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Manuel Ricardo Palma Soriano 

(Lima, 7 de febrero de 1833 - Lima, 6 de


octubre de 1919) fue un escritor romántico, costumbrista,
tradicionalista, periodista y político peruano, conocido internacionalmente como Ricardo
Palma, famoso principalmente por sus relatos cortos de ficción histórica reunidos en el
libro Tradiciones peruanas. Cultivó prácticamente todos los
géneros: poesía, novela, drama, sátira, crítica, crónicas y ensayos de diversa índole. Sus
hijos Clemente y Angélica siguieron sus pasos como escritores. En 1883, fue nombrado
director de la Biblioteca Nacional. Su abnegada labor de reconstruir dicha institución
(solicitó libros a distintos países) le valió el apelativo de "El Bibliotecario Mendigo". En
1892 representó al Perú en el cuarto centenario del Descubrimiento de América realizado
en Europa.

Biografía[editar]
Nació el 7 de febrero de 1833 en Lima (aunque existe una teoría de monseñor Salvador
Herrera Pinto que pone su cuna ocho años antes en el pueblo de Talavera de la
Reyna en Apurímac),n 1 en el seno de una familia humilde; fue inscrito en la partida de
bautismo como hijo natural de Pedro Ramón Palma Castañeda y de Guillerma Carrillo y
Pardos, a quien muchos consideran la abuela materna y que su madre fue en realidad
Dominga Soriano y Carrillo, la hija de 16 años de esta,1 con quien Pedro se casaría cuatro
años más tarde, el 6 de abril de 1837.n 2 Pedro, comerciante mestizo con aspiraciones,
doblaba en edad a Dominga, quien era cuarterona (ascendencia subsahariana). El
matrimonio Palma-Soriano "fracasó prontamente –según el historiador Oswaldo Holguín
Callo– por las diferencias raciales, generacionales y culturales", y el pequeño Ricardo, que
tenía 9 años, permaneció naturalmente en la casa paterna.2
Asistió a la escuela para párvulos de Pascual Guerrero, a la de Antonio Arengo y a la de
Clemente Noel. Terminada la secundaria, siguió leyes en el Convictorio de San
Carlos (aunque algunos cuestionan este dato como una superchería del autor y otros dicen
que probablemente fuera alumno externo).3
A los 15 años comenzó su carrera literaria, primero escribiendo poesía y dramas. Fue a
esa edad que empezó a usar, junto con el primer nombre, su segundo, Ricardo, que
después ya utilizaría solo, sin el primero original de Manuel. También desde joven se
mezcló en política, y en 1857 secundó la sublevación del general Manuel Ignacio de
Vivanco contra el presidente Ramón Castilla, por lo que fue separado del ejercicio de su
cargo en el Cuerpo Político de la Armada del Perú.
Realizó sus estudios universitarios en el Convictorio de San Carlos, el que hacía las veces
de Facultad de Derecho de la Universidad de San Marcos.4
Se inició como masón a los 22 años en la logia chalaca del Callao Concordia Universal,3 el
4 de julio de 1855, siendo venerable maestro Damián Alzamora, orador Antonio Álvarez
del Villar y secretario José Antonio Barboza.5
En la Armada, a la que ingresó como oficial tercero en 1853, sirvió en la goleta Libertad, el
bergantín Almirante Guisse, el transporte Rímac —donde el primero de marzo de 1855
estuvo a punto de morir a consecuencia del naufragio de la nave— y el vapor Loa.6 Tomó
parte en el desembarco de Guayaquil en 1859, durante la guerra con Ecuador.
En noviembre de 1860 participó en el fallido asalto a la casa presidencial que acometió un
grupo de civiles y militares de tendendica liberal, liderados por José Gálvez. El fracaso del
golpe contra Castilla lo obligó a abandonar el Perú y el 20 de diciembre se embarcó con
destino a Chile.
En Valparaíso, adonde arribó a fines de mes, frecuentó los salones literarios, fue miembro
de la Sociedad de Amigos de la Ilustración y colaboró en la Revista del Pacífico y en
la Revista de Sud-América. Los casi tres años que pasó en esa ciudad —durante los
cuales realizó frecuentes viajes a Santiago— fueron literariamente «intensos y fructíferos».
Allí conoció a José Victorino Lastarria, Guillermo Blest Gana y otros escritores, y en las
revistas mencionadas publicó textos importantes: poesías, siete tradiciones y lo que
después derivaría en los Anales de la Inquisición de Lima que aparecerían en la capital
peruana a su regreso y con el que puede decirse que «comienza la plenitud literaria de
Palma».7
Regresó al Perú en agosto de 1863, después de ser amnistiado, y en julio del año
siguiente fue nombrado cónsul en el Pará, Brasil, cargo que aparentemente no llegó a
ejercer: obtuvo una licencia y viajó a Europa: El Havre, París, Londres. En 1865 retornó
vía Estados Unidos —se quedó un tiempo en Nueva York—, cuando Perú está ya en
pleno conflicto con España. Con el puerto del Callao bloqueado, Palma desembarca
probablemente en Paita y es nombrado asistente de Gálvez, ministro de Guerra y Marina.
Ambos participan, desde la torre La Merced del Callao, en el combate contra la escuadra
española el dos de mayo de 1866, en el que Galvéz murió cuando una bomba, disparada
desde la fragata española Almansa o desde la Blanca, cayó en unos depósitos de pólvora.
Palma se salva milagrosamente: había abandonado la torre minutos antes de la explosión.

