

Isaías 38, 11-16: “Dije: No veré a Yahveh en la tierra de los vivos; no veré ya a ningún
hombre de los que habitan el mundo. Mi morada es arrancada, se me arrebata como tienda
de pastor. Enrollo como tejedor mi vida, del hilo del tejido me cortaste. De la noche a la
mañana acabas conmigo; grité hasta la madrugada: Como león tritura todos mis huesos. De
la noche a la mañana acabas conmigo. Como grulla, como golondrina chirrío, zureo como
paloma. Se consumen mis ojos de mirar hacia arriba. Yahveh, estoy oprimido, sal por mí.
¿Qué diré? ¿De qué le hablaré, cuando él mismo lo ha hecho? Caminaré todos mis años en
la amargura de mi alma. El Señor está con ellos, viven y todo lo que hay en ellos es vida de
su espíritu. Tú me curarás, me darás la vida”. 59, 11-14: “Todos nosotros gruñimos como
osos y zureamos sin cesar como palomas. Esperamos el derecho y no hubo, la salvación, y
se alejó de nosotros. Porque fueron muchas nuestras rebeldías delante de ti, y nuestros
pecados testifican contra nosotros, pues nuestras rebeldías nos acompañan y conocemos
nuestras culpas: rebelarse y renegar de Yahveh, apartarse de seguir a nuestro Dios, hablar
de opresión y revueltas, concebir y musitar en el corazón palabras engañosas. Porque ha
sido rechazado el juicio y la justicia queda lejos. Porque la verdad en la plaza ha tropezado
y la rectitud no puede entrar”. 60, 6-12: “Un sin fin de camellos te cubrirá, jóvenes
dromedarios de Madián y Efá. Todos ellos de Sabá vienen portadores de oro e incienso y
pregonando alabanzas a Yahveh. Todas las ovejas de Quedar se apiñarán junto a ti, los
machos cabríos de Nebayot estarán a tu servicio. Subirán en holocausto agradable a mi
altar, y mi hermosa Casa hermosearé aún más. ¿Quiénes son éstos que como nube vuelan,
como palomas a sus palomares? Los barcos se juntan para mí, los navíos de Tarsis en
cabeza, para traer a tus hijos de lejos, junto con su plata y su oro, por el nombre de Yahveh
tu Dios y por el Santo de Israel, que te hermosea. Hijos de extranjeros construirán tus
muros, y sus reyes se pondrán a tu servicio, porque en mi cólera te herí, pero en mi
benevolencia he tenido compasión de ti. Abiertas estarán tus puertas de continuo; ni de día
ni de noche se cerrarán, para dejar entrar a ti las riquezas de las naciones, traídas por sus
reyes. Pues la nación y el reino que no se sometan a ti perecerán, esas naciones serán
arruinadas por completo”.

Jeremías 48, 25-29: “«Se partió el cuerno de Moab y su brazo se rompió», -oráculo de
Yahveh-. Emborrachadle porque contra Yahveh se engrandeció. Moab se revolcará en su
vómito, y quedará en ridículo él también. Pues qué, ¿no te pareció a ti ridículo Israel? ¿o
quizá entre ladrones fue sorprendido, que siempre que hablas de él meneas la cabeza?
«Dejad las ciudades y acomodaos en la peña, habitantes de Moab, sed como la paloma
cuando anida en las paredes de las simas..». Hemos oído la arrogancia de Moab: ¡es muy
arrogante!, su orgullo, su arrogancia, su altanería y la soberbia de su corazón”.

Ezequiel 7, 12-20: “Ha llegado el momento, está cercano el día. No se alegre el comprador,
no se entristezca el vendedor, porque la ira es contra toda su multitud. El vendedor no
volverá a lo vendido, mientras viva entre los vivos, pues la ira contra toda su multitud no
será revocada; y nadie, por su iniquidad, tendrá segura su vida. Se tocará la trompeta, todo
estará a punto, pero nadie marchará al combate, porque mi ira es contra toda su multitud.
Está la espada afuera, la peste y el hambre dentro. El que se encuentre en el campo morirá a
espada, y al que esté en la ciudad, el hambre y la peste lo devorarán. Sus supervivientes
escaparán, andarán por los montes, como las palomas de los valles, todos ellos gimiendo,
cada uno por sus culpas. Todas las manos desmayarán, todas las rodillas se irán en agua.
Se ceñirán ellos de sayal, un escalofrío los invadirá. En todos los rostros la vergüenza, todas
las cabezas rasuradas. Arrojarán su plata por las calles y su oro se convertirá en inmundicia;
ni su plata, ni su oro les podrán salvar el día del enojo de Yahveh. No se saciarán más, no
llenarán más su vientre, porque ello era la ocasión de su culpa. De la hermosura de sus
joyas hicieron el objeto de su orgullo: con ellas fabricaron las imágenes de sus monstruos
abominables; por eso yo se lo convertiré en inmundicia”.
Nahum 2 1-10: “¡He aquí por los montes los pies del mensajero de buenas nuevas, el que
anuncia la paz! Celebra tus fiestas, Judá, cumple tus votos, porque no volverá a pasar por ti
Belial: ha sido extirpado totalmente. ¡Sube un destructor contra ti! ¡Monta la guardia en la
fortaleza, vigila el camino, cíñete los lomos, refuerza bien tu fuerza! Pues Yahveh
restablece la viña de Jacob, como la viña de Israel. Devastadores la habían devastado,
habían destruido sus sarmientos. El escudo de sus bravos es rojo, valientes vestidos de
escarlata; con fuego de hierros brillan los carros, el día que los preparan, y son impacientes
los jinetes. Por las calles corren furiosos los carros, se precipitan en las plazas, su aspecto es
semejante a antorchas, como relámpago se lanzan. Se da la voz a los bravos; en su marcha
se entrechocan; se apresuran hacia la muralla y se prepara el parapeto. Las puertas que dan
al Río se abren y en el palacio cunde el pánico. La Belleza es deportada, arrancada, sus
siervas gimen, como gemido de palomas, y se golpean el corazón. Nínive es como una
alberca cuyas aguas se van. «¡Deteneos, deteneos!» Pero nadie se vuelve. «Saquead la
plata, saquead el oro». ¡Es un tesoro que no tiene fin, grávido de todos los objetos
preciosos!”.

Oseas 7, 10-13: “El orgullo de Israel testifica contra él, pero no se vuelven a Yahveh su
Dios, con todo esto, no le buscan. Efraím es cual ingenua paloma, sin cordura; llaman a
Egipto, acuden a Asiria. Dondequiera que vayan, yo echaré mi red sobre ellos, como ave
del cielo los haré caer y los visitaré por su maldad. ¡Ay de ellos, que de mí se han alejado!
¡Ruina sobre ellos por haberse rebelado contra mí! Yo los rescataría, pero ellos dicen contra
mí mentiras”. 11, 8-11: “¿Cómo voy a dejarte, Efraím, cómo entregarte, Israel? ¿Voy a
dejarte como a Admá, y hacerte semejante a Seboyim? Mi corazón está en mí trastornado, y
a la vez se estremecen mis entrañas. No daré curso al ardor de mi cólera, no volveré a
destruir a Efraím, porque soy Dios, no hombre; en medio de ti yo soy el Santo, y no vendré
con ira. En pos de Yahveh marcharán, él rugirá como un león; y cuando ruja él, los hijos
vendrán azorados de occidente, azorados vendrán de Egipto, como un pájaro, como paloma
desde el país de Asiria; y yo les asentaré en sus casas -oráculo de Yahveh-”.

Mateo 3, 13-17: “Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para
ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: «Soy yo el que necesita ser
bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?». Jesús le respondió: «Déjame ahora, pues conviene que
así cumplamos toda justicia». Entonces le dejó. Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en
esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía
sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien me
complazco»”. 10, 16-22: “«Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed,
pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. Guardaos de los
hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi
causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante
los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo
que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los
que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. «Entregará a la
muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán.
Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se
salvará”. 21, 12-14: “Entró Jesús en el Templo y echó fuera a todos los que vendían y
compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores
de palomas. Y les dijo: «Está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración. ¡Pero vosotros
estáis haciendo de ella una cueva de bandidos!». También en el Templo se acercaron a él
algunos ciegos y cojos, y los curó”.

Marcos 1, 6-11: “Juan llevaba un vestido de pie de camello; y se alimentaba de langostas y


miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy
digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua,
pero él os bautizará con Espíritu Santo». Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde
Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua vio que
los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. Y se oyó una voz
que venía de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco»”. 11, 15-17: “Llegan
a Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a los que
compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores
de palomas y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo. Y les enseñaba,
diciéndoles: «¿No está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las gentes?
¡Pero vosotros la tenéis hecha una cueva de bandidos! »”.

Lucas 3, 21-22: “Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado
también Jesús y puesto en oración, se abrió el cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo en
forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: «Tú eres mi hijo; yo hoy te he
engendrado»”.

Juan 1, 29-34: “Al día siguiente ve Juan a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el Cordero
de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien yo dije: “Detrás de mí viene un
hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo. Y yo no le conocía,
pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel». Y Juan dio
testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se
quedaba sobre él. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo:
"Aquél sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con
Espíritu Santo." Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios»”. 2,
13-17: “Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el
Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos.
Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes;
desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían
palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado».
Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: “El celo por tu Casa me devorará” ”.
PANAL: Ju. 1 Sam. Prov. Cant. Sir.
PANTERA:
Sirácida 28, 23: “Los que abandonan al Señor caerán en ella, en ellos arderá y no se
apagará. Como un león se lanzará contra ellos, como una pantera los desgarrará”.

PAVO REAL:
1 Reyes 10, 22: “Cada año venía la flota de Tarsis trayendo oro, plata, marfil, monos y
pavos reales”.

2 Crónicas 9, 21: “Cada tres años venía la flota de Tarsis trayendo oro, plata, marfil,
monos y pavos reales”.
PELÍCANO (s):
Levítico 11, 18: “Son aves impuras el cisne, el pelícano, el calamón…”

Deuteronomio 14, 17: “Son aves impuras el pelícano, el calamón, el somormujo…”

Isaías 34, 9-15: “Se convertirán sus torrentes en pez, su polvo en azufre, y se hará su tierra
pez ardiente. Ni de noche ni de día se apagará, por siempre subirá el humo de ella. De
generación en generación quedará arruinada, y nunca jamás habrá quien pase por ella. La
heredarán el pelícano y el erizo, el ibis y el cuervo residirán en ella. Tenderá Yahveh sobre
ella la plomada del caos y el nivel del vacío. Los sátiros habitarán en ella, ya no habrá en
ella nobles que proclamen la realeza, y todos sus príncipes serán aniquilados. En sus
alcázares crecerán espinos, ortigas y cardos en sus fortalezas; será morada de chacales y
dominio de avestruces. Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro;
también allí reposará Lilit y en él encontrará descanso. Allí anidará la víbora, pondrá,
incubará y hará salir del huevo. También allí se juntarán los buitres”.

Sofonías 2, 12-15: “También vosotros, etíopes: «Víctimas de mi espada serán ellos». El


extenderá su mano contra el norte, destruirá a Asur, y dejará a Nínive en desolación, árida
como el desierto. Se tumbarán en medio de ella los rebaños, toda suerte de animales: hasta
el pelícano, hasta el erizo, pasarán la noche entre sus capiteles. El búho cantará en la
ventana, y el cuervo en el umbral, porque el cedro fue arrancado. Tal será la ciudad alegre
que reposaba en seguridad, la que decía en su corazón: «¡Yo, y nadie más!» ¡Cómo ha
quedado en desolación, en guarida de animales! Todo el que pasa junto a ella silba y menea
su mano”.

PERDIZ (ces):
1 Samuel 26, 18-21: “Le dijo David a Saúl, cuando lo perseguía: «¿Por qué persigue mi
señor a su siervo? ¿Qué he hecho y qué maldad hay en mí? Que el rey mi señor se digne
escuchar ahora las palabras de su siervo. Si es Yahveh quien te excita contra mí, que sea
aplacado con una oblación, pero si son los hombres, malditos sean ante Yahveh, porque me
expulsan hoy para que no participe en le heredad de Yahveh, diciéndose: «Que vaya a
servir a otros dioses». Que no caiga ahora mi sangre en tierra lejos de la presencia de
Yahveh, pues ha salido el rey de Israel a la caza de mi vida como quien persigue una perdiz
en los montes». Respondió Saúl: «He pecado. Vuelve, hijo mío, David, no te haré ya
ningún mal, ya que mi vida ha sido hoy preciosa a tus ojos. Me he portado como un necio y
estaba totalmente equivocado»”.

Sirácida 11, 30: “Perdiz cautiva en su jaula, tal es el corazón del orgulloso, como el espía
acecha tu caída”.
Jeremías 17, 11: “La perdiz incuba lo que no ha puesto; así es el que hace dinero, mas no
con justicia: en mitad de sus días lo ha de dejar y a la postre resultará un necio”.

PERRO (os, itos):


Éxodo 11, 4-7: “Moisés dijo: «Así dice Yahveh: hacia media noche pasaré yo a través de
Egipto; y morirá en el país de Egipto todo primogénito, desde el primogénito de Faraón que
se sienta en su trono hasta el primogénito de la esclava encargada de moler, así como todo
primer nacido del ganado. Y se elevará en todo el país de Egipto un alarido tan grande
como nunca lo hubo, ni lo habrá. Pero entre los israelitas ni siquiera un perro ladrará ni
contra hombre ni contra bestia; para que sepáis cómo Yahveh hace distinción entre Egipto e
Israel”. 22, 30: “Hombres santos seréis para mí. No comáis la carne despedazada por una
fiera en el campo; echádsela a los perros”.

Deuteronomio 23, 19: “No llevarás a la casa de Yahveh tu Dios don de prostituta ni salario
de perro, sea cual fuere el voto que hayas hecho: porque ambos son abominación para
Yahveh tu Dios”.

Jueces 7, 4-7: “Yahveh dijo a Gedeón: «Hay todavía demasiada gente; hazles bajar al agua
y allí te los pondré a prueba. Aquel de quien te diga: "Que vaya contigo", ése irá contigo. Y
aquel de quien te diga: "Que no vaya contigo", no ha de ir». Gedeón hizo bajar la gente al
agua y Yahveh le dijo: «A todos los que lamieren el agua con la lengua como lame un
perro, los pondrás a un lado y a todos los que se arrodillen para beber, los pondrás al otro».
El número de los que lamieron el agua con las manos a la boca resultó ser de trescientos.
Todo el resto del pueblo se había arrodillado para beber. Entonces Yahveh dijo a Gedeón:
«Con los trescientos hombres que han lamido el agua os salvaré, y entregaré a Madián en
tus manos. Que todos los demás vuelvan cada uno a su casa»”.

1 Samuel 17, 37-45: “Añadió David: «Yahveh que me ha librado de las garras del león y
del oso, me librará de la mano de ese filisteo.» Dijo Saúl a David: «Vete, y que Yahveh sea
contigo». Mandó Saúl que vistieran a David con sus propios vestidos y le puso un casco de
bronce en la cabeza y le cubrió con una coraza. Ciñó a David su espada sobre su vestido.
Intentó David caminar, pues aún no estaba acostumbrado, y dijo a Saúl: «No puedo caminar
con esto, pues nunca lo he hecho». Entonces se lo quitaron. Tomó su cayado en la mano,
escogió en el torrente cinco cantos lisos y los puso en su zurrón de pastor, en su morral , y
con su honda en la mano se acercó al filisteo. El filisteo fue avanzando y acercándose a
David, precedido de su escudero. Volvió los ojos el filisteo, y viendo a David, lo despreció,
porque era un muchacho rubio y apuesto. Dijo el filisteo a David: «¿Acaso soy un perro,
pues vienes contra mí con palos?». Y maldijo a David el filisteo por sus dioses, y dijo el
filisteo a David: «Ven hacia mí y daré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del
campo». Dijo David al filisteo: «Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo
voy contra ti en nombre de Yahveh Sebaot, Dios de los ejércitos de Israel, a los que has
desafiado”.
1 Samuel 24, 9-16: “Se levantó David, salió de la cueva y gritó detrás de Saúl: «¡Oh rey,
mi señor!» Volvió Saúl la vista, e inclinándose David, rostro en tierra, se postró ante él, y
dijo David a Saúl: «¿Por qué escuchas a las gentes que te dicen: David busca tu ruina? Hoy
mismo han visto tus ojos que Yahveh te ha puesto en mis manos en la cueva, pero no he
querido matarte, te he perdonado, pues me he dicho: No alzaré mi mano contra mi señor,
porque es el ungido de Yahveh. Mira, padre mío, mira la punta de tu manto en mi mano; si
he cortado la punta de tu manto y no te he matado, reconoce y mira que no hay en mi
camino maldad ni crimen, ni he pecado contra ti, mientras que tú me pones insidias para
quitarme la vida. Que juzgue Yahveh entre los dos y que Yahveh me vengue de ti, pero mi
mano no te tocará, pues como dice el antiguo proverbio: “De los malos sale malicia, pero
mi mano no te tocará”. ¿Contra quién sale el rey de Israel, a quién estás persiguiendo? A un
perro muerto, a una pulga. Que Yahveh juzgue y sentencie entre los dos”.

2 Samuel 3, 7-9: “Había tenido Saúl una concubina, llamada Rispá, hija de Ayyá, y Abner
la tomó. Pero Isbaal dijo a Abner: «¿Por qué te has llegado a la concubina de mi padre?»
Abner se irritó mucho por las palabras de Isbaal y respondió: «¿Soy yo una cabeza de
perro? Hasta hoy he favorecido a la casa de tu padre Saúl, a sus hermanos y sus amigos,
para que no cayeras en manos de David, ¿y hoy me llamas la atención por una falta con esta
mujer? Esto haga Dios a Abner y esto le añada si no cumplo a David lo que Yahveh le ha
jurado”. 9, 6-8: “Llegó Meribbaal, hijo de Jonatán, hijo de Saúl, adonde David y cayendo
sobre su rostro se postró. David le dijo: «Meribbaal», y respondió: «Aquí tienes a tu
siervo». David le dijo: «No temas, quiero favorecerte por amor de Jonatán, tu padre. Haré
que te devuelvan todos los campos de tu padre Saúl, y tú comerás siempre a mi mesa». El
se postró y dijo: «¿Qué es tu siervo, para que te fijes en un perro muerto como yo?»”. 16,
5-11: “Cuando el rey David llegó a Bajurim salió de allí un hombre del mismo clan que la
casa de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá. Iba maldiciendo mientras avanzaba. Tiraba
piedras a David y a todos los servidores del rey, mientras toda la gente y todos los
servidores se colocaban a derecha e izquierda. Semeí decía maldiciendo: «Vete, vete,
hombre sanguinario y malvado. Yahveh te devuelva toda la sangre de la casa de Saúl, cuyo
reino usurpaste. Así Yahveh ha entregado tu reino en manos de Absalón tu hijo. Has caído
en tu propia maldad, porque eres un hombre sanguinario». Abisay, hijo de Sarvia, dijo al
rey: «¿Por qué ha de maldecir este perro muerto a mi señor el rey? Voy ahora mismo y le
corto la cabeza». Respondió el rey: «¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia? Deja que
maldiga, pues si Yahveh le ha dicho: "Maldice a David" ¿quién le puede decir: «Por qué
haces esto?». Y añadió David a Abisay y a todos sus siervos: «Mirad, mi hijo, salido de mis
entrañas, busca mi muerte, pues ¿cuánto más ahora un benjaminita? Dejadle que maldiga,
pues se lo ha mandado Yahveh”.

1 Reyes 14, 11: “Los de Jeroboam que mueran en la ciudad serán comidos por los perros, y
los que mueran en el campo, serán comidos por las aves del cielo, porque ha hablado
Yahveh"”. 16, 1-4: “Fue dirigida la palabra de Yahveh a Jehú, hijo de Jananí, contra Basá
diciendo: «Por cuanto te he levantado del polvo y te he puesto como jefe de mi pueblo
Israel, pero tú has ido por el camino de Jeroboam y has hecho pecar a mi pueblo Israel
irritándome con sus pecados, voy a barrer a Basá y a su casa y voy a hacer tu casa parecida
a la casa de Jeroboam, hijo de Nebat. Los de Basá que mueran en la ciudad serán comidos
por los perros, y a los que mueran en el campo los comerán las aves del cielo»”. 21, 17-24:
“Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh a Elías tesbita diciendo: «Levántate, baja al
encuentro de Ajab, rey de Israel, que está en Samaría. Está en la viña de Nabot, a donde ha
bajado a apropiársela. Le hablarás diciendo: Así habla Yahveh: Has asesinado ¿y además
usurpas? Luego le hablarás diciendo: Por esto, así habla Yahveh: En el mismo lugar en que
los perros han lamido la sangre de Nabot, lamerán también los perros tu propia sangre».
Ajab dijo a Elías: «Has vuelto a encontrarme, enemigo mío». Respondió: «Te he vuelto a
encontrar porque te has vendido para hacer el mal a los ojos de Yahveh. Yo mismo voy a
traer el mal sobre ti y voy a barrer tu posteridad y a exterminar todo varón de los de Ajab,
libre o esclavo, en Israel. Y haré tu casa como la casa de Jeroboam, hijo de Nebat, y como
la casa de Basá, hijo de Ajías, por la irritación con que me has irritado y por haber hecho
pecar a Israel. También contra Jezabel ha hablado Yahveh diciendo: "Los perros comerán a
Jezabel en la parcela de Yizreel". A los hijos de Ajab que mueran en la ciudad los comerán
los perros y a los que mueran en el campo los comerán las aves del cielo»”. 21, 17-24:
“Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh a Elías tesbita diciendo: «Levántate, baja al
encuentro de Ajab, rey de Israel, que está en Samaría. Está en la viña de Nabot, a donde ha
bajado a apropiársela. Le hablarás diciendo: Así habla Yahveh: Has asesinado ¿y además
usurpas? Luego le hablarás diciendo: Por esto, así habla Yahveh: En el mismo lugar en que
los perros han lamido la sangre de Nabot, lamerán también los perros tu propia sangre».
Ajab dijo a Elías: «Has vuelto a encontrarme, enemigo mío.» Respondió: «Te he vuelto a
encontrar porque te has vendido para hacer el mal a los ojos de Yahveh. Yo mismo voy a
traer el mal sobre ti y voy a barrer tu posteridad y a exterminar todo varón de los de Ajab,
libre o esclavo, en Israel. Y haré tu casa como la casa de Jeroboam, hijo de Nebat, y como
la casa de Basá, hijo de Ajías, por la irritación con que me has irritado y por haber hecho
pecar a Israel. También contra Jezabel ha hablado Yahveh diciendo: "Los perros comerán a
Jezabel en la parcela de Yizreel". A los hijos de Ajab que mueran en la ciudad los comerán
los perros y a los que mueran en el campo los comerán las aves del cielo»”. 22, 34-38:
“Entonces un hombre disparó su arco al azar e hirió al rey de Israel por entre las placas de
la coraza, y el rey dijo a su auriga: «Da la vuelta y sácame de la batalla, porque me siento
mal». Arreció aquel día la batalla y el rey fue sostenido en pie en su carro frente a los
arameos, y a la tarde murió; la sangre de la herida corría por el fondo del carro. A la caída
del sol se corrió un grito por el campamento: «Cada uno a su ciudad, cada uno a su tierra.
El rey ha muerto.» Llegaron a Samaría y allí sepultaron al rey. Lavaron el carro con agua
abundante junto a la alberca de Samaría y los perros lamían la sangre y las prostitutas se
bañaron en ella, según la palabra que Yahveh había dicho”.

2 Reyes 8, 7-15: “Eliseo fue a Damasco. Ben Hadad, rey de Aram, estaba enfermo y le
avisaron: «El hombre de Dios ha venido aquí». Dijo el rey a Jazael: «Toma en tu mano un
presente y vete al encuentro del hombre de Dios y consulta a Yahveh por su medio
diciendo: ¿Sobreviviré a esta enfermedad?». Fue Jazael a su encuentro llevando en su mano
un presente de todo lo mejor de Damasco, la carga de cuarenta camellos; entró, se detuvo
ante él y dijo: «Tu hijo Ben Hadad, rey de Aram, me ha enviado a ti para preguntarte:
¿Sobreviviré a esta enfermedad?». Eliseo le dijo: «Vete y dile: "Puedes vivir"; pero Yahveh
me ha hecho ver que de cierto morirá». Y se inmovilizaron sus facciones quedándose rígido
en extremo, y rompió a llorar el varón de Dios. Dijo Jazael: «¿Por qué llora mi señor?» Le
respondió: «Porque sé el mal que vas a hacer a los israelitas: pasarás a fuego sus fortalezas,
matarás a espada a sus mejores, aplastarás a sus pequeñuelos y abrirás el vientre a sus
embarazadas». Dijo Jazael: «Pues, ¿qué es tu siervo? ¿Como un perro hará cosa tan
enorme?» Respondió Eliseo: «Yahveh ha hecho que te vea como rey de Aram.» Partió de
junto a Eliseo y llegó donde su señor. Le preguntó: «¿Qué te ha dicho Eliseo?» Respondió:
«Me ha dicho que puedes vivir». A la mañana siguiente tomó una manta, la empapó en
agua y la extendió sobre su rostro y murió. Reinó en su lugar Jazael”. 9, 6-10: “Jehú se
levantó y entró en la casa; el joven derramó el aceite sobre su cabeza y le dijo: «Así habla
Yahveh, Dios de Israel: Te he ungido rey del pueblo de Yahveh, de Israel. Herirás a la casa
de Ajab, tu señor, y vengaré la sangre de mis siervos los profetas y la sangre de todos los
siervos de Yahveh de mano de Jezabel. Toda la casa de Ajab perecerá y exterminaré a
todos los varones de Ajab, libres o esclavos, en Israel. Dejaré la casa de Ajab como la casa
de Jeroboam, hijo de Nebat, y como la casa de Basá, hijo de Ajías. Y a Jezabel la comerán
los perros en el campo de Yizreel; no tendrá sepultura.» Y abriendo la puerta, huyó”. 9, 29-
37: “Ocozías había comenzado a reinar en Judá en el año once de Joram, hijo de Ajab.
Entró Jehú en Yizreel; habiéndolo oído Jezabel, se puso afeites en los ojos, adornó su
cabeza y se asomó a la ventana, y cuando Jehú entraba por la puerta, dijo ella: «¿Todo va
bien, Zimrí, asesino de su señor?». Alzó su rostro hacia la ventana y dijo: «¿Quién está
conmigo, quién?» Se asomaron hacia él dos o tres eunucos, y él les dijo: «Echadla abajo.»
La echaron abajo y su sangre salpicó los muros y a los caballos, que la pisotearon. Entró,
comió, bebió y dijo: «Ocupaos de esa maldita y enterradla, pues es hija de rey». Fueron a
enterrarla y no hallaron de ella más que el cráneo, los pies y las palmas de las manos.
Volvieron a comunicárselo y él dijo: «Es la palabra que Yahveh había dicho por boca de su
siervo Elías tesbita: "En el campo de Yizreel comerán los perros la carne de Jezabel. El
cadáver de Jezabel será como estiércol sobre la superficie del campo, de modo que no se
podrá decir: Esta es Jezabel"»”.

Tobías 6, 2: “Partió el muchacho en compañía del ángel, y el perro les seguía. Yendo de
camino, aconteció que una noche acamparon junto al río Tigris”. 11, 4: “Prosiguieron, pues,
los dos juntos; el ángel le dijo: «Toma contigo la hiel». El perro seguía detrás de ellos”.

