La mitología coreana es un conjunto de mitos de varias épocas de Corea
que tratan sobre el origen de Corea, las fundaciones de los reinos coreanos, la cosmología y sus sentimientos. Los primeros mitos coreanos son anteriores a las creencias budistas, confucianas y taoístas, y en cambio, tienen su origen en la religión y el chamanismo tradicional coreano. Muchos mitos chamanicos coreanos antiguos se perdieron tras el surgimiento del confucianismo, y solo una facción de los mitos coreanos fueron documentados por eruditos confucianos y budistas, muchos de los cuales modificaron las historias para que se ajustaron a sus propios sistemas de creencias Mitos fundacionales
Geonguksinhwa (건국 신화) son los mitos que explican la fundación de
una nación. Los antiguos mitos fundacionales de Corea muy a menudo incluyen una historia sobre la unión de un padre del cielo y una madre de la tierra. Los mitos antiguos de Corea establecieron en cambio que los gobernantes coreanos tenían linaje divino pero no eran deidades en sí mismas.
El mito de Dangun
Dangun Wanggeom (단군왕검) fue el fundador de Gojoseon, el primer
reino de Corea. La fuente de este mito proviene de un antiguo texto llamado Dangun Kogi que data del siglo III a.C. este texto se perdió pero afortunadamente fue citado en cuatro obras de los siglos XIII y XIV. Según historiadores la que mejor representa este mito es la obra llamada Samguk Yusa (Memorias de los Tres Reinos) que fue escrita por el bonzo Iryeon. El mito cuenta que: En tiempos antiguos Hwanin el Señor Supremo del Cielo tenía un hijo llamado Hwanung, quien deseaba descender del Cielo, por lo que le pidió a su padre un país para gobernar. Su padre accedió y permitió que Hwanung eligiera el lugar que deseaba gobernar. Cuando Hwanung bajó la vista sobre la tierra, se fijó en las verdes montañas de una bella península situada entre dos grandes mares. —Aquel es el país que deseo —Indico a su padre Este acepto la preferencia de su hijo y lo envió a la tierra. Hwanung fue acompañado por tres mil siervos con la misión de ayudarle a gobernar el país, igualmente lo acompañaron tres poderosos ministros: Pung Beg, U- Sa y Un-Sa, respectivamente el Señor del Viento, el Señor de la Lluvia y el Señor de las Nubes, quienes junto a Hwanung gobernarían la salud y la enfermedad, las cosechas y las estaciones, el bien y el mal. Hwanung descendió sobre la cima de la montaña Taebaek donde construyo su hogar detrás de un árbol de sándalo sagrado, Tansu. Poco después supo de un tigre y una osa, quienes moraban en una cueva, estos acudieron a Hwanung para pedirle que los transformara en humanos. Hwanung accedió por lo que este les dio una rama de artemisa y veinte ajos, y les dijo: —Si comen esto por todo alimento y permanecen en su cueva sin ver la luz del sol por cien días, recibirán la forma humana — De esta forma, el tigre y la osa comieron los ajos y la artemisa y regresaron a su cueva. La osa fue paciente resistiendo la oscuridad y el hambre durante los cien días; pero el tigre no fue capaz y enseguida huyó hacia las montañas. Finalmente, cuando la osa salió de la cueva recibió el cuerpo de una mujer. Como no había nadie con quien la mujer se pudiese casar, ella iba todos los días a un altar cerca del árbol Tansu para pedir un hijo (otras versiones sugieren que se lo pidió a Hwanung y concebido al hijo sin padre). Hwanung cambio su forma y se casó con ella. Tuvieron un hijo llamado Dangun quien al llegar a una edad adulta se convirtió en el primer emperador humano sobre la tierra de Corea. Dangun construyo una ciudad en Peongyang y llamo a la nación Choson. Después aun en vida, traslado su capital a Asadal. A su muerte se convirtió en un Dios de la Montaña (San-Sin). Es así como el pueblo coreano nunca olvidara al primer gobernante humano de Corea, hijo de la mujer oso y origen de todos los hombres. El mito de Kim Suro
