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LA BIOETICA COMO «TERCERA CULTURA».

UN ANÁLISIS DESDE LA SOCIOLOGíA

DE LA CIENCIA

Ramón Llopis Goig


Profesor del Departamento de Sociología y Antropología Social.

Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Valencia.

Avda. deis Tarongers s/n (edificio orienta/). 46022 Valencia.

Tel: 0034 96 382 87 56 (62027 89 39). Fax: 0034 96 382 84 50.

E-mail: ramon.lIopis@uv.es

Resumen

En las últimas décadas, la humanidad ha tomado conciencia de las amenazas a las


que se encuentra expuesta. Una de ellas, la revolución biotecnológica, ha creado un
importante número de alarmas sociales y, de manera indirecta, ha desencadenado el
nacimiento de una disciplina como la Bioética. En este trabajo se muestra que la
Bioética es una manifestación de la «tercera cultura», ya que al aportar un discurso
sobre los fines al campo de aplicación de las tecnologías biomédicas, se convierte en
un puente entre «las dos culturas».
Palabras clave: Bioética, tercera cultura, techné, sociología de la ciencia

Abstract

In the last decades, humanity has beco me aware of threats at which is exposed.
One of them, the biotechnological revolution, has created an important number of
social alarms and, in a indirect way, has unchained the birth of a discipline like
Bioethics. This paper try to demonstrate that Bioethics is a clear manifestation of the
«third culture», because bringing a knowledge about finalities to the biomedical
technology application field, transforms itself in a bridge between the «two cultu­
res».
Key words: Bioethics, third culture, techné, sociology of science

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Ramón L/opis Goig

1. Introducción Con su impresionante desarrollo tec­


nológico, la ciencia moderna quedó des­
En 1959, el inglés C. P. Snow certifica­ provista de la inocencia que anteriormen­
ba la separación en dos de la cultura oc­ te se le suponía (apartado 4). La explo­
cidental al indicar que su vida intelec­ sión de la primera bomba atómica en
tual se estaba viendo, cada vez más, es­ 1945, reorientó la mirada de occidente
cindida en dos grupos polarizados: por sobre la ciencia. Desde entonces, los in­
un lado, los integrantes de la cultura hu­ tentos de recomponer la unidad perdida,
manística o intelectuales de letras y, por o lo que es lo mismo, de crear una «terce­
otro, los científicos y tecnólogos l . Snow ra cultura», han sido frecuentes. Tras ex­
afirmaba que éstos dos grupos habían poner una tipología que clasifica esos in­
dejado de comunicarse y describía a sus tentos en cinco grandes expedientes
componentes como totalmente antitéti­ (apartado 5), se examina el modo como
cos. Consideraba que esta creciente pola­ desde nuestro punto de vista, debe plan­
rización entre intelectuales humanistas y tearse una «tercera cultura» en el contex­
científicos era un problema de todo Occi­ to del avance tecnocientífico (apartado
dente que implicaba un elevado coste de 6). A continuación, se examinan los retos
oportunidades y exigía un replanteamien­ que la revolución biotecnológica plantea
to de los sistemas educativos. Se hacía a la sociedad actual, como marco deter­
necesario un mayor conocimiento de las minante del nacimiento de la Bioética
ciencias entre los intelectuales humanis­ (apartado 7). Por último (apartado 8) se
tas, así como un mayor conocimiento de muestra como la Bioética puede ser con­
las aportaciones de las humanidades en­ siderada como un auténtico exponente
tre los científicos. de una «tercera cultura».
En este artículo se realiza un análisis
del trayecto histórico que dio lugar a la 2. La originaria unidad contenida en la
escisión diagnosticada por Snow. Se par­ techné griega y la escisión posterior
te del concepto griego de techné que con­
tiene tanto el hacer y el obrar como el Según Aristóteles 2, frente a la sophía,
recto juicio sobre el modo de hacerlo el nous y la episteme, saberes que tienen
(apartado 2). A la luz de ese concepto, se en común su carácter especulativo (inde­
examina el camino adoptado por la cien­ pendiente de la realidad empírica), teóri­
cia moderna, entre los siglos XV YXVII, al co, universal y absoluto, hay otros dos
optar por uno de los polos de la antigua que son de tipo práctico. Uno es la phró­
techné y definir su proyecto como emi­ nesis o prudentia, la recta razón de las co­
nentemente tecnocientífico (apartado 3).
2 Cfr. Aristóteles, Ética Nicomaquea. Ética Eu­
demia. Introducción por Emilio Lledó Iñigo. Tra­
Snow, c.P.: The two cultures and a second ducción y notas por Julio Pallí Bonet. Editorial Gre­
look, Mentor Books, New York, 1964. Edición caste­ dos, Madrid, 1989 (primera edición de 1985). Libro
llana en Alianza Editorial, Madrid, 1977. VI, 270-275 (pp. originales 1140 a-1141 b).

