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AGRICULTURA

Aunque el origen del maíz, tal y como se conoce hoy, sigue siendo un misterio para los
investigadores, todo parece indicar que originalmente fue una planta silvestre que los agricultores
americanos cruzaron y seleccionaron, hasta conseguir una variedad que sirviera como base de
alimentación. Eso, aquí y en China se conoce ahora como biotecnología. Así, las mazorcas
mexicanas, que en el año 3000 a.C. medían apenas 12 milímetros, crecieron con la ayuda del
hombre hasta alcanzar los 15 centímetros hacia el año 1500 a.C.

Otro "invento" que las culturas precolombinas aportaron a la humanidad fue la papa o patata,
originaria de los Andes, cuyos primitivos ejemplares, como los de otros tubérculos, apenas se
parecían a los actuales. Desde las especies silvestres -venenosas y con mal sabor- hasta las
variedades que hoy conocemos, hubo un largo trabajo de cruce y selección.

Sin disponer de aparatos mecánicos complejos, los primeros americanos drenaron pantanos,
roturaron campos y construyeron canales. Los aztecas, por ejemplo, pasaron pronto de la quema
de una pequeña área de tierra o milpa para la siembra justo antes de las lluvias, a la creación de
chinampas, esos ingeniosos huertos permanentes sobre islotes flotantes, cuyo desarrollo requirió
de un conocimiento científico notable.

Y qué decir de los canales construidos en el año 1400 a.C. por los incas de la costa andina,
o de la fantástica agricultura desarrollada en la región del Lago Titicaca, situado en el altiplano, a
3 mil 800 metros sobre el nivel del mar, con 300 noches de heladas al año y oscilaciones térmicas
diarias de más de 30 grados. No sólo adaptaron los cultivos a tan duras condiciones, sino que
aprovecharon el escalonamiento de la montaña en pisos ecológicos diferentes, para crear huertos
en terrazas con distintas variedades.

TEXTILES

Los primeros antecedentes tecnológicos de creación textil, consistentes en redes, bolsas y


sogas hechas con fibras vegetales que eran retorcidas, enrolladas, trenzadas, anudadas y
elaboradas a mano, se dieron hacia el año 8000 a.C. Luego, hacia el 5800 a.C., con la
domesticación del algodón, se empezaron a elaborar las primeras telas, propiamente dichas.
Después vendrían el lino y el empleo de lanas de alpaca y vicuña en los Andes.

Para tener una mejor idea del grado de adelanto tecnológico en materia textil, baste decir
que, a la llegada de los españoles, los aztecas contaban con 13 diferentes tipos de tejidos y 53
clases de capas o esclavinas (capas cortas). Y así como ahora se fabrican chalecos antibalas, ellos
elaboraban petos acolchados de algodón, que les servían como chalecos antiflechas.

MEDICINA

Otro de los campos del saber que habían alcanzado un notable desarrollo entre las
civilizaciones americanas, a un nivel similar al de los pueblos euroasiáticos, era la Medicina.
Mientras los europeos se regían por la teoría de los humores, de Galeno, la cultura médica
prehispánica se basaba en una mezcla indisoluble de botánica, psicología y mitología, que buscaba
el equilibrio de las personas con todo cuanto las rodeaba. Los antiguos americanos conocían las
fiebres y los trastornos respiratorios y digestivos, así como algunos remedios, entre los que
destacan laxantes, astringentes, vomitivos y antiinflamatorios. Empleaban el sauce como
analgésico, y el "cacaloxóchitl" -flor de cuervo- como cicatrizante.

Algunas culturas alcanzaron un alto grado de especialización. Los incas, por ejemplo, tenían
dos tipos de médicos: los "ichuri", que trataban las emociones (psicólogos), y los "callahuayas",
curanderos itinerantes que administraban hierbas (homeópatas). Los mayas trataban las
enfermedades mentales y conocían la existencia de una serie de enfermedades relacionadas con
el coito (hoy llamadas de transmisión sexual) y que raramente eran graves.

INGENIERIA Y ARQUITECTURA

Los pueblos prehispánicos también brillaron en la Arquitectura e Ingeniería. Destacan las


obras hidráulicas andinas y el desarrollo urbano de Tenochtitlan, fundada sobre un islote del Lago
de Texcoco, con obras de drenaje, amplias calzadas y un largo acueducto de 5 kilómetros de
piedra, que llevaba agua desde el Valle de Chapultepec.

En cuanto a las técnicas de construcción empleadas, para levantar, por ejemplo, la fortaleza
de Sacsahuamán, junto a Cuzco, con sus piedras cúbicas de 5 metros de lado, unidas sin
argamasa, pero entre las que no cabe ni un alfiler, éstas siguen siendo un absoluto misterio,
puesto que no conocían la rueda (aunque algunos juguetes mayas presentan ruedas) ni máquinas
asociadas, como grúas y poleas.

