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LOS TEXTOS DE EXECRACIÓN EN EL CONTEXTO DE LA MAGIA EGIPCIA

RAFAEL AGUSTÍ TORRES

EGIPTÓLOGO

EX PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE EGIPTOLOGÍA

MIEMBRO DE LA AMERICAN ASSOCIATION OF ANCIENT HISTORIANS

MIEMBRO DE LA BIBLICAL ARCHAEOLOGY SOCIETY


LOS TEXTOS DE EXECRACIÓN EN EL CONTEXTO DE LA MAGIA EGIPCIA

Los textos de execración, también conocidos como “listas de proscripción” (Edwards,


Gadol & Hammond 1971, p. 494) son, en su forma más conocida, una serie de textos
escritos comúnmente en escritura hierática con una finalidad mágica que pretende
traer desgracias a los enemigos de Egipto, principalmente extranjeros, y donde los
nombres de ciudades y gobernantes están inscritos en tinta roja y negra en vasijas de
cerámica, figurillas o bloques de arcilla o piedra acompañados de maldiciones, estos
soportes donde estaban inscritos los textos eran posteriormente rotos y sus restos
enterrados cerca de tumbas o de lugares rituales. El proceso ceremonial de romper los
nombres y enterrarlos tenía la intención de ser una especie de magia simpatética o
simpática, también conocida como magia imitativa que afectaría a las personas o
entidades mencionadas en los textos. La interpretación de los estudiosos sobre el
significado de los textos de execración ha sido bien establecida gracias documentos
que detallan la creación ritual de los textos y la forma en que iban a ser destruidos
(Dunand, F. & Zivie-Coche, Ch. 2005, p. 126) para invocar una forma de magia
protectora tanto para Egipto como para el monarca, pero durante el Período
Ptolemaico, estos textos comenzaron a ser utilizados por un mayor número de egipcios
para su uso personal (Mirecki, P. A. & Meyer, M. W. 2002, p. 440). Debido a que
muchos de los primeros textos de execración se encuentran escritos sobre cerámica,
algunos historiadores creen que el aplastamiento ritual de las figuras de execración se
originó a partir del aplastamiento de recipientes de arcilla utilizados en preparativos
funerarios para evitar su utilización para otros fines y evitar cualquier poder mágico
que pudiera haber y que hubieran residido en las vasijas después de haber sido
utilizadas para los lavados funerarios (Van Dijk, J. 1993, p. 185 ss.).

I. LOS CONCEPTOS DE MAGIA SIMPATÉTICA (SIMPÁTICA) Y MAGIA APOTROPAICA

El término “magia simpatética o simpática” fue acuñado por el antropólogo escocés Sir
James George Frazer (1854-1941) en su obra The Golden Bough. A Study in Magic and
Religion, publicada en 1890, aunque un término similar “simpatía-encantamiento” ya
había sido utilizado por el etnógrafo alemán Richard Andree (1835-1912) en su obra
Ethnographische Parallelen und Vergleiche, publicada en 1878. La magia simpatética
(simpática), también conocida como magia imitativa, es un tipo de magia basada en la
imitación o correspondencia. La imitación implica el uso de efigies, fetiches o muñecos
para afectar el entorno de las personas o, en ocasiones, a las mismas personas. Las
muñecas vudú son un ejemplo de fetiches utilizados de esta manera; por ejemplo, usar
un mechón de cabello en la muñeca para crear un vínculo conocido como “etiqueta”
entre la muñeca y la persona de la que procede el cabello, de modo que cualquier cosa
que le suceda a la muñeca también le sucederá a la persona. Por otra parte, la
correspondencia se basa en la idea de que se puede influir en algo en función de su
relación o semejanza con otra cosa. Muchas creencias populares sobre las propiedades
de las plantas, frutas y verduras han evolucionado en la medicina popular de
diferentes sociedades debido a la magia simpatética, esto incluye creencias de que
ciertas hierbas con savia amarilla pueden curar la ictericia,, que las nueces podrían
fortalecer el cerebro debido a la semejanza de las nueces con la superficie del cerebro,
que el jugo de remolacha es buena para la sangre, que las raíces con forma fálica
curarían la impotencia masculina, etc. Muchas sociedades tradicionales creen que un
efecto en un objeto puede causar un efecto análogo en otro objeto, sin un vínculo
casual aparente entre los dos objetos; también se ha documentado que en muchas
sociedades se cree que, en lugar de requerir la imagen de un individuo, se puede
ejercer influencia utilizando algo que ha tocado o usado ese individuo. Por otro lado, la
magia apotropaica o “magia protectora”, es un tipo de magia destinada a alejar el
daño o las malas influencias, como evitar las desgracias o el mal de ojo. Las
observancias apotropaicas también pueden practicarse por simple superstición o por
tradición, como en el caso de los amuletos de la buena suerte; ya en la antigua Grecia
se realizaban ofrendas a los “apotropaioí theoi”, deidades ctónicas y héroes que
otorgaban seguridad y desviaban el mal.