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La bioética como «tercera cultura». Un análisis desde la sociología de la ciencia

sas singulares que pueden realizarse, y 3. El deslizamiento por la ladera técnica


el otro es la techné, arte, técnica y saber de la ciencia moderna
práctico que el propio Aristóteles definió
como la recta razón de las cosas que pue­ Tras la escisión en dos rutas antagóni­
den producirse. cas de la antigua techné griega, se iba a
La palabra griega techné engloba todo producir una honda transformación de
lo que hoy se entiende por técnica, tec­ los fundamentos de la ciencia, que des­
nología y bellas artes. Es, por tanto, un viaría el proyecto occidental hacia la ope­
saber práctico, que se refiere de manera ratividad, extirpando de él la empresa
unitaria al hacer y al obrar, al saber hacer logoteórica de la contemplación que ha­
y al saber obrar. La techné tiene que ver bía constituido la ciencia antiguas. Esa
con la toma de decisiones concretas, no transformación, que tuvo lugar entre los
con certeza, puesto que ello no es posi­ siglos XV Y XVII, acabaría otorgando el
ble, pero sí con recta razón. La techné con­ predominio a uno de los dos polos escin­
tiene, por tanto, de manera conjunta e didos de la antigua techné: la tecnocien­
inseparable el proceso por el que algo se cia. Sin embargo, pese a las consecuen­
hace, produce o elabora, como la recta cias que habría de tener esa transforma­
razón con la que se procede. ción, sus efectos no fueron inmediatamen­
Pues bien, esa unidad a la que alude te perceptibles y la ciencia siguió pen­
el vocablo griego techné, es hoy día ini­ sándose de acuerdo con la distinción an­
maginable, como muestra que para alu­ terior entre lo teórico y lo técnico, enten­
dirla es necesario referirse a una división diéndose siempre como neutra, en tanto
en dos rutas antagónicas: «la ruta del arte que ciencia.
inspirado (Plotino) y la ruta de la tecno­ La ciencia antigua ignoraba las mate­
ciencia (Aristóteles, Galileo, Newton, Lei­ máticas y la experimentación y se corres­
bniz)>>3. En nuestros días, esas dos rutas pondía con una reflexión sobre nuestro
se han reafirmado en su radical desgaja­ ser-natural-en-el-mundo-por-el-lenguajé.
miento, y cualquier proyecto de unidad Era una especie de puesta en orden con­
choca con un contexto que al no poderse ceptual del conjunto mal organizado de
legitimar en su propio juego dialéctico los significados dados en el lenguaje, que
apela a esas dos ramas separadas del an­ ofrecía una imagen del mundo con senti­
tiguo tronco germinal de la techné griega: do. Una empresa así no permitía la pre­
la tecnociencia, como único resto de la dicción ni la intervención efectiva en lo
idea de ilustración y progreso y el arte real, por lo que nunca pudo pretender
inspirado, como único rescoldo de lo sim­ ser realmente operativa.
bólico en un mundo desencantad0 4 •
3 Trías, E.: «Eupalinos», El País, 23 de mar­ 5 Cfr. Hottois, G.: El paradigma bioético. Una
zo de 1989. Reimpreso en Pensar en Público, Desti­ ética para la tecnociencia. Anthropos, Barcelona, 1991,
no, Barcelona, 2001. 14.
4 Cfr. Trías, E. op. cit. 6 Cfr. Hottois, G.: op. cit., 15.

