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LA CAIDA DEL ALAMO

La caída de El Álamo (1903) de Robert Jenkins Onderdonk, representa a


Davy Crockett empuñando su rifle como un garrote contra las tropas
mexicanas que han violado los muros de la misión.

En la historia de la expansión territorial de Estados Unidos, pocos episodios alcanzan la notoriedad dramática de la
batalla de El Álamo, en la que un grupo de texanos secesionistas se enfrentó a un ejército mexicano numérica y
tecnológicamente muy superior y pereció casi hasta el último hombre. La masacre inmisericorde de los pocos que se
rindieron, lejos de consolidar la victoria de México y sus derechos sobre el territorio de Texas, sirvió para atizar el
encono y el deseo de venganza entre los rebeldes, así como para afirmar la convicción de que era preciso luchar hasta la
muerte porque el enemigo no estaba dispuesto a dar cuartel y, por consiguiente, obró a favor de los separatistas. Es
opinión común considerar esta breve campaña como el preámbulo de la guerra entre Estados Unidos y México que
habría de librarse diez años después.

 El estado de Texas, un vasto territorio despoblado del tamaño de Francia, que había sido parte del virreinato de Nueva
España y había pasado íntegro a México al tiempo de la independencia (al igual que Nuevo México y la enorme provincia
conocida por Alta California) empezaba, pocos años después, a verse infiltrado por inmigrantes anglosajones que no
tardaron en aspirar a constituir allí un país independiente. Algunos residentes de habla hispana —que reaccionaron
negativamente al centralismo que insistía en imponer en ese momento el gobierno de México— vieron con ilusión este
proyecto de independencia.

La revolución de Texas empezó en octubre de 1835 y los rebeldes derrotaron a las tropas de México en varios
enfrentamientos. Dos meses después, apenas quedaban soldados mexicanos al norte del río Grande, pero el general
Santa Anna no estaba dispuesto a aceptar los resultados de lo que consideraba un acto de piratería. En consecuencia,
armó una expedición punitiva  para recuperar Texas. Sus soldados habían recibido instrucciones de no hacer prisioneros.

 Para entonces, los soldados texanos habían establecido una guarnición en El Álamo, una antigua misión española cerca
de la ciudad de Béjar (actual San Antonio) y la habían convertido en una especie de fuerte fronterizo: un terreno de poco
más de hectárea y media, rodeado por un muro de mampostería de menos de un metro de espesor y unos dos y medio
metros de alto. Y aunque contaban con algunas piezas de artillería abandonadas por el Ejército mexicano, carecían de
suficientes municiones para ellas, así como de hombres.

Al enterarse de que el general Santa Anna se dirige hacia Béjar con un ejército de más de 6.000 soldados —que, pese a
verse diezmado por enfermedades y deserciones, resultaba un adversario formidable—, muchos texanos habitantes de
Béjar abandonan la ciudad; pero la guarnición que se encuentra en El Álamo decide, por el contrario, resistir y pide
refuerzos para hacerlo. Estos refuerzos llegan, pero en número exiguo (el total de los defensores nunca llegó a
trescientos). A James Bowie, enviado por el general Sam Houston para desmantelar el fuerte, lo convencen de que
comparta el mando con William Travis. Bowie y Travis se contarán entre los muertos.

A partir del 23 de febrero de 1836, comienza el asedio de parte de los mexicanos, el cual se prolonga, con intercambios
diarios de cañonazos y tiros de fusilería, hasta el 6 de marzo en que Santa Anna da la orden de asaltar el sitio por todos
los puntos cardinales.  Casi todos los defensores perecieron durante el asalto (incluidos los enfermos a quienes
remataron en sus camas), salvo unos pocos que se rindieron y fueron pasados por las armas. Entre estos últimos se dice
que estaba el legendario David Crockett. El total de bajas fatales de los defensores oscila, según las fuentes, entre 184 y
257. Los mexicanos tuvieron unas 600 bajas entre muertos y heridos.