II. EL CONCEPTO DE LA MAGIA EN EL ANTIGUO EGIPTO Y LOS TEXTOS DE EXECRACIÓN

Los rituales apotropaicos se practicaron en todo el antiguo Oriente Próximo y el


antiguo Egipto, invocándose terribles y poderosas deidades a través de un ritual para
proteger a las personas alejando de ellas a los espíritus malignos. En el antiguo Egipto,
estos rituales domésticos (realizados en al hogar, no en los templos estatales) estaban
encarnados por la divinidad que personificaba la magia misma: el dios Heka (también
transcrito Hekau, el nombre Heka es idéntico a la palabra egipcia “hk3w”, magia; esta
ortografía incluye el símbolo de la palabra “ka” (k3), correspondiente al antiguo
concepto egipcio de la fuerza vital). Según la literatura egipcia más antigua, Heka
existía “antes de que la dualidad aún existiera”, el término “hk3” también se utilizó
para referirse a la práctica de rituales mágicos. Los Textos de las Pirámides describen a
“hk3w” como una energía sobrenatural que poseen los dioses; el “rey caníbal” debe
devorar a otros dioses para poder obtener este poder mágico:

400. Unas es el que come hombres (rm.tjw), que vive de dioses…

402. De hecho, Khonsu (dios lunar), que mata a los señores, les corta el cuello por Unas
y les saca lo que tienen en el vientre…

403. De hecho, Shesmu (dios del viñedo) les corta para Unas y le prepara una comida
en sus ollas de noche.

Unas es el que come su magia, el que se traga sus espíritus (Akhw*).

404. Sus grandes son para su comida de la mañana,


sus medianos para su cena,

sus pequeños para su comida de noche,

sus ancianos y las ancianas son para su combustible.

410. Se ha comido al Rojo, se ha tragado al Verde.

Unas se alimenta de los pulmones de los sabios.

Su placer es vivir de los corazones, así como de su magia (hk3w).

413. He aquí su alma (Ba) está en el vientre de Unas, sus espíritus (Akhw) están con
Unas como el caldo de los dioses, cocinado por Unas de sus huesos…

414. Unas es lo que aparece, lo que aparece, lo que permanece. Los hacedores (del
mal) no podrán destruir el asiento favorito de Unas entre los que viven en esta tierra,
eternamente por la eternidad.

“Himno Canibal”, conjuros 273-274 de los Textos de las Pirámides (pirámide del rey
Unas, V dinastía, Saqqara). Antecámara, frontón este, de sur a norte.

*Akhw debe entenderse como “espíritus glorificados”.

Finalmente, Heka fue elevado al rango de deidad por derecho propio desarrollándose
un culto dedicado a él.

El dios Heka personificación de la magia en el antiguo Egipto

Durante el Reino Medio, en los Textos de los Ataúdes, se dice que Heka fue creada al
principio de los tiempos por el dios creador Atum; posteriormente Heka es
representado como parte del escenario de la barca solar divina como un protector de
Osiris capaz de cegar a los cocodrilos. Ya durante el Período Ptolemaico (332-30 a.C.) el
papel de Heka fue el de proclamar la entronización del rey como hijo de Isis, quien lo
sostenía en sus brazos. Heka también aparece como parte de una tríada divina en
Esna, capital del Tercer Nomo, donde es hijo de Khnum y una sucesión de diosas; se
decía alternativamente que su madre era Nebetu´u (una forma de la diosa Hathor),
Menhit, diosa con cabeza de león o la diosa vaca Mehetweret; también hijo de Neith,
diosa guerrera y madre. Otras divinidades conectadas con la fuerza de hk3w incluyen a
Hu (la deificación de la primera palabra, la palabra de la creación que se decía que
Atum había exclamado al eyacular durante el proceso creador), Sia (la deificación de la
percepción en la cosmogonía heliopolitana de la Enéada) y Werethekau “la que tiene
una gran magia” (la divinidad que personificaba los poderes sobrenaturales). Como
explica el egiptólogo Ogden Goelet, el concepto de magia en el antiguo Egipto es
problemática, por ejemplo, en el Libro de los Muertos (“rw nw prt m hrw”, Libro de la
salida a la luz del día, o Libro de la salida a la luz), el texto utiliza varias palabras
correspondientes a “magia”, ya que los antiguos egipcios creían que la magia era una
creencia legítima: “La magia heka es muchas cosas, pero, sobre todo, tiene una
estrecha asociación con el habla y el poder de la palabra. En el ámbito de la magia
egipcia, las acciones no necesariamente hablaban más fuertes que las palabras, a
menudo eran una y la misma cosa. Pensamiento, acción, imagen y poder están
técnicamente unidos en el concepto de heka” (Goelet, O. 1994, p. 145). En los rituales
protectores, las dos divinidades invocadas con mayor frecuencia eran la diosa con
forma de hipopótamo, Taweret, y el dios Bes (que se desarrolló a partir del primitivo
dios apotropaico Aha, literalmente “luchador”) (Romano, J. F. 1978). Los objetos se
usaban a menudo en estos rituales para facilitar la comunicación con los dioses, uno
de los objetos mágicos más frecuentemente hallados, la varita apotropaica de marfil
(colmillo de nacimiento) y utilizadas fundamentalmente desde el Reino Medio (2055-
1650 a.C.) hasta el Segundo Período Intermedio (1650-1550 a.C.), era utilizada para
proteger de las fuerzas malignas a las mujeres embarazadas y a los niños, estando
decoradas dichas varitas con procesiones de deidades solares apotropaicas. Del mismo
modo se utilizaban comúnmente amuletos protectores con imágenes de divinidades
como Taweret, o de otros dioses como el Wadyet (Ojo de Horus), el nudo de Isis o
símbolos como el pilar Djed. También el agua llegó a utilizarse de forma frecuente
durante los rituales, en los que se usaban recipientes de libación que tenían la forma
de la diosa hipopótamo para verter agua curativa sobre un individuo. En períodos más
tardíos (Ptolemaico), las estelas con representación del dios Horus fueron utilizadas en
rituales similares, vertiéndose agua sobre la estela y, después de adquirir ritualmente
poderes curativos, se recogía en un recipiente para que la bebiera la persona enferma.

