Está en la página 1de 2

EXHORTACION MUTUA Y CORRECCION FRATERNA

Tema 10

1.- ¿Esta semana has tenido algún reto o dificultad?

2.- ¿Tuviste ayuda o alguno te animó?

3.- ¿Tuviste la oportunidad de aconsejar, alentar o corregir a alguna persona?

Col 3, 12-17

Uno de los dones del Espíritu Santo, que consiste en «la habilidad especial que Dios da a ciertos
miembros del cuerpo de Cristo para ministrar palabras de aliento, consuelo, ánimo y consejo a
otros miembros del cuerpo de tal manera que ellos se sientan ayudados y sanados».

El ejercicio de la EXHORTACION MUTUA, como ocurre con otros dones, debe ser practicado
de manera colectiva y mutua por todos los creyentes.

El sentido del amor a Cristo que significa preocuparse por el bienestar espiritual de nuestros
hermanos: "Cuando preparamos nuestro corazón con las diversas virtudes para acogerle a él o a
los suyos, ya lo estamos recibiendo a Él mismo como peregrino en la casa de nuestro corazón.
Cuando visitamos a alguno de nuestros hermanos débiles, y con nuestras reflexiones,
reprensiones, consuelos o con la plegaria o bien con una obra buena lo hemos inducido a mejorar
en Cristo, hemos visitado al mismo Cristo y lo hemos reconfortado en su enfermedad". 

La corrección fraterna posee una profunda entraña evangélica. Jesús exhorta a practicarla en el
contexto de un discurso sobre el servicio a los más pequeños y el perdón sin límites: “Si tu
hermano peca contra ti, ve y corrígele a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu
hermano” (Mt 18,15). Él mismo corrige a sus discípulos en diversas ocasiones según nos muestran
los evangelios: les amonesta ante el brote de envidia que manifiestan al ver a uno que expulsaba
demonios en nombre de Jesús (Mc, 9 38-40); reprende a Pedro con firmeza porque su modo de
pensar no es el de Dios sino el de los hombres (Mt. 16,23); encauza la ambición desordenada de
Santiago y Juan, enmendando con cariño su equivocada comprensión sobre el reino que anuncia, al
tiempo que reconoce las valientes disposiciones de los hermanos para “beber su cáliz” (Mt. 20,
20-23) .

El Papa Benedicto XVI, comenta –en un encuentro con Obispos- la segunda Epístola a los
Corintios (2 Co 13, 11:  Hermanos, alegraos; sed perfectos; exhortaos mutuamente; tened un
mismo sentir; vivid en paz, y el Dios de la caridad y de la paz estará con vosotros ): «Exortamini
invicem». La corrección fraterna es una obra de misericordia. Ninguno de nosotros se ve bien a
sí mismo ni ve bien sus faltas. Y por eso es un acto de amor útil para constituir el complemento el
uno del otro, para ayudarnos a vernos mejor, a corregirnos.

Una de las funciones de la comunidad es precisamente la de ayudarnos, también en el sentido del


imperativo precedente, la de conocer las lagunas que nosotros mismos no queremos ver; de
ayudarnos para que nos abramos y podamos ver estas cosas.

Naturalmente, esta gran obra de misericordia de ayudarnos los unos a los otros para que cada
uno pueda realmente encontrar la propia integridad, la propia funcionalidad como instrumento de
Dios, exige mucha humildad y amor. Sólo se conseguirá si viene de un corazón humilde que no se
pone por encima del otro, no se considera mejor del otro, sino sólo instrumento para ayudarse
recíprocamente. Sólo si se siente esta profunda y verdadera humildad, si se siente que estas
palabras vienen del amor común, del afecto colegial en el cual queremos servir juntos a Dios,
podremos, en este sentido, ayudarnos con un gran acto de amor.

Hay un pensamiento cuando nos corrigen o corregimos, ¿con qué intención o actitud se hace? ¿lo
estaremos haciendo bien? Entonces aplicar esta frase nos ayudará a discernir.

“NO ACEPTES COMO VERDAD NADA QUE CAREZCA DE AMOR

Y NO ACEPTES COMO AMOR NADA QUE CAREZCA DE VERDAD

EL UNO SIN EL OTRO SE CONVIERTEN EN ACTO DESTRUCTOR”

La palabra griega «Paracaleisthe»; es la misma raíz de la cual también viene la palabra


«Paracletos, paraclesi», consolar. No sólo corregir, sino también consolar, compartir los
sufrimientos del otro, ayudarlo en las dificultades. Y también esto me parece un gran acto de
verdadero afecto colegial. En las tantas situaciones difíciles que nacen hoy en nuestra pastoral,
alguno se encuentra realmente un poco desesperado, no ve cómo puede ir adelante. En aquel
momento tiene necesidad de consuelo, tiene necesidad de que alguien esté con él en su soledad
interior y cumpla la obra del Espíritu Santo, del Consolador: la de dar coraje, la de
acompañarnos, apoyarnos mutuamente, ayudados por el Espíritu Santo mismo que es el gran
Paráclito, el Consolador, nuestro Abogado que nos ayuda. Por lo tanto, es una invitación a hacer
nosotros mismos «ad invicem» la obra del Espíritu Santo Paráclito. (Benedicto XVI, Homilía 03-
10-05)

Pidamos al Espíritu que sepamos reconocer los dones que el Señor ha otorgado a cada uno y
que esos dones podamos manifestarlos en carismas al servicio de nuestros semejantes.

También podría gustarte