El vencedor quería hacer un notable escarmiento; sin embargo, el exceso de rigor resultó contraproducente. Lejos de
intimidar o desalentar a los rebeldes, las medidas extremas impuestas por Santa Anna ayudaron a robustecer la causa
del enemigo y a darle incentivos a su lucha. El caudillo mexicano cometió el error, además, de dividir sus fuerzas, al
objeto de darles mayor movilidad, y resultó derrotado y hecho prisionero por los rebeldes en la batalla de San Jacinto
(21 de abril) que le habría de poner fin a la soberanía mexicana en Texas, territorio que no tardaría en proclamarse una
república independiente (1836-1945).

Con el tiempo, Texas pasó a ser un estado de Estados Unidos y Él Álamo entró a formar parte de la historia de la nación:
santuario de peregrinación turística y monumento a la doctrina del Destino Manifiesto.
 
LA BATALLA DE CHAPULTEPEC

La batalla de Chapultepec fue un conflicto armado que tuvo lugar el día lunes 13 de septiembre de 1847 en el cerro
llamado Chapultepec, que se ubica en las proximidades de la Ciudad de México. En el combate intervinieron los ejércitos
de Estados Unidos y de México. El motivo de la batalla, y de la invasión en general, fue que Estados Unidos deseaba
apoderarse del territorio al norte del Río Bravo, incluido Texas, por lo que México se defendió.
Las primeras batallas en el Valle de México fueron en Padierna, Churubusco y Molino del Rey, donde los
estadounidenses se alzaron con la victoria. Uno de los últimos bastiones que defendía la ciudad era el Cerro y Castillo de
Chapultepec en donde había un Colegio Militar con alrededor de 100 alumnos y 800 soldados de diferentes batallones
del ejército mexicano. Chapultepec estaba comandado por el general Nicolás Bravo, uno de los héroes de la
independencia. También estaban presentes hombres del Batallón de San Blas bajo las órdenes del teniente
coronel Felipe Santiago Xicoténcatl.
El ejército estadounidense bombardea durante todo el 12 de septiembre la línea de defensa. El día 13 hicieron el asalto
al Castillo y en este ataque fallecerían cerca de 300 soldados mexicanos, así como el comandante del Batallón de San
Blas: Felipe Santiago Xicoténcatl quien defendió la bandera y resultó herido, y así continuó combatiendo e instando a sus
hombres a continuar defendiendo el punto, lamentablemente una nueva bala lo hiere gravemente y cae envuelto en la
bandera de su batallón. La posición fue ganada con relativa facilidad por las tropas de Worth, Quitman y Pillow
El ejército de los Estados Unidos había invadido a la república mexicana. Una parte del ejército estadounidense atacaba
por el norte del país y estaba detenido en la ciudad de Saltillo, mientras que otra parte del ejército desembarcó en el
puerto de Veracruz y avanzó hasta la capital mexicana.
En aquel entonces, en el Cerro del Chapulín (Chapultepec en idioma náhuatl) se encontraban las instalaciones del
Colegio Militar estaba dirigido por el general José Mariano Monterde con cerca de 100 alumnos y un número reducido
de defensores sobrevivientes de las anteriores batallas, y auxiliada la defensa por el Batallón de San Blas al mando
del coronel Felipe Santiago Xicoténcatl. Al estar situado en un punto prominente en el poniente del Valle de México, era
uno de los últimos reductos que restaban en la defensa de la capital; el punto estaba a las órdenes del general Nicolás
Bravo, héroe de la Independencia.
La batalla del Molino del Rey fue una de las más costosas e inútiles para el plan y objeto de los invasores, pues perdieron
cerca de 800 hombres y varios de sus mejores oficiales, sin haber encontrado esa cantidad inmensa de materiales de
guerra, que ellos creían encerrados dentro del Molino. Los generales Winfield Scott y Worth, después de la batalla
tuvieron, una agria desavenencia, que más tarde ocasionó que el primero privaría del mando a Worth, y este lo acusara
al gobierno de los Estados Unidos. Para México la batalla del Molino del Rey fue un gran retroceso, en especial por la
muerte del General Antonio de León y Coronel Lucas Balderas.
Después de esa batalla los estadounidenses se retiraron de nuevo a sus cuarteles de Tacubaya, lo que dio tiempo a las
fuerzas mexicanas, para recuperar el Molino del Rey, pero sin intención de fortificarlo, y finalmente también lo
abandonaron.