Judit 11, 16-19: Judit le dijo a Holofernes: “Cuando yo, tu esclava, supe todo esto, huí de
ellos. Mi Dios me ha enviado para que yo haga contigo cosas de que se pasmará toda la
tierra y todos cuantos las oigan. Porque tu esclava es piadosa y sirve noche y día al Dios del
Cielo. Ahora, mi señor, quisiera quedarme a tu lado. Tu sierva saldría por las noches hacia
el barranco, para suplicar a mi Dios y Él me dirá cuándo han cometido su pecado. Yo
vendré a comunicártelo y entonces tú saldrás con todo tu ejército y ninguno de ellos podrá
resistirte. Yo te guiaré por medio de Judea hasta llegar a Jerusalén y haré que te asientes en
medio de ella. Tú los llevarás como rebaño sin pastor, y ni un perro ladrará contra ti. He
tenido el presentimiento de todo esto; me ha sido anunciado y he sido enviada para
comunicártelo»”.

Job 29, 24-25; 30, 1: “Si yo les sonreía, no querían creerlo, y la luz de mi rostro no
dejaban perderse. Les indicaba el camino y me ponía al frente, me asentaba como un rey en
medio de su tropa, y por doquier les guiaba a mi gusto. Mas ahora ríense de mí los que son
más jóvenes que yo, a cuyos padres no juzgaba yo dignos de mezclar con los perros de mi
grey”.

Salmos 22, 17-22: “Perros innumerables me rodean, una banda de malvados me acorrala
como para prender mis manos y mis pies. Puedo contar todos mis huesos; ellos me
observan y me miran, repártense entre sí mis vestiduras y se sortean mi túnica. ¡Mas tú,
Yahveh, no te estés lejos, corre en mi ayuda, oh fuerza mía, libra mi alma de la espada, mi
única de las garras del perro; sálvame de las fauces del león, y mi pobre ser de los cuernos
de los búfalos!”. 59, 4-8: “Mira que acechan a mi alma, poderosos se conjuran contra mí;
sin rebeldía ni pecado en mí, Yahveh, sin culpa alguna, corren y se aprestan. Despiértate,
ven a mi encuentro y mira, tú, Yahveh, Dios Sebaot, Dios de Israel, álzate a visitar a todos
los gentiles, no te apiades de ninguno de esos traidores pérfidos. Regresan a la tarde, aúllan
como perros, rondan por la ciudad. Míralos desbarrar a boca llena, espadas en sus labios:
«¿Hay alguno que oiga?»”. 59, 14-18: “¡Suprime con furor, suprímelos, no existan más! Y
se sepa que Dios domina en Jacob, hasta los confines de la tierra. Regresan a la tarde,
aúllan como perros, rondan por la ciudad; vedlos buscando qué comer, hasta que no están
hartos van gruñendo. Yo, en cambio, cantaré tu fuerza, aclamaré tu amor a la mañana; pues
tú has sido para mí una ciudadela, un refugio en el día de mi angustia. Oh fuerza mía, para
ti salmodiaré, pues es Dios mi ciudadela, el Dios de mi amor”. 68, 23-24: “Dijo el Señor:
«De Basán haré volver, haré volver de los abismos del mar, para que puedas hundir tu pie
en la sangre, y en los enemigos tenga su parte la lengua de tus perros»”.

Proverbios 26, 11: “Como el perro vuelve a su vómito, vuelve el necio a su insensatez”.
26, 17: “Agarra por las orejas a un perro que pasa el que se mete en litigio que no le
incumbe”.

Qohelet 9, 3-5: “Eso es lo peor de todo cuanto pasa bajo el sol: que haya un destino común
para todos, y así el corazón de los humanos está lleno de maldad y hay locura en sus
corazones mientras viven, y su final ¡con los muertos! Pues mientras uno sigue unido a
todos los vivientes hay algo seguro, pues vale más perro vivo que león muerto. Porque los
vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, y no hay ya paga para ellos,
pues se perdió su memoria”.

Sirácida 13, 18: “¿Qué paz puede tener la hiena con el perro? ¿qué paz el rico con el
indigente?.”

Isaías 56, 8-12: “Oráculo del Señor Yahveh que reúne a los dispersos de Israel. A los ya
reunidos todavía añadiré otros. Bestias todas del campo, venid a comer, bestias todas del
bosque. Sus vigías son ciegos, ninguno sabe nada; todos son perros mudos, no pueden
ladrar; ven visiones, se acuestan, amigos de dormir. Son perros voraces, no conocen
hartura, y ni los pastores saben entender. Cada uno sigue su propio camino cada cual, hasta
el último, busca su provecho «Venid, voy a sacar vino y nos emborracharemos de licor, que
el día de mañana será como el de hoy, o muchísimo mejor»”. 66, 1-3: “Así dice Yahveh:
Los cielos son mi trono y la tierra el estrado de mis pies, Pues ¿qué casa vais a edificarme,
o qué lugar para mi reposo, si todo lo hizo mi mano, y es mío todo ello? - Oráculo de
Yahveh -. Y ¿en quién voy a fijarme? En el humilde y contrito que tiembla a mi palabra. Se
inmola un buey, se abate un hombre, se sacrifica una oveja, se desnuca un perro, se ofrece
en oblación sangre de cerdo, se hace un memorial de incienso, se bendice a los ídolos. Ellos
mismos eligieron sus propios caminos y en sus monstruos abominables halló su alma
complacencia”.

Jeremías 15, 1-3: “Y me dijo Yahveh: Aunque se me pongan Moisés y Samuel por delante,
no estará mi alma por este pueblo. Échales de mi presencia y que salgan. Y como te digan:
«¿A dónde salimos?», les dices: Así dice Yahveh: Quien sea para la muerte, a la muerte;
quien para la espada, a la espada; quien para el hambre, al hambre, y quien para el
cautiverio, al cautiverio. Haré que se encarguen de ellos cuatro géneros (de males) - oráculo
de Yahveh -: la espada para degollar, los perros para despedazar, las aves del cielo y las
bestias terrestres para devorar y estragar”.

Mateo 7, 6: “«No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los
puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen”. 15,
26-27: “Jesús respondió: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
«Sí, Señor - repuso ella -, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la
mesa de sus amos»”.

Marcos 7, 26-28: “Esta mujer era pagana, sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que
expulsara de su hija al demonio. Él le decía: «Espera que primero se sacien los hijos, pues
no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos». Pero ella le respondió:
«Sí, Señor; que también los perritos comen bajo la mesa migajas de los niños»”.

Lucas 16, 19-21: “«Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los
días espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal,
cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico... pero hasta los
perros venían y le lamían las llagas”.

Filipenses 3, 2: “Atención a los perros; atención a los obreros malos; atención a los falsos
circuncisos”.

2 Pedro 2, 20-22: “Porque si, después de haberse alejado de la impureza del mundo por el
conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, se enredan nuevamente en ella y son
vencidos, su postrera situación resulta peor que la primera. Pues más les hubiera valido no
haber conocido el camino de la justicia que, una vez conocido, volverse atrás del santo
precepto que le fue transmitido. Les ha sucedido lo de aquel proverbio tan cierto: «el perro
vuelve a su vómito» y «la puerca lavada, a revolcarse en el cieno»”.

Apocalipsis 22, 14-15: “Dichosos los que laven sus vestiduras, así podrán disponer del
árbol de la Vida y entrarán por las puertas en la Ciudad. ¡Fuera los perros, los hechiceros,
los impuros, los asesinos, los idólatras, y todo el que ame y practique la mentira!»”.
PEZ (ces), pececillos:
Génesis 1, 26-28: “Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como
semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las
bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra.
Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra
los creó. Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra
y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que
serpea sobre la tierra»”. 9, 1-6: “Dios bendijo a Noé y a sus hijos, y les dijo: «Sed fecundos,
multiplicaos y llenad la tierra. Infundiréis temor y miedo a todos los animales de la tierra, y
a todas las aves del cielo, y a todo lo que repta por el suelo, y a todos los peces del mar;
quedan a vuestra disposición. Todo lo que se mueve y tiene vida os servirá de alimento:
todo os lo doy, lo mismo que os di la hierba verde. Sólo dejaréis de comer la carne con su
alma, es decir, con su sangre, y yo os prometo reclamar vuestra propia sangre: la reclamaré
a todo animal y al hombre: a todos y a cada uno reclamaré el alma humana. Quien vertiere
sangre de hombre, por otro hombre será su sangre vertida, porque a imagen de Dios hizo Él
al hombre”.

Éxodo 7, 17-21: “Así dice Yahveh: En esto conocerás que yo soy Yahveh: Mira que voy a
golpear con el cayado que tengo en la mano las aguas del Río, y se convertirán en sangre.
Los peces del Río morirán, y el Río quedará apestado de modo que los egipcios no podrán
ya beber agua del Río». Yahveh dijo a Moisés: «Di a Aarón: Toma tu cayado, y extiende tu
mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus canales, sobre sus ríos, sobre sus lagunas y sobre
todos sus depósitos de agua. Se convertirán en sangre; y habrá sangre en toda la tierra de
Egipto, hasta en los árboles y la piedras». Moisés y Aarón hicieron lo que Yahveh les había
mandado: alzó el cayado y golpeó las aguas que hay en el Río en presencia de Faraón y de
sus servidores, y todas las aguas del Río se convirtieron en sangre. Los peces del Río
murieron, el Río quedó apestado de modo que los egipcios nos pudieron beber el agua del
Río; hubo sangre en todo el país de Egipto”.

Números 11, 21-23: “Moisés respondió a Yahveh: «El pueblo en que estoy cuenta
seiscientos mil de a pie, ¿y tú dices que les darás carne para comer un mes entero?. Aunque
se mataran para ellos rebaños de ovejas y bueyes, ¿bastaría acaso? Aunque se juntaran
todos los peces del mar ¿habría suficiente?». Pero Yahveh respondió a Moisés: «¿Es acaso
corta la mano de Yahveh? Ahora vas a ver si vale mi palabra o no»”.

Deuteronomio 4, 15-18: “Tened mucho cuidado de vosotros mismos: puesto que no visteis
figura alguna el día en que Yahveh os habló en el Horeb de en medio del fuego, no vayáis a
pervertiros y os hagáis alguna escultura de cualquier representación que sea: figura
masculina o femenina, figura de alguna de las bestias de la tierra, figura de alguna de las
aves que vuelan por el cielo, figura de alguno de los reptiles que serpean por el suelo, figura
de alguno de los peces que hay en las aguas debajo de la tierra”.
1 Reyes 5, 9-14: “Dios concedió a Salomón sabiduría e inteligencia muy grandes y un
corazón tan dilatado como la arena de la orilla del mar. La sabiduría de Salomón era mayor
que la sabiduría de todos los hijos de Oriente y que toda la sabiduría de Egipto. Fue más
sabio que hombre alguno, más que Etán el ezrajita, que Hemán, Kalkol y Dardá, hijos de
Majol; su nombre se extendió por todos los pueblos circunvecinos. Pronunció tres mil
parábolas y proverbios, y sus cánticos fueron mil cinco. Habló sobre las plantas, desde el
cedro del Líbano hasta el hisopo que brota en el muro; habló de los cuadrúpedos, de las
aves, de los reptiles y de los peces. Venían de todos los pueblos para oír la sabiduría de
Salomón, y de parte de todos los reyes de la tierra que tuvieron noticia de su sabiduría”.

2 Crónicas 33, 13-15: “Oró a él y Dios accedió, oyó su oración y le concedió el retorno a
Jerusalén, a su reino. Entonces supo Manasés que Yahveh es el Dios. Después de esto
edificó la muralla exterior de la Ciudad de David al occidente de Guijón, en el torrente,
hasta la entrada de la Puerta de los Peces, cercando el Ofel, y la elevó a gran altura. Puso
también jefes del ejército en todas las plazas fuertes de Judá. Quitó de la Casa de Yahveh
los dioses extraños, el ídolo y todos los altares que había erigido en el monte de la Casa de
Yahveh y en Jerusalén, y los echó fuera de la ciudad”.

Nehemías 3, 1-3: “El sumo sacerdote Elyasib y sus hermanos los sacerdotes se encargaron
de construir la puerta de las Ovejas: la armaron, fijaron sus hojas, barras y goznes, y
continuaron hasta la torre de los Cien y hasta la torre de Jananel. Al lado de ellos
construyeron los de Jericó; a su lado construyó Zakkur, hijo de Imrí. Los hijos de Hassenáa
construyeron la puerta de los Peces: la armaron y fijaron sus hojas, barras y goznes...”. 12,
38-39: “El segundo coro marchaba por la izquierda; yo iba detrás, con la mitad de los jefes
del pueblo, por encima de la muralla, pasando por la torre de los Hornos, hasta la muralla
de la Plaza, por encima de la puerta de Efraím, la puerta de los Peces, la torre de Jananel,
hasta la puerta de las Ovejas; se hizo alto en la puerta de la Prisión”.

Job 12, 7-9: “Interroga a las bestias, que te instruyan, a las aves del cielo, que te informen.
Te instruirán los reptiles de la tierra, te enseñarán los peces del mar. Pues entre todos ellos,
¿quién ignora que la mano de Dios ha hecho esto?”.

Tobías 6, 2-9: “Partió el muchacho en compañía del ángel, y el perro les seguía. Yendo de
camino, aconteció que una noche acamparon junto al río Tigris. Bajó el muchacho al río a
lavarse los pies, cuando saltó del agua un gran pez que quería devorar el pie del muchacho.
Éste gritó, pero el ángel le dijo: «¡Agarra el pez y tenlo bien sujeto!». El muchacho se
apoderó del pez y lo arrastró a tierra. El ángel añadió: «Abre el pez, sácale la hiel, el
corazón y el hígado y guárdatelo, y tira los intestinos; porque su hiel, su corazón y su
hígado son remedios útiles». El joven abrió el pez y tomó la hiel, el corazón y el hígado.
Asó parte del pez y lo comió, salando el resto. Luego continuaron su camino, los dos
juntos, hasta cerca de Media. Preguntó entonces el muchacho al ángel: «Hermano Azarías,
¿qué remedios hay en el corazón, el hígado y la hiel del pez?». Le respondió: «Si se quema
el corazón o el hígado del pez ante un hombre o una mujer atormentados por un demonio o
un espíritu malo, el humo ahuyenta todo mal y le hace desaparecer para siempre. Cuanto a
la hiel, untando con ella los ojos de un hombre atacado por manchas blancas, y soplando
sobre las manchas, queda curado»”. 6, 17: “Cuando entres en la cámara nupcial, tomas el
corazón del pez y parte del hígado y lo pones sobre las brasas de los perfumes. Se difundirá
el aroma y cuando el demonio lo huela, huirá y nunca aparecerá ya a su lado”. Cuando
entres en la cámara nupcial, tomas el corazón del pez y parte del hígado y lo pones sobre las
brasas de los perfumes. Se difundirá el aroma y cuando el demonio lo huela, huirá y nunca
aparecerá ya a su lado”. 8, 1-3: “Cuando acabaron de comer y beber, decidieron acostarse,
y tomando al joven le llevaron al aposento. Recordó Tobías las palabras de Rafael y,
tomando el hígado y el corazón del pez de la bolsa donde los tenía, los puso sobre las brasas
de los perfumes. El olor del pez expulsó al demonio que escapó por los aires hacia la región
de Egipto. Fuese Rafael a su alcance, le ató de pies y manos y en un instante le encadenó.
Cuando acabaron de comer y beber, decidieron acostarse, y tomando al joven le llevaron al
aposento. Recordó Tobías las palabras de Rafael y, tomando el hígado y el corazón del pez
de la bolsa donde los tenía, los puso sobre las brasas de los perfumes. El olor del pez
expulsó al demonio que escapó por los aires hacia la región de Egipto. Fuese Rafael a su
alcance, le ató de pies y manos y en un instante le encadenó”. 11, 5-13: “Estaba Ana
sentada, con la mirada fija en el camino de su hijo. Tuvo la corazonada de que él venía y
dijo al padre: «Mira, ya viene tu hijo y el hombre que le acompañaba». Rafael iba diciendo
a Tobías, mientras se acercaban al padre: «Tengo por seguro que se abrirán los ojos de tu
padre. Úntale los ojos con la hiel del pez, y el remedio hará que las manchas blancas se
contraigan y se le caerán como escamas de los ojos. Y así tu padre podrá mirar y ver la
luz». Corrió Ana y se echó al cuello de su hijo, diciendo: «¡Ya te he visto, hijo! ¡Ya puedo
morir!» Y rompió a llorar. Tobit se levantó y trompicando salió a la puerta del patio. Corrió
hacia él Tobías, llevando en la mano la hiel del pez; le sopló en los ojos y abrazándole
estrechamente le dijo: «¡Ten confianza, padre!» Y le aplicó el remedio y esperó; y luego,
con ambas manos le quitó las escamas de la comisura de los ojos. Entonces él se arrojó a su
cuello, lloró y le dijo: «¡Ahora te veo, hijo, luz de mis ojos!»”.

Salmos 8, 4-10: “Al ver tu cielo, hechura de tus dedos, la luna y las estrellas, que fijaste tú,
¿qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él te cuides?
Apenas inferior a un dios le hiciste, coronándole de gloria y de esplendor; le hiciste señor
de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies: ovejas y bueyes, todos
juntos, y aun las bestias del campo, y las aves del cielo, y los peces del mar, que surcan las
sendas de las aguas. ¡Oh Yahveh, Señor nuestro, qué glorioso tu nombre por toda la
tierra!”. 105, 26-29: “Luego envió a Moisés su servidor, y Aarón, su escogido, que hicieron
entre ellos sus señales anunciadas, prodigios en el país de Cam. Mandó tinieblas y tinieblas
hubo, mas ellos desafiaron sus palabras. Trocó en sangre sus aguas y a sus peces dio
muerte”.

Qohelet 9, 11-12: “Vi además que bajo el sol no siempre es de los ligeros el correr ni de los
esforzados la pelea; como también hay sabios sin pan, como también discretos sin
hacienda, como también hay doctos que no gustan, pues a todos les llega algún mal
momento. Porque, además, el hombre ignora su momento: como peces apresados en la red,
como pájaros presos en el cepo, así son tratados los humanos por el infortunio cuando les
cae encima de improviso”.
Isaías 50, 1-3: “Así dice Yahveh: ¿Dónde está esa carta de divorcio de vuestra madre a
quien repudié?, o ¿a cuál de mis acreedores os vendí? Mirad que por vuestras culpas
fuisteis vendidos, y por vuestras rebeldías fue repudiada vuestra madre. ¿Por qué cuando he
venido no había nadie, cuando he llamado no hubo quien respondiera? ¿Acaso se ha vuelto
mi mano demasiado corta para rescatar o quizá no habrá en mí vigor para salvar? He aquí
que con un gesto seco el mar, convierto los ríos en desierto; quedan en seco sus peces por
falta de agua y mueren de sed. Yo visto los cielos de crespón y los cubro de sayal”.

Ezequiel 29, 3-7: “Habla y di: Así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy contra ti, Faraón, rey
de Egipto, gran cocodrilo, recostado en medio de sus Nilos, tú que has dicho: «Mi Nilo es
mío. yo mismo lo he hecho». Voy a ponerte garfios en las quijadas, pegaré a tus escamas
los peces de tus Nilos, te sacaré fuera de tus Nilos, con todos los peces de tus Nilos,
pegados a tus escamas. Te arrojaré al desierto, a ti y a todos los peces de tus Nilos. En la
haz del campo caerás, no serás recogido ni enterrado. A las bestias de la tierra y a las aves
del cielo te entregaré como pasto, y sabrán todos los habitantes de Egipto que yo soy
Yahveh. Porque has sido un apoyo de caña para la casa de Israel; cuando ellos te agarraban,
te rompías en sus manos y desgarrabas toda su palma; cuando se apoyaban en ti, te hacías
pedazos y hacías vacilar todos los riñones”. 38, 17-20: “Así dice el Señor Yahveh: Tú eres
aquel de quien yo hablé antaño, por medio de mis siervos los profetas de Israel, que
profetizaron en aquel tiempo, durante años, que yo te haría venir contra ellos. Aquel día,
cuando Gog avance contra el suelo de Israel -oráculo del Señor Yahveh- estallará mi furor.
En mi cólera, en mis celos, en el ardor de mi furia lo digo: Sí, aquel día habrá un gran
terremoto en el suelo de Israel. Temblarán entonces ante mí los peces del mar y los pájaros
del cielo, las bestias del campo y todos los reptiles que serpean por el suelo, y todos los
hombres de sobre la haz de la tierra. Se desplomarán los montes, caerán las rocas, todas las
murallas caerán por tierra”. 47, 6-11: “Entonces me dijo: «¿Has visto, hijo de hombre?» Me
condujo, y luego me hizo volver a la orilla del torrente. Y a volver vi que a la orilla del
torrente había gran cantidad de árboles, a ambos lados. Me dijo: «Esta agua sale hacia la
región oriental, baja a la Arabá, desemboca en el mar, en el agua hedionda, y el agua queda
saneada. Por dondequiera que pase el torrente, todo ser viviente que en él se mueva vivirá.
Los peces serán muy abundantes, porque allí donde penetra esta agua lo sanea todo, y la
vida prospera en todas partes adonde llega el torrente. A sus orillas vendrán los pescadores;
desde Engadí hasta Eneglayim se tenderán redes. Los peces serán de la misma especie que
los peces del mar Grande, y muy numerosos. Pero sus marismas y sus lagunas no serán
saneadas, serán abandonadas a la sal”.
Oseas 4, 1-4: “Escuchad la palabra de Yahveh, hijos de Israel, que tiene pleito Yahveh con
los habitantes de esta tierra, pues no hay ya fidelidad ni amor, ni conocimiento de Dios en
esta tierra; sino perjurio y mentira, asesinato y robo, adulterio y violencia, sangre que
sucede a sangre. Por eso, la tierra está en duelo, y se marchita cuanto en ella habita, con las
bestias del campo y las aves del cielo; y hasta los peces del mar desaparecen. ¡Pero nadie
pleitee ni reprenda nadie, pues sólo contigo, sacerdote, es mi pleito!”.

Jonás 2, 1-2: “Dispuso Yahveh un gran pez que se tragase a Jonás, y Jonás estuvo en el
vientre del pez tres días y tres noches. Jonás oró a Yahveh su Dios desde el vientre del pez”.
2, 11: “Y Yahveh dio orden al pez, que vomitó a Jonás en tierra”.

Habacuc 1, 12-17: “¿No eres tú desde antiguo, Yahveh, mi Dios, mi santo? ¡Tú no mueres!
¡Para juicio le pusiste tú, Yahveh, oh Roca, para castigar le estableciste! Muy limpio eres
de ojos para mirar el mal, ver la opresión no puedes. ¿Por qué ves a los traidores y callas
cuando el impío traga al que es más justo que él? Tú tratas a los hombres como a peces del
mar, como a reptiles que no tienen amo. A todos los saca él con anzuelo, los atrae en su red,
en su traína los recoge. Por eso se alegra y regocija, por eso sacrifica a su red, e inciensa a
su traína, porque gracias a ellas es pingüe su porción, y suculenta su comida. Por eso vacía
sin cesar su red para matar naciones sin piedad”.

Sofonías 1, 1-3: “Palabra de Yahveh que fue dirigida a Sofonías, hijo de Kusí, hijo de
Guedalías, hijo de Amarías, hijo de Ezequías, en tiempo de Josías, hijo de Amón, rey de
Judá. ¡Voy a aventarlo todo de la haz de la tierra!, oráculo de Yahveh. Aventaré hombres y
bestias, aventaré aves del cielo y peces del mar, haré tropezar a los impíos; extirparé a los
hombres de sobre la haz de la tierra, oráculo de Yahveh”. 1, 9-14: “Visitaré aquel día a
todos los que saltan por encima del umbral, los que llenan la Casa de su Señor de violencia
y de fraude. Habrá aquel día -oráculo de Yahveh- gritos de auxilio desde la puerta de los
Peces, aullidos desde la ciudad nueva, estruendo enorme desde las colinas. ¡Ululad,
habitantes del Mortero, pues ha sido aniquilado todo el pueblo de Canaán, exterminados
todos los que pesan plata! Sucederá en el tiempo aquel que yo escrutaré a Jerusalén con
lámparas, y visitaré a los hombres que se apelmazan en sus heces, los que dicen en su
corazón: «¡Ni bien ni mal hace Yahveh!». Será dada al saqueo su riqueza, sus casas a la
devastación; casas construyeron, mas no las habitarán, plantaron viñas, mas no beberán su
vino. ¡Cercano está el gran Día de Yahveh, cercano, a toda prisa viene! ¡Amargo el ruido
del día de Yahveh, dará gritos entonces hasta el bravo!”.

Mateo Mt. 7, 9-10: “¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé
una piedra; o si le pide un pez, le dé una culebra?”. 13, 47-50: “«También es semejante el
Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y
cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los
malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre
los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes”. 14,
17-20: “Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces». Él dijo:
«Traédmelos acá». Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco
panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo
los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente. Comieron todos y se
saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos”. 15, 32-39: “Jesús
llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque hace ya tres días
que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea
que desfallezcan en el camino». Le dicen los discípulos: «¿Cómo hacernos en un desierto
con pan suficiente para saciar a una multitud tan grande?». Díceles Jesús: «¿Cuántos panes
tenéis?» Ellos dijeron: «Siete, y unos pocos pececillos». Él mandó a la gente acomodarse en
el suelo. Tomó luego los siete panes y los peces y, dando gracias, los partió e iba dándolos
a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos y se saciaron, y de los trozos
sobrantes recogieron siete espuertas llenas. Y los que habían comido eran cuatro mil
hombres, sin contar mujeres y niños. Despidiendo luego a la muchedumbre, subió a la
barca, y se fue al término de Magadán”. 17, 24-17: “Cuando entraron en Cafarnaúm, se
acercaron a Pedro los que cobraban el didracma y le dijeron: «¿No paga vuestro Maestro el
didracma?». Dice él: «Sí». Y cuando llegó a casa, se anticipó Jesús a decirle: «¿Qué te
parece, Simón?; los reyes de la tierra, ¿de quién cobran tasas o tributo, de sus hijos o de los
extraños?». Al contestar él: «De los extraños», Jesús le dijo: «Por tanto, libres están los
hijos. Sin embargo, para que no les sirvamos de escándalo, vete al mar, echa el anzuelo, y
el primer pez que salga, cógelo, ábrele la boca y encontrarás un estáter. Tómalo y dáselo
por mí y por ti»”.

Marcos 8, 4-9: “Sus discípulos le respondieron: «¿Cómo podrá alguien saciar de pan a
éstos aquí en el desierto?». Él les preguntaba: «¿Cuántos panes tenéis?» Ellos le
respondieron: «Siete». Entonces él mandó a la gente acomodarse sobre la tierra y, tomando
los siete panes y dando gracias, los partió e iba dándolos a sus discípulos para que los
sirvieran, y ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos pocos pececillos. Y,
pronunciando la bendición sobre ellos, mandó que también los sirvieran. Comieron y se
saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes siete espuertas. Fueron unos cuatro mil; y
Jesús los despidió”. 41-44: “Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los
ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para
que se los fueran sirviendo. También repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y
se saciaron. Y recogieron las sobras, doce canastos llenos y también lo de los peces. Los
que comieron los panes fueron cinco mil hombres”.

Lucas 5, 3-9: “Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un
poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre. Cuando acabó de
hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar». Simón le
respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero,
en tu palabra, echaré las redes». Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de
modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra
barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi
se hundían. Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí,
Señor, que soy un hombre pecador». Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos
con él estaban, a causa de los peces que habían pescado”. 9, 12-17: “Pero el día había
comenzado a declinar, y acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente para que
vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí
estamos en un lugar deshabitado». Él les dijo: «Dadles vosotros de comer». Pero ellos
respondieron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos
nosotros a comprar alimentos para toda esta gente». Pues había como cinco mil hombres. Él
dijo a sus discípulos: «Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta». Lo hicieron
así, e hicieron acomodarse a todos. Tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y
levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió, y los iba dando
a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente. Comieron todos hasta saciarse. Se
recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos”. 11, 9-12: “Yo os digo: «Pedid
y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el
que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo
le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un
escorpión?”. 24, 39-43: “Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que
un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo». Y, diciendo esto, los mostró
las manos y los pies. Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen
asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?». Ellos le ofrecieron parte de un pez
asado. Lo tomó y comió delante de ellos”.