Obviamente, en el antiguo Egipto no sólo existía una magia apotropaica, protectora,


también existía una magia más punitiva, agresiva, contra los enemigos de Egipto,
fueran estos extranjeros o no. En este aspecto se hallan las llamadas “maldiciones”
relacionadas con las tumbas, este tipo de conjuros mágicos son extremadamente raros
y aparecen más frecuentemente en tumbas privadas del Reino Antiguo (2686-2181
a.C.) y del Primer Período Intermedio (2181-2055 a.C.), estas maldiciones aparecen
escritas tanto en la fachada como en el interior de la tumba como en el caso de la
tumba del visir Khentika Ikhekhi de la VI dinastía situada en Saqqara que dice así: “En
cuanto a los hombres que entren en mi tumba…impuros…habrá juicio…se le hará un
fin…Lo agarraré del cuello como un pájaro…Le arrojaré el miedo a mí mismo”. Las
maldiciones posteriores al período del Reino Antiguo son menos comunes aunque más
graves, a veces invocando la ira de Thoth o la destrucción de Sekhmet. Otro caso de
maldición lo tenemos en la tumba del nomarca Ankhtifi (dinastías IX-X) que contiene la
siguiente advertencia: “cualquier gobernante que…haga maldad o iniquidad a este
ataúd…que Hemen (una deidad local) no acepte ningún bien que le ofrezca y que su
heredero no herede”. Estas maldiciones parecen haber sido dirigidas por los
sacerdotes Ka para proteger la tumba y preservar su pureza ritual en vez de ser una
advertencia contra posibles ladrones. En los Textos de Execración podríamos encontrar
ambos aspectos de estos textos mágicos tanto apotropaicos como punitivos.
“Execración” significa denunciar o maldecir a una persona, entidad u objeto que es
encontrado detestable, peligroso u ofensivo de alguna manera. Estos textos no eran
solo maldiciones, sino fórmulas específicas diseñadas para alejar o destruir entidades
dañinas antes de que tuvieran la ocasión de dañar a alguien o, en el caso de una
enfermedad, física o mental, expulsar al espíritu maligno y desterrarlo para que no
regrese. Los Textos de Execración, por lo tanto, son la forma más antigua conocida de
exorcismo y era utilizada con regularidad. Más de mil de estos textos rituales han sido
hallados hasta ahora en Egipto. Los Textos de Execración comienzan en el Reino
Antiguo y continúan hasta el Egipto romano. Los primeros textos preservados
proceden de cuatro depósitos hallados en Giza y datados en el reinado de Pepi II (VI
dinastía), dos de estos depósitos incluyen un número de figurillas inscritas con
diferentes prototipos de “fórmula de rebelión” que se estandarizaron solamente en el
Reino Medio:

“[Cada rebelde de esta tierra, toda la gente, todos los nobles, todos los plebeyos
(rhy.t), todos los hombres] todos los eunucos, todas las mujeres, cada jefe, [cada
nubio, cada hombre fuerte, cada mensajero], cada confederado, cada aliado de cada
tierra que se rebelare en W3w3t, Z3tw,`Irtt,`I3m,`I3nh, M3sìt y K3(3w), quien se
rebelare o quien conspirase hablando conspiraciónes o hablando algo maligno contra
el Alto Egipto o el Bajo Egipto por siempre.