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Ram6n Llopis Goig

Frente a la ciencia antigua, la ciencia das contribuciones. La racionalidad tec­


moderna se habría de caracterizar por la nocientífica hacía posible, por primera
matematización y la experimentación, as­ vez, la producción industrial.
pectos ambos que quebraban el «ser-na­ Más tarde, en la primera mitad del
tural-en-el-mundo-por-el-lenguaje» y pri­ siglo XX, la «razón eficaz», monopoliza­
vaban al mundo de significado, haciendo da por la ciencia y sus métodos dejaba
de él un campo de operación y de acción. de interesarse por el conocimiento y ex­
Tanto Bacon como Descartes rechazaron plicación del mundo, dejaba de ser razón
el saber especulativo y subrayaron el po­ para quedarse en algo meramente eficaz.
der operativo de la nueva ciencia, si bien La situación descrita será el punto de
Descartes sólo reconoció la importancia partida del diagnóstico de Max Weber,
de las matemáticas y Bacon no admitió que concebía la sociedad occidental mo­
más criterio que la experiencia. derna como aquella en la que la hegemo­
La relación del ser humano con lo real nía de la razón tecnocientífica, que ac­
iba a estar, en lo sucesivo, técnicamente tuaba como criterio de legitimación de
mediada. La vieja concepción teórica de su peculiar forma de dominación, se ha­
la contemplación había cedido su lugar bía establecido sobre las demás hasta con­
dominante a una relación esencialmente vertirse en una potencia intolerante con
activa de dominación y reconstrucción cualquier otra forma de legitimación.
de la realidad que ponía la representa­ Desde la perspectiva de Weber, era una
ción teórica al servicio de la actividad característica propia de la civilización
dominadora. occidental haber introducido la razón
El sistema derivado de tales plantea­ como criterio único en todos los domi­
mientos puede ser denominado complejo nios. Según Weber, la sociedad occiden­
tecnocientífico, ya que esta expresión se­ tal se habría organizado según criterios
ñala la interrelación entre los dos polos y técnicos de racionalidad y eficacia, lo que
la preponderancia del polo técnico. En este la habría conducido a un funcionamien­
nuevo marco la noción de verdad tam­ to burocrático que la legitimaba, en su
bién cambiaría radicalmente. Ésta ya no propia dinámica técnica, al acaparar el
iba a ser una experiencia o explicación concepto de racionalidad. Así, la razón
reveladora de la esencia profunda de lo burocrática7 iba a servir, a la vez, de mo­
real; sino algo descriptible en términos de
eficiencia técnica y poder de acción. 7 Weber concretó la función de la razón oc­
La escisión que había comenzado a cidental como legitimadora de una determinada
forma de dominación, y consideró característico de
afirmarse en los siglos XV a XVII, se re­ Occidente, la introducción de la razón como crite­
afirmaba, en plena Revolución industrial. rio en todos los dominios. Weber describió el con­
La Revolución Industrial originada en el junto constituido por los avances científicos, la tec­
nología moderna y la burocracia como racionaliza­
siglo XVII en Inglaterra tuvo en la apli­ ción, esto es, la organización de la vida social y
cación de los conocimientos científicos a económica según principios de eficacia y conoci­
la producción una de sus más destaca­ mientos técnicos.

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La bioética como «tercera cultura». Un análisis desde la sociología de la ciencia

