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4° Trabajo Practico Virtual

MATERIA : PROGRAMA HISTORIA CONTEMPORANEA 5

AÑO: 2020

CURSO: 4° AÑO

PROFESOR: CORREA GUSTAVO FABIAN

PROGRAMA 2020

Modulo II EL CORTO SIGLO XX.

1° Parte: El Mundo en Guerra

La Primera Guerra Mundial Características y alcances. La Revolución Bolchevique


y la expansión comunista. El tratado de Versalles y los nuevos conflictos de
entreguerras. La crisis de las democracias burguesas y el fin del capitalismo liberal
El Crac del 29. El intervencionismo estatal. El “New Deal” en EEUU. Los
Regímenes Totalitarios. Fascismo en Italia, Nazismo en Alemania. Estalinismo en
la URSS. El expansionismo nazi y La Segunda Guerra Mundial: genocidio y terror
nuclear. FIN DE LA PRIMERA PARTE

ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE

1) REALIZAR UNA LECTURA ATENTA Y COMPRENSIVA DE LOS


TEXTOS ASIGNADOS

2) COMPLETAR Y RESPONDER LA GUIA DIDACTICA PROPUESTA A


PARTIR DE LA CONSTRUCCION SINTESIS ARGUMENTADAS,

Consultas y FECHA DE PRESENTACION DEL TRABAJO PRACTICO

10-08-20. ENVIAR Al mail: correagustavofabian@gmail.com

GUIA DIDACTICA

(LEAN PRIMERO TODOS LOS TEXTOS Y LUEGO RESPONDAN CON SUS PROPIAS
PALAB RAS , NO VALE EL CORTE Y PEGUE)
1) ¿Qué fue el Nazismo? ¿Cuáles eran las ideas que impulsaban en sus orígenes , que
influencias ejercía en ellas el contexto político, social económico de la Posguerra y que
sectores fueron los primeros en apoyarlos?
2) ¿Cómo accedió al poder , cuáles fueron las características principales del nazismo y
cuáles fueron sus consecuencias para el mundo?
3) Explique el concepto de Totalitarismo y las 10 características más importantes del
régimen totalitario nazi
4) Analice similitudes y diferencias entre el fenómeno nazi en Alemania , el fenómeno
fascista en Italia y el Estalinismo soviético
5) ¿Cómo se desarrolló la Segunda Guerra Mundial? ¿Por qué hablamos de TERROR
ATOMICO?

TEXTO N° 1

Nazismo
Ideología política surgida en Alemania, luego de la Primera Guerra
Mundial. 
¿Qué fue el nazismo?
El nazismo, también llamado nacionalsocialismo o Partido Nazi,
fue una ideología política surgida en Alemania luego de
la Primera Guerra Mundial. Simultáneamente,
el fascismo cobraba fuerza en Italia, Rumania, Bulgaria, España,
Portugal y otros países de Europa.
El creador y principal dirigente del nazismo fue Adolf Hitler, quien
gobernó el Estado alemán desde 1933 hasta 1945.
Esta ideología de extrema derecha rechazaba tanto la
democracia liberal como los regímenes socialistas de partido
único, basados en el marxismo. Además, afirmaba la superioridad
de la raza aria y su derecho a gobernar el mundo.
El símbolo del nazismo era la cruz esvástica y
sus métodos totalitarios de gobierno incluyeron la violencia
callejera, la persecución de los dirigentes opositores, la
discriminación de las minorías y diversos conflictos armados con
países vecinos.
Asimismo, se considera al nazismo como el principal responsable
de que se desencadenara la Segunda Guerra Mundial.

Características del nazismo


Las principales características del nazismo fueron las siguientes:

 Concentró todos los resortes del Estado en una sola


persona, Adolf Hitler, caracterizado como líder único e
infalible, que exigía la obediencia absoluta de sus
subordinados. Por esa razón se lo considera
un movimiento totalitario y autoritario en el que el
poder emana del líder y no del pueblo.
 Rechazó el sistema democrático, proclamó al Partido
Nazi como el único de Alemania y persiguió y reprimió a
los opositores.
 Sostenía ideas racistas que pretendían la superioridad
de la raza aria y la inferioridad de todas las demás. Esto
dio lugar al culto de la fuerza y condujo a la eliminación de
las minorías étnicas y a la implementación de métodos
de control reproductivo para «perfeccionar» la raza aria.
 Defendió el pangermanismo, que fomentaba la unión
política y cultural de todos los pueblos de origen
germánico.
 Implementó políticas imperialistas y expansionistas,
que promovieron la conquista de territorios en busca de
un espacio vital que asegurara la provisión de
combustibles y materias primas a la Alemania de
entreguerras.
 Manipuló los medios de comunicación y
la educación para obtener el apoyo popular. Las
propagandas en cine, radio, diarios y televisión jugaron un
rol fundamental en la estrategia del nazismo para difundir
su ideología. La finalidad de este control era mantener
aglutinado al pueblo alemán en torno a ciertos objetivos,
como vengar la derrota en la Primera Guerra Mundial,
abolir el Tratado de Versalles, hacer de Alemania la
primera potencia mundial y mantener la pureza de la raza
aria.
El régimen nazi fomentaba los desfiles militares y de diversos
sectores de la sociedad (estudiantes, trabajadores, etc.) para
mostrar el orden y la disciplina del pueblo alemán y su adhesión
ciega e incondicional a Hitler.

Origen del nazismo


La primera expresión política del nazismo fue el Partido Obrero
Alemán (DAP), fundado por Anton Drexler el 5 de enero de 1919.
Hitler se unió a esta agrupación en julio de ese año y en poco
tiempo se transformó en el líder indiscutido del
rebautizado Partido Nacional Socialista Obrero
Alemán (NSDAP).
Adolf Hitler había nacido en Austria, en 1889, y combatido
como soldado (ascendido a cabo) durante la Primera Guerra
Mundial. En 1923, Hitler intentó tomar el poder por la fuerza, pero
el fracaso de su golpe de Estado lo llevó a pasar once meses en
prisión. Allí escribió Mi lucha, una obra en la que clarificó la
ideología del nazismo y expuso sus proyectos antisemitas,
anticomunistas y pangermanistas.
Luego de recuperar la libertad, Hitler condujo el ascenso del
partido hasta ganar las elecciones de 1933. Accedió así al cargo
de canciller de Alemania, con facultades similares a las de un
primer ministro. Una vez en el poder, clausuró el Parlamento y
estableció una dictadura que puso un fin a la República de
Weimar, vigente desde 1918.
Causas y consecuencias del nazismo
Causas
Las principales causas del surgimiento del nazismo fueron las
siguientes:

