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Tema:

Descubrimiento y conquista de nuestra isla

Asignatura:
Historia Dominicana

Sección:
Sección 128

Maestra:
Mercedes Clark

Presentado por:
Paul Jefferson de los Santos Peña

Matricula:
22-EISM-1-028
Las capitulaciones de Santa Fe

En la localidad granadina de Santa Fe, en abril de 1492, se firmó


un acuerdo entre los Reyes Católicos y Cristóbal Colón que
cambiaría la historia del mundo y que permitiría partir al genovés
hacia las Indias poco tiempo más tarde.

Colón en la corte de Fernando el Católico. Xilografía según


un óleo de Wenzel Von Brozik. Siglo XIX.

No era la primera vez que los Reyes Católicos y Cristóbal Colón se


veían las caras. El navegante genovés ya les había expuesto su
descabellada (para algunos) idea de embarcarse rumbo a
Asia cruzando el océano Atlántico a finales de 1491. Los
reyes lo recibieron en Santa Fe (Granada) y rehusaron garantizarle
su apoyo, lo que hizo que Colón marchara al monasterio onubense
de la Rábida. Allí, tras unas semanas de reflexión y apoyado por
fray Juan Pérez, monje del monasterio que siempre creyó en su
empresa, gestó un último intento para conseguir la venia de los
reyes. Pérez había sido confesor de la reina Isabel y confió que ella
le atendería si se lo pedía.
APOYO DE PERSONAS CERCANAS A LA CORTE
Varios personajes cercanos a la corte apoyaron la empresa de
Colón y fueron esenciales a la hora de convencer
definitivamente a los Reyes Católicos. El cardenal Pedro
González de Mendoza, arzobispo de Toledo, medió para que estos
le dieran audiencia llegando a afirmar de él que se trataba de un
"hombre cuerdo y de buen ingenio y habilidad". Diego de Deza,
dominico y miembro del consejo de Salamanca, se quedó
impresionado por los argumentos de Colón, llegando a interceder a
su favor ante la reina. Luis de Santángel, receptor de las rentas
eclesiásticas de Aragón, fue quien convenció a la reina de que
aceptara todas las condiciones del genovés. Beatriz de Bobadilla,
Marquesa de Moya, y el duque de Medinaceli influyeron igualmente
para que la reina Isabel le diera audiencia y para que cediese ante
las demandas de Cristóbal Colón.
Así pues, los argumentos acabaron por convencer a Fernando e
Isabel, llegando a admitir las enormes exigencias del genovés en
términos de autoridad personal y de beneficios económicos, tal
como quedaron registradas en las definitivas Capitulaciones de
Santa Fe, suscritas el 17 de abril de 1492.

Información sacada de Historia National Geographic.


Los viajes de Cristóbal Colón
Los cuatros viajes

El primer viaje inició al zarpar del puerto de Palos el 3 de agosto


de 1492 y pisó suelo americano al descubrir las Bahamas el 12 de
octubre de 1492 denominando el lugar en su diario como
un paraíso terrenal, en ese mismo viaje también descubrió Santo
Domingo y Cuba para regresar a Palos el 15 de marzo de 1493. En
su segundo viaje partió de Cádiz el 25 de octubre llegando a la
Isla Guadalupe y descubriendo Puerto Rico y Jamaica, regresando
a Cádiz el 11 de junio de 1496.

El tercer viaje inició zarpando desde Sanlúcar de Barrameda el 30


de mayo de 1498, llegando a la Isla de Trinidad el 31 de julio, en
este viaje exploró la costa de Venezuela. El 27 de agosto de 1499
Francisco de Bobadilla encarceló a Colón por órdenes de los reyes
y lo envió a Cádiz llegando el 25 de noviembre de 1500.

Su cuarto viaje fue el último, zarpó de Sevilla el 3 de abril de


1502 y llegó a Santo Domingo el 29 de junio, exploró Honduras al
llegar el 17 de julio, el 11 de septiembre partió desde Santo
Domingo de regreso a Europa llegando a Sanlúcar de Barrameda el
7 de noviembre.
Descubrimiento de la isla Y fundación de la villa
de la Isabela y de la ciudad de Santo Domingo
La isla de la Hispaniola (La Española), actualmente ocupada por
las naciones de Haití y la República Dominicana, fue el primer
lugar del Nuevo Mundo donde los españoles formaron una colonia.
Como tal, sirvió de base logística para la conquista de la mayor
parte del Hemisferio Occidental.
Cristóbal Colón descubrió la isla el 5 de diciembre de 1492, en los
días finales de su primer viaje a “las indias”. Colón y sus
compañeros encontraron que la isla estaba habitada por una gran
población de amistosos indios Taínos (Arawacos), quienes les
dieron la bienvenida a los exploradores.

