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El Gran Garrote.

“El Gran Garrote”. Así se conoce a la política exterior de Estados unidos hacia
América Latina y el Caribe. Tiene su origen en las primeras décadas del siglo XX;
se originó con el presidente Theodore Roosevelt y su principal objetivo era
sostener la participación de Estados Unidos como un mediador entre los países
del norte y los países del sur. 3roC Esta política tenía la intención de poder
intervenir en todo el cono sur con el único fin de que Estados Unidos se convirtiera
en una potencia hegemónica, mientras que América Latina se convertiría en su
patio trasero.

A pesar de que esta política exterior es de hace más de un siglo, lo cierto es que
se sigue manteniendo su idea central, porque aún continúa un insistente acoso de
Estados Unidos hacia algunos países de América Latina, específicamente hacia
Venezuela. Aunque los mecanismos para apropiarse del cono sur son distintos a
los que se utilizaban hace un siglo, actualmente existen distintas dinámicas que
hacen dar cuenta que la política del Gran Garrote sigue presente. Por ejemplo, el
bombardeo mediático hacia Venezuela para construir una imagen negativa en
torno a Nicolás Maduro y el manejo que éste ha dado a su país.

La nueva Política del Gran Garrote y la Diplomacia de las


Cañoneras.

En 1901 el presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt, inició una época


de las relaciones diplomáticas e internacionales de Estados Unidos, que se
conoció como la Política del Gran Garrote, The Big Stick.

Fue la forma como atendió sus relaciones políticas, tanto internas como externas,
pero adquirió dimensión universal esta expresión, por el papel de gendarme que
Estados Unidos desarrolló a nivel internacional, actuando violentamente,
presionando fuertemente, interviniendo en asuntos internos de otros países, y
ejerciendo ocupaciones militares, cuando no provocando guerras y conflictos
políticos militares internos que le justificaran actuar e intervenir por la fuerza. 3roD
3roA
En América Latina esta frase fue más que una expresión verbal. En el Caribe fue
de aplicación constante derrocando gobiernos, imponiendo gobernantes,
interviniendo países, ocupando militarmente países, justificando tales
intervenciones en las amenazas que sufrían empresas norteamericanas o los
llamados “intereses” norteamericanos, o hasta para justificarse el pago de deudas
a Estados Unidos, con lo cual sus intervenciones le ofrecían la posibilidad de
controlar aduanas, como sucedió, para garantizarse el pago de sus deudas. 3roB
3roE

La Política del Gran Garrote, que se dio en el desarrollo de la época del


imperialismo a escala mundial, a inicios del siglo XX fue también la justificación,
por parte de Estados Unidos, de la intervención directa en asuntos internos de los
países que considerara que debería intervenir, fue la consagración de un Derecho
que estableció de intervención si estimaba que sus intereses estaban
amenazados.

El presidente Roosevelt justificaba su intervencionismo en otros países sobre las


consideraciones de injusticias crónicas, actuación ineficaz, sentido de
inconveniencia en materias sociales y políticas, relajamiento de reglas,
relajamiento de lo que consideraba la sociedad civilizada, discapacidad de
gobiernos para resolver asuntos internos, lo que podía obligar a Estados Unidos,
aunque fuera en contra de sus deseos, a actuar “con el poder de un policía
internacional”. 3roE Así, con su intervencionismo se tendía a proteger intereses
económicos y productivos de empresas norteamericanas, y a los ciudadanos
norteamericanos radicados, en esos países que intervenían, todo con el propósito
de “restablecer el orden”, eliminando líderes, caudillos o presidentes locales e
imponiendo otros bajo su servicio, su lacayato y servidumbre política. El Gran
Garrote era la etapa final de su política de presión, cuando se intervenía
militarmente.

En cierta forma fue la Política del Gran Garrote continuidad de la política que
derivó del presidente Monroe, a principios del siglo XIX, cuando declaró América
para los americanos, previendo posibles intervenciones europeas en el continente,
lo que se popularizó como América para los estadounidenses o norteamericanos.

En los inicios del imperialismo, 1890-1910, los intereses por la explotación de las
materias primas estratégicas, para la gran industria mundial y estadounidense,
provocó por parte de Estados Unidos afirmar su hegemonía e influencia
geopolítica en el continente.

