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UNIVERSIDAD DE CHILE

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

ESCUELA DE POSTGRADO

PSICOANÁLISIS ENTRE DOS LENGUAS

De la resonancia semántica a la resonancia pulsional

Tesis para optar al grado de Magister en Psicología Clínica de Adultos

Luciana Gabriela Jáuregui Jinés

Profesor Guía:

Dr. Esteban Radiszcz

-Santiago de Chile, año 2017-

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PSICOANÁLISIS ENTRE DOS LENGUAS

De la resonancia semántica a la resonancia pulsional

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RESUMEN

El presente estudio explora los rasgos distintivos de tratamientos psicoanalíticos que


incluyen en su encuadre dos lenguas disímiles, dando lugar a que la instalación del proceso
precise que uno de los dos -paciente o analista- utilice una segunda lengua durante el
trabajo. La orientación de la investigación desarrolla un argumento a través de la tensión y
el tránsito entre las nociones de la lengua y lalengua. Con ello se establece un panorama
que identifica y concatena las herramientas teóricas y técnicas fundamentales con el
material empírico, para la exploración de un campo temático que, en la dimensión
específica en la que se plantea el problema del psicoanálisis entre dos lenguas, no había
sido suficientemente explorada. Además, buscando promover reflexiones exploratorias a
partir de la teoría y técnica psicoanalítica, el material de estudio se nutre por un diálogo
interdisciplinar que incluye la dimensión sociocultural del tema investigado, a partir de
ciertas aproximaciones desde la teoría postcolonial.

Los resultados han permitido consignar que los procesos analíticos conducidos entre dos
lenguas detentan particularidades sobre las que es preciso indagar con mayor profundidad.
Entre ellas es posible resaltar que el emplazamiento de la Otra lengua en el dispositivo está
indiscutiblemente determinado por el entramado transferencial y sociocultural trazado por
las coordenadas subjetivas de cada paciente. Asimismo, el estudio corrobora la pertinencia
de incluir la noción lacaniana de lalengua en la problematización, en tanto ella insta a
comprender el fenómeno sin limitarlo únicamente a la dimensión simbólica, haciendo
posible pensar a los psicoanálisis entre dos lenguas en un trayecto que contempla tanto la
resonancia semántica, como la resonancia pulsional. Por último, y no menos importante, la
investigación otorga claves de lectura que alertan al analista a tener presente la condición
sociocultural de las dinámicas propias de estos tratamientos, ya que éstas podrían
configurar los procesos analíticos al modo de un dispositivo de reproducción de
dominación colonial.

Conceptos claves: Psicoanálisis, lengua, lalengua, colonialismo.

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En busca de mi lengua

Me preguntas lo que quiero decir


cuando digo que he perdido mi lengua.
Pregunto, qué harías si tuvieras
dos lenguas en tu boca,
y hubieras perdido la primera, la lengua materna,
y no podrías realmente saber en verdad la otra,
la lengua extranjera.
No podrías usarlas juntas
incluso si pensaras de ese modo.
Y si vivieras en un lugar en el que
tuvieras que hablar una lengua extranjera,
tu lengua materna se pudriría,
se pudriría y moriría en tu boca
hasta que tengas que escupirla.
Yo pensé que la había escupido,
pero de noche, mientras sueño,
crece nuevamente,
como una flecha que atraviesa el corazón de un árbol
crece más, crece húmeda, crece con venas fuertes,
anuda la otra lengua,
el capullo se abre, el capullo se abre en mi boca,
empuja la otra lengua a un lado.
Cada vez que pienso que he olvidado,
pienso que he perdido la lengua materna,
ella florece de mi boca.

Sujata Bhatt, s/f

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ÍNDICE

RESUMEN'......................................................................................................................................'iv!
INTRODUCCIÓN'...........................................................................................................................'1!
SOBRE''EL'DISEÑO'METODOLÓGICO'.....................................................................................'9!
1.'FUNDAMENTOS'PRELIMINARES'......................................................................................'18!
1.1.! Vaivenes!del!sujeto!entre!palabra!y!acto!del!habla!................................................................!18!
1.2.! El!inconsciente!entre!los!recovecos!del!lenguaje!en!Freud!................................................!20!
1.3.! Vestigios!del!estructuralismo!y!lingüistería!lacaniana!.........................................................!23!
1.4.! Lengua!materna!.....................................................................................................................................!31!
2.'LENGUA'Y'LALENGUA:'SU'LUGAR'EN'PSICOANÁLISIS'...............................................'37!
2.1.!La!Grusha!del!Hombre!de!los!Lobos!..................................................................................................!38!
2.2.!Lalengua!ideal!.............................................................................................................................................!47!
2.3.!Del!significante!a!lalengua,!an!“ensured”!opening!......................................................................!50!
2.4.!La!barrera!del!acento!...............................................................................................................................!55!
2.5.!El!agalma!y!la!Otra!lengua!o!puntuaciones!sobre!la!transferencia!......................................!57!
3.'UN'TRATAMIENTO'Y'DOS'LENGUAS:'BIFURCACIONES'............................................'65!
3.1.!La!división!por!la!lengua!........................................................................................................................!65!
3.2.!Confusión!de!lenguas!...............................................................................................................................!71!
3.3.!Lecturas!de!lo!transferencial,!diferentes!traducciones!.............................................................!73!
4.'DE'LA'RESONANCIA'SEMÁNTICA'A'LA'RESONANCIA'PULSIONAL:'
TONALIDADES'DE'LA'INTERPRETACIÓN'..........................................................................'77!
4.1.!La!lengua!comprendida!..........................................................................................................................!77!
4.2.!Equívoco!y!escansión!de!la!lengua!por!lalengua!..........................................................................!80!
4.3.!La!orientación!de!lalengua!en!la!construcción!del!síntoma!....................................................!84!
5.'LA'VOZ'O'CONSIDERACIONES'SOBRE'EL'OBJETO'EN'LA'CLÍNICA'ENTRE'DOS'
LENGUAS'......................................................................................................................................'91!
5.1.!La!cuestión!del!objeto!entre!dos!lenguas!........................................................................................!91!
5.2.!La!voz!!y!su!relación!con!!lalengua!.....................................................................................................!95!
5.3.!Otros!diálogos!en!torno!a!la!voz!..........................................................................................................!97!
6.'BOCETOS'SOCIOCULTURALES:'LA'OTRA'LENGUA'EN'SESIÓN'ANALÍTICA'......'100!
5.1.!Sobre!los!!posibles!indicios!coloniales!en!un!!psicoanálisis!entre!dos!lenguas!...........!103!
5.2.!La!alquimia!simbólica!de!la!transferencia!...................................................................................!110!
5.3.!Descolonizar!o!saberhacer!con!la!lengua!.....................................................................................!115!
CONCLUSIONES'Y'DISCUSIONES'........................................................................................'124!
Sobre!el!lugar!de!la!Otra!lengua!................................................................................................................!124!
De!la!lengua!a!lalengua!.................................................................................................................................!128!

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Contemplaciones!sobre!la!técnica!psicoanalítica!..............................................................................!131!
Elementos!socioculturales!indispensables!..........................................................................................!137!
BIBLIOGRAFÍA'.........................................................................................................................'142!
ANEXOS'......................................................................................................................................'159!

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INTRODUCCIÓN

Desde su creación en el contexto vienés a inicios del siglo XIX, el psicoanálisis fue
desarrollándose sobre el centro de su descubrimiento: la constatación de la existencia del
inconsciente y el retorno de lo reprimido. Los avances de la novata disciplina psicoanalítica
pronto se expandieron y trascendieron los muros de las reuniones de los miércoles, así
como de la misma Sociedad Psicoanalítica de Viena, a través de nutridas correspondencias
cuyo corolario fue el arribo de aprendices a Austria.

Si bien la cuna del psicoanálisis fue la lengua alemana, sus raíces tuvieron una fértil
influencia de la cultura europea y sus lenguas. De ello es evidencia el corpus freudiano y la
gradual diversificación de sus seguidores, entre ellos Ferenczi de Budapest, Jones de
Londres, Putnam y Kardiner de Boston y Nueva York, entre otros. Con ellos se gestó el
punto de afianzamiento del psicoanálisis mediante la creación de la Asociación
Psicoanalítica Internacional en 1910. Michel de Certeau (2007), siguiendo a Freud,
mencionará que estos nutridos intercambios se enfocaban particularmente en “las
aplicaciones del psicoanálisis a la ciencia del lenguaje y a la historia” (p. 30).

Esta brevísima pero ilustrativa reseña sobre la historia del surgimiento de la disciplina
freudiana, permite dejar en evidencia que el psicoanálisis abandona tempranamente el nido
y extiende sus aplicaciones hacia otras culturas y lenguas extranjeras, gracias a los
discípulos de Freud encarnando el mito de conquista de territorio, izando en otras tierras la
bandera del descubrimiento freudiano. Como consecuencia, es posible encontrar
antecedentes en la bibliografía analítica que dan cuenta de los avatares de estos
movimientos, debido a que ellos abrieron tempranas preguntas respecto a qué sucedía si el
encuadre psicoanalítico variaba, y en él se encontraban dos personas con la palabra foránea
del Otro, radicalizada en un idioma extranjero.

La bibliografía demuestra prontamente que el formato de análisis en el que mínimamente


las imágenes sonoras son compartidas por pacientes y analistas se quiebra de improviso con

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el inaugural caso de Anna O. y el abandono sintomático de su lengua materna (Cf. Breuer,
1992). No sólo fue Breuer, Ferenczi también se vio interpelado, en el ejercicio de su
clínica, a tener que considerar ciertos aspectos en el trabajo en otras lenguas, llegando a
formular que ciertas representaciones emergían más fácilmente a la conciencia si eran
enunciadas en una lengua distinta, venciendo estratégicamente las barreras de la defensa
(Ferenczi, 1910). Años más tarde el propio Freud (1992a) trabajó el caso del Hombre de los
Lobos, uno de sus historiales más nutridos y emblemáticos, atendiendo en alemán a un
paciente que tenía por lengua materna al ruso.

Como corolario de estas configuraciones clínicas, la teoría también fue considerando


ciertos elementos al respecto. Más puntualmente, en La interpretación de los sueños, obra
nodal de la técnica analítica, una nota agregada en 1909 amplía la referencia al método del
desciframiento del inconsciente. Allí Freud lamenta que los libros orientales sobre sueños
hayan llevado la vanguardia y encuentra en ellos que el quehacer de la interpretación
onírica era habitualmente emprendido por la homofonía y la semejanza de las palabras.
Formula que estos parentescos necesariamente se pierden al traducirlos a otra lengua,
llegando a destacar la extraordinaria importancia de los retruécanos y los juegos de
palabras. Freud se une a la afirmación ferencziana, señalando que “toda lengua tiene su
propio lenguaje onírico”, agregando, veintiún años después, que “un sueño es por lo general
intraducible a otras lenguas” (Freud, 2010a: 121). Certeramente, podríamos extrapolar estas
consideraciones a las diferentes manifestaciones del inconsciente –con sus matices desde
luego- y preguntarnos por los detalles del abordaje de la materia prima analítica en otra
lengua.

Los analistas de aquel tiempo conversaban sobre esta materia. Existe una correspondencia
entre Freud y Ferenczi (1911) en la cual Freud se refiere a “asuntos de simbolismo”.
Específicamente, menciona haber descubierto, con un paciente holandés que trataba en
alemán, el uso de un coloquialismo alemán para el que no pudo encontrar equivalencia en
inglés. Freud comenta con pesimismo esta aproximación, manifestando la limitación de
tratar pacientes en lengua extranjera. En sus palabras advierte: “tendremos que esperar
hasta que podamos tratar en otros idiomas” (Freud 1911: 290).

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¿A qué se habrá referido Freud con esta conjetura? ¿Qué debemos, como analistas, esperar
para responder a la interrogante freudiana?

Tal como se detalló, parecería que la temática de investigación instaló tempranamente la


interrogante sobre el tratamiento “en otros idiomas” para quienes ejercían desde el método
freudiano. Sin embargo, la exploración bibliográfica no corrobora que su vigencia se haya
mantenido, o que esté claramente contemplada en la actualidad. Ello incluso cuando los
intercambios y desplazamientos territoriales, así como el incremento de los movimientos
migratorios a nivel mundial1 se encuentran en plena vigencia y que, muchas veces, tienen
como correlato la ineludible introducción de otra lengua en la cotidianidad de un sujeto
que eventualmente pudiese requerir de atención terapéutica. Como consecuencia, este tipo
de disposiciones pudiese favorecer el surgimiento de configuraciones particulares en un
encuadre analítico, haciendo necesario revisar más a fondo la temática.

Si bien existen investigaciones actuales sobre la materia, ellas se sitúan al modo de estudios
empíricos orientados desde la perspectiva cognitiva, psicodinámica o psicolingüística (Cf.
Javier, 1989); y, en su mayoría, se trata de exploraciones que han utilizado métodos de
aproximación al terreno que permiten un tipo de estudio más bien cuantitativo, a través de
insumos como cuestionarios, encuestas u otros (Costa & Dewaele, 2012; Rozenske &
Gomez, 1983). Específicamente desde el psicoanálisis, las exploraciones no son muchas,
al parecer se trata de un ámbito escasamente fértil. De hecho, varias de ellas son bastante
antiguas (Kraft, 1955; Lagache, 1956; Caruso y Tango, 1966) y aunque sean muy útiles,
demuestran la necesidad de explorar más el ámbito del psicoanálisis entre dos lenguas y
hacerlo además no solamente desde una aproximación teórica, como lo hace la mayoría de
los estudios, sino también desde una aproximación empírica con un marco psicoanalítico.

También es relevante tener en perspectiva que lo que se ha escrito al respecto se enmarca,


en su mayoría, en el contexto europeo o norteamericano (Cf. Caruso y Tango, 1966; Duque,
1966, Rozenske & Gomez, 1983, Cottet, 2007), con exiguas aproximaciones desde la
producción latinoamericana o, más propiamente, hispanohablante (Cf. Laguzzi 2014). Si
"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
1
Fuente: United Nations, Department of Economic and Social Affairs, Population Division (2015).

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bien existen importantes aportes, sobre todo franceses y argentinos al tema en cuestión, su
orientación tiende a ser puramente teórica, descuidando una aproximación empírica a la
temática.

Atendiendo lo anterior, el presente estudio retoma la ya mencionada interpelación freudiana


e indaga sobre los rasgos distintivos de procesos psicoanalíticos que incluyeron en su
encuadre de tratamiento dos lenguas disímiles. Es decir, se busca explorar los lineamientos
de tratamientos que, en su marco trabajo, comprometieron a un paciente con una lengua
materna disímil a la de su tratante, dando lugar a que la instalación del trabajo analítico
precise que uno de los dos utilice una lengua distinta a su lengua de origen.

Sin duda, esta configuración de trabajo analítico puede adquirir matices en distintos niveles.
Por ejemplo, hay pacientes que optan por análisis en lenguas que, si bien requieren
mínimamente comprender para comunicarse, no son las lenguas en las que articulan con
“naturalidad” sus procesos; o bien hay analistas que manejando solo al modo de
herramienta una segunda lengua, analizan a pacientes para quienes esa lengua sí es propia.
Se trata de variaciones que además suceden en un determinado contexto sociocultural que
dista de ser intrascendente y que, al contrario, se torna vital para la lectura de estos
procesos.

La altísima diversidad y variabilidad posible en tales configuraciones es evidente. Esto,


tanto a propósito de las raíces de cada una de las lenguas posibles, como por los grados de
conocimiento o desconocimiento de la segunda lengua, o incluso por la posible
configuración bilingüe de un tratamiento, entre otros. De hecho, se podría tomar solamente
la perspectiva de los pacientes o bien, al contrario, optar por el ámbito de los tratantes,
entre otros. Por ello y en consideración de que la muestra constituye una aproximación con
un claro estatuto exploratorio, resulta imperativo situar la mirada en torno a ejes más bien
generales para abordar el estudio. Sin lugar a dudas, con ello se dejan abiertas múltiples
vías que podrán ser tomadas para exploraciones en estudios posteriores.

En este sentido, la vía de aproximación por la que el presente estudio decidió optar, implicó
un acercamiento tanto a pacientes como a analistas que trabajaron en un encuadre que

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incluía una segunda lengua. Lo anterior a través de la implementación de entrevistas
abiertas semi-estructuradas como insumo principal de aproximación a la información.
Asimismo, se utilizaron documentos que sirvieron considerablemente para nutrir las
discusiones. Tal es el caso de un ensayo novelado y tres testimonios de fin de análisis
relativos a la exploración que convoca estas líneas. De ahí que el horizonte de la
investigación se inscribió en la línea cualitativa.

En consecuencia, el estudio se propuso abordar la temática del psicoanálisis entre dos


lenguas desde un primer eje inaugural que apuntó a recolectar antecedentes cruciales y
fundamentos teóricos esenciales, en función de los cuales se situó en perspectiva la
inapelable y estrecha vinculación entre el psicoanálisis y el lenguaje, ubicando a la
dimensión simbólica como vía de manifestación y abordaje de los contenidos inconscientes
(Breuer & Freud 1992a, Freud 2009, Lacan 2008a; Tizio, 1999). De allí que sea posible
afirmar que la noción de lo simbólico, con sus distintos matices en Freud y Lacan, produzca
una subversión en tanto “el efecto de lenguaje es la causa introducida en el sujeto” (Lacan
2008b: 794), proponiendo que la estructura del inconsciente debiese ser pensada como
aquella del lenguaje (Lacan, 2008; 2003; 2014). Desde este punto, una breve aproximación
a la ciencia de la lingüística facilitada por la reflexión saussureana, permitió realizar el
pasaje desde el compromiso del lenguaje con los contenidos inconscientes hacia la noción
de la lengua y las implicaciones que ello podía tener al llevar a cabo un psicoanálisis entre
dos lenguas. Esta perspectiva agrega, sin dudas, una teorización más crítica sobre los
fundamentos conceptuales sobre la lengua, ubicándola lejos del afán unificador de su
ciencia y reconociendo en ella el carácter heterogéneo respecto a cualquier otra. De este
modo, fue posible atribuir a la lengua el estatuto de singularidad, en tanto ella se somete a
los retoques que son efecto de su apropiación por el inconsciente (Milner, 1988). Bajo esta
lógica, el compromiso de una segunda lengua en el dispositivo psicoanalítico no pasa por
su consideración en tanto “sistema de comunicación”, sino por los correlatos de aquello que
ella practica del inconsciente.

Igualmente, el deslizamiento de la problemática en función de cierta conceptualización


crítica de la lengua resultó potenciado por la introducción de la noción conceptual de

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lalengua en Lacan (2012). Se trata de un elemento que orienta el estudio del análisis al
vaivén de dos lenguas, difiriendo –radicalmente- de pensarlo circunscrito solamente a los
aspectos del lenguaje y de lo simbólico. Por el contrario, lo anterior sitúa a lalengua como
la insignia de la progresiva inserción del registro de lo real en la clínica psicoanalítica, en
tanto “paradigma de lo que pone en tela de juicio lo que puede surgir del lenguaje” (Lacan,
2012: 40).

La aproximación empírica al tópico de la investigación concedió relevancia a la


examinación del lugar y la significación histórico-subjetiva que la segunda lengua
introducida en el marco analítico puede adquirir a lo largo de cada tratamiento. Los aportes
de cinco casos retomados de la mano del diálogo entre posturas teóricas psicoanalíticas y
otros enfoques divergentes, hicieron posible evidenciar los matices que concede el uso de
una segunda lengua en tratamiento. Dichos matices no sólo relativos a procesos que podrían
ser considerados más “convencionales”, sino también en relación a las divergencias entre
un caso y otro, donde si bien ambos suceden entre dos lenguas, cada uno se encuentra
estrechamente sujetado, desde luego, a la singular configuración subjetiva de cada paciente.

Asimismo, el siguiente apartado propone un entrelazamiento de las perspectivas del rol del
analista y del rol del paciente sobre el mismo tratamiento, haciendo posible contar con una
vista panorámica sobre el dispositivo psicoanalítico entre dos lenguas, desde las voces de
la analista y de la paciente en cuestión. Cada participante, desde su rol diferenciado, reveló
vestigios insospechados e inadvertidos en el relato de su contraparte, además de su propia
lectura del trayecto analítico y del lugar de la Otra lengua en sesión. Allí fue posible
advertir y reflexionar sobre el horizonte de la escucha e intervención analítica en la clínica
entre dos lenguas. También, el material empírico permitió estudiar las dinámicas
implementadas por pacientes a partir del uso de la lengua materna, o bien de la segunda
lengua, en función de determinados contenidos psíquicos. Éstos últimos, sujetos a
coordenadas transferenciales que no dejaron de inmutar la dirección de la cura y hacer
explícitas las bifurcaciones entre la analista y la paciente frente a un mismo proceso de
trabajo con el inconsciente.

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La siguiente sección introduce reflexiones sobre los análisis entre dos lenguas a partir de
ciertos alcances sobre la técnica interpretativa y sus nociones misceláneas al interior de la
teorización analítica. Lo anterior a partir de la exploración de un caso y tres testimonios de
análisis, que permitieron ilustrar el pasaje de la interpretación desde la noción inaugural que
la sitúa el horizonte de la comprensión, del sentido y de la construcción simbólica, hacia el
viraje que propone la radicalización del proceso de drenaje semántico. Como consecuencia,
se exploraron herramientas y modalidades de la interpretación, como la escansión y el
equívoco, debido a que dan cuenta de la creciente consideración del registro de lo real en el
estudio del análisis entre dos lenguas pensado desde la dimensión de la técnica
interpretativa. En esta línea, la inclusión conceptual de la noción lacaniana de lalengua
además de la consideración de la lengua del analizante en tanto código semántico, posibilitó
una aproximación al enclave pulsional de los casos estudiados, decantando las resonancias
pulsionales de lalengua en su estrecha vinculación con el síntoma.

Más adelante, en la línea de los corolarios pulsionales del atravesamiento del cuerpo por el
lenguaje y los efectos de lalengua en el plano del goce del síntoma, la exploración abordó
ciertas consideraciones en relación al objeto en la clínica entre dos lenguas. Se retomó a la
voz en tanto objeto parcial de la pulsión invocante, marcando las discrepancias –a veces
inadvertidas- con el sonido, el acento y los timbres. En esta línea, se situó a la voz al modo
de un punto insonoro de la relación del sujeto con el objeto, dando cuenta de que lo
vocativo en un psicoanálisis entre dos lenguas pasa por el hilván entre la voz, su
materialidad sonora y sus ecos pulsionales para el sujeto. Estas coordenadas permitieron
repensar las resonancias posibles del uso de Otra lengua en sesión analítica, en
consideración de la voz como objeto caído del órgano de la palabra.

Por último pero no menos importante, el estudio convocó la apertura de un diálogo


interdisciplinar a fin de permitir una lectura de los elementos socioculturales en los
tratamientos psicoanalíticos que contemplan el uso de una segunda lengua en su encuadre
de trabajo. Lo anterior, bajo la premisa freudiana que indica que todo hecho subjetivo es de
por sí un hecho sociocultural y que, más específicamente, todo intercambio lingüístico -
principalmente aquel que incluye agentes con posiciones asimétricas en la distribución del

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capital pertinente- contempla la virtualidad de un acto de poder. De allí que, mediante el
abordaje de una novela autobiográfica sobre el tratamiento de una inmigrante sudamericana
que se analizó con Lacan en Occidente, se exploraron los eventuales atisbos de dinámicas
coloniales y signos de aculturación lingüística; ambos viabilizados gracias a los andamios
transferenciales. Además, frente a estas dinámicas y en diálogo con la teoría postcolonial,
fue posible examinar en detalle los quehaceres subjetivos en análisis entre dos lenguas,
marcados por la historia y la transferencia, en una especie de lucha entre el ejercicio de
expropiación de lalengua y su reverso: el reconocimiento de los correlatos pulsionales
marcados por la lengua materna, nunca exentos de particulares configuraciones
socioculturales.

En definitiva, el trayecto propuesto por esta investigación sobre el estudio de psicoanálisis


realizados entre dos lenguas, traza un recorrido en base a una aproximación teórica y
empírica, que pone en constante diálogo y tensión el trayecto desde la resonancia semántica
(lengua) hacia la resonancia pulsional (lalengua), sin descuidar que todo lo anterior tiene
lugar –innegablemente- en un determinado eje histórico, cultural y social.

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SOBRE EL DISEÑO METODOLÓGICO

Para Freud (1992), la investigación en el ámbito psicoanalítico avanza en un horizonte cuyo


operar dista de aquel afín a las investigaciones propiamente cientificistas. El psicoanálisis,
antes de ser una teoría sobre el funcionamiento psíquico, se constituyó propiamente como
un método de investigación.

“Su campo es la verdad del sujeto. La investigación de la verdad no puede reducirse


enteramente a la investigación objetiva, incluso objetivante, del método científico
habitual. Se trata de la realización de la verdad del sujeto como dimensión propia
que ha de ser aislada en su originalidad con respecto a la noción misma de realidad”
(Lacan, 2001: 39, 40).

La investigación que convoca estas líneas es consecuencia de la experiencia otorgada por el


dispositivo psicoanalítico enfrentado a específicas disposiciones históricas, socioculturales
y pragmáticas, las cuales dejan traslucir particularidades que precisan ser estudiadas.
Cancina (2008) dirá que esto último se trata de lo que puede producir una investigación en
psicoanálisis que vaya más allá de lo que se produce y de lo que se procesa dentro del
ámbito de la cura, es decir, en el lugar donde se ejerce este método (p. 53). De allí que, el
ámbito de exploración de esta investigación apunte a examinar el mismo dispositivo
psicoanalítico esta vez albergando la diferenciación de incluir en sus coordenadas a un
analista y a un paciente en disidencia respecto de su lengua de origen, gatillando que el
tratamiento inste a uno de ellos a usurpar una segunda lengua para el uso de la palabra en
sesión.

A partir de esta consideración, es posible formular que el objetivo general que orientó la
presente investigación fue indagar sobre los rasgos distintivos de procesos psicoanalíticos
que incluyeron en su encuadre de tratamiento dos lenguas disímiles. En términos más
específicos, se pretendió explorar teóricamente la temática desde las aproximaciones de la
bibliografía analítica y algunas adyacentes que permitieron trazar los lineamientos de
exploración de la temática. Además, el estudio apuntó a realizar una aproximación empírica

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a través de la realización de entrevistas tanto a pacientes como a analistas que trabajaron en
el formato estudiado. A partir del material emergente, se buscó generar reflexiones tanto
teóricas como técnicas, en diálogo con los elementos aportados por las entrevistas y los
demás documentos revisados. En paralelo, se planeó indagar sobre los elementos
socioculturales en tratamientos con la configuración estudiada. En base a lo anterior, esta
aproximación apuntó a construir nuevas aperturas teóricas desde la propia disciplina y en
diálogo interdisciplinar, complejizando la reflexión de la temática y abriendo vías para
investigaciones posteriores a más profundidad.

En este sentido, la aproximación al estudio de los pormenores de tratamientos hechos entre


dos lenguas se llevará a cabo en el escenario de la investigación cualitativa, acorde a la
naturaleza de los elementos estudiados. En su más amplio sentido, concebimos al enfoque
cualitativo como un conjunto de prácticas interpretativas que otorgan un alcance a cierto
fragmento de la realidad, a través de una serie de representaciones recolectadas de los
sujetos participantes en ella (Hernandez, Fernandez & Baptista, 2010: 10; Bogdan &
Taylor, 2002: 20).

En términos más coloquiales, el saber fundado a través de la vía cualitativa permitió operar
como escucha del habla investigada. En efecto, siguiendo a Canales (2006), éste trayecto
busca encontrarse en el orden de los significados y las reglas de significación, pretendiendo
alcanzar un acercamiento a la estructura de observación del otro (p. 19-20). En este caso
particular, se trató de acercarse a la estructura de observación de pacientes y psicoanalistas
que trabajaron en el formato que nos concierne, a saber, implicando en sesión analítica un
trabajo entre dos lenguas. Siguiendo a Hoshmand (1989) y Polkinghorne (1991), lo que
orienta el horizonte de esta investigación es “conocer los significados que las personas
asignan a sus experiencias” (Hernandez, Fernandez & Baptista, 2010: 528).

La poca exploración sobre la temática en cuestión justificó el carácter exploratorio de


nuestras aproximaciones. De hecho, la exploración bibliográfica corrobora que el tema no
ha sido extensamente estudiado, menos aún bajo las coordenadas teóricas aquí propuestas.
En tal sentido, consideramos que esta aproximación es aún de orden exploratorio.

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Siguiendo a Hernandez, Fernandez y Baptista (2010), “los estudios exploratorios se
efectúan, normalmente, cuando el objetivo es examinar un tema o problema de
investigación poco estudiado o que no ha sido abordado antes” (p. 58).

Ahora bien, Mills (1959) alienta a que los estudios cualitativos creen un método
particularizado de aproximación y obtención de datos acorde a su interés de exploración.
En concordancia, el método de recopilación de la información para el presente estudio
utilizó diversas estrategias, técnicas y herramientas. Específicamente, la implementación de
la entrevista posibilitó una comprensión de las perspectivas de los informantes respecto de
sus experiencias de trabajo en tanto psicoanalistas o pacientes. Según su grado de
estructuración, las entrevistas fueron abiertas semiestructuradas basadas en un guion, con
temas focales formalizados en un banco de preguntas. Siguiendo las propuestas de
Hernandez, Fernandez & Baptista (2010), Flick (2002) y Canales (2006), las entrevistas se
realizaron en condiciones de flexibilidad y libertad, permitiendo ordenar los tópicos en
función del surgimiento espontaneo de contenidos, en el marco de la propia situación de la
entrevista.

Se aplicaron dos entrevistas diferenciadas según el rol del/la participante. Por un lado, se
entrevistó a pacientes, cumpliendo ciertos criterios de selección de los participantes. Entre
ellos el primero fue haber trabajado al menos cinco meses en un dispositivo psicoanalítico
con una lengua materna diferente a la suya como idioma en el tratamiento, o bien con una
lengua diferente como marco histórico y cultural de referencia para el analista o el paciente.

En el caso de las entrevistas a pacientes, se comenzó describiendo el marco general de la


realización de la investigación y una breve presentación del tema investigado, obviando
cualquier elemento que pudiese direccionar las comunicaciones del entrevistado. La
pregunta de apertura apuntaba a indagar la experiencia de trabajo en el marco del
tratamiento psicoanalítico. A medida que el material emergía se intentó precisar el
contexto del inicio del tratamiento, los móviles que gatillaron su inicio así como la elección
del psicoanalista. Además se exploraron elementos del encuadre como la duración,
frecuencia y si es que hubo o no explicitación del idioma de conducción del tratamiento.

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Asimismo, a medida que avanzaban los relatos del desarrollo del análisis, se exploraron
elementos de la historia de ese/a paciente relevantes para el tratamiento.

Algunas preguntas dispuestas a ser utilizadas en caso de que el material lo ameritara,


apuntaban a conocer detalles de fragmentos analíticos que permitiesen contemplar el rol de
cada lengua en la conducción del tratamiento, ya sea a propósito de la interpretación, la
transferencia, las producciones inconscientes, entre otros. En un plano más general, las
entrevistas a pacientes estaban orientadas a indagar la función de la segunda lengua en el
tratamiento psicoanalítico, su relevancia o irrelevancia y una apreciación general sobre el
hecho de haber llevado a cabo un tratamiento entre dos lenguas.

En concreto, se entrevistó a cuatro pacientes. La primera entrevistada tenía como lengua de


origen el castellano, su tratante era francesa, el contexto era francófono y la dirección del
tratamiento fue principalmente en español. El segundo entrevistado hablaba noruego, su
analista era de habla hispana, el contexto era hispanohablante y el tratamiento se condujo
en español. La tercera entrevistada tenía al francés como lengua materna, se atendió en un
país hispanohablante, su psicoanalista hablaba castellano y la atendió en ese mismo idioma.
Finalmente, se entrevistó a un paciente castellano hablante que trabajó en francés con un
psicoanalista francés, en contexto francófono (Tabla Nº1).

LENGUA LENGUA LENGUA CONTEXTO


PACIENTE ANALISTA ATENCIÓN ATENCIÓN

1. Castellano Francés Español País francófono

2. Noruego Castellano Castellano País hispanohablante

3. Francés Castellano Castellano País hispanohablante

4. Castellano Francés Francés País francófono

Tabla 1. Especificidades de pacientes entrevistados

12"
"
Por otro lado, se entrevistó a psicoanalistas que optaron por trabajar bajo este formato. Se
trató de procesos que duraron al menos cinco meses, a excepción de uno que tuvo una
brevísima duración. En las entrevistas a los analistas también se comenzó describiendo el
marco general de la realización de la investigación y una breve presentación del tema
investigado, con especial cuidado de incurrir en aproximaciones teóricas respecto de la
problemática, previniendo cualquier elemento que pudiese direccionar las comunicaciones
del entrevistado hacia una reflexión que dé cuenta de su postura teórica, en detrimento de
una comunicación que dé cuenta de sus prácticas.

La apertura de la entrevista a los psicoanalistas estaba orientada por un sondeo general del
contexto de su ejercicio profesional. En función del material emergente, se trató de explorar
sus experiencias en el trabajo con pacientes que tenían una lengua materna diferente a la
suya. Resultó imperioso indagar sobre algún caso en particular a fin de precisar los
elementos que se pretendió explorar. De allí que, la entrevista se dirigió a recolectar
elementos sobre un tratamiento desde el contacto inicial, el motivo de consulta, la demanda
de trabajo. Al igual que con los pacientes entrevistados, se examinó el encuadre del
tratamiento en términos de duración, frecuencia y la explicitación o no del idioma de
tratamiento, ya sea al inicio o durante el mismo.

Sobre el caso puntual indagado en cada entrevista a los/as psicoanalistas, las preguntas
buscaban precisar los elementos transferenciales, el conflicto sintomático, así como la
dirección de la cura del tratamiento. Asimismo, se puso importante atención a los detalles
del operar técnico del psicoanalista en cada caso, en lo posible a partir de la explicitación
de alguna intervención, interpretación, etc. La orientación de las entrevistas también tenía
en perspectiva la indagación de elementos culturales puestos en juego en el dispositivo.
Desde un plano más general, se examinaron las apreciaciones de los tratantes respecto de la
conducción de procesos psicoanalíticos entre dos lenguas.

Detallando las entrevistas a los psicoanalistas, el primer caso se trató de una analista
castellano hablante que atendió en inglés a una paciente de habla inglesa, en un país
hispanohablante. El segundo caso se trató de otra analista de habla hispana que atendió en

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"
francés a una paciente francesa, en contexto francófono. Por último, se entrevistó a una
analista cuya lengua de origen era el castellano, quién trató a una paciente francesa en
castellano en un país hispanohablante.

LENGUA LENGUA LENGUA CONTEXTO


ANALISTA PACIENTE ATENCIÓN ATENCIÓN

1. Castellano Inglés Inglés País hispanohablante

2. Castellano Francés Francés País francófono

3. Castellano Francés Castellano País hispanohablante

Tabla 1. Especificidades de psicoanalistas entrevistados

La selección de los participantes respondió a muestras en cadena o por redes (bola de


nieve). Se partió identificando algunos participantes claves y ello facilitó acceder a nuevas
redes para contactar a otros interesados/as que pudiesen participar.

Además de las entrevistas, también se utilizaron ciertos documentos como insumos de


consulta paralela. El primer material complementario fue un “testimonio de pase”2 de un
analizante que trabajó en el formato estudiado. Se trata de tres comunicaciones establecidas
al modo de textos, a través de los cuales dio cuenta sobre su experiencia analítica. Un
segundo material de consulta fue una novela autobiográfica que detallaba, desde la
literatura, el trayecto analítico de una paciente en el encuadre explorado. Se trató de una
narración escrita y formalizada sobre hechos del pasado y su experiencia al respecto.

"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
2
El testimonio de pase consiste en “un dispositivo inventado por Lacan para investigar el final del
análisis y la transformación que produce en un sujeto el paso por el dispositivo analítico. El
dispositivo reemplaza el sistema de formación standard conocido como análisis didáctico y se
convierte en un modo esencial para la formación del analista de orientación lacaniana”, según los
postulados de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) de la Asociación Mundial de
Psicoanálisis (AMP). Consultado en:
http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=el_pase&SubSec=formacion&File=formacion.html.

14"
"
Es importante poner en clara perspectiva que el interés de la presente investigación no
aspiró -en absoluto- a generalizar los datos de la muestra a una población, sino más bien
mostrar la riqueza del caso por caso. En efecto, la especificidad propia del objeto
psicoanalítico apunta precisamente rescatar la singularidad de los fenómenos que ocurren
en el seno de la díada terapéutica.

Por consiguiente, el tipo de muestra y de materiales utilizados para la producción siguió el


criterio de alta variación o variabilidad, pretendiendo rastrear las distintas perspectivas
sobre el fenómeno y su complejidad. Se buscó documentar la diversidad que dio lugar a una
problematización de las diferencias, las coincidencias, y sobre todo las singularidades, a
partir de la información obtenida mediante las unidades de análisis.

Por su parte, el análisis de los datos se realizó a la luz de la triangulación, las tensiones y
los diálogos entre el material empírico y los documentos. Sólo a partir de lo anterior, se
distinguieron las categorías y unidades de análisis emergentes que condujeron la
profundización teórica y la formalización del texto que precede a este apartado. De este
modo, el análisis de los datos formalizó el diálogo del material de las entrevistas y los
documentos con lo retratado por la bibliografía analítica tanto a nivel teórico como técnico.
En paralelo, se revisó el material provisto por la exploración en un diálogo interdisciplinar
que exploraba los elementos socioculturales de la problemática estudiada.

En términos más definidos, el camino tomado para el análisis de datos sobre los
tratamientos psicoanalíticos entre dos lenguas tuvo como lazarillo al paradigma indiciario
propio de la investigación en el ámbito psicoanalítico. Este enfoque formalizado
inicialmente por Ginzburg (1994) y Schenquerman (1998), estuvo claramente inspirado en
el método de investigación que orientó la obra freudiana a partir de sus observaciones en el
trabajo de Morelli, otorgando a los detalles el papel protagónico más preciado y decidor. De
este modo, “la disciplina del psicoanálisis, como hemos visto, se basa en la hipótesis de que
los detalles aparentemente insignificantes pueden revelar fenómenos profundos y
significativos” (Ginzburg &Davin, 2010: 28).

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"
Pensando a Ginzburd, Rabant (1994) se preguntaba: ¿con qué trabaja el analista? Como
respuesta acuden inmediatamente “los fragmentos heterogéneos e irremediablemente
dispersos” (p. 57). Freud (1992o) ya lo había adelantado en Construcciones en análisis,
señalando que una exploración psicoanalítica precisaba retomar ideas súbitas reprimidas
como correlatos de las mociones afectivas coartadas, además de fragmentos de recuerdos
gravemente deformados y las repeticiones de los afectos pertenecientes a lo reprimido.
Ambas aproximaciones sugeridas por Freud y Rabant destacan el valor de los indicios para
la conducción de la tarea investigativa, tal como lo propusieron Ginzburg (1994) y
Schenquerman (1998).

