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EL DISCÍPULO

Libro de Alumno

La Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico

Eliezer Álvarez Díaz, Editor General


Copyright © 2020 La Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.

La revista El Discípulo es publicada semestralmente por la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en


Puerto Rico, con el propósito de contribuir al proceso de educación cristiana de sus congregaciones y
feligreses. Las lecciones se basan en el International Sunday School Lessons y han sido utilizadas con
el permiso requerido del Committee on Uniform Series. Los textos bíblicos utilizados en las lecciones
—Reina Valera de 1995 y Versión Popular— tienen los permisos correspondientes de las Sociedades
Bíblicas Unidas.

Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación o
transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o
de otro modo, sin el permiso expreso por escrito del editor.

Revista El Discípulo: Edición Especial Digital 2020


ISBN-13: 978-1-68169-057-5

Rvdo. Eliezer Alvarez Díaz, Editor General


publicaciones@discipulospr.org

Rvdo. Miguel A. Morales Castro, Pastor General ICDCPR


pastorgeneral@discipulospr.org

Diseño de portada: Melissa Barbosa Cruz


COLABORADORES

EDITOR GENERAL
Rvdo. Eliezer Álvarez Díaz

EDITORA EJECUTIVA
Rvda. Geritza Olivella Santana

DISEÑO GRÁFICO
Melissa Barbosa Cruz

ESCRITORES Y ESCRITORAS
Rvdo. Eliezer Álvarez Díaz
Rvdo. Miguel A. Morales Castro
Rvdo. Isaías Narváez Santos
Rvda. Amarylis Alvarado Martínez
Dr. Carmelo Álvarez Santos
Dr. Justo L. González
Rvdo. Juan Figueroa Umpierre
Rvdo. Benjamín Santana Santana
ÍNDICE

PRESENTACIÓN
Rvdo. Eliezer Álvarez Díaz, Ph.D.

CRISIS, ESPERANZA Y FIDELIDAD


Rvdo. Miguel A. Morales Castro

PRIMERA UNIDAD: MANEJO DE CRISIS


Rvdo. Isaías Narváez Santos y Rvda. Amarylis Alvarado Martínez

LECCIÓN 1: ¿EN QUÉ CONSISTE UNA CRISIS?


TEXTO BÍBLICO: 1 Samuel 17.1-10

LECCIÓN 2: EFECTOS DE UNA CRISIS


TEXTO BÍBLICO: 1 Samuel 17.11-31

LECCIÓN 3: SUPERA LA CRISIS


TEXTO BÍBLICO: 1 Samuel 17.32-51

LECCIÓN 4: RENOVACIÓN Y RESTAURACIÓN


TEXTO BÍBLICO: Isaías 40.25-31

SEGUNDA UNIDAD: LAS NOCHES OSCURAS DEL


ALMA
Dr. Carmelo Álvarez Santos

LECCIÓN 5: LAS RECOMPENSAS DE LA PACIENCIA


TEXTO BÍBLICO: Habacuc 2.1-5; 3.17-19

LECCIÓN 6: HAY REDENCIÓN


TEXTO BÍBLICO: Job 19.1-7, 23-29

LECCIÓN 7: FIDELIDAD DESAFIANTE


TEXTO BÍBLICO: Job 24.1, 9-12, 19-25

LECCIÓN 8: ¿QUIÉN ESTÁ EN CONTROL?


TEXTO BÍBLICO: Job 42.1-10
LECCIÓN 9: UN LUGAR DE PAZ
TEXTO BÍBLICO: Ezequiel 43.1-12

TERCERA UNIDAD: VISIONES DE ESPERANZA


Dr. Carmelo Álvarez Santos

LECCIÓN 10: LUGARES ESPECIALES


TEXTO BÍBLICO: Ezequiel 43.13-21

LECCIÓN 11: AGUA DE VIDA


TEXTO BÍBLICO: Ezequiel 47.1, 3-12

LECCIÓN 12: UN NUEVO COMIENZO


TEXTO BÍBLICO: Ezequiel 47.13-23

LECCIÓN 13: PALABRAS DE ESPERANZA


TEXTO BÍBLICO: Isaías 52.1-2, 7-12

CUARTA UNIDAD: EL NACIMIENTO PROMETIDO


Dr. Justo González

LECCIÓN 14: HA NACIDO UN NIÑO


TEXTO BÍBLICO: Rut 4.13-17; Mateo 1.1-6

LECCIÓN 15: UNA SEÑAL INESPERADA


TEXTO BÍBLICO: Isaías 7.13-17; Lucas 1.30-38

LECCIÓN 16: UN NACIMIENTO ÚNICO


TEXTO BÍBLICO: Mateo 1.18-25

LECCIÓN 17: EN BUSCA DEL NIÑO


TEXTO BÍBLICO: Mateo 2.7-9, 16-23

QUINTA UNIDAD: PALABRA, AMOR Y SERVICIO


Rvdo. Juan Figueroa Umpierre

LECCIÓN 18: INSPÍRATE EN LA PALABRA DE DIOS


TEXTO BÍBLICO: 2 Timoteo 3.14−4.2

LECCIÓN 19: AMA COMO CRISTO


TEXTO BÍBLICO: 1 Juan 3.11-18
LECCIÓN 20: SIRVAMOS EN ESPÍRITU Y EN VERDAD
TEXTO BÍBLICO: 1 Juan 3.18; Filipenses 2.5-11

LECCIÓN 21: COMPARTAMOS LAS BUENAS NUEVAS


TEXTO BÍBLICO: Juan 4.23-38

LECCIÓN 22: CREZCAMOS EN LA PALABRA, EL AMOR Y


EL SERVICIO
TEXTO BÍBLICO: 2 Timoteo 3.16-17; Efesios 4.16-17

LECCIÓN 23: VISIÓN, COMPASIÓN Y ACCIÓN


TEXTO BÍBLICO: Marcos 6.33-44

SEXTA UNIDAD: MODELOS DE FE, OBEDIENCIA Y


COMPROMISO
Rvdo. Benjamín Santana Santana

LECCIÓN 24: LAS PARTERAS


TEXTO BÍBLICO: Éxodo 1.8-21

LECCIÓN 25: JOSUÉ


TEXTO BÍBLICO: Josué 3.1-13

LECCIÓN 26: LA MADRE DE SANSÓN


TEXTO BÍBLICO: Jueces 13.1-7a, 8-13, 24

LECCIÓN 27: ISAÍAS


TEXTO BÍBLICO: Isaías 6.1-8

EDUCACIÓN Y MISIÓN
ESTUDIO BÍBLICO: PERSEVERANTES EN LA
ESPERANZA
Dr. Justo L. González
1.LA ESPERANZA, PUENTE DEL TEMOR AL GOZO
2.POCAS PALABRAS QUE DICEN MUCHO
3.LA DOCTRINA DE LOS APÓSTOLES
4.LA COMUNIÓN
5.EL PARTIMIENTO DEL PAN
6.LAS ORACIONES
7.EL FAVOR DEL PUEBLO

NOTAS BIOGRÁFICAS
PRESENTACIÓN
Rvdo. Eliezer Álvarez Díaz, Ph.D.

«Crisis, esperanza y fidelidad» es el tema general de nuestra primera


edición digital de la revista para la educación cristiana transformadora El
Discípulo. Sin lugar a dudas, el año 2020 es un año para la historia. Un año
en el que nuestra resiliencia se ha ejercitado sin precedentes. Esta publicación
es un ejemplo de ello.
Nuestra revista inició en el año 1992. Por varios años habíamos
considerado la idea de producir una versión digital, pero no había sido viable.
Sin embargo, esta crisis lo ha hecho posible. Ahora podremos acceder el
material de estudio a través de nuestros dispositivos electrónicos desde
dondequiera que estemos. Aunque no podamos reunirnos como de costumbre
en nuestros salones de clase, es impostergable seguir nutriéndonos con la
Palabra de Dios. La crisis vivida nos impulsa a recurrir a nuestro Creador
cada día para procurar su ayuda y dirección.
Este volumen incluye una compilación de veintisiete lecciones bíblicas,
agrupadas en seis unidades, y un estudio bíblico con temas pertinentes para
fortalecer nuestra fe, afirmar nuestra esperanza y ser fieles a Dios en medio
de las crisis. Así lo destaca nuestro pastor general, Rvdo. Miguel A. Morales
Castro, en su artículo: «Sin que lo hubiésemos planificado, la experiencia de
la actual pandemia se ha convertido en un ejemplo viviente de cómo Dios
cambia las crisis en oportunidades, llena el mismo espacio con esperanza y
nos invita así a la fidelidad».
La primera unidad, bajo el tema «Manejo de crisis», fue escrita por el
Rvdo. Isaías Narváez Santos y la Rvda. Amarylis Alvarado Martínez. Las
cuatro lecciones de esta unidad tratan el tema de la crisis desde una
perspectiva constructivista. El estudio de los pasajes bíblicos en 1 Samuel e
Isaías nos permitirá ver las crisis como oportunidades de aprendizaje,
transformación, crecimiento y madurez.
La segunda unidad, «Las noches oscuras del alma», y la tercera unidad,
«Visiones de Esperanza», fueron escritas por el Dr. Carmelo Álvarez Santos.
Estas lecciones exploran pasajes bíblicos de Job, Isaías, Ezequiel y Habacuc
en los que se presentan las crisis y el sufrimiento humano con un sentido de
esperanza, paciencia y redención.
La cuarta unidad, «El nacimiento prometido», consta de cuatro lecciones
para la época de Adviento, tiempo de esperanza y expectación. Éstas fueron
escritas por el Dr. Justo González. Mediante el estudio de los pasajes bíblicos
en Rut, Isaías, Mateo y Lucas veremos la conexión entre la historia de Israel
y su cumplimiento en el advenimiento de Jesús. Además, examinaremos las
implicaciones del nacimiento de Jesús para nuestras vidas.
La quinta unidad, «Palabra, amor y servicio», agrupa seis lecciones
acerca de los temas de nuestras pasadas cinco convenciones anuales y la del
próximo año, escritas por el Rvdo. Juan Figueroa Umpierre. Los textos
bíblicos se encuentran en Marcos, Juan, Efesios, Filipenses, 2 Timoteo y 1
Juan. El estudio consecutivo de estas lecciones nos permitirá consolidar la
secuencia temática de los pasados años y proyectarnos hacia el nuevo año
inspirados por la Palabra, para tener una visión clara, un corazón compasivo
y actuar conforme al propósito de Dios.
La sexta unidad, «Modelos de fe, obediencia y fidelidad», incluye cuatro
lecciones que presentan una galería de testimonios bíblicos sobre la fidelidad
y el compromiso en medio de grandes desafíos. Éstas fueron escritas por el
Rvdo. Benjamín Santana Santana y se basan en pasajes bíblicos de Éxodo,
Josué, Jueces e Isaías.
Pasando a la sección de «Educación y Misión» encontramos un estudio
bíblico titulado «Perseverantes en la esperanza», escrito por el Dr. Justo
González. A la luz del pasaje bíblico, tomado del libro de los Hechos,
podremos afirmar nuestra esperanza, perseverar en ella y así tener el poder
para sobreponernos a las fuerzas esclavizadoras del temor.
Finalmente, les recuerdo que puede encontrar material de apoyo en
nuestra página de Internet: www.eldiscipulo.org.
Pidámosle a Dios sabiduría, que su Palabra Viva nos inspire, su Espíritu
Santo nos capacite y podamos superar toda crisis con un sentido de esperanza
y fidelidad. ¡Que así nos ayude Dios!
CRISIS, ESPERANZA Y FIDELIDAD
Rvdo. Miguel A. Morales Castro, Pastor General

Muy amados en el Señor, al leer este escrito estás siendo parte de un


momento histórico, pues estás leyendo de la primera edición de la revista El
Discípulo en su modalidad digital. En sus 29 años de publicación, esta es la
primera edición completamente digital. Aunque publicar la revista El
Discípulo de forma digital era algo que habíamos pensado desde hace un
tiempo atrás, es la actual pandemia la que nos ha empujado a esta novedad.
Sin que lo hubiésemos planificado, la experiencia de la actual pandemia se ha
convertido en un ejemplo viviente de cómo Dios cambia las crisis en
oportunidades, llena el mismo espacio con esperanza y nos invita así a la
fidelidad.

Crisis
La Palabra de Dios es muy franca en el tema de las crisis. El propio
Jesús lo afirmó: «…en el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he
vencido al mundo» (Juan 16.33). No somos invitados al escapismo en medio
de la noche oscura de la tribulación. Somos invitados a superar las crisis por
medio de nuestra fe en Jesucristo.
En el catálogo de los héroes de la fe en el capítulo 11 de la carta a los
Hebreos, se dice de algunos de ellos: «Otros experimentaron vituperios y
azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados,
puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá
cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados;
de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los
montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra» (Hebreos 11.36-38). A
ello debemos añadir la experiencia de la Cruz del Calvario de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo. No hay crisis más grande que esa. La Biblia no enseña
que los buenos no sufren en este mundo. No es correcto pensar que la crisis
no nos ha de visitar si vivimos en amor. Este mundo no es el infierno para
que los malos tengan crisis ni es el cielo para que los buenos sean premiados.
Este mundo, con sus aflicciones y crisis, nos provee el escenario perfecto
para ejercitar y vivir por la fe.
A los creyentes perseguidos, a quienes se les dirige originalmente la
carta a los Hebreos, se les dice: «Pero traed a la memoria los días pasados, en
los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de
padecimientos; por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones
fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que
estaban en una situación semejante. Porque de los presos también os
compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo
que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos»
(Hebreos 10.32-34). Claramente se les dice que luego de recibir a Jesús como
su Señor y Salvador personal sostuvieron gran combate de padecimientos.
Una parte importante de la vida cristiana presupone enfrentar dolor y crisis en
la vida. Todos las tenemos que pasar. Vencer las crisis por la fe implica creer
que las crisis son pasajeras y que la bendición de Dios es permanente. Por
ello el texto también dice: «No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene
grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo
hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, y el
que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; y si
retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que
retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del
alma» (Hebreos 10.35-39).
La fe nos invita a encontrar posibilidades en medio de las pruebas. La
crisis de los jóvenes en Babilonia que los llevó a caer en un horno de fuego
ardiendo abrió posibilidades. La primera es darse cuenta de que el fuego
había consumido las amarras que le ataban. Al caer en el fuego, sus manos
quedaron libres. En segundo lugar, observaron que la crisis, aunque triste y
aterradora, no los estaba destruyendo. Estaban presos dentro de un horno de
fuego, pero no estaban destruidos. Tercero, y quizás lo más importante, es
darse cuenta de que Dios estaba con ellos en el horno de fuego. No es
correcto pensar que si estamos en medio de una crisis, eso significa que Dios
nos abandonó. Todo lo contrario. Ahora es que su presencia se manifiesta de
una manera particular. Los que miraban desde lejos la interioridad del horno
ardiendo se percataron que el enviado de Dios caminaba entre ellos. Cuarto,
es un testimonio para el mundo que sigamos caminando en medio del fuego
de la crisis. Cuando el fuego de la crisis no nos destruye, con nuestro caminar
damos gloria al Dios que abre oportunidades y caminos nuevos en medio de
la aflicción.
En las crisis, Dios siempre abre una puerta de esperanza. Como dice 1
Corintios 10.13 en la Versión Dios Habla Hoy: «Ustedes no han pasado por
ninguna prueba que no sea humanamente soportable. Y pueden ustedes
confiar en Dios, que no los dejará sufrir pruebas más duras de lo que pueden
soportar. Por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios les dará también la
manera de salir de ella, para que puedan soportarla». Al lado de cada agua
amarga en la vida hay un árbol que la endulza (véase Éxodo 15.22-25). La fe
nos abre los ojos del alma para ver la oportunidad que encierra la crisis. Y
Dios la llena de esperanza.

Esperanza
¿Cuál era la esperanza del cojo que estaba frente a la puerta de la
Hermosa? Su esperanza estaba circunscrita a su experiencia previa. Su
esperanza estaba en la limosna que pudiera brindarle alimento para sobrevivir
ese día. Porque esa era la fuente de su esperanza, su mirada estaba puesta en
los que entraban por la puerta de la Hermosa que iban hacia el templo.
Miraba con detenimiento las vestiduras de los que entraban. La experiencia le
había enseñado que las personas con vestiduras más humildes eran más
generosos que los que vestían de púrpura y lino fino. Y le pareció bien
extender su mirada y su mano hacia Pedro y Juan. La Biblia se expresa así:
«Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. Entonces él les
estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo: No tengo plata
ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret,
levántate y anda» (Hechos 3.4-6). Tener la mirada puesta en lo que no es,
revela que la fuente de nuestra esperanza es la equivocada.
La esperanza del cojo estaba en lo que lo dejaba igual y no resolvía su
problema fundamental. Creía que la solución a su problema era económica,
cuando la causa de su crisis no era el dinero. Nos ocurre a todos y a todas
cuando ponemos nuestra mirada en lo que no es la verdadera solución. A
veces la esperanza nuestra está equivocadamente en un trabajo, en una
propiedad y en cosas pasajeras. Nos olvidamos de lo fundamental y
permanente. La verdadera esperanza llega a nosotros por Jesucristo y ella nos
invita a levantarnos y a caminar por la fe. Hay algo peor que tener una falsa
esperanza y es sencillamente, haber perdido toda esperanza.
Hechos 27 nos describe el naufragio que sufrió Pablo mientras era
llevado prisionero a Roma. En medio de una tormenta echaron al mar la carga
y todo el equipo del barco. Dice la Palabra: «Y no apareciendo ni sol ni
estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya
habíamos perdido toda esperanza de salvarnos» (Hechos 27.20). Quienes
perdieron la esperanza, perdieron las fuerzas para luchar y dejaron de comer.
Como hemos dicho antes, los pueblos que pierden la esperanza, pierden las
fuerzas para luchar. La alternativa a la desesperanza vino del cielo. Dios
envió un ángel que compartió con Pablo la palabra que Dios le enviaba:
«Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios
te ha concedido todos los que navegan contigo» (Hechos 27.24). Con esa
palabra les fue devuelta la esperanza que da fuerza para ver oportunidades en
medio de las crisis. La Palabra de Dios tiene poder para transformar los
cementerios de nuestros sueños en ejércitos de esperanza. La esperanza que
nace en la Palabra de Dios cambia el inmovilismo en transformaciones
gloriosas que invitan a la fidelidad.

Fidelidad
Las crisis no invitan a la fidelidad. La fidelidad del Dios que transforma
las crisis en oportunidades, sí. La desesperanza no invita a la fidelidad. El
Dios que cambió la muerte en resurrección, sí. La fidelidad de Dios alimenta
nuestra fe y nos compele a serle fieles a Él. No poniendo nuestra mirada en
las cosas del presente siglo, que son pasajeras, sino poniendo nuestra mirada
en la increada e inalterable fidelidad de la Palabra de Dios.
Ante la crisis provocada por el arresto de Jesús, Pedro negó al Señor tres
veces. Fue una falta de fidelidad que ya Jesús le había anunciado. Justo
después de Jesús anunciarle a Pedro sobre su triada de negaciones, Jesús
también le dice: «No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también
en mí». Queriendo implicar que la fortaleza de nuestra unión con Él no está
en nuestra fidelidad, sino en la de Él. No debemos turbarnos por nuestra
debilidad en medio de las crisis. El Dios soberano alcanzará levantarnos,
sanarnos, restaurarnos hasta que brote de nuestro ser la fidelidad, que es fruto
de su esperanza. Y sí, es cierto que Pedro negó a Jesús tres veces. Pero
también es cierto que Jesús lo buscó para restaurarle y hacerlo líder en su
Iglesia. De ahí en adelante Pedro fue fiel y creció en la fidelidad del
evangelio porque estaba anclado firme sobre la Roca de los siglos que es
Jesús.
Las crisis son oportunidades para que brille la esperanza y florezca por
medio de la fe que es en Cristo Jesús, nuestra fidelidad como respuesta a la
fidelidad de Dios. Por virtud de la Palabra, esperamos vencer las crisis, ser
llenos de la esperanza que no avergüenza y crecer en fidelidad. Les invito a
inspirarse en la Palabra de Dios, a amar como Cristo y a servir en espíritu y
en verdad. ¡Que así nos ayude el Señor!
PRIMERA UNIDAD: MANEJO DE CRISIS
Rvdo. Isaías Narváez Santos y Rvda. Amarylis Alvarado Martínez
LECCIÓN 1: ¿EN QUÉ CONSISTE UNA CRISIS?

TEXTO BÍBLICO: 1 Samuel 17.1-10

TEXTO ÁUREO:

«Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual


se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo». 1
Samuel 17.4

OBJETIVOS:

1. Orientar al educando sobre lo que significa una crisis para no


errar en la forma como las enfrenta. Que no considere las mismas
como innecesarias e inmerecidas, ya que de ellas al superarlas se ha
tenido una mejor visión de eventos en la vida.
2. Ilustrar mediante la historia de David y Goliat cómo podemos
enfrentar situaciones difíciles que nos dan la impresión de ser como
gigantes invencibles.

VOCABULARIO

CRISIS: Es el punto crucial al que llegan las personas cuando


enfrentan situaciones que inicialmente les parecen insolubles.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
1 Samuel 17.1-10
1 Los filisteos reunieron sus
1 Samuel 17.1-10
ejércitos para la guerra, se 1 Los filisteos juntaron sus
congregaron en Soco, que es de Judá,
ejércitos para la guerra y se reunieron
y acamparon entre Soco y Azeca, en
en Socó, pueblo que pertenece a Judá,
Efes-damim.
2 También Saúl y los hombres de acampando en Efes-damim, entre
Socó y Azecá.
Israel se reunieron, acamparon en el 2 A su vez, Saúl y los israelitas se
valle de Ela, y se pusieron en orden
de batalla contra los filisteos. reunieron y acamparon en el valle de
3 Los filisteos estaban sobre un Elá, preparándose para presentar
monte a un lado, e Israel estaba sobre batalla a los filisteos.
otro monte al otro lado, quedando el 3 Éstos tenían sus posiciones en un
valle entre ellos. monte, y los israelitas en otro,
4 Salió entonces del campamento quedando separados por el valle.
de los filisteos un paladín llamado 4 De pronto, de entre las filas de
Goliat, oriundo de Gat, que medía los filisteos salió un guerrero como de
seis codos y un palmo de altura. tres metros de estatura. Se llamaba
5 Llevaba un casco de bronce en Goliat y era de la ciudad de Gat.
su cabeza y vestía una coraza de 5 En la cabeza llevaba un casco de
malla; la coraza pesaba cinco mil bronce, y sobre su cuerpo una coraza,
siclos de bronce. también de bronce, que pesaba
6 En sus piernas tenía canilleras cincuenta y cinco kilos.
de bronce y una jabalina de bronce a 6 Del mismo metal eran las placas
la espalda. que le protegían las piernas y la
7 El asta de su lanza era como un jabalina que llevaba al hombro.
rodillo de telar y la punta de su lanza 7 El asta de su lanza era como un
pesaba seiscientos siclos de hierro. rodillo de telar, y su punta de hierro
Delante de él iba su escudero. pesaba más de seis kilos. Delante de
8 Goliat se paró y dio voces a los él iba su ayudante.
escuadrones de Israel, diciéndoles: 8 Goliat se detuvo y dijo a los
—¿Para qué os habéis puesto en soldados israelitas:
orden de batalla? ¿No soy yo el —¿Para qué han salido en orden
filisteo y vosotros los siervos de de combate? Puesto que yo soy un
Saúl? Escoged de entre vosotros un filisteo, y ustedes están al servicio de
hombre que venga contra mí. Saúl, elijan a uno de ustedes para que
9 Si él puede pelear conmigo y baje a luchar conmigo.
me vence, nosotros seremos vuestros 9 Si es capaz de pelear conmigo y
siervos; y si yo puedo más que él y vencerme, nosotros seremos esclavos
lo venzo, vosotros seréis nuestros de ustedes; pero si yo lo venzo,
siervos y nos serviréis. ustedes serán nuestros esclavos.
10 Hoy yo he desafiado —añadió 10 En este día, yo lanzo este
el filisteo— al campamento de desafío al ejército de Israel: ¡Denme
Israel; dadme un hombre que pelee un hombre para que luche conmigo!
conmigo.
BOSQUEJO

1. Origen de la crisis: ¿Qué significaba para Israel la llegada y el


reto de Goliat?
1. Su aparición sorpresiva
2. Su apariencia
2. El reto al pueblo: Impacto y efectos
1. Su objetivo
2. Su efecto

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
1 Samuel 17.1-10
Tomemos en cuenta algunas de las características de Goliat y su
presencia ante los ejércitos de Israel. Su tamaño y la forma en que estaba
vestido, más sus destrezas en hacer la guerra, daban la apariencia de ser
invencible. Si Goliat representa una crisis a la que tenemos que enfrentar y
nos reta a luchar, veamos qué comenta el psicólogo Norman Wright sobre las
mismas: una crisis en el diccionario Webster se define como un «momento
crucial» y «un punto de cambio en el curso de algo» (N. Wright: Cómo
aconsejar en situaciones de crisis, pág. 18).
Lo que interesa en las crisis son las actitudes de las personas en cuyo
ambiente estas se dan. Si asumimos la actitud de impresionarnos por su
apariencia y le aumentamos la intensidad, esto va a contribuir mucho en el
tiempo que nos tomaremos en superarla.
La descripción que nos dan estos diez versículos es que la presencia y
apariencia de Goliat intimidada y generaba miedo en Saúl y los israelitas.
Esto se nota cuando David decide luchar contra él y Saúl se lo quiere
impedir.
Se debe tener claro que no importa lo que provoque las crisis, estas no
siempre generan resultados malos o nocivos a quienes pasan por ellas y las
enfrentan. Noten cómo en los siguientes textos de la Biblia se proyecta un
enfoque positivo cuando se tiene que atravesar por ellas: Salmo 23.4; 34.1-5;
121; Isaías 40.31; Habacuc 3.17-19.
A veces, en los tiempos de bonanza nos estancamos y no crecemos. La
tormenta nos conciencia que debemos acudir a Cristo y despertarlo en nuestra
interioridad. Esas crisis que generan esas actitudes ni son extrañas ni
innecesarias, sino necesarias.
Las crisis se pueden generar o surgir de uno o diversos factores. Surgen
por pérdidas de tipo afectivo o cosas a las que estamos afectivamente
relacionados. Al perder algo que para uno tiene un significado especial se
tienen que producir efectos agobiantes.
Como en el caso de Goliat, cuya presencia impresiona, el problema es
que suelen ocurrir cuando no se esperan o se está preparado para recibirlas.
(Este fue el caso de la viuda en 2 Reyes 4.1-7.) Al no estar preparados para
recibir la crisis, muchos nos hacemos vulnerables a estas. Si se lee el Salmo
137, el lector se percata que por las expresiones y actitudes de los cautivos
estos no estaban preparados para la crisis que enfrentaban. Si se lee Ezequiel
1.1 se dará cuenta cómo uno que estaba entre ellos tuvo una visión diferente
de las crisis por las cuales él y su pueblo atravesaban.
Las crisis como Goliat retan a quien las tiene que enfrentar. Las palabras
de Goliat en 17.9, revelan claramente el fruto que podría generarse
dependiendo de cómo la enfrentemos. Nos podemos enseñorear de ella
eliminando sus efectos negativos, destacando los positivos; o nos dejamos
vencer huyendo de los retos y obstáculos que estas nos presentan para vivir
atados mirando a las metas que no alcanzamos.
Para determinar si se puede o no luchar contra una crisis hay que mirarla
como David a Goliat y no como Saúl. Se puede enfrentar y luchar contra ella
si destacamos más en nosotros la unción y presencia de Dios que la
apariencia del problema. Este análisis lo haremos más amplio y profundo en
el encuentro entre David y Goliat.
Un dato que debo añadir y que se comentará en otra lección es que,
además del tamaño de Goliat, los filisteos usaban una táctica de guerra que
los hacía invencibles. Había cinco ciudades ocupadas por los filisteos en
tierra cananea: Asdod, Gat, Ecrón, Ascalón y Gaza. Al salir una a la guerra
con su líder y ejército se le unían las demás con sus ejércitos y líderes. Goliat
dirigía el ejército de Gat. Si la ciudad en guerra estaba perdiendo, las otras se
le unían para combatir sus opositores.
Este hecho conocido por Saúl y los israelitas los podía intimidar. Esta
raza, que era temida, si se enfrentaba y se vencía traería paz y tranquilidad a
la nación. Para lograr ese efecto había que aceptar el reto que la presencia de
Goliat y los filisteos representaban.
APLICACIÓN
Este relato, cuyos elementos solo relatan el posible origen de una
batalla, nos motivó a crear el tema: ¿En qué consiste una crisis? Hemos dado
una amplia visión de lo que Goliat representa y del reto que le lanza a la
nación de Israel. Sin lugar a dudas se ha generado una crisis ante una nación
y esta requiere una solución.
Una crisis puede abrirle una puerta a una persona, familia o nación para
diferentes logros, según sea su necesidad. A José le abrió las puertas para
salvar a su raza y la egipcia. Muchos otros ejemplos bíblicos como el de los
jóvenes hebreos, Daniel, Agar, la viuda de las vasijas de aceite, Jesús, Pablo,
entre otros, son modelos de cómo se enfrentan y vencen los obstáculos del
camino.
El estado anímico en el cual se halla una persona al surgirle una crisis es
muy importante. A los que se sienten seguros de sí mismos cuando les sucede
algo que los afecte, aunque sientan el efecto, lo procesan bien y terminan
fortalecidos. La actitud que asumamos ante las crisis es la que le dará el
tamaño o intensidad y las perpetuará más tiempo del necesario. Dependiendo
de la actitud, ensanchamos o reducimos, o convertimos un grano de arena en
un desierto o convertimos el desierto en un campo de trigo.
Recomendamos que en ese estado de depresión o debilidad emocional
en que se anegan las personas en las crisis no se tomen decisiones. Es un
momento en el cual la pasión o la emoción nublan la razón. Es el momento
en la Biblia en que los hermanos de José deciden matarlo y luego lo venden
como esclavo. Es el momento en el cual Agar echa a Ismael en el suelo del
desierto como a 50 pies de ella para no verlo morir al faltarle el agua y el pan.
A veces se dan situaciones conflictivas en el matrimonio que el
consejero las escucha y orienta a la pareja. Se podrían generar dos resultados
con relación a las mimas si en ella media un consejero: se progresa y se
avanza hacia el fortalecimiento y mejoría en la relación; o se genera dolor y
hasta disolución conyugal dependiendo de la actitud de la pareja.
El problema con las crisis es que, aunque se nos dé ayuda, fortaleza y se
ore e interceda por nosotros, es quien la tiene el que la procesa para superarla.
Nadie puede dar los pasos por él o ella. Dios mismo apoyará y fortalecerá a
quienes tienen crisis, pero lo hará cuando vea que usan la fe y la confianza
para levantarse. La bendición le llegó al pródigo después que él tomó la
iniciativa de procesar su crisis.
Estas cosas las decimos por las tendencias que hay en algunas personas,
aun cristianas, a pensar que con las rodillas y los cánticos pueden resolver
crisis que requieren que se echen los pies a andar. Tomen el ejemplo de la
viuda en Lucas 18.1-8. Un adversario le provoca una crisis, ella oraba sin
cesar, pero también se levantaba e iba constantemente donde el juez para ver
el curso de su caso.
Seamos prácticos en nuestra manera de ser y pensar cristianamente. Dios
nos ha equipado para vivir en todo tiempo, en especial en el de crisis. Él no
puede hacer por mí lo que a mí me corresponde hacer. Cuando quiere que se
produzcan cambios positivos le ordena, aun a sus líderes, que se levanten si
se han dejado caer (Josué 7.7-10).
Esto lo deben tener claro todos los que adoran a Dios. En nuestra
relación con Él no se nos ha revelado ausencia de crisis, se nos ha enseñado a
ser más que vencedores. Estamos siguiendo las huellas por el valle de sombra
de muerte, pero con una vara y un cayado nos infunde aliento.

ORACIÓN
Padre nuestro, siempre que pienso en tu poder y grandeza y me amparo en tu
omnipotencia sé que en cualquier momento de crisis no me desampararás.
Tu omnipotencia me enseña que venceré a tu lado. Tu omnipresencia me
enseña que no importa el lugar en donde me encuentre siempre tendré tu
compañía. En el nombre de Jesús. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Salmo 91 Isaías 43.1-2; 16-19 Marcos 5.21-34
Martes Jueves Sábado
Salmo 46 Mateo 6.25-34 Jeremías 20.7-11
LECCIÓN 2: EFECTOS DE UNA CRISIS

TEXTO BÍBLICO: 1 Samuel 17.11-31

TEXTO ÁUREO:

«Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y


tuvieron gran miedo». 1 Samuel 17.11

OBJETIVOS:

1. Identificar emociones y actitudes que se han producido en las


crisis y que aún no han sido superadas.
2. Expresar el peligro de no identificar ni procesar las crisis a
tiempo.
3. Destacar la importancia de buscar ayuda cuando la necesitamos
para superar una crisis.

