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El Miércoles de Ceniza es una festividad católica que marca el comienzo de la Cuaresma y que

busca promover actos de penitencia y arrepentimiento por los pecados cometidos.

El Miércoles de Ceniza es, según la tradición cristiana, el día en que comienza la Cuaresma. El
periodo de 40 días que simboliza el tiempo que Jesús pasó vagando por el desierto y que preceden
a la Semana Santa, se caracteriza por promover el ayuno, la abstinencia, el recogimiento, la
oración y el examen de conciencia de los cristianos que quieran purgar sus pecados y acercarse a
la pulcritud moral de la Iglesia.

Históricamente, el Miércoles de Ceniza tiene sus antecedentes en la tradición judía. Para este
pueblo, la ceniza era un símbolo que representaba la fugacidad de la vida y el arrepentimiento de
los pecados. Los judíos se cubrían el cuerpo con ceniza para demostrar que intentaban acercarse a
Dios y esa costumbre fue adoptada por los cristianos pero de una forma distinta a la actual. En un
primer momento, solo los penitentes que iban a realizar el sacramento de la reconciliación (más
comúnmente conocido como ‘sacramento de la confesión’ o ‘de la penitencia’) cubrían su cuerpo
con ceniza y vestían 'ropas de penitencia. No fue hasta el año 384 d.C. cuando se generalizó para
todos los cristianos.

Actualmente, la costumbre marca que a los cristianos se les impone una cruz de ceniza en la frente
mientras se pronuncian las siguientes palabras: “Polvo eres y en polvo te convertirás" y
“Conviértete y cree en el evangelio”. Este acto no es considerado un sacramento por la Iglesia sino
un sacramental, un signo sagrado que imita a los auténticos sacramentos. La ceniza con la que se
lleva a cabo este ritual cristiano se obtiene de la quema de las palmas del último Domingo de
Ramos, acto que también guarda un gran simbolismo.

Durante el Miércoles de Ceniza, al igual que todos los viernes previos al Domingo de Resurrección,
se debe practicar la abstinencia (desde los 14 años) y el ayuno (desde los 18 y hasta los 53). El
primero de estos mandatos consiste en no comer nada de carne durante ese día y el ayuno, por
otra parte, en realizar una única comida en todo el día. Este día servía como inicio a las normas
que los cristianos debían cumplir durante la Cuaresma y que buscaban ofrecer algún sacrificio y
renuncia como muestra de arrepentimiento y como un intento por acercarse a Dios. El
recordatorio de la fragilidad de la vida y la proximidad de la muerte pretendía hacer que los fieles
tuvieran presente la necesidad de comportarse como buenos cristianos para ser merecedores de
acceder al Reino de los Cielos y vivir eternamente junto a su Dios.

Esta celebración va precedida del carnaval y el llamado entierro de la sardina. El carnaval (que
significa “adiós a la carne”) era una fiesta derivada de las costumbres romanas y paganas que
duraba días y en la que se hacían grandes banquetes y estaban permitidos todo tipo de excesos. El
entierro de la sardina se convirtió en una especie de transición que combinaba la alegría y el
descontrol del carnaval con la solemnidad del Miércoles de Ceniza y la Cuaresma.

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