Cada nubio que se rebelase en `Irtt, W3w3t, Z3tw,`I3m, K3 3w, `I3nh, M3sìt Md3 y
Mtrtì, que se rebelase o que pueda tramar o diseñase, o quien pueda decir algo
maligno”].
La práctica de matar ritualmente a los enemigos a través de algún tipo de ceremonia
se remonta, sin embargo, al Período Dinástico Temprano (3150-2686 a.C.) tal y como
lo sugieren varias inscripciones. Algunos estudiosos han interpretado una escena de la
famosa paleta de Nar-mer (c. 3150 a.C.), que muestra guerreros enemigos
decapitados, como un ritual de execración en el que se representa a un pequeño
número de estos guerreros derrotados para denotar el número mucho mayor que
sería destruido a través de la misma magia.

Paleta del rey Nar-Mer, en la imagen derecha, arriba derecha, puede verse lo que
algunos investigadores han vista como un ritual de execración

Estos rituales tomaron la forma de un texto escrito y la acción correspondiente que


disminuía el poder del enemigo mientras aumentaba el propio. Estos rituales parecen
haber sido utilizados desde el principio de la historia egipcia contra enemigos naturales
y sobrenaturales pero, desde el Reino Antiguo, cobraron cada vez más y más
importancia para protegerse de fuerzas místicas invisibles. Los Textos de las Pirámides
contienen conjuros de execración para ayudar al alma del difunto a evitar los espíritus
malignos en el más allá, y el texto del conjuro 214 ofrece un ritual de execración para
protegerse del mal antes de los ritos de purificación:

136. “¡Oh Unas, ten cuidado con el lago!

Para decir cuatro veces:


Los mensajero de tu Ka han venido a ti, los mensajeros de tu padre han venido a ti, los
mensajeros de Ra han venido a ti.

137. ¡Ve tras tu sol! Debes purificarte a ti mismo. Tus huesos son los de los halcones,
las diosas que están en el cielo, para que puedas estar al lado del dios y dejar tu casa a
tu hijo, tu procreación.

Todo el que hable mal del nombre de Unas,

138. Cuando tú subas, Geb lo predestina a ser un despreciado de su ciudad, huirá y


flaqueará. Debes purificarte con el agua fría de las estrellas, y descenderás sobre
cuerdas de bronce, en los brazos de Horus, en su nombre El-de-la-barcaza-Henu.

139. La humanidad (glorificada) te llora después de que las Estrellas imperecederas te


han llevado. ¡Entra entonces en el lugar donde está tu padre, donde está Geb! Él te da
lo que estaba en la frente de Horus, para que te vuelvas poderoso y lleno de gloria a
través de él, para que te conviertas en el Uno a la cabeza de los occidentales a través
de él”.

Conjuro 214 de los Textos de las Pirámides (pirámide del rey Unas, V dinastía,
Saqqara). Cámara del sarcófago, muro sur, de oeste a este.

Cámara funeraria (cámara del sarcófago) de la pirámide del rey Unas en Saqqara, V
dinastía
Durante el Reino Medio era practicado un ritual relacionado con la serpiente Apophis
(Apep) que atacaba la barca del dios sol Ra cuando realizaba su viaje nocturno por el
inframundo y cuyo objetivo era destruir al dios solar, el dador de luz y vida, y devolver
todo a su estado original, es decir, al mundo unificado e indiferenciado del caos antes
de que los dioses instituyeran el orden y la diferenciación.

La serpiente Apophis (Apep) enemiga de los dioses del orden y la creación

La historia de la serpiente Apophis aparece por primera vez en textos del Reino Medio,
pero las ceremonias relacionadas con ella son, muy probablemente, anteriores y se
hicieron más numerosas durante el Reino Nuevo (1550-1069 a.C.). En este período, el
texto de execración conocido como el Libro del derrocamiento de Apophis, fue escrito
y observado con regularidad. Los participantes de estas ceremonias hacía figuras de
cera de la serpiente que luego serían cortadas en pedazos, escupidas, a veces orinadas
y quemadas, uno de los rituales registrados daba instrucciones de “escupirle cuatro
veces…pisotearle con el pie izquierdo…golpearlo con una lanza…matarlo con un
cuchillo…ponerlo en el fuego…escupir sobre él en el fuego muchas veces” (Schott, S.
1929; Muhlestein, K. 2008). Al participar en este ritual, los vivos ayudaban a los dioses
en su lucha contra la serpiente, se asociaban con los muertos justificados y se
aseguraban de que el sol saliera de nuevo a la mañana siguiente. Un texto como el
Libro del derrocamiento de Apophis lo vinculaba a la comunidad, los dioses, los
muertos y el mundo natural y elevaba al individuo a un aspecto integral del
funcionamiento del universo.