Freud (1992p) también sugirió lo anterior en El Moisés de Miguel Ángel (1992p),


reconociendo la considerable influencia de Morelli en su camino de descubrimiento del
psicoanálisis. De hecho, lo hace refiriéndose a los inadvertidos pero trascendentales
detalles de la figura del Moisés de Miguel Ángel; detalles que determinaban la
interpretación de la obra en sí. En este texto, el médico austriaco invita a prescindir de la
impresión global y de los grandes rasgos, destacando en cambio el valor característico de
los detalles subordinados, de aquello que erróneamente consideramos como pequeñeces.
“Así extravía el camino hacia una concepción como la nuestra, que, valorando ciertos
detalles inaparentes, obtiene una interpretación sorprendente de la figura toda y de sus
propósitos” (Freud, 1992p: 240).

Sherlock Holmes también estaba convencido de la importancia de estudiar los detalles para
llevar a buen término una investigación. Así lo demuestran los oficios con Watson en A
case of Identity:

“Por mi vida, Watson, que está usted haciendo grandes progresos. Lo ha hecho
usted pero que muy bien. Es cierto que se le ha pasado por alto todo lo importante,
pero ha dado usted con el método... Nunca confíe en las impresiones generales,
amigo, concéntrese en los detalles. […] Ya conoce usted mi método, que se basa en
la observación de los pequeños detalles” (Conan, 2001:53).

16"
"
Del mismo modo, el psicoanálisis también le supone gran trascendencia a los detalles que
otorga el sujeto en su relato, en su decir, ya que es allí donde la interpretación psicoanalítica
detiene y dirige su intención. Por ello “no es casual que pueda decirse que Freud inventó el
psicoanálisis precisamente a partir de ellos” [los detalles] (Miller, 2010:12).

En concordancia con lo anterior y siguiendo el camino que Freud nos muestra, la


producción de esta investigación y su respectivo texto se orientó por el paradigma
indiciario y la relevancia que éste concede a los detalles emergentes provistos por las
unidades de análisis (entrevistas y documentos) con las cuales se trabajó. De este modo, se
articularon constelaciones de sentido a partir de los elementos similares, contradictorios,
incoherentes o de coherencia subyacente.

En suma, el análisis de los datos se realizó tras poner en tensión a los elementos
contribuidos por los insumos de información con la teoría psicoanalítica y el diálogo
interdisciplinar. Ello fue posible gracias al uso del paradigma indiciario en tanto
herramienta de investigación desde el ámbito psicoanalítico, a fin de abordar múltiples
campos en relación a “la manera en que debemos conceptualizar el complejo entramado de
la relación entre el analista, el analizante y el lenguaje” (Parker 2010: 53).

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"
1. FUNDAMENTOS PRELIMINARES

“¿cómo un psicoanalista de hoy no se


sentirá llegado a […] tocar la palabra,
cuando su experiencia recibe de ella su
instrumento, su marco, su material y hasta
el ruido de fondo de sus incertidumbres?”

Lacan3

1.1. Vaivenes del sujeto entre palabra y acto del habla

Tempranamente y desde su experiencia en diván, Anna O. nominó al psicoanálisis,


coloquial y gráficamente, como una limpieza de chimenea que operaba mediante la cura
por la palabra. Freud no tardó en advertirlo y, al alero del descubrimiento del inconsciente,
provocó un viraje trascendental sobre la concepción del acto del habla 4 . El médico
consideraba a éste como la llave maestra para el trabajo con el inconsciente, ya que el acto
del habla, a través de sus manifestaciones, dejaba traslucir que el neurótico decía siempre
más de lo que pretendía decir (Breuer & Freud 1992a, Freud 2009, Tizio, 1999). Desde
entonces, el acto del habla y la palabra se instituyeron como la vía esencial de
aproximación a los contenidos inconscientes y al tratamiento anímico.

“El psicoanalista no dispone de otro medio, de otra realidad a su alcance para


explorar el funcionamiento consciente o inconsciente del sujeto, aparte del habla, de
sus estructuras y de sus leyes; ahí es donde el analista descubre la postura del
sujeto” (Kristeva, 1988, p. 240).

"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
3
Lacan, J. (2008a). La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud. En Lacan, J.
(2008), Escritos 1 (pp. 496). Buenos Aires: Siglo XXI. (Trabajo original publicado en 1966).
4
Al referirnos al acto de habla desde la lingüística, utilizamos la referencia a Saussure y no así los
aportes de Austin. Este último se enfoca en el estudio del habla como un tipo de acción que
involucra el uso de la lengua natural y su sujeción a cierto número de reglas convencionales
generales y/o principios pragmáticos de pertinencia; ámbitos que exceden los alcances de este
trabajo.

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"
De este modo, el acto del habla adquiere crucial relevancia al ostentar entre sus líneas la
localización subjetiva de aquel que habla, exhortando al analista a estar atento a cuanto se
articula en el encuadre analítico.

Estas mismas observaciones redoblan su envergadura en aquellos tratamientos


psicoanalíticos que introducen en su horizonte de trabajo, la variable de la lengua del Otro
en drástica desemejanza, mereciendo un estudio pormenorizado si se considera que en ellos
el acto del habla se encuentra comprometido en múltiples dimensiones. Por un lado, desde
la perspectiva del analista en tanto éste se instituye como una de las herramientas
fundamentales de su ejercicio. Del mismo modo para el paciente, quién se ve exhortado a
seguir la regla fundamental y articular -con la menor censura posible- todo cuanto se le
venga a la mente.

Si bien lo mencionado hasta este punto retoma la relevancia de la palabra para el


psicoanálisis y el viraje freudiano respecto del acto del habla, el problema que acá
concierne está planteado a propósito de la lengua. Mencionar al acto del habla en el mismo
horizonte que la lengua no es una acción fortuita, ya que ambos están estrechamente
vinculados de acuerdo a lo demostrado por diversos autores que han estudiado la temática
(Milner, 1980; Saussure, 1988; Kristeva, 1988). No obstante, cada una de estas nociones
detenta ciertas particularidades en las que es preciso detenerse, a fin de avanzar.

Ferdinand de Saussure fue un lingüista suizo, cuyas ideas precursoras -publicadas


póstumamente por dos de sus discípulos- sirvieron para el inicio y desarrollo de la
lingüística moderna en el siglo XX. Si bien la noción de la lingüística parece haber dado
sus primeras luces en 1816 de la mano de François Raynouard en Choix des poésies des
troubadours, varios autores reconocen a Saussure como el padre de la lingüística moderna
(Kristeva, 1988). De hecho, fue él quien planteó importantes aportes acerca de la
diferenciación entre los conceptos de habla y lengua, agregando en su desarrollo a un
tercero: el lenguaje. Es decir, a fin de precisar su objeto de estudio, el lingüista suizo
propuso una triple distinción entre lenguaje, lengua y habla que resulta ineludible abordar
para circunscribir la problemática que atañe a este estudio.

19"
"
Tempranamente, Saussure (1988) sugiere que la realidad del lenguaje era demasiado
compleja, amplia e inclasificable, además de presentar innumerables aristas que impedirían
tomarlo como “el” objeto a ser estudiado por la lingüística. Tomado en su conjunto, el
lenguaje puede pensarse como la capacidad universal propia del ser humano para
expresarse por medio del uso de sistemas estructurados de signos. De este modo, el
lenguaje es entendido como un objeto binario, multiforme y heteróclito, presentando
diferentes dominios que, siendo a la vez sociales como individuales; pertenecen además al
dominio físico, fisiológico como al psíquico (p. 37). Considerando esta definición en
diálogo con nuestro ámbito de estudio, es importante resaltar que los principios
psicoanalíticos concentrados en el descubrimiento del inconsciente y las leyes de su
funcionamiento, modifican en profundidad la concepción clásica del lenguaje (Kristeva,
1988).

1.2. El inconsciente entre los recovecos del lenguaje en Freud

En base a la aproximación lingüística precedente, resulta conviene dialogar con nociones


propiamente psicoanalíticas. Si bien la lingüística, en tanto ciencia, no parece haber sido
una de las disciplinas consultadas asiduamente por Freud, en sus escritos pueden
encontrarse múltiples referencias a ella. La inmensa mayoría de estas referencias responde
a su uso en tanto adjetivo (norma lingüística, concesión lingüística, uso lingüístico,
asociación lingüística, imágenes lingüísticas, giros lingüísticos, expresión lingüística, uso
lingüístico, formas lingüísticas, etc.). Al contrario, las referencias y consultas de contenidos
propiamente disciplinares sobre ella son escasas (Sauval, 2012).

Adviértase que la aproximación epistémica decimonónica al lenguaje de Freud fue anterior


a la formalización moderna de la ciencia que lo estudia (Cf. Recio, en Delgado y Gutiérrez,
1994). El objeto «lenguaje» estudiado por él, no coincide con el sistema formal abordado
por la lingüística en tanto disciplina científica (Cf. Milner 1980, Kristeva 1988). Sin
embargo, como ya se anticipó, los escritos freudianos son testimonio de la presencia de
múltiples nociones adyacentes a la lingüística de su tiempo; entre ellos, los conceptos

20"
"
nodales desarrollados en sus textos metapsicológicos como representación, representación-
palabra o huella mnémica, entre otras (Cf. Freud, 1992k, Delgado y Gutiérrez 1994).

Por ejemplo, a la altura del “Estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e
histéricas” publicado entre 1888 y 1893, se ubica el punto fundamental de tensión entre los
trastornos orgánicos y los psíquicos. Acá Freud diferencia la parálisis orgánica de la
parálisis histérica y propone que ésta última contempla una lesión, no respecto del órgano,
sino respecto de su representación; aboliendo así la accesibilidad asociativa respecto de esa
“idea” del órgano. Ello sucede también en “Histeria” (1992) donde Freud, aún con fuertes
influencias organocentristas, se refería al “órgano anímico” para hablar de los malestares de
sus histéricas. Pocos años después, en Contribuciones a la concepción de las afasias
(1992c), Freud trasforma aquello en un aparato del lenguaje, provocando un
desplazamiento del centro del problema, separando la anatomía y la fisiología a través de la
introducción de la dimensión del lenguaje.

Nótese que Freud (1992c) hace uso de palabra –unidad de base de la función del lenguaje-
como instrumento para el trabajo y localización de las lesiones histéricas. Procede a
desensamblar la palabra, asegurando que sus componentes son “la representación de
palabra, la imagen sonora, la imagen visual de la letra, la imagen motriz de lenguaje y la
imagen motriz de la escritura” (p. 45-79). De este modo, la palabra adquiere valía por su
relación con la “representación de objeto”, que en ese tiempo hacía alusión a la
representación del órgano afectado.

En Contribuciones a la concepción de las afasias, el fundador del psicoanálisis aborda


frontalmente un tema relativo a los trastornos del lenguaje, sobre todo relativos al aporte de
ellos en relación al conocimiento de la función del aparato del lenguaje y sus enlaces
respecto del síntoma. Mediante estos avances, se desborda del marco tradicional de la
concepción de la afasia (entendida como la pérdida de la capacidad del habla por lesión
cerebral) y su causa material, desplazando el centro del problema en virtud de la separación
de lo puramente anatómico-fisiológico. Así, la flamante introducción del lenguaje abría una
nueva puerta para leer lo que en adelante tomaría la forma del conflicto anímico.

21"
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Es sabido que Freud define una posición disidente a las perspectivas preponderantes de esa
época en varios aspectos, entre ellos el ámbito que acá estudiamos. El médico impugna las
localizaciones parceladas de la función del lenguaje, en beneficio de una localización
global y articulada de lo que denominó entonces como aparato del lenguaje
(sprachapparat); situando como centrales a las representaciones de palabra y de objeto, así
como al elemento acústico (Freud, 1992c, 1992d).

Más tarde, respecto al sueño como campo privilegiado del descubrimiento del inconsciente,
Freud descubre y describe de modo brillante e irrepetible, el funcionamiento específico del
proceso primario bajo la forma de los mecanismos de condensación y desplazamiento
(Freud, 2010a). En este punto señala que una representación inconsciente puede concentrar
los elementos de una serie de otras representaciones. En paralelo, presenta la hipótesis
económica que sugiere que la energía e intensidad de una representación puede
desprenderse y desplazarse de ésta, para pasar a otras representaciones ligadas a la primera
por una cadena asociativa. Así, enuncia la sobredeterminación de las representaciones en
las manifestaciones inconscientes y la movilidad de sus cargas energéticas. Posteriormente,
influenciado por Jakobson, Lacan (2008) reconsiderará nuevamente estos dos ejes
fundamentales de la función de lo inconsciente al modo del lenguaje, bajo la forma de la
metáfora y metonimia.

De hecho, en ese tiempo Freud propuso conclusiones más amplias al respecto y las
extrapoló al estudio de otros sistemas simbólicos más complejos. Por ejemplo, analizando
“El Chiste y su relación con el inconsciente”, descubre procedimientos de formación de
material inconsciente que ya habían sido observados respecto del trabajo del sueño bajo la
forma de la concisión, la condensación con formación substitutiva, inversión, o el doble
sentido (Freud, 2010f). En pocas palabras, las conclusiones que Freud extrae del lenguaje
del sueño, posibilitan el abordaje de sistemas simbólicos complejos y mucho más
indescifrables como el tabú́ , el tótem, y demás prohibiciones en las sociedades “primitivas”.

Estas puntuaciones permiten dar cuenta del modo paulatino en el que Freud se aproximó a
pensar el psicoanálisis como una experiencia de lenguaje. “Los trabajos freudianos ofrecen

22"
"
hoy en día una visión nueva del lenguaje, que el psicoanálisis ha tratado de sistematizar y
de concretar en las investigaciones de estos últimos años” (Kristeva, 1988:246).

El conjunto de consideraciones sobre la obra freudiana y sus empalmes con efectos de


creación en relación al lenguaje, permite visibilizar que el abordaje de las manifestaciones
del inconsciente vira hacia un quehacer en el orden del desciframiento; la búsqueda de
aquellos contenidos que, gracias al uso particular que cada sujeto hace del lenguaje, posan
disfrazados entre palabras, o bien se esconden en los recónditos apartados que ellas ofrecen
al articularse. Así, el análisis avanza desentrañando aquello que de lo reprimido –
usufructuando ciertos usos lingüísticos- vuelve en el discurso (Tizio, 1990).

1.3. Vestigios del estructuralismo y lingüistería lacaniana

Los aportes freudianos han puesto en evidencia que no es vano detener la marcha cuando
elementos relativos al uso del lenguaje se ven implicados respecto al tratamiento anímico,
ya que las mociones inconscientes y su funcionamiento signado por el proceso primario,
testifican sobre el operar de lógicas en las que la palabra, el acto de habla y los usos
lingüísticos se encuentran profundamente comprometidos. En consecuencia, las disimetrías
respecto de la lengua entre un psicoanalista y un paciente adquieren relevancia, y su estudio
es congruente con la permanente labor investigativa propia del quehacer analítico iniciado
por Freud desde la puesta en forma de su obra.

Para alcanzar tal propósito aún es preciso rastrear algunos fundamentos que posibilitan
instalar, a cabalidad, la pregunta sobre los pormenores de análisis entre dos lenguas como
un ámbito con las aristas indispensables expuestas para la discusión.

Para ello, la referencia a la obra de Lacan es inapelable. El psiquiatra francés fue uno de los
seguidores más emblemáticos del creador del psicoanálisis. Lacan trabajó, sin perder la
influencia freudiana, los intercambios, disidencias y construcciones respecto del cruce entre
psicoanálisis y lenguaje, instalando -hasta la fecha- la ilación más fértil entre ambas
disciplinas. Es sabido que el nombre de Lacan permanece fuertemente asociado a la
corriente estructuralista de la década de los 50. En efecto, él mismo dirá que el

23"
"
estructuralismo le ha permitido “elaborar lógicamente: […], el sujeto, y el sujeto tomado en
una división constituyente” (Lacan 2008b: 814).

Respecto del estructuralismo, el autor dialogó principalmente con la lingüística y con la


antropología estructuralista (Kisteva, 1988, Zafiropoulos, 2006).

Lacan hace hincapié en lo que el psicoanálisis puede compartir con estas


disciplinas: esas leyes de composición del inconsciente que Freud nos enseñó a
descifrar, cuyo correlato es el sujeto de la ciencia y que, al igual que las estructuras
elementales del parentesco, operan sin que el sujeto psicológico lo sepa (Soler,
2013: 22).

Partamos por Saussure, a quién Lacan evoca en 1955 cuando introduce la referencia del
lingüista en relación a la definición de lenguaje, en su conferencia pronunciada en la clínica
neuropsiquiátrica de Viena, formalizada en el texto de “La cosa freudiana, o sentido del
retorno a Freud en psicoanálisis”. Sin embargo, textos más tempranos evidenciaban que
Lacan (2001c) ya se empeñaba en formular la trascendencia de la estructura del lenguaje
para pensar lo inconsciente. De hecho, el autor sugiere que “las funciones de la palabra y el
campo del lenguaje, motivan cambios de meta y de técnica psicoanalítica” (Lacan, 2008c:
236). Es decir que “se da a entender que más allá de esa palabra, es toda la estructura del
lenguaje lo que la experiencia psicoanalítica descubre en el inconsciente” (Lacan, 2008c:
474).

Estas reflexiones llevaron a Lacan a establecer que el inconsciente se rige por leyes propias
y similares a las del lenguaje; etapa en la que aforismos como “el inconsciente estructurado
como un lenguaje” (Lacan, 2008; 2003; 2014) resultan paradigmáticos de un sistema de
pensamiento psicoanalítico en el que “el lenguaje puede ser definido como la condición
misma del inconsciente” (Chemama & Vardermesch, 2004: 392). En consecuencia, al
quehacer del psicoanalista no le era ajeno que los contenidos inconscientes se abordan por
un análisis de lenguaje, ya que la constitución misma del material reprimido responde a esta
lógica.

24"
"
“Porque si para admitir un síntoma en la psicopatología psicoanalítica, neurótico o
no, Freud exige el mínimo de sobredeterminación que constituye un doble sentido,
símbolo de un conflicto […] más allá de su función […] presente no menos
simbólico, si nos ha enseñado a seguir en el texto de las asociaciones libres la
ramificación ascendente de esa estirpe simbólica, para situar por ella en los puntos
en que las formas verbales se entrecruzan con ella los nudos de su estructura, queda
ya del todo claro que el síntoma se resuelve por entero en un análisis del lenguaje,
porque él mismo está estructurado como un lenguaje, porque es lenguaje cuya
palabra debe ser librada” (Lacan 2008d:260).

Desde estas coordenadas puede extraerse una definición muy precisa sobre lo simbólico,
próxima a la noción de significante. Definición que precisa sostener claramente que el
significante no se limita a ser necesariamente verbal y que sólo por homología se define en
concordancia con el significante lingüístico, en tanto comparte su carácter diferencial y sus
leyes de composición.

Lo simbólico propiamente tal se constituirá como uno de los tres registros que ordenan el
pensamiento lacaniano. Previa a esta formalización, Lacan retoma la noción de simbólico
sin descubrir ninguna pólvora si consideramos que ella presenta una larga trayectoria en el
pensamiento occidental 5 . Es seguro que él retoma ciertos antecedentes modernos
importantes, en particular aquellos relativos a la obra de Saussure, cuyos aportes iniciales
giraban en relación a la noción de símbolo y a sus posteriores nuevas acepciones. No nos
detendremos ahí.

La concepción simbólica de Lacan deja entrever claramente la influencia de Claude Lévi-


Strauss, antropólogo y etnólogo franco-belga, además de atento lector del psicoanálisis
freudiano. Lévi-Strauss introdujo el enfoque estructuralista en las ciencias sociales al seguir

"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
5
En particular, la influencia menos reconocida sobre Lacan del filósofo prusiano Ernst Casirer,
conocido por su obra Filosofía de las formas simbólicas (1923-1925), donde dedica su atención al
estudio del lenguaje como forma simbólica en el primero de sus tomos.

25"
"
cercanamente la pista del estructuralismo fundado a partir del Curso de lingüística general
y del trabajo de Roman Jakobson.

El influyente intelectual desarrolla el "método estructural" en el campo de los fenómenos


lingüísticos. El lenguaje es planteado por él como la estructura de las estructuras, como el
cimiento desde el cual se erigen los diferentes contratos sociales. Puntualmente, en su texto
sobre La eficacia simbólica, Lévi-Straus (1995) aborda ciertos aspectos de la cura
chamánica dando consistencia a aquello que propiamente nombra como eficacia simbólica,
definida al modo de una propiedad inductora cuyo aporte central para el campo
psicoanalítico es la del inconsciente reducido a una función simbólica que se ejerce según
las mismas leyes para todos (Tizio 1990: 151).

El inconsciente […] es órgano de una función específica, se limita a imponer leyes


estructurales a elementos inarticulados que vienen de otra parte- y esto agota su
realidad: pulsiones, emociones, representaciones, recuerdos. Se podría decir,
entonces, que el inconsciente es el léxico individual en el que cada uno de nosotros
acumula el vocabulario de su historia personal, pero este vocabulario solamente
adquiere significación –para nosotros mismos y para los demás- si el inconsciente lo
organiza según sus leyes y constituye así un discurso (Lévi-Strauss, 1995a: 184).

En efecto, la función simbólica implicaría leyes que se ejercen sobre todos de la misma
forma, de allí que el antropólogo pueda decir que el inconsciente posee leyes propias y ellas
constituyen en sí mismas un discurso.

Como lo mencionamos, el psicoanálisis posfreudiano -especialmente lacaniano- retoma


varios de sus postulados, los cuales se ven reflejados en la época de producción
estructuralista fuertemente marcada por la introducción del concepto de lo simbólico en la
obra de Lacan, evidenciando la influencia de lo planteado por el antropólogo sobre el
inconsciente y su sujeción a leyes estructurales preexistentes.

Lacan toma la noción de simbólico para relacionar la estructura del inconsciente con la del
lenguaje y aplicar el método que se mostró fecundo en la lingüística. Además, da cuenta del

26"
"
modo en el que el sujeto humano se inserta en un orden preestablecido también de
naturaleza simbólica, en un sentido propiamente lévi-straussiano. En suma, Lacan designa
una estructura cuyos elementos discretos funcionan como significantes (modelo lingüístico)
y, de un modo más general, da cuenta del registro al que pertenecen tales estructuras (el
orden simbólico).

En esta línea, podría formularse que la teoría que se tiene del sujeto depende de la teoría
que se tiene del lenguaje. Entonces, ¿de qué sujeto se trata en Lacan? El autor parte por una
subversión del sujeto al plantearlo como efecto de lo simbólico, como efecto de una
estructura dónde “el efecto de lenguaje es la causa introducida en el sujeto” (Lacan 2008b:
794). Noción que si bien más adelante complejiza sus matices, se mantiene.

Avancemos. Esta contigüidad disciplinar entre psicoanálisis y lingüística tiene, a todas


luces, varios límites. Así lo demuestra el distanciamiento del psicoanalista francés de la
obra lingüística desde el Seminario 18:

“porque la lingüística, lo voy a decir, a mí me importa un bledo. Lo que me


interesa directamente es el lenguaje, porque pienso que es con lo que trato cuando
tengo que llevar acabo un psicoanálisis” (Lacan, 2013: 42).

Este distanciamiento fue plasmado más acabadamente en 1972 a la altura del Seminario
Aún, dónde Lacan, dialogando con la obra de Jakobson, dirá que él no hace lingüística sino
lingüistería. Un antecedente previo es la conocida inversión lacaniana respecto del esquema
de la unidad básica del signo de Saussure, donde otorga primacía al significante por sobre
el significado (Véase Lacan, 2008a; Kristeva, 1988; Carbajal, D’Angelo, Marchilli, 1985).
Esta inversión permite visibilizar que el principio de base de la interpretación del discurso
en psicoanálisis, iniciada por Freud y concretada luego por sus seguidores, podría
formularse como una autonomía relativa del significante que detenta un significado oculto
que no está incluido forzosamente en la unidad morfológica y fonológica, tal como se
presenta en el enunciado.

27"
"
A su vez, otra distinción ligada a la problemática del sentido y del sujeto en el lenguaje se
asoma en la teoría psicoanalítica a propósito de “la primacía (sincrónica) del significante
sobre el significado” (Kristeva, 1988: 249). Mencionar la primacía sincrónica del
significante remite nuevamente a los antecedentes saussureanos y su propuesta de dos
puntos de vista diferentes pero complementarios, a ser considerados al momento de analizar
hechos de lengua. Hablamos de los ejes diacrónico y sincrónico.

“Es sincrónico todo lo que se refiere al aspecto estático de nuestra ciencia, y


diacrónico todo lo que se relaciona con las evoluciones. Del mismo modo, sincronía
y diacronía designarán respectivamente un estado de lengua y una fase de
evolución” (Saussure 1980: 107).

En términos más sencillos, la relevancia de estos desarrollos6 para el psicoanálisis radica


en la ubicación y articulación de la estructura (sincronía) y la historia (diacronía), en la
medida en que para Lacan ambas proporcionan dimensiones lógicas de una misma
operación que posibilitan pensar al sujeto del inconsciente. Según la lógica lacaniana, no es
viable pensar la práctica psicoanalítica si no se articulan la diacronía y sincronía como dos
momentos lógicos que otorgan la trama y la urdimbre del sujeto del inconsciente (Cf. Sica,
2011).

Lacan se sirve de lo anterior y, en “Instancia de la letra en el inconsciente” (2008a),


desarrolla el modo en el que la estructura significante tiene en cuenta los ejes sincrónico y
diacrónico, dónde las articulaciones del lenguaje, metáfora y metonimia, se dan en los ejes
sincrónico y diacrónico. Asimismo, propone que la red significante “es la estructura
sincrónica del material del lenguaje en cuanto que cada elemento torna en ella su empleo
exacto por ser diferente de los otros” (p. 290). En cambio, sobre el significado sugiere que
"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
6
Saussure deslinda de este modo dos partes de la lingüística. Por un lado la lingüística sincrónica,
que se ocupará de las relaciones lógicas y psicológicas que unen términos coexistentes y que
forman sistema, tal como aparecen a la conciencia colectiva. Mientras que la lingüística diacrónica
estudiará las relaciones que unen términos sucesivos no percibidos por una misma conciencia
colectiva, y que se reemplazan unos a otros sin formar sistema entre sí.

28"
"
éste “es el conjunto diacrónico de los discursos concretamente pronunciados, el cual
reacciona históricamente sobre el primero, del mismo modo que la estructura de éste
gobierna las vías del segundo” (p. 391). En síntesis, da cuenta de una original articulación
entre sincronía y diacronía (a la altura del esquema R), destacando tempranamente una
articulación entre historia y estructura.

Por lo anterior, es posible enunciar que la invención psicoanalítica a partir de su


intercambio y debate con el campo del lenguaje, tiene como consecuencia evitar que el
significado se vea sobrepasado por el significante. En oposición a este sentido –valga la
metáfora- el psicoanálisis da pie al deshoje del lenguaje, separando el significante del
significado pero otorgando la responsabilidad de considerar cada significado en función del
significante que lo produce.

Nótese que, pese a estos virajes, Lacan tiene muy presente la agudeza de la lectura de
Saussure y su “tesis fundamental”, proponiendo que el contenido de una palabra no está
verdaderamente determinado más que por el curso de lo que existe fuera de ella (Cf.
D’Angelo, Carvajal, Marchilli, 1986). No sólo apunta a cuestionar la arbitrariedad del
signo, desplaza también su aporte al miembro más importante de su tríada: la lengua. Así,
Saussure (1980) sostiene que en la lengua sólo se encuentran un conjunto de desemejanzas
fonéticas y conceptuales, ya que en ella no hay más que diferencias: “una lengua es
radicalmente incapaz de defenderse contra los factores que desplazan, minuto tras minuto,
la relación entre significado y significante” (p. 101).

Jean Claude Milner, filósofo y lingüista francés próximo al psicoanálisis, radicaliza las
diferencias lingüísticas ya esbozadas por Saussure incluso a propósito del mismo uso de
una lengua, y plantea que toda lengua -en tanto conjunto de locuciones- es idéntica
únicamente a ella misma, inconmensurable a ninguna otra.

“La lengua es, entonces, lo que de ella practica el inconsciente, prestándose a todos
los juegos imaginables para que la verdad, en el movimiento de las palabras, hable”
(Milner 1980: 24).

29"
"
En este sentido, en la estructura del acto discursivo, el ser hablante se sirve de la lengua
para construir la sintaxis o la lógica de su discurso; una lengua subjetiva, personal y única,
en la lengua en tanto estructura social neutra cuya manifestación concreta es el habla.
Benveniste (1997) dirá que el lenguaje está utilizado en tanto que habla, convertido en
aquella expresión de la subjetividad apremiante y elusiva que forma la condición del
diálogo. De este modo, “la lengua suministra el instrumento de un discurso donde la
personalidad del sujeto se libera y se crea, alcanza al otro y se hace reconocer por él” (p.
77).

Estos acercamientos nos permiten retomar la función del lenguaje y la palabra en su


relación con el inconsciente, dando cuenta de un empalme que posibilita una lectura
subversiva del sujeto; atribuyendo su constitución como efecto de lo simbólico que
concede, en pleno, una particularidad a ser pensada en el abordaje de sus manifestaciones
en un tratamiento con matices culturales, sintácticos, fonemáticos discrepantes de aquellos
que brindaron el marco inicial de la emergencia subjetiva.

Además, se hace evidente un desplazamiento de sus implicaciones hacia el uso de la lengua


en tanto instrumento de un discurso a través del cual el sujeto, singularmente, se hace sitio.
Sobre todo, es rescatable la noción que otorga a la lengua una multiplicidad irreductible,
por cuanto ella es lo que de ella practica el inconsciente de cada uno, haciendo un uso único
de una estructura provista de un conjunto de convenciones sociales y culturales. Siguiendo
lo anterior, ¿emprender un análisis en lengua distinta a la materna, podría poner en
evidencia -de forma más radical- lo inconmensurable entre una lengua y otra, ubicando a
nivel manifiesto lo que pareciese ser un hecho de estructura?

"

30"
"
1.4. Lengua materna
“…porque los primeros pesares
los placeres primeros
fueron dichos
con sus formas creadoras…”
Schultz7

Se llama materna a la primera lengua que una persona aprende a hablar (RAE). Desde la
lingüística se entiende a la lengua materna como algo adquirido en la primera infancia y
que, normalmente, deviene el instrumento natural de pensamiento y comunicación. Ella se
adquiere de manera natural por medio de la interacción con el entorno inmediato, sin
intervenciones pedagógicas y sin una reflexión lingüística desarrollada de forma consciente
(Cf. Dabène, 1994).

La lengua existe en virtud de un tipo de contrato social, de un conjunto de convenciones y


hábitos lingüísticos necesarios y adoptados que permiten a un sujeto comprender, y hacerse
comprender. Ella se formula como un sistema de comunicación, verbal y casi siempre
escrito, propio de una comunidad humana. La lengua existe y toma forma en el acto
concreto de hablar, es decir, en la realización concreta, en la performatividad de la
actividad comunicativa. En palabras de Saussure, “sólo el habla real da realidad a la
lengua” (1980: 19). Por lo anterior, él decide delimitar su dominio de estudio entre la
lengua y el habla, atribuyendo a la primera un lugar privilegiado (Cf. D’Angelo, Carvajal y
Marchilli, 1986). De allí surge la invitación a ubicarse en el terreno de la lengua y tomarla
“como norma de todas las otras manifestaciones del lenguaje” (Saussure, 1980: 37).

Si bien la lengua ya había sido admitida al modo de un sistema8 antes de los avances de
Saussure, es el autor quién refuerza y da más consistencia al tomarla como objeto de
"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
7
Fran. (3 de abril de 2016). Poema de Margarita Schultz: oda a la lengua materna [Mensaje en un
blog]. Recuperado de http://narrativabreve.com/2016/04/poema-de-margarita-schultz-oda-a-la-
lengua-materna.html
8
Dicho sistema estaría compuesto por signos cuyo elemento esencial es la unión entre el sentido y
la imagen acústica; por tanto, ambas partes no son equivalentes al sonido material, sino a su huella
psíquica. El signo es, entonces, pensado como una entidad psíquica compuesta por dos dimensiones
que corresponden al significado (concepto) y significante (imagen acústica).

31"
"
estudio. Igualmente, Lacan toma a la lengua como objeto de estudio emplazando sus
coordenadas remotas a la lingüística9.

Es en este punto dónde resulta propicio destacar que a fin de abordar la temática de los
tratamientos psicoanalíticos en los que analistas y pacientes trabajan sin tener la misma
lengua materna de base, se hace necesaria una apertura al más allá de este primer momento
-nutrido y parejo- respecto a lo simbólico en la teoría psicoanalítica.

La necesidad de considerar el más allá de lo simbólico también se ha visto reflejada a nivel


general en los desarrollos teóricos dentro del psicoanálisis. Freud (1992n), por ejemplo, lo
notó en el retorno del síntoma y el cuestionamiento de la inacabada eficacia de la
interpretación. Lacan (1960) lo hizo manifiesto mediante el matema del significante de la
falta en el Otro, la inexistencia del metalenguaje y la formulación de que lo simbólico no
puede aprehenderlo todo. Por lo demás, estas consideraciones metapsicológicas también
estuvieron presentes desde un comienzo en el surgimiento del tema que nos concierne. Es
decir que las reflexiones respecto a los aspectos por fuera de la lógica de lo simbólico,
también deberían contemplarse al reflexionar sobre procesos de psicoanálisis en lengua
distinta a la materna.

La formulación de estas consideraciones tuvo correlatos en los marcos conceptuales


psicoanalíticos. Tal es caso del neologismo acuñado por Lacan en 1971, bajo la
nomenclatura de lalengua. No se trata de un error de digitación, este concepto une
voluntariamente el artículo y el sustantivo para designar a los aspectos que difieren

""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
La noción desarrollada sobre la lengua implica que el significante es arbitrario con relación al
concepto y en ella, el dominio cerrado del signo es impuesto a la comunidad que lo emplea; una
supuesta unión indisoluble que alude a una implicación recíproca, al modo de las dos caras de una
moneda.
9
No obstante, considerando el contexto sociocultural e histórico del contexto de surgimiento del
concepto de lalengua en Lacan (los 70’s) es posible advertir que en ese preciso momento Deleuze
también escribía un texto corto sobre “Le Schizo et les langues” donde tocaba la noción del
concepto desde un excelente análisis de la lengua agresiva en referencia a L.Wolfson.
(Comunicación con Guillaume Sibertin-Blanc respecto del tema de investigación. Febrero del
2015).

32"
"
radicalmente a los del orden simbólico y que no tienen como objetivo la comunicación,
además de diferenciarse de aquello que acá mismo contemplamos como la lengua.

Lalengua es un concepto paradigmático de la creciente autonomía lacaniana respecto del


estructuralismo lingüístico y antropológico que desarrollamos previamente. Así lo
demuestra el hecho de que el psiquiatra francés formule a la lingüística como un discurso
científico, “una elucubración de saber sobre lalengua” (2003b:67). Milner (2001) reafirma
lo anterior, y propone que “lalengua en sí misma y por sí misma es intrínsecamente anterior
a toda frontera que se le trace en nombre de la significación; puede y debe ser analizada
independientemente de esta frontera” (p. 30). Además, las funciones que son atribuidas a
este concepto tienen un carácter translingüístico y, por consiguiente, es menester que ella
no sea confundida con la multiplicidad de lenguas, es decir, con los idiomas.

No obstante, ¿por qué optar por una sola palabra para nominar a lalengua? Si bien un
primer atisbo aparece en el Seminario 19, su definición más formalizada surge a la altura
del Seminario 20. Lacan, con el nombre de dicho seminario en francés, invita a oír la
homofonía en Aún cercana a “un corps” o bien “en-corps”10, considerando precisamente
que a esta altura se sitúan en perspectiva desarrollos importantes respecto de la noción de
goce. Es en este contexto donde de forma más explícita se puede percibir la introducción
progresiva de lo real, registro que opera “como el paradigma de lo que pone en tela de
juicio lo que puede surgir del lenguaje” (Lacan, 2012: 40).

Extrapolando este quehacer específicamente sobre la lalengua, a Lacan le interesaba


generar ecos respecto de la homofonía de lalación, proveniente del “lallare” latino que
designa el canto ofrecido a los infantes para conciliar el sueño. Esta conexión de la lalengua
con el vocablo usualmente vinculado a la primera infancia y sus inaugurales balbuceos,
permite notar claramente la primacía de la emisión de sonidos que anteceden a la
significación. En otras palabras, dicha noción hace énfasis en la infancia temprana.

"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
10
Respectivamente, en cuerpo, un cuerpos, en lengua francesa.

33"
"
“Para ustedes la lengua, que yo escribo en una palabra: yo digo lalengua, porque
quiere decir lalala, la lalación, a saber que se trata de un hecho de que desde muy
temprano el ser humano hace lalaciones, solo se tiene que ver a un bebé, escucharlo,
y poco a poco hay una persona, la madre, la cual es exactamente la misma cosa que
lalengua, salvo que es una persona encarnada, quién le transmite lalengua” (Lacan,
1974b: inédito)11.

En lalengua hace falta el empalme de las palabras con su sentido convencional. Esto lleva
a Lacan a decir que ella no tiene nada que ver con el diccionario (Cf. Lacan, 2012). Su
configuración estaría hecha de significantes pero en el nivel básico, el de la pura
diferencia: “es algo que queda indeciso entre el fonema, la palabra, la frase y aún el
pensamiento todo” (Lacan 2003b: 131). Lalengua sería, entonces, el registro en el que los
significantes están a la deriva, a la espera del lazo con un significado para hacer signo.

El psiquiatra francés enaltece a los afectos como uno de los corolarios principales de
lalengua. De hecho, plantea a los afectos como el resultado de la presencia de lalengua.
Como lo precisa Soler (2013) “lalengua es saber inconquistable, pero no carece de efectos,
pues de lo contrario no habría motivo alguno para interesarse en ella. Efectos que son
afectos: lalengua afecta el goce” (p. 46). De este modo, su efecto en los primerísimos
momentos de constitución subjetiva pasan por un dominio onomatopéyico del sonido,
dónde el acento, el tono y la inflexión de la voz son determinantes (Lacan 2003b;
Willington 2012; Soler 2013; Colom 2013; Cote 2014; Gorenberg 2016; Góis, Uyeno,
Ueno y Genesino s/f).

Freud en 1905, articula un prodigioso recorte a partir de la narración de una situación en la


que una baronesa –aparentemente bastante cultivada y además multilingüe- hace uso de la
resonancia más originaria de su lengua en su decir respecto de un padecimiento:
"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
11 Traducción propia de la presentación de Lacan (1974b) en un congreso en Milán. El texto
original es el siguiente: «Pour vous la langue, que j’écris en un seul mot : je fais lalangue, parce que
ça veut dire lalala, la lallation, à savoir que c’est un fait que très tôt l’être humain fait des lallations,
comme ça, il n’y a qu’à voir un bébé, l’entendre, et que peu a peu il y a une personne, la mère, qui
est exactement la même chose que lalangue, à part que c’est quelqu’un d’incarné, qui lui transmet
lalangue…».

