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PRESENTACIÓN
A pedido de algunos profesores de los cursos de filosofía y
religión, que asistieron a los cursos de capacitación dictados en
diferentes zonas del Perú, me he visto en la necesidad de preparar
esta separata, en la que, en forma necesariamente suscinta, quiero
exponer en cuarenta puntos, las ideas eje del pensamiento
teilhardiano, sobre el problema del cosmos y su sentido evolutivo.

El trabajo me ha llevado a desempolvar notas y apuntes tomados


en la universidad bajo la guía de un gran profesor que, además de
ser un hombre de gran poder de síntesis, me demostró siempre que
ser educador supone una gran capacidad de amar.

Esta separata, pues, está dedicada a todos los profesores de


buena voluntad que no quieren confundir a los jóvenes alumnos,
exagerando la oposición aparente, entre ciencia y fe, sino como
Teilhard de Chardin, hacen esfuerzos por romper esa dicotomía
absurda, entre lo que es la búsqueda de la Verdad por el camino de
la ciencia y la búsqueda de esa misma Verdad por el camino de la
fe.
No puedo sin embargo dejar de dedicar también este sencillo
trabajo a quién fuera mi profesor Don Adolfo L' Arco, con quien
analice el pensamiento teilhardiano

Profesor Luis Esponda Samaniego

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IDEAS EJE
DE TEILHARD DE CHARDIN

EL PROBLEMA DE LA EVOLUCIÓN

1. Unidad dinámica y orgánica del cosmos.

La unidad dinámica y orgánica del cosmos, constituye el punto de partida para la especulación de
Teilhard de Chardin. Nuestro científico está profundamente convencido que "el tiempo y el espacio
se unen orgánicamente para tejer la red del universo" y que ningún científico después de Einstein
puede concebir en forma independiente el tiempo del espacio.
Para nuestro pensador, el hombre moderno ha logrado descubrimientos esenciales que han confor-
mado toda la mentalidad vigente.
Primero: El descubrimiento de la inmensidad continua del espacio.
Segundo: El descubrimiento de la inmensidad continua y progresiva de la duración del tiempo.

El primer descubrimiento introduce en nuestra habitual consideración de las cosas en nota del
universalismo. El segundo descubrimiento introduce en nuestras perspectivas habituales la nota del
progreso ilimitado, esto es, la nota del futurismo. En este cosmos "in fieri" cada elemento, es co-
extensivo a la totalidad del espacio y es contemporáneamente co-extensivo a la historia del todo.
Entre el latido de las primeras estrellas y el pálpito de nuestros corazones el tiempo estrecha vínculos
orgánicos. "El aire que inunda nuestros corazones ha partido contemporáneamente a la luz de las
primeras estrellas".

El universo entero "en lugar de girar sobre sí mismo como el reloj eterno de Aristóteles, es arras-
trado en este gran río del tiempo" ( Bruno Solages.
El científico hoy, considera el mundo como una inmensa unidad orgánica en la que todos los elemen-
tos están unidos entre sí. Ya no se recurre más a la imagen de la máquina como lo hacían Descartes y
la física antigua, sino que se concibe el cosmos como un organismo que se ha constituido mediante un
principio interno en el que los seres han aparecido sucesivamente en un proceso de crecimiento.
"En la concepción de esta unidad dinámica fundamental radica esencialmente la conquista mo-
derna de la idea de evolución". La unidad del mundo es de naturaleza dinámica y evolutiva. El
universo no es más un cosmos sino una cosmogénesis, en la que todo evoluciona en el tiempo y en el
espacio.
Para Teilhard de Chardin, la materia, tomada en su totalidad, es una especie de átomo gigantesco,
"Cada átomo tiene por volumen el volumen del universo" esto es, cada átomo recibe el influjo de
todos los otros átomos y a su vez influye en todos los otros, por lo tanto todos los átomos del universo
fluyen en un solo devenir global.
La humanidad ha pasado de una visión cósmica a una visión cosmogenética, vale decir: de la con-
cepción de un mundo inmóvil en un tiempo cíclico a una concepción de un mundo en evolución en el
tiempo. La categoría evolutiva se ha convertido en verdadera estructura mental, para el hombre mo-
derno. "El transformismo no es más una hipótesis, se ha convertido en un modo de pensar fuera

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del cual no es posible una explicación científica".
Teilhard de Chardin está convencido que todos los científicos estudian el universo en términos de
cosmogénesis y considera que ninguno de ellos pueda trabajar o pensar diversamente.

2. También la doctrina de la Evolución sufre la evolución.

Nuestro científico, como los otros se entusiasma ante la visión de la organicidad cósmica y a la
coherencia irreversible de todo aquello que existe. Él nota que la historia precisamente, porque descri-
be el proceso evolutivo, ha hecho un ingreso triunfal en todas las disciplinas. «La ciencia hace la
historia de la vida, la geología narra la historia de la tierra, la astrofísica describe la historia de
las estrellas, la física atómica hace la historia de los átomos». Teilhard de Chardin como cualquier
científico moderno, es un asertor y defensor convencido y entusiasta del evolucionismo.

El entusiasmo, como veremos, alcanza en él, los vértices del lirismo. El evolucionismo de Teilhard,
obviamente no es el evolucionismo de Darwin. También la doctrina de la evolución sufre evolución.
"Desde la época de Darwin, la evolución ha superado los senderos estrechos de la zoología y se
ha convertido un proceso general que atañe tanto al átomo como a las estrellas". Todo el cosmos
evoluciona.

La evolución se inicia ya, con la combinación de las partículas elementales ( núcleos, electrones)
para construir el edificio atómico. La ciencia del evolucionismo biológico ha pasado al evolucionismo
cósmico, de tal modo que el evolucionismo biológico es considerado como un aspecto puntual de un
fenómeno basto. "Para todos los grupos de científicos, sin excepción, resulta cada día más
evidente que la ontogénesis del microcosmos (que es la de cada uno de nosotros) no tiene sentido
y no puede ser físicamente encuadrada, si no se vuelve a sistematizarla, no sólo en la filogénesis
de una rama zoológica cualquiera, sino también en la cosmogénesis de un universo completo.
Precisamente en la percepción de esta unidad fundamental consiste esencialmente el proceder
moderno de la idea de evolución".
La evolución, preside «la distribución, la sucesión y la solidaridad de los seres que nacen de su
co- crecimiento en una génesis común".
Este co-crecimiento es ascensión y subida, como veremos, tiene un sentido divino. Para los ojos de
nuestro investigador el universo se presenta como una historia en la cual se descubren tres episodios
importantes:
a) El constituirse de la materia: forma la geósfera
b) El vitalizarse de la materia: forma la biósfera
c) El humanizarse de la vida: forma la noósfera.

Entre las tres esferas Teilhard descubre una relación genética. La geósfera ( o esfera de la tierra), la
biósfera ( o esfera de la vida) y la neósfera ( o esfera de la mente), emprenden un ascenso de la
materia hacia la vida y de la vida hacia el espíritu. Se tienen así tres grandes etapas de la evolución:
materia vida-espíritu.

El sentido de la evolución

En esta vertiente cósmica queda sin embargo constante, fija y siempre igual la dirección. En una
total evolución "aquello que es fijo es la dirección". Lo único que no cambia es que todo cambia.

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La dirección es constante aunque se "efectúe a través de ciertos planes o etapas, que separan los
campos esencialmente diversos". Ella queda constante aún cuando la evolución deba recorrer la
primera etapa, que separa al pre-viviente del viviente en la segunda etapa que separa el simple
viviente del viviente reflejo.
Siguiendo la dirección, según la cual se desarrolla el cosmos, Teilhard, encuentra que ella está
signada por una línea ascendente hacia una complejidad siempre mayor y hacia un grado de
conciencia siempre más elevado. De la confrontación de la complejidad, que tiende a organizarse
cada vez mejor, con la conciencia, que tiende a elevarse siempre más, nuestro pensador descubre un
paralelismo: Todo aumento de complejidad corresponde a una conciencia cada vez más elevada. «De
edad en edad la conciencia sobre la tierra no ha cesado de crecer en razón directa de una organización
más perfecta de los elementos, siempre más complicados, constituidos por las energías químicas y vi-
vientes. “En el curso de las edades se manifiesta, revelada por el desarrollo del sistema nervioso
un ascenso una marea de conciencia”.
Examinando el paralelismo “complejidad-conciencia” se encuentra que ello no se debe a la
casualidad, sino que constituye la verdadera dirección de la cosmogénesis y procede con el ritmo, con
la precisión y con la irreversabilidad de una auténtica ley física. Teilhard descubre de este modo la ley
que él denomina precisamente: Ley de la complejidad-conciencia.

4 Ley de la complejidad conciencia

Esta ley, que regula el ascenso evolutivo, constituye la llave maestra de la especulación
teilhardiana. Nuestro científico encuentra expresiones siempre nuevas y siempre más trasparentes
para formular su ley «complejidad- conciencia». Conciencia y complejidad experimentalmente
ambos términos son inseparables. Como dos grupos grandezas que varían simultáneamente. »
«Perfección espiritual (o centralidad consciente) y síntesis material (o complejidad) no son sino
dos aspectos o partes coligadas de un mismo fenómeno.
Así como esta ley informa, organiza y regula toda la marcha evolutiva, desde el agregarse de los
electrones hasta el aparecer del homo sapiens, Teilhard la descubre dominadora del tiempo y del
espacio y por eso concluye que el cosmos, en toda su duración, tiene siempre dos aspectos que se
pueden tomar en cualquier momento del proceso evolutivo: El aspecto externo de la complejidad y el
aspecto interno de la conciencia. Es evidente como en los primeros ritmos de la evolución, cuando la
complejidad es mínima también resulta mínima la conciencia, la que para ser más precisos es sólo
psiquismo que asciende hacia la conciencia del espíritu.

He aquí los dos aspectos de la realidad: complejidad y psiquismo.

5 El tejido del universo tiene dos caras

La cara interna está constituida por el psiquismo y la cara externa está constituida por la complejidad.
Ya que dondequiera que se encuentre un fragmento cósmico allí se encontrarán siempre las dos caras.
Es necesario concluir que el aspecto interno de las cosas se pierde en la misteriosa profundidad de la
materia. Por eso somos llevados lógicamente a conjeturar que en cada corpúsculo existe «algún
vestigio rudimental en un estadio infinitamente pequeño, esto es infinitamente difuso».La
conciencia aparece como plena en el hombre. Vista en esta sola luz, ella tiene una extensión cósmica
y como tal se rodea de ramificaciones espacio temporales indefinidos. Todos los seres son llevados
por una corriente progresiva de conciencia. El universo está siempre en vía de perfeccionamiento. De

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la ley «Complejidad conciencia» Teilhard deduce el principio filético según el cual nada puede
verificarse en el cosmos que no haya sido preparado desde siempre.