Colón estableció un asentamiento improvisado en la costa norte,


cerca de la ciudad actual de Cap Haïtien, el cual llamó La
Navidad (por ser el 25 de diciembre). Usó los restos de la
carabela Santa María, que había tenido un accidente.

La tierra era fértil, pero de mayor importancia para los españoles


fue el descubrimiento del oro que podía conseguirse por trueque
con los nativos, quienes se adornaban con joyas, o extrayéndolo
de los depósitos aluviales de la isla.
Los taínos llamaban a la isla de diversas maneras, pero lo más
común era Ayti o Hayti (tierra montañosa). Aunque inicialmente
fueron amigables hacia los españoles, estos nativos respondieron
violentamente contra la intolerancia y abusos de los recién
llegados. Cuando Colón regresó a la Hispaniola en su segundo
viaje en 1493, encontró que la Navidad había sido arrasada y
eliminados sus habitantes. Pero no era fácil detener el interés del
Viejo Mundo en la expansión y su cruzada de esparcir el
catolicismo; Colón estableció un segundo asentamiento, La
Isabela, más hacia el Este.
Luego de varios intentos de establecer colonias en la costa norte
de la Hispaniola, finalmente se estableció el primer asentamiento
permanente en el Nuevo Mundo: Santo Domingo, establecido en
la costa sur. Bajo la soberanía española, toda la isla llevó el
nombre de Santo Domingo. Los indicios de la presencia de oro —
la sangre vital del naciente sistema mercantilista— y una población
de nativos tratables que podían usarse como obreros se
combinaron para atraer a muchos españoles durante los primeros
años. La mayoría de ellos era simple aventureros que, por lo
menos inicialmente, estaban más interesados en adquirir
rápidamente riqueza más que en asentarse en la tierra. Desde los
inicios, las relaciones con los indios, a quienes maltrataban de
manera inmisericorde, se deterioraron. Movidos por las
incautaciones de alimentos y otras extorsiones, y los abusos hacia
sus mujeres, los indios se rebelaron, pero fueron dominados
definitivamente en 1495.

Resistencia indígena de la conquista


El panorama sería muy diferente al regresar el Almirante en 1493.
Una vez desembarcado en la isla, Colón observó las ruinas del
fuerte Navidad, mientras un acongojado Guacanagarí lo recibió
en su bohío y explicó lo sucedido. La guarnición se había
comportado en forma abusiva con los indígenas, especialmente
con las mujeres, lo cual motivó una furiosa reacción de caciques
vecinos, encabezados por Caonabo, quienes incendiaron el fuerte y
mataron a los treinta españoles que allí había. El ataque no pudo
ser repelido, a pesar del apoyo que Guacanagarí y su gente
prestaron a los sitiados. Una nueva realidad cobraba forma:
la resistencia al invasor que, en adelante, sería una constante de
todo el proceso de conquista de América, al igual que la actitud
colaboracionista de facciones indígenas con los españoles.
Las represalias de Colón y sus sucesores con los nativos en el
sentido de "meterle miedo a la gente", sólo engendraron más
violencia y motivaron mayores tentativas por enfrentar a los
extranjeros. Otras cargas impuestas a los taínos, como los tributos
en oro y algodón, también generaron recelos. Caonabo sería el
primer gran conductor de la resistencia taína hasta su
apresamiento y muerte; luego su mujer Anacaona continuó la
lucha hasta que, engañada por el gobernador Ovando, fue
quemada viva junto a otros caciques. En otras islas, la resistencia
se expresó en alzamientos como el liderado por el
célebre Hatuey en Cuba.
Las represalias de Colón y sus sucesores con los nativos en el
sentido de "meterle miedo a la gente", sólo engendraron más
violencia y motivaron mayores tentativas por enfrentar a los
extranjeros. Otras cargas impuestas a los taínos, como los tributos
en oro y algodón, también generaron recelos. Caonabo sería el
primer gran conductor de la resistencia taína hasta su
apresamiento y muerte; luego su mujer Anacaona continuó la
lucha hasta que, engañada por el gobernador Ovando, fue
quemada viva junto a otros caciques. En otras islas, la resistencia
se expresó en alzamientos como el liderado por el
célebre Hatuey en Cuba.

La factoría colombina
Al llegar Colón a La Española por segunda vez, en noviembre de
1493, encontró el Fuerte La Navidad destruido. Muchos de los
españoles dejados allí fueron al cacicazgo de Maguana, donde
Caonabo y los indios bajo su mando los mataron. Luego, Caonabo
y sus combatientes se dirigieron al cacicazgo de Maguá, donde
eliminaron a los restantes españoles. Ante esta situación
inesperada, Colón ordeno seguir navegando a vista de costa hasta
que debido a la fatiga de los que le acompañaban ordenó
desembarcar y fundó la primera ciudad del Nuevo Mundo a la que
llamó La Isabela.

