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-Pichón Riviere, E. (1985). Aportaciones a la didáctica de la Psicología Social. En El proceso grupal. Del
psicoanálisis a la Psicología Social. Buenos Aires: Nueva Visión.
-Fernández, A. (1989). Cap. I El vocablo grupo y su campo semántico. Cap. VII. El nudo grupal, en El
campo grupal. Notas para una genealogía. Buenos Aires: Nueva Visión.
Caracterización de la escuela
La escuela de la psicología social se define como una institución entrada en el aprendizaje y
fundamentada en un esquema conceptual referencial y operativo en elcampo de la psicología social.
El esquema conceptual referencial y operativo
Caracterizamos al ECRO como conjunto organizado de nociones y conceptos generales,teóricos, referidos a
un sector de lo real, a un universo del discurso, que permite una aproximación instrumental al objeto particular
concreto. Este ECRO y la didáctica que lo vehiculiza, están fundados en el método dialéctico.
El método dialéctico por el que se desarrolla la espiral del conocimiento implica un tipo deanálisis que devela
los principios opuestos, las tendencias contradictorias, fuentes configuradoras de la dinámica de los procesos.
Psicología social
La psicología social a la que apuntamos se inscribe en una crítica en la vida cotidiana. Abordamos al sujeto
inmerso en sus relaciones cotidianas. Tiene objeto de estudio el desarrollo y transformación de una relación
dialéctica, la que se da entre estructura socialy fantasía inconsciente del sujeto asentada sobre sus relaciones
de necesidad.
Para nosotros el ser humano es un ser de necesidades que solo se satisfacen socialmente en relaciones que
lo determinan. El sujeto no es solo un sujeto relacionado, es un sujeto producido en una praxis. No hay nada
en el que no sea la resultante de la interacción entre individuo, grupos y clases.
La psicología social como disciplina indaga la interacción en sus 2 aspectos, ínter subjetivo (grupo externo) e
intra subjetivo (grupo interno), es significativa, direccional yoperativa. Su punto de partida es una práctica.
La didáctica
Que postulamos emerge del campo mismo de la psicología social. Denominamos didáctica a una
estrategia destinada no solo a comunicar conocimientos (tarea informativa) sino básicamente a
desarrollar aptitudes y modificar actitudes (tarea formativa)
Nuestra didáctica, puede ser caracterizada como núcleo básico, interdisciplinario y grupal,instrumental
y operacional.
Núcleo básico: El aprendizaje va de lo general a lo particular.
Interdisciplinaria y grupal: lo interdisciplinario esta aquí considerado en dos niveles: uno ya ha sido
mencionado y estaría dado por los aportes que de distintasdisciplinas se integran en el ECRO en la
medida en que resultan pertinentes al esclarecimiento del objeto de estudio. El otro sentido de lo
interdisciplinario estaríarelacionado con el sentido de la búsqueda de la mayor heterogeneidad posible
en términos de edad, actividad, formación, sexo, en la composición de los grupos quedeberán
reelaborar la información. La heterogeneidad apunta a la ruptura de los estereotipos en la modalidad de
aproximación al objeto de conocimiento, estereotipos que por carencias de confrontación suele
potencializarse en los grupos homogéneos.
Instrumental y operacional: Como estrategia de formación en psicología social tomamos como punto de
partida la ubicación del sujeto, su inserción en un campoespecifico (la situación grupal)
La noción de aprendizaje
Se vincula íntimamente con el criterio de adaptación activa a la realidad, a través de loscual explicita la ideología
que sustenta esta institución.
Aprender es realizar una lectura de la realidad, apuntamos a una lectura que impliquecapacidad de
evaluación y creatividad (transformación de lo real)
Esta concepción del aprendizaje como praxis, como relación dialéctica, nos lleva necesariamente a postular
que el enseñar y el aprender constituyen una unidad, que deben darse como proceso unitario, como continua
y dialéctica experiencia de aprendizaje en la cual el rol docente y el rol alumno son funcionales y
complementarios.Nuestro instrumento de trabajo, el grupo operativo. Supuestos teóricos
Definimos al grupo como el conjunto restringido de personas ligadas entre si por constantes de tiempo y
espacio y articuladas por su mutua representación interna, que sepropone en forma explicita o implícita una
tarea de constituye su finalidad.
La técnica operativa
Se basa por estar centrada en la tarea. Toda situación de aprendizaje, genera en los sujetos dos miedos
básicos.
A) Miedo a la pérdida del equilibrio ya logrado en la situación anterior.
Tanto el termino francés groupe, como el castellano grupo, reconocen su origen en el término italiano
groppo o gruppo. Gropo aludía a un conjunto de personas esculpidas o pintadas, pasando hacia el siglo XVIII
a significar reunión de personas, divulgándose rápidamente su uso coloquial.
Pareciera ser que una de las primeras acepciones del término italiano groppo, antes de llegar a hacer reunión
o conjunto de personas era nudo. Derivaría del antiguo provenzal grop=nudo; este a su vez derivaría del
germano Kruppa=masa redondeada, aludiendo a su forma circular (en el sentido de reunión de personas que,
retomando una antigua tradición celta, daría idea de círculo de iguales).
El vocablo grupo surge en el momento de constitución de la subjetividad moderna. Su epistemología refiere
un número restringido de personas asociadas por un algo en común. Se destacan dos líneas en tal rastreo
etimológico: la figuración nudo, que sugiere interrogación sobre qué es lo que se hace nudo y lleva implícitos
necesarios enlaces y desenlaces entre sus integrantes, y la figuración círculo, que remite a las formas de
intercambio que se producen entre los miembros de tales grupos.
Con la figura nudo, se intenta subrayar los anudamientos-desanudamientos de subjetividades, los enlaces-
desenlaces diversos, puntuales, simultáneos, fugaces o duraderos, de subjetividades que se producen en los
acontecimientos grupales. En este sentido, preguntarse por la especificidad de lo grupal es abrir
interrogación por las particularidades de tales anudamientos cuando se constituyen en lo que se ha dado en
llamar pequeños grupos. Anudamientos-desanudamientos que por organizarse entre un conjunto numerable
de personas cobrarán características diferenciales con respecto a otras formas de enlaces sociales tales como
grupos amplios, masas, duplas, etcétera.
El vocablo grupo, en su acepción actual, se produce en aquel momento histórico que vuelve "necesaria" tal
palabra para la producción de representaciones del mundo social. Su nominación vuelve visible una forma de
sociabilidad que con la modernidad cobre la suficiente relevancia en las prácticas sociales, como para generar
una palabra específica. La aparición de este vocablo se inscribe en el complejo proceso de transformaciones
tanto de las formas de sociabilidad, de las prácticas sociales y de las subjetividades, como de nuevas
figuraciones que los actores sociales darán a las "representaciones" que construyen del mundo en que viven.
Hablar de “nudos teóricos” implica pensar a los grupos como campos de problemáticas, de enlaces y
desenlaces de subjetividades, que tienen anclaje institucional y donde los significantes sociales son fundantes
del sujeto.
Enfoque transdisciplinario para una teorización de lo grupal.
Elucidación crítica. Cuerpos teóricos como “cajas de herramientas” de ser probadas en conexiones
múltiples, locales y plurales.
Desdisciplinar las disciplinas, para un desdibujamiento de los perfiles de profesionalización.
Éste movimiento de atravesamiento de distintas áreas de saberes, implica:
- Poner en crisis zonas de máxima evidencia.
- Constitución de redes de epistemología crítica.
- Pluralismo en las prácticas.
Doble movimiento de la teoría de los grupos.
a) Especificidad de lo que acontece en el grupo.
b) y de inscripciones más abarcativas.
Contrario a la Epistemología Convergente de Pichón-Riviere, que aspira a que todas las ciencias del hombre
funcionen como una unidad operacional, los criterios transdisciplinarios critican las totalizaciones, buscando
articular lo uno y lo múltiple.
Especificidad de lo grupal los enlaces identificatorios presentes en todo fenómenos colectivo, adquieren
características propias cuando se dan en un número numerable de personas.
La identificación tiene una doble dimensión constitutiva (lazo colectivo y sujeto). Gracias a la distribución
circular, que hace posible una particular organización de los intercambios, surge la organización de redes
identificatorias y transferenciales (resonancia fantasmática). Todo lo anterior constituye una primera
formación grupal y hace del grupo un nudo.
A partir de entonces un grupo inventa sus propias formaciones (ilusiones, mitos y utopías), significaciones
imaginarios que sostienen sus prácticas. Operan como cristalizaciones en la producción de múltiples sentidos.
Es desde la dimensión de lo ilusorio donde se producen dichas significaciones imaginarias que organizan-
desorganizan el colectivo.
Sin embargo, la autora enfatiza que nada de lo común es homogéneo (tensión singular-colectivo).
|
Imaginario social conjunto de Imaginario grupal inventan un
significaciones por las cuales un | conjunto de significaciones, propias y
colectivo se instituye como tal. Inventa singulares; tributarias de las
sus formas de relación social, sus | significaciones imaginarias
modos de contrato y sus figuraciones | institucionales y de la sociedad que las
subjetivas. Incluye significaciones atraviesan.
organizadoras de sentido. |
|
“El grupo es hablado por el argumento del drama social” El contexto (realidad externa) es el texto del
grupo.
Con-texto: aquello que va con el texto, que lo rodea.
Texto: alude a las formas propias que el grupo construye, tiene un poder generador de sentidos.
Dimensión institucional normativiza enunciados pertinentes para la sociedad, autorizando y excluyendo
otros. Una institución es una red simbólica socialmente sancionada, donde se articulan componentes
funcional e imaginario.
Con respecto a la coordinación
- Función interpretante: tiene como requisito la renuncia a la certeza, puntuación interrogante e
intervención interpretante.
- No hay escena escondida: está todo en el acontecer, los elementos laten-insiste en el texto
grupal.
UNIDAD 5:
IMAGINARIO SOCIAL
El autor que ha inaugurado la teorización de este campo de problemas es Cornelius Catoriadis. Esta noción
delimita el dominio de lo histórico-social como un campo especifico de problemas que se propone superar el
dualismo individuo/sociedad y las territorializaciones disciplinarias con las que el pensamiento clásico ha
abordado estas cuestiones.
La noción de imaginario social alude al conjunto de significaciones por las cuales un colectivo se instituye
como tal; al mismo tiempo que construye sus relacione sociales-materiales y delimita sus formas
contractuales, instituye también un universo de sentido.
Las significaciones imaginarias sociales, en tanto producciones de sentido, en su propio movimiento de
producción inventan –imaginan- el mundo en el que se despliegan.
Doble dimensión del Imaginario Social:
Efectivo. Conservar lo instituido. La unidad de una sociedad (subjetividad colectiva) se mantiene por
la consolidación y reproducción de sus producciones de sentido. Mitos sociales. Aquellos conjuntos
de significaciones que consolidan lo establecido. Mantiene unida a la sociedad.
Radical. Potencial instituyente de transformación, génesis de sentido (la producción de nuevos
sistemas de significación, producciones de sentido, sentido organizador). Permite la irrupción de
nuevos organizadores de sentido. Capacidad de autoalteracion de lo histórico-social en virtud de la
potencialidad de los colectivos humanos de inventar nuevos universos de sentido. Producción de
utopías. Da cuenta de la existencia de deseos que no se anudan al poder, que desordenan las practicas,
desdiciplinan los cuerpos, deslegitiman sus instituciones y en algún momento instituyen nueva
sociedad.
Las significaciones son imaginarias porque están dadas por creación o invención, y son
sociales porque sólo existen siendo objeto de participación de un ente colectivo o anónimo.
Desmentida de
Trabajar con tensiones dilemáticas
una realidad
(singular-colectivo e identidad-
insoportable.
diferencia) supone poder diferenciar
Indagar el problema de poder en los grupos: cuándo los sistemas de creencias
anulan la singularidad y cuándo la
- Interrogación de las naturalizaciones inscriben y da sentido en una
(problematizar lo impensado, lo obvio).
- Indagar los deslizamientos de sentido.
- Aspectos denegados o silenciados de formaciones discursivas recurrentes.
- Coordinación atenta a formas narrativas totalizadoras o esencialistas de los discursos en grupo.
- Sería pertinente localizar en un grupo cuándo se están produciendo consensos a través de alguna forma
de violentamiento de singularidades y cuándo son acuerdos de significación o de acción que se realizan
sin masificar. Porque no todo consenso violenta; habría que indagar como cada integrante participa
desde su sentido singular, desde su forma propia de implicación en una significación colectiva.
El desorden social aparece cuando aparecen nuevos organizadores de sentido.
