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No hay un caos como el caos del domingo por la mañana. ¿Dónde están tus zapatos? ¿Alguien llamó a su
puerta? ¿Desayunaron? ¡Esos pantalones son demasiado pequeños! ¿Alguien ha visto las llaves del auto?
Si la alarma falla, lo hará el domingo por la mañana. Si el calentador de agua va a dejar de funcionar, si va
a nevar inesperadamente durante la noche, si nos vamos a quedar sin leche, ocurrirá un domingo por la
mañana. Al menos eso parece.
Ni qué decir del estado de nuestros corazones. Hace tiempo que pienso que el salmista cuando iba de
camino al templo pensaba en sus hijos: «Yo amo la paz, pero cuando hablo, ellos están por la guerra» (Sal
120:7).
Muchos domingos, nuestra familia se ha subido a la camioneta minutos tarde, pero incluso antes de haber
comenzado a prepararnos. A simple vista, todo el mundo está presente y la mayoría de nuestros zapatos
están en los pies correctos. Estamos listos para la iglesia. Pero no nos sentimos preparados.
Aunque solo tengas unos minutos en la mesa del desayuno o en el auto, considera estas maneras de enfocar
tu corazón y el de tus hijos en la adoración. Si lo haces, puede que salgan con los calcetines sin combinar,
pero estarán listos para la iglesia.
5 minutos: Orar
En los cinco minutos que tardas en comerte un plato de cereal o en conducir hasta la iglesia, pueden orar
juntos. Pídele al Señor que perdone tus pecados, que te recuerde su gracia, que te anime a alabarle y que te
permita adorar con todo tu corazón. Pídele que ayude a tus hijos a escuchar bien y a cantar de corazón.
Pídele que trabaje en los corazones de todos los miembros de la congregación, salvando a los que puedan
estar alejados de Cristo.
Cuando oramos con nuestros hijos antes de ir a la iglesia, les recordamos dos cosas: Primero, que
dependemos del Espíritu para todo, incluso para poder adorar. En segundo lugar, todos dependemos del
Espíritu, incluso los adultos. La oración es un gran instrumento nivelador y orar con nuestros hijos los
domingos por la mañana afirma que los padres necesitamos la misma ayuda que ellos para adorar a Dios.
Todos los coros dedican tiempo antes de una presentación a calentar, familiarizarse con la música y preparar
sus voces. En nuestras familias, un himno o dos entonados de camino a la iglesia son un juego de escalas
para nuestras almas, asegurándonos de que incluso los miembros más pequeños están preparados para
ocupar su lugar en el coro de la congregación.
A los niños pequeños les encanta reconocer que el texto que se lee desde el púlpito es el mismo que su
familia leyó la noche anterior. Cuando oigan las frases que les son familiares en la iglesia, estarán listos para
escuchar.
No es de extrañar que el maligno esté muy ocupado los domingos por la mañana, sembrando frustración y
confusión incluso antes de que entremos en la iglesia. Los lazos perdidos y las respuestas malhumoradas son
el trabajo semanal del diablo. Pero al invitar a nuestros hijos a alabar, les animamos a preparar sus
corazones para encontrarse con Jesús. Sus sonoros hosannas, ordenados por Dios mismo, «hacen cesar al
enemigo y al vengativo» (Sal 8:2; cp. Mt 21:15-16). Cuando los niños se preparan para ir a la iglesia,
Satanás cierra la boca y Cristo es exaltado.