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EGIPTÓLOGO
El término “magia simpatética o simpática” fue acuñado por el antropólogo escocés Sir
James George Frazer (1854-1941) en su obra The Golden Bough. A Study in Magic and
Religion, publicada en 1890, aunque un término similar “simpatía-encantamiento” ya
había sido utilizado por el etnógrafo alemán Richard Andree (1835-1912) en su obra
Ethnographische Parallelen und Vergleiche, publicada en 1878. La magia simpatética
(simpática), también conocida como magia imitativa, es un tipo de magia basada en la
imitación o correspondencia. La imitación implica el uso de efigies, fetiches o muñecos
para afectar el entorno de las personas o, en ocasiones, a las mismas personas. Las
muñecas vudú son un ejemplo de fetiches utilizados de esta manera; por ejemplo, usar
un mechón de cabello en la muñeca para crear un vínculo conocido como “etiqueta”
entre la muñeca y la persona de la que procede el cabello, de modo que cualquier cosa
que le suceda a la muñeca también le sucederá a la persona. Por otra parte, la
correspondencia se basa en la idea de que se puede influir en algo en función de su
relación o semejanza con otra cosa. Muchas creencias populares sobre las propiedades
de las plantas, frutas y verduras han evolucionado en la medicina popular de
diferentes sociedades debido a la magia simpatética, esto incluye creencias de que
ciertas hierbas con savia amarilla pueden curar la ictericia,, que las nueces podrían
fortalecer el cerebro debido a la semejanza de las nueces con la superficie del cerebro,
que el jugo de remolacha es buena para la sangre, que las raíces con forma fálica
curarían la impotencia masculina, etc. Muchas sociedades tradicionales creen que un
efecto en un objeto puede causar un efecto análogo en otro objeto, sin un vínculo
casual aparente entre los dos objetos; también se ha documentado que en muchas
sociedades se cree que, en lugar de requerir la imagen de un individuo, se puede
ejercer influencia utilizando algo que ha tocado o usado ese individuo. Por otro lado, la
magia apotropaica o “magia protectora”, es un tipo de magia destinada a alejar el
daño o las malas influencias, como evitar las desgracias o el mal de ojo. Las
observancias apotropaicas también pueden practicarse por simple superstición o por
tradición, como en el caso de los amuletos de la buena suerte; ya en la antigua Grecia
se realizaban ofrendas a los “apotropaioí theoi”, deidades ctónicas y héroes que
otorgaban seguridad y desviaban el mal.
402. De hecho, Khonsu (dios lunar), que mata a los señores, les corta el cuello por Unas
y les saca lo que tienen en el vientre…
403. De hecho, Shesmu (dios del viñedo) les corta para Unas y le prepara una comida
en sus ollas de noche.
413. He aquí su alma (Ba) está en el vientre de Unas, sus espíritus (Akhw) están con
Unas como el caldo de los dioses, cocinado por Unas de sus huesos…
414. Unas es lo que aparece, lo que aparece, lo que permanece. Los hacedores (del
mal) no podrán destruir el asiento favorito de Unas entre los que viven en esta tierra,
eternamente por la eternidad.
“Himno Canibal”, conjuros 273-274 de los Textos de las Pirámides (pirámide del rey
Unas, V dinastía, Saqqara). Antecámara, frontón este, de sur a norte.
Finalmente, Heka fue elevado al rango de deidad por derecho propio desarrollándose
un culto dedicado a él.