Ideología NO es sinónimo del Imaginario Social según Castoriadis la ideología es la “elaboración
racionalizada y sistematizada de la parte manifiesta explicita de las significaciones imaginarias sociales que
corresponden a una institución dada de la sociedad o al lugar o las miras de una determinada capa social
dentro de esa institución”. Ésta “debe hacerlo todo explicito, transparente, explicable y racionable, al mismo
tiempo que su función consiste en ocultarlo todo”. Agrega, la ideología como “el conjunto de ideas que se
relacionan con una realidad no para esclarecerla y transformarla sino para verla y justificarla en lo
imaginario y que permiten a la gente decir una cosa y hace otra y parecer distintos de lo que son”.
(Castoriadis, 1988)
Por ende, la ideología sería un modo de organización propio de un periodo histórico, de una parte de sus
significaciones.
Para Castoriadis. “psique” e “histórico-social” son polos mutuamente irreductibles.
Foucault sostiene que para comprender cómo funcionan las relaciones de poder es necesario distinguir y
articular tres conceptos diferentes: las relaciones de poder propiamente dichas, las relaciones de dominación,
y en medio de ambas las técnicas de gobierno.
Lo que Foucault comprende por relaciones de poder es que son sencillamente relaciones diferenciales entre
fuerzas. En una relación de poder hay una asimetría entre las fuerzas que están en juego, pero está asimetría
no es necesariamente negativa, porque efectivamente no es posible presuponer una igualdad entre las fuerzas:
ninguna fuerza singularmente considerada es igual a otra, cada fuerza es diferente, y la relación entre la fuerza
es diferente.
En todas las relaciones humanas y relaciones de poder; estas relaciones se caracterizan por el hecho de que
una de las fuerzas en juego quiere conducir a la otra.
Estas relaciones se caracterizan por ser móviles, reversibles y siempre pueden ser modificadas.
Siempre hay libertad en las relaciones de poder. Hay que poner presuponer que los individuos con los que se
entra en esta clase de relaciones son libres, pero en una cierta forma de libertad, y la libertad puede cambiar
según los tipos de relación.
La relación de poder es distinta de la violencia. En la violencia no hay libertad. La violencia trata los otros
como objetos y puede destruirlos.
Una relación de poder es una relación asimétrica, lo cual significa que una diferencia de fuerza entre A y B
y no una situación "mala" desde el punto de vista moral, sino una situación de hecho. En estos términos, una
relación de poder es diferente de una relación de dominación. En las relaciones de dominación no puede
invertirse la relación de poder que así se establece.
¿Cómo se pasa de las relaciones de poder a las relaciones de dominación? A través de las técnicas de
gobierno, las cuales son tecnologías humanas de control y organización de estos tipos de relación, que
tienen grados de libertad, y el propósito de estas tecnologías es transformarlas y reducirlas a relaciones de
dominación.
Foucault dice que las relaciones de poder son juegos estratégicos. Ejercer el poder sobre otro es un juego
estratégico abierto en el que las cosas pueden invertirse. Hay que pensar las relaciones de poder como juegos
estratégicos entre libertades.
Las técnicas gubernamentales son técnicas que conciernen al modo en que es posible, por ejemplo, gobernar
a los niños, a las mujeres, a las instituciones, y también gobernarse a sí mismo.
Foucault dice: "Me parece que es preciso distinguir las relaciones de poder entendidas como juegos
estratégicos entre libertades en los que unos intentan determinar la conducta de otros y a lo cual los otros
responden tratando de no dejarse determinar o intentando a su vez determinar la conducta de otros,
distinguirlas -digo- de los estados de dominación".
El poder definido como la capacidad estructurar el campo de acción del otro, de intervenir en el ámbito de
las acciones posibles del otro; el poder es un modo de acción sobre sujetos actuantes, sujetos libres en la
medida en que son libres.
Una relación de poder se articula sobre dos elementos indispensables:
1) Que el otro, aquel sobre quién el poder se ejerce, sea reconocido y mantenido hasta el final como sujeto
de acción.
2) Que el ejercicio de ese poder abra un campo de respuesta, de reacciones, defectos y de invenciones
posibles.
Que los sujetos sean libres significa que siempre tiene la posibilidad de cambiar la situación.
Relaciones de dominación: son aquellas relaciones asimétricas y móviles que toda relación social contiene
que se cristalizan, pierden la libertad, la fluidez y la reversibilidad de las relaciones estratégicas.
La social está determinado por relaciones estratégicas que apuntan en todas direcciones.
No hay que partir del Estado tal y como está constituido, hay que situarse fuera del Estado. El Estado de
implica de relaciones de poder constituidas, pero hay también relaciones que tienen esta posibilidad de
libertad. Foucault sostiene que hay que partir de allí y no del Estado, y tratar de ver como esas relaciones que
tienen siempre un margen de libertad están institucionalizadas en el Estado.
Foucault sostiene, al igual que Nietzsche, que la fuerza A y la fuerza B son a su vez resultados de la relación,
son producidas en medio de sometimiento, de modo que habría que hacer una ciencia social de la relación, así
como hay una filosofía social de la relación.
¿Cómo funcionan éstas relaciones de poder dentro y fuera del Estado?
Foucault parte de la multiplicidad de relaciones de poder, relaciones que son muy difusas: las relaciones
hombre-mujer, médico-enfermo, profesor-alumno, padre-hijo, y así sucesivamente. El Estado se constituye
como una capacidad de intervenir en estas relaciones y de crear con ellas y las instituciones, justamente a
través de las tecnologías gubernamentales.
La relación entre economía y política se resuelve, según Foucault, mediante técnicas y dispositivos que no
provienen ni de la política ni de la economía. Es decir que el funcionamiento de la relación entre economía y
política derivada de una racionalidad exterior a ellas y que Foucault denomina el "gobierno de los hombres",
o sea las técnicas de gobierno: el gobierno y las tecnologías humanas que el Estado moderno heredó de la
pastoral cristiana y que el liberalismo desvío, modificó, enriqueció y convirtió de "gobiernos de las almas" en
gobierno de los hombres.
Gobernar puede significar o traducirse en lo siguiente: cómo dirigir la conducta de otros. Gobernar es ejercer
una acción sobre acciones posibles. Foucault había hablado a menudo de "gobierno" para explicar los
dispositivos de regulación y control de los enfermos, de los pobres, de los delincuentes, de los locos, pero lo
que es interesante en los cursos que aplique esta teoría del gobierno para explicar la relación entre economía
y política. Pues bien, ¿por qué esta relación entre economía y política se torna tan problemática a mediados
del siglo XVIII?
El arte de gobernar debe ejercerse sobre un territorio y sobre sujetos de derecho (esa es la definición de la
política en sentido clásico). Pero este espacio está habilitado desde el siglo XVIII por sujetos económicos que
no tienen derechos sino que tienen intereses. El hombre económico y el sujeto de derecho dan lugar a procesos
de constitución absolutamente heterogéneos.
El sujeto de derecho se integra al conjunto de sujetos de derecho por una dialéctica de la renuncia, o bien de
la cesión de derechos. La constitución política supone en efecto que el sujeto jurídico renuncia a su derecho y
que lo transfiera a otro.
Por el contrario, el hombre económico se integra a los otros hombres económicos, es decir, a los procesos de
constitución económica, por una multiplicación espontánea de los intereses y no por una transferencia de
derechos: es preservando en su interés egoísta como hay multiplicación y satisfacción de las necesidades de
todos.
Tres soluciones distintas se le han dado al problema de la relación entre economía y política:
- Para Hannah Arendt, la economía política introduce la necesidad, el interés privado, en el espacio
público.
- Para Carl Schmitt, la lógica de la economía política entre un factor de despolitización y de
neutralización de lo político.
- Para Marx, la división entre la burguesía (sujeto económico) y los ciudadanos (sujetos de derechos)
una contradicción que hay que interpretar de manera dialéctica. La relación de burgueses y ciudadanos
es proporcionar la relación de estructura y sub-estructura. Según dicho autor, la realidad de las
relaciones de producción, consiste en elevarse a los cielos de la política mistificándolos; en cambio, la
revolución proletaria y comunista es la promesa de reconciliación de este mundo dividido.
- La solución propuesta por Foucault es completamente diferente a las anteriores. En primer lugar,
Foucault afirma que la relación entre estos diferentes ámbitos no puede ser llevada a una síntesis, a
una unidad. En segundo lugar, Foucault dice que ni la teoría económica, ni la teoría jurídica, ni la ley
del mercado son capaces de conciliar esta heterogeneidad. Es preciso para ello un nuevo ámbito, un
nuevo plano de referencia, que no será ni el conjunto de los sujetos de derecho, ni el conjunto de los
sujetos económicos: unos y otros serán gobernables solamente si se define ese nuevo ámbito. Hay un
riesgo, dice Foucault: que la gobernabilidad de estos dos elementos llegue a contradicciones; por un
lado del arte de gobernar económicamente y por otro el arte de gobernar jurídicamente. Foucault dice
que el liberalismo inventa una técnica que trata de resolver esta contradicción, justamente una técnica
de gobierno que se ejerce sobre un nuevo plano que Foucault llama unas veces la sociedad civil, y
otras de manera más simple la sociedad o lo social. El nacimiento de las ciencias sociales está ligado
a este nuevo plano.
Por ende, para gobernar esta heterogeneidad aparece un nuevo ámbito denominado la "sociedad civil", a partir
del cual Foucault introduce un punto de vista diferente de los que conocemos respecto a la historia del
capitalismo. Pues bien, según Foucault, hay un problema: la sociedad civil o lo social no es, en este contexto,
el espacio en el que se fabrica la autonomía de los individuos con relación al Estado, sino a lo que hace parte
de las tecnologías modernas de gobierno. La sociedad civil no es en realidad un espacio autónomo, como
frecuentemente se cree, sino una técnica de gobierno. En el entrecruzamiento de estas tres problemáticas
(economía, política y técnica de gobierno) se constituye el liberalismo. En consecuencia, para Foucault el
liberalismo no es en principio una teoría económica ni una teoría política, sino un arte de gobernar que asume
el mercado como una manera para hacer inteligible la sociedad.
Foucault dice que existen fundamentalmente dos tipos de técnicas de gobierno: las técnicas disciplinarias y
las técnicas de seguridad. En realidad, y para ser más preciso, hay tres tipos de tecnologías de gobierno:
Las técnicas de soberanía.
Las técnicas disciplinarias.
Las técnicas de seguridad.
En cualquier caso, Foucault sostiene que estos tres dispositivos o técnicas de gobierno no deben comprenderse
de manera sucesiva, sino que más bien ellas coexisten, sólo que en las distintas épocas hay siempre una qué
prima con relación a las otras.
Distinción entre disciplina y seguridad
Disciplina Seguridad
Encierra Garantiza la circulación
Fija límites y fronteras Permite
Impide Incita
Limita la libertad Favorece
Centrípeta Solicita
Concentra Productora de libertad
Centrífuga (porque lo que hace es ampliarse
para integrar incesantemente nuevos
elementos en el arte de gobernar)
Nos enfrentamos entonces a dos técnicas que producen dos tipos de normalización diferentes. A partir de estas
técnicas se ve claramente cómo funciona la sociedad contemporánea. La disciplina distribuye los elementos a
partir de un código, de un modelo, de una norma que determina lo que está permitido y lo que está prohibido,
lo que es normal y lo que es anormal. Por el contrario, la seguridad produce por una gestión diferencial de la
normalidad y del riesgo, traza una cartografía de esta distribución de diferencias, y la operación de
normalización consiste en poner a jugar los diferenciales de normalidad los unos con relación a los otros.
El hecho de que las técnicas de seguridad se hayan vuelto tan importantes no significa que las técnicas
disciplinarias hayan desaparecido. También puede haber un aumento de las técnicas disciplinarias.
- ¿Hay subordinación del espacio respecto al tiempo en la sociedad de control?
Foucault afirma que hay una diferencia fundamental entre seguridad y disciplina, puesto que la seguridad
interviene sobre el acontecimiento, es decir que interviene sobre el tiempo, sobre lo que está sucediendo. En
el régimen disciplinario el control del espacio se da mediante lo que Foucault llama el encuadramiento, y el
poder se ejerce sobre el individuo, sobre su cuerpo, se regulan los gestos del individuo de una manera
disciplinaria, o sea que se regula el tiempo.
Foucault decía que el poder es una acción sobre las acciones posibles, pero ahora ya no se actúa sobre el
cuerpo del individuo, sino sobre la acción del individuo, y sin duda esto es muy diferente; porque cuando se
trata de la acción, el individuo no es el origen absoluto de la acción; por consiguiente, se interviene sobre todo
una serie de elementos que determinan la acción.
De modo que tenemos dos procesos de sometimiento que son completamente diferentes:
La técnica de seguridad es una técnica que, al ejercerse sobre las cosas que están sucediendo, deja que
las cosas se desarrollen, se desenvuelvan.