tor y demiurgo del sistema social occi­ El primer atisbo de la necesidad de


dental y de legitimación. Era la racionali­ una «tercera cultura» se manifiesta, qui­
dad instrumental contra la que arremete­ zás, por primera vez en 1945, cuando el
rán pensadores como Horkheimer8• estallido de la primera bomba atómica
marca el final de la inocencia de la comu­
4. La pérdida de inocencia de la ciencia nidad científica. Hasta ese momento se
consideraba a la ciencia como fundamen­
La sociedad actual asiste a un espec­ to objetivo del desarrollo, culminación de
tacular desarrollo de la tecnología que la racionalidad y el espíritu de la Ilustra- 'Q --­
pone a la humanidad ante difíciles en­ ción. Durante siglos triunfó el arquetipo e'hU~ ~ f'ca ~k
crucijadas y genera un sinfín de amena­ del científico que estaba más allá del bien :Jv~ r ,. ./
zas y temores: la energía nuclear, la inge­ y del mal. Sólo a partir de los años trein- lIViVe. n fO .
niería genética, los semiconductores, el ta del siglo XX el científico empezó a per­
calentamiento global, los alimentos trans­ der la inocencia original que siempre ha­
génicos, la clonación de embriones hu­ bía conservado. Tras la explosión de las
manos, la radiación emitida por los telé­ primeras armas nucleares, en Hiroshima
fonos móviles, la deforestación, las dioxi­ y Nagasaki, la Física perdió su inocencia.
nas o los priones de las vacas locas. Poco antes, en Dachau y Auschwitz, la
Los problemas afectan ahora a todos había perdido la Medicina.
por igual y los ciudadanos se sienten des­ Estos hechos reorientaron la mirada
orientados. La ciencia es ya una parte de Occidente. Empezó a pensarse que la
sustancial de nuestras vidas. Muchas dis­ ciencia no existe en estado puro, pues es
cusiones ético-políticas o ético-jurídicas inseparable de los intereses económicos,
relevantes suponen y requieren cierto sociales y políticos. No hay conocimien­
conocimiento del estado de la cuestión to sin interés, dirá Jürgen Habermas9•
en una o varias ciencias como la biolo­ Detrás del saber se encuentra siempre el
gía, genética, neurología, ecología, física poder, dirán Michel Foucault y la histo­
nuclear, termodinámica. riografía social francesa. En opinión de
Hay una intrínseca relación entre las Anthony Giddens, ninguna visión del
implicaciones éticas y sociales de las nue­ progreso podrá ya, a partir de ese mo­
vas tecnologías y avances científicos y la mento, ser definida convincentemente, ya
necesidad de una disciplina, discurso o que la humanidad cayó en la cuenta de
expediente que introduzca la reflexión no se dirigía de modo inevitable a un
humanista en el seno de la ciencia. A esta estadio superior. O dicho de otro modo,
disciplina se le ha denominado «tercera se hizo consciente de que la historia care­
cultura». ce de carácter teleológico JO •

9 Habermas, J.: Ciencia y técnica como ideolo­


8 Horkheimer, M.: «Sobre el concepto de la gía, Tecnos, Madrid.
razóm>, en Adorno, T. y Horkheimer, M.: Sociología, 10 Giddens, A.: The Consequences of Moderni­
Editorial Taurus, Madrid, 1966, 258. ty. Polity Press, Cambridge, 1990.

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Ramón L/opis Goig

5. Los intentos de recomponer la uni­ implicaciones previsibles (políticas, eco­


dad perdida: la búsqueda de una «ter­ nómicas, sociales, psicológicas,,,.) facili­
cera cultura» tando y controlando, así, su inserción en
la sociedad en que van a implantarse.
El recorrido realizado en los aparta­ 4) El esfuerzo de intercomunicación,
dos anteriores ha mostrado el trayecto capital para la democracia, entre tecno­
histórico conducente a la escisión en dos científicos y público en general.
de la cultura occidental diagnosticado por 5) El desarrollo de comités de ética,
Snow, así como a la conciencia de los con especial incidencia en el campo de
efectos de la misma sobre la sociedad. las tecnologías biomédicas, orientados a
Ante ese diagnóstico, los intentos orien­ considerar los problemas humanos plan­
tados a articular lo científico y lo huma­ teados por la aplicación de las menciona­
nístico se han repetido en las últimas dé­ das tecnologías biomédicas.
cadas. Una interesante clasificación de los Los cinco expedientes aludidos por
mismos ha sido realizada recientemente HoUois pueden ser considerados como
por Hottoisll , quien afirma que se pue­ contribuciones a una «tercera cultura»,
den reagrupar, fundamentalmente, en en el sentido en que se ha usado esa ex­
torno a cinco expedientes: presión en Occidente desde la segunda
1) Investigaciones sobre la historia de mitad siglo XX, es decir, como intentos
las ciencias y las técnicas cuya finalidad de salvar la brecha entre lo técnico y lo
consiste en mostrar no sólo la ausencia simbólico, entre las ciencias y las huma­
de linealidad o de una dirección única en nidades. De hecho, el mismo Snow ya
ese trayecto histórico, sino también las utilizó la expresión «tercera cultura» en
profundas influencias culturales y psico­ la segunda edición de The Two Cultures.
sociales. Ahí añadía un ensayo, A second look en el
2) Los programas de investigación que, de modo optimista, sugería que una
Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS) y nueva disciplina, la «tercera cultura»,
de desarrollo de una cultura científica, emergería entre hombres de ciencias y
orientados a salvar la brecha entre las humanidades y haría posible el mutuo
dos culturas, buscando una integración entendimiento entre ambos. Lo que Snow
recíproca entre la tradicional cultura hu­ postulaba, ante la situación de incomu­
manista y la tecnocientífica. nicación entre la cultura humanística y la
3) La implementación de programas científica, era una solución consistente en
de evaluación pluridimensional de pro­ fusionar, en una «tercera cultura», los
yectos de investigación y desarrollo en conocimientos sobre la naturaleza y los
los que se analizan y consideran, antici­ conocimientos sobre la conciencia.
padamente, todas las consecuencias e