Durante el Reino Medio, en los Textos de los Ataúdes, se dice que Heka fue creada al
principio de los tiempos por el dios creador Atum; posteriormente Heka es
representado como parte del escenario de la barca solar divina como un protector de
Osiris capaz de cegar a los cocodrilos. Ya durante el Período Ptolemaico (332-30 a.C.) el
papel de Heka fue el de proclamar la entronización del rey como hijo de Isis, quien lo
sostenía en sus brazos. Heka también aparece como parte de una tríada divina en
Esna, capital del Tercer Nomo, donde es hijo de Khnum y una sucesión de diosas; se
decía alternativamente que su madre era Nebetu´u (una forma de la diosa Hathor),
Menhit, diosa con cabeza de león o la diosa vaca Mehetweret; también hijo de Neith,
diosa guerrera y madre. Otras divinidades conectadas con la fuerza de hk3w incluyen a
Hu (la deificación de la primera palabra, la palabra de la creación que se decía que
Atum había exclamado al eyacular durante el proceso creador), Sia (la deificación de la
percepción en la cosmogonía heliopolitana de la Enéada) y Werethekau “la que tiene
una gran magia” (la divinidad que personificaba los poderes sobrenaturales). Como
explica el egiptólogo Ogden Goelet, el concepto de magia en el antiguo Egipto es
problemática, por ejemplo, en el Libro de los Muertos (“rw nw prt m hrw”, Libro de la
salida a la luz del día, o Libro de la salida a la luz), el texto utiliza varias palabras
correspondientes a “magia”, ya que los antiguos egipcios creían que la magia era una
creencia legítima: “La magia heka es muchas cosas, pero, sobre todo, tiene una
estrecha asociación con el habla y el poder de la palabra. En el ámbito de la magia
egipcia, las acciones no necesariamente hablaban más fuertes que las palabras, a
menudo eran una y la misma cosa. Pensamiento, acción, imagen y poder están
técnicamente unidos en el concepto de heka” (Goelet, O. 1994, p. 145). En los rituales
protectores, las dos divinidades invocadas con mayor frecuencia eran la diosa con
forma de hipopótamo, Taweret, y el dios Bes (que se desarrolló a partir del primitivo
dios apotropaico Aha, literalmente “luchador”) (Romano, J. F. 1978). Los objetos se
usaban a menudo en estos rituales para facilitar la comunicación con los dioses, uno
de los objetos mágicos más frecuentemente hallados, la varita apotropaica de marfil
(colmillo de nacimiento) y utilizadas fundamentalmente desde el Reino Medio (2055-
1650 a.C.) hasta el Segundo Período Intermedio (1650-1550 a.C.), era utilizada para
proteger de las fuerzas malignas a las mujeres embarazadas y a los niños, estando
decoradas dichas varitas con procesiones de deidades solares apotropaicas. Del mismo
modo se utilizaban comúnmente amuletos protectores con imágenes de divinidades
como Taweret, o de otros dioses como el Wadyet (Ojo de Horus), el nudo de Isis o
símbolos como el pilar Djed. También el agua llegó a utilizarse de forma frecuente
durante los rituales, en los que se usaban recipientes de libación que tenían la forma
de la diosa hipopótamo para verter agua curativa sobre un individuo. En períodos más
tardíos (Ptolemaico), las estelas con representación del dios Horus fueron utilizadas en
rituales similares, vertiéndose agua sobre la estela y, después de adquirir ritualmente
poderes curativos, se recogía en un recipiente para que la bebiera la persona enferma.
“[Cada rebelde de esta tierra, toda la gente, todos los nobles, todos los plebeyos
(rhy.t), todos los hombres] todos los eunucos, todas las mujeres, cada jefe, [cada
nubio, cada hombre fuerte, cada mensajero], cada confederado, cada aliado de cada
tierra que se rebelare en W3w3t, Z3tw,`Irtt,`I3m,`I3nh, M3sìt y K3(3w), quien se
rebelare o quien conspirase hablando conspiraciónes o hablando algo maligno contra
el Alto Egipto o el Bajo Egipto por siempre.
Cada nubio que se rebelase en `Irtt, W3w3t, Z3tw,`I3m, K3 3w, `I3nh, M3sìt Md3 y
Mtrtì, que se rebelase o que pueda tramar o diseñase, o quien pueda decir algo
maligno”].
La práctica de matar ritualmente a los enemigos a través de algún tipo de ceremonia
se remonta, sin embargo, al Período Dinástico Temprano (3150-2686 a.C.) tal y como
lo sugieren varias inscripciones. Algunos estudiosos han interpretado una escena de la
famosa paleta de Nar-mer (c. 3150 a.C.), que muestra guerreros enemigos
decapitados, como un ritual de execración en el que se representa a un pequeño
número de estos guerreros derrotados para denotar el número mucho mayor que
sería destruido a través de la misma magia.
Paleta del rey Nar-Mer, en la imagen derecha, arriba derecha, puede verse lo que
algunos investigadores han vista como un ritual de execración
137. ¡Ve tras tu sol! Debes purificarte a ti mismo. Tus huesos son los de los halcones,
las diosas que están en el cielo, para que puedas estar al lado del dios y dejar tu casa a
tu hijo, tu procreación.
Conjuro 214 de los Textos de las Pirámides (pirámide del rey Unas, V dinastía,
Saqqara). Cámara del sarcófago, muro sur, de oeste a este.
