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Origen del Imperio Romano

Junto al poeta Virgilio, ambos autores constituyen las principales fuentes para conocer el
nacimiento de la ciudad, que ellos describen más o menos de este modo: durante la
guerra de Troya, un joven llamado Eneas logró escapar de la furia de Aquiles y Ulises
ayudado por su madre, la diosa Venus. Fue a desembarcar en Italia, en la región del
Lacio, donde desposó a la hija de un monarca y fundó un reino.
Ocho generaciones más tarde, una de las descendientes de Eneas, Rea Silvia, mantuvo
una furtiva relación amorosa con el dios Marte. De aquel encuentro nacieron dos gemelos:
Rómulo y Remo. El tío de Rea Silvia, el rey Amulio, se encolerizó al oír la noticia. No
quería que nadie amenazara el trono de Alba Longa, que había usurpado.
Así que mandó abandonar a los legítimos herederos en una cesta entre las corrientes del
río con la intención de que muriesen ahogados. Pero el canasto quedó varado en uno de
los recodos del Tíber y, al oír los llantos, una loba halló a los niños y los amamantó. Los
hermanos crecieron y se vengaron matando a Amulio, para regresar luego al lugar que los
vio renacer. En aquel recodo del río donde la cesta fue a encallar, Rómulo y Remo
fundaron Roma el 21 de abril de 753 a. C.
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Expertos como el británico T. J. Cornell refieren lo que los testimonios arqueológicos
disponibles dan a entender. La fecha tradicional de la fundación de la ciudad, situada a
mediados del siglo VIII a. C., no debería tomarse demasiado en serio. Los restos indican
que el lugar estuvo ocupado varios siglos antes de la fecha considerada tradicionalmente
como la de fundación de Roma.
Por otra parte, hasta mediados del VII a. C., más de un siglo después de esa fecha
tradicional, no puede hablarse de una urbanización decisiva, que es la que definiría la
fundación de la ciudad-estado. La zona comprendida entre la bahía de Nápoles y la
desembocadura del Tíber estaba poblada por los latinos, una de las tribus itálicas.
La mayor y más poderosa de aquellas poblaciones era Alba Longa –la que aparece en la
leyenda–, y quizá fueran un puñado de jóvenes de este lugar quienes decidieran emigrar
rumbo al norte. Tal vez se unieron a ellos expedicionarios de la tribu de los sabinos,
pueblo de la misma sangre y origen que el latino. Se establecieron a una veintena de
kilómetros de la desembocadura del Tíber.

La arqueología no puede proporcionar demasiados detalles sobre cómo se organizaban


socialmente los primeros romanos.
Al parecer, latinos y sabinos ya encontraron una pequeña colonia etrusca establecida en
el lugar elegido. Lo más probable es que funcionara como punto de avituallamiento para
sus embarcaciones comerciales. Mientras, latinos y sabinos comenzaron a construir sus
chozas de barro y ramaje sobre la cima del Palatino, a salvo de las crecidas del río.
Compartí
Después de la Batalla de Actio en el 31 AEC, Cayo Octavio Turino, sobrino y heredero de
Julio César, se convirtió en el primer emperador de Roma y tomó el nombre de César
Augusto. A menudo se considera a Julio César como el primer emperador de Roma pero
esto no es correcto; él nunca tuvo el título de “Emperador” pero sí el de “Dictador”, título
que el senado se vio obligado a concederle ya que César tenía el mando supremo del
ejército, y poder político al mismo tiempo.

En cambio, el senado sí le otorgó a Augusto el título de emperador adulándolo y


concediéndole poder, ya que había destruido a los enemigos de Roma logrando así la tan
ansiada estabilidad.

AUGUSTO: “ENCONTRÓ A ROMA HECHA DE LADRILLO, PERO LA DEJÓ HECHA DE


MÁRMOL.”
Augusto gobernó el Imperio desde el 31 AEC hasta el 14 EC cuando muere. Durante este
tiempo, tal y como él mismo cuenta: “encontró a Roma hecha de ladrillo, pero la dejó
hecha de mármol”. Augusto reformó las leyes de la ciudad y por extensión, las del
imperio, aseguró las fronteras romanas, inició grandes obras públicas (llevadas a cabo por
su fiel general Agripa (l. 63-12 AEC), quién construyó el primer panteón), y aseguró la
fama del Imperio por tener el mayor poder cultural y político conocido hasta entonces. La
“Pax Romana” (Paz Romana), también conocida como “Paz Augusta”, que él mismo
inició, fue un periodo de paz y prosperidad desconocida hasta entonces y que duraría más
de 200 años.

El rapto de las sabinas, que describe el episodio legendario del secuestro de las mujeres
de la tribu de los sabinos por los fundadores de Roma.
 
Ataque a playa romana

Invasiones del Imperio Romano

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