Colón continuó con la práctica que había iniciado durante su


primera estadía, de intercambiar baratijas por oro.
Los nativos no se sentían engañados por dicho canje, porque el
sistema económico-social en que vivían no le atribuía valor
económico al oro, ni a ningún otro objeto.

El intercambio funcionó mientras los nativos estuvieron deseosos


de conocer y tener los mencionados artículos extranjeros. Pero una
vez satisfecha su curiosidad se negaron a seguir buscando oro.

Esa negativa hizo fracasar el ensayo de comercialización intentado


por Colón con los indios de Haití y de otras islas antillanas. El
mismo ha sido denominado por los historiadores la Factoría
Colombina, y se basaba en el trueque de mercancías.

Las cusas del fracaso de esta fue: las labores forzadas, los
abusos, los maltratos y las enfermedades triadas de Europa,
hicieron que el número de taínos disminuyera de varios cientos de
miles en el año 1492, a tan solo quinientas personas para 1548.

Las bulas papales


La llegada de Cristóbal Colón a América causó más que una
molestia en Portugal, pues según su rey Juan II se había pasado a
llevar el tratado de Alcacovas-Toledo. Los españoles, por su
parte, argumentaban no haber violado dicho tratado, pues Colón
no había invadido el espacio marítimo situado al sur de las
Canarias al navegar hacia el oeste. Se sucedieron entonces las
reuniones diplomáticas, pero sin resultados. En 1493, los Reyes
Católicos acudieron al papa Alejandro VI, para que mediara y
pusiera fin a la controversia que se había generado.
A partir de mayo del mismo año, el papa dictó cinco bulas
conocidas como las Bulas de Donación a los Reyes de Castilla. Tal
como señalan Charles Verlinden y Florentino Pérez-Embid, "en
ellas Alejandro VI hizo a Fernando e Isabel, reyes de Castilla, la
donación de las tierras que acababan de ser descubiertas, la
concesión allí de privilegios como los ostentados por los reyes
portugueses en su zona africana, y sobre todo mandaba que la
partición de zonas se hiciera por medio de una raya vertical a cien
leguas de las Azores y Cabo Verde". Al mismo tiempo, estas bulas
de Alejandro VI constituyeron el último gran acto de soberanía
universal del pontificado romano.
grandes rasgos, las bulas estipulaban lo siguiente:
1) Bula Inter coetera (3 de mayo de 1493): donó a los Reyes
Católicos las tierras situadas al occidente que no pertenecieran a
otros príncipes cristianos.
2) Bula Eximiae devotionis (3 de mayo de 1493): ratificó y clarificó
las concesiones hechas a los Reyes de Castilla por la bula anterior.
3) Segunda Bula Inter coetera (4 de mayo de 1493): fijó una línea
demarcatoria entre los territorios pertenecientes a España y
Portugal, situada a cien leguas al oeste de las islas Azores y Cabo
Verde. Dado que la latitud de ambos archipiélagos es diferente, la
línea no era derecha y no se podía utilizar un meridiano para
precisar la demarcación. Ello daría origen al Tratado de
Tordesillas de 1494.
4) Bula Piis fidelium (25 de junio de 1493): concedió a fray
Bernardo Boil amplias facultades espirituales, a quien los reyes
luego enviaron a encabezar la evangelización en el Nuevo Mundo.
5) Bula Dudum siquidem (26 de septiembre de 1493): precisó el
dominio castellano sobre las tierras que se descubriesen más allá
de las encontradas por Colón.
La posición de sectores de la iglesia católica
frente a la situación de los aborígenes
La Iglesia Católica desempeñó un papel muy importante en las
tareas de descubrimiento, colonización, gobierno y educación en
las Indias. En los siglos XV y XVI, el Papa tenía gran relevancia
política, además de la específicamente religiosa. Solía arbitrar
conflictos entre los Estados católicos
En 1530, Alvarado llevó de México a Francisco Marroquín, quien
fue el primer Obispo de Guatemala. Cuando asumió este cargo,
en 1537, contaba sólo con la ayuda de cuatro clérigos:
Godínez, Martín de Zuleta, Francisco de Peralta y Pedro
Rodríguez. En los años siguientes llegaron frailes de las Órdenes
religiosas: mercedarios, franciscanos, dominicos. A la de éstos
últimos pertenecían Bartolomé de Las Casas -conocido defensor
de los indios-, Luis de Cáncer, Pedro de Angulo y Rodrigo de
Ladrada
Durante la época colonial, la Iglesia impulsó decididamente la
catequización de los indios, la educación en todos los niveles
incluyendo el universitario, el desarrollo de las artes y, en general,
la alta cultura. No había entonces libertad de cultos, y la católica
era la única religión que podía practicarse. A pesar de ello, no se
atacaron violentamente las prácticas religiosas de los indios, por lo
que algunas de ellas perduran todavía
El objetivo que más tardó en concretarse fue la evangelización de
los indígenas. Durante el ciclo colombino hubo muy
pocos religiosos que integraron los viajes de exploración y, por lo
tanto, la conversión de los taínos no pasó de ser una quimera.
Recién con el establecimiento de las Órdenes Religiosas de los
Mercedarios, Franciscanos y Dominicos en La Española, en la
primera década del siglo XVI, se promovió más activamente la
cristianización. Pero a esas alturas, la realidad era dramática, pues
casi no quedaban indígenas por convertir a la fe católica. En vista
de ello, los Dominicos alzaron su voz en contra de los abusivos
sistemas laborales a que eran sometidos los aborígenes y
criticaron el pesado tributo que debían entregar a las autoridades
de la corona. Emergieron así las figuras de Antón de Montecinos y
Fray Bartolomé de las Casas, quienes dedicaron su vida a la
defensa del desamparado
Franciscanos y cultura indígena