Cámara funeraria (cámara del sarcófago) de la pirámide del rey Unas en Saqqara, V
dinastía
Durante el Reino Medio era practicado un ritual relacionado con la serpiente Apophis
(Apep) que atacaba la barca del dios sol Ra cuando realizaba su viaje nocturno por el
inframundo y cuyo objetivo era destruir al dios solar, el dador de luz y vida, y devolver
todo a su estado original, es decir, al mundo unificado e indiferenciado del caos antes
de que los dioses instituyeran el orden y la diferenciación.
La historia de la serpiente Apophis aparece por primera vez en textos del Reino Medio,
pero las ceremonias relacionadas con ella son, muy probablemente, anteriores y se
hicieron más numerosas durante el Reino Nuevo (1550-1069 a.C.). En este período, el
texto de execración conocido como el Libro del derrocamiento de Apophis, fue escrito
y observado con regularidad. Los participantes de estas ceremonias hacía figuras de
cera de la serpiente que luego serían cortadas en pedazos, escupidas, a veces orinadas
y quemadas, uno de los rituales registrados daba instrucciones de “escupirle cuatro
veces…pisotearle con el pie izquierdo…golpearlo con una lanza…matarlo con un
cuchillo…ponerlo en el fuego…escupir sobre él en el fuego muchas veces” (Schott, S.
1929; Muhlestein, K. 2008). Al participar en este ritual, los vivos ayudaban a los dioses
en su lucha contra la serpiente, se asociaban con los muertos justificados y se
aseguraban de que el sol saliera de nuevo a la mañana siguiente. Un texto como el
Libro del derrocamiento de Apophis lo vinculaba a la comunidad, los dioses, los
muertos y el mundo natural y elevaba al individuo a un aspecto integral del
funcionamiento del universo.
“Aunque los textos y rituales descritos por estos textos varían ampliamente, el patrón
estándar del exorcismo es claro: una “fórmula de rebelión” que enumera los nombres
de los enemigos potenciales de Egipto está inscrita en una serie de vasijas rojas o
estatuillas, que posteriormente se rompen, se incineran y se entierran. Aunque
obviamente se trata de un ritual estatal parece haber habido algunos aportes locales
sobre las opciones textuales. La mayoría de las secciones de la fórmula enumeran los
nombres de los gobernantes vivos de las tierras vecinas a Egipto, basándose en
información que seguramente fue proporcionada por la cancillería real. Sin embargo, a
estas secciones se adjunta una lista de egipcios, todos calificados como “muertos”, que
también representan una amenaza”.
La destrucción del nombre, imagen o ambos de una persona era el medio más eficaz
de neutralizar su poder porque con ello se les estaba borrando de la historia (damnatio
memoriae). La individualidad y la propia historia personal era de vital importancia para
los antiguos egipcios, era necesario ser recordado para seguir existiendo, por esta
misma razón las ofrendas de comida y bebida eran una parte importante de los
rituales funerarios: los miembros de la familia tendrían que recordar al difunto cada
vez que le llevaran estas ofrendas a la tumba. En un ritual de execración se destruía los
aspectos o elementos que daban poder y sustancia a un enemigo: su nombre y su
semejanza. Los rituales estatales se promulgaban para castigar a los traidores y
subversivos y para disminuir el poder de los enemigos de Egipto, pero las personas
individuales también usaban el mismo tipo de fórmulas en sus vidas privadas. Para
protegerse contra la amenaza de un espíritu enojado, por ejemplo, debía localizarse la
tumba de ese espíritu y alterarla borrando el nombre y la imagen del difunto para
luego realizar un ritual adicional que involucraba un texto escrito en una vasija roja
que luego se rompía. Los rituales de execración también fueron realizados, de la
misma manera, por la nobleza contra los enemigos políticos. Los textos de execración
que tratan de las fuerzas espirituales son, con mucho, los más numerosos. Las
personas podían escribir a sus parientes y amigos difuntos en cualquier momento que
quisieran y estos mensajes (“cartas a los muertos”) se llevarían a la tumba junto a las
ofrendas de comida y bebida; estas cartas a los difuntos a menudo incluyen halagos o
incluso amenazas para tratar de persuadir al alma del difunto para que ayudase con
algún problema, pero si esto no funcionaba, se recurría al ritual de execración. El
propósito final era nada menos que borrar a un individuo de la existencia tanto en este
mundo como en el próximo. Sin un nombre o semejanza que la gente recordara, no
habría forma de que alguien pudiera seguir viviendo. Si alguien se sentía afligido por
alguna fuerza sobrenatural y podría identificarla como el espíritu de alguien que
hubiera conocido, podría solucionar el problema destruyendo la esencia de ese
alguien. La asociación de la “ruptura de los vasos rojos” (sd.dsrw) con las ofrendas
funerarias queda implícita en los Textos de las Pirámides de Unas, en el conjuro para
proveer de ofrendas al rey (TP 199), libaciones (TP 32) e incienso (TP 25 y 200) o en el
conjuro 244. Romper los vasos rojos implicaba infligir terror a los enemigos, la agresiva
naturaleza de este ritual era reforzada por el sacrificio simultáneo de un buey en la
sala de sacrificio de animales en el templo de la pirámide:
249. “Viva… este es el Ojo de Horus. Tómalo para que seas fuerte y que él (Seth) pueda
estar aterrorizado de ti. Rompe los vasos rojos”.