En la técnica disciplinaria se predetermina el tiempo y el espacio; un espacio cerrado y se actúa sobre
un cuerpo que está en el interior de ese espacio.
Tenemos la impresión de ser más libres en la sociedad de seguridad que la sociedad disciplinaria. Sin embargo,
Lazzaratto considera que lo fundamental es que, en los procesos sociales, ya no se interviene para bloquearlos,
encerrarlos, fijarlos, delimitarlos. Más bien se los tomas tal cual, no decimos sin son buenos o malos, se trata
de una cartografía de lo que pasa. Ahora bien, después de hacer esta cartografía, se interviene dentro de lo que
sucede para jugar con los componentes de lo que sucede, de modo que tenemos aquí una técnica de gobierno
totalmente diferente.
- ¿Existen técnicas de comunicación disciplinarias y técnicas de comunicación de control y seguridad?
Hoy en día hay cincuenta centros de información, y la censura ya desapareció. Quizás haya otras maneras de
censurar, pero ya no hay un Ministro que pueda censurar. Lo cual no quiere decir que seamos más libres que
antes, simplemente las formas de control de la información son diferentes.
UNIDAD 6
Textos:
- Paulín, H. (2018). Prejuicio y discriminación: algunas claves de lectura en Psicología Social. (Inédito).
- González Pérez, M. (2011). La teoría de las representaciones sociales medio siglodespués.
- Páez, D., y Pérez, J. (2020). Representaciones sociales del COVID-19. International Journal of Social
Psychology. (AL FINAL DEL RESUMEN)
- Rodríguez Salazar, T. (2007) Sobre el estudio cualitativo de la estructura de las representaciones
sociales 157-190 en Rodríguez Salazar, T. y García Curiel M. (coordinadoras) Representaciones sociales.
(((FALTA)))
Paulín, H.
G. Allport y el prejuicio como una actitud negativa hacia una etnia.
Prejuicio negativo una actitud suspicaz u hostil hacia una persona que pertenece a un grupo, por el simple
hecho de pertenecer, a la que se le presumen las mismas cualidades negativas que se adscriben a todo el grupo.
El prejuicio no sólo debe ser entendido como actitud negativa, es decir sentimiento de rechazo, antipatía y
hostilidad, sino que también es un constructo que combina actitudes y creencias.
El prejuicio en acción constituirá la discriminación.
Albert propone un modelo de etapas o grados de la discriminación entendida como "acción negativa".
- Hablar mal, como acción hostil moderada.
- La evitación del contacto social. Posteriormente se pasa la segregación, como la tarea de excluir a
todos.
- Finalmente, el ataque físico y el exterminio.
Enfatiza los aspectos cognitivos del prejuicio como problema “psi”, más allá de las referencias culturales,
descentra el análisis relacional.
A través de la racionalización (creencias) se da la consolidación de la actitud negativa.
El prejuicio en acción constituirá la discriminación (acción negativa).
Cierta distancia social y cultural con el grupo objeto de prejuicio, construye una generalización categórica
excesiva. Esto es un modo de pensamiento, para la adaptación rápida.
Concepciones erróneas ≠ prejuicios, que son una antipatía apoyada en una generalización imperfecta e
inflexible.
Aportes centrales:
- El hombre tiene una propensión natural al prejuicio. Es argumentada a través de la tendencia
humana la categorización en tanto capacidad del pensamiento de realizar generalizaciones, nociones y
conceptos con relativa simplificación de su mundo de experiencia. Analiza la categorización tanto en
términos racionales como racionales y alega que los nuevos siempre se aloja primero en esquemas y
estructuras viejas, es decir, aquellos agrupamientos de categorías y conceptos construidos en la
socialización.
- La formación de una personalidad prejuiciosa. Se caracteriza por un sentido de ambivalencia hacia
los padres, rigorismo moral, tendencia a la dicotomización en el pensamiento, necesidad de definición
constante, el externalismo, el autoritarismo en tanto característica de adhesión a liderazgos que
aseguren el control de los riesgos y una profunda desconfianza de los seres humanos, y el
institucionalismo ya que serían personas que se aferran llaman el orden social porque se sienten seguras
en las instituciones. El caso extremo es el Patriotismo como máscara que cubre el prejuicio cuando la
nación se termina convirtiendo en el endogrupo queda total satisfacción a las necesidades de la
personalidad prejuiciosa.
Por el contrario, se encuentra la “personalidad tolerante” que supone una capacidad empática qué
consiste en poder ubicarse en una posición comprensiva del otro a diferencia de la persona que por su
inseguridad recurre estereotipos, la auto comprensión como capacidad de autoconocimiento, y la
intropuntividad como contraria la externalización de culpas y la proyección en los demás de los
aspectos críticos de sí mismo. Y, por supuesto, la tolerancia la ambigüedad como rasgo psicológico
general que explica cierta seguridad personal frente a los demás.
- Proponer políticas y acciones a favor de reducir las tensiones entre grupos (evitar la exclusión).
Analiza los argumentos a favor y en contra de sancionar leyes anti racistas concluyendo que son muy
importantes pero que no aseguran una mejora en las relaciones por sí solas y que tiene un efecto sólo
indirecto en la reducción del prejuicio social.
En cambio, sostiene que las leches que habitan la exclusión de vivencia, educación, trabajo, etcétera,
al sancionar las prácticas discriminatorias provocarían que se eleve el nivel de la vida de las minorías
y entonces el círculo vicioso de la discriminación se revertiría hacia atrás incidiendo en la generación
de mayores intercambio y amistades interétnicas y cierto modificación del pensamiento prejuicioso.
Jodelete propone una definición general: El concepto de representación, social designa una forma de
conocimiento, es el saber del sentido común, cuyos contenidos manifiestan la operación de procesos
generativos y funcionales socialmente caracterizados. En sentido más amplio, designa una forma de
pensamiento social. Las representaciones sociales constituyen modalidades de pensamiento práctico
orientadas a la comunicación, la comprensión y el dominio del entorno social, material e ideal.
En 1961 Moscovici crea el concepto híbrido de “representación social” (concepto psicosocial), retomando y
modificando el concepto “representación colectiva” de Durkheim, el cual refería a un proceso cultural de larga
duración y difícilmente modificable. A diferencia de este concepto planteado por Durkheim, las
representaciones sociales son móviles, conforman sistemas de pensamientos grupales, poseen plasticidad y
son construidas y compartidas socialmente.
Esta realidad cambiante es una característica de la sociedad actual en la que intervienen los medios de
comunicación y las nuevas tecnologías cuyos mensajes influyen de manera incesante y masiva. Ahora los
individuos sociales poseen múltiples identidades y pueden cambiar de manera intempestiva sus pertenencias
grupales, integrando y desintegrando nuevas colectividades.
La teoría de las representaciones sociales se enfoca a entender las características del medio comunicativo, de
las interacciones sociales entre los individuos y la forma como se construye el conocimiento grupal en la vida
cotidiana.
Dicha teoría toma aportes de Piaget (estudiar la estructura intelectual) y de Freud (acceder a representaciones
interiorizadas).
Es una teoría que posee fundamentos sólidos, ya que es heredera de las tradiciones más importantes de
investigación de las ciencias sociales: del marxismo al psicoanálisis, y de la epistemología genética al
interaccionismo simbólico.
Para dicha teoría el sujeto es un ser social que posee distintas pertenecías grupales, diversas identidades
sociales y que desempeña un papel activo en la construcción de su realidad social.
Una definición operacional del concepto sería perjudicial para la teoría, sin embargo “no encasillar” el
concepto puede provocar ambigüedad e incertidumbre.
Las representaciones sociales se construyen a través del sentido común (una forma de conocimiento en el que
todas la personas expresan sin contraprisas las ideas que le vienen en gana, hace uso de sesgos interpretativos,
percepciones selectivas, reducciones categoriales y de atribuciones de causalidad, entre otras), que se genera
mediante una actividad comunicativa específica, donde los grupos dotan de sentido a la realidad social.
Representación de un objeto + representación de un sujeto = representación social
Son modalidades de pensamiento práctico: comunicación, comprensión y dominio del entorno social, material
e ideal, por ende, juegan un papel muy importante en la configuración de la realidad social.
De acuerdo con Abric, cumplen funciones de conocimiento (facilita a los miembros del grupo la comprensión
y explicación de la realidad), de identidad (características propias de un grupo con base en normas y valores
que tiene un determinación histórica), de orientación (determina los comportamientos y las prácticas sociales
propias del grupo) y de justificación (valida la conductas y posturas correctas del propio grupo).
También, en cierto momento, se emancipan y pasan a formar parte de un mundo intersubjetivo en el que fluyen
libremente.
Particularidades del concepto: vitalidad, transversalidad y complejidad. La vitalidad se expresa en el hecho de
que los estudios sobre representación social están en auge. La transversalidad hace referencia a la
interdisciplinariedad que provoca el concepto de representación social, ya que se ubica en un punto articulador
de diversos campos de investigación en el que confluyen la antropología, la sociología, la ciencia política, la
psicología social, etc. La complejidad de la teoría se hace patente al observar los distintos enfoques para
abordar su estudio.
Para Martínez y García sus principales características son:
- Las representaciones sociales son una expresión del pensamiento natural, no formalizado ni
institucionalizado, y diferente, por tanto, de las ideologías y de las ciencias.
- Para que una creencia se determine en representación social debe centrarse en objetos sociales.
- Una representación es social si es compartida por un grupo. Este lo incorpora a su realidad, previa
categorización y explicación de sus características.
- La representación social incluye como elemento intrínseco una guía para las interacciones. Clasifica,
explica y dispone afectiva y actitudinalmente a los sujetos respecto al objeto al que se refiere.
Finalidades y funciones Principales características
Participan en la integración de conceptos 1) Son una expresión del pensamiento natural.
nuevos en una red de conocimientos
previos, haciendo familiar lo extraño
(Moscovici).
Se erigen como modelos de interpretación 3) Para que una creencia se determine en RP
que guían las acciones de los individuos (Di debe centrarse en objetos sociales.
Giacomo).
Clasificación, orientación, interpretación y 4) Es compartida por un grupo.
justificación de los comportamientos (Páez).
Participan de la difusión de conocimientos 5) Es una guía para las interacciones.
(Jodelet).
Participan en el desarrollo de individuos y
colectividades.
Participan en el fortalecimiento de las
identidades.
La expresión de los grupos.
La transformación de la sociedad.
Según Moscovici hay tres tipos de RS:
UNIDAD 7
Textos:
- Quiroga, A. (1986). Psicología Social y crítica a la Vida Cotidiana.
- Reguillo R. (2000). La clandestina centralidad de la vida cotidiana.
- Montero, M. (2004). Actividad y resistencia en la comunidad
- Torres Carrillo, A. (2009). Acción colectiva y subjetividad. Un balance desde los estudios sociales.
Selección paginas 51-74.
Lograr un conocimiento objetivo de la unidad bio-psico-social que es el hombre requiere que nuestro punto
de partida en el análisis sean los sujetos en su realidad inmediata, en sus condiciones concretas de existencia,
en su cotidianidad. Sólo este tipo de indagación nos permitirá el acceso a la complejidad de relaciones que
determinan la emergencia y el desarrollo de la subjetividad como fenómeno social e histórico.
¿Qué es lo más inmediato y a la vez lo más concreto y esencial a esos hombres? Su condición de sujetos de
necesidades en intercambio permanente con el medio. El hecho más esencial e inmediato –a la vez histórico
y cotidiano- es que los hombres producen y reproducen su vida, en una doble relación: con la naturaleza y con
los otros hombres.
Las formas concretas que reviste la vida de los hombres están directamente relacionadas con las modalidades
en que la existencia material se produce y reproduce.
Desde la Psicología Social jerarquizamos la producción de la propia vida como hecho fundante en tanto es
condición de existencia, y desde allí fundante y condicionante a su vez de toda otra experiencia. Insistimos en
señalar que esa práctica, surgida de las necesidades y que implica una relación con la naturaleza y los otros
hombres, es la que da lugar a la emergencia de los procesos psíquicos, al nacimiento y desarrollo de la
subjetividad, la que se configura en el interior de esas relaciones.
Son las experiencias concretas, la acción y la práctica las que determinan la subjetividad y no viceversa. Desde
esta afirmación queda planteado el carácter social e histórico de los psíquico, dejando de lado la concepción
de una naturaleza humana ahistórica y presocial sostenida por la ideología dominante.
La categorización que Pichon-Riviere hace del sujeto como emergente, producido en una complejísima trama
de vínculos y relaciones sociales. Producido y emergente, en tanto determinado, pero a la vez productor, actor,
protagonista.
Pichon-Riviere sostiene: “entiendo al hombre como configurándose en una actividad transformadora, en una
relación dialéctica, mutuamente modificante con el mundo; relación ésta que tiene su motor en la necesidad”.
