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Dicha situación ya había sido entrevista por Augusto Compte (1798-1857), el padre
del positivismo, al sostener que en la etapa final del período positivo el hombre
abandonará la búsqueda de absolutos y únicamente se abocará a dominar las leyes
de lo contingente. A la visión trascendente le sucedería la visión secularizada del
mundo. Esto sería descrito magistralmente en el siglo veinte por Heidegger (1889-
1976) como el fin de la metafísica, el olvido del ser y el triunfo del nihilismo. El
eminente semiólogo italiano Umberto Eco también ha descrito este tránsito
histórico de lo trascedente a lo inmanente en una famosa novela policial, situada
en los Alpes italianos en 1327, muy leída en nuestro tiempo, "El nombre de la
Rosa", donde su protagonista Guillermo de Baskerville trata de investigar las causas
lógicas y empíricas de los crímenes que se suceden en el monasterio, método que
rompía con las pautas medievales.
Pues bien, este nuevo ambiente cultural de fin de los absolutos ha provocado
un revival del neopaganismo contemporáneo donde la espiritualidad es difusa,
sincrética, mágica, y fantástica. El neopaganismo es una variopinta conglomeración
de creencias politeístas, panteístas hinduístas, germanas, celtas, egipcias, griegas,
romanas, y precolombinas, que lo único que tienen en común es su colisión con
el fundamento trascendente del cristianismo. El movimiento neopagano actual
está en incesante variación y vive en medio de un "cisma perpetuo", es por ello
que no parecen muy numerosos pero la realidad es lo contrario, se halla muy
extendido en los modernos centros urbanos y burgueses, lo contrario de lo que
fue en sus comienzos históricos que se trataba de una masa campesina que
profesaba la fe en los antiguos dioses.
Como es conocido en los primeros siglos del cristianismo la población urbana
estaba conformada por cristianos o por partidarios de algunas de las escuelas
filosóficas, en cambio hoy una gran masa de población urbana es neopagana en
sus diversas variantes (politeísmas, mágicas, esotéricas, gnósticas, demonológicas,
etc) y el sector poblacional minoritario, el campesino, sigue siendo cristiano. Por
tanto, es necesario actualizar la tradicional concepción del paganismo dada por
los primeros escritores cristianos al definirla como la expresión religiosa de griegos
y romanos, para ofrecer una más acorde a los tiempos actuales, a saber, es la
expresión religiosa de extensas capas de la secularizada población urbana moderna
que revive la creencia en el politeísmo sobre la base del descontento en el Dios
trascendente cristiano.