ASTRONOMiA

En términos generales, la ciencia y la tecnología estaban inmersas en el entramado religioso


que les servía de soporte existencial. Debido a eso desarrollaron una ciencia astronómica
sorprendente. Durante la época prehispánica, culturas como las de los Toltecas, los Mayas y los
Aztecas, alcanzaron por la observación un conocimiento avanzado de los movimientos que los
astros tienen en la bóveda celeste.

Aprovechando ese saber, desarrollaron los calendarios más precisos que el hombre
confeccionó hasta el Siglo XVI, que fue, finalmente, cuando los europeos alcanzaron el mismo
grado de exactitud. Esos pueblos también fueron capaces de predecir eclipses y supieron
determinar las fechas en que diferentes estrellas brillantes serían visibles desde sus lugares de
residencia, lo que les permitió planear correctamente sus actividades agrícolas y religiosas.

Los olmecas y, luego, los mayas, distinguieron las constelaciones de estrellas, elaborando
calendarios bastante precisos a partir de su movimiento y el de los planetas. Conocían el
movimiento del Sol, la Luna y Venus, así como el momento en que iban a producirse los eclipses.

Hacia el 1200 a.C., los olmecas usaban ya un calendario sagrado de 260 días, de utilidad
agrícola, que pasó luego a los zapotecas, a los mayas y a los aztecas, sucesivamente, hasta que
estos últimos lo complementaron con otro calendario de ciclo largo o solar, de 360 días y 5
jornadas "huecas", consideradas nefastas.

La Piedra del Sol, labrada en el Siglo XV, es un calendario azteca que contiene tres cómputos:
el año de 365 días o "xihuitl"; el ciclo sagrado de 260 días; y el año venusiano, de 584 días.

En cuanto a los incas, parece ser que no les importaba tanto el movimiento de las
constelaciones como la evolución de las manchas oscuras que se distinguen en el firmamento, la
más importante de ellas una situada en la Vía Láctea y conocida hoy como Saco de Carbón.

MATEMATICAS
En cuanto a las Matemáticas, baste recordar el conocimiento que los mayas tenían del
concepto del "cero", desconocido para los europeos, para cerrar este breve recorrido por algunos
de las más importantes aportaciones prehispánicas a la ciencia y la tecnología.

Fuente de información: http://cienciayreligion.org/america/amer_10.html

¿Cómo se movían los indígenas en Mesoamérica? ¿Cómo se


trasladaron las enormes esculturas de piedra que llegaron a pesar
más de una tonelada? Estas preguntas han rondado a los
arqueólogos durante años, pues sabemos que, aunque se conocía,
la rueda no se utilizó en ningún vehículo y no existían animales de
carga como en el Viejo Mundo. Sin embargo, a pesar de estas
carencias, existieron personas que se encargaban de transportar
todo tipo de objetos en sus espaldas caminando,
llamados tamemes, y existió también un complejo sistema de
navegación indígena practicado en los ríos, los lagos y el mar que
permitió el intercambio y los contactos a larga distancia.

La tecnología usada en este sistema consistía en embarcaciones


construidas en el tronco de un árbol -hoy conocidas como canoas
monóxilas- y balsas de cañas o guajes que funcionaban como
flotadores. Los troncos de pino, ahuehuete o ceiba con que se
construían las canoas eran ahuecados con hachas de piedra o
metal; y con la ayuda del fuego se endurecían y modelaban hasta
adquirir una forma adecuada para ser usadas en los cuerpos de
agua. Para impermeabilizarlas se utilizaba un residuo del petróleo
conocido como chapopote.

Los españoles que exploraban las costas del Nuevo Mundo


mostraron gran admiración al ver por primera vez la tecnología
naval de los indígenas. Incluso, el cronista español Gonzalo
Fernández de Oviedo expresó su sorpresa ante el buen
funcionamiento de estas embarcaciones en comparación con las
propias:

“No son navíos que se aparten mucho de tierra, porque como son
bajos, no pueden sufrir grande mar […] Y con todo eso son más
seguras estas canoas que nuestras barcas […] y las canoas aunque
se aneguen é hinchen de agua, no se van al suelo ni se hunden, é
quedanse sobreaguadas […] Ninguna barca anda tanto como la
canoa, aunque la canoa vaya con ocho remos e la barca con doce; e
hay muchas canoas que la mitad menos de gente voguen, andará
más que la barca; pero ha de ser en mar tranquila e con bonanza”
(Fernández de Oviedo, 1851, libro VI, cap. IV).

Contrario a lo que se puede pensar, muchos de los primeros


encuentros entre españoles e indígenas tuvieron lugar en las
aguas del Mar Caribe y del Golfo de México, y no en tierra firme.
Esto sucedió tanto a bordo de los barcos de los españoles (tal es el
caso del episodio descrito por Flor Trejo y Guadalupe Pinzón en el
texto Un encuentro con cacao y vino: los emisarios de Moctezuma
suben al barco de Cortés) o bien, cuando cada uno navegaba sus
propias embarcaciones. Tal es el caso de Hernando Colón, que en
1502 acompañaba a su padre Cristóbal Colon, y presenció el
encuentro con una canoa en las costas de Honduras que
probablemente se dirigía hacia las costas de Yucatán.