La Psicología Social se plantea el abordaje del sujeto en la interioridad de sus vínculos, en el seno de las
tramas de relación en las que sus necesidades emergen, son decodificadas y significadas, cumpliendo su
destino vincular y social de gratificación o frustración.
La Psicología Social que postulamos se define como crítica de la cotidianidad. Su tarea implica un análisis
objetivo de las formas en que cada formación social concreta, se organiza materialmente la experiencia de los
sujetos, determinándose así el interjuego fundante para la constitución de la subjetividad entre necesidad
y satisfacción vincular social de esa necesidad. Desde la especificidad de la perspectiva psicológica ese análisis
apuntará a determinar de qué manera esa organización social y material de la experiencia de los sujetos
promueve en ellos el aprendizaje, la salud mental, o por el contrario se constituye en un obstáculo para la
adaptación activa a la realidad, para el desarrollo de una relación dialéctica, de transformación recíproca entre
el sujeto y el mundo.
La indagación de la cotidianeidad permite develar los mecanismos por los cuales un sistema de relaciones
sociales configura los sujetos aptos para sostener esas relaciones y desarrollarlas.
¿Qué se entiende por vida cotidiana?
Podríamos definir la cotidianidad como el espacio y el tiempo en que se manifiestan, en forma inmediata, las
relaciones que los hombres establecen entre sí y con la naturaleza en función de sus necesidades,
configurándose así lo que hemos denominado “su condiciones concretas de existencia”.
Cotidianidad es la manifestación inmediata de las complejas relaciones sociales que regulan la vida de los
hombres en una época histórica determinada.
Podemos caracterizar también la cotidianidad como el modo de organización material y social de la
experiencia humana, en un contexto histórico-social determinado. A la cotidianidad subyace el tipo de
relación que los hombres guarda con sus necesidades.
La vida cotidiana se manifiesta como un conjunto multitudinario de hechos, de actos, objetos, relaciones y
actividades que se nos presentan en forma “dramática”, es decir, como acción, como mundo-en-movimiento.
Sostenemos que cotidianidad es espacio, tiempo y ritmo. Se organiza alrededor de la experiencia, de la
acción, del aquí de mi cuerpo y del ahora de mi presente. La vida cotidiana nos muestra un mundo subjetivo.
Pero a la vez ese mundo es intersubjetivo, social, compartido.
Lo cotidiano como lo autoevidente e incuestionable tiene su origen y fundamento en un sistema social de
representaciones o ideologías que encubre lo cotidiano, lo distorsiona, en tanto lo muestra como “la
realidad”, la única forma de vida posible. En tanto se instala en la cotidianeidad ese mecanismo irreflexivo,
en tanto la acción no se concientiza, como algo que no tiene sentido cuestionar, problematizar, que no requiere
examen ni verificación, ya que construiría lo real por excelencia.
A partir del timo de “lo natural” y “lo eterno”, “la realidad por excelencia”, “lo que simplemente es”, la
realidad de lo cotidiano ha desaparecido de la representación. Por eso afirmamos que la realidad social se
muestra y se oculta a la vez en la vida cotidiana. Se muestra en los hechos y se oculta en la representación
social de los hechos.
La vida cotidiana constituye, desde un proceso mistificador, un orden natural, universal, eterno e
inmodificable. Lo supuestamente obvio puede ser lo más desconocido.
Entendemos que el mito es un mensaje que evacúa lo real. Nuestra vida está recorrida y legitimada por
diversos mitos. El mito oculta que en una organización social como la nuestra hay una gran heterogeneidad
de experiencias, de recursos, de condiciones de vida, de hábitat, en consecuencia una heterogeneidad de
cotidianidades.
La vida cotidiana reclama una crítica, es decir una indagación que arribe al conocimiento objeto de las leyes
que rigen su desarrollo.
Esta crítica, en tanto actitud científica, analítica, es lo opuesto a conciencia ingenua. Implicará una
interpelación a los hechos, su problematización. Una consecuencia de la crítica es la desmitificación.
¿Cómo realizar esta crítica de la cotidianidad?
En primer lugar experimentándola, viviéndola, ya que la práctica se constituye como primer momento
de todo proceso de conocimiento.
En segundo término estableciendo una ruptura con la familiaridad acrítica, con el mito de lo obvio y
lo natural, con el sistema de representaciones que la muestra como lo real y lo autoevidente.
Desde la perspectiva específica de la Psicología Social la crítica de la vida cotidiana, implicará el estudio de
las leyes que rigen, en cada formación social concreta, la emergencia y en codificación de las necesidades
delos hombres, la organización y las modalidades de respuesta social y vincular a esas necesidades en cada
estructura interaccional. La Piscología Social indagará las leyes que rigen la configuración del sujeto a partir
del interjuego entre necesidades y satisfacción, ya que es en esta dialéctica entre necesidad y satisfacción,
entre sujeto y contexto que tiene su anclaje toda representación, toda significación social, toda ideología. En
ese interjuego se organiza el sistema perceptivo, el universo de conocimiento, dándose en él la posibilidad y
las formas de acceso a ese orden de significación que es el orden histórico-social, orden simbólico,
específicamente humano.
La vida cotidiana se constituye en un lugar estratégico para pensar la sociedad en su compleja pluralidad de
símbolos y de interacciones ya que se trata del espacio donde se encuentran las prácticas y las estructuras, del
escenario de la reproducción y simultáneamente, de innovación social.
La cotidianidad es ante todo el tejido de tiempos y espacios que organizan para los practicantes los
innumerables rituales que garantizan la existencia del orden construido.
La “naturalidad” con la que ella se despliega la vuelve ajena a toda sospecha y amparada en su inofensivo
transcurrir selecciona, combina, ordena el universo de sentidos posibles que le confieren a sus procedimientos
y a su lógica el estatuto de “normalidad”.
Para los actores sociales la vida cotidiana es problematizable, sus estrategias y lógicas de operación revela en
su transcurrir las distintas negaciones que los actores deben realizar continuamente con el orden social.
La vida cotidiana tiene su tiempo y su espacio a contrapunto del tiempo y del espacio de excepción, de los
cuales extrae, sin embargo, la fuerza de sentido para explicarse a sí misma.
Una manera de definirla es mediante una operación de oposición y al mismo tiempo de complementariedad:
de un lado, lo cotidiano se constituye por aquellas prácticas, lógicas, espacios y temporalidades que
garantían la reproducción social por la vía de la reiteración, es el espacio de lo que una sociedad particular, un
grupo, una cultura considera como “normal” y lo “natural”; de otro lado, la rutinización normalizada adquiere
“visibilidad” para sus practicantes tanto en los períodos de excepción como cuando alguno algunos de los
dispositivos que la hacen posible entra en crisis.
No existe una cotidianidad esencial, es decir, que ella no puede explicarse mediante abstracciones o
generalizaciones unívocas. La vida cotidiana es histórica, es decir, no puede pensarse al margen de las
estructuras que la producen y que son simultáneamente producidas (y legitimadas por ellas).
La vida cotidiana es simultáneamente “habitante y constrictiva”. Sus mecanismos y lógicas de operación, al
ser rutinizadas, constriñen a los actores sociales, les imponen unos límites, fijan unos márgenes y unos modos
de operación, sin embargo hay una franca de indeterminación relativa que deja espacio para la improvisación”,
lo mismo para hacer frente a situaciones novedosas como para incorporar, normalizando, discursos y prácticas
que penetran desde el orden social, los mundos de la vida.
Es en esta franja de indeterminación donde los poderes y los actores sociales libran la batalla simbólica por la
definición del orden social, del proyecto social.
Puede decirse que el ámbito de la cotidianidad no es esa penumbra pre reflexiva en la que todo ha sido
domesticado y es por ello, previsible, controlable.
Bajo ciertas condiciones, la vida cotidiana puede pensarse como un espacio clandestino en el que las prácticas
y los usos subvierten las reglas de los poderes. Estas condiciones son la dimensión asociativa y el desanclaje
espacio-temporal.
1. Modos colectivos de gestión
La primera condición de la comunicación es la de las “redes sociales que aseguran su dinámica y gestión”. La
primera condición de la vida cotidiana es esencialmente la comunicación, en la medida en que sus estructuras
y lógicas de operación se hacen visibles por el sentido subjetivo de la acción que deviene intersubjetividad en
la medida en que el actor social va construyendo, en colectivo, la inteligibilidad de la acción.
El sentido de las prácticas cotidianas adquiere su pertenencia y relevancia cuando se verifica que tras ese
conjunto de rituales prácticos existe un colectivo que sanciona y legitima esas prácticas. Cada pequeña acción
individual encuentra así una interpretación social que provisoriamente puede definirse como “discursos
cotidianos para nombrar la vida”. Discursos que se nutren simultáneamente de las prácticas y de la cultura
depositada en las instituciones en un flujo continuo de producción de sentido.
Estos discursos cotidianos tienen como función “proteger contra el acontecimiento”, es decir, contra
aquellos eventos disruptivos que trastocan el continuo de la vida cotidiana. Protección que se opera
mediante dos vías: de un lado, cerrar mediante la repetición y la sanción el ámbito de lo normal, cotidiano; de
otro lado, mediante los dispositivos rituales que permiten la transgresión “oficial”. Repetición y ruptura como
elementos ordenadores de la vida cotidiana.
Las prácticas y estructuras se articulan mediante el habitus en una dinámica garantizada por las estructuras de
plausibilidad, es decir, por las condiciones que hacen posibles las prácticas.
Cuando estas estructuras de plausibilidad fallan o entran en crisis, se produce un desajuste o una ruptura, entre
la práctica y la estructura que genera movimientos en el habitus, es decir, en los esquemas de percepción,
valoración y acción sobre el mundo social. La práctica queda desanclada, pierde su referencia en el universo
simbólico.
El debilitamiento del sentido otorgado a ciertas prácticas cotidianas, por esos desajustes o rupturas, genera un
fallo en los presupuestos de la vida cotidiana.
No puede existir, sin embargo, una vida cotidiana sin un discurso que la explicite y la fundamente, por lo que
lo social, lo colectivo tenderá a restituir el sentido a través de una intersubjetividad que busque nuevos
postulados socioculturales asibles en el nivel de lo cognitivo-lingüístico, para garantizar la continuidad y
sobrevivencia del grupo o sociedad.
Esta “búsqueda”, puede reconocerse en dos grandes tendencias:
- En la reemergencia de ciertos discursos totalitarios o intolerantes que interpelan la subjetividad
mediante argumentos centrados en la “recuperación” de lo perdido. A la incertidumbre se responde
“cerrando” el sentido y excluyendo la diversidad. Conservación y reproducción como dispositivos
de continuidad.
- El desdibujamiento de los referentes, al debilitar el significado compartido ha hecho posible la
emergencia de relaciones horizontales en las que es posible establecer una comunicación centrada en
la selección de códigos que tienen como base la definición en común de la situación.
Desde los ámbitos de la vida cotidiana, estos acuerdos implican la aceptación de la diferencia y la reflexividad
en la medida en que “obligan” a los actores a poner en cuestión la autoevidencia de la vida cotidiana.
Es posible construir puentes entre lo cotidiano y la esfera pública, porque las pretensiones de validez para
legitimar la propia acción dejan de extraerse de unos órdenes superiores y se viven más como resultados de
un proceso de entendimiento, de consenso.
Uno de los supuestos centrales en relación con los mundos de la vida es que sus postulados operan como
verdades autoevidentes al demostrar su eficacia en las distintas situaciones sociales. Ya que la cualidad
pragmática de la vida cotidiana la hace reposar sobre “la confianza y la fe” en que realmente el mundo es lo
que parece que es. Sin embargo, aceptar “sin más” esta afirmación es problemático ya que implica cuando
menos un supuesto discutible: lo que parece ser una descalificación a priori de las capacidades reflexivas del
actor.
Las resistencias, negociaciones y aún francas oposiciones ante aquello que aparece como “normal”, “acertado”
en función de las evidencias empíricas que el actor obtiene con su actuación, se hacen visibles cuando aparecen
“otros presupuestos” también pragmáticos que ponen en cuestión las certezas construidas del actor, que
entenderá que lo acertado no es siempre ni necesariamente lo verdadero.
La “cognoscibilidad” de la vida cotidiana está dinamizada por la copresencia de actores diferenciados
portadores de discursos que le confieren a las prácticas cotidianas sentidos diversos. Ello no significa que esto
se traduzca automáticamente en cambio social, peor sin esta relativización de “Lo verdadero”, posible por la
comunicación, no sería posible entender el cambio. La vida cotidiana no es un contenido estático en el tiempo,
sino un proceso dinámico y necesariamente histórico. Su especificidad no está en las prácticas reiterativas,
sino en los sentidos que esas prácticas representan. La multiplicidad de sentidos propia de la sociedad de fin
de milenio, disloca la vida cotidiana y sus dispositivos cohesionadores.