Podemos observar que la diferencia entre un texto de execración y un texto


apotropaico es, a menudo, muy tenue. Aunque ambos tipos de textos tendrían en
esencia un mismo propósito, anular y protegerse de las fuerzas malignas y de los
enemigos a través de rituales basados en la magia simpatética o simpática, los
contextos pueden ser diferentes y más que de execración o protección deberíamos
referirnos a ellos como textos mágicos de defensa, todo ello contextualizado en el
trasfondo del mundo general de la magia egipcia; por ejemplo, un texto “clásico” de
execración conlleva que éste sea destruido durante el ritual, pero, esto no podría
hacerse con un texto similar grabado en las cámaras interiores de una pirámide real
(Textos de las Pirámides) o, por ejemplo, el hecho también de que los textos de
execración “clásicos” están escritos en tinta roja o tienen como soporte vasijas y
recipientes de arcilla roja (ver más abajo), mientras que los Textos de las Pirámides
(grabados no pintados) están coloreados de azul o verde (salvo el caso de los textos de
la pirámide del rey Teti de la VI dinastía, que no poseen color), el azul y el verde
estaban asociados a la idea de regeneración, mientras que el color rojo estaba
asociado a la idea del mal; es por ello que el contexto debe ser siempre tenido en
cuenta. Podemos observar esto también en las llamadas “canciones mágicas de cuna”,
que, como textos apotropaicos, mantenían a raya a las fuerzas del mal y garantizaban
la protección de los hijos. También los textos médicos recurrían a fuerzas
sobrenaturales más poderosas para derrotar y ahuyentar a los que querían atacar a un
enfermo. También existían otros muchos tipos de textos que eran para uso personal
contra enemigos públicos y privados. Durante el Reino Nuevo, los rituales de Estado
eran comunes y en ellos se utilizaban textos de execración para empoderar al
monarca, el egiptólogo David P. Silverman (Silverman, D. P. 1997, p. 145) describe el
proceso:

“Aunque los textos y rituales descritos por estos textos varían ampliamente, el patrón
estándar del exorcismo es claro: una “fórmula de rebelión” que enumera los nombres
de los enemigos potenciales de Egipto está inscrita en una serie de vasijas rojas o
estatuillas, que posteriormente se rompen, se incineran y se entierran. Aunque
obviamente se trata de un ritual estatal parece haber habido algunos aportes locales
sobre las opciones textuales. La mayoría de las secciones de la fórmula enumeran los
nombres de los gobernantes vivos de las tierras vecinas a Egipto, basándose en
información que seguramente fue proporcionada por la cancillería real. Sin embargo, a
estas secciones se adjunta una lista de egipcios, todos calificados como “muertos”, que
también representan una amenaza”.

La destrucción del nombre, imagen o ambos de una persona era el medio más eficaz
de neutralizar su poder porque con ello se les estaba borrando de la historia (damnatio
memoriae). La individualidad y la propia historia personal era de vital importancia para
los antiguos egipcios, era necesario ser recordado para seguir existiendo, por esta
misma razón las ofrendas de comida y bebida eran una parte importante de los
rituales funerarios: los miembros de la familia tendrían que recordar al difunto cada
vez que le llevaran estas ofrendas a la tumba. En un ritual de execración se destruía los
aspectos o elementos que daban poder y sustancia a un enemigo: su nombre y su
semejanza. Los rituales estatales se promulgaban para castigar a los traidores y
subversivos y para disminuir el poder de los enemigos de Egipto, pero las personas
individuales también usaban el mismo tipo de fórmulas en sus vidas privadas. Para
protegerse contra la amenaza de un espíritu enojado, por ejemplo, debía localizarse la
tumba de ese espíritu y alterarla borrando el nombre y la imagen del difunto para
luego realizar un ritual adicional que involucraba un texto escrito en una vasija roja
que luego se rompía. Los rituales de execración también fueron realizados, de la
misma manera, por la nobleza contra los enemigos políticos. Los textos de execración
que tratan de las fuerzas espirituales son, con mucho, los más numerosos. Las
personas podían escribir a sus parientes y amigos difuntos en cualquier momento que
quisieran y estos mensajes (“cartas a los muertos”) se llevarían a la tumba junto a las
ofrendas de comida y bebida; estas cartas a los difuntos a menudo incluyen halagos o
incluso amenazas para tratar de persuadir al alma del difunto para que ayudase con
algún problema, pero si esto no funcionaba, se recurría al ritual de execración. El
propósito final era nada menos que borrar a un individuo de la existencia tanto en este
mundo como en el próximo. Sin un nombre o semejanza que la gente recordara, no
habría forma de que alguien pudiera seguir viviendo. Si alguien se sentía afligido por
alguna fuerza sobrenatural y podría identificarla como el espíritu de alguien que
hubiera conocido, podría solucionar el problema destruyendo la esencia de ese
alguien. La asociación de la “ruptura de los vasos rojos” (sd.dsrw) con las ofrendas
funerarias queda implícita en los Textos de las Pirámides de Unas, en el conjuro para
proveer de ofrendas al rey (TP 199), libaciones (TP 32) e incienso (TP 25 y 200) o en el
conjuro 244. Romper los vasos rojos implicaba infligir terror a los enemigos, la agresiva
naturaleza de este ritual era reforzada por el sacrificio simultáneo de un buey en la
sala de sacrificio de animales en el templo de la pirámide:

249. “Viva… este es el Ojo de Horus. Tómalo para que seas fuerte y que él (Seth) pueda
estar aterrorizado de ti. Rompe los vasos rojos”.