Una vez rodeadas las defensas orientales del Valle de México, los estadounidenses derrotaron a al ejército mexicano en
tres principales batallas: Padierna, Churubusco y Molino del Rey. Solo quedaba entre el ejército invasor y la capital el
cerro de Chapultepec, que no era una fortaleza, sino un antiguo castillo de descanso de los virreyes españoles y que por
entonces era el domicilio del Colegio Militar de México; no obstante, a su alrededor se habían realizado
apresuradamente varias obras para fortificar el Castillo de Chapultepec. El ejército invasor bombardeó durante todo el
día 12 de septiembre la línea de defensa, así como al Castillo de Chapultepec
CORONACION DE AGUSTIN DE ITURBIDE

Agustín de lturbide convocó a un Congreso para la definición política de la nación mexicana, en el que pronto surgieron

divisiones entre los que proponían que el trono del imperio fuera ocupado por un nacido en América, los que aspiraban

a que un miembro de la casa reinante en España se trasladara a México y los que pugnaban porque el país se

transformara en una república federal. Aunado a este desacuerdo, las Cortes españolas desconocieron la Independencia

de México. Iturbide aprovechó esta situación para buscar apoyo del pueblo a favor de su postulación para dirigir el

imperio. Con el respaldo de un contingente militar de treinta y cinco mil hombres, el Congreso lo proclamó emperador.

Su coronación como Agustín I, y la de su esposa Ana María Huarte, tuvo lugar el 21 de mayo de 1822, frente al antiguo

Altar Mayor de la Catedral (destruido a principios del siglo XX). Al comienzo de su gestión, lturbide fue muy popular,

pero muchos jefes insurgentes quedaron excluidos del gobierno; el Congreso fue disuelto y quedó de manifiesto que se

impondría una monarquía de tipo absolutista. Así, su imperio duró menos de un año: Antonio López de Santa Anna

encabezó una rebelión en su contra, gracias a lo cual logró la reinstalación del Congreso y la abdicación de Agustín I en

marzo de 1823; el antiguo líder salió entonces al exilio: el Congreso decretó que, si regresaba, sería declarado traidor a la

patria. Ignorante de ello, Iturbide volvió al país, se lo capturó y fue fusilado en 1824.

¿Cuándo y dónde fue la coronación de Iturbide?

El domingo 21 de julio de 1822 tuvo lugar, en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, una ceremonia sin
precedentes: la entronización del emperador Agustín I y su esposa Ana María Huarte.
¿Que ocurrio en la coronación de Iturbide?

Con el respaldo de un contingente militar de treinta y cinco mil hombres, el Congreso lo proclamó emperador.
Su coronación como Agustín I, y la de su esposa Ana María Huarte, tuvo lugar el 21 de mayo de 1822, frente al antiguo
Altar Mayor de la Catedral (destruido a principios del siglo XX).
INDEPENDENCIA DE MEXICO