Juan 6, 5-12: “Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a
Felipe: «¿Dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?» Se lo decía para probarle,
porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no
bastan para que cada uno tome un poco». Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el
hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos
peces; pero ¿qué es eso para tantos?». Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente». Había
en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil.
Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban
recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus
discípulos: «Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda»”. 21, 4-13: “Cuando ya
amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Díceles
Jesús: «Muchachos, ¿no tenéis pescado?» Le contestaron: «No». Él les dijo: «Echad la red
a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la
abundancia de peces. El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: «Es el
Señor», se puso el vestido -pues estaba desnudo- y se lanzó al mar. Los demás discípulos
vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra,
sino unos doscientos codos. Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez
sobre ellas y pan. Díceles Jesús: «Traed algunos de los peces que acabáis de pescar». Subió
Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun
siendo tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: «Venid y comed». Ninguno de los
discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», sabiendo que era el Señor. Viene
entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez”.

1 Corintios 15, 35-44: “Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo
vuelven a la vida? ¡Necio! Lo que tú siembras no revive si no muere. Y lo que tú siembras
no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo o de alguna otra
planta. Y Dios le da un cuerpo a su voluntad: a cada semilla un cuerpo peculiar. No toda
carne es igual, sino que una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de
las aves, otra la de los peces. Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero uno es el
resplandor de los cuerpos celestes y otro el de los cuerpos terrestres. Uno es el resplandor
del sol, otro el de la luna, otro el de las estrellas. Y una estrella difiere de otra en
resplandor. Así también en la resurrección de los muertos: se siembra corrupción, resucita
incorrupción; se siembra vileza, resucita gloria; se siembra debilidad, resucita fortaleza; se
siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual. Pues si hay un cuerpo natural, hay
también un cuerpo espiritual”.

POLILLA:
Job 4, 18-21: “Si no se fía de sus mismos servidores, y aun a sus ángeles achaca desvarío,
¡cuánto más a los que habitan estas casas de arcilla, ellas mismas hincadas en el polvo! Se
les aplasta como a una polilla; de la noche a la mañana quedan pulverizados. Para siempre
perecen sin advertirlo nadie; se les arranca la cuerda de su tienda, y mueren privados de
sabiduría.»”. 13, 26; 14, 1-6: “Y él se deshace cual leño carcomido, como vestido que roe la
polilla, el hombre, nacido de mujer, corto de días y harto de tormentos. Como la flor, brota
y se marchita, y huye como la sombra sin pararse. ¡Y sobre un ser tal abres tú los ojos, le
citas a juicio frente a ti! Mas ¿quién podrá sacar lo puro de lo impuro? ¡Ninguno! Si es que
están contados ya sus días, si te es sabida la cuenta de sus meses, si un límite le has fijado
que no franqueará, aparta de él tus ojos, déjale, hasta que acabe, como un jornalero, su
jornada”.

Salmos 39, 12: “Reprendiendo sus yerros tú corriges al hombre, cual polilla corroes sus
anhelos”.

Sirácida 32, 13-14: “Porque de los vestidos sale la polilla, y de la mujer la malicia
femenina. Vale más maldad de hombre que bondad de mujer, la mujer cubre de vergüenza
y oprobio”.

Isaías 50, 9: “He aquí que el Señor Yahveh me ayuda: ¿quién me condenará? Pues todos
ellos como un vestido se gastarán, la polilla se los comerá”. 51, 7-8: “Prestadme oído,
sabedores de lo justo, pueblo consciente de mi ley. No temáis las injurias de los hombres, y
de sus ultrajes no os asustéis; pues como un vestido se los comerá la polilla, y como lana
los comerá la tiña. Pero mi justicia por siempre será, y mi salvación por generaciones de
generaciones”.

Oseas 5, 11-12: “Está oprimido Efraím, quebrantado el juicio, porque se complace en ir


tras la Vanidad. Pues yo he de ser como polilla para Efraím, como carcoma para la casa de
Judá”.

Mateo 6, 19-20: “«No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre
que corroen, y ladrones que socavan y roban. Amontonaos más bien tesoros en el cielo,
donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben”.
Lucas 12, 33-34: “«Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se
deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla; porque
donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”.

POLLINO (os):
Génesis 49, 8-12: “A ti, Judá, te alabarán tus hermanos; tu mano en la cerviz de tus
enemigos; inclínense a ti los hijos de tu padre. Cachorro de león es Judá; de la presa, hijo
mío, has vuelto; se recuesta, se echa cual león, o cual leona, ¿quién le hará alzar? No se irá
de Judá el báculo, el bastón de mando de entre tus piernas. hasta tanto que se le traiga el
tributo y a quien rindan homenaje las naciones; el que ata a la vid su borriquillo y a la cepa
el pollino de su asna; lava en vino su vestimenta, y en sangre de uvas su sayo; el de los ojos
encandilados de vino, el de los dientes blancos de leche”.

Jueces 10, 1-5: “Después de Abimélek surgió para salvar a Israel Tolá, hijo de Puá, hijo de
Dodó. Era de Isacar y habitaba en Samir, en la montaña de Efraím. Fue juez de Israel
veintitrés años; murió y fue sepultado en Samir. Tras él surgió Yaír, de Galaad, que fue
juez de Israel veintidós años. Tenía treinta hijos que montaban treinta pollinos y tenían
treinta ciudades, que se llaman todavía hoy los Aduares de Yaír, en el país de Galaad.
Murió Yaír, y fue sepultado en Camón”. 12, 12-15: “Y murió Elón de Zabulón y fue
sepultado en Ayyalón, en tierra de Zabulón. Después de él fue juez en Israel Abdón, hijo de
Hillel, de Piratón. Tenía cuarenta hijos y treinta nietos, que montaban setenta pollinos.
Juzgó a Israel ocho años. Y murió Abdón, hijo de Hillel de Piratón, y fue sepultado en
Piratón, en tierra de Efraím, en la montaña de los amalecitas”.

Job 11, 12-15: “El insensato se hará cuerdo cuando un pollino de onagro nazca hombre.
Pero si tú tu corazón arreglas y tiendes tus palmas hacia él, si alejas la iniquidad que hay en
tu mano y no dejas que more en tus tiendas la injusticia, entonces alzarás tu frente limpia, te
sentirás firme y sin temor”.

Isaías 30, 6-10: “Oráculo sobre los animales del Négueb. Por tierra de angustia y aridez, de
leona y de león rugiente, de áspid y dragón volador, llevan a lomos de pollinos su riqueza,
y sobre giba de camellos sus tesoros hacia un pueblo que no les será útil, a Egipto, cuyo
apoyo es huero y vano. Por eso he llamado a ese pueblo «Ráhab la cesante». Ahora ven,
escríbelo en una tablilla, grábalo en un libro, y que dure hasta el último día, para testimonio
hasta siempre: Que es un pueblo terco, criaturas hipócritas, hijos que no aceptan escuchar la
instrucción de Yahveh; que han dicho a los videntes: «No veáis»; y a los visionarios: «No
veáis para nosotros visiones verdaderas; habladnos cosas halagüeñas, contemplad
ilusiones”.
Zacarías 9, 9: “¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He aquí
que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino,
cría de asna”.

Mateo 21, 1-7: “Cuando se aproximaron a Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de
los Olivos, entonces envió Jesús a dos discípulos, diciéndoles: «Id al pueblo que está
enfrente de vosotros, y enseguida encontraréis un asna atada y un pollino con ella;
desatadlos y traédmelos. Y si alguien os dice algo, diréis: El Señor los necesita, pero
enseguida los devolverá». Esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del profeta:
“Decid a la hija de Sión: He aquí que tu Rey viene a ti, manso y montado en un asna y un
pollino, hijo de animal de yugo”. Fueron, pues, los discípulos e hicieron como Jesús les
había encargado: trajeron el asna y el pollino. Luego pusieron sobre ellos sus mantos, y él
se sentó encima. La gente, muy numerosa, extendió sus mantos por el camino; otros
cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino”.

Marcos 11, 1-7: “Cuando se aproximaban a Jerusalén, cerca ya de Betfagé y Betania, al pie
del monte de los Olivos, envía a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Id al pueblo que está
enfrente de vosotros, y no bien entréis en él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no
ha montado todavía ningún hombre. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os dice: "¿Por qué
hacéis eso?", decid: "El Señor lo necesita, y que lo devolverá en seguida"». Fueron y
encontraron el pollino atado junto a una puerta, fuera, en la calle, y lo desataron. Algunos
de los que estaban allí les dijeron: «¿Qué hacéis desatando el pollino?» Ellos les
contestaron según les había dicho Jesús, y les dejaron. Traen el pollino donde Jesús,
echaron encima sus mantos y se sentó sobre él”.

Lucas 19, 29-35: “Y sucedió que, al aproximarse a Betfagé y Betania, al pie del monte
llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciendo: «Id al pueblo que está
enfrente y, entrando en él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha montado
todavía ningún hombre; desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: "¿Por qué lo
desatáis?", diréis esto: "Porque el Señor lo necesita."» Fueron, pues, los enviados y lo
encontraron como les había dicho. Cuando desataban el pollino, les dijeron los dueños:
«¿Por qué desatáis el pollino?» Ellos les contestaron: «Porque el Señor lo necesita». Y lo
trajeron donde Jesús; y echando sus mantos sobre el pollino, hicieron montar a Jesús”.

Juan 12, 12-15: “Al día siguiente, al enterarse la numerosa muchedumbre que había
llegado para la fiesta, de que Jesús se dirigía a Jerusalén, tomaron ramas de palmera y
salieron a su encuentro gritando: «¡ Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, y
el Rey de Israel!». Jesús, habiendo encontrado un borriquillo, se montó en él, según está
escrito: No temas, hija de Sión; mira que viene tu Rey montado en un pollino de asna”.

POLLO (os) POLLUELO (os):


Deuteronomio 22, 6: “Si encuentras en el camino un nido de pájaros, con polluelos o
huevos, sobre un árbol o en el suelo, y la madre echada sobre los polluelos o sobre los
huevos, no tomarás a la madre con las crías. Deja marchar a la madre, y puedes quedarte
con las crías”. 32, 11: “Como un águila incita a su nidada, revolotea sobre sus polluelos, así
el despliega sus alas y te toma, y le lleva sobre su plumaje”.

Salmos 84, 4-5: “Hasta el pajarillo ha encontrado una casa, y para sí la golondrina un nido
dónde poner a sus polluelos: ¡Tus altares, oh Yahveh Sebaot, rey mío y Dios mío!.
Dichosos los que moran en tu casa, te alaban por siempre”.

Mateo 23, 37: “«¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son
enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos
bajo las alas, y no habéis querido!”.

PUERCO (s, a). (Véase cerdo):


1 Macabeos 6, 18: “A Eleazar, uno de los principales escribas, varón de ya avanzada edad
y de muy noble aspecto, le forzaban a abrir la boca y a comer carne de puerco. Pero él,
prefiriendo una muerte honrosa a una vida infame, marchaba voluntariamente al suplicio
del apaleamiento”. 45, 47: “Debían suprimir en el santuario holocaustos, sacrificios y
libaciones; profanar sábados y fiestas; mancillar el santuario y lo santo; levantar altares,
recintos sagrados y templos idolátricos; sacrificar puercos y animales impuros”.

2 Macabeos 7, 1-2 “Sucedió también que siete hermanos apresados junto con su madre,
eran forzados por el rey, flagelados con azotes y nervios de buey, a probar carne de puerco
(prohibida por la Ley). Uno de ellos, hablando en nombre de los demás, decía así: «¿Qué
quieres preguntar y saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que violar las leyes
de nuestros padres»”.

Proverbios 11, 22: “Anillo de oro en jeta de puerco, mujer hermosa pero sin sesos”.

Mateo 7, 6: “«No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los
puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen”. 8,
30-32: “Había allí a cierta distancia una gran piara de puercos paciendo. Y le suplicaban los
demonios: «Si nos echas, mándanos a esa piara de puercos». El les dijo: «Id». Saliendo
ellos, se fueron a los puercos, y de pronto toda la piara se arrojó al mar precipicio abajo, y
perecieron en las aguas”.

Marcos 5, 10-16: “Y le suplicaban los demonios con insistencia que no los echara fuera de
la región. Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte; y le suplicaron:
«Envíanos a los puercos para que entremos en ellos». Y se lo permitió. Entonces los
espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara -unos dos mil- se arrojó al
mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar. Los que lo habían visto les
contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos. Entonces comenzaron a rogarle
que se alejara de su término”.

Lucas 8, 30-34: “Jesús le preguntó: «¿Cuál es tu nombre? «El contestó: «Legión»; porque
habían entrado en él muchos demonios. Y le suplicaban que no les mandara irse al abismo.
Había allí una gran piara de puercos que pacían en el monte; y le suplicaron que les
permitiera entrar en ellos; y se lo permitió. Salieron los demonios de aquel hombre y
entraron en los puercos; y la piara se arrojó al lago de lo alto del precipicio, y se ahogó.
Viendo los porqueros lo que había pasado, huyeron y lo contaron por la ciudad y por las
aldeas”.

2 Pedro 2, 22: “Les ha sucedido (a los que recaen en el pecado) lo de aquel proverbio tan
cierto: «el perro vuelve a su vómito» y «la puerca lavada, a revolcarse en el cieno»”.

PULGA:
1 Samuel 24, 15: Le dijo David a Saúl, cuando lo perseguía: “¿Contra quién sale el rey de
Israel, a quién está persiguiendo? A un perro muerto, a una pulga”.

PULGÓN:
1 Reyes 8, 35-40: “«Cuando los cielos estén cerrados y no haya lluvia porque pecaron
contra ti, si oran en este lugar y alaban tu Nombre y se convierten de su pecado porque les
humillaste, escucha tú desde los cielos y perdona el pecado de tu siervo y de tu pueblo
Israel, pues les enseñarás el camino bueno por el que deberán andar, y envía lluvia sobre tu
tierra, la que diste a tu pueblo en herencia. «Cuando haya hambre en el país, cuando haya
peste, tizón, añublo, langosta o pulgón, cuando su enemigo le asedie en una de sus puertas,
en todo azote y toda enfermedad, si un hombre cualquiera, experimentando remordimiento
en su corazón, eleva cualquier plegaria o cualquier súplica y extiende las manos hacia esta
Casa, escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, perdona y da a cada uno según sus
caminos, pues tú conoces su corazón y sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los
hombres, para que te teman todos los días que vivan sobre la faz de la tierra que has dado a
nuestros padres”.

2 Crónicas 6, 28-31: “«Cuando haya hambre en esta tierra, cuando haya peste, tizón,
añublo, langosta o pulgón, cuando su enemigo le asedie en una de sus puertas, en todo
azote y toda enfermedad, si un hombre cualquiera, o todo Israel, tu pueblo, hace oraciones
y súplicas, y, reconociendo su pena y su dolor, tiende sus manos hacia esta Casa, escucha tú
desde los cielos, lugar de tu morada, y perdona, dando a cada uno según todos sus caminos,
pues tú conoces su corazón - y sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres
- para que teman y sigan tus caminos todos los días que vivan sobre la haz de la tierra que
has dado a nuestros padres”.
Salmos 105, 28-37: “Mandó tinieblas y tinieblas hubo, mas ellos desafiaron sus palabras.
Trocó en sangre sus aguas y a sus peces dio muerte. Pululó de ranas su país, hasta en las
moradas de sus reyes; mandó él, y vinieron los mosquitos, los cínifes por toda su comarca.
Les dio por lluvia el granizo, llamas de fuego en su país; hirió sus viñedos, sus higueras, y
los árboles quebró de su comarca. Dio la orden, y llegó la langosta, y el pulgón en número
incontable; comieron toda hierba en su país, comieron el fruto de su suelo. E hirió en su
país a todo primogénito, las primicias de todo su vigor; y a ellos los sacó con plata y oro, ni
uno solo flaqueó de entre sus tribus”.

Joel 1, 1-6: “Palabra de Yahveh que fue dirigida a Joel, hijo de Petuel. “¡Oíd esto,
ancianos, prestad oído, habitantes todos de la tierra! ¿Sucedió algo semejante en vuestros
días, o en los días de vuestros padres? Contádselo a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus
hijos, y sus hijos a la otra generación. Lo que dejó la oruga lo devoró la langosta, lo que
dejó la langosta lo devoró el pulgón, lo que dejó el pulgón lo devoró el saltón. ¡Despertad,
borrachos, y llorad, gemid todos los bebedores de vino, por el licor que se os ha quitado de
la boca!”. 2, 24-27: “Las eras se llenarán de trigo puro, de mosto y aceite virgen los lagares
rebosarán. «Yo os compensaré de los años en que os devoraron la langosta y el pulgón, el
saltón y la oruga, mi gran ejército, que contra vosotros envié». Comeréis en abundancia
hasta hartaros, y alabaréis el nombre de Yahveh vuestro Dios, que hizo con vosotros
maravillas. (¡Mi pueblo no será confundido jamás!). «Y sabréis que en medio de Israel
estoy yo, ¡yo, Yahveh, vuestro Dios, y no hay otro! ¡Y mi pueblo no será confundido
jamás!»”.

Nahum 3, 14, 18: “Sácate agua para el asedio, refuerza tus fortalezas, métete en la arcilla,
pisa el mortero, toma el molde de ladrillos. Allí el fuego te consumirá, la espada te
exterminará, (te devorará como el pulgón.) Multiplícate como el pulgón, multiplícate como
la langosta; multiplica tus mercaderes más que las estrellas del cielo, se despliegan los
pulgones y se vuelan, tus guardias como langostas, y tus escribas como enjambres de
insectos, que se posan en las tapias en un día de frío; sale el sol y se van, y nadie sabe
dónde. ¡Ay, cómo están dormidos tus pastores, rey de Asur! Dormitan tus capitanes, tu
pueblo está disperso por los montes, y no hay quien los reúna”.

QUEBRANTAHUESOS:

Levítico 11, 13-15: “Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no podréis
comer por ser abominación: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, el
halcón en todas sus especies, toda clase de cuervos…”.

Deuteronomio 14, 10-13: “Pero no comeréis lo que no tiene aletas y escamas: lo tendréis
por impuro. Podéis comer toda ave pura, pero las siguientes no las podréis comer: el águila,
el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, las diferentes especies de halcón…”.
RANA:

Éxodo 7, 27- 29: “Si te niegas a dejarle partir infestaré de ranas todo tu país. El Río bullirá
de ranas, que subirán y entrarán en tu casa, en tu dormitorio y en tu lecho, en las casas de
tus servidores y en tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas. Subirán la ranas sobre ti, sobre
tu pueblo, y sobre tus siervos». 8, 1-11: “Dijo Yahveh a Moisés: «Di a Aarón: Extiende tu
mano con tu cayado sobre los canales, sobre los ríos y sobre las lagunas, y haz que suban
las ranas sobre la tierra de Egipto». Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto;
subieron la ranas y cubrieron la tierra de Egipto. Pero los magos hicieron lo mismo con sus
encantamientos, e hicieron subir las ranas sobre la tierra de Egipto. Faraón llamó a Moisés
y a Aarón y dijo: «Pedid a Yahveh que aparte las ranas de mí y de mi pueblo, y yo dejaré
salir al pueblo para que ofrezca sacrificios a Yahveh». Respondió Moisés a Faraón:
«Dígnate indicarme cuándo he de rogar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que se
alejen las ranas de ti y de tus casas, y queden solamente en el Río». «Mañana», contestó el.
Replicó Moisés: «Será conforme a tu palabra, para que sepas que no hay como Yahveh,
nuestro Dios. Las ranas se apartarán de ti, de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo, y
quedarán sólo en el Río». Salieron Moisés y Aarón de la presencia de Faraón, invocó
Moisés a Yahveh acerca de las ranas que afligían a Faraón, y Yahveh hizo lo que Moisés
pedía: murieron las ranas de las casas, de los patios y de los campos. Las juntaron en
montones y el país apestaba. Pero Faraón viendo que tenía este respiro, endureció su
corazón, y no les escuchó como había predicho Yahveh”.

Salmos 78, 40-51: “¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto, le irritaron en


aquellas soledades! Otra vez a tentar a Dios volvían, a exasperar al Santo de Israel; no se
acordaron de su mano, del día en que les libró del adversario; cuando hizo en Egipto sus
señales, en el campo de Tanis sus prodigios. Trocó en sangre sus ríos y sus arroyos para
que no bebiesen. Tábanos les mandó que los comieron, y ranas que los infestaron; entregó
a la langosta sus cosechas, el fruto de su afán al saltamontes; asoló con granizo sus viñedos,
y con la helada sus sicómoros; entregó sus ganados al pedrisco y a los rayos sus rebaños.
Lanzó contra ellos el fuego de su cólera, indignación, enojo y destrucción, tropel de
mensajeros de desgracias; libre curso dio a su ira. No preservó sus almas de la muerte, a la
peste sus vidas entregó; hirió en Egipto a todo primogénito, las primicias de la raza en las
tiendas de Cam”. 105, 26-38: “Luego envió a Moisés su servidor, y Aarón, su escogido, que
hicieron entre ellos sus señales anunciadas, prodigios en el país de Cam. Mandó tinieblas y
tinieblas hubo, mas ellos desafiaron sus palabras. Trocó en sangre sus aguas y a sus peces
dio muerte. Pululó de ranas su país, hasta en las moradas de sus reyes; mandó él, y vinieron
los mosquitos, los cínifes por toda su comarca. Les dio por lluvia el granizo, llamas de
fuego en su país; hirió sus viñedos, sus higueras, y los árboles quebró de su comarca. Dio la
orden, y llegó la langosta, y el pulgón en número incontable; comieron toda hierba en su
país, comieron el fruto de su suelo. E hirió en su país a todo primogénito, las primicias de
todo su vigor; y a ellos los sacó con plata y oro, ni uno solo flaqueó de entre sus tribus.
Egipto se alegró de su salida, pues era presa del terror”.
Sabiduría 19, 10: “Recordaban todavía lo sucedido en su destierro, cómo, en vez de nacer
los mosquitos de animales, los produjo la tierra, cómo, en vez de nacer las ranas de seres
acuáticos, las vomitó el Río en abundancia”.

Apocalipsis 16, 12-14: “El sexto Ángel derramó su copa sobre el gran río Eufrates; y sus
aguas se secaron para preparar el camino a los reyes del Oriente. Y vi que de la boca del
Dragón, de la boca de la Bestia y de la boca del falso profeta, salían tres espíritus inmundos
como ranas. Son espíritus de demonios, que realizan señales y van donde los reyes de todo
el mundo para convocarlos a la gran batalla del Gran Día del Dios Todopoderoso”.

RAPOSA (as):
Cantar 2, 15: “Cazadnos las raposas, las pequeñas raposas que devastan las viñas, pues
nuestras viñas están en flor”.

Lamentaciones 5, 16-19: “Ha caído la corona de nuestra cabeza. ¡Ay de nosotros, que
hemos pecado! Por eso está dolorido nuestro corazón, por eso se nublan nuestros ojos: por
el monte Sión, que está asolado; ¡las raposas merodean en él! Mas tú, Yahveh, para
siempre te sientas; ¡tu trono de generación en generación!”.

RATA (as):
Isaías 66, 17: “Los que se consagran y los que se purifican en los jardines, detrás de uno
que está en medio, que comen carne de cerdo, cosas inmundas y de rata, a una serán
eliminados con sus acciones y sus pensamientos, - oráculo de Yahveh”.

1 Samuel 6, 3-5: “«Si queréis devolver el arca del Dios de Israel, no la devolváis de vacío,
ofrecedle una reparación y entonces sanaréis y sabréis por qué no se ha apartado su mano
de vosotros». Preguntaron ellos: «¿Qué reparación hemos de ofrecer?» Y respondieron:
«Conforme al número de los tiranos de los filisteos, cinco tumores de oro y cinco ratas de
oro, porque el mismo castigo sufrís vosotros que vuestros tiranos. Haced imágenes de
vuestros tumores y de vuestras ratas que devastan el país y dad gloria al Dios de Israel.
Acaso aligere su mano de sobre vosotros, vuestros dioses y vuestra tierra”. 6, 11-13:
“Colocaron sobre la carreta el arca de Yahveh y el cofre con las ratas de oro y las imágenes
de sus tumores. Tomaron las vacas en derechura por el camino de Bet Semes y mantuvieron
la misma ruta; caminaban mugiendo, sin desviar ni a derecha ni a izquierda. Los tiranos de
los filisteos las siguieron hasta los confines de Bet Semes. Estaban los de Bet Semes
segando el trigo en el valle, y alzando la vista vieron el arca y fueron gozosos a su
encuentro”. 6, 17-18: “Éstos son los tumores de oro que los filisteos ofrecieron en
reparación a Yahveh: uno por Asdod, uno por Gaza, uno por Ascalón, uno por Gat, uno por
Ecrón. Y ratas de oro, tantas cuantas son las ciudades de los filisteos, las de los cinco
tiranos, desde las ciudades fortificadas hasta las aldeas abiertas. Testigo, la gran piedra
sobre la que se colocó el arca de Yahveh y que está en el campo de Josué de Bet Semes,
hasta el día de hoy”.

RATÓN:
Levítico 11, 29-30: “De entre los bichos pequeños que andan arrastrándose por el suelo
serán impuros para vosotros: la comadreja, el ratón el lagarto en sus diversas especies, el
erizo, el cocodrilo, el camaleón, la salamandra y el topo”.