El balneario de Chorrillos, 1843, óleo de Mauricio Rugendas.

Tomó parte en la sublevación del coronel José Balta al año siguiente, y estuvo en prisión y
desterrado brevemente en Guayaquil. Balta lo nombró su secretario particular después de
ser elegido presidente en 1868. Al poco tiempo fue elegido también senador por Loreto,
cargo que ejerció hasta 1872.8910 El asesinato de Balta, ocurrido el 26 de julio de 1872,
marca el fin de la vida política de Palma, que pasa a dedicarse exclusivamente a la
literatura. Tres años más tarde se retira a Miraflores y en 1878, se muda con su familia al
balneario de Chorrillos.
Durante la guerra con Chile participó en la defensa de Lima. Cuando las tropas
de ocupación incendiaron en enero de 1881 su casa, ubicada en el balneario de Miraflores,
Palma perdió su biblioteca y algunos manuscritos, como el de la novela Los Marañones y
sus memorias del gobierno de Balta. Perdida su casa, se traslada a Lima donde alquila
una en la calle Veracruz.
Dos años más tarde, el dueño del diario La Prensa de Buenos Aires le ofreció el cargo de
redactor literario del periódico, pero el presidente Miguel Iglesias logró convencerlo que
aceptara la dirección de la Biblioteca Nacional, que se encontraba destruida como
consecuencia de la guerra y que durante la ocupación había sido expoliada por los
chilenos. Al ocurrir esos hechos en marzo de 1881, Palma, que era a la sazón subdirector
de la Biblioteca, había redactado una carta de protesta, firmada por él y el director, Manuel
de Odriozola.11 Esto motivó que el entonces contralmirante Patricio Lynch y comandante
en jefe del ejército de ocupación, dictara prisión contra el escritor, que cumplió primero en
el segundo piso de la misma Biblioteca ocupada y después en un buque en el Callao,
donde pasó 12 días hasta que recuperó la libertad gracias a gestiones de diplomáticos
franceses y brasileños. Odriozola, contra el que también había orden de arresto, «logró
asilarse en la legación norteamericana».11
Su labor al frente de esta institución constituyó uno de sus grandes logros de su vida. Fue
en aquella época que se ganó el apelativo de "el bibliotecario mendigo",1213 porque, ante el
magro presupuesto con el que contaba, decidió utilizar su prestigio y sus contactos para
pedir a personalidades de diversos países que donaran libros. Gracias a su amistad con el
presidente de Chile Domingo Santa María (1881-1886), consiguió recuperar más de 14
000 volúmenes de manos chilenas.14 El 28 de julio de 1884 inaugura la biblioteca, que
dirige hasta febrero de 1912, cuando renuncia por discrepancias con el gobierno
de Augusto Leguía, que, en reemplazo, nombra a su enemigo, Manuel González Prada.
Verdad es que el escritor tendrá su desagravio: el nuevo gobierno del coronel Óscar R.
Benavides lo nombrará director honorario de la Biblioteca en 1914, González Prada será
destituido y su puesto lo ocupará el candidato de Palma, Luis Ulloa. Esto, sin embargo, no
durará mucho: en febrero de 1916 González Prada recupera el cargo y el famoso escritor
renuncia a su nombramiento honorario.
Ricaldo Palma, El Bibliotecario Mendigo, ya convertido en el patriarca de las letras
peruanas, se había retirado en marzo de 1912 a Miraflores, donde viviría los últimos años
de su vida.
Fue miembro correspondiente de la Real Academia Española (1878) y de la Peruana de la
Lengua —que presidió desde su fundación en 1887 hasta su renuncia en 1918, cuando
pasa a ser director honorario—, y de otras prestigiosas instituciones, como la Gran Logia
del Perú.