11 Cfr. Hottois, G.: op. cit., 147-148.

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La bioética como «tercera cultura». Un análisis desde la sociología de la ciencia

6. Aspectos básicos para un proyecto de tiene en cuenta los impactos sociales de


tercera cultura los avances técnico y científicos. Por eso
se le puede denominar «tercera cultura».
La tecnociencia como actividad pro­ Ahora bien, del mismo modo que la
ductora y modificadora del mundo, ha Bioética aporta la dimensión humanista
hecho perder su inocencia a la ciencia al polo tecnocientífico, también será ne­
teórica pura, y ha introducido en el siste­ cesario que, por parte de los que se en­
ma científico la problemática ética. En la cuentran en el polo humanista, haya un
actualidad, las tremendas posibilidades acercamiento al conocimiento cientifico.
abiertas por el avance tecnocientífico ha­ Es decir, del mismo modo que los cientí­
cen surgir en su seno, la necesidad de ficos deberán tener en cuenta las impli­
una reflexión de naturaleza humanista. caciones éticas y sociales de su actividad;
Los logros cada vez más espectaculares los intelectuales, humanistas y ciudada­
de la ingeniería genética han hecho cre­ nos en general, para adentrarse en los
cer rápidamente la esperanza, pero tam­ debates sociales y políticos, deberán dis­
bién el miedo ante sus posibilidades12 • poner de unos determinados conocimien­
La triste experiencia de lo ocurrido hace tos científicos. Fernández Buey lo ha se­
décadas con las armas nucleares no hace ñalado con claridad al citar numerosos
más que aumentar la desconfianza social ejemplos: «Para orientarse en los debates
hacia los investigadores, que la sociedad sobre crisis ecológica y sobre la correcta
considera poco capaces de autocontrol. resolución de los problemas implicados
La revolución biológica y la aplica­ en ella, ayuda mucho la comprensión del
ción de los conocimientos científicos a sentido del segundo principio de la ter­
las prácticas médicas ha conllevado la modinámica, como mostró, entre otros,
posterior aparición de una disciplina Nicolas Georgescu-Roegen hace ya años.
como la Bioética. La conciencia de supe­ Para entender la necesidad de una ética
ración de los límites de la tecnología ha medioambiental no antropocéntrica, ayu­
provocado la emergencia de disciplinas da mucho la recta comprensión de la teo­
que, como es el caso de la Bioética, tratan ría sintética de la evolución (y no sólo en
de aportar una reflexión sobre fines en el su formulación darwiniana), como viene
marco de un saber técnico. mostrando el paleontólogo S. J. Gould.
Lo que de ese modo aflora es una dis­ Para diferenciar, con corrección, entre di­
ciplina en la que se albergan aspectos versidad biológica y aspiración a la igual­
propios de la tradición humanista, se pro­ dad social, ayuda mucho la comprensión
duce una apertura a un mayor pluralis­ de la genética y de la biología molecular,
mo epistemológico y metodológico, se como ha puesto de manifiesto Teodosius
incorpora la reflexión sobre los fines y se Dobzhauski. Para combatir con argumen­
tos racionales el racismo y la xenofobia
12 Bains, w.: Ingeniería genética, Alianza Edi­ implicados en los choques culturales de
torial, Madrid, 1987. este fin de siglo puede ayudar mucho el