VOCABULARIO

INTIMIDAR: Se define como causar o infundir miedo. Al igual que


Goliat, muchas situaciones pueden representar gigantes que nos
intimiden y provoquen miedo.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
1 Samuel 17.11-31
11 Al escuchar Saúl y todo Israel
estas palabras del filisteo, se
turbaron y tuvieron mucho miedo.
12 David era hijo de aquel
hombre efrateo, oriundo de Belén
de Judá, llamado Isaí, el cual tenía 1 Samuel 17.11-31
11 Al oír Saúl y todos los israelitas
ocho hijos. En tiempos de Saúl este
hombre era ya viejo, de edad muy las palabras del filisteo, perdieron el
avanzada, ánimo y se llenaron de miedo.
13 y los tres hijos mayores de 12 Había un hombre de Belén
Isaí se habían ido a la guerra para llamado Jesé, que en tiempos de Saúl
seguir a Saúl. Los nombres de sus era ya de edad muy avanzada. Este
tres hijos que se habían ido a la hombre tenía ocho hijos, uno de los
guerra eran: Eliab, el primogénito, cuales era David.
el segundo, Abinadab, y el tercero, 13-14 Sus tres hijos mayores, Eliab,
Sama. Abinadab y Samá, se habían ido ya con
14 David era el menor. Saúl a la guerra. David, que era el
Siguieron, pues, los tres mayores a menor,
Saúl, 15 iba al campamento de Saúl, y
15 pero David había ido y volvía a Belén para cuidar las ovejas de
vuelto, dejando a Saúl, para su padre.
apacentar las ovejas de su padre en 16 Mientras tanto, aquel filisteo
Belén. salía a provocar a los israelitas por la
16 Salía, pues, aquel filisteo por mañana y por la tarde, y así lo estuvo
la mañana y por la tarde, y así lo haciendo durante cuarenta días.
hizo durante cuarenta días. 17 Un día, Jesé le dijo a su hijo
17 Y dijo Isaí a David, su hijo: David: —Toma unos veinte litros de
«Toma ahora para tus hermanos este trigo tostado, y estos diez panes, y
un efa de este grano tostado y estos llévalos pronto al campamento, a tus
diez panes; llévalo pronto al hermanos.
campamento a tus hermanos. 18 Llévate también estos diez
18 Estos diez quesos de leche los quesos para el comandante del
llevarás al jefe de los mil; fíjate si batallón. Mira cómo están tus
tus hermanos están bien y trae algo hermanos y tráeme algo que
de ellos como prenda.» compruebe que se encuentran bien.
19 Mientras tanto, Saúl, ellos, y 19 Mientras tanto, Saúl y los
todos los de Israel, estaban en el hermanos de David y todos los
valle de Ela, peleando contra los israelitas estaban en el valle de Elá
filisteos. luchando contra los filisteos.
20 Se levantó, pues, David de 20 Al día siguiente, David madrugó
mañana, y dejando las ovejas al y, dejando las ovejas al cuidado de
cuidado de un guarda, se fue con su otro, se puso en camino llevando
carga como Isaí le había mandado. consigo las provisiones que le entregó
Llegó al campamento cuando el Jesé. Cuando llegó al campamento, el
ejército salía en orden de batalla y ejército se disponía a salir a la batalla y
daba el grito de combate. lanzaba gritos de guerra.
21 Se pusieron en orden de 21 Los israelitas y los filisteos se
batalla Israel y los filisteos, ejército alinearon frente a frente.
frente a ejército. 22 David dejó lo que llevaba al
22 Entonces David dejó su carga cuidado del encargado de armas y
en manos del que guardaba el provisiones, y corriendo a las filas se
bagaje, y corrió al ejército; cuando metió en ellas para preguntar a sus
llegó preguntó por sus hermanos, si hermanos cómo estaban.
estaban bien. 23 Mientras hablaba con ellos, aquel
23 Mientras hablaba con ellos, guerrero filisteo llamado Goliat, de la
aquel paladín que se ponía en ciudad de Gat, salió de entre las filas
medio de los dos campamentos, de los filisteos y volvió a desafiar a los
llamado Goliat, el filisteo de Gat, israelitas como lo había estado
salió de entre las filas de los haciendo hasta entonces. David lo oyó.
filisteos diciendo las mismas 24 En cuanto los israelitas vieron a
palabras, y lo oyó David. aquel hombre, sintieron mucho miedo
24 Todos los hombres de Israel y huyeron de su presencia,
que veían a aquel hombre huían de 25 diciendo: «¿Ya vieron al hombre
su presencia y sentían gran temor. que ha salido? ¡Ha venido a desafiar a
25 Y cada uno de los de Israel Israel! A quien sea capaz de vencerlo,
decía: «¿No habéis visto a aquel el rey le dará muchas riquezas, le dará
hombre que ha salido? Él se su hija como esposa y liberará a su
adelanta para provocar a Israel. Al familia de pagar tributos.»
que lo venza, el rey le 26 Entonces David preguntó a los
proporcionará grandes riquezas, le que estaban a su lado: —¿Qué darán al
dará a su hija y eximirá de tributos hombre que mate a este filisteo y borre
a la casa de su padre en Israel.» esta ofensa de Israel? Porque, ¿quién es
26 Entonces habló David a los este filisteo pagano para desafiar así al
que estaban junto a él, diciendo: — ejército del Dios viviente?
¿Qué harán al hombre que venza a 27 Ellos respondieron lo mismo que
este filisteo y quite el oprobio de antes habían dicho, en cuanto a lo que
Israel? Porque ¿quién es este le darían a quien matara a Goliat.
filisteo incircunciso para que 28 Pero Eliab, el hermano mayor de
provoque a los escuadrones del David, que le había oído hablar con
Dios viviente? aquellos hombres, se enfureció con él y
27 El pueblo le repitió las le dijo: —¿A qué has venido aquí?
mismas palabras, diciendo: «Así se ¿Con quién dejaste esas cuantas ovejas
hará al hombre que lo venza.» que están en el desierto? Yo conozco tu
28 Al
oírlo hablar así con atrevimiento y tus malas intenciones,
aquellos hombres, Eliab, su porque has venido sólo para poder ver
hermano mayor, se encendió en ira la batalla.
contra David y le dijo: —¿Para 29 —¿Y qué he hecho ahora —
qué has descendido acá? ¿A quién contestó David—, si apenas he
has dejado aquellas pocas ovejas en hablado?
el desierto? Yo conozco tu soberbia 30 Luego se apartó de su hermano,
y la malicia de tu corazón; has y al preguntarle a otro, recibió la
venido para ver la batalla. misma respuesta. 31 Algunos que
29 —¿Qué he hecho yo ahora? oyeron a David preguntar, fueron a
¿No es esto mero hablar? —dijo contárselo a Saúl, y éste lo mandó
David. llamar.
30 Y, apartándose de él, se
dirigió a otros y les preguntó de
igual manera; y el pueblo le dio la
misma respuesta de antes.
31 Fueron oídas las palabras que
había dicho David, y se lo contaron
a Saúl, que lo hizo venir.

BOSQUEJO

1. El efecto de la palabra de Goliat


1. Turbación
2. Miedo
2. La amenaza constante de Goliat
1. Da consistencia a sus palabras amenazadoras
2. Reacción del pueblo: Temor y huida

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
1 Samuel 17.11-31
La lección se comentará en forma general y no por textos. Solamente
usaremos como textos claves 1 Samuel 17.11 y 1 Samuel 17.24.
Las crisis provienen de diferentes áreas y todas provocan sus efectos en
las personas. Para algunas que vemos venir, si usamos la prudencia, nos
podemos preparar con antelación para enfrentarlas. Por ejemplo, retirarse del
empleo después de muchos años de labor podría generar crisis en algunas
personas, especialmente por el oficio que desempeñaron.
Un maestro que laboró 30 años o más en su profesión debe con
antelación a su retiro buscar una actividad sustituta en la cual pueda canalizar
sus energías. Los padres tienen que prepararse para la transición del nido
lleno, cuando se lucha por levantar una familia, al nido vacío cuando los hijos
se van. En nuestra sociedad los nietos llenan esos espacios en muchos
hogares cuando los padres trabajan fuera.
Las diferentes pérdidas, especialmente la muerte y el divorcio, causan
crisis y efectos adversos dependiendo las circunstancias en que se den. Otras
que se mencionan podrían ser los cambios de lugares como traslados,
enfrentar el reto de un nuevo empleo, cambio de un país a otro y pérdida de
miembros.
Estas y otras cosas tienen el potencial de convertirse en crisis
dependiendo de la actitud de la persona afectada.
En el relato se observa que por la turbación, miedo y temor que
provocaban las palabras de Goliat el pueblo reaccionaba huyendo. Esta
actitud expande, intensifica y da más durabilidad a la crisis.
Los efectos que provocan las crisis se hacen más intensos y duraderos
ante numerosos cambios que no son predecibles ocurriendo en un momento y
de una manera que no se había planeado. Cuando la gente es sensata y
madura actúa preventiva y sabiamente como las cinco vírgenes prudentes de
la parábola. Se evita tensiones y carreras a última hora cuando se apercibe y
prepara ante situaciones que eventualmente podrían darse y provocar crisis.
Las crisis provocan muchos efectos que hacen a las personas actuar de
diferentes maneras ante ellas. Algunos ejemplos son:

1. Hay quienes buscan a veces la protección y el control de


personas fuertes. Esto podría resultar en una buena estrategia si no
delegan todo en esa persona sin hacer nada por sí mismos.
2. Otras personas buscan ser amados porque se sienten solos y
desamparados. La soledad y el sentimiento de desamparo se
podrían experimentar como uno de los efectos de las crisis en las
personas. Lo vimos en los ejemplos de Agar, la viuda de las vasijas
y Noemí.
3. El sentimiento de culpa es otro de los efectos de la crisis. Esto
hay que manejarlo bien porque se puede constituir en un obstáculo
para no mejorarse. Hay quienes con este sentimiento tratan de
justificar conductas disfuncionales.
4. Al sentimiento anterior, y casi con los mismos resultados, se
añade el de culpar a los demás de lo que nos pasa. Este efecto o
tendencia hay que eliminarlo en el manejo de crisis.
5. Otros reaccionan negativamente a la ayuda de consejeros
pensando que no necesitan ayuda de nadie y se protegen
erróneamente tras esa falsa muralla.

La turbación, el miedo, la ansiedad y otros efectos de las crisis amputan


el posible uso de talentos, habilidades e iniciativa propia en la búsqueda de
soluciones.
Noten en el relato todo el tiempo que duró la intimidación de Goliat y la
ausencia en el pueblo de una sabia reflexión sobre quién era su Dios. Nadie
colocó en su mente y corazón a Dios frente a Goliat. El miedo y la turbación
sacaron a Dios del corazón, incluyendo el de Saúl y aposentaron en él a quien
le provocaba la crisis. El cambio surgió con la aparición de David y veremos
cómo este manejó su concepto, unción y experiencia con Dios para sentirse
capacitado para enfrentar al gigante.

APLICACIÓN
Es importante que para enfrentar y superar una crisis se busque ayuda.
No hacerlo conllevaría enfrentarse a serias dificultades o experimentar un
fracaso. Hay quienes antes de producirse una crisis ya son víctimas de una
debilidad emocional.
Una de estas tendencias radia en dramatizar, exagerar las cosas por
insignificantes que parezcan, todo como fruto de una falta de capacidad para
enfrentar positivamente cualquier dificultad a la que se exponga.
A veces no se sale de la crisis cuando nos empecinamos en ver la
realidad diferente a lo que es y en rechazar cosas que nos harían más bien que
mal. A veces teniendo el mal y la crisis niegan tenerlo para no tomarse la
iniciativa de enfrentarlo y superarlo. No han descubierto lo que valen, lo que
realmente son y subordinan esto a cómo se ven, se valoran y a lo que piensan
y creen de sí mismos. Las crisis le hacen actuar como dice el título de un
libro, como copias y no como originales.
A veces rechazan las ayudas o se aferran a los demás como una
enredadera. Dios conoce los efectos que las crisis provocan y como resultado
de estos, cómo se debilita la persona en su interior. Ve que no se desenvuelve
ni con fe ni con confianza en Él y en sí mismo, mostrándose inseguro, como
si no tuviera ante sí un Dios omnipotente. No se percata que al enemigo de
las almas no le agrada que los creyentes sanen y fortalezcan su interioridad
porque esto le evita mantenerlos en crisis.
Hágase las siguientes preguntas:

1. ¿Qué beneficio trae a su salud mental concentrarse en personas


y experiencias negativas del pasado?
2. ¿Cómo puede exigir a otros y postular los frutos positivos de la
fe y la confianza si no se le da curso y ejecución a la misma?
3. ¿Qué beneficios de salud emocional trae a su vida no identificar
sus áreas de crisis, los efectos que provocan y qué hace para
sanarlos?

Siempre he dicho que para tentar, atacar y destruir al creyente que no


usa drogas ni licor ni roba ni mata, el enemigo usa la crisis y sus efectos para
narcotizarnos como adictos.
Hay eventos y personas que se convierten en los narcóticos emocionales
que nos deshidratan de la fe y la confianza que deberíamos emplear para
superar las crisis.
No actuemos ni hablemos como el pueblo que cada vez que se le
presentaba un mal momento o transición adversa en el desierto olvidaba la
intervención divina en otros momentos cruciales. La fe se demuestra en la
consistencia. El sembrador no dejó que terrenos estériles le impidieran seguir
sembrando. Del cuarto terreno con sus frutos aprendió que Dios premia todo
esfuerzo y sacrificio que se empeña en alcanzar metas que nos van a
fortalecer y hacer crecer en la vida.
Cuando se es agresivo, conflictivo, falto de iniciativa o se va en retirada
ante los retos, busque la razón y la hallará en los efectos de las crisis.

ORACIÓN
Señor, gracias por ayudarme a identificar la crisis que hay en mí y los
efectos que esta me ha provocado. Ya tomé la iniciativa de cambiar y me he
mantenido constante en ella hasta estar seguro/a de que alcancé mi meta. Sé
que el enemigo se ha molestado y me ha tentado a no seguir porque me
quiere lastimado/a, herido/a para que no tenga paz ni la proyecte a los
demás. Gracias Señor, soy libre. En Cristo Jesús. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Mateo 18.23-35 Salmo 103.1-14 Mateo 13.1-9
Martes Jueves Sábado
Salmo 51 Mateo 15.21-28 Juan 8.1-11
LECCIÓN 3: SUPERA LA CRISIS

TEXTO BÍBLICO: 1 Samuel 17.32-51

TEXTO ÁUREO:

«Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y


jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el
Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado». 1 Samuel
17.45

OBJETIVOS:

1. Comprender que una crisis por difícil que parezca, más que un
agente de ruina y destrucción, podría ser uno de cambio favorable a
la experiencia de quien la sepa enfrentar.
2. Explicar que, ante situaciones adversas, una vez las superamos
con fe, paciencia y perseverancia nos capacitamos para
enfrentarnos a otras similares.
3. Valorar la importancia de conocer y aplicar estrategias en el
manejo y solución a las crisis que enfrentamos.

VOCABULARIO

«TÚ NO PODRÁS»: Esa frase «Tú no podrás» tiende a anular a


toda persona que tiene la capacidad para lograr metas y objetivos en lo
que se propone si se concentra en ella y la cree. Estas y otras palabras y
frases hirientes pueden generar gigantes en el interior del alma de
quienes se exponen ante ellos como David ante Saúl.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
1 Samuel 17.32-51
32 Dijo David a Saúl: —Que
nadie se desanime a causa de ése;
tu siervo irá y peleará contra este
filisteo.
33 Dijo Saúl a David: —Tú no
podrás ir contra aquel filisteo, y
1 Samuel 17.32-51
pelear con él, porque eres un 32 Entonces David le dijo a Saúl: —
muchacho, mientras que él es un
hombre de guerra desde su Nadie debe desanimarse por culpa de
juventud. ese filisteo, porque yo, un servidor de
34 David respondió a Saúl: — Su Majestad, iré a pelear contra él.
33 —No puedes ir tú solo a luchar
Tu siervo era pastor de las ovejas
de su padre. Cuando venía un león contra ese filisteo —contestó Saúl—,
porque aún eres muy joven; en cambio,
o un oso, y se llevaba algún
cordero de la manada, él ha sido hombre de guerra desde su
35 salía yo tras él, lo hería y se juventud.
34 David contestó: —Cuando yo, el
lo arrancaba de la boca; y si se
revolvía contra mí, le echaba mano servidor de Su Majestad, cuidaba las
a la quijada, lo hería y lo mataba. ovejas de mi padre, si un león o un oso
36 Ya fuera león o fuera oso, tu venía y se llevaba una oveja del rebaño,
35 iba detrás de él y se la quitaba del
siervo lo mataba; y este filisteo
incircunciso será como uno de hocico; y si se volvía para atacarme, lo
ellos, porque ha provocado al agarraba por la quijada y le daba de
ejército del Dios viviente. golpes hasta matarlo.
36 Así fuera un león o un oso, este
37 Jehová —añadió David—,
que me ha librado de las garras del servidor de Su Majestad lo mataba. Y a
león y de las garras del oso, él este filisteo pagano le va a pasar lo
también me librará de manos de mismo, porque ha desafiado al ejército
este filisteo. Dijo Saúl a David: — del Dios viviente.
37 El Señor, que me ha librado de las
Ve, y que Jehová sea contigo.
38 Saúl vistió a David con sus garras del león y del oso, también me
ropas, puso sobre su cabeza un librará de las manos de este filisteo.
casco de bronce y lo cubrió con Entonces Saúl le dijo: —Anda, pues, y
una coraza. que el Señor te acompañe.
38 Luego hizo Saúl que vistieran a
39 Ciñó David la espada sobre
sus vestidos y probó a andar, David con la misma ropa que él usaba, y
porque nunca había hecho la que le pusieran un casco de bronce en la
prueba. Y dijo David a Saúl: —No cabeza y lo cubrieran con una coraza.
39 Finalmente, David se colgó la
puedo andar con esto, pues nunca
lo practiqué. Entonces David se espada al cinto, sobre su ropa, y trató de
quitó aquellas cosas. andar así, porque no estaba
40 Luego tomó en la mano su acostumbrado a todo aquello. Pero en
cayado y escogió cinco piedras seguida le dijo a Saúl: —No puedo
lisas del arroyo, las puso en el saco andar con esto encima, porque no estoy
pastoril, en el zurrón que traía, y acostumbrado a ello. Entonces se quitó
con su honda en la mano se acercó todo aquello,
al filisteo. 40 tomó su bastón, escogió cinco
41 El filisteo fue avanzando y piedras lisas del arroyo, las metió en la
acercándose a David, precedido de bolsa que traía consigo y, con su honda
su escudero. en la mano, se enfrentó con el filisteo.
42 Cuando el filisteo miró y vio 41 El filisteo, a su vez, se acercaba

a David, no lo tomó en serio, poco a poco a David. Delante de él iba


porque era apenas un muchacho, su ayudante.
rubio y de hermoso parecer. 42 Cuando el filisteo miró a David, y
43 El filisteo dijo a David: — vio que era joven, de piel sonrosada y
¿Soy yo un perro, para que vengas bien parecido, no lo tomó en serio,
contra mí con palos? Y maldijo a 43 sino que le dijo: —¿Acaso soy un
David invocando a sus dioses. perro, para que vengas a atacarme con
44 Dijo luego el filisteo a palos? Y en seguida maldijo a David en
David: —Ven hacia mí y daré tu nombre de su dios.
carne a las aves del cielo y a las 44 Además le dijo: —¡Ven aquí, que
bestias del campo. voy a dar tu carne como alimento a las
45 Entonces dijo David al aves del cielo y a las fieras!
filisteo: —Tú vienes contra mí con 45 David le contestó: —Tú vienes
espada, lanza y jabalina; pero yo contra mí con espada, lanza y jabalina,
voy contra ti en el nombre de pero yo voy contra ti en nombre del
Jehová de los ejércitos, el Dios de Señor todopoderoso, el Dios de los
los escuadrones de Israel, a quien ejércitos de Israel, a los que tú has
tú has provocado. desafiado.
46 Jehová te entregará hoy en 46 Ahora el Señor te entregará en mis
mis manos, yo te venceré y te manos, y hoy mismo te mataré y te
cortaré la cabeza. Y hoy mismo cortaré la cabeza, y los cadáveres del
entregaré tu cuerpo y los cuerpos ejército filisteo se los daré a las aves del
de los filisteos a las aves del cielo cielo y a las fieras. Así todo el mundo
y a las bestias de la tierra, y sabrá sabrá que hay un Dios en Israel;
toda la tierra que hay Dios en 47 todos los aquí reunidos sabrán que
Israel. el Señor no salva con espada ni con
47 Y toda esta congregación lanza. Esta batalla es del Señor, y él los
sabrá que Jehová no salva con entregará a ustedes en nuestras manos.
espada ni con lanza, porque de 48 El filisteo se levantó y salió al
Jehová es la batalla y él os encuentro de David, quien, a su vez,
entregará en nuestras manos. rápidamente se dispuso a hacer frente al
48 Aconteció que cuando el filisteo:
filisteo se levantó y echó a andar 49 metió su mano en la bolsa, sacó
para ir al encuentro de David, una piedra y, arrojándola con la honda
David se dio prisa y corrió a la contra el filisteo, lo hirió en la frente.
línea de batalla contra el filisteo. Con la piedra clavada en la frente, el
49 Metió David su mano en la filisteo cayó de cara al suelo.
bolsa, tomó de allí una piedra, la 50 Así fue como David venció al
tiró con la honda e hirió al filisteo filisteo. Con sólo una honda y una
en la frente. La piedra se le clavó piedra, David lo hirió de muerte. Y
en la frente y cayó a tierra sobre su como no llevaba espada,
rostro. 51 corrió a ponerse al lado del filisteo
50 Así venció David al filisteo y, apoderándose de su espada, la
con honda y piedra. Hirió al desenvainó y con ella lo remató.
filisteo y lo mató, sin tener David Después de esto, le cortó la cabeza.
una espada en sus manos. Cuando los filisteos vieron muerto a
51 Entonces corrió David y se su mejor guerrero, salieron huyendo.
puso sobre el filisteo; tomó su
espada, la sacó de la vaina, lo
acabó de matar, y le cortó con ella
la cabeza. Cuando los filisteos
vieron muerto a su paladín,
huyeron.

BOSQUEJO

A. Tema central: Estrategias para superar una crisis


1. La iniciativa propia
2. La dirección divina
B. Recursos para luchar
1. Demostración de la fe y la confianza
2. La iniciativa propia y la consistencia
3. El uso correcto de nuestra capacidad
C. ¿Cómo demostrar la presencia de Dios?
1. Superar el miedo
2. No concentrarnos en desventajas
3. Declarar la superioridad de Dios sobre la apariencia de la crisis

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
1 Samuel 17.32-51
vv. 32-37: En estos versículos se nos presenta a un Saúl que actúa como
un modelo disfuncional frente a un David que ha de manifestar su interés en
luchar contra el gigante. Utiliza una frase contra él que a veces las personas
de baja autoestima la emplean hasta con los hijos en el período de crianza.
Esa frase «Tú no podrás» tiende a anular a toda persona que tiene la
capacidad para lograr metas y objetivos en lo que se propone si se concentra
en ella y la cree. La interioridad de muchos hijos ha sido lacerada por muchos
progenitores que nunca sanaron sus propios conflictos generados en su
crianza, y le hacen la transferencia a sus hijos/as.
Estas y otras palabras y frases hirientes pueden generar gigantes en el
interior del alma de quienes se exponen ante ellos como David ante Saúl.
Le invito a identificar qué o quién se ha convertido en el gigante ante
usted al que tiene que enfrentar y vencer para que no sea su esclavo por el
resto de sus días.
La primera estrategia de David la encontramos en el versículo 32. Esta
consistió en tomar la iniciativa de enfrentar al gigante sin concentrarse en lo
que este representaba ante él. A esto le acompañó una segunda estrategia, la
cual consistió en no hacer u actuar a base de lo que un modelo disfuncional
como Saúl le decía. Hay personas que bloquean el espíritu de lucha en
quienes se toman la iniciativa porque hacen interpretaciones incorrectas de lo
que uno se propone al ellos no lograr sus metas. Casi siempre exageran el
problema viéndolo más difícil de lo que es sin colocar a Dios dentro del
mismo como aliado suyo.
Esta fue precisamente la próxima estrategia que utilizó David para
mantenerse en su posición y su visión del problema. La respuesta de David
inicia en el versículo 34 y termina en el 37. No se dejó convencer ni intimidar
por el dicho de Saúl que lo limitaba ante Goliat y colocó a Dios en su
decisión. Lo hizo recordando momentos en su labor pastoral, aun cuando era
niño, en que Dios lo ayudaba a matar osos y leones que atacaban a las ovejas.
Ante él como niño esos animales eran gigantes que terminaban muertos y
vencidos.
La estrategia de David fue darle sentido de consistencia a la presencia de
Dios en su vida, protegiéndolo y haciéndole victorioso en situaciones
desventajosas para él. Él asoció que Dios es constante en su presencia, ayuda,
defensa y protección de los suyos (17.37).
vv. 38-40: En este segmento se dan otras estrategias con las cuales
enfrentó y venció a su gigante o adversario. Saúl lo vistió con sus ropas de
guerrero y lo armó concentrándose en cómo aun en esto Goliat aventajaba a
David.
No era posible para David lidiar con vestuario ajeno, le pesaba mucho
todo lo que le habían puesto y decidió echarse de sí el ropaje y las armas de
Saúl. Le llamo estrategia porque todos los que luchan ante problemas
difíciles no pueden hacerlo ni con la fe ni la confianza de otros, sino con su
fe, confianza en Dios y en sí mismos. El prójimo intercede con su oración,
pero los pies los echo andar yo y las armas nadie en una lucha que es mía las
puede usar por mí.
Tras esta estrategia David utilizó otra más, usar sus propias armas o
instrumentos de labor pastoral, aunque no compararan con las de su
oponente. Aunque con esas armas, su estatura, su fortaleza y su falta de
experiencia militar estuviese en desventaja, la unción que Dios le dio y su
presencia en él hacía la diferencia y David lo sabía.
Hubo unas características que él usó que reflejaban la unción y presencia
de Dios en él. En primer lugar, la prudencia y la confianza al elegir cinco
piedras y lisas.
La confianza se ve en que con solamente cinco piedras el derribaría,
incluyendo a Goliat, a los otros capitanes de los ejecitos de las ciudades
filisteas. Se dijo en las pasadas lecciones que cuando una ciudad filistea salía
a la guerra con su ejército y su comandante las otras cuatro se le unían. En
caso de esa ciudad ir perdiendo la batalla, en este caso Gat y Goliat, las otras
salían con sus tropas y comandantes. Eliminando al jefe el ejército quedaba
sin dirección. Una piedra para cada uno reflejaba confianza en que no se
erraría en el tiro. La prudencia se nota en que se escogen piedras que se
puedan incrustar en el lugar del cuerpo al que se arrojan.
Lidiando contra un problema la prudencia es requerida para saber cómo
usamos nuestras herramientas y la confianza para generar la seguridad de que
con Dios por delante no se contemplan retiradas.
vv. 41-51: La próxima estrategia de David fue declarar la fortaleza del
Dios en cuyo nombre el luchaba y su superioridad sobre su oponente y a
quienes representaba. Saúl no lo estimuló a luchar y Goliat lo humilló por su
apariencia, pero ninguno vio a Dios en la escena de la lucha al lado de David.
Fue cuando más lo amedrentó que de más valor se armó David. Es
cuando la apariencia de un problema nos da menos probabilidad de vencer
cuando más seguridad de triunfar debemos generar.
Solo se podría contemplar un resultado siguiendo estas estrategias, la
victoria del que luchó con la unción de Dios, con sus propias armas y con fe,
paciencia, prudencia y constancia. Antes de la lucha el gigante estaba de pie
infundiendo temor con su poder y su apariencia. Al final estaba en el suelo
como resultado de alguien que lo supo enfrentar, aceptó su reto y superó los
obstáculos porque lo consideró vencible.

APLICACIÓN
En Mateo 6.26-31 y Lucas 12.6-7, Jesús apela a símbolos de la
naturaleza para que los oidores de su Palabra se percaten de cómo Dios nos
suple bendición a todos. Las situaciones que generan ansiedad no pueden
reemplazar la fe y la confianza en un Dios que nos responde con bendiciones.
Si se le da un curso intenso y constante a una prueba se nubla el
entendimiento y hasta la presencia de Dios la apagamos en nosotros.
La visión que tiene Saúl de Goliat, que lo intimida, es la misma que
genera toda persona que no ha colocado a Dios en el lugar correcto en su
relación con Él. No crecen recordando sus obras y maravillas pasadas cuando
les sorprende algo difícil en su presente. El pueblo de Israel caminando hacia
Canaán a través del desierto se olvidó del milagro de la apertura del Mar Rojo
cuando les llegó el momento del hambre. Cuando llegaron cerca de las
murallas olvidaron todo lo que Dios había hecho anteriormente con ellos.
David no hizo eso ante Saúl y Goliat, sino que enfatizó cómo Dios lo cuidó
en el momento que pastoreaba las ovejas de su padre para afirmar que haría
lo mismo ante Goliat.
Es importante recordar que no solo se tiene la unción de Dios, sino el
valor, seguridad y protección que nos da la misma en todo tiempo, en
especial frente a los tiempos difíciles.

ORACIÓN
Señor y Dios nuestro, permite que siempre que me enfrente a una
situación que parezca difícil de vencer o superar tenga siempre presente que
Tú le das seguimiento al amparo y protección que nos prometes. Que en mis
pruebas le dé prioridad a la unción que pusiste sobre mí y a los momentos
difíciles en que me has protegido y no a las palabras vanas que me tratan de
confundir. Sé que contigo, aunque tenga frente a mí un Goliat que me hace
pequeño, tengo a un Dios que me hace grande. En el nombre de Jesús. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Mateo 7.7-12 2 Corintios 1.3-11 Efesios 6.10-20
Martes Jueves Sábado
Mateo 10.26-33 2 Corintios 4.7-10 2 Timoteo 2.1-13
LECCIÓN 4: RENOVACIÓN Y RESTAURACIÓN

TEXTO BÍBLICO: Isaías 40.25-31

TEXTO ÁUREO:

«Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán


alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se
fatigarán». Isaías 40.31

OBJETIVOS:

1. Analizar cómo se había afectado que el concepto de Dios en la


experiencia del pueblo a causa del cautiverio y sus efectos.
2. Asimilar el mensaje que con la imagen del águila se le quiere
transmitir al pueblo.
3. Explicar por qué, paradójicamente, quien imita la acción del
águila en medio de una tempestad corre sin cansarse y camina sin
fatigarse.

VOCABULARIO

«ÁGUILA»: Es un ave que le saca provecho a la tempestad. En


lugar de huir de ella y de sus fuertes vientos, la espera serena y
tranquilamente. Una de sus cualidades es que, durante la tempestad abre
sus alas y no las agita dejando que los fuertes vientos la eleven. No tiene
que agitar sus alas y la tormenta la eleva a alturas que nunca había
alcanzado en tiempos de bonanza.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
Isaías 40.25-31
Isaías 40.25-31 25 El Dios Santo pregunta:
25 ¿A qué, pues, me haréis «¿Con quién me van a comparar
semejante ustedes?
o me compararéis? dice el Santo. ¿Quién puede ser igual a mí?»
26 Levantaden alto vuestros ojos
26 Levanten los ojos al cielo y
y mirad quién creó estas cosas;
él saca y cuenta su ejército; miren:
a todas llama por sus nombres ¿Quién creó todo eso?
y ninguna faltará. El que los distribuye uno por uno
¡Tal es la grandeza de su fuerza y el y a todos llama por su nombre.
poder de su dominio! Tan grande es su poder y su fuerza
27 ¿Por qué dices, Jacob, que ninguno de ellos falta.
y hablas tú, Israel: 27 Israel,
«Mi camino está escondido de Jehová, pueblo de Jacob,
y de mi Dios pasó mi juicio»? ¿por qué te quejas? ¿Por qué dices:
28 ¿No has sabido, no has oído «El Señor no se da cuenta de mi
que el Dios eterno es Jehová, situación;
el cual creó los confines de la tierra? Dios no se interesa por mí»?
28 ¿Acaso no lo sabes? ¿No lo
No desfallece ni se fatiga con
cansancio, has oído?
y su entendimiento no hay quien lo El Señor, el Dios eterno,
alcance. el creador del mundo entero,
29 Él da esfuerzo al cansado no se fatiga ni se cansa;
y multiplica las fuerzas al que no tiene su inteligencia es infinita.
29 Él da fuerzas al cansado,
ningunas.
30 Los muchachos se fatigan y se y al débil le aumenta su vigor.
30 Hasta los jóvenes pueden
cansan,
los jóvenes flaquean y caen; cansarse y fatigarse,
31 mas los que esperan en Jehová hasta los más fuertes llegan a caer,
31 pero los que confían en el
tendrán nuevas fuerzas,
levantarán alas como las águilas, Señor
correrán y no se cansarán, tendrán siempre nuevas fuerzas
caminarán y no se fatigarán. y podrán volar como las águilas;
podrán correr sin cansarse
y caminar sin fatigarse.