34"
"
“El médico a quien se le ha demandado asistir en el parto a la señora baronesa
declara que el momento aún no ha llegado, y propone al barón jugar entretanto una
partida de naipes en la habitación vecina. Pasado un rato, la exclamación de dolor
de la señora baronesa llega a oídos de ambos hombres: «Ah, mon Dieu, que je
souffre!». El marido se incorpora de un salto, pero el médico hace un ademán de
restarle importancia: «No es nada, sigamos jugando». Un rato después vuelve a
escucharse a la parturienta: «¡Dios mío, Dios mío, qué dolores!». - «¿Quiere usted
pasar, profesor?», pregunta el barón. - «No, no; todavía no es el momento». – Por
último, se escucha desde la habitación contigua un inequívoco «¡Ay-ay-ay ay!»;
entonces, [solo entonces,] el médico arroja los naipes y dice «Es el momento»”
(Freud 1991: 77)12.

Este fragmento otorga con bastante claridad un lugar central a lalengua y su enlace con lo
afectivo, evidenciando el desdén por los ornamentos que la alejan de sus manifestaciones
más primarias, dando cuenta de un modo más bien raso y rudimentario del lugar en el que
el sujeto aparece sujetado a su afecto, cualquiera sea el estatuto de éste.

Más adelante, no sólo a nivel de la lógica de constitución subjetiva sino también respecto
de la teorización del concepto, los analistas articularon la noción de lalengua al síntoma, el
cual, como bien sabemos, se instituye como la brújula esencial del quehacer analítico.

En la “Conferencia en Ginebra sobre el Síntoma”, Lacan pronuncia el argumento más


elaborado para establecer los efectos de lalengua. Escrito que -en rigor- está orientado a
pensar la prueba por el tratamiento del síntoma (Cf. Lacan, 1985). Allí afirma convencido
que la manera en la que lalengua ha sido hablada y también oída en su particularidad,
volverá a manifestarse incesantemente “en todo tipo de tropiezos”; es decir que lalengua
volverá a hacerse presente mediante las manifestaciones del inconsciente. Asimismo, Morel
(2012) destaca que el síntoma, al estar soportado por los equívocos propios de la lengua
materna, obtiene su materia primera de lalengua.

"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
12
El contenido en negrilla es propio.

35"
"
Los avances anteriores han mostrado el desarrollo de nociones teóricas necesarias de ser
consideradas para reflexionar en torno a las particularidades de tratamientos psicoanalíticos
que en sus coordenadas introducen a dos lenguas disímiles. Lejos de insinuar un estatuto a
priori sobre este tipo de tratamientos, se busca examinar sus distintas dimensiones bajo la
consideración de que la experiencia analítica descubre en el inconsciente toda la estructura
del lenguaje, tomando a éste último como la herramienta para el desciframiento de los
contenidos inconscientes.

Asimismo, en consideración de que la noción de lengua en sus acepciones más críticas,


vislumbra inconmensurables desigualdades, siendo posible atribuirle un estatuto de
singularidad debido a que ella es producto de las transformaciones correlativas de su
apropiación del inconsciente. De allí que el trabajo con las manifestaciones inconscientes
en un proceso analítico entre dos lenguas aloje, de forma más evidente, matices sintácticos,
semánticos, fonemáticos, sociales y culturales disidentes de los que el inconsciente sabe
bien servirse.

36"
"
2. LENGUA Y LALENGUA: SU LUGAR EN PSICOANÁLISIS

Lacan sella el término lalengua para designar los aspectos exentos de la comunicación del
lenguaje. Ella, sirviéndose de la ambigüedad y la homofonía, permite apreciar el pasaje al
inconsciente real lacaniano, cada vez más suspicaz respecto del sentido, cuyos efectos más
bien resuenan en el plano del goce (Lacan, 2015). Soler (2013) plantea que lalengua es
siempre singular y que ella habita al sujeto a través de las inaugurales marcas del Otro
materno sobre su cuerpo, portando en ella malentendidos e imprimiendo al sujeto un tipo de
goce sin par, a la vez enigmático e improgramable.

Jean Claude Milner (1980) plantea que pese a los esfuerzos científicos de la lingüística por
formular a la lengua como un sistema unificado propio de una comunidad humana, en ella
existen elementos resistentes a la generalización que se hacen presentes en el modo singular
de hablar de cada sujeto. Es decir, en el uso que cada sujeto hace de su lengua, donde
además se incluye la estructura del lenguaje, se agrega algo. Es justamente allí que la
noción de lalengua detenta el rastro más singular de la historia pulsional de cada sujeto,
instalando la imposibilidad de correspondencias con otras, siendo idéntica únicamente a
ella misma.

Su estatuto irrepetible podría de inmediato desestimar la necesidad de interrogar aquellos


tratamientos que conjugan en su encuadre el encuentro de un analista y un paciente con
lenguas de origen disímiles; ya que esto no sería sino la expresión llevada al máximo de la
no equivalencia transversal en la lengua, incluida en cualquier proceso analítico. De allí que
en su investigación, Caruso y Tango (1964) subrayen -retomando a Freud y Lacan- el
estatuto ambivalente del lenguaje, sobre todo del lenguaje analítico. Las conclusiones de
estos autores dan lugar a concluir que la dificultad de un análisis en lengua extranjera sería,
en el fondo, la dificultad de todo análisis, o, incluso, de la comunicación humana en sí (p.
67).

No obstante, también ellos reconocen, al igual que Rozensky y Gomez (1983), Laguzzi
(2014) y Cottet (2007), que este tipo de configuración en los tratamientos pudiese favorecer
el despliegue de ciertos elementos como la regresión, la ambivalencia respecto de las

37"
"
interpretaciones, la implementación al modo de resistencia, la mayor disposición a la
emergencia de los equívocos, entre otros.

De ahí la importancia de retomar el tema que convoca la investigación ya que, al parecer,


otorga múltiples aristas por las que aún es perenne transitar antes de cerrar las apreciaciones
sobre este tipo de tratamientos. Es por ello que a continuación se propone retomar lo
expuesto por los materiales clínicos. Tarea que hace ineludible focalizar una lectura de lo
singular en cada caso en los análisis entre dos lenguas. Es decir, bajo la lupa de aquello
más propio y característico de cada sujeto (Pérez, 2013), siguiendo a Lacan, en el orden de
la diferencia absoluta que cada sujeto detenta respecto de los demás.

Retomar la categoría de lo singular -que algunos autores ubican “en los límites de la
lógica”- resulta coherente frente al emergente estatuto del quehacer subjetivo de lalengua
con la lengua, en tanto ella (lalengua) no tiene más extensión que la subjetividad misma,
incluso si consideramos que está sujeta a servirse de la estructura básica del lenguaje y del
compilado de acuerdos formalizados por la ciencia lingüística para sus manifestaciones.

2.1. La Grusha del Hombre de los Lobos

En este punto, el caso del Hombre de los Lobos orientará los diálogos respecto de la técnica
psicoanalítica a propósito de los tratamientos entre dos lenguas.

Desde el psicoanálisis es posible advertir el modo en el cual un determinado abordaje


técnico conduce necesariamente a una teoría, que a su vez gravita retroactivamente sobre la
técnica y la transforma para hacerla coherente con los nuevos hallazgos (Etchegoyen,
2009). Siendo propiamente freudianos, podríamos llamar técnica del psicoanálisis a la
aplicación de procedimientos de intervención clínicos, terapéuticos e interpretativos que
posibilitan definir la cura en función del método psicoanalítico gestado para facilitar la
verbalización de lo que es inaccesible para el sujeto en tanto contenido reprimido. Es decir,
al referirnos a la técnica hacemos alusión a aquellos medios que se ponen en práctica,
efectivamente, respecto de la conducción de un tratamiento en un encuadre psicoanalítico.

38"
"
Si bien la noción de técnica en psicoanálisis puede incluir múltiples matices, existen al
menos dos que son fundantes, esenciales e ineludibles: la atención flotante13 (Freud, 1992t)
y a la asociación libre14 (Freud, 1992). Asimismo, algunas temáticas inherentes a las
discusiones más vivas respecto de la técnica psicoanalítica, gravitan entre los tópicos
referidos a las resistencias, la transferencia (Freud, 1992h) y al instrumento técnico
fundamental: la interpretación (Freud, 2010a).

Referirse aisladamente a cada uno de estos ámbitos desviaría el objetivo de esta


comunicación. Por ello, estos elementos serán abordados inicialmente en el diálogo con el
caso emblemático del corpus psicoanalítico sobre el rico aristócrata de 23 años que llegó al
consultorio de Freud gracias al Dr. Drosnes. Así, el Hombre de los Lobos llega a consultar
perturbado por compulsiones y síntomas de parálisis después de no haber tenido éxito con
los dos psiquiatras alemanes más influyentes de la época, Ziehen y Kraepelin.

Es sabido que el historial del Hombre de los Lobos presenta interminables aristas de
investigación que lo han instalado como el caso más consultado y como germen de diversas
producciones bibliográficas15. Para el horizonte de este estudio, el origen ruso del paciente

"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
13
Esta recomendación instaba al analista a permanecer en un estado de receptividad hacia lo que el
paciente enuncia sin privilegiar ningún tipo de contenido frente a otro, es decir, tener una escucha
parejamente flotante.
14
La asociación libre tuvo como antecedente el método empleado por Breuer, que residía en la
verbalización: la cura por la palabra, la limpieza de chimenea, es decir, el método catártico. Su
desarrollo implicó, en adelante, incitar al sujeto a respetar la regla fundamental del psicoanálisis:
decir todo aquello que se le presenta a la mente, evitando toda censura, selección y crítica.
15
El texto de la Historia de una neurosis infantil fue escrito en 1914 y publicado en 1918. Este
tiene como protagonista a un acaudalado joven ruso que inicia el análisis con Freud en febrero del
1910 a julio del 1914, a sus 23 años. Mientras que la segunda parte de su tratamiento se hace
cuando S.P. retorna a Viena en 1919 hasta febrero de 1920. Pankejeff nació en Rusia meridional en
la cuna de una familia de nobleza terrateniente. Se educó en Odessa junto a su única hermana Anna,
y al alero de tres institutrices, Grusha, Nania y Miss Owen. La madre del paciente vivió afectada
por diversos trastornos somáticos, teniendo como principal preocupación su propia salud. En tanto
su padre presentaba iterantes estados depresivos, que contrastaban con una activa vida política
caracterizada por opiniones liberales para la época.
No olvidemos que este texto contempla centralmente el análisis freudiano respecto de una neurosis
infantil. A diferencia de Jung y Adler, Freud estaba convencido de que las neurosis adultas tenían
raíces en el desarrollo de la sexualidad infantil. Por lo anterior, desde una vista panorámica, Freud
(1917-1919) desarrolla que la infancia del Hombre de los Lobos se articulaba en las siguientes
épocas: “primero, la prehistoria hasta la seducción (3 ¼ años), dentro de la cual cae la escena

39"
"
fue el punto de anclaje para releer el material clínico, esta vez bajo la lupa de los procesos
analíticos en lengua extranjera.

Desde muy niño, Sergei se vio fuertemente influenciado por el inglés, a raíz de los cuidados
de su gobernanta inglesa. Además desarrolló con acabada fluidez el alemán, de hecho,
varios registros muestran que el paciente se trasladó hacia los países germánicos durante
sus peores momentos de angustia emocional. No obstante, la lengua materna de Sergei era
el ruso, más su tratamiento inició en alemán, ad hoc del país de residencia y origen de la
lengua de su médico tratante16.

Muriel Gardiner17 fue editora de The Wolf-Man by the Wolf-Man, texto que documenta el
caso con apuntes suyos, de otros autores y sobre todo nutrido con la producción del mismo
Hombre de los Lobos. En una carta dirigida a ella, el paciente ruso escribe en inglés:

“Despite these misfortunes, I obviously try to keep up my interest in reading. As a


matter of fact, - I recently read Felix Dahn’s book about Germanic gods; until now
this had been a totally unknown topic to me. I am interested in this book…
especially as regards – how should I put it?- comparative linguistics18, for I was
able to find the Germanic roots of some Russian Words. For example the first name
Tude comes from the Germanic Trud, which means “force”. This old Germanic
Word is very likely the root of the Russian trud, since in Russia, trud designates the
“effort” one needs in order to work. The Russian word molnia for saying Blitz,
lighting in German, must be derived from miôlnir. Indeed, this word names the
""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
primordial; segundo, la época de la alteración del carácter hasta el sueño de angustia (4 años);
tercero, la zoofobia hasta la introducción de la religión (4 ½) y, a partir de entonces […] se
traspone una neurosis obsesiva de contenido religioso" (p. 58, 104).
La zoofobia mencionada, al igual que un sueño por lo demás emblemático del caso, tenían un objeto
claro que proveyó a este paciente del pseudónimo que lo acompañaría por el resto de su vida. La
interpretación tanto del sueño como de la zoofobia toma varios años del trabajo con Freud, y
adquieren trascendencia ya que “tras ellos se escondía la causación de su neurosis infantil” (Freud,
1917-19: 32).
16
Sin embargo, varios historiadores que investigan los rastros biográficos freudianos indican que la
lengua materna de Freud era el yiddish o bien un alemán salpicado de yiddish, conocido como
Mauscheldeutsch (De la Portilla Geada, 2005; Sommer, D.; Roazen, p. 52 - 53).
17
Muriel Gardiner fue una psicoanalista y psiquiatra norteamericana.
18
El subrayado es propio.

40"
"
hammer of the Germanic god “Thor-Donnar” wich, according to popular lore,
produced the lightning (Blitz). Lighting is supposed to be the wedge-shaped tip of
the thunder hammer. The Russian name for water, voda, is identical to the one
standing for the same concept in Sanskrit: voda, veda = Wasser. It is also quite odd
the sagas make the gods die and fall when the Germans are usually so respectful of
authority.

Now, liebe Frau Doktor, I wish you all a very pleasant Christmas holiday season
and a happy and healthy New Year” (Pankejeff, 1959).

Abraham y Torök (1986) invitan a hacer caso omiso del tema de esta importantísima carta,
centrándose más bien en aquello sobre lo que su autor insiste. Nótese que Sergei muestra su
interés en lo que entiende como “lingüística comparada”, a propósito de los cruces entre
distintas lenguas. El Hombre de los Lobos le pide a su lector, no solamente que no pase por
alto el tema del uso de lenguas diferentes, sino deducir e incluso transmitir a sus colegas
que es menester entenderlo “como a una persona multilingüe” (p. 31 -32). Es decir, que al
escucharlo, uno debiese desacelerar la marcha y prestar atención a las manifestaciones del
paciente sin perder de vista las claves de las diferentes lenguas por las que su subjetividad
ha sido permeada, y no solamente a nivel del enunciado articulado en la lengua de
tratamiento (p. 31). Al respecto, Cote (2014) dirá con mucho acierto que es preciso no
olvidar durante el trabajo que “la historia de la migración de ese cuerpo tendrá
repercusiones sobre el modo de tomar la palabra” (s/p).

Son extrañas ocasiones en las que uno obtiene indicaciones tan precisas –y al parecer
acertadas- de un paciente respecto de la dirección de la cura de su mismo tratamiento.
Recordemos que Emmy von N. emplazó a Freud a no interrumpirla, instalando un principio
que ahora en el ejercicio clínico nos parece tan irrebatible. En consecuencia, con
precauciones y riesgos, tomaremos dicha recomendación y en adelante abocaremos la
atención a los elementos referidos al uso de la lengua en el caso del Hombre de los Lobos.

Un fragmento de la “Historia de una neurosis infantil” (1917-1919) da cuenta de la


conducción analítica en la sesión freudiana, con minuciosos y valiosos detalles que revelan

41"
"
el uso de la técnica interpretativa. Al inicio de su tratamiento con Freud, el paciente hacía
constante referencia a la temprana época en la que su conducta desobediente solía volcarse
en angustia. En este contexto, Sergei trae un recuerdo que temporalmente se ubicaba
después de los 4 años: perseguía una bella y grande mariposa que tenía una franja de
amarillo. Esta escena se detiene con la mariposa posándose sobre una flor, lo cual causó un
efecto de abrumadora angustia ante el animal que obligó al paciente a salir disparado a
gritos. Freud trabajó con este recuerdo infantil –encubridor, por cierto- que aparecía de
tiempo en tiempo durante el tratamiento. Cierto día, el Hombre de los Lobos dijo que en su
lengua materna, “mariposa” se nombraba bábushka, agregando inmediatamente que aquello
podía equipararse al significado de mami o mamita y asoció también que las mariposas se
parecían un poco a las mujeres. Freud atinó a indicar que, en dicha escena de angustia, se
despertaba el recuerdo de una persona de sexo femenino.

En efecto, el abrir y cerrar de las alas de la mariposa producía a Sergei un efecto ominoso
(unheimlich) por ser similar al movimiento de una mujer abriendo las piernas, causándole
una tremenda angustia de castración. Freud planteó al paciente que las alas de la mariposa
pueden haber tenido un enlace con los genitales femeninos. Frente a esta interpretación, el
paciente enunció un recuerdo aún más temprano: antes de su primera y amada aya19 rusa,
Sergei tuvo una niñera que decía amarlo mucho y que, al parecer, compartía el mismo
nombre que su madre. Luego, el paciente se corrigió e indicó que no tenía el mismo nombre
de su madre.

En medio del esfuerzo por recordar el nombre de esta niñera, Sergei asoció un galpón de la
primera finca familiar en la que se guardaba la fruta cosechada, específicamente peras con
franjas amarillas en su cáscara. Freud precisó en el historial que “pera”, en la lengua
materna de Sergei, se dice grusha, siendo precisamente ese el nombre de la niñera que lo
amaba tanto. Así, Freud marcó con claridad que, tras el recuerdo encubridor de la mariposa,
se ocultaba la memoria de la niñera Grusha (p. 81-82).
"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
19
Няня, con nyanya o aya escrito en español, designado para referirse a la
persona encargada, en las casas principales, de custodiar niños o jóvenes, además de cuidar su
educación.

42"
"
Ante esta precisión, acudió a Sergei el recuerdo de una escena importante que sucedió un
poco antes de sus 3 años. En esta escena estaba Grusha de rodillas en el suelo, junto a ella
un balde y una escoba. Al verla fregando el piso, Sergei se orinó en la habitación y el acto
seguido fue la formulación, por parte de su niñera, de una amenaza de castración. Según
Freud, esta posición remitió al paciente a la escena del coito de los padres, presenciada en
su infancia temprana y trabajada también a propósito de la figuración del célebre sueño de
los lobos.

Sólo a posteriori (nachträglich), el paciente corroboraría el nexo entre esta escena con
Grusha y la amenaza de castración, a partir de un sueño calificado de “particularmente rico
en sentido” (Freud, 1992a: 86). Nótese que en el trabajo que Sergei entabló con Freud se
incluían, cruzaban y entrelazaban contenidos entre el ruso y el alemán que Sergei mismo
atinaba a traducir.

“- He soñado que un hombre le arranca las alas a una Espe.


- Espe? -pregunta Freud- ¿qué quiere decir usted?
- Pues el insecto de vientre con franjas amarillas, capaz de picar. Debe ser una
alusión a la grusha, la pera con franjas amarillas.
-Wespe, dirá usted (avispa en alemán) [Freud marca el lapsus respecto del uso de la
lengua alemana].
Sergei indica que en verdad creía que la otra nomenclatura era la correcta.
Finalmente Espe respondía a la homofonía de sus iniciales SP (Sergei Pankejeff) en
alemán.

- “Espe soy yo”, dice Sergei” (Freud, 1992a: 86).

Freud interpretó que en este sueño, el Hombre de los Lobos se venga de Grusha
arrancándole las alas por haberle formulado la intolerable amenaza de castración. Como
corolario de lo anterior, agregó que -al igual que muchos otros- el Hombre de los Lobos se
valía del hecho de hablar una lengua extranjera para encubrir sus acciones sintomáticas (p.
86). Es decir, que el paciente disponía de aquellos elementos de su lengua materna, la cual
aparecía iterante entre las sesiones analíticas, al servicio de la defensa.

43"
"
Abraham y Torök (1986) también refieren a este aspecto bajo el apelativo de “language as
a truth guard” (p. 31-33), indicando la instrumentalización del ir y venir de contenidos
inconscientes en diferentes lenguas, al modo de una resistencia que opera en resguardo de
la más clara manifestación del inconsciente: el síntoma.

Costa y Dewaele (2012) propusieron que la configuración de un tratamiento en el ir y venir


entre dos lenguas puede fácilmente fusionarse con las resistencias del paciente (p. 19). Por
su parte, Caruso y Tango (1964) y Balint (1968) agregan que una de las funciones que
puede ser observada en tratamientos con pacientes que trabajan en formato bilingüe, es la
regresión referida al uso del lenguaje bajo la forma de la resistencia (p. 127).

Desde el psicoanálisis se considera resistencia a todo aquello que, en los actos y palabras
del analizado, se opone al acceso a su inconsciente. Es decir, una resistencia es todo aquello
que dificulta y entorpece la cura analítica. Freud no resta importancia a este aspecto incluso
en el último ciclo de su obra. De hecho, en Análisis terminable e interminable puntúa lo
siguiente: “en vez de indagar cómo se produce la curación por el análisis, cosa que yo
considero suficientemente esclarecida, el planteo del problema debería referirse a los
impedimentos que obstaculizan la cura analítica” (Freud 1992f: 224). Asimismo, tiempo
antes había formulado que “esta acción en resguardo de la represión es lo que en el empeño
terapéutico registramos como resistencia”, agregando que ella misma es inconsciente, a raíz
de su nexo con lo reprimido (Freud, 1992e:147).

De este modo, las resistencias se instituyen como una de las principales dificultades del
proceso analítico. Caruso y Tango (1964) -siguiendo la investigación de Lagache (1956)
sobre “El problema del psicoanálisis en lengua extranjera”- consideran que “las dificultades
de una situación psicoanalítica estudiada por nosotros no tendrían por qué ser muy distintas
de las dificultades que surgen en cualquier otra situación analítica” ya que la investigación
realizada indicaría que respecto del manejo de la técnica no emergen puntos de vista
esencialmente nuevos (p. 63).

Así parece corroborarlo el historial del paciente ruso, además de los claros recortes que
traslucen la técnica freudiana. Sin embargo, coincidimos con estos autores cuando añaden

44"
"
que, pese a que los análisis entre dos lenguas comparten los mismos traspiés que cualquier
otro análisis, su formato exige tomar en cuenta algunas contemplaciones particularizadas,
al igual que en su momento lo hizo la inicial aplicación de la técnica analítica a la
terapéutica con niños u otros formatos que incluyen variantes significativas.

Para avanzar en este punto volvamos sobre la posible instrumentalización del uso de
diversas lenguas en un tratamiento al modo de una resistencia. Al respecto, sería importante
considerar la recomendación lacaniana sobre lo propicio del análisis de las resistencias,
siempre y cuando se entienda con claridad que éstas no responden a una disposición del
paciente, sino que su operar es estructural e inherente al proceso del análisis. Sobre todo
puntúa que es necesario “saber en qué nivel hay que dar la respuesta”, cuestionando
entenderla únicamente como orientada por su dimensión imaginaria (Lacan 2008f: 43).

La advertencia es sustancial para el recorte en el que nos detuvimos, ya que no se trata


simplemente de un juego de palabras dispuesto para encubrir ciertos contenidos, sino de la
apertura que posibilita el estar atento a los retruécanos del uso de las lenguas en sesión y de
sus posibles correlatos en la dirección de la cura en un tratamiento.

En tal sentido, la importancia del arribo a la escena destacada por Freud sobre Grusha
fregando el piso al lado de un balde y una escoba, radica en dos dimensiones: (i) la primera,
dado que expone el modo en que la escena reprimida se hace lugar a partir del uso de
elementos de la lengua rusa, agrietando la defensa; (ii) la segunda, a raíz de la importancia
de su interpretación y su dimensión pulsional, que condensa, en su figuración, las
condiciones decisivas para la posterior elección de objeto y la fijación de una escena erótica
por excelencia para el Hombre de los Lobos.

La disposición de la escena es muy próxima al famoso cuadro, símbolo del realismo, de


Jean-François Millet, “Las espigadoras”. En él se contempla a mujeres que están en
evidente faena laboral, inclinadas sobre el campo recogiendo espigas. Según Freud, para el
Hombre de los Lobos, este tipo de elección de objeto implicó en su vida el enamoramiento
de “muchachas de ínfima condición” (p. 84). Pankejeff mismo lo confirma en su escrito, al
narrar su enamoramiento por una joven campesina que sirvió en su casa, o bien por la

45"
"
enfermera Teresa que trabajó en uno de los sanatorios a los que asistió y que terminó siendo
su esposa (Pankejeff, 1971: 66). Con esto, se estableció un paso decisivo para su elección
de objeto, ya que todas las muchachas de quienes se enamoró “compulsivamente” fueron
igualmente personas de servicio cuya formación y nivel socioeconómico “eran por fuerza
muy inferiores” (ibíd., p. 22).

“Le dije que no cabía dudar de la escena con Grusha, pero que en sí y por sí no
significaba nada, sino que había sido reforzada hacia atrás, por regresión, desde los
sucesos de su elección de objeto, que, a consecuencia de la tendencia a degradar, se
había apartado de su hermana para dirigirse a las muchachas de servicio” (Freud
1992a: 87).

De este modo, la enunciación contenida en la ambigüedad y homofonía, en clave de lengua


rusa, de grusha, así como la decisión del analista de ahondar en esos contenidos, decantan
en la singularidad pulsional del paciente, fijando un tipo particular de elección de objeto. Al
respecto, Lacan (1974a) propone que una de las dimensiones por las que es preciso tener en
perspectiva la noción de lalengua, es el hecho de que ella condensa ecos respecto de lo
pulsional. Soler (2013) lo retoma y señala que “lalengua es saber inconquistable, pero no
carece de efectos, pues de lo contrario no habría motivo alguno para interesarse en ella.
Efectos que son afectos: lalengua afecta el goce” (p. 46).

En suma, la reseña sobre el quehacer freudiano con la palabra del paciente ruso, a lo largo
de todo el historial, permite observar claramente el empleo de la interpretación analítica -
núcleo de la doctrina y de la técnica- en claro diálogo y reconocimiento de los elementos
propios de la historia del paciente en relación a su lengua. Ello da cuenta de que, si bien la
labor no presenta significativas variaciones respecto de tratamientos con una sola lengua, se
hace preciso mantener atenta la escucha en aquellos contenidos que toman forma en la
lengua de origen, ya que la riqueza de su exploración podría otorgar luces importantes
para la conducción del tratamiento.

El caso del Hombre de los Lobos permitió retomar un importante recorte del operar
freudiano y de los correlatos del material desprendido, al ahondar en contenidos

46"
"
circundantes a la lengua materna del paciente. Si bien ese podría ser uno de los caminos, el
lugar que una segunda lengua puede tener en un tratamiento varía prodigiosamente según
cada caso; así lo demostrarán los siguientes apartados.

2.2. Lalengua ideal

Retomando elementos recolectados en las entrevistas realizadas, se elaborarán algunas


aproximaciones sobre uno de los casos más bien contemporáneos. Se trata de Renato, quien
en el momento del encuentro tenía 24 años. Él había nacido en Suecia y se presentaba como
“hijo de padre chileno y madre sueca”. En efecto, Chile le era bastante familiar si
consideramos que dentro de su rutina vacacional estaba el visitar el país paterno casi una
vez al año y desde que era muy pequeño.

Su lengua materna noruega, su educación formal y “su vida” estaban enraizadas en Suecia.
En cambio, el español se había instaurado precisamente al modo de un emblema del linaje
paterno, ubicado a varios kilómetros de distancia de su lugar de origen. Su padre había
dejado Chile en los 80’s en el contexto de la dictadura pinochetista. Estando allá -en
Suecia- el padre de Renato había optado por “sacrificar” el aprendizaje del idioma noruego
a fin de que sus hijos hablen español. Una muestra de ello era que, en lo cotidiano del hogar
y estando su padre presente, la familia completa se manejaba enteramente en español;
mientras que en la ausencia del padre, su madre, hermanas y él mismo hablaban en la
lengua materna nórdica.

Varias actividades e intereses actuales de Renato tenían en perspectiva el self-improvement.


Disfrutaba de leer libros orientados a alcanzar metas mediante planificación o de autoayuda
para vencer obstáculos. De hecho, el inicio de su tratamiento psicológico iba precisamente
en esa misma vía. Renato pensaba su proceso terapéutico en el orden de aliviar presiones y
en la resolución de dificultades “no muy graves” de su pasado. Respecto de distintos
elementos enunciados por Renato en relación a su tratamiento, nos detendremos en el que
es considerado como más preponderante para el tema que acá concierne.

47"
"
La elección de un analista que hablase español había vencido a la idea de atenderse con un
psicólogo en inglés (otra de sus opciones), debido a que el tratamiento en español podía
instalarse como un medio prodigioso para perfeccionar y “aprender más el castellano”.
Efectivamente, el tema del idioma no fue un traspié en ningún momento del tratamiento,
entre otras cosas porque su bagaje y proximidad a él tenían larga data. Concretamente, esta
referencia aparecía reiterativamente asociada a las expectativas, e instituida al modo de una
exigencia a sí mismo para “darle no más en español” y potenciar lo “escueto” de su
vocabulario. Sí, se trataba de un extranjero que denominaba “escueto” a su uso idiomático,
utilizando la palabra escueto.

Al ser un “hijo de chileno”, las exigencias para perfeccionar su español se manifestaban a


estas alturas en situaciones sociales. Renato había decidido trabajar en Chile en el ámbito
bancario porque, entre otras cosas, eso le iba a permitir manejarse con el idioma en
contextos formales y, por ejemplo, enfrentarse airosamente a leer un contrato de 100
páginas en español y poder entender el lenguaje jurídico.

En entrevista, el joven evocó una situación de su infancia que, más allá de tratarse de un
evento puntual, traslucía un operar continuo.

“Cuando era pequeño, me acuerdo varias veces... porque yo tengo dos hermanas,
hablábamos en noruego. Pero cuando hablamos con mi papá nos comunicábamos
en español. De hecho, varias veces nos pusimos furiosos porque nos faltaba
vocabulario para expresarnos en español para que nuestro padre entendía lo que
queríamos comunicar”.

“Eso complicado, exigía mucho de nosotros. Un punto de frustración, por así


decirlo. Mi padre nunca fue un perfeccionista, pero varias veces, algunas veces, nos
corregía la manera de hablar […] ahí había expectativas”.

Resulta llamativo que, en el caso de Renato, el enlace al español/castellano se instaló desde


su infancia, al modo de una exigencia superyoica, trasluciendo un ideal paterno del manejo
del idioma. En el seminario sobre La Transferencia, esta introyección simbólica -como

48"
"
llamó Lacan (2004) al ideal del yo- demuestra aquello que Renato proyecta frente a sí
mismo como su ideal. Siguiendo a Freud (1992g), se trataría del sustituto del narcisismo
perdido de su infancia, en el cual el yo se hizo acreedor de todas las perfecciones valiosas a
las que el sujeto aspiraba, estableciendo una distancia entre el Yo y sus ideales (p. 91).

Los elementos del caso permiten notar la discordancia y los matices, para el paciente,
respecto de los usos de lengua paterna frente al uso de la lengua madre del paciente.
Durante la entrevista que se realizó a Armando Cote, éste retomó la noción de lalengua -en
una sola palabra- para hacer referencia a ese lenguaje que se instaura, precisamente, entre la
madre y el niño antes del lenguaje común, dejando exentos a terceros, ya que se trataría de
una lengua privada entre madre e hijo. De este modo, la lengua paterna, más bien signada
para Renato como una exigencia, contrastaba con la lengua de su madre, la cual le permitía
acercarse efectivamente a expresar lo emotivo, además de proveerle seguridad.

Ahora bien, no en vano se define a la transferencia como el proceso en virtud del cual
elementos inconscientes pueden actualizarse. Al inicio, Renato había pensado consultar con
un psicoanalista preferentemente varón, pero las contingencias hicieron que se tratase con
una mujer, fijando de manera clara que, al igual que en sus relaciones en general, con una
mujer analista sentía “más libertad y seguridad al poder expresarse”.

“Más seguridad de compartir cosas sentimentales con una mujer... muy estúpida la
idea. Mirando el pasado, me ha sido más fácil abrirme a una mujer que a un
hombre… Una buena química con ella”.

En esta cadena, Renato utiliza un dicho en noruego para explicar aquello que él le supone a
su analista en tanto saber: conocer los modos de no imponer las interpretaciones como “un
gorro por encima”. Este quehacer de su analista se contrastaba, según las escenas infantiles
narradas, al quehacer paterno. De hecho, Renato se describe furioso al enfrentarse a querer
expresar algo al padre en castellano y no poder hacerlo por su inacabada familiaridad con
esta lengua. Frente a ello, recibía de vuelta una corrección paterna como “un gorro por
encima”.

49"
"
En este sentido, el analizarse con una mujer no lo exime de las exigencias ligadas al
perfeccionamiento del castellano, ya que esta noción se instala indefectiblemente en el
trabajo, aparentemente, de forma afortunada como un motor transferencial que posibilita la
instalación del tratamiento.

2.3. Del significante a lalengua, an “ensured” opening

Después de haber retomado el relato de este paciente sueco, quien trabajó en una terapia en
español, pasemos ahora a pesquisar la entrevista a una analista castellano hablante en
relación a su trabajo en otra lengua.

Marina es una analista que ejercía la clínica mayormente en la consulta particular. Su


lengua materna era el castellano; sin embargo, había vivido largos años en Estados Unidos,
habiendo logrado manejar con bastante soltura el idioma inglés. Durante la entrevista, ella
comparte su experiencia como analista de una paciente inglesa de 38 años, quien había
llegado derivada bajo un nítido e inflexible filtro: el requerimiento de una tratante que hable
“un inglés avanzado”.

Laura, quién sería analizante de Marina, se encontraba realizando estudios superiores


relativos a las temáticas de infancia y vulnerabilidad en su país. Su interés por investigar y
ejercer en torno a esta temática la había traído a Chile, en virtud del estallido del Caso
Spiniak20 y de las implicaciones en el cambio de leyes sobre protección infantil. De hecho,
al momento de consultar, ella se encontraba trabajando en un hogar de niños en situación de
vulnerabilidad.

En los primeros encuentros, Laura había estado bastante angustiada porque no se sentía
bien en el país, resaltando un rasgo más bien hostil en las relaciones con las personas de su
entorno. Le costaba hablar con sus compañeros y sentía una importante inseguridad en el
uso del castellano, pese a que, según resaltó Marina, lo hacía bastante bien para el poco
tiempo que llevaba utilizándolo.

"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
20
Corresponde a un proceso judicial de alta connotación pública, por estupro, prostitución infantil y
producción de material pornográfico, iniciado en Chile durante 2003.

50"
"
El primer contacto en sesión se dio en español, sin una explicitación clara respecto del
idioma que se utilizaría en el encuadre. No obstante, a medida que el tratamiento avanzaba,
el castellano había mostrado ciertas limitaciones para Laura. En efecto, el decir de la
paciente mostraba que las palabras iban mermando, viéndose obligada a decirlas en inglés.
Laura interpelaba acuciosamente a la analista sobre su conocimiento de la lengua inglesa,
“¿sabes lo que es eso?”. De hecho, la analista enfatizó que Laura necesitaba “asegurarse”
(be sure of/ensured) de su entendimiento y manejo de su lengua materna, llegando incluso a
ingeniar modos para ponerla a prueba. De este modo, este significante, ensured, apareció
visiblemente instalado en la relación trasferencial, así como en varios ámbitos de la historia
familiar, cultural y cotidiana de la paciente.

Tempranamente Lacan (2006) había advertido algo de este orden en su obra. Él sugirió que
el significante se instalaba como la unidad constitutiva del orden simbólico, en el campo
del Otro, donde se despliega la batería de los significantes (p. 262). En este sentido,
“ensured” condensaba una verdad histórica que, a posteriori, manifestaría sus formas a
partir de la instalación de la invitación a la asociación libre en relación a “asegurarse”. En
efecto, aquello la remitió a una marca de alimentos suplementarios que consumía cuando
era niña, abriendo -tangencialmente y en contra de lo previsto para sus defensas yoicas- el
trabajo respecto de la relación con su madre.

En su país, la madre de la paciente trabajaba desde hace muchos años como administrativa
en un banco. El trabajo y una buena situación económica habían impedido que su madre
pudiese cuidar de ella desde que era niña, instalando la necesidad de contratar a personas
que cuiden de sus hijos. Laura describió a su madre como a Maleficent21: una mujer muy
fría, muy alta y muy blanca, que había generado en ella inagotables reclamos relativos a la
escasez de amor y de atención hacia ella y sus hermanos.

Este trato distante fue una característica que la analista destacó sobre su misma paciente. Al
parecer, lo anterior no se correspondía simplemente con un elemento cultural sino más bien

"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
21
Personaje antagónico de ficción, caracterizado por la bruja y hada malvada del cuento de la Bella
durmiente de Charles Perrault.

51"
"
con la instrumentalización de un semblante notoriamente impávido y una actitud remota en
el trato durante las sesiones. En efecto, la analizante se había quejado más de una vez con
molestia por la proximidad corpórea del trato sudamericano: “son muy tocones, siempre
abrazan”.

Marina consideraba que haberse des-enmarcado del lugar de frialdad de la madre de su


paciente posibilitó el curso del trabajo, dando pie a la instalación de una queja cargada de
reclamos hacia su progenitora. Llamativamente, cuando las quejas se hacían sitio en las
sesiones, la pronunciación de un inglés británico se cargaba de afectividad y se acentuaba la
imitación del decir materno. En cambio, cuando la comunicación era más bien estructurada,
la paciente hablaba muy suave y con un cuidado discrecional respecto de las normas
lingüísticas, asegurándose de que Marina siga la pista a su ajeno castellano.

El significante ensured rotaba para Laura según diferentes matices asociativos. Como lo
propuso Evans (1997), la naturaleza diferencial del significante implica, precisamente, que
ésta nunca pueda tener un sentido fijo, ya que su sentido varía según la posición que ocupa
su desplazamiento metonímico en la cadena, hasta abrocharse con otro significante. De ahí
que ensured viraba hacia be safe, o incluso a secure. La investidura de estos significantes
para Laura representaban un quiebre, una hendidura familiar luego de la súbita muerte de
un hermano menor, a causa de un atropello por descuido, que Laura presenció siendo aún
una niña.