Textos de las Pirámides (pirámide del rey Unas, V dinastía, Saqqara). Pasaje hacia la
cámara funeraria, muro sur, de oeste a este.

Además de los textos escritos en vasijas rojas, también se realizaban estatuillas o


figuras de execración. En su propósito, estas son similares a las famosas muñecas
vudú; se hacía una figurilla de arcilla, a semejanza del enemigo, se escribía su nombre
en ella, y luego se apuñalaba con un cuchillo, clavos, se escupía, se orinaba, se rompía,
se quemaba y después se enterraba. Algunas de estas figuras se han hallado en
cementerios donde fueron apuñaladas varias veces y luego enterradas o también
muestran señales de que les cortaron los brazos y las piernas antes de ser enterradas.
Siguiendo tal ritual, el participante, o participantes, podía esperar el fin de sus
problemas porque su enemigo no solo ya no existía sino que, en la memoria de los
dioses, nunca lo había hecho; fue borrado del tiempo y la eternidad.
Figuras de execración. Royal Museum of Art and History, Bruselas

III. LOS TEXTOS DE EXECRACIÓN EN SU CONTEXTO HISTÓRICO Y ARQUEOLÓGICO

Como señalamos anteriormente, los Textos de Execración están atestiguados desde


finales del Reino Antiguo, más concretamente desde el reinado de Pepi II durante la VI
dinastía (los denominados textos de execración que puedan encontrarse en los Textos
de las Pirámides, en especial la pirámide de Unas, V dinastía, deben ser analizados,
como se mencionó más arriba, según su contexto diferenciando un texto apotropaico
o un texto punitivo). Estos textos se hallan en estatuillas hechas de arcilla sin cocer y
modeladas en la forma de personajes atados, fundamentalmente extranjeros, y con
etiquetas de nombres inscritas en el pecho, frecuentemente con tinta roja
(Seidlmayer, S. J. 2001; Theis, Ch. 2014, pp. 65-87). Más de 400 de estas estatuillas han
sido excavadas en la necrópolis de Giza, mientras que otras han sido halladas en los
asentamientos de Elefantina y Balat (Seidlmayer, S. J. 2001). Durante el Reino Medio,
principalmente durante el reinado de Senwseret III (1889-1844 a.C.) y en años
posteriores, los egipcios continuaron utilizando estatuillas como soporte para los
textos de execración; por ejemplo, en la necrópolis de Saqqara se excavó un grupo de
figurillas (tanto grandes como pequeñas) datadas a finales de la XII dinastía (1991-1802
a.C.).

Una figura de execración de c. 1800 a.C. (Center for Online Judaic Studies)

En este período también se comenzaron a utilizar vasijas de cerámica como soporte


para los textos de execración, lo que quedó evidenciado por una excavación de más de
175 vasijas que fueron halladas en el exterior de la fortaleza egipcia de Mirgissa, en la
Baja Nubia; estas vasijas, datadas a mediados de la XII dinastía, estaban inscritas con
largos textos de execración y parecen haber sido rotas intencionalmente
probablemente como parte del ritual de execración (Seidlmayer, S. J. 2001). Por otra
parte, solo se han hallado algunos ejemplos de textos de execración que datan del
Segundo Período Intermedio y del Reino Nuevo (Van De Mieroop, M. 2011, p. 109). En
total se han hallado más de 1.000 depósitos con textos de execración, en lugares como
Semna, Uronarti, Mirgissa (todas fortalezas egipcias del Reino Medio situadas en la
Baja Nubia), Elefantina, Tebas, Balat, Abydos, Helwan, Saqqara y Giza (Muhlestein, K.
2008). Debido a que las jarras y figurillas fueron prácticamente destruidas durante los
rituales, se deben de reconstruir las piezas para comprender mejor este tipo de ritual;
en Giza se han descubierto cuatro depósitos que contenían figurillas colocadas dentro
de recipientes de cerámica (Abu Bakr, A. M. & Osing, J. 1973, pp. 97-133; Junker, H.
1947, pp. 30-38; Seidlmayer, S. J. 1990, pp. 488-489). En la fortaleza de Mirgissa, los
restos de los rituales de execración hallados incluían 200 jarras de arcilla roja rotas con
inscripciones, más de 400 fragmentos de jarras rotas anepígrafas, cerca de 350
estatuillas de barro, 4 figuras de piedra caliza, pequeños restos de cera de abejas
teñidas de rojo (probablemente restos de figuras derretidas de cera) y una cabeza
humana que fue cortada de manera ritual (Ritner, R. 1993, pp. 153-154). Otras
evidencias de sacrificios humanos en rituales de execración, así como de animales,
fueron halladas en Avaris y se han datado probablemente en la XVIII dinastía,
hallándose dos pozos de execración, uno conteniendo cráneos y dedos, y el otro
conteniendo dos esqueletos masculinos completos.