Textos de las Pirámides (pirámide del rey Unas, V dinastía, Saqqara). Pasaje hacia la
cámara funeraria, muro sur, de oeste a este.
Una figura de execración de c. 1800 a.C. (Center for Online Judaic Studies)
Entre los lugares mencionados en los textos egipcios de execración con pocos o ningún
vestigio arqueológico del Bronce Medio IIA (MB IIA) están (Ben-Tor, A. 2006, p. 67):
El lugar de Beit She´an (norte de Israel) también parece ser mencionado en estos
grupos de textos de execración; por otra parte, Byblos (actual Líbano) es mencionada
en los textos de execración como el nombre de una tribu pero no como lugar
geográfico (Ben-Tor, A. 2006, p. 68). La mayoría de los investigadores creen que el
nombre “Shu-tu” (nombre acadio dado a ciertos grupos nómadas de las tierras altas de
Transjordania y que podría ser el equivalente egipcio del nombre “Shasu”) mencionado
en los textos de execración y otros textos egipcios podría referirse a la región y al
pueblo de Moab debido al texto del libró bíblico de Números 24:17 que se refiere a los
“hijos de Seth” como a los moabitas: “Lo veré, pero no ahora; lo veré, pero no de
cerca; una estrella saldrá de Jacob, y un cetro se levantará de Israel, y herirá los
confines de Moab, y destruirá a todos los hijos de Seth”, sin embargo, también es
posible que el término “Shu-tu” pueda referirse a todas las personas que habitaban en
el este de Canaán, un área que va desde el Wadi al-Hassa (este de Jordania) hasta Nahr
ez-Zerqa (al este del río Jordán), en lugar de referirse exclusivamente a Moab, un texto
egipcio de execración del siglo XVII a.C. se refiere a un tal “Ayyab” (probablemente una
forma variante del nombre Job) como rey de los Shu-tu; también algunos estudiosos
han identificado a los Shu-tu como el pueblo del que se originaron los moabitas y los
amonitas. Otros nombres geográficos que aparecen en los textos egipcios de
execración son Afula (norte de Israel), Damasco (en Siria y denominada en los archivos
de El Amarna como “Dimasq”), Eglon (ciudad cananea del sur de Israel), Monte
Hermón (fronterizo entre Israel, Siria y Líbano, antiguo Senir amorreo), Kedesh (norte
de Israel, ciudad cananea también conocida como Kadesh), Lod (centro de Israel) y Tiro
(ciudad portuaria al sur de Líbano). Por otra parte, el reino de Kush, en Nubia, también
se menciona en los textos egipcios de execración.
Como hemos comentado más arriba, los textos de execración constituyen un recurso
importante para los investigadores en el campo de la historia del antiguo Próximo
Oriente durante los siglos XX-XVIII a.C. (Albright, W. F. 1969, p. 18), así como para los
estudios bíblicos. El primer grupo de textos de execración fue publicada por el
egiptólogo alemán Kurt Sethe (1869-1934) y es conocido como los textos de Berlín; por
su parte, el egiptólogo francés Georges Posener (1906-1988), publicó en 1957 un
segundo grupo de textos conocido como los textos de Bruselas (Wright, G. E. 1961, p.
304; Ben-Tor, A. 2006, pp. 63-87). La primera colección de textos está inscrita en piezas
de cerámica y contiene los nombres de aproximadamente una veintena de lugares
situados en Canaán y Fenicia, y de más de una treintena de gobernantes de la época.
Estos textos contienen la que posiblemente sea la primera mención conocida de
Jerusalém (Freedman, D. N., Myers, A. C. & Beck, A. B. 2000, pp. 694-695). El segundo
grupo de textos está inscrito en figurillas de prisioneros atados descubiertos en
Saqqara. Este grupo contiene los nombres de 64 lugares, generalmente enumerando a
uno o dos gobernantes, entre los lugares mencionados se hallan siete países asiáticos
(Aharoni, Y. 1979, pp. 144-147), este grupo de textos data de finales de la XII dinastía.
Un grupo adicional de textos, los textos de Mirgissa, fueron publicados por el
egiptólogo francés Yvan Koenig en 1990. Como hemos apuntado anteriormente, en los
textos egipcios de execración también son mencionados reyes nubios como
Segersenti, así como otros numerosos gobernantes de Nubia (Three Rulers in Nubia
and Early Middle Kingdom in Egypt. Bruce Williams Journal of Near Eastern Studies,
vol. 72, Nº 1, April 2013, pp. 1-10).
En cuanto a las conexiones bíblicas con los textos de execración, las fuentes egipcias
son importantes cuando se quiere comprender la historia de Canaán, su relación con
los monarcas egipcios cobra vida gracias a algunos textos de execración. El estudioso
A. Bentzen en la década de 1950 avanzó su tesis de que el primer y segundo capítulo
del libro del profeta Amós en el Antiguo Testamento: “está inspirado en patrones de
culto, asemejándose al ritual de los Textos de Execración egipcios”. Muchos
investigadores han tomado esta hipótesis y la han interpretado erróneamente al decir
que existe evidencia de que el discurso de Amós está influenciado por los textos de
execración egipcios; Bentzen simplemente afirmó que las influencias del discurso de
Amós se parecen (no están influenciadas por) los textos egipcios de execración, son
similares, pero no hay conexión. Otros textos del Antiguo Testamento comparten esta
misma similitud: Daniel 11:41; Isaías 11:14; Jeremías 48-49; Sofonías 2: 8-9; Ezequiel
25: 1-14, Nehemías 13: 1, 2: 23 (Weiss, M. 1969, pp. 150-157). También se ha señalado
el Salmo 137: 8-9 con el ritual egipcio de execración: “Hija de Babilonia, devastadora.
Bendito el que te devuelva el mal que nos has hecho. Dichoso el que tomare y
estrellare contra la piedra tus niños”.
Además de los textos inscritos en jarras de cerámica y figurillas, las más importantes
fuentes primarias acerca del ritual de execración proceden de las versiones halladas en
el templo de Osiris en Abydos, en el templo de Amonrasonter en Tebas, y en el Papiro
Salt 825 [= Papyrus BM 10051]. Los textos de Abydos incluyen el Papiro Louvre 3129 y
el Papiro BM 10252, y se hallan incluidos en Urkunden VI: 4-59 (Schott 1929). La
Versión Tebana se encuentra en el Papiro Bremner-Rhind [= Papyrus BM 10188]
(Faulkner, 1936, 1937, 1938).
CONCLUSIÓN
El ritual de execración en el antiguo Egipto era un ritual mágico que estaba destinado a
prevenir acciones contra rebeldes y enemigos extranjeros (también egipcios) o fuerzas
sobrenaturales mediante la destrucción textual y cinética de los enemigos a través de
sustitutos inanimados, humanos o animales. Este ritual utilizaba diferentes soportes en
los cuales aparecían inscritos textos conteniendo maldiciones, desgracias y todo tipo
de males para los enemigos de Egipto, una vez recitados los conjuros inscritos los
soportes se aplastaban, pisoteaban, apuñalaban, cortaban, escupían, eran encerrados
en cajas, se quemaban, orinaban y, finalmente, se enterraban. Pero no todos los
rituales de execración incluían todos los aspectos anteriores; un ritual completo podría
utilizar cualquiera de estas acciones en numerosas ocasiones utilizando numerosas
figuras. Se trata de una magia muy extendida en numerosas civilizaciones, culturas y
sociedades tanto del mundo antiguo como en la actualidad, de hecho los rituales de
execración pueden parecer familiares a los lectores modernos porque todavía se
utilizan en todo el mundo. Las personas participan regularmente en rituales
semejantes, por ejemplo, cuando una relación sentimental termina mal. Estos rituales
ahora tienen muchos nombres diferentes, formal o informalmente, pero todos
involucran la destrucción de los regalos o la propiedad de alguien. La quema de
imágenes, cartas, recuerdos del pasado es fundamental para este tipo de ritual que
permite a una persona dejar la relación fracasada y seguir adelante, este habría sido,
en su esencia, el mismo beneficio psicológico que proporcionaban los textos de
execración en el antiguo Egipto. Al fin y al cabo, seguimos siendo Homo magicus.
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