El trabajo analítico había adquirido dinamismo con la primacía del inglés, permitiendo
insertar juegos de lenguaje en un espanglish, por el cual se mezclaban elementos léxicos y
gramaticales de los dos idiomas. En este tiempo, se tejió un sueño cuyo principal personaje
era un vecino de la tercera edad, de la época de su infancia en Inglaterra. En el material
onírico, el vecino le hizo invitaciones sexuales por teléfono y Laura despertó asustada.
Inmediatamente, se aproximó a contar el sueño a su hermana, quien se encontraba de visita
en el país sudamericano. La reacción de la hermana no fue menor y enunció, en medio de
“an explosive crying”, “I thought you were never going to remember”.

52"
"
Marina relata que tanto el sueño como la reacción de la hermana fueron narrados en inglés,
con mucha angustia y llanto. La hermana confirma que el sueño sexual con aquel vecino
era una confirmación del abuso que la paciente sufrió entre sus 5 y 7 años, por parte de este
vecino que solía cuidarla. Estos contenidos no habían tenido lugar a nivel manifiesto sino
hasta que el sueño se presentó en análisis. La analista entrevistada consideraba que su
paciente los tenía escindidos.

La familia había decidido velar el suceso de los abusos sexuales a Laura hasta ese
momento, a fin de protegerla. Lejos de cumplir esa empresa, lo que esta emergencia causó
en la paciente fue la corroboración de la inseguridad y desprotección (not ensured, not
secure) de las que fue víctima en su vida infantil en la ciudad de origen.

El efecto de esta rememoración trascendental posibilitada por el trabajo analítico, no tardó


en afectar el cuerpo y al psiquismo de la paciente, provocándole importantes periodos
depresivos y de angustia, en los que lo simbólico no parecía abastecer. Dando crédito a
Lacan, Soler (2013) resaltaba que la imprevisibilidad enigmática de los afectos es un signo
de que su causa está en el saber gozado de lalengua, saber que supera cuanto se cree
conocer de él. Tal como lo muestra el caso de Laura, donde la insistencia de un
significante, no ajeno a una importante cuota de goce, que se hizo lugar gracias la
habilitación lingüística que su tratamiento –y su entramado transferencial- le posibilitaron.

En el seminario sobre Los cuatro conceptos fundamentales de psicoanálisis, Lacan (2010)


plantea al significante como aquello que representa a un sujeto para otro significante (p.
206). Lo anterior, no es otra cosa que la formalización de la técnica inaugural de Freud que
se expone con claridad a lo largo de su obra, como en el conocido análisis de “Signorelli”.
Lo importante aquí es resaltar la necesidad de no perder de vista que el sujeto está –como
efecto de significación- en medio de los significantes que vierte su decir. Es por ello que la
labor del análisis debiese permitir que el analizante pueda reconocerse en aquellos
significantes que insisten en su decir. En el caso de Laura lo anterior se mostraba de forma
traslúcida en aquellos significantes circundantes a las nociones de seguridad y protección.

53"
"
Sin embargo, nos concierne dar un paso más. Braunstein (1982) resaltaba que lalengua
puede ser definida como la forma en la que el lenguaje se encarna en un cuerpo y se hace
cuerpo. Ella articula elementos que trascienden aquello que el ser hablante sostiene a nivel
del enunciado, allí el inconsciente se plasma como un saber hacer con lalengua. (p. 220). La
paciente de Marina había logrado permutar una palabra insistente, reconociendo en ella sus
modos de tramitación pulsional y de ubicación subjetiva en su relación con el semejante,
con el Otro y con lo social.

Los esfuerzos del tratamiento habían conducido al decantamiento de un significante de


vacuidad: devoid. Marina había precisado tomar aquello, profundizarlo, reconociendo en
ello –gracias a su dominio del inglés- la distancia respecto de empty.

“Se diferencia de empty porque void es un continuo, (…) es como que si en ese
espacio psíquico de memoria, hubiera una pieza que falta. Es como cuando en un
puzzle falta algo. El void es eso […] Esa palabra nos permitió abrir muchas cosas”.

Una de esas aperturas fue precisamente transparentar y resignificar su trabajo en un


continente “más vulnerable” que el suyo, justamente en un hogar donde vivían niños y
niñas víctimas de abuso y violación. Espacios laborales que Laura también se había
encargado de gestionar en su país, poniendo en ejercicio el asegurarse de que estos niños/as
no repitieran las experiencias vividas por ella en relación al abuso sexual.

Nótese que la analista resaltó en entrevista que había muchas sensaciones y afectos que no
podían tomar forma en español para su paciente. La palabra devoid era una clara muestra de
aquello y no sólo a nivel de enunciación del sentido, sino también como un sitial que
incluía un tipo particular de vínculo materno, su posición en el mundo y su modo particular
de anclaje pulsional. La analista resaltaba que:

“Ese significante era el caballito de guerra de mi trabajo, el que siempre retornaba”.

En términos generales, la opinión de Marina sobre su ejercicio del psicoanálisis con


pacientes acreedores de otra lengua, apuntaba a que el hecho de ignorar elementos

54"
"
importantes sobre una lengua puede llegar a entorpecer significativamente el curso del
trabajo. En sus palabras se refería “a la falla de la perspicacia del uso del lenguaje en las
intervenciones”.

En definitiva, en este caso puntual, el lazo transferencial y la apertura del trabajo


estuvieron, desde un inicio, condicionados a que su terapeuta entendiese el inglés. La
instalación del Sujeto supuesto Saber respondió -según la analista- al uso fluido del idioma
que, en su vertiente más superficial, posibilitaba el primer y más básico ámbito de la
comprensión, para después posibilitar que el trabajo se traslade a horizontes más remotos y
próximos al trabajo con lo pulsional.

2.4. La barrera del acento

En contraste con el caso anterior, también nos compete consignar que la apertura analítica
en un tratamiento no siempre sucede, y la práctica misma nos demuestra que los callejones
sin salida en análisis han asumido distintas figuras que la teorización psicoanalítica se ha
encargado de repensar. La tarea partió por las aproximaciones iniciales de Freud sobre las
resistencias, la reacción terapéutica negativa, los errores técnicos del analista, entre otros.
En este apartado se retomará un innegable impasse a partir de un brevísimo recorte clínico,
con la rúbrica del acento, leída como un signo y tomada al modo de una resistencia
imaginaria.

Antonia había nacido en una cuna de lengua cafetera y, sin embargo, sus diez años en
Francia habían hecho que, desde el inicio de su profesión, ejerciese su clínica en un
contexto francófono. Ella reconocía que al principio esto le provocaba inseguridad, sobre
todo porque el contexto de su trabajo en zonas rurales añadía una complejidad debido al
sinfín de patois (dialectos franceses) como variables que desplazaban la dificultad del
quehacer clínico en los tratamientos que presidía.

El contexto que narró en entrevista contemplaba un programa caracterizado por recibir a


pacientes sin cita previa para la atención con un analista aleatorio. En su mayoría, se

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"
trataban, según ella, de “pacientes con una importante precariedad simbólica” y que
habitualmente había casos diagnosticados en el horizonte de la psicosis.

“yo la recibo, casi no digo nada pero ella escucha y se da cuenta de que no hablo
francés, pues que no soy francesa. Si hablo francés pero no soy francesa, hablo con
acento y… ella dice –No. Usted no me entiende-. Yo le digo -bueno pero
intentemos, usted me explica, usted me describe, yo estoy aquí para escucharla-
bueno… intento que ella se quede. Me dice otra cosa y yo no hice nada pero ella
leía en mi cara que no entendía. Ella veía en mi alguien que no la iba a entender por
el hecho de ser extranjera. Y se fue. ¡Se fue! Se quedó menos de 5 minutos. Tenía
un acento y eso hizo que ella no quiera hablarme”.

Es sabido que la instalación de un trabajo de análisis depende en todos los casos de


múltiples factores y que ellos pueden, a su vez, establecerse como limitantes por sí mismos,
según el contexto de su emergencia. La bibliografía analítica nos muestra varios ejemplos.
Podemos retomar el tardío mea culpa de Freud respecto del caso de Dora, reconociendo que
pudo haber hecho una lectura transferencial más acuciosa para permitir el progreso de su
tratamiento. También podríamos traer a colación el caso de Anna O. tratado por Breuer,
quien escandalizado decide derivarla a Freud, interrumpiendo el trabajo.

Sin embargo, el recorte que trabajamos acá muestra con mayor radicalidad el modo en el
que una diferencia fonética es leída por la paciente, de modo irrebatible, como una
imposibilidad. Algunos analistas proponen que impasses de este tipo se conectan
directamente con las resistencias del analista, como vimos en las referencias anteriores. De
hecho, Lacan (20081b) sugería que “resistencia hay una sola: la resistencia del analista. El
analista resiste cuando no comprende lo que tiene delante” (p. 341). No obstante, el
“impasse” muchas veces responde a la elección, por parte del tratante, de dar un pase para
el inicio mismo del tratamiento, tal como lo demuestra el relatado por nuestra entrevistada.

Claramente, la especificidad de esta resistencia podría calificarse en la línea del registro


imaginario. La premura de su manifestación la sujeta al ámbito de los semblantes que son el
correlato de un sinnúmero de fenómenos subyacentes. Lacan (2008h) refería que

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fenómenos de este tipo convocaban a la noción de la transferencia imaginaria sobre la
persona del analista, en tanto una herramienta arcaica que, como efecto de subducción
simbólica, degrada elementos de la cura como resistencia al tratamiento. Entre ellos
podríamos mencionar, por ejemplo, la suposición de la comprensión y de la escucha sólo
cuando se es un coterráneo. Lo anterior supone ingenuamente que el manejo común de
ciertos códigos culturales, sociales y específicamente lingüísticos como fonéticos, asegura
algún tipo de entendimiento. En este sentido, el caso muestra que el “hablar con acento”,
considerado como un rastro de pertenencia original a otra lengua, tuvo el estatuto de tope -
al modo de un impasse- que gatilló la imposibilidad del inicio de la sesión analítica.

2.5. El agalma y la Otra lengua o puntuaciones sobre la transferencia

La producción psicoanalítica se instala y se arraiga en la transferencia, debido a que ella es


uno de los pilares de la cura analítica. De acuerdo a la irrebatible formalización de
Laplanche y Pontalis (2004), ella debiese ser pensada como el proceso en virtud del cual los
deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos, en el entramado de una relación
establecida en la actualidad, como es el caso de la relación analítica.

Una de las entradas para examinar la transferencia lleva a Lacan (2004) a desplegar la
noción de agalma a propósito del objeto a, para reintroducir en sus producciones una
articulación en torno a la naturaleza del amor. La noción de agalma remite al ornamento, la
admiración y lo brillante. Bosh (s/f) señala que en el Dictionnaire étymologique de la
langue grecque de P. Chantraine, es posible encontrar agallomai, o agalma, como una
palabra que remite a todo aquello con lo que uno se complace o se alegra, consignando una
especie de ofrenda.

El desarrollo lacaniano sobre el agalma parte retomando la crónica de la escena original de


El Banquete, mediante el cual se busca “poder situar el objeto agalma en la topología triple
del sujeto, del otro y del Otro, y a la vez, reconstruir el punto en el que interviene” (Vetere,
2006: 503). De este modo, la interpretación de Lacan resalta que la función agalmática
moviliza el situar a Sócrates en tanto erôménon para Alcibíades, depositando en él atributos
preciosos, enjoyados por sus reflejos fálicos. Un tiempo antes, Lacan (2008g) había

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indicado que “incluido en el objeto a está el agalma, ese tesoro inestimable al que
Alcibíades proclama encerrado en la caja rústica que forma para él la figura de Sócrates”
(p. 785).

Introducir en perspectiva la noción de agalma, a propósito de lo transferencial en un estudio


sobre la lengua y lalengua en tratamientos cruzados por lenguas disímiles, se hace posible
justamente en virtud de los elementos proporcionados por el material empírico. Este hizo
manifiesta la relevancia y las particularidades del lugar transferencial en relación a la
lengua del análisis. En varios casos, la Otra lengua pareciese adquirir claros matices
agalmáticos, al modo de lo relatado en la referencia platónica sobre la relación de Sócrates
con Alcíbiades y los emblemas que éste último le atribuía al primero.

Tal es el caso de Ruth, una analizante latina que residía en Bélgica a raíz de un proyecto
académico. Para ella, un criterio de exclusión al optar por un tratamiento era que su analista
fuera alguien que necesariamente hablara ambas lenguas, el francés y el español; alguien
que, en sus palabras, la pudiera escuchar “con la sonoridad” de su lengua.

Su formación disciplinaria no era ajena al horizonte psicológico y psicoanalítico. De hecho,


en el momento del primer contacto, se encontraba muy predispuesta para ser entrevistada,
ya que le tema le resultaba atrayente. Ya en el encuentro, la paciente latina manifestó, a
propósito del tema de la convocatoria y su experiencia en análisis: “es como si una se
conectara con ciertas cosas a partir de la lengua… el tema no es un problema de
vocabulario. Es como si no se pudieran encontrar sinónimos en otra lengua”.

De acuerdo a la narración, su análisis había sido “muy deseado” y varias veces puesto en
pausa a causa de limitaciones más bien económicas. Quien había sido escogida –nunca
accidentalmente- como “la” analista que le encantaba, era alguien muy imponente, cuyo
rasgo principal era la profundidad ronca de su voz.

Ruth relata un preciso y puntual recorte,

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“La cosa es que tenía en su diván un pañuelito precioso, tipo de seda. Entonces, yo
lo miraba, me tendía en el diván y hacía todos los esfuerzos para no tocarle este
paño tan precioso. Me ponía en todas las posiciones tratando de no mancharle el
paño. Y mi analista, que era súper del acto, hablaba muy poco. Un día veo la cabeza
de mi analista acá, por arriba mío y dice: ¿Qué está haciendo, qué está haciendo?
¿Por qué está con los pies así? Yo le digo: es que no quiero estropearle ese paño tan
precioso que tiene ahí. Entonces, me dice que era para limpiarse los pies.

Yo no me había fijado que era un choapino. Atribuía que era un paño muy precioso.
Había estado ahí un mes y medio con las patas dobladas. Súper interpretable. O sea,
uno podría pensar que mi sensación de que era todo tan idealizado; no querer
mostrar la hilacha ante este análisis tan top que yo creí”.

Sin dudas, el choapino no era significativo por la calidad de los materiales que lo
componían, sino porque su tejido de seda estaba entrecruzado con las características
agalmáticas atribuidas a una analista muy anhelada. Por lo demás, el hecho de que se
instale la transferencia emplaza, en muchos casos, a que la posición del analista encarne el
agalma.

De este modo, se muestra la elección analítica atravesada por claros rasgos de idealización
que llegan incluso a atribuirle fortuitamente, a nivel de un precipitado enunciado, un
estatuto “top”. No obstante, estas claras maniobras de magnificación y engrandecimiento de
las cualidades de la analista en tanto objeto libidinal no son necesariamente problemáticas,
incluso algunas veces son posibilitadoras. El problema ocurre cuando el analista olvida, en
la conducción del caso, que estas dinámicas instalan determinadas posiciones de poder
sobre las que nos detendremos más adelante.

Ruth reconocía que la proximidad al castellano que posibilitaba su tratamiento, le permitía


expresar “palabras que culturalmente condensan más goce que otras”. Por ejemplo,
comenta escuetamente en la entrevista el trabajo con el significante “mamarracho” y todo
aquello que en su horizonte implicaba una particular posición gozosa para Ruth. No fue
posible precisar aquel particular fragmento de análisis en el relato de la analizante latina. Al

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contrario, si fue expuesto que las intervenciones analíticas de su tratante “pasaban mucho
por el acto” y no por dar explicaciones al sujeto, sino más bien marcar elementos haciendo
uso de ambas lenguas en juego.

Sobre el caso de Ruth se decidió retomar un elemento llamativo a fin de reflexionar sobre el
estatuto transferencial. Lacan (2004) señala respecto del amor platónico de Alcibíades, que
bien podríamos extrapolar al caso de Ruth: no es la belleza, ni la ascesis, lo que desea
Alcibíades/Ruth, sino aquel objeto único, “top”, ese algo que vio en Sócrates/su analista y
que en última instancia, cobra el estatuto agalmático. En este caso, la analista francófona
estaba habilitada para oírla en lo “mamarracho” de su lengua.

No obstante, un momento de destitución del brillo será necesario para que el trabajo
continúe. Será la misma función del analista la que deberá orientar a destituir el Sujeto
supuesto Saber en el trabajo analítico y poder replicar al modo de Sócrates:

“Pero, buen joven,

míralo más de cerca,

no sea que te engañes

sobre lo que yo valgo”

(Platón: 1871:360)

En términos generales, el apartado Lengua y lalengua: su lugar en psicoanálisis, verifica a


través de materiales clínicos, que el estatuto que se atribuye a un análisis que fluctúa entre
dos lenguas depende inexorablemente del lugar que cada lengua ocupa según las
coordenadas transferenciales. De este modo, el emplazamiento de la Otra lengua en la
sesión analítica cobrará forma según la realidad que la transferencia le otorga -en tanto
ficción subjetiva- a la otra lengua. “Dicho de otra manera, la transferencia no es nada real
en el sujeto, sino la aparición, en un momento de estancamiento de la dialéctica analítica,
de los modos permanentes según los cuales constituye sus objetos” (Lacan 2008i: 219).

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A fin de ratificar la afirmación anterior se retomarán ágilmente los rasgos principales de los
casos trabajados hasta ahora.

Por un lado podríamos citar a la paciente inglesa cuyo filtro aseguró el trabajar con una
analista con buen dominio del inglés. La instalación del significante “ensured” apareció
claramente sujetado a la relación trasferencial, actualizando elementos familiares históricos
y cotidianos de la paciente. Al igual que la lengua materna, la figura de la madre asociada a
Maleficent pronto se enlazó con la analista latina, quien denotaba más bien contigüidad y
corporización. Semblante que, según su analista, hizo posible el avance del tratamiento.

Asimismo, la importancia transferencial de la habilidad de la tratante para desplazarse entre


dos lenguas gatilló que este afán de “asegurarse” virase hacia un reconocimiento de su
puesta en acto de contenidos clivados en sus proyectos académicos entre ambos países. Así,
trabajar en hogares donde vivían niños y niñas víctimas de abuso y violación se
resignificaba como un hacer inconsciente con la experiencia de su infancia. Safouan (2008)
reconocerá que “aunque Lacan no lo diga explícitamente, la transferencia sería en
resumidas cuentas lo que de la repetición se destina a ser escuchado” (p.158).

Por otra parte, tenemos en perspectiva el caso de Renato cuya lengua materna era el
noruego y cuyo legado paterno correspondía a la lengua castellana. Su tratamiento se
alienaba a sus intereses del self-improvement y la autoayuda, al igual que su tratamiento.
Para este paciente, su tratamiento se instaló como un espacio más apto para perfeccionar su
castellano con los rasgos de una exigencia superyoica e ideal.

Este caso evidencia que la lengua de la analista se encadenó con la paterna e instaló como
correlato el “deber” aprender español incluso asociando libremente. Pese a que ello podría
haber entrampado el proceso, no se trató de otra cosa que la contestación, en trasferencia,
del Che vuoi?, es decir, de la pregunta por el deseo del Otro. Asimismo, de acuerdo al
material, el hecho de que la tratante hay sido contingentemente mujer facilitó que no
encarne a secas el perfil del Otro que demandaba el buen español. Renato señalaba que las
mujeres le permitían expresarse con algo más de libertad y seguridad, confirmando que los
políglotas escogen la lengua que menos les angustia para el tratamiento (Krapf, 1955).

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Las aproximaciones anteriores afirman porque Caruso y Tango (1966) retomaron
enérgicamente a la trasferencia como uno de vértices centrales para pensar los tratamientos
en lengua extranjera. De acuerdo a ellos, habría dos aristas centrales y completamente
opuestas que podrían seguir los fenómenos transferenciales en psicoanálisis en Otra lengua.
Siguiendo a Kronfeld (1961), dirán que un primer camino apunta a la “regresión [forzada y
acelerada] que pasa rápidamente a la neurosis de transferencia” (p. 19). Mientras que en
otros casos, las características del tratamiento perturban “la capacidad de comunicación”,
alentando las resistencias. También existen perspectivas más extremas como la de Burton
(1961), quien enjuicia que la lengua extranjera “dificulta al analizando el establecimiento
de relaciones transferenciales adecuadas con el analista y la proyección sobre éste de las
correspondientes figuras transferenciales del pasado” (p 19). Caruso y Tango (1966)
formulan que no es posible hacer una división tan tajante. Sin embargo, proponen que en la
situación analítica estudiada por nosotros, sería posible notar una alteración que provoca
una regresión más profunda, instalada más rápidamente que lo habitual.

Sin embargo, de acuerdo a lo referido por nuestros entrevistados, es preciso matizar y


tomar cautela frente a apreciaciones como las anteriores. De hecho, siendo fieles a la
metapsicología freudiana, estas apreciaciones pareciesen desconocer que la praxis analítica
en general ha pensado -desde sus cimientos- que, en el transcurso de un psicoanálisis,
elementos como la regresión y las resistencias son inevitables e incluso precisas. De allí
que la agudización o instrumentalización de la resistencia y la regresión deberá ser
problematizada en el encuadre mismo de la transferencia.

Caruso y Tango (1966) introducen acertadamente el tema de la transferencia respecto de la


otra lengua en sesión a propósito del lugar mismo del analista. Si bien los autores formulan
lo anterior bajo la rúbrica de la contratransferencia, se preguntan por los efectos de la
introducción de una lengua “no habitual” para el tratante.

Desde Freud (1992i) se acuña a la noción de cotratransferencia como “el influjo que el
paciente ejerce sobre el sentir inconsciente” del analista (p. 136) y los sentimientos
inconscientes de éste hacia su paciente. Tiempo después, Lacan (2008i) formula a la

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contratransferencia como “la suma de los prejuicios, de las pasiones, de las dificultades,
incluso de la insuficiente información del analista en determinado momento del proceso
dialéctico” (p. 218-219).

Para la dupla de autores que trabajaron nuestro tema, resultaba necesario alertar sobre la
posibilidad de que el analista tropiece inevitablemente con algunas dificultades, ya que la
configuración estimularía los mecanismos específicos de la contratransferencia (Caruso y
Tango, 1966: 60). Entre ellas mencionan el acting analítico frente al desconocimiento del
idioma. Por otro parte, sugieren que la atención flotante podría verse afectada. También la
configuración podría insegurizar las interpretaciones del analista. De hecho, Marina, la
analista chilena con amplio conocimiento del inglés mencionó que, según su experiencia,
consideraba fundamental manejar bien el idioma para poder conservar la destreza
lenguajera al momento de efectuar una interpretación.

No obstante, los afectos no analizados que alimentan la contratranferencia, muchas veces


no son controlados con el instrumental analítico. De hecho, es común que se los pierda de
vista también a propósito de otras claves de análisis, no solamente aquellas que convocan
nuestro tema central de investigación. Por ejemplo, es posible que existan casos en los que
la lengua del analista y el correlato sociocultural que ella conlleva sean desvalorizados, o
bien que el analista instrumentalice la lengua de su paciente con propósitos políticos
relativos a la causa analítica. Más adelante retomaremos dos casos que ejemplifican lo
anterior.

En suma, Freud (1992h) tempranamente reconoce que la transferencia permite volver


actuales las mociones olvidadas y escondidas más allá de la consciencia. Los tratamientos
psicoanalíticos entre dos lenguas, desde luego, no están exentos a dichas consideraciones.
Es más, cada uno de los casos ha demostrado que el estatuto otorgado a la variabilidad de
introducir Otra lengua en el encuadre analítico, está indiscutiblemente sujeto al entramado
transferencial que las coordenadas subjetivas que cada analizante traza. Es por ello que la
segunda lengua pudiese bien tomar el lugar de un agalma preciado, ubicando al analista
como su “El Dorado”, o bien convertirse en un utensilio para dar forma a las resistencias;

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así como tomar la forma del ideal, o no presentar mayores implicaciones para el
tratamiento. Eso sí, en todos los casos, ello se articulará -al modo del amor de Alcibíades
por Sócrates- inserto en la magia que envuelve a un sujeto en torno al deseo que le supone
al Otro; es decir, entrecruzado por la transferencia pensada propiamente como el lazo que
actualiza ciertas repeticiones.

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3. UN TRATAMIENTO Y DOS LENGUAS: BIFURCACIONES

Son escasas las ocasiones en las que es posible contar tanto con las aproximaciones del
analista como aquellas del paciente en relación al mismo proceso de trabajo. La bibliografía
clásica ha aportado algunas oportunidades para lo anterior. Tal es el caso del Hombre de los
Lobos, retomado al inicio de este trabajo, gracias al historial freudiano y al testimonio
escrito y gestionado por el mismo paciente a posteriori. En esa línea, lo que sigue pretende
rescatar los vestigios de ambas perspectivas en relación a un mismo tratamiento que se
realizó en el esquema que está siendo estudiado, es decir, a propósito de los rasgos
distintivos de análisis donde el paciente o el analista trabajan en una lengua que no es la
materna.

Victoria, psicoanalista chilena, al momento de ser entrevistada atendía principalmente


adultos en el ámbito privado. Si bien su ejercicio estaba usualmente circunscrito al trabajo
con pacientes que se comunican en su misma lengua materna, está vez compartió en
entrevista, un trayecto de trabajo con una paciente francoparlante que trataba regularmente
desde hace un poco más de medio año. Cabe mencionar que la lengua francesa era conocida
muy limitadamente por Victoria, su aproximación estaba circunscrita a la enseñanza media.

En cambio Paulina, su paciente de veinticinco años, había aprendido formalmente el


español mucho tiempo antes de emprender su partida al sur de América. Además, su
relación con un chileno había hecho fluir mucho más el uso del idioma foráneo para ella.
Paulina fue entrevistada por separado, más de medio año después de la entrevista hecha a
su analista. La ocupación de la paciente estaba ceñida al ámbito artístico musical, ella
tocaba un instrumento musical en un nivel profesional. Llevaba viviendo en el país
castellano hablante por tres años cuando decidió consultar a causa de un abrupto
rompimiento por varias infidelidades que truncaron sus planes de formar una familia con la
pareja de aquel entonces.

3.1. La división por la lengua

El primer elemento que Victoria compartió al inicio de la entrevista estuvo referido al


momento de haber emitido la primera boleta de las atenciones. Ella notó que Paulina no se

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llamaba Paulina. Victoria decidió introducir este elemento no menor en las sesiones.
Entonces, la paciente indicó que, en realidad, su nombre era Pauline y que, en un esfuerzo
por obviar el conflicto de pronunciación y adaptarse al medio en el que se movía,
transmutó Pauline en Paulina.

Cuando este punto apareció en la entrevista hecha a Pauline respecto de su tratamiento, no


hizo ninguna referencia directa al uso de un nombre u otro, aunque si distinguió con
claridad una especie de división. Se trata de “dos mundos paralelos”, aquel de Pauline allá
en el país francoparlante y el de Paulina acá en Chile. “Dos vidas completamente
diferentes”. Esta división se estableció como argumento para localizar ciertas temáticas en
su tratamiento. Existían temas exclusivamente relativos al contexto chileno, mientras que
otros correspondían a “temas de allá”. Entre los asuntos locales estaba, desde luego, la
relación con este hombre que la había engañado, connotación relativa a “un contexto muy
chileno” y que, de acuerdo a ella, podría trabajarse mejor con una analista propia del lugar,
ya que todos “ellos [los lugareños] entienden ese tipo de carácter”.

Esta manifiesta escisión traslucía inmediatamente su carácter artificial, al separar en dos la


realidad histórica y afectiva de la paciente, en base a una diferencia geográfica e idiomática.
Disponía, de este modo, temáticas concernientes de un trabajo analítico propio del contexto
en el que se realiza, y no otro. En Miscelánea, Borges (2011) se refiere a este aspecto,
indicando que el error consiste, precisamente, en no tener en cuenta que cada idioma, más
allá de ser un sistema de comunicación, es un modo de percibir el universo. Nótese que la
paciente respaldaba su maniobra de dividir “dos mundos”, argumentando significativas
variaciones culturales que, en este escrito, abordaremos principalmente respecto de la
dimensión de la lengua.

A partir de una investigación de corte psicolingüista, Javier (1989) estudia tratamientos


psicológicos realizados por pacientes bilingües, resaltando que no es menor considerar cuál
es el idioma en el que un tratamiento es llevado a cabo, toda vez que éste determinaría
aquellos aspectos de la personalidad que son revelados durante el trabajo. Lo anterior

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podría, por lo tanto, definir que ciertos contenidos intrapsíquicos importantes permanezcan
asequibles o no para el proceso terapéutico.

Por su parte, en ocasiones, Victoria (la analista) distinguió ciertas limitaciones respecto del
uso de la lengua en sesiones. Su paciente advertía no tener palabras para poder explicar lo
que sentía y en paralelo solía tener equivocaciones en el uso del castellano que ella se
esforzaba por acoger. La tratante indicó que instaba al uso de la lengua materna de Pauline:
“¿cómo se dice en francés lo que me quieres decir?”. De este modo, había dado paso a
enunciar lo engorroso primero en francés y solo después, en español. “En la terapia le
hemos dado espacio a que ella pueda decirme algo en lengua materna… Aceptar el sonido
distinto y que ella me pueda explicar lo que significa para ella”.

Sin embargo, esta y otras aproximaciones de la analista de Pauline traslucían un claro


énfasis depositado en la comprensión y en el sentido de aquello que la paciente articulaba
en su tratamiento. Sin duda, la tarea de la comprensión resulta necesaria, pero ella es solo
una primera condición mínima para que cualquier otra apertura pueda advenir. De hecho,
limitarse a ella resulta una infructuosa tarea para el trabajo con lo inconsciente, la cual
requiere un quehacer respecto del decir en el dicho. En efecto, lo que importa de un lapsus
no es lo que se quiso decir, sino aquello que se dijo pese a no haberlo hecho
voluntariamente.

A partir de un largo trayecto de trabajo con inmigrantes en Europa, Armando Cote (2014)
propone que la labor del psicoanalista no es hacer de intérprete. Muy por el contrario, su
faena se aleja de traducir -palabra por palabra- las distintas formaciones del inconsciente.
“El psicoanalista está más cerca del editor que del intérprete, él hace puntuaciones
específicas sobre lo que se dice, él recuerda los pasajes que ya se han mencionado, hace eco
de los significantes que retornan sin cesar [...] él es el garante de la ética del bien decir”
(s/p). Por su parte, en el Elogio al análisis en lengua extranjera, Serge Cottet (2007),
precisa los peligros de estacionar la escucha en el sitial del sentido, recordando que la
enseñanza de Lacan se percata de que aquella palabra plena, pero de sentido, solicita
siempre más interpretación, haciendo de la asociación una faena interminable.

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Es precisamente esta apertura a la que apunta la noción de lalengua lacaniana, cuando en sí
detenta un desempalme respecto del sentido convencional, el cual, a diferencia del registro
de lo simbólico, constituye el nivel a-estructural del aparato verbal. En tal sentido, en La
tercera, Lacan define nuevamente al inconsciente como “saber que se articula con
lalengua” (p 89). De hecho, así lo demuestra el material del caso; toda vez que las
limitaciones en el uso del castellano se presentaban, éstas pronto se tornaban en
formaciones del inconsciente propiamente dichas.

Paulina había concretado su ruptura amorosa y en medio de la planificación de aquello que


estaba por venir, comentó a su analista: “me voy a ir a vivir con mi amiga en
conocimiento”, se corrige y aclara: “en convivencia”. Su analista precisó a marcar “en
conocimiento” y a interpretarlo en la línea de conocer otro Chile, otra realidad más allá de
su pareja. Empero, queda al menos la inquietud de la riqueza de esta y otras producciones
inconscientes, leídas también bajo la lupa de un doble registro fonemático y sintáctico,
siguiendo la recomendación hecha por el propio Hombre de los Lobos, como se vio en el
capítulo anterior. Así, por ejemplo, se podría aventurar el oído con este “en conocimiento”
que, en francés, remite a la expresión en connaissance, sobre avisada o en conocimiento,
dado que la paciente refería constantemente de ese modo a su saber (no sabido) sobre las
infidelidades de su pareja.

Por su parte, Pauline realzó en la entrevista que el hecho ser bilingüe desde mucho antes del
tratamiento fue un elemento central en el modo en el que este se condujo. De acuerdo a su
experiencia, analizarse en otra lengua sin conocerla con soltura habría sido una tarea estéril.
En términos generales, esta paciente consideraba beneficioso el hecho de haber trabajado
en otra lengua, más que por la particularidad del contexto, porque no encontró una
diferencia sustancial entre hacerlo en su lengua o no:

“Como que las diferencias son mínimas, pero el fondo es lo mismo […] Claro,
hacer una psicoterapia cuando uno no sabe hablar muy bien, no. Es como, no. No se
puede, hay que tener cierto nivel para poder decir todo, las… o sea, los detalles”.

No obstante, ella destacaba que

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“de todos modos, uno nunca se expresa del mismo modo… de todas formas… eso
como eso, un poco raro […] uno se tiene que acos… adaptar a la forma de hablar, a
todo eso”.

Paralelamente, su analista hizo referencia al mismo punto asegurando que en aquellos


relatos referidos a temáticas sobre su niñez, Paulina viraba naturalmente desde el uso de su
castellano, formalmente aprendido, hacia el recurso de su lengua madre:

“Cada vez que ella habla de su infancia, habla en francés. Después me lo cuenta en
español”.

Victoria, con una visión más bien optimista al respecto, contó que en sesiones se instalaba
una dinámica en la que se trabajaba con este ir y venir entre dos lenguas, en medio de aquel
cruce del francés con el español.

En tal sentido, Rozensky y Gomez (1983) investigaron acerca de los cambios en el uso de
lenguas en tratamientos con pacientes bilingües. Si bien lo abordan desde un modelo
psicodinámico y psicolingüístico, distinto del marco conceptual que inspira nuestro estudio,
resulta interesante detenerse en sus aproximaciones. De acuerdo a ellos, el trabajo
terapéutico con sujetos bilingües merece ciertas consideraciones propias solamente de este
tipo de pacientes. Una de ellas es el trabajo con lo actual y el entrecruzamiento con las
experiencias afectivas que tuvieron lugar en la lengua materna, además de su disponibilidad
para la exploración en la psicoterapia conducida en un segundo idioma (p. 152).

Tal como Victoria y Pauline lo hacían desde su experiencia y lugar, en el trabajo analítico
entre dos lenguas, los autores señalan que la edad de adquisición de la segunda lengua es
determinante. Lo anterior debido a que un aprendizaje tardío puede implicar el desarrollo
de un discurso mucho más estructurado y defensivo. Por el contrario, afirman que un
aprendizaje más bien temprano podría favorecer una apropiación y un uso más espontáneo
de la segunda lengua adquirida. Así, añaden que resulta preciso detenerse en la implicación
afectiva que tiene el paciente con cada lengua durante el trabajo psicoterapéutico, toda vez

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que ello podría determinar un quiebre en la posibilidad para expresar emociones en la
segunda lengua (Rozensky & Gomez, 1983).

No obstante, en una posición por completo opuesta, existen autores como Caruso y Tango
(1966) y recientemente Laguzzi (2014), quienes a partir de su investigación, sugieren que
utilizar una segunda lengua en análisis no implica necesariamente una imposibilidad en la
expresión o, en general, en la conducción de un tratamiento. De hecho, señalan que si bien
el empleo de la lengua extranjera en un psicoanálisis inclina un hacia un control consciente
de la expresión, ello también gatilla el hacer más evidente la resistencia y, por ende, la
posibilidad de problematizarla eficazmente en el trabajo (p. 68).

Asimismo, tanto Caruso y Tango (1966) como Rozensky y Gomez (1983), rescatan el
factor de que toda lengua se encuentra asociada tanto a vivencias placenteras como
desagradables, teniendo siempre un estatuto ambivalente que finalmente es trasladado de
las experiencias específicas vividas a través de esa lengua, en el curso de la historia de ese
paciente. Por ejemplo, Krapf (1955) insiste en considerar especialmente la significación
histórico-personal de una lengua cualquiera, utilizada en cierto momento del tratamiento
analítico (p. 346).

En cierta medida, Pauline corroboró esta última hipótesis. Ella reconoció que las temáticas
más inherentes a su lengua materna eran su relación con el instrumento que tocaba y la
poco explorada rigidez de sus padres y profesores en todo su proceso de formación como
música desde niña. A ello se sumaba el duelo por la muerte de los abuelos que la criaron.
Temas “atados a Francia” que, en su criterio, debiesen abordarse, preferiblemente, con un
analista francés.

Esta aproximación no respondía a una asignación fortuita, ya que estaba soportada por la
proximidad a ciertos elementos más bien culturales. En sus palabras: “le tenía que explicar
más el contexto […] hay otra cosa también que es el tema de la cultura”. La paciente
consigna lo anterior en una especie de corte en lo cultural, tanto en caso de tratarse
psicológicamente acá como allá, debido a la existencia de elementos culturales,

70"
"
contextuales y comunes en los que acontecen los eventos sobre los que se desplegaba el
decir en su tratamiento.

3.2. Confusión de lenguas

Esta diferencia cultural estaba principalmente zanjada por Pauline respecto al modo en el
que la cultura resonaba en la lengua. Ambas entrevistas –realizadas a Victoria y a Pauline-
dieron cuenta de la necesidad de hacer analogías sobre los espacios públicos y las
dinámicas sociales para entender las locaciones de ciertos sucesos. Ello sucedió también
con la formalidad del manejo del idioma que, para la paciente, parecía ser tan tajante
cuando, por ejemplo, recalcaba que no utilizaba chilenismos con su tratante porque ella no
era su amiga. Al contrario, su terapeuta, más de una vez había introducido una frase propia
de la región sin tener una clara recepción por su paciente, sin que a ésta le hubiese “caído la
teja”.

Pese a que Freud trató de disuadirlo, en 1933, en el Congreso Psicoanalítico Internacional


de Wiesbaden, Ferenczi presentó un artículo que tomaba el conflicto de la construcción de
la realidad infantil frente a aquella propia de los adultos. A diferencia de como se trabaja
habitualmente esta referencia, no es nuestro interés de retomar aquel problema específico
referido a la seducción sexual ejercida por los adultos hacia los niños, sino más bien aquello
que de aquel tema de lenguas confundidas resuena en la relación entre analistas y
analizantes. Por cierto, es preciso advertir que el psicoanalista húngaro elige la metáfora de
la lengua para referirse al problema de la seducción, reseñando una especie de
apropiación/asimilación por parte del niño, de la interpretación de la realidad provista por el
adulto. Este ejercicio podía incluso llegar a causar desconfianza en el niño de aquella
interpretación que le era propia. Luego, Ferenczi invita a ubicar esto en el plano de la
práctica misma, es decir, en el trabajo analítico. Por ejemplo, el autor lee bajo esta clave las
resistencias de pacientes que se rehusaban obstinadamente a seguir sus consejos médicos.
Puntualmente, sugiere conceder más importancia a la manera de pensar de los pacientes, ya
que tras ella se ocultarían críticas que, al ser tomadas, permitirían disolver la dominante
confusión de lenguas (Ferenczi, 1984).

