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La Navidad Según El Evangelio de Mateo
La Navidad Según El Evangelio de Mateo
El evangelio de Mateo presenta dos relatos convergentes, en los dos primeros capítulos,
con relación a la "natividad" o nacimiento de Jesús. El primero tiene un sentido
histórico, basado en la genealogía, en tanto, el segundo, tiene un carácter geográfico,
basado en la narración del viaje de los reyes de Oriente. Ambos relatos son un tránsito,
uno en el tiempo y el otro en el espacio, que apuntan y culminan en el nacimiento.
La navidad para Mateo parecería ser un evento único, donde las coordenadas de espacio
y tiempo confluyen, luego de superar peripecias e incertidumbres, para alcanzar y
consumar el suceso más relevante de la historia, el nacimiento del hijo de Dios.
El primer capítulo del evangelio de Mateo es una notable arquitectura del tiempo.
Comienza con Abraham, el padre del pueblo de Israel, inicio de la historia sagrada. A
partir de él se van sucediendo las generaciones, describiéndolas en forma concisa,
muchas veces con la breve enunciación del padre y el hijo: "Abraham engendró a Isaac,
Isaac a Jacob, y Jacob a Judá". Así van sucediéndose las generaciones con escasos
comentarios.
Sabemos que el siete es el número perfecto, siete veces siete es la perfección plena, la
consumación de la excelencia de la perfección. Esa generación de la excelencia
empezaría con los descendientes de Jesucristo, una generación que no sería a través de
la gestación humana, sino de la gestación espiritual, ya que Jesús sería un nuevo padre,
como Abraham, pero no de la carne, sino del espíritu, pues los descendientes de Jesús
son los hijos de Dios. "Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Jn.1:12).
Es una descripción breve, que permite leer entre líneas los detalles implícitos. Los
"magos" eran sabios, estudiosos de los astros y de los escritos. La tradición dice que
eran reyes. "Eran de alta alcurnia, educados, ricos e influyentes. Eran los filósofos, los
consejeros del reino, instruidos en toda la sabiduría del antiguo Cercano Oriente. Los
"magos" que vinieron a buscar al niño Jesús no eran idólatras, y se caracterizaban por
ser personas rectas e íntegras" (5CBA).
Considerando que llevaban tesoros y que eran personas encumbradas, deberían haber
venido con una importante custodia, lo que habría denotado una expedición numerosa.
Ese dato explicaría porque causó tanta conmoción en Jerusalén la aparición de estos
exóticos personajes.
Los sabios de Jerusalén conocían las profecías bíblicas a la perfección y dijeron con
exactitud donde nacería el Mesías. Pero esos sabios eran burócratas al servicio del
poder. No manifestaron ningún interés en Jesús, a diferencia de los sabios de oriente,
que no pertenecían al pueblo de Dios, pero reconocieron la importancia del nacimiento
del Mesías. Como dijo Juan: "A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron" (Jn.1:11).
El relato de los magos parece encerrar una fuerte ironía, quienes deberían haber alertado
y enseñado las profecías al pueblo, no lo hicieron y fueron otros, de lejanas latitudes los
encargados de anunciar el nacimiento de Jesús.
Hay varios paralelismos interesantes entre los dos relatos de la navidad de Mateo. Uno
es el tema de la incertidumbre y la acción de movimientos opositores. En el primer
capítulo la narración de las genealogías presenta momentos donde se interrumpe la
monótona sucesión de "fulano engendró a sultano" como si se dudara la continuidad del
proceso (ej., "Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara, Fares a Esrom"), hasta
recuperar la línea legítima de la herencia. Pero la incertidumbre mayor es la decisión de
José de no casarse con María, pensando que había adulterado.