REBAÑO (os):
Génesis 4, 4-5: "También Abel hizo una oblación de los primogénitos de su rebaño, y de la
grasa de los mismos. Yahveh miró propicio a Abel y su oblación, mas no miró propicio a
Caín y su oblación, por lo cual se irritó Caín en gran manera y se abatió su rostro". 26, 14:
"Isaac tenía rebaños de ovejas y vacadas y copiosa servidumbre. Los filisteos le tenían
envidia". 27, 9-10: Le dijo Rebeca a Jacob: "Ve al rebaño y tráeme de allí dos cabritos
hermosos. Yo haré con ellos un guiso suculento para tu padre como a él le gusta, y tú se lo
presentas a tu padre, que lo comerá, para que te bendiga antes de su muerte»". 29, 1-3:
"Jacob se puso en marcha y se fue al país de los orientales. Cuando he aquí que divisa un
pozo en el campo, y allí mismo tres rebaños de ovejas sesteando junto a él, pues de aquel
pozo se abrevaban los rebaños. Sobre la boca del pozo había una gran piedra. Allí se
reunían todos los rebaños: se revolvía la piedra de encima de la boca del pozo, abrevaban
las ovejas, y devolvían la piedra a su sitio sobre la boca del pozo". 29, 7-8: "Dijo él:
«Todavía es muy de día, no es hora de recoger el ganado; abrevad las ovejas, e id a
apacentarlas». Contestaron: «No podemos hasta que se reúnan todos los rebaños y se
revuelva la piedra de sobre la boca del pozo. Entonces abrevaremos las ovejas»". 30, 31-36:
"Dijo Labán: «¿Qué he de darte?» Respondió Jacob: «No me des nada. Si haces por mí
esta, volveré a apacentar tu rebaño. Fíjate bien: Voy a desfilar hoy con todo tu rebaño.
Aparta toda oveja negra y las cabras pintas y manchadas, y eso será mi paga, y la garantía
de mi honradez el día de mañana. Cuando te presente a controlar mi paga, todo lo que no
fuere pinto y manchado entre las cabras y negro entre los corderos, será lo que he robado.»
Dijo Labán: «Bien, sea como dices». Y aquel mismo día apartó los machos cabríos listados
y manchados, todo lo que tenía en sí algo de blanco, así como todo lo negro entre las
ovejas, y lo confió a sus hijos, interponiendo tres jornadas de camino entre él y Jacob. Este
último apacentaba el resto del rebaño de Labán". 30, 40-43: "Luego separó Jacob los
machos, echándolos a lo listado y negro que ahora había en el rebaño de Labán, y así se fue
formando unos hatajos propios, que no mezclaba con el rebaño de Labán. Además, siempre
que se calentaban las reses vigorosas, poníales Jacob las varas ante los ojos en las pilas,
para que se calentaran bajo el influjo de las varas; mas cuando el ganado estaba débil, no
las ponía de modo que las crías débiles eran para Labán, y las vigorosas para Jacob. Así que
éste medró muchísimo, y llegó a tener rebaños numerosos, y siervas y siervos y camellos y
asnos". 31, 4-13: "Jacob envió a llamar a Raquel y a Lía al campo, donde estaba su rebaño,
y les dijo: «Vengo observando que vuestro padre ya no me mira como antes; pero el Dios
de mi padre ha estado conmigo. Vosotras sabéis que he servido a vuestro padre con todas
mis fuerzas; pero vuestro padre ha trapaceado conmigo y ha cambiado mi retribución una
docena de veces, si bien Dios no le ha dejado perjudicarme. Si él decía: Tu paga serán las
reses pintas, entonces todas las ovejas parían pintas. Y si decía: Tu paga será lo listado,
entonces todas las ovejas parían listado. De esta suerte Dios ha quitado el ganado a vuestro
padre y me lo ha dado a mí. Pues bien: en la época de calentarse el rebaño, alcé los ojos y
vi en un sueño cómo los machos que montaban al rebaño eran listados, pintos y salpicados.
Y me dijo el Angel de Dios en aquel sueño: "¡Jacob!" Yo respondí: "Aquí estoy". Y dijo:
Alza los ojos, y verás que todos los machos que montan al rebaño son listados, pintos y
salpicados. Es que he visto todo lo que Labán te ha hecho. hecho. Yo soy el Dios que se te
apareció en Betel, donde ungiste una estela y donde me hiciste aquel voto. Ahora, levántate,
sal de esta tierra y vuelve a tu país natal»". 31, 38: "En veinte años que llevo contigo, tus
ovejas y tus cabras nunca han malparido, y los machos de tu rebaño nunca me los he
comido". 33, 13: "El le dijo: «Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo conmigo
ovejas y vacas criando; un día de ajetreo bastaría para que muriese todo el rebaño". 33, 12-
17: "Pasaron muchos días, y murió la hija de Súa, la mujer de Judá. Cuando Judá se hubo
consolado, subió a Timná para el trasquileo de su rebaño, junto con Jirá su compañero
adulamita. Se lo notificaron a Tamar: «Oye, tu suegro sube a Timná para el trasquileo de su
rebaño». Entonces ella se quitó de encima sus ropas de viuda y se cubrió con el velo, y bien
disfrazada se sentó en Petaj Enáyim, que está a la vera del camino de Timná. Veía, en
efecto, que Selá había crecido, pero que ella no le era dada por mujer. Judá la vio y la tomó
por una ramera, porque se había tapado el rostro, y desviándose hacia ella dijo: «Déjame ir
contigo» - pues no la reconoció como su nuera. Dijo ella: «¿Y qué me das por venir
conmigo?». «Te mandaré un cabrito de mi rebaño». - «Si me das prenda hasta que me lo
mandes...»". 34, 27-29: "Los hijos de Jacob pasaron sobre los muertos, pillaron la ciudad
que había violado a su hermana, se apoderaron de sus rebaños, vacadas y asnos, cuanto
había en la ciudad y cuanto había en el campo, saquearon toda su hacienda y sus
pequeñuelos y sus mujeres, y pillaron todo lo que había dentro". 47, 4: "Y dijeron a Faraón:
«Hemos venido a residir en esta tierra, porque no hay pastos para los rebaños que tienen
tus siervos, por ser grave el hambre en Canaán. Así pues, deja morar a tus siervos en el país
de Gosen»". 50, 7-8: "Subió José a enterrar a su padre, y con él subieron todos los
servidores de Faraón, los más viejos de palacio, y todos los ancianos de Egipto, así como
toda la familia de José, sus hermanos y la familia de su padre. Tan sólo a sus pequeñuelos,
sus rebaños y vacadas, dejaron en el país de Gosen".

Éxodo 2, 17-19: "Pero vinieron los pastores y las echaron. Entonces, levantándose Moisés,
salió en su defensa y les abrevó el rebaño. Al volver ellas a donde su padre Reuel, éste les
dijo: «Cómo es que venís hoy tan pronto?». Respondieron: «Un egipcio nos libró de las
manos de los pastores, y además sacó agua para nosotras y abrevó el rebaño.»". 3, 1:
"Moisés era pastor del rebaño de Jetró su suegro, sacerdote de Madián. Una vez llevó las
ovejas más allá del desierto; y llegó hasta Horeb, la montaña de Dios". 12, 31-32: " Llamó
Faraón a Moisés y a Aarón, durante la noche, y les dijo: «Levantaos y salid de en medio de
mi pueblo, vosotros y los israelitas, e id a dar culto a Yahveh, como habéis dicho. Tomad
también vuestros rebaños y vuestras vacadas, como dijisteis. Marchaos y bendecidme
también a mí»".12, 37-38: "Los israelitas partieron de Ramsés hacia Sukkot, unos
seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. Salió también con ellos una
muchedumbre abigarrada y grandes rebaños de ovejas y vacas".

Levítico 5, 15: "Si alguien comete una prevaricación pecando por inadvertencia contra los
derechos sagrados de Yahveh, ofrecerá a Yahveh, como sacrificio de reparación, un carnero
del rebaño, sin defecto, valorado en siclos de plata, en siclos del Santuario, como sacrificio
de reparación". 5, 18: "Llevará al sacerdote, como sacrificio de reparación, un carnero del
rebaño, sin defecto, según su valoración; y el sacerdote hará expiación por él a causa del
error que cometió sin darse cuenta, y se le perdonará". 5, 25: "Entregará para Yahveh su
sacrificio de reparación: un carnero del rebaño, sin defecto, según su valoración, como
sacrificio de reparación ante el sacerdote".

Números 11. 21-22: "Moisés respondió: «El pueblo en que estoy cuenta seiscientos mil de
a pie, ¿y tú dices que les darás carne para comer un mes entero? Aunque se mataran para
ellos rebaños de ovejas y bueyes, ¿bastaría acaso? Aunque se juntaran todos los peces del
mar ¿habría suficiente?»". 20, 19: "Le respondieron los israelitas: «Seguiremos por la
calzada, y si bebemos agua tuya, yo y mis rebaños, pagaremos su precio. Se trata de pasar a
pie: no tiene importancia»". 27, 15-17: "Habló Moisés a Yahveh y le dijo: «Que Yahveh,
Dios de los espíritus de toda carne, ponga un hombre al frente de esta comunidad, uno que
salga y entre delante de ellos y que los haga salir y entrar, para que no quede la comunidad
de Yahveh como rebaño sin pastor»". 31, 9: "Los israelitas hicieron cautivas a las mujeres
de Madián y a sus niños y saquearon su ganado, sus rebaños, y todos sus bienes". 32, 1-4:
"Los hijos de Rubén y los hijos de Gad tenían muchos rebaños, muy grandes. Vieron que el
país de Yazer y el país de Galaad eran tierra propia para el pastoreo, y los hijos de Gad y
los hijos de Rubén fueron y dijeron a Moisés, al sacerdote Eleazar y a los principales de la
comunidad: «Atarot, Dibón, Yazer, Nimrá, Jesbón, Elalé, Sebam, Nebo, y Meón, el país
que Yahveh conquistó delante de la comunidad de Israel es tierra de ganado, y tus siervos
tienen ganado»". 32, 24: "Construíos ciudades para vuestros niños, y rediles para vuestros
rebaños; pero haced lo que habéis prometido»". 32, 25-26: "Dijeron los hijos de Gad y los
hijos de Rubén a Moisés: «Tus siervos harán como mi Señor manda. Nuestros hijos,
nuestras mujeres, nuestros rebaños y todo nuestro ganado, se quedarán aquí en las ciudades
de Galaad". 32, 34-38: "Los hijos de Rubén construyeron las plazas fuertes de Dibón,
Atarot y Aroer, Atrot Sofán, Yazer, Yogbohá, Bet Nimrá, Bet Harán, y rediles para los
rebaños. Los hijos de Rubén construyeron Jesbón, Elalé, Quiryatáyim, Nebo, Baal Meón,
cambiadas de nombre, y Sibmá. Y pusieron nombres a las ciudades que construyeron". .

Deuteronomio 3, 18-20: "Yo os ordené entonces: «Yahveh, vuestro Dios, os ha dado esta
tierra en posesión. Vosotros pasaréis armados al frente de vuestros hermanos los israelitas,
todos hombres de armas. Sólo vuestras mujeres, vuestros hijos y vuestros rebaños (pues sé
que tenéis rebaños numerosos) quedarán en las ciudades que yo os he dado, hasta que
Yahveh conceda reposo a vuestros hermanos, como a vosotros, y ellos también hayan
tomado posesión de la tierra que Yahveh vuestro Dios les ha dado al otro lado del Jordán;
entonces volveréis cada uno a la heredad que yo os he dado»". 7, 13-14: "Te amará, te
bendecirá, te multiplicará, bendecirá el fruto de tu seno y el fruto de tu suelo, tu trigo, tu
mosto, tu aceite, las crías de tus vacas y las camadas de tus rebaños, en el suelo que a tus
padres juró que te daría. Serás bendito más que todos los pueblos. No habrá macho ni
hembra estéril en ti ni en tus rebaños".

Josué 1, 13-15: "«Recordad la orden que os dio Moisés, siervo de Yahveh: Yahveh vuestro
Dios os ha concedido descanso, dándoos esta tierra. Vuestras mujeres, vuestros pequeños y
vuestros rebaños se quedarán en la tierra que os ha dado Moisés al otro lado del Jordán.
Pero vosotros, todos los guerreros esforzados, pasaréis en orden de batalla al frente de
vuestros hermanos y les ayudaréis hasta que Yahveh conceda descanso a vuestros hermanos
igual que a vosotros, y también ellos tomen posesión de la tierra que Yahveh vuestro Dios
les da. Entonces volveréis al país que os pertenece, el que os dio Moisés, siervo de Yahveh,
al lado oriental del Jordán»". 22, 7-8: "Cuando los mandó Josué a sus tiendas, les dio la
bendición y les dijo: «Volvéis a vuestras tiendas con grandes riquezas, rebaños numerosos,
plata, oro, bronce, hierro y gran cantidad de vestidos; repartid con vuestros hermanos el
botín de vuestros enemigos»".

Jueces 5, 16: "¿Por qué te has quedado en los corrales, escuchando silbidos entre los
rebaños, en los arroyos de Rubén, magnánimas decisiones?. 18, 21: "Reemprendieron el
camino colocando en la cabeza a las mujeres, los niños, los rebaños y los objetos
preciosos".

1 Samuel 8, 17: Vuestro futuro rey "sacará el diezmo de vuestros rebaños y vosotros
mismos seréis sus esclavos". 16, 11: "Preguntó, pues, Samuel a Jesé: «¿No quedan ya más
muchachos?» El respondió: «Todavía falta el más pequeño, que está guardando el rebaño.»
Dijo entonces Samuel a Jesé: «Manda que lo traigan, porque no comeremos hasta que haya
venido»". 16, 19: "Despachó Saúl mensajeros a Jesé que le dijeran: «Envíame a tu hijo
David, el que está con el rebaño»". 17, 14-20: "David era el más pequeño; cuanto a los tres
mayores, habían seguido a Saúl. (David alternaba sus viajes al campamento de Saúl con el
cuidado del rebaño de su padre en Belén). El filisteo se acercaba mañana y tarde y se
presentó así durante cuarenta días. Jesé dijo a su hijo David: «Lleva a tus hermanos esta
medida de trigo tostado y estos diez panes y corre al campamento a donde tus hermanos. Y
estos diez requesones llévalos al jefe de millar; entérate de la salud de tus hermanos y toma
señal de recibo de ellos. Están Saúl, ellos y todos los hombres de Israel en el valle del
Terebinto, guerreando con los filisteos». Se levantó David de madrugada, dejó el rebaño al
guarda y, tomado las cosas, se fue como le había mandado Jesé, y llegó al círculo del
campamento justo cuando salía el ejército para ordenarse en batalla, lanzando el grito de
guerra". 17, 28-35: "Se enteró Eliab, su hermano mayor, de su pregunta a los hombres y se
encendió en cólera Eliab contra David, y le dijo: «¿Para qué has bajado, y a quién has
dejado aquel pequeño rebaño en el desierto? Ya sé yo tu atrevimiento y la maldad de tu
corazón. Has bajado para ver la batalla». Respondió David: «Pues ¿qué he hecho yo? ¿es
que uno no puede hablar?». Y volviéndose se dirigió a otro y preguntó lo mismo y la gente
le respondió como la primera vez. Fueron oídas las palabras que decía David y se lo
contaron a Saúl, que le hizo venir. Dijo David a Saúl: «Que nadie se acobarde por ése. Tu
siervo irá a combatir con ese filisteo». Dijo Saúl a David: «No puedes ir contra ese filisteo
para luchar con él, porque tú eres un niño y él es hombre de guerra desde su juventud».
Respondió David a Saúl: «Cuando tu siervo estaba guardando el rebaño de su padre y
venía el león o el oso y se llevaba una oveja del rebaño, salía tras él, le golpeaba y se la
arrancaba de sus fauces, y si se revolvía contra mí, lo sujetaba por la quijada y lo golpeaba
hasta matarlo". 25, 2: "Había un hombre en Maón que tenía su hacienda en Carmelo. Era un
hombre muy rico; poseía tres mil ovejas y mil cabras. Estaba entonces en Carmelo,
esquilando su rebaño". 25, 3-6: "El hombre se llamaba Nabal y su mujer se llamaba
Abigaíl; ella era muy prudente y hermosa, pero el hombre era duro y de mala conducta. Era
calebita. Supo David en el desierto que Nabal estaba esquilando su rebaño y mandó diez
muchachos diciéndoles: «Subid a Carmelo y llegad donde Nabal y le saludáis en mi
nombre, y hablad así a mi hermano; Salud para ti, salud para tu casa y salud para todo lo
tuyo". 35, 5: "Fue David con sus hombres a Queilá, atacó a los filisteos, se llevó sus
rebaños, les causó una gran mortandad y libró David a los habitantes de Queilá".

2 Samuel 7, 8: "Ahora pues di esto a mi siervo David: Así habla Yahveh Sebaot: Yo te he
tomado del pastizal, de detrás del rebaño, para que seas caudillo de mi pueblo Israel".

1 Reyes 20, 27: "Se pasó revista a los israelitas que fueron provistos de vituallas y
marcharon a su encuentro. Los israelitas acamparon frente a ellos como dos rebaños de
cabras, mientras que los arameos llenaban la tierra".

2 Reyes 5, 26: "Naamán le replicó: «¿No iba contigo mi corazón cuando un hombre saltó
de su carro a tu encuentro? Ahora has recibido plata y puedes adquirir jardines, olivares y
viñas, rebaños de ovejas y bueyes, siervos y siervas".

1 Crónicas 17, 7: "Di, pues, ahora esto a mi siervo David: Así habla Yahveh Sebaot: Yo te
he tomado del pastizal, de detrás del rebaño, para que seas caudillo de mi pueblo Israel".

2 Crónicas 32, 28: "Tuvo también almacenes para las rentas de trigo, de mosto y de aceite;
pesebres para toda clase de ganado y apriscos para los rebaños".

Tobías 7, 7-8: "También lloró su mujer Edna y su hija Sara. Mató luego un carnero del
rebaño y los acogió con toda cordialidad".

Judit 2, 26-27: "Cercó a todos los madianitas, incendió sus tiendas y saqueó sus aduares;
descendió hacia la llanura de Damasco, al tiempo de la siega del trigo, incendió todos sus
cultivos, exterminó sus rebaños de ovejas y bueyes, saqueó sus ciudades, devastó sus
campos y pasó a cuchillo a todos sus jóvenes". 3, 3: "Nuestras granjas y todo nuestro
territorio, nuestros campos de trigo, los rebaños de ovejas y bueyes, todas las majadas de
nuestros campamentos, están a tu disposición. Haz con ellos lo que quieras". 8, 25-27:
"«Por todo esto, debemos dar gracias al Señor nuestro Dios que ha querido probarnos como
a nuestros padres. Recordad lo que hizo con Abraham, las pruebas por que hizo pasar a
Isaac, lo que aconteció a Jacob en Mesopotamia de Siria, cuando pastoreaba los rebaños de
Labán, el hermano de su madre. Como les puso a ellos en el crisol para sondear sus
corazones, así el Señor nos hiere a nosotros, los que nos acercamos a él, no para
castigarnos, sino para amonestarnos»". 11, 19: " Yo te guiaré por medio de Judea hasta
llegar a Jerusalén y haré que te asientes en medio de ella. Tú los llevarás como rebaño sin
pastor, y ni un perro ladrará contra ti. He tenido el presentimiento de todo esto; me ha sido
anunciado y he sido enviada para comunicártelo»".

Job 1, 9-10: "Respondió el Satán a Yahveh: «Es que Job teme a Dios de balde? ¿No has
levantado tú una valla en torno a él, a su casa y a todas sus posesiones? Has bendecido la
obra de sus manos y sus rebaños hormiguean por el país". 24, 1-3: "¿Por qué Sadday no se
reserva tiempos, y los que le conocen no contemplan sus días? Los malvados remueven los
mojones, roban el rebaño y su pastor. Se llevan el asno de los huérfanos, toman en prenda
el buey de la viuda".

Salmos 65, 12-14: "Tú coronas el año con tu benignidad, de tus rodadas cunde la grosura;
v13 destilan los pastos del desierto, las colinas se ciñen de alegría; las praderas se visten de
rebaños, los valles se cubren de trigo; ¡y los gritos de gozo, y las canciones!". 74, 1: "¿Por
qué has de rechazar, oh Dios, por siempre, por qué humear de cólera contra el rebaño de tu
pasto?". 77, 21: "Tú guiaste a tu pueblo cual rebaño por la mano de Moisés y de Aarón".
78, 45-48: "Tábanos les mandó que los comieron, y ranas que los infestaron; entregó a la
langosta sus cosechas, el fruto de su afán al saltamontes; asoló con granizo sus viñedos, y
con la helada sus sicómoros; entregó sus ganados al pedrisco y a los rayos sus rebaños".
78, 51-53: "Hirió en Egipto a todo primogénito, las primicias de la raza en las tiendas de
Cam. Y sacó a su pueblo como ovejas, cual rebaño los guió por el desierto; los guió en
seguro, sin temor, mientras el mar cubrió a sus enemigos". 78, 70-71: "Y eligió a David su
servidor, le sacó de los apriscos del rebaño, le trajo de detrás de las ovejas, para pastorear a
su pueblo Jacob, y a Israel, su heredad". 79, 13: "Y nosotros, tu pueblo, rebaño de tu pasto,
eternamente te daremos gracias, de edad en edad repetiremos tu alabanza". 80, 2-3: "Pastor
de Israel, escucha, tú que guías a José como un rebaño; tú que estás sentado entre querubes,
resplandece ante Efraím, Benjamín y Manasés; ¡despierta tu poderío, y ven en nuestro". 95,
7: "Porque él es nuestro Dios, y nosotros el pueblo de su pasto, el rebaño de su mano". 100,
3: "Sabed que Yahveh es Dios, él nos ha hecho y suyos somos, su pueblo y el rebaño de su
pasto". 107, 41-42: "Mas él recobra de la miseria al pobre, aumenta como un rebaño las
familias; los hombres rectos lo ven y se recrean, y toda iniquidad cierra su boca".

Proverbios 27, 23-24: "Conoce a fondo el estado de tu ganado, aplica tu corazón a tu


rebaño; porque no es eterna la riqueza, no se transmite una corona de edad en edad".

Qohelet 12, 11-12: "Las palabras de los sabios son como aguijadas, o como estacas
hincadas, puertas por un pastor para controlar el rebaño. Lo que de ellas se saca, hijo mío,
es ilustrarse. Componer muchos libros es nunca acabar, y estudiar demasiado daña la
salud".

Cantar 1, 7: "Indícame, amor de mi alma, dónde apacientas el rebaño, dónde lo llevas a


sestear a mediodía, para que no ande yo como errante tras los rebaños de tus compañeros.
4, 1-2: "¡Qué bella eres, amada mía, qué bella eres! Palomas son tus ojos a través de tu
velo; tu melena, cual rebaño de cabras, que ondulan por el monte Galaad. Tus dientes, un
rebaño de ovejas de esquileo que salen de bañarse: todas tienen mellizas, y entre ellas no
hay estéril". 6, 5-6: "Retira de mí tus ojos, que me subyugan. Tu melena cual rebaño de
cabras que ondulan por el monte Galaad. Tus dientes, un rebaño de ovejas, que salen de
bañarse. Todas tienen mellizas, y entre ellas no hay estéril".

Sirácida 7, 22-24: "¿Tienes rebaños? Pásales revista; y si te dan ganancia, consérvalos.


¿Tienes hijos? Adoctrínalos, doblega su cerviz desde su juventud. ¿Tienes hijas? Cuídate de
ellas, y no pongas ante ellas cara muy risueña". 18, 13: "La misericordia del hombre sólo
alcanza a su prójimo, la misericordia del Señor abarca a todo el mundo. El reprende,
adoctrina y enseña, y hace volver, como un pastor, a su rebaño".

Isaías 32, 13-14: "Sobre el solar de mi pueblo zarza y espino crecerá, y también sobre todas
las casas de placer de la villa alegre, porque el alcázar habrá sido abandonado, el genio de
la ciudad habrá desaparecido; Ofel y el Torreón quedarán en adelante vacíos por siempre,
para delicia de asnos y pastizal de rebaños". 40, 11: "Como pastor pastorea su rebaño:
recoge en brazos los corderitos, en el seno los lleva, y trata con cuidado a las paridas". 61,
5: "Vendrán extranjeros y apacentarán vuestros rebaños, e hijos de extraños serán vuestros
labradores y viñadores". 63, 11-14: "Entonces se acordó de los días antiguos, de Moisés su
siervo. ¿Dónde está el que los sacó de la mar, el pastor de su rebaño? ¿Dónde el que puso
en él su Espíritu santo, el que hizo que su brazo fuerte marchase al lado de Moisés, el que
hendió las aguas ante ellos para hacerse un nombre eterno, el que les hizo andar por los
abismos como un caballo por el desierto, sin que tropezaran, cual ganado que desciende al
valle?".

Jeremías 6, 2-3: "¿Acaso a una deliciosa pradera te comparas, hija de Sión? A ella vienen
pastores con sus rebaños, han montado las tiendas, junto a ella en derredor, y apacientan
cada cual su manada". 31, 24-25: "Y morarán allí Judá y todas sus ciudades juntamente, los
labradores y los que trashuman con el rebaño, porque yo empaparé el alma agotada y toda
alma macilenta colmaré". 49, 20: "Así pues, oíd la decisión que Yahveh ha tomado sobre
Edom y sus planes sobre los moradores de Temán. Juro que les han de llevar a rastras las
crías de los rebaños, que asolarán sobre ellos sus pastizales". 49, 29: "Sus tiendas y
rebaños serán tomados; sus toldos y todo su ajuar y sus camellos les serán arrebatados, y a
ellos se les llamará «Terror por doquier»". .50, 8: "Emigrad de Babilonia, y del país de los
caldeos salid. Sed como los machos cabríos al frente del rebaño". 50, 17: "Rebaño disperso
es Israel: leones lo ahuyentaron. El rey de Asiria lo devoró el primero, y Nabucodonosor,
rey de Babilonia, lo quebrantó después". 50, 45: "Así pues, oíd la decisión que Yahveh ha
tomado sobre Babilonia y sus planes sobre el país de los caldeos. Juro que les han de llevar
a rastras las crías de los rebaños, que asolarán sobre ellos sus pastizales".

Ezequiel 34, 1-16: "La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos: Hijo de
hombre, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza. Dirás a los pastores: Así dice el
Señor Yahveh: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los
pastores apacentar el rebaño? Vosotros os habéis tomado la leche, os habéis vestido con la
lana, habéis sacrificado las ovejas más pingües; no habéis apacentado el rebaño. No habéis
fortalecido a las ovejas débiles, no habéis cuidado a la enferma ni curado a la que estaba
herida, no habéis tornado a la descarriada ni buscado a la perdida; sino que las habéis
dominado con violencia y dureza. Y ellas se han dispersado, por falta de pastor, y se han
convertido en presa de todas las fieras del campo; andan dispersas. Mi rebaño anda errante
por todos los montes y altos collados; mi rebaño anda disperso por toda la superficie de la
tierra, sin que nadie se ocupe de él ni salga en su busca. Por eso, pastores, escuchad la
palabra de Yahveh: Por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, lo juro: Porque mi rebaño ha
sido expuesto al pillaje y se ha hecho pasto de todas las fieras del campo por falta de pastor,
porque mis pastores no se ocupan de mi rebaño, porque ellos, los pastores, se apacientan a
sí mismos y no apacientan mi rebaño; por eso, pastores, escuchad la palabra de Yahveh.
Así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy yo contra los pastores: reclamaré mi rebaño de sus
manos y les quitaré de apacentar mi rebaño. Así los pastores no volverán a apacentarse a sí
mismos. Yo arrancaré mis ovejas de su boca, y no serán más su presa. Porque así dice el
Señor Yahveh: Aquí estoy yo; yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él. Como un
pastor vela por su rebaño cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, así velaré
yo por mis ovejas. Las recobraré de todos los lugares donde se habían dispersado en día de
nubes y brumas. Las sacaré de en medio de los pueblos, las reuniré de los países, y las
llevaré de nuevo a su suelo. Las pastorearé por los montes de Israel, por los barrancos y por
todos los poblados de esta tierra. Las apacentaré en buenos pastos, y su majada estará en los
montes de la excelsa Israel. Allí reposarán en buena majada; y pacerán pingües pastos por
los montes de Israel. Yo mismo apacentaré mis ovejas y yo las llevaré a reposar, oráculo
del Señor Yahveh. Buscaré la oveja perdida, tornaré a la descarriada, curaré a la herida,
confortaré a la enferma; pero a la que está gorda y robusta la exterminaré: las pastorearé
con justicia". 34, 31: "Vosotras, ovejas mías, sois el rebaño humano que yo apaciento, y yo
soy vuestro Dios, oráculo del Señor Yahveh". 36, 37-38: "Así dice el Señor Yahveh: Me
dejaré todavía buscar por la casa de Israel, para hacer por ellos esto: multiplicarlos como un
rebaño humano, como un rebaño de reses consagradas, como el rebaño reunido en
Jerusalén, en las fiestas solemnes. Así se llenarán de un rebaño humano vuestras ciudades
en ruinas, y se sabrá que yo soy Yahveh". 43, 23-25: "Cuando hayas acabado de quitar el
pecado, ofrecerás un novillo sin defecto y un carnero del rebaño sin defecto. Los ofrecerás
delante de Yahveh, y los sacerdotes les echarán sal y los ofrecerán en holocausto a Yahveh.
Durante siete días ofrecerás el macho cabrío del sacrificio por el pecado, cada día; se hará
también el sacrificio del novillo y del carnero sin defecto tomado del rebaño". 45, 15: "Se
reservará una oveja por cada rebaño de doscientas de las praderas de Israel, para la
oblación, el holocausto y el sacrificio de comunión, como expiación por ellos, oráculo del
Señor Yahveh".

Baruc 4, 26: "Mis hijos más delicados han marchado por ásperos caminos, han sido
llevados como rebaño arrebatado por enemigos".

Amós 6, 4-6: "Acostados en camas de marfil, arrellenados en sus lechos, comen corderos
del rebaño y becerros sacados del establo, canturrean al son del arpa, se inventan, como
David, instrumentos de música, beben vino en anchas copas, con los mejores aceites se
ungen, mas no se afligen por el desastre de José". 7, 15: "Pero Yahveh me tomó de detrás
del rebaño, y Yahveh me dijo: "Ve y profetiza a mi pueblo Israel".
Joel 1, 18: "¡Cómo muge el ganado, cómo vagan sin rumbo los rebaños de vacas, porque
no hay pastor para ellos! ¡Hasta los rebaños de ovejas tienen que expiar!".

