Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
AÑO: 2020
CURSO: 4° AÑO
PROGRAMA 2020
ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE
GUIA DIDACTICA
(LEAN PRIMERO TODOS LOS TEXTOS Y LUEGO RESPONDAN CON SUS PROPIAS
PALAB RAS , NO VALE EL CORTE Y PEGUE)
1) ¿Qué fue el Nazismo? ¿Cuáles eran las ideas que impulsaban en sus orígenes , que
influencias ejercía en ellas el contexto político, social económico de la Posguerra y que
sectores fueron los primeros en apoyarlos?
2) ¿Cómo accedió al poder , cuáles fueron las características principales del nazismo y
cuáles fueron sus consecuencias para el mundo?
3) Explique el concepto de Totalitarismo y las 10 características más importantes del
régimen totalitario nazi
4) Analice similitudes y diferencias entre el fenómeno nazi en Alemania , el fenómeno
fascista en Italia y el Estalinismo soviético
5) ¿Cómo se desarrolló la Segunda Guerra Mundial? ¿Por qué hablamos de TERROR
ATOMICO?
TEXTO N° 1
Nazismo
Ideología política surgida en Alemania, luego de la Primera Guerra
Mundial.
¿Qué fue el nazismo?
El nazismo, también llamado nacionalsocialismo o Partido Nazi,
fue una ideología política surgida en Alemania luego de
la Primera Guerra Mundial. Simultáneamente,
el fascismo cobraba fuerza en Italia, Rumania, Bulgaria, España,
Portugal y otros países de Europa.
El creador y principal dirigente del nazismo fue Adolf Hitler, quien
gobernó el Estado alemán desde 1933 hasta 1945.
Esta ideología de extrema derecha rechazaba tanto la
democracia liberal como los regímenes socialistas de partido
único, basados en el marxismo. Además, afirmaba la superioridad
de la raza aria y su derecho a gobernar el mundo.
El símbolo del nazismo era la cruz esvástica y
sus métodos totalitarios de gobierno incluyeron la violencia
callejera, la persecución de los dirigentes opositores, la
discriminación de las minorías y diversos conflictos armados con
países vecinos.
Asimismo, se considera al nazismo como el principal responsable
de que se desencadenara la Segunda Guerra Mundial.
De esta forma, el Nuevo Reichstag (la cámara baja del parlamento) pasó en
el año 1933 una “Ley de Habilitación” con el fin de acabar con el estrés del
Estado y la nación. Por medio de este acto, todo el poder del país fue
transferido a Hitler, quien dio inicio a la era nazi en toda Alemania.
El Partido Nazi fue avalado por la ley como el encargado de proteger los
ideales del Estado Alemán. La esvástica era el emblema del Estado y su
líder era el jefe de Estado.
3 – Pureza de la raza
5 – La economía nazi
6 – Estado de terror
Este suceso fue la cúspide del terror nazi frente a los judíos, como el peor y
más aterrador caso de persecución y xenofobia registrado en la historia.
Esta es probablemente una de las características más destacables de la
Alemania nazi.
8 – Propaganda
Por otro lado, la esvástica fue usada en la bandera nazi y para el año 1935
ésta se convirtió en la bandera de Alemania.
En las reuniones de Núremberg, miles de personas tenían que gritar al
unísono “Sieg Heil” y las personas eran forzadas a decir “Heil Hitler” cuando
pasaban junto a otras personas en la calle.
La radio, los libros y las películas promovían el odio por los judíos y la
grandeza de Hitler y el nazismo. De esta forma, la propaganda contribuyó
con la modificación de las creencias de las personas frente al nazismo y los
judíos.
9 – Antisemitismo
Todos los judíos fueron revocados de los cargos del gobierno y labores
profesionales. En 1934, los judíos fueron excluidos de lugares públicos,
incluyendo parques y piscinas. Todo esto se debía a la voluntad de Hitler
por preservar la pureza de la raza aria.
10 – Política exterior
Referencias
Aunque es posible reconocer continuidades entre ideas y sentimientos gestados a fines del
siglo xix y los asumidos más tarde por los fascistas, muy seguramente, sin la catástrofe de
la Gran Guerra y la miseria social derivada de la crisis económica de 1929, el nazifascismo
no se hubiera concretado.
