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Prólogo I: Pruebas

— "¡Basta, me duele, PAREN YA!"

— Solo estamos jugando, solo dolerá un segundo.

Hablaba un médico junto con otros alquimistas y profesionales de diferentes áreas de la orden de
los Fatui, preparando a su arma contra los dioses, contra las visiones… Lo que les daría el poder
absoluto y respeto de la humanidad.

Violaciones a las leyes de la vida era lo que pasaba en aquella habitación a más de 70 metros bajo
tierra entre Sal Terrae y Dawn Winery. Gritos, gritos eran las melodías de cada mañana y
noche.

Entrenamientos dolorosos para luego sellar sus extremidades de nuevo, atrofiando su cuerpo y
haciendo que pierda la habilidad de caminar bien o moverse.

El arma definitiva, capaz de absorber visiones y matar en el proceso, imitar talentos y otras cosas
que, costaron hasta el último Mora, pero que para los conocimientos y beneficio de este grupo
misterioso valdrían la pena.

En un bebé, que pasó a niño, ahora un joven… La sangre, las heridas regenerándose tan rápido
que no le permitían morir para acabar con su agonía… Era su día a día, su prisión, su castigo
por existir. Sentir su cuerpo quemarse, electrocutarse, congelarse, reaccionar de diferentes
maneras que ya su cuerpo se volvió resistente eran de lo peor.

No tenía nombre, no conocía una edad, ni siquiera sabía qué era el sabor de la comida, vivir con
nutrientes en tus venas y energía, fuerza y magia elemental eran su alimento.

El Pecado de los Fatui… Ese era él.


Prólogo II: Libertad

No se escuchaban gritos, no habían comenzado de nuevo las pruebas. Con la mirada baja, sus
extremidades selladas, su cuerpo conectado a esos tubos que le mantenían nutrido, miró la
ventanilla. Su cuello se tronaba cada vez que movía su cabeza, la cual era la única cosa que podía
hacer en el momento.

— No… No…

Se quejaba con las pocas fuerzas de su garganta, ya empezaron de nuevo. Inyecciones, golpes,
disecciones, mutilaciones a su cuerpo y hacerle pelear con tantas criaturas y personas como le
fuera posible.

Horas y horas después, yacía su cuerpo encadenado y ensangrentado en el suelo. Volvió a


intentar moverse, el "crack" de cada uno de sus huesos se escuchaba, aterrador y espantoso, su
flexibilidad le permitía hasta levantarse sin requerir de sus extremidades, ese monstruo ya no era
humano.

Mirada fría, ojos sin vida, lo vió… Vió a ese enmascarado, esa jeringa enorme capaz de abrir un
pecho entero de una inyección. Su cuerpo empezó a sentirse cálido, demasiado cálido, tanto que
quemaba, empezó a retorcerse, gemía, convulsionaba.

— "Sosténganlo, debemos aplicarle ya esto."

Los guardianes de élite se encargaron de sellarlo, todos apuntaban armas contra aquella "cosa".
El sonido de un escalpelo cortar la carne y un grito escarnecedor fue lo que se escuchó, tan fuerte
que… Todo pasó a negro…

Un agujero enorme se vió entre las tierras de Dawn Winery y Sal Terrae, de él, un cuerpo
carnoso y sanguinolento parcialmente quemado salió… Arrastrándose como un monstruo.
"Crack-crack" era lo que se escuchaba, el césped y toda vida animal que se acercara se
quemaba… Su cuerpo ardía, no sentía ni siquiera frío entre tanta lluvia, el agua se evaporaba
con solo tocarle.

No recordaba nada, ni siquiera el cómo articular palabras, ni siquiera recordaba lo que pasó…
Solo pensaba en palabras de las cuales perdió significado: "Absorber… Visiones… Ser fuerte…"

Prólogo III: Crecimiento

En villas pequeñas entre Liyue y Mondstadt, se encontraba un joven mercader, sorprendido


debido a que los dioses le han bendecido con una visión. Caminaba camino a casa…

"Crack-crack…"

Pensaba que eran ramas que pisaba en el camino, decidió ignorar.

"Crack-crack… Crack…"

Asustado, empezó a correr, viendo su casa cerca… Este decidió entrar por la puerta que por
alguna razón ya estaba abierta, estaba oscuro.

— "¿H-hola?"

Encendió una lámpara, vió el peor escenario posible, una carnicería calcinada de su familia.
Gritos se escucharon y llantos, sin embargo, el joven aterrorizado no podía quedarse ahí…

"Crack… Crack…"

Un cuerpo débil se notaba desde lejos de detrás suyo, apenas parecía capaz de moverse bien, pero
ráfagas pequeñas y chispas le rodeaba.
— ¡¿Estás heri-…

Luego de un tiempo, vecinos empezaron a preocuparse por un hedor en la casa de aquel joven
mercader, por lo tanto los Millelith fueron llamados para ver…

Una carcasa vacía era el cuerpo del joven, una cara desfigurada de horror, y los cuerpos podridos
de sus familiares, una escena digna de una película de terror. Sin embargo, usando detecciones
elementales… Se vieron 2 cosas, la presencia de una fuerte fuerza Pyro, y otra… El mismo
elemento que el joven tenía representado en un sello en un collar… Signos de Electro.

Con el tiempo, más casos se mostraron, sin embargo, los elementos cambiaban, siempre era una
mezcla de Pyro y el elemento de la visión de la perdona que recién la adquirió.

La aberración, el monstruo, el terror, la pesadilla… Se volvió leyenda, pero solo para negar las
masacres en ambas zonas conocidas en Teyvat. Pero va a haber un día, en el que los Fatui… No
podrán esconderlo más… Su arma… Anda suelta.

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