Miqueas 2, 12: "Voy a reunir a Jacob todo entero, voy a recoger al Resto de Israel; los
agruparé como ovejas en el aprisco, como rebaño en medio del pastizal, harán estrépito
lejos de los hombres". 4, 7-8: "De las cojas haré un Resto, de las alejadas una nación fuerte.
Entonces reinará Yahveh sobre ellos en el monte Sión, desde ahora y por siempre. Y tú,
Torre del Rebaño, Ofel de la hija de Sión, va a venir, va a entrar en ti el dominio de antaño,
la realeza de la hija de Jerusalén". 5, 7: "Será entonces el Resto de Jacob entre las naciones,
en medio de pueblos numerosos, como león entre las bestias de la selva, como leoncillo
entre los rebaños de ganado menor, que si pasa, pisotea, y si desgarra, no hay quien libre".
7, 14: "Apacienta tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que mora solitario en la
selva, en medio de un campo feraz Que pazcan en Basán y Galaad como en los días de
antaño".

Oseas 12, 13-14: "Huyó Jacob a la campiña de Aram, sirvió Israel por una mujer, por una
mujer guardó rebaños. Por un profeta subió Yahveh a Israel de Egipto, y por un profeta fue
Guardado".

Sofonías 2, 12-14: "También vosotros, etíopes: «Víctimas de mi espada serán ellos». El


extenderá su mano contra el norte, destruirá a Asur, y dejará a Nínive en desolación, árida
como el desierto. Se tumbarán en medio de ella los rebaños, toda suerte de animales: hasta
el pelícano, hasta el erizo, pasarán la noche entre sus capiteles. El búho cantará en la
ventana, y el cuervo en el umbral, porque el cedro fue arrancado".

Malaquías 1, 14: "¡Maldito el tramposo que tiene macho en su rebaño, pero que promete
en voto y sacrifica al Señor bestia defectuosa! ¡Que yo soy un gran Rey, dice Yahveh
Sebaot, y mi Nombre es terrible entre las naciones!".

Zacarías 9, 16: "Los salvará Yahveh su Dios el día aquel, como rebaño de su pueblo,
porque serán piedras de diadema refulgentes sobre su suelo". 10, 3: "Contra los pastores
arde mi cólera y a los machos cabríos visitaré. Cuando Yahveh Sebaot visite a su rebaño, la
Casa de Judá, hará de ellos como su caballo de honor en el combate".

Mateo 26, 31: "Entonces les dice Jesús: «Todos vosotros vais a escandalizaros de mí esta
noche, porque está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño".

Lucas 2, 8: "Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por
turno durante la noche su rebaño". 12, 32: "«No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro
Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino".

Juan 10, 16: "También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las
tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor".
Hechos 20, 29-30: "«Yo sé que, después de mi partida, se introducirán entre vosotros lobos
crueles que no perdonarán al rebaño; y también que de entre vosotros mismos se levantarán
hombres que hablarán cosas perversas, para arrastrar a los discípulos detrás de sí".

1 Corintios 9, 6-7: "¿Acaso únicamente Bernabé y yo estamos privados del derecho de no


trabajar? ¿Quién ha militado alguna vez a cosa propia? ¿Quién planta una viña y no come
de sus frutos? ¿Quién apacienta un rebaño y no se alimenta de la leche del rebaño?".

REBECO (as):
Job 39, 1-8: “¿Sabes cuándo hacen las rebecas sus crías? ¿Has observado el parto de las
ciervas? ¿Has contado los meses de su gestación? ¿Sabes la época de su alumbramiento?
Entonces se acurrucan y paren a sus crías, echan fuera su camada. Y cuando ya sus crías se
hacen fuertes y grandes, salen al desierto y no vuelven más a ellas. ¿Quién dejó al onagro
en libertad y soltó las amarras del asno salvaje? Yo le he dado la estepa por morada, por
mansión la tierra salitrosa. Se ríe del tumulto de las ciudades, no oye los gritos del arriero;
explora las montañas, pasto suyo, en busca de toda hierba verde”.

REPTIL (es):
Deuteronomio 4, 15-18: "Tened mucho cuidado de vosotros mismos: puesto que no visteis
figura alguna el día en que Yahveh os habló en el Horeb de en medio del fuego, no vayáis a
pervertiros y os hagáis alguna escultura de cualquier representación que sea: figura
masculina o femenina, figura de alguna de las bestias de la tierra, figura de alguna de las
aves que vuelan por el cielo, figura de alguno de los reptiles que serpean por el suelo,
figura de alguno de los peces que hay en las aguas debajo de la tierra". 32, 23-24:
"Acumularé desgracias sobre ellos, agotaré en ellos mis saetas. Andarán extenuados de
hambre, consumidos de fiebre y mala peste. Dientes de fieras mandaré contra ellos, veneno
de reptiles".

1 Reyes 5, 13: "Salomón habló sobre las plantas, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo
que brota en el muro; habló de los cuadrúpedos, de las aves, de los reptiles y de los peces".

Job 12, 7-9: "Pero interroga a las bestias, que te instruyan, a las aves del cielo, que te
informen. Te instruirán los reptiles de la tierra, te enseñarán los peces del mar. Pues entre
todos ellos, ¿quién ignora que la mano de Dios ha hecho esto?".

Sabiduría 11, 16: "Por sus locos e inicuos pensamientos por los que, extraviados, adoraban
reptiles sin razón y bichos despreciables, les enviaste en castigo muchedumbre de animales
sin razón, para que aprendiesen que, por donde uno peca, por allí es castigado". 17, 9-10:
"Incluso cuando otro espanto no les atemorizara, sobresaltados por el paso de los bichos y
el silbido de los reptiles, se morían de miedo, y rehusaban mirar aquel aire que de ninguna
manera podían evitar".

Sirácida 10, 10-11: "La larga enfermedad deja perplejo al médico, y el que hoy es rey
fenecerá mañana. Y cuando un hombre muere, recibe como herencia reptiles, fieras y
gusanos".

Salmos 148, 7-12: "¡Alabad a Yahveh desde la tierra, monstruos del mar y todos los
abismos, fuego y granizo, nieve y bruma, viento tempestuoso, ejecutor de su palabra,
montañas y todas la colinas, árbol frutal y cedros todos, fieras y todos los ganados, reptil y
pájaro que vuela, reyes de la tierra y pueblos todos, príncipes y todos los jueces de la tierra,
jóvenes y doncellas también, viejos junto con los niños!".

Ezequiel 8, 9-10: "Y me dijo: «Entra y contempla las execrables abominaciones que éstos
cometen ahí». Entré y observé: toda clase de representaciones de reptiles y animales
repugnantes, y todas las basuras de la casa de Israel estaban grabados en la pared, todo
alrededor". 38, 20: "Temblarán entonces ante mí los peces del mar y los pájaros del cielo,
las bestias del campo y todos los reptiles que serpean por el suelo, y todos los hombres de
sobre la haz de la tierra. Se desplomarán los montes, caerán las rocas, todas las murallas
caerán por tierra".

Miqueas 7, 16-17: "Verán las naciones y se avergonzarán de toda su prepotencia; pondrán


en la boca la mano y sus oídos quedarán sordos. Lamerán el polvo como la serpiente, como
los reptiles de la tierra. ¡Se estremecerán desde sus encierros, hacia Yahveh nuestro Dios
vendrán temblando, y tendrán miedo de ti!".

Habacuc 1, 12-16: "¿No eres tú desde antiguo, Yahveh, mi Dios, mi santo? ¡Tú no mueres!
¡Para juicio le pusiste tú, Yahveh, oh Roca, para castigar le estableciste! Muy limpio eres
de ojos para mirar el mal, ver la opresión no puedes. ¿Por qué ves a los traidores y callas
cuando el impío traga al que es más justo que él? Tú tratas a los hombres como a peces del
mar, como a reptiles que no tienen amo. A todos los saca él con anzuelo, los atrae en su
red, en su traína los recoge. Por eso se alegra y regocija, por eso sacrifica a su red, e
inciensa a su traína, porque gracias a ellas es pingüe su porción, y suculenta su comida".

Oseas 2, 20: "Haré en su favor un pacto el día aquel con la bestia del campo, con el ave del
cielo, con el reptil del suelo; arco, espada y guerra los quebraré lejos de esta tierra, y haré
que ellos reposen en seguro".

Hechos 10, 9-14: "Al día siguiente, mientras ellos iban de camino y se acercaban a la
ciudad, subió Pedro al terrado, sobre la hora sexta, para hacer oración. Sintió hambre y
quiso comer. Mientras se lo preparaban le sobrevino un éxtasis, y vio los cielos abiertos y
que bajaba hacia la tierra una cosa así como un gran lienzo, atado por las cuatro puntas.
Dentro de él había toda suerte de cuadrúpedos, reptiles de la tierra y aves del cielo. Y una
voz le dijo: «Levántate, Pedro, sacrifica y come». Pedro contestó: «De ninguna manera,
Señor; jamás he comido nada profano e impuro»". 11, 4-8: "Pedro entonces se puso a
explicarles punto por punto diciendo: «Estaba yo en oración en la ciudad de Joppe y en
éxtasis vi una visión: una cosa así como un lienzo, atado por las cuatro puntas, que bajaba
del cielo y llegó hasta mí. Lo miré atentamente y vi en él los cuadrúpedos de la tierra, las
bestias, los reptiles, y las aves del cielo. Oí también una voz que me decía: "Pedro,
levántate, sacrifica y come." Y respondí: "De ninguna manera, Señor; pues jamás entró en
mi boca nada profano ni impuro".

Romanos 1, 20-25: "Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a
la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son
inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le
dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se
entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos, y cambiaron la gloria del Dios
incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible, de aves, de
cuadrúpedos, de reptiles. Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una
impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la verdad de Dios
por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por
los siglos. Amén".

Santiago 3, 5-8: "Así también la lengua es un miembro pequeño y puede gloriarse de


grandes cosas. Mirad qué pequeño fuego abrasa un bosque tan grande. Y la lengua es
fuego, es un mundo de iniquidad; la lengua, que es uno de nuestros miembros, contamina
todo el cuerpo y, encendida por la gehenna, prende fuego a la rueda de la vida desde sus
comienzos. Toda clase de fieras, aves, reptiles y animales marinos pueden ser domados y
de hecho han sido domados por el hombre; en cambio ningún hombre ha podido domar la
lengua; es un mal turbulento; está llena de veneno mortífero".

RES (es):
Génesis 30, 37-42: "Entonces Jacob se procuró unas vares verdes de álamo, de almendro y
de plátano, y labró en ellas unas muescas blancas, dejando al descubierto lo blanco de las
varas, e hincó las varas así labradas en las pilas o abrevaderos a donde venían las reses a
beber, justo delante de las reses, con lo que éstas se calentaban al acercarse a beber. O sea,
que se calentaban a la vista de las varas, y así parían crías listadas, pintas o manchadas.
Luego separó Jacob los machos, echándolos a lo listado y negro que ahora había en el
rebaño de Labán, y así se fue formando unos hatajos propios, que no mezclaba con el
rebaño de Labán. Además, siempre que se calentaban las reses vigorosas, poníales Jacob
las varas ante los ojos en las pilas, para que se calentaran bajo el influjo de las varas; mas
cuando el ganado estaba débil, no las ponía de modo que las crías débiles eran para Labán,
y las vigorosas para Jacob". 31, 8: "Si él decía: Tu paga serán las reses pintas, entonces
todas las ovejas parían pintas. Y si decía: Tu paga será lo listado, entonces todas las ovejas
parían listado".
Éxodo 12, 3: "Hablad a toda la comunidad de Israel y decid: El día diez de este mes tomará
cada uno para sí una res de ganado menor por familia, una res de ganado menor por casa".
12, 3-4: "Hablad a toda la comunidad de Israel y decid: El día diez de este mes tomará cada
uno para sí una res de ganado menor por familia, una res de ganado menor por casa. Y si la
familia fuese demasiado reducida para una res de ganado menor, traerá al vecino más
cercano a su casa, según el número de personas y conforme a lo que cada cual pueda
comer". 12, 21: "Llamó Moisés a todos los ancianos de Israel y les dijo: «Id en busca de
reses menores para vuestras familias e inmolad la pascua".

Números 15, 6-11: "Si es un carnero, la oblación será de dos décimas de flor de harina
amasada con un tercio de sextario de aceite, y la libación, de un tercio de sextario de vino,
que ofrecerás como calmante aroma para Yahveh. Y si ofreces a Yahveh un novillo en
holocausto o sacrificio, para cumplir un voto, o como sacrificio de comunión, se ofrecerá
además del novillo una oblación de tres décimas de flor de harina amasada con medio
sextario de aceite, y una libación de medio sextario de vino, como manjar abrasado de
calmante aroma para Yahveh. Así se hará con nada novillo y con las reses menores,
cordero o cabrito".

Levítico 3, 1: "Si su ofrenda es un sacrificio de comunión, si lo que ofrece es vacuno,


macho o hembra, ofrecerá ante Yahveh una res sin defecto". 3, 6: "Si su ofrenda de
sacrificio de comunión para Yahveh es de ganado menor, macho o hembra, ofrecerá una res
sin defecto". 5, 7: "Cuando sus recursos no alcancen para una res menor, presentará a
Yahveh, como sacrificio de reparación por su pecado, dos tórtolas o dos pichones, uno
como sacrificio por el pecado y otro en holocausto". 12, 8: "Mas si a ella no le alcanza para
presentar una res menor, tome dos tórtolas o dos pichones, uno como holocausto y otro
como sacrificio por el pecado; y el sacerdote hará expiación por ella y quedará pura". 22,
21: "Si alguno ofrece a Yahveh ganado mayor o menor como sacrificio de comunión, sea
en cumplimiento de un voto, o como ofrenda voluntaria, ha de ser una res sin defecto para
alcanzar favor; no debe tener defecto alguno".

Deuteronomio 22, 1: "Si ves extraviada alguna res del ganado mayor o menor de tu
hermano, no te desentenderás de ella, sino que se la llevarás a tu hermano".

1 Samuel 15, 9: "Pero Saúl y la tropa perdonaron a Agag y a lo más escogido del ganado
mayor y menor, las reses cebadas y los corderos y todo lo bueno. No quisieron consagrarlo
al anatema, pero consagraron al anatema toda la hacienda vil y sin valor". 25, 11: "¿Voy a
tomar acaso mi pan y mi vino y las reses que he sacrificado para los esquiladores y se las
voy a dar a unos hombres que no sé de dónde son?»".

Ezequiel 36, 38: "Así dice el Señor Yahveh: Me dejaré todavía buscar por la casa de Israel,
para hacer por ellos esto: multiplicarlos como un rebaño humano, como un rebaño de reses
consagradas, como el rebaño reunido en Jerusalén, en las fiestas solemnes. Así se llenarán
de un rebaño humano vuestras ciudades en ruinas, y se sabrá que yo soy Yahveh". 48, 21:
"Lo que quede será para el príncipe, a uno y otro lado de la ofrenda santa reservada y de la
propiedad de la ciudad, a lo largo de los veinticinco mil codos al este, hasta la frontera
oriental, y al oeste a lo largo de los veinticinco mil codos hasta la frontera occidental, para
el príncipe, en correspondencia a las demás partes; y en el medio estará la ofrenda santa res
reservada y el santuario de la Casa".

Malaquías 1, 8: "Y cuando presentáis para el sacrificio una res ciega, ¿no está mal? Y
cuando presentáis una coja o enferma, ¿no está mal? Anda, ofrécesela a tu gobernador: ¿se
te pondrá contento o te acogerá con agrado?, dice Yahveh Sebaot". 1, 12-13: "Pero vosotros
lo profanáis, cuando decís: ¡La mesa del Señor es impura, y despreciables sus alimentos!, y
añadís: ¡Oh, qué fatiga!, y me desdeñáis, dice Yahveh Sebaot. Cuando traéis una res
robada, o coja, o enferma, cuando traéis una oblación así, ¿la voy a aceptar de vuestras
manos?, dice Yahveh Sebaot".

SALAMANDRA:
Levítico 11, 29-30: “De entre los bichos pequeños que andan arrastrándose por el suelo
serán impuros para vosotros: la comadreja, el ratón el lagarto en sus diversas especies, el
erizo, el cocodrilo, el camaleón, la salamandra y el topo”.

SALTAMONTES. (Véase Saltón):


Números 13, 33: “Hemos visto también gigantes, hijos de Anaq, de la raza de los gigantes.
Nosotros nos teníamos ante ellos como saltamontes, y eso mismo les parecíamos a ellos”.

Salmos 78, 40-49: “¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto, le irritaron en


aquellas soledades! Otra vez a tentar a Dios volvían, a exasperar al Santo de Israel; no se
acordaron de su mano, del día en que les libró del adversario; cuando hizo en Egipto sus
señales, en el campo de Tanis sus prodigios. Trocó en sangre sus ríos y sus arroyos para
que no bebiesen. Tábanos les mandó que los comieron, y ranas que los infestaron; entregó a
la langosta sus cosechas, el fruto de su afán al saltamontes; asoló con granizo sus viñedos,
y con la helada sus sicómoros; entregó sus ganados al pedrisco y a los rayos sus rebaños.
Lanzó contra ellos el fuego de su cólera, indignación, enojo y destrucción, tropel de
mensajeros de desgracias”.

Isaías 33, 3-4: “Al fragor del estrépito se dispersan los pueblos, al alzarte tú se desperdigan
las gentes, se amontona el botín como quien amontona saltamontes, se abalanzan sobre él,
como se abalanzan las langostas”. 40, 21-23: “¿No lo sabíais? ¿No lo habíais oído? ¿No os
lo había mostrado desde el principio? ¿No lo entendisteis desde que se fundó la tierra? Él
está sentado sobre el orbe terrestre, cuyos habitantes son como saltamontes; él expande los
cielos como un tul, y los ha desplegado como una tienda que se habita. Él aniquila a los
tiranos, y a los árbitros de la tierra los reduce a la nada”.
SALTÓN. (Véase saltamontes):
Joel 1,4: “Lo que dejó la oruga lo devoró la langosta, lo que dejó la langosta lo devoró el
pulgón, lo que dejó el pulgón lo devoró el saltón. ¡Despertad, borrachos, y llorad, gemid
todos los bebedores de vino, por el licor que se os ha quitado de la boca!”. 2, 25: “«Yo os
compensaré de los años en que os devoraron la langosta y el pulgón, el saltón y la oruga,
mi gran ejército, que contra vosotros envié»”.

SANGUIJUELA:
Proverbios 30, 15-16: “La sanguijuela tiene dos hijas: «¡Daca, daca!» Hay tres cosas
insaciables y cuatro que no dicen: «¡Basta!»: El sheol, el seno estéril, la tierra que no se
sacia de agua, y el fuego que no dice: «¡Basta!»”.

SERPIENTE (es):
Génesis 3, 1-6: “La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que
Yahveh Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis
de ninguno de los árboles del jardín?» Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos comer
del fruto de los árboles del jardín. Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha
dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.» Replicó la serpiente a la
mujer: «De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que
comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del
mal.» Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y
excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que
igualmente comió”. 3, 9-15: “Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?» Éste
contestó: «Te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me
escondí.» Él replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del
árbol del que te prohibí comer?» Dijo el hombre: «La mujer que me diste por compañera
me dio del árbol y comí.» Dijo, pues, Yahveh Dios a la mujer: «¿Por qué lo has hecho?» Y
contestó la mujer: «La serpiente me sedujo, y comí.» Entonces Yahveh Dios dijo a la
serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los
animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza
mientras acechas tú su calcañar»”.

Éxodo 4, 1-4: “Respondió Moisés y dijo: «No van a creerme, ni escucharán mi voz; pues
dirán: "No se te ha aparecido Yahveh."» Díjole Yahveh: «¿Qué tienes en tu mano?» «Un
cayado», respondió él. Yahveh le dijo: «Échalo a tierra.» Lo echó a tierra y se convirtió en
serpiente; y Moisés huyó de ella. Dijo Yahveh a Moisés: «Extiende tu mano y agárrala por
la cola.» Extendió la mano, la agarró, y volvió a ser cayado en su mano…”. 7, 8-13: “Habló
Yahveh a Moisés y Aarón, y dijo: «Cuando Faraón os diga: Haced algún prodigio, dirás a
Aarón: "Toma tu cayado y échalo delante de Faraón, y que se convierta en serpiente."»
Presentáronse, pues, Moisés y Aarón a Faraón, e hicieron lo que Yahveh había ordenado:
Aarón echó su cayado delante de Faraón y de sus servidores, y se convirtió en serpiente.
También Faraón llamó a los sabios y a los hechiceros, y también ellos, los sabios egipcios,
hicieron con sus encantamientos las mismas cosas. Echó cada cual su vara, y se trocaron en
serpientes; pero el cayado de Aarón devoró sus varas. Sin embargo el corazón de Faraón se
endureció, y no les escuchó, conforme había predicho Yahveh”. 7, 15-16: “Preséntate a
Faraón por la mañana, cuando vaya a la ribera. Le saldrás al encuentro a la orilla del Río,
llevando en tu mano el cayado que se convirtió en serpiente. Y le dirás: Yahveh, el Dios de
los hebreos, me ha enviado a ti para decirte: "Deja partir a mi pueblo, para que me den
culto en el desierto"; pero hasta el presente no has escuchado”.

Números 21, 4-9: “Partieron de Hor de la Montaña, camino del mar de Suf, rodeando la
tierra de Edom. El pueblo se impacientó por el camino. Y habló el pueblo contra Dios y
contra Moisés: «¿Por qué nos habéis subido de Egipto para morir en el desierto? Pues no
tenemos ni pan ni agua, y estamos cansados de ese manjar miserable.» Envió entonces
Yahveh contra el pueblo serpientes abrasadoras, que mordían al pueblo; y murió mucha
gente de Israel. El pueblo fue a decirle a Moisés: «Hemos pecado por haber hablado contra
Yahveh y contra ti. Intercede ante Yahveh para que aparte de nosotros las serpientes,»
Moisés intercedió por el pueblo. Y dijo Yahveh a Moisés: «Hazte un Abrasador y ponlo
sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá.» Hizo Moisés una
serpiente de bronce y la puso en un mástil. Y si una serpiente mordía a un hombre y éste
miraba la serpiente de bronce, quedaba con vida”.

Deuteronomio 8, 11-19: “Guárdate de olvidar a Yahveh tu Dios descuidando los


mandamientos, normas y preceptos que yo te prescribo hoy; no sea que cuando comas y
quedes harto, cuando construyas hermosas casas y vivas en ellas, cuando se multipliquen
tus vacadas y tus ovejas, cuando tengas plata y oro en abundancia y se acrecienten todos tus
bienes, tu corazón se engría y olvides a Yahveh tu Dios que te sacó del país de Egipto, de la
casa de servidumbre; que te ha conducido a través de ese desierto grande y terrible entre
serpientes abrasadoras y escorpiones: que en un lugar de sed, sin agua, hizo brotar para ti
agua de la roca más dura; que te alimentó en el desierto con el maná, que no habían
conocido tus padres, a fin de humillarte y ponerte a prueba para después hacerte feliz. No
digas en tu corazón: «Mi propia fuerza y el poder de mi mano me han creado esta
prosperidad», sino acuérdate de Yahveh tu Dios, que es el que te da la fuerza para crear la
prosperidad, cumpliendo así la alianza que bajo juramento prometió a tus padres, como lo
hace hoy. Pero si llegas a olvidarte de Yahveh tu Dios, si sigues a otros dioses, si les das
culto y te postras ante ellos, yo certifico hoy contra vosotros que pereceréis”. 32, 30-34:
“Pues, ¿cómo un solo hombre puede perseguir a mil, y dos poner en fuga a una miríada,
sino porque su Roca se los ha vendido, porque Yahveh los ha entregado? Mas no es su roca
como nuestra Roca, y nuestros enemigos son testigos. Porque su viña es viña de Sodoma y
de las plantaciones de Gomorra: uvas venenosas son sus uvas, racimos amargos sus
racimos; su vino, un veneno de serpiente, mortal ponzoña de áspid. Pero Él, ¿no está
guardado junto a mí, sellado en mis tesoros?”.
2 Reyes 18, 1-7: “En el año tercero de Oseas, hijo de Elá, rey de Israel, comenzó a reinar
Ezequías, hijo de Ajaz, rey de Judá. Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar y
reinó veintinueve años en Jerusalén; el nombre de su madre era Abía, hija de Zacarías. Hizo
lo recto a los ojos de Yahveh enteramente como David su padre. Él fue quien quitó los
altos, derribó las estelas, cortó los cipos y rompió la serpiente de bronce que había hecho
Moisés, porque los israelitas le habían quemado incienso hasta aquellos días; se la llamaba
Nejustán. Confió en Yahveh, Dios de Israel. Después de él no le ha habido semejante entre
todos los reyes de Judá, ni tampoco antes. Se apegó a Yahveh y no se apartó de Él; guardó
los mandamientos que Yahveh había mandado a Moisés. Yahveh estuvo con él y tuvo éxito
en todas sus empresas; se rebeló contra el rey de Asiria y no le sirvió”.

Job 26, 7-14: “Él extiende el Septentrión sobre el vacío, sobre la nada suspende la tierra. Él
encierra las aguas en sus nubes, sin que bajo su peso el nublado reviente. Él encubre la cara
de la luna llena, desplegando sobre ella su nublado. Él trazó un cerco sobre la haz de las
aguas, hasta el confín de la luz con las tinieblas, Se tambalean las columnas del cielo,
presas de terror a su amenaza. Con su poder hendió la mar, con su destreza quebró a Ráhab.
Su soplo abrillantó los cielos, su mano traspasó a la Serpiente Huidiza, Éstos son los
contornos de sus obras, de que sólo percibimos un apagado eco. Y el trueno de su potencia,
¿quién lo captará?”.

Salmos 58, 4-7: “Torcidos están desde el seno los impíos, extraviados desde el vientre los
que dicen mentira; tienen veneno como veneno de serpiente, como el de un áspid sordo que
se tapa el oído, que no oye la voz de los encantadores, del mago experto en el encanto. ¡Oh
Dios, rompe sus dientes en su boca, quiebra, Yahveh, las muelas de los leoncillos”. 104, 2-
4: “Líbrame, Yahveh, del hombre malo, del hombre violento guárdame, los que en su
corazón maquinan males, y peleas albergan todo el día, aguzan su lengua igual que una
serpiente, veneno de víbora hay bajo sus labios”.

Proverbios 23, 29-35: “¿Para quién las «Desgracias»?, ¿para quién los «Ayes»?, ¿para
quién los litigios?, ¿para quién los lloros?, ¿para quién los golpes sin motivo?, ¿para quién
los ojos turbios?. Para los que se eternizan con el vino, los que van en busca de vinos
mezclados. No mires el vino: ¡Qué buen color tiene!, ¡cómo brinca en la copa!, ¡qué bien
entra!. Pero, a la postre, como serpiente muerde, como víbora pica. Tus ojos verán cosas
extrañas, y tu corazón hablará sin ton ni son. Estarás como acostado en el corazón del mar,
o acostado en la punta de un mástil. «Me han golpeado, pero no estoy enfermo; me han
tundido a palos, pero no lo he sentido, ¿Cuándo me despertaré...?, me lo seguiré
preguntando»”. 30, 18-20: “Tres cosas hay que me desbordan y cuatro que no conozco: el
camino del águila en el cielo, el camino de la serpiente por la roca, el camino del navío en
alta mar, el camino del hombre en la doncella. Éste es el camino de la mujer adúltera:
come, se limpia la boca y dice: «¡No he hecho nada de malo!»”.