AFICHE DE PROPAGANDA
El fenómeno fascista solo prosperó donde confluyeron una serie de elementos que le
ofrecieron un terreno propicio. En este sentido, Italia y Alemania compartían rasgos
significativos: el régimen liberal carecía de bases sólidas, y existía un alto grado de
movilización social: no solo la de la clase obrera que adhería al socialismo, también la del
campesinado y los sectores medios decididamente antisocialistas. Este escenario fue
resultado de un proceso en el que se combinaron diferentes factores. Si bien la trayectoria
de cada país fue singular, es factible identificar algunos procesos compartidos. En primer
lugar, el ingreso tardío, pero a un ritmo acelerado, a la industrialización dio lugar a
contradicciones sociales profundas y difíciles de manejar. Por una parte, porque la
aparición de una clase obrera altamente concentrada en grandes unidades industriales y
cohesionada en organizaciones sindicales potentes acentuó la intensidad de los conflictos
sociales. Por otra, porque la presencia de sectores preindustriales –artesanos, pequeños
comerciantes, terratenientes, rentistas– junto al avance de los nuevos actores sociales –
obreros y empresarios– configuró una sociedad muy heterogénea atravesada abruptamente
por diferentes demandas de difícil resolución en el plano político. En segundo lugar, la
irrupción de un electorado masivo, debido a las reformas electorales de 1911 en Italia y de
1919 en Alemania, socavó la gestión de la política por los notables, pero sin que las elites
fueran capaces de organizar partidos de masas: esto lo harían los fascistas. Por último, tanto
Italia como Alemania, aunque estuvieron en bandos opuestos en la Primera Guerra,
vivenciaron los términos de la paz como nación humillada. En Alemania especialmente, el
sentimiento de agravio respecto de Versalles estaba ampliamente extendido; no fue un
aporte original del nazismo buscar la revancha contra los vencedores de la Gran Guerra.
Ernst Jünger.
Las condiciones que hicieron posible el arraigo del fascismo son solo una parte del
problema para explicar el éxito de los fascistas. También es preciso dar cuenta de qué
ofrecieron, cómo lo hicieron y quiénes acudieron a su convocatoria.
El fascismo tuvo una base social heterogénea. Recogió especialmente el apoyo de la clase
media temerosa del socialismo, de los propietarios rurales, de los grupos más inestables y
desarraigados, de la juventud, y particularmente de los excombatientes que constituyeron el
núcleo de las primeras formaciones paramilitares; también logró el reconocimiento de
sectores de la clase obrera atraídos por sus promesas sociales.
Los fascistas y los nazis llegaron al gobierno en virtud de su capacidad para recoger
demandas y agravios variados, y también porque lograron convencer a los grupos de poder
de que podían representar sus intereses y satisfacer sus ambiciones mejor que cualquier
partido tradicional. Los elencos políticos a cargo del gobierno, en Italia y Alemania,
decidieron aliarse con los fascistas y los nazis convencidos de que podrían ponerlos a su
servicio para liquidar a la izquierda y preservar el statu quo. Los grandes capitalistas, por su
parte, no manifestaron una adhesión ni temprana ni calurosa a los movimientos fascistas.
Aunque el tono anticapitalista del fascismo fue selectivo y rápidamente se moderó, el
carácter plebeyo de los movimientos generaba reservas entre los grandes propietarios.
Hasta el ingreso al gobierno de Hitler, por ejemplo, las contribuciones económicas fueron
destinadas en primer lugar a los conservadores, la opción preferida por los capitales más
concentrados. Pero estos no pusieron objeciones a la designación de los líderes fascistas
como jefes de gobierno. Una vez en el poder, ni Hitler ni Mussolini cuestionaron el
capitalismo, pero subordinaron su marcha y fines, especialmente a partir de la guerra, a la
realización del “destino glorioso de la nación”. Ellos asumieron ser sus auténticos
intérpretes.
Desde el gobierno, ambos líderes, a diferentes ritmos –y con mayor decisión el Führer–
avanzaron en revolucionar el Estado y la sociedad mediante las organizaciones paralelas del
partido. Estas actuaron como corrosivo de los organismos estatales –Magistratura, Policía,
Ejército, autoridades locales– y buscaron remodelar la sociedad, desde las intervenciones
sobre la educación, pasando por la organización del uso del tiempo libre, hasta, muy
especialmente, el encuadramiento y movilización de las juventudes, para crear el hombre
nuevo. Los jefes máximos nunca llegaron a imponer sus directivas de arriba hacia abajo en
forma acabadamente ordenada. La presencia de diferentes camarillas en pugna confirió un
carácter en gran medida caótico a la marcha del régimen, sin que por eso el Duce o el
Führer fueran dictadores débiles.
El terror fue un componente de ambos regímenes, mucho más central en el nazismo, pero
fue solo uno de los instrumentos para lograr la subordinación de la sociedad; también se
recurrió a la concesión de beneficios y la integración de la población en nuevos
organismos. Si bien los fascistas suprimieron los sindicatos independientes y los partidos
socialistas, su política apuntó a integrar material y culturalmente a la clase obrera. Al
mismo tiempo que subordinaba a los trabajadores políticamente y los disciplinaba
socialmente, el fascismo promovió la idea de igualdad y la disolución de las jerarquías: el
plato único nacional, la fuerza con alegría, el Volkswagen para todos, el Frente Alemán del
Trabajo, el Dopolavoro fueron manifestaciones, bastante eficaces, del afán por crear la
comunidad popular. La contribución más importante del nazismo en el plano social fue
restablecer el pleno empleo antes de finales de 1935, mediante la ruptura radical con la
ortodoxia económica liberal. Los fascistas se pronunciaron a favor de un nuevo tipo de
organización económico-social. Como expresión de su vocación revolucionaria y a la vez
anticomunista, el fascismo contrapuso, al socialismo internacionalista, un socialismo
nacional y autárquico que combinaba la intervención estatal en la economía con la
propiedad privada. Por lo general defendió un sistema corporativo que integrara los
distintos grupos y clases sociales bajo la dirección del partido, y fuera capaz de acabar con
la lucha de clases.
El fascismo fue centralmente una forma de hacer política y acumular poder para llegar al
gobierno, primero, y para “revolucionar” el Estado y la sociedad después. Desde esta
perspectiva, el fascismo se presentó simultáneamente como alternativa al impotente
liberalismo burgués frente al avance de la izquierda, como decidido competidor y violento
contendiente del comunismo y como eficaz restaurador del orden social. En la ejecución de
estas tareas se distinguió de los autoritarios tradicionales porque no se limitó a ejercer la
violencia desde arriba. Los fascismos se destacaron por su capacidad para movilizar a las
masas apelando a mitos nacionales. El partido único y las organizaciones paramilitares
fueron instrumentos esenciales para el reclutamiento de efectivos, para la toma y la
conservación del poder, y su estilo político se definió por la importancia concedida a la
propaganda, la escenografía y los símbolos capaces de suscitar fuertes emociones. Los
fascistas organizaron la movilización de las masas, no para contar con súbditos pasivos,
sino con soldados fanáticos y convencidos. Su contrarrevolución fue en gran medida
revolucionaria, aunque en un sentido diferente del de la revolución burguesa y la revolución
socialista.
Totalitarismo: Concepto
Por
Daniela Rodríguez
El culto a la personalidad
La figura del líder fue convertida
en objeto de culto. Mediante una Propaganda
infatigable propaganda fueron
ensalzadas las supuestas dotes
del “gran benefactor” y "padre", a
quien se otorgaba la cualidad
de conductor del pueblo ruso.
Simultáneamente se eliminó el más leve
rastro que constituyese un testimonio de
la actividad política de sus adversarios.
Los manuales de historia fueron
reescritos, las fotografías fueron trucadas,
Propaganda se alteraron hechos, lugares y
protagonistas, potenciando la imagen del
dictador y deslegitimando la de sus
antagonistas.
El centralismo burocrático
La Constitución de 1936, que modificaba la de 1924, configuró un Estado
totalitario en el que quedaba reforzado el poder del Partido Comunista frente al
resto de las instituciones, sus integrantes debían ser obligatoriamente militantes
de aquel.
El régimen de terror
El mecanismo utilizado por Stalin para llevar
a cabo su política y acallar las voces
disidentes, fue el régimen de terror. Éste
afectó a señalados líderes de la revolución,
Clip de vídeo
oficiales del ejército, cuadros, militantes del
PCUS, intelectuales y técnicos responsables
de la planificación económica.
¿Quiénes se enfrentaron?
Hasta 1941 la guerra tuvo carácter marcadamente europeo. Se enfrentaban
Inglaterra y Francia contra Alemania e Italia. Pero en 1941 ocurren dos
hechos que cambiarán la historia: los nazis invaden la Unión Soviética, lo
que provoca la entrada de este país en el conflicto; y los japoneses atacan
la base norteamericana de Pearl Harbor en el Pacífico, provocando en
ingreso de los EEUU a la guerra. De esta manera quedaron conformados los
dos bandos: los aliados: Inglaterra, EEUU, y la URSS (Francia había sido
ocupada por los nazis en 1940); y las potencias del eje: Alemania, Italia y
Japón.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar
TEXTO N° 7
(…)
La suerte que corrieron los doctores Fujii, Kanda y Machii —y, puesto que
sus casos son típicos, la que corrió la mayoría de los médicos y cirujanos de
Hiroshima—, con sus oficinas y hospitales destruidos, sus equipos
dispersos, sus cuerpos incapacitados en grados diversos, explicó por qué no
se atendió a muchos ciudadanos heridos y por qué muchos que habrían
podido salvarse murieron. De ciento cincuenta doctores en la ciudad,
sesenta y cinco fallecieron, y los demás resultaron heridos. De 1.780
enfermeras, 1.654 murieron o estaban demasiado graves para trabajar. En
el hospital más grande, el de la Cruz Roja, solo seis doctores de treinta
eran capaces de trabajar, lo mismo que solo diez enfermeras entre más de
doscientas. El único médico ileso del personal de la Cruz Roja fue el doctor
Sasaki. Tras la explosión, se dirigió a toda prisa al almacén para buscar
vendajes. Como todas las que había visto mientras corría por el hospital,
esta habitación estaba en total caos: botellas de medicina despedidas
desde las estanterías y rotas, ungüentos salpicados sobre las paredes,
instrumentos desparramados por todas partes. Cogió varios vendajes y una
botella de mercurocromo que no estaba rota, volvió junto al cirujano jefe y
le vendó sus heridas. Entonces salió al corredor y comenzó a atender a los
pacientes heridos, a las enfermeras y a los doctores. Pero cometía tantos
errores que tomó un par de lentes de la cara de una enfermera herida, y,
aunque solo compensaban parcialmente los defectos de su visión, eran
mejor que nada. (Habría de depender de ellos durante más de un mes.)
El doctor Sasaki trabajaba sin método, atendiendo primero a los que tenía
más cerca, y pronto notó que el corredor parecía llenarse más y más.
Mezcladas con las excoriaciones y las laceraciones que la mayoría de los
pacientes había sufrido, el doctor empezó a encontrar quemaduras
espantosas. Se percató entonces de que empezaban a llegar del exterior
avalanchas de víctimas. Eran tantas que el doctor comenzó a postergar a
los heridos más leves; decidió que lo único que podía hacer era evitar que
la gente muriera desangrada. Poco después había pacientes acuclillados
sobre el suelo de la sala, en los laboratorios y en todas las otras
habitaciones, y en los corredores, y en las escaleras, y en el zaguán de
entrada, y bajo la puerta cochera, y sobre las escaleras de piedra del
frente, y en la entrada y en el patio, y a lo largo de varias manzanas en
ambas direcciones de la calle. Los heridos ayudaban a los mutilados;
familiares desfigurados se apoyaban los unos en los otros. Muchos
vomitaban. Numerosas alumnas —algunas de aquellas que habían salido de
sus clases para trabajar en la apertura de corredores cortafuegos—
llegaban al hospital arrastrándose. En una ciudad de 245.000 habitantes,
cerca de cien mil habían muerto o recibido heridas mortales en un solo
ataque; cien mil más estaban heridos. Al menos diez mil de los heridos se
las arreglaron para llegar al mejor hospital de la ciudad, que no estaba a la
altura de semejante invasión, pues tenía solo seiscientas camas, y todas
estaban ocupadas. En la multitud sofocante del hospital los heridos lloraban
y gritaban, buscando ser escuchados por el doctor Sasaki: “Sensei”,
“¡Doctor!”. Los más leves se acercaban a él y le tiraban de la manga para
que fuera a atender a los más graves. Arrastrado de aquí para allá sobre
sus pies descalzos, apabullado por la cantidad de gente, pasmado ante
tanta carne viva, el doctor Sasaki perdió por completo el sentido de la
profesión y dejó de comportarse como un cirujano habilidoso y un hombre
comprensivo; se transformó en un autómata que mecánicamente limpiaba,
untaba, vendaba, limpiaba, untaba, vendaba.