71"
"
En el caso que acá examinamos, en función de las entrevistas realizadas a Victoria y a
Pauline, es posible notar, precisamente, esta especie de doble registro idiomático. Ferenczi
lo describió primero respecto de la interpretación de la escena de seducción y a partir de
una diferencia de carácter etario. Acá intentamos trasladar lo anterior en relación al doble
registro, a las dos lenguas maternas en la sesión analítica. De este modo, en el caso se
muestra por un lado el registro infantil, atado a la lengua francesa de la paciente; por otro
lado, se encuentra el registro de la vida adulta sujetado a la lengua castellana de la analista.

De acuerdo a la analista, la manifestación de “los temas de allá” -que eran, concretamente


evocaciones a su infancia- dejaban entrever que las cadenas asociativas provocaban que su
español se estacionara y que el francés ganara terreno, haciéndose necesario para continuar
el decir. Ello corroboraba las observaciones de Balint (1979) y de Rozensky y Gomez
(1983) relativas al uso de la lengua de origen para enunciar contenidos que, afectivamente,
están situados en época tempranas. Por su parte Javier (1989) dirá que los cambios en el
idioma pueden ocurrir dependiendo de la decisión consciente o inconsciente del bilingüe de
comunicar los contenidos asociados a uno u otro idioma. Señala además que estos cambios
pueden utilizarse como un mecanismo de afrontamiento para evitar y minimizar el impacto
emocional de contenidos específicos asociados con uno de los idiomas. En vista de ello, la
técnica de la analista había optado por acoger aquella necesidad e instar a la paciente a
enunciar los contenidos, primero en su lengua materna para después traducirlos al
castellano.

Respecto a una temática estrechamente colindante, Braunstein (s/f) dirá que “el
inconsciente es lo que resiste a la traducción. La traducción es una resistencia al
inconsciente y sus modos idiosincrásicos, poéticos, de decir oscuramente, como a través de
un vidrio oscuro, por metáforas y metonimias” (p. 4). Al respecto, Victoria durante la
entrevista se mostró ajena a las posibles implicaciones de instalar la traducción como
dinámica en sesión, ignorando la advertencia relativa al sinnúmero de dificultades
implicadas en la traslación de contenidos entre un idioma a otro. De hecho, Susanne
Hommel (s/f) formula uno de ellos, infiriendo que es preciso considerar la violencia
implicada en toda traducción cuando, por ejemplo, el traductor somete a la lengua de

72"
"
origen, para, de este modo, crear un texto de análisis. De hecho, Pauline parecía haber
emprendido un trayecto de desmaternalización del enunciado relativo a lo infantil,
siguiendo la ruta exactamente reversa a aquella del quehacer de lalengua. De este modo, el
lenguaje, en este caso castellano para la paciente, confirmaba no haber sido otra cosa que el
resultado de una elucubración de saber sobre lalengua (Lacan 2015: 127).

Por otra parte, la posición de la paciente respecto de las aproximaciones a lo infantil era
bastante disímil a lo percibido por su analista. Pauline explicitó la división que
mencionábamos anteriormente, así como la no pertinencia de abordar aquello que era
propio de su historia en Europa, en el espacio de su tratamiento en Sudamérica. De hecho,
Costa y Dewaele (2012) retoman este preciso aspecto en los pacientes bilingües,
sirviéndose del concepto de disociación. Este mecanismo podría tanto adquirir la función
de protección frente a contenidos inasibles para la consciencia como otras muchas
funciones. Consistentemente, Pauline ponía el acento en que, para comunicar aquello que sí
concernía a su tratamiento en Sudamérica, era precisa una importante cuota de adaptación.

De acuerdo a la entrevista a la paciente, además de esta aparente disociación enunciada al


modo de “dos personalidades”, la configuración analítica pareció instalar un proceso de
adecuación en el decir. Al respecto, Lagache (1956) postula que en términos generales, “la
lengua del análisis es la lengua principal del analista, pero no la del analizando”. Por su
parte, en su trabajo sobre la confusión de lenguas, Ferenczi (1984) describe una
configuración particular en la transferencia analítica que hace más propensos a los
pacientes de caer “en una extremada sumisión” frente al tratante y a sus modos de
conducción del tratamiento. Se trata de una observación que, a la luz del material del caso,
no resultaría insensata si se tiene en cuenta que, precisamente, podría tratarse de la
reproducción –en análisis- de una particular posición subjetiva de sumisión que la paciente
reconocía en distintos ámbitos.

3.3. Lecturas de lo transferencial, diferentes traducciones

Por cierto, el aspecto recién mencionado facilitó la apertura de otra arista, esta vez referida
a la dimensión transferencial. La analista dejó entrever su lectura respecto de aquello que

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"
sería, a todas luces, su primer caso con una paciente con lengua materna diferente. Para
ella el trabajo había sido posible, en términos de adherencia, debido a que éste rememoraba
el vínculo materno de la paciente. Con la misma perspectiva que Braunstein (2002)
señalaba que los conceptos de traducción, transferencia e interpretación estaban
íntimamente relacionados entre sí; la analista ponía énfasis en que el vínculo terapéutico
estaba basado en sus intentos de traducción e interpretación del deseo de su paciente.

“reactivamos éste vínculo, por eso ha adherido […] Ella siente que yo también hago
esfuerzos por ayudarla, por traducirla”.

Según la analista, el vínculo de Pauline con su madre se había caracterizado por no haber
compartido una “intimidad emocional” y por haber constituido una crianza
significativamente estricta, la cual había llevado a la paciente a ocultar a su madre eventos
conflictivos trascendentales durante su infancia y adolescencia. De este modo, Victoria
retomaba esos conflictos y su accionar en la transferencia, según una aproximación cercana
a Bion (1990). Se trataría entonces de la función de reverie, la cual alude, justamente, a la
capacidad de la madre para metabolizar lo intolerable, lo displacentero y lo angustiante para
el bebé y devolverle lo anterior en forma de pensamientos adecuados para ser contenidos y
pensados por este.

En cambio, Pauline -ajena al campo psicoanalítico- esbozó una lectura transferencial


permeada por las “diferencias culturales” distinguidas como centrales para ella y
claramente intrascendentes para su analista. En efecto, Pauline, con significativo pudor,
dijo que hubiese sido preferible que su analista hubiese visto su situación con más
distancia, “no tan metida, no tan cerca, eso, eso”. En un intento por ampliar esta
aproximación, respondió con decoro que ha habido momentos en los que se ha preguntado
si su analista trabajaba bien, agregando además unos matices “delicados” relativos a la
calidad de la formación profesional y exigencias disciplinares para los psicólogos, ubicando
de forma dispar a Europa de Sudamérica:

“en Francia saben, saben más […] Quizás uno, como que quizás ella como logró
como 80% del trabajo? O 90% y él [referencia fortuita a un tratante varón francés]

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"
quizás 100%, no sé… no sé. O sea lo que quiero decir es que falta general, la base
está y está hecho el trabajo… pero si igual quizás lo único que falta, quizás”.

Este recorte permite, ciertamente, varias lecturas. Por de pronto, esta aparente grieta del
Sujeto supuesto Saber no impidió que el trabajo haya conducido a la instalación del
propósito freudiano, el despliegue del inconsciente. Como es sabido, la instalación de la
transferencia funciona como condición de posibilidad del ejercicio asociativo del paciente y
al parecer, en este caso se dio a partir de un saber supuesto a su analista, en relación al
“contexto sudamericano” de su sufrimiento, durante su quiebre amoroso con un hombre de
la región.

La analista comentó que Pauline retomó en análisis aquellas características que la hacían
mirar su relación con ciertos reparos. El sexo con su pareja se había caracterizado por ser
brusco y eliminar por completo la veta del amor cortés y romántico, provocándole la fuerte
sensación de sentirse “obligada a tener relaciones sexuales”. Así, sentirse sucia, dominada y
asqueada eran las figuras que su articulación sintetizaba reiterativamente en el significante
“sometida”. Mientras tanto, desde el francés se hacía lugar el significante masochiste.

Su analista marcó este lugar en relación a la dominación, no sólo a propósito del sexo sino
también de su relación histórica, familiar y profesional. Aun así, para la analista ello no
estaba contemplado a propósito del dispositivo, incluso cuando Pauline había formulado
que, para trabajar en otra lengua, era precisa una especie de sometimiento lingüístico de su
decir. Dicho de otro modo, un sometimiento de su lengua.

Este notorio punto de anclaje, sumado al vaivén de la analista en relación a la posición


materna entre escasamente íntima y/o muy metida, parecen haber producido un efecto
reconocido por la paciente como posibilitador de un tratamiento. No obstante, lo anterior no
es excluyente de aspectos no propiamente explicitados a nivel del enunciado, que parecen
haber funcionado al modo de significativos puntos ciegos en el tratamiento que acá
describimos.

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"
Se hace referencia a un terreno pantanoso que ponía en jaque el abordaje de contenidos
sexuales. La analista advirtió que a Pauline le resultaba notoriamente complejo dejar fluir el
manejo de su español frente a lo sexual, aclarando que allí las clases de español desde los
dieciocho años no daban abasto. Es decir, era evidente que la palabra se suspendía donde lo
pulsional germinaba, allí donde la referencia a la historia y la infancia en Francia eran
imprescindibles.

De acuerdo a Pontalis (1956), un paciente que se analizaba en lengua extranjera, se quejaba


de la incapacidad de expresar adecuadamente su vida interior, dada la incapacidad
provocada por el empleo del idioma extranjero. Sin embargo, indicaba que esta misma
queja era habitual en analizados que se trabajaban en su lengua materna y que era preciso
tener en consideración que hay procesos internos del Yo que son, hasta cierto grado,
lingüísticamente intraducibles. De allí su pregunta: “¿qué encuentro puede ser total?” (p. 6).

El caso desarrollado en este apartado permitió detenerse en algunos cruces entre las
perspectivas de una analista y de una paciente sobre un mismo proceso de trabajo analítico.
En el desarrollo fue posible retomar la división por la lengua y sus funciones disociativas
durante este tratamiento en particular. Además fue posible retomar y reflexionar sobre
algunas implicaciones de la introducción de la dinámica de la traducción en sesión
analítica, en estrecha vinculación con los correlatos transferenciales y sus puntos de anclaje
para el rol de esta tratante y de esta paciente.

Finalmente, tanto en relación a este caso en específico como a los demás retomados hasta
acá, resulta innegable que los contextos de recolección y las características del material
recabado, delinearon un tope a las reflexiones. Lo anterior, que si bien podría pensarse
como una limitante, tuvo el efecto de dejar en clara evidencia la necesidad de profundizar y
cincelar más a fondo las consideraciones en relación a lo pulsional, a la dimensión del goce
y a lo real del síntoma en procesos psicoanalíticos entre dos lenguas.

"

76"
"
4. DE LA RESONANCIA SEMÁNTICA A LA RESONANCIA PULSIONAL:
TONALIDADES DE LA INTERPRETACIÓN

Una de las insignias del abordaje terapéutico en el marco del psicoanálisis posee como
núcleo de su quehacer teórico y técnico a la interpretación. Ella condensa, en la
comunicación del analista, la rúbrica más emblemática de la acción psicoanalítica. De este
modo, el horizonte de la cura apunta, a través la implementación de la interpretación, a
dejar expuestos los conflictos defensivos y aproximar al analizante a su deseo inconsciente
menguado a través de sus propias producciones.

Este modo privilegiado del operar psicoanalítico está sustentado en el usufructo de la


palabra. Freud (1992j) lo explicó consignando que en ella misma podía encontrarse el
origen de los fenómenos psicopatológicos y, por ende, ella misma detentaba la herramienta
para la cura. De allí que este resulte un tema no solo atingente, sino imprescindible de ser
abordado en el estudio exploratorio sobre los rasgos distintivos de tratamientos
psicoanalíticos en los que la labor interpretativa se ve entretejida por el vaivén entre la
lengua materna y la segunda lengua, como germen principal de la palabra del paciente y el
quehacer del analista.

Por ello, pensar sus implicaciones exhorta hacer detenciones necesarias en algunas de las
esenciales y multívocas nociones que se han sostenido sobre la interpretación a lo largo del
desarrollo de la teoría y técnica analítica, a fin de que tales aproximaciones permitan
matizar reflexiones relativas a las particularidades de este tipo de tratamientos.

4.1. La lengua comprendida


“Comprenden, hacen mal”
Lacan22

Desde una perspectiva inaugural, Freud (2010a) planteaba que la interpretación debiese
apuntar a hacer manifiesto un sentido latente. Asimismo, misceláneas nociones mantenidas
e incluso enraizadas por varios postfreudianos, estaban orientadas a aproximaciones que
"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
22
Lacan, J. (2006b). Las psicosis. El seminario 3. (pp. 75). Buenos Aires: Paidós. (Trabajo original
publicado en 1955-56).

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"
ubicaban a la interpretación en la dimensión de la comprensión, vinculando estrechamente
el psicoanálisis a la hermenéutica (Laplanche, 1984). Ésta última era entendida como una
tradición interpretativa que inicia con la exégesis de textos sagrados, y que después retoma
precisamente la traducción de textos pasados o extranjeros (Zabala, 2007; Uribe, 2012).

De allí que en muchas ocasiones se problematice el tema de la segunda lengua en la sesión


psicoanalítica, en tanto ella irrumpe en el código lingüístico común, impidiendo la creación
de un sentido unificado y la comprensión de la experiencia emocional (Rozensky y Gomez
1983; Laguzzi, 2014). Justamente, las aproximaciones que orientan la interpretación en el
orden de la comprensión del contenido inconsciente ponen en perspectiva la creación del
sentido en la consciencia, ubicándose a un nivel del enunciado, del referente y del
significado como contenido manifiesto, apuntando correlativamente al tema del idioma y a
su respectivo campo semántico puesto en cuestión en un análisis con una segunda lengua en
perspectiva.

Desde esta configuración, el tema del análisis en lengua extranjera quedaría resuelto en
tanto el analista y el paciente comprendan el idioma y permitan que la interpretación tenga
efectos en la transmisión de un sentido sobre el afecto, al modo de una traducción de un
lenguaje inicialmente oscuro o incomprensible para el analizante, en otro más bien
entendible y asequible a la conciencia. Pero, ¿es esa la labor analítica con lo inconsciente?
Rabant (1994) apuntó a las dificultades de concebir a la significación simplemente “como
la indicación de un sentido oculto” [verbogener Sinn] (p. 50). En esta línea, la
interpretación misma implicaría la expresión en una lengua de aquello que está escrito o se
ha expresado antes en otra, correspondiéndose a secas a la definición de la traducción.

Empero, siguiendo la clave de lectura provista por Lacan (2010) en el seminario El reverso
del psicoanálisis, es posible notar la alerta sobre las dificultades de pensar la interpretación
en las coordenadas anteriores y de poner de manifiesto el “deseo” del sujeto –es decir,
responder a la demanda- desde el lugar del amo, haciendo inevitable que el saber producto
de ese movimiento se ubique a nivel de un enunciado amo, obturando la posibilidad de
emergencia del sujeto del inconsciente. O en palabras del autor, “aquí, en consecuencia, el

78"
"
discurso queda abolido” (p. 54). Lacan más bien alienta a operar desde la posición del
analista que está “esencialmente hecha del objeto a” (p. 45), detentando en su armazón
precisamente la imposibilidad de una comprensión plena.

A esta altura convendría retomar las perspectivas de Victoria en su trabajo con Pauline, su
analizante extranjera. En este tratamiento, la misma interpretación de Victoria sobre la
transferencia tenía entre líneas el poder “traducir” a su paciente para facilitar la explicación
lo que sentía, descuidando lo que Freud (1992k) ya había observado al modo de un desvío
de la praxis psicoanalítica que desexualizaba sus aportes teóricos y técnicos para la
comprensión anímica. Nos referimos al descuido de la trascendental clave pulsional.
Asimismo, Cottet (2007) prevendrá que es especialmente problemático para el analista
psicologizar la escucha frente a los virajes entre las dos lenguas.

Sin desconocer que el ámbito del entendimiento –en tanto condición base- debe al menos
permitir un mínimo de comunicación para el establecimiento del trabajo entre dos lenguas;
no es allí donde la labor de la interpretación debiese recolectar su cosecha. De hecho,
Aceituno y Radiszcz (2014) señalan –retomando a Tort (1966) y Assoun (2006)- que si
bien el psicoanálisis parece comportar una función y un valor heurísticos, es siempre
preciso que ello nos permita un ligero deslizamiento del sentido para la “reintroducción
problemática de lo que resulta elidido” (p. 116).

Por consiguiente, como indicamos desde el inicio, se hace importante examinar aquellos
aspectos relativos a la interpretación que, exentos de la comprensión, están involucrados en
el trabajo psicoanalítico con una lengua disímil a la materna. De esta manera, esta
investigación deberá confrontarse al mismo movimiento al que se enfrentaron, en su
momento, las clínicas freudiana y lacaniana. Nos referimos a la interpretación
destotalizada, confrontada con el límite de lo simbólico en su operar, toda vez que siempre
habrá́ algo que escapará a la captura del sujeto en la imposibilidad de hallar un significante
último para designarlo, mientras que algo retornará inevitablemente a raíz de esta misma no
inscripción, que no cesa de no escribirse (Lacan, 2003b).

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"
Algunos autores –pese a no enunciarlo en estas claves- consignan que un análisis en lengua
foránea acerca, de modo más evidente e irrebatible, al sujeto en la confrontación de lo que
no puede ser dicho con ningún bagaje lingüístico (Caruso y Tango, 1966). Así lo consignan
la mayoría de los terapeutas entrevistados a partir del reconocimiento de que los desbordes
afectivos, así como los recuerdos infantiles más opacos, abruptos e íntimos, fuerzan
primeramente el retorno a la lengua madre para luego corroborar -también en ella- los
límites de la simbolización. O mejor aún, los límites del significante respecto de recubrir
todo lo real (Radiszcz, 2014).

4.2. Equívoco y escansión de la lengua por lalengua


“Ce qu’on dit ment”
Lacan23

El viraje de Freud (2010a) instó al trabajo interpretativo en vías de la asociación y


disociación de los elementos discursivos para ir, gradualmente, apuntando a orientar la
intervención al modo de una “desandadura” que restaba sentido (Freud, 1992l: 1992n;
Soler 2013; Rabant, 1994; Uribe, 2012). Por su parte, Lacan también avanza incluyendo
importantes matices que ubican a la interpretación un paso más allá del sentido, situándola
como opuesta a la asociación libre, operando con un efecto de “agujero” y contraria a
alimentar al síntoma de sentido (Lacan, 1977; Miller, 2009; Soler, 2013; Apartín, 2014).
Estos antecedentes tuvieron como correlato los progresos y evoluciones en la técnica
psicoanalítica interpretativa, en aras de alcanzar su empresa. De ellos tomaremos algunos
antecedentes típicos que resultan pertinentes para las consideraciones que pretendemos
instalar respecto de los análisis con dos lenguas.

Por un lado, se presenta la escansión en tanto noción usurpada de la poética. Ella remite al
instrumento de la métrica y la íntimamente ligada rítmica de los versos. La escansión
contiene implicancias que están ubicadas del lado de la interpretación, en razón de los
efectos de corte o separación relativos a una reducción de sentido, introducido por el

"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
23
Lacan, J (2006). El sinthome. El seminario 23. (pp. 17). Buenos Aires: Paidós. (Trabajo original
publicado en. 1975-76).

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"
tiempo en tanto concepto lógico-operativo (Lacan, 1973-74; D’Angelo, 2004). Es por ello
que resulta importante considerar que la escansión como herramienta analítica invite, a
través de su proceso asemántico, a cuestionar el pensar únicamente al significante, su
compresión y su sentido, al momento de interrogar un análisis en lengua extranjera.

Es justamente a partir de ello que la labor analítica misma, en sus bases metapsicológicas,
cuestiona dichas aprehensiones respecto de todo tratamiento conducido por la orientación
freudo-lacaniana. Por ello, resulta importante ponderar la interpretación allende a la
compresión, ya que ello permite abrir perspectivas que enriquecen la lectura de procesos
analíticos cuya configuración desinstala, de forma contundente, el “entendimiento pleno” e
insta a “cuidarse de comprender”, siguiendo la temprana advertencia sostenida por Lacan
(2008j). En consecuencia, la propuesta de la interpretación favorece modalidades cuyos
efectos no pasan por el sentido común. Para ilustrar este salto, conviene retomar el caso de
Luis, un estudiante sudamericano que se mudó a Europa, con la idea de ser un
“conquistador” de proyectos académicos en el ámbito terapéutico.

Tiempo después de haber llegado a Suiza, Luis decidió buscar a uno de los analistas más
afamados del medio. Frente a la negativa de éste de tomarlo como analizante, Luis
encuentra un analista para quién el castellano no era del todo desconocido. Su trabajo en
otra lengua con este analista partió con la petición de que “por favor hable más lento”,
puesto que a su analista le costaba seguir la velocidad y la vocalización de sus palabras. En
la entrevista, Luis reconoce que trataba de hablar un español más puro y más neutro,
alejado de los matices culturales y fonemáticos de su lengua. Poco a poco se hacía evidente
lo insostenible de aquella petición, “porque las palabras chilenas aparecían”, no sin una
serie de matices incomprensibles para su analista. Lo anterior, según las apreciaciones de
Luis, estaba lejos de ser una limitación, ya que abría camino a la regla fundamental y
destituía el sentido común. En la entrevista, el analizante relata recortes que dan cuenta del
quehacer de su analista estimulando que él mismo juegue con lalengua en su lengua, es
decir, con los resabios pulsionales contenidos en la semántica de su lengua de origen.

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"
Así, en una época de bastante exigencia laboral, se había visto enfrentado a varias
dificultades en el ejercicio de su labor terapéutica “atrapada en el sentido”, de acuerdo a
observaciones de sus supervisiones respecto de la conducción de sus casos. Con mucho
malestar desprendido de ello, su cadena asociativa lo había conducido a recordar viejos
rencores hacia familiares, contenidos desde su infancia y prolongados hasta la actualidad.
De este modo, Luis se encontró con ese rasgo que acompañaba su semblante en la adultez:
“estai sentido”. De allí que aquel desplazamiento equívoco de sentido insospechado para
él, más cristalino para su analista francófono, gatilló una especie de resignificación del
malestar laboral e instó a seguir explorando su “estar sentido” respecto a sus familiares.
Ello, cabe resaltar, producto de un corte de sesión.

Adviértase que la intervención analítica expuesta por el recorte de este análisis en lengua
extranjera, parece prescindir de la clásica comunicación al analizante y más bien hacer uso
de la escansión como herramienta, dejando la interpretación del lado de sujeto 24 .
Igualmente, equívocos de este tipo (sentido/sentido), revalidaban aquello que Lacan (2001)
afirmó en L’Etourdit: “una lengua entre otras no es otra cosa sino la integral de los
equívocos que de su historia persisten en ella” (p. 514).

Freud (1992m) ya había resaltado el valor del equívoco, particularmente aquel de tipo
homofónico. Tal es el caso del texto sobre el Fetichismo, donde da cuenta de un precioso
ejemplo translingüístico que hace de la mirada y del brillo en la nariz (Glanz auf der Nase y
A glance at the nose) los ecos de una posible lectura sobre una condición de la elección
erótica fetichista del objeto.

“El caso más asombroso pareció́ el de un joven que había elevado a la condición
fetichista cierto «brillo en la nariz». Se obtuvo un esclarecimiento sorprendente al
averiguar que el paciente había sido criado en Inglaterra pero luego se estableció́ en
Alemania, donde olvidó casi por completo su lengua materna. Ese fetiche, que
provenía de su primera infancia, no debía leerse en alemán, sino en inglés: el «brillo
{Glanz} en la nariz» era en verdad una «mirada en la nariz» {«glance», «mirada»);
"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
24
Según Bassols (s/f) aquello que es pensado bajo la noción del inconsciente-intérprete.

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"
en consecuencia, el fetiche era la nariz, a la que por lo demás él prestaba a voluntad
esa particular luz brillante que otros no podían percibir” (Freud, 1992m: 147).

Por su parte, Morel (2012) reafirma la valía de la ambigüedad y resalta que “con la
interpretación equívoca, deberá conmover el síntoma” y lo pulsional, en tanto la resonancia
en el cuerpo de que hay un decir (p. 122). Para Luis, aquello estaba puesto en juego en la
palabra sentido.

A medida que este analizante hispanohablante se apropiaba progresivamente del francés, el


español se hacía lugar en las sesiones solamente de tiempo en tiempo, para dar cuenta de la
presencia de “ciertas palabras que en francés no se encuentran”. Para este paciente, el
pasaje de una lengua a otra fue cada vez fue más natural, marcado con el signo
característico de la permisión como rasgo transferencial de su analista, opuesto al suyo. En
medio de una época muy emotiva, Luis desplegó en sesión su decir respecto de “una rabia
de niño amurrado”. Aquel chilenismo (amurrado), incomprensible incluso para
interlocutores de otros países hispanohablantes, implicaba un enojo infantil marcado por el
capricho, el ensimismamiento frustrado, la obstinación aguda y la negativa de hablar, que
de acuerdo al Diccionario del uso del español en Chile, proviene de las palabras mula y
burro (p. 72).

Allí, lalengua en la lengua de Luis instalaba en esta singular descripción, aquello que varios
autores (Lacan, 2013b; Soler, 2013; Cote, 2014) han resaltado sobre la estrecha relación de
lalengua con los afectos, cuyos efectos permanecen como no sabidos para el ser-hablante.

En sesión, frente a esta “rabia de niño amurrado” y el estancamiento a nivel de la cadena


asociativa, su analista ayuda a que este elemento entre en el circuito, sirviéndose de la
nueva lengua cotidiana de Luis y puntuando en francés: colère froide, que literalmente sería
cólera fría. El relato de Luis indica que algo se medió con el nuevo nombre ofrecido en
francés para su afecto, permitiendo cierto desplazamiento de aquella rabia que lo había
petrificado en la alienación a dicho significante, connotando un particular modo de gozar y
de hacer con su rabia.

83"
"
No obstante esta acción detentó claros efectos terapéuticos, ella evidenció un operar sobre
el que amerita detenerse con ciertas claves de lectura enriquecidas. Volveremos a ello más
adelante, pero adelantamos una apreciación: “El amo pone la mano sobre lalengua, la
alfabetiza (alphabêtise25). El amo la resquebraja, el amo se encarna en ella, asume cuerpo
de lenguaje y llega a escribirse” (Miller, 1987: 74).

Vimos el modo en el que la suspensión de la sesión operó según la lógica del decir más que
sujeta al curso del reloj. Lo anterior fue ejercido por el analista de Luis para precipitar
momentos apodícticos según su lógica subjetiva y la dirección de su cura. De allí que el
acto del analista comprometa una operación que segmente la dimensión temporal del
discurso con un claro corolario en la puntuación de la enunciación, con efectos de
localización subjetiva y pulsional (Brodsky, 2009).

En este sentido, al preguntarse por el uso de una lengua determinada en la labor analítica, es
preciso ubicar también, y quizás con mayor esmero, la escucha por fuera de la lógica del
sentido a propósito de los alcances de la interpretación. Lacan en una clase de mayo del 68
–antes de interrumpir su seminario a causa de los acontecimientos de las movilizaciones en
Francia- sostiene que la experiencia analítica contempla, ciertamente, diferentes registros
que tienen como horizonte producir efectos en otros niveles que simplemente aquel del
discurso. Asimismo, en La Proposición del 9 de octubre, Lacan (2001a) le recuerda a
Mannoni que en el tiempo lógico, la escansión incluye aquello que llama el momento de
comprender.

4.3. La orientación de lalengua en la construcción del síntoma

Avancemos retomando en paralelo otro material. En cierto momento y a causa de diversos


factores, Mauricio Tarrab (2006), decidió ir “del otro lado del océano” y alejarse de su natal
Argentina para recomenzar su análisis en Francia. Él comparte sus testimonios de final de

"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
25
Unión de alphabet y bêtise en francés, alfabeto y tontería en español, que tendría como resultado
una alfabestialización.

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"
análisis26 en tanto Analista de la Escuela (AE), en marco del dispositivo del Pase de la
Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). De tres testimonios de final de análisis, nos
interesa retomar solo algunos elementos para pensar el problema que nos concierne.

Si bien en ninguno de los tres escritos donde expone su proceso se hace explícito en cuál de
las lenguas se realizó su análisis, los matices de la conducción del caso justifican su estudio
en tanto involucran contenidos de ambas lenguas, tanto a nivel de la elección de su analista
francófono (siempre determinada por lo transferencial) como en la configuración
sintomática y del núcleo de su lalengua.

Para este paciente, un primer tratamiento había dejado como resabio una inalterable
mortificación que gatillaría la necesidad de reanudar un trabajo analítico en razón de su
angustia fatalista y su temor a “morir joven” a causa de una enfermedad invalidante. El
análisis con su tratante francófono le había permitido situar el origen de su síntoma en la
infancia bajo la forma de una parálisis frente al horror: una fobia que, en su adultez,
transmudó en diferentes síntomas obsesivos. No sin la mayor importancia, Mauricio
recuerda una interpretación referida al deseo materno que retumbaba, desde sus cimientos,
bajo la fórmula: ella me quiere enfermo. Aquella sentencia, así como sus corolarios, lo
condujeron a un recuerdo infantil bastante temprano, cuyo escenario es descrito en la
cotidianidad de lo hogareño. El relato figuraba un trayecto por un oscuro túnel en el que
algo sexual sucedería. No podía recordar a qué se refería. A la salida de allí, subía la
escalera agitado y al llegar arriba, sufría un desmayo. Lo fundamental de este recuerdo es
que su madre le diría a posteriori que “eso fue un soplo al corazón”. La interpretación
correlativa de su analista fue que la palabra de su madre lo había penetrado.

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Según la definición de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, el pase es un dispositivo
inventado por Lacan para investigar el final del análisis y la transformación que produce en un
sujeto el paso por el dispositivo analítico. El dispositivo reemplaza el sistema de formación standard
conocido como análisis didáctico y se convierte en un modo esencial para la formación del analista
de orientación lacaniana.

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"
De este modo, Tarrab (2006b) anuncia esta “traumatización” por la palabra materna,
marcando un destino singular con el soplo y sellando el cuerpo en estrecha ligazón con la
fatalidad.

Lo anterior se sumaba a argumentos en su nombre propio. Mauricio era un nombre que le


pertenecía a un tío materno, al que su familia no tenía ninguna estima. Su nombre había
sufrido modificaciones hasta establecerse en “Moris” [Maurice, en francés; Mauricio, en
español], con claros efectos de afrancesamiento confeccionados por los dichos de su madre.
Esto último, víctima de la oscilación homofónica, una tilde y ciertos juegos infantiles, que
habían dejado en lúcida e incuestionable evidencia que la muerte era convocada al
nombrarlo en la lengua romance.

Como dirán varios autores (Lacan, 1974a; Lacan, 2013b: Soler, 2013; Morel, 2012; Miller,
1987), allí es preciso consignar las irrefutables marcas que la madre, quién transmite
lalengua, efectúa sobre el cuerpo y sobre el síntoma. De hecho, la homofonía en tanto
motor de lalengua hace visible que, en el juego enunciativo entre la sonoridad del francés y
el español, se ponía en juego lalengua para este analizante. El caso muestra que los efectos
ensordecedores ubicaban a la mortificación como rasgo de lo sintomático. De allí que,
como indica Morel:

“la nominación se hace siempre en lengua materna que, llena de equívocos


impuestos al sujeto, confiere el status ambiguo de aquellos dichos primeros:
significantes amos unarios (S1) y, a su vez, con la acción de dos tiempos (S2), cuya
importancia clínica hemos visto. El síntoma encuentra allí su materia primera”
(Morel 2012: 122).

Así, para este analizante, no era menor aquel pequeño detalle de buscar en el francés las
claves de su síntoma, incluso si eso implicase cruzar el continente para dar curso a su
palabra. De hecho, el autor indica que, por largo tiempo, fue su analista el único al que
entendía cuando se hablaba en francés. Además, había guardado un rasgo del quehacer de
su analista con el castellano varios años antes, al escuchar en un Seminario, dar un ejemplo

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"
relativo a un equívoco homofónico para el caso de una persona criada entre dos lenguas,
l’amour – la mort (el amor-la muerte) (Tarrab, 2006a).

Por otra parte, Tarrab (2006a; 2006b; 2006c) también hace referencia a los efectos de la
interpretación de su analista sobre los vestigios sintomáticos, entre escansiones y
puntuaciones escuetas que se servían de los silencios, las pausas y la rítmica. Ellas, con el
más claro correlato que implicaba la atribución al Otro de un deseo mortificante, signado
por una época marcada por claras secuelas en el reconocimiento de una identificación “al
huérfano” y el posterior arribo a un goce –propio- en la orfandad.

Varios elementos, entre ellos recuerdos infantiles, descubrimientos cotidianos y cruces


significantes entre el francés y el español, lo habían conducido a una determinante escena
prematura. En esta escena, el paciente podía contemplarse cuidando la siesta del padre, muy
atento a su respiración, vigilante de que ésta no se interrumpiera e insistiendo en poder
igualar su ritmo.

“Ser el soplo del padre es la vertiente nombre del padre, de aquello que penetró en
el cuerpo por la lalengua materna” (Tarrab, 2006a).

Cierta vez, uno de sus sueños desplegados en análisis mostraba informes escritos de unos
análisis clínicos cuyo contenido ratificaba la fatalidad a la que había estado expuesto
subjetivamente. En la escena del sueño, su psicoanalista lee los análisis y enuncia que lo
que está escrito ahí no es correcto. La interpretación analítica manifiesta del material lo
corrobora. Su analista, tras un cálculo de sus silencios, calla y poco a poco le susurra –
como con un soplo- que aquello no era suyo.

Si bien el operar analítico anterior corrobora el rol fundamental del significante en el acto
de la palabra enunciada al modo de una interpretación, su articulación da cuenta de una
intencionalidad que apunta a la conmoción, y cuyo sentido inconsciente resuena en estrecho
enlace con la dimensión pulsional que ese decir instala en tanto lógica de un momento
analítico singular, en un determinado enclave transferencial. De allí que se vaya tras esas
huellas mediante la resonancia semántica, no sin la primacía de la resonancia pulsional.

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"
Lo que es posible constatar a esta altura es que a partir de estas últimas coordenadas, la
referencia de la interpretación deja de ser el lenguaje, o bien podríamos decir la lengua del
analizante en tanto código semántico, y lo que surge más bien como fondo principal de la
construcción analítica es la lalengua materna, en el caso que describimos, cruzada por el
castellano y el francés, con el enclave pulsional anclado en la fatalidad.

Si bien el trayecto del trabajo sigue, sobre él interesa resaltar la articulación sintomática
signada por la lalengua materna entre la fatalidad y el soplo, entre el juego homofónico al
vaivén dos lenguas, zanjado en Moris (Maurice) y Mauricio; cuya escansión podría
representarse en “ser el soplo del padre”. Lo anterior de la mano del operar psicoanalítico
que, en palabras de Tarrab, “muestra como la lógica del Nombre del Padre retomó un
primer soplo con el que la lengua materna había traumatizado al niño y que era una huella
escrita en el cuerpo” (Tarrab 2006a: s/p).

Dichos efectos, para este caso claramente mortificantes, dan cuentan del modo en el que el
cuerpo es afectado en su goce por el saber de lalengua. De allí que el accionar analítico
permita apreciar este pasaje en el que la interpretación o puesta en marcha de la técnica
analítica, sea pensada por Lacan (2013b: 174) hacia una perspectiva que busca provocar
efectos de agujero.

De este modo, siguiendo a Soler (2013), la operación analítica concreta su pasaje desde el
inconsciente como elucubración, es decir, de descriframiento, hacia el inconsciente como
real:

“Se trataría de un inconsciente en cuanto ‘saber hablado’ de lalengua, saber situado


en el nivel del goce. Por otro lado está el inconsciente-lalengua que no es de lo
simbólico, que es real, inaprehensible. El síntoma viene, en efecto, de lo Real, y por
partida doble: de lo Real de la sustancia de goce y de lo real de lalengua” (Soler
2103: 57).

Sobre todo, confirma la relevancia de estar atentos en un tratamiento entre dos lenguas y
con la escucha no peligrosamente anclada en el sentido, sino también en las resonancias de

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lalengua y sus enlaces con el síntoma. Éste último en tanto la médula que orienta la labor
psicoanalítica y contempla la "huella escrita en el cuerpo por la palabra materna" (Tarrab,
2006c), conduciendo, como lo muestra el caso, a una corporización del significante que
hace cifra del deseo del Otro y se instituye como materia prima del síntoma.

En suma y considerando los tres apartados incluidos en este capítulo, se inició una reflexión
en torno a ciertos matices de la técnica interpretativa en una configuración particularizada
que contiene como variable dos lenguas en el encuadre terapéutico. Esta revisión partió por
una crítica de la concepción de la interpretación en tanto comprensión y las limitaciones
que exhortan avistar más allá de lo que las coordenadas de la enunciación y el sentido
proponen. De allí que la escansión y el uso del equívoco en sesiones haya servido como
ilustración del maniobrar analítico que busca conmover el síntoma a través de la
ambigüedad y el vaciado de sentido.

Lo anterior con el objetivo de pensar las particularidades de un análisis con la lengua y


lalengua en cuestión, y bajo la clave de lectura que otorga el cambio de perspectiva
otorgado por Freud en el último ciclo de su obra y retomado por Lacan. Estas
aproximaciones dan testimonio de la distención y transformación del vínculo entre Deutung
y Bedeutung, poniendo frente a frente el punto de partida de La interpretación de los
sueños (1900) y el punto de llegada de Construcciones en análisis (1937).

En tal sentido, el pasaje de la resonancia semántica a la resonancia libidinal (Salman,


2004), se instituye como eje fundamental de lectura en psicoanálisis entre dos lenguas,
resultando inexorable para orientar la escucha, la interpretación y la intervención analítica.

Extraer las implicaciones de esto para la práctica psicoanalítica implica romper con la
lingüística, con sus proposiciones sobre la noción de lengua y explorar más bien en la
perspectiva de lalengua: ir del universal (lengua en tanto sistema lingüístico) a lo singular.
De ahí que la interpretación según Lacan (1971; 2006) deba concernir necesariamente al
lazo que une indisolublemente a la palabra con el goce del sujeto y que sea preciso que algo
en el significante resuene o, desde las claves aquí exploradas, algo de lalengua resuene en

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la lengua. Sin duda, esta perspectiva revalida la tesis del Seminario Aún, que indica al
hablar en sí mismo como un goce (Lacan, 2012).

Por consiguiente, el tránsito de la labor del analista que trabaja entre dos lenguas va desde
la resonancia semántica hacia la resonancia libidinal. Situar a lalengua en perspectiva al
trabajar en tratamientos entre dos lenguas implica que la técnica analítica, bajo la forma de
la interpretación, dirige su labor a los contenidos que comprometen al sujeto en una
resonancia respecto de su goce.