Sabiduría 16, 5-15: “Incluso cuando cayó sobre ellos la ira terrible de animales feroces,
cuando por mordeduras de sinuosas serpientes perecían, no persistió tu cólera hasta el fin.
Como advertencia se vieron atribulados por breve tiempo, pues tenían una señal de
salvación como recuerdo del mandamiento de tu Ley; y el que a ella se volvía, se salvaba,
no por lo que contemplaba, sino por ti, Salvador de todos. De este modo convenciste a
nuestros enemigos de que tú eres el que libras de todo mal: a ellos picaduras de langostas y
moscas los mataban, - y bien merecían que bichos tales los castigasen - sin que remedio
hallaran para su vida; a tus hijos, en cambio, ni dientes de serpientes venenosas los
vencieron, pues vino tu misericordia en su socorro y los sanó. Las mordeduras - pronto
curadas - les recordaban tus preceptos no fuera que, cayendo en profundo olvido, se vieran
excluidos de tu liberalidad. Ni los curó hierba ni emplasto alguno, sino tu palabra, Señor,
que todo lo sana. Pues tú tienes el poder sobre la vida y sobre la muerte, haces bajar a las
puertas del Hades y de allí subir. El hombre, en cambio, puede matar por su maldad, pero
no hacer tornar al espíritu que se fue, ni liberar al alma ya acogida en el Hades. Es
imposible escapar de tu mano”.

Sirácida 12, 9-13: “Cuando hay prosperidad, los enemigos se entristecen, mas en la
adversidad, hasta el amigo se aleja. No confíes jamás en tu enemigo, que cual bronce
roñoso, así es su maldad. Aunque se haga el humilde y camine encorvado, mira por ti
mismo y guárdate de él. Pórtate con él como el que pule un espejo, sábete que no retendrá
hasta el fin su roña. No le pongas junto a ti, no sea que se te revuelva y suplante tu puesto.
No le sientes a tu diestra, no sea que tu asiento pretenda, y que al fin comprendas mis
palabras, y te pese al recordar mis consejos. ¿Quién se compadecerá del encantador
mordido de serpiente y de todos los que se acercan a las fieras?”. 21, 2: “Como de
serpiente huye del pecado, porque, si te acercas, te morderá. Dientes de león son sus
dientes, que quitan la vida a los hombres”. 25, 13-26: “¡Cualquier herida, pero no herida del
corazón!. ¡Cualquier maldad, pero no maldad de mujer!. ¡Cualquier desgracia, pero no
desgracia de parte de adversarios!. ¡Cualquier venganza, pero no venganza de enemigos!.
No hay veneno como veneno de serpiente, ni furia como furia de enemigo. Prefiero
convivir con león o dragón a convivir con mujer mala. La maldad de la mujer desfigura su
semblante, oscurece su rostro como un oso. En medio de sus vecinos se sienta su marido, y
sin poder contenerse suspira amargamente. Toda malicia es poca junto a la malicia de
mujer. ¡Que la suerte del pecador caiga sobre ella!. Cuesta arenosa bajo los pies de un
viejo, así es la mujer habladora para un marido pacífico. No te dejes llevar por belleza de
mujer, por mujer no te apasiones. Blanco de ira, de deshonra y gran vergüenza, eso es la
mujer que mantiene a su marido. Corazón abatido, rostro sombrío, herida del corazón eso
es la mujer mala. Manos caídas y rodillas paralizadas, eso es la que no hace feliz a su
marido. Por la mujer fue el comienzo del pecado, y por causa de ella morimos todos. No
des salida al agua, ni a mujer mala libertad de hablar. Si no camina como marca tu mano,
de tu carne córtala”.

Isaías 27, 1-3: “Aquel día castigará Yahveh con su espada dura, grande, fuerte, a Leviatán,
serpiente huidiza, a Leviatán, serpiente tortuosa, y matará al dragón que hay en el mar.
Aquel día se dirá: Viña deliciosa, cantadla. Yo, Yahveh, soy su guardián. A su tiempo la
regaré. Para que no se la castigue, de noche y de día la guardaré”. 65, 25: “Lobo y cordero
pacerán a una, el león comerá paja como el buey , y la serpiente se alimentará de polvo, no
harán más daño ni perjuicio en todo mi santo monte - dice Yahveh”.
Jeremías 46, 20-24: “Novilla hermosísima era Egipto: un tábano del norte vino sobre ella.
Asimismo sus mercenarios que había en ella eran como novillos de engorde. Pues también
ellos volvieron la cara, huyeron a una, sin pararse, cuando el día de su infortunio les
sobrevino, el tiempo de su castigo. Una voz emite como de serpiente que silba, mientras en
torno suyo andan y con hachas le acometen, como leñadores. Talaron su selva - oráculo de
Yahveh - porque era impenetrable, pues eran más numerosos que la langosta, y no se les
podía contar. Han puesto en vergüenza a la hija de Egipto: ha sido entregada al pueblo del
norte”.

Daniel 14, 19-31: “Daniel se echó a reír y, deteniendo al rey para que no entrara más
adentro, le dijo: «Mira, mira al suelo, y repara de quién son esas huellas.» - «Veo huellas de
hombres, de mujeres y de niños», dijo el rey; y, montando en cólera, mandó detener a los
sacerdotes con sus mujeres y sus hijos. Ellos le mostraron entonces la puerta secreta por la
que entraban a consumir lo que había sobre la mesa. Y el rey mandó matarlos y entregó a
Bel en manos de Daniel, el cual lo destruyó, así como su templo. Habían también una gran
serpiente a la que los babilonios veneraban. El rey dijo a Daniel: «¿Vas a decir también que
ésta es de bronce? Mira, está viva y come y bebe: no puedes decir que no es un dios vivo;
así que adórale.» Daniel respondió: «Yo adoro sólo al Señor mi Dios; Él es el Dios vivo.
Mas tú, oh rey, dame permiso y yo mataré a esta serpiente sin espada ni estaca.» Dijo el
rey: «Te lo doy.» Daniel tomó entonces pez, grasa y pelos, lo coció todo junto e hizo con
ello unas bolitas que echó en las fauces de la serpiente; la serpiente las tragó y reventó. Y
dijo Daniel: «¡Mirad qué es lo que veneráis!». Al enterarse los babilonios, se enfurecieron
mucho; se amotinaron contra el rey y dijeron: «El rey se ha hecho judío: ha destruido a Bel,
ha matado a la serpiente, y a los sacerdotes los ha asesinado.» Fueron, pues, a decir al rey:
«Entréganos a Daniel; si no, te mataremos a ti y a toda tu casa». Ante esta gran violencia, el
rey se vio obligado a entregarles a Daniel. Ellos le echaron en el foso de los leones, donde
estuvo seis días”.

Amós 9, 1-5: “Vi al Señor en pie junto al altar y dijo: ¡Sacude el capitel y que se desplomen
los umbrales! ¡Hazlos trizas en la cabeza de todos ellos, y lo que de ellos quede lo mataré
yo a espada: no huirá de entre ellos un solo fugitivo ni un evadido escapará!. Si fuerzan la
entrada del sheol, mi mano de allí los agarrará; ni suben hasta el cielo, yo los haré bajar de
allí; si se esconden en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los agarraré; si se ocultan a
mis ojos en el fondo del mar, allí mismo ordenaré a la Serpiente que los muerda; si van al
cautiverio delante de sus enemigos, allí ordenaré a la espada que los mate; pondré en ellos
mis ojos para mal y no para bien. ¡El Señor Yahveh Sebaot...!, el que toca la tierra y ella se
derrite, y hacen duelo todos sus habitantes; sube toda entera como el Nilo, y baja como el
Nilo de Egipto”.

Miqueas 7, 14-20: “Apacienta tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que mora
solitario en la selva, en medio de un campo feraz. Que pazcan en Basán y Galaad como en
los días de antaño. Como en los días de tu salida del país de Egipto, hazme ver prodigios.
Verán las naciones y se avergonzarán de toda su prepotencia; pondrán en la boca la mano y
sus oídos quedarán sordos. Lamerán el polvo como la serpiente, como los reptiles de la
tierra. ¡Se estremecerán desde sus encierros, hacia Yahveh nuestro Dios vendrán
temblando, y tendrán miedo de ti!. ¿Qué Dios hay como tú, que quite la culpa y pase por
alto el delito del Resto de tu heredad?. No mantendrá su cólera por siempre pues se
complace en el amor; volverá a compadecerse de nosotros, pisoteará nuestras culpas. ¡Tú
arrojarás al fondo del mar todos nuestros pecados!. Otorga fidelidad a Jacob amor a
Abraham, como juraste a nuestros padres, desde los días de antaño”.

Mateo 10, 16: “«Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues,
prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas”. 23, 29-33: “«¡Ay de
vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y
adornáis los monumentos de los justos, y decís: "Si nosotros hubiéramos vivido en el
tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los
profetas!" Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron
a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!. «¡Serpientes, raza
de víboras! ¿Cómo vais a escapar a la condenación de la gehenna?”.

Marcos 16, 16-18: “El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.
Éstas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios,
hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no
les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.»”.

Lucas 10, 18-20: “Él les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he
dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y
nada os podrá hacer daño; pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos
de que vuestros nombres estén escritos en los cielos»”.

Juan 3, 14-15: “Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser
levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por Él vida eterna”.

1 Corintios 10, 7-11: “No os hagáis idólatras al igual de algunos de ellos, como dice la
Escritura: «Sentóse el pueblo a comer y a beber y se levantó a divertirse». Ni forniquemos
como algunos de ellos fornicaron y cayeron muertos veintitrés mil en un solo día. Ni
tentemos al Señor como algunos de ellos le tentaron y perecieron víctimas de las
serpientes. Ni murmuréis como algunos de ellos murmuraron y perecieron bajo el
Exterminador. Todo esto les acontecía en figura, y fue escrito para aviso de los que hemos
llegado a la plenitud de los tiempos”.

2 Corintios 11, 2-4: “Celoso estoy de vosotros con celos de Dios. Pues os tengo
desposados con un solo esposo para presentaros cual casta virgen a Cristo. Pero temo que,
al igual que la serpiente engañó a Eva con su astucia, se perviertan vuestras mentes
apartándose de la sinceridad con Cristo. Pues, cualquiera que se presenta predicando otro
Jesús del que os prediqué, y os proponga recibir un Espíritu diferente del que recibisteis, y
un Evangelio diferente del que abrazasteis ¡lo toleráis tan bien!”.

Apocalipsis 9, 18-21: “Fue exterminada la tercera parte de los hombres por estas tres
plagas: por el fuego, el humo y el azufre que salían de sus bocas. Porque el poder de los
caballos está en su boca y en sus colas; pues sus colas, semejantes a serpientes, tienen
cabezas y con ellas causan daño. Pero los demás hombres, los no exterminados por estas
plagas, no se convirtieron de las obras de sus manos; no dejaron de adorar a los demonios y
a los ídolos de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, que no pueden ver ni oír ni
caminar. No se convirtieron de sus asesinatos ni de sus hechicerías ni de sus fornicaciones
ni de sus rapiñas”. 12, 7-9: “Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus
Ángeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus Ángeles combatieron, pero
no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos. Y fue arrojado el gran Dragón, la
Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado
a la tierra y sus Ángeles fueron arrojados con él”. 13, 11-14: “Vi luego otra Bestia que
surgía de la tierra y tenía dos cuernos como de cordero, pero hablaba como una serpiente.
Ejerce todo el poder de la primera Bestia en servicio de ésta, haciendo que la tierra y sus
habitantes adoren a la primera Bestia, cuya herida mortal había sido curada. Realiza
grandes señales, hasta hacer bajar ante la gente fuego del cielo a la tierra; y seduce a los
habitantes de la tierra con las señales que le ha sido concedido obrar al servicio de la Bestia,
diciendo a los habitantes de la tierra que hagan una imagen en honor de la Bestia que,
teniendo la herida de la espada, revivió”. 20, 1-3: “Luego vi a un Ángel que bajaba del cielo
y tenía en su mano la llave del Abismo y una gran cadena. Dominó al Dragón, la Serpiente
antigua - que es el Diablo y Satanás - y lo encadenó por mil años. Lo arrojó al Abismo, lo
encerró y puso encima los sellos, para que no seduzca más a las naciones hasta que se
cumplan los mil años. Después tiene que ser soltado por poco tiempo”.

SIERPE:
Génesis 1, 24-26: "Dijo Dios: «Produzca la tierra animales vivientes de cada especie:
bestias, sierpes y alimañas terrestres de cada especie». Y así fue. Hizo Dios las alimañas
terrestres de cada especie, y las bestias de cada especie, y toda sierpe del suelo de cada
especie: y vio Dios que estaba bien. Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra
imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos,
y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la
tierra". 1, 29-31: "Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre
la haz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de
alimento. Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la
tierra, animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento». Y así fue. Vio Dios
cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día sexto". 6, 7: "Y
dijo Yahveh: «Voy a exterminar de sobre la haz del suelo al hombre que he creado, - desde
el hombre hasta los ganados, las sierpes, y hasta las aves del cielo - porque me pesa
haberlos hecho»". 6, 19-20: "Y de todo ser viviente, de toda carne, meterás en el arca una
pareja para que sobrevivan contigo. Serán macho y hembra. De cada especie de aves, de
cada especie de ganados, de cada especie de sierpes del suelo entrarán contigo sendas
parejas para sobrevivir". 7, 13-16: "En aquel mismo día entró Noé en el arca, como también
los hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet, y la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus hijos; y con
ellos los animales de cada especie, los ganados de cada especie, las sierpes de cada especie
que reptan sobre la tierra, y las aves de cada especie: toda clase de pájaros y seres alados;
entraron con Noé en el arca sendas parejas de toda carne en que hay aliento de vida, y los
que iban entrando eran macho y hembra de toda carne, como Dios se lo había mandado. Y
Yahveh cerró la puerta detrás de Noé". 7, 23: "Yahveh exterminó todo ser que había sobre
la haz del suelo, desde el hombre hasta los ganados, hasta las sierpes y hasta las aves del
cielo: todos fueron exterminados de la tierra, quedando sólo Noé y los que con él estaban
en el arca". 8, 17-19: "Saca contigo todos los animales de toda especie que te acompañan,
aves, ganados y todas las sierpes que reptan sobre la tierra. Que pululen sobre la tierra y
sean fecundos y se multipliquen sobre la tierra». Salió, pues, Noé, y con él sus hijos, su
mujer y las mujeres de sus hijos. Todos los animales, todos los ganados, todas las aves y
todas las sierpes que reptan sobre la tierra salieron por familias del arca".

Jeremías 8, 15-17: "Esperábamos paz, y no hubo bien alguno; el tiempo de la cura, y se


presenta el miedo. Desde Dan se deja oír. el resuello de sus caballos. Al relincho sonoro de
sus corceles tembló la tierra toda. Vendrán y comerán el país y sus bienes, la ciudad y sus
habitantes». - Sí, he aquí que yo envío contra vosotros sierpes venenosas contra las que no
existe encantamiento, y os picarán - oráculo de Yahveh -.".

SOMORMUJO:
Levítico 11, 13-19: “Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no podréis
comer por ser abominación: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, el
halcón en todas sus especies, toda clase de cuervos, el avestruz, la lechuza, la gaviota, el
gavilán en todas sus especies, el búho, el somormujo, el ibis, el cisne, el pelícano, el
calamón, la cigüeña, la garza en todas sus especies, la abubilla y el murciélago”.

Deuteronomio 14, 11-18: “Podéis comer toda ave pura, pero las siguientes no las podréis
comer: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, las diferentes especies de
halcón, todas las especies de cuervo, el avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes
especies de gavilanes, el búho, el ibis, el cisne, el pelícano, el calamón, el somormujo, la
cigüeña, las diferentes especies de garza real, la abubilla y el murciélago”.

TÁBANO (os):

Éxodo 8, 16-21: “Yahveh dijo a Moisés: «Levántate muy de mañana, preséntate a Faraón
cuando vaya a la ribera, y dile: Así dice Yahveh: "Deja salir a mi pueblo, para que me dé
culto." Si no dejas salir a mi pueblo, mira que voy a enviar tábanos contra ti, contra tus
siervos, tu pueblo y tus casas, de manera que las casas de los egipcios y hasta el suelo sobre
el cual están se llenarán de tábanos. Pero exceptuaré ese día la región de Gosen, donde está
mi pueblo, para que no haya allí tábanos, a fin de que sepas que yo soy Yahveh en medio
de la tierra; haré distinción entre mi pueblo y el tuyo. Este prodigio sucederá mañana». Así
lo hizo Yahveh, y un enorme enjambre de tábanos vino sobre la casa de Faraón y la casas
de sus siervos; y toda la tierra de Egipto; la tierra fue devastada por los tábanos. Entonces
llamó Faraón a Moisés y a Aarón y les dijo: «Id y ofreced sacrificios a vuestro Dios en este
país». 8, 23-28: Le dijo Moisés al Faraón: “Iremos tres jornadas de camino por el desierto,
y allí ofreceremos sacrificios a Yahveh, nuestro Dios, según él nos ordena». Contestó
Faraón: «Os dejaré ir, para que ofrezcáis en el desierto sacrificios a Yahveh, vuestro Dios,
con tal que no vayáis demasiado lejos. Rogad por mí». Moisés respondió: «En cuanto salga
rogaré a Yahveh, y mañana los tábanos se alejarán de Faraón, de sus siervos y de su
pueblo; pero que no nos siga engañando Faraón, impidiendo que el pueblo vaya a ofrecer
sacrificios a Yahveh». Salió, pues, Moisés de la presencia de Faraón, y rogó a Yahveh.
Hizo Yahveh lo que Moisés pedía, y alejó los tábanos del Faraón, de sus siervos y de su
pueblo, sin quedar ni uno. Pero también esta vez endureció Faraón su corazón y no dejó
salir al pueblo”.

Jeremías 46, 17-21: “Llamad a Faraón, rey de Egipto: «Ruido. - Dejó pasar la ocasión».
¡Por vida mía! -oráculo del Rey cuyo nombre es Yahveh Sebaot- que cual el Tabor entre los
montes, y como el Carmelo sobre el mar ha de venir. Avíos de destierro haz para ti,
población, hija de Egipto, porque Nof parará en desolación, y quedará arrasada sin
habitantes. Novilla hermosísima era Egipto: un tábano del norte vino sobre ella. Asimismo
sus mercenarios que había en ella eran como novillos de engorde. Pues también ellos
volvieron la cara, huyeron a una, sin pararse, cuando el día de su infortunio les sobrevino,
el tiempo de su castigo”.

Salmos 78, 41-48: “Otra vez a tentar a Dios volvían, a exasperar al Santo de Israel; no se
acordaron de su mano, del día en que les libró del adversario; cuando hizo en Egipto sus
señales, en el campo de Tanis sus prodigios. Trocó en sangre sus ríos y sus arroyos para
que no bebiesen. Tábanos les mandó que los comieron, y ranas que los infestaron; entregó
a la langosta sus cosechas, el fruto de su afán al saltamontes; asoló con granizo sus viñedos,
y con la helada sus sicómoros; entregó sus ganados al pedrisco y a los rayos sus rebaños”.

TERNERO (os, a, as):


Levítico 22, 27: “Cuando nazca un ternero, o un cordero, o cabrito, quedará siete días con
su madre; y desde el día octavo en adelante será grato como ofrenda de manjar abrasado
para Yahveh”.

1 Samuel 14, 25-34: “Había, pues, un panal de miel por el suelo, y el pueblo llegó al panal
cuando la miel estaba destilando, pero nadie se llevó la mano a su boca, porque el pueblo
temía la imprecación. Jonatán no había oído la imprecación que su padre había pronunciado
sobre el pueblo y alargó la punta de la vara que tenía en la mano, la metió en el panal y
después llevó la mano a su boca y le brillaron los ojos. Uno del pueblo le habló diciendo:
«Tu padre ha pronunciado solemnemente esta imprecación sobre el pueblo; ha dicho
"Maldito el hombre que coma hoy algo."» Jonatán respondió: «Mi padre ha causado un
trastorno al país. Ved cómo tengo los ojos más brillantes por haber tomado este poco de
miel. Pues si la tropa hubiese comido hoy del botín tomado al enemigo ¿no hubiera sido
mayor el estrago de los filisteos?» Aquel día fueron batidos los filisteos desde Mikmás
hasta Ayyalón y la gente quedó extenuada. La tropa se arrojó sobre el botín y tomando
ganado menor, bueyes y terneros, los inmoló sobre el suelo y lo comieron con la sangre.
Avisaron a Saúl: «El pueblo está pecando contra Yahveh comiendo la sangre». Él entonces
dijo: «Habéis sido infieles. Rodadme hasta aquí una piedra grande». Luego dijo: «Repartíos
entre el pueblo y decidles: que cada uno traiga su buey o su carnero; los inmolaréis aquí y
comeréis, sin pecar contra Yahveh por comerlo con sangre». Todos los hombres llevaron
cada cual lo que tenía aquella noche y lo inmolaron allí”. 28, 22-25: Le dijo la pitonisa de
Endor a Saúl: “Escucha, pues, tú también la voz de tu sierva y permíteme que te sirva un
bocado de pan para que comas y tengas fuerzas para ponerte en camino». Saúl se negó
diciendo: «No quiero comer». Pero sus servidores, a una con la mujer, le insistieron hasta
que accedió. Se levantó del suelo y se sentó en el diván. Tenía la mujer en casa un ternero
cebado y se apresuró a degollarlo. Tomó harina, la amasó y coció unos ázimos. Lo sirvió a
Saúl y sus servidores, comieron y levantándose se marcharon aquella misma noche”.

Sirácida 38, 25-31: “¿Cómo va a hacerse sabio el que empuña el arado, y se gloría de tener
por lanza el aguijón, el que conduce bueyes, los arrea en sus trabajos y no sabe hablar más
que de novillos? Aplica su corazón a abrir surcos, y sus vigilias a cebar terneras. De igual
modo todo obrero o artesano, que trabaja día y noche; los que graban las efigies de los
sellos, y su afán se centra en variar los detalles; ponen todo su corazón en igualar el modelo
y gastan sus vigilias en rematar la obra. También el herrero sentado junto al yunque, atento
a los trabajos del hierro; el vaho del fuego sus carnes derrite, en el calor de la fragua se
debate, el ruido del martillo le ensordece, y en el modelo del objeto tiene fijos sus ojos;
pone su corazón en concluir sus obras, y sus vigilias en adornarlas al detalle. De igual modo
el alfarero sentado a su tarea y dando a la rueda con sus pies, preocupado sin cesar por su
trabajo, toda su actividad concentrada en el número; con su brazo moldea la arcilla, con sus
pies vence su resistencia; pone su corazón en acabar el barnizado, y gasta sus vigilias en
limpiar el horno. Todos éstos ponen su confianza en sus manos, y cada uno se muestra
sabio en su tarea”.

TOPO (s):
Levítico 11, 29-30: “De entre los bichos pequeños que andan arrastrándose por el suelo
serán impuros para vosotros: la comadreja, el ratón el lagarto en sus diversas especies, el
erizo, el cocodrilo, el camaleón, la salamandra y el topo”.

Isaías 2, 1-4. 17-22: “Lo que vio Isaías, hijo de Amós, tocante a Judá y Jerusalén. Sucederá
en días futuros que el monte de la Casa de Yahveh será asentado en la cima de los montes y
se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones, y acudirán pueblos
numerosos. Dirán: «Venid, subamos al monte de Yahveh, a la Casa del Dios de Jacob, para
que Él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos.» Pues de Sión saldrá la
Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh. Juzgará entre las gentes, será árbitro de pueblos
numerosos. Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantará
espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra…. Se humillará la altivez
del hombre, y se abajará la altanería humana; será exaltado Yahveh solo, en aquel día, y los
ídolos completamente abatidos. Entrarán en las grietas de las peñas y en las hendiduras de
la tierra, lejos de la presencia pavorosa de Yahveh y del esplendor de su majestad, cuando
Él se alce para hacer temblar la tierra. Aquel día arrojará el hombre a los musgaños y a los
topos los ídolos de plata y los ídolos de oro que él se hizo para postrarse ante ellos, y se
meterá en los agujeros de las peñas y en las hendiduras de las piedras, lejos de la presencia
pavorosa de Yahveh y del esplendor de su majestad, cuando Él se alce para hacer temblar la
tierra”.

TORO (os):
Génesis 32, 14-19: "Jacob pasó allí aquella noche. Tomó de lo que tenía a mano un regalo
para su hermano Esaú, consistente en doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas
ovejas y veinte carneros, treinta camellas criando, junto con sus crías, cuarenta vacas y diez
toros, veinte asnas y diez garañones, y repartiéndolo en manadas independientes, los confió
a sus siervos y les dijo: «Pasad delante de mí, dejando espacio entre manada y manada». Y
al primero le encargó: «Cuando te salga al paso mi hermano Esaú y te pregunte "de quién
eres y adónde vas, y para quién es eso que va delante de ti", dices: "De tu siervo Jacob; es
un regalo enviado para mi señor Esaú. Precisamente, él mismo viene detrás de nosotros"».
49, 5-7: "Simeón y Leví, hermanos; llevaron al colmo la violencia con sus intrigas. ¡En su
conciliábulo no entres, alma mía; a su asamblea no te unas, corazón mío!, porque estando
de malas, mataron hombres, y estando de buenas, desjarretaron toros. ¡Maldita su ira, por
ser tan impetuosa, y su cólera, por ser tan cruel!".

Levítico 9, 1- 4: "El día octavo Moisés llamó a Aarón y a sus hijos, y a los ancianos de
Israel. Dijo a Aarón: «Trae un becerro para el sacrificio por el pecado y un carnero para el
holocausto, ambos sin defecto, para ofrecerlos ante Yahveh. Hablarás a los israelitas,
diciendo: "Tomad un macho cabrío para el sacrificio por el pecado y un becerro y un
cordero, ambos de un año y sin defecto, para el holocausto; para los sacrificios de
comunión, un toro y un carnero, que se sacrificarán ante Yahveh; y una oblación amasada
con aceite. Cierto que hoy se os mostrará Yahveh"». 9, 16-21: "Ofreció el holocausto,
haciéndolo según la norma. Además presentó lo oblación. Tomando un puñado de ella, la
quemó en el altar encima del holocausto de la mañana. Inmoló asimismo el toro y el
carnero como sacrificio de comunión por el pueblo. Los hijos de Aarón le entregaron la
sangre, que él derramó sobre todos los lados del altar. En cuanto a las partes grasas del toro
y del carnero, el rabo, el sebo que cubre las entrañas, los riñones y lo que queda junto al
hígado, las puso sobre los pechos de las víctimas, y él las quemó sobre el altar; Aarón por
su parte meció los pechos y la pierna derecha como ofrenda mecida ante Yahveh conforme
Moisés había mandado".
Deuteronomio 33, 13-17: "Para José dijo: Su tierra es bendita de Yahveh; para él lo mejor
de los cielos: el rocío, y del abismo que reposa abajo; lo mejor de los frutos del sol, de lo
que brota a cada luna, las primicias de los montes antiguos, lo mejor de los collados
eternos, lo mejor de la tierra y cuanto contiene, y el favor del que mora en la Zarza: ¡caiga
sobre la cabeza de José, sobre la frente del elegido entre sus hermanos! Primogénito del
toro, a él la gloria, cuernos de búfalo sus cuernos; con ellos acornea a los pueblos todos
juntos hasta los confines de la tierra. Tales son las miríadas de Efraím, tales los millares de
Manasés".

Josué 7, 22-25: "Josué envió emisarios, que fueron corriendo a la tienda, y en efecto el
manto estaba escondido en la tienda y la plata debajo. Lo sacaron de la tienda y se lo
llevaron a Josué y a todos los israelitas delante de Yahveh. Entonces Josué tomó a Akán,
hijo de Zéraj, con la plata, el manto y el lingote de oro, a sus hijos, sus hijas, su toro, su
asno y su oveja, su tienda y todo lo suyo y los hizo subir al valle de Akor. Todo Israel le
acompañaba. Josué dijo: «¿Por qué nos has traído la desgracia? Que Yahveh te haga
desgraciado en este día». Y todo Israel lo apedreó (y los quemaron en la hoguera y los
apedrearon)".