La independencia de México fue la consecuencia de un proceso político y social resuelto con las armas, que puso fin al
dominio español en la mayor parte de los territorios de Nueva España y dio inicio al Primer Imperio Mexicano. La
pérdida de esta posesión tuvo una importancia decisiva para la economía del Imperio Español, ya que los ingresos
mexicanos representaban el ochenta por ciento del total de los caudales americanos al final del periodo colonial. 2 La
guerra por la independencia mexicana inició el día 16 de septiembre de 1810, hasta la entrada del Ejército Trigarante a
la Ciudad de México, el día 27 de septiembre de 1821.
El movimiento de la independencia de Mexico tiene como marco la Ilustración y las revoluciones liberales de la última
parte del siglo XVIII. Por esa época la élite ilustrada comenzaba a reflexionar acerca de la ideas de soberanía popular y
las relaciones entre la España peninsular y el resto del imperio. Los cambios en la estructura social y política derivados
de las reformas borbónicas, a los que se sumó una profunda crisis económica en Nueva España, también generaron un
malestar entre algunos segmentos de la población.
La ocupación francesa de la metrópoli en 1808 desencadenó en Nueva España una crisis política que desembocó en el
movimiento armado. En ese año, el rey Carlos IV y Fernando VII abdicaron sucesivamente en favor de Napoleón
Bonaparte, que dejó la corona de España a su hermano José Bonaparte. Como respuesta, el ayuntamiento de México —
con apoyo del virrey José de Iturrigaray— reclamó la soberanía en ausencia del rey legítimo; la reacción condujo a
un golpe de Estado contra el virrey y llevó a la cárcel a los cabecillas del movimiento.
A pesar de la derrota de los criollos en Ciudad de México en 1808, en otras ciudades de Nueva España se reunieron
pequeños grupos de conjurados que pretendieron seguir los pasos del ayuntamiento de México. Tal fue el caso de
la conjura de Valladolid, descubierta en 1809 y cuyos participantes fueron puestos en prisión. En 1810, los conspiradores
de Querétaro estuvieron a punto de correr la misma suerte pero, al verse descubiertos, optaron por tomar las armas
el 16 de septiembre en compañía de los habitantes indígenas y campesinos del pueblo de Dolores (Guanajuato),
convocados por el cura Miguel Hidalgo y Costilla.
A partir de 1810, el movimiento independentista pasó por varias etapas según el estado militar de la insurgencia, pues
los sucesivos líderes fueron derrotados, capturados y puestos en prisión o ejecutados por las fuerzas leales a España. Al
principio se reivindicaba la soberanía popular pero se reconocía a Fernando VII como rey de España y sus colonias, luego
los líderes asumieron después posturas más radicales, incluyendo cuestiones de orden social como la abolición de la
esclavitud. José María Morelos y Pavón convocó a las provincias independentistas a conformar el Congreso de Anáhuac,
que proclamó la independencia del trono de España, disuelta para siempre jamás, y se atribuyó toda la soberanía y un
marco legal propio. Tras la derrota de Morelos, el movimiento se redujo a una guerra de guerrillas. Hacia 1820, solo
quedaban algunos núcleos rebeldes, sobre todo en la sierra Madre del Sur y en Veracruz.
En 1820, otra revolución de carácter liberal en España a partir del pronunciamiento de Riego, para someter el gobierno
despótico de Fernando VII y restablecer la Constitución de Cádiz. Al ver afectados sus intereses, los criollos decidieron
apoyar una monarquía independiente en Nueva España, para lo cual buscaron el apoyo de la resistencia
insurgente. Agustín de Iturbide dirigió el brazo militar de los conspiradores, y a principios de 1821 pudo encontrarse
con Vicente Guerrero. Se proclamó el Plan de Iguala que convocó a la reunión de todas las facciones insurgentes y contó
con el apoyo de la aristocracia y el clero de Nueva España. Una tímida y desacertada reacción del virrey Apodaca
provocó la desbandada militar y determinó el cambio de postura de las élites novohispanas que hasta entonces habían
respaldado el dominio español. Finalmente, la independencia de México se consumó el 27 de septiembre de 1821.
De esta forma, Nueva España se convirtió en el Imperio Mexicano, una efímera monarquía independiente que, tras una
revolución, dio paso a una república federal en 1823, entre conflictos internos y la separación de América Central.
Después de acabar con la resistencia de la fortaleza de San Juan de Ulúa, Veracruz, entre otros episodios de los intentos
de reconquista, incluyendo la expedición de Isidro Barradas en 1829, España reconoció la independencia de México
en 1836, tras el fallecimiento del monarca Fernando VII.
GUERRA DE TEXAS 1836