 La derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial,


que dejó al país inmerso en una grave crisis económica,
política y social.
 Las excesivas sanciones impuestas a Alemania por el
Tratado de Versalles, en concepto de reparaciones de
guerra.
 La Gran Depresión, que siguió a la crisis económica de
1929 y paralizó la economía alemana, dejando millones
de desocupados y sumiendo a gran parte de la población
en la desesperación y la pobreza.
 El aumento de popularidad del fascismo que, frente a la
crisis económica y social, las huelgas y protestas
callejeras, aparecía como un movimiento capaz de
restaurar el orden político y social.
Consecuencias
Las principales consecuencias del ascenso del nazismo al poder
fueron:

 La sanción de las Leyes de Núremberg, una serie de


disposiciones de carácter racista y antisemita adoptadas
en 1935, que consagraron la discriminación legal de los
judíos y su apartamiento de la sociedad alemana.
 El aumento del poderío militar y las pretensiones
expansionistas del gobierno de Hitler, que dieron lugar al
estallido de la Segunda Guerra Mundial, en 1939.
 El asesinato de millones de personas (judíos, gitanos,
homosexuales, testigos de Jehová y otras minorías) en
los campos de concentración y extermino montados
por el régimen nazi durante la guerra. Los principales
responsables de esos crímenes de lesa humanidad fueron
juzgados y condenados a muerte o cadena perpetua en
los Juicios de Núremberg, llevados a cabo entre 1945 y
1946.
 La ocupación militar de Alemania por las tropas de los
Aliados, que derivó en la división del país en dos Estados,
uno capitalista y otro socialista. En Berlín, la capital de
Alemania Oriental, se construyó en 1961 el muro de
Berlín para dividir la parte oriental de la ciudad de la
occidental.
Luego de las muertes de Hitler y Mussolini, en 1945, el fascismo
perdió popularidad y se transformó, tanto en Italia como en
Alemania, en un movimiento político minoritario. A pesar de ello,
en la actualidad existen diversos partidos neo nazis de Europa
que reivindican la figura de Hitler, niegan el Holocausto y
pretenden revitalizar el nazismo para volver al poder.
TEXTO N°2

Las 10 Características del Nazismo Más


Importantes
Por

 Tatiana Mejia Jervis

El nazismo es el partido político fundado por Adolf Hitler después de la


derrota alemana en la  Primera Guerra Mundial  y se caracterizó por ser un
movimiento político ultranacionalista que se basaba en el rechazo a los
ideales liberales-democráticos de la época y en el violento repudio al
Tratado de Versalles, al que consideraban como una traición del gobierno
democrático – socialista de la Republica del Weimar que lo había firmado al
haber asumido el poder de urgencia a pedido del Parlamento luego de la
huida de la monarquia y del ejercito prusiana ante la desastrosa derrota de
la guerra por ellos promovida

El nazismo buscaba alentaba sentimientos de patriotismo odio y venganza


en el pueblo hacia el gobierno democratico culpándolo por aceptar lo que
consideraba las humillaciones impuestas por los aliados para la rendición
incondicional.

Por declararse enemigo de socialistas y comunistas y ante el peligro del


avance de la revolución bolchevique es Rusia, el partido gano
rápidamente el apoyo de las grandes empresas industriales y de la
poderosa aristocracia terrateniente alemana , pero luego de la crisis
económica del 1929, también de la clase media empobrecida y de la clase
trabajadora desocupada
El Partido Nazi se presentó a sí mismo inicialmente como la respuesta
nacionalista al socialismo internacional. De esta manera, atrajo la atención
de aquellos que no creían en el resurgimiento del gobierno alemán después
de la catástrofe resultante de la Primera Guerra Mundial.



La constitución de Weimar en 1919 avalaba el desarrollo de una


democracia completa, pero el gobierno que apareció durante esta época era
incapaz de contrarrestar el peso de la difícil situación derivada del resultado
de la Primera Guerra Mundial.

La falta de satisfacción con las instituciones parlamentarias llevó a la


creación del Partido Nazi con Adolf Hitler como su líder a partir del año
1933. Una de las características más importantes del Partido Nazi fue su
capacidad para transformar la estructura del Estado Alemán en
relativamente poco tiempo.

De esta forma, el Nuevo Reichstag (la cámara baja del parlamento) pasó en
el año 1933 una “Ley de Habilitación” con el fin de acabar con el estrés del
Estado y la nación. Por medio de este acto, todo el poder del país fue
transferido a Hitler, quien dio inicio a la era nazi en toda Alemania.

Características Totalitarias del Regimen


Nazi
El Regimen Nazi comandado por Hitler contaba con las siguientes
características Totalitarias:
1 – Totalitario

Todo el Estado Alemán se encontraba incluido por el Partido Nazi. La


subordinación de lo individual frente al Estado omnipotente se expresaba
de múltiples maneras.

La libertad de expresión y de agrupación fueron abolidas, es así como todos


los medios que pudieran dar forma a la opinión pública –prensa, teatro,
cine, radio, escuelas y universidades- se encontraban bajo un completo
control del Estado. También, todos los partidos políticos y gremios fueron
disueltos.

La vida cultural y social fue controlada y supervisada por el Estado. En


octubre de 1933, una Cámara de Cultura del Reich fue instaurada, bajo la
supervisión y control de Dr. Goebbels, quien debía velar por todos los
aspectos culturales de la vida.

Con relación a la vida económica, el ministro de economía fue designado


como el encargado de velar por el bienestar de la economía de Alemania,
pudiendo realizar cualquier acción que considerase necesaria para
mantener dicho bienestar (History, 2014).

2 – Un Estado con un solo partido

La Alemania nazi era un Estado con un solo partido. Únicamente el Partido


Nacional Socialista era legalmente reconocido.

El Partido Nazi fue avalado por la ley como el encargado de proteger los
ideales del Estado Alemán. La esvástica era el emblema del Estado y su
líder era el jefe de Estado.

Numerosos poderes fueron transferido a las organizaciones del partido,


como el derecho de los consejeros municipales de congregarse, la selección
de los jurados y miembros de las mesas directivas de las instituciones
educativas, la investigación de los antecedentes de las personas, y el
acceso a cualquier asunto del Estado.

3 – Pureza de la raza

El Estado nazi reclamaba ser descendiente de la raza nórdica. Es así como


afirmaba que la familia de los alemanes pertenecía a la familia de los
nórdicos, quienes habían sido los encargados de alcanzar los mayores
logros en los anales de la historia.

Por esta razón, el Estado consideraba que la nación debía mantener su


registro racial impecable y glorioso, con una única raza que fuese pura y
preservada sin ser contaminada por razas inferiores, como la judía.

Es así como, la Alemania nazi no solo arrebató las pertenencias de los


judíos que habitaban dentro de su territorio, también los sometió a una
brutal persecución.

4 – Un solo líder responsable

El Estado nazi se basaba en el principio de que solo existía un líder


responsable –de forma directa o indirecta- por la vida y el comportamiento
de todos los individuos del Estado. Este líder supremo era Adolf Hitler.

Las acciones y decisiones del líder no eran sujetas a ningún tipo de


escrutinio o crítica, ya que se asumía que eran correctas.

La democracia y cualquier charla sobre un Estado en el que el pueblo


tuviese el poder eran un autoengaño, ya que todo el poder del Estado
pertenecía a un solo líder.
Por lo tanto, su voluntad era considerada como ley. Aquellos que se
opusieran a la voluntad del líder, eran forzados a obedecerla, de lo
contrario serían arrojados a campos de concentración.

5 – La economía nazi

Con el objetivo de mejorar la economía nazi, el ministro de finanzas tenía el


objetivo de hacer de Alemania un país autosuficiente (autarquía).

El autobahn (sistema de autopistas alemán) creó trabajo para aquellos que


no tenían empleo, con el objetivo de crear nuevas vías. También, nuevas
fábricas de armas y vehículos fueron abiertas.

Algunos empleos en el ejército fueron creados para quienes no tenían


empleo. Los judíos fueron arrestados y de esta manera muchas plazas
laborales quedaron abiertas para quienes no tenían empleo, principalmente
como maestros o doctores.

6 – Estado de terror

El objetivo inicial de Hitler era establecer una dictadura totalitarista en


Alemania, con él mismo como líder supremo. Para poder lograr esto, la
oposición tenía que ser eliminada, y las personas debían atender libremente
a sus indicaciones.

Esto fue logrado a través de una política de un Estado de terror, elemento


que se convirtió en un icono de la Alemania nazi.

Bajo las órdenes de Heinrich Himmler, el grupo paramilitar Schutzstaffel o


la SS fue formada, con el compromiso de controlar la seguridad de Estado
interna, llevando a cabo tareas como vigilar los campos de concentración o
destruir a la Sturmabteilung o SA (una organización paramilitar nazi que
iba en contra de los ideales de Hitler).
7 – Campos de concentración y exterminio judío

El Partido Nazi creó campos de concentración, controlado por la SS para


contener y exterminar a los prisioneros “enemigos” (minorías nacionales,
judíos, comunistas y traidores).

Algunos prisioneros serían empleados como mano de obra esclava o serían


ejecutados. En 1935 las leyes de Núremberg fueron introducidas para
segregar y perseguir a los judíos, haciendo que estos estuviesen inseguros
incluso en sus propios hogares.

La conferencia de Wannsee por su parte introdujo la idea de una Solución


Final para eliminar a todos los judíos al mismo tiempo.

Este suceso fue la cúspide del terror nazi frente a los judíos, como el peor y
más aterrador caso de persecución y xenofobia registrado en la historia.
Esta es probablemente una de las características más destacables de la
Alemania nazi.

8 – Propaganda

La propaganda es una forma de manipulación psicológica. Es la promoción


de ideas específicas por medio del uso de la repetición.

En Alemania, desde al año 1933 hasta el año 1945, Goebbels fue el


ministro de la propaganda. Sentía un odio profundo por los judíos y era un
entusiasta de su persecución.

El periódico Der Stümer era bastante popular en la época y promovía el


odio por los judíos, por esta razón era el periódico favorito de Hitler.

Por otro lado, la esvástica fue usada en la bandera nazi y para el año 1935
ésta se convirtió en la bandera de Alemania.
En las reuniones de Núremberg, miles de personas tenían que gritar al
unísono “Sieg Heil” y las personas eran forzadas a decir “Heil Hitler” cuando
pasaban junto a otras personas en la calle.

La radio, los libros y las películas promovían el odio por los judíos y la
grandeza de Hitler y el nazismo. De esta forma, la propaganda contribuyó
con la modificación de las creencias de las personas frente al nazismo y los
judíos.

9 – Antisemitismo

Una de las características más conocidas del Estado nazi en Alemania es el


antisemitismo. En un comienzo no se le prestaba mucha atención a este
tema, pues Hitler necesitaba que la mayoría de habitantes de Alemania
votaran por él. Sin embargo, con el pasar del tiempo la brutalidad frente a
los judíos aumentó considerablemente.

El antisemitismo se convirtió en una forma extrema de racismo y odio hacia


una raza de personas. En 1933 hubo un boicot a las tiendas judías. Hitler
culpó a los judíos del Tratado de Versalles y los problemas económicos del
país, como la depresión económica.

Todos los judíos fueron revocados de los cargos del gobierno y labores
profesionales. En 1934, los judíos fueron excluidos de lugares públicos,
incluyendo parques y piscinas. Todo esto se debía a la voluntad de Hitler
por preservar la pureza de la raza aria.

10 – Política exterior

La meta principal de Hitler era destruir el Tratado de Versalles. También


quería más espacio habitable y la unión de todos los países que hablasen
alemán. De esta forma, Hitler desarmó el tratado al invadir Renania.
Por otro lado, Hitler y Mussolini (ambos sancionados por la Liga de
Naciones) formaron el Eje de Roma y Berlín en 1936.

Éste fue fortalecido posteriormente por el Pacto de Acero en 1939, durante


la conferencia de Munich, donde otros líderes intentaron calmar las ínfulas
de Hitler, pero éste obtuvo finalmente a Sudetes y el resto de
Checoslovaquia.

En este momento, Hitler era imparable y las invasiones continuaron,


involucrando a otras repúblicas como Francia, Polonia y las Islas Británicas.

Referencias

1. Hickey, P. (23 de November de 2013). patrickhickey1. Obtenido de


What were the main characteristics of the Nazi State 1933-1939?:
patrickhickey1.wordpress.com.
2. History, A. (2014). Alpha History. Obtenido de NAZI IDEOLOGY:
alphahistory.com.
3. ideology, N. (2017). Key elements of the Nazi ideology . Obtenido
de Nazi Ideology: nazism.ne.
4. Mgina, E. (April de 2014). Top 5 Resources. Obtenido de
FEATURES AND CAUSES OF NAZISM
TEXTO N°3
FASCISMO Y NAZISMO
El fenómeno fascista y nazi
A lo largo del siglo xix las tres principales familias políticas fueron el liberalismo, el
conservadurismo y el socialismo; en las dos últimas décadas emergió una nueva derecha
intensamente nacionalista y antisemita que fue capaz de movilizar y ganar la adhesión de
diferentes sectores sociales, tanto en Viena como en París y en Berlín. El fascismo se nutrió
de ideas y de actitudes distintivas de la derecha radical de fines del siglo xix, en el sentido
de que ambos recogieron sentimientos de frustración al tiempo que asumieron la violenta
negación de las promesas de progreso basadas en la razón enunciadas por el liberalismo y
el socialismo. Pero además, en el marco de la democracia de masas, las ceremonias patrias
junto con numerosos grupos –las sociedades corales masculinas, las del tiro al blanco y las
de gimnastas– fomentaron y canalizaron mediante sus actos festivos y sus liturgias la
conformación de un nuevo culto político, el del nacionalismo, que convocaba a una
participación política más vital y comunitaria que la idea “burguesa” de democracia
parlamentaria.

Aunque es posible reconocer continuidades entre ideas y sentimientos gestados a fines del
siglo xix y los asumidos más tarde por los fascistas, muy seguramente, sin la catástrofe de
la Gran Guerra y la miseria social derivada de la crisis económica de 1929, el nazifascismo
no se hubiera concretado.
AFICHE DE PROPAGANDA

Aunque los movimientos de sesgo fascista tuvieron una destacada expansión en el período


de entreguerras, muchos de ellos no pasaron de ser grupos efímeros, como el encabezado
por Mosley en Gran Bretaña, los Camisas Negras de Islandia o la Nueva Guardia de
Australia. En otros países, si bien lograron cierto grado de arraigo –los casos de Cruz de
Flechas en Hungría o Guardia de Hierro en Rumania–, los grupos de poder tradicionales
retuvieron su control del gobierno vía dictaduras. El triunfo del fascismo no fue el resultado
inevitable de la crisis de posguerra.

El fenómeno fascista solo prosperó donde confluyeron una serie de elementos que le
ofrecieron un terreno propicio. En este sentido, Italia y Alemania compartían rasgos
significativos: el régimen liberal carecía de bases sólidas, y existía un alto grado de
movilización social: no solo la de la clase obrera que adhería al socialismo, también la del
campesinado y los sectores medios decididamente antisocialistas. Este escenario fue
resultado de un proceso en el que se combinaron diferentes factores. Si bien la trayectoria
de cada país fue singular, es factible identificar algunos procesos compartidos. En primer
lugar, el ingreso tardío, pero a un ritmo acelerado, a la industrialización dio lugar a
contradicciones sociales profundas y difíciles de manejar. Por una parte, porque la
aparición de una clase obrera altamente concentrada en grandes unidades industriales y
cohesionada en organizaciones sindicales potentes acentuó la intensidad de los conflictos
sociales. Por otra, porque la presencia de sectores preindustriales –artesanos, pequeños
comerciantes, terratenientes, rentistas– junto al avance de los nuevos actores sociales –
obreros y empresarios– configuró una sociedad muy heterogénea atravesada abruptamente
por diferentes demandas de difícil resolución en el plano político. En segundo lugar, la
irrupción de un electorado masivo, debido a las reformas electorales de 1911 en Italia y de
1919 en Alemania, socavó la gestión de la política por los notables, pero sin que las elites
fueran capaces de organizar partidos de masas: esto lo harían los fascistas. Por último, tanto
Italia como Alemania, aunque estuvieron en bandos opuestos en la Primera Guerra,
vivenciaron los términos de la paz como nación humillada. En Alemania especialmente, el
sentimiento de agravio respecto de Versalles estaba ampliamente extendido; no fue un
aporte original del nazismo buscar la revancha contra los vencedores de la Gran Guerra.

La experiencia de la guerra alimentó en muchos una adhesión incondicional a la paz; para


ellos resultó muy difícil y doloroso reconocer que las obsesiones ideológicas del nazismo
solo serían frenadas a través de las armas. Los pacifistas estaban convencidos de que las
masacres en los campos de batalla no contribuían a encontrar salidas justas a las
tribulaciones de los pueblos. En otros, en cambio, la guerra de trincheras alimentó una
mística belicista: en ellos perduró “el deseo abrumador de matar”, según las palabras de

Ernst Jünger.

Quienes decidieron vivir peligrosamente, como propuso el fascismo, y en el culto a la


violencia, encontraron la vía para manifestar sus más hondos y potentes impulsos; no
dejaron las armas, e integraron las formaciones paramilitares que proliferaron en la
posguerra: los Freikorps alemanes o los Fasci di combattimento italianos. Muchos
gobiernos no fascistas recurrieron a estos grupos para impedir un nuevo Octubre rojo, más
temido que realmente factible. La izquierda también se armó para defenderse, pero en
ningún caso contó con el apoyo de los organismos de seguridad estatales, que no solo
consintieron sino que también colaboraron con los grupos armados de la derecha radical.

Las condiciones que hicieron posible el arraigo del fascismo son solo una parte del
problema para explicar el éxito de los fascistas. También es preciso dar cuenta de qué
ofrecieron, cómo lo hicieron y quiénes acudieron a su convocatoria.

A través de su oratoria y sus prácticas, el fascismo se definió como antimarxista, antiliberal


y antiburgués. En el plano afirmativo se presentó –con sus banderas, cantos y mítines
masivos– como una religión laica que prometía la regeneración y la anulación de las
diversidades para convertir a la sociedad civil en una comunidad de fieles dispuestos a dar
la vida por la nación. Los fascistas italianos y los nazis alemanes, especialmente en la etapa
inicial, presentaron programas revolucionarios –en parte anticapitalistas– en los que
recogían reclamos y ansiedades de diferentes sectores de la sociedad. Al mismo tiempo, en
un contexto signado por la pérdida de sentido y la desorganización social, los partidos
brindaron un lugar de encuadramiento seguro, disciplinado, y supieron canalizar la energía
social a través de las marchas, las concentraciones de masas y la creación de escuadras de
acción. El partido, además, ofreció un jefe. La presencia de un líder carismático a quien se
le reconocieron los atributos necesarios para salir de la crisis fue un rasgo clave del
fascismo. Tanto Mussolini como Hitler fueron jefes plebeyos con gran talento para suscitar
la emoción y ganar la adhesión de distintos sectores ya movilizados.

El fascismo tuvo una base social heterogénea. Recogió especialmente el apoyo de la clase
media temerosa del socialismo, de los propietarios rurales, de los grupos más inestables y
desarraigados, de la juventud, y particularmente de los excombatientes que constituyeron el
núcleo de las primeras formaciones paramilitares; también logró el reconocimiento de
sectores de la clase obrera atraídos por sus promesas sociales.

Los fascistas y los nazis llegaron al gobierno en virtud de su capacidad para recoger
demandas y agravios variados, y también porque lograron convencer a los grupos de poder
de que podían representar sus intereses y satisfacer sus ambiciones mejor que cualquier
partido tradicional. Los elencos políticos a cargo del gobierno, en Italia y Alemania,
decidieron aliarse con los fascistas y los nazis convencidos de que podrían ponerlos a su
servicio para liquidar a la izquierda y preservar el statu quo. Los grandes capitalistas, por su
parte, no manifestaron una adhesión ni temprana ni calurosa a los movimientos fascistas.
Aunque el tono anticapitalista del fascismo fue selectivo y rápidamente se moderó, el
carácter plebeyo de los movimientos generaba reservas entre los grandes propietarios.
Hasta el ingreso al gobierno de Hitler, por ejemplo, las contribuciones económicas fueron
destinadas en primer lugar a los conservadores, la opción preferida por los capitales más
concentrados. Pero estos no pusieron objeciones a la designación de los líderes fascistas
como jefes de gobierno. Una vez en el poder, ni Hitler ni Mussolini cuestionaron el
capitalismo, pero subordinaron su marcha y fines, especialmente a partir de la guerra, a la
realización del  “destino glorioso de la nación”. Ellos asumieron ser sus auténticos
intérpretes.

Desde el gobierno, ambos líderes, a diferentes ritmos –y con mayor decisión el Führer–
avanzaron en revolucionar el Estado y la sociedad mediante las organizaciones paralelas del
partido. Estas actuaron como corrosivo de los organismos estatales –Magistratura, Policía,
Ejército, autoridades locales– y buscaron remodelar la sociedad, desde las intervenciones
sobre la educación, pasando por la organización del uso del tiempo libre, hasta, muy
especialmente, el encuadramiento y movilización de las juventudes, para crear el hombre
nuevo. Los jefes máximos nunca llegaron a imponer sus directivas de arriba hacia abajo en
forma acabadamente ordenada. La presencia de diferentes camarillas en pugna confirió un
carácter en gran medida caótico a la marcha del régimen, sin que por eso el Duce o el
Führer fueran dictadores débiles.
El terror fue un componente de ambos regímenes, mucho más central en el nazismo, pero
fue solo uno de los instrumentos para lograr la subordinación de la sociedad; también se
recurrió a la concesión de beneficios y la integración de la población en nuevos
organismos. Si bien los fascistas suprimieron los sindicatos independientes y los partidos
socialistas, su política apuntó a integrar material y culturalmente a la clase obrera. Al
mismo tiempo que subordinaba a los trabajadores políticamente y los disciplinaba
socialmente, el fascismo promovió la idea de igualdad y la disolución de las jerarquías: el
plato único nacional, la fuerza con alegría, el Volkswagen para todos, el Frente Alemán del
Trabajo, el Dopolavoro fueron manifestaciones, bastante eficaces, del afán por crear la
comunidad popular. La contribución más importante del nazismo en el plano social fue
restablecer el pleno empleo antes de finales de 1935, mediante la ruptura radical con la
ortodoxia económica liberal. Los fascistas se pronunciaron a favor de un nuevo tipo de
organización económico-social. Como expresión de su vocación revolucionaria y a la vez
anticomunista, el fascismo contrapuso, al socialismo internacionalista, un socialismo
nacional y autárquico que combinaba la intervención estatal en la economía con la
propiedad privada. Por lo general defendió un sistema corporativo que integrara los
distintos grupos y clases sociales bajo la dirección del partido, y fuera capaz de acabar con
la lucha de clases.

La ubicación del fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán como las expresiones


más logradas del fenómeno fascista no implica desconocer importantes contrastes entre
ambos: el peso decisivo del antisemitismo genocida en el régimen nazi, que fue más tardío
y menos radical en Italia; la más acabada conquista del Estado y la sociedad por parte del
nazismo; la mayor autonomía de Hitler respecto de los grupos de poder; la política exterior
más orientada hacia el imperialismo tradicional, en el caso de Mussolini, y dirigida hacia la

imposición del predominio de la raza aria en el de Hitler.

El fascismo fue centralmente una forma de hacer política y acumular poder para llegar al
gobierno, primero, y para “revolucionar” el Estado y la sociedad después. Desde esta
perspectiva, el fascismo se presentó simultáneamente como alternativa al impotente
liberalismo burgués frente al avance de la izquierda, como decidido competidor y violento
contendiente del comunismo y como eficaz restaurador del orden social. En la ejecución de
estas tareas se distinguió de los autoritarios tradicionales porque no se limitó a ejercer la
violencia desde arriba. Los fascismos se destacaron por su capacidad para movilizar a las
masas apelando a mitos nacionales. El partido único y las organizaciones paramilitares
fueron instrumentos esenciales para el reclutamiento de efectivos, para la toma y la
conservación del poder, y su estilo político se definió por la importancia concedida a la
propaganda, la escenografía y los símbolos capaces de suscitar fuertes emociones. Los
fascistas organizaron la movilización de las masas, no para contar con súbditos pasivos,
sino con soldados fanáticos y convencidos. Su contrarrevolución fue en gran medida
revolucionaria, aunque en un sentido diferente del de la revolución burguesa y la revolución
socialista.

CONGRESO DEL PARTIDO NAZI. NUREMBERG. 1934


TEXTO N° 4

Totalitarismo: Concepto
Por

 Daniela Rodríguez

El totalitarismo es un grupo de ideologías, movimientos y regímenes


políticos basados en que el Estado ejerce el poder total, eliminando
divisiones y restricciones. En consecuencia, la libertad de los ciudadanos
resulta erradicada casi por completo, pues los regímenes totalitarios
eliminan las elecciones libres y censuran la libertad de pensamiento.

Los totalitarismos se distinguen de los regímenes autocráticos en que son


dirigidos o practicados por un solo partido político que se comporta como
“partido único”. Este anula las demás manifestaciones ideológicas y se
funden con otras instituciones del Estado, por lo que constituyen una
hegemonía radical.
TEXTO N° 5

El régimen estalinista en la UNION SOVIETICA


Luego de la muerte de Lenin, líder de la revolución bolchevique que instalo el
comunismo en Rusia y proponía una sociedad igualitaria sin explotación
capitalista a los obreros y campesinos con un gobierno elegido por los sindicatos
de trabajadores, asumió el poder Stalin . El triunfo de Stalin sobre sus
adversarios abrió una etapa marcada por el poder omnímodo y personalista del
nuevo líder, quien se valió de prácticas represivas (juicios arbitrarios, deportaciones y
asesinatos) para perpetuarse en el poder.

Los rasgos que distiguieron esta etapa fueron:

El culto a la personalidad
La figura del líder fue convertida
en objeto de culto. Mediante una  Propaganda
infatigable propaganda fueron
ensalzadas las supuestas dotes
del “gran benefactor” y "padre", a
quien se otorgaba la cualidad
de conductor del pueblo ruso.
Simultáneamente se eliminó el más leve
rastro que constituyese un testimonio de
la actividad política de sus adversarios.
Los manuales de historia fueron
reescritos, las fotografías fueron trucadas,
 Propaganda   se alteraron hechos, lugares y
protagonistas, potenciando la imagen del
dictador y deslegitimando la de sus
antagonistas.

El centralismo burocrático
La Constitución de 1936, que modificaba la de 1924, configuró un Estado
totalitario en el que quedaba reforzado el poder del Partido Comunista frente al
resto de las instituciones, sus integrantes debían ser obligatoriamente militantes
de aquel.

Nació un grupo constituido por varios cientos de miles de individuos que


dirigieron la planificación económica y que creó una verdadera élite
burocrática sumisa al dictador. Este colectivo, denominado "Nomenklatura" ("lista de
personas"), una vez desaparecido Stalin, siguió manteniendo una gran poder en el
seno del Estado soviético.

El coste de este sistema fue el veto o desaparición de los dirigentes más


imaginativos e independientes, que fueron sustituidos por funcionarios sumisos,
fanáticos y tendentes a uniformar la sociedad. A partir de 1932 se emprendió
la persecución de las vanguardias artísticas, acusadas de contrarrevolucionarias
y burguesas. En su lugar se erigió como única tendencia oficial y reconocida
el “realismo socialista”.

El socialismo en un solo país


Stalin derrotó la corriente trotskista que abogaba por la exportación del
socialismo a nivel internacional. En su lugar impuso la tesis del socialismo en un
solo país, la URSS. La III Internacional (Komintern) fue puesta al servicio de los
particulares intereses internacionales del Estado soviético.

El régimen de terror
El mecanismo utilizado por Stalin para llevar
a cabo su política y acallar las voces
disidentes, fue el régimen de terror. Éste
  
afectó a señalados líderes de la revolución,
 Clip de vídeo    
oficiales del ejército, cuadros, militantes del
PCUS, intelectuales y técnicos responsables
de la planificación económica.

Las purgas o depuraciones más intensas se


desarrollaron entre 1933 y 1939.
El instrumento empleado para llevar a cabo
la represión fue el NKVD (Comisariado del
Pueblo para Asuntos Interiores), policía de
Bujarin carácter político cuyo principal responsable
a partir de 1938 fue Beria.
Esta policía era la encargada llevar a cabo
las detenciones, interrogatorios y ejecuciones de aquellos considerados
desafectos al régimen.

Miles de éstos fueron enviados a campos de


concentración (gulags), la mayoría ubicados
en Siberia donde fueron sometidos en
condiciones infrahumanas a trabajos
forzados. Prisioneros de un gulag

La cooperación con el Estado policíaco se


extendió a amplias capas de la sociedad,
generalizándose la sospecha, la
complicidad y la delación, en una ambiente
 Clip de vídeo 
de terror social. En total
perecieron víctimas de esta situación no
menos de tres millones de personas.

En 1938, cuando cesaron las purgas, unos diez millones de personas habían


sido en mayor o menor grado represaliadas por el régimen estalinista.
TEXTO N° 6

La Segunda Guerra Mundial

Autor: Felipe Pigna

¿Qué actitud tuvieron las potencias occidentales frente al nazismo?

Las potencias occidentales más importantes de la época (EEUU, Inglaterra


y Francia), no vieron con desagrado la llegada de Hitler al poder en 1933.
Lo veían como un posible aliado en el control del movimiento obrero y un
freno al expansionismo soviético. Años más tarde, en 1938, cuando ya se
conocían las persecusiones de los nazis y los horrores de los primeros
campos de concentración, el Primer Ministro Inglés, del Partido
Conservador, Lord Chamberlain viajó a Berlín se reunió y le reconoció la
anexión de Austria y la ocupación de Checoslovaquia.

¿Por qué se produjo el conflicto?

Todo cambió cuando en 1939 cuando Alemania firmó un pacto de no


agresión y sobre el reparto de Polonia con la Unión Soviética. El 1 de
septiembre Alemania invadió Polonia y esto provocó la reacción inmediata
de Inglaterra y Francia que ahora si creyeron ver amenazados sus intereses
y se dispusieron a frenar el avance alemán dando así comienzo a la
Segunda Guerra Mundial.

¿Quiénes se enfrentaron?
Hasta 1941 la guerra tuvo carácter marcadamente europeo. Se enfrentaban
Inglaterra y Francia contra Alemania e Italia. Pero en 1941 ocurren dos
hechos que cambiarán la historia: los nazis invaden la Unión Soviética, lo
que provoca la entrada de este país en el conflicto; y los japoneses atacan
la base norteamericana de Pearl Harbor en el Pacífico, provocando en
ingreso de los EEUU a la guerra. De esta manera quedaron conformados los
dos bandos: los aliados: Inglaterra, EEUU, y la URSS (Francia había sido
ocupada por los nazis en 1940); y las potencias del eje: Alemania, Italia y
Japón.

¿Cómo fue su desarrollo?

La guerra se desarrolló en diferentes frentes: Europa Occidental, el frente


ruso, el Norte de Africa y el extremo Oriente. A partir de 1943, la victoria
pareció estar más cerca de los aliados. Italia comenzó a ser ocupada y el
ejército alemán sufrió una terrible derrota en el frente ruso perdiendo
cientos de miles de hombres y equipos. El 6 de Junio de 1944 , el «Día
D»,las tropas aliadas lanzaron la mayor invasión marítima de la historia
sobre las costas de Normandía en Francia. Desde allí las tropas fueron
reconquistando Francia con la ayuda de la población civil enrolada en los
grupos guerrilleros de la «Resistencia». Al avance aliado dese el occidente
le correspondió el implacable avance soviético por desde el este. A esto se
sumaron los permanentes bombardeos sobre las principales ciudades
alemanas.

¿Cómo terminaron Mussolini y Hitler?

El dictador italiano no pudo frenar el avance de las tropas aliadas. Con


apoyo alemán se refugió en el norte de Italia e intentó seguir gobernando
pero fue capturado por un grupo de partisanos (guerrilleros italianos) y
poco después fusilado. Su cadáver fue expuesto en una plaza pública.
Hitler decidió resistir hasta último los ataques y los bombardeos,
aumentando inutilmente el sacrificio de la población civil alemana. Se
encerró junto a su mujer y sus colaboradores más cercanos en un refugio
antiaéreo (bunker) y a fines de abril de 1945 se suicidó. Alemania firmó la
capitulación el 2 de mayo.

¿Quá pasó con Japón?

A pesar de la rendición de sus aliados (Alemania e Italia) Japón seguía


combatiendo en el Pacífico. El ejército japonés lanzaba a los pilotos suicidas
(Kamikazes) contra barcos e instalaciones norteamericanas. Los EEUU
evaluaron que la guerra podría prolongarse demasiado y decidieron probar
en territorio japonés la bomba atómica. Así ocurrió: el 6 de agosto de 1945
la ciudad de Hiroshima fue destrozada falleciendo o quedando gravemente
herida la mayoría de la población. El infierno volvió a repetirse 3 días
después cuando la aviación norteamericana lanzó otra bomba atómica, esta
vez sobre la ciudad de Nagasaki. El 2 de Septiembre, el Japón firmó la
rendición incondicional. Terminaba la Segunda Guerra Mundial.

¿Cuáles fueron las consecuencias del conflicto?

El saldo en vida humanas fue terrible, cerca de 50 millones de muertos. El


mapa político europeo volvió a cambiar. Alemania quedó dividida en dos
estados: Alemania Occidental (bajo la inflluencia norteamericana) Alemania
Oriental (bajo la influencia soviética). La Unión soviética compensó con
creces sus pérdidas de 1917 y aumentó su territorio. En las conferencias de
Paz de Yalta y Postdam, los dos grandes vencedores del conflicto, los EEUU
y la Unión Soviética, acordaron combatir el fascismo, evitar su rebrote y se
repartieron las áreas de poder e influencia en todo el mundo.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar
TEXTO N° 7

Hiroshima, por John Hersey

«Nos enteramos, en medio de una multitud de comentarios


entusiastas, que cualquier ciudad de mediana importancia
puede ser totalmente arrasada por una bomba del tamaño de
una pelota de fútbol. Los diarios norteamericanos, ingleses y
franceses se extienden en elegantes disertaciones sobre el
porvenir, el pasado, los inventores, el costo, la vocación
pacífica y los efectos bélicos, las consecuencias políticas y aun
la índole independiente de la bomba atómica. En resumen, la
civilización mecánica acaba de alcanzar su último grado de
salvajismo.” Así se refería Albert Camus a la explosión de la
bomba atómica que aquel 6 de agosto de 1945 dejó perpleja a la
humanidad. Ese díabombarderos estadounidenses lanzaron
sobre la ciudad japonesa de Hiroshima la primera bomba
atómica, causando la muerte de unas 140.000 personas.
A continuación reproducimos un fragmento del libro Hiroshima, de
John Hersey, un corresponsal de guerra de la revista Time, que en
1946 publicó un ensayo sobre seis sobrevivientes que cubría con
vívidos detalles un período de sus vidas que iba desde momentos
antes del estallido de la bomba, el instante exacto de la detonación
y los días y meses que siguieron a la catástrofe. Cuarenta años
después, el autor volvió a Japón y añadió un capítulo final al
desgarrador ensayo sobre el destino de aquellas víctimas del odio y
la destrucción.

A través de las vivencias de estos protagonistas involuntarios, el


autor aborda tanto los efectos inmediatos de la bomba, las secuelas
dejadas en las víctimas y en su descendencia, la destrucción de la
ciudad y los desastres naturales que el estallido desató, como la
censura impuesta por las fuerzas aliadas, quienes prohibieron
sistemáticamente en Japón toda mención de la bomba en
publicaciones científicas japonesas.

Fuente: John Hersey, Hiroshima, Buenos Aires, Editorial Debate, 2015,


pág. 37-38 y 50-51.

En el tren que llegaba a Hiroshima desde el campo (donde vivía con su


madre), el doctor Terufumi Sasaki, cirujano del hospital de la Cruz Roja,
recordaba una desagradable pesadilla que había tenido la noche anterior.
La casa de su madre estaba en Mukaihara, a cincuenta kilómetros de la
ciudad, y llegar al hospital le tomó dos horas en tren y tranvía. Había
dormido mal toda la noche y se había despertado una hora antes de lo
acostumbrado; se sentía lento y levemente afiebrado, y llegó a pensar en
no ir al hospital. Pero su sentido del deber finalmente se impuso, así que
tomó un tren anterior al que tomaba casi todas las mañanas. El sueño lo
había asustado particularmente porque estaba relacionado, por lo menos de
manera superficial, con cierta actualidad molesta. El doctor tenía apenas
veinticinco años y acababa de completar su formación en la Universidad
Médica de Oriente, en Tsingtao, China. Tenía su lado idealista, y le preocu-
paba la insuficiencia de instalaciones médicas de la región en que vivía su
madre. Por su propia iniciativa y sin licencia oficial alguna había comenzado
a visitar enfermos de la zona durante las tardes, después de sus ocho horas
en el hospital y cuatro de trayecto. Recientemente se había enterado de
que la multa por ejercer sin licencia era severa; un colega al cual había
consultado al respecto le había dado una seria reprimenda. Él, sin
embargo, había seguido haciéndolo. En su sueño estaba junto a la cama de
un paciente, en el campo, cuando irrumpieron en la habitación la policía y
el colega al que había consultado, lo agarraron, lo arrastraron afuera y lo
golpearon con saña. En el tren se había casi decidido a abandonar el
trabajo en Mukaihara, convencido de que sería imposible obtener una
licencia: las autoridades sostendrían que ese trabajo entraba en conflicto
con sus labores en el hospital de la Cruz Roja.