En buena medida la posibilidad de darle espesor al entramado social a partir de la vida cotidiana, dependerá
de entender y potenciar los múltiples espacios y proteicas formas de la comunicación y el papel desempeñado
por los diferentes agentes e instituciones en la configuración y circulación de las visiones del mundo.
2. El espacio y el tiempo, el desanclaje
El tiempo y el espacio son constitutivos fundamentales de la vida cotidiana. Organizan y marcan para los
actores sociales los diferentes ciclos y lugares para el desarrollo de las prácticas.
El diario transcurrir de la vida está organizado por un cuándo y un donde, establecidos socialmente y
diferencialmente apropiados por los distintos colectivos que conforman una sociedad.
El tiempo de lo cotidiano se constituye a partir de la relación entre una dimensión social y una dimensión
subjetiva. Puede hablarse de un tiempo social y de una temporalidad cotidiana definida por los usos y los
contextos.
Para Giddens una de las principales consecuencias de la modernidad ha sido la separación del tiempo y del
espacio, operada por lo que él denomina “vaciado temporal” y “vaciado espacial”, que pueden entenderse
como la uniformación y estandarización de estas dimensiones a través de unidades de medida.
Si la vida cotidiana es el escenario de la reproducción y de la imposición de un orden constituido, es también
el punto de ruptura de este orden. El “vaciamiento” operado en las categorías espacio-temporales, genera para
los actores la posibilidad de una mayor “libertad” y una mayor capacidad de negociación e impugnación de
los poderes que definen el tiempo y el espacio.
“Desancladas” de unas coordenadas espacio-temporales fijas y rígidas, las prácticas cotidianas pueden ser
objeto de reflexión y crítica en la medida en que el actor recibe la evidencia de que el “nuevo” orden social
no sólo tolera sino fomenta el trastocamiento de las rutinas cotidianas, entre otras cosas porque la alta
diversificación y especialización de la sociedad contemporánea requiere para su mantenimiento de múltiples
temporalidades y diversas espacialidades.
Tanto el tiempo como el espacio en relación con la vida cotidiana, deben ser entendidos simultáneamente
como delimitación que equivale al tiempo social y como una movilidad que refiere a las apropiaciones y usos
diferenciales del tiempo y del espacio.
3. Las revanchas
Es posible ver en la vida cotidiana el lugar estratégico para observar el cambio social.
El análisis social ha ido incorporando paulatinamente el interés por la vida cotidiana y hoy se entiende como
un componente indisociable y constitutivo del mundo público social, que durante mucho tiempo ha
eclipsado la atención de los estudiosos como el mundo de “lo que sí vale”, des-subjetivizando a los actores
que aparecerían así ajenos a sus ámbitos afectivos-simbólicos.
El riesgo es sin embargo, “substituir” un tipo de análisis por otro, es decir, al rescatar los ámbitos de la vida
cotidiana, caer en su sobrevaloración al pensarla al margen del poder y como el espacio de autoafirmación a
priori de los actores sociales.
En la vida cotidiana se articulan, mediante las prácticas, unos micropoderes que se enfrentan a la intención
normalizadora del poder.
Se trata de pequeñas “revanchas” con las que los actores subvierten lo programado y afirman su existencia
como “autores” al imprimir la huella de su propio hacer en las prácticas socialmente compartidas.
Ciertamente no se trata de la gran estrategia o de un proyecto político explícito y orgánico; se trata más bien
de un conjunto de tácticas de evasión o negociación. Sin embargo, no puede pensarse en términos de
“proyectos”, sin considerar estas tácticas ya que tras esa aparente desarticulación se esconde el potencial de
cambio y eso lo han sabido desde siempre los poderes.
La reflexividad es la competencia del actor para pensar su propio pensamiento, para objetivar el sentido de su
estar y su actuar en el mundo o en otras palabras es la capacidad de referirse al mundo en actitud objetivante.
Esta competencia reflexiva se inscribe en dos ámbitos, en el lingüístico y en el cognitivo. De una parte se
articula a lo que el actor en situación es capaz de decir sobre su propia acción y de otra parte, a lo que el actor
es capaz de comprender acerca no sólo del curso de su acción sino de los marcos y normas que la orientan.
Estas operaciones requieren de un distanciamiento del actor con respecto a sus condiciones de existencia.
Bajo este supuesto la vida cotidiana no podría ser reflexiva más que a posteriori.
Sin embargo, los actores realizan permanentemente “evaluaciones” y por tanto “clasificaciones” de su acción
cotidiana. La relación entre la acción y su registro reflexivo son “Procesos inmanentes”, se contienen uno al
otro. No hay acción social sin representación, podría ser otra manera de formularlo.
Actividad y resistencia en la
comunidad Montero, M.
Mayorías y minorías
Los conceptos de mayoría y de minoría, las relaciones entre éstas, las consecuencias de dichas relaciones, han
estado siempre presentes en los grupos humanos. Una primera aproximación, la más obvia y también la más
simple, define a ambos grupos sobre una base numérica, es decir, por la cantidad. De consideraciones como
éstas se desprende entonces que la supremacía numérica prevalecerá. Esto es, tendrá más poder debido a su
número. En efecto, ésa es la manera de definir el asunto en el sentido común.
Nos encontramos con demasiada frecuencia ante lo que parecería una paradoja: grupos menores en
tamaño, compuestos por menor cantidad de personas, dominan e incluso oprimen a grupos mucho mayores en
cantidad. Esta contradicción con la definición más generalizada ha llevado a definir las condiciones de mayoría
y minoría en los grupos sociales, no en función del criterio visiblemente engañoso y simplista del número de
miembros, sino a partir del poder que ejerza un determinado grupo, independientemente de la cantidad de
personas que lo forme. Así, entonces, mayoría es la que detenta y ejerce el poder, con independencia de
su número. Minoría es el grupo al cual se priva del ejercicio de determinados poderes, o se impide su acceso
a las condiciones para adquirirlos.
Mayoría y minoría, entonces, son cuestión de poder y, el poder es una relación muy compleja que no depende
solamente de la fuerza, sino de muchos otros recursos, entre los cuales se encuentra la influencia social en sus
diversos aspectos.
El sesgo en las explicaciones teóricas
La identificación de necesidades, primer paso en todo trabajo psicosocial comunitario, revela no sólo un estado
de carencias, sino además la acción de complejos procesos de influencia social tanto consciente cuanto
inconscientes, así como del juego de fuerzas, brutal y a la vez sutil, que se establece entre la sociedad como
totalidad mayoritaria y la comunidad como minoría que puede plantear un movimiento social disidente.
El estudio psicológico de la influencia social considera únicamente la influencia que se ejerce desde las
mayorías con poder sobre las minorías oprimidas, vistas como pasivas debido a la opresión. Se presenta como
paradigma el efecto aplastante que los muchos tienen sobre los pocos, llevándolos no sólo a cambiar de
parecer, sino incluso a ignorar o desechar los datos provenientes de sus sentidos y del buen juicio. Estos
estudios analizan como quienes son más numerosos, y por lo tanto presentan opiniones respaldadas por un
amplio consenso, producen en quienes son menos, o en quien está solo, respuestas de aceptación a sus
sugerencias, órdenes o juicios, generando en ellos conformidad y sumisión.
En los comienzos de los años setenta comienza surgir una concepción opuesta. Si en la psicología
estadounidense se presentaba sólo la perspectiva de quienes dominan, Moscovici y sus seguidores presentaron
a su vez la de quienes sufren la dominación, pero se rebelan contra ella manifestando opiniones y asumiendo
posiciones disidentes.
La presencia del poder
Lo que está implícito pero no francamente admitido, tanto en la posición estadounidense como en la europea,
es la noción de poder. En una y otra posición se supone que el poder reside exclusivamente en una fuente de
influencia, cuyo sujeto receptor es visto como más o menos pasivo, pero, en todo caso, como alguien que se
somete, identifica, obedece, adhiere o conforma. El poder, así considerado, "engendraría un automatismo
comportamental por el que el sujeto se alinea con el discurso de la fuente”. El poder se halla y se ejerce en
ambos polos. El tipo de presión que de él deriva variará, pero en efecto es evidente e innegable.
Los procesos de influencia social no circulan en una sola vía, son dinámicos, móviles y en su seno se produce
constantemente un juego dialéctico de presiones y oposiciones, en múltiples sentidos. Por eso, tanto en el caso
de las mayorías como en el de las minorías está presente esta tensión y este movimiento dialéctico, y es esa
noción de poder, la clave de la comprensión del fenómeno de influencia social como una totalidad y no sólo
como algo que es producido por uno u otro de los elementos involucrados en ella.
La influencia de la mayoría: procesos y efectos
La influencia de la mayoría se ejerce a través de la presión social, la amenaza, la represión política y
económica, la fuerza de la costumbre ligada a elementos histórico-culturales, la censura y los mecanismos
tales como la psicologización, la denegación y la sociologización, que sirven para oponerse al cambio.
La psicologización consiste en la explicación de la posición y el discurso sostenidos por una minoría, en
función de atribuciones referidas a características psicológicas de sus miembros.
A su vez, la denegación se define como la "oposición a conceder la mínima verosimilitud a un hecho o una
afirmación expresada por la minoría".
La sociologización, a su vez, tiene la función de atribuir la intención del contenido de las razones alegadas por
una minoría que choca contra las posiciones mayoritarias, a características de orden social, tales como la
ignorancia, el origen étnico, religioso o de clase.
Lo paradójico de estos tres mecanismos es que ponen en evidencia a la minoría, ya que le dan visibilidad al
recalcar su carácter disidente, atípico y hacerlo público, impulsando la reflexión sobre él. Al destacar su
diferencia favorecen la difusión de la influencia minoritaria cuando focalizan la atención del grupo mayoritario
sobre lo que las minorías dicen y hacen.
Del mismo modo que infunden el temor como parte de su estrategia, también desarrollan un respeto acrítico
y sumiso a la autoridad y, en general, a quienes detentan posiciones de poder.
La influencia de las minorías: procesos y efectos
La influencia de las minorías se ejerce a través de la resistencia, la protesta y el fenómeno denominado
conversión.
- Sobre la resistencia
En las ciencias sociales se ha hablado mucho y desde sus inicios de los efectos de la opresión y la dominación
sobre los grupos sociales que la sufren.
La capacidad de resistencia de las minorías ha sido muchas veces subestimada, lo cual puede ser una
consecuencia de la necesidad de destacar los efectos de la opresión. Esto puede producir un debilitamiento de
la imagen de esos grupos que, observados con atención, pueden mostrar una sorprendente variedad de recursos
que les permiten mantener vivas sus creencias, sus costumbres y su identidad, desarrollándolas y
conservándolas incluso en medio de condiciones adversas.
En tales casos se habla de resistencia y en el campo de la psicología tal forma de comportamiento ha recibido
el nombre de resiliencia, que significa resistencia, capacidad de adaptarse, elasticidad, poder de recuperación.
En realidad, al usar el neologismo, lo que la psicología quiere expresar es el poder de resistir a presiones y
constreñimientos, y también la capacidad de presentar la apariencia, conservando la esencia.
Esta resistencia se da en condiciones no necesariamente orientadas por formas de organización
específicamente definidas.
- Sobre el efecto de la protesta
La protesta es una forma de expresión del descontento, del malestar de grupos o poblaciones. A través de la
protesta, la ciudadanía en general, o bien grupos específicos dentro de ella, expresan su disentimiento y hacen
pública su opinión sobre algún aspecto o situación que causa su descontento. Transformar el descontento
en acción de protesta supone no sólo participar en un movimiento social sino además ir más allá de la simpatía.
Hay cuatro pasos en la participación en movimientos sociales:
Simpatizar con la causa del movimiento.
Ser blanco de los intentos de movilización.
Tener la motivación para participar.
Participar concretamente.
La presencia a lo largo de estos cuatro pasos configura una pirámide en cuya base están los simpatizantes y
en cuyo ápice se encuentran los participantes activos.
La protesta corresponde, a un momento en la acción comunitaria en el cual ésta necesita expresar su
disconformidad con el estado de cosas. Esto puede ocurrir en relación con lo que Freiré llamaba los actos
límite que se producen en relación con las situaciones límite, aquellas en las cuales ya no es posible mantener
una situación negativa y que producen la ruptura de la ficción de naturalidad. Es decir, son los actos
producidos ante circunstancias inaguantables, ante condiciones en las que ya no basta la comunicación
habitual, la palabra verbal o escrita, los modos alternativos para solucionar el problema.
La comunidad organizada cuenta con las herramientas para desarrollar las condiciones de consistencia,
resistencia, persistencia e insistencia, que hacen de ella una minoría activa. Por comunidad organizada se
entiende no un ente monolítico, perfectamente integrado, sino un conjunto borroso dentro del cual surgen
movimientos organizados por grupos específicos, con la finalidad de lograr metas de interés comunitario.
- Sobre el efecto de la conversión
El proceso de conversión se define como: un sutil proceso de modificación cognitiva o perceptiva por el cual
una persona continúa dando su respuesta usual cuando implícitamente adopta los puntos de vista o las
respuestas de los otros.
Esto significa que se aceptan ciertas ideas, debido a la influencia que se ejerce socialmente, pero se rechaza o
se silencia la mención de sus autores.
La conversión es entonces el resultado de la infección producida en la mayoría por las ideas de la minoría,
cuyo discurso se niega y a la que se puede llegar a perseguir. La conversión consiste en: cambios que se
producen y que no son percibidos sino mucho más tarde, después de haber sufrido una influencia se acepta la
sugestión pero no la sujeción.
La conversión implica la existencia de un subproceso previo de validación de la propuesta minoritaria, que
hace que el foco de atención se vuelque sobre su contenido y que se produzca en los miembros de la mayoría
una actividad de carácter cognoscitivo en el sentido de hacer comparaciones, producir ideas más creativas y
originales, hacer menos defensivas las reflexiones, buscar soluciones al conflicto producido por la
contradicción entre puntos de vista opuestos y soluciones al dilema de aceptar una idea que viene de un grupo
que se rechaza, o rechazar un buen planteamiento al excluir a sus autores. Todo esto puede llevar a esa escisión
entre opinión y fuente y a otra aún más dramática: la escisión entre opinión privada y opinión pública.
La relación entre minoría activa y mayoría, no menos activa, pero además armada de poder, genera conflicto
entre ambas y conduce a un proceso dinámico de confrontación de fuerzas, donde la minoría es definida como
opositora, diferente, distinta, resistente a la presión social y con poca o ninguna credibilidad, carente de
legitimidad. La negación de semejanza atribuida o percibida en la minoría, así como su insistencia y su
resistencia, tienen un doble efecto. Por un lado, hacen relevante y visible a la minoría ante los ojos de la
mayoría dominante, y también ante la población no involucrada en la confrontación. Esa visibilidad produce
curiosidad, interés y búsqueda de información sobre el grupo en cuestión. Por otro lado, generan y
fortalecen en la minoría la certeza de sus convicciones y reclamos y la pertinencia de sus planteamientos, que
a su vez provienen de un proceso de concientización y de una clara identidad social.
La influencia social en perspectiva comunitaria
La identificación con la minoría y sus propuestas, el costo social de aceptar una innovación, la tenacidad de
la minoría y el costo que ello implica para la mayoría en cuanto a oposición y contención de la minoría, más
el conflicto que ésta puede introducir y su dimensión social, son aspectos que no deben ser obviados. A esto
debemos agregar, en el caso de las comunidades que actúan como minorías activas el hecho de que al evaluar
sus necesidades y los recursos de que disponen y aquellos que necesitan, la comunidad hace un balance distinto
del poder y puede situar el conflicto en una perspectiva diferente, buscando equilibrar las fuerzas. Ibáñez
considera que la naturaleza y los efectos de la influencia minoritaria se explican por tres factores:
El conflicto social.
La presión de las normas sociales.
Los juegos de poder.
Es la resistencia al cambio el principio activo de la influencia social. El autor trata nuevamente los aspectos
relevantes de un campo psicosocial que es necesario estudiar en función de lo que ocurre en la arena social.
Los juegos de poder se dan según las dimensiones de los conflictos y la vigencia de las normas sociales; éstas
a su vez se modifican o cambian según los movimientos de poder y los conflictos. A su vez, el poder en juego
y la flexibilidad o rigidez de las normas influye en la magnitud y la forma de los conflictos. En el caso de las
comunidades, no todas las transformaciones que éstas exigen generan conflictos que vayan contra las normas
establecidas.
La dialéctica entre influencia mayoritaria e influencia minoritaria
Mientras por una parte la posición mayoritaria, detentadora del poder establecido, produce una influencia que
ejerce presión o que reprime o que está investida del peso de la tradición, al mismo tiempo la minoría está
socavando las bases de esta posición, horadándolas con sus ideas y posiciones disidentes, marcadas por la
consistencia, la persistencia, la insistencia y la resistencia, pues si algo caracteriza a una minoría como tal son
estas condiciones. De manera que por un lado la conversión avanza sutilmente y al mismo tiempo, en sentido
contrario, la influencia minoritaria se ve repelida por la fuerza mayoritaria que ciertamente la afecta, la cual
le opone razones consciente y explícitamente manifiestas, los efectos de la burla, la descalificación y la duda,
así como una acción inversa de ese mismo proceso sutil de conversión que también actúa de la mayoría a la
minoría, ya que en sus miembros igualmente se produce una fijación de la atención, una actividad
cognoscitiva, con su procesos de comparación y validación.
La tensión entre las influencias de las minorías y de las mayorías es continua, no descansa nunca, y en el
momento en que uno de los polos de la relación baja su presión, el otro avanza inmediatamente.
El complejo proceso de la concientización opera a través de dos principios que hemos denominado principio
de realidad y principio de posibilidad. Ambos principios deben tenerse en cuenta conjuntamente, pues el
predominio o la presencia exclusiva de uno solo pueden inducir a error. En el primer caso, el principio de
realidad, que se orienta por el conocimiento de las condiciones materiales de vida cuando éstas son
negativas, puede llevar a la generación de sentimientos pesimistas y depresivos. Atender sólo al principio de
posibilidad puede llevar a que las personas construyan "castillos en el aire", planes fantasiosos y quiméricos,
que al carecer de contacto con la realidad cotidiana, con los recursos a mano y con un buen análisis de los
recursos necesarios y de cómo conseguirlos pueden ocasionar el fracaso, generando frustración, desesperanza
y apatía. El trabajo psicosocial comunitario debe plantearse como una forma de construcción cotidiana de esa
conciencia, para lograr las transformaciones sociales deseadas.
La tradición marxista
El marxismo fue el pionero en abordar los movimientos sociales. Su concepción crítica de la historia del
capitalismo, así como el análisis de algunas coyunturas y experiencias de lucha obrera en el siglo XIX,
incorporaron perspectivas interpretativas para el análisis de los movimientos sociales. Los fundadores del
marxismo centraron su interés en explicarlas en relación con las contradicciones estructurales del capitalismo,
al carácter de clase de sus protagonistas y a su contribución a la revolución social.
Se reconoció que el potencial revolucionario de la acción colectiva estaba asociado a la existencia de la
conciencia de clases; es decir, que las clases dominadas reconozcan su interés estratégico. La formación de
una conciencia de clase es la que garantizaría el tránsito de “clase en sí” a “clase para sí”, lo que supone la
crítica a la ideología dominante y la adopción de una ideología revolucionaria.
La tendencia ortodoxa de los estudios marxistas sobre las luchas y movimientos clasistas han sido
deterministas, historicistas y reduccionistas. Finalmente, esta perspectiva dogmática del materialismo
histórico genera una comprensión reduccionista de los procesos subjetivos presentes en los movimientos, de
los sentidos que constituyen y se constituyen en la acción colectiva. La “unidad” del actor social como clase
también se expresa en la comprensión monolítica de sus motivaciones, ideologías, de su conciencia social y
sus utopías.
Rudé elabora conceptos como “multitud”, ideología inherente e ideología derivada. Con el primero denomina
los conjuntos sociales que protagonizan las protestas revueltas y levantamientos populares, reconociéndoles
la posesión de objetivos, ideologías y motivaciones propias. Rudé plantea que las “ideología popular” de los
movimientos no puede verse como “conciencia de clase”, sino como una mezcla entre sus valores, creencias
e ideas tradicionales, la “ideología inherente”, y los recursos ideológicos provenientes desde fuera e
incorporados y adaptados por la gente: la “ideología derivada”.
De la psicología de las masas a la frustración relativa
A comienzos del siglo XX, la perspectiva más influyente para explicar la emergencia de los grandes
movimientos de base popular en Europa fue la llamada “psicología de masas”. Por masa entendía “una reunión
cualquiera de individuos, de cualquier nacionalidad, profesión o sexo, así como las circunstancias que los
reúnen”. En la masa, el individuo pierde su autonomía y sufre contagio de las creencias y comportamientos
colectivos; por eso es sugestionable, emotiva y manipulable, por tanto, imprevisible y peligroso.
Existe una relación directa entre fenómenos grupales y cambio cognitivo.
Frente a la traumática experiencia del ascenso de movimientos y regímenes políticos totalitarios en Europa,
en la posguerra surgieron estudios sobre el consentimiento y la amplia participación popular en dichos
procesos. Así, surgió una lectura crítica de la sociedad de masas. Basta con afirmar la preocupación común
acerca de la manera en que en las sociedades de masas pierden fuerza y significado algunas instituciones y
organizaciones como la familia, la escuela y los partidos que servían para regular las relaciones entre el
individuo y la sociedad, siendo remplazadas por espacios y dinámicas de aglomeración social con escasa
interacción entre los individuos y difusas formas de organización, proclives a la manipulación.
La acción colectiva es siempre fruto de una tensión que conmueve el equilibrio del sistema social; dicha
tensión, dada la incertidumbre y ansiedad que genera, lleva a que se acuda a creencias generalizadas, que
incitan a acciones para restablecer el orden perdido.
En todos los casos, las creencias buscan reestructurar una situación ambigua que ha generado la tensión
estructural y que no puede manejarse en los marcos de acción existentes.
Smelser retoma como criterio para explicar y describir los comportamientos colectivos los cuatro componentes
básicos de la acción social:
1. Los valores, que proveen las orientaciones más amplias de los comportamientos;
2. Las reglas, o procedimientos reguladores de la interacción que inciden en la búsqueda de tales metas;
3. La movilización de la motivación individual para la acción organizada;
4. Los instrumentos de la situación que el actor utiliza como medios para alcanzar metas concretas.
De estos componentes el autor deriva su tipología de comportamientos colectivos, según el principio por el
cual cada uno se orienta hacia un componente distinto de la acción social:
1. Un movimiento valorativo es la acción colectiva, movilizada por una creencia generalizada que
preconiza una reconstitución de valores.
2. Un movimiento normativo es la movilización organizada en nombre de una creencia generalizada que
propende a la reconstrucción de las normas.
3. El estallido hostil es la acción movilizada de acuerdo con una creencia generalizada, que asigna a algún
agente la responsabilidad o culpa de un estado de cosas adverso.
4. El furor y el miedo pánico son formas de comportamiento basadas en una redefinición generalizada de
las facilidades de la situación.
Ted Gurr desarrolló un marco analítico para abordar la acción colectiva desde un enfoque psicosocial. Su
concepto central es frustración relativa, entendida como “un estado de tensión, una satisfacción esperada y
rechazada, generadora de potencial de descontento y de violencia”. La frustración relativa surge del saldo
negativo de la tensión entre los valores que un individuo posee en un momento dado y las expectativas frente
a aquellos que siente que tiene derecho; es relativa porque depende de una lógica de comparación entre dos
situaciones cambiantes en el tiempo o el espacio.
La teoría del “agravio moral” de Barrington Moore
Moore articula dimensiones históricas, sociales, culturales y psicológicas para comprender la concurrencia de
situaciones que los humildes consideran como inequitativas o injustas, pero que en unos casos aceptan y en
otras rechazan. Para ello, incorpora la categoría de agravio moral definida como el sentimiento de indignación
asociada al incumplimiento del “contrato social recurrente” en las relaciones entre elites y dominados. Tales
límites de lo injusto no son universales, son construidos culturalmente.
Frente a la pregunta sobre por qué hombres y mujeres no se rebelan ante condiciones “objetivamente”
opresivas u oprobiosas, caso más común en la historia que la insumisión, su respuesta es social: para los grupos
dominantes, es importante inhibir la capacidad de indignación de la gente, antes que acallar las demandas de
injusticia.
Por otro lado, comprender cuándo la gente rechaza la opresión y se rebela implica considerar los procesos
sociales, culturales y sicológicos que la llevan a cuestionar la inevitabilidad de la situación o la legitimidad de
su existencia.
El eclipse de lo subjetivo: la elección racional y la movilización de recursos
Las teorías de la decisión racional y de la movilización de recursos parten de la premisa de los protagonistas
de la acción colectiva son “actores racionales” que actúan desde una racionalidad estratégica movida por la
ecuación costo -beneficio.
Los teóricos de la “movilización de recursos” centran la atención en la acción organizada; no se preguntan por
qué los individuos se vinculan o no a las asociaciones, sino por la eficacia de sus acciones organizadas.
Los enfoques de decisión racional y movilización de recursos desconocieron la dimensión subjetiva de la
acción colectiva y empobrecieron el análisis de la pluralidad de los componentes culturales, ideológicos y
motivacionales presentes en ella.
El “paradigma” de la identidad
Las orientaciones culturales no están desvinculadas del conflicto social y, por tanto, la construcción de
identidad de los movimientos sociales es un hecho objetivo y no sólo simbólico o expresivo.
Para Melucci, los movimientos sociales son construcciones sociales organizadas como “sistemas de acción”,
que involucran:
a) Conflicto: existencia de oposiciones estructurales que generan dos o más actores que compiten por los
mismos recursos.
b) Identidad: capacidad de los actores para generar solidaridades y sentidos de pertenencia que les permita
ser vistos como actor social.
c) Trasgresión de los límites del sistema: alternatividad política, social y cultural.
Los marcos de la acción colectiva
“Enmarcar” significa seleccionar determinados aspectos de la realidad percibida, destacando algunos
aspectos para definir un problema particular, una interpretación causal, una evaluación moral y una
recomendación; los “marcos” son esquemas de interpretación que permiten a los individuos ubicar, percibir,
identificar y clasificar los acontecimientos ocurridos en un espacio de vida social y en el mundo en general.
Los marcos de referencia para la acción colectiva orientan a los actores para evaluar un problema y evaluar
los resultados de la movilización.
Un concepto central de este enfoque es el de “alineamiento de marcos” que da cuenta de los nexos de
congruencia entre los motivos, intereses y creencias de los individuos con las intenciones, actividades e
ideologías de los movimientos sociales.
Construcción simbólica de los movimientos sociales
Para dar cuenta de luchas contemporáneas, Gusfield retoma algunos aspectos de la tradición interaccionalista
del comportamiento colectivo y de la psicología de masas. El autor distingue entre movimientos lineales y
fluidos; los primeros se asumen como organizaciones para alcanzar ciertos objetivos concretos, desde los
cuales evalúan sus acciones; los segundos se proponen transformar las formas de percibir la realidad y los
valores colectivos frente a una problemática, actúan dentro y fuera de estructuras organizadas y se manifiestan
por medio de múltiples acciones en espacios cotidianos.
Eyerman destaca la necesidad de articular los marcos de la experiencia individual con los que provienen de la
cultura y la memoria colectiva. Finalmente, se centra en la importancia de las formas estéticas de la
representación simbólica.
La praxis cultural de los movimientos también involucra el “rescate” o la “invención” de tradiciones y rituales
del movimiento.
Laraña concibe los movimientos como sistemas de acción, mensajes simbólicos y agencias de significación
colectiva que a la vez que construyen identidad colectiva entre sus miembros y simpatizantes, difunden nuevos
significados culturales al conjunto de la sociedad.
La subjetividad como perspectiva interpretativa
Es evidente que los procesos y elementos de carácter subjetivo son una dimensión ineludible de los
movimientos sociales.
Hacia un nuevo paradigma
Desde el paradigma epistemológico positivista lo subjetivo no cabía en la ciencia. Lo subjetivo se asimilaba
al subjetivismo, a lo irreal, a lo imaginario, lo fantasioso y la personalidad individual.
Hoy sabemos que la objetividad, el universalismo, la racionalidad científica y sus procedimientos, así como
las teorías sociales, son construcciones subjetivas; las prácticas investigativas están impregnadas de
subjetividad, al igual que todo esfuerzo por pensarla.
La subjetividad es un campo problemático desde el cual podemos pensar la realidad social y el propio pensar
sobre la misma.
Funciones y rasgos de la subjetividad
La categoría de subjetividad nos remite a un conjunto de instancias y procesos de producción de sentido. La
subjetividad cumple simultáneamente varias funciones:
1) Cognoscitiva, pues, como esquema interpretativo y valorativo, posibilita la construcción de realidades;
2) Práctica, pues desde ella los individuos y los colectivos orientan sus acciones y elaboran su
experiencia;
3) Vincular, dado que se constituye, a la vez que orienta y sostiene los lazos sociales; y
4) Identitaria, pues aporta los materiales desde los cuales individuos y colectivos definen su identidad
personal y sus sentidos de pertenencias sociales.
También podemos identificar algunas cualidades de la subjetividad como son su carácter simbólico, histórico
y social, así como su naturaleza vinculante, magmático, transversal, tensional y de alteridad.
La subjetividad no se agota en lo racional ni en lo ideológico, sino que se despliega en el amplio universo de
la cultura. La subjetividad es siempre de naturaleza social e histórica.
No es posible considerar la subjetividad como una realidad estática.
Asumir la subjetividad como dimensión social histórica implica reconocer su carácter de producente y de
producida. Por un lado, porque está estructurada por múltiples dinamismos históricos y culturales que la
condicionan; por otra, porque es estructurante de dichos procesos sociales, transformándolos y abriendo
posibilidades de desenvolvimiento histórico. La subjetividad es siempre intersubjetiva.
Para Pichon-Riviere, el vínculo es la condición material de nuestra constitución subjetiva.
Subjetividades constituyentes
La subjetividad social es magmática, plástica, fluida, indeterminada.
Vale la pena destacar la distinción entre subjetividad estructurada y subjetividad emergente o constituyente;
mientras la primera involucra los procesos subjetivos de apropiación de la realidad dada, la segunda abarca
los imaginarios, las representaciones y otras elaboraciones cognoscitivas portadoras de lo nuevo, de lo inédito.
La subjetividad es transversal a la vida social. No hay plano ni momento de la realidad social que pueda
pensarse sin subjetividad. Está presente en todas las dinámicas sociales y en todos sus ámbitos.
Algunos materiales de la subjetividad
En la subjetividad confluyen dimensiones culturales y psíquicas.
La categoría imaginario simbólico o imaginario cultural se define como un orden de sentido profundo que a
modo de imagen o metáfora enmarca la cosmovisión de un amplio colectivo social; actúa a la manera de
estructura cultural profunda en la cual se organizan el conjunto de símbolos y representaciones de dicho
colectivo social.
La imaginación cultural es un lugar desde el cual puede pensarse la creatividad social, el cambio histórico y
el surgimiento de inéditas formas de actuación y organización social. Los imaginarios nutren de sentido a los
movimientos sociales.
Los imaginarios son, en esta perspectiva, las matrices profundas de las que se nutren simbólicamente las
representaciones sociales. Las representaciones sociales se refieren a la manera en que los seres humanos
aprenden los acontecimientos de la vida diaria. Las representaciones serían las unidades de sentido, desde las
cuales organizamos nuestro sentido común y el pensamiento práctico.
Balance: las dimensiones subjetivas de la acción colectiva
Construir modelos analíticos que den cuenta de la complejidad de la acción colectiva, implica considerar tanto
los factores y mediaciones estructurales como sus propios dinamismos constituyentes.
En todos los procesos constitutivos de identidad colectiva, de actores sociales y de acción colectiva confluyen
condiciones políticas y sociales estructurales, procesos generados por la propia experiencia asociativa y de
lucha, y dimensiones subjetivas previas e instituidas por el movimiento. Es necesario considerar:
1) El contexto histórico, en sus dimensiones estructural y coyuntural.
2) El contexto territorial en el cual se manifiestan las tensiones estructurales y coyunturales y son
percibidas y elaboradas por la gente desde sus marcos interpretativos).
3) Los vínculos de solidaridad entre los actores, que dan una base comunitaria a los movimientos, así
como de unas dinámicas organizacionales y estrategias que estructuran la acción colectiva.
4) La formación de identidades y solidaridades que garantizan la unidad y continuidad de las
organizaciones y luchas.
5) Las formas y modalidades de movilización colectiva que hacen visible el movimiento.
6) Su incidencia tanto en la coyuntura inmediata en la que actúan como en el conjunto de la sociedad.
Los factores estructurales y estructurantes
La ciudad, como producto histórico evidencia los intereses sociales en pugna en un contexto histórico dado.
Tejidos populares, tejido social e identidades colectivas
El estudio y apoyo a la acción colectiva urbana debe remitirnos a la organización de la vida cotidiana de la
gente y a los espacios en torno a los cuales construye sus vínculos sociales más significativos y elabora sus
representaciones sobre sí mismos y sobre los demás.
Vida cotidiana, elaboración de necesidades y experiencia
En el proceso de conformación, apropiación y transformación del territorio transcurre la cotidianidad de sus
pobladores por medio de las prácticas e interacciones subjetivas consuetudinarias, mediadas por el lenguaje.
Las necesidades son el sustrato más elemental de la relación entre la objetividad y subjetividad.
La solución de las necesidades percibidas puede ser asumida de modo individual, familiar o colectivo.
La conformación del tejido asociativo
Es imprescindible considerar los procesos organizativos por medio de los cuales los pobladores articulan
voluntades, capacidades, relaciones y propósitos, para garantizar estrategias de mayor permanencia a sus
problemas compartidos.
La movilización: de la protesta a las redes en movimiento
De vez en cuando los pobladores deciden acudir a “las vías de hecho” para obtener solución a sus problemas.
Este es el ámbito de la movilización colectiva. Sin embargo, estas formas visibles de acción colectiva no
pueden comprenderse por fuera de los tejidos sociales y asociativos que las posibilitan; la movilización
requiere una preparación previa, una coordinación de esfuerzos, unos niveles de conciencia entre sus
promotores y unas demandas o iniciativas más elaboradas.
La incidencia de la acción colectiva
En todos los casos, las protestas urbanas no sólo pretenden obtener solución a sus demandas, sino también
elevar los niveles de compromiso de sus actores sensibilizar a la opinión pública de la justeza de tales
reivindicaciones y atraer nuevas bases a los movimientos. Por eso es que las acciones colectivas manifiestas
tienden a ser expresivas, a revestirse de elementos simbólicos que afirman identidad y sensibilizan.
UNIDAD 8
Nos han preocupado los fundamentos teóricos de la intervención social a partir de las ideas que sostienen la
necesidad y posibilidad de transformaciones sociales en las que se involucran diferentes agentes para atacar
situaciones definidas como problemáticas.
En el pensamiento de la sociedad vista como sistema social se estudia la función que tienen diversas prácticas
sociales e instituciones en el mantenimiento de la sociedad. En este sentido, el cambio social es posible porque
las cosas varían para establecer el equilibrio del sistema. La intervención es posible o bien para la integración de
lo desviado a la norma general, o bien, para hacer planes de transformación con el objetivo de que ciertas
instituciones puedan equilibrar los desperfectos del sistema. Así, la intervención no está planteada como
transformación del sistema sino como transformación de elementos disfuncionales a él, que deben ser
estudiados y tratados para que se vuelvan funcionales.
La sociedad como conflicto de clases de la tradición marxista se presenta más bien como una sociedad que está
basada sobre las relaciones de dominación y explotación que, además, son mantenidas y reproducidas a través
de sistemas político – jurídicos e ideológicos. La clase trabajadora, justamente por su condición de grupo
explotado, es la que puede emprender la transformación social hacia una sociedad sin relaciones de
dominación. El cambio social es posible a partir de un movimiento político organizado, desde la clase
trabajadora y con intelectuales que acompañan su causa. Este movimiento tiene como objetivo principal el
cambio en el modo de producción capitalista y las relaciones de dominación propias de éste.
La sociedad planteada como sistema de dominación y autoridad de las tradiciones anarquistas, muestra que la
sociedad capitalista está basada en una serie de relaciones de explotación. La propiedad privada, la familia y el
Estado son producto de relaciones injustas y perpetúan ese tipo de relaciones. La transformación social debe
tener como objetivo fundamental la abolición de la propiedad privada y del Estado como formas de explotación
de las mayorías por parte de una minoría dominante. La sociedad ideal se caracteriza por formas de
autorganización. Con relación al ámbito político, abogan por un sistema descentralizado y federativo de
organización en el que se pueda dar la auto organización social.
Las ideas fundamentales para la posibilidad de pensar en la intervención social son:
OTROS TEXTOS
Plantea cuestiones estructurales del funcionamiento del poder. Cómo se establece un poderdeterminado. Y cuáles son los
mecanismos para perpetuarse en el poder.
Habla de poder en términos sociales, amplios (régimen). Habla de estrategias para perpetuarse.El poder comienza o se
Marí plantea que cualquier poder que ejerce la fuerza es difícil que se sostenga en el tiempo. Sólo sirve para establecer
el poder. Pero después se instaura otro mecanismo para perpetuarse.El poder es un mecanismo que no implica la
fuerza, sino que la transforma.
Hay 2 partes centrales en el planteo de Marí: El DISCURSO DEL ORDEN y el IMAGINARIO SOCIAL
Son 2 caras de una misma moneda. Tienen características diferentes pero 1 sola causa= sostener elpoder.
Marí plantea que este poder establecido es el mejor poder posible (absoluto) y no un poderposible. Le otorga
características sagradas al poder.
El discurso del orden es un discurso que logra una diferencia de jerarquías en la sociedad para sostener un orden
necesario. JERARQUIZACIÓN=> La bajada del orden es dada por el hombre demayor poder. Se materializa en bajadas de
línea duras leyes.
El imaginario social consta de signos y símbolos a través de los cuales se nos muestra la vida:banderas, rituales,
ceremonias. Éste hace posible el discurso del orden. Manipulación del psiquismo.
Habla del absolutismo estatal, del poder a través del Leviatán (obra). Critica a la monarquía por elpoder que el soberano
ejerce a través de la fuerza.
Soberanía adquirida (Actuamos por temor al soberano) vs. Soberanía de institución (Nosotroscreamos la desigualdad
civil).
Discurso del orden: Articula sobre la razón, poder de la palabra y en la ley (fuerza aplicada mediante papeles
incuestionables).
Imaginario social: Apela a emociones, voluntad, deseo. Utiliza símbolos, íconos, rituales, leyendas.Rituales que buscan
estimular y promover comportamientos de agresión y seducción. Dos formas en que el deseo se anuda al poder.
El imaginario social se trabajó en las cárceles en forma perversa (fuerza, ropas todas iguales,humillación, rejas). Y en las
casas más leve: bañarse, arreglarse.
La función del Imaginario social es fundir y circular la llave del acceso a la ley. Generar temor acontradecir la ley.
Penitencia.
El imaginario social crea lazos entre los códigos y el mundo. Entre el deseo y el poder.
HOBBES=>
El hombre busca poder, siempre quiere más. Es un objeto de deseo. Esto requiere condiciones sociales que aseguren
su reproducción. Ej. El Rey que asegura su reino para después expandirse(por + poder).
Formas de imaginario social con el poder: Dar recompensas, educación y “buenos modos” paraesconder la violencia.
Los referentes profanos del poder Hobber y Kelsen (Crea una norma fundamental para justificartodas las GRUNDORM).
La ficción simula la realidad pero no se le puede aplicar los conceptos de verdadero o falso. Esideológica, funciona como un
símbolo del imaginario social.
Un dispositivo de poder está compuesto por todo esto. No están disociados/ aislados, estánvinculados y todos sostienen
ese compendio de leyes/ poder.
Marí trata de entender a la sociedad en general. Habla de Imaginario Social en pequeñasinstituciones y en otros ámbitos.
Hoy en el Estado tenemos una Constitución: Antes para lograr esto se usó la fuerza (San Martin,Revoluciones). Esto lleva a
las leyes y normas para sostener el poder.
FICCIONES FUNDADORAS=> Plantean el fundamento básico sobre el que se construye todo 1dispositivo del orden.
En Argentina la Revolución de Mayo, pese a que pasó, se transformó en un “cuentito” simbólicocon 1 objetivo.
La historia es un invento del imaginario social. Imaginario social: fiesta de 15; casamiento. Siempreapela a las emociones.
La publicidad trabaja con esto.
Marí dice que el poder se naturaliza. El pueblo está gobernado. Todo el tiempo está reproduciendo y sosteniendo ese
orden. A través de una estructura económica y de producción.Un cambio en la estructura económica podría generar un
cambio en el poder/ Estado.
En esta nota definiremos qué son las representaciones sociales y cómo las modalidades
dominio del entorno social, material e ideal. Además, presentan características específicas de
sociales como producto son los modelos mentales compartidos en los grupos, mientras que
interpersonal y grupal (Pérez, 2004). Como marco teórico describe los procesos de creación de
sentido por los cuales los grupos sociales interpretan eventos novedosos, como pueden ser
catástrofes o nuevas enfermedades, que cuestionan sus visiones del mundo (Vala y Castro,
pandemia del coronavirus es una experiencia insólita para la gran mayoría de la población.
coronavirus y conceptualizar los procesos por los que se crean opiniones, actitudes, estereotipos
y conductas, es necesario analizar las modalidades de comunicación social a las que está dando
lugar. En la perspectiva de las RRSS no hay una separación entre emisor, mensaje, canal y
receptor, como suele ser habitual en los clásicos enfoques cognitivos de la persuasión. Según la
teoría de las RRSS, ya el mismo proceso en sí de la elaboración del mensaje por parte del
emisor está influenciado por el receptor o público al que va dirigido. Además, el mensaje será
elaborado teniendo en cuenta la relación social que mantiene o se pretende mantener con el
receptor al que se dirige y de si lo que se pretende es influir en la formación de una opinión, una
actitud, un estereotipo o una acción concreta. Moscovici (1976) diferencia así tres grandes
15
mayor público posible. Para ello el emisor tiene que depurar su mensaje de tal modo que
atraviese barreras que segmentan al público. El objetivo es que el público se forme una opinión
sobre el tema. Así, la información sanitaria sobre el coronavirus se adecuaba a este tipo de
comunicación (e.g., el COVID-19 es una pandemia severa; hay que confinarse y guardar la
distancia física de unos dos metros entre las personas; lavarse las manos mata al virus). Un
problema con esta estrategia suele ser que, como los mensajes van tan depurados de identidad
difusión favorece la imitación inconsciente de lo que hagan u opinen los demás. Amplifica la
presión al conformismo, creándose un ethos colectivo de rechazo social de todo aquel que se
comporte u opine de modo diferente. De esta forma se crea una opinión mayoritaria que reduce
unanimidad entre los partidos políticos, agentes sociales, ausencia generalizada de crítica,
etcétera. Cuando se pretende llegar a toda la población ese nivel de inclusividad entre emisor y
público es indispensable.
individuo en las creencias propias de un grupo ya constituido del que forma parte y que ajusta
los nuevos acontecimientos a la ideología de éste. El contenido del mensaje no está aquí
interesa por sí misma, sino en tanto que resulte pertinente para reforzar la militancia de sus
grupo. El análisis de la información no se hace con un imperativo de objetividad, sino para que
Como los dos grandes vectores de la pandemia y confinamiento que estamos viviendo
que esta estrategia de comunicación se aplica sobre todo a estas últimas. Cada grupo dispone así
de sus “expertos doctrinales” que hacen de transformadores entre las contingencias exteriores y
la ortodoxia del grupo. El grupo es como un holograma que sin perder nada de su identidad se
reconstruye una y otra vez en realidades nuevas y refleja en él los nuevos eventos. De este modo
también inscribe en el objeto una parte de su representación, y por lo tanto contribuye a elaborar
la representación colectiva del objeto —la prensa conservadora como El Mundo o el ABC
describe disturbios y dudas sobre la actuación gubernamental o alarma sobre las tendencias
conflictivas entre dos grupos, partidos, comunidades, países, religiones, etcétera. Para ello
aplica una representación maniquea de los grupos: el bueno (el mío) y el malo (el otro). Crea así
una representación estereotipada del propio grupo y del otro grupo. La puesta en escena siempre
es la misma: trasmitir una representación de fuerza y superioridad del propio grupo recurriendo
desinformación, aspecto clave para que la propaganda sea eficaz y lleve a la acción —como los
discursos “hay que dejar que mueran los abuelos para preservar nuestra economía y estilo de
vida” o “la OMS es una organización pro-China y sus opiniones son anti-EEUU”.
17
Es así como desde la teoría de las RRSS se plantean distintas modalidades de influencia
compartidas sobre esta enfermedad que irán elaborando las personas y los grupos. El contenido
objetivación
más familiar, eventualmente lo hace menos amenazador (Moscovici, 1976). En las primeras
etapas de la pandemia del COVID-19 se planteó su parecido con el ciclo anual de gripe,
El anclaje también sirve para defender la autoestima colectiva. En este sentido, una
extranjeros o grupos marginados —la gripe de 1918 se calificó de española, la sífilis de viruela
francesa, la rubeola de sarampión alemán (Smith et al., 2015). Los estudios han demostrado que
grupo en el que se originó el foco epidémico queda estigmatizado como peligroso —como en el
caso de los habitantes de Wuhan rechazados cuando se desplazan. Habrá que ver si el estigma
sobre el asiático fuera de China se mantiene. En los casos de epidemias previas ese repudio al
asiático no se dio.
El tema de las practicas anti higiénicas se ha llegado a aplicar al caso del COVID-19,
por ejemplo, al tildarlo de “virus chino” (Trump dixit). Es una zoonosis o una enfermedad que
pasa del animal al ser humano. El contenido de esta representación es el siguiente: los chinos
comen cosas “asquerosas” como animales salvajes (murciélagos), a partir de los cuales los virus
se transmiten y adaptan al ser humano. Además, tienen por costumbre rituales extraños, como
18
los mercados “húmedos” y escupir (Eicher y Bargerter, 2015; Smith et al., 2015). Estas
conductas son una desviación del ethos occidental de autocontrol, y esto es coherente con los
2015). También dimana del miedo, la ira y la xenofobia, particularmente de personas con
tendencia autoritaria de derechas. Por otro lado, personas con un alto grado de narcisismo
grupo nacional, suelen estar más de acuerdo con esa representación y muestran mayor ilusión de
invulnerabilidad. Estudios previos de Eicher y Bangenter, (2015) y Taylor (2019) sugieren que
por EEUU (o por China) para debilitar a China y a la UE (o para debilitar a EEUU). Estas
poderosos. La percepción de que el mundo es un lugar peligroso, suele asociarse con ideas
algunos atributos en un núcleo figurativo. Las metáforas juegan un papel importante, como la de
una persona o grupo social personifican una idea o problema (Pérez, 2004). Las epidemias se
personifican en héroes, villanos y víctimas. Los primeros son los expertos científicos
principalmente como creíbles, dignos de confianza y que cargan con el peso de curar a los
19
enfermos (Eicher y Bargerter, 2015). Este fenómeno se está dando en el caso de la epidemia del
coronavirus. Los villanos personificados de la crisis sanitaria son, por un lado, los periodistas y
medios de comunicación, acusados de utilizar el miedo para sus propios intereses y de ser títeres
de las clases dominantes y de las empresas. Por otro lado, el papel de los villanos también se
atribuye a los empresarios y a la industria farmacéutica, que se lucran con la venta a precio de
oro de productos sanitarios. También las personas de a pie, en cuanto conforman multitudes
“descerebradas”, terminan siendo una ontologización de los villanos. En fases críticas de las
pandemias se emiten descripciones de pánico, se plantea que se está ante una crisis "fuera de
perezoso, guiado por heurísticos y presa de decisiones disfuncionales (van Bavel et al., 2020).
Reicher et al. (2020) hacen un retrato de esta representación que tiene buena parte de la
psicología mainstream del pensamiento lego. La describen así: “que parte de una visión de las
personas como “razonadores frágiles”. Presupone que nuestra comprensión del mundo está
distorsionada por múltiples prejuicios; que nos resulta difícil manejar información compleja,
lidiar con el riesgo y la incertidumbre. Carecemos de la voluntad para lidiar con la presión y
cuando nos reunimos en grupos. Nuestra razón se atrofia, nuestras emociones se intensifican y
se propagan como una infección. Perdemos el control. Actuamos de forma irracional. Entramos
en pánico. En el mejor de los casos, las personas no pueden cuidarse a sí mismas. En el peor,
exacerban el problema original con sus respuestas disfuncionales: agotan las existencias en las
tiendas, exigen recursos médicos escasos que no necesitan, se niegan a acatar las medidas que
Dado que la gente es tan infantil en una crisis, necesitan que el gobierno los cuide” (Reicher et
impedir que gente pudiente se desplazara hacia sus residencias vacacionales y en Méjico se
sus efectos diferenciales según las clases sociales (en detrimento de las clases populares con
representación del villano rico. Por otro lado, cuando el sistema de salud informa
insistentemente en lo que cada persona debe hacer para evitar enfermarse, reforzando la
otro villano. Finalmente, la enfermedad se personificará en sus víctimas —el coronavirus está
reforzando estereotipos “edadistas” (mueren los viejos) y negativos de otros países (“¡qué
horrible que será en…!”). Por último, en fases avanzadas se cuestiona al gobierno, tanto en las
redes sociales, como en los medios de comunicación. El comentario tiene como contenido una
enojada revisión de la anterior garantía del gobierno de que la situación era segura para las
personas y los gobernantes son personificados como villanos (Eicher y Bargerter, 2015; Idoiaga
y Valencia, 2018). Cuando la epidemia se masifique es probable que esta representación del
sociopolítica.
intentado dar pistas sobre cómo se forman, evolucionan y se articulan con las conductas
colectivas las creencias de sentido común. No se trata de examinarlas como meras creencias
irracionales, sino al contrario, de entender como estas asimilan creativamente los discursos
Referencias