La guerra de la Independencia de Texas, o la Revolución de Texas, tuvo lugar entre el 2 de


octubre de 1835 y el 21 de abril de 1836. Las partes en conflicto fueron México y la provincia
de Texas, perteneciente jurídicamente por aquel entonces al estado de Coahuila y Texas, y
algunas partes de los Estados Unidos de América.
Los problemas entre el gobierno mexicano y los colonos angloparlantes en Texas comenzaron
con la migración intensiva de los estados vecinos esclavistas (México había abolido la
esclavitud), principalmente de Misisipi, Alabama y Tennessee, que para 1830, ya había
duplicado su población con mayoría estadounidenses. Con la promulgación de la constitución
centralista de 1835, conocida como las Siete Leyes, el presidente mexicano Antonio López de
Santa Anna dejaba sin efecto la antigua Constitución federal de 1824. Poco tiempo después,
surgieron pronunciamientos en varias regiones del país. La guerra comenzó en territorio
texano el 2 de octubre de 1835, con la batalla de Los González. Rápidamente, las fuerzas
texanas tomaron La Bahía y San Antonio Béjar, aunque pocos meses después serían
derrotadas.
Después de algunas victorias mexicanas, la guerra terminó inesperadamente con la batalla de
San Jacinto, a más de 300 kilómetros de la actual ciudad de San Antonio. En ese lugar, el
general Samuel Houston condujo a los rebeldes tejanos y a los voluntarios estadounidenses a
una aplastante victoria contra tropas mexicanas, al mando de Antonio López de Santa Anna,
saldándose con el general capturado tras la batalla. Tras la conclusión de la guerra, se
formalizó la independencia de facto de la República de Texas. El congreso mexicano nunca
aceptó el Tratado de Velasco argumentando que al estar firmado por un presidente preso, no
tenía ninguna validez legal. Prueba de ello es que entre 1842 y 1844 se llevó a cabo una
segunda campaña en Texas al mando del general Mariano Arista. Esta segunda expedición
fue una reacción del ejército a las críticas contra la inactividad del presidente Anastasio
Bustamante para recuperar Texas, un hecho que más tarde provocó su derrocamiento y el
retorno de Santa Anna a la presidencia. Texas se unió en 1845 a los Estados Unidos de
América, y las reclamaciones de ambas partes no quedarían finiquitadas hasta la guerra entre
los Estados Unidos y México, que se prolongaría entre 1846 y 1848.
GUERRA DE LOS PASTELES 1838

Guerra de los Pasteles (1838 – 1839) febrero 15, 2018 Alejo Marino 5 comentarios

Durante el siglo XIX México era considerado uno de los países más importantes del continente americano en sentido económico. De
hecho, tenía tratos comerciales destacados con países europeos. Esta distinción que marcaba al país americano no pasó
desapercibida. La guerra de los pasteles se desarrolla como una medida económica que embargó a un país rico y avanzado en
comercio en una nación que tardó en recuperarse del ataque que recibió. ¿Qué fue la guerra de los pasteles? Fue la guerra que tuvo
lugar entre los años 1838 y 1839 en la que se enfrentaron los países de Francia y México. De hecho, se le conoce a nivel histórico
como la Primera Intervención de Francia en México. Dicho acontecimiento bélico fue el fin del intento del país europeo por bloquear
la economía del país americano. Es de resaltar, que estrategias similares ya habían funcionado con otros países de América como por
ejemplo Argentina. No obstante, el ataque que recibió México y, por ende, el bloqueo económico que soportó por poco más de tres
meses fue sinónimo de retroceso y más pobreza.