Vida personal[editar]

Ricardo Palma y Cristina Román con 5 hijos de la pareja y Clemente Palma.

En 1872, tuvo un hijo natural con la ecuatoriana Clemencia (o Clementina)


Ramírez: Clemente Palma, quien se convertiría en un destacado escritor. Casado desde
1876 con Cristina Román y Olivier, tuvieron 7 hijos (alguno fallecido prematuramente):
Félix Vital, Angélica, también escritora y una de las fundadoras del movimiento
feminista peruano, Ricardo, Peregrina Augusta, Cristina, Cristián y Renée Cristina.

Trayectoria literaria[editar]
Solo dos piezas de este periodo han sobrevivido: el drama Rodil (1851), redescubierto cien
años después de su estreno en 1952 por José Jiménez Borja en la biblioteca del Club
Nacional (Palma había destruido prácticamente todos los ejemplares) y la comedia El
santo de Panchita, que escribió junto con Manuel Ascencio Segura.
Su primer libro de prosa, Corona patriótica, apareció en 1853. Dos años más tarde
sale Poesías y en 1865, Armonías. Libro de un desterrado.
Su obra poética no estuvo exenta de polémica: en 1890 publicó A San Martín, poema que
provocó la protesta del gobierno chileno, que lo consideró ofensivo para su país. El último
poemario de Palma, Filigranas. Aguinaldo a mis amigos, apareció dos años más tarde. En
1865, compiló la antología Lira americana. Colección de poesías de los mejores poetas del
Perú, Chile y Bolivia.
Escultura de Palma en Bogotá.

Como periodista, colaboró en numerosos medios nacionales y extranjeros. A los 15 años,


la misma edad en la que hizo su debut literario, dirigió El Diablo, un periódico político y
satírico. Esta última vena la seguiría explotando en su colaboración con la hoja El
Burro (1852), en 1867 sería redactor principal de otro periódico satírico y político, La
Campana y diez años más tarde fundaría, junto con Acisclo Villarán y Manuel Atanasio
Fuentes (conocido como El Murciélago), La Broma (1877-1878). Fue redactor de El
Liberal, El Mercurio, La Revista de Lima —tardío órgano literario del romanticismo, que
llegó a dirigir—; colaborador de El Correo del Perú, donde publicará numerosas
tradiciones, El Correo de Lima, La Patria, El Liberal, La Prensa (Buenos Aires), El Perú
Ilustrado y de muchos otros periódicos y revistas, tanto peruanas como de otros países.
Palma destacó también en el género histórico. De su pluma salieron los Anales de la
Inquisición de Lima (1863), el polémico Monteagudo y Sánchez Carrión. Páginas de la
historia de la independencia (1877) y su Refutación a un compendio de historia del
Perú (Lima 1886). En esta obra, Palma, que era masón, lanzó un ataque contra
los jesuitas tan virulento que motivó la prohibición, por el Congreso peruano, del
establecimiento de esta orden religiosa en el país y su expulsión.
Como lingüista —Palma fue presidente de la Academia Peruana de la Lengua desde su
fundación, el 5 de mayo de 1887— abogó por la admisión de nuevos vocablos, lo que
quedó reflejado en sus libros Neologismos y americanismos (1896) y Papeletas
lexicográficas (1903).