Jueces 6, 25-28: "Sucedió que aquella misma noche Yahveh dijo a Gedeón: «Toma el toro
de tu padre, el toro de siete años; vas a derribar el altar de Baal propiedad de tu padre y
cortar el cipo que está junto a él. Luego construirás a Yahveh tu Dios, en la cima de esa
altura escarpada, un altar bien preparado. Tomarás el toro y lo quemarás en holocausto, con
la leña del cipo que habrás cortado». Gedeón tomó entonces diez hombres de entre sus
criados e hizo como Yahveh le había ordenado. Pero, como temía a su familia y a la gente
de la ciudad, en lugar de hacerlo de día, lo hizo de noche. A la mañana siguiente se levantó
la gente de la ciudad; el altar de Baal estaba derruido, el cipo que se alzaba junto a él,
cortado; y el toro había sido ofrecido en holocausto sobre el altar recién construido".

1 Reyes 7, 27-29: "Hizo también las diez basas de bronce de cuatro codos de largo cada
basa, cuatro codos su anchura y tres su altura. Las basas estaban hechas así: tenían paneles
y los paneles estaban entre listones. Sobre el panel que estaba entre los listones había
leones, bueyes y querubines. Lo mismo sobre los listones. Por encima y por debajo de los
leones y de los toros había volutas...".

Esdras 6, 16-17: "Los israelitas - los sacerdotes, los levitas y el resto de los deportados -
celebraron con júbilo la dedicación de esta Casa de Dios; ofrecieron para la dedicación de
esta Casa de Dios cien toros, doscientos carneros, cuatrocientos corderos y, como sacrificio
por el pecado de todo Israel, doce machos cabríos, conforme al número de las tribus de
Israel".

Nehemías 5, 17-19: "A mi mesa se sentaban los jefes y los consejeros en número de ciento
cincuenta sin contar los que venían a nosotros de las naciones vecinas. Diariamente se
aderezaban a expensas mías un toro, seis carneros escogidos y aves; y cada diez días se
traía cantidad de odres de vino. Y a pesar de todo, jamás reclamé el pan del gobernador,
porque un duro trabajo gravaba ya al pueblo. ¡Acuérdate, Dios mío, para mi bien, de todo lo
que he hecho por este pueblo!".

Job 21, 7-10: "¿Por qué siguen viviendo los malvados, envejecen y aún crecen en poder?
Su descendencia ante ellos se afianza, sus vástagos se afirman a su vista. En paz sus casas,
nada temen, la vara de Dios no cae sobre ellos. Su toro fecunda sin marrar, sin abortar su
vaca pare".

Salmos 22, 13-14: "Novillos innumerables me rodean, acósanme los toros de Basán; ávidos
abren contra mí sus fauces; leones que descuartizan y rugen". 50, 9-15: "No tengo que
tomar novillo de tu casa, ni machos cabríos de tus apriscos. «Pues mías son todas las fieras
de la selva, las bestias en los montes a millares; conozco todas las aves de los cielos, mías
son las bestias de los campos. «Si hambre tuviera, no habría de decírtelo, porque mío es el
orbe y cuanto encierra. ¿Es que voy a comer carne de toros, o a beber sangre de machos
cabríos? «Sacrificio ofrece a Dios de acción de gracias, cumple tus votos al Altísimo; e
invócame en el día de la angustia, te libraré y tú me darás gloria»". 68, 29-31: "¡Manda,
Dios mío, según tu poder, el poder, oh Dios, que por nosotros desplegaste, desde tu Templo
en lo alto de Jerusalén, donde vienen los reyes a ofrecerte presentes! Increpa a la bestia del
cañaveral, a la manada de toros y novillos de los pueblos. ¡Que se sometan con lingotes de
plata! ¡Dispersa a los pueblos que fomentan la guerra!". 69, 31-32: "El nombre de Dios
celebraré en un cántico, le ensalzaré con la acción de gracias; y más que un toro agradará a
Yahveh, más que un novillo con cuernos y pezuñas".

Proverbios 14, 4: "Donde no hay bueyes, pesebre vacío; cosecha abundante con la fuerza
del toro".

Sirácida 6, 2-3: "No te engrías en el capricho de tu alma, para que no sea desgarrada tu
alma (como un toro) y tus hojas devores, y destruyas tus frutos, y te dejes a ti mismo como
un tronco seco".

Isaías 34, 6-8: "La espada de Yahveh está llena de sangre, engrasada de sebo, de sangre de
carneros y machos cabríos, de sebo de riñones de carneros, porque tiene Yahveh un
sacrificio en Bosrá, y gran matanza en Edom. En vez de búfalos caerán pueblos, y en vez de
toros un pueblo de valientes. Se emborrachará su tierra con sangre, y su polvo será
engrasado de sebo. Porque es día de venganza para Yahveh, año de desquite del defensor
de Sión".

Ezequiel 1, 10: "En cuanto a la forma de sus caras, era una cara de hombre, y los cuatro
tenían cara de león a la derecha, los cuatro tenían cara de toro a la izquierda, y los cuatro
tenían cara de águila". 39, 18-20: "Carne de héroes comeréis, sangre de príncipes de la
tierra beberéis. Todos son carneros, corderos, machos cabríos, pingües toros de Basán.
Comeréis grasa hasta la saciedad y beberéis sangre hasta la embriaguez, en este sacrificio
que yo os brindo. Os hartaréis a mi mesa de caballos y caballeros, de héroes y de toda clase
de guerreros, oráculo del Señor Yahveh".
Daniel 3, 37-40: "Señor, que somos más pequeños que todas las naciones, que hoy estamos
humillados en toda la tierra, por causa de nuestros pecados; ya no hay, en esta hora,
príncipe, profeta ni caudillo, holocausto, sacrificio, oblación ni incienso ni lugar donde
ofrecerte las primicias, y hallar gracia a tus ojos. Mas con alma contrita y espíritu
humillado te seamos aceptos, como con holocaustos de carneros y toros, y con millares de
corderos pingües; tal sea hoy nuestro sacrificio ante ti, y te agrade que plenamente te
sigamos, porque no hay confusión para los que en ti confían".

Oseas 12, 10-12: "Yo soy Yahveh, tu Dios, desde el país de Egipto: aún te haré morar en
tiendas como en los días del Encuentro; hablaré a los profetas, multiplicaré las visiones, y
por medio de los profetas hablaré en parábolas. Si Galaad es iniquidad, ellos no son más
que mentira. En Guilgal sacrifican toros; por eso sus altares serán como escombros sobre
los surcos de los campos".

Hechos 14, 11-15: "La gente, al ver lo que Pablo había hecho, empezó a gritar en licaonio:
«Los dioses han bajado hasta nosotros en figura de hombres». A Bernabé le llamaban Zeus
y a Pablo, Hermes, porque era quien dirigía la palabra. El sacerdote del templo de Zeus que
hay a la entrada de la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas y a una con la
gente se disponía a sacrificar. Al oírlo los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus vestidos
y se lanzaron en medio de la gente gritando: «Amigos, ¿por qué hacéis esto? Nosotros
somos también hombres".

Hebreos 9, 13-14: "Pues si la sangre de machos cabríos y de toros y la ceniza de vaca


santifica con su aspersión a los contaminados, en orden a la purificación de la carne,
¡cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a
Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia para rendir culto a Dios vivo!". 10,
1-7: "No conteniendo, en efecto, la Ley más que una sombra de los bienes futuros, no la
realidad de las cosas, no puede nunca, mediante unos mismos sacrificios que se ofrecen sin
cesar año tras año, dar la perfección a los que se acercan. De otro modo, ¿no habrían cesado
de ofrecerlos, al no tener ya conciencia de pecado los que ofrecen ese culto, una vez
purificados? Al contrario, con ellos se renueva cada año el recuerdo de los pecados, pues es
imposible que sangre de toros y machos cabríos borre pecados. Por eso, al entrar en este
mundo, dice: "Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo.
Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces dije: ¡He aquí que vengo
- pues de mí está escrito en el rollo del libro - a hacer, oh Dios, tu voluntad!".

TÓRTOLA (as):

Génesis 15, 4-12: “He aquí que la palabra de Yahveh le dijo a Abram: «No te heredará ése,
sino que te heredará uno que saldrá de tus entrañas». Y sacándole afuera, le dijo: «Mira al
cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas». Y le dijo: «Así será tu descendencia». Y
creyó él en Yahveh, el cual se lo reputó por justicia. Y le dijo: «Yo soy Yahveh que te
saqué de Ur de los caldeos, para darte esta tierra en propiedad». Él dijo: «Mi Señor,
Yahveh, ¿en qué conoceré que ha de ser mía?» Díjole: «Tráeme una novilla de tres años,
una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón». Tomó él todas
estas cosas, y partiéndolas por medio, puso cada mitad enfrente de la otra. Los pájaros no
los partió. Las aves rapaces bajaron sobre los cadáveres, pero Abram las espantó. Y sucedió
que estando ya el sol para ponerse, cayó sobre Abram un sopor, y de pronto le invadió un
gran sobresalto”.

Levítico 1, 14-17: “Si su ofrenda a Yahveh es un holocausto de aves, presentará como


ofrenda tórtolas o pichones. El sacerdote la ofrecerá en el altar, descervigará su cabeza y la
quemará en el altar; su sangre será exprimida contra la pared del altar. Quitará entonces el
buche con las plumas y los arrojará al lado oriental del altar, al lugar donde se echan las
cenizas. Abrirá el ave entre las alas, sin llegar a partirla; y la quemará en el altar, encima de
la leña colocado sobre el fuego. Es un holocausto, un manjar abrasado de calmante aroma
para Yahveh”. 5, 7-13: “Cuando sus recursos no alcancen para una res menor, presentará a
Yahveh, como sacrificio de reparación por su pecado, dos tórtolas o dos pichones, uno
como sacrificio por el pecado y otro en holocausto. Los llevará al sacerdote, quien ofrecerá
primero el que se destina al sacrificio por el pecado. Con las uñas descervigará la cabeza
junto a la nuca sin arrancarla. Rociará con sangre de la víctima el lateral del altar, y el resto
de la sangre será exprimida al pie del altar. Es un sacrificio por el pecado. Con el segundo
hará un holocausto, conforme a la norma. El sacerdote le hará así expiación por el pecado
cometido y le será perdonado. Si no le alcanza para dos tórtolas o dos pichones, presentará,
como ofrenda suya por haber pecado, una décima de medida de flor de harina como
sacrificio por el pecado. No añadirá aceite, ni echará sobre ella incienso, porque es
sacrificio por el pecado. La llevará al sacerdote; y el sacerdote, tomando de ella un puñado
como memorial, lo quemará en el altar, junto con los manjares que se abrasan para Yahveh.
Es un sacrificio por el pecado. El sacerdote hará expiación por él, a causa del pecado que
cometió en cualquiera de aquellos casos, y se le perdonará. El sacerdote tendrá su parte
como en la oblación”. 12, 6-8: “Al cumplirse los días de su purificación, sea por niño o
niña, presentará al sacerdote, a la entrada de la Tienda del Encuentro, un cordero de un año
como holocausto, y un pichón o una tórtola como sacrificio por el pecado. El sacerdote lo
ofrecerá ante Yahveh, haciendo expiación por ella, y quedará purificada del flujo de su
sangre. Ésta es la ley referente a la mujer que da a luz a un niño o una niña. Mas si a ella no
le alcanza para presentar una res menor, tome dos tórtolas o dos pichones, uno como
holocausto y otro como sacrificio por el pecado; y el sacerdote hará expiación por ella y
quedará pura”. 14, 21-23: “Si es pobre y no tiene suficientes recursos, tomará un cordero
como sacrificio de reparación, como ofrenda mecida, para hacer expiación por él, y
además, como oblación, una décima de flor de harina amasada con aceite, un cuartillo de
aceite, y dos tórtolas o dos pichones, según sus recursos, uno como sacrificio por el pecado,
y otro como holocausto. Al octavo día, los llevará al sacerdote, a la entrada de la Tienda del
Encuentro para su purificación delante de Yahveh”. 14, 30-32: “Luego ofrecerá, conforme
a los recursos suyos, una de las tórtolas o de los pichones, es decir, lo que alcanzan sus
recursos, uno como sacrificio por el pecado, y otro como holocausto, además de la
oblación. De este modo el sacerdote hará expiación ante Yahveh por aquel que se purifica.
Ésta es la ley de purificación para aquel que tiene llaga de lepra y cuyos recursos son
limitados”. 15, 11-16: “Todo aquel a quien toque el que padece flujo sin haberse lavado las
manos con agua lavará sus vestidos, se bañará en agua y quedará impuro hasta la tarde.
Toda vasija de barro tocada por el que padece flujo será rota, y todo utensilio de madera
será lavado con agua. Si el que padece flujo sana de él, se contarán siete días para su
purificación; después lavará sus vestidos, se bañará en agua viva y quedará puro. Al día
octavo tomará dos tórtolas o dos pichones y se presentará ante Yahveh a la entrada de la
Tienda del Encuentro, para entregarlos al sacerdote. El sacerdote los ofrecerá, uno como
sacrificio por el pecado, el otro como holocausto, y de esta manera el sacerdote hará
expiación por él ante Yahveh, a causa de su flujo. El hombre que tenga derrame seminal
lavará con agua todo su cuerpo y quedará impuro hasta la tarde”. 15, 25-30: “Cuando una
mujer tenga flujo de sangre durante muchos días, fuera del tiempo de sus reglas o cuando
sus reglas se prolonguen, quedará impura mientras dure el flujo de su impureza como en los
días del flujo menstrual. Todo lecho en que se acueste mientras dura su flujo será impuro
como el lecho de la menstruación, y cualquier mueble sobre el que se siente quedará
impuro como en la impureza de las reglas. Quien los toque quedará impuro y lavará sus
vestidos, se bañará en agua y quedará impuro hasta la tarde. Una vez que ella sane de su
flujo, contará siete días, quedando después pura. Al octavo día tomará para sí dos tórtolas o
dos pichones y los presentará al sacerdote a la entrada de la Tienda del Encuentro. El
sacerdote los ofrecerá uno como sacrificio por el pecado, el otro como holocausto; y hará
expiación por ella ante Yahveh por la impureza de su flujo”.

Números 6, 1-10: “Habló Yahveh a Moisés y le dijo: Diles esto a los israelitas: «Si un
hombre o mujer se decide a hacer voto de nazir, consagrándose a Yahveh, se abstendrá de
vino y de bebidas embriagantes. No beberá vinagre de vino ni de bebida embriagante;
tampoco beberá ningún zumo de uvas, ni comerá uvas, frescas o pasas. En todo el tiempo
de su nazireato no tomará nada de lo que se obtiene de la vid, desde el agraz hasta el orujo.
En todos los días de su voto de nazireato no pasará navaja por su cabeza: hasta cumplirse
los días por los que se consagró a Yahveh, será sagrado y se dejará crecer la cabellera. No
se acercará, en todos los días de su nazireato en honor de Yahveh, a ningún cadáver. Ni por
su padre, ni por su madre, ni por su hermano, ni por su hermana se manchará, en el caso de
que murieran, pues lleva sobre su cabeza el nazireato de su Dios. Todos los días de su
nazireato es un consagrado a Yahveh. Si alguien muere de repente junto a él y mancha así
su cabellera de nazir, se rapará la cabeza el día de su purificación, se la rapará el día
séptimo. El día octavo llevará un par de tórtolas o un par de pichones al sacerdote, a la
entrada de la Tienda del Encuentro”.

Salmos 74, 18-20: “Recuérdalo, Yahveh: provoca el enemigo, tu nombre ultraja un pueblo
necio. No entregues a la bestia el alma de tu tórtola, la vida de tus pobres no olvides para
siempre. Piensa en la alianza, que están llenos los rincones del país de guaridas de
violencia”.

Cantar 2, 10-14: “Empieza a hablar mi amado, y me dice: «Levántate, amada mía,


hermosa mía, y vente. Porque, mira, ha pasado ya el invierno, han cesado las lluvias y se
han ido. Aparecen las flores en la tierra, el tiempo de las canciones es llegado, se oye el
arrullo de la tórtola en nuestra tierra. Echa la higuera sus yemas, y las viñas en cierne
exhalan su fragancia. ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, y vente! Paloma mía, en las
grietas de la roca, en escarpados escondrijos, muéstrame tu semblante, déjame oír tu voz;
porque tu voz es dulce, y gracioso tu semblante»”.

Jeremías 8, 7: “Hasta la cigüeña en el cielo conoce su estación, y la tórtola, la golondrina


o la grulla observan la época de sus migraciones. Pero mi pueblo ignora el derecho de
Yahveh”.

Lucas 2, 22-24: “Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de
Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley
del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un
par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor”.
TORTUGA: Lev.
VACA (as):
Génesis 12, 14-17: "Efectivamente, cuando Abram entró en Egipto, vieron los egipcios que
la mujer era muy hermosa. Viéronla los oficiales de Faraón, los cuales se la ponderaron, y
la mujer fue llevada al palacio de Faraón. Éste trató bien por causa de ella a Abram, que
tuvo ovejas, vacas, asnos, siervos, siervas, asnas y camellos. Pero Yahveh hirió a Faraón y
a su casa con grandes plagas por lo de Saray, la mujer de Abram". 20, 14-15: "Tomó
Abimélek ovejas y vacas, siervos y esclavas, se los dio a Abraham, y le devolvió su mujer
Sara. Y dijo Abimélek: «Ahí tienes mi país por delante: quédate donde se te antoje»". 21,
27: "Abraham tomó unas ovejas y vacas, se las dio a Abimélek, e hicieron los dos un
pacto". 24, 32-36: "El hombre entró en la casa, y Labán desaparejó los camellos, les dio
paja y forraje, y al hombre y a sus acompañantes agua para lavarse los pies. Después les
sirvió de comer, pero el otro dijo: «No comeré hasta no haber dicho lo que tengo que
decir.» A lo que respondió Labán: «Habla». «Yo soy, dijo, siervo de Abraham. Yahveh ha
bendecido con largueza a mi señor, que se ha hecho rico, pues le ha dado ovejas y vacas,
plata y oro, siervos y esclavas, camellos y asnos. Y Sara, la mujer de mi señor, envejecida
ya, dio a luz un hijo a mi señor, que le ha cedido todo cuanto posee". 32, 7-9: "Los
mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: «Hemos ido donde tu hermano Esaú, y él mismo
viene a tu encuentro con cuatrocientos hombres». Jacob se asustó mucho y se llenó de
angustia; dividió a sus gentes, las ovejas, vacas y camellos, en dos campamentos, y dijo:
«Si llega Esaú a uno de los campamentos y lo ataca, se salvará el otro»". 32, 14-19: "Jacob
pasó allí aquella noche. Tomó de lo que tenía a mano un regalo para su hermano Esaú,
consistente en doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte
carneros, treinta camellas criando, junto con sus crías, cuarenta vacas y diez toros, veinte
asnas y diez garañones, y repartiéndolo en manadas independientes, los confió a sus siervos
y les dijo: «Pasad delante de mí, dejando espacio entre manada y manada». Y al primero le
encargó: «Cuando te salga al paso mi hermano Esaú y te pregunte: "de quién eres y adónde
vas, y para quién es eso que va delante de ti", dices: "De tu siervo Jacob; es un regalo
enviado para mi señor Esaú. Precisamente, él mismo viene detrás de nosotros"». 33, 9-14:
"Dijo Esaú: «Tengo bastante, hermano mío; sea para ti lo tuyo». Replicó Jacob: «De
ninguna manera. Si he hallado gracias a tus ojos, toma mi regalo de mi mano, ya que he
visto tu rostro como quien ve el rostro de Dios, y me has mostrado simpatía. Acepta, pues,
el obsequio que te he traído; pues Dios me ha favorecido y tengo de todo». E instóle tanto
que aceptó. Dijo Esaú: «Vámonos de aquí, y yo te daré escolta». Él le dijo: «Mi señor sabe
que los niños son tiernos, y que tengo conmigo ovejas y vacas criando; un día de ajetreo
bastaría para que muriese todo el rebaño. Adelántese, pues, mi señor a su siervo, que yo
avanzaré despacito, al paso del ganado que llevo delante, y al paso de los niños, hasta que
llegue donde mi señor, a Seír»". 41, 1-4: "Al cabo de dos años. Faraón soñó que se
encontraba parado a la vera del río. De pronto suben del río siete vacas hermosas y
lustrosas que se pusieron a pacer en el carrizal. Pero he aquí que detrás de aquéllas subían
del río otras siete vacas, de mal aspecto y macilentas, las cuales se pararon cabe las otras
vacas en la margen del río, y las vacas de mal aspecto y macilentas se comieron a las siete
vacas hermosas y lustrosas. Entonces Faraón se despertó". 41, 17-21: "Y refirió Faraón a
José su sueño: «Resulta que estaba yo parado a la orilla del río, cuando de pronto suben del
río siete vacas lustrosas y de hermoso aspecto, las cuales pacían en el carrizal. Pero he aquí
que otras siete vacas subían detrás de aquéllas, de muy ruin y mala catadura y macilentas,
que jamás vi como aquéllas en toda la tierra de Egipto, de tan malas. Y las siete vacas
macilentas y malas se comieron a las siete vacas primeras, las lustrosas. Pero una vez que
las tuvieron dentro, ni se conocía que las tuviesen, pues su aspecto seguía tan malo como al
principio. Entonces me desperté". 41, 25-28: "José dijo a Faraón: «El sueño de Faraón es
uno solo: Dios anuncia a Faraón lo que va a hacer. Las siete vacas buenas son siete años de
abundancia y las siete espigas buenas, siete años son: porque el sueño es uno solo. Y las
siete vacas macilentas y malas que subían después de aquéllas, son siete años; e igualmente
las siete espigas flacas y asolanadas, es que habrá siete años de hambre. Esto es lo que yo
he dicho a Faraón. Lo que Dios va a hacer lo ha mostrado a Faraón". 47, 15-17: "Agotada la
plata de Egipto y de Canaán, acudió Egipto en masa a José diciendo: «Danos pan. ¿Por qué
hemos de morir en tu presencia ahora que se ha agotado la plata?». Dijo José: «Entregad
vuestros ganados y os daré pan por vuestros ganados, ya que se ha agotado la plata».
Trajeron sus ganados a José y José les dio pan a cambio de caballos, ovejas, vacas y burros.
Y les abasteció de pan a trueque de todos sus ganados por aquel año".

Éxodo 12, 37-38: "Los israelitas partieron de Ramsés hacia Sukkot, unos seiscientos mil
hombres de a pie, sin contar los niños. Salió también con ellos una muchedumbre
abigarrada y grandes rebaños de ovejas y vacas". 22, 28-30: "No tardarás en ofrecerme de
tu abundancia y de tus jugos. Me darás el primogénito de tus hijos. Lo mismo has de hacer
con el de tus vacas y ovejas. Siete días estará con su madre, y al octavo me lo darás.
Hombres santos seréis para mí. No comáis la carne despedazada por una fiera en el campo;
echádsela a los perros". 34, 19-20: "Todo lo que abre el seno es mío, todo primer nacido,
macho, sea de vaca o de oveja, es mío. El primer nacido de asno lo rescatarás con una
oveja; y si no lo rescatas, lo desnucarás. Rescatarás todos los primogénitos de tus hijos, y
nadie se presentará ante mí con las manos vacías".

Levítico 22, 28: "No inmoléis en el mismo día vaca u oveja juntamente con su cría".

Números 18, 17: "Pero al primogénito de vaca, o de oveja, o de cabra, no lo rescatarás: es


sagrado. Derramarás su sangre sobre el altar y su grasa la harás arder como manjar
abrasado de calmante aroma para Yahveh". 19, 1-10 "Habló Yahveh a Moisés y a Aarón y
les dijo: «Éste es uno de los preceptos legales, prescrito por Yahveh con estas palabras:
"Diles a los israelitas que te traigan una vaca roja, sin defecto, que no tenga manchas, y que
no haya llevado yugo. Dádsela al sacerdote Eleazar. Que la saquen fuera del campamento y
sea inmolada en su presencia. Entonces el sacerdote Eleázar untará su dedo en la sangre de
la vaca y hará con la sangre siete aspersiones hacia la entrada de la Tienda del Encuentro.
Será quemada la vaca en su presencia, con su piel, su carne, su sangre e incluso sus
excrementos. Tomará el sacerdote leña de cedro, hisopo y grana, y la echará en medio de la
hoguera de la vaca. El sacerdote purificará sus vestidos y se lavará el cuerpo con agua;
luego podrá ya entrar en el campamento; pero será impuro el sacerdote hasta la tarde. El
que haya quemado la vaca purificará sus vestidos con agua y lavará su cuerpo con agua;
pero será impuro hasta la tarde. Un hombre puro recogerá las cenizas de la vaca y las
depositará fuera del campamento, en lugar puro. Servirán a la comunidad de los israelitas
para el rito de hacer el agua lustral: es un sacrificio por el pecado. El que haya recogido las
cenizas de la vaca lavará sus vestidos y será impuro hasta la tarde. Éste será decreto
perpetuo tanto para los israelitas como para el forastero residente entre ellos". 22, 40:
"Sacrificó Balaq una vaca y una oveja y le envió porciones a Balaam y a los jefes que le
acompañaban".

Deuteronomio 7, 11-14: "Guarda, pues, los mandamientos, preceptos y normas que yo te


mando hoy poner en práctica. Y por haber escuchado estas normas, por haberlas guardado y
practicado, Yahveh tu Dios te mantendrá la alianza y el amor que bajo juramento prometió
a tus padres. Te amará, te bendecirá, te multiplicará, bendecirá el fruto de tu seno y el fruto
de tu suelo, tu trigo, tu mosto, tu aceite, las crías de tus vacas y las camadas de tus rebaños,
en el suelo que a tus padres juró que te daría. Serás bendito más que todos los pueblos. No
habrá macho ni hembra estéril en ti ni en tus rebaños". 15, 19-20: "Todo primogénito que
nazca en tu ganado mayor o menor, si es macho, lo consagraras a Yahveh tu Dios. No
someterás al trabajo al primogénito de tu vaca ni esquilarás al primogénito de tu oveja. Lo
comerás, tú y tu casa, cada año, en presencia de Yahveh tu Dios, en el lugar elegido por
Yahveh". 28, 3-6: "Bendito serás en la ciudad y bendito en el campo. Bendito será el fruto
de tus entrañas, el producto de tu suelo, el fruto de tu ganado, el parto de tus vacas y las
crías de tus ovejas. Benditas serán tu cesta y tu artesa. Bendito serás cuando entres y
bendito cuando salgas". 28, 15-19: "Pero, si desoyes la voz de Yahveh tu Dios, y no cuidas
de practicar todos sus mandamientos y sus preceptos, que yo te prescribo hoy, te
sobrevendrán y te alcanzarán todas las maldiciones siguientes: Maldito serás en la ciudad y
maldito en el campo. Malditas serán tu cesta y tu artesa. Maldito el fruto de tus entrañas y
el fruto de tu suelo, el parto de tus vacas y las crías de tus ovejas. Maldito serás cuando
entres y maldito cuando salgas". 28, 49-51: "Yahveh levantará contra ti una nación venida
de lejos, de los extremos de la tierra, como el águila que se cierne. Será una nación de
lengua desconocida para ti, una nación de rostro fiero, que no respetará al anciano ni tendrá
compasión del niño. Comerá el fruto de tu ganado y el fruto de tu suelo, hasta destruirte; no
te dejará trigo, mosto, ni aceite, ni los partos de tus vacas, ni las crías de tus ovejas, hasta
acabar contigo". 32, 12-15: "Sólo Yahveh le guía a su destino, con él ningún dios
extranjero. Le hace cabalgar por las alturas de la tierra, le alimenta de los frutos del campo,
le da a gustar miel de la peña, y aceite de la dura roca, cuajada de vacas y leche de ovejas,
con la grasa de corderos; carneros de raza de Basán, y machos cabríos, con la flor de los
granos de trigo, y por bebida la roja sangre de la uva. Come Jacob, se sacia, engorda
Yesurún, respinga, - te has puesto grueso, rollizo, turgente -, rechaza a Dios, su Hacedor,
desprecia a la Roca, su salvación".