El mito “김수로왕신화” narra el origen del Rey Kim Suro, el progenitor
del clan Kim Gimhae y del Estado antiguo Geumgwan Gaya. Según el libro clásico Samguk Yusa, Geumgwan Gaya fue construido por 9 clanes que se unieron por el rey Suro. El mito coreano también dice que su reina fue de la región Ayodhya, ahora India. El mito cuenta que: Tras la creación del Universo, nadie había oído hablar de reinos, de pueblos, ni de reyes. La gente vivía en nueve clanes separados uno del otro cercanos al mar y a las faldas del Pico Guji; cada cual tenía un jefe o “gan” como se hacían llamar. Sus nombres eran Ado, Yodo, Pido, Odo, Yusu, Yuchon, Sinchon, Ochon y Singui. Cada clan era autóctono, aunque los nueve gan solían reunirse para resolver problemas de interés común. Dos veces al año celebraban ceremonias rituales llamadas Ofrendas de Primavera y Ofrendas de Otoño. El primer día de marzo, del año décimo octavo de Jianwu, los habitantes de los nueve clanes se habían reunido para celebrar el Rito de Primavera (Gyeoyongnal), y escucharon una voz misteriosa desde la cumbre norte de Guji, la cual atrajo a una multitud de dos o tres centenares de personas que la escucharon. Era una voz similar a la humana, pero toda apariencia quedo oculta. Cuando la voz pregunto: “¿Habrá alguien ahí?”, los nueve jefes contestaron “Estamos aquí”. Entonces la voz pregunto de nuevo: “¿En qué lugar estoy ahora?” y los nueve jefes respondieron de manera inmediata “Estamos en la cima del Monte Guji” La voz del cielo resonó una vez más: “Escuchad. La deidad celestial me dio una misión para venir aquí y fundar un nuevo Estado con ustedes en el que yo debo servir como rey. Por lo tanto, deben escarbar en la cumbre de la montaña y con un puñado de tierra en las manos, bailen y canten de esta manera: Tortuga. Tortuga, Muéstrame tu cabeza Si no me la muestras, Asada te comeré Si así lo hacéis se encontraran con su rey y, más alegres que nuca bailaran, esta canción se considerará como su saludo de bienvenida al nuevo rey” Los nueve jefes y su comitiva cumplieron el mandato celestial y con el alma llena de júbilo regresaron a sus hogares cantando y danzando. Así pasaron los días hasta que, un día al elevar la mirada al cielo, vieron bajar una larga cuerda de color purpura. Junto a ella descendió una caja de oro envuelta en un paño de color rojo (en otras versiones de color morado). En el interior de la caja había seis huevos de oro, redondos como el sol. La gente hizo reverencias repetidas veces; llena de alegría y admiración, a lo que luego, llevaron estos huevos dorados a la casa de Adogan, luego dejaron la caja sobre una mesa y cada quien regreso a su hogar. Al amanecer del día siguiente, después de haber pasado doce horas, la multitud se reunió otra vez y abrieron la caja; con asombro descubrieron que de los seis huevos nacieron seis niños varones. Los niños fueron reverenciados por la muchedumbre y se les bautizo con el nombre de “Kim” por haber salido de cascarones de huevo. Al que nació primero entre los seis huevos se le llamo Suro que significa “el que apareció primero”. Los seis niños crecieron bajo el cuidado de los nueve jefes, sin obedecer las leyes de este mundo puesto que los niños siguieron creciendo sin parar por diez días y diez noches hasta alcanzar los nueve pies de estatura. Los jefes de los nueve clanes decidieron, tal como estaba estipulado por el cielo, fundar un solo reino, teniendo como regente a ese ser celestial destinado a establecer el orden y las leyes necesarias en la región. De esta manera, al salir la luna llena el mismo mes que había nacido, proclamaron a Kim Suro como el primer rey del nuevo reino, conocido desde entonces como el reino del Gran Karak o Reino de Gaya. El Reino de Gaya se subdividió en seis Kayas regidos por el rey Suro y gobernadas por cada hermano.