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conocimiento de la genética de poblacio­ El término Bioética es un neologismo


nes, como ha mostrado más recientemen­ introducido en la lengua inglesa por V.
te Luca Cavalli Sforza. Para entender la R. Potter en 1970. A partir de entonces ha
necesidad de una nueva ética de la res­ gozado de aceptación general, si bien
ponsabilidad, que apunte hacia nuestro unos, sobre todo los médicos, vieron en
compromiso con el futuro, ayuda mucho él el rostro de la clásica ética médica o
el conocimiento de las ciencias de la vida, deontología profesional; mientras biólo­
como ha puesto de manifiesto en sus gos y ecólogos, por su parte, considera­
obras Hans Jonas. y para entender la per­ ban que obedecía a la nueva toma de
sistencia de las desigualdades de género conciencia de las sociedades avanzadas
y dónde habría que poner los acentos por el futuro de la vida, ante las conti­
para corregirlas, ayuda mucho el análisis nuas agresiones del medio ambiente14.
económico (pero no sólo económico), Efectivamente, a la Bioética no sólo le
como ha mostrado Amartya Sen»13. corresponden los temas de ética clínica o
En sociedades de ciencia y tecnología de la investigación biomédica, también
como las nuestras, la resolución de pro­ le corresponden las cuestiones de la ética
blemas sociales y políticos exige a los medioambiental, por ejemplo, ya que la
científicos una mínima formación huma­ reflexión sobre la vida iría más allá de la
nista, y a los humanistas una cierta cul­ existencia humana. Por eso, la bioética se
tura científica. En ese campo de conver­ convierte en una tarea interdisciplinar
gencia es en el que, a nuestro juicio, ca­ que ocupa a médicos, biólogos, filósofos,
bría entender las bases para la formación sociólogos y teólogos, ya que el principal
de una «tercera cultura». punto de su agenda es encontrar un len­
guaje común con el que analizar los pro­
7. La revolución biotecnológica y el blemas y aplicar una metodología para
surgimiento de la Bioética el análisis de los conflictos, también co­
mún. Es, por tanto, un ejemplo de con­
Como ya se ha señalado en el aparta­ vergencia fértil entre las ciencias y las
do anterior, la revolución biotecnológica humanidades.
y la aplicación de los conocimientos cien­ La Bioética surgió en una situación
tíficos a las prácticas médicas ha dado sin precedentes en la historia de la hu­
lugar a la aparición de la bioética, disci­ manidad, en la que el potencial técnico
plina que, en los últimos veinticinco años, disponible era muy superior a lo que
ha adquirido un enorme cuerpo doctri­ nunca se pudo imaginar15 . El ser huma­
nal convirtiéndose en una de las ramas 14 Cfr. Gracia, D.: Fundamentación y enseñan­
más desarrolladas de la ética. za de la bioética, Editorial El Búho, Santa Fe de Bo­
gotá, 11.
15 Cfr. Feyto, L.: "La nueva alianza entre las
ciencias y la filosofía». En Blanch, A. (ed.), La nueva
13 Fernández Buey, F.: «Filosofía pública y ter­ alianza de las ciencias y la filosofía. Universidad Pon­
cera cultura». El País. 23 de mayo, 2000. tificia Comillas, Madrid, 2001, 15-44.

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La bioética como «tercera cultura». Un análisis desde la sociologfa de la ciencia

no tenía (y tiene) ante sí la posibilidad de primas, la contaminación de los mares,