Pascal se había perdido delante de lo infinitamente grande y lo infinitamente complejo. Teilhard


descubre lo infinitamente complejo y se enamora. "En torno a nosotros, los cuerpos no son solamente
pequeños o grandes; Si no también simples o complejos. Y de la extremidad más simple a la extremi-
dad más compleja de las partículas que nosotros conocemos, el salto ( numéricamente valorado, por
empírica aproximación, por el solo número de los elementos en combinación) es tan grandemente
astronómico como aquello que existe entre las grandezas estelares y las grandezas atómicas
Por lo tanto rigurosamente, y no metafóricamente, es posible hablar en campo científico de un
"Tercer Infinito" que se construye partiendo de lo ínfimo, en lo inmenso, al nivel del medio, esto es
aquello que llamó el de la complejidad.

6. Biogénesis

El primer período de la evolución es aquel en el que la tierra se ha solidificado; el segundo


período es aquel en el que fluye la vida y surge la biósfera.
Las formas más antiguas de vida debieran ser las esquisofitas ( bacterias, algas azules). Según
Teilhard la diferenciación entre reino vegetal y reino animal debió verificarse muy pronto. Desde el
período Cambriano se habían constituido ya los grupos evolutivos los "phyla".
La vida sobre la tierra tal vez ha aparecido hace dos mil millones de años: "Una sola vez se ha
formado el protoplasma sobre la tierra, como una sola vez se han constituido en el cosmos los
núcleos y los electrones". La vida una vez surgida se construye, se diferencia y se armoniza
lanzándose en una ascensión cuyo itinerario ha sido trazado por la ley de la "Complejidad -
conciencia", Estudiada en suficiente profundidad ( desde millones de años) la vida se mueve, no
solamente ella se mueve, sino que avanza en un determinado sentido; avanza hacia la formación de un
cerebro siempre más perfecto.

7. Proceso de Cefalización

Teilhard. de Chardin en su búsqueda encuentra que el conjunto de vivencias se aclara, se organiza y


se lanza a medida que avanza el proceso de cefalización. La materia desarrollándose se realiza en
construcciones más complejas y se obtiene así la cristalización, la edificación de macromoléculas, el
aparecer de los virus y de los vivientes, la reunión de células vivientes en colonias y en organismos, el
impulso de la vida hacia un sistema nervioso más complicado, la cefalización.
La complejidad y el desarrollo del cerebro indican el grado de la evolución de los seres. ¿Cómo se
puede parangonar, valorar y generalizar la complejidad de un pólipo, de un insecto, de un vertebrado,
de un reptil, de un mamífero? La unidad de medida, el parámetro mejor, para nuestro investigador, se
encuentra en el proceso de cefalización y a su vez el perfeccionamiento del cerebro que es
acompañado por un proceso de "Temperatura Psíquica". La creciente complejidad y el creciente
psiquismo tienen su punto de encuentro en la creciente perfección del cerebro, de tal manera que el
fenómeno de la cefalización constituye la llave del misterio de la evolución histórica. Para Teilhard
cada complejidad que no lleva a la cefalización es accidental y descartable.

8. La Noosfera

Hace seiscientos mil años, sobre el planeta apareció un fenómeno nuevo, la dimensión del espíritu.

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La complejidad ha alcanzado una gran altura en la formación del cerebro del homo-sapiens y el
psiquismo se ha convertido en conciencia refleja.
"El animal conoce, no hay duda de ello, pero no sabe que sabe... del animal nos separa un
abismo, un enorme barranco que es para él inaccesible. Con respecto a ellos, no somos
solamente "diversos" sino "otros" por razón de nuestra conciencia refleja. No se tiene un simple
cambio fe "gradualidad" sino un cambio de "naturaleza".
En los límites de nuestra experiencia, el hombre es el único ser que no sólo sabe, sino que sabe que
sabe. Esta propiedad mental, no obstante la estridente enormidad de los efectos que resultan, es toda-
vía curiosamente infra-valorada por muchos biólogos que (repitiendo a este propósito un error de
juicio cometido ya con respecto a la vida), no quieren ver otra cosa que una exageración o una
anomalía de la conciencia común a todos los vivientes.
Ahora bien, ya sea que se busque apreciar en su perfección física el acto mismo de la reflexión
(operación estrechamente puntiforme de una conciencia definitivamente centrada sobre sí misma), ya
sea que se busque considerar la extraordinaria y preeminente complejidad y coordinación de sistemas
cerebro-nervioso, por medio de las que tal acto se hace posible, ya sea que se observe la superioridad
instantánea y definitiva obtenida sobre todas las otras zonas de la vida del grupo zoológico en el cual
ha nacido aquel misterioso poder, se impone a la mente siempre una misma y variada conclusión,
muy diversa y muy constructiva, que podríamos expresarla así: al nivel de la reflexión, mediante una
brecha en el umbral o punto crítico, ha aparecido una cosa totalmente nueva, como si en la conciencia
si se hubiese producido un cambio de estado.
«De tal manera que, por cuanto el ser pensante pueda aparecer y ser definitivamente, en su
génesis, estrechamente ligado a los otros seres vivientes, en realidad él pertenece a un orden superior
y nuevo al que necesariamente debemos dar un puesto aparte en la estructura del mundo”.
Con la aparición del hombre, más allá del fenómeno de la conciencia refleja, surge también el
fenómeno de la libertad. Con la aparición de la noosfera, es decir con la aparición del hombre sobre el
escenario de la vida, la evolución se hace consciente y voluntaria. La evolución avanza ya no en
virtud de exigencias ocultas sino por decisión consciente de la humanidad. El hombre no será pasible
sino que conducirá la evolución, porque se apoderará de las palancas de comando y las maniobrará de
acuerdo a su talento a medida que vaya conociendo su funcionamiento. Con su actividad creadora el
hombre llevará a su realización la evolución. El hijo de la era que lo ha precedido se convertirá en el
arquitecto de las eras futuras.

9. Conciencia velada de morfología

El estudio científico del fenómeno humano, debe tener muy presente "el terrible poder
imprevistamente surgido en un primate para cambiar en el curso de pocos siglos la entera faz
de la tierra".
Desde el punto de vista anatómico el hombre presenta notorias afinidades con los animales superio-
res, históricamente es el último llegado al reino de la vida, y sin embargo, él se presenta como un
fenómeno enteramente nuevo e irreductible. Las dos dimensiones nuevas, la conciencia refleja y la
libertad, lo distinguen netamente del mundo de los vivientes. Con la aparición del hombre la corriente
evolutiva parece haber cambiado de rumbo.
En la materia se nota una degradación ( entropía ) y una desintegración progresiva, en el reino
vegetal y animal muchas especies se han extinguido o están a punto de extinguirse. En la especie
humana en cambio no se nota ninguna rajadura. El hombre prosigue su ascenso hacia una mayor
unidad y hacia una más perfecta concentración. Somos nosotros los llamados a construir la parte
activa del universo, el meollo en el que se concentra y trabaja la vida, el botón en la que se esconde la

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flor de todas las esperanzas»"
Debemos pues considerar al hombre como el término de la evolución sobre la tierra. "En el espíritu
humano, como en un fruto único e insustituible, se encuentra recogida toda la vida sublimada,
esto es todo el valor cósmico de la tierra". El hombre es la coronación, la última armonía del
universo, es el centro en tomo al cual los elementos del cosmos se distribuyen en modo concéntrico.
Para Teilhard de Chardin todo el desarrollo del universo se presenta como un proceso de crecimiento
psíquico y es por lo tanto ordenado para la llegada del hombre.
"En verdad yo pienso que no haya nada mejor, aún más, no hay otro centro natural de total
coherencia de las cosas, fuera de la persona humana". Teilhard de Chardin, subrayando las
diferencias que distinguen claramente al hombre del cosmos e insistiendo sobre la irreductibilidad y
novedad de la conciencia refleja y de la libertad, no violenta la teoría evolucionista. La evolución bien
entendida nos hace ver con más naturalidad como la biogénesis desemboca en la noogénesis.
"El universo considerado como proceso histórico expresa un camino hacia el espíritu". Con la
acostumbrada sinceridad, que es una marcada característica de la nobleza de su alma, nuestro estudio-
so se afirma "Es posible, a mi juicio, ser verdadera y plenamente evolucionista sin vislumbrar y
admitir un recogerse psicogénetico del mundo sobre sí mismo».

10 La gigantesca planta de la cual el hombre constituye la flor

Con Teilhard de Chardin la visión del cosmos se hace antropocéntrica, nuestro pensador, coloca
sobre el trono, al centro del cosmos, al hombre del cual el Renacimiento lo había desentronizado. El
hombre en esta segunda oportunidad, es entronizado, no en el centro espacial sino en el centro evolu-
tivo, no en el cosmos estático, sino en el cosmos dinámico. El hombre no es ya el centro de una
inconmensurable periferia, sino el centro de interés, más o menos consciente, de la evolución que es
toda una ascensión hacia él.
"Con el simple hecho de su presencia en la naturaleza, el hombre impone al cosmos desde el
principio un cierto armazón y después una cierta estructura, el resultado de esta doble
condición es el de constituir él (el hombre), en el campo de nuestra experiencia, la parte más
significativa y más hermosa del universo»
La ciencia, pues, se percata que con la aparición del hombre se manifiestan dos dimensiones
nuevas, la conciencia refleja y la libertad. Observa que la evolución cambia su rumbo, porque el
mundo ha tomado conciencia de sí; ve que la biósfera ha alcanzado su meta y que los comandos
evolutivos han pasado a las manos del nuevo llegado. Después de todas estas constataciones la
ciencia comprende que puede escuchar la respuesta de la filosofía y la voz de la fe, sin renunciar a la
mentalidad evolucionista que le es tan querido.
Ciertamente, el evolucionismo Teilhardiano, con las pruebas experimentales de la biología y de la
paleontología, no puede probar la espiritualidad y la inmortalidad del alma, pero puede disponer al
científico moderno a recibir estas verdades fundamentales. Teilhard de Chardin como se siente
evolucionista entre los evolucionistas del mismo modo se siente espiritualista entre los espiritualistas.
En él el creyente de la fe antigua y el científico de la mentalidad moderna se armonizan perfecta-
mente con gran paz en su espíritu. Como científico cree posible que Dios intervenga en el proceso
evolutivo para crear el alma, como ferviente Cristiano cree fielmente que así fue.

11. ¿ Teilhard de Chardin es monogenista o poligenista?