La Política del Gran Garrote empezó a materializarse, frente al bloqueo naval


que le hicieran las potencias europeas a Venezuela en 1902-1903, en las primeras
acciones intervencionistas norteamericanas en el continente, antes de la Primera
Guerra Mundial y después de ella.

Así se dieron los movimientos de separación de Panamá de Colombia, apoyados


por Estados Unidos, con la intención de que se independizara Panamá para
apropiarse del Canal, como lo hizo con el Tratado que le dio el control de la franja
canalera, con motivo de la construcción del Canal por parte de intereses y
empresas norteamericanas.

Provocó Estados Unidos la guerra hispanoamericana, a finales del siglo XIX, con
la intención de apropiarse de Cuba, Puerto Rico, últimas colonias españolas en el
continente, y las Filipinas. Intervino Estados Unidos en Cuba militarmente entre
1906 y 1909, impuso la Enmienda Platt y se quedó con la Base de Guantánamo. A
Haití lo ocupó militarmente desde 1915 hasta 1934 y a República Dominicana
entre 1916 y 1924. A Nicaragua a partir de 1912 y hasta 1924 realizó una primera
ocupación militar, contra la cual se levantó el patriota nicaragüense Benjamín
Zeledón, lucha en la cual participó el general Jorge Volio Jiménez, quien en 1923
fundó el Partido Reformista, y, luego, en 1926 inició otro proceso de
intervencionismo militar que generó la lucha de Augusto César Sandino hasta
1934.

También otra manifestación de estas políticas guerreristas de Estados Unidos, y


de los países colonialistas e imperialistas que iniciaban, se dio con la llamada
Diplomacia de las Cañoneras, que correspondió, igualmente, desde finales del
siglo XIX y principios del siglo XX, para imponer tratados desiguales con países
pequeños o débiles, para lo cual movilizaba sus buques de guerra, sus cuerpos
navales y marinas, cañoneras se les decía, dispuestos a bombardear puertos,
carreteras e instalaciones civiles y obligar a los países atacados a aceptar sus
condiciones.

Parte de estas agresiones se orientaban también a imponer bases militares,


dominar territorios de esa forma, obligar a asociarse comercialmente y,
obviamente, ampliar las áreas de influencia política y de control geopolítico.

El general Smedley Butler de la Marina de Estados Unidos, llegó a afirmar: “Nos


ha ido bastante bien con Luisiana, Florida, Texas, Hawái y California, y el Tío Sam
puede tragarse a México y Centroamérica con Cuba y las Islas de las Indias
Occidentales, como postres, sin intoxicarse”.

Este general participó con estas políticas en, Tampico, México, en Cuba, en la
“limpieza”, como lo llamó, de Nicaragua, a principios del siglo XX, en República
Dominicana, y “enderezó”, según sus palabras, asuntos en Honduras en interés de
las compañías bananeras.

Estados Unidos movilizó barcos en 1919 para intervenir Costa Rica, bajo el
presidente Woodrow Wilson. Este Presidente en 1914 había ocupado Veracruz, en
México. Cuando se cumplió su centenario de nacimiento, bajo el gobierno del
Partido Liberación Nacional, presidido por Francisco Orlich, se quiso inaugurar la
autopista que conduce al Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, con su
nombre, Autopista Wilson. Por dicha, hubo protestas, intensas en su calidad y
eficientes, que impidieron que así se denominara esa autopista, con el nombre de
quien quiso intervenir con sus cañoneras en Costa Rica.

Estas formas de ejercer la diplomacia y el control político de Estados Unidos le


convirtieron en la potencia hegemónica del mundo capitalista desde la primera
mitad del siglo XX.
Durante la Guerra Fría, 1945-1990, la Diplomacia de las Cañoneras, con su
Marina, Estados Unidos la usó en distintos momentos y escenarios. Con el
presidente Clinton se llegaron a usar, como parte de su participación en la guerra
de Yugoslavia, el uso de misiles navales Tomahawk, que se acaban de volver a
usar en Siria, en versión más moderna, radares aerotransportados E-3-Awacas,
que también se tenían en la base militar en Manta, en Ecuador.

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