BOSQUEJO

1. El reclamo de Dios ante la actitud del pueblo


1. Contraste entre un Dios real y los dioses fabricados
2. El reto de Dios: ¿A quién compararlo?
2. La provisión divina en la tempestad
1. Esfuerzo y fortaleza
3. El mensaje del águila
1. Actitud ante la tempestad
2. Provechos que obtiene al enfrentarla
3. Aplicación al pueblo

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Isaías 40.25-31
El análisis de este pasaje se concentrará más en el versículo 31. Para
entender lo que implica para Dios y el profeta que en una tempestad se imite
al águila en la actitud de quienes atraviesan por ella es necesario analizar cuál
era esa tempestad.
El pueblo de Judá, según les profetizó Jeremías, sería llevado cautivo a
Babilonia por Nabucodonosor, rey de la ciudad Mesopotámica. Jeremías
reveló que este rey era un siervo o instrumento de Dios en la disciplina de un
pueblo rebelde (Jer 25.9). No era fácil comunicar este mensaje al pueblo y
menos pedirle que se pasasen a Babilonia antes de ser invadidos.
Resulta paradójico, pero hay que señalar que esta experiencia análoga a
una fuerte tempestad se originaba en el seno divino. Solo enfrentándola se
obtendrían los resultados positivos que se engendrarían y obtendrían de la
misma.
Es ahí donde la imagen del águila nos lo explica todo. ¿Por qué la acuña
al final del mensaje en el capítulo 40? ¿Por qué el llamado, en la apertura del
capítulo, a la consolación se logra y canaliza enfrentando y superando una
tormenta como el cautiverio?
En los primeros ocho versículos se motiva al cautivo a no pensar que su
Dios ha sido derrotado por los dioses de los paganos en la guerra. Este
pensamiento del Dios o dioses de los pueblos que iban con su pueblo a la
guerra era parte de la creencia de los pueblos. Una victoria era la victoria de
Dios o los dioses, lo mismo una derrota. Esto explica las dos preguntas de los
versículos 18 y 25: «¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o que imagen le
compondréis?». Se expone su poder creador, soberanía y dominio sobre toda
la tierra, sus gobernantes y criaturas.
Es en los versículos 26 al 29 cuando se invita a un pueblo afligido, cuya
mirada estaba atada a sus opresores, a levantar los ojos para que mirasen a
Dios, recordándoles:

1. Su dominio, su conocimiento pleno y perfecto,


2. Su omnipotencia,
3. Su ser eterno, naturaleza y alcance de su poder.

Antes de mencionar al águila, ave común en esos horizontes, les


recuerda como Él suple fuerzas al abatido y cansado.
En este momento dirijamos nuestro análisis al versículo clave y texto
áureo de la lección en el cual se emplea al águila como estímulo de
superación.
¿Por qué un águila y no otra ave? La paloma es mensajera de paz, pero
huye ante los vientos, así como la golondrina y otras aves. La gallina, que
cubre sus polluelos bajo sus alas, se orienta hacia el mensaje de unión,
cuando Dios en su amor quiso reunir a su pueblo y este rehusaba
constantemente.
Un estudio hecho sobre las águilas reveló que estas le sacan provecho a
la tempestad, cuando en lugar de huir de ella y sus fuertes vientos, la esperan
serena y tranquilamente. Estas son las seis áreas de provecho o utilidad que el
águila le saca a la tempestad al enfrentarla:

1. Le abre sus alas y no las agita dejando que los fuertes vientos la
eleven. No tiene que agitar sus alas y la tormenta la eleva a alturas
que nunca había alcanzado en tiempos de bonanza. Si en este
cautiverio el pueblo abre sus alas de fe, confianza y esperanza, Dios
los elevaría para que su mirada no se anclara en las aguas del río
Chebar de Babilonia (Sal 137.1-2). Uno de los que asumió la
conducta del águila en la tempestad fue el profeta Ezequiel
obteniendo una bendición espiritual (Ez 1.1). Quienes huyen de la
tormenta cuando la ven venir terminan hundidos, no elevados.
2. Como la tempestad coloca al águila en alturas no alcanzadas en
la bonanza, le facilita desde esa altura ampliar su visión y conocer
más. No se ve lo mismo desde el valle o desde la altura de sus
nidos en las montañas que desde la altura que alcanza en la
tempestad. Una vez esta se aleja, el águila desciende ampliando su
visión. Esa es la bendición que gana y obtiene quien supera una
crisis y luego puede compartir su testimonio con quienes empiezan
a ser amenazados por una tempestad.
3. Es paradójico, pero cierto, y por eso el profeta lo declara en el
texto, que el águila al no tener que usar sus alas para elevarse en la
tormenta alcanza la altura en descanso. Noten cómo el profeta al
pedir que se imite al águila lo declara en una paradoja. Quien
espera en medio de la tormenta en Jehová, corre sin cansarse y
camina sin fatigarse. Cuando Isaías usó esta ave, como símbolo de
superación en medio de un cautiverio era porque conocía todas sus
características. Quienes hemos superado tormentas una vez las
enfrentamos logramos tener paz y descanso al elevarnos sobre
ellas.
4. En los tiempos en que hay ausencia de tormenta el águila, al
usar sus alas, no alcanza la altura que logra con la tormenta. Eso le
permite a las aves como el halcón y otras que llegan a esa altura
mortificar la paz del águila. Estas aves la hostigan como hacen
algunas personas con otras. En la tempestad ellas huyen, no así el
águila que al elevarse sin cansarse llega sola a las alturas que ellas
no pueden llegar. Esto significa un tiempo de paz para el águila.
Esta es la situación que viven los cautivos junto a sus opresores. El
mensaje profético los proyecta con la imagen del águila a otras
experiencias o tiempos en que tendrán paz. Quizás la llegada de
Ciro, el Grande de Persia, será el tiempo de esa bonanza.
5. El águila, paradójicamente, sin cansarse desarrolla más
velocidad en la tormenta que en tiempos de bonanza. Se hizo un
estudio y se descubrió que en tiempos tranquilos sin tormenta el
águila desarrolla una velocidad de 50 millas por hora. Se descubrió
que esa velocidad aumenta en la tormenta a 80 millas por hora. En
todos los beneficios que obtiene el águila al enfrentar la tormenta se
le está indicando al pueblo que vean en el cautiverio una
experiencia de renovación y restauración y no como una carga o
castigo. Más que atrasar el cambio, su tempestad lo acelera.
6. Finalmente, el águila, como llega en la tempestad a una altura
no alcanzada en la bonanza sin batir sus alas, dura más tiempo
porque descansa. Dura menos en la altura más baja a la que sube en
la tormenta porque tiene que batir las alas y se cansa. El mensaje
está claro para los cautivos. Esta tempestad les dará un descanso
más prologando que el aparente descanso que tuvieron antes de
llegar la tormenta. Sumen todas estas bendiciones que le generan al
águila los tiempos de tormenta y aplíquenla al crecimiento cristiano
aún en tiempos difíciles.

APLICACIÓN
Una vez un agricultor cristiano le pedía a Dios cada vez que sembraba
sus terrenos que le diera una buena cosecha por los problemas financieros
que tenía. Cada vez que sembraba la tierra no lograba su cosecha por eventos
que ocurrían.
En su primer intento se la destruyeron los insectos. Oró a Dios y pidió
que le ayudara en la próxima. Unas inundaciones arrasaron con todo. Se puso
de rodillas y pidió lo mismo, mas unos vientos huracanados acabaron con su
cosecha. Finalmente oró por cuarta ocasión y ya casi listo el tiempo volvieron
los ríos a inundarse y perdió la cosecha. Le preguntó a Dios, si le podía dar
una respuesta a lo sucedido porque él necesitaba el dinero que le generarían
sus cosechas para saldar sus deudas y vivir. Oyó una voz que le dijo: Ve a la
orilla del río una vez las aguas se apacigüen. El agricultor fue y notó que un
abundante polvo amarillo flotaba en las aguas. La voz le dijo que metiera la
mano y lo sacara todo.
Para su sorpresa el hombre se percató de que era oro. Se llenó de alegría
y la voz le dijo: «ninguna cosecha te daría lo que este oro con el que pagarás
lo que debes y vivirás el resto de tus días, ese es mi premio a tu fidelidad».
Si analiza esta ilustración notará cómo un hombre de fe se enfrentó
varias veces a sus tempestades, nunca huyó de ellas y le dio continuidad a su
objetivo y meta. Su consistencia y perseverancia les permitieron lograr una
altura que jamás soñó. Allí descansó, culminó el tiempo de su fatiga y
disfrutó los frutos que le generaron sus tempestades.
Es importante destacar cómo en medio de sus crisis, él siempre se
dirigió a Dios como su único aliado y salvador. Este creyente reflejó en su
crisis lo que Ezequiel hizo junto a los cautivos en Babilonia. El que ha
crecido antes que lo azote la tormenta, sus raíces le darán firmeza y lo
elevarán sobre ella. Desde su cautiverio, con su fe, se proyectará hacia un
futuro mejor diciendo como los del Salmo 126: «¡Haz volver nuestra
cautividad, Jehová, como los arroyos del Neguev! Los que sembraron con
lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa
semilla, pero al volver vendrá con regocijo trayendo sus gavillas».
Solo confiando en Dios y echando unos buenos cimientos en nuestra
relación con Él se pueden lograr estos resultados enfrentando tempestades.

ORACIÓN
Padre nuestro, he notado cómo Tú hasta mencionándonos las aves del
cielo y los lirios del campo nos estimulas en el consuelo. Mantén siempre
encendida en mí la llama de la fe para que en medio de las tempestades de la
vida yo me eleve sobre ellas. Gracias te doy Señor porque me permitiste
disfrutar mi bendición. En el nombre de Jesús. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Salmo 16 Isaías 54.1-7 Isaías 65.17-25
Martes Jueves Sábado
Salmo 18.1-6 Isaías 61.1-3 Ezequiel 37.1-14
SEGUNDA UNIDAD:
LAS NOCHES OSCURAS DEL ALMA
Dr. Carmelo Álvarez Santos
LECCIÓN 5: LAS RECOMPENSAS DE LA PACIENCIA

TEXTO BÍBLICO: Habacuc 2.1-5; 3.17-19

TEXTO ÁUREO:

«Con todo, yo me alegraré en Jehová, me gozaré en el Dios de mi


salvación».Habacuc 3.18

OBJETIVOS:
1. Examinar el mensaje del profeta Habacuc a su pueblo.
2. Aprender, a la luz del pasaje bíblico, qué podemos hacer en tiempos
de crisis.
3. Plantear algunas similitudes entre los tiempos de Habacuc y los
nuestros.

VOCABULARIO

PACIENCIA: La fuente de toda paciencia en la Biblia es Dios


mismo. La constancia divina es un signo de su permanente preocupación
por su creación. Esa preocupación se traduce en una fidelidad
perseverante que no conoce titubeos ni inconsistencia. La paciencia de la
espera es la capacidad de transformar la pasividad en una esperanza
activa, dinámica, cargada de optimismo en lo que Dios seguirá haciendo
y en la manera en actuará a favor del pueblo. Aprender la paciencia es
otra forma de recordar lo que Dios ha hecho para desde allí aguardar
mejores días a pesar de los horizontes sombríos que nos rodean. Esa es
otra manera eficaz de cultivar la paciencia: descansar en Dios desde la
práctica activa de la fe.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
Habacuc 2.1-5
1 «En mi puesto de guardia
estaré,
sobre la fortaleza afirmaré el
pie.
Velaré para ver lo que se me
dirá
y qué he de responder tocante
a mi queja.
2 »Jehová me respondió y
dijo: Habacuc 2.1-5
“Escribe la visión, grábala en 1 Estaré atento y vigilante,
tablas,
como lo está el centinela en su puesto,
para que pueda leerse de
para ver qué me dice el Señor
corrido.
3 Aunque la visión tarda en y qué respuesta da a mis quejas.
2 El Señor me contestó:
cumplirse,
«Escribe en tablas de barro lo que te voy a
se cumplirá a su tiempo, no
mostrar, de modo que pueda leerse de
fallará.
corrido.
Aunque tarde, espérala, 3 Aún no ha llegado el momento
porque sin duda vendrá, no
tardará. de que esta visión se cumpla;
4 Aquel cuya alma no es pero no dejará de cumplirse.
Tú espera, aunque parezca tardar,
recta se enorgullece; mas el
pues llegará en el momento preciso.
justo por su fe vivirá.” 4 Escribe que los malvados son
5 »Además, el que es dado
orgullosos, pero los justos vivirán por su
al vino es traicionero, hombre
fidelidad a Dios.»
orgulloso, que no prosperará; 5 Los hombres orgullosos desean el
ensancha como el seol su
garganta y es insaciable como poder; lo buscan sin descanso y siempre
la muerte, quieren más, aun cuando el poder es
aunque reúna para sí todas las traicionero. Abren su boca, como el
naciones sepulcro; son insaciables, como la muerte, y
y acapare para sí todos los por eso se lanzan a conquistar
pueblos. nación tras nación.

Capítulo 3.17-19 Capítulo 3.17-19


17-18 Entonces me llenaré de alegría
17 »Aunque la higuera no
florezca a causa del Señor mi salvador.
Le alabaré aunque no florezcan las higueras
ni en las vides haya frutos, ni den fruto los viñedos y los olivares;
aunque falte el producto aunque los campos no den su cosecha;
del olivo aunque se acaben los rebaños de ovejas
y los labrados no den y no haya reses en los establos.
mantenimiento, 19 Porque el Señor me da fuerzas;
aunque las ovejas sean da a mis piernas la ligereza del ciervo
quitadas de la majada y me lleva a alturas donde estaré a salvo.
y no haya vacas en los
corrales,
18 con todo, yo me
alegraré en Jehová,
me gozaré en el Dios de
mi salvación.
19 Jehová, el Señor, es mi
fortaleza;
él me da pies como de
ciervas
y me hace caminar por las
alturas.»

BOSQUEJO

1. Dios responde la queja de Habacuc (Habacuc 2.1-2)


2. Dios anima a no perder la visión y a vivir por fe (vv. 3-5)
3. Hay tiempos de zozobra y escasez (3.17)
4. Afirmar el gozo de Jehová a pesar de todo (v. 18)
5. Jehová es la fortaleza de su pueblo (v. 19)

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Habacuc 2.1-5; 3.17-19
El profeta Habacuc es uno de los profetas que mayor actualidad cobra
para nuestros días. Su énfasis en la justicia divina retrotrae un tema que por
siglos ha confrontado a creyentes judíos y cristianos: ¿Cómo hemos de
entender y vivir esa justicia divina?
El libro se escribe alrededor de los años 626-619 a.C., en tiempos de la
caída de las ciudades asirias Asur y Nínive, en manos de Babilonia. Habacuc
es un profeta apasionado por la justicia y, por lo tanto, no es neutral en
condenar la injusticia. De esta forma ataca la impiedad de los malvados (1.4).
Los justos dependerán de Dios para hacer valer su causa. Habacuc clama de
manera incesante (1.2). No hay aquí pasividad alguna, sino una pasión, que
incluso impreca a Dios.
Dios responde al profeta de forma sorprendente y contradictoria. La
respuesta de Dios es radical. Vendrán días crueles y terribles (1.5-11) con un
ejército caldeo al asecho. Es tanta la angustia que Habacuc no puede callar,
este Dios es realmente eterno y misericordioso o devorador y malo. ¿Qué
clase de repuesta es ésta? Y reitera su queja (2.1). El versículo fundamental
es muy conocido en toda la tradición bíblica y la historia de la teología. Es la
frase clásica invocada por el reformador Martín Lutero: «Más el justo por la
fe vivirá» (2.4b).
Según los comentaristas bíblicos, la idea central aquí es más una
llamada a la constancia humana que a la fe. La tensión contrasta el desánimo
con la fidelidad. Lo que Dios pide es la fidelidad del justo, que acepte la
visión para seguir viviendo confiadamente en Dios.
El capítulo 2.6-19 concentra en los cinco ayes, canto de los oprimidos,
un oráculo denso con un juicio contundente. Es la respuesta de los oprimidos
contra la injusticia y las consecuencias de su conducta. Hay definitivamente
una acusación contra la acumulación injusta de la riqueza. Habacuc se
inscribe aquí en toda la tradición profética de Israel. En su mensaje siguen
otras consecuencias contra la violencia, la codicia, la avaricia y la idolatría.
Dios responde con su poder (2.14, 20).
El capítulo 3 es quizás una de las oraciones más hermosas y poéticas en
toda la Biblia. Podríamos denominarla una súplica para la historia. En este
salmo se clama para que Dios manifieste su poder y su obra «en medio de los
tiempos» (3.2). Habacuc atempera su actitud desafiante, expresada en los
capítulos anteriores, con respeto y reverencia. Habacuc ruega a Dios que en
tiempos difíciles se acuerde de su misericordia (3.2b). El profeta continúa su
relato con una metáfora hermosa, que recuerda los actos creadores de Dios en
toda la naturaleza (3.8-15).
Los versículos 16-19 concluyen con una conmovedora exaltación de la
creación de Dios, con un Habacuc estremecido y confiado a la vez. Ahora,
parece que Habacuc ha sido sobrecogido por un silencio reverente ante Dios,
que aguarda su favor y bondad. Dios ha de actuar en favor del pueblo en días
angustiosos (3.16). Y habrá suficiente razón para seguir viviendo en medio de
las dificultades.
Habacuc se ha presentado como un profeta que se mueve entre la
angustia, la fidelidad y la esperanza en la justicia divina. Ciertamente, «el
justo por la fe vivirá». Habacuc sintoniza toda su pasión y ansiedad
descansando en la justicia divina. Dios será refugio y fortaleza para su
pueblo.
Para Habacuc «la tierra será llena del conocimiento de la gloria de
Jehová» (2.14). Es una afirmación cargada de esperanza. Antes, el profeta ha
experimentado con su pueblo la desolación, la angustia, la violencia, al punto
de clamar, ¿hasta cuándo? Esa imprecación sale como un clamor profundo.
El profeta carga con el dolor de su pueblo y le expresa a voz en cuello a Dios
su lamento.
Eran tiempos aciagos para Habacuc y el pueblo. Estaban asediados por
los caldeos. ¿Será que Dios nos envía este juicio? Se plantea Habacuc. Dios
les hace saber que no es neutral, pero tampoco es injusto. Mostrará su rostro
amoroso y el profeta junto al pueblo recuperará el aliento. La tierra será llena
de su gloria. Eran tiempos cruciales para el pueblo y Dios les muestra el
camino de justicia y esperanza. Sabemos que Dios también hoy le mostrará
su gloria a su pueblo.
Este pasaje bíblico es muy apropiado para tiempos de crisis. Sugiere,
además, un análisis de otros pasajes que pueden iluminarnos en tiempos
cruciales. Se trata de la epístola de Santiago con su llamado a la paciencia de
la espera. En realidad, Santiago resalta lo que llamaríamos una «paciencia
militante». Es una espera activa, constante. Se nutre de la esperanza cristiana.
Es una llamada a perseverar, luchar, resistir a favor de la vida (Stg 1.12, 5.7-
11).
A la paciencia le sigue la integridad. Es la disciplina para escuchar, ver,
creer, hablar y actuar. Es afirmar los signos y valores del reinado de Dios
frente a las fuerzas del maligno que en el mundo pugnan contra los propósitos
de Dios. En la integridad se exige la transparencia, la sinceridad, la
honestidad y consistencia, que conlleva experiencias dolorosas, pero que
afirma un crecimiento espiritual para enfrentar los tiempos adversos. Como
hemos visto en el tema de Habacuc.
La integridad se pone a prueba frente al doblado ánimo, la mente
dividida, la vacilación, la indecisión, la ambigüedad (Stg 1.8, 5.8). Por eso es
necesaria la sabiduría de Dios (Santiago 1.5, 1.17), para actuar correctamente.
La verdadera práctica de la fe es sabia nutriente, que a través de las obras,
desde Cristo, debemos seguir por el camino correcto, no por nuestra virtud o
excelencia moral (Stg 2.22-24), sino por la gracia que conduce a la plenitud
en Dios en medio de las luchas cotidianas.
Santiago insiste en que aguardemos lo que Dios ha prometido con
paciencia, tesón y esperanza. Habacuc clama: «¡Jehová, aviva tu obra en
medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira
acuérdate de la misericordia!» (3.2).

APLICACIÓN
He visitado Cuba en innumerables ocasiones en mi vida. Estuve por allí
con una delegación de líderes de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) y
la Iglesia Unida de Cristo del sur de California en los Estados Unidos, el mes
de enero de 2011. La jornada de 10 días fue intensa y siempre retadora. Es lo
que descubro cada vez que acompaño una delegación a la isla. Cuando
regreso a la casa de huéspedes de alguna iglesia en Cuba donde nos
hospedamos, tomo mi tiempo para reflexionar. Siempre me sorprende algo
nuevo y distinto. ¡Y siempre encuentro al final de mi reflexión una doble
dimensión de asombro y perplejidad!
La delegación de creyentes norteamericanos vino a explorar posibles
relaciones de compañerismo entre las iglesias del sur de California y las
iglesias cubanas. Se fueron cautivando, al extremo de fascinarse, con la gente
y su dinámica cotidiana. En medio de una sociedad tan distinta a la
norteamericana donde hay despilfarro y pareciera que todo sobra, el pueblo
cubano afronta con su sonrisa y ritmo los avatares de intentar distribuir
equitativamente todo y con recursos limitados. Como me decía una de las
personas en nuestra delegación: «Que gente más creadora y emprendedora».
Y es que en Cuba no hay límites para la imaginación y la creatividad.
En esta oportunidad sostuvimos diálogos con líderes eclesiásticos en el
contexto del Consejo de Iglesias de Cuba. Compartimos análisis,
preocupaciones y búsquedas comunes para superar las diferencias entre los
Estados Unidos y Cuba. Insistimos que más allá de las diferencias políticas e
ideológicas, somos iglesias en diferentes contextos que aspiramos a discernir
nuestro papel en la misión de Dios hacia su Reino.
Al compartir creyentes cubanos y norteamericanos en la adoración y
visitar juntos proyectos de autogestión alimentaria, tan necesarios en Cuba
hoy, fuimos comprendiendo mejor los desafíos y las respuestas que se
intentan dar. Las diferencias culturales y religiosas afloraron, pero también
los valores espirituales y morales que por nuestra fe común compartimos.
Incluso, creyentes norteamericanos muy acostumbrados al orden del culto
más formal de las iglesias norteamericanas, participaron con entusiasmo en la
adoración carismática, predominante hoy en muchas iglesias cubanas.
Cuando oriento grupos que visitan Cuba siempre insisto en el carácter de
la visita. Subrayo que viajamos como iglesias que visitan iglesias hermanas.
Hay momentos turísticos, pero el objetivo primordial no es turístico, es
misionero. Vamos a compartir y a recibir para profundizar en nuestro sentido
y propósito sobre lo que es el compañerismo en misión. Nuestro grupo
comprendió adecuadamente este concepto. Lo practicaron durante esos días
en Cuba a tal extremo que para la delegación fue una experiencia
transformadora. Observé como esa vivencia cotidiana fue venciendo
prejuicios, ignorancias y estereotipos.
Siempre que acompaño alguna delegación a un país fuera de Estados
Unidos trato de canalizar la experiencia de tal forma que se estrechen lazos
de amistad y relacionamiento entre creyentes de diferentes culturas. En la
relación entre Cuba y los Estados Unidos se hace evidente la distancia
política e histórica que se ha suscitado entre ambos países en los últimos 52
años. Entre bloqueos, confrontaciones, agresiones y distanciamientos se
atrofiaron las relaciones entre los dos pueblos, pero nunca hubo un absoluto
silencio. En ambos lados se mantuvo una preocupación legítima por
recuperar una comunicación necesaria. En ello las iglesias en los dos países
han sido y serán agentes claves de reconciliación.
El domingo, 9 de enero, en la noche tuvimos la oportunidad de
compartir el culto con la Iglesia Evangélica Libre de Marianao, La Habana.
Fue una oportunidad para agradecer la hospitalidad recibida durante aquellos
días en que fuimos atendidos con mucho esmero y cariño.
El culto estuvo lleno de alegría, verdadero regocijo y auténtico
recogimiento espiritual. En el momento de la predicación el pastor Marcial
Miguel me cedió el púlpito para que hiciéramos con total libertad lo que el
grupo quisiera. Yo prediqué basado en el libro del profeta Habacuc,
intentando resaltar que aunque los tiempos eran difíciles Dios manifestaría su
gloria.
Frente al pesimismo, se alza el clamor en oración y confesión, con una
fibra poética extraordinaria Habacuc exclama:
Aunque la higuera no florezca,
Ni en las vides haya fruto,
Aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados no den mantenimiento,
Y las ovejas sean quitadas de la majada,
Y no haya vacas en los corrales;
Con todo, yo me alegraré en Jehová,
Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
Esa convicción les ha de sostener también a ustedes mis hermanos y
hermanas cubanos, fue mi énfasis. Hay que seguir creyendo y afirmando,
construyendo y soñando. A pesar de todo y en medio de todo aquí hay una
iglesia creyente y testificante que vive en un pueblo que lucha por ser. Hemos
venido en esta delegación en espíritu solidario y nos vamos llenos de
esperanza.
Habacuc nos invita a clamar y esperar. Yo les exhorto a no desmayar.
Dios tiene un desvelo y un sueño por Cuba, porque es su pueblo. Y como un
gesto de reconciliación vamos a unirnos como cubanos y norteamericanos en
una gran cadena de amistad, fue mi invitación al final de la predicación.
Toda aquella congregación en pie, unida en oración, abrazos, lágrimas y
expresiones de amor, testificó que por la fuerza del espíritu podemos vencer
las fuerzas contrarias que impiden la verdadera paz. Cantamos y cantamos
por un buen tiempo. Dios nos había sonreído.

ORACIÓN
Dios de bondad, paciencia y misericordia, anímanos en tiempos de
angustia a creerte y verte en medio de nuestras búsquedas, anhelos, sueños y
esperanzas. Que en cada amanecer de esta semana recibamos el aliciente
que nos nutra y sostenga para que perseveremos en tus caminos, por
Jesucristo tu hijo, nuestro Señor. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Salmo 5.1-11 Salmo 28 Juan 6.44-48
Martes Jueves Sábado
Isaías 35.1-10 Romanos 6.1-4 Hechos 10.34-36
LECCIÓN 6: HAY REDENCIÓN

TEXTO BÍBLICO: Job 19.1-7, 23-29

TEXTO ÁUREO:

«Pero yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se levantará sobre el


polvo». Job 19.25

OBJETIVOS:
1. Plantear algunos temas cruciales que tienen que ver con situaciones
límites en la vida.
2. Explorar la forma en que Job manejó su sufrimiento y su dolor.
3. Destacar que estar atentos al Dios que crea, redime y restaura, es la
mejor manera de esperar.

VOCABULARIO

REDENCIÓN: Es un tema bíblico que enfatiza la acción de Dios


como creador, redentor, sustentador y consumador. Esas cuatro
dimensiones sirven para intentar comprender cómo Dios actúa en la
creación desde su libertad, en la redención desde su amor, en la
sustentación desde su presencia y en la consumación desde su propósito
eterno. En todo ello ha de verse la fidelidad de Dios en la promesa y
cumplimiento de su pacto de gracia con toda la creación. En Jesucristo
esa redención se hizo visible encarnándose en la historia, por el Espíritu
Santo se ha ofrecido como guía y sustento, como Dios Padre es siempre
fuente de amor. Ese gran misterio es la razón y la garantía de que
nuestra vida tiene origen y destino en Dios.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
Job 19.1-7, 23-29
1 ¿Hasta cuándo van a
atormentarme
y herirme con sus palabras?
3 Una y otra vez me
insultan;
¿no se avergüenzan de
tratarme así?
4 Aun cuando yo fuera
culpable,
Job 19.1-7, 23-29 mi culpa sólo a mí me
1 Respondió entonces Job y dijo:
afectaría.
2 «¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma 5 Ustedes se creen mejores
y me moleréis con palabras? que yo,
3 Ya me habéis insultado diez veces, y me echan en cara mi
¿no os avergonzáis de injuriarme? desgracia.
4 Aun siendo verdad que yo haya errado, 6 Pues sepan bien que Dios
sobre mí recaería mi error. me ha derribado,
5 Pero si vosotros os jactáis contra mí, que es él quien me ha
y contra mí alegáis mi oprobio, hecho caer en la trampa.
6 sabed ahora que Dios me ha derribado, 7 Yo grito: «¡Me matan!», y
y me ha atrapado en su red. nadie responde;
7 Yo grito: “¡Agravio!”, pero no se me oye; pido ayuda, y nadie me
doy voces, pero no se me hace justicia. hace justicia.
23 »¡Quién diera ahora que mis palabras 23 ¡Ojalá alguien
fueran escritas! escribiera mis palabras
¡Quién diera que se escribiesen en un libro, y las dejara grabadas en
24 o que con cincel de hierro y con plomo metal!
fueran esculpidas en piedra para siempre! 24 ¡Ojalá alguien con un
25 Pero yo sé que mi Redentor vive, cincel de hierro
y que al fin se levantará sobre el polvo, las grabara en plomo o en
26 y que después de deshecha esta mi piel, piedra para siempre!
25 Yo sé que mi defensor
en mi carne he de ver a Dios.
27 Lo veré por mí mismo; vive,
mis ojos lo verán, no los de otro. y que él será mi abogado
Pero ahora mi corazón se consume dentro de aquí en la tierra.
26 Y aunque la piel se me
mí.
28 »Deberíais decir: “¿Por qué lo caiga a pedazos,
perseguimos, yo, en persona, veré a Dios.
si la raíz de su situación está en él mismo?” 27 Con mis propios ojos he
29 ¡Temed vosotros delante de la espada, de verlo,
porque sobreviene el furor de la espada a causa yo mismo y no un extraño.
de las injusticias! Las fuerzas me fallaron
¡Sabed, pues, que hay un juicio!» 28 al oír que ustedes decían:
«¿Cómo podremos
perseguirlo?
La raíz de sus males está en
él mismo.»
29 Pero tengan miedo a la
espada,
la espada con que Dios
castiga el mal.
Sepan que hay uno que
juzga.

BOSQUEJO

1. En medio de la angustia Job clama a Dios (Job 19.1-7)


2. Las palabras de Job ameritan ser escritas (vv. 23-24)
3. Confianza en el Dios de la vida (vv. 25-27)
4. La angustia rodea a Job (v. 28)
5. El juicio por la injusticia provoca violencia (v. 29)

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Job 19.1-7, 23-29
Job es un libro único en el Antiguo Testamento. Aunque podría
ubicársele como literatura sapiencial, resulta difícil determinar una sola
dimensión de su contenido. No obstante, un factor muy importante en la
consideración del libro y sus enseñanzas debe relacionarse con la profunda y
real experiencia del sufrimiento humano. Además, a través de sus capítulos
corren expresiones contradictorias y a veces antagónicas, sobre la condición
humana.
El misterio del sufrimiento es el tema de todo el libro de Job. Es muy
importante de entrada tratar de deslindar por lo menos dos perspectivas y dos
mentalidades en la argumentación teológica del libro. Por un lado, están los
sabios teólogos, seguros de su ciencia y de su fe. Reiteran sus visiones de la
verdad (5.8-16). Con su defensa y marco ideológico, tratando de defender la
santidad de Dios terminan profundizando la angustia humana.
Por otro lado, está Job, tan humano en su crisis, sincero y llevado a
extremos de blasfemia en su condición de sufrimiento y dolor. Esperando
contra todo y contra todas las predicciones. Aún, reprochándole a Dios la
situación en que vive. En esa tensión, el libro de Job resulta ser un texto
pedagógico porque no oculta la condición humana y su relación con Dios.
Con una teología que trata de descifrar el misterio de Dios y una actitud de fe
que finalmente afirma la creencia en Dios, por lo que Dios es en sí, en
apertura ante aquel misterio.
Job es un libro muy actual. Frente a las certezas simples y llanas plantea
la realidad de Dios y la experiencia viva de creerle. La fe es más fuerte que
toda situación extrema de sufrimiento, dolor y muerte.
Una forma de abordar este hermoso relato es intentar descifrar qué nos
plantea y qué nos quiere comunicar en relación con nuestra condición
humana y nuestra relación con Dios. Al adentrarnos en el misterio del Dios
infinito y su grandeza en relación con el ser humano finito, nos topamos
inmediatamente con una pregunta crucial que gravita en el centro mismo del
libro de Job: ¿Por qué sufre el inocente? Pareciera que a través de todo el
relato este tema resalta lo que constantemente se ha planteado en el Antiguo
Testamento: Dios y el pueblo en constante confrontación. Dios ofrece su
pacto de amor y gracia y el pueblo de alguna forma se aleja de aquel pacto, lo
viola, desecha o es infiel. Y Dios vuelve a insistir en su promesa, escuchando
el clamor del pueblo y llevándolo a su liberación.
En Job se van planteando situaciones complejas. Por un lado, hay una
crisis espiritual profunda en la cual la integridad de Job se pone en
entredicho. Aún más, sus amigos cuestionan que Dios es el que permite el
sufrimiento y no interviene para detenerlo. Si Dios es justo y poderoso, ¿por
qué permite el mal y el sufrimiento en el mundo y sus criaturas?
Según la tradición judía el bien y el mal provienen de Dios (véase el
Génesis). Habiendo perdido sus hijos, esposa, hacienda, todos los bienes y
salud, queda planteado un problema fundamental: la retribución de Dios de
acuerdo con el principio de la obediencia y el pago por la desobediencia. En
Deuteronomio 28 están planteadas las razones para la retribución. Lo que
implicaba haber caído en desgracia y recibir la maldición, pero Job no
consideraba que tal había sido su conducta. Ahí está el problema, ni Job ni
sus amigos podían entender esta retribución injusta. En ese momento Job cae
en una profunda angustia y reclama, impreca a Dios, sin entender.
Llegamos al capítulo 19.1-7, que aborda el dilema en busca de una
solución. En primer lugar, Job increpa a sus amigos, que lo asedian y clama
a Dios, a quien no entiende, insistiendo en su inocencia. Desde su soledad
clama por la compañía divina en la que confía. Busca que se le haga justicia
en medio de lo que sufre como injusticia.
vv. 23-24: Estas palabras afloran de lo más profundo de la mente y
corazón de Dios. El dolor es intenso y la angustia extrema.
vv. 25-26: Surge la afirmación radical del que busca justicia, pero sobre
todo del que descansa en su redentor. «Yo sé que mi Redentor (mi goel, mi
abogado, mi defensor) vive, y que al fin se levantará sobre el polvo, y que
después de desecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios». Nótese las
resonancias con el acto creador del hombre del polvo en Génesis 1.26-27.
Este es el Dios que hace justicia, el Redentor. La culminación de este
argumento se encuentra en Job 42.
vv. 27-29: Estos versículos apuntan, una vez más, a una situación que
clama por el justo juicio.
Aquí estamos frente a un tema complejo y enigmático, ¿qué respuesta
tenemos ante el dolor y el sufrimiento? Todas las religiones se lo han
planteado. La tradición hebrea se lo planteó. Aquí en Job tenemos una
respuesta que insiste en el sufrimiento del inocente y apunta a la
trascendencia de Dios.
En el cristianismo tenemos una respuesta que no nos libra del
sufrimiento, sino que nos reta a enfrentarlo con determinación. El texto
bíblico que quizás con más agudeza plantea este gran dilema es el relato de
Jesús en Getsemaní. El evangelio de Lucas 24. 39-46 nos presenta al Jesús
agónico, en lucha. Orando para descifrar y comprender su destino. Se nos
muestra ese rostro humano, que nos recuerda también el período del desierto
y las tentaciones antes de iniciar su ministerio (Lc 4.1-13). Son trances
humanos de amargura y conflicto. Así se confirma que el Dios cristiano está
en medio de nuestra angustia y sufrimiento, aunque no nos libre de ello. La
redención cristiana apunta al Dios encarnado, que sufriendo en Jesús,
transforma aquel sufrimiento en vida, más allá del dolor. Aunque pasemos
por valle de sombra y de muerte, no temeremos (Sal 23). El gran pastor es
nuestro redentor. Nos acompaña y nos guía. Hasta que lleguemos a la casa
del gran hospedador.
Afirmar, como Job, la convicción de que nuestro redentor vive y que le
vemos con nosotros, es el foco central de esta enseñanza.

APLICACIÓN
El famoso oratorio El Mesías de George Frederick Handel (1685-1759),
es una obra maestra de la música clásica. Es, además, un intento de
reinterpretar los textos bíblicos que resaltan tanto en el Antiguo como en el
Nuevo Testamento la figura del Mesías. Handel como Johann Sebastián Bach
se formaron en la tradición luterana. Se aplicaron a estudiar con detenimiento
las Sagradas Escrituras. Ello se aprecia en sus composiciones. Para Handel su
música estaba toda inspirada en su fe cristiana.
En el fondo de la selección de textos Handel, con gran pasión por la
Biblia y su mensaje, busca además, combinar algunos textos claves, en
partes sobresalientes de este oratorio. Tal es el caso de dos textos bíblicos:
Job 19. 23-27 y 1 Co 15.1-24.
Por un lado, hay que tener en cuenta la importancia del redentor (19.25),
esta figura, que como hemos visto, es el abogado, defensor. En Pablo el
énfasis es confesional, apuntando a la resurrección de Cristo y la de los que le
creen.
Para muchos admiradores de Handel, El Mesías es su obra maestra.
Ciertamente es la más famosa. Se destaca allí el famoso cántico Aleluya,
mundialmente conocido y cantado, particularmente en la estación de
Navidad. Para los críticos profesionales, como para los aficionados a la
música sagrada y clásica, la obra es un monumento a la creatividad y también
a la fe. Handel era un compositor profesional, pero también era conocido
como un ferviente cristiano que tomaba muy en serio lo que esa fe le pudiera
inspirar. De hecho, combinaba un cierto optimismo con una recia voluntad
para enfrentar las adversidades. Su espíritu ecuménico y su actitud evangélica
le acompañaron en su trabajo, siendo la Biblia fuente esencial para todo lo
que creaba y creía. Se dice que unos días antes de morir expresaba que
deseaba morir en viernes santo y aguardar el día de su resurrección.
Al destacar el aria 45 para soprano de su oratorio El Mesías, cuyo título
es muy sugestivo para nuestro tema, «Yo sé que mi redentor vive», es
necesario subrayar que el intento de relacionar la perspectiva de Job con la de
Pablo, obviamente Handel hace gala de su conocimiento de la tradición
luterana de la cual procede. Su hermenéutica bíblica parte de una compresión
del Cristo Redentor, pero lo que hace impresionante su obra de arte es que
permite que los textos fluyan libre, mucho más interesado en la resonancia de
una fe que merece ser cantada. En ello Handel también es profundamente
luterano. Esta sencilla y breve aria, desde el punto de vista melódico, va
hilando estas dos dimensiones, «mi redentor vive» y es «primicia de los que
durmieron».

ORACIÓN
Señor, tú eres nuestra vida, redención y justicia. En nuestra condición
humana y frágil, muchas veces en soledad y angustia, queremos verte. Mueve
las fibras más profundas de nuestro ser para siempre creerte. Para adorarte
por lo que has sido, eres y serás. Anímanos para que seamos fieles y
podamos perseverar hasta encontrarnos plenamente en Ti. Mediante
Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor y Redentor. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Salmo 49.5-9 Romanos 3.21-31 Hebreos 9.11-12
Martes Jueves Sábado
Lucas 21.25-28 Efesios 4.17-30 Salmo 130
LECCIÓN 7: FIDELIDAD DESAFIANTE

TEXTO BÍBLICO: Job 24.1, 9-12, 19-25

TEXTO ÁUREO:

«En cuanto a mí, a Dios clamaré, y Jehová me salvará.». Salmo


55.16

OBJETIVOS:
1. Proveer la oportunidad de abrirnos ante el Dios que no conocemos
totalmente.
2. Destacar que la fe, como nutriente esencial de nuestro creer, nos
socorre en días de angustias y desconsuelo.
3. Enfrentar nuestras propias dudas y conocer nuestra vulnerabilidad.

VOCABULARIO

FE: Es un don muy preciado de Dios. Por ella podemos conocer los
propósitos divinos que son para salvación. Al confiar en su gracia
encontramos la certeza que nos permite creer. Por la fe comprendemos
los actos salvíficos de Dios en la historia, su revelación en Jesucristo y
su presencia constante por la acción del Espíritu Santo. En la Sagrada
Escritura encontramos testimonios fehacientes de comunidades
creyentes que nos han precedido y nos animan a continuar por el camino
de la vida cristiana. En medio de pruebas y conflictos la fe nos nutre y
fortalece para perseverar. La fe anima la esperanza y nos asegura que
Dios lleva a toda su creación a la plenitud de su amor. Ese amor está ahí
disponible para toda la humanidad. La oración, la meditación y otras
disciplinas espirituales son alicientes que permiten madurar nuestra fe.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
Job 24.1, 9-12, 19-25 Job 24.1, 9-12, 19-25
1 »Puesto que no son ocultos los 1 ¿Por qué el Todopoderoso no
tiempos al Todopoderoso, señala fechas para actuar,
¿por qué los que lo conocen no ven de modo que sus amigos puedan
sus días? verlas?
9 Quitan del pecho a los huérfanos, 9 Les quitan a las viudas sus
y del pobre toman en prenda. recién nacidos,
10 Al desnudo hacen caminar sin ropas y a los pobres les exigen prendas.
y a los hambrientos quitan las 10 Los pobres andan casi desnudos,
gavillas. cargando trigo mientras se mueren
11 Dentro de sus muros exprimen el de hambre.
aceite; 11 Mueven las piedras del molino
pisan los lagares, pero mueren de sed. para sacar aceite;
12 En la ciudad gimen los moribundos pisan las uvas para hacer vino,
y clama el alma de los heridos de y mientras tanto se mueren de sed.
muerte, 12 Lejos de la ciudad, los que
pero Dios no atiende su oración. agonizan
lloran y lanzan gemidos,
19 Como la sequía y el calor pero Dios no escucha su oración.
arrebatan las aguas de la nieve,
así también el seol a los pecadores. 19 Con el calor de la sequía, la
20 De ellos se olvidará el seno nieve se derrite;
materno; y en el sepulcro, el pecador
de su dulzor gustarán los gusanos; desaparece.
nunca más habrá de ellos memoria: 20 Su propia madre se olvidará de él;
¡Como un árbol serán talados los los gusanos se lo comerán,
impíos! y nadie volverá a acordarse de él.
21 »Afligió a la mujer estéril, la El malo caerá como un árbol
que no concebía, cortado.
y nunca se portó bien con la viuda. 21 Con las mujeres sin hijos y con las
22 En cambio, aventaja en poder a los viudas
fuertes. fue siempre cruel; jamás las ayudó.
¡Cuando se levanta, nadie está seguro 22 Pero Dios, con su fuerza, derriba a
de su vida! los poderosos;
23 »Dios les da seguridad y cuando él actúa, nadie tiene segura
confianza, la vida.
pero sus ojos vigilan los caminos de 23 Dios los deja vivir confiados,
ellos. pero vigila cada uno de sus pasos.
24 Porun momento son exaltados, 24 Por un momento se levanta el
pero pronto desaparecen malo,
y son abatidos como todos los demás: pero pronto deja de existir.
encerrados son y cortados como Se marchita como hierba arrancada,
cabezas de espiga. como espiga que se dobla.
25 ¿O no es esto así? ¿Quién me 25 Y si esto no es así, ¿quién podrá
desmentirá ahora desmentirme
o reducirá a nada mis palabras?» y probar que estoy equivocado?

BOSQUEJO

1. El desconocimiento de Dios (Job 24.1)


2. Los que hacen injusticia y promueven maldad (vv. 9-12)
3. Hasta la naturaleza rechaza a los malvados (vv. 19-20)
4. El camino de la impiedad (vv. 23-24)
5. La queja que denota angustia (v. 25)

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Job 24.1, 9-12, 19-25
Nos encontramos frente a un texto sumamente difícil, con muchas
preguntas, pero también con desafíos importantes. La queja humana frente a
Dios es evidente en la Biblia. Una variedad de personajes bíblicos desde
Abraham, pasando por Noé y Moisés hasta Job que nos plantean un
panorama de cuestionamientos y de inconformidades.
El capítulo 24.1 de Job comienza exactamente con una queja a Dios y
surge de nuevo el tema de la retribución. Dios conoce los tiempos de juicio y
sin embargo, es indiferente a la miseria humana. Se plantea una lista de
agravios (vv. 2-8)
vv. 9-12: Se identifica la miseria del pobre y su condición injusta. La
opresión contra los pobres es evidente. La actuación opresiva de los
gobernantes se cierne sobre los menesterosos y vulnerables en la sociedad. Y
Dios no responde.
vv. 19-22: La queja subraya el abandono y el olvido.
vv. 23-25: Job reitera su fe en Dios, pero sigue cuestionando y
reclamando a Dios con enojo.
La queja fundamental aquí es que la opresión y la criminalidad abundan
sin que Dios juzgue. Dios conoce los días de juicio, ¿juzgará o permitirá la
opresión? ¿Es indiferente Dios a la miseria y a la pobreza? ¿Hay una
indiferencia divina frente a la vulnerabilidad humana? ¿Cómo explicar
guerras y holocaustos sin que Dios intervenga? ¿Está Dios ausente de toda
realidad humana? La fe de Job insiste en la confianza, pero cuestiona. Hay un
reclamo a Dios, pero le cree. Job se queja contraviniendo la religión
tradicional, pues la opresión es rampante y no ve señal de juicio divino.
Porque Job cree apasionadamente en la justicia y reclama que Dios hable, se
pronuncie y actúe.
Job ha planteado en este capítulo temas que son cruciales. La fe de Job
es una búsqueda incesante para entender ese Dios misterioso, a veces
encubierto, otras veces lejano y mudo. Sin embargo, Job confirma que no hay
nada oculto para Dios. Aún cuando resaltan las injusticias.
Sería útil preguntarse a estas alturas algunos asuntos claves. Por un lado,
¿cómo entendemos la fe a partir de las dudas y cuestionamientos que nos
rodean? ¿Cuáles son los límites permitidos en nuestros cuestionamientos en
el marco de una duda razonable? ¿Cómo distinguir entre la indiferencia
divina y nuestra increencia? ¿Qué hacer en medio de nuestra vulnerabilidad?
En la búsqueda de certezas y afirmaciones se podría examinar la epístola
a los Hebreos. El capítulo 10 resalta la fortaleza en medio del sufrimiento,
insistiendo en la fidelidad sin desmayar en cultivar la esperanza y caminar en
amor y buenas obras (10.19-24).
Seguidamente aparece esa contundente afirmación: «Es, pues, la fe la
certeza de lo que no se ve», (11.1a). Todo el resto del capítulo 11 es un gran
relato de la historia de la fe bíblica, como hilo conductor de la historia de la
salvación (11.2-39).
Cabe recordar que en el Antiguo Testamento la fe está íntimamente
ligada con creer, confiar, tener esperanza. El Salmo 26 la relaciona
íntimamente con la integridad personal y la confianza en Dios.
Abraham, el padre de la fe, es un claro testimonio de la confianza
depositada en Dios. En Génesis 15.6 se afirma: «Abram creyó a Jehová y le
fue contado por justicia».
En el Nuevo Testamento, además del texto de Hebreos 11.1, donde la fe
es certeza sobre realidades que no vemos. Pablo subraya el tema de que la fe
que salva es aquella basada en una persona, Jesucristo, como el evangelio que
justifica. La fe es un entregarse confiadamente a Dios. Ello implica una
confianza en Dios.
En la teología cristiana se hace una distinción entre la fe como aquello
que uno cree y la fe como aquello a través de lo cual se cree. Esta sutil
distinción pretende mantener un balance entre las fuentes que nos permiten
creer, por ejemplo, la Sagrada Escritura y la persona en quien creemos,
Jesucristo. Si se lee con atención el capítulo 5 de la epístola a los Romanos
hay una aseveración muy pertinente para nuestro tema, es la afirmación de fe
y piedra angular de la Reforma Protestante: la justificación por la fe en la
gracia.
En primer lugar, creer es un don de Dios. Esa gracia posibilita restaurar
y reconstruir el puente de comunicación con Dios que se quebró por el
pecado. Ahora participamos y nos glorificamos en la esperanza «de la gloria
de Dios» (5b). De aquí en adelante los creyentes descansan en esa buena
noticia en medio de todas las tribulaciones. Una vez más Dios muestra su
fidelidad sin condiciones. Solo resta creer y responder.
La fidelidad, corolario esencial de lo que es la fe, es manifestación del
Dios amoroso que a través del pacto de gracia con su pueblo desde siempre,
mantiene esa promesa constante de redimir una y otra vez lo creado, en
constante fidelidad a su propósito.
En toda esta exposición lo más sobresaliente tiene que ver con una fe
que nos hace fieles, un Dios que se mantiene fiel. Y una esperanza y amor
que nos permite nutrir la fe para vivirla. Los cuestionamientos de Job nos
permiten un margen de duda razonable y un cuestionamiento que Dios recibe
desde nuestra finitud humana. Lo más relevante es poder afirmar que a ese
Dios se le conoce y cree, a pesar de todo. Dios permanece fiel y sigue
manifestando su amor.
Ante la imprecación, enojo y amargura de Job (comprensible desde la
condición humana), no hemos de simplificar lo que implica luchar con fe,
aunque hay reclamos a Dios. La fidelidad desafiante que nos plantea el fondo
de este complejo texto, nos remite a la fidelidad de Dios y no nuestra propia
precariedad. Job nos provoca a pensar y cuestionar. De manera paradójica
nos invita a creer como es la propia conclusión de este poema existencial.
Afirmar que creemos en un Dios vivo es la mejor forma de encontrar el
camino de fe.

APLICACIÓN
Hemos visto y leído este año pasado sobre la muerte en África del Sur
de Nelson Mandela después de una larga enfermedad. Se ha destacado mucho
su papel histórico como líder político de su pueblo (y yo añado, de toda
África y el mundo). Creo que Nelson Mandela y Martin Luther King, Jr.,
desde diferentes trincheras y con notales diferencias, tienen algo en común: la
urgencia de promover una verdadera transformación de la realidad que lleve
la fuerza de la indignación, pero también la ética del amor. En el caso de
Nelson Mandela, esa determinación de ser agente de perdón y reconciliación
en una nación profundamente dividida y fragmentada; violentada y sufrida,
fue lo que le dio fuerza a su lucha y su proyecto político.
El mismo Mandela traza ese peregrinaje doloroso, a veces triste, que lo
llevó a vencer tantos obstáculos personales, familiares, sociales y políticos.
La lectura de su autobiografía, Long Walk to Freedom. The Autobiography of
Nelson Mandela (Larga caminata a la libertad. La autobiografía de Nelson
Mandela), ofrece pistas interesantes que van dibujando el carácter moral,
espiritual y político de aquel peregrinaje. Se configuran escenarios que van
desde la vida familiar en la tribu, sus matrimonios y los fracasos que los
acompañaron, los fragores de la lucha, la clandestinidad y el papel de líder de
una nación, que fue aprisionado y alejado de su pueblo. ¡Y en medio de todo
eso una fuerza moral y espiritual que fue venciendo rencores, amarguras,
odios y traiciones! Todo eso lo comunica Nelson Mandela con gran
honestidad. Lo que hace todavía más valioso su relato.
Quisiera destacar en estas líneas lo que considero son las fuentes de
donde emana la formación del carácter, vida y testimonio de Nelson
Mandela. Por un lado, Mandela plantea en sus memorias que su niñez fue una
de privilegios y alegrías. Nació en Mvezo, distrito de Umtata, la capital del
Transkei. Siendo miembro de la familia real de los thembu, fue protegido y
rodeado con cierta seguridad. Hasta el momento que hubo de emigrar con su
madre Nosekeni Fanny, por las dificultades que tuvo su padre, Henry Gadla
Mphakanyiswa, como jefe del poblado de Mvezo, y las dificultades que
llevaron a la ruptura de su matrimonio con Nosekeni.
Así comienza la primera gran ruptura en su vida. Ha de moverse con su
madre al poblado de Qunu, también en el Transkei. Pero ahora en
circunstancias muy distintas. Su madre intentó hacer aquella transición lo
menos dolorosa posible. Curiosamente, esa transición es el comienzo de un
peregrinaje plagado de contradicciones y profundas afirmaciones para el
joven Nelson Mandela. Bástenos destacar aquí que de allí en adelante Nelson
Mandela intenta descifrar su origen y avizorar su destino: una fecunda
imaginación, marcada por una memoria privilegiada, lo conduce por los
abigarrados y complejos procesos que ha de vivir. Recibe una esmerada
educación (a veces interrumpida por las propias ambivalencias de su signo
colonial) y logra ir equipándose de las herramientas que lo llevarán a ser
abogado y activista a favor de la liberación de su pueblo.
Nelson Mandela fue asumiendo su hoja de ruta. Va poniendo en su justo
lugar los acontecimientos, los lugares, los personajes y las situaciones que lo
van marcando. Destaca el papel crucial que jugó su madre, Nosekeni. Ella se
convirtió a la fe protestante, específicamente en la iglesia metodista.
Evidentemente, los misioneros y pastores metodistas poseían una formación
intelectual, moral, espiritual y política marcada por el proyecto colonizador
inglés. Mandela asume las ambigüedades de esa herencia, y saca de ella
valores y principios que le han de servir y animar toda la vida. De su pastor
guarda lo más gratos recuerdos, y se transparenta que debió conversar
extensamente sobre temas o de la fe, la doctrina de la santidad, la ética social
metodista y el servicio social, como complementos de un proceso integrador
de valores espirituales y sociales.
De su madre destaca los valores morales y espirituales, y los incorpora a
su ideario como ejes centrales de sus convicciones. Habla con ternura sobre
ella. Aquí están evidentemente apuntalados, el perdón y la reconciliación.
Esos valores lo hicieron más humano, más africano, mejor político (a pesar
de los desaciertos y las amarguras propias de esas luchas) y líder de un
pueblo sediento de justicia, paz y libertad. Mandela reiteró que jamás se
olvidó de esa herencia recibida de su madre y de la iglesia.
La película Invictus (que recomiendo a todos y todas) comunica
acertadamente estas dimensiones. Sus actuaciones como mandatorio a una
edad adulta y el responder al reclamo del pueblo para que los acompañara
hacia la reconstrucción de una nueva África del Sur, ennoblece aún más la
vida de este líder extraordinario. Cuando muchas personas hace tiempo están
acogidas al «retiro», Mandela fue asumiendo nuevas tareas, como
reinventándose en su propia identidad una y otra vez, sin tregua ni descanso,
pero con conciencia de su aporte definitivo a las causas más justas.
Es posible que notemos como Nelson Mandela hizo de sus carceleros
sus mejores amigos. Tal vez nos detengamos a meditar en las obsesiones de
Nelson Mandela para que en la nueva África del Sur se diga siempre la
verdad aunque duela. Aprenderemos, que este símbolo del perdón y la
reconciliación, con su sonrisa, nos ha querido reclutar para que sigamos
luchando por un mundo más fraternal y justo. ¡Así tal vez aprenderemos a ser
unos y unas tercos luchadores por la esperanza, como lo ha sido Nelson
Mandela! Y seremos mejores.
Sugiero que se medite en este testimonio de fidelidad que como Job,
aguardó en Dios y venció.

ORACIÓN
Oh, Señor, fortalécenos para que nutridos y nutridas por tu amor,
mantengamos esa fidelidad a tu voluntad y los llamados que nos haces para
creerte y servirte. Te pedimos que aumentes nuestra fe, afirmes nuestros
pasos en camino a tu Reino y animes nuestra esperanza cuando la
adversidad nos aseche. Si flaqueamos en nuestra fe levántanos, si la
tentación nos debilita, sostennos. Sobre todas la cosas muéstranos tu rostro
de bondad y misericordia para que vivamos confiadamente hasta aquel día
en que para siempre te veamos cara a cara. Mediante tu hijo, Jesucristo,
nuestro Señor, te lo pedimos. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Efesios 2.8 Hebreos 11.3 Salmo 37.3-5
Martes Jueves Sábado
Romanos 10. 8-17 Juan 14.1 Salmo 40.3-6
LECCIÓN 8: ¿QUIÉN ESTÁ EN CONTROL?

TEXTO BÍBLICO: Job 42.1-10

TEXTO ÁUREO:

«Yo reconozco que todo lo puedes y que no hay pensamiento que te


sea oculto». Job 42.2

OBJETIVOS:
1. Exaltar la sabiduría de Dios y el conocimiento que afirma la fe.
2. Ayudar a comprender en qué consiste completarnos en Dios.
3. Destacar la importancia del discernimiento para la vida cristiana.

VOCABULARIO

RESTAURACIÓN: En la Biblia este concepto hace referencia al


Dios que renueva y restaura su creación. Se aplica también a la
restauración del pueblo, su fe y el horizonte nuevo hacia el futuro. En el
caso de Job se aplica al principio de que Dios no le retribuye a Job,
porque esa dimensión no está contemplada en relación con la existencia
de Job. A lo que sí se refiere en el libro de Job es que Dios realmente lo
restaura, le devuelve su condición de bienestar y lo reconoce por su
fidelidad y paciencia. De esta forma se nos enseña que Dios ha
respondido a Job desde su propia libertad, no lo ha abandonado y le
reconoce su actitud de humildad. De esta forma, la restauración de Job
permite reconocer nuestra finitud, pero también depositar nuestra
confianza en Dios. Esa es una fe también restaurada.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
Job 42.1-10
1 Respondió Job a Jehová y
dijo:
2 «Yo reconozco que todo lo Job 42.1-10
1-2 Yo sé que tú lo puedes todo
puedes y que no hay nada que no puedas
y que no hay pensamiento que te realizar.
sea oculto. 3 ¿Quién soy yo para dudar de tu
3 “¿Quién es el que, falto de providencia,
entendimiento, oscurece el mostrando así mi ignorancia?
consejo?” Yo estaba hablando de cosas que no
Así hablaba yo, y nada entendía; entiendo,
eran cosas demasiado maravillosas cosas tan maravillosas que no las puedo
para mí, que yo no comprendía. comprender.
4 Escucha, te ruego, y hablaré. 4 Tú me dijiste: «Escucha, que quiero
Te preguntaré y tú me enseñarás. hablarte;
5 De oídas te conocía, mas ahora respóndeme a estas preguntas.»
mis ojos te ven. 5 Hasta ahora, sólo de oídas te conocía,
6 Por eso me aborrezco pero ahora te veo con mis propios ojos.
y me arrepiento en polvo y 6 Por eso me retracto arrepentido,
ceniza». sentado en el polvo y la ceniza.
7 Aconteció que después que 7 Después que el Señor dijo estas
habló Jehová estas palabras a Job, cosas a Job, dijo también a Elifaz:
Jehová dijo a Elifaz, el temanita: «Estoy muy enojado contigo y con tus
«Mi ira se ha encendido contra ti y dos amigos, porque no dijeron la verdad
tus dos compañeros, porque no acerca de mí, como lo hizo mi siervo
habéis hablado de mí lo recto, Job.
como mi siervo Job. 8 Tomen ahora siete toros y siete
8 Ahora, pues, tomad siete carneros y vayan a ver a mi siervo Job,
becerros y siete carneros, id a mi y ofrézcanlos como holocausto por
siervo Job y ofreced holocausto ustedes. Mi siervo Job orará por ustedes,
por vosotros. Mi siervo Job orará y yo aceptaré su oración y no les haré
por vosotros y yo de cierto lo ningún daño, aunque se lo merecen por
atenderé para no trataros con no haber dicho la verdad acerca de mí,
afrenta por no haber hablado de mí como lo hizo mi siervo Job.»
con rectitud, como mi siervo Job.» 9 Elifaz, Bildad y Sofar fueron e
9 Fueron, pues, Elifaz, el hicieron lo que el Señor les ordenó, y el
temanita, Bildad, el suhita, y Señor aceptó la oración de Job.
Zofar, el naamatita, e hicieron 10 Después que Job oró por sus
como Jehová les había dicho. Y amigos, Dios le devolvió su prosperidad
Jehová aceptó la oración de Job. anterior, y aun le dio dos veces más de
10 Cuando Job hubo orado por lo que antes tenía.
sus amigos, Jehová le quitó la
aflicción; y aumentó al doble todas
las cosas que habían sido de Job.

BOSQUEJO

1. Dios es poderoso y todo lo sabe (Job 42.1-2)


2. El conocimiento humano es limitado, no comprende lo
maravilloso de Dios (v 3)
3. La oración confiada aguardando la respuesta divina (v. 4)
4. Un conocimiento iluminado por la fe (v. 5)
5. Reconocimiento de su creación (v. 6)
6. Dios reconoce la rectitud de Job y desecha la mentira de sus amigos
(vv. 7-10)

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Job 42.1-10
Nos adentramos a un poema teológico de un extraordinario valor
literario. Se ha de exaltar la sabiduría de Dios y el conocimiento que afirma la
fe. Se contrasta, además, el poder de Dios y el don de la libertad.
vv. 1-6: El texto se puede dividir así:
v. 2: Dios es poderoso y todo lo sabe.
v. 3: El conocimiento humano es limitado, no comprende lo
maravilloso de Dios.
v. 4: La oración confiada aguardando la respuesta divina.
v. 5: Un conocimiento iluminado por la fe.
v. 6: Reconocimiento de su creación.
vv. 7-10: Dios reconoce la rectitud de Job y desecha la mentira de sus
amigos. El conocimiento humano y el conocimiento divino se encuentran y
predomina una afirmación de fe que alaba a Dios. La trascendencia divina
está envuelta en ese gran misterio insondable, aunque ello no implica que esté
totalmente ajeno o lejano.
El ver consiste en reconocerse como ser humano finito frente al Dios
infinito. Más allá de la retribución y la culpa, hay un encuentro con Dios, que
implica aceptación sin tener que Job probar su rectitud frente a Dios.
Job es ejemplo del ser humano que tiene fe. Resistió toda clase de
afrenta y burla. Ha pasado la noche oscura del alma, y ha llegado a la
conclusión que a Dios solo se acepta con gesto de gratuidad y devoción. La
solución es creerle a Dios, en libertad, sin tapujos. Este camino supera las
contradicciones humanas, aceptando la bondad y justicia de Dios. Como
hemos visto, esta fe choca con las realidades que nos rodean donde el mal y
los malvados triunfan con impunidad. Por eso Job busca una explicación.
Sigue intentando preguntas ante el Misterio. Y no encuentra la solución. Solo
entregándose en fe culmina su búsqueda, aunque no entiende todo lo que
encierra aquel misterio.
Este texto bíblico nos ayuda a comprender en qué consiste completarnos
en Dios. A través de todo el libro de Job nos confrontamos con temas que
cuestionan la fibra más íntima de la existencia humana, nuestra finitud y
nuestra relación con el Dios infinito. Por eso la pregunta sobre quién está en
control es crucial. Ello nos lleva a una dialéctica entre el orden y la libertad.
Si nos remitimos el Génesis ya el tema está planteado. De hecho, el tema se
origina en la propia creación. Ser polvo implica que somos parte integrante
de la creación. Tenemos soplo de vida, imagen y semejanza de Dios. Al
dimensionar esa dinámica entre orden y libertad nos topamos con el sentido
de nuestra responsabilidad. No se trata de libertinaje ni mucho menos de
anarquía. En medio del mundo hemos sido puestos con ese don de libertad
para ejercer nuestro libre albedrío. Dios sigue ejerciendo su poder en el
mundo y lucha contra fuerzas que se quieren anteponer a su propósito
redentor. Aquí también surge la dimensión restauradora y el acto de
consumación que lleva a toda la creación a su plenitud.
El epílogo de Job nos plantea, además, dos elementos que a través de
todo el libro han estado tensionados: ante la idea de la retribución se nos
ofrece el principio de la restauración. Dios reconoce en Job su rectitud y le
restaura la bendición y la confianza. Superada la aflicción Job recupera su
plena libertad.
Al final el libro de Job nos aporta un gran poema existencial que nos
debe ayudar a reflexionar sobre nuestra condición y las complejidades que la
rodean. Solo la fe que se expresa con humildad, confianza y entrega al
misterio, sirve.

APLICACIÓN
La palabra discernimiento ha ganado gran notoriedad en las últimas
décadas. A través de todo el mundo y en distintas tradiciones religiosas, se
oye el reclamo de poseer un discernimiento que permita conocer,
experimentar y explicar las más diversas experiencias. Muchas veces se
requiere «el discernimiento» de una experiencia espiritual profunda, difícil de
comprender o aprender. Por eso se necesita sabiduría. Se intenta, además,
ayudar a discernir en prácticas pastorales que a diario enfrentan las personas
puestas como pastores y pastoras en congregaciones locales y como líderes
nacionales de sus iglesias. Las iglesias pentecostales han sido uno de esos
sectores que como movimiento mundial ha enfatizado mucho la centralidad
de la experiencia en la vida religiosa y por ende, la necesidad de discernir la
autenticidad de dicha experiencia.
Las personas creyentes han visto en la Biblia una fuente de dirección y
guía en sus vidas. Han experimentado el poder transformador en la Palabra de
Dios. Pero muchas personas creyentes pueden sentirse confundidas o
frustradas cuando la Biblia no les ofrece lo que ellas creen que deben ser
respuestas claras y definitivas. Es allí donde se requiere orar con sabiduría
para que el don de discernimiento les ayude a comprender la voluntad de
Dios para vivir. Por eso queremos extenderles en esta lección una invitación a
estudiar la Biblia con detenimiento para escudriñar sabiamente lo que la
Palabra de Dios quiere comunicar hoy.
El discernimiento cristiano toma en serio cuatro dimensiones
integradoras en la vida de fe: espiritual, personal, testimonial, comunitaria. La
vocación cristiana busca hacer la voluntad de Dios bajo los principios de
fidelidad, conducta (ética) y sabiduría. El fruto del Espíritu es expresión de la
acción transformadora de Dios. El discernimiento es necesario para tomar
decisiones acertadas, concretizar acciones responsables y llevar a cabo un
servicio comprometido.
El don de Dios nos habla de regalo, bendición, ofrenda, gracia por
excelencia de Dios en Jesucristo. Por esa apertura en la fe hay una
disposición a escuchar la Palabra de Dios y responderle en las circunstancias
cotidianas de la vida. Ese don lo envía Jesucristo como carismas a la iglesia,
para cumplir su misión hasta la plenitud de los tiempos y la manifestación
plena del Reino. Todas esas dádivas tienen a Dios como garante fundamental
y al prójimo como beneficiario principal.
Discernir a partir de la experiencia de fe significa: juicio, decisión,
ponderación, verificación, interpretación. El juzgar y probar permite entender
la acción propia del discernimiento de espíritus. Hay una dimensión profética
de juicio y dirección que obra a través de la disciplina comunitaria y la
sabiduría e inteligencia humana. Se combina así una disciplina eclesiástica y
una libertad en el Espíritu.
El discernimiento en la vida cristiana es don del Espíritu Santo para
guiar a los hijos e hijas de Dios (Ro 8.14). La vida cristiana es un caminar
discerniendo hacia la verdad (Ef 5.8-10). El discernimiento ayuda a
examinar, probar y comprender el cuerpo del Señor (1 Co 11.28-29). El
discernimiento permite entender en qué consiste el comportamiento cristiano
en la comunidad (1 Ts 5.19-22). El discernimiento de espíritus exige el
probarlos para ver si son de Dios (1 Jn 4.1-3). Es ayuda para distinguir el bien
del mal (Heb 5.14). La capacidad de discernir se da para edificación del
cuerpo de Cristo en el repartimiento de carismas (gracias, dones) (1 Co 12).
Es un don de Dios para todas aquellas personas que lo quieran recibir
(Jn 4.10). El discernimiento es parte del proceso de conversión, exige
conversiones múltiples y constantes (Mt 10.22, Flp 1.6). La conversión
comienza por el cambio interior de la persona que conscientemente acepta el
don de Dios (1 Ti 4.14). El discernimiento permite darle sentido a la
existencia y afirmar nuevos valores en la vida de una persona transformada
por la gracia de Dios (Ro 11.29).
1 Corintios 12 nos ayuda a reflexionar sobre los dones del Espíritu y el
énfasis paulino en la edificación del cuerpo. Examine otros pasajes del Nuevo
Testamento que hacen referencia a la imagen del cuerpo. Relacione estas
enseñanzas bíblicas con la realidad cotidiana que usted vive en su
congregación. ¿Refleja su situación circunstancias o problemas que impiden
la verdadera edificación del cuerpo? ¿Cómo se manejan los conflictos
personales, grupales o comunitarios en su congregación? ¿Cómo se emplean
los dones en ese proceso? ¿Qué papel ejerce su pastor o pastora en la vida
congregacional? ¿Qué papel juegan líderes laicos prominentes en la vida
congregacional? ¿Cómo se ubica usted en la vida congregacional? ¿Cómo
percibe la comunidad donde se inserta su congregación el testimonio para
crecimiento de su congregación? ¿Cree usted que ese testimonio es creíble?
El discernimiento cristiano nos exige una buena dosis de libertad. Nos
provee esa gracia que nos ayuda a examinar y madurar para avanzar. La
sabiduría nos dicta por dónde tenemos que transitar. En ello también dejamos
que el Espíritu nos guie. La oración se convierte en vínculo esencial que va
fortaleciendo espiritualmente mente y corazón, cuerpo y alma. Toda la
existencia en el propósito de Dios.
Para las iglesias en todos los tiempos y en variedad de situaciones, el
Espíritu es la fuente de todo buen fruto, es el Espíritu mismo (Gl 5.22). Y ese
fruto del Espíritu se manifiesta cuando podemos discernir la voluntad de Dios
(Mc 3.35). Son expresiones concretas de nuestra fe (Flp 1.27). Nos ayudan a
discernir lo mejor (Ro 2.17-18, Flp 1.10-11). Son apoyo en el camino de la fe
para andar como hijos e hijas de luz (Ef 5.8-13). Proceden de Dios y son para
agradar a Dios (Ef 5.9).

ORACIÓN
Oh, Dios, permite que el don del discernimiento nos ayude a caminar en
tus caminos, para buscar la verdad. Necesitamos la claridad de mente y
espíritu que solo el Espíritu Santo nos puede proveer. Permite que con
sabiduría, regalo que también Tú nos concedes, nos asista al tomar
decisiones y buscar dirección. Te lo pedimos por Jesucristo, tu hijo, el gran
maestro y sabio, nuestro Señor. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


1 Corintios 12 Hechos 6.1-7 Hechos 15.22-28
Martes Jueves Sábado
Romanos 12.1-2 Gálatas 5.16-25 Hechos 22.6-16
TERCERA UNIDAD:
VISIONES DE ESPERANZA
Dr. Carmelo Álvarez Santos
LECCIÓN 9: UN LUGAR DE PAZ

TEXTO BÍBLICO: Ezequiel 43.1-12

TEXTO ÁUREO:

«La gloria de Jehová entró en la casa por la vía de la puerta que


daba al oriente. Entonces el espíritu me levantó y me llevó al atrio
interior, y vi que la gloria de Jehová llenó la casa». Ezequiel 43.4-5

OBJETIVOS:
1. Ubicar la dinámica que integra el templo, su altar y el gran santuario
donde Dios coloca al pueblo para que redimensione y asuma después
del exilio la gran tarea de la reconstrucción.
2. Destacar que la ciudad, el templo y el altar son ejes principales de una
total renovación que Dios quiere para el pueblo. El retorno se
convierte así en un proceso de reconstrucción y renovación.

VOCABULARIO

SANTUARIO: Lugar separado para el culto a Dios. El santuario en


Israel incluía la tienda móvil llamada tabernáculo. De esta forma el
pueblo tenía un acceso directo al lugar santo en su peregrinaje
cotidiano. Una de las perspectivas sobre el santuario tenía que ver con
la visión de los profetas y los pecados del pueblo. El pacto de Dios con
su pueblo, aún en el exilio, tenía siempre como referencia al templo
como aquel lugar donde el pueblo recobraría el sentido de la verdadera
adoración a Yahvé. El templo vino a significar un lugar permanente del
culto a Yahvé en la ciudad de Jerusalén. Hubo de pasar varias etapas y
procesos de exilio que complicaron la construcción, destrucción y
reconstrucción del templo. Para el Nuevo Testamento el santuario es la
casa grande donde Dios habita.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
Ezequiel 43.1-12
1Me llevó luego a la puerta, la
que mira hacia el oriente, Ezequiel 43.1-12
2 y vi que la gloria del Dios de 1El hombre me llevó a la puerta
Israel venía del oriente. Su sonido oriental,
era como el sonido de muchas aguas, 2 y vi que la gloria del Dios de
y la tierra resplandecía a causa de su Israel venía del oriente. Se oía un
gloria. ruido muy fuerte, como el de un río
3 El aspecto de lo que vi era caudaloso, y la tierra se llenó de luz.
como una visión, como aquella 3 La visión era como la que yo
visión que vi cuando vine para tuve cuando el Señor vino a destruir
destruir la ciudad; y las visiones eran Jerusalén, y como la que tuve junto al
como la visión que vi junto al río río Quebar. Me incliné hasta tocar el
Quebar; y me postré sobre mi rostro. suelo con la frente,
4 La gloria de Jehová entró en la 4 y la gloria del Señor entró hasta
casa por la vía de la puerta que daba el templo por la puerta oriental.
al oriente. 5 Entonces el poder de Dios me
5 Entonces el espíritu me levantó levantó y me llevó al atrio interior, y
y me llevó al atrio interior, y vi que vi que la gloria del Señor había
la gloria de Jehová llenó la casa. llenado el templo.
6 Entonces oí a alguien que me 6 El hombre se puso junto a mí, y
hablaba desde la casa, y un hombre oí que el Señor me hablaba desde el
estaba junto a mí. templo
7 La voz me dijo: «Hijo de 7 y me decía: «Éste es el lugar de
hombre, éste es el lugar de mi trono, mi trono, el lugar donde pongo mis
el lugar donde posaré las plantas de pies; aquí viviré en medio de los
mis pies, en el cual habitaré para israelitas para siempre. Ni ellos ni sus
siempre entre los hijos de Israel. reyes volverán a deshonrar con sus
Nunca más profanará mi santo infidelidades mi santo nombre: no
nombre la casa de Israel (ni ellos ni volverán a construir monumentos a
sus reyes) con sus fornicaciones ni sus reyes después de su muerte,
con los cadáveres de sus reyes en sus 8 o a construir sus palacios de
lugares altos. manera que sus puertas queden junto
8 Porque poniendo ellos su a las puertas de mi templo, con sólo
umbral junto a mi umbral, y su una pared de por medio. Ellos
contrafuerte junto a mi contrafuerte, deshonraron mi santo nombre con
mediando sólo una pared entre yo y acciones que yo detesto; por eso me
ellos, han contaminado mi santo enojé con ellos y los hice morir.
nombre con sus abominaciones que 9 Que alejen ahora de mí sus
hicieron; por tanto, los consumí en infidelidades y los monumentos a sus
mi furor. reyes, y yo viviré en medio de ellos
9 Ahora arrojarán lejos de mí sus para siempre.
fornicaciones y los cadáveres de sus 10 Y tú, hombre, cuéntales a los
reyes, y habitaré en medio de ellos israelitas lo que viste del templo, y de
para siempre. sus planos y medidas, para que se
10 Tú, hijo de hombre, muestra a avergüencen de sus pecados.
la casa de Israel esta casa: que se 11 Y si se avergüenzan de todo lo
avergüencen de sus pecados y que que han hecho, explícales la forma del
midan el diseño de ella. templo y lo que hay en él, las salidas
11 Y si se avergüenzan de todo lo y entradas, en fin, todo el plano, lo
que han hecho, hazles entender el mismo que las leyes que deben
diseño de la casa, su disposición, sus cumplir. Dibújales todo esto para que
salidas y sus entradas, todas sus tengan una idea clara del diseño y lo
formas, todas sus descripciones, lleven a cabo. Escríbeles también
todas sus configuraciones y todas sus todas las leyes para que puedan
leyes. Descríbelo delante de sus ojos, cumplirlas.
para que guarden todos sus detalles y 12 Ésta es la ley del templo: todo
todas sus reglas, y las pongan por el terreno que rodea al templo sobre el
obra. monte será un lugar sumamente
12 Ésta es la ley de la casa: Sobre sagrado.»
la cumbre del monte, el recinto
entero, en todo su contorno, será
santísimo. Ésta es la ley de la casa.»

BOSQUEJO

1. La visión sobre el templo y la gloria de Dios (Ezequiel 43.1-5)


2. El templo, lugar de la gloria de Dios (vv. 6-7)
3. Esta es la habitación de Dios entre los hijos de Israel (v. 8)
4. Dios juzga las abominaciones del pueblo (vv. 9-11)
5. La casa de Dios, lugar santísimo (v. 12)
ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Ezequiel 43.1-12
Con el profeta Ezequiel nos adentramos a un período de exilio bajo el
reinado de Nabucodonosor en Babilonia. Hubo saque y despojo a Jerusalén,
deportaron a los habitantes, incluyendo al rey y su corte. Ezequiel fue
también deportado y exilado. Parece que este joven ya estaba en Babilonia
desde el 598, surgiendo su vocación profética en el exilio. Participa del
movimiento socio-religioso que se organizaba dentro de la comunidad
deportada. Recibe el llamado profético a las orillas del río Quebar. Es allí
donde recibe una gran visión y confronta la ambigüedad del exilio. En esas
circunstancias Ezequiel mantuvo el anhelo del retorno y la aspiración de
volver a la ciudad para reconstruir el templo.
Ezequiel es profeta, sacerdote, místico, poeta y pensador. Ezequiel fue
una figura exuberante, una personalidad neurótica, utilizaba mucho las
alegorías y en sus visiones mostraba un marcado interés por el lenguaje
simbólico y los estados de trance. Su vocación lo impulsa a sentirse y verse
como centinela del pueblo e intentaba verse a sí mismo como un espíritu
persuasivo y una mente visionaria e inquisitiva. Era un profeta que sufría en
su propio cuerpo las agruras, incertidumbres del destierro, transformándolas
en mensajes de admonición para intentar ayudar al pueblo a soportar el exilio
y madurar su fe. Su mensaje podía ser duro y cruel y también inspirador de
confianza y esperanza (capítulo 13).
Si se leen con atención los capítulos 40–48 de este profeta-visionario, se
centra en la reorganización del culto y la reconstrucción del templo, como
ejes centrales para la vida del pueblo en la etapa postexílica. Ezequiel pone el
énfasis en la relación íntima entre el culto y la ley. El versículo 10 es clave
para entender el propósito que Dios tiene para su pueblo y su presencia en
medio de su recuperación. Debe haber una renovación que va desde la
conversión interior, que exige una conversión constante en todos los otros
niveles de la vida del pueblo. Ezequiel insistirá (Capítulo 18): el pueblo ha de
volver a Dios, y aún de sus escombros emergerá una comunidad viva, que
corrige el rumbo. De este modo podrá surgir un nuevo Israel, comunidad de
personas transformadas, más allá de toda inercia o tradición muerta.
Ezequiel enfatiza que Dios es agente activo, aún en tierra extraña. Dios
no ha abandonado a su pueblo. Se insiste en el hecho ya expresado en Éxodo
19.6, que Israel es un pueblo de sacerdotes y que ahora, a pesar del exilio, se
mantiene la promesa de la reconstrucción político-religiosa al futuro.
El templo es una idea central en Ezequiel de principio a fin. Ezequiel es
trasladado en visión al área donde el viejo templo de Jerusalén fue
originalmente erigido. El profeta ve el nuevo templo. La visión explica en
detalle cómo será la nueva estructura. Incluso, se presentan las dimensiones,
los decorados, los sirvientes, prácticas y todo el entorno. El templo es una
gran imaginación en la mente de Ezequiel, idealizado como edificio perfecto.
Lo que la visión comunica es una recuperación de las 12 tribus de Israel
como expresión de lo que Dios ha de restituir en una nación que promueva la
equidad y la justicia.
Recuerde que Ezequiel pertenece a un linaje sacerdotal y de ahí su
preocupación por el templo y su lugar en la vida del pueblo. Sin embargo,
relaciona lo sacerdotal con lo profético y utiliza el lenguaje sacerdotal para
aplicarlo a mensajes proféticos. Pero la presencia de Dios va más allá del
templo. No está Jehová solo confinado al recinto sagrado, sino que toda la
naturaleza es lugar santísimo donde mora.
Este relato nos recuerda el capítulo 6 de Isaías. La gloria de Dios llena el
templo. Aquí el río Quebar y la naturaleza que lo rodea es el foco central de
la visión, aunque la experiencia del exilio sea apabullante. Es el gran
santuario de Dios (vv. 1-5).
Los versículos 6-8 nos apuntan hacia el juicio de Dios ante la
abominación del pueblo. Los versículos 9-12 reiteran que el templo es lugar
seguro y todo lo que implica su diseño físico y arquitectónico lleva el drama
hasta la máxima expresión que es el lugar santísimo, la casa de Dios.
Un examen detenido de Hebreos 9.11-15, nos puede iluminar en la
comprensión del fondo mismo de este texto, redimensionando nuestra
creencia ahora desde la perspectiva cristiana. Hebreos nos recuerda un nuevo
pacto, mediante el Sumo Sacerdote, Cristo, por el nuevo tabernáculo, a través
de su propia sangre. Ahora el lugar santísimo se ha obtenido por la plena
redención en Jesucristo. Ese sacrificio ha posibilitado el nuevo pacto, siendo
Jesucristo mismo el mediador. Como elocuentemente lo ha expresado ya el
autor en Hebreos 8.6: «Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto
es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas».
Ezequiel es el profeta que, asumiendo la esperanza mesiánica de Israel,
la renueva y plantea una imagen más pastoral (34.24; 37.24) y menos
regalista. El predominio del rey-mesías se mantenía como una esperanza viva
para el pueblo. Sobre todo, en tiempos de exilio, incertidumbre y desánimo y
Ezequiel le da un giro distinto. Es decir, la imagen del pastor acerca más al
Dios que acompaña y dirige al pueblo (34.11). En Jesús, la imagen del Buen
Pastor (Juan 10.11-16) que ofrece su vida por las ovejas, se conjuga la doble
dimensión del pastor y el rey, proclamadas por Ezequiel y que tiene
resonancias en la imagen del Siervo de Yahvé profetizada por el Deutero-
Isaías. No ha de olvidarse que tanto Ezequiel como Isaías son profetas que
combinan lo universal, el Dios de toda la humanidad y lo particular, el Dios
del pueblo de Israel. Por eso, en el gran drama que es la vida, la gloria de
Dios cobra un valor supremo.

APLICACIÓN
La Reforma Protestante aportó unos elementos básicos a la adoración
cristiana que han perdurado por casi 500 años. Su distintivo principal ha sido
propiciar la diversidad doctrinal y teológica, a partir de ciertos principios
comunes. Algunos de esos principios son: 1) La Palabra leída, escuchada,
proclamada y vivida. 2) El retorno al Evangelio como fuente primigenia de
renovación 3) La iglesia como la comunidad de fieles que vive en Jesucristo
y para Jesucristo 4) la salvación por la fe en la gracia 5) La música como
vehículo esencial en toda experiencia de adoración, especialmente el cántico
congregacional.
La adoración en perspectiva protestante asume estos elementos como
materia prima, renovándolos para que ayuden en la afirmación de una fe viva.
Cada generación protestante ha de contextualizar los contenidos de la fe en la
situación particular donde se vive. Así se apropia lo permanente de la
tradición cristiana y se aporta, desde lo particular, a la gran herencia universal
del protestantismo.
La contextualización de la adoración toma en serio la historia concreta
en la cual se inserta la iglesia. Hay que conocer la realidad económica, social
y política para que el Evangelio sea lo más pertinente posible a las
necesidades de las gentes. Para poder adaptarse a procesos de cambio, la
adoración protestante, en sus diversas expresiones, ha de mantener los
distintivos que le dan su identidad y los elementos críticos que la hacen
pertinente. Entre la renovación y la reforma es que se fortalece el presente y
futuro de la adoración protestante.
En el plano práctico esto implica examinar y ponderar las diversas
experiencias que las comunidades de fe pueden aportar al culto con toda su
creatividad y vivencia. El pueblo que adora cultiva la música, eleva sus
oraciones, proclama la Palabra, vive la comunión fraternal. La comunidad de
fe celebra su vivencia de la fe en Jesucristo.
Este somero análisis de la adoración cristiana en perspectiva protestante
ha pretendido destacar la riqueza de las diversas experiencias, partiendo de
una herencia común. Además, se ha subrayado la importancia que para la
Reforma Protestante tiene el pueblo creyente como agente adorador. Se
podría afirmar que en la adoración comunitaria de las distintas tradiciones
protestantes el principio del sacerdocio universal de los creyentes encuentra
su máxima expresión.
La variedad de dones que proceden de la gracia de Dios son los que
nutren y guían la adoración protestante hacia su objetivo principal: ¡Adorar a
Dios con libertad!

ORACIÓN
Oh, Dios, gracias porque siempre te mantienes atento a las necesidades
de tu pueblo. Gracias porque siempre mantienes viva nuestra esperanza y
nos acompañas en cada etapa de nuestra vida. Permite que, al afirmar tu
presencia en medio de nuestras vidas, podamos ser testigos de tu gloria y
disfrutar tu paz. En el nombre de Jesús. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Josué 22.21-34 2 Samuel 24.17-25 Salmo 130–131
Martes Jueves Sábado
Jueces 6.24-32 Salmo 71.1-8 Ezequiel 43.22-27
LECCIÓN 10: LUGARES ESPECIALES

TEXTO BÍBLICO: Ezequiel 43.13-21

TEXTO ÁUREO:

«Acabados estos días, del octavo día en adelante, los sacerdotes


sacrificarán sobre el altar vuestros holocaustos y vuestras ofrendas de
paz. Así me seréis aceptos, dice Jehová, el Señor». Ezequiel 43.27

OBJETIVOS:
1. Explorar la referencia al lugar del altar y el templo, vistos desde el
exilio como un llamado a la futura reconstrucción de la ciudad, el
templo y el pueblo.
2. Estudiar las directrices precisas de Ezequiel desde su linaje sacerdotal,
ahora transformadas en referencia al verdadero sacrificio, basadas en
los rituales que el pueblo había conocido y practicado. El futuro
estaría iluminado por esa experiencia y redimensionado en la vida
espiritual futura.

VOCABULARIO

EXPIACIÓN-PROPICIACIÓN: Era el ritual que oficiaban los


sacerdotes en el templo de Jerusalén. Este acto tenía ya sus
prescripciones desde Levítico. Se ofrecían los machos cabríos y eran
inmolados, rociándose con la sangre de los chivos el altar. Esta
propiciación se hacía para expiar los pecados del pueblo. Igualmente, el
cordero propiciatorio para ocasiones especiales, como los días de
perdón, era parte central del sacrificio.
En el Nuevo Testamento el cordero pascual es Cristo. Esta es la
nueva propiciación. En el evangelio de Juan hay un marcado énfasis en
que este es el Cordero «que quita los pecados del mundo». El desarrollo
de una concepción más elaborada del ritual en la tradición cristiana se ha
dado en las tradiciones católico-romanas y ortodoxas.

TEXTO BÍBLICO
RVR VP
Ezequiel 43.13-21
13 Éstas son las medidas del
altar por codos de a codo y Ezequiel 43.13-21
13 Éstas eran las medidas del altar,
palmo menor: la base, de un
codo de alto y un codo de ancho; usando las medidas de antes. Alrededor
y la moldura de su borde del altar había una zanja de medio metro
alrededor, de un palmo. Éste de hondo y medio de ancho, la cual tenía
será el zócalo del altar. por fuera, alrededor, un borde que se
14 Desde la base, a partir del levantaba veinticinco centímetros. La base
suelo, hasta el zócalo inferior, del altar era así:
14 desde el fondo de la zanja hasta el
dos codos; y la anchura, de un
codo. Y desde la cornisa menor borde del cuerpo inferior, había un metro
hasta la cornisa mayor, cuatro de alto. El cuerpo inferior sobresalía
codos; y el ancho, de un codo. medio metro. El cuerpo central medía dos
15 El altar era de cuatro metros de altura, y sobresalía también
codos, y encima del altar había medio metro.
15 El cuerpo superior, que es donde se
cuatro cuernos.
16 El altar era un cuadrado de queman los sacrificios, medía dos metros
doce codos de largo y doce de de altura. Tenía cuatro cuernos, que salían
ancho: tenía iguales sus cuatro hacia arriba.
16 El cuerpo superior del altar era
lados.
17 El zócalo era de catorce cuadrado, de seis metros por lado.
17 El cuerpo central también era
codos de longitud y catorce de
anchura en sus cuatro lados, y de cuadrado, de siete metros por lado. La
medio codo el borde alrededor; zanja que había alrededor tenía medio
la base era de un codo por cada metro de ancho, y el borde levantado tenía
lado, y sus gradas miraban hacia veinticinco centímetros de ancho. Los
oriente. escalones para subir al altar daban hacia el
18 Luego me dijo: «Hijo de oriente.
18 Luego el Señor me dijo: «Cuando
hombre, así ha dicho Jehová, el
Señor: Éstas son las ordenanzas llegue el momento de construir el altar,
del altar el día en que sea hecho, deberán cumplirse estas normas:
para ofrecer holocausto sobre él Quemarán sobre el altar un animal, en
y para derramar sangre sobre él. holocausto, y rociarán el altar con la
19 A los sacerdotes levitas sangre.
19 A los sacerdotes levitas
que son del linaje de Sadoc y
que se acerquen a mí, dice descendientes de Sadoc, que son los que
Jehová, el Señor, para ministrar deben acercarse a mí para servirme, les
ante mí, darás un becerro de la darás un becerro para que lo ofrezcan
vacada, para expiación. como sacrificio por el pecado. Yo, el
20 Tomarás de su sangre y la Señor, lo ordeno.
pondrás en los cuatro cuernos 20 Luego tomarás un poco de su sangre
del altar, en las cuatro esquinas y rociarás con ella los cuatro cuernos, las
del zócalo y en el borde cuatro esquinas del cuerpo central y todo
alrededor. Así lo purificarás y el borde levantado. Así lo purificarás por
harás expiación por él. completo del pecado.
21 Tomarás luego el becerro 21 Luego tomarás el becerro ofrecido
de la expiación y lo quemarás por el pecado, y lo quemarás fuera del
conforme a la ley de la casa, templo, en el lugar destinado para ello.
fuera del santuario.

BOSQUEJO

1. Las realidades del altar (Ezequiel 43.13-17)


2. Las ordenanzas del altar (v. 18)
3. La propiciación para la expiación (v. 19)
4. La purificación para la expiación (v. 20)
5. La quema del becerro fuera del santuario (v. 21)

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Ezequiel 43.13-21
Ezequiel prosigue su relato aquí centrándose en la expiación como
propiciación en el altar. Se describe en detalles el altar (v. 13-17). Nótese
cómo se describen las ordenanzas del altar y la importancia del sacrificio (v.
18). Retoma una vez más el profeta su linaje sacerdotal y lo aplica al acto de
purificación (vv. 19-20). En el versículo 21 se plantea la concepción que
retoma la memoria del éxodo. Este becerro que es la propiciación ahora fuera
del santuario. Hay todo un ritmo litúrgico que se va detallando hasta el final
de todo este capítulo.
Hebreos 13.13-15 es el texto del Nuevo testamento que con mayor
claridad asume esta idea de la propiciación fuera del campamento. Esta
práctica se remite al tiempo cuando Israel lo hacía en la tienda del
Tabernáculo y no en el templo de Jerusalén.
En el Templo los sacerdotes sacaban al chivo inmolado fuera de la
ciudad en un basurero al sur de la ciudad. Lo mismo pasaba con los
crucificados que según los sacerdotes del templo contaminaban la ciudad. Por
esta razón, los soldados romanos crucificaban a sus reos fuera de la ciudad.
Resulta evidente para el autor de los Hebreos que Jesús crucificado
murió fuera de la ciudad. A semejanza del animal crucificado fuera del
campamento. El texto mismo de Hebreos 13.12-13 lo dice: «Por lo cual
también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció
fuera de la puerta. Salgamos, pues a él, fuera del campamento, llevando su
oprobio».
Hemos de subrayar tres elementos claves: la expiación, la purificación y
la propiciación fuera de la ciudad. Esa propiciación eran los sacrificios por
los pecados del pueblo. En la dimensión cristológica de Hebreos se asume un
compromiso de salir (seguir) a Jesús en la misión al mundo. Las
implicaciones para la misión de la iglesia son desafiantes. Jesucristo, ahora es
Sumo Sacerdote más allá del santuario. En la segunda mitad del siglo XX la
concepción teológica en círculos ecuménicos que concebía la misión en la
dinámica Dios-mundo-iglesia, reinterpretaba la misión al mundo como
prioritaria y relacionada con la proclamación del reinado de Dios como
esencial para la misión. Siempre se insistía que la misión es Missio Dei, no la
Missio ecclesia. Nuestros dos autores Ezequiel y Hebreos nos iluminan en
esa dirección. Además, la epístola a los Hebreos se refiere al mundo como
ciudad, la Jerusalén celestial.

APLICACIÓN
En el Antiguo Testamento el concepto pueblo de Dios tiene como
trasfondo la experiencia del pueblo peregrino, escogido por Dios. Desde el
Génesis, pasando por el Éxodo, se va configurando la existencia de un pueblo
que lucha en medio de las opresiones y la esperanza de liberación. Es el
pueblo sacerdotal (Ex 19.6). El pueblo santo, apartado con un propósito por
Dios (Dt 7.6). En su relación con Dios el pueblo vive en un pacto con Él,
como su iniciativa y plan de salvación. Dios insiste en mantener una
comunión con su pueblo (Jer 31.33, Ez 37.27), para que camine en justicia,
verdad y hacia la libertad plena como regalo a todas las naciones (Is 49.1-6).
El pacto es un don de Dios, a partir de un acto liberador en amor. En ese
pacto Dios asume un compromiso de ofrecer vida plena y abundante. El pacto
de gracia tiende un puente de comunicación que reestablece la armonía y el
entendimiento entre Dios y su pueblo (Dt 7.7-11).
El nuevo pacto es una relación amorosa manifestada en la vida,
ministerio, muerte, resurrección de Jesucristo. Así Dios mantiene una
relación con su pueblo, cumpliendo su promesa. El nuevo pacto subraya que
los llamados y llamadas a vivir la fe en la convocatoria del reinado de Dios,
viven bajo la guía del Espíritu Santo (Hch 2). El nuevo Israel de Dios que se
congrega para celebrar lo que Dios ha hecho, como comunidad mesiánica que
celebra en la adoración, a partir de la Resurrección de Cristo, la vida de Dios
en medio de su pueblo y como anuncio al mundo (Jn 20).
La epístola de 1 Pedro es una exhortación pastoral a los cristianos de la
diáspora en Asia Menor. Es un tratado litúrgico-doctrinal que, acompañando
a los nuevos creyentes, les anima a enfrentar una sociedad hostil y extraña. Se
trata de «expatriados de la dispersión» (1.1) que hoy llamaríamos extranjeros
residentes y en muchos lugares, extranjeros indocumentados. Estos
extranjeros (1.1-2,17; 2.11) deben ahora luchar en un contexto cultural
distinto, sobreviviendo y defendiendo su identidad, manteniéndose como
cristianos firmes y auténticos. Deben vivir entre la inserción en una sociedad
diferente y el prejuicio racial y social. En estudios recientes que se han hecho
de la epístola se resalta que estos cristianos peregrinos en tierra extraña eran
considerados inferiores a los ciudadanos, tenían serias dificultades para
legalizar su condición, no podían poseer propiedades y había limitaciones
para efectuar transacciones comerciales.
La carta los anima a enfrentar estas adversidades con fe y esperanza.
Estas personas recién convertidas, en una cultura diferente, deben
comportarse como incorporados al nuevo pueblo de Dios (1.3, 23; 2.2). El
mensaje se centra en destacar que hay una pertenencia, como nuevo pueblo
de Dios, a «la piedra viva» y «como piedras vivas sed edificados como casa
espiritual y sacerdocio santo...» (2.4-5). Ese mismo fundamento es el que les
hace vivir en esperanza (1.3). Aunque haya sufrimiento el pueblo creyente
vive sostenido por la fe (2.12; 4.12-16; 5.9-10).
Uno de los pasajes más bellos y hermosos en la epístola _muy conocido
en todas las iglesias_ es el capítulo 2.9: «Mas vosotros sois linaje escogido,
real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios...».
La historia de la interpretación del texto es larga. Bástenos aquí
concentrar en la recuperación que hiciera la Reforma Protestante, muy
apegada a las implicaciones que resaltan del texto en relación con el pueblo
de Dios: el énfasis en el «sacerdocio universal de los creyentes» encuentra
aquí una justificación fundamental.
El texto es afirmativo. Declara que unos expatriados ahora son
verdadero pueblo de Dios. Del mismo linaje del pueblo de Israel, un cuerpo
de sacerdotes y nación separada para una misión. El pasaje es inclusivo,
amplía el espacio para darles cabida en el pueblo de Dios a las personas que
están excluidas, marginadas, destituidas, atropelladas. Les da la esperanza de
que hasta ahora no eran pueblo, pero de aquí en adelante, sí (2.10). Dicen
eminentes estudiosos de la epístola que los expatriados y extranjeros se
sentían amenazados y temerosos porque había mofa por el acento extranjero,
las costumbres distintas y el trasfondo cultural del que venían. Había la idea
de que llegaban a desconcertar el orden establecido. El Evangelio que es para
toda raza, lengua, nación, pueblo y sexo, les asegura que las diversidades y
las diferencias están dadas e incluidas porque hay gracia, aceptación y
afirmación en el pueblo de Dios. Y Jesucristo los redime, acepta, transforma
y conduce a la mesa del reinado de Dios. Donde hay pan para todos y todas,
pues nadie deberá quedarse con hambre, si hay una mesa de hospitalidad
grande y generosa para el pueblo de Dios. Que grande es el Evangelio que le
da carta de ciudadanía a los indocumentados y quebrantados de cuerpo y
espíritu. Hoy, como en los tiempos del apóstol Pedro, hay hambre y sed de un
mensaje de consolación y esperanza como este que anime y levante los
ánimos caídos.
La reflexión sobre el pueblo sacerdotal en 1 Pedro subraya su gran valor
e importancia para la iglesia de hoy. Se observa en muchas iglesias un vivo
interés en el mensaje de esperanza en tiempos de aflicción. Esta exhortación a
ser «real sacerdocio» pone el énfasis en el lugar correspondiente: somos un
pueblo sacerdotal. Ello significa que somos un cuerpo de servidores. La
fuerza y autoridad del pueblo de Dios reside en la capacidad de indignarse
por el pecado (personal y social) que está minando a nuestras sociedades. Si
las iglesias se sienten indignadas por esas corrientes adversas al propósito de
Dios es porque ellas son parte de la solución y definitivamente interesadas en
acompañar, consolar y compartir las buenas nuevas de regeneración y
transformación para todo el cosmos. Hay un ministerio de intercesión que se
necesita urgentemente. Necesitamos iglesias comprometidas con la causa de
Dios en este mundo, en medio de los conflictos.
Si somos «linaje escogido» es solo por la gracia de Dios y no por una
virtud especial que poseamos. La soberbia espiritual de creer que ya hemos
alcanzado todo denota una gran pobreza espiritual y una distorsión del
Evangelio. El privilegio de servir, la posibilidad de enseñar, el espacio para
atender a los necesitados, la tarea de denunciar las idolatrías y
desvalorizaciones que a diario encontramos en el mundo contemporáneo,
hacen aún más imperativa nuestra militancia a favor de los valores del
reinado de Dios.
Como «nación santa y pueblo adquirido por Dios» la epístola nos
recalca que ahora los expatriados tienen un nuevo pasaporte, una nueva
ciudadanía. Al ser incorporados en el nuevo pueblo de Dios fuimos
adquiridos por la gracia de Dios manifestada en Jesucristo. Es que fuimos
bendecidos y esa bendición es para compartirla y no retenerla como
exclusividad. La acción de gracias a Dios es para nosotros bendición y para
las personas que nos necesitan consolación y solidaridad. El asunto se
resume así: fuerza espiritual, compromiso social. Las iglesias siguen siendo
una alternativa moral, espiritual y social, ante la crisis que vive la humanidad.
En la adoración ya anticipamos la plenitud del reinado de Dios y la
disposición de promoverlo en el mundo.
Para lograr ese privilegio hay que ser fieles y permanecer como pueblo
de Dios en medio de estos tiempos.

ORACIÓN
Oh, Señor, por tu gracia y amor somos el real sacerdocio, nación santa,
pueblo escogido para honrarte y servirte. Permite que todas nuestras
acciones se encaminen hacia el cumplimiento de tu voluntad. Si desmayamos,
danos fuerzas por tu misericordia y bondad. Que Jesús, el príncipe de los
pastores nos acompañe y dirija. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Éxodo 19.1-6 Isaías 49.1-6 1 Pedro 1
Martes Jueves Sábado
Deuteronomio 7.1-6 Hechos 2 Hebreos 12.1-2
LECCIÓN 11: AGUA DE VIDA

TEXTO BÍBLICO: Ezequiel 47.1, 3-12

TEXTO ÁUREO:

«Todo ser viviente que nade por dondequiera que entren estos dos
ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas
aguas, pues serán saneadas. Vivirá todo lo que entre en este río».
Ezequiel 47.9

OBJETIVOS:
1. Estudiar el tema del agua en el libro del profeta Ezequiel, quien
plantea el mismo desde una vertiente simbólica con metáforas que
iluminan lo que significa el agua como fuente de vida.
2. Examinar la visión de Ezequiel. Dios le muestra al profeta que habrá
sanidad para las aguas contaminadas. Serán sanadas en beneficio del
pueblo. Las aguas son manantiales de vida que Dios una y otra vez
ofrece al pueblo.
3. Tomar conciencia acerca de nuestra responsabilidad ética como
mayordomos de la creación.

VOCABULARIO

AGUA: Es la fuente de vida y poder. Es el regalo de Dios para toda


la creación. Es principio del ordenamiento divino como gesto creador
original. Es elemento de purificación y sanidad para toda la creación. En
el Nuevo Testamento se enfatiza su relación con la vida abundante, vida
eterna. Para enfatizar el agua de vida se le compara con afluentes de
agua como son los ríos, corrientes vivas en movimiento. En relación con
el bautismo es para la limpieza de los pecados. Es testimonio
evangelizador que resalta la nueva criatura que experimenta esa limpieza
espiritual. Sumergirse en el agua implica morir y resucitar a una nueva
vida. Como fuente de agua viva es valor espiritual supremo que apunta a
la transformación espiritual, el cambio de actitud, la búsqueda de la
verdad que libera para la vida.
TEXTO BÍBLICO

RVR VP
Ezequiel 47.1, 3-12 Ezequiel 47.1, 3-12
1 Me 1 El hombre me hizo volver
hizo volver luego a la
entrada de la casa. Y vi que salían después a la entrada del templo.
aguas por debajo del umbral de la Entonces vi que por debajo de la
casa hacia el oriente, porque la puerta brotaba agua, y que corría hacia
fachada de la casa estaba al oriente; el oriente, hacia donde estaba
y las aguas descendían por debajo, orientado el templo. El agua bajaba
hacia el lado derecho de la casa, al por el lado derecho del templo, al lado
sur del altar. sur del altar.
3 Salió 3 El hombre salió hacia el oriente
el hombre hacia el
oriente, llevando un cordel en la con una cuerda en la mano, midió
mano. Midió mil codos y me hizo quinientos metros y me hizo cruzar la
pasar por las aguas, que me llegaban corriente; el agua me llegaba a los
hasta los tobillos. tobillos.
4 Midió otros mil y me hizo 4 Luego midió otros quinientos

pasar por las aguas, que me llegaban metros y me hizo cruzar la corriente;
hasta las rodillas. Midió luego otros el agua me llegaba entonces hasta las
mil y me hizo pasar por las aguas, rodillas. Midió otros quinientos metros
que me llegaban hasta la cintura. y me hizo cruzar la corriente; el agua
5 Midió otros mil, y era ya un río me llegaba ya a la cintura.
5 Midió otros quinientos metros y
que yo no podía pasar, porque las
aguas habían crecido de manera que la corriente era ya un río que no pude
el río no se podía pasar sino a nado. atravesar; se había convertido en un
6 Y me dijo: «¿Has visto, hijo de río tan hondo que sólo se podía cruzar
hombre?» Después me llevó, y me a nado.
6 Entonces me dijo: «Fíjate bien en
hizo volver por la ribera del río.
7 Y al volver vi que en la ribera lo que has visto.» Después me hizo
del río había muchísimos árboles a volver por la orilla del río,
7 y vi que en las dos orillas había
uno y otro lado.
8 Entonces me dijo: «Estas aguas muchos árboles.
8 Entonces me dijo: «Esta agua
salen a la región del oriente,
descienden al Arabá y entran en el corre hacia la región oriental y llega
mar. Y al entrar en el mar, las aguas hasta la cuenca del Jordán, de donde
son saneadas. desembocará en el Mar Muerto.
9 Todo ser viviente que nade por Cuando llegue allá, el agua del mar se
dondequiera que entren estos dos volverá dulce.
ríos, vivirá; y habrá muchísimos 9 En cualquier parte a donde llegue
peces por haber entrado allá estas esta corriente, podrán vivir animales
aguas, pues serán saneadas. Vivirá de todas clases y muchísimos peces.
todo lo que entre en este río. Porque el agua de este río convertirá el
10 Junto a él estarán los agua amarga en agua dulce, y habrá
pescadores, y desde En-gadi hasta todo género de vida.
En-eglaim será su tendedero de 10 Desde En-gadi hasta En-eglaim
redes. Y los peces, según su especie, habrá pescadores, y ahí pondrán a
serán tan abundantes como los peces secar sus redes. Y habrá allí tanta
del Mar Grande. abundancia y variedad de peces como
11 Sus pantanos y sus lagunas no en el mar Mediterráneo.
serán saneadas: quedarán para 11 Pero en las ciénagas y pantanos
salinas. no habrá agua dulce; allí quedará agua
12 Y junto al río, en la ribera, a salada, que servirá para sacar sal.
uno y otro lado, crecerá toda clase 12 En las dos orillas del río crecerá
de árboles frutales; sus hojas nunca toda clase de árboles frutales. Sus
caerán ni faltará su fruto. A su hojas no se caerán nunca, ni dejarán de
tiempo madurará, porque sus aguas dar fruto jamás. Cada mes tendrán
salen del santuario. Su fruto será fruto, porque estarán regados con el
para alimento y su hoja para agua que sale del templo. Los frutos
medicina. servirán de alimento y las hojas de
medicina.

BOSQUEJO

1. La visión sobre las aguas (Ezequiel 47.1)


2. La visión de las aguas en medio de la zozobra (vv. 2-6)
3. Las aguas serán sanadas (v. 8)
4. Los ríos serán productivos y sanos (vv. 9-11)
5. Los ríos nutrirán los árboles y serán medicina (v. 12)

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Ezequiel 47.1, 3-12
El agua, a través de las Escrituras, ha tenido una importancia cardinal
tanto en lo que implica en su significación teológica como en los símbolos
que comunica. Desde Génesis hasta el Apocalipsis, el agua es tema
indispensable. Es origen de vida, fuente esencial de todo lo viviente en la
creación.
Un texto clave en relación con el agua como símbolo de vida es
Jeremías 2.13: «Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mi
fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no
retienen el agua».
El agua es símbolo de bendición para saciar la sed espiritual. En la
cultura mediterránea el agua es dato esencial para comprender todo lo creado.
Por eso el relato de la creación en Génesis comienza con el acto de
ordenamiento de las aguas. En el profeta Jeremías el agua es «fuente de agua
viva» (2.13, 17.13).
El texto de Ezequiel apunta, y retrotrae, un principio que identifica el
Espíritu de Dios sobre la «faz de las aguas» (Gn 1.1), como ordenador de la
vida. El huerto del Edén, vive y se sostiene con un río, que es nutriente
esencial (Gn 2.8-10).
El contraste entre agua viva y agua estancada plantea en el Antiguo
Testamento el origen de la vida y también la muerte. Hay aguas
contaminadas y aguas limpias. Además, existe un paralelo entre el mar como
seno materno y la tierra como madre. Además, la lluvia que también es don
de vida. En la Biblia el agua calma la sed y renueva la creación.
La visión de Ezequiel en este capítulo y particularmente los versículos
que nos ocupan, se mueve en un ritmo que relaciona agua y sanidad
(salvación) con un santuario, que recuerda la santidad de la creación. Ese
motivo es primordial para entender la visión. Ello nos reitera que el agua es
un manantial de vida que no se agota. En el santuario el agua es símbolo de
fecundidad. Del templo brota el agua de vida.
Los versículos 2-6 van marcando dramáticamente, como es
característico de Ezequiel, una visión o éxtasis que gráficamente describe el
escenario que se va configurando y casi lleva a la zozobra. Pero surge la
pregunta clave: «¿Has visto, hijo de hombre?» (v. 6a).
Las aguas serán sanadas (v. 8). Y los ríos serán productivos y sanos,
como fuente de vida (v. 9). Esta afirmación tiene una resonancia
fundamental. Para la tradición sacerdotal el agua es purificación. Es, además,
refrigerio y limpieza.
Es oportuno relacionar esta visión de Ezequiel con lo expresado en el
Nuevo Testamento. Por un lado, el relato de Juan 4, donde ubicamos ese
diálogo de Jesús y la mujer samaritana. Toda la dinámica del pasaje se va
moviendo desde lo tangible y real hacía lo metafórico y espiritual. El símbolo
del agua se transforma en el valor espiritual que eleva el plano de la
conversación. Es el agua viva la que permite que fluya esa verdad como
encuentro que logra discernir la intencionalidad de Jesús y la respuesta de la
samaritana. Nótese que la dinámica entre la verdad y la vida cobra un valor
fundamental en el cuarto evangelio. Por un lado, la samaritana está en plano
humano de la cotidianidad. Ir a buscar agua al pozo era muy normal y
corriente. Allí se celebraban matrimonios como parte de la cultura. Jesús,
quiere elevar el diálogo al plano espiritual. Logra que la mujer samaritana
sintonice con ese plano. Jesús que en San Juan es camino, verdad y vida va
perfilando su mensaje. El proceso evangelizador revela verdades y apunta a
valores vitales. Ambos encuentran que no están tan distantes, aún en medio
de las divergencias, del propósito de Dios. En Juan 7.38 el agua de vida es
vida eterna, una nueva calidad de vida. Y Jesús invita a los y las que tienen
sed a beber de esa agua de vida.
Nos recuerda al Apocalipsis de Juan, capítulo 22.1-5. La naturaleza sana
para un propósito restaurador donde Dios y el Cordero aparecen en el trono y
de allí «un río limpio de agua de vida». (Ap 22.1). Este río fecundiza el árbol
de la vida, «para la sanidad de las naciones». (Ap 22.2b). Esta es la misma
idea expresada en Ezequiel 47.12.
En Ezequiel la presencia de Dios no se circunscribe solo al templo. Toda
la naturaleza es un gran santuario que glorifica a Dios. El profeta recalca la
santidad interior como principio de sanidad espiritual (Ez 11.19). Las aguas
nuevas que brotan del templo nuevo se desbordan en sanidad para el pueblo y
para toda la creación.
A través de los evangelios sinópticos una y otra vez el agua viene a
significar vida, sanidad, limpieza, saciedad de la sed y bendición, entre otras.
Un texto que resume bien estas dimensiones lo encontramos en el diálogo de
Jesús y Nicodemo en Juan 3.1-15. Como sucede con la mujer samaritana en
el capítulo 4 de Juan esta conversación con un fariseo de alcurnia, que viene a
ver a Jesús de noche, transcurre entre posibles ironías y mayores
cuestionamientos.
Aparece una afirmación en el corazón del diálogo que trastoca la
conversación. Se conectan dos argumentos, «el que no nace de nuevo no
puede ver el reino de Dios» (v. 3b) y «el que no nace del agua y del Espíritu
no puede entrar en el reino de Dios» (v. 5b). El resto del texto reitera esta
idea que en Ezequiel también se ha pronunciado con firmeza: el agua de la
que se habla aquí es aquella que emana del río de Dios y salta para vida
eterna. Esa cualidad de vida que va más allá de lo biológico. Una dimensión
espiritual distinta.

APLICACIÓN
Por varios años ya he sido testigo de un programa auspiciado por
sínodos de la Iglesia Presbiteriana Unida de los Estados Unidos a través del
mundo. El programa se llama Aguas Vivas para el Mundo. En una de mis
visitas a Cuba, como misionero-consultor, pude observar directamente, allí en
la Iglesia Presbiteriana Unión de Reyes, en Matanzas, cómo ponían a
funcionar el sistema. Curiosamente esta congregación fue fundada por los
Discípulos de Cristo a principios del siglo XX y cedida a los presbiterianos
en el famoso plan de Cincinnatti.
Un grupo, que incluía laicos especializados como ingenieros del ramo,
pusieron a funcionar aquel sistema. Ante los ojos de ancianos, niños de la
comunidad y las iglesias y un grupo coral de la congregación, jubilosos
entonamos varios himnos y cánticos con alegría. El grupo de estudiantes de
nuestra Brite Divinity School en Fort Worth, Tejas, también se unió en
regocijo.
Este programa a beneficiado varias comunidades, particularmente en las
provincias de La Habana y Matanzas. Allí en el Seminario Evangélico de
Teología en Matanzas, todos los días vienen con sus envases miembros de la
comunidad cercana al seminario y llevan a sus casas agua cristalina para sus
familias.
En conversaciones con líderes presbiterianos de Cuba me percato que el
impacto de estos proyectos no solo ha sido de gran bendición, sino que ha
logrado tal acercamiento a las comunidades que éstas se van acercando a las
congregaciones. Uno de mis estudiantes, quien es pastor presbiteriano en la
provincia de La Habana, habla con emoción y entusiasmo sobre lo que ha
sucedido en su comunidad, «Profe, hemos sentido que realmente el agua es
vida, y vida abundante, como nos dice el Evangelio».
Al examinar este proyecto global de Aguas Vivas noto que su presencia
se hace sentir en muchas comunidades de África, Asia, Latinoamérica y el
Caribe. Lo que realmente me conmueve es que hay una dimensión
testimonial-misional, no un mero asistencialismo. Y que se explica a las
comunidades el significado del proyecto como un instrumento de Dios que es
buenas nuevas. Uno de los laicos ingenieros, que ha estado por meses
ayudando a montar y poner a funcionar los sistemas, me compartió con ojos
humedecidos lo que esto ha significado para su fe: «Profe, yo no sabía que
aquí habían comunidades de fe tan vibrantes y entusiastas. Han renovado mi
fe. Y nos hemos hermanado de tal forma, que mi ministerio se ha nutrido de
estas bendiciones. También, esta hermandad cubano-norteamericana de
iglesias ha vencido miedos y animado esperanzas». ¡Este joven habla español
casi sin acento!
El rector del Seminario Evangélico de Teología, Dr. Reinerio Arce, me
compartió en su oficina que tanto las hortalizas comunitarias que producen
vegetales para el Seminario y la comunidad como este proyecto de agua
cristalina para la comunidad ha sido un acierto en todo sentido. Ha
enriquecido el sentido de vocación y disposición al servicio en toda la
comunidad seminarista.
Creo que de esto es que trata nuestra lección: el agua de vida que salta
para vida eterna, regalo de Dios para toda la creación, es no solo un preciado
líquido, sino una expresión del amor de Dios.
Podríamos asumir que en Puerto Rico hace falta este tipo de servicio,
pero sobre todo, tomar conciencia de lo que implica el agua para la sanidad
del pueblo. Uno de los asuntos más apremiantes hoy es la contaminación del
agua a nivel mundial. Ya ninguna región del globo está exenta de este
problema. Incluso, hay quienes predicen que en el mundo muchas de las
próximas guerras lamentablemente serán por el dominio de las aguas. ¡Y
pensar que para la gran mayoría de la humanidad esas aguas, estarán
completamente contaminadas!
Se me ocurre sugerir el cántico del movimiento de santidad en los
Estados Unidos: Dios nos ha dado promesa, lluvias de gracia enviaré (Cáliz
de Bendiciones #176).

ORACIÓN
Oh, Señor, fuente de toda vida. Agua que calma toda sed. Permite que
como ríos de agua viva fluyan en nuestra propia existencia bendiciones que
nos fortalezcan para seguir sirviéndote. Ayudamos a sanar tu creación de
tanta contaminación que hemos acumulado, poniendo en riesgo esta
naturaleza que nos permites disfrutar como parte de tu creación. Como al
principio pusiste orden creador en medio de la turbulencia de las aguas, te
suplicamos que purifiques lo contaminado, limpies nuestras vidas de toda
contaminación espiritual que no te agrade y nos ayudes a restaurar un
equilibrio cósmico que clama a gritos por justicia. Por Jesucristo, dador del
agua de vida, lo pedimos. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Juan 4.1-15 Hechos 8.36-38 Salmo 69.1-2
Martes Jueves Sábado
Apocalipsis 22.1-5 Éxodo 17.1-6 Salmo 136.1-6
LECCIÓN 12: UN NUEVO COMIENZO

TEXTO BÍBLICO: Ezequiel 47.13-23

TEXTO ÁUREO:

«La heredaréis tanto los unos como los otros; por ella alcé mi mano
para jurar que la había de dar a vuestros padres; por tanto, ésta será la
tierra de vuestra heredad». Ezequiel 47.14

OBJETIVOS:
1. Examinar el tema de la tierra como heredad, puntualizando el valor
supremo de la misma.
2. Reflexionar sobre la distribución equitativa de la tierra.
3. Destacar que somos parte de toda la creación. De esta forma
aprendemos a amarla y redimensionar un valor espiritual que hemos
descuidado. Toda la tierra es de Dios.

VOCABULARIO

TIERRA: El mundo físico creado por Dios es el amplio territorio


donde habitan los seres creados. Esa tierra es para el disfrute y bienestar
de todo ser viviente. Allí Dios muestra su amor pleno. Los seres
humanos son responsables de la administración y renovación de esa
tierra. La tierra es, además, ámbito de acción creadora para la vida
social, política y económica. La tierra se transforma en el ámbito de
realizaciones humanas para la convivencia, la protección de la vida y la
promoción de la justicia y la equidad. La casa planetaria que vivimos es
nuestra responsabilidad, de acuerdo con los principios éticos y un
espacio de responsabilidad moral y espiritual para la promoción de la
vida. Dios la creó y vio que era buena.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
Ezequiel 47.13-23
13 »Así ha dicho Jehová, el
Señor: Éstos son los límites según
los cuales repartiréis la tierra por
Ezequiel 47.13-23
heredad entre las doce tribus de
Israel. José tendrá dos partes. 13 »Yo, el Señor, digo: Éstos son los
14 La heredaréis tanto los unos
límites del país que recibirán como
como los otros; por ella alcé mi herencia las doce tribus de Israel (a José
mano para jurar que la había de le corresponde una porción doble).
dar a vuestros padres; por tanto, 14 Yo juré dar este país a los
ésta será la tierra de vuestra antepasados de ustedes. Repártanselo
heredad. por partes iguales. Este país será su
15 »Éste será el límite de la
herencia.
tierra hacia el lado del norte: 15 »Los límites por el norte,
desde el Mar Grande, camino de partiendo del mar Mediterráneo, pasarán
Hetlón viniendo a Zedad, por la ciudad de Hetlón y las ciudades de
16 Hamat, Berota, Sibraim, que
Sedad,
está entre el límite de Damasco y 16 Berotá y Sibraim (las cuales se
el límite de Hamat; Hazar-haticón, encuentran entre el territorio de
que es el límite de Haurán. Damasco y el de Hamat), y Hasar-
17 Y será el límite del norte
haticón (que limita con Haurán).
desde el mar hasta Hazar-enán en 17 Así pues, el límite norte irá desde
el límite de Damasco al norte, y al el Mediterráneo hasta Hasar-enán,
límite de Hamat al lado del norte. quedando al norte los territorios de
18 »Del lado del oriente, en
Damasco y de Hamat.
medio de Haurán y de Damasco, y 18 »Los límites orientales irán desde
de Galaad y de la tierra de Israel, el punto situado entre Haurán y
al Jordán; esto mediréis como Damasco hasta la ciudad de Tamar,
límite hasta el mar oriental. junto al Mar Muerto, a lo largo del río
19 »Del lado meridional, hacia
Jordán, que servirá de frontera entre el
el sur, desde Tamar hasta las territorio de Galaad y el de Israel.
aguas de las rencillas; desde 19 »Los límites por el sur partirán de
Cades hacia el arroyo y hasta el Tamar, pasando por el oasis de Meribá-
Mar Grande. Éste será el lado cadés y por el arroyo de Egipto, hasta
meridional, el sur. llegar al Mediterráneo.
20 »Del lado del occidente, el
20 »El límite occidental lo formará el
Mar Grande será el límite hasta mar Mediterráneo, desde la frontera con
enfrente de la entrada de Hamat;
éste será el lado occidental. Egipto hasta el lugar de la costa que está
Reparto de la tierra frente a la entrada de Hamat.
21 »Repartiréis, pues, esta 21 »Éste es el país que deben repartir
tierra entre vosotros, según las entre las doce tribus de Israel.
tribus de Israel. 22 Será la herencia que les toque a
22 Echaréis sobre ella suertes ustedes, y también a los extranjeros que
por heredad para vosotros y para vivan con ustedes y que tengan hijos
los extranjeros que viven entre entre ustedes. Deberán considerarlos
vosotros, aquellos que entre como si hubieran nacido en Israel.
vosotros han engendrado hijos. Cuando repartan la tierra entre las tribus
Los tendréis como a iguales entre de Israel, a ellos también les tocará su
los hijos de Israel, echarán suertes parte. 23 Los extranjeros recibirán su
con vosotros para tener heredad parte en el territorio de la tribu en que
entre las tribus de Israel. estén viviendo. Yo, el Señor, lo ordeno.
23 En la tribu en que viva el
extranjero, allí le daréis su
heredad, ha dicho Jehová, el
Señor.

BOSQUEJO

1. La herencia y la repartición de la tierra van juntas (Ezequiel


47.13)
2. La tierra es para compartirla (v. 14)
3. Se señalan unos límites específicos para la tierra (vv. 15-20)
4. La repartición de la tierra tiene sus parámetros (v. 21)
5. La repartición de la tierra será equitativa (vv. 22-23)

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Ezequiel 47.13-23
El tema de la tierra como herencia y valor sagrado es un principio que
permea toda la Biblia. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis hay un hilo
conductor que relaciona el mismo acto creador de Dios que toma a la tierra
como su origen. Se va hilvanando y concatenando una serie de eventos que
apuntan a la historia de la salvación, siempre teniendo la promesa de heredad,
como bendición y destino (caso claro de Abraham). Pasando por el cautiverio
(exilio), hacia una tierra prometida y al retorno a esa tierra, para la
reconstrucción de un proyecto de pueblo que se había truncado.
Todo lo que «rodea la tierra» es sagrado. Y todo lo que de bendición se
promete, tiene a la «tierra que produce leche y miel» como metáfora del Dios
providente.
La tierra ocupa un lugar central en toda la Biblia. Desde Abraham (Gn
12.3) hay toda una concepción que va desde una «tierra prometida» que se
establece bajo un pacto entre Dios y su pueblo (Gn 17.9-11, 13). De allí tierra
y nación se transforman en principios complementarios. La formación del
pueblo queda así ligada a todo un proceso (Gn 15) y lucha histórica en que se
suceden diásporas, exilios, infortunios y sufrimientos. De allí que aquel pacto
se va forjando entre las leyes y su obediencia y un pueblo infiel que
desobedece. Dios vuelve una y otra vez a su pacto y en medio de promesas de
justicia, juicios y cumplimientos.
Esa tierra prometida en el Nuevo Testamento se transforma en la
búsqueda de una ciudad que trasciende los límites del viejo pacto, y se
reafirma con un nuevo pacto reafirmado en la fe y hacia la plenitud en Dios
(Heb 11).
Este texto de Ezequiel asume la perspectiva del pacto con Israel. La
amplía con instrucciones gráficas y concretas sobre la repartición de la tierra.
Habrá distribución generosa y equitativa, aún para los extranjeros que vivan
en ella.
vv. 13-14: Herencia y repartición van juntas. La tierra es para
compartirla.
vv. 15-20: Se señalan unos límites específicos para la distribución y
posesión de la tierra
vv. 21-23: La repartición tiene unos parámetros que se centran en la
equidad en la distribución como herencia.
Más allá de las instrucciones prácticas y los principios que se plantean
para la distribución de la tierra como heredad, hay un eje central que motiva
al profeta: Todo está centrado en la búsqueda de nuevos comienzos y nuevas
realizaciones. El tono es evidente por esa típica forma en que Ezequiel va
configurando un horizonte utópico, donde lo poético, lo profético y lo
sacerdotal se conjugan en visiones que buscan descifrar derroteros, marcar
rutas y perfilar nuevos rumbos. Lo litúrgico (centralidad del templo), marca
fuertemente las metáforas usadas. De hecho, la naturaleza toda es un gran
santuario de la gloria de Dios.
Es importante recalcar que Ezequiel, el profeta de las grandes visiones y
los momentos de éxtasis es también el buceador del futuro, no como agorero,
sino como vidente que busca descifrar y alentar al pueblo en la búsqueda del
propósito de Dios y el destino que les aguarda. En este sentido es muy útil
examinar el Apocalipsis de Juan porque mantienen perspectivas muy
parecidas. Tratan de animar la esperanza frente a las realidades adversas, las
fuerzas contrarias y el triunfo de la justicia de Dios. Dios será todo en todo.
Ezequiel enfatiza la restauración del pueblo como un acto de gracia que
proviene de Dios. De hecho, el tema del nuevo comienzo describe bien esta
dimensión. Los capítulos 40-48 se mueven en un ritmo litúrgico-sacerdotal,
pero apuntan a esa gran metáfora que es la acción del Dios trascendente, pero
también inmanente, moviéndose desde las fuerzas de la naturaleza hasta el
ámbito del Espíritu.
La idea del nuevo comienzo que plantea este texto puede compararse
con la renovación del entendimiento en Pablo. En Romanos 12.1-2, Pablo
mantiene una tensión entre el siglo (tiempo presente) y sus desafíos y la
renovación del entendimiento que permite discernir los signos de esos
tiempos, buscando la voluntad de Dios. Un nuevo comienzo no es otra cosa
que un reconocimiento de que nuestra fe tiene razón. Damos cuenta de una
visión renovada que aleja el pesimismo, fortalece la esperanza hacia un futuro
mejor. Y nos da nuevas fuerzas para luchar.
Sería beneficioso reflexionar en dos dimensiones que están íntimamente
ligadas, sobre todo en el Antiguo Testamento: tierra y jubileo. Ezequiel lo
tiene presente. En Isaías se plantea que el jubileo anuncia días de liberación y
gloria (Is 61.3). Jesús siguió esta tradición en la sinagoga, recordando en el
sábado (Lc 4.16-18). El Código de Santidad en Levítico 25 lo expresa
claramente: El jubileo es el año del favor de Dios para la tierra. Aquí se
enfatiza el descanso para la tierra.
Se puede resaltar que Dios nos exige que demos descanso a la tierra.
Este también es tiempo de regocijo y renovación para toda la creación. La
oportunidad de renovar nuestras vidas y asumir compromisos que van desde
lo personal, pasando por lo comunitario y ampliándose hasta lo cósmico.
Como en días de Ezequiel, sería atinado pensar en aquellas palabras
aleccionadoras del Salmo 104.29-30:
Escondes tu rostro, se turban;
Les quitas el hálito, dejan de ser
Y vuelven al polvo.
Envías tu espíritu, son creados
Y renuevas la faz de la tierra.

APLICACIÓN
En meses recientes se ha experimentado en Estados Unidos una
impresionante oleada de marchas, protestas y manifestaciones masivas, a lo
largo y lo ancho del país. Todo el mundo ha sido sorprendido por la
magnitud, la disciplina y el impacto que ha logrado el tema de las personas
inmigrantes indocumentadas en Estados Unidos. Hay que recordar que los
Estados Unidos es un país eminentemente de inmigrantes. A excepción de los
pueblos nativos y los mexicanos que eran parte de los territorios de lo que
hoy es Arizona, California y Nuevo México (el antiguo Aztlán, tierra de
nahuas), todos los otros grupos étnicos vinieron de afuera, incluyendo a los
negros africanos traídos como parte del sistema esclavista.
La experiencia de emigrar a Estados Unidos desde distintos puntos de
Latinoamérica y el Caribe tiene una larga historia. Habría que examinar las
migraciones de caribeños, centroamericanos y suramericanos en diversas
circunstancias y en distintos momentos en el último siglo. Aquí se han
exilado personas por motivos económicos y políticos. De Europa han venido
oleadas y continúan llegando por distintos motivos. Este dato casi pasa
desapercibido en la prensa y los medios de comunicación en general.
Viviendo en el norte de Chicago me doy cuenta de la cantidad de polacos,
ucranianos, rusos y de otras nacionalidades del este europeo que viven como
refugiados, y algunos de ellos también como indocumentados.
Vivir en la frontera, por el otro lado, significó una tragedia y desafío
para los mexicanos que vivían entre los Estados Unidos y México y el
constante flujo de inmigrantes que siempre han cruzado la frontera. Para los
Mexicoamericanos esto llevó a ser peyorativamente llamados «pochos» en
México y «chicanos» en Estados Unidos. Ha sido la expresión más cruel e
inhumana de cualquier sector de ambos países, exceptuando los atropellos y
marginaciones que han sufrido millones de indígenas en México y la
devastadora experiencia de la esclavitud negra en Estados Unidos. Estas han
sido verdaderas fronteras de ignominia y dolor.
Resulta evidente que la frontera mexicana con Estados Unidos es la más
activa y compleja del mundo. Cada día cientos de personas, en ocasiones
miles, tratan de cruzar con el medio que sea, por el lado más conveniente y
menos riesgoso, sin importar cuáles puedan ser los imprevistos y riesgos
mayores: la consigna es llegar a Estados Unidos a trabajar, para enviar
dineros a sus familias que viven en la pobreza extrema o comenzar a crear
condiciones para que otros familiares se unan a ellos. Las historias de
inmigrantes y las peripecias que pasan son de por sí toda una escuela de
paciencia, resistencia y tozudez.
Hay que subrayar un hecho importante: Hay gran cantidad de
inmigrantes de otros países que incluye a Guatemala, Honduras, Nicaragua,
Colombia, Ecuador y Perú con los números mayores. Muchos grupos tratan
de llegar hasta México para de allí intentar cruzar a Estados Unidos. En el
proceso encuentran asaltadores organizados, coyotes y criminales comunes
que los asaltan, engañan, violan y hasta asesinan. Hay toda una red de
complicidad en los dos lados de la frontera que incluye hasta las propias
policías fronterizas de ambos países.
La situación es grave y continúa agravándose. Hay todo un ciclo de
explotación y pillaje como fruto de este drama humano y social. Mucha gente
inocente y desprevenida cae en trampas y estafas, profundizando su crisis
migratoria que ya de por sí es compleja. Todavía no se dan números exactos
de cuántas personas mueren camino a la frontera con Estados Unidos, en las
zonas desérticas de Arizona y Nuevo México, pero las cifras pueden llegar a
miles.
El panorama que estamos viendo y viviendo no es algo casual y
accidental. Este es el resultado, en parte, del impacto de la globalización y la
aplicación asimétrica del Tratado de Libre Comercio entre Canadá, México y
Estados Unidos que ha dejado a México con la peor parte, como se ha
mostrado por expertos en economía. Los supuestos milagros de una economía
de mercado lo que ha provocado en México, con sus aceleradas
privatizaciones, las imposiciones de la competitividad y el desempleo
masivo, es hundir en la miseria a muchas familias mexicanas. Solo hay que
viajar algunas horas por el campo mexicano, como lo he hecho en los últimos
quince años, para observar de cerca el rostro de la miseria que tiene nombre y
apellido. El sector indígena es el más golpeado y desfavorecido.
Cualquier intento de soslayar esto solo oculta la amarga realidad que se
está viviendo en el campo mexicano y la explosión urbana que ya por
décadas tiene a la ciudad de México en una condición deprimente con serios
hacinamientos de población y una expansiva ola de zonas de miseria en la
periferia de la ciudad. A ello hay que sumarle la gravedad del suministro de
agua y electricidad y otros servicios básicos.
Es aleccionador el percatarse que la iglesia católica está asumiendo un
papel protagónico en la defensa de los inmigrantes. Hay que subrayar que la
población hispana es el sector más activo en la iglesia católica. La piedad y el
fervor de los grupos hispanos con sus fuertes raíces en la cultura católica y su
religiosidad cotidiana coadyuvan en ese proceso. Conozco muchas
congregaciones pentecostales que están haciendo lo mismo.
Muchas congregaciones evangélicas de todas las denominaciones han
provisto de techo, alimento y agua para los cientos de inmigrantes que cada
día llegan al territorio norteamericano. Ellas han tomado en serio el llamado
samaritano. Además, creo que esta actitud ha provocado un renacer en
muchos círculos de iglesias protestantes que han estado perplejas y calladas,
hoy encuentran un espacio para la solidaridad y el acompañamiento pastoral.
¿Cómo visualizar el futuro inmediato? El relato de Ezequiel, que incluye
a los extranjeros en la repartición de la tierra, nos ayuda a discernir lo que
Dios quiere. Esperemos que se mantenga unido dentro de la diversidad
hispana y las distintas corrientes políticas, culturales y sociales que los
aglutina. Quizás el factor religioso es el que más logra cohesión y dirección y
podrá seguir sirviendo de inspiración. El panorama social y político de los
Estados Unidos ha sido conmovido por la irrupción visible de este
movimiento que clama por justicia.

ORACIÓN
Oh, Dios, renueva nuestros días como al principio. Danos el
discernimiento para que en medio de estos tiempos aciagos veamos las
señales de tu amor y comprendamos las rutas que debemos tomar en medio
de tanta confusión. Que de manera renovada comprendamos la fe que por tu
gracia nos concedes. Si llegan nuevos días ensombrecidos, permite que tu luz
sea la que dirija nuestro caminar. Que en todo honremos tu nombre,
busquemos hacer tu voluntad y no la nuestra. Hasta ese día en que hagas
nuevas todas las cosas y nos restaures en la plenitud de tu amor para
siempre. Mediante Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, te lo pedimos. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Romanos 12.1-2 Efesios 3.14-21 2 Corintios 5.1-17
Martes Jueves Sábado
Isaías 53 Juan 3.1-15 2 Pedro 3.13
LECCIÓN 13: PALABRAS DE ESPERANZA

TEXTO BÍBLICO: Isaías 52.1-2, 7-12

TEXTO ÁUREO:

«¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres
nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que
publica salvación, del que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!». Isaías 52.7

OBJETIVOS:
1. Explorar el tema de la paz y su pertinencia hoy.
2. Procurar, a la luz del texto de Isaías 52, un mensaje que sea aliciente y
nos permita comprender lo que nos dice la voz profética y el mensaje
evangélico.
3. Destacar que la esperanza nos fortalece en la fe y nos mantiene firmes
en el camino hacia el reinado pleno de Dios.

VOCABULARIO

PAZ: En toda la Escritura la paz está relacionad con el principio de


armonía, bienestar, plenitud y comunión. Tanto el Antiguo como el
Nuevo Testamento enfatizan su búsqueda en tiempos de guerra,
conflicto, adversidad y destrucción. Se aspira a construir nuevas
realidades que permitan vivir en paz y promoverla para toda la creación.
Gran parte de las profecías que encontramos en las Escrituras, están
íntimamente relacionadas con un reino de paz con justicia. El reino de
Dios, anunciado por Jesús como cumplimiento y plenitud de un tiempo
propicio, resalta el tema de la paz. En las epístolas paulinas hay una
constante referencia al tema de la paz, siempre en relación íntima con el
anuncio del Evangelio. Incluso, la paz es proclamada como un valor
superior más allá de toda comprensión humana y en dirección al Dios de
paz que todo lo llena.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
Isaías 52.1-2, 7-12
1 Despierta, Sión, despierta,
ármate de fuerza;
Jerusalén, ciudad santa,
vístete tu ropa más elegante,
Isaías 52.1-2, 7-12 porque los paganos, gente
impura,
1 ¡Despierta, despierta, no volverán a entrar en ti.
vístete de poder, Sión! 2 Levántate, Jerusalén,
¡Vístete tu ropa hermosa, sacúdete el polvo,
Jerusalén, ciudad santa, siéntate en el trono.
porque nunca más vendrá a ti Sión, joven prisionera,
incircunciso ni inmundo! quítate ya el yugo del cuello.
2 Sacúdete el polvo;
levántate y siéntate, Jerusalén; 7 ¡Quéhermoso es ver
suelta las ataduras de tu cuello, llegar por las colinas
cautiva hija de Sión. al que trae buenas noticias,
al que trae noticias de paz,
7 ¡Cuán hermosos son sobre los montes
al que anuncia la liberación
los pies del que trae alegres nuevas, y dice a Sión: «Tu Dios es
del que anuncia la paz, rey»!
del que trae nuevas del bien, 8 ¡Escucha! Tus centinelas
del que publica salvación, levantan la voz
del que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!»! y a una dan gritos de triunfo,
8 «¡Voz de tus atalayas!» Alzarán la
porque ven con sus propios
voz; ojos
a una voz gritarán de júbilo, cómo vuelve el Señor a Sión.
porque con sus propios ojos verán 9 ¡Estallen en gritos de triunfo,
que Jehová vuelve a traer a Sión. ruinas de Jerusalén,
9 ¡Cantad alabanzas, alegraos juntas,
porque el Señor ha tenido
ruinas de Jerusalén, compasión de su pueblo,
porque Jehová ha consolado a su pueblo, ha liberado a Jerusalén!
ha redimido a Jerusalén! 10 El Señor ha mostrado su
10 Jehová desnudó su santo brazo
poder
ante los ojos de todas las naciones, a la vista de todas las naciones.
y todos los confines de la tierra Por toda la tierra se sabrá
verán la salvación del Dios nuestro. que nuestro Dios nos ha
11 ¡Apartaos, apartaos, salid de ahí, salvado.
no toquéis cosa inmunda! 11 ¡Salgan, salgan ya de
¡Salid de en medio de ella, Babilonia,
purificaos los que lleváis los utensilios de no toquen nada impuro,
Jehová! salgan ya de Babilonia!
12 Porque no saldréis apresurados ¡Consérvense limpios
ni iréis huyendo, los que transportan los
porque Jehová irá delante de vosotros, utensilios del Señor!
y vuestra retaguardia será el Dios de Israel. 12 Pero no tendrán que salir a
toda prisa,
no tendrán que salir huyendo,
porque el Señor, el Dios de
Israel,
los protegerá por todos lados.

BOSQUEJO

1. Exalta a Sión, Jerusalén se viste de gala para recibir la gloria


venidera (Isaías 52.1-2)
2. Anuncio de las buenas nuevas y celebración del Reino de Dios
(vv. 7-9)
3. Yahvé salva su pueblo (v. 10)
4. La santificación procede de Dios (vv. 11)
5. Jehová dirige a su pueblo (v. 12)

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Isaías 52.1-2, 7-12
Nos adentramos al estudio de un texto ampliamente conocido e
interpretado desde muchas perspectivas, por las tradiciones judía y cristianas.
Como se verá en lo sucesivo de este comentario, el fondo de la expectativa
mesiánica y su centralidad en las interpretaciones es crucial para poder
desentrañar la riqueza y reserva de sentido que nos comunica y la
responsabilidad de poner en su contexto el texto bíblico, sin dejar de asumir
una postura teológica determinada.
Entre los años 605 al 562 a.C., el rey Nabucodonosor transformó a
Babilonia en una gran potencia imperial. De esa llegó a ser Persia,
protagonista indiscutible en expansión y presencia en el Medio Oriente hasta
hoy. Pero fue Ciro II el Persa (559-529 a.C.) quien desplegó su poderío. Los
israelitas exilados se alegran porque confían que los persas respetarían su
cultura y religión con los pueblos que sometían. Ciro era, así, un instrumento
en las manos de Jehová que los libertaría finalmente del exilio prolongado.
Fue en los últimos años de exilio que aparece el profeta Isaías, denominado el
Segundo Isaías, con sus oráculos, particularmente los capítulos 40-55. Es
importante que estos capítulos sean estudiados desde ese contexto de exilio.
De esta manera se podrán entender mejor los temas del consuelo, la
esperanza mesiánica y el futuro de liberación que Dios promete a su pueblo.
Releer, además, el relato del éxodo, particularmente Éxodo 14 y poner en
perspectiva la dinámica, opresión-liberación-exilio-retorno y reconstrucción,
para reiterar la historia de la salvación y su continuidad.
Estos textos son también llamados «Libro de la liberación», por su
contenido y el mensaje implícito sobre la liberación de los exilados. Hay una
certeza de que vendrá un nuevo éxodo, la salida del cautiverio, más allá de la
desesperanza y la culpa por tanto sufrimiento. Dios mismo es el agente
principal de la liberación, actuando en favor del pueblo. Este interés de Dios
como agente activo por la liberación del pueblo domina estos capítulos.
El llamado Deutero-Isaías es una serie de cánticos cuyo tema central es
la utopía, ese proyecto de liberación que está por delante. Esta situación
precaria no puede ser el destino del pueblo. El pueblo de Israel, disperso en el
exilio, busca dirección en Dios. Si se pierde la visión de futuro, se desecha la
memoria histórica que confirma los hechos maravillosos de Dios.
Ante un sentido de zozobra y pérdida de cohesión e identidad como
pueblo, aspira a superar el vacío de sentirse perdido entre las naciones,
confundido entre los dioses. En esa búsqueda, recupera su aliento, confía en
Jehová y se apresta a esperar, una vez más en sus promesas (Is 40.12-31).
El texto de Isaías 52 forma parte de los llamados «Cánticos del Siervo
de Yahvé», cuyo mensaje central ofrece consuelo en tiempos de adversidad.
Estos cánticos tratan sobre un justo defensor de los oprimidos, que será el
justo sufridor. Esta esperanza mesiánica es una aspiración concreta y
universal, para el pueblo de Israel y para toda la humanidad. Su gesta obrará
en justicia y bienestar para todos y todas.
vv. 1-2: Estos versículos exaltan a Sión, Jerusalén, ciudad santa, que
ahora se viste de gala para recibir la gloria que viene. La frase «sacúdete el
polvo» es junto con «suelta las ataduras de tu cuello», expresiones que
denotan la liberación de la opresión del cautiverio y el sometimiento de Judá.
Síón, en la totalidad del libro de Isaías, es un tema sobresaliente. Sobresalen
frases poéticas que exaltan a Sión a los redimidos de Jehová (Is 35.1-10,
40.1-11, 51.11).
vv. 7-12: Estos versículos se centran en este anuncio de buenas nuevas,
en un hermoso poema de acción de gracias, himno de alabanza a Dios por la
liberación. El contenido de estos versículos apunta al programa del reinado
de Dios que el Mesías prometido promoverá. Jehová actúa desde su santidad,
a favor de todas las naciones y su obra salvífica será reconocida por toda la
tierra.
El tema de la consolación aparece íntimamente relacionado con la
acción de Jehová a favor del pueblo y la búsqueda de la verdadera santidad.
La confianza en Dios, que dirige al pueblo a lugar seguro marca la esperanza
del pueblo de Israel.
Es importante resaltar la cita del apóstol Pablo en Romanos 10.15b,
adaptándola al tema de la justicia y su proclamación. Pablo enmarca la
referencia a Isaías, en los capítulos 9-10 de la epístola a los Romanos, en el
tema de la «justicia que es por fe». Nuestra tradición evangélica, rescatada
por la Reforma Protestante, resalta la justificación por la fe en la gracia.
Pablo va hilando el tema en lo que llamaríamos una «relectura de Isaías», con
el propósito de enfatizar la salvación que nos viene de Dios.
En los versículos 15-21 del capítulo 10 de la epístola a los Romanos, se
concluye un argumento fundamental: la fe se anuncia, se escucha, se recibe y
acepta. Y exige respuesta. Sería apropiado, también, leer cuidadosamente
Hechos 8.26-40. El relato de Felipe y el etíope tiene una gran riqueza para
ayudarnos a comprender el propósito y sentido de la Misión de Dios. El
modelo de encuentro, diálogo, evangelización y misión que nos comunica
este relato nos ayuda a comprender que el Dios consolador y liberador de
Isaías es también el Dios salvador y liberador que sigue actuando en la
historia y en Jesucristo, por nuestra convicción evangélica, una vez más por
las buenas nuevas del Evangelio nutren la esperanza del pueblo. Dios sigue
actuando.
Nótese que el fondo del texto en Isaías 52.7 privilegia el reinado de
Dios. Además, se debe leer el texto de Isaías 52.13–53.12, el cuarto cántico
del Siervo de Yahvé, en la dinámica que plantea, por un lado, la acción de
Dios y el horizonte del proyecto mesiánico que permea todos estos pasajes
bíblicos. Incluso, el texto de Isaías 53, sobre el Siervo Sufriente ha sido
enfocado e interpretado como un anuncio de Jesús Mesías, el sufriente
enviado de Dios que en la cruz ha llevado en su propio cuerpo los pecados
del mundo. No se debe perder el contexto donde se origina teológica y
exegéticamente el texto en Isaías, aunque se apropie una concepción
cristológica que preanuncia el ministerio, pasión, muerte y resurrección de
Jesucristo.

APLICACIÓN
Era marzo de 1980, a solo unos pocos días del asesinato de Monseñor
Oscar Romero, Arzobispo de San Salvador, El Salvador. Muchos eventos se
estaban llevando a cabo en el Seminario Bíblico Latinoamericano en San
José, Costa Rica, que incluían una celebración de la vida y el martirio de
Monseñor Oscar Arnulfo Romero, asesinado en la capilla del Hospital La
Providencia. Fuimos golpeados por las noticias, pero no sorprendidos
totalmente, porque unos pocos meses antes, Monseñor Romero mismo
compartió con nosotros las amenazas recibidas a través de llamadas anónimas
y rumores que circulaban alrededor de su diócesis. El parecía calmado y
relajado, pero muy preocupado sobre las consecuencias e implicaciones de su
asesinato para la gente y para la iglesia: «Demasiada gente inocente va a
sufrir», fue su declaración. Inmediatamente después de su muerte, un espiral
de violencia irrumpió en San Salvador. Como cuestión de hecho, durante el
funeral, el ejército atacó al pueblo aglomerado frente a la catedral, causando
muchas muertes y heridas a una apretada multitud que incluía a dignatarios
religiosos de la iglesia católica y varios líderes ecuménicos.
Esa misma semana, el Consejo Latinoamericano de Iglesias me llamó y
pidió que organizara una visita pastoral a las iglesias de El Salvador a nombre
de ese Consejo y el Consejo Mundial de Iglesias. Cuando llegamos a San
Salvador, la tensión todavía se sentía en las calles. Las tanquetas y la
vigilancia eran signos claros de un estado de sitio impuesto en todo el país.
Solo un puñado de diplomáticos vino en el avión desde San José, siendo el
nuncio apostólico de Costa Rica y El Salvador, Monseñor Lajos Kada uno de
ellos. Nos habíamos conocido en encuentros ecuménicos en Costa Rica y fue
muy útil y solidario, ofreciéndonos protección durante las primeras horas
después de nuestra llegada a la ciudad.
El segundo día en San Salvador, una serie de conversaciones fueron
programadas de manera que nosotros pudiéramos recoger información de
primera mano sobre la situación. Uno podía escuchar explosiones y
detonaciones, especialmente en la noche, viniendo de diferentes puntos de la
ciudad. Muchos líderes eclesiásticos estaban preocupados por el número
creciente de personas torturadas, la desaparición de muchos jóvenes y los
asesinatos perpetrados por los escuadrones de la muerte.
El primer domingo después de mi llegada, la Primera Iglesia Bautista de
Santa Ana (la segunda ciudad de El Salvador, cerca de 27 millas de San
Salvador) me invitó a predicar durante el servicio de la noche. Había como
120 personas allí. La ciudad era el escenario de varias confrontaciones entre
el Ejército Salvadoreño y el Frente Farabundo Martí para la Liberación
Nacional (FMLN). El pastor Manuel Figueroa dirigió las devociones y me
cedió el púlpito.
Durante los próximos 45 minutos nosotros experimentamos la situación
más horripilante de toda nuestra vida: un fuego cruzado en las calles. Bombas
explotaron, armas fueron disparadas y una artillería pesada trastocó el mundo
alrededor de nosotros. La congregación se refugió bajo las bancas,
incluyéndome a mí, pues detuve la predicación y me uní a ellos.
Entonces, alguien comenzó a cantar: «Paz, paz cuando dulce paz, es
aquella que el Padre me da. Yo le ruego que inunde por siempre mi ser, con
sus ondas de amor celestial...». Una profunda sensación de verdadera paz nos
rodeó. Oramos y comenzamos a organizar la evacuación de la iglesia. Ya
estaba implantado el toque de queda. Había que salir con pañuelos blancos en
las manos y con mucha cautela. Uno por uno las hermanas y hermanos
regresaron a sus casas. Cerca de las 8:00 PM el tiroteo cesó.
Yo pensé que nada más aterrador o peligroso me podría posiblemente
ocurrir el resto de mi ministerio. Pero, como la violencia en nuestro mundo
ha crecido e invadido esas áreas de nuestra vida que creíamos seguras y aún
sagradas, hemos aprendido que la violencia acompaña a la mayoría de las
sociedades alrededor del mundo.
Es el mismo desafío en nuestras comunidades norteamericanas con esta
ola de violencia descontrolada y enfermiza en tantas ciudades. Somos
tentados a refugiarnos en nuestra riqueza, nuestro status, aún en nuestras
iglesias. Nuestra situación, nuestra fe exige más. Nuestros esfuerzos hacia la
reconstrucción deben comenzar con el trabajo hacia la paz con justicia.
Las iglesias tienen una gran oportunidad de ser agentes de reconciliación
en nuestras sociedades violentadas. En nuestro Puerto Rico tenemos grandes
desafíos en relación con la violencia y la criminalidad que deja a amplios
sectores en perplejidad y mucha zozobra. Esto incluye la violencia doméstica,
la callejera y la violencia global. Al igual que nuestro mundo contemporáneo
vive en una creciente espiral de violencia, así también las iglesias necesitan
asumir una postura profética y pastoral. Ambas son de una tremenda
importancia en tiempos de crisis. Debemos promover una verdadera
solidaridad cristiana, que es lo que el Nuevo Testamento llama: koinonía,
comunión. Probablemente este mensaje no fue tan claro para mí hasta que
apareció en un contexto en que yo mismo creí que había alguna inmunidad
contra la violencia.
Hay una dimensión ética del Evangelio que nos llama a afirmar el valor
de la vida humana. La dignidad de la vida humana, manifestada en los rostros
de esas personas que son víctimas y sobrevivientes de la violencia, desafía
nuestra imaginación para crear nuevos modelos pastorales en las ciudades.
Yo creo que las iglesias en estas sociedades globalizadas tienen el potencial y
una gran oportunidad para hacerlo. Todas las iglesias deben aceptar la
realidad de que la violencia, que no conoce fronteras, eventualmente entrará
aún en nuestros santuarios cuando el mundo pierde la real dimensión de la
dignidad de la vida humana. Iglesias más privilegiadas, posiblemente pueden
ofrecer sus recursos como un servicio a y en solidaridad con estas
congregaciones pobres y vulnerables alrededor del mundo. Muchas ya lo
hacen, otras se deben activar.
Nuestras congregaciones pueden organizarse en consorcios contra la
violencia, afirmándose en la experiencia y fidelidad de iglesias pobres y el
financiamiento y la fidelidad de iglesias ricas. Podemos unirnos para
mantenernos en solidaridad contra esta violencia, proclamando el evangelio
de paz en un mundo de dolor.

ORACIÓN
Oh, Dios, fuente de toda consolación, liberador y sustentador de tu
pueblo. Venimos ante tu presencia para solicitar que conduzcas a las
naciones a tu paz. Aguardamos con esperanza y expectación la llegada de la
plenitud de tu reinado que obra en paz con justicia y nos convoca a seguir en
el camino que conduce a tu amor. Ayudamos a perseverar en ese camino,
mientras seguimos creyendo en lo que nos tiene reservado por tu
misericordia. En el nombre de Jesús. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA


Lunes Miércoles Viernes
Salmo 85 Efesios 6.14-20 Lucas 19.38-44
Martes Jueves Sábado
Romanos 10 Isaías 58.1-12 Isaías 60
CUARTA UNIDAD:
EL NACIMIENTO PROMETIDO
Dr. Justo González
LECCIÓN 14: HA NACIDO UN NIÑO

TEXTO BÍBLICO: Rut 4.13-17; Mateo 1.1-6

TEXTO ÁUREO:

«Y le dieron nombre las vecinas, diciendo, «¡Le ha nacido un hijo a


Noemí!». Rut 4.17

OBJETIVOS:

1. Mostrar la conexión entre la historia de Israel y su


cumplimiento en el advenimiento de Jesús.
2. Explorar cómo todo esto se relaciona con nuestra iglesia,
nuestra fe y nuestra propia historia, en la que también Dios ha
estado actuando.
3. Comprender que ni la historia de Israel ni la nuestra son puras,
y que con todo y eso Dios nos llama y nos usa.

VOCABULARIO

NOEMÍ: Nombre que significa «agradable» o «dulce». En medio de


su tristeza y desolación tras perder a su marido e hijos, Noemí había
tomado el nombre de «Mara», que significa «amargura». En la lectura
de hoy nos encontramos al final de la historia de Rut y Noemí, que es un
desenlace feliz, y vemos, por tanto, que el nombre de «Noemí» sí le
corresponde a esta mujer que había sufrido tanto.
RUT: El otro personaje principal del libro que lleva su nombre. El
sentido original del nombre mismo se debate. Puede significar
«compañía» o «satisfacción» (como de una sed saciada). El primero de
los dos sentidos se aviene mejor a la historia del libro, donde Rut es la
compañera fiel de Noemí.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
Rut 4.13-17
Rut 4.13-17 13 Así fue como Booz se casó con
13 Así fue como Booz tomó a Rut Rut. Y se unió a ella, y el Señor
y se casó con ella. Se unió a ella, y permitió que quedara embarazada y
Jehová permitió que concibiera y que tuviera un hijo.
diera a luz un hijo. 14 Entonces las mujeres decían a
14 Y las mujeres decían a Noemí: Noemí: —¡Alabado sea el Señor, que
«Alabado sea Jehová, que hizo que te ha dado hoy un nieto para que
no te faltara hoy pariente, cuyo cuide de ti! ¡Ojalá tu nieto sea
nombre será celebrado en Israel; famoso en Israel!
15 el cual será restaurador de tu 15 Él te dará ánimos y te sostendrá
alma, y te sostendrá en tu vejez; pues en tu vejez, porque es el hijo de tu
tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; nuera, la que tanto te quiere y que
y ella es de más valor para ti que siete vale para ti más que siete hijos.
hijos.» 16 Noemí tomó al niño en su
16 Tomando Noemí al niño, lo regazo y se encargó de criarlo.
puso en su regazo y lo crió. 17 Al verlo, las vecinas decían: —
17 Y le dieron nombre las vecinas, ¡Le ha nacido un hijo a Noemí! Y le
diciendo: «¡Le ha nacido un hijo a pusieron por nombre Obed. Éste fue
Noemí!» Y le pusieron por nombre el padre de Jesé y abuelo de David.
Obed. Éste fue el padre de Isaí, padre
de David. Mateo 1.1-6
1 Ésta es una lista de los
Mateo 1.1-6 antepasados de Jesucristo, que fue
1Libro de la genealogía de descendiente de David y de
Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:
Abraham: 2 Abraham fue padre de Isaac,
2 Abraham engendró a Isaac, éste lo fue de Jacob y éste de Judá y
Isaac a Jacob, y Jacob a Judá y a sus sus hermanos.
hermanos. 3 Judá fue padre de Fares y de
3 Judá engendró, de Tamar, a Zérah, y su madre fue Tamar. Fares
Fares y a Zara, Fares a Esrom, y fue padre de Hesrón y éste de Aram.
Esrom a Aram. 4 Aram fue padre de Aminadab,
4 Aram engendró a Aminadab, éste lo fue de Nahasón y éste de
Aminadab a Naasón, y Naasón a Salmón.
Salmón. 5 Salmón fue padre de Booz, cuya
5 Salmón engendró, de Rahab, a madre fue Rahab. Booz fue padre de
Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, cuya madre fue Rut. Obed fue
Obed, y Obed a Isaí. padre de Jesé,
6 Isaí engendró al rey David. El 6 y Jesé fue padre del rey David.
rey David engendró, de la que fue El rey David fue padre de Salomón,
mujer de Urías, a Salomón. cuya madre fue la que había sido
esposa de Urías.

BOSQUEJO

1. En Rut vemos la opresión de la mujer, el valor de la


solidaridad, y la reivindicación divina
2. En la genealogía de Mateo vemos:

1. La conexión entre Israel y el Evangelio


2. El papel de las mujeres en el trasfondo de Jesús

3. Al unir los dos textos y aplicárnoslos vemos:

1. El paralelismo de la historia y situación de Israel con las nuestras


2. La necesidad de recuperar nuestra historia, incluso la historia de la
comunidad de fe

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Rut 4.13-17; Mateo 1.1-6
Hoy estudiamos dos pasajes bíblicos, uno del Antiguo Testamento y otro
del Nuevo. Esto en sí es importante, pues parte del propósito de esta primera
unidad es mostrar cómo en Jesucristo se cumplen las promesas hechas a
Israel, y cómo en la historia misma de Israel Dios estaba preparando el
advenimiento de Jesús.
El primer pasaje viene del libro de Rut. Para entenderlo hay que saber
algo de la historia de Rut y Noemí. Noemí se había ido a vivir a Moab junto a
su esposo, oriundo de Belén, y sus dos hijos. Allá en Moab estos dos hijos se
casaron con mujeres moabitas. Cuando murieron los tres varones —el padre
y los dos hijos— las tres mujeres quedaron desamparadas. Noemí instó a sus
nueras a regresar a sus hogares, al tiempo que ella volvía a Judá. Una —Orfa
— aceptó la sugerencia, pero la otra —Rut— se negó a abandonar a Noemí.
Las dos mujeres —la hebrea, Noemí y su nuera la moabita, Rut— regresaron
a Belén. Dadas las condiciones de aquella época, estas dos mujeres solas, sin
parientes varones que las protegieran y sustentaran, se encontraban en una
situación precaria. Rut logró casarse con Booz, pariente del difunto marido de
Noemí. Es en ese momento que empieza el pasaje que estamos estudiando.
El pasaje es ante todo la historia del triunfo del amor y la lealtad entre
dos mujeres, y del modo en que Dios las reivindicó. La mujer que en un
momento llegó a llamarse a sí misma «Amargura» —Mara (Rut 1.20)— en
lugar de Noemí —«Dulce»— termina siendo bisabuela del gran rey David.
El pasaje tiene dos dimensiones importantes. La primera es que todo el
libro de Rut es una historia de solidaridad mediante la cual dos mujeres
desposeídas, en medio de una sociedad machista, logran sobrevivir. A la
postre, Dios les da la victoria. Es notable lo que las vecinas le dicen a Noemí,
que su nuera Rut es de más valor para ella que siete hijos. (El número siete
significaba perfección, y por tanto, tener siete hijos era señal de la más alta
bendición de Dios.) También es notable el hecho de que son estas mujeres,
las vecinas, quienes se regocijan con Noemí y, sorprendentemente, quienes le
ponen nombre al hijo de Rut y Booz.
La segunda dimensión tiene que ver con el importantísimo detalle de
que Rut es moabita. La tierra de Moab, al sureste del Mar Muerto, no era
parte de Judea —aunque tanto David como después los macabeos lograron
extender su dominio sobre ella. En Jueces 3.12-30 tenemos un ejemplo de las
tensiones entre los moabitas y los judíos. Rut era gentil, extranjera, oriunda
de una tierra no sólo desconocida, sino hasta odiada. Los prejuicios contra
tales personas en Judea eran profundos, y la idea de contraer matrimonio con
tal mujer era escandalosa (véase Esd 9.1-2). Lo que el pasaje dice es que
entre los antepasados del gran rey David se encontraba esta mujer extranjera
y despreciada.
El segundo pasaje es el principio de la genealogía de Jesús. Más
adelante veremos por qué Mateo empieza su Evangelio dando esta larga lista
de los antepasados del Mesías. Por lo pronto, sin embargo, podemos ver la
relación entre este pasaje de Mateo y el de Rut. A primera vista, hay una
conexión entre los dos por el nombre mismo de Rut, que se menciona entre
los antepasados de Jesús. Hay otra relación más estrecha, aunque no tan
obvia: con esta genealogía Mateo nos está dando el primer indicio de que la
historia de Jesús, así como la de Rut y la de todo el pueblo de Israel es una
historia, no tanto de lo que los humanos hacen por Dios, como de lo que Dios
hace por la humanidad.
Esto puede verse en la genealogía de Mateo tan pronto como la miramos
con algún cuidado. Las primeras tres generaciones son de todos conocidas:
Abraham, Isaac, Jacob. Mateo no lo dice aquí, pues era conocimiento común
de todos, pero el caso es que tanto Sara como Rebeca y Raquel eran estériles,
y por tanto despreciadas. Los nacimientos de Isaac, Jacob y Judá fueron actos
de reivindicación por Dios para estas mujeres. En las próximas generaciones,
Mateo menciona a tres otras mujeres: Tamar, Rahab y «la que fue mujer de
Urías» (Betsabé, 2 S 11). Todas estas representan lo que podríamos llamar
«los trapos sucios» entre los antepasados de Jesús. El nombre de Tamar les
recordaría a los lectores y lectoras de entonces que Pares fue el resultado de
una unión incestuosa entre Judá y su hija Tamar. El de Rahab les recordaría
que entre los antepasados de Jesús había una ramera extranjera que, sin
embargo, había tenido más fe que muchos israelitas (véase He 11.31). La
referencia a la mujer de Urías les recordaría uno de los episodios más
bochornosos en la historia del rey David. De manera semejante, el nombre de
Rut les recordaría que había también, entre aquellos antepasados, una mujer
de entre los odiados moabitas.
No se trata aquí de culpar a las mujeres, pues las acciones y condiciones
de todas ellas reflejan una sociedad en que las mujeres estaban supeditadas.
Así, por ejemplo, al mencionar a «la que fue mujer de Urías» el texto nos
recuerda cómo aquella mujer y su esposo fueron víctimas de la lujuria y el
desenfreno de David. Se trata más bien de recordarles a los lectores y lectoras
que toda la historia de Israel —por muy pura que esa nación pretenda ser—
está marcada por el pecado y el abuso. Hasta el tan admirado rey David
cometió un acto de imperdonable violencia contra Betsabé y su esposo Urías.
Y la tan mentada y defendida pureza étnica de Israel tampoco es tal como se
piensa; y como testimonio de ellos se nos recuerda a Rahab y a Rut.
El vínculo entre los dos pasajes que estudiamos es doble: por una parte,
se nos recuerda el lugar central que ocupan las mujeres en la historia de la
salvación —y de la humanidad toda—; por otra, se nos recuerda que Jesús,
quien no vino a llamar a justos, sino a pecadores, era producto de una historia
con sus luces y sus manchas; que ni el propio Jesús podía reclamar ser
producto de una herencia limpia de toda sospecha. Tras estos dos temas,
encontramos el tema común en toda la Biblia —y particularmente en las
enseñanzas y en la obra de Jesús— de la reivindicación de los oprimidos y
marginados —como las mujeres en la historia de Rut y Noemí— y del deseo
y el poder de Dios de utilizar a pecadores como el rey David para llevar
adelante sus propósitos redentores.
APLICACIÓN
De niño, siempre me extrañó el que Mateo empezara su historia con una
larga genealogía. No sé cuantas veces me propuse leer todo el Nuevo
Testamento, ¡y no pasé de este primer capítulo de Mateo! ¿Por qué es que el
Evangelio comienza con esa larga lista de nombres, muchos de ellos
desconocidos y apenas pronunciables? Ahora veo al menos dos propósitos
importantes en tal genealogía.
El primero ya lo hemos mencionado más arriba, y volveremos sobre él:
mostrar que el Dios de Jesús es un Dios que no se arredra ante los pecados y
las limitaciones humanas, y un Dios que tampoco se deja llevar por los
prejuicios humanos. Entre el pueblo de Dios hay incesto, rameras, extranjeros
despreciados, hostigamiento sexual, y hasta asesinato premeditado (cuando
David manda colocar a Urías donde sabe que han de matarle). ¡Y a pesar de
todo eso, Dios sigue usando a ese pueblo!
El segundo es mostrar la continuidad entre el Evangelio de Jesús y la
revelación y promesas dadas a Abraham y su descendencia. Muy pronto, en
la vida de la Iglesia, algunos empezaron a sugerir que Jesús era una realidad
tan nueva, que no tenía nada que ver con la historia anterior, ni siquiera con
la realidad física del mundo creado. Mateo tenía a la mano el Evangelio de
Marcos, que sencillamente empieza con el ministerio de Jesús. Ahora, para
contrarrestar cualquier opinión en el sentido de que el evangelio no tuviera
ninguna relación con la historia de Israel, Mateo empieza su historia con una
genealogía que se remonta hasta Abraham.
Pocos años más tarde, para dejar claro que Jesús no se relaciona sólo
con Israel, sino con toda la creación, Lucas ofrece una genealogía que se
remonta hasta Adán. Por último, para mostrar que el evangelio se relaciona
no sólo con la humanidad toda, sino también con la creación toda, Juan
empieza su libro señalando que «todas las cosas por medio de él [el Verbo
que se encarnó en Jesús] fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho
fue hecho» (Jn 1.3). En breve, Jesús no es como un rayo caído del cielo, sino
que es la culminación de los propósitos de Dios para Israel, para toda la
humanidad y para la creación.
¿Qué importancia tiene todo esto hoy? Mucha.
En primer lugar, frecuentemente nos desalentamos al ver en la iglesia
pecados y chismes que son indignos del pueblo de Dios. Ciertamente tales
pecados y chismes han de ser condenados. Eso no quiere decir que Dios no
pueda seguir usando a la iglesia como antaño usó a Israel.
En segundo lugar, a veces seguimos el camino contrario. Queremos ser
tan puros y puras que quien no sea igualmente puro no tiene lugar en nuestra
comunidad. Nos olvidamos de que este Jesús, en cuya genealogía Mateo
revela los «trapos sucios», vino a llamar a pecadores antes que a justos.
Sobre estos dos primeros puntos, cabe preguntarnos y discutir entre
nosotros y nosotras: ¿Cuáles son los pecados más comunes en nuestra
comunidad de iglesia? ¿Cuáles son los pecados que, aunque no parezcan tan
graves, le hacen daño serio a la comunidad y al testimonio de la iglesia? (Por
ejemplo, los chismes, las envidias, la avaricia de algunos, el deseo de gloria
de otros, etc.) ¿Qué podemos hacer para rechazar tales pecados, pero al
mismo tiempo mostrarles el perdón de Dios a quienes los cometen?
En tercer lugar, a veces nos dejamos llevar por los prejuicios sociales y
étnicos que predominan en cualquier sociedad. En nuestras comunidades
latinas, frecuentemente en medio de una cultura en la que subrepticiamente se
desprecia lo africano y lo indígena, pretendemos no ser como fulano o
mengana, que tienen de esto o de aquello. Otras personas insisten en su
abolengo, y en quiénes fueron sus grandes antepasados. ¡Tanto es así, que a
juzgar por tales genealogías parece que los piratas, los ladrones y los asesinos
de antaño no dejaron descendencia alguna! La genealogía de Jesús nos
recuerda el dicho de que «quien no tiene dinga tiene mandinga». Lo que nos
hace aceptables no es nuestra pureza —sea pureza racial, alcurnia social, o
pureza moral— sino la gracia de Dios.
Sobre esto, cabe preguntarnos cuáles son los grupos marginados en
nuestra sociedad. ¿Pertenecemos nosotros y nosotras a un grupo marginado?
¿O somos, al contrario, quienes marginamos a otras personas? ¿Somos ambas
cosas? ¿Hay, por ejemplo, algún grupo de inmigrantes a quienes nuestra
sociedad discrimina? ¿Qué podemos hacer para mostrar que en la iglesia las
cosas son diferentes?
En cuarto lugar, no olvidemos que entre las personas menospreciadas las
mujeres se cuentan con mayor frecuencia que los varones. Aunque no
vivamos ya en tiempos de Rut y de Noemí, cuando las mujeres no podían
tener propiedades y tenían que depender de los varones, sí vivimos en
tiempos en los que todavía se discrimina contra las mujeres. Por ejemplo, se
les paga menos que a los varones por el mismo trabajo.
Sobre esto, debemos preguntarnos qué formas de discriminación o
marginación sufren hoy las mujeres. ¿Cómo se manifiestan esa
discriminación y esa marginación en la vida, no sólo de la comunidad, sino
también de la iglesia? Si la historia de Rut y Noemí es de solidaridad entre las
mujeres, y de reivindicación por parte de Dios, ¿cómo pueden las mujeres
hoy practicar una solidaridad igualmente liberadora? ¿Qué lugar pueden tener
los varones en tal solidaridad? ¿Qué lugares no pueden o no deben tener?
Por último, si Mateo empieza su Evangelio con una genealogía, y ni
siquiera Jesús empezó, por así decir, sin historia y genealogía, ¿no será que
debemos tratar de recuperar la «genealogía» de nuestras comunidades de fe?
¿Cuál es la historia de nuestra congregación? ¿Qué podemos hacer para
recuperarla? ¿Seremos capaces de escribir una historia en la que también se
vean los «trapos sucios», como lo hace Mateo? ¿Cómo podremos reconocer
esas manchas en nuestra historia sin insultarnos mutuamente, sino
reconociendo que en todo ello Dios ha estado actuando, como estaba
actuando en el Israel antiguo?

ORACIÓN
Gracias, Dios y Señor de la historia, por habernos hecho parte de la
historia de tu pueblo. Gracias porque, a pesar de nuestros errores, prejuicios
y pecados, Tú nos sigues bendiciendo, perdonando y usando para tus
propósitos eternos. Ayúdanos de tal modo a serte fieles, que vengamos a ser
parte de esa historia de la que dependerán generaciones venideras, como
ahora dependemos de las que nos precedieron. Por Jesucristo, hijo de David
e hijo de Rut. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Miqueas 5.1-5a Marcos 1.1-8 Lucas 10.21-24
Martes Jueves Sábado
Mateo 23.29-39 Lucas 1.26-29 Lucas 1.68-75
LECCIÓN 15: UNA SEÑAL INESPERADA

TEXTO BÍBLICO: Isaías 7.13-17; Lucas 1.30-38

TEXTO ÁUREO:

«Por tanto el Señor mismo os dará señal: La virgen concebirá y


dará a luz un hijo, y el pondrá por nombre Emanuel». Isaías 7.14

OBJETIVOS:

1. Mostrar que en el nacimiento de Jesús Dios actúa más allá de


las capacidades humanas, y que hace lo mismo en el nacimiento de
Jesús en nuestros corazones.
2. Señalar, además, que esto trae gozo al mismo tiempo que
dificultades, y que parte de la función de la comunidad de creyentes
es apoyarnos mutuamente, compartiendo tanto el gozo como las
dificultades —es decir, en solidaridad.
3. Comprender la historia que se nos narra acerca del nacimiento
de Jesús y lo que esa historia implica para nuestras vidas.

VOCABULARIO

EMANUEL: Nombre que significa «Dios con nosotros». Aunque


éste no es el nombre de Jesús, a través de los siglos se le ha dado
también a Él, pues ciertamente Jesús es «Dios con nosotros». Aunque el
profeta Isaías lo menciona, no se le da a ningún otro personaje bíblico.
También se escribe «Emmanuel» e «Immanuel». El nombre moderno
«Manuel» se deriva de él.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
Isaías 7.13-17
13 Entonces Isaías dijo:

Isaías 7.13-17 «Escuchen ustedes, los de la casa


real de David.
13 Dijo entonces Isaías: —Oíd ¿Les parece poco molestar a los
ahora, casa de David: hombres, que quieren también
¿No os basta con ser molestos a los molestar a mi Dios?
hombres, sino que también lo seáis a mi 14 Pues el Señor mismo les va a dar
Dios? una señal: La joven está encinta y
14 Por tanto, el Señor mismo os dará va a tener un hijo, al que pondrá
señal: La virgen concebirá por nombre Emanuel.
y dará a luz un hijo, y le pondrá por 15 En los primeros años de vida del
nombre Emanuel. niño,
15 Comerá mantequilla y miel, hasta se comerá leche cuajada y miel.
que sepa desechar lo malo y escoger lo 16 Pero antes de que el niño tenga
bueno. uso de razón, el país de los dos
16 Porque antes que el niño sepa reyes que te causan miedo
desechar lo malo y escoger lo bueno, quedará abandonado.
la tierra de los dos reyes que tú temes 17 »El Señor hará venir sobre ti,
será abandonada. sobre tu pueblo y la casa real,
17 »Jehová hará venir sobre ti, días como no habían venido
sobre la casa de tu padre y sobre tu desde que Efraín se separó de
pueblo días cuales nunca vinieron Judá.»
desde el día en que Efraín se apartó de (Esto se refiere al rey de Asiria.)
Judá (esto es, al rey de Asiria).
Lucas 1.30-38
Lucas 1.30-38 30 El ángel le dijo:
30 Entonces el ángel le dijo: —María, no tengas miedo, pues
—María, no temas, porque has tú gozas del favor de Dios.
hallado gracia delante de Dios. 31 Ahora vas a quedar encinta:
31 Concebirás en tu vientre y darás a tendrás un hijo, y le pondrás por
luz un hijo, y llamarás su nombre nombre Jesús.
Jesús. 32 Será un gran hombre, al que
32 Éste será grande, y será llamado llamarán Hijo del Dios altísimo, y
Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará Dios el Señor lo hará Rey, como a
el trono de David, su padre; su antepasado David,
33 reinará sobre la casa de Jacob 33 para que reine por siempre
para siempre y su Reino no tendrá fin. sobre el pueblo de Jacob. Su
34 Entonces María preguntó al reinado no tendrá fin.
ángel: 34 María preguntó al ángel: —
—¿Cómo será esto?, pues no ¿Cómo podrá suceder esto, si no
conozco varón. vivo con ningún hombre?
35 Respondiendo el ángel, le dijo: 35 El ángel le contestó: —El
—El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el
poder del Altísimo te cubrirá con su poder del Dios altísimo se posará
sombra; por lo cual también el Santo sobre ti. Por eso, el niño que va a
Ser que va a nacer será llamado Hijo de nacer será llamado Santo e Hijo de
Dios. Dios.
36 Y he aquí también tu parienta 36 También tu parienta Isabel va
Elisabet, la que llamaban estéril, ha a tener un hijo, a pesar de que es
concebido hijo en su vejez y éste es el anciana; la que decían que no podía
sexto mes para ella, tener hijos, está encinta desde hace
37 pues nada hay imposible para seis meses.
Dios. 37 Para Dios no hay nada
38 Entonces María dijo: —Aquí está imposible.
la sierva del Señor; hágase conmigo 38 Entonces María dijo: —Yo
conforme a tu palabra. Y el ángel se fue soy esclava del Señor; que Dios
de su presencia. haga conmigo como me has dicho.
Con esto, el ángel se fue.

BOSQUEJO

1. Dios actúa según ciertos patrones, y por eso sus hechos pasados
son señal de sus hechos presentes y futuros
2. La anunciación como palabra de gozo y de perplejidad y
angustia
3. La solidaridad de Elisabet
4. El gozo y las dificultades de la vida cristiana
5. La solidaridad de la iglesia

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Isaías 7.13-17; Lucas 1.30-38
La lección de hoy gira en torno a dos textos bíblicos, uno del Antiguo
Testamento y otro del Nuevo.
El texto del Antiguo Testamento incluye un solo versículo: Isaías 7.14.
Sobre este versículo se ha discutido mucho, pues el texto hebreo no dice
necesariamente «virgen», sino «joven» —lo cual podría o no referirse a una
joven virgen. Fue al traducir la Biblia al griego (en la versión antigua llamada
la Septuaginta), que el texto se tradujo en el sentido de «virgen». Además, si
Isaías estaba profetizando en tiempos del rey Acaz, y su mensaje era para su
tiempo, difícilmente podríamos pensar que se estaba refiriendo
exclusivamente a acontecimientos que tardarían siglos en llegar, y que
escasamente podrían servir como señal a Acaz y a sus contemporáneos.
(Léase Is 7.1-16, donde se verá que las palabras de Isaías van dirigidas a
Acaz, y su propósito es darle seguridad ante los embates de sus enemigos).
Por eso, algunos eruditos dicen que el pasaje de Isaías no se refiere a Jesús,
sino a algún contemporáneo de Acaz —posiblemente su propio hijo.
Por otra parte, Mateo 1.23, le aplica el pasaje a Jesús. ¿Quiere decir esto
que tenemos que escoger entre lo que nos dicen los eruditos y lo que nos dice
Mateo? No. Lo que quiere decir es que tenemos que entender el modo en que,
en la Biblia, se usan los acontecimientos pasados para interpretar los
presentes y futuros, de tal modo que en el presente se ve el cumplimiento de
lo que otros acontecimientos anunciaron en el pasado. En otras palabras, los
acontecimientos no se repiten, pero sí siguen ciertos patrones guiados por
Dios. Así, por ejemplo, la salida de Egipto no se repite; pero esa salida ayuda
al pueblo a entender el retorno del exilio en Babilonia varios siglos después;
y nos ayuda a los cristianos a entender el advenimiento de Jesús todavía más
tarde. Dios dirige la historia siguiendo ciertos patrones. Puesto que en griego
esos patrones se llaman «tipos », decimos que esa interpretación es
«tipológica». Es por eso, por ejemplo, que Mateo 2.15 dice que con la huida
de la sagrada familia a Egipto se cumplió lo que dijo el profeta, «De Egipto
llamé a mi hijo». Mateo no quiere decir que no haya habido un éxodo de
Egipto, sino que aquel éxodo fue señal y anuncio de lo que sucedería con
Jesús. De igual modo, podemos entender que Isaías 7.14 se refiere a algo que
estaba aconteciendo en tiempos de Acaz, y también a lo que sucedería en el
nacimiento de Jesús.
Pasemos al pasaje del Nuevo Testamento. Ese pasaje narra lo que
comúnmente se conoce como la «anunciación» —es decir, el anuncio— a
María del nacimiento de Jesús. Es uno de los temas más tratados en la pintura
clásica, donde frecuentemente se pinta a María frente al ángel, al tiempo que
el Espíritu Santo, en forma de paloma, viene sobre ella. Por eso, y porque lo
leemos en la iglesia al menos una vez cada año, es muy conocido. Hay en él
dos puntos sobre los cuales debemos detenernos —uno porque ha sido muy
discutido, y el otro porque apenas si nos damos cuenta de él, cuando es parte
importantísima del relato.
El primero de estos dos puntos es el saludo del ángel, quien llama a
María «muy favorecida». En el griego (el idioma original en que fue escrito
el Evangelio) lo que dice literalmente es «muy agraciada», y esto se tradujo al
latín como «llena de gracia ». La Iglesia Católica Romana ve en este texto la
prueba de que María fue concebida sin pecado, pues si era «llena de gracia »
esto quiere decir que tuvo todas las gracias. Pero aún, aparte de los debates
doctrinales, el sentido de la palabra parece ser lo que dicen nuestras Biblias,
«muy favorecida» (RVR) o «favorecida de Dios» (VP).
El segundo punto es mucho más importante. Estamos tan acostumbrados
y acostumbradas a escuchar esta historia en medio de las celebraciones
navideñas, que no nos damos cuenta del drama que está teniendo lugar en
ella. El texto no nos dice lo que estaba haciendo María cuando el ángel se le
acercó. Sea lo que fuere, bien podemos imaginar que lo menos que ella se
esperaba era una visita como ésta. Lo que es más, la idea de que los ángeles
son seres con alas es parte de lo que la imaginación artística nos ha llevado a
pensar. Lo cierto es que un ángel es un mensajero de Dios, y que en la Biblia
se habla de casos en los que los ángeles no parecían, sino seres humanos
como cualquier otro humano (véase, por ejemplo, Gn 19.1-5). María es una
joven prometida a José en matrimonio. Ahora se le acerca un extraño y la
saluda con palabras altisonantes. Es por ello que María se turba —¿qué
querrá de ella este extraño?— y el ángel tiene que decirle que no tema.
Sigue entonces el anuncio. Hoy nos parece que esto sería una grata
noticia para María. Eso es porque conocemos el resto de la historia, y
sabemos por qué es que el ángel la llama «muy favorecida». Para una joven
galilea, desposada, pero todavía virgen, lo que el ángel le anunciaba era una
tragedia —o al menos una seria amenaza. El que una joven saliera encinta era
una gran afrenta tanto para su familia como para su prometido, y por lo tanto,
tal joven quedaría excluida de su círculo de amistades. Posiblemente tendría
que abandonar la ciudad y llevar una vida de miseria y de humillación. Hasta
era posible que los vecinos la apedrearan hasta que muriera —como leemos
en los diarios que todavía sucede a veces en algunas tierras del Levante.
Las palabras de María, ¿cómo será esto? Son mucho más que cuestión
de curiosidad. Son también palabras de duda y de protesta —como ¿por qué
me ha de pasar a mí esto? Sus palabras finales, «hágase conmigo conforme a
tu palabra», son entonces palabras de aceptación de lo que será una tarea
difícil y un camino arduo —camino que, como sabemos, culminará al pie de
la cruz.
En medio de todo esto, el ángel le dice a María que su parienta Elisabet
está encinta. Si siguiéramos leyendo la historia que Lucas narra, veríamos
entonces que María encuentra apoyo en la solidaridad con esta otra mujer,
también encinta en circunstancias desesperadas.

APLICACIÓN
Hay muchas maneras de estudiar y aplicar la historia de la anunciación.
Lo más común es leerla como el inicio de la historia navideña, que nos
aprestamos a celebrar. Esto es importante, y no debemos olvidarlo. Pero
también es importante que veamos que esta historia no es sólo sobre el
pasado y sobre personas que vivieron en tierras lejanas, sino que en cierto
modo también es sobre nosotros y nosotras. El Señor que nació en Belén es el
Señor que todavía hoy nace en nuestros corazones, y que al nacer hace en
nosotros, y requiere de nosotros, cosas extraordinarias. Lo que Dios hizo en
María fue extraordinario, y no cabe duda de que tenía razón el ángel al
llamarla «muy favorecida». Cuando lo leemos a la luz de toda la historia del
Evangelio vemos que lo que Dios hizo en María también resultó en penas y
angustias. En cierto modo, las palabras del ángel, «muy favorecida», son una
promesa de lo que será el triunfo final. Por lo pronto, lo que acarrean es
perplejidad y dolor —y posiblemente humillación, pues bien podemos
imaginar lo que dirían los vecinos.
Jesús no siempre viene a nuestros corazones cuando nos conviene. No
podemos decirle sencillamente, «Señor, espérate a que termine lo que estoy
haciendo, y que resuelva otros problemas, y entonces te recibiré» —como
tampoco María podía decirle al ángel, «Hágase conmigo conforme a tu
palabra, pero espera un poco, a que yo esté casada y así no haya habladurías».
Cuando Jesús viene, frecuentemente interrumpe nuestras vidas. Y, aunque
hay por ahí muchos que dicen que Jesús nos resuelve todos los problemas y
nos hace prosperar, lo cierto es que de inmediato Jesús bien puede traernos
más problemas —en el trabajo, en la familia, en la carrera, en los estudios...
Al leer la historia de la anunciación hay otras dos dimensiones que
pueden ayudarnos en nuestra vida cristiana. La primera es que el nacimiento
virginal es señal de que Dios frecuentemente actúa más allá de las
posibilidades humanas. Puesto que en la sección «Análisis de la Escritura»
hablamos de «tipología», bien podemos señalar que el pasaje que estudiamos
es la culminación de toda una serie de nacimientos milagrosos en la historia
bíblica. El tema de la mujer estéril que concibe por voluntad divina aparece
repetidamente en la Biblia —Sara, Rebeca, Raquel, Ana, y varias otras. Si
leemos en Lucas lo que antecede a la anunciación a María, veremos el mismo
tema en la historia de Elisabet, quien concibe tras largos años de esterilidad.
Este tema de la mujer estéril que concibe llega a su culminación en la mujer
estéril por excelencia, una virgen.
Lo que todo esto indica es que la acción de Dios frecuentemente ocurre
al límite mismo de las posibilidades humanas. El Dios que lo crea todo de la
nada es el Dios que hace que la estéril dé a luz, que la virgen conciba, que el
Crucificado resucite, y que la iglesia viva. Todo esto es de una misma pieza.
¡Nuestro Dios es el Dios que hace maravillas!
Esas maravillas no ocurren solamente en esas historias bíblicas, sino que
ocurren también en nuestras vidas. Podemos —y debemos— esforzarnos por
hacerlo todo lo mejor posible; pero a la postre, al llegar el límite de nuestras
capacidades, cuando parece que no hay vida ni esperanza, es allí que Dios
actúa. El tema del parto de la estéril y de la concepción de la virgen es señal
de que Dios toma nuestra esterilidad y la hace fructificar —aunque, no nos
hagamos ilusiones, como en el caso de María, esto puede acarrearnos
mayores problemas y angustias.
Gracias a Dios, no todo queda ahí. Sabemos que a fin de cuentas la
victoria le pertenece al Dios creador de todo cuanto existe y consumador de
todas las cosas. Por lo pronto, aun en medio de nuestras angustias, Dios no
nos deja solas o solos. En esto también, el caso de María nos sirve de ayuda y
de consuelo. El ángel le dice a María que su parienta Elisabet, quien era
estéril, también ha concebido. Si seguimos leyendo la historia más allá del
texto impreso, veremos que María va entonces a visitar a su parienta, y que
entre ambas hallan gran consuelo y gozo. María puede contar con la
solidaridad y el apoyo de Elisabet. Más adelante, al pie de la cruz, también
podrá contar con la solidaridad de otras mujeres y de Juan.
Cuando Jesucristo nace en nosotros y nosotras, esto produce grande
gozo —tanto, que es casi como si escucháramos una vez más las palabras del
ángel: «¡Salve, muy favorecida[o]!». También produce temor o perplejidad,
de tal modo que escuchamos además, aquellas otras palabras, «no temas,
porque has hallado gracia delante de Dios». Pronto encontraremos que esa
venida de Jesús también nos acarrea dificultades, críticas, y hasta dolores.
(No olvidemos que poco después de los hechos que estudiamos Simón le dice
a María, «una espada traspasará tu misma alma»).
Es en tales casos que la solidaridad se vuelve esencial. Es la solidaridad
que Elisabet le presta a María. Es la solidaridad de las hermanas y los
hermanos en la iglesia que se consuelan y apoyan mutuamente. El ángel no le
da a María solamente el anuncio de que concebirá, sino que le da también a
Elisabet. Hoy, el mismo Señor que nació de María, el mismo Dios que le dio
a María la solidaridad de Elisabet, nos ofrece la solidaridad de la iglesia. La
iglesia no es algo que los creyentes nos hayamos inventado para que nos
apoye. La iglesia es don de Dios. Es don para nuestro apoyo, guía y consuelo,
como lo fue Elisabet para María.
En estos días en que nos aprestamos a celebrar el nacimiento de Jesús en
Belén de Judá, ¿cómo podemos también celebrar su nacimiento en nuestros
corazones? Ese nacimiento no es obra nuestra ni de alguna otra persona,
como el nacimiento de Jesús tampoco fue obra humana. ¿Será posible que ese
nacimiento no nos traiga sólo gozo, sino también aflicción? ¿Qué aflicciones
podemos esperar? ¿Será posible que esto nos traiga también la solidaridad de
quienes lo han experimentado, quienes junto a nosotros y nosotras celebran la
dicha y al mismo tiempo pagan el precio de haber creído? ¿Qué queremos
decir cuanto en esta comunidad de fe nos decimos mutuamente, «no temas,
porque has hallado gracia delante de Dios»?

ORACIÓN
Gracias, Dios nuestro, porque tuviste a bien encarnarte en el vientre de
María, y así hacer de toda la humanidad, como ella, «muy favorecida».
Gracias por estos días de adviento, en que nos preparamos para celebrar el
nacimiento de tu Hijo, nuestro Señor. Al acercarnos a la Navidad, en medio
del bullicio, el ajetreo y el entusiasmo desbordado de las tiendas y las
compras, ayúdanos a decirte como María, «Aquí está la sierva [el siervo] del
Señor. Hágase conmigo conforme a tu palabra». Por Jesucristo, el hijo de
María. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Gálatas 4.1-7 1 Reyes 8.54-61 2 Crónicas 32.1-8
Martes Jueves Sábado
Génesis 35.1-4 2 Crónicas 13.10-15 Isaías 8.5-10
LECCIÓN 16: UN NACIMIENTO ÚNICO

TEXTO BÍBLICO: Mateo 1.18-25

TEXTO ÁUREO:

«Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él


salvará a su pueblo de sus pecados». Mateo 1.21

OBJETIVOS:

1. Examinar el verdadero significado de la celebración de la


Navidad, no como nos instan a hacerlo las empresas comerciales o
la comunicación en masa, sino como quienes de veras conocemos
al Señor que nació en Navidad.
2. Comprender que la encarnación de Dios en Jesucristo para
nuestra salvación implica encarnarnos, como iglesia y como
individuos, en la sociedad en que vivimos, y responder a sus
necesidades y dolores en solidaridad y amor.

VOCABULARIO

En el pasaje que estudiamos hay tres nombres que merecen especial


atención:
MARÍA: El nombre de la madre de Jesús es el equivalente del de la
hermana de Moisés, Miriam. Esto es una de las muchas señales que
vemos en el Evangelio de la conexión entre la obra salvadora de Dios en
Jesucristo y su obra salvadora a través de las edades.
EMANUEL: «Emanuel» quiere decir «Dios con nosotros». El
nacimiento de un hijo de ese nombre fue señal para Acaz de que Dios no
le había abandonado. Para nosotras y nosotros hoy, es señal de que Dios,
de tal manera se ha unido a la naturaleza humana —de tal manera se ha
encarnado– que es para siempre «Dios con nosotros».
JESÚS: «Jesús» es la forma griega de «Josué», que significa «Dios
[Jah o Jehová] salva». Luego, en Jesús Dios está con nosotros y nosotras
para salvar. El Dios que nos salva en Jesús es el mismo Dios que antaño
salvó a Israel mediante Josué.
TEXTO BÍBLICO

RVR VP
Mateo 1.18-25
18 El nacimiento de Jesucristo
fue así: Estando comprometida Mateo 1.18-25
18 El origen de Jesucristo fue éste:
María, su madre, con José, antes
que vivieran juntos se halló que María, su madre, estaba comprometida
había concebido del Espíritu para casarse con José; pero antes que
Santo. vivieran juntos, se encontró encinta por el
19 José, su marido, como era poder del Espíritu Santo.
19 José, su marido, que era un hombre
justo y no quería infamarla, quiso
dejarla secretamente. justo y no quería denunciar públicamente
20 Pensando él en esto, un a María, decidió separarse de ella en
ángel del Señor se le apareció en secreto.
20 Ya había pensado hacerlo así,
sueños y le dijo: «José, hijo de
David, no temas recibir a María cuando un ángel del Señor se le apareció
tu mujer, porque lo que en ella es en sueños y le dijo: «José, descendiente
engendrado, del Espíritu Santo de David, no tengas miedo de tomar a
es. María por esposa, porque su hijo lo ha
21 Dará a luz un hijo, y le concebido por el poder del Espíritu
pondrás por nombre Jesús, Santo.
21 María tendrá un hijo, y le pondrás
porque él salvará a su pueblo de
sus pecados.» por nombre Jesús. Se llamará así porque
22 Todo esto aconteció para salvará a su pueblo de sus pecados.»
22 Todo esto sucedió para que se
que se cumpliera lo que dijo el
Señor por medio del profeta: cumpliera lo que el Señor había dicho por
23 «Una virgen concebirá y medio del profeta:
23 «La virgen quedará encinta
dará a luz un hijo y le pondrás
por nombre Emanuel» (que y tendrá un hijo,
significa: «Dios con nosotros»). al que pondrán por nombre Emanuel»
24 Cuando despertó José del (que significa: «Dios con nosotros»).
24 Cuando José despertó del sueño,
sueño, hizo como el ángel del
Señor le había mandado y recibió hizo lo que el ángel del Señor le había
a su mujer. mandado, y tomó a María por esposa.
25 Pero no la conoció hasta 25 Y sin haber tenido relaciones
conyugales, ella dio a luz a su hijo, al que
que dio a luz a su hijo José puso por nombre Jesús.
primogénito, y le puso por
nombre Jesús.

BOSQUEJO

1. La Navidad es mucho más que una época para comprar regalos


y cantar aguinaldos.
2. La Navidad es el foco de toda la historia, que fue preparación
para ella.
3. La Navidad es el foco de la vida cristiana, que es encarnación
siguiendo el ejemplo de la encarnación de Dios en Jesucristo.

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Mateo 1.18-25
La semana pasada estudiamos la historia de la anunciación en Lucas.
Hoy estudiaremos un pasaje paralelo en Mateo. Puesto que frecuentemente se
leen estos dos pasajes así, uno después del otro, se nos oculta el hecho de que
Mateo no habla del anuncio a María. Este contraste es interesante. Lucas
tiene mucho más interés que Mateo en el papel de las mujeres en la historia
de la salvación. Repetidamente, Lucas parea una historia o una parábola
sobre un varón con otra sobre una mujer —por ejemplo, en la presentación de
Jesús en el Templo, vemos las profecías de Simón y de Ana, y en las
parábolas, un hombre siembra una semilla de mostaza, y una mujer esconde
un poco de levadura en la masa.
El interés de Mateo en la contribución femenina es mucho menor.
Vemos esto desde el principio, en la historia del nacimiento de Jesús. En esa
historia, es José quien recibe la noticia de que María ha concebido por el
Espíritu Santo. (Naturalmente, la narración da a entender que María estaba
encinta; pero Mateo no nos dice una palabra sobre cómo respondió ella a tal
situación, ni cómo la interpretó, ni cómo cantó ante lo que Dios estaba
haciendo en ella.) Aquí no hay visita, ni diálogo, ni apoyo, entre María y
Elisabet. Inmediatamente después del pasaje que estudiamos hoy, Mateo dice
que «cuando Jesús nació...» (2.1) —y en su historia del nacimiento y de la
visita de los magos María parece ser un personaje secundario. Aquí el centro
de atención en la preparación para el nacimiento de Jesús está en José, y no
en María.
El papel de José es importante, aunque es muy diferente del de María.
José es un varón judío que está comprometido con María. La palabra
«comprometido» tenía en esa época un sentido algo diferente del que tiene
hoy. Hoy un compromiso matrimonial es un acuerdo entre dos personas. Ese
acuerdo puede ser público o privado, pero en todo caso no tiene fuerza de ley.
En tiempos de José y María, no era así. Un compromiso matrimonial era una
obligación legal. El que María estuviera encinta implicaba que María había
sido infiel al compromiso contraído.
En tales circunstancias, lo normal era que el varón renunciara a su
desposada, en una acción semejante al divorcio. Esto tendría serias
consecuencias para la mujer, pues por lo menos resultaría en su vergüenza
pública, y hasta era posible que se le aplicara la ley del Antiguo Testamento,
apedreándola hasta la muerte. (Bajo el régimen romano, la pena de muerte no
se podía aplicar de tal modo; pero se sabe de numerosos casos en los que
algún pueblo enardecido aplicó las viejas leyes aun en contra de la legislación
romana. Esto puede parecer extraño, pero quien lea los diarios hoy verá que
todavía hay regiones en el Medio Oriente donde, aunque se supone que la ley
lo prohíba, las mujeres infieles son apedreadas y muertas.)
Cuando el texto dice que José «no quería infamarla», lo que está
diciendo no es solamente que no quería que se pensara mal de ella. Está
diciendo también que José no quería denunciarla, ni que se le aplicaran las
terribles penas que podrían aplicársele.
Nótese que Mateo dice que José no lo hizo porque «era justo». Para
muchas personas hoy, la justicia es cuestión de castigo. Decimos que «se hizo
justicia» cuando un ladrón es encarcelado o cuando un asesino es ejecutado.
Aquí la justicia se entiende de otro modo. La justicia consiste ante todo en
fidelidad a Dios. José sabe que, aunque se suponga que él denuncie a María
públicamente, esto podría tener consecuencias funestas; y por tanto, hace
justicia evitando que se cumpla sobre ella la «justicia» vengativa de los
humanos.
El pasaje pasa entonces a citar el texto de Isaías que estudiamos la
semana pasada. Es bueno recordar lo que vimos en esa lección sobre la
«tipología» —cómo el «cumplimiento» de pasajes del Antiguo Testamento
no quiere decir necesariamente que las palabras fuesen pronósticos de lo que
había de acontecer, sino que el modo en que Dios actuó en el pasado es señal
del modo en que Dios actúa, y por tanto, tiene su culminación en Jesús, la
suprema acción de Dios. Sobre esto volveremos en la «Aplicación» de la
lección.
Los versículos 22 y 23, que pueden parecer poco más que el fin de lo
que se narra, han sido motivo de serias controversias en la historia de la
iglesia. Decir que José «recibió» a María quiere decir que contrajo
matrimonio con ella. Sobre esto no hay debate. El debate gira en torno al
versículo 25: «no la conoció [es decir, no tuvo relaciones sexuales con ella]
hasta que dio a luz...». Durante la Edad Media, se pensaba que la virginidad
era una virtud especial, y que el nacimiento virginal era importante no sólo
para la historia de Jesús, sino también para la de María. María era pura, y por
tanto, debió haber permanecido virgen por el resto de su vida. Por eso es que
en los cuadros tradicionales se pinta a José como un anciano, cuando de
hecho el texto bíblico no dice una palabra sobre su edad. ¿Qué quiere decir
entonces lo de que «no la conoció hasta que dio a luz...»? ¿Quiere decir que
después del nacimiento de Jesús sí tuvieron relaciones sexuales? Eso es lo
que parece indicar la palabra «primogénito» —y posiblemente sea por eso
que algunos manuscritos la omiten. Lo mismo es cierto de las referencias a
los «hermanos» de Jesús en el resto del Evangelio. En realidad, no es posible
saberlo. Lo que es más, la única razón por la que tal pregunta se plantea es la
insistencia de algunos en la virginidad perpetua de María. Una vez vemos que
tal virginidad, real o ficticia, no viene al caso para la historia de Jesús ni la
afecta en modo alguno, podemos dejar ese debate a un lado, y volver a
colocar a Jesús en el centro de nuestra lectura del Evangelio.
Lo importante en esta historia es el nacimiento de Jesús. Dios interviene
directamente en ese nacimiento, como lo hizo antes en los nacimientos de
Isaac, Jacob, Sansón, Samuel y tantos otros. En este caso esa intervención
llega a su punto culminante, pues mientras las madres de todos esos varones
de antaño eran estériles, la de Jesús era virgen. La historia de la Navidad no
es solamente la historia del nacimiento de un bebito, sino que es también la
culminación de toda una historia en la que Dios interviene repetidamente para
la salvación de su pueblo. Y, puesto que tal es nuestro Dios, tal es también
nuestra historia. Nuestra existencia no es milagrosa como lo es la de Jesús;
pero con todo y eso, también en ella interviene el Dios que intervino en el
nacimiento de Isaac, y de Jacob, y de Samuel, y de Jesús. Veamos entonces
lo que esto significa para nuestra vida de fe.

APLICACIÓN
La historia de la Navidad es mucho más que lo que aconteció hace
veinte siglos. Es también la historia de lo que Dios fue haciendo desde largos
siglos antes en preparación para aquella Navidad, y de lo que Dios ha seguido
haciendo en la iglesia y en nosotros y nosotras en seguimiento al natalicio
que celebramos en estos días.
Cuando así vemos la Navidad, no nos dejamos llevar por los
sentimentalismos ni por el comercialismo de estos días. El sentimentalismo,
frecuentemente alentado por la cultura que nos rodea, nos lleva a pensar que
lo que sucedió en Navidad no fue más que una cosa bonita, como el
nacimiento de cualquier bebito. El comercialismo, alentado por las empresas
que se benefician de él, nos lleva a pensar que el mejor modo de entender y
de celebrar la Navidad es gastando dinero y dando carreras de aquí para allá
buscando un regalo para Mengano o Fulana. Tanto el sentimentalismo como
el comercialismo nos ocultan el pleno sentido de la Navidad.
Lo que celebramos en Navidad es nada menos que la venida de Dios en
persona al mundo que Dios creó. Desde que Dios dijo, «sea la luz», Dios
estaba preparando el mundo para su venida. Y, como el pasaje que
estudiamos nos da a entender, al prometerle un hijo a Acaz a través del
profeta Isaías, Dios estaba también preparando el camino para su
encarnación. Y lo mismo en cada una de las muchas generaciones con las que
empieza el Evangelio de Mateo. Lo que celebramos es que Dios mismo se
hizo carne, que habitó entre nosotros.
Cuando, como Mateo, vemos la historia pasada a través de los lentes de
la Navidad, vemos que toda esa historia era preparación y anuncio de lo que
acontecería en Belén aquella primera Nochebuena. Vemos que en ese gran
día todas las cosas viejas pasaron, porque todo era preparación para ese día, y
el tiempo tan anhelado ha llegado. (Recuerde el himno «O ven, o ven,
Emanuel», que dice «el Hijo, el deseado por todo tiempo y toda edad, en ti
Belén nació».)
Lo que no debemos olvidar es que nuestras vidas todas han de vivirse a
partir de la Navidad. Si, como vimos en la lección pasada, Jesucristo es la
culminación hacia la cual apunta toda la historia, Jesucristo es también el
patrón o paradigma que la vida ha de seguir a partir de entonces.
Es por esto que la estación de Navidad es tan importante para la iglesia.
Es la estación que marca el advenimiento de nuestro Señor. La Navidad es
también, la estación que nos recuerda que a partir de entonces no estamos
solos ni solas, sino que Dios es Emanuel, «Dios con nosotros». Como dijera
un antiguo escritor cristiano (Clemente de Alejandría), «en el ocaso de
aquella noche amaneció la eternidad». Y sobre todo, la Navidