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4
México: Era, 1980, págs. 13-33.
5
México: Era, 1988.
6
México: Era, 1992.
7
México: Plaza & Janes, 1996.
LA CIUDAD DE MÉXICO EN LA OBRA DE... 281
clases sociales en contraposición. Además nos encontramos con una autora que
conforme pasa el tiempo va reafirmando su posición crítica frente a la injusticia
social.
LA CIUDAD EN RETROSPECTIVA
Sin sus costumbres populares, sus marchantes y sus tamaleras la ciudad no ten-
dría razón de ser [...] sin sus tipos populares, sin el envaselinado de los toques
[...] sin el globero, sin el algodonero, sin la vendedora de pepitas y el ropaveje-
ro... («El último guajolote», Luz y luna, 30).
Los describe en una pincelada y son como los vemos a diario o tal vez como
debiéramos observarlos, porque en nuestra prisa ni siquiera nos percatamos de
su presencia:
Antes el cartero traía uniforme cepillado y gorra azul y ahora ya ni se anuncia
con su silbato, sólo avienta las cartas que saca de su desvencijada mochila bajo la
puerta y emprende el vuelo en su bicicleta... (Luz y luna, 18).
El subempleo llegó a la ciudad de México con la modernidad y el creci-
miento desmedido. Así llegan nuevos habitantes de todas partes: de Oaxaca,
Puebla, Veracruz, Michoacán y aún del extranjero buscando mejores condicio-
nes de vida. Y ahí están, muchos de ellos como los desarraigados, los paracai-
distas, los que habitan los cinturones de miseria y hasta los niños de la calle que
viven en ella, en la calle. Con ellos se topa Poniatowska y a todos dedica unas
líneas:
Hoy por hoy los ángeles de la ciudad son todos aquellos que no saben lo que
son. Cada año llegan en parvadas y se aposentan en las calles, en los camellones,
en las cornisas, en lo aleros, debajo de algún portón... («Ángeles de la ciudad»,
Fuerte es el silencio, 14-15)
En sus novelas La Flor de Liz y Paseo de la Reforma por primera vez nos
habla del ambiente de la alta sociedad, por primera vez se atreve a pasar del así
son ustedes al así somos nosotros. Las actividades de las damas de sociedad, lo
necesario para lograr la familia feliz, las diversiones y la educación de los niños,
todo está debidamente organizado. Por ejemplo en Paseo de la Reforma cuando
nació el hijo de Ashby y Nora narra la autora:
Su suegra llegó al hospital con sábanas y fundas de encaje a preparar la cama
para que pudiera recibir a las visitas e inmediatamente el cuarto se llenó de enor-
mes ramos de rosas y de regalos blancos con moños azules y Ashby pensó en la
cantidad de tarjetas de agradecimiento que su mujer escribiría con su hermosa le-
tra palmer... (Paseo de la Reforma, 44).
Los personajes de la cultura son retratados con precisión el Tinísima, Paseo
de la Reforma, La noche de Tlatelolco, entre otros textos. Aquí vuelve a mezclar
su entorno con la creación, pues Poniatowska habla en gran medida de los
'cuates'; de los intelectuales de la Universidad, del periodismo y de los círculos
culturales; al ocuparse de ellos nos dice, por ejemplo que diversión y esnobismo
van de la mano:
Ashby pasó de una élite a otra. Todas las élites terminan siendo crueles y Ashby
escuchó asombrado de la manera en que practicaban la maldad como una de las
bellas artes. Al calor de la quinta copa el veneno desataba las lenguas y no había
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arrepentimiento posible. Ashby podía competir con el ingenio de los grandes. Las
palabras que no encontraba en español las decía en inglés, en francés, en alemán;
sus citas eran exactas, su poder de seducción no dejaba resquicio... {Paseo de la
Reforma, 51-52).
Con la descripción de los personajes regresa un poco a los llamados cuadros
de costumbres en los que recrea su perfil y su lenguaje. El perfil marcado por su
actividad mas que por su apariencia física. Y el segundo, la recreación del len-
guaje, es de lo que menos se ocupa, quizá porque casi siempre es Poniatowska
la que habla de ellos, de lo que hacen, de lo que piensan y tal vez también, por-
que como dice en relación a Hasta no verte, Jesús mío, el manejo de las malas
palabras, del lenguaje florido no se le da; ante éste se vuelve aséptica y mora-
lista. Sus personajes son tan diversos que en cualquier momento los podemos
encontrar o ser como uno de ellos.
Bueno eso dice la popular Poni, pero ni la más eficiente de sus empleadas
puede limpiar lo que su andar como periodista por la gran ciudad ha ido alma-
cenando en su memoria y reflejando en su producción periodística y literaria.