Con el paso del tiempo, parecería que la tradición naviera indígena


se diluyó en las olas de la historia de nuestro país, y es difícil hoy
en día concebir a los indígenas del pasado como ávidos
navegantes. Sin embargo, recientes investigaciones arqueológicas
e históricas comienzan a arrojar datos sobre cómo muchas de sus
actividades comerciales, bélicas, cotidianas y rituales se llevaban a
cabo navegando. La tradición se remonta a la época de los
olmecas, es decir el Preclásico medio (1200-400 a.C.), cuando en
el sur de la Costa del Golfo ya había un complejo sistema de
comunicación que aprovechaba los ríos y la costa para trasladar
pesadas esculturas, mercancías y personas. De dicha etapa
contamos con una pequeña canoa tallada en jade recuperada del
sitio Cerro de las Mesas, en Veracruz.

Desde el periodo Clásico (200-900 d.C.) hasta, probablemente, la


llegada de los primeros españoles, los mayas fueron los
principales navegantes del territorio mesoamericano. Sus canoas
tenían la capacidad de llevar hasta 20 personas y de navegar
distancias de cientos de kilómetros mediante la técnica del
cabotaje, es decir, avanzando sobre el agua del mar sin perder
nunca de vista la línea de costa, haciendo paradas esporádicas
para descansar o resguardarse de alguna tormenta.

Ya en el siglo XVI, los dos principales grupos de poder en


Mesoamérica, los mexicas y tarascos, se habían establecido en
islas que se conectaban con la tierra firme bien mediante calzadas
-en el caso de los mexicas-, y mediante cientos de canoas que en
ambos casos transitaban en todas direcciones llevando
mercancías, personas y alimentos. Las canoas eran el principal
medio de transporte y de ellas existieron distintos tipos de
acuerdo con su tamaño y a su función.

Entre los tarascos del lago de Pátzcuaro las canoas monóxilas de


mayor tamaño eran conocidas como tepari y las más
pequeñas, icháruta. La Relación de Michoacán, un documento del
siglo XVI recopilado por fray Jerónimo de Alcalá, nos proporciona
datos sobre las personas encargadas de administrar el uso de las
embarcaciones para la pesca y el intercambio. Uno de ellos era
el icháruta-uandari, que era “diputado para hacer canoas, y otro
llamado parícuti, barquero mayor que tenía su gente diputada para
remar y ahora todavía le hay”.

En el caso de los mexicas, las canoas monóxilas se llamaban acalli,


es decir, “casa sobre el agua” o “casa en el agua”. Cada una de sus
partes recibía un nombre específico. La sección delantera se
llamaba ācalyacatl (por la unión entre “canoa” y “nariz” en
náhuatl); la sección de atrás era la ācalcuexcochtli (la palabra se
forma por la unión de “canoa” y “nuca” en náhuatl); y los lados se
nombraban indistintamente acalmaitl (“canoa” y “mano” en
náhuatl). Hoy en día podemos observar una canoa arqueológica
mexica en la sala dedicada a este grupo en el Museo Nacional de
Antropología de la Ciudad de México.

También existió una variación usada en enfrentamientos bélicos


en los lagos, llamada chimallacali, las cuáles eran canoas a las que
se añadían tablones de madera a manera de escudo para proteger a
los tripulantes. Las tácticas de guerra en el agua incluían ataques
nocturnos sorpresa, la construcción de trampas sumergidas y
ataques en relevos utilizando estas canoas.
En el lago de México las canoas se utilizaban para pescar, para
cazar aves y recolectar plantas e insectos. También se realizaron
rituales en lugares especiales del lago como el Pantitlán, un
remolino señalizado con numerosas banderas que lo rodeaban y al
que sólo podía llegarse navegando con mucha astucia para evitar
naufragar. Ahí se depositaban ofrendas que consistían en objetos
de cerámica, jade e incluso infantes durante las peticiones de
lluvia.

Como podemos ver, el modo de vida lacustre sustentó a la


sociedad mexica desde su establecimiento en Tenochtitlan en 1325
d.C. y aun después, cuando los españoles ya habitaban la ciudad. El
Mapa de Uppsala es un ejemplo donde podemos observar todas las
actividades que se realizaban día a día en las aguas del lago y de
cómo los caminos de agua y la tecnología naval adecuada
promovieron el control del entorno por la sociedad mexica.

Con la llegada de los españoles al Nuevo Mundo las tradiciones de


navegación indígena fueron, en un inicio, aprovechadas para
mover mercancías, principalmente de contrabando. Esto provocó
que comenzara a prohibirse la construcción de canoas y la
contratación de canoeros en diversos puntos de la Nueva España,
lo cual explicaría que con el paso de los años la práctica de la
navegación indígena se viera fuertemente afectada y llegara a caer
en el olvido.

La complejidad tecnológica que se encuentran en las ciudades


mesoamericanas es que por medio de sus creencias lograron estudios importantes,
ya sea sobre la medicina, las plantas y escritura.

La escritura es su mayor elemento cultural que ha permanecido por años. Sus


construcciones y manera de sembrar tienen una complejidad tecnología notoria.

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