Pudo conseguir un tranvía tan pronto como llegó a la terminal. (Después


calcularía que si hubiera tomado el tren de siempre esa mañana, y si
hubiera tenido que esperar algunos minutos a que pasara el tranvía, habría
estado mucho más cerca del centro al momento de la explosión, y
probablemente estaría muerto.) Llegó al hospital a las siete y cuarenta y se
presentó ante el cirujano jefe. Pocos minutos después subió a una
habitación del primer piso y obtuvo una muestra de sangre de un hombre
para realizar un test de Wassermann. Los incubadores para el test estaban
en un laboratorio del tercer piso. Con la muestra en la mano izquierda,
sumido en esa especie de distracción que había sentido toda la mañana —
acaso debida a la pesadilla y a la mala noche que había pasado—, comenzó
a caminar a lo largo del corredor principal hacia las escaleras. Acababa de
pasar junto a una ventana abierta cuando el resplandor de la bomba se
reflejó en el corredor como un gigantesco flash fotográfico. Se apoyó sobre
una rodilla y se dijo, como solo un japonés se diría: “Sasaki, gambare!”,
“¡Sé valiente!”. Justo entonces (el edificio estaba a 1.508 metros del cen-
tro) el estallido irrumpió en el hospital. Sus lentes volaron; sus sandalias
japonesas salieron disparadas de sus pies. Pero aparte de eso, gracias a
donde se encontraba, no sufrió daño alguno.

El doctor Sasaki llamó a gritos al cirujano jefe, corrió a buscarlo en su


oficina y lo encontró terriblemente herido por los vidrios. La confusión en el
hospital era espantosa: tabiques pesados y trozos del techo habían caído
sobre los pacientes, las camas habían sido volteadas, había sangre en las
paredes y en el suelo, los instrumentos estaban por todas partes, los
pacientes corrían de aquí para allá, gritando, y otros yacían muertos. (Un
colega que trabajaba en el laboratorio al cual se dirigía el doctor Sasaki
estaba muerto; un paciente al cual el doctor Sasaki acababa de dejar, que
poco antes había tenido un miedo terrible a contraer la sífilis, estaba
muerto.) El doctor Sasaki era el único doctor en el hospital que no estaba
herido.

El doctor Sasaki, convencido de que el enemigo solo había alcanzado el


edificio en el cual se encontraba, consiguió vendas y comenzó a envolver
las heridas de los que estaban dentro del hospital; mientras tanto, afuera,
en Hiroshima, ciudadanos mutilados y agonizantes comenzaban a dar pasos
vacilantes hacia el hospital de la Cruz Roja, dando inicio a una invasión que
haría que el doctor Sasaki se olvidara de su pesadilla por mucho, mucho
tiempo.

(…)

La suerte que corrieron los doctores Fujii, Kanda y Machii —y, puesto que
sus casos son típicos, la que corrió la mayoría de los médicos y cirujanos de
Hiroshima—, con sus oficinas y hospitales destruidos, sus equipos
dispersos, sus cuerpos incapacitados en grados diversos, explicó por qué no
se atendió a muchos ciudadanos heridos y por qué muchos que habrían
podido salvarse murieron. De ciento cincuenta doctores en la ciudad,
sesenta y cinco fallecieron, y los demás resultaron heridos. De 1.780
enfermeras, 1.654 murieron o estaban demasiado graves para trabajar. En
el hospital más grande, el de la Cruz Roja, solo seis doctores de treinta
eran capaces de trabajar, lo mismo que solo diez enfermeras entre más de
doscientas. El único médico ileso del personal de la Cruz Roja fue el doctor
Sasaki. Tras la explosión, se dirigió a toda prisa al almacén para buscar
vendajes. Como todas las que había visto mientras corría por el hospital,
esta habitación estaba en total caos: botellas de medicina despedidas
desde las estanterías y rotas, ungüentos salpicados sobre las paredes,
instrumentos desparramados por todas partes. Cogió varios vendajes y una
botella de mercurocromo que no estaba rota, volvió junto al cirujano jefe y
le vendó sus heridas. Entonces salió al corredor y comenzó a atender a los
pacientes heridos, a las enfermeras y a los doctores. Pero cometía tantos
errores que tomó un par de lentes de la cara de una enfermera herida, y,
aunque solo compensaban parcialmente los defectos de su visión, eran
mejor que nada. (Habría de depender de ellos durante más de un mes.)

El doctor Sasaki trabajaba sin método, atendiendo primero a los que tenía
más cerca, y pronto notó que el corredor parecía llenarse más y más.
Mezcladas con las excoriaciones y las laceraciones que la mayoría de los
pacientes había sufrido, el doctor empezó a encontrar quemaduras
espantosas. Se percató entonces de que empezaban a llegar del exterior
avalanchas de víctimas. Eran tantas que el doctor comenzó a postergar a
los heridos más leves; decidió que lo único que podía hacer era evitar que
la gente muriera desangrada. Poco después había pacientes acuclillados
sobre el suelo de la sala, en los laboratorios y en todas las otras
habitaciones, y en los corredores, y en las escaleras, y en el zaguán de
entrada, y bajo la puerta cochera, y sobre las escaleras de piedra del
frente, y en la entrada y en el patio, y a lo largo de varias manzanas en
ambas direcciones de la calle. Los heridos ayudaban a los mutilados;
familiares desfigurados se apoyaban los unos en los otros. Muchos
vomitaban. Numerosas alumnas —algunas de aquellas que habían salido de
sus clases para trabajar en la apertura de corredores cortafuegos—
llegaban al hospital arrastrándose. En una ciudad de 245.000 habitantes,
cerca de cien mil habían muerto o recibido heridas mortales en un solo
ataque; cien mil más estaban heridos. Al menos diez mil de los heridos se
las arreglaron para llegar al mejor hospital de la ciudad, que no estaba a la
altura de semejante invasión, pues tenía solo seiscientas camas, y todas
estaban ocupadas. En la multitud sofocante del hospital los heridos lloraban
y gritaban, buscando ser escuchados por el doctor Sasaki: “Sensei”,
“¡Doctor!”. Los más leves se acercaban a él y le tiraban de la manga para
que fuera a atender a los más graves. Arrastrado de aquí para allá sobre
sus pies descalzos, apabullado por la cantidad de gente, pasmado ante
tanta carne viva, el doctor Sasaki perdió por completo el sentido de la
profesión y dejó de comportarse como un cirujano habilidoso y un hombre
comprensivo; se transformó en un autómata que mecánicamente limpiaba,
untaba, vendaba, limpiaba, untaba, vendaba.

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