destrucción del mundo o la modificación la destrucción de los bosques y la altera­
de la evolución de su propia especie. Así, ción de la atmósfera, entre otros, pueden
la Bioética emergía como disciplina con disminuir drásticamente la calidad de
la pretensión de convertirse en un saber vida de los hombres de las próximas ge­
interdisciplinar capaz de ir más allá de neraciones y comprometer seriamente la
las simplistas creencias en el carácter bon­ viabilidad de la especie humana17.
dadoso del conocimiento científico y sus La ingeniería genética merece aún más
aplicaciones técnicas. La legitimidad, des­ atención por cuanto su evolución y desa­
de este punto de vista, de los avances rrollo han sido claramente determinan­
científico-técnicos exigiría una justifica­ tes del surgimiento de la Bioética. En las
ción racional de los principios sobre los últimas décadas el hombre ha dejado de
que se sustentan, los fines que persiguen ser un mero espectador pasivo de la evo­
y las consecuencias previstas en su apli­ lución biológica, y ha pasado a verse
cación. como dueño de la misma. Las técnicas
En las últimas décadas, la biología y de reproducción asistida, y sobre todo la
la ecología han alcanzado tal desarrollo, posibilidad de manipulación del geno­
que no es infrecuente considerar la se­ ma humano con técnicas como la del
gunda mitad del siglo XX como la era de ADN recombinante, remiten directamen­
estas ciencias. El descubrimiento, duran­ te al dilema de la concordancia entre las
te la década de los sesenta, del código posibilidades de técnico y lo ético. No
genético «ha permitido explicar el fun­ parece difícil admitir que deberían acep­
cionamiento de lo infinitamente peque­ tarse todas aquellas actuaciones en el ge­
ño en el orden de la vida, del mismo noma que tuvieran por objeto corregir
modo que las fórmulas de la mecánica los errores congénitos. Pero ¿deberían
cuántica que los físicos pusieron a punto aceptarse también aquellas actuaciones
en los años veinte hicieron posible la com­ en el genoma cuyo objetivo no es ese?
prensión de lo infinitamente pequeño en Las biotecnologías auguran un futuro
el orden de la materia inerte»16. Y si los sorprendente, pero los problemas a los
avances de la Física trajeron el peligro que obligan a enfrentarse son una cues­
nuclear, también los descubrimientos aso­
ciados a la biología y la ecología serían 17 Los informes a los que se hace alusión
capaces de acabar con la vida en el pla­ son: The limits of growth, informe publicado por el
neta. Club de Roma en 1972; el Informe 2000 elaborado
durante la presidencia de Jimmy Carter; y Our Com­
El peligro ecológico cobró importan­ mon Future, informe hecho público en 1987 por la
cia en la década de los setenta. Desde Comisión Mundial del Medio Ambiente y el Desa­
entonces, diversos informes han eviden­ rrollo de Naciones Unidas. En todos ellos la con­
clusión es similar: el crecimiento tiene límites, tras­
ciado que el agotamiento de las materias
pasados los cuales se pone en grave peligro el futu­
ro de la vida sobre el planeta. Cfr. Gracia, op. cit.,
16 Gracia, op cit., 12. 13.

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Ramón Llopis Goig

tión de absoluta actualidad. Es cierto que 8. La Bioética como «tercera cultura»


el ejercicio de la medicina siempre ha
planteado problemas éticos y exigido del Así pues, el desarrollo tecnológico crea
médico un verdadero talante moraPs. Sin un contexto práctico en el que los dile­
embargo, en ninguna otra época la prác­ mas morales se hacen evidentes, se ma­
tica de la medicina ha planteado tantos nifiestan en toda su rotundidad. Las apli­
problemas morales como en la actuali­ caciones tecnocientíficas comprometen la
dad. Es prueba de ello el hecho de que vida del planeta. En la práctica profesio­
en la actualidad ya prácticamente no exis­ nal cotidiana se vive este conflicto y se
ten enfermos desahuciados, hay enfermos cae en la cuenta del vaciamiento finalista
críticos, irreversibles o terminales, pero propiciado por la escisión de la techné.
no desahuciados19• Packard ya puso de manifiesto que en la
El principio moral por el que siempre década de los setenta muchos biogenéti­
se ha regido el médico en su relación con cos, alarmados por las posibilidades de
el paciente ha sido el de beneficencia, es lo que llevaban entre manos, se compro­
decir, hacer todo lo posible a favor del metían con una actitud social o moraFl.
enfermo. La interpretación lineal de ese El enorme abismo abierto por el poten­
axioma es, no obstante, problemática en cial técnico activaba la necesidad de re­
un contexto en el que las nuevas tecnolo­ flexión ética. De repente se reclama una
gías han suscitado serias dudas sobre lo «tercera cultura» en la que técnica y hu­
que resulta beneficioso o no para el pa­ manidades converjan para dar respuesta
ciente. En los casos de muerte cerebral, a los nuevos interrogantes suscitados por
¿es necesario tener encendido el respira­ la aplicación de las nuevas tecnologías.
dor hasta que el corazón les falle?, ¿es El propio creador de la Bioética la de­
preciso reanimar a estos enfermos en caso finió como un puente entre las dos cultu­
de parada cardiaca?, ¿la defensa de la ras, al afirmar que «la humanidad nece­
vida debe llevar al médico a no dejar sita con urgencia una nueva sabiduría
morir en paz a sus pacientes?2o. En la que proporcione el conocimiento de cómo
práctica médica actual los dilemas éticos usar el conocimiento para la superviven­
surgen por doquier. cia del hombre y para la mejora de la
calidad de vida»22. Así mismo, Potter afir­
maba que la ciencia de la supervivencia
debía ser construida sobre la ciencia de
18 Como pone de manifiesto la existencia de
la biología y ampliada más allá de los
una amplia serie de documentos deontológicos ela­
borados a lo largo de la historia de la medicina
occidental, desde la época hipocrática hasta la ac­
tualidad. 21 Cfr. Packard, V: The people saphers. Futu­
19 Como afirma Gracia, <<las Unidades de ra, London, 1978, 20-21.
Cuidados Intensivos han acabado con ellos». Gra­ 22 Potter, V R.: Bioethics. Bridge to the future,
cia, D., op. cit., 15. Prentice Hall, Inc. Englewood Cliffs, New York,
20 Cfr. Gracia, D. op. cit., 15-16. 1971, 1.