“Lo que se constata a partir de esta última perspectiva es que la referencia de la


interpretación deja de ser el lenguaje y lo que surge como fondo es lalengua”
(Salman, 2004: s/p).

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5. LA VOZ O CONSIDERACIONES SOBRE EL OBJETO EN LA CLÍNICA
ENTRE DOS LENGUAS

El apartado precedente ha mostrado ciertas luces que conducen una lectura, en paralelo, de
aquello que sobre el análisis entre dos lenguas resuena en el plano semántico, así como
aquello que más difusamente resuena en el ámbito pulsional. Lacan (2006) formulaba que
“las pulsiones son el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir” (p. 18), exponiendo
claramente el corolario pulsional del atravesamiento del cuerpo por el lenguaje,
corroborado con los efectos de lalengua en el plano del goce.

5.1. La cuestión del objeto entre dos lenguas

Tempranamente Freud en Tres ensayos de teoría sexual (1905) formuló que el objeto se
halla originariamente ligado a la pulsión. La pulsión busca alcanzar su fin, su satisfacción
mediante el instrumento de satisfacción que en ese tiempo se denomina un objeto parcial.
Tiempo después, Lacan (2003) incluirá dos objetos exentos de aquellos inicialmente
formulados a partir de las fases freudianas del desarrollo psicosexual, en base a su
desarrollo sobre el objeto a, considerado por varios como el real aporte de Lacan al
psicoanálisis. El objeto a es solidario de dos funciones según el uso lógico que se le
pretenda asignar: (i) el primero, en tanto causa del deseo y (ii) el segundo, referido al plus
de goce. La primera perspectiva ubica al objeto a bajo la primacía de lo simbólico, propia
de la noción del deseo y su desplazamiento, mientras que la segunda lo ubica en una
perspectiva respecto del goce y su fijeza.

Sin duda, podrían elaborarse alcances desde ambas perspectivas. No obstante, nuestro
abordaje retomará la perspectiva del objeto a en tanto plus de goce, a fin de problematizar
el estudio de psicoanálisis entre dos lenguas, en concordancia con la propuesta de no
descuidar los correlatos de estas configuraciones en el plano pulsional. Antes de entrar en
materia, es preciso dejar consignado que resultaría imprudente atribuir premeditadamente la
primacía de cierto objeto en configuraciones que congregan a dos lenguas disimiles. Ello,
desde luego, estará sujeto a las coordenadas pulsionales que el sujeto, partícipe del
tratamiento, trace en su recorrido analítico, pudiendo otorgar preponderancia a cualquier

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objeto pulsional. No obstante, pareciese que, de acuerdo al universo semántico en torno al
cual nuestras reflexiones han ido girando, es posible ubicar sin tropiezos al objeto voz. Por
contingencia, la voz es el elemento sobre el que recae el horizonte de nuestras
interrogantes. Decidimos optar por profundizar sus implicancias.

Para ello urge ubicar al objeto voz remotamente del registro de la palabra y del hablar
mismo, habiendo franqueado el pensar a la voz en el registro coloquial de su utilización, es
decir, en la línea de un sonido, de la entonación o del acento (ya abordado a propósito de
las resistencias imaginarias).Todo lo anterior susceptible de ser ubicado en el plano de la
problematización en torno al lenguaje, a los códigos lingüísticos, la pragmática y a la
lengua. Estas formulaciones son solidarias con aquello que se ha intentado establecer a
propósito del vaivén entre la resonancia semántica y la resonancia pulsional para pensar los
psicoanálisis entre dos lenguas. Por esta razón, no es vano interrogar los puntos de anclaje a
propósito del objeto y los correlatos pulsionales que se ponen en juego en casos particulares
cuya configuración alberga a dos lenguas en su encuadre.

Lacan presenta al objeto voz en la clase única del seminario inexistente, pronunciada el 20
de noviembre de 1963. Con ese punto inaugural y en función de otros aportes de él mismo
y otros autores (Lacan, 2013; Zizek, 2013; Dolar, 2007), es posible formular a la voz como
el objeto de la pulsión invocante, junto a la mirada en tanto objeto de la pulsión escópica,
como aquellos que detentarían de forma privilegiada al objeto a De allí que sea posible
formular una especie de tensión antagónica entre el significante y el objeto voz.

La voz, en su dimensión fundamental, no es el significante “maleable” sino al contrario,


“la inercia oscura del resto de un objeto” (Zizek, 2013:164). Es por ello que la voz puede
concebirse como aquello que en el significante resiste al significado, representando la
opaca inercia que no puede ser recuperada a través de los efectos de significación; o dicho
de otro modo, al modo de un resto en la operación de producción de significación.

Es preciso enunciar con cautela el postulado que sostiene a la voz refractaria del
significante. Carbajal, D’Angelo & Marchilli (1985) agregan que si bien la voz no es el
significante, no hay uno sin el otro. De hecho, una referencia temprana al famoso grafo del

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deseo (Lacan, 2008g; Lacan, 2014) ubica al significante trazando una línea de izquierda a
derecha, que se dirige a la voz como el destino. Al parecer, la propuesta implicaría que el
significante, en su intento de realizar una reducción del objeto, de la voz, más bien da
cuenta de haber dejado un resto. Dolar (2007), filósofo esloveno contemporáneo, señala
que “existe un vector temporal entre la voz (incomprensible, traumática) y el significante
(la articulación, la racionalización), y lo que une a ambos en esta temporalidad
retrospectiva y precipitante, es el fantasma como juntura de los dos (lo que Lacan, en su
álgebra, anota precisamente como S◊a, la juntura entre el sujeto del significante y el objeto”
(p. 164).

Retomemos los testimonios de Mauricio Tarrab (2006a). Él, a través de un recuerdo,


precipita la construcción de su fantasía27. En el trayecto es posible contemplar el recuerdo
de un episodio de la vida de su padre, quien en su infancia tuvo varias complicaciones por
una enfermedad pulmonar que lo aproximó a la muerte. El analizante suma a lo anterior el
recuerdo de vigilar su respiración mostrando, a la letra, que la fórmula de su fantasía había
tomado consistencia en “Ser el soplo que le faltaba al Padre”. El recuerdo lo ubica velando
atento la respiración de su padre cuando éste dormía la siesta, un juego en el que trataba de
igualar su respiración a la del padre, vigilando sigilosamente que la de éste no se
interrumpiera. De allí que el analizante da cuenta del deslizamiento en su formulación al
referirse a la vecindad objetal “entre el soplo y la voz”. De hecho, recolecta una
aproximación lacaniana del seminario sobre La Angustia (2004) que ubica la función
mediadora del objeto en tanto un soplo que resuena en el corazón del tubo acústico, un
vacío que remite finalmente a la inexistencia del Otro.

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27
“Pese a que la tradición de orientación lacaniana acostumbra traducir el francés fantasme por el
español fantasma, nosotros hemos preferido el término fantasía. Sin duda, las tres palabras
derivan de la misma raíz latina phantasma, pero los usos de la lengua orientan a considerar el
vocablo fantasma como indicando la aparición, el espectro, al igual que el francés phantôme.
Dicho significado se encuentra completamente ausente en el uso de los términos fantasme y
fantasía, los cuales no sólo expresan de anotaciones semejantes, sino que asimismo comparten una
connotación erótica que no se encuentra en las palabras fantasma y phantôme […] en ella se pierde
la articulación conceptual histórica evidente que, pese a sus diferencias, vincula el fantasme
lacaniano con la phantasie freudiana y con la fantasy kleiniana” (N. de los T, Radiszcz y Sanhueza
en Morel 2012, p. 9).

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En tal sentido, retomando lo formulado en el capítulo anterior (sobre el síntoma) y el
capítulo actual sobre el objeto voz, es posible observar que la operación analítica, frente al
tope de aquello posible a ser decantado en tanto significante como producción de sentido en
el síntoma s(A), apuntala más bien su atención al otro elemento que contempla la relación
del sujeto con el objeto, en su estatuto real (S ◊ a). Tal como lo expresó Tarrab (2006c) a
propósito de su recorrido analítico, cuando ya no se le supone el soplo al Otro sino que se
lo ubica en la recóndita intimidad el sujeto en su relación al objeto.

A fin de precisar lo anterior, es posible retomar otro suceso que ejemplifica las
consideraciones anteriores en función de la singular configuración del caso. Al salir de la
última sesión inserta en una serie de sesiones -como acostumbran los analizantes viajeros
que trabajan intensamente en pocos días-, Mauricio se ve enfrentado a una encrucijada al
no encontrar por dónde salir. De allí se dirige ingenuamente a comprar un bello libro de
caligrafía china que lo había cautivado únicamente por su estética. Este objeto además
sumaba puntos al tratarse de un libro de Francois Cheng, destacado escritor, traductor y
calígrafo francés próximo académica y amistosamente a Lacan. Mauricio compró el libro.
Tras cruzar el continente, estando ya en su país, la traducción de aquel libro comprado
como corolario de una sesión analítica aún le era desconocida. En la Argentina nota que a
esa palabra, al título de ese libro le correspondía, según sus saberes, un eco simplemente
culinario. No obstante, se dispone a investigar y se encuentra inadvertido con la traducción
de un título que lo “golpea” al modo de una ráfaga de viento: “Et le souffle devient signe”28
(Tarrab, 2006a: s/p.).

Este recorte da cuenta de que la voz, entre todos los objetos que pudimos nombrar como
objetos a, tiene un lugar históricamente privilegiado para este analizante, en tanto en ella
resuena el vacío. De hecho, es posible notar en este recorte del testimonio que la voz “se
convierte en la portadora de algún insondable significado originario que, supuestamente, se
perdió con el lenguaje” (Dolar, 2007:44). De allí que en la lógica del caso se otorgue
importancia a la voz, porque en ella retumbaba el ser en el soplo del padre que además, en

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28
El soplo deviene signo.

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sus palabras, “definió el objeto y penetró en el cuerpo por la lalengua materna” (párr. 51-
54).

5.2. La voz y su relación con lalengua

“Et le souffle devient signe”, integra para este analizante el modo en el que el objeto voz y
en consecuencia su modo particular de goce, se integran en una articulación significante, de
tal modo que su misma divergencia impulsa la instalación de las resonancias de lalengua.
Precisando, Bassols (2014) señala que es posible dar cuenta de una especie de operación
del lenguaje sobre lalengua que provoca un resto –cuyo estatuto permanece indecible-, el
cual estaría ubicado en exterioridad al significante, bajo la forma de la voz.

Reanudando las formulaciones sobre el significante y la voz, si bien una primera clave de
lectura implicaría la antinomia entre significante y la voz, una segunda perspectiva -más
tardía en la obra de Lacan- las ubicaría en la misma superficie al modo de una banda de
Moebius: “siguiendo por la superficie del significante, nos encontramos sobre la superficie
de la voz (y viceversa); ambos se encuentran en la misma superficie y sólo los separa una
torsión interna” (Dolar, 2007:171). Este enlace también fue formulado a propósito del
neologismo lacaniano jouis-sense, el cual refiere el goce implícito e irrenunciable en la
producción del sentido. Allí “la voz en el significante” se convierte en medio de goce.

De esta manera, los procesos de articulación entre el significante y el objeto voz dan cuenta
de que el goce se amalgama en el infinito de la reverberación de los sonidos y de los juegos
de palabras que forman la textura del inconsciente. Es en estas redes donde precisamente se
instala lalengua.

Lalengua precede a la articulación formal de las leyes de la significación del lenguaje. Ella
muestra el paso crucial que vincula a la voz y al significante. De este modo, el objeto voz se
sitúa como el resto que no contribuye al sentido, al modo de un punto mudo e insonoro que
detenta, a secas, el objeto a y que es auspiciado por lalengua. Por lo anterior, el estatuto
áfono atribuido a la voz en tanto objeto parcial de la pulsión invocante, tiene lugar al modo
de una consecuencia del drenaje de la sustancia sonora. Por ende, adquiere importancia

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considerar que sus rudimentos se alejan de la representación sonora freudiana (o imagen
acústica) que funciona más bien al modo de un punto de anclaje en la significación. En este
sentido, la voz, pese a estar vinculada con el significante, no participa de su efecto de
significación sino que al contrario, deviene producto de un resto de dicha operación.

El recorte del testimonio trabajado en este capítulo es decidor a propósito de la articulación


entre el significante, el objeto voz y la determinación en lalengua materna de este sujeto. El
material además evidencia un punto de hilván entre la voz en su relación con el deseo del
Otro y sobre todo respecto de su materialidad sonora. “Muestra ese abarrancamiento
cavado en el corazón de la palabra por el trabajo de significación, e igualmente pone la
pérdida como principio que actúa en la fuente misma del acto fonatorio” (Guillie, 2008:
245).

Allí la voz se sitúa al modo de un eco inaudible de aquello que del soplo resuena para el
analizante (ser el soplo del padre, el soplo al corazón del deseo materno, etc.). La voz recae
únicamente en el “sujeto responsable no sólo de lo que dice sino que al mismo tiempo debe
responder por y a la alteridad de su propia palabra” (Dolar, 2007:187).

Por cierto, es preciso notar que la escena analítica de la compra del libro y el golpe final de
la traducción del título signado por el soplo, prescinde de la presencia del analista y su
operar. Esta escena traslada plenamente al sujeto analizante como protagonista del quehacer
con el inconsciente. Si remitiéramos al álgebra lacaniana, este movimiento, bien podría ser
expresado como el trayecto de A hacia a. En otras palabras, del analista inicialmente agente
del Otro y al mismo tiempo soporte de la función de la voz, esta vez se encuentra ausente
en el acto analítico. Ello da cuenta del pasaje de la posición del analizante en relación al
Otro, hacia la relación del sujeto con el objeto.

“El último paso de este trayecto sería el pasaje de la posición de analizante a la del
analista: es un modo de permanecer fiel a esta experiencia, a este acontecimiento, a
esta voz […] ésta es una forma de entender lo que Lacan llamó la passe [el pase]
como la salida del análisis: como convertir el impasse de confrontar esta voz de un
pase, en una nueva apertura” (Dolar, 2007:189).

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5.3. Otros diálogos en torno a la voz

En paralelo, es posible trazar otros enlaces y claves de lectura respecto del análisis entre
dos lenguas y la problemática del objeto voz. El punto de llegada del apartado anterior deja
entrever los efectos en el sujeto del inconsciente al enfrentarse a su extimidad más cruda a
raíz de un evento contingente.

Para pensar aquello resulta interesante retomar los aportes de Derrida (2005) en relación a
la auto-afección en las experiencias relativas a la voz, en tanto ella hace ecos en el “oírse-
hablar” y sus efectos para el sujeto. Durán (2015) formulará que la auto-afección en sus
alianzas con la voz se sustenta en la capacidad de restablecer la presencia a partir de una
salida “de sí en sí mismo”, en un trayecto en el que la emisión de la voz “se restituye
inmediatamente en el retorno de la escucha” (p. 56). Pareciese entonces que soplo, al ser
escuchado por sí mismo, provoca inmediatamente el oírse-hablar, cuyo corolario adquiere
una auto-afección. Siguiendo a Derrida (2005) y Dolar (2007), se reproduce el efecto de “la
auto-afección pura sin la ayuda de ninguna exterioridad” (p. 89; p. 52).

De este modo, la experiencia analítica, como muestra el caso, consiente la aproximación a


un punto de localización frente aquello que condensa el fading del sujeto ante lo real de su
pulsión. Por ende, lo “vocativo” en este análisis entre dos lenguas conducido hasta esta
instancia, recrudece la prescindencia del Otro para instalar la auto-afección en relación a la
voz como prototipo ejemplar. En el caso, la voz se entreteje en una configuración de
homofonías entre el castellano y el francés. Estos elementos son consignados la escena que,
desde la imprevisibilidad, acerca a Mauricio hacia aquello que del título hace signo para él.
Un título que concentraba lo estrepitoso del soplo en un idioma ajeno [soufflé], cuyo valor
es atribuido por las coordenadas maternas y por el SsS.

No obstante, los enlaces privilegiados de la voz como medio de auto-afección


“transparente” han tenido variadas vueltas de tuerca, ya que a su vez usurpan la necesidad
indisociable de mantenerse amarrado a una estructura hetero-afectiva en tanto “la hetero-
afección más irreductible habita – intrínsecamente – la auto-afección más cerrada” (Duran,
2015: 63). Este argumento se podría relacionar a nivel del sujeto (lo auto), en el entramado

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psicoanalítico (lo hetero), así como a nivel más macro en su relación con el Otro y la
cultura.

En este sentido, y siguiendo las reflexiones de Didier-Weill (1999) respecto de la pulsión


invocante, podríamos señalar que el trayecto de este análisis muestra el proceso de
construcción que conduce a que este sujeto pueda saber, a la vez, que ese significante es
inaccesible y que puede dejar de serlo cuando la sobreabundancia de sentido, del que es
portador, se vea inmutado por el encuentro con un sonido inaudito por sus relaciones con lo
pulsional. De allí que su resonancia causada por lo inesperado de un encuentro –una auto-
afección- pueda escamotear, esta vez, el inicial conducir del operar analítico, por ejemplo,
desde la comunicación de una interpretación, para pasar a algo que bien podría convocarse
bajo la rúbrica de un “evento” en la línea de lo analítico.

Sus correlatos, según el autor, podrían implicar tener el poder de sustraer al sujeto a la
acción del determinismo histórico, creando las condiciones que lo aproximen a comprender
de dónde recibe su verdadero hálito (Didier-Weill, 1999; Aristibal, 2008). En base al
material del caso de Tarrab, diríamos, su verdadero soplo. En esta línea, el atravesamiento
por un análisis conduce a la localización de una posición con respecto a una cadena
significante, no sin considerar que ella está en relación perenne con el objeto, en este caso,
la voz. Por ello Lacan (2004) dirá que “una voz, pues, no se asimila, sino que se incorpora.
Esto es lo que puede darle una función para modelar nuestro vacío” (p. 199).

Tarrab (2006c) formulará que en dicho tramo de su análisis, su tratante, más que sostener la
causa del deseo del analizante que gatilló el inicio del trabajo, “pasa a encarnar la caja de
resonancia que permite hacer escuchar la voz que resuena y pasa” (párr. 41). Este trayecto
fue señalado en el Seminario 21 por Lacan al desarrollar que la voz se desprende de la
demanda del Otro, pese a que la materialidad del sonido se encuentra irremediablemente
velada por el trabajo de la significación que drena, aunque sea mínimamente, su
inaprehensibilidad para, en cambio, encarnar ese real del cuerpo que el sujeto consiente
perder para hablar. En consecuencia, bien podría señalarse que la voz es ese “objeto caído
del órgano de la palabra” (Clerget 2000: 238, citado por Guillie, 2008).

98"
"
En este sentido y habiendo delineando nuevos ejes de reflexión sobre tratamientos que
contemplen la variable de las dos lenguas, más las consideraciones metapsicológicas y
técnicas que agrega el estatuto de lalengua; podríamos retomar la recomendación de Lacan
(1973-74) de no confundir la fonética con el fonema, ya que no se trata –en sus palabras-
de una “cuestión de timbre”. En cambio, sí se trata de tener en perspectiva a la voz con sus
ecos pulsionales, madurada al modo de un canal privilegiado para percibir los soplos de lo
insonoro.

Después del desarrollo de este capítulo, que se enmarcó en el tejido de un proceso


terapéutico que por sus configuraciones singulares incluye, a primera e ingenua vista, la
variable de realizarse en el vaivén de dos lenguas y con claros ecos sobre los efectos de la
lengua materna. Ello permitirá, solo a posteriori, zanjar el orden de un franqueamiento
claramente descrito por el analizante (Tarrab 2006a, 2006b, 2006c). También fue posible
advertir que el acto analítico aproxima inexorablemente la caída de los semblantes, desde el
Sujeto supuesto Saber y las atribuciones al deseo del Otro, hacia la primacía de un
determinado enclave pulsional que sitúa a la voz en correspondencia con un punto de
anclaje subjetivo.

En el seminario sobre La angustia, Lacan nos indica que lo que creemos conocer sobre la
voz son en realidad sus hojas muertas (2004: 272). De allí extraemos la invitación, al modo
de una exploración de sus frutos, a recordar que el trazado pulsional del circuito de la voz –
como de los demás objetos- contempla tres tiempos. Por ello, será preciso no solo tomar el
oír y oírse, sino también el tiempo reflexivo: hacerse oír. Este tiempo, que bien podríamos
llamar “la dimensión política de la voz” (Dolar, 2007) será retomado en el capítulo
siguiente, para dar cuenta de un quehacer con la voz, como objeto pulsional y sus
consideraciones en un psicoanálisis entre dos lenguas.

"

99"
"
6. BOCETOS SOCIOCULTURALES: LA OTRA LENGUA EN SESIÓN
ANALÍTICA

El diálogo interdisciplinar circunscrito a los alcances subjetivos y socioculturales sobre


tratamientos analíticos con dos lenguas disímiles en cuestión, dista de ser una faena remota
a la doctrina psicoanalítica, si consideramos que en ella es transversal la interrogación
crítica sobre la relación entre el sujeto y la cultura. De hecho, Freud mismo a lo largo de su
obra se interrogó continuamente –y bajo diferentes matices- no solo respecto de nociones
subjetivas sino también sobre los contrastes entre individuo y cultura, además del carácter
pulsional de los lazos sociales.

Es preciso tener en perspectiva que desde Freud a Lacan el psicoanálisis ha sido


considerado como un discurso (Cf. Lacan, 2010) y que, en cuanto tal, el psicoanálisis
resulta definible bajo coordenadas históricas, sociales y culturales muy particulares,
reconocidas a partir del lugar que éstas le propician. En este sentido, el pensamiento sobre
lo social y lo cultural como determinaciones simbólicas, tienen para el psicoanálisis un rol
decisivo si se considera que cualquier suceso subjetivo es por sí un hecho sociocultural
(Freud, 1992q).

Por consiguiente, la exploración en torno a tratamientos psicoanalíticos en los que se pone


en juego el uso de dos lenguas distintas, despliega las consideraciones sobre las
determinantes, particularidades, cruces y pormenores de la puesta en palabras de lo
subjetivo, en un contexto que amalgama variables socioculturales en las que nos
detendremos en este apartado. Para ello, nos remitiremos centralmente a un nutrido material
que puede tener tanto el estatuto de novela autobiográfica como el carácter de ensayo
novelado. Además, referiremos accesoriamente a fragmentos atingentes de casos ya
presentados en los apartados previos.

Betty Milán es una escritora y psicoanalista que narra su experiencia como analizante de
Lacan en París entre los años 1974 y 1981 aproximadamente. Sierema29, como se auto-

"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
29
Nombre de un pájaro que habita en las praderas del Brasil y otros lugares, elegido por ella para
representarse como protagonista.

100"
"
refiere en su escrito, había contactado al Doctor -con mayúscula- para llevarle una carta
más bien administrativa en relación a las inaugurales semillas del psicoanálisis en su natal
Brasil. Se trataba de un contexto en el que ella había tomado la labor de mensajera del
psicoanálisis francés.

“Era verdad que de inmediato no habría entendimiento, por ser otra su lengua. Pero
yo, Sierema, estaría allí para traducirlo. Bastaría entonces con plantar la bandera del
inconsciente para que la nueva ciencia fecundara el país de los loros. El Doctor –en
su interpretación- imaginó la expansión del psicoanálisis al Brasil ‘al entrever a la
mensajera tras los rasgos de la brasilera” (Milán, 1998: 93).

Pronto reconoce el estatuto de excusa de su primera aproximación a Lacan. En realidad lo


que ella había hecho fue ir en busca de un analista para posteriormente mudarse a Francia:
“ese país tan frío para quienes hemos crecido en taparrabos y descalzos” (p. 8).

El tema de su origen no le era indiferente al Doctor, quien, ensoñado con el ambiente


carnavalesco del trópico, señalaría que “a Francia le vendría muy bien volverse más
brasileña” (p.19). Parecía haberse instalado una especie de intriga en el Doctor por la
paciente “brasilerita” mientras que para ella, el tema de su origen gravitaba al modo
shakesperiano en “To be or not tupí”30 (p. 9).

Ello tocaba uno de los ámbitos más sensibles para la paciente, ya que por su historia se
había visto enfrentada a “ser una india tupí, sin serlo” (p. 9), cuando en verdad su origen era
más bien de los más despreciados en Francia, a saber, el libanés. En efecto, Sierema da
cuenta de la imposibilidad de exhibir su origen árabe-brasilero frente al Doctor, a causa de
un reconocido desprecio que le inspiraba su país y su historia, “¡Ah, Brasil malquerido!” (p.
9).

Sus palabras iniciales en sesión estaban enlazadas a su expulsión de una “multinacional”


del psicoanálisis que imperaba en Brasil. Además, estaba la idea de que nadie mejor que el

"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
30
Tupí, dicho de una persona perteneciente a un pueblo indio que, formando una nación numerosa,
dominaba en la costa sur-este del Brasil al llegar allí los portugueses.

101"
"
Doctor Lacan para entender la excomunión de la que había sido víctima. Sorpresivamente y
frente a esta demanda de análisis, el médico francófono aconseja a Sierema que busque un
analista que hable su lengua materna, frente a lo cual la brasilera se opone tajantemente.

- “El francés va ser un problema” dice Lacan y sugiere derivarla a una discípula
portuguesa, “¿Es el país de sus descubridores, no?”

- “Si no es con usted, me tomo el avión esta misma noche”.

- “Bueno, entonces hasta mañana” (Milán 1998: 38).

Lo que continúa en el relato denota que el ofrecimiento del análisis en portugués reafirmó
su elección de analista, deslizándose invisible la narrativa colonial explicitada al modo de
broma en palabras de Lacan, pero implícito y desdibujado en su propia elección de la
lengua de conducción de su tratamiento.

Para la analizante, Francia estaba signada por el deseo de su abuela, que catalogaba esas
tierras como el sitio donde sí existía la civilización, sitio en el cual la lengua “sonaba como
música” a oídos de su madre, y cuyo deseo hubiese sido muy bien enunciado en el
conocido fragmento del poema Hoquet:

“calla te he dicho que tenías que hablar francés

el francés de Francia

el francés de los franceses

el francés francés”

(Damas, 1937: 2)

Mas para Sierema -como terrateniente- estaba otra lengua, la lengua en la que había sido
educada rodeada por todas sus sirvientas. Lengua que ella reconocía como motor de su
producción onírica -“lengua en la que soñaba” (p.30)- cuya sonoridad retumbaba con
vocales muy largas e indiferentes a las reglas de la gramática francesa.

102"
"
Empero, su familia en Brasil tomaba el lugar de los expatriados en “un país pobre”. Los
esfuerzos desmesurados de los abuelos por sostener lo árabe en medio de la cultura
brasilera habían marcado un rasgo de desdén hacia sus compatriotas, en medio de las
voluntades familiares por embellecer su pasado para denigrar el país de los loros que había
sido su destino en tanto inmigrantes. Allí se insertaba la estima por la lengua francesa y su
decisión por optar a un tratamiento en francés, así como aprender -a regañadientes- la
lengua “aunque tuviese que masticar las palabras” (p. 40).

5.1. Sobre los posibles indicios coloniales en un psicoanálisis entre dos lenguas

Con una clara referencia a Césaire, Frantz Fanon en Piel negra, máscaras blancas,
desarrolló el tema de los negros y el lenguaje. Allí la discusión se orienta contra la
alienación producida en los sujetos víctimas del colonialismo. Describe con pormenores el
modo en el que lo negros -aspirantes a su inserción en la cultura de la metrópoli- fuerzan su
lengua, superficialmente la refinan y la ornamentan, mientras los blancos ponen todo en
escena para que la correlación entre lengua e identidad racial sea clara y definitiva (Fanon,
2013; Ajari, 2011; Le Breton: 2007).

Fecundas investigaciones se han referido a elementos colindantes en el terreno de la teoría


postcolonial apuntando, básicamente, a una deconstrucción de las grandes narrativas con
las que se constituyeron e institucionalizaron procesos de colonización, a nivel de las
mismas colonias pero también respecto de las grandes metrópolis. Entre sus reflexiones se
examinan los quehaceres del colonizador y del colonizado en su implementación de
estrategias de resistencia, reproducción, adecuación y/o apropiación de los aparatos
discursivos, los cuales serán retomados aquí principalmente por sus consideraciones en
relación a la lengua durante los procesos de colonización.

Césaire (2006) y Fanon (2009b) coinciden en el carácter que tiene el colonialismo en tanto
praxis que condiciona pautas y funciones sociales. Concerniente a nuestro interés, uno de
los ámbitos más claros que evidencia el proceso colonizador está circunscrito al uso de la
lengua “metropolitana” como el modo más palpable de inserción o resistencia a la nueva
cultura. En efecto, el psiquiatra de origen martiniqués marcará el punto de referencia que

103"
"
traza el lenguaje de la cultura dominante frente a la colonia, ubicando a los sujetos
colonizados en una posición de dominio respecto del sistema cultural.

Si bien las condiciones más habituales en las que estos elementos se hacen irrebatibles
suelen tener configuraciones diferentes a aquellas estudiadas por nosotros; resulta
innegable advertir que ciertos tratamientos, como los casos particulares que aquí
exploramos, contienen algunas dinámicas llamativas respecto del uso del lenguaje que
incitan a ser leídas bajo la lupa de la teoría postcolonial.

Tal es el caso de esta analizante, renuente a hablar en la lengua en la que había sido criada,
en palabras del Doctor, en la lengua de sus conquistadores portugueses. Ella, en cambio,
había encontrado en el francés las vías de reanudar los lazos con ese pasado contado solo a
medias por su abuela. No era algo casual; Sierema declara, en diferentes espacios de su
escrito, haber sentido vergüenza de ser la que era en un país que no terminaba de ser el
suyo y que, para colmo, había determinado que ella llegase al mundo “con tez olivácea” (p.
41). En sus relatos no está exento el reconocimiento de haber practicado -a lo largo de su
historia- una xenofobia cuyo objeto era ella misma.

“¿Pero podía por ventura no ser xenófoba, yo que en mi infancia oía hablar de esos
brasileños, yo que debía olvidar la inmigración para recordar única y
exclusivamente nuestro gran pasado árabe?” (Milan, 1988: 85).

Lacan le había mencionado que en París a ella le llamaban “la brasilerita”, seguido de
preguntarle si en su familia había efectivamente sangre india. Para Sierema, aquello remitía
a la caricatura del inmigrante sudamericano “¿con el arco y la flecha? ¿con plumas y
maracas?” (p. 41). Nótese acá la observación, ya formulada por Fanon (2009a) y Memmi
(2011) en los 50, respecto de la expresión de dominación de una cultura sobre otra, al
bestializar y mitificar al colonizado y/o folclorizar sus características culturales propias
(Tijoux & Córdova, 2016). La obra de Césaire también hace posible percibir aquello, la
colonización misma se instituía al modo de una bestialización general, es decir, “una
amplia economía de la producción de lo inhumano” (Ajari, 2011).

104"
"
Ante ello, Sierema había alcanzado a reconocer, frente su analista, que en su familia sólo
había libaneses inmigrantes y no indios brasileros. Mientras tanto, el Doctor, no ajeno a las
implicaciones del movimiento de esta trasatlántica, insiste y entra en escena: “una aventura
de continente a otro […] ¡Como si hubiera venido a descubrir América!” (p. 41) y realiza el
corte de sesión.

Sin duda que, en este punto, el tema del análisis en lengua extranjera no gravita en el eje de
la disidencia o concordancia del sentido en el decir, ni en la compresión posible o imposible
a partir del dominio de un determinado código lingüístico; sino más bien en relación a lo
que se pone en juego en tanto el análisis podría, en sí mismo, configurarse al modo de un
dispositivo de reproducción de la problemática colonial, pensado desde Fanon y Césaire en
tanto una praxis social que condiciona ciertas pautas y funciones de dominación cultural,
vista claramente ejemplificada en el uso de la lengua metropolitana como una forma de
dominación cultural (Fanon, 2013, Fanon, 2009a; Césaire, 2006).

Desde luego, no todos los intelectuales pensaron los procesos colonizatorios en esa clave.
Caruso y Tango (1966), en el único estudio propiamente psicoanalítico y empírico sobre el
psicoanálisis en lengua extranjera, solamente enuncian la temática colonial sin detenerse ni
remotamente en ella. Por su parte, en 1950, Mannoni publicaba Psicología de la
colonización donde, desde una perspectiva eurocentrista grosera y psicologizante, esboza
un modelo de comportamiento del colonizador y del colonizado. Su tesis proponía que el
colonizador adoptaría una mentalidad racista para justificar la explotación de los
colonizados, mientras que éstos exagerarían el poder del colonizador para justificar su
sumisión. Desde luego y afortunadamente, las críticas no se hicieron esperar, gatillando
incluso el retiro de la venta del libro. Una de ellas fue la de Fanon, quién distinguía
claramente los matices de la dominación, de la violencia y del poder implícitos en los
procesos colonizatorios, ignorados por pensadores del colonialismo desde la vereda
psicoanalítica como Mannoni.

Asimismo, Césaire (2006) también observa cuidadosamente el modo en que Mannoni


propone que el responsable no sería el colonialista blanco, sino los malgaches colonizados

105"
"
al tomar a los primeros por dioses y esperar de ellos todo lo que podría esperarse de la
divinidad. Allí Mannoni tratará de probar que las prácticas de los colonizadores fueron
notablemente exageradas, ya que se trataba de “pura ficción neurótica” (Mannoni, 1950:
26).

Siguiendo con la “ficción neurótica” en la que acá nos detenemos, el trabajo de análisis
avanzaba, mientras la sudamericana reseñaba los avances en poder -a esa altura- distinguir
más claramente el racismo que había estado instalado en el modo familiar de relacionarse
con su historia. Se trataba de una historia que, en un inicio, parecía estar virando al
conducir sus aires hacia Europa, para realizar el sueño de la madre y abuela. No obstante,
más adelante la analizante sería capaz de vislumbrar que en realidad volaba tras las huellas
de los árabes migrantes que claramente hubieran sido despreciados por los “sorbonícolas
rubios” (p. 47), a los que a través de los títulos de doctorado, su familia y ella se habían
tratado de asemejar.

Tiempo después, empieza en análisis la distinción y el cuestionamiento de ciertos puntos


identificatorios con familiares que habían sido educados para soñar con reyes y reinas, para
quienes habría sido preciso construir algo equivalente al Palacio de los Espejos en
Versalles. “Si, Sierema era una falsa princesa” (p. 70) que siempre había tenido la plata
fácil, tal como su madre y abuela. Entre esos rasgos estaban aquellos que, por su
materialidad, eran difíciles de ignorar. Tal era el caso del inasimilable color oliváceo de su
piel al que más de una vez había referido en análisis enseñando el dorso de la mano. No en
vano habían aparecido recuerdos tempranos en los que se ponía “claras batidas a punto
nieve para invocar la blancura” y volverse rubia (Milán, 1998: 88). Como diría Viveiro de
Castro (2002), con un claro afán de devenir otro.

Memmi (2011) describió algo muy similar respecto del modo en el que las negras se
desesperaban desrizándose el pelo que, infaliblemente, volvía a su estado natural, así como
los modos de torturarse la piel para blanquearla un poco. En términos más bien generales,
De Oto (2006) dirá que “la huella que el colonialismo produjo en el cuerpo del colonizado,
en el cuerpo físico, político y discursivo, lo hace desde esta especie de evidencia retórico-

106"
"
política que enuncia y denuncia una sujeción colonial; cuyo lugar y temporalidad, por
efectos de esta misma enunciación, han sido dislocados” (p. 2).

La estadía de la brasilera en el país frío avanzaba signada por significativos logros


académicos y por el cada vez más pulcro dominio del francés. No obstante, la distancia
entre el portugués y el francés aún era irreconciliable, sobre todo si consideramos que su
lengua materna mostraba más luces, no solo arraigando el portugués sino también la antes
difuminada cuota del árabe. A esta altura su historia ya era bienvenida en el diván del Dr.
Lacan.

Estos ejercicios de saneamiento de la lengua tampoco fueron completamente ajenos al


padre del psicoanálisis. Existen variados antecedentes que dan cuenta de que, frente al
surgimiento del psicoanálisis como disciplina, Freud se esforzó por alejarla de ser
catalogada como una “ciencia judía” (De la Portilla, 2005: 53). A este respecto, De la
Portilla señala también un cierto “afán de asimilación hacia la cultura germana imperante
que mostró [Freud] sobre todo en una primera etapa de su vida” (p. 53). Así mismo habría
sucedido con Breuer, quién con orgullo comentaba el modo en el que su padre habría
contribuido a sustituir “la jerga judía por el alemán cultivado y el desaliño del ghetto por
las costumbres culturales del mundo occidental” (Stone, 2001: 433).

Si bien Freud llegó a manejar extraordinariamente bien la lengua alemana, fue claramente
después de haber recibido toda su educación formal en la germanoparlante Viena, llegando
incluso a haber obtenido el Premio Goethe de Literatura en 1930. Sin embargo, existen
registros que consignan en la lengua familiar del autor, los rastros del yiddish –o más bien
“un alemán salpicado de yiddish conocido como Mauscheldeutsch” (De la portilla,
2005:52). Al respecto, desde Hommel (1993) es sabido que Freud no fue indiferente a los
acontecimientos mundiales -como lo demuestra su corpus teórico-. Si bien su lengua era el
alemán y se consideraba a él mismo “intelectualmente alemán”, después de haber vivido en
carne propia el prejuicio antisemítico en la Austria germánica, indicó en una entrevista
realizada por G. Sylvester: “prefiero considerarme judío” (Shorter, 1999:183).

107"
"
A esta altura, resulta necesario consignar que la praxis colonial toma distintas formas, las
cuales son transmitidas a través de complejos sistemas culturales, entre ellos el lenguaje
como abanderado de administrar la posición del colonizado en cierto sistema de
representación:

“todo pueblo colonizado, es decir todo pueblo en cuyo seno ha nacido un complejo
de inferioridad debido al entierro de la originalidad cultural local, se posiciona
frente al lenguaje de la nación civilizadora, es decir, de la cultura metropolitana”
(Fanon, 2009b: 50).

De este modo, el lenguaje traza el punto de referencia de la cultura dominante frente a la


colonia, ubicando a los colonizados en una posición de dominio cultural, en tanto hablar es
asumir una cultura y soportar su peso: “Hablar una lengua es asumir un mundo, una cultura.
El antillano que quiere ser blanco lo será́ más cuanto más haya hecho suyo ese instrumento
cultural que es la lengua” (Fanon, 2009: 62).

Así lo demuestra también la perspectiva de Pauline, la paciente francesa entrevistada que


señalaba la importancia de considerar los elementos culturales que, en su caso, inclinaban
la balanza hacia una dirección contraria de la acá expuesta. Es decir que para esta paciente,
el proceso analítico no contemplaba una subalternización al lenguaje. Al contrario, su caso
da cuenta de la existencia de determinantes socioculturales e históricas que ubican a una
cultura por sobre otra, ubicando explícitamente a la cultura francesa por sobre la chilena.
Por ejemplo, respecto al imaginario sobre el modo en el que se vive y tramita lo afectivo, el
desconocimiento de elementos culturales o a la valoración del tratante en función de su
procedencia. Todos estos elementos sospechosamente invisibles, al menos a nivel
manifiesto, en la entrevista realizada a su tratante chilena.

Volviendo al caso que acá profundizamos, el proceso analítico de Sierema se había


conducido inexorablemente de vuelta a sus orígenes dando cuenta de que, pese a los
bemoles manifiestos del drama colonial, la praxis misma del psicoanálisis aplicado debiese
-en sus lineamientos- conducir hacia aquello a lo que el sujeto en su resistencia se ha
negado a acceder.

108"
"
En esta misma línea, al indagar entre los recuerdos infantiles más tempranos, a Sierema le
resultaba difícil recordar la canción de cuna que su madre le cantaba en árabe. Ella deseaba
recordar para tener la posibilidad de cantarla a un hijo. El árabe era la lengua de sus
ancestros y ella había sido utilizada en su cotidianidad como la clave de los adultos para
que los niños no entendiesen eso que era preferible haber callado. Con todo, Sierema fue en
búsqueda de su lengua materna durante su análisis, descubriendo que si bien los lingüistas
dirían formalmente que su lengua madre era el portugués, su lalengua tomaba cada vez la
más clara forma de una mixtura entre el portugués y el árabe. Esta lalengua fue
gradualmente iterando y se disfrazó para poder irrumpir en sus sueños y en breves sonidos
guturales que la sorprendían (Milán, 1998).

Tal como desarrollamos en apartados anteriores, Lacan (2003b) ya había advertido que los
formales esfuerzos civilizatorios en relación a los efectos de la lengua materna sobre el
psiquismo eran infructuosos. Podríamos decir aquí que estos esfuerzos son vanos sin
importar si ellos toman la forma de procesos colonizantes en relación al lenguaje, o si ellos
se estructuran al modo de la expropiación significante por sobre lo inconmesurable de
lalengua. En otros términos, ello da cuenta de que una de las características de lalengua es
precisamente su resistencia a los intentos estériles de captura simbólica. Tal como lo
formula Armando Cote (2014) a partir de su trabajo con pacientes que vivían en regímenes
totalitarios y en condición de migración o exilio, la lalengua, al estar erigida entre
malentendidos y ambigüedades, no puede ser alcanzada por ningún estado totalitario ni por
ningún colonizador.

En cualquier caso, la lengua materna parece abrirse camino; así lo corrobora, al menos, el
trabajo inconsciente de la analizante brasilera cuando narra un recorte de su sesión:

“- En su idioma me falta la palabra

- ¿Qué palabra hermana mía?

- Saudade

109"
"
- ¿Quiere decir nostalgia, no?

El Doctor me despidió, me entregó a mi saudade, a la tierra firme de una lengua en


la que yo tenía la certeza de decir lo que quería”. (Milán, 1998: 77).

Saudade es uno de los tantos ejemplos de la ausencia de equivalencias en los contenidos


cargados en un vocablo entre una lengua y otra. Se trata de contenidos que no sólo
responden a los matices fonológicos o semánticos de un idioma u otro, sino que en ellos
descansa el trayecto histórico y cultural de una civilización. De hecho, en La ignorancia,
Milán Kundera (2000) hizo mención de la particularidad del saudade de la lengua brasilera
y sus resonancias nunca cabalmente encontradas en otras lenguas. Igualmente parecía ser
para Sierema, quien para pasar a diván tuvo que hablar de lo que su abuela omitía sobre la
decadencia de su migración familiar, así eso la llevase a estar en un incesante ejercicio de
traducción.

“Ya era suficiente con estar obligada a permanecer allí, traduzca que te traduzca”
(Milán 1998:93).

5.2. La alquimia simbólica de la transferencia

Sin duda, aquello que hacía inexcusable para Sierema el continuar su análisis en una ciudad
tan fría para ella era la transferencia. Sus esfuerzos de traducción también se habían
dispuesto en dicha dirección bajo la forma de una obsesión por traducir las obras del Doctor
al portugués, como un modo de prolongar “ese ir y venir de una lengua a la otra” e
insistiendo con una identidad que calificaba de “imposible” (p. 98).

Igual que Sierema, Hans-Georg Gadamer (s/f) marcó las insuficiencias e imposibilidades
en la tarea de traducir, retomando a Benedetto Croce, que afirmaba que toda traducción
implicaba una traición: «Traduttore-traditore». No sólo es necesario encontrar
equivalencias para los significados de las palabras, sino también para los sonidos. Pero ni
las palabras -por mucho que equivalgan- ni los sonidos -por mucho que agraden- podrían
rendir como se pretende.

110"
"
Sin embargo, en la transferencia también se habían cimentado elementos que daban cuenta
de una especie de asimilación colonial. Ello a través de los esfuerzos de la paciente por
hacerse francófona y alejarse –aunque sea geográficamente- de su lengua materna y de los
ruidos de su lalengua entre portugués y árabe. Como diría Memmi (2011), el colonizado
“empezará a suprimir por sí mismo esa lengua débil, a ocultarla ante los extranjeros, a solo
parecer cómodo en la lengua del colonizador” (p. 14). De este modo, la inserción en el
lenguaje del colonizador parece equivaler a una expropiación de la pujanza de la lengua
materna en pro de una sumisión a la soberanía de la lengua metropolitana.

Recordemos que estos esfuerzos, marcados por la alquimia simbólica de la transferencia,


también se evidenciaron en el caso de la analizante argentina en Bélgica. En su ámbito, ello
no pasaba por la enceguecida valoración agalmática de un objeto de su analista, así como
por su resistencia, incluso corporal, a “mostrar la hilacha”. Pero el valor agalmático
atribuido a su analista no sólo pasaba a ese nivel tan gráfico descrito a propósito del
choapino. Esta paciente también ubicaba su análisis con la tratante francófona como
transparentemente idealizado, llegando a atribuirle un estatuto “top”.

En el Retrato del colonizado, Memmi (2001) al igual que Fanon (2013) en Piel negra,
máscaras blancas, describe claramente estos procesos de asimilación en los que los
empeños del colonizado se orientan a mimetizar lo más posible sus rasgos, tanto físicos
como culturales, en relación a los del colonizador. Entre estos procesos asimilatorios, los
relativos a la lengua también tienen un lugar preponderante. Del mismo modo que el texto
de Milan, Benjamin (2001) se refirió a lo anterior haciendo uso de la noción de mímesis,
retomada con posterioridad en la producción de Frantz Fanon. El filósofo alemán formuló
al lenguaje como facultad mimética de una sociedad, es decir al modo de una
“representación significativa de la misma y del proceso de marginalización e hibridación de
identidad” (Mayobre y Cedriani, 2013).

Estas representaciones del mimetismo en relación al lenguaje se hacen visibles también en


Fanon (2013), quien se detiene para dar cuenta de aquellos obstáculos a los que el negro se
enfrenta a costa de embarcarse en la aventura del dominio del lenguaje metropolitano,

111"
"
teniendo a su propia lengua como única arma. Mayobre y Cedriani (2013) notan allí que la
motivación esencial del negro será la de obtener un status de hombre (p. 38). De hecho, los
autores indican claramente que el pasaporte para Occidente era precisamente detentar un
pulcro dominio de la lengua francesa.

Volviendo a nuestro caso, para Sierema aquello imposible relativo a su identidad no sería
otra cosa que la imposibilidad de mimetizarse por completo en la lengua del Otro y, aún
más complejo, poder reconocerse en aquella legua de origen que le resultaba aún más
impropia. Por su parte, este Otro con título de Doctor y por si esto fuera poco, renovador
de la teoría analítica, podría -aún sin haberlo notado ni querido- estar ejerciendo una
posición de dominación posibilitada por el encuadre analítico y por los potentes efectos de
la transferencia ya reconocidos por Freud (1992h) desde sus textos más tempranos.

En El mimetismo y el hombre, Homi Bhabha (1994) analiza la utilización del mimetismo


como herramienta de poder en el discurso colonial inglés. Allí, este teórico actual sobre el
colonialismo da cuenta de que, si bien en un principio el mimetismo colonial intenta crear
una imagen del colonizado en cierta medida incorporado a los modelos creados por el
grupo dominante, ello lo hace no sin remarcar que aún es diferente al inglés. De este modo,
puede, por ejemplo, sugerir que se aprenda y se reproduzca la ideología dominante, pero
siempre reconociendo que el colonizado no es parte de ella: produciendo lo que Bhabha
(1994) llama la ambivalencia del mimetismo. En esta dinámica, las narrativas coloniales
producen una imagen del sujeto colonial en tanto despojado de su identidad y provisto
calculadamente de ciertos elementos de la cultura dominante que le facilitan cierta
funcionalidad dentro del discurso colonial, mas no le permiten independizarse.

Para Sierema ello había decantado en el proyecto de “traducir” al Doctor, ejerciendo en sus
palabras:

“esa loca obsesión de trasponer ese ir y venir de una lengua a la otra, insistiendo con
una identidad imposible […] tenía que lograr la equivalencia exacta […]
escribiendo en un brasileño afrancesado, negando toda diferencia, como el loro

112"
"
rubio, y suponiendo, como él, que era preciso ser idéntica para volverme una igual”
(Milán, 1998, 99).

En base al relato de esta paciente, resulta manifiesto el modo en que la alquimia simbólica
puede fácilmente posibilitar que el dispositivo psicoanalítico entre en un formato de praxis
colonial, cuyos matices de sujeción en relación a la lengua francesa son claros y evidentes.
Esto es lo que Bourdieu llama propiamente capital simbólico, con la clara influencia de
aquello que Weber designaba con el término carisma (Fernandez, 2005). En este sentido, el
capital simbólico “es una propiedad cualquiera, fuerza física, riqueza, valor guerrero, que,
percibida por unos agentes sociales dotados de las categorías de percepción y de valoración
que permiten percibirla, conocerla y reconocerla, se vuelve simbólicamente eficiente, como
una verdadera fuerza mágica” (Bourdieu, 1999c: 172-173).

Por ello resulta imperioso que el psicoanalista que trabaja incluyendo en el encuadre otra
lengua y cuya práctica se hace bajo el influjo de la transferencia, no pierda de perspectiva
las reflexiones de Fanon, Césaire, Memmi, Viveiro de Castro y Bhabha, ya que
perfectamente podría reproducir, e instituir, un dispositivo colonial facilitado por la
configuración de un tratamiento analítico. Ello a fin de no olvidar que las relaciones
lingüísticas son siempre relaciones de fuerza simbólica por las que se pueden actualizar,
bajo una forma transfigurada, las relaciones de fuerza entre los hablantes. Quizás a ello se
refería Lacan cuando afirmaba:

“Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su


época. Pues ¿cómo podría hacer de su ser el eje de tantas vidas aquel que no supiese
nada de la dialéctica que lo lanza con esas vidas en un movimiento simbólico? Que
conozca bien la espiral a la que su época lo arrastra en la obra continuada de Babel,
y que sepa su función de interprete en la discordia de los lenguajes” (Lacan,
2008d:308).

Según Bourdieu (1992), “todo intercambio lingüístico contiene la virtualidad de un acto de


poder”, principalmente cuando se produce entre agentes que ocupan posiciones asimétricas
en la distribución del capital pertinente (p. 118). En otras palabras, no se trataría de otra

113"
"
cosa que del “poder simbólico” desplegado y legitimado, rutinariamente, en el dispositivo
analítico.

Acá resulta conveniente retomar la aproximación dejada en el tintero sobre la trasfiguración


de la “rabia de niño amurrado” a “colère froid”, reseñada en virtud de la entrevista a Luis
sobre su tratamiento analítico. Como describimos, este pasaje evidenciaba un claro efecto
terapéutico que reinyectaba “desplazamiento” a la cadena asociativa, litigando la fijeza del
S1. No obstante, es al menos llamativa la arbitrariedad, no sólo semántica y fonológica sino
sobre todo cultural, de la puesta en marcha de ese puntual acto psicoanalítico, el cuál
expropia, gracias a una determinada distribución del poder simbólico, el decir de este
paciente de todo cuanto sus coordenadas socioculturales –e incluso pulsionales- urdían.

Como se acaba de ejemplificar, este tipo de prácticas adquieren, sin dudas, la forma del
quehacer analítico por excelencia, es decir, la interpretación. De hecho, líneas anteriores
mostraron los matices que ella implica a lo largo del recorrido de la técnica analítica. Sin
embargo, todos los casos revisados acordarían que su marco de acción se remite a lo
simbólico, siendo este precisamente el perímetro en el que el ejercicio de las praxis
coloniales tomaron lugar.

Bourdieu (1992) pensó al poder simbólico en estrecha relación con su modo de


conceptualizar los diferentes sistemas simbólicos como la ciencia, el arte, la religión y el
mismo lenguaje. Dichos sistemas -según el autor- están enraizados en la disparidad
fundamental entre el dominante y el dominado, donde se instala una dinámica en la que el
dominado acepta como legítima su propia condición de dominación (p. 167). De este modo,
ello puede fácilmente transformar las relaciones afectivas en las relaciones de dominación y
de sumisión en las que el poder gravita en el carisma. En nuestro caso diríamos, en el orden
de la transferencia que opera al modo de una potente alquimia simbólica. De ello son
prueba los casos de Sierema, Luis, Ruth y Paulina, cada uno, por cierto, con sus matices
singulares.

La violencia simbólica, según Bourdieu (2001), puede también hacerse lugar en la esfera
del habla. De acuerdo a sus aportes en Economía de los intercambios lingüísticos, la

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"
violencia nunca se manifiesta tan claramente como en las correcciones, ya sean estas
coyunturales o permanentes, que los dominados llevan a cabo, consciente o
inconscientemente, sobre los aspectos estigmatizados de su propia pronunciación, de su
léxico y de su sintaxis. Por ello en ocasiones es posible distinguir a los dominados con
serias dificultades para encontrar palabras, “como si súbitamente se vieran desposeídos de
su propia lengua” (Bourdieu, 2001: 26). En esta misma línea, las relaciones lingüísticas son
siempre relaciones de fuerza simbólica, si consideramos que “todo intercambio lingüístico
contiene la virtualidad de un acto de poder”, especialmente cuando se produce entre
“agentes que ocupan posiciones asimétricas en la distribución del capital pertinente”
(Bourdieu y Wacquant, 1992: 118-120), como es el caso del dispositivo psicoanalítico.

En suma, el caso de la analizante de Lacan nutrido con las reflexiones acá formuladas,
permiten observar que el operar del Dr. Lacan no ignoró la recomendación que él mismo
planteó en Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis, donde
recomienda no descuidar la dialéctica simbólica en la que se inserta la subjetividad del
paciente, y no desconocer la función que recae en la posición del analista. Ello se ve
reflejado en el modo en el que Lacan trabajó con esta paciente en dirección de la
reconquista de su lalengua, “rechazando airada toda fidelidad que no se refiriese a la
bendita lengua del ao y también del aihabibe” (Milán, 1988: 95).

5.3. Descolonizar o saberhacer con la lengua

La trayectoria del análisis de Sierema continuaba, abriéndole camino para “ser lo que era”
(p. 104). Ello en base al recorrido de territorios en el ámbito onírico, sueños entre Líbano y
Brasil con una lengua mixta brasilero-libanesa que le remitía, reiterativamente, a su
historia. Asimismo sucedió con una fantasía diurna con ratas que, en sesión, viró a esa
sílaba que Sierema había intentado evitar desde la adolescencia: Ra-ra-ra-ji. Lacan la instó
a seguir, sin prever que Raji era el nombre de su padre, de su abuelo y de su bisabuelo, cuya
sonoridad le retumbada al poner en evidencia innegable su origen. Ese encuentro gutural
con sus orígenes llevó a que la analizante otorgara a esa sesión el título de “la más
inquietante” (p. 84).

115"
"
La línea de evocaciones a sus ancestros -con la figura de múltiples familiares- la acercaron
a renunciar a imposibles y reconocer su historia, sus orígenes y su lengua, anclados en la
invención de una posibilidad de asumir una maternidad opuesta al deseo de un hijo hombre
que su padre siempre albergó, y más allá del lugar sobreprotegido de una madre que la
asfixiaba. A esta altura el Doctor no duda en intervenir y la interroga: “ahora quizás pueda
decirme de qué país se trata” (p. 108).

La interrogante por la territorialidad estaba claramente unida al tema de la lengua. Solo


entonces, Sierema pudo enunciar que “la reconquista de la lengua materna va unida a otra
toma de conciencia: la lengua extranjera, el francés del doctor -esta vez con minúscula- era
sólo un velo que servía para enmascar [la]” (p. 154). En medio de un continuo tropezar con
el idioma de su analista, Sierema advierte que su elección por él pasaba precisamente por la
ajenidad de éste a su lengua, permitiéndole mantenerse velada y cubierta, encerrada en una
torre como su padre hubiera deseado, repitiendo el destino de una tía con la que la
identificación había sido determinante.

“Sí, extraña verdad de haber elegido a un analista ante el cual permanecía siempre
velada, porque su lengua era mi velo [...]. Había insistido en analizarme con el gran
hombre precisamente porque él desconocía el brasilero: no porque no sabía sino
porque lo ignoraba” (p.144).

Memmi (2001) había sugerido, precisamente, que “únicamente esta [su] lengua permitirá al
colonizado reanudar su tiempo interrumpido, recuperar su continuidad perdida y la de su
historia” (p. 15). Estos procesos de reconquista respecto de la dominación lingüística,
también sucedieron a diferentes escalas y en particulares circunstancias histórico-políticas.
De hecho, uno de esos procesos fue brillantemente descrito por Fanon a través del relato
histórico relativo a la conducción de un saberhacer con la lengua del ocupante. Se trata del
texto Sociología de la revolución, donde Fanon (1968) despliega un capítulo titulado “Aquí
la voz de Argelia”. En él describe la revolución argelina y su impugnación del
sometimiento ejercido por el sistema colonial, bajo la consigna “¡Dadle voz al pueblo
argelino!”.

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"
El desarrollo de este punto será profundizado debido a los valiosos aportes que otorga en la
discusión sobre el quehacer analítico en procesos entre dos lenguas y por los diálogos que
propicia respecto del trayecto analítico de Sierema. Sibertin-Blanc (2016) precisará,
justamente, que la reflexión fanoniana abre, dentro de un espacio político, el campo clínico.
Aquello en cambio, desde la perspectiva de nuestra investigación, implicaría una dirección
reversa, a saber, abrir el campo político dentro del espacio clínico.

En el desarrollo sobre La Voz de Argelia, Fanon (1968) propone estudiar las nuevas
actitudes del pueblo argelino en su lucha por la liberación, signada por la especificidad del
uso de un instrumento técnico preciso, los radioreceptores. En particular, se trataba de
Radio-Argel, una estación francesa que era escuchada a través de estos aparatos,
mayoritariamente, por franceses. Por su parte, a los argelinos que optaban por hacer uso de
los radioreceptores se les atribuía, rápidamente, un aburguesamiento propio de un afán
alienante a cultura “civilizada” de la metrópoli. Opuesto a lo anterior, los argelinos
“autóctonos” -pese a tener la posibilidad material de adquirir los radioreceptores-
mostraban, desde el inicio, un oscuro desinterés por este símbolo de la presencia francesa.

Ciertamente, los aparatos de radio se habían instituido como un emblema de la ocupación,


se trataba del mundo colonial hablado, franceses que hablaban a franceses. De hecho, los
mismos franceses indicaban que los radioreceptores eran la única arma que poseían, en el
territorio colonizado, para permanecer impermeables a la “arabización” (Fanon, 1968: 52).
Evidentemente, la radio pasó de ser un simple aparato a un instrumento de dominación
simbólica y cultural sobre la colonia. En palabras del Fanon (1968), la radio era “vista por
el argelino como si fuera el mundo colonial hablado” (p. 54).

Esta especie de rechazo, o más bien, resistencia frente al idioma del colonizador, no es
necesariamente obvia ni automáticamente inherente en los procesos colonizadores. Al
contrario, nótese que en varias ocasiones se atribuye a la lengua del colonizador un lugar
privilegiado según los entramados históricos y las valoraciones culturales instaladas
discursivamente. Así lo demuestra el caso de Sierema, quién agalmatiza el francés del
Doctor, en detrimento de su lengua portuguesa teñida por sus residuos árabes. No obstante,

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"
su proceso psicoanalítico conducido en francés, su lengua colonizadora, da cuenta de un
trayecto inverso a la voluntad “asimilacionista” claramente descrita por la analizante en el
texto revisado. De hecho, el análisis la aproxima, indefectiblemente, a las raíces
fonemáticas, sintácticas y semánticas propias de su lengua pero, sobre todo, a los corolarios
pulsionales de los que lalengua brasilero-libanesa daba cuenta.

Un viraje análogo sucede en el pueblo de Argelia frente a los radioreceptores. Diez años
más tarde de la instalación de la radio y el rechazo por los colonizados, el panorama cambia
tras la muerte de miles de argelinos y la instalación del proceso de liberación. En esa época,
países vecinos muestran actitudes empáticas con el pueblo argelino, justamente a través de
la frecuencia radial. De allí que el uso de radioreceptores, en tanto práctica habitual,
adquiere valores inéditos. Fanon (1968) describe el derrumbe de la potencia colonial;
paralelo a él, la difusión en francés en las emisoras de Argelia pierde esa connotación
histórica, revelando su capacidad para transmitir los mensajes de la revolución.

“Por paradójico que pueda parecer, la Revolución argelina, la lucha del pueblo
argelino facilita la difusión de la lengua francesa en la comunidad nacional.” (p. 69).

De este modo, aprender francés ya no era una traición o identificación empobrecedora con
el ocupante, sus costumbres y su lengua. Al contrario, el idioma francés se convierte
también en herramienta de liberación, con la radio como un dispositivo al servicio del
colonizado, dando lugar a la desvalorización de la palabra del ocupante. Fanon (1968)
llama a éste proceso “una transformación dialéctica” (p. 70), en la que “el giro significa, a
la vez, domesticar un atributo del ocupante” (p.71), “descaralizar” su voz (p. 74). De allí
que La voz de Argelia muestre, justamente, el reverso del rechazo a la lengua del colono
escuchada en los radioreceptores, convertido en un instrumento de liberación en contra de
los ocupantes.

El proceso que describe Sierema da cuenta de un camino similar. Inicialmente, la analizante


sostenía esfuerzos asimilacionistas, con una clara aspiración a su inserción en la lengua
francesa, tan enaltecida por sus ancestros. Ello incluso reflejado en querer traducir al
Doctor y convertirse en su mensajera en las tierras brasileras. Más adelante, el análisis

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"
mismo, poniendo al servicio la lengua del analista francófono, la conduce a retomar su
propia lengua para reencontrarse con su historia.

Paralela a esta lectura, en Los condenados de la tierra, Fanon (2009) otorga otra clave de
reflexión, por demás relevante para nuestro estudio. El psiquiatra martiniqués precisa que
durante los periodos de colonización no impugnados por la lucha armada, se suman
elementos nocivos para los colonizados, cuyos correlatos se presentan en un claro aumento
de los índices psicopatológicos: “Hay, pues, en ese periodo tranquilo de colonización
triunfante una patología mental permanente y copiosa producida directamente por la
opresión” (p. 125). En este sentido, refiere que las mismas disposiciones del proceso de
colonización se constituyen como un terreno favorable para la eclosión de trastornos
mentales.

De hecho, a propósito de reflexiones sobre Fanon, Sibertin-Blanc (2006) formula que, en la


articulación de la lucha del colonizado, se proponen ciertos mecanismos frente a los
callejones subjetivos a los que se ve enfrentado en el proceso colonizatorio, en la línea de
alternativas de gestión o, más bien, de rearticulación de mecanismos menos mortíferos. Es
por ello que, la lucha en contra de los procesos colonizatorios tendría en sí misma la
propuesta de un proceso psicoterapéutico. En este sentido, la guerra de liberación reabre –y
obliga a resituar- un campo clínico en el seno de un espacio político (Sibertin-Blanc, 2016).

De este modo, la referencia fanoniana pone de manifiesto no solamente los efectos del
sometimiento a los regímenes coloniales en distintos niveles, entre ellos el psicológico,
“sino una fuente de introducción, meta-política, a saber, del síntoma como producción de
creación” (Sibertin-Blanc, 2016)31.

Justamente, a propósito del proceso descrito en La Voz de Argelia, Fanon (1968) describe
dinámicas bizarras que instalan procesos de atribución de sentido a mensajes entrecortados,
a silencios prolongados o a distorsiones de la frecuencia, como si éstos fuesen códigos entre
los activistas de la lucha, alentando la lucha de la liberación. No obstante, Fanon no es
"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
31
Traducción propia. Texto original: “mais au contraire une puissance liminaire, méta-politique, à
savoir la capacité du symptôme comme production ou création”.

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ingenuo al leer estos procesos, de hecho afirma: “sí, se trata de una especie de alteración de
la verdad, pero sobre todo, de una oportunidad de proclamar la participación clandestina
de cada argelino en la esencia de la revolución (p. 67). En este sentido, los intentos de
articulación de la lucha en contra de la colonización, pese tener estos matices, generan en sí
misma un quehacer frente a los procesos de conquista.

La lectura de Sibertin-Blanc sobre la obra de Fanon y los cruces de las coordenadas clínico-
políticas en los procesos de colonización, avanzan un poco más y toman el tema de la
escritura. El filósofo contemporáneo propone detenerse en el acto performativo de la
escritura, en tanto ella es, paradojalmente, condición para esa puesta en juego del síntoma
en la materialidad misma de la escritura fanoniana. Lo anterior puede extrapolarse al
material propuesto para las reflexiones en nuestro estudio, a saber, al escrito de la
analizante de Lacan.

Los alcances performativos de la escritura para hacer con los procesos colonizatorios
permiten hacer oír, estilísticamente, la dimensión poco política del malestar subjetivo que
generan. De hecho, Sibertin-Blanc (2016) propondrá leer a la escritura y aquello que “se
alucina” de la voz de la nación a través de los radioreceptores, como una ilustración
perfecta de un movimiento por el cual su propia escritura de la política se propone mostrar
alcances clínicos y políticos en su estrategia narrativa, la cual no cesa de hacer escuchar las
líneas impolíticas que oculta. De allí que sea posible anunciar que los mecanismos de la
alienación psíquica en la colonia provocan complejas repercusiones sobre las condiciones y
desafíos de una descolonización emprendida por los sujetos colonizados.

“La descolonización no pasa jamás inadvertida puesto que afecta al ser, modifica
fundamentalmente al ser, transforma a los espectadores aplastados por la falta de
esencia en actores privilegiados […] es creación de hombres nuevos […] en el
proceso mismo por el cual se libera” (Fanon, 2009: 17).

El trayecto de los argelinos en relación al uso de un recurso del colonizado para hacer con
él resistencia a la colonia unificando los esfuerzos de su pueblo, es bastante similar al
recorrido de análisis de Sierema. Ello no sólo por el lugar que tuvo la lengua del colonizado

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"
en el proceso de liberación, sino también respecto de la implementación de la escritura
como un recurso performativo que potencia los mecanismos de liberación. Respecto de
estos trayectos, Fanon (2009a) describió en tres tiempos, tres facetas que caracterizan esa
evolución. Ellas fueron encontradas a través de las obras de los escritores colonizados, que
nosotros bien podríamos aplicar al material psicoanalítico estudiado.

Una primera fase es aquella “asimilacionista” en la que el intelectual colonizado prueba que
ha asimilado la cultura del ocupante mediante la aproximación a prácticas, discursos y otros
-punto por punto- a las de sus homólogos metropolitanos. En ella Sierema alcanzó varios
logros similares a los sorbonícolas rubios, llegando incluso a ser profesora adjunta,
desplazándose cada vez más confiada por las calles y los cafés de París; pero por sobre todo
acercándose cada vez más al manejo de aquella lengua ajena.

No obstante, hay un segundo momento en el que el colonizado se estremece y decide


recordar. Las re-inmersiones de Sierema a su cultura fueron descritas de la mano de una
acogida más cálida a lo que su lalengua remitía. En este periodo, desde luego que el sujeto
colonizado –como conceptualiza Bhabba (1994)- no está inserto en su pueblo, ya que
mantiene relaciones de exterioridad y simplemente se contenta con recordar. Fanon (2009a)
dirá que “viejos episodios de la infancia serán recogidos del fondo de la memoria; viejas
leyendas serán reinterpretadas en función de una estética prestada y de una concepción del
mundo descubierta bajo otros cielos” (p. 110).

Sin duda este pasaje se apega a la descripción más clara de un proceso analítico en el que la
analizante recorre sus memorias entrelazadas con los acontecimientos contemporáneos,
ambos insertos en un entramado sociocultural particular. En este lapso, el portugués es
bienvenido por Sierema, quién, alejada de ser víctima de su propia xenofobia, tampoco la
ejercitaría con los suyos (p. 84). En paralelo, su producción inconsciente la había acercado
a los rastros de lo árabe en sus configuraciones subjetivas y, sobre todo, dando un matiz tan
“oliváceo” a su lalengua, como a su propia piel.

Finalmente, en un tercer periodo que el psiquiatra martiniqués llama de lucha, el colonizado


—tras haber intentado perderse en el pueblo, y, luego, perderse con el pueblo— va, por el

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"
contrario, a sacudir al pueblo, transformándose en un portavoz."El intelectual colonizado,
en su inquietud por hacer una obra cultural, no nota en sí mismo las técnicas y la lengua
tomadas al ocupante, llegando a veces a comportarse como un extranjero. Sierema
menciona este mismo temor entre hacer y deshacer las maletas, además de su recelo por ser
extranjera en su propia tierra. Es precisamente en este en este periodo que, para ella, se va
perfilando un fin de análisis que enuncia frente al doctor. El doctor ante ello enuncia un
escueto: “Si usted lo dice”.

La analizante brasilera se va a vivir “en la dulce candencia” de su lengua, sin tener la


necesidad de poner los labios en forma de pico y utilizar los acentos al revés para acercarse
a las calles y a las esquinas donde se habla como ella.

“Retirarme del escenario en nombre de la lengua: ¿podría tener algo que oponer, él
que la valorizaba hasta el extremo de referirse al “tesoro de la lengua” y de
considerarla el mayor de sus bienes? Una salida honrosa en la yo creía a pie
juntillas, olvidando que para hacer mutis por el foro necesitaba descubrir por qué,
en vez de un analista en lengua portuguesa, yo había preferido al Doctor” (Milán,
1998, p.139).

Sin duda quedaba trabajo, sobre todo al decantar que, tras esconderse en el
desconocimiento de Lacan sobre el portugués, la analizante nunca había mencionado al
doctor temas como el sexo y el placer. Sin embargo, si el trabajo analítico volviese a
iniciar, esta vez lo haría con la pregunta instalada y nada ingenua en relación a su elección
sobre las características de su tratamiento analítico. Cargando, además, en la maleta con
una importante rectificación subjetiva en relación a su origen.

“Es verdad que esta historia está aún por escribirse; historia de la opresión por la
lengua del amo; también de la resistencia, ya que allí donde hay opresión hay
resistencia, no es cierto? Y, finalmente, es siempre lalengua la que triunfa, ya que
ella termina uniendo conjuntamente el lenguaje bello y el argot” (Miller, 1987: 73).

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De hecho, Sarde (1998) anunciaba que “se necesitarán años de análisis en lengua
colonizadora para que Sierema, después de haber propuesto traducir a su dialecto los
escritos del gran hombre, proclame su adhesión a su lengua materna, el portugués” (Sarde
1998, en Milán 1988) mezclado, por cierto, con el árabe. En este sentido, la lengua del Otro
habría servido a la analizante para reconquistar la suya, operando un quehacer -o más bien
saberhacer- de reconquista cuyo acto performativo concluye en un escrito sobre su
experiencia analítica, publicado primero en portugués.

En definitiva, este análisis tratado como material de relato muestra entre sus líneas un claro
trayecto analítico que por su disposición deja entrever –además de retazos de la ominosa
práctica lacaniana- matices socioculturales sobre tratamientos entre dos lenguas. Un caso
particular de una inmigrante sudamericana en Occidente que, tras haber “perdido el hilo de
su historia familiar”, decide optar por un análisis en lengua extrajera, sin otro objetivo que
huir de la propia. Más el trabajo la conduce en dirección contraria, permitiendo además
dilucidar claros signos de aculturación y dinámicas coloniales como signo de una especie
de expropiación de la lengua materna por la del colonizado.

123"
"
CONCLUSIONES Y DISCUSIONES

El psicoanálisis abandona tempranamente su cuna de lengua germana para extender sus


dominios hacia fértiles destinos en los que aplicaría, no sin matices, su técnica y sus
reflexiones sobre el funcionamiento del aparato anímico. De este modo, la creciente
extensión de los dominios de la aplicación del psicoanálisis va diversificando los contextos
socioculturales de su aplicación, viéndose también beneficiado por nutridos intercambios y
movimientos territoriales que desplazan a los sujetos de las coordenadas en las que rige su
lengua materna. De allí que el dispositivo psicoanalítico se haya visto afectado como
correlato de estas circunstancias y en la introducción de su encuadre haya sido preciso el
llevar a cabo un análisis en una segunda lengua, ya sea para el analista o para el paciente.

Este estudio apuntó a una exploración sobre las particularidades de este tipo de
tratamientos, a partir de una aproximación teórica que permitiese no solo recolectar
antecedentes cruciales para abordar la temática, sino también extender los horizontes de
reflexión nutridos por el desarrollo al interior de la teoría psicoanalítica y por un diálogo
interdisciplinar aportado en virtud de una perspectiva sociocultural. Pero lo anterior no dejó
fuera un acercamiento empírico a la temática, incluyendo una aproximación que convocó a
pacientes y psicoanalistas relacionados con el tema investigado desde su lugar particular.

Desde esta configuración nos fue posible extraer conclusiones en distintos niveles. En un
afán de recordarlas de acuerdo a su dimensión, se las presentará aquí primero a nivel
teórico y en relación a elementos metasicológicos, para luego considerar el horizonte de la
técnica psicoanalítica y, finalmente, en función del diálogo disciplinar aportado por la clave
de lectura sociocultural emprendida.

Sobre el lugar de la Otra lengua

Existe una inapelable y estrecha vinculación entre el psicoanálisis y el lenguaje que desde
un inicio estableció a éste último como la ruta principal de aproximación y de tratamiento
de los contenidos inconscientes, situando al psicoanálisis como una experiencia de lenguaje
(Breuer & Freud 1992a, Freud 2009, Lacan 2008ª; Tizio, 1999, Forrester, 1995). En esa
misma línea, el estatuto particular del acto del habla, producto del viraje freudiano que

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"
incluye en sus manifestaciones el contenido inconsciente y su sobredeterminación,
corrobora que en este tipo de tratamientos él se encuentre doblemente comprometido, ya
que se agrega la variable de una segunda lengua.

La aproximación saussureana otorga una clara clave que facilita la distinción entre
lenguaje, habla y lengua, reconocida en ésta última -desde una perspectiva más crítica- el
estatuto de inconmensurabilidad y de heterogeneidad respecto de cualquier otra. Tomar a
la lengua como un elemento a considerar en un tratamiento entre dos lenguas pasa
precisamente por su estatuto de singularidad, en tanto ella se somete a los retoques que son
efecto de su apropiación del inconsciente (Saussure, 1980; Milner, 1988). De hecho, esto se
ve magnificado bajo la consideración de lalengua lacaniana como elemento que tensa y
nutre la presente exploración, toda vez que ella incluye una apertura capaz de situarla en
tanto diferida radicalmente a los aspectos del lenguaje, sin ningún quehacer respecto de la
comunicación y siendo, más bien, insignia de la introducción progresiva del registro de lo
real como “paradigma de lo que pone en tela de juicio lo que puede surgir del lenguaje”
(Lacan, 2012: 40).

Estos puntos de arribo están lejos de haber relativizado la relevancia de investigar los
tratamientos entre dos lenguas y conducirnos a concluir, de buenas a primeras, que los
procesos que incluyen dos lenguas en su encuadre, en realidad se alinean con cualquier otro
proceso en la medida en la que todos tienen en juego dos lenguas distintas. De hecho, los
resultados han permitido constatar que un psicoanálisis entre dos lenguas presenta rasgos
distintivos en los que es preciso detenerse (Caruso & Gomez, 1966; Rozensky & Gomez:
1983; Laguzzi; 2014; Cottet, 2007). Ello, sin caer en reduccionismos que sitúen a esta
variable, simplemente, al modo de una condición general de todo análisis, y que, por tanto
no precisaría ningún tipo de detenimiento. No obstante, si ese fuera el caso, recordemos que
existen condiciones generales en todo análisis como la presencia de un analista y un
analizante, de una dimensión consciente y otra inconsciente, entre otras; sobre las cuales no
se ha parado de indagar pese a que refieran a nociones básicas o generales de todo análisis.

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A partir de las diferentes unidades de análisis y retomando los postulados de Krapf (1955)
que orientan a examinar, especialmente, la significación histórico-personal de una lengua
cualquiera utilizada en cierto momento del tratamiento analítico (p. 346), es posible colegir
una primera clave para reflexionar en torno a esta disposición particular de los tratamientos.
En el fondo, resulta sustancial no perder de vista el lugar que le es atribuido a la segunda
lengua en cada tratamiento, ya que ello orienta con claridad sus implicaciones.

Esta apreciación, muy clara al ser enunciada e incluso, obvia, no pareciera haberse
formulado como una constante para considerar los alcances de tratamientos en este
formato. De hecho, los acercamientos revisados en su mayoría optan por aproximaciones
generalizadoras en virtud de nociones metapsicológicas favorecidas a partir de la
configuración de estos psicoanálisis. Por ejemplo, Kronfeld (1961) señaló que trabajos
terapéuticos con variaciones sobre la lengua o en “el lenguaje explícito del tratamiento”
pudiesen favorecer el despliegue de elementos como la regresión que conducirían de forma
más llana a una neurosis de transferencia (Caruso y Tango, 1966). Asimismo, Costa y
Dewaele (2012) han concluido que los tratamientos entre dos lenguas pueden fácilmente
fusionarse con las resistencias del paciente.

Nuestra revisión bien podría corroborar este último punto, pero en un solo caso. En efecto,
como vimos durante el tratamiento del Hombre de los Lobos, Freud consigna un elemento
análogo en vista de que el paciente dispuso elementos de su lengua materna al servicio de la
defensa o, en palabras de Abraham y Torök (1986), “language as a truth guard”. No
obstante, esta aproximación necesita ser matizada ya que la labor de Freud hizo posible, a
través de la escucha atenta de los retruécanos del uso de la lengua materna de Sergei, la
figuración de las condiciones decisivas para la elección de objeto y fijación de una escena
erótica, contenida en la ambigüedad y la homofonía, en clave de su lengua materna. De allí
la importancia de no descuidar aquello agregado por la Otra lengua, ya que su
reintroducción en el operar del analista puede permitir, como en este caso, acercar al
paciente hacia las resonancias subjetivas relativas al plano del goce.

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Por otro lado, también existen perspectivas pesimistas como la sostenida por Burton
(1961), quién señala la dificultad per se de introducir otra lengua en la conducción de un
tratamiento. Esto también podría corroborarse en nuestra aproximación empírica, la cual
parece mostrar que un psicoanálisis al vaivén de dos lenguas puede resultar, a primera vista,
inconducible si sus variantes son usufructuadas por la resistencia imaginaria, direccionando
un insalvable impasse, como lo muestra la breve reseña de la analista de lengua caribeña
que ejercía en un país francófono. Allí, el acento como marca identitaria y acto de fonación
(Lara, 2015) se convertiría en una rúbrica que desinstala al Sujeto supuesto Saber desde la
vertiente imaginaria de la transferencia, en tanto la analista no es coterránea.

Sin embargo, nuevamente notamos que, incluso ahí, una generalización de ese tipo se ve
cuestionada por la misma clínica, ya que una segunda lengua perfectamente podría alojarse
en el encuadre al modo de un elemento posibilitador, tal como lo señaló Ferenczi (1910) en
su momento. Igualmente, Caruso y Tango (1966) y Laguzzi (2014) señalan a partir de sus
indagaciones que la utilización de una segunda lengua en análisis no tiene como correlato
directo constituir un inconveniente para la conducción de un tratamiento. En sus respectivas
consideraciones, agregan que resulta evidente que, si bien inevitablemente el empleo de la
lengua extranjera en un psicoanálisis podría eventualmente favorecer un control consciente
de la expresión, ello al mismo tiempo podría gatillar que las resistencias pudiesen ser
percibidas con más transparencia y que, por ende, sea posible abordarlas en el trabajo,
como lo sugirieron múltiples analistas.

En tal sentido, la lengua también podría hacer más fluido el curso de un psicoanálisis. De
hecho, eso podría ilustrarse a través del caso trabajado desde la perspectiva de la analista
sobre el tratamiento de Laura. Esta analista, gracias a su vasto dominio de la lengua de su
paciente y correlativa instrumentalización en su quehacer, aseguró la apertura del
tratamiento, haciendo viable la exploración de elementos infantiles olvidados y cruciales
para la comprensión histórica de elementos subjetivos y modos de tratamiento pulsional de
su analizante.

127"
"
En suma, el ejercicio de diálogo sostenido en este estudio entre posturas teóricas y
aproximaciones empíricas otorgó como resultado la necesidad de que el tratante esté atento
a los posibles matices que concede la introducción de una segunda lengua al tratamiento.
Allí, se comprueba la ausencia de equivalencia entre una lengua y otra, lo cual la inscribe
en el orden de la diferencia absoluta, ubicando a nivel manifiesto lo que pareciese ser un
hecho de estructura. Por consiguiente, parece ineludible tomar en serio la recomendación
sostenida por Saussure (1980), reforzada por la perspectiva de Milner (1980), para indicar
la relevancia de considerar el lugar que ocupa la Otra lengua en el tratamiento, y, en
consecuencia, explorar la significación histórico-personal de ésta, pues su estatuto resulta
estrechamente determinado por la configuración subjetiva de cada paciente.

De la lengua a lalengua

Avanzando hacia otro punto relevante para las conclusiones de este estudio, es preciso
alertar sobre los peligros de estacionar la reflexión del análisis entre dos lenguas limitada a
la simple utilización de códigos lingüísticos diferentes y cuestionar únicamente la
“traductibilidad”. Sin desconocer lo anterior, parece productivo explorar sus posibles
aperturas. En efecto, la bibliografía, en la línea de la pregunta por los códigos lingüísticos,
demuestra en su mayoría que los esfuerzos han avanzado a concebir la segunda lengua en la
sesión psicoanalítica en tanto ella irrumpe sobre un código lingüístico común,
entorpeciendo la creación de un sentido unificado y la comprensión de la experiencia
emocional del paciente durante el proceso terapéutico (Rozensky & Gomez, 1983; Costa &
Dewaele, 2012; Laguzzi, 2014; Javier, 1989).

De allí que, una aproximación psicoanalítica a los tratamientos analíticos entre dos lenguas
bajo estas coordenadas, pudiese estar orientada a pesquisar los pormenores relativos a la
comprensión del contenido inconsciente o del sentido de los síntomas; apuntando
correlativamente al tema del idioma y a su respectiva dimensión semántica puesta en
cuestión, precisamente, en un análisis de este tipo. A partir de estos lineamientos, el fondo
del análisis en lengua extranjera quedaría resuelto en tanto analista y paciente comprendan
el idioma y ello les permita que la labor analítica produzca sus efectos de transmisión de

128"
"
un sentido sobre el afecto, tornando –ingenuamente- lo opaco del malestar subjetivo en algo
entendible y asequible a la conciencia.

Estas orientaciones empleadas para dar cuenta de tratamientos entre dos lenguas, parecieran
exhortar la instalación implícita o explícita de la faena analítica conexa a la dinámica de la
traducción, si por ella se entiende la expresión de un sentido, manteniendo el sentido
“intacto” en el pasaje entre una lengua y otra. Es evidente que nuestro estudio se ha
detenido escueta y satelitalmente sobre este vasto ámbito, debido, precisamente, a la
distancia que se ha buscado marcar sobre las reflexiones anteriores al análisis entre dos
lenguas. No obstante, es sabido que el abordaje pormenorizado de la problemática de la
traducción implicaría un recorrido largo, donde, por cierto, sería necesario examinar no
solo la dimensión de la trasposición del sentido sino también elementos relativos al ritmo,
el sonido, etc.

Pese a que varias veces se haya emparentado la traducción con la labor analítica,
Braunstein (s/f) y Hommel (s/f) han indicado los reparos necesarios del traducir contenidos
inconscientes de la lengua de origen a fin de crear un texto de análisis, ya que esta instancia
podría implicar una decidida violencia, si consideramos que “el inconsciente es lo que
resiste a la traducción” (Braunstein, s/f: 4) en tanto la traducción implica un cambio forzado
de la referencia del enunciado. De allí que la ruta de la traducción, sea la ruta reversa al
quehacer de lalengua, es decir, la elucubración de los sentidos en ella se alojan (Lacan,
2003b; Cottet, 2007; Cotet, 2014).

Considerada de una manera simple, la traducción sitúa su escucha en el registro del


enunciado, es decir, en el plano del sentido que cercena a la lengua de su complejidad y, a
través de la búsqueda de equivalencias semánticas, descuida las consideraciones
imprescindibles para el horizonte pulsional (Freud, 1992k). En este sentido, al tratar
pacientes en el vaivén de dos lenguas, parece justo no olvidar la maniobra singular que
transforma un sistema común de comunicación en un enclave que porta huellas pulsionales
a la vez enigmáticas e improgramables (Soler, 2013), las cuales no responden simplemente
a la transposición de códigos.

129"
"
De allí que resulta posible corroborar que la lengua materna no sea solamente aquel primer
instrumento “natural” del pensamiento y la comunicación, producto de un contrato social y
uso de un determinado código exigido por una comunidad. Sobre lalengua Lacan subraya,
justamente, su radical falta de empalme entre las palabras y sus sentidos convencionales,
destacando el valor del uso de la homofonía y la ambigüedad para apreciar el pasaje hacia
el abordaje inconsciente real lacaniano, fuera del sentido y con efectos que resuenan en el
plano del goce (Lacan, 2015; Soler, 2013).

No obstante, detenerse en la noción de lalengua, como una herramienta conceptual


pertinente en este tipo de tratamientos, no pasa solamente por la ampliación de la
perspectiva que agrega la creciente consideración del registro de lo real en la clínica
analítica. Ella resulta igualmente relevante, también debido a sus innegables vínculos con el
síntoma. De hecho, los casos retomados mostraron, en su mayoría, que la conducción del
tratamiento con la lengua y lalengua en perspectiva permitiría aperturas que no solo
contemplan el despliegue del inconsciente, efectos de rectificación subjetiva, etc.; sino
también se podrían observar rastros sobre los modos de tratamiento pulsional en la relación
con el Otro y en la soledad del vínculo del sujeto con el síntoma.

Existen autores, después de Lacan, que se han propuesto profundizar en ello (Morel, 2012;
Soler; 2013; Miller, 1987). Se trata de aproximaciones que enlazan a la lengua materna, a
sus equívocos y la ambigüedad de sus primeros dichos con la configuración sintomática y
con los correlatos de afectación del cuerpo. En consideración de lo anterior y de lo
detallado desde las distintas unidades de análisis que utilizó este estudio, es posible
confirmar la importancia de considerar lalengua como una noción capaz de orientar en los
tratamientos entre dos lenguas, particularmente en relación a sus estrechos lazos con el
síntoma, comprendido como la brújula que orienta la labor psicoanalítica.

Estas consideraciones permiten cuestionar la pertinencia de la inquietud inicial relativa al


acento, el tono y la inflexión de la voz formulada al inicio de la problematización del
análisis entre dos lenguas. A excepción del caso sobre la analizante caribeña y el trabajo
bruscamente interrumpido que instrumentalizó el tema del acento al modo de una

130"
"
resistencia, el examen de la literatura y los aportes entregados por el material de las
entrevistas permitieron matizar las implicaciones semánticas y fonemáticas en el trabajo
entre dos lenguas (Willington 2012; Colom 2013; Gorenberg 2016; Góis et al., s/f), ya que
ellas empujaron el trascendental pasaje hacia la consideración de la resonancia pulsional
sobre la que se ha intentado poner énfasis desde diferentes dimensiones. En efecto, el
dominio onomatopéyico del sonido, el acento y la inflexión del tono son determinantes, no
porque ellos varíen per se, sino por los ecos en relación a la voz que en ellos se alojan. La
voz, por cierto, concebida como un “objeto caído del órgano de la palabra” (Guillie, 2008
citando a Clerget 2000: 238), enfrenta la faena analítica a mirar la dimensión pulsional,
vinculando a lalengua con el síntoma, en tanto ella “puede darle una función para modelar
nuestro vacío” (Lacan, 2014:199).

En síntesis, resulta sustancial rescatar el quehacer subjetivo con la lengua por lalengua, en
tanto esta última detenta quizás el resto más singular de la historia de cada sujeto y, retomar
el cuestionamiento de las resonancias semánticas para re-trabajarlas de manera contigua a
las resonancias libidinales (Salman, 2004).

Contemplaciones sobre la técnica psicoanalítica

Nuestra investigación también parece orientar ciertas consideraciones a nivel de la práctica


psicoanalítica y sus nociones técnicas pensadas, al modo freudiano, siempre de la mano de
los avances de la disciplina analítica. En tal sentido, resulta llamativo que el principal
estudio empírico revisado anunciaba, en 1966, que un Psicoanálisis en lengua extranjera
“no trajo consigo puntos de vista esencialmente nuevos” respecto del manejo de la técnica,
(Caruso y Tango, 1966: 63).

No obstante, nuestro estudio da cuenta de la necesidad de matizar esta aproximación. Por


cierto, la aplicación del psicoanálisis en el formato estudiado no debiese variar, en tanto su
orientación contempla el trabajo con lo subjetivo cualquiera sea su presentación. Sin
embargo, la historia de la construcción de la técnica en psicoanálisis ha mostrado que
existen configuraciones particulares que exhortan a explorar el método freudiano y su
aplicación técnica. Tal es el caso, por ejemplo, de la clínica psicoanalítica con niños, la

131"
"
clínica con adolescentes, o la clínica de la psicosis, que tempranamente precisaron ciertas
adaptaciones de la técnica y el desarrollo de referentes teóricos que permitieran un efectivo
abordaje psicoanalítico de sus elementos adyacentes. Por consiguiente, con el propósito de
enunciar nuestras propias aproximaciones sobre la aplicación de la técnica psicoanalítica en
tratamientos entre dos lenguas, las conclusiones se enmarcarán en coordenadas relativas al
encuadre, la transferencia y la interpretación.

Partiendo por el establecimiento del encuadre terapéutico, es preciso resaltar que la


introducción de una segunda lengua no altera a grandes rasgos las reglas conocidas por
todos. A saber, los casos han mostrado algunos señalamientos a considerarse respecto a
elección de la lengua de tratamiento, en tanto ella puede aportar elementos importantes para
la dirección de la cura. Por ejemplo, en el caso de Renato no es menor considerar que un
analizante con un analista con lengua materna diferente que maneja la segunda lengua,
decida optar de todos modos por la lengua extranjera. Asimismo el caso de la paciente
inglesa que, al iniciar el psicoanálisis, cerró tajantemente como alternativa el abandonar su
lengua materna para tratarse. ¿Qué elementos conducen a tales elecciones?

De acuerdo a las entrevistas a psicoanalistas, esta pregunta no había sido reflexionada en su


trabajo y en su mayoría, los tratamientos establecían la lengua de tratamiento en el contacto
inicial o de forma implícita en sesión. Sin embargo, la mayoría del material revisado da
cuenta de que la elección de la lengua de tratamiento varía de acuerdo al curso y los
momentos de la terapia, como el caso del uso del espanglish para Laura o el francés para
Luis.

Igualmente, se puede afirmar que existen elementos de la elección de la lengua de


tratamiento supeditados a determinantes socioculturales que facilitan que una lengua se
sitúe por sobre la otra, en función de su prestigio proveniente de complejos sistemas
históricos y culturales. Prueba de ello es el caso de Pauline, quien con decoros señala la
valía de la lengua francesa por sobre el castellano y sus correlatos en el modo de valoración
de su propio tratamiento. Asimismo, la lengua extranjera también podría instalarse al modo
de un ideal o una expectativa superyoica de apropiación cultural o de saber. En todos los

132"
"
casos, estos elementos responden a la amalgama de las variables subjetivas y
socioculturales que cada paciente instala en el tratamiento, supeditadas a la articulación de
su historia con la Historia.

Avanzando en el horizonte técnico y coincidiendo con el estudio de Caruso y Tango


(1966), nuestra investigación contribuyó significativas consideraciones respecto del lugar
de la transferencia, en tanto ella juega un lugar central al momento de pensar los
tratamientos entre dos lenguas. Ciertamente, es bien sabido que la transferencia toca
íntimamente a la dialéctica analítica (Freud, 1992h; Lacan 2004; Lacan, 2008i). En nuestro
horizonte de investigación, es posible afirmar que ella detenta un estatuto determinante a
nivel de la variabilidad de introducir una segunda lengua en el encuadre analítico. De
hecho, las diferentes unidades de análisis mostraron que el estatuto que tome el incluir dos
lenguas en el encuadre analítico, está indefectiblemente sujetado a las coordenadas
transferenciales.

Por una parte, el elemento señalado por Lacan (2004) respecto del estatuto agalmático de la
transferencia pareciera verse acrecentado a propósito de la otra lengua instalada en sesión
analítica. Desde allí, la función agalmática pareciese movilizar el depósito de atributos
preciosos, “enjoyados” y de alta valía por sus reflejos fálicos (Lacan; 2008g) respecto de la
otra lengua en la configuración de análisis de este tipo. Ello aplica para los analizantes que
en ocasiones se esmeran por apropiarse de la segunda lengua (la lengua del analista)
después de haberla escogido como lengua de tratamiento, justamente por la valoración
previa que se tenía de ella. Tal es el caso de la analizante brasilera que con una metáfora
cabal señalaba a su analista como su “El Dorado”. Lógicamente, la vertiente agalmática de
la transferencia no es la única posible en tanto la transferencia negativa ingenia modos de
manifestarse. No obstante, este elemento será retomado en el siguiente apartado.

Asimismo, las consideraciones sobre la transferencia no son solamente relativas a los


pacientes. Caruso y Tango (1966) advirtieron que este tipo de encuadres podrían opacar la
conducción de la cura cuando ella se manifiesta al modo de los mecanismos propios de la
contratransferencia, específicamente referidos a la sobrecarga del analista (p. 39) o bien

133"
"
respecto de la inseguridad de las interpretaciones (p. 52). Nuestro estudio nos permite
señalar que es preciso que el psicoanalista no pierda de vista las implicaciones de la
inclusión de la segunda lengua sobre su ejercicio, a causa de una sobrevaloración o
degradación de la segunda lengua en sesión, ya que ello puede alterar la orientación de su
escucha.

En suma, detenerse a pensar en la transferencia en este tipo de tratamientos otorga agudezas


que hacen posible reflexionar sobre el emplazamiento de la otra lengua en la sesión
analítica, que cobra forma según el lazo que actualiza ciertas repeticiones, es decir de
acuerdo a la puesta en acto de la realidad del inconsciente (Lacan, 2003).

Continuando con los lineamientos técnicos, otra estación indispensable es aquella relativa a
la interpretación en psicoanálisis que incluyen en su encuadre una segunda lengua como
germen principal de la palabra del paciente o bien del quehacer del analista.

Sin recusar que el entendimiento es una condición mínima para la instalación de un


tratamiento sostenido por la palabra, a fin de hacer posible un mínimo de comunidad de
sentido que permita la comunicación en un psicoanálisis entre dos lenguas, fue preciso
problematizar la interpretación allende a la compresión, ya que ello enriquece la lectura de
procesos analíticos cuya configuración pareciese desencuadrar, manifiesta y decisivamente,
el entendimiento pleno.

Algunos analistas entrevistados han aportado posturas que señalan hendiduras en la


perspicacia del uso del lenguaje en las intervenciones (analista Marina), o irrupciones en el
código lingüístico común, dificultando la creación de un sentido unificado sobre la
enfermedad y la comprensión de la experiencia emocional (Rozensky y Gomez 1983;
Laguzzi, 2014). Sin embargo, consideramos que estas nociones obturan la posibilidad de
emergencia del sujeto del inconsciente, si se pierde de vista que el operar desde la posición
del analista detenta en su estructura precisamente la imposibilidad de una comprensión
plena.

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"
De allí colegimos con relevancia el hecho de que estos tratamientos evidencian -
afortunadamente y de forma más explícita- la necesidad ya advertida por Lacan de
cuidarse de comprender en el trabajo con el material aportado por contenidos inconscientes
(Lacan; 2008j). Es por ello que no es en esta dimensión dónde reside lo problemático de la
labor interpretativa, y no solo en este tipo de tratamientos, sino en cualquiera.

Por el contrario, si bien en términos generales el trabajo interpretativo en tratamientos que


incluyen dos lenguas en su encuadre no presenta mayores diferencias en su operar, si hace
posible dejar en evidencia de forma más contundente elementos sobre la técnica
confrontada con los hiatos de los alcances de la operación analítica en las coordenadas
únicamente simbólicas y del sentido. Precisemos mejor este punto. Lacan (1968) postula
que la experiencia analítica vislumbra diferentes registros que tienen como horizonte
producir efectos en otros niveles que simplemente aquel del discurso. Prueba de ello es la
creciente introducción del registro de lo real en sus conceptualizaciones, marcando el
quiebre con la lingüística -también señalado a propósito del tema que investigamos- ya que
consigna necesariamente la existencia de un lazo que une indisolublemente a la palabra
con el goce (Lacan, 2013b). En el material explorado, exhorta indefectiblemente al
psicoanalista a integrar en la pregunta del trabajo interpretativo en tratamientos entre dos
lenguas, la perspectiva que ubica a su labor ya no en el orden de los efectos del sentido,
sino al modo de una “desandadura” que lo resta gradualmente (Freud, 1992l: Freud, 1992n;
Lacan, 1968; Soler 2013; Rabant, 1994). Este efecto de “agujero” provocado por la
interpretación va en la ruta contraria de alimentar al síntoma de sentido (Lacan, 1977;
Miller, 2009; Soler, 2013; Apartín, 2014) y más bien invita a “que la referencia de la
interpretación deje de ser el lenguaje y lo que surja como fondo sea lalengua” (Salman,
2004).

Por esta razón, resulta importante señalar que los casos conducidos entre dos lenguas
mostraron desde temprano (caso del Hombre de los Lobos) hasta la actualidad (testimonio
de Mauricio) que la operación analítica compromete el abordaje de aquellos resabios
pulsionales contenidos en el uso asemántico de la lengua que usufructúa el inconsciente. Es
por ello que la escansión, el uso del equívoco y del malentendido en sesión sean tan

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"
ilustrativos en tratamientos de este tipo, ya que instalan más llanamente sus maniobras. Así
lo demuestran los casos que exploramos. Por ejemplo, en el caso de Luis el uso de estas
herramientas analíticas favoreció no pasar de recto las implicaciones de estar “amurrado”,
o la escucha atenta de la oscilación del francés al español sobre la variación del nombre
para Mauricio y para Pauline, así como verse exigido a explorar lo relativo a la “Grusha”
del Hombre de los Lobos.

No obstante, estas implicaciones no han sido pensadas solamente al modo de un beneficio


por quienes han explorado la temática. Algunos autores indican que ello podría
implementarse al modo de resistencia, favorecer la racionalización, crear mayor disposición
a la emergencia de los equívocos, fomentar la ambivalencia respecto de las
interpretaciones, entre otros (Kronfeld citado en Caruso y Tango, 1966; Laguzzi, 2014). Se
olvida, precisamente, la valía de la ambigüedad con la interpretación equívoca que
conmueve al síntoma y lo pulsional (Lacan, 2013; Morel, 2012).

En esta línea, el estudio permite corroborar la necesidad de conducir la interpretación en la


clínica entre dos lenguas sin desconocer la faena simbólica ni descuidar la perspectiva de lo
real, ya que ello hace posible estar atentos a la escucha de lalengua en los usos de la lengua
en sesión, considerando que ella (lalengua) “no es otra cosa sino la integral de los
equívocos que de su historia persisten en ella” (Lacan, 2001: 514). Es por ello que el
trayecto rescata que si bien la técnica analítica con la interpretación comporta una
innegable dimensión de construcción simbólica, es siempre preciso que ello nos conceda un
ligero deslizamiento del sentido para la reintroducción de lo pulsional, del goce consignado
en el acto del habla.

Por último, lo que se espera aclarar a partir de esta aproximación respecto de la técnica
analítica en psicoanálisis que oscilan entre dos lenguas, es que la conducción de la cura está
estrictamente fundamentada desde la conceptualización teórica que se hace de la función
productiva del aparato psíquico, y de las perspectivas metapsicológicas que orienten las
reflexiones sobre la noción de la lengua y la consideración de lalengua en su
problematización.

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"
Elementos socioculturales indispensables

Es sabido que la relación e interpelación crítica entre la cultura y el sujeto en la doctrina


psicoanalítica ha sido un asunto una y otra vez abordado desde los comienzos del
psicoanálisis hasta la creciente consolidación de su método y teoría, manteniéndose vigente
en la actualidad. De allí la importancia de no perder de vista que cualquier suceso subjetivo
es al mismo tiempo un asunto social (Freud, 1992q). Siguiendo esta orientación freudiana,
nuestro estudio no solo procuró verificar la importancia de incluir un diálogo disciplinar
para pensar tratamientos psicoanalíticos que incluyen una segunda lengua en la sesión
analítica, sino aún más radicalmente, mostrar el estatuto indispensable del mismo. A decir
verdad, la cuestión sociocultural se presenta como evidencia si se considera que las dos
leguas en cuestión introducen en pleno dos universos sociales y culturales en juego en el
trabajo.

Una primera aproximación general sobre los tratamientos psicoanalíticos entre dos lenguas
es que ellos permiten visibilizar de forma más explícita algunas consideraciones que
debiesen ser tomadas en cuenta en todo tratamiento psicoterapéutico. Hacemos referencia a
que la operación en el marco del dispositivo psicoanalítico no debiese desconocer,
siguiendo a Bourdieu (1992), que todo intercambio lingüístico, principalmente aquel que
incluye agentes con posiciones asimétricas en la distribución del capital simbólico,
“contiene la virtualidad de un acto de poder” (p. 118). Este elemento esta doblemente
expuesto en un psicoanálisis entre dos lenguas, ya que la posición asimétrica está dada
tanto por la diferencia del rol entre analista y paciente, como referida a ambas lenguas
incluidas en el tratamiento.

Con ello, “pretendemos mostrar en que la impotencia para sostener auténticamente una
praxis se reduce, como es corriente en la historia de los hombres, al ejercicio de un poder”
(Lacan, 2008k: 560). Foucault (1984) también formulaba con claridad que la terapéutica
instalaba relaciones de poder, haciendo posible la configuración de dinámicas de
dominación favorecidas por el fenómeno transferencial. De allí que no deba desatenderse el
hecho de que la introducción de una segunda lengua acrecienta determinada distribución

137"
"
del poder simbólico, sujeta a la valorización sociocultural que detentan las lenguas en
cuestión.

Los casos y el material revisado, en su mayoría, demuestran que existen dinámicas que
podrían instalar a la lengua del analista por sobre la lengua de analizado, debido a múltiples
factores de determinación sociocultural e histórica, sumada a elementos transferenciales
(Caso de Sierema, Ruth, Renato).

En estas configuraciones se hace totalmente pertinente retomar los desarrollos de la teoría


postcolonial, ya que sus claves de observación hacen visible que el psicoanálisis mismo
podría configurarse al modo de un dispositivo de reproducción de la problemática colonial
en un nivel lingüístico, e incluso a nivel translinguístico. Ello debido a que su marco de
acción se remite a lo simbólico, siendo este precisamente uno de los perímetros más
importantes en los que el ejercicio de las praxis coloniales tomó lugar. De este modo, los
dispositivos coloniales pueden emplazar el ejercicio de ciertas dinámicas culturales
claramente ilustradas a propósito del uso de la lengua metropolitana como una forma de
dominación cultural, así como los procesos de asimilación por parte del colonizado (Fanon,
2013, Fanon, 2009a; Césaire, 2006). Por ello, si el dispositivo psicoanalítico no considera
estos ejes, puede facilitar que el analista y su lengua se ubiquen en una posición de dominio
soportada por su sistema cultural y las coordenadas facilitadas por la instalación del SsS
(por ejemplo el Dr. Lacan para Sierema). El corolario de aquello, para el analizante, es
asimilar una posición de dominio en el proceso analítico mediante la lengua consignada
como instrumento de intercambio cultural, social y lingüístico.

No obstante, esta configuración no se instala a priori ni mucho menos. De hecho, puede


rotar en dirección contraria. La minoría de los casos da cuenta de que la valoración
sociocultural que se tenga sobre una lengua también puede afectar negativamente a la
instalación de la suposición del saber al analista, en caso de que éste detente la lengua
menos valorada. No obstante, ello no es imposible, de ello da cuenta la atribución del
100% al tratante francés versus el 80% a la tratante chilena sobre su labor terapéutica, en el
caso de Pauline.

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En este sentido, la investigación permite verificar que es importante que el analista
considere las coordenadas en las que se inicia el tratamiento y los ejes de la elección del
tratante, así como de la lengua de tratamiento, y del territorio en el que se realiza el análisis,
ya que en todos los casos examinados han demostrado que estos elementos no son
accidentales y que además pueden llegar a configurar de modo particular la dirección de la
cura. De hecho, la bibliografía señala que sobre lo explorado en la temática del
psicoanálisis entre dos lenguas, este punto pareciese ser el más opaco y menos considerado.
Por ejemplo, Caruso y Tango (1966) enuncian escuetamente la temática colonial sin
detenerse ni remotamente en ella. Ni que decir Mannoni (1950) quien, habiendo
desconocido groseramente las implicaciones sobre las dinámicas coloniales en general,
menos aún las pensó como una posibilidad a instalarse en el dispositivo.

Asimismo, existe un interesante cruce entre la lectura de las probables dinámicas coloniales
en la relación paciente-analista que pueden ser extrapoladas a una dimensión más bien
metapsicológica y técnica. Hacemos referencia a los ejercicios de saneamiento, de
desmaternalización de lalengua tanto desde la intervención analítica como desde las
dinámicas inconscientes propias del paciente. En todos los casos, se trata de una
intervención exógena de lalengua por el significante, su elucubración, sus esfuerzos
civilizatorios formales, que no son signo sino de una violencia ejercida con una
arbitrariedad no sólo semántica y fonológica, sino también cultural.

Desde una aproximación del punto de vista del paciente, conviene recordar lo descrito por
Fanon (2013), Ajari (2011) y Le Breton (2007), a propósito del quehacer con la propia
lengua en una especie de saneamiento y superficial refinación que la aleja de las
coordenadas maternas. Así lo muestra Luis, que buscaba hablar “un español más puro,
menos chileno”, cuando en el uso del chilenismo se encontraba uno de sus matices
sintomáticos. Desde la perspectiva del analista, en este mismo caso ello puede verse
reflejado en la dirección de su intervención, al convertir “amurrado” en “colère froid”;

139"
"
dando cuenta de un claro y violento ejercicio de “alfabetización” [alphabêtise32] por parte
de su analista.

En tal sentido, Coté (2014) nos recordaba que una de las características de lalengua es,
precisamente, su resistencia a los intentos estériles de captura simbólica. De allí que la
colonización del significante por sobre lalengua provoque impasses. Los psicoanalistas no
son ajenos a estas resistencias. De hecho, existen autores que, como Deleuze y Guattari
(1995) habían consignado que Lacan realizó precisamente una “crítica de la lingüística en
nombre del inconsciente mediante la explicitación del vínculo entre el significante y la
organización despótica” (Antonelli, 2014: 18).

En síntesis, estas reflexiones permiten advertir que en el psicoanálisis entre dos lenguas no
se deben perder de perspectiva las reflexiones de Fanon, Césaire, Memmi, Viveiro de
Castro y Bhabha, para distinguir que su encuadre aloja dos lenguas históricas, sociales y
culturalmente disímiles, sumado al conocimiento de que el analista detenta un poder
simbólico propiciado por la alquimia de la trasferencia. Estos autores permiten también
detenerse en las reflexiones en torno a la subalternidad propia de los procesos
colonizatorios, cuyas configuraciones pueden ser extrapoladas al descubrimiento freudiano.
A saber, el inconsciente es siempre subalterno a todos los mecanismos que buscan coartar
sus manifestaciones, “Wo Es war, soll Ich werden” (Freud, 1992u; 74); pero por sobre todo,
lo singular, como aquello que resiste a ser totalizado y cuya resistencia se llama síntoma.

Por ello es preciso evitar que el dispositivo adhiera a las grandes narrativas con las que se
constituyen e institucionalizan procesos de colonización. Lo anterior, si consideramos que
estos tratamientos permiten proporcionarnos de manera más clara el horizonte del
“psicoanálisis como institución social” (Caruso y Tango, 1966: 62). Tal como señaló Lacan
unos años antes de morir, juntando el horizonte sociocultural del análisis y lalengua: “el
análisis es un hecho, es un hecho social al menos, que se funda sobre lo que se llama el
pensamiento, que se expresa como puede con lalengua que se tiene” (Lacan, 1978: s/p).

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32
Unión de alphabet y bêtise en francés, alfabeto y tontería en español.

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Por cierto, la temática del análisis entre dos lenguas pensada desde estas coordenadas,
pudiese nutrirse de muchas más perspectivas y adoptar un horizonte de análisis más amplio
e interdisciplinar. Sin embargo, nunca es vano un esfuerzo para tener en cuenta aquello que
la praxis analítica encierra en un encuadre de cuatro paredes, pero que está innegablemente
situado en un determinado eje histórico, cultural y social. De hecho, Aceituno (2011)
resaltará que “una lectura de lo social desde el psicoanálisis es una tarea siempre
incompleta, siempre insuficiente. Pero que nos ayuda, en el diálogo con otras disciplinas
–y con lo social mismo- a replantear ciertas preguntas que una visión puramente
sociológica, incluso política, no puede establecer, debido a la propia naturaleza de sus
enunciados” (p. 181).

"

141"
"
BIBLIOGRAFÍA

Abraham, N. & Torok, M (1986). The Wolf Man's Magic Word: A Cryptonymy.
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Aceituno, R. & Radiszcz, E. (2014). Psicoanálisis e investigación social: la herencia


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Aceituno, R. (2011). Futuro anterior. Historia, clínica y subjetividades. Santiago: Editorial


Universitaria.

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158"
"
ANEXOS

PAUTA DE ENTREVISTA PSICOANALISTA

Mi nombre es.., La convocatoria de hoy se realiza en el marco de una tesis de investigación


para optar por el grado de Magister en Psicología Clínica de la Universidad de Chile. El
tema en cuestión está orientado a indagar sobre terapias psicoanalíticas en las que el
paciente y el analista no comparten la misma lengua materna, es decir que el tratamiento
lleva a uno de ellos a utilizar una segunda lengua durante el trabajo.

Para su participación voy a entregarle un documento que se llama consentimiento


informado, lo leeremos junto/as y siéntase en la liberta de preguntarme sobre cualquier
duda. (Leer el consentimiento y firma).

En función de lo anterior, me gustaría conocer sus experiencias en tanto psicoanalista que


ha trabajado en los formatos que señalé.

1. Conocer su contexto de ejercicio de la profesión en general.


2. ¿Podría contarme sobre su experiencia de trabajo con pacientes que tenía una lengua
materna distinta a la suya?
3. ¿Es posible especificar dicha experiencia retomando un caso en particular?

Ejes a indagar en el caso:

Contacto inicial

Motivo de consulta

Demanda de trabajo

Encuadre del tratamiento: Duración, frecuencia, explicitación o no del idioma de


conducción

Conflicto sintomático

159"
"
Elementos transferenciales

Dirección de la cura.

Elementos técnicos de operar analítico

Elementos culturales relevantes del caso.

En función de su experiencia con este caso ¿qué apreciación tiene respecto de la


conducción de un tratamiento bajo estas características?

PAUTA DE ENTREVISTA A PACIENTES

Mi nombre es …, La convocatoria de hoy se realiza en el marco de una tesis de


investigación para optar por el grado de Magister en Psicología Clínica de la Universidad
de Chile. El tema en cuestión está orientado a indagar sobre terapias psicoanalíticas en las
que el paciente y el analista no comparten la misma lengua materna, es decir que el
tratamiento lleva a uno de ellos a utilizar una segunda lengua durante el trabajo.
Para su participación voy a entregarle un documento que se llama consentimiento
informado, lo leeremos junto/as y siéntase en la liberta de preguntarme sobre cualquier
duda. (Leer el consentimiento y firma).

En función de lo anterior, ¿Podría contarme sobre su experiencia de trabajo con un


terapeuta que no compartía su misma lengua de origen?

1. Indagar sobre el contexto del inicio del tratamiento.


2. Motivos que gatillan el inicio del tratamiento
3. Elección terapeuta.
4. Elementos del encuadre: Duración, frecuencia, explicitación o no del idioma de
conducción
5. Desarrollo del tratamiento

160"
"
6. Elementos de la historia relevantes para el tratamiento

Banco alternativo de preguntas:

¿Analizarse en una lengua distinta a su lengua madre ha sido relevante o no en el curso de


su terapia?
¿Considera que en la problemática central de su tratamiento, existían elementos vinculados
con su lengua materna?
¿Podría comentar una experiencia en analítica precisa en la que se vean reflejados los
contrastes entre su lengua materna y la lengua en la que se impartía la terapia?
¿Ha existido alguna interpretación o intervención de parte de su analista, en la que ha
estado en juego su lengua materna? ¿Podría precisarla?
¿Hubo alguna ocasión en la que una intervención o interpretación realizada en la segunda
lengua haya sido relevante para usted? ¿Podría detallarla?
¿Ha tenido una psicoterapia en formato habitual? ¿Considera que existen diferencias entre
un psicoanálisis hecho en la lengua materna y uno que no haya seguido este formato?
¿Cree que el hecho de haberse analizado en una lengua distinta a su lengua materna, ha sido
beneficioso o perjudicial para el desarrollo de su análisis?

161"
"
CONSENTIMIENTO INFORMADO PARA EL PARTICIPANTE

Título de la investigación: Psicoanálisis entre dos lenguas. De la resonancia semántica a la


resonancia pulsional.

Investigador/Tesista: Luciana Gabriela Jáuregui Jinés, estudiante de Magister en


Psicología Clínica de Adultos de la Universidad de Chile, Departamento de Psicología;
email:gabrielajauregui@u.uchile.cl Tel: +569 588 90 7 92.

Profesor Guía: Dr. Esteban Radisczc Sotomayor

Asesor Metodológico: Dra. Svenska Arensburg Castelli

En el marco del programa de Magister en Psicología Clínica de Adultos de la Universidad


de Chile, se está llevando a cabo una tesis que busca indagar sobre los procesos analíticos
que son llevados a cabo en lenguas distintas a las lenguas de origen de los pacientes. Si
usted acepta participar de este estudio, deberá responder a las preguntas que le hará el
entrevistador/investigador referidas a su experiencia al respecto. La entrevista tendrá una
duración aproximada de 90 minutos y será grabada en audio.

Antes de aceptar participar, le pedimos que lea atentamente los siguientes apartados
generales:

. Su participación en este estudio es voluntaria: no podrá obtener beneficios


materiales o financieros derivados de éste.
. Podrá pasar por alto las preguntas que no quiera responder o retirarse en el
momento que desee sin tener que alegar ninguna razón.
. Los datos tienen estricto carácter confidencial. Toda información proporcionada
será utilizada para propósitos exclusivamente académicos y conocida sólo por
investigadores. Las sesiones serán grabadas por medio de audio y luego transcritas
para el procesamiento y análisis de la información. El investigador, profesor guía y
asesor metodológico, se comprometen al resguardo de los datos.

162"
"
. Su identidad no será revelada y las publicaciones que deriven del estudio se harán
de forma que no sea posible identificar la fuente de información.
. El investigador/entrevistador está dispuesto a responder a sus preguntas
concernientes a este estudio, incluyendo el desarrollo de la entrevista, el objetivo de
estudio o los resultados de éste, siempre y cuando esto no entre en conflicto con el
compromiso de confidencialidad con respecto a los datos de otros interlocutores.
. Podrá solicitar tener acceso al estudio una vez que éste haya sido publicado. Para
esto basta con contactar al investigador, sin necesidad de dar ninguna justificación.

EXPRESIÓN DEL CONSENSO PARA PARTICIPANTES EN EL ESTUDIO

He sido consultado por Luciana Gabriela Jáuregui Jinés sobre mi participación en el estudio
que investiga que sucede en terapias de orientación psicoanalítica hechas en lengua no
materna. Esta página me fue leída, he entendido su contenido y estoy dispuesto a participar
en el estudio “Aproximaciones hacia una clínica de lalengua: Cuando el psicoanálisis se
realiza en lengua no materna”.

Con mi firma acepto la participación voluntaria en este estudio. Una copia de este
consentimiento me será entregada.

………………………………………………………………………………………………

Nombre, número de documento y firma del participante

Fecha:

163"
"
DECLARACIÓN DE CONSENSO INFORMADO

Declaro haber explicado atentamente los objetivos y la naturaleza de este estudio al


participante arriba mencionado, en un lenguaje apropiado y comprensible. El/la participante
ha tenido la posibilidad de discutir conmigo todos los detalles. He respondido a todas sus
preguntas y dudas y ha aceptado participar en el estudio.

………………………………………………………………………………………………

Nombre, número de documento y firma del investigador

Fecha:

164"
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