1 Samuel 6, 7-15: "Ahora, pues, tomad y preparad una carreta nueva y dos vacas que estén
criando y que no hayan llevado yugo; unciréis las vacas a la carreta y haréis volver sus
becerros al establo. Tomaréis el arca de Yahveh y la pondréis sobre la carreta. Cuanto a los
objetos de oro que le habéis ofrecido como reparación, los meteréis en un cofre a su lado, y
la dejaréis marchar. Y fijaos: si toma el camino de su país, hacia Bet Semes, es él el que nos
ha causado esta gran calamidad; si no, sabremos que no ha sido su mano la que nos ha
castigado y que todo esto nos ha sucedido por casualidad». Así lo hicieron aquellos
hombres: tomaron dos vacas que estaban criando y las uncieron a la carreta, pero retuvieron
las crías en el establo. Colocaron sobre la carreta el arca de Yahveh y el cofre con las ratas
de oro y las imágenes de sus tumores. Tomaron las vacas en derechura por el camino de
Bet Semes y mantuvieron la misma ruta; caminaban mugiendo, sin desviar ni a derecha ni a
izquierda. Estaban los de Bet Semes segando el trigo en el valle, y alzando la vista vieron el
arca y fueron gozosos a su encuentro. Al llegar la carreta al campo de Josué de Bet Semes,
se detuvo; había allí una gran piedra. Astillaron la madera de la carreta y ofrecieron las
vacas en holocausto a Yahveh. Los levitas bajaron el arca de Yahveh y el cofre que estaba a
su lado y que contenía los objetos de oro, y lo depositaron todo sobre la gran piedra. Los de
Bet Semes ofrecieron aquel día holocaustos e hicieron sacrificios a Yahveh".

2 Samuel 17, 27-29: "Cuando David llegó a Majanáyim, Sobí, hijo de Najás, de Rabbá de
los ammonitas, y Makir, hijo de Ammiel, de Lo Debar, y Barzillay de Galaad de Roguelim,
llevaron lechos, esteras, copas y vasos de barro, así como trigo, cebada, harina, grano
tostado, lentejas, habas, miel, cuajada, ovejas y quesos de vaca, y lo ofrecieron a David y a
la gente que estaba con él, para que comiesen, pues se habían dicho: «La gente habrá
pasado hambre, fatigas y sed en el desierto»".

1 Reyes 1, 9-10: "Adonías hizo un sacrificio de ovejas, bueyes y vacas cebadas en la Piedra
de Zojélet, que está junto a la fuente de Roguel, e invitó a todos sus hermanos, los hijos del
rey, y a todos los hombres de Judá, servidores del rey, pero no invitó al profeta Natán ni a
Benaías ni a los valientes ni a Salomón, su hermano". 1, 16-19: "Arrodillóse Betsabé y se
postró ante el rey; el rey dijo: «¿Qué te pasa?». Ella le dijo: «Mi señor, tú has jurado a tu
sierva por Yahveh tu Dios: "Salomón tu hijo reinará después de mí y él se sentará en mi
trono". Pero ahora es Adonías el que se hace el rey, sin que tú, mi señor el rey, lo sepas. Ha
sacrificado bueyes, vacas cebadas y ovejas en abundancia, invitando a todos los hijos del
rey, al sacerdote Abiatar y a Joab, jefe del ejército, pero no ha invitado a tu siervo
Salomón". 1, 23-26: "Avisaron al rey: «Está aquí el profeta Natán». Entró donde el rey y se
postró sobre su rostro en tierra ante el rey. Dijo Natán: «Rey mi señor: ¿es que tú has dicho:
"Adonías reinará después de mí y él será el que se siente sobre mi trono?". Porque ha
bajado hoy a sacrificar bueyes, vacas cebadas y ovejas en abundancia, invitando a todos los
hijos del rey, a los jefes del ejército y al sacerdote Abiatar; están ahora comiendo y
bebiendo en su presencia y gritan: "Viva el rey Adonías". Pero yo, tu siervo, y el sacerdote
Sadoq y Benaías, hijo de Yehoyadá, y tu siervo Salomón no hemos sido invitados".

Qohelet 2, 4-7: "Emprendí mis grandes obras; me construí palacios, me planté viñas; me
hice huertos y jardines, y los planté de toda clase de árboles frutales. Me construí albercas
con aguas para regar la frondosa plantación. Tuve siervos y esclavas: poseí servidumbre,
así como ganados, vacas y ovejas, en mayor cantidad que ninguno de mis predecesores en
Jerusalén…, y vi que todo es vanidad".

Job 21, 7-10: "¿Por qué siguen viviendo los malvados, envejecen y aún crecen en poder?
Su descendencia ante ellos se afianza, sus vástagos se afirman a su vista. En paz sus casas,
nada temen, la vara de Dios no cae sobre ellos. Su toro fecunda sin marrar, sin abortar su
vaca pare".
Isaías 11, 6-8: "Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el
novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá. La vaca y la osa
pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja. Hurgará el niño
de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado meterá la
mano". 65, 9-10: "Sacaré de Jacob simiente y de Judá heredero de mis montes; los
heredarán mis elegidos y mis siervos morarán allí. Sarón será majada de ovejas y el valle de
Akor corral de vacas para mi pueblo, los que me buscaron".

Jeremías 3, 22-25: "- Volved, hijos apóstatas; yo remediaré vuestras apostasías. - Aquí nos
tienes de vuelta a ti, porque tú, Yahveh, eres nuestro Dios. ¡Luego eran mentira los altos, la
barahúnda de los montes! ¡Luego por Yahveh, nuestro Dios, se salva Israel! La Vergüenza
se comió la laceria de nuestros padres desde nuestra mocedad: sus ovejas y vacas, sus hijos
e hijas. Acostémonos en nuestra vergüenza, y que nos cubra nuestra propia confusión, ya
que contra Yahveh nuestro Dios hemos pecado nosotros como nuestros padres desde
nuestra mocedad hasta hoy, y no escuchamos la voz de Yahveh nuestro Dios". 5, 15-17:
"He aquí que yo traigo sobre vosotros, una nación de muy lejos, ¡oh casa de Israel! -
oráculo de Yahveh -; una nación que no mengua, nación antiquísima aquélla, nación cuya
lengua ignoras y no entiendes los que habla; cuyo carcaj es como tumba abierta: todos son
valientes. Comerá tu mies y tu pan, comerá a tus hijos e hijas, comerá tus ovejas y vacas,
comerá tus viñas e higueras; con la espada destruirá tus plazas fuertes en que confías". 31,
11-12: "Porque ha rescatado Yahveh a Jacob, y le ha redimido de la mano de otro más
fuerte. Vendrán y darán hurras en la cima de Sión y acudirán al regalo de Yahveh: al grano,
al mosto, y al aceite virgen, a las crías de ovejas y de vacas, y será su alma como huerto
empapado, no volverán a estar ya macilentos".

Joel 1, 15-19: "«¡Ay, el Día, que está cerca el Día de Yahveh, ya llega como devastación de
Sadday!». ¿No ha sido arrancada la comida de delante de nuestros ojos, y de la Casa de
nuestro Dios la alegría y el júbilo? Se han podrido los granos bajo los terrones; los graneros
han sido devastados, derruidos los silos, porque falta el grano. ¡Cómo muge el ganado,
cómo vagan sin rumbo los rebaños de vacas, porque no hay pastor para ellos! ¡Hasta los
rebaños de ovejas tienen que expiar! A ti clamo, Yahveh, porque el fuego ha devorado los
pastizales del desierto, la llama ha abrasado todos los árboles del campo".

Amós 4, 1-3: "Escuchad esta palabra, vacas de Basán, que estáis en la montaña de Samaría,
que oprimís a los débiles, que maltratáis a los pobres, que decís a vuestros maridos:
«¡Traed, y bebamos!». El Señor Yahveh ha jurado pro su santidad: He aquí que vienen días
sobre vosotras en que se os izará con ganchos, y, hasta las últimas, con anzuelos de pescar.
Por brechas saldréis cada una a derecho, y seréis arrojadas al Hermón, oráculo de Yahveh".

Oseas 4, 16: "Ya que Israel se ha embravecido cual vaca brava, ¿los va a apacentar ahora
Yahveh como a un cordero en ancho prado?".

Hebreos 9, 11-14: "Pero presentóse Cristo como Sumo Sacerdote de los bienes futuros, a
través de una Tienda mayor y más perfecta, no fabricada por mano de hombre, es decir, no
de este mundo. Y penetró en el santuario una vez para siempre, no con sangre de machos
cabríos ni de novillos, sino con su propia sangre, consiguiendo una redención eterna. Pues
si la sangre de machos cabríos y de toros y la ceniza de vaca santifica con su aspersión a los
contaminados, en orden a la purificación de la carne, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que
por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas
nuestra conciencia para rendir culto a Dios vivo!".

VENCEJO (os):
Baruc 6, 3-72: “Ahora vais a ver en Babilonia dioses de plata, de oro y de madera, que son
llevados a hombros y que infunden temor a los gentiles. Estad alerta, no hagáis vosotros
también como los extranjeros de modo que os entre temor de esos dioses, cuando veáis la
turba delante y detrás de ellos adorándoles. Decid entonces en vuestro interior: «A ti solo se
debe adoración, Señor». Pues mi ángel está con vosotros: él tiene cuidado de vuestras
vidas. Porque la lengua de esos dioses ha sido limada por un artesano, y ellos, por muy
dorados y plateados que estén, son falsos y no pueden hablar. Como para una joven
presumida, así ellos toman oro y preparan coronas para las cabezas de sus dioses. Ocurre a
veces que los sacerdotes roban a sus dioses oro y plata y lo emplean en sus propios gastos,
y llegan a dárselo incluso a las prostitutas de la terraza. Los adornan también con vestidos
como si fuesen hombres, a esos dioses de plata, oro y madera; pero éstos no se libran ni de
la roña ni de los gusanos. Por muy envueltos que estén en vestidos de púrpura, tienen que
lavarles la cara, debido al polvo de la casa que los recubre espesamente. Hay quien empuña
el cetro como un gobernador de provincia, pero no podría aniquilar al que le ha ofendido.
Otro tiene en su diestra espada y hacha, pero no puede defenderse de la guerra ni de los
ladrones. Por donde bien dejan ver que no son dioses. Así que no les temáis. Como el vaso
que un hombre usa, cuando se rompe, se hace inservible, así les pasa a sus dioses una vez
colocados en el templo. Sus ojos están llenos del polvo levantado por los pies de los que
entran. Lo mismo que a uno que ha ofendido al rey se le cierran bien las puertas, como que
está condenado a muerte, así los sacerdotes aseguran las casas de estos dioses con puertas,
cerrojos y trancas, para que no sean saqueados por los ladrones. Les encienden lámparas y
aun más que para ellos mismos, cuando los dioses no pueden ver ni una sola de ellas. Les
pasa lo mismo que a las vigas de la casa cuyo interior se dice que está apolillado. A los
gusanos que suben del suelo y los devoran, a ellos y sus vestidos, no los sienten. Sus caras
están ennegrecidas por la humareda de la casa. Sobre su cuerpo y sus cabezas revolotean
lechuzas vencejos y otros pájaros; y también hay gatos. Por donde podéis ver que no son
dioses; así que no les temáis. El oro mismo con que los recubren para embellecerlos no
lograría hacerlos brillar si no hubiera quien le limpiara la herrumbre, pues ni cuando eran
fundidos se daban cuenta. A enorme precio han sido comprados esos dioses en los que no
hay soplo de vida. Al no tener pies, son llevados a hombros, exhibiendo así a los hombres
su propia ignominia; y quedan también en vergüenza sus servidores, porque si aquéllos
llegan a caer en tierra, tienen que ser levantados por ellos. Si se les pone en pie, no pueden
moverse por sí mismos; si se les tumba, no logran enderezarse solos; como a muertos, se les
presentan las ofrendas. Sus víctimas las venden los sacerdotes y sacan provecho de ellas;
también sus mujeres ponen una parte en conserva, sin repartir nada al pobre ni al enfermo;
y las mujeres que acaban de dar a luz y las que están en estado de impureza tocan sus
víctimas. Conociendo, pues, por todo esto que no son dioses, no les temáis. ¿Cómo, en
efecto, podrían llamarse dioses? Son mujeres las que presentan ofrendas ante estos dioses
de plata, oro y madera. Y en sus templos los sacerdotes se están sentados, con las túnicas
desgarradas, las cabezas y las barbas rapadas y la cabeza descubierta; y vocean chillando
delante de sus dioses como hacen algunos en un banquete fúnebre. Los sacerdotes les
quitan la vestimenta para vestir a sus mujeres y sus hijos. Si alguien les hace daño o favor,
no pueden darle su merecido. Ni pueden poner ni quitar rey. Tampoco son capaces de dar ni
riquezas ni dinero. Si alguien les hace un voto y no lo cumple, no le piden cuentas. Jamás
libran a un hombre de la muerte, ni arrancan al débil de las manos del poderoso. No pueden
devolver la vista al ciego, ni liberar al hombre que se halla en necesidad. No tienen piedad
de la viuda ni hacen bien al huérfano. A los peñascos sacados del monte se parecen esos
maderos recubiertos de oro y plata, y sus servidores quedan en vergüenza. ¿Cómo, pues, se
puede creer o afirmar que son dioses? Más aún, los mismos caldeos los desacreditan
cuando, al ver a un mudo que no puede hablar, lo llevan donde Bel, pidiéndole que le
devuelva el habla, como si este dios pudiera percibir. Y no pueden ellos, que piensan,
abandonar a sus dioses que no sienten nada. Las mujeres, ceñidas de cuerdas, se sientan
junto a los caminos quemando como incienso el salvado, y, cuando una de ellas, solicitada
por algún transeúnte, se acuesta con él, reprocha a su vecina de no haber sido hallada digna
como ella y de no haber sido rota su cuerda. Todo lo que se hace en honor de ellos es
engaño. ¿Cómo, pues, se puede creer o afirmar que son dioses? Han sido fabricados por
artesanos y orfebres, y no son cosa que lo que sus artífices quieren que sean. Los mismos
que los han fabricado no duran mucho tiempo; ¿cómo, pues, van a ser dioses las cosas
fabricadas por ellos? Sólo mentira y oprobio han dejado a su posteridad. Y cuando les
sobrevienen guerras o calamidades, los sacerdotes deliberan entre sí dónde esconderse con
ellos. ¿Cómo, pues, no darse cuenta de que no son dioses los que no pueden salvarse a sí
mismos de la guerra ni de las calamidades? No siendo otra cosa que madera dorada y
plateada, se reconocer reconocerá más tarde que no son más que mentira. Para todos,
naciones y reyes, quedará claro que no son dioses, sino obras de manos de hombres, y que
no hay en ellos obra alguna de un dios. ¿A quién, pues, no parecerá evidente que no son
dioses? No pueden poner rey en un país, ni dar a los hombres la lluvia. No saben juzgar sus
pleitos, ni liberar y proteger al agraviado, porque son incapaces; como cornejas son entre el
cielo y la tierra. Pues si llega a prender el fuego en la casa de esos dioses de madera,
dorados y plateados, sus sacerdotes escaparán y se pondrán a salvo, pero ellos serán, como
postes, presa de las llamas. Tampoco pueden resistir a rey ni a ejército enemigo. ¿Cómo
pues, admitir o creer que son dioses? Ni de ladrones y salteadores pueden defenderse estos
dioses de madera, plateados y dorados; aquéllos, más fuertes que ellos, les quitan el oro, la
plata y la vestimenta que los recubre, y se van con ello, sin que los dioses puedan
socorrerse a sí mismos. De modo que es mucho mejor ser un rey que ostenta su poder, o un
utensilio provechoso en una casa, del cual se sirve su dueño, que no estos falsos dioses; o
una puerta en una casa, que guarda cuanto hay dentro de ella, que no estos falsos dioses; o
bien un poste de madera en un palacio, que no estos falsos dioses. El sol, la luna y las
estrellas, que brillan y tienen una misión, son obedientes: igualmente el relámpago, cuando
aparece, es bien visible; asimismo el viento sopla en todo país; las nubes, cuando reciben de
Dios la orden de recorrer toda la tierra, la ejecutan al punto; y el fuego, enviado de lo alto a
consumir montes y bosques, hace lo que se le ha ordenado. Pero aquéllos no pueden
compararse a ninguna de estas cosas, ni en presencia, ni en potencia. Así que no se puede
creer ni afirmar que sean dioses, puesto que no son capaces de hacer justicia ni de
proporcionar bien alguno a los hombres. Sabiendo, pues, que no son dioses, no les temáis.
Tampoco pueden maldecir ni bendecir a los reyes; ni hacer ver a las naciones señales en el
cielo; ni resplandecen como el sol, ni alumbran como la luna. Las bestias valen más que
ellos, porque pueden, refugiándose bajo cubierto, ser útiles a sí mismas. Por ningún lado,
pues, aparece que sean dioses; así que no les temáis. Como espantajo en cohombral, que no
guarda nada, así son sus dioses de madera, dorados y plateados. También a un espino en un
huerto, en el que todos los pájaros se posan, o a un muerto echado en lugar oscuro, se
pueden comparar sus dioses de madera, dorados y plateados. Por la púrpura y el lino que se
pudre encima de ellos, conoceréis también que no son dioses. Ellos mismos serán al fin
devorados y serán un oprobio para el país. Mucho más vale, pues, el hombre justo, que no
tiene ídolos; él estará lejos del oprobio”.

VÍBORA:
Génesis 49, 16-18: “Dan juzgará a su pueblo como cualquiera de las tribus de Israel. Sea
Dan una culebra junto al camino, una víbora junto al sendero, que pica al caballo en los
jarretes y cae su jinete de espaldas. En tu salvación espero, Yahveh”.

Job 20, 2-22 “Sofar de Naamat tomó la palabra y dijo: Por esto mis pensamientos a replicar
me incitan: por la impaciencia que me urge. Una lección que me ultraja he escuchado, mas
el soplo de mi inteligencia me incita a responder. ¿No sabes tú que desde siempre, desde
que el hombre en la tierra fue puesto, es breve la alegría del malvado, y de un instante el
gozo del impío? Aunque su talla se alzara hasta los cielos y las nubes tocara su cabeza,
como un fantasma desaparece para siempre, los que le veían dicen: «¿Dónde está?» Se
vuela como un sueño inaprensible, se le ahuyenta igual que a una visión nocturna. El ojo
que le observaba ya no le ve más, ni le divisa el lugar donde estaba. A los pobres tendrán
que indemnizar sus hijos, sus niños habrán de devolver sus bienes. Sus huesos rebosaban de
vigor juvenil: mas ya con él postrado está en el polvo. Si el mal era dulce a su boca, si bajo
su lengua lo albergaba, si allí lo guardaba tenazmente y en medio del paladar lo retenía, su
alimento en sus entrañas se corrompe, en su interior se le hace hiel de áspid. Vomita las
riquezas que engulló, Dios se las arranca de su vientre. Veneno de áspides chupaba: lengua
de víbora le mata. Ya no verá los arroyos de aceite, los torrentes de miel y de cuajada.
Devuelve su ganancia sin tragarla, no saborea el fruto de su negocio. Porque estrujó las
chozas de los pobres, robó casas en vez de construirlas; porque su vientre se mostró
insaciable, sus tesoros no le salvarán; porque a su voracidad nada escapaba, por eso no dura
su prosperidad. En plena abundancia la estrechez le sorprende, la desgracia, en tromba, cae
sobre él”.

Salmos 91, 10-13: “No ha de alcanzarte el mal, ni la plaga se acercará a tu tienda; que él
dará orden sobre ti a sus ángeles de guardarte en todos tus caminos. Te llevarán ellos en sus
manos, para que en piedra no tropiece tu pie; pisarás sobre el león y la víbora, hollarás al
leoncillo y al dragón”. 140, 2-6: “Líbrame, Yahveh, del hombre malo, del hombre violento
guárdame, los que en su corazón maquinan males, y peleas albergan todo el día, aguzan su
lengua igual que una serpiente, veneno de víbora hay bajo sus labios. Presérvame, Yahveh,
de las manos del impío, del hombre violento guárdame, los que proyectan trastornar mis
pasos, los insolentes que me han ocultado cepo y lazos, y tienden una red bajo mis pies, y al
borde del sendero me han emplazado trampas”.

Proverbios 23, 29-34: “Para quién las «Desgracias»?, ¿para quién los «Ayes»?, ¿para
quién los litigios?, ¿para quién los lloros?, ¿para quién los golpes sin motivo?, ¿para quién
los ojos turbios?. Para los que se eternizan con el vino, los que van en busca de vinos
mezclados. No mires el vino: ¡Qué buen color tiene! ¡cómo brinca en la copa! ¡qué bien
entra! Pero, a la postre, como serpiente muerde, como víbora pica. Tus ojos verán cosas
extrañas, y tu corazón hablará sin ton ni son. Estarás como acostado en el corazón del mar,
o acostado en la punta de un mástil”.

Sirácida 39, 26-33: “De primera necesidad para la vida del hombre es el agua, el fuego, el
hierro y la sal, la flor de harina de trigo, la leche y la miel, el jugo de uva, el aceite y el
vestido. Todo esto son bienes para los piadosos, mas para los pecadores se truecan en
males. Hay vientos creados para el castigo, en su furor ha endurecido él sus látigos; al
tiempo de la consumación su fuerza expanden, y desahogan el furor del que los hizo. Fuego
y granizo, hambre y muerte, para el castigo ha sido creado todo esto. Y dientes de fieras,
escorpiones, víboras y espada vengadora para la perdición del impío. Todos hallan contento
en hacer su mandato, en la tierra están prontos para su menester, y llegada la ocasión no
traspasarán su orden. Por eso desde el principio me reafirmé, medité y he puesto por
escrito: «Las obras del Señor son todas buenas, a su tiempo provee él a toda necesidad”.
Isaías 10, 1-9: “Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará.
Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de
consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh. Y le inspirará en el temor de
Yahveh. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los
débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la
vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado. Justicia será el ceñidor de su
cintura, verdad el cinturón de sus flancos. Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo
se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los
conducirá. La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes,
comerá paja. Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el
recién destetado meterá la mano. Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte,
porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar”.
14, 28-31: “El año en que murió el rey Ajaz hubo esta oráculo: No te alegres, Filistea toda,
porque se haya quebrado la vara del que te hería; pues de raíz de culebra saldrá víbora, y su
fruto será dragón volador. Los débiles pacerán en mis pastos y los pobres en seguro se
acostarán, mientras que haré morir de hambre tu posteridad, y mataré lo que de ti reste
¡Ulula, puerta! ¡grita, ciudad! ¡derrítete, Filistea toda, que del norte una humareda viene, y
nadie deserta en sus columnas!”. 34, 11-15: “La heredarán el pelícano y el erizo, el ibis y el
cuervo residirán en ella. Tenderá Yahveh sobre ella la plomada del caos y el nivel del
vacío. Los sátiros habitarán en ella, ya no habrá en ella nobles que proclamen la realeza, y
todos sus príncipes serán aniquilados. En sus alcázares crecerán espinos, ortigas y cardos en
sus fortalezas; será morada de chacales y dominio de avestruces. Los gatos salvajes se
juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro; también allí reposará Lilit y en él encontrará
descanso. Allí anidará la víbora, pondrá, incubará y hará salir del huevo. También allí se
juntarán los buitres”. 59, 1-8: “Mirad, no es demasiado corta la mano de Yahveh para
salvar, ni es duro su oído para oír, sino que vuestras faltas os separaron a vosotros de
vuestro Dios, y vuestros pecados le hicieron esconder su rostro de vosotros para no oír.
Porque vuestras manos están manchadas de sangre y vuestros dedos de culpa, vuestros
labios hablan falsedad y vuestra lengua habla perfidia. No hay quien clame con justicia ni
quien juzgue con lealtad. Se confían en la nada y hablan falsedad, conciben malicia y dan a
luz iniquidad. Hacen que rompan su cascarón las víboras y tejen telas de araña; el que come
de sus huevos muere, y si son aplastados sale una víbora. Sus hilos no sirven para vestido
ni con sus tejidos se pueden cubrir. Sus obras son obras inicuas y acciones violentas hay en
sus manos. Sus pies corren al mal y se apresuran a verter sangre inocente. Sus proyectos
son proyectos inicuos, destrucción y quebranto en sus caminos. Camino de paz no conocen,
y derecho no hay en sus pasos. Tuercen sus caminos para provecho propio, ninguno de los
que por ellos pasan conoce la paz”.

Mateo 3, 7-11: “Pero viendo él venir muchos fariseos y saduceos al bautismo, les dijo:
Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente? Dad, pues, fruto digno
de conversión, y no creáis que basta con decir en vuestro interior: "Tenemos por padre
Abraham"; porque os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham. Ya está el
hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y
arrojado al fuego. Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí
es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. El os bautizará en Espíritu
Santo y fuego”. 12, 34: “¡Raza de víboras!. ¿Cómo podéis vosotros hablar cosas buenas
siendo malos? Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca”. 23, 33: “«¡Serpientes,
raza de víboras! ¿Cómo vais a escapar a la condenación de la gehenna?”.

Lucas 3, 2-9: “En el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan,
hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un
bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los
oráculos del profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor,
enderezad sus sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo
tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos. Y todos verán la salvación de
Dios. Decía, pues, a la gente que acudía para ser bautizada por él: «Raza de víboras, ¿quién
os ha enseñado a huir de la ira inminente? Dad, pues, frutos dignos de conversión, y no
andéis diciendo en vuestro interior: "Tenemos por padre a Abraham"; porque os digo que
puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham. Y ya está el hacha puesta a la raíz de los
árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego»”.

Hechos 28, 1-6: “Una vez a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta. Los nativos nos
mostraron una humanidad poco común; encendieron una hoguera a causa de la lluvia que
caía y del frío, y nos acogieron a todos. Pablo había reunido una brazada de ramas secas; al
ponerla sobre la hoguera, una víbora que salía huyendo del calor, hizo presa en su mano.
Los nativos, cuando vieron el animal colgado de su mano, se dijeron unos a otros: «Este
hombre es seguramente un asesino; ha escapado del mar, pero la justicia divina no le deja
vivir». Pero él sacudió el animal sobre el fuego y no sufrió daño alguno. Ellos estaban
esperando que se hincharía o que caería muerto de repente; pero después de esperar largo
tiempo y viendo que no le ocurría nada anormal, cambiaron de parecer y empezaron a decir
que era un dios”.

YEGUA (as):

Cantar 1, 5-11: “Negra soy, pero graciosa, hijas de Jerusalén, como las tiendas de Quedar,
como los pabellones de Salmá. No os fijéis en que estoy morena: es que el sol me ha
quemado. Los hijos de mi madre se airaron contra mí; me pusieron a guardar las viñas, ¡mi
propia viña no la había guardado! Indícame, amor de mi alma, dónde apacientas el rebaño,
dónde lo llevas a sestear a mediodía, para que no ande yo como errante tras los rebaños de
tus compañeros. Si no lo sabes, ¡oh la más bella de las mujeres!, sigue las huellas de las
ovejas, y lleva a pacer tus cabritas junto al jacal de los pastores. A mi yegua, entre los
carros de Faraón, yo te comparo, amada mía. Graciosas son tus mejillas entre los zarcillos,
y tu cuello entre los collares. Zarcillos de oro haremos para ti, con cuentas de plata”.

ZORRA (as):
Jueces 15, 4-5: “Se fue Sansón, y cazó trescientas zorras; cogió unas teas y, juntando a los
animales cola con cola, puso una tea en medio entre las dos colas. Prendió fuego a las teas y
luego, soltando las zorras por las mieses de los filisteos, incendió las gavillas y el trigo
todavía en pie y hasta las viñas y olivares”.

Mateo 8, 20: “Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el
Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»”.

Lucas 9, 57-58: “Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que
vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo
del hombre no tiene donde reclinar la cabeza»”.

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