Al iniciar los frailes su tarea de evangelización y de reprimirse, a la


fuerza la antigua religión indígena, comenzaron éstos a esconder a
sus dioses y salvarlos de la sistemática destrucción a que eran
sometidos. En un principio esto no era difícil, ya que los frailes eran
pocos y los soldados y pobladores no se preocupaban de eso, y los
indios escondían sus deidades en los montes y lugares apartados de
caminos y poblaciones, así como volver a sus antiguas ceremonias
y sacrificios, incluso humanos, como antes de la conquista. Al
enterarse de lo que los indios hacían, los frailes se indignaron y
empezaron la destrucción de ídolos, así como de templos, códices,
vestimenta y ornamentos de la cultura indígena.

La rebelión de Francisco de Roldan y la


destrucción de Cristóbal Colón gobernador de la
isla
La figura histórica de Francisco Roldán va inseparablemente unida
al conflicto que encabezó en La Española oponiéndose a la política
de los Colón. El origen de ese levantamiento ha tenido varias
explicaciones, no faltando las que le convirtieron en un auténtico
héroe y libertador. Esto último no se ajusta a lo que se sabe. Entre
las explicaciones que se deben considerar pueden destacarse las
siguientes: supo aprovechar el malestar de los españoles desde su
posición de influencia y de mando en la isla; Roldán hizo gala de
un gran resentimiento contra el adelantado situado por el
almirante en una posición de mando superior a la de Roldán, al
mismo tiempo que utilizaba como pretexto la ausencia excesiva
del almirante y hasta el rumor de que hubiera muerto; se acusaba
al adelantado —según Hernando Colón— de que “les hacía guardar
los tres votos de religión, y no faltaban ayunos y disciplinas, con
prisiones y castigos, los que imponía por la más leve culpa”; dice
también Las Casas que este enfrentamiento entre las dos
autoridades se agudizó después de que el adelantado, ejerciendo
su autoridad, recriminó los amoríos de Roldán con la mujer del
cacique Guarionex.
El desarrollo de la Revuelta Roldanista: avanzado el año de 1497,
Francisco Roldán decidió abanderar la primera protesta seria
contra los Colón, con el apoyo de no pocos españoles (al principio
setenta y luego algunos más), desesperados y hambrientos, que lo
siguieron ciegamente desde un principio, cuando escucharon que
lo que les ofrecía era el sueño de muchos.
Se alzó —dice Las Casas— con “hasta setenta hombres, los más
sanos, gente común, y algunos principales que él pudo atraer a sí,
que pretendían lo mismo que él, de los cuales yo conocí los más o
cuasi todos”.
Un hecho sucedido en La Isabela por ese tiempo refleja el
ambiente que se respiraba en la isla entre necesidades y
deserciones: la carabela que el almirante había mandado construir
para enviarla a Castilla, si hacía falta, fue inutilizada por Diego
Colón e imposibilitada de ser echada al agua por falta de jarcias y
otros aparejos. El aislamiento y la imposibilidad de comunicarse
con la Corte, unidos al malestar creciente, fueron manejados por
Roldán ante sus partidarios con soltura propalando que eran los
Colón los únicos culpables y dando origen a la primera gran
rebelión de españoles.

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