Tradiciones peruanas[editar]
Artículo principal: Tradiciones peruanas

Los relatos breves sobre diversos temas, que comenzó a escribir a principios de los años
1859, más tarde derivarían en sus Tradiciones peruanas (en rigor, la primera vez que usó
el nombre de “tradición peruana” fue para un texto de 1854 titulado Infernum el hechicero y
que nunca fue recogido en las series). La primera serie fue publicada en 1872 el mismo
año en el que, a raíz del asesinato del presidente José Balta, decide abandonar la política
y consagrarse definitivamente a las letras.
Edición de 1893 de Tradiciones Peruanas.

Los textos que componen las Tradiciones —y que se puede decir que constituyen un
nuevo género, intermedio entre el relato y la crónica— están construidos a partir de hechos
históricos o anécdotas populares de carácter ligero y burlesco que constituyen un género
literario particular. Al primer volumen, le siguió, dos años después, otro con la segunda
serie. En total, las series fueron seis, a las que hay que agregar Ropa vieja y Ropa
apolillada. El título de Tradiciones peruanas, con el que se conocen hoy el conjunto de
esos libros, fue utilizado por primera vez en la edición barcelonesa de cuatro tomos (1893-
1896). Pero este no fue el fin de la serie: más tarde publicó Tradiciones y artículos
históricos, Cachivaches, Mis últimas tradiciones peruanas y cachivachería y Apéndice a
mis últimas tradiciones peruanas, más la edición El Palma de la juventud. Las hijas de
Palma, ya muerto el escritor, se encargaron de hacer la edición definitiva, en seis
volúmenes, de las Tradiciones peruanas, que contó con el apoyo del gobierno peruano.
Las Tradiciones han sido objeto de variados análisis, y mientras algunos han visto en ellas
a un nostálgico del pasado colonial, otros han considerado que la ironía con la que
describe ese pasado esconde una crítica social. Sea como fuere, e independientemente de
las discusiones en torno a sus méritos literarios, es innegable el impacto que esta obra
tuvo en la narrativa hispanoamericana.
Su estilo de escritura tradicionista es historia en Lima. La tradición cultivada fuera de Lima y por otra
pluma que no sea la de Palma, no se da bien, tiene poco perfume, se ve falta de color.
Rubén Darío

El historiador Raúl Porras Barrenechea, por su parte, calificó a Palma de segundo


fundador de Lima, por haber creado la imagen de esta ciudad y una visión particular sobre
su pasado, que a pesar de sus errores no ha podido ser remplazada todavía.

Tradiciones en salsa verde[editar]


Luego de terminar sus Tradiciones peruanas (conjunto de textos), desde 1901 escribe una
serie de relatos con un tono más procaz u obsceno.15 Los temas del conjunto mantienen
motivos sugerentes. En ningún momento Palma se maravilla, ni celebra al contarlo,
simplemente relata hechos o anécdotas.16
Ricardo Palma nunca firmó estos textos, aparentemente para evitar la censura de la
sociedad de aquel tiempo. Su publicación no se dio hasta 1973,17 cuya primera edición fue
producida por Francisco Carrillo y Carlos Garayar.
Tradiciones en salsa verde está compuesto por dieciocho narraciones, casi todos son
breves en su relato, contexto y conjunto.16

Correspondencia[editar]
Sus hijas Augusta y Renée editaron en 1949 la primera recopilación de sus cartas:
publicaron dos tomos con el epistolario de Palma de 1862-1918. En 1969 Carlos Miró sacó
una selección de la correspondencia del escritor titulada Cartas indiscretas y, finalmente,
entre 2005 y 2007 la Universidad Ricardo Palma publicó tres tomos de sus cartas bajo el
título de Epistolario general. Aunque esta edición es la más completa hasta el momento,
no se trata todavía de la definitiva, pues no contiene las que guarda la Biblioteca Nacional
del Perú. Además, algunos investigadores piensan que, dado que en 1997 una conocida
firma de subastas de Londres puso a la venta un lote de 50 cartas que había enviado a un
amigo argentino y que fueron adquiridas por la propia Biblioteca Nacional del Perú, todavía
habrá nuevos hallazgos.18

Figura contradictoria[editar]

Los restos de Ricardo Palma se encuentran en el Cementerio Presbítero Matías Maestro.

George W. Umphrey y Carlos García-Prada, estudiosos de la obra de Palma,


caracterizaron la contradictoria figura del escritor con las siguientes palabras:
“Ricardo Palma,era un mestizo representativo del siglo diecinu

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