Fragmentos cerámicos conteniendo textos de execración del Reino Medio

La presencia de nombres extranjeros de ciudades y tribus ha sido durante mucho


tiempo una fuente para que los investigadores tengan un mayor conocimiento acerca
de las fechas y la influencia de estos nombres en la historia del antiguo Egipto. Los dos
primeros grupos de textos de execración publicados, los textos de Berlín y los textos de
Bruselas, contienen numerosas menciones de ciudades cananeas y fenicias. Estos dos
grupos de textos datan aproximadamente del Reino Medio (final de la XI dinastía hasta
la XII dinastía, es decir, finales del siglo XX a.C. – mediados del siglo XVIII a.C.). Desde
un punto de vista arqueológico, estos textos van desde el Bronce Medio I hasta el
Bronce Medio IIB. Sin embargo, no se han hallado restos arqueológicos de este
período en todos los lugares mencionados en los textos de execración egipcios (Ben-
Tor, A. 2006; Theis Ch. 2014, pp. 82-85). Entre los lugares mencionados en los textos
egipcios de execración para los que existen importantes restos arqueológicos del
Bronce Medio IIA (MB IIA) se hallan (Ben-Tor, A. 2006, p. 67):

 Aphek (Tel Afek, Israel)


 Akko (actual Acre o Akka, Israel)
 Laish (antigua ciudad de la tribu israelita de Dan, norte de Israel)
 Ashkelon (ciudad costera del sur de Israel)

Entre los lugares mencionados en los textos egipcios de execración con pocos o ningún
vestigio arqueológico del Bronce Medio IIA (MB IIA) están (Ben-Tor, A. 2006, p. 67):

 Siquem (ciudad cananea, cercana a la actual ciudad cisjordana de Nablus,


mencionada en los archivos de El Amarna)
 Jerusalém (como ciudad cananea anterior a su condición de ciudad capital del
reino unificado de Israel durante los reinados de Saúl, David y Salomón)
 Rehov (norte de Israel)
 Pehel
 Tel Hazor (antigua Hatsor, ciudad cananea del norte de Israel)
 Achshaph (ciudad norteña cananea)

El lugar de Beit She´an (norte de Israel) también parece ser mencionado en estos
grupos de textos de execración; por otra parte, Byblos (actual Líbano) es mencionada
en los textos de execración como el nombre de una tribu pero no como lugar
geográfico (Ben-Tor, A. 2006, p. 68). La mayoría de los investigadores creen que el
nombre “Shu-tu” (nombre acadio dado a ciertos grupos nómadas de las tierras altas de
Transjordania y que podría ser el equivalente egipcio del nombre “Shasu”) mencionado
en los textos de execración y otros textos egipcios podría referirse a la región y al
pueblo de Moab debido al texto del libró bíblico de Números 24:17 que se refiere a los
“hijos de Seth” como a los moabitas: “Lo veré, pero no ahora; lo veré, pero no de
cerca; una estrella saldrá de Jacob, y un cetro se levantará de Israel, y herirá los
confines de Moab, y destruirá a todos los hijos de Seth”, sin embargo, también es
posible que el término “Shu-tu” pueda referirse a todas las personas que habitaban en
el este de Canaán, un área que va desde el Wadi al-Hassa (este de Jordania) hasta Nahr
ez-Zerqa (al este del río Jordán), en lugar de referirse exclusivamente a Moab, un texto
egipcio de execración del siglo XVII a.C. se refiere a un tal “Ayyab” (probablemente una
forma variante del nombre Job) como rey de los Shu-tu; también algunos estudiosos
han identificado a los Shu-tu como el pueblo del que se originaron los moabitas y los
amonitas. Otros nombres geográficos que aparecen en los textos egipcios de
execración son Afula (norte de Israel), Damasco (en Siria y denominada en los archivos
de El Amarna como “Dimasq”), Eglon (ciudad cananea del sur de Israel), Monte
Hermón (fronterizo entre Israel, Siria y Líbano, antiguo Senir amorreo), Kedesh (norte
de Israel, ciudad cananea también conocida como Kadesh), Lod (centro de Israel) y Tiro
(ciudad portuaria al sur de Líbano). Por otra parte, el reino de Kush, en Nubia, también
se menciona en los textos egipcios de execración.

Restos cerámicos conteniendo textos de execración (Reino Medio)