¿Nuestro paleontólogo cree que descendemos todos de un solo antepasado, Adán ( monogenismo)

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o piensa que el proceso de hominización, se haya llevado a término contemporáneamente en varias
cabezas de serie de la raza humana ( poligenismo)1.
Cuénot resume de este modo el pensamiento del célebre paleontólogo: "Según Teilhard, la
antropogénesis es bipolar y ha comportado dos hogares, cada uno con sendos anillos concéntricos:
pongoide, australopitecoide, pitecantropoide, neanderthaloide; uno en Asia, el otro en África. El de
Asia se terminó y llegó solo hasta el homo sapiens, mientras que el círculo de África, círculo principal
y más interesante porque la humanización allí se desarrolló hasta el final.
Por lo que, para Teilhard de Chardin quién había hecho búsquedas personales especialmente en
Asia y en África, el proceso de humanización ha alcanzado el grado de maduración sobre un solo
punto y, naturalmente sólo en aquel punto ha intervenido Dios para crear el alma inmortal.
A primera vista se podría gritar con los periodistas poco profundos: "El jesuita que no cree en
Adán" pero en su examen más atento resulta que el pensamiento Teilhardiano puede concordarse bien
con el monogenista. Téngase muy presente que especialmente en la noósfera, la ley de la complejidad
- conciencia, "no suena a casualidad sino a condición, o sea la complejidad del cerebro no es
causa de la conciencia, sino simplemente condición" ( Wildiers ).
La reflexión no es efecto de la perfección del cerebro, pero la supone. Naturalmente, entronizar al
hombre al centro del cosmos es creer en la creación del alma espiritual e inmortal; no quiere decir
retornar a l_ concesión vieja que considera al hombre como un punto dentro de un mundo, como un
microcosmos, en el macrocosmos, un peregrino en un albergue. Nuestro paleontólogo concibe al
hombre como un "complejo orgánico-psíquico en continua relación con el "cosmos" aún más lo ve
radicado en el universo entero.
Teilhard de Chardin está en perfecta armonía con Julián Huxley, que describe: "La tierra no es
simple pedestal sobre el cual el hombre ha sido puesto como una estatua sino, sobre todo, un
gigantesco tallo del que el hombre constituye la flor".
Para nuestro antropólogo cada uno de nosotros está ligado al cosmos con todas sus fibras materiales:
orgánicas, psíquicas y el hombre es comprendidos "ascendiendo del átomo, de la proteína, de la
célula, de la especie".

12. Antropogénesis

Es obvio, sin embargo, que la antropogénesis y la evolución según la ley de la "complejidad -


conciencia" no organiza ya más células sino personas y no perfecciona tanto la conciencia individual
cuanto la conciencia colectiva.
En otros términos; en las etapas de la antropogénesis la evolución, según el sentido de la «comple-
jidad», tiende a colectivizar la humanidad hasta la planetización y según el sentido de la conciencia,
la evolución tiende a crear una síntesis siempre mayor entre las reflexiones individuales, es decir
tiende a realizar una reflexión de segundo grado, una super-reflexión que desembocará sobre los
trabajos individuales realizados por equipos siempre más bastos y siempre más especializados.
La organización humana prolonga la organización morfológica que culminará en un super-organis-
mo compuesto de individuos así como el individuo está compuesto de células.
Este super-organismo será dotado de super-conciencia ( siempre en fuerza a la ley de la
"complejidad - conciencia".
Para Teilhard de Chardin, la antropogénesis debe ser considerada como una prolongación de la
biósfera y, por esto el fenómeno social, debe ser como una parte de la evolución general de la materia
y de la vida.
Teilhard se lanza decididamente a "afirmar y predicar la realidad fisica-biológica de un
irresistible movimiento humano, hacia una creciente reflexión, movimiento igualmente

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inflexible, como, aquél de la materia en el seno de los átomos y de las galaxias”.
Para nuestro científico "es más fácil que la tierra deje de girar, antes que la humanidad deje de
organizarse y de uniformarse”.
El super-organismo y la super-conciencia llevados por el torrente evolutivo se dirigen hacia una
unidad siempre mayor y siempre más consciente. En la antropogénesis la evolución tiene por objeto
más la sociedad que el individuo.
"Sin abandonar el plano de la anatomía individual, nada prueba qué importantes posibilidades evolu-
tivas (organizaciones y estimulaciones de las fibras nerviosas) no estén todavía mantenidas en reserva
en la esencia de nuestros cerebros", (no se debe olvidadar que la cefalización es el parámetro de la
evolución). Pero, a partir del « homo sapiens”, parece que nuestro cerebro moderno haya terminado
de crecer; y si se ha desarrollado, la modificación no es relevante,
En compensación, si no es perceptible un progreso en la anatomía y en la reflexión individual, es
prodigioso el progreso de la globalización y de la reflexión colectiva. No obstante, como dice Henry
Breuil, hemos aflojado apenas las ataduras que nos ligan todavía al neolítico

13. Complementariedad de las estirpes

La antropogénesis está completamente impregnada por un impulso irresistible hacia la solidaridad.


Día a día es tejida en tomo a la tierra una trama espiritual, simultáneamente es entretejido un conjunto
nervioso siempre más complejo y siempre más orgánico.
La antropogénesis trabaja para realizar la unificación de la masa humana, sobre todo el planeta, y
hacerla un "conjunto pensante".
La colectividad en escala planetaria no anulará, sino armonizará las distintas estirpes, porque ellas
han surgido para unirse en una armonía superior.
El cristianismo está destinado á ser el sistema conectivo de la organización suprema, bajo la cual
cada estirpe puede dar el aporte de sus atributos, atenuando los propios defectos. Por ejemplo en la
futura familia de las naciones, el Japón llevaría "el sentido heroico de la colectividad", la china
aportaría «el sentido naturísta-práctico del humano». La India "el sentido metafísico de lo
divino". Estas riquezas espirituales del oriente, deberán ser asimiladas por el dinamismo creador de
Occidente.
La doctrina cristiana se ha formado en una época en la cual el mundo era visto como algo fijo, pero
la especie humana está en movimiento y ella llegará un día a la propia perfección espiritual. En tal
prospectiva el cristianismo engloba todas las aspiraciones de la humanidad en ascenso y puede vivifi-
car todo movimiento humano".

14. Hiperfísica.

Como se ha podido notar, a nuestro biólogo y paleontólogo, le interesa sobre todo el hombre que, él
ve, como el fruto maduro de la cosmogénesis y al estudio del hombre consagra lo mejor de sus
energías geniales. En tal estudio se plantea un problema ¿Qué metodología se debe
seguir? ¿qué búsquedas se deben emprender? ¿qué disciplina se debe estudiar para comprender el
fenómeno humano?
El hombre en el pasado era considerado como una especie de isla autosuficiente y cerrada. Teilhard
de Chardin deplora que los filósofos y literatos modernos estén aún aferrados a esta obsoleta
concepción del fenómeno humano. Desde el momento que el hombre participa en el devenir humano-
cósmico y se establece en él, "no puede ser comprendido si no se remonta a la física a la química, a la
biología y a la geología, en otras palabras, él es antes que nada un fenómeno cósmico".

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Por otra parte, para estudiar "todo" el fenómeno humano para valorizarlo en toda su plenitud, no
basta referirlo a los procesos generales de la evolución cósmica. De hecho si bien es cierto que el
hombre es un árbol que hunde sus raíces en lo atómico en lo molecular, en lo biológico, es pues
también verdad que el árbol levanta su copa hasta el cielo.
Por esto la pasión de Teilhard de Chardin consiste precisamente en estudiar todo el fenómeno humano
en toda su plenitud. ¿Cómo hacerlo?
Un organismo en evolución libera cualidades que superan las de cada uno de los miembros que lo
componen. Los miembros organizándose crean propiedades que ellos individualmente no poseen. La
vida no adiciona las cualidades de los sumandos, sino que armonizando las partes, crea fenómenos
nuevos.
«Junto a la propiedad resultante, del juego colectivo de las partes, deben haber en cada
complejo organizado, algunas propiedades distintas, ponderables o no, dotación del conjunto en
cuanto tal, de las que ni el análisis ni la suma de las fuerzas elementales podría dar una
precisión».
La planta es algo más que la suma de los elementos químicos que la componen. El instinto de, la
abeja es algo más que los elementos químicos y anatómicos que la constituyen y con mayor razón, el
hombre es mucho más que sus tendones, su sistema circulatorio, su cerebro y mucho más que las
obras incluso de las obras que produce.
Por esto, sería un error muy grave, querer comprender la naturaleza íntima de un viviente, estudian-
do uno de sus miembros. Evidentemente sería un error aún más perjudicial querer comprender el gran
fenómeno humano (hacia donde toda la cosmogénesis está dirigida), estudiando analíticamente algún
aspecto particular del fenómeno. El sentido interno del fenómeno no puede ser revelado por el cono-
cimiento analítico de las diversas ciencias. La síntesis viviente de la cosmogénesis no se puede com-
prender con el análisis de cualquier disciplina. Para comprender la síntesis producida por la
cosmogénesis es necesaria una síntesis suprema de las ciencias, la que naturalmente no es suma de
cada una de las disciplinas. No se trata de concatenar las conquistas de cada rama del saber sino de
dar una síntesis orgánica y viviente a los aportes de cada una de las ramas científicas. Si cada
disciplina proporciona sus elementos, la síntesis suprema consiste en el extraer la resultante de todos
esto aportes. Esta resultante debe ser una síntesis una nueva asignatura que organice todas las
disciplinas, pero esta nueva ciencia no es la metafísica porque no se deduce de los primeros principios
que se conocen a priori, tampoco es la simple física. Teilhard de Chardin la ha llamado Hiperfísica.
Con esta nueva ciencia, de la que él ha puesto los cimientos científicos entiende estudiar el fenóme-
no humano en su conjunto. La Hiperfísica tiene por finalidad "la comprensión sistemática de toda
la naturaleza", Teilhard está convencido que la Hiperfísica es el candado que debe ser forzado para
que toda puerta se abra. Es evidente, que ésta sobrepasa la capacidad de cada uno de los científicos,
por eso debería ser la ciencia típica del "equipo". La que podría ser el digno objeto de la super-
reflexión cuando la humanidad se haya unido en un super-organismo de dimensiones planetarias. Se
podría decir entonces que también la Hiperfísica es una conquista de la evolución que avanza
gobernada por la ley "Complejidad-conciencia". Si el objeto de la Hiperfísica supera las posibilidades
de reflexión ella sin embargo no supera la posibilidad de la super-reflexión.
Teilhard de Chardin ha señalado y en parte ha trazado el camino de la Hiperfísica, al equipo de cien-
tíficos, de pensadores y a toda clase de intelectuales, en los que él tenía tanta fe, los que siguiendo las
huellas por él trazadas, conquistarán la comprensión sistemática de toda la naturaleza.