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La bioética como «tercera cultura». Un análisis desde la sociología de la ciencia

límites tradicionales, para incluir los ele­ los valores; o dicho de otro modo, entre
mentos más esenciales de las ciencias so­ las ciencias y las humanidades. Así, la
ciales y las humanidades. Una ciencia de Bioética era entendida como un nuevo
la supervivencia debía ser algo más que paradigma intelectual y cultural, consis­
solamente ciencia, y por tanto, proponía tente en la confrontación entre hechos y
el término Bioética para enfatizar lo que valores.
consideraba eran los dos ingredientes En resumen y como conclusión, pue­
más importantes en el logro de la tan de afirmarse que la Bioética surge como
necesaria nueva sabiduría: el conocimien­ respuesta a las formas de innovación a
to biológico y los valores humanos 23 . través de la investigación científica apli­
Desde esta perspectiva, la Bioética cada, en las que el desarrollo tecnocientí­
podría definirse como una disciplina que fico pone de manifiesto las posibilidades
«designa un conjunto de cuestiones con manipuladoras e intervencionistas de la
una dimensión ética suscitadas por el, ciencia contemporánea. Su aparición y
cada vez mayor, poder de intervención desarrollo no es fortuita. Sociológicamen­
tecnocientífico en el ámbito de la vida te, rinde justicia al desarrollo eminente­
orgánica»24. De este modo, la Bioética mente práctico de la tecnociencia: desde
podría considerarse como la lingua franca las tecnociencias de investigación básica
de un mundo preocupado por la vida y (que revelan cuestiones éticas porque
la salud, pero desprovisto de un punto implican la experimentación con seres
de vista ético común25 . vivos) a las tecnociencias aplicadas (que
El propio Potter incidía en la dimen­ manifiestan problemas relativos a la pro­
sión axiológica, unos años más tarde, al creación, a la extracción y transplante de
comentar que la Bioética había sido pro­ órganos, por citar algunos ejemplos).
yectada «como una nueva disciplina que Por último, la bioética verifica el ca­
combinara el conocimiento biológico con rácter fuertemente técnico del proyecto
el conocimiento de los sistemas de valo­ occidental contemporáneo, y se muestra
res humanos»26. Potter entendía la bioéti­ aSÍ, como un espacio privilegiado para la
ca como una nueva cultura, en la que se interacción entre los conocimientos tec­
propiciaba un encuentro entre los hechos, nocientíficos y humanistas.
tal como hoy los plantean las ciencias, y

23 Cfr. Potter, V. R op. cit., 2.


24 Hottois, G., op. cit., 170.
25 Cfr. Engelhardt, H. T.: The foundations of
Bioethics, Oxford University Press, 1986, 5.
26 Potter, V. R: <<Humility with responsability:
a Bioethics for oncologists. Presidential address», Can­
eer Research, 35, 1975,2297.

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