Causas de la guerra de los pasteles :Aunque en el año 1821 México logró la independencia de España, el país se encontraba en un
estado de inestabilidad. Estas circunstancias de desorden empezaron a causar numerosos conflictos internos. En medio de la gran
anarquía que reinaba sobre México, distintas facciones empezaron a competir entre sí para asirse del poder. Estas circunstancias de
desorden político, económico y demográfico se hicieron notar no solo a nivel interno, sino también internacional.

Por otra parte, en el año 1828 se presentó un conflicto entre el presidente Guadalupe Victoria y el gobernador Lorenzo Zavala. Estos
enfrentamientos dieron la victoria a Zavala, quedando bajo la presidencia de México Vicente Guerrero. En medio de estos
enfrentamientos y disturbios muchos comerciantes resultaron afectados, tanto mexicanos como extranjeros. Esta situación causó un
gran malestar entre los comerciantes debido a que no recibían ningún tipo de compensación material. Personajes de la guerra de los
pasteles

Entre los personajes principales que encabezaron la guerra de los pasteles encontramos a: Anastasio Bustamante: Se desempeñó
como militar y político. Además, llegó a ejercer el cargo de presidente de México durante tres términos diferentes. Además, fue un
participante activo en los movimientos de independencia de su país, obteniendo la victoria. Sus períodos presidenciales estuvieron
marcados por la represión a los organismos extranjeros, la prensa y a todo aquel que se oponía a su mandato. Constituyó lo que se
llegó a conocer como la República Centralista.

Luis Felipe I de Francia: Fue rey de Francia a partir del año 1830. Durante su reinado se desarrollaron tres cosas: la industria, la clase
burgués y la clase obrera. Estuvo envuelto densamente en los movimientos de revolución de su país, continuando con la tradición
familiar. En el año 1838 protagonizó la guerra de los pasteles en México, al interrumpir la actividad portuaria del país americano.
Finalmente, su gobierno cayó en declive debido a problemas económicos y políticos que conllevaron a que Luis Felipe fuera
derrocado

¿Quién ganó la guerra de los pasteles? Luego de comenzar el ataque y, por ende, el bloqueo contra México, Francia logró
acorralarlos. El problema era que no tenían forma de obtener los recursos suficientes. Trataron de realizar labores de contrabando,
usando el paso de Texas. Sin embargo, el temor a que ellos también fueran víctimas de la agresión de los franceses obligó a los
tejanos a frenar cualquier clase de delito de contrabando, lo cual dejó a México sin alternativas en el campo económico. Por esta
razón, el rey de Francia y su ejército ganó esta guerra. Llegando a un pacto de paz el 9 de marzo del año 1839.

Consecuencias de la guerra de los pasteles: Para la época en la que se desarrolló la guerra de los pasteles, México era un punto
importante en la economía en el continente americano. De hecho, era uno de los proveedores más importantes para países como
Inglaterra. Por lo que, al presentarse el ataque contra el país americano, los ingleses se vieron obligados a intervenir.

Dejó un saldo de más de cien heridos y noventa muertos.

Para los franceses este conflicto significó que debían regresar la flota de barcos de guerra que habían capturado que pertenecía a la
armada mexicana.

El acuerdo de paz tuvo serias repercusiones económicas. El gobierno de Francia le exigió a México cancelar el total de 600.000 pesos
a razón de todo perjuicio que hubieran recibido aquellos ciudadanos franceses con residencia en México. Estas medidas supusieron
para los mexicanos una crisis que hizo más lenta la recuperación que la ciudad de Veracruz había sufrido durante el ataque de
Francia.

Durante aproximadamente veinte años Francia ejerció un poder en la economía de México.

La guerra de los pasteles le permitió a Santa Anna desarrollar un papel importante como líder militar. La participación que tuvo en
este conflicto le permitió ser un personaje reconocido, para después convertirse en presidente y dictador del país. Aunque había
estado del lado que fue derrotado, su participación le acreditó las credenciales suficientes como para ser una figura importante de
México.

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