Como hemos comentado más arriba, los textos de execración constituyen un recurso
importante para los investigadores en el campo de la historia del antiguo Próximo
Oriente durante los siglos XX-XVIII a.C. (Albright, W. F. 1969, p. 18), así como para los
estudios bíblicos. El primer grupo de textos de execración fue publicada por el
egiptólogo alemán Kurt Sethe (1869-1934) y es conocido como los textos de Berlín; por
su parte, el egiptólogo francés Georges Posener (1906-1988), publicó en 1957 un
segundo grupo de textos conocido como los textos de Bruselas (Wright, G. E. 1961, p.
304; Ben-Tor, A. 2006, pp. 63-87). La primera colección de textos está inscrita en piezas
de cerámica y contiene los nombres de aproximadamente una veintena de lugares
situados en Canaán y Fenicia, y de más de una treintena de gobernantes de la época.
Estos textos contienen la que posiblemente sea la primera mención conocida de
Jerusalém (Freedman, D. N., Myers, A. C. & Beck, A. B. 2000, pp. 694-695). El segundo
grupo de textos está inscrito en figurillas de prisioneros atados descubiertos en
Saqqara. Este grupo contiene los nombres de 64 lugares, generalmente enumerando a
uno o dos gobernantes, entre los lugares mencionados se hallan siete países asiáticos
(Aharoni, Y. 1979, pp. 144-147), este grupo de textos data de finales de la XII dinastía.
Un grupo adicional de textos, los textos de Mirgissa, fueron publicados por el
egiptólogo francés Yvan Koenig en 1990. Como hemos apuntado anteriormente, en los
textos egipcios de execración también son mencionados reyes nubios como
Segersenti, así como otros numerosos gobernantes de Nubia (Three Rulers in Nubia
and Early Middle Kingdom in Egypt. Bruce Williams Journal of Near Eastern Studies,
vol. 72, Nº 1, April 2013, pp. 1-10).

En cuanto a las conexiones bíblicas con los textos de execración, las fuentes egipcias
son importantes cuando se quiere comprender la historia de Canaán, su relación con
los monarcas egipcios cobra vida gracias a algunos textos de execración. El estudioso
A. Bentzen en la década de 1950 avanzó su tesis de que el primer y segundo capítulo
del libro del profeta Amós en el Antiguo Testamento: “está inspirado en patrones de
culto, asemejándose al ritual de los Textos de Execración egipcios”. Muchos
investigadores han tomado esta hipótesis y la han interpretado erróneamente al decir
que existe evidencia de que el discurso de Amós está influenciado por los textos de
execración egipcios; Bentzen simplemente afirmó que las influencias del discurso de
Amós se parecen (no están influenciadas por) los textos egipcios de execración, son
similares, pero no hay conexión. Otros textos del Antiguo Testamento comparten esta
misma similitud: Daniel 11:41; Isaías 11:14; Jeremías 48-49; Sofonías 2: 8-9; Ezequiel
25: 1-14, Nehemías 13: 1, 2: 23 (Weiss, M. 1969, pp. 150-157). También se ha señalado
el Salmo 137: 8-9 con el ritual egipcio de execración: “Hija de Babilonia, devastadora.
Bendito el que te devuelva el mal que nos has hecho. Dichoso el que tomare y
estrellare contra la piedra tus niños”.

Además de los textos inscritos en jarras de cerámica y figurillas, las más importantes
fuentes primarias acerca del ritual de execración proceden de las versiones halladas en
el templo de Osiris en Abydos, en el templo de Amonrasonter en Tebas, y en el Papiro
Salt 825 [= Papyrus BM 10051]. Los textos de Abydos incluyen el Papiro Louvre 3129 y
el Papiro BM 10252, y se hallan incluidos en Urkunden VI: 4-59 (Schott 1929). La
Versión Tebana se encuentra en el Papiro Bremner-Rhind [= Papyrus BM 10188]
(Faulkner, 1936, 1937, 1938).
CONCLUSIÓN

El ritual de execración en el antiguo Egipto era un ritual mágico que estaba destinado a
prevenir acciones contra rebeldes y enemigos extranjeros (también egipcios) o fuerzas
sobrenaturales mediante la destrucción textual y cinética de los enemigos a través de
sustitutos inanimados, humanos o animales. Este ritual utilizaba diferentes soportes en
los cuales aparecían inscritos textos conteniendo maldiciones, desgracias y todo tipo
de males para los enemigos de Egipto, una vez recitados los conjuros inscritos los
soportes se aplastaban, pisoteaban, apuñalaban, cortaban, escupían, eran encerrados
en cajas, se quemaban, orinaban y, finalmente, se enterraban. Pero no todos los
rituales de execración incluían todos los aspectos anteriores; un ritual completo podría
utilizar cualquiera de estas acciones en numerosas ocasiones utilizando numerosas
figuras. Se trata de una magia muy extendida en numerosas civilizaciones, culturas y
sociedades tanto del mundo antiguo como en la actualidad, de hecho los rituales de
execración pueden parecer familiares a los lectores modernos porque todavía se
utilizan en todo el mundo. Las personas participan regularmente en rituales
semejantes, por ejemplo, cuando una relación sentimental termina mal. Estos rituales
ahora tienen muchos nombres diferentes, formal o informalmente, pero todos
involucran la destrucción de los regalos o la propiedad de alguien. La quema de
imágenes, cartas, recuerdos del pasado es fundamental para este tipo de ritual que
permite a una persona dejar la relación fracasada y seguir adelante, este habría sido,
en su esencia, el mismo beneficio psicológico que proporcionaban los textos de
execración en el antiguo Egipto. Al fin y al cabo, seguimos siendo Homo magicus.

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