15. La convergencia en el universo.

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"¡La evolucióp converge!", es la respuesta sistemática de la Hiperfísica que se propone conocer el
sentido interno de la cosmogénesis. Este sentido interno de la cosmogénesis (como se verá mejor a
continuación) es una marcha hacia la personalización y hacia la unificación de la humanidad en un
super-organismo super- reflexivo. El universo asciende hacia una mayor unidad y hacia una mayor
conciencia. En su ser más profundo el cosmos representa «un sistema orgánico-dinámico en vía de
interiorización psíquica» Un ascenso, como hemos visto, de la naturaleza hacia la vida y de la vida
hacia el espíritu. Este sentido en forma pre-consciente está presente ya al inicio de la marcha,
cuando genéticamente se estructuran los continentes. En la constitución de los átomos existe ya en
potencia, una pre-conciencia que se manifestará en la biosfera, aunque en ella duerma en forma
demasiado rudimental una "conciencia" que se manifestará después plenamente en la noósfera. La
estructura más íntima del universo es de naturaleza psíquica y tal naturaleza psíquica está presente en
los átomos. «!Ah la emoción del átomo que descubre, en el fondo de sí mismo, el aspecto del
universo».
El proceso de esta luz psíquica se inicia con el átomo y alcanza su plenitud con el hombre. ¿Qué
revela esta luz psíquica en su lento proceder? Revela la organicidad y la solidaridad de los seres y se
revela también la unidad del proyecto al que ellos están destinados a actuar a medida que van adqui-
riendo conciencia. El plan es uno solo con un sentido único: preparar la llegada del hombre.
La marcha evolutiva avanza en el mismo sentido y avanzando, primero diverge, después converge y
finalmente emerge. El ritmo de divergencia-convergencia-emergencia marca continuamente la
marcha evolutiva. cuando aparecerá el horno sapiens y tomará los controles de la evolución entonces
esta evolución no sólo alcanzará un alto grado de conciencia sino que tendrá una conciencia refleja.

16 Aquello que asciende converge

La evolución continuará. He aquí, entre tanto, las etapas que ella ha alcanzado, procediendo siempre
en el mismo sentido convergente del que, el psiquismo cósmico adquiere mayor conciencia, a medida
que la evolución avanza: La génesis de los continentes converge hacia la biogénesis, la biogénesis
converge hacia la noogénesis, la noogénesis converge hacia la antropogénesis, la antrpogénesis con-
verge hacia la super-humanidad.
El movimiento que domina la cosmogénesis converge hacia un punto y la conciencia de esta
convergencia se hace cada vez más clara a medida que esta convergencia se aproxima a aquel punto.
«Concibo al hombre, afirma nuestro pensador, como el gran fenómeno terrestre, aquel en el que
culminan los más grandes acontecimientos geológicos y los más grandes movimientos vitales.»
Por lo expuesto queda claro que el hombre es el punto de convergencia de la evolución que lo
precede. Alcanzado este primer punto de convergencia, la evolución no se detiene, sino que avanza y
avanza en forma sublime, porque como el hombre la dirige, ella se vuelve consciente y volitiva. Es
decir la evolución con la aparición del hombre, a quién se le encarga la conducción se enriquece con
dos nuevas dimensiones conciencia y voluntad.
De este modo la marcha de la evolución convergente continúa. Si la evolución continúa y lo hace
convergiendo, ciertamente debe haber un segundo punto hacia donde convergir. Punto colocado mu-
cho más alto que el primero ya alcanzado en la noosfera.
Pero como después de superado el primer punto de convergencia la evolución continúa gobernada
siempre con la misma ley de complejidad-conciencia. ( Como hemos visto), el segundo punto de
convergencia debe ser conocido mejor que el primero, porque ahora el psiquismo ha cedido lugar a la
conciencia refleja.
¿ Cuál será entonces el verdadero punto de convergencia en comparación al cual el primer punto -
esto es la llegada del hombre- era sólo una simple etapa? Sólo en la medida que hayamos conocido

12
este supremo punto de convergencia universal, podremos conocer el sentido del universo. Para
Teilhard de Chardin es un principio fundamental. Esta verdad, que toda génesis deba ser comprendida
a través de su propio fin. Una realidad es comprensible sólo en la totalidad de su devenir.
El devenir del universo será total cuando haya alcanzado el punto de convergencia, por eso noso-
tros sólo conoceremos el sentido interno del universo, cuando hayamos conocido el punto de conver-
gencia de la evolución cósmica.

17. El punto omega.

Para que la evaluación converja hacia un punto esta debe ser el dotado de una energía. Esta energía
podría ser una "vis a tergo" esto es, una fuerza que empuje la cosmogénesis hacia arriba, entonces
quedaría abierto el problema sobre el origen de esta fuerza, "vis a tergo" ( fuerza desde atrás).
Pero se puede suponer, que la fuente de esta energía es el mismo punto de convergencia y entonces
queda eliminada la distinción entre la fuente de energía y el punto de convergencia. El punto de
convergencia es la misma fuente de energía. El punto de convergencia atrae hacia sí la comsogénesis
como la luna atrae a la alta marea.
Teilhard de Chardin encuentra más simple, más racional y más sugestivo, suponer que, la energía
atraiga desde lo alto. ¿Pero dónde debemos fijar este punto de convergencia que sea también fuente
de la fuerza de atracción? La antropogénesis, como hemos visto, procede hacia la planetización de la
humanidad, enriquecida por una Super-reflexión.
Esté polo superior, representado por la planetización y la super-reflexión de la humanidad no puede
ser el punto de convergencia de toda la evolución, porque él es virtual o inmanente a la
antropogénesis. Para que pueda ejercer sobre la antropogénesis una fuerza de atracción el punto de
convergencia debe ser trascendente a ella. Ninguno puede atraerse a sí mismo hacia sí mismo. El
sujeto atrayente debe ser necesariamente distinto de la historia y trascendente a ella. Por otra parte el
polo superior (de la planetización y de la superreflexión) es virtual y no real, es un polo para
construirse y todavía no está construido.

¿Cómo es posible que un ser todavía no existente libere toda la energía de atracción que creará
toda la cosmogénesis? Admito, pero no concedo, que la planetización sea el supremo punto de
convergencia, es necesario encontrar la fuente de energía capaz de mantener siempre viva tal
planetización.
"La tierra y la humanidad, dejadas en la condición de colectividad impersonal, son del todo impo-
tentes para mantener el lanzamiento espiritual del mundo". Es necesario por eso llevar la búsqueda
más allá del polo de planetización para encontrar la fuente de energía que ha llevado la
antropogénesis a su coronación. El punto de convergencia, que es al mismo tiempo también fuente de
la fuerza de atracción, es llamado por Teilhard de Chardin Punto Omega.
El Punto Omega, como hemos notado, debe ser Real y Trascendente. ¿Pero es suficiente que el
Punto Omega sea real y trascendente? La fuerza de atracción que él ejercita es también energía
psíquica que a lo largo del camino de la evolución se transforma en amor siempre más consciente. Si
aquella energía se reduce al amor, el Punto Omega debe ser fuente del amor porque de él fluye el
amor y debe ser sumamente amable porque sobre todos los seres ejercita una atracción de amor.
El Punto Omega por el1o, además de ser real y trascendente debe ser también amante y amable
¿pero cómo se puede ser amable y más aún cómo se puede ser amante, si no se es persona? Luego la
dialéctica de la evolución, que converge hacia un punto de atracción, nos ha llevado ha admitir la
existencia de un Punto Omega que sea una realidad trascendente, personal, amable y amante
El polo de la materia espiritualizada debe ser extremamente consciente y personal. El océano que
Recoge todas las corrientes espirituales del universo, no es solamente alguna cosa, sino Alguien.

13
"Tiene un rostro y un corazón". El Punto Omega: Persona Amable, un amor que atrae y
sublima se concentra en una persona. « Nadie puede tener la pretensión de totalizar en sí la
energía humana, a menos que posea una alma, o sea Alguien.
El amor que determina la cosmogénesis es la puerta a su cumplimiento, es un amor muy grande
para ser nutrido por "cualquier cosa" y no por Alguien.
El amor dado por alguna realidad impersonal no logrará jamás explicar los miles y miles de
calvarios que debe pasar la cosmogénesis para llegar a su fin.

18 La idea de trabajo que preside la evolución es


la ruta hacia el Reino de Dios.
Hasta este punto llega la ciencia con la Super-Física. y no
puede decir más. pero nos viene al encuentro el cristianismo.
Quien en el Punto Omega de la ciencia reconoce al Dios
Amor, el Creador que es también evolutor de la
cosmogénesis. Platón presentó a Dios como Motor Inmóvil.
Teilhard de Chardin que 10 ve todo bajo la ética de la
'evolución, nos presenta a Dios Evolutor (permítase el
término) del cosmos y como persona Amable y Amante con
la que la humanidad se encontrará al término de su proceso
evolutivo. Dios, fin último de nuestras almas, y el punto convergente de la evolución se identifican. .
El Punto Omega, de la Hiperfísica es el Dios Omega de la Revelación cristiana, el cual atrae hacia sí
las masas humanas en una única marea de conciencias y de amor.

"El amor muere al contacto de lo impersonal y de lo anónimo". Si se admite ( y lo afirma por


propia experiencia) que la cosmogénesis resulta esencialmente una noogénesis (lo que se deduce por
el estudio del fenómeno humano) "el Dios de la evolución no podría animar la evolución hasta el
mismo fin, si no fuera sobrenatural. y nosotros. encontramos así al Dios amante y amable de los
Cristianos". .
El Filósofo Marxista Garaudy se ve obligado a afirmar: «Seria falso creer que Teilhard de Chardin
se limite a añadir de algún modo un parche a la dialéctica de la naturaleza para extrapolar el
movimiento y entronizar al Dios Cristiano. En realidad, no es sólo al final que él descubre a
Dios, sino lo ve en la fuente misma de todo el movimiento".
La existencia del Punto Omega, o sea la existencia del Dios Cristiano, personal, trascendente. amable,
y amante es el. postulado fundamental de la energía humana.
"Hasta ahora para llenar nuestros corazones y satisfacer nuestro espíritu bastaba la existencia de un
Dios en el Cosmos, ( esto es un Creador de tipo eficiente). Pero ahora (y es aquí donde se busca la
fuente de profunda inquietud religiosa moderna) nada sino un Dios de la Cosmogénesis, esto es un
Creador de tipo "Animador" podría satisfacer nuestra capacidad de Adoración".

19. El Punto Omega tiene un rostro y un corazón.

¿ y si Dios, amante y amable? "evolutor" del cosmos, propulsado por el amor, se introdujese en su
Cosmogénesis? .
La Unidad Orgánica dinámica y convergente del cosmos recibiría el máximo de la perfección y el
máximo de la sublimación. .
Todos los seres unidos entre sí con vínculos orgánicos se unirían a Dios con los mismos vínculos!

14
Esto que es una locura para las expectativas de la ciencia, se hace realidad radiante de alegría para la
revelación.
Dios, en un momento óptimo de la Antropogénesis, ha estrechado relaciones orgánicas con el cosmos,
se ha encarnado en nuestra familia humana. En aquel momento el más grande entre todos los momen-
tos . ¡El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros!
La Resurrección ha aureolado de nuevos fulgores divinos aquella región bendita. El resucitado se
coloca en el Punto Omega y de allí irradia su fuerza de atracción.
El resucitado es el centro orgánico del cosmos y su cuerpo glorioso, por la fuerza de atracción se ha
hecho co-extensivo al cosmos, con quién, mediante la Encarnación ha entrado en relación orgánica.
El Científico Sacerdote de Cristo, tiene mucha razón al exclamar con el lirismo místico; "El gran
acontecimiento de mi vida será la progresiva identificación, (de mi alma en el cielo) de dos soles:
uno es el Sumo Vértice Cósmico postulado por una evolución generalizada de tipo convergente
y el otro es el Cristo Resucitado de la fe Cristiana". ,
¡El Punto Omega tiene un rostro; es el rostro de Jesús; El Punto omega tiene un corazón, es el
corazón del Redentor!.
Jesús Omega transforma la energía ascendente en fuerza santificante. "El Cristo por más sobrenatural
que sea su dominio, lo irradia en la masa entera de la naturaleza. Coextensivo al espacio y al tiempo,
el Cristo se encuentra necesariamente, en el punto principal del mundo, Coextensivo a la escala de
valores que, fluye entre las alturas del espíritu y las profundidades de la materia".
Del resucitado emana un flujo a la que ninguna criatura puede sustraerse.

20.-Jesús, Motor Vivo de la Cosmogénesis, en la que detenía la primacía.

Las perspectivas científicas de la humanización, prolongadas lógicamente hasta el extremo,


determinan al vértice de la antropogénesis la existencia de un centro, o sede última de personalidad y
de conciencia, necesarias para guiar y sintetizar la génesis histórica del Espíritu.

¿Este punto Omega ( como lo hemos llamado) no es tal vez el lugar ideal de donde hacer irradiar al
Cristo que adoramos, un Cristo cuya dominación sobrenatural tiene como comprobación el poder
físico sobre las esferas naturales del mundo? "¡In qua omnis constat!" -en el que todos subsisten.
Extraordinario encuentro entre los datos de la fe y aquellos de la razón! Lo que parecía una intuición
se hace ahora una confirmación. Entre el fenómeno humano y él fenómeno cristiano hay una
complementariedad dinámica por lo que el desarrollo no es sino una marcha para encontrarse. El
fenómeno erístico es un "centro de expansión que busca una esfera". El fenómeno humano es
"una esfera que anhela a un centro".
La futura concordancia entre los dos polos permitirá intercambiar sus atributos y se tendrá entonces
en la conciencia humana, « evidentemente refleja y socializada», un Cristo cósmico y un cosmos
crucificado.
«Los dos Omegas, el de la experiencia y el de la fe, se aprestan a obrar uno sobre el otro en la
conciencia humana y, finalmente, al sintetizarse el cosmos está a punto de prolongar fantásticamente
lo crístico y lo erístico está a punto de armonizar el cosmos íntegro».
Por un lado, el polo de la mística cristiana, el Resucitado que es el Consumador, y por otro es el
Punto Omega, postulado por la ciencia, es el polo de la evolución en marcha,
Entre estos dos polos, para Teilhard de Chardin hay correspondencia, paridad e identidad de fondo.
Grespy y Cuénot sintetizan el pensamiento teilhardiano en esta fórmula: "Porque Cristo está
presente en el mundo, es que existe lo divino en el mundo, sin que el modo sea divino o mejor:
Cristo es el corazón del mundo, pero el mundo no es Cristo".

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El Sacerdote Científico, distingue muy bien la naturaleza de la sobre-naturaleza, la libertad de la
gracia, la historia sagrada de las historias profanas.
Él puede afirmar: "En cada uno de mis ensayos yo he insistido sobre la dependencia de las
propiedades redentoras de la evolución de un foco «erístico» personal y trascendente.

16
17
21.-"EI amor que mueve el sol y las otras estrellas.

Una vez que hemos descubierto el Punto Omega y hemos visto identificado con él, el Cristo Resu-
citado triunfante, nos es fácil determinar la naturaleza de aquella energía de atracción y de organiza-
ción que impregna el cosmos. Hemos visto que ella, moviendo desde adentro, es una tendencia global
hada lo más complejo, hemos visto también que esta fuerza de gravedad evolutiva se presenta, como
un psiquismo que a lo largo del proceso de evolución se abre camino hacia la conciencia refleja;
ahora conociendo la fuente de aquella energía, sabiendo que ella brota del Verbo Encarnado quien ha
dicho: «Atraer todo hacia mí", nos es fácil identificarlo con el Amor. Si el Punto Omega se identifica
con el Verbo Encarnado, la energía de convergencia debe identificarse con el Amor.
"Para hacer evolucionar este universo creado, hacia su total perfección hay una sola energía,
el amor de Dios manifestado y operante a través del corazón del Cristo, que es también el
corazón del mundo, la causa y el animador de la energía universal a partir de la simple
atracción de la sensibilidad táctil, de los instintos, hasta el amor humano!". (Cuénot)

También el amor, como la conciencia, procede por grados, primero es inclinación, después se hace
simpatía, y finalmente deseo eficaz de bien. Una recíproca inclinación ha unido los átomos entre sí y
se han tenido así las moléculas. Una recíproca inclinación, todavía más fuerte, ha unido las células y
han surgido los diversos organismos. Cuando la inclinación se ha hecho simpatía entre los seres vi-
vientes han nacido las varias formas de comunidad: el hormiguero, la manada, Finalmente el auténti-
co amor, plenamente evolucionado, genera las familias y las comunidades,

El amor es como la sangre de la evolución. -"El amor es la más universal, formidable y misteriosa
de las energías cósmicas. La manera más expresiva y más profunda de narrar la evolución universal,
seria ciertamente el recordar y volver a recorrer la evolución del amor".
«El púrpura oscura de la materia universal, se ha transformado en el oro del espíritu después en la
blanca incandescencia de la personalidad y finalmente es la fase actual en el inmaterial ( o mejor
dicho sobrenatural) ardor de amor. “. Este ardor del amor sobrenatural será la virtud teologal de
la caridad que vivifica la Iglesia y de la que la Iglesia tiene absoluta necesidad.

"Y no es un hecho, y yo la garantizo, que si el amor de Dios debiese apagarse, en el alma de


los fieles, el enorme edificio de ritos, de jerarquías y de doctrinas, representado por la Iglesia se
derrumbada instantáneamente hasta el polvo del que ha salido".

El amor es la fuerza ascendente la "Vís ab Antea", fuerza que atrae, (no la vis a tergo) es la
energía convergente que determina la evolución.

22. -- El amor construye físicamente el universo.

El amor hace progresar la civilización hacia un superorganismo social, el amor vivifica la Iglesia. "El
amor es la única potencia que da unidad a las cosas sin destruidas. Ninguna fuerza puede sustituir
la fuerza del amor. La fuerza de las artes podrá crear una asociación, pero sólo el amor puede crear la
armonía y la unidad de los espíritus. El amor es la energía suprema en Dios y en el hombre. Teilhard
de Chardin, es urgido por el deseo de conciliar el sano amor del mundo y el amor celestial de Dios.
También el amor naturalmente converge hacia la cristogénesis. "Para que los hombres sobre la tierra,

18
sobre toda la tierra puedan llegar a amarse no es suficiente, que los unos y otros se reconozcan como
piezas de una misma cosa es necesario que globalizándose tengan conciencia del devenir sin perder su
propia identidad. ¿Cómo es posible que los hombres se hagan una "sola persona" sin perder su
individualidad? Esto es posible solamente en la agrupación del cuerpo místico. El amor que conduce
la ascensión de la antropogénesis surge del corazón de Jesús, que oró: ¡rara que sean uno!
La antropogénesis impulsada por la fuerza convergente del amor, procede siempre según el ritmo de
la ley complejidad-conciencia y debería llegar a un punto en el cual todos los hombres estén unidos
como las células de un único cerebro y todas las conciencias sean reunidas en una superconciencia.

. La humanidad reducida a una única persona suena absurda y las expresiones de Teilhard de
Chardin a veces parecen mencionar algo que parece monstruoso. Pero nuestro científico tiene
presente no monstruosa sino más bien una realidad misteriosa, tiene presente al Cuerpo Místico. El
Super-Ego al que está ordenada la antropogénesis es posible, es más está ya en acto; es la, persona
mística, el "Pleroma" del Verbo Encarnado.

Como el Punto Omega se identifica con Jesús Resucitado, como la energía convergente se identifica
con el amor, así la super-humanidad se identifica con el Cuerpo Místico.

La evolución, o el nacimiento del Universo, es de una naturaleza convergente hacia una unidad final.
La unidad final es el Cuerpo Místico. El Cosmos sin Jesús, "sería acéfalo y evolutivamente
incompleto". El Científico Sacerdote, ve el misterio de la Encarnación irradiarse en la
dimensión del tiempo y del espacio, Para él todo el Cosmos atraído por el Verbo Encarnado,
está en camino hacia el Reino de Dios". "El Cristo hic et nunc tiene para nosotros la posición y
la función del "Punto Omega". Por eso todo está unificado en Él, todo encuentra en Él su propia
plenitud, tanto en el orden de la gracia como en el orden de la naturaleza,

El Resucitado ha "recapitulado" todo en Sí mismo, Cristo atrae a Sí desde el inicio del proceso
evolutivo. Él es el centro de toda la historia universal. Toda esta riqueza de vida cósmica, humana; y
divina, resumida en la unidad de Cristo, Cabeza del Cuerpo Místico, es expresada por Teilhard de
Chardin con un slogan sublime.

23 El Corazón del Cristo universalizado coincide con El Corazón de la materia


Amorizada.

De la coincidencia de los dos corazones surge la coincidencia de los dos amores, del amor divino y
del amor cósmico. He aquí un jirón de una lírica mística en la que en una única llama, de adoración,
se queman los dos amores: "Señor Jesús, en el cual todas las cosas tienen su plenitud. ¡Revélate a
aquellos que te aman como al alma superior y el hogar físico de la creación. Está de por medio
nuestra vida ¿ no lo ves? no es verdad que, si no pudiese creer que tu presencia anima, hace
dócil y reaviva la más pequeña energía que me invade o me desluce, yo aterido hasta la médula
de mi ser, moriría de frío».
Teilhard de Chardin toma la identidad de fondo entre sentido cósmico y sentido erístico, porque él,
Sacerdote de piedad paulina observa, estudia y contempla siempre en la prospectiva del apóstol "to-
das las cosas son vuestras, vosotros sois de Cristo, Cristo es de Dios".
"Cuando Cristo haya asimilado en sí cada cosa, entonces se someterá a Aquel que le ha
sometido todas las cosas de modo que Dios esté en todas ellas",
La esencia del Cristianismo, según Teilhard de Chardin, radica en creer en la unificación del mundo

19
en Dios a través de la Encarnación. Teilhard sugiere a los teólogos para replantear el dogma en
términos nuevos que correspondan a la visión de un mundo evolutivo de estructura convergente. .

"La tarea principal de la teología actual es la de analizar y precisar las relaciones de existencia
y de influencia que fluye entre Cristo y el universo". "Explicar la noción, tan católica del Cristo
Alfa y Omega". «La llave de paso está ciertamente en nuestras manos para operar la síntesis
esperada de nuestra generación, entre la fe en Dios y fe en el mundo. No hay otra cosa que
hacer sino explicar dogmáticamente en la persona de Cristo el aspecto y la función cósmica que
lo hace orgánicamente Principio, Guía, Alma de la evolución».

El dogma, que ahora es expresado en términos de cosmos debe ser expresado en términos de
cosmogénesis. Obligados como estamos fuera del cosmos estático aristotélico e introducidos ( a
través del pleno sistema de la Físico, Química, Biológica, Moderna) en un universo en estado de
cosmogénesis debemos repensar ahora toda nuestra Cristología en términos de Cristogénesis, ( al
mismo tiempo que toda nuestra antropología debe ser representada en términos de antropogénesis.
En una operación de tal envergadura no se requieren retoques simples locales, después de introdu-
cir una dimensión nueva, todo debe ser reestructurado, como cuando en geometría se pasa del circulo
a la esfera. Un esfuerzo magnífico del cual, lo puedo garantizar, emergerá un Cristo verdaderamente
triunfante y salvador de la antropogénesis.

La moral, a su vez debe armonizar al máximo el sentido erístico con el sentido cósmico, el amor
para con Dios con el amor por el cosmos.
« Un Dios que se yergue contra lo creado y es, por así decirlo, celoso de su obra, para mí no es
sino un ídolo. Tengan muy presente los moralistas que el cristianismo se revela como un motor
del progreso humano, aún más: Es la corona de la humanización.

24.- La Coronación de la Humanización

Según Marrou, Teilhard de Chardin encuentra un tesoro escondido en la época de San Pablo y de
San Irineo: "El sentido de la componente cósmica de la salvación".
Toda la historia del Cosmos, según nuestro pensador, es un « vasto fenómeno de cristificación. «En
último análisis la cosmogénesis después de haberse revelado siguiendo su eje principal, biogénesis, y
noogénesis, culmina en la cristogénesis». Toda la evolución es una ascensión hacia Cristo.
Toda la evolución del mundo coincide con la evolución progresiva del Cuerpo Místico.
El planeta es la parcela destinada a hacer prosperar la viña mística plantada por Dios. Se comprende
entonces por qué Teilhard se siente no sólo hijo del cielo, sino, también hijo de la tierra, y no nos
escandaliza el gran amor que él tiene de esta parcela en la que crecen las raíces de la vida mística.
"Materia fascinante y fuerte, materia que acaricias y que virilizas, materia que enriqueces y
que destruyes- que confías en las influencias celestiales, las que han embalsado y purificado tus
aguas -yo me abandono a tus venas potentes. La virtud de Cristo ha pasado a ti".

25. -. ¿La materia fascinante y fuerte es también eterna?

Un ser estará más alto en la jerarquía de los valores, cuanto más compleja sea la síntesis que en si se
encierra. El primer ser es el Creador porque es síntesis suprema de tres personas en un solo Dios:
"Coexistente Trinitaria".

20
27. La religión debe creer también en el progreso

"Después del descubrimiento científico de la unidad natural y de la enormidad del mundo, el


hombre moderno no puede reconocer a Dios sino como una prolongación (se podría decir: bajo
las especies) de algún progreso o maduración Universal",
Esta constatación no debe preocupamos antes bien debe constituir para nosotros, motivo de grande
alegría porque la nueva concepción del mundo tiene en sí misma_ un alto potencial religioso y por
esto está ordenado al cristianismo mucho mejor que la concepción antigua.
El universo de la ciencia (esto es, un mundo en estado de cosmo - biogénesis) es un medio
excepcionalmente favorable ( infinitamente más que cosmos griego ), para la visión y la adoración
cristiana.
Con el advenimiento de la era de la Auto-Evaluación, nace, en la humanidad, la necesidad de tener
en las propias manos el destino del mundo: Para tal exigencia el hombre moderno se empeña en guiar
la propia existencia y la ajena hacia la meta final.
Este empeño, por su propia naturaleza, es un verdadero sentido religioso. «Para aquellos que
hayan comprendido la naturaleza de un mundo, en la que una cosmogénesis empernada sobre
la antropógenesis culmina en una Cristogénesis, por esto, todo, hasta el último evento o
elemento del universo, se ilumina, se calienta, se anima y vuelve adorable y amable. "Diga lo
que se diga nuestro siglo es religioso, tal vez, más religioso que todos los demás ... Sólo que no ha
encontrado a Dios para poder adorarle".
'El comunismo, aún profesándose ateo, está monopolizando el sentido religioso de la humanidad.
Es esta la gran paradoja; el materialismo avanza porque sabe utilizar el sentido religioso del hombre
moderno. "El ateísmo... no se preocupa por demostrar la no-existencia de Dios, sino de dar al
hombre el sentido de la propia existencia". (Francois Jeanson).

28. F + f.

Es la fórmula que propone Teilhard de Chardin para representar el Cristianismo al mundo moderno:
F = fe en Dios y f = fe en el hombre.
"La fe cristiana en Dios debe desarrollar una componente en la dirección del progreso
humano. Esta es, condición necesaria y suficiente para que esta fe cristiana, reducida a su justa
«frecuencia» sintonizada en nuestra época, haga nuevamente vibrar y resonar el mundo". "Es
un gran error pensar que la humanidad no sigue á Cristo porque está Crucificado: todo lo
contrario ¡El comunismo ha desclavado al Crucificado pero ha retenido la Cruz!".
"Los mejores no se alejan del Cristianismo por qué es' muy difícil, sino porque no les parece
lo bastante hermoso"'. Error de los Cristianos modernos: en vez de alegrarse de las conquistas
modernas, subrayan sus deficiencias y gozan de sus insuficiencias. "¿Cómo es posible que nueve
veces sobre diez un cristianismo sea humanamente escéptico? He aquí el gran escándalo de los
gentiles. El Cristianismo y 10 humano parece que ya no concuerdan más. Este es el gran cisma
que amenaza la Iglesia". La desconfianza en el hombre no compagina con la fe en Dios.
El cristianismo es la religión de la Encamación ( y no de la descamación), no puede, no debe descui-
dar el valor religioso del esfuerzo humano en la esfera de 10 temporal.
No es necesario dejar el marxismo incontrastable campeón de la fe en el hombre, el cristiano debe
comprender, amar y estimular la función creadora del hombre en el mundo. La esperanza del Paraíso
celeste no debe apagar las esperanzas de mejorar el mundo para nuestros hermanos presentes y futu-

21
ros.
En el corazón y en la acción de cada cristiano se deben armonizar la fe en Dios y la fe en el
progreso. La fe en Dios genera "El movimiento ascensional evangélico hacia lo alto",
La fe en el hombre genera "el movimiento progresivo moderno hacia adelante".
"Para la fe Cristiana en lo Alto es urgente la necesidad de asimilar la nueva fe humana Adelante",
F+f = la neodinámica de un universo en carrera,

29. Culto del progreso y pasión por el amor de Dios.

Estupenda y liberadora armonía entre una religión de tipo erístico y una evolución de tipo conver-
gente. Para encontrar lo divino no es necesario rodear el cosmos, sino atravesarlo. El Galileo de la
cosmogénesis va exclamando: «Ahora reconozco que no puedo ser salvado, si no hago cuerpo con
el universo, como lo hizo Dios Encarnado!» .
«Debemos sintetizar lo que es hacia lo Alto y lo que va hacia Adelante en un pensamiento
religioso (Cristología) calibrado sobre las dimensiones nuevas del universo».
«¿Qué sucede si nuestro espíritu se despierta primero a la sospecha, después a la evidencia
que el Cristo de la Redención es la misma realidad que el Punto Omega de la evolución?
Entonces de un golpe, el universo experimental se llena y se activa definitivamente ante
nuestros ojos y ante nuestro corazón» ,

En un mundo que está abierto con certeza a su vértice en Cristo Jesús, nosotros no corremos el
riesgo de morir ahogados. Y por otra parte de estas alturas, no desciende solamente aire sino una
irradiación de su amor. El mundo no es, solamente respirable para una vida atenta a las previsiones
del futuro, sino que se lo descubre, por sus mismas cimas evolutivas, como algo que atrae de modo
apasionante.

La humanidad contemporánea busca crear un orden organizado en escala planetaria. El mundo


camina hacia la ecumenidad, El cristianismo debe incorporarse entre las patrullas de vanguardia y
mejor que los otros, debe caminar en el sentido de la historia... Más que otros, el cristianismo debe
sentirse solidario con toda la evolución cósmica y debe sentirse llamado por Dios mismo, su Padre,
para el cumplimiento de una grandiosa empresa, La empresa grandiosa consiste en el perfeccionar la
tierra para hacer de ella un don al Creador.

Nuestro planeta no debe ser visto como la morada ocasional y efímera sino como una catedral que
construir, trabajar significa espiritualizar la materia, mejorar la humanidad, colaborar para el
"completamiento" del Pleroma de Cristo. Trabajar es construir lo deidificable que la gracia de Dios
hará divino,
«A las diversas construcciones humanas yo no les atribuyo ningún valor definitivo y absoluto.
Lo que yo amo en ellas, no es forma particular sino su función, que es la de construir
misteriosamente primero lo que puede ser divinizado y después, por la gracia de Cristo que
baja sobre nuestros esfuerzos, lo divino».
De este paso aparece evidente que Teilhard de Chardin distingue la naturaleza de lo sobrenatural
con la relativa trascendencia y gratitud de la gracia.

30.Las cuerdas de la adoración están siempre listas para vibrar.

Para el hombre moderno el mundo ha adquirido un valor y una dignidad superior, a la cual él se debe

22
someter y consagrar. Esta consagración a los valores del mundo, con la infatigable atracción de una
inmensa grandeza próxima y tangible, hace resonar en nosotros las cuerdas de la adoración siempre
prontas a vibrar.
La humanidad en el curso de pocas generaciones casi se ha convertido espontáneamente en una
especie. De religión en el mundo, confundida en sus dogmas pero perfectamente clara en su.
ordenamiento moral constituido por:

1) El predominio de todo sobre el individuo.


2) Una fe apasionada en el valor y en la posibilidad del esfuerzo humano.
3) La percepción vivísima del carácter sagrado de la búsqueda.

El trabajo para Teilhard de Chardin es noble en la medida que hace progresar la humanidad; por
eso alcanza el máximo valor en la búsqueda. El desarrollo humano es exigido por Cristo para.su
Cuerpo Místico y éste, frente al mundo y a la verdad. Existe el deber absoluto de la búsqueda. La.
Búsqueda es una función sagrada y vital fuente de toda vida superior humana y mística, La búsqueda
debe preparar los caminos a la sabiduría y la sabiduría debe ir al encuentro de la Caridad. ¿Quién
podrá cumplir este trabajo si no el Cristianismo?

El Cristianismo solo, absolutamente solo sobre la tierra moderna se muestra capaz de sintetizar en
un acto vital, el todo y la persona. Él sólo puede inclinamos no sólo a servir sin a amar el formidable
movimiento que nos transporta. El cristianismo debe empeñar lo mejor de sus energías en la búsque-
da, porque mirando a la tierra puede decir aquello que, Baudelaire decía mirando París: Me has dado
tu fango y yo lo he transformado en oro. ¡oro para ofrecer a Dios¡.
Hay sectores siempre más vastos ( y precisamente más progresistas) de la humanidad en los que el
Cristianismo no actúa más, porque se ha convertido en humanamente tibio. Si el cristianismo no
quema es ... quemado. (Urere aut uri).

El único modo de vencer el comunismo es presentar a Cristo como debe ser, no como cierto opio o
sucedáneo, sino motor esencial de una humanización, que no puede concluirse enérgicamente sino en
un mundo abierto a la cumbre y amorizado.
Si el cristiano, con fe en la evolución, que se cumple en lo profundo del cosmos, trabaja para la
ascensión hacia el espíritu, hacia el amor y hacia la armonía universal, debelará la angustia y el tedio
de la vida.

«Es necesario que el hombre crea en la humanidad más que en sí mismo para evitar el peligro
de la desesperación»
Teihard de Chardin al superhombre de Nietzsche, opone la super humanidad, esto es el, desarrollo
colectivo. Es verdad que Nietzsche grita: «Os conjuro, hermanos, ser fieles a la tierra», pero para
permanecer terrestres y egoístas. De aquí surge el tedio de la vida.
En Sartre y en general el?- todos los existencialismos: ¡"no se encuentra ningún sentido cósmico,
ningún eco de la aventura humana, ! por esto el existencialismo experimenta la angustia cósmica!.
A la angustia cósmica Teilhard de Chardin contrapone la gran aventura cósmica. Y al tedio de la
vida contrapone el gusto de vivir.

Para liberar la humanidad del tedio de la vida, y de la angustia, que la llevan hacia la neurastenia, es
necesario ofrecerle el gusto de vivir una gran aventura, en armonía con el cosmos y en armonía
consigo mismo, es necesario marchar juntos hacia el punto de convergencia, es necesario trabajar, con
ardor para desarrollar la antropogénesis en Cristogénesis.

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31. El ritmo: separación y adhesión.

En las canteras del mundo los cristianos deben entrar con más alegría que los otros, deben trabajar
con celo. Teilhard de Chardin al cristianismo del desprecio del mundo o cristianismo de evasión
opone el cristianismo de la superación o de la evolución. Pero no se puede superar una realidad sin
separarse de ella, la superación no desprecio sino más bien sublimación como la flor para desarro-
llarse en fruto debe esperarse de la corola, después ella alcanza una plenitud de vida mayor y más útil.

«Yo admito sin dudar, dice nuestro investigador el ritmo separación-adhesión; mortificación
verificación». Separarse de un valor menor para adherir un valor mayor mortificar una manifestación
de vida inferior para potenciar una manifestación más grande. Teilhard de Chardin quiere que se
armonicen se completen y se intercambien mutuamente las propias energías, el espíritu de separación
y el espíritu de conquista, el espíritu de tradición y el de búsqueda, así como el espíritu de la tierra, y
el espíritu del cielo. La verdadera espiritualidad cristiana es la espiritualidad de la Resurrección.

Otro problema, que le es muy querido al pensador, es el atribuir el justo valor en la ascética al
trabajo humano. Para nosotros la doctrina de la importancia, de la intención es justa pero no es com-
pleta. Es cierto que la recta intención confiere una gran dignidad a la acción humana, pero el trabajo
humano tiene en sí mismo un valor intrínseco.

Estudiar, por amor a Dios, como vencer al cáncer es mucho más que entretejer esteras por amor a
Dios. El empeño profano y el empeño cristiano deben coincidir de modo que donde el primero se
detiene el otro avanza.

En el proceso en que está empeñado el laico es también empeño del cristiano, y con celo mayor
porque, mientras el que no cree trabaja para sí y para sus semejantes, el que cree trabaja sus
semejantes y para Jesús. El creyente entra a la cantera del mundo al grito:! Dios lo quiere! Y su
trabajo adquiere el valor de una cruzada. El trabajo para Teilhard de Chardin no ha sido destinado a
alejamos de Dios, sino que, por su misma naturaleza, está destinado a hacemos colaboradores de Dios
en la construcción de los bienes para mejorar el planeta.

Cuando rezo dialogo con el Padre Celestial, cuando trabajo colaboro con el Creador, pero en uno u
otro caso estoy siempre junto a Dios.

32 Santificar el esfuerzo humano y humanizar la vida cristiana.

«Dios en aquello que tiene de más vivo y más encarnado, no está lejos de nosotros, fuera de la
esfera tangible, sino que, él nos espera en cada instante, en la acción, en el trabajo en el que estamos
ocupados. Él está de algún modo en la punta de mi lapicero, del martillo, de mi pincel, de mi aguja,
de mi corazón, de mi pensamiento, etc. llevando hasta su perfección natural la frase, el golpe, en el
que estoy ocupado yo alcanzaré el fin último al que tiende mi querer profundo.
La enorme potencia de la atracción divina se aplica a nuestros frágiles deseos a nuestros microscó-
picos objetos sin romperlos. Ella les da una nueva alma, porque ella no turba ni sofoca nada_ ella
introduce en nuestra vida espiritual un principio superior de unidad, del que el efecto específico es
según el punto de vista que se adopta, santificar el esfuerzo humano o humanizar la vida cristiana»,

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Para Teilhard de Chardin al humanismo del cosmos le ha sucedido el humanismo de la cosmogénesis
ciencias, permaneciendo cada una de ellas consciente de sí al término de la operación, aquello que es
necesario comprender bien, es que cada una , haciéndose cada vez más así misma y por ello
diferente a las demás, se acerca más a las otras en el Punto Omega.

El objetivo de una nueva definición de los derechos del hombre, ya no puede ser solamente,
el asegurar la mayor independencia posible al individuo en la sociedad, sino precisar en qué
condiciones la inevitable globalización humana puede efectuarse, no sólo sin destruir, sino
más bien en el modo de exaltar en cada uno de nosotros no sólo la autonomía sino también
(cosa muy difícil) la incomunicable singularidad de nuestro ser.

A medida que la humanidad conversa hacia el Punto Omega, o sea, a medida que la antropogénesis
_e desarrolle en cristogénesis, se personalizarán los colectivismos y las democracias adquirirán el
sentido de lo colectivo para celebrar mejor la dignidad de la persona humana. La humanidad asciende
así al encuentro de Cristo.
La humanidad podría asumir como lema las palabras que dijo Teilhard de Chardin antes de morir:
"Voy al encuentro de aquel que viene". .

34. El Evangelio de Cristo en el universo.

El sentirse una parte del todo divino, disolverse en el infinito, daba al pobre Giordano Bruno, El
mareo de heroico furor. En realidad aquella borrachera, del filósofo panteísta, era más furiosa que
heroica porque fluía de una pseudomística que anula la persona.
Teilhard de Chardin tomando conciencia de sus lazos orgánicos con el cosmos y de sus lazos orgá-
nicos con el Cuerpo Místico, tomando parte activa en la marcha que asciende hacia el Punto Omega,
contemplando, montado en aquella estela de convergencia, a Cristo Resucitado, siente que su alma
está inmersa en un clima, en una atmósfera, en un ambiente liviano, o como el dice, en un nido
divino.

De aquí nace aquel éxtasis sereno y serenante de un misticismo católico de tipo franciscano que le
hace ver el cosmos inmerso en la luz de la Resurrección y, le hace descubrir relaciones de solidaridad
humana y de parentela con cada criatura. El haber descubierto en la Revelación, un Cristo cósmico y
el haber descubierto en el cosmos una fuerza de convergencia que lo conduce al abrazo con Cristo, es
para Teilhard de Chardin manantial de alegría y de lirismo sobrehumano.

«OH Cristo Jesús, tú traes en tu bondad y humanidad toda la implacable grandeza del mundo
y es precisamente por la inefable síntesis que en ti se realiza aquello que nuestra experiencia y
nuestro pensamiento no habría jamás osado reunir para adorarlo, es precisamente por la
inefable síntesis entre el espíritu y la materia, entre lo infinito y lo personal, es precisamente por
los contornos indefinibles que tal complejidad signa a tu figura Y tu acción, que mi corazón
prendado por las realidades cósmicas se da apasionadamente a ti».

Teilhard de Chardin, quisiera ser el evangelista del Cristo en el universo y he aquí como expresa el
anhelo que lo consume.
«Quisiera descubrir y predicar las relaciones que hacen del cosmos en el que nos movemos en
medio deificado por la Encarnación, deificante a través de la Comunión y deificable a través de
nuestra colaboración) del Cristo o sea para el desarrollo del cuerpo místico

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«El universo, en su natural opulencia y en su impresionante realismo no se cumple sino en Cristo,
por otro lado a Cristo no se le alcanza sino a través del universo impulsado hasta el limite de sus
posibilidades». «Navegó en la corriente creadora de Dios, cuya mano desde el origen, no ha cesado de
plasmar la arcilla humana destinada a formar el cuerpo de su hijo.
He aquí porque él exclama: ¡Santa Evolución!
«Nosotros podemos injertamos en Aquel que todo lo retorna, porque hemos sido, tomados por Él
según nuestros mismos limites y somos realizados por él, en sus mismas dimensiones, nosotros somos
tomados por Él con el mundo. cuya renovación y cuya subsistencia gloriosa han sido ya preparadas».

Pocos místicos han experimentado a Dios en lo creado como nuestro Sacerdote Científico.
«Dios trabaja en la vida: la ayuda a elevarse. le da impulso que la espolea, el deseo que la atrae, el
crecimiento que la transforma. Yo lo siento y lo toco Y 10 «vivo» en la profunda corriente biológica
que rodea mi alma y la arrastra consigo».

(desciendo en mi más encuentro a Dios en lo profundo de mi ser, más multiplico las conexiones
que me ligan a las cosas, más fuertemente Él me aprieta, Él, el Dios que me lleva hacia delante
grande es como la totalidad de los siglos, la obra de la Encarnación de su Hijo».

35. Los ritmos de la Liturgia Cósmica.


Santa Catalina se había hecho una celda en el interior de su alma. El autor de la Imitación de Cristo
dice que la celda más frecuentada se hace cada vez más dulce.
Para nuestro Científico Religioso, todo el cosmos se hace una celda que frecuentada ofrece siempre
dulzuras nuevas. Teilhard de Chardin allí siente los ritmos de la liturgia cósmica, se conmueve y une
su voz al canto que acompaña la marcha de la creación al encuentro con Cristo.
«La historia del mundo es representada como una extensa cosmogénesis en cuyo curso, convergen
todas las fibras de lo real sin confundirse, en un Cristo al mismo tiempo personal y universal».
«Se imponen las actividades espirituales de la materia, la que es capaz de la Encarnación, de la
Eucaristía. de la Resurrección. El hombre recibe de todas partes noticias de sus afinidades cósmicas,
descubre que se encuentra en su ambiente emparentado, con todos heredero de todos».

Delante de tanta fastuosidad de lírica, nuestro científico poeta despliega su entusiasmo para celebrar
la "Santa Materia". Lo que nos deja un tanto perplejos. es por esto muy oportuna la observación de
Rahut. «La materia es peligrosa y la Redención no la ha convertido en una bebida inocua». Yo diría
que la materia es peligrosa, pero no venenosa, aquello que puede transformarla en veneno es el abuso
y no el uso. Ella por su naturaleza. como decía San Francisco del agua es piadosa y casta.
Teilhard de Chardin descubre en si un eco de la alegría del Creador al amanecer de la creación: «y
Dios vio que todo lo que había hecho era muy bueno» (On. l,31). La mortificación está destinada a
moderar el uso para que no vaya a degenerar en abuso. Este inmaculado adorador del Crucificado
vivió una vida de científico, de sacerdote, de religioso, dando ejemplo de mortificación heroica.

36. Día a día lo amo más fuertemente.


El "Centro Divino" alcanza la mayor intensidad y los más altos vértices de su misticismo en la
Iglesia Católica que el científico teólogo consideraba absolutamente necesaria para la
"Pleromatización" del Cristo o sea para el desarrollo del cuerpo místico.
Teilhard de Chardin amó su Iglesia. se sacrificó por ella 'y la obedeció con una docilidad heroica.
Teilhard de Chardin amó su Iglesia. se sacrificó por ella y la obedeció con una docilidad heroica,
digna de su fundador San Ignacio.

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Encuadrando las grandezas de la Iglesia Católica en la perspectiva de su especulación y sirviéndose
de sus términos técnicos tejió este elogio sublime: «En el corazón mismo del fenómeno social se
verifica una especie de ultrasocialización, por la que la Iglesia se forma poco a poco, vivificando con
su influencia y recogiendo bajo las formas más sublimes todas las energías espirituales de la noosfera.

«La Iglesia «Porción ret1exivammente cristificada del mundo», la Iglesia sede principal de la afini-
dad intra-humana, la Iglesia eje central de la convergencia universal, lugar de encuentro entre el
Punto Omega y el Universo».
... !Ay de la humanidad si viene a faltar este Phylum de amor con el mundo¡ . «! Si la iglesia cae
todo está perdido!».
El teólogo protestante Crespy tiene mucha razón cuando escribe: «Nadie está más lejos, que él del
comportamiento de un Renan o de un Loisy. De hecho Teilhard de Chardin no intenta poner en
dificultad a quienes enseñan o creen enseñar, aquello que la Iglesia o Biblia enseña. No ha puesto
jamás en discusión el "contenido" del dogma; su fin no es arrojarlo, al contrario, quiere encontrar y
reexpresar las prospectivas de la fe, entresacando sus coincidencias fundamentales con los horizontes
de la ciencia y sobre todo con aquello que será ciencia cuando esta haya tomado conciencia de su
verdadero significado».
Teilhard de Chardin, ha inmolado su existencia de científico y de sacerdote para estipular un
concordato entre la fe antigua y las aspiraciones modernas, entre los hombres de ciencia y los hom-
bres de Iglesia. El objetivo de toda su vida fue el mostrar que «el Cristianismo más tradicional el de
su Bautismo, el de la Cruz y el de la Eucaristía, es susceptible de una traducción en el que entren lo
mejor de las aspiraciones propias de nuestro tiempo».

37 No existen cumbres sin abismos:


«Un mundo en vía de concentración consciente debería solamente gozar, podríais decir
vosotros, todo lo contrario, digo Yo. Un tal mundo es precisamente aquel que debe sufrir natural y
necesariamente. Nada más beatificante que la alcanzada unión pero nada más fatigoso que la
continuidad de la unidad».
Se ha dicho, que en el sistema filosófico de Teilhard de Chardin no hay lugar para el mal. No es
cierto. «En el universo considerado por mí, el problema del mal no sólo no constituye una especial
dificultad sino encuentra también su más satisfactoria solución teórica, y finalmente un germen de
solución práctica».
Para el Cristóbal Colón, de la cosmogénesis, el mal es inseparable de la evolución que la acompaña
en su devenir, como la sombra acompafta al cuerpo en movimiento. «Desarmonías o descomposicio-
nes físicas en el pre-viviente sufrimientos en el viviente, pecado en el campo de la libertad; no hay
orden de formación que en cada grado no implique un desorden). En la síntesis teilhardiana el mal
físico pertenece al mundo estructuralmente en evolución Y el mal moral (pecado) entra en la
cosmogénesis después de la libertad. El pecado es la forma refleja consciente del mal.

Teilhard de Chardin está profundamente convencido que el infravalorar las fuerzas del mal es un
riesgo de fracaso para la evolución terrestre. Del hecho que el mal tiene una dimensión cósmica él
deduce que también la Redención ( y no sólo de la encarnación) debe tener una dimensión cósmica,
Por esto toda la creación espera la Redención.
Él adora a Jesús como el Salvador del mundo, en el sentido más completo. Teilhard de Chardin siente
surgir de su sistema el pensamiento de San Pablo: «Nosotros sabemos que toda la creación, hasta el
presente, gime y sufre los dolores del parto».

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39. Atraeré todo hacia Mí.
Teilhard de Chardin ignora de hecho y desprecia el pecado, la cruz, los errores y los horrores de la
historia, pero él, estudia estas realidades a la luz del Resucitado, descubre que en la cruz los valores
positivos superan por mucho los aspectos negativos; Más que ser una señal de sufrimiento, es un
trofeo de victoria; el pecado existe pero la gracia, extraordinariamente es más fuerte, en razón de
aquello: _:(donde abundó el delito sobreabundó la gracia».

El suceso puede servir a la santificación mucho mejor que el fracaso. Una humanidad desarrollada
en la espera de lo temporal puede amar a Dios mucho mejor que una humanidad atrasada.
La historia no es una aburrida y dolorosa espera de la Parusía en un tiempo vacío, como quisieran
los escatologistas pero ella, la historia, se llena de la maravillosa aventura de la humanidad, la cual,
venciendo mil calvarios, sube al encuentro del Resucitado que fijó el punto de convergencia en el
Punto Omega, con el corazón ardiente de amor divino y humano, la espera y la atrae hacia Sí.

La Parusía, sí, seguirá al fin de la historia y al juicio universal, pero antes de ser una catástrofe, es
el cumplimiento de la ascenso de la humanidad, que llega a su punto de maduración, recibe el abrazo
de su Redentor, el cuales también su evolutor en el amor. El mundo en Jesús Redentor es adecuado a
su fin natural. «El Astro que el mundo espera, sin haber pronunciado su nombre, sin apreciar
exactamente su verdadera trascendencia, sin ni siquiera poder distinguir sus rasgos espirituales y divi-
nos, es necesariamente el Cristo en quien nosotros esperamos. Para desear la Parusía; debemos dejar
latir dentro de nosotros cristianos el corazón mismo de la Tierra>.

40. Un compañero de viaje.


«Cristificar la materia es toda la aventura en mi existencia íntima... una gran y espléndida aventura».
Teilhard de Chardin ha vivido totalmente e intensamente su aventura. El se sentía hijo de la tierra e
hijo del cielo. Y empeñó toda su admirable energía de científico y de creyente para conciliar el
sentido cósmico con el sentido erístico; el amor del mundo con el amor de Dios, la esperanza del
paraíso terrestre con la esperanza del paraíso celeste; la cosmología moderna con la fe cristiana. Él
que en su alma había armonizado ciencia y fe, sufría ahora con el corazón de apóstol al ver dividida la
esfera de la revelación de la esfera de la evolución. Como buen samaritano se empeña no solo en
curar esta "esquizofrenia" espiritual, reanudando el diálogo roto entre ciencia y fe, sino que nos
muestra como «solamente la fe comprende en último análisis la intención oscura de la ciencia»,
Crespy. ¿De dónde emana el hechizo creciente que va ejercitando sobre el mundo el sacerdote
científico? El mismo no se lo explica. Mi fuerza reside solamente en el hecho que yo me he
encontrado resonando acorde con una cierta vibración, una cierta nota humana y religiosa que hoy
está en el aire, en todo lugar y donde quiera que los hombres se han reconocido y reencontrado».
Tengo la conciencia de ser, en todos mis trabajos un simple, resonado! de lo que en torno a mi piensa
la gente. «No soy, ni puedo ser, ni quiero ser un maestro»Tomad de mí aquello, que os es útil y
construid vuestro edificio. Ya no tengo otras ambiciones que aquellas de ser colocado en los
cimientos de aquello que surgirá.

Se podrá juzgar como se quiera el pensamiento de Teilhard de Chardin, pero ninguno podrá negar
como ese famoso jesuita; paleontólogo sea un providencial compañero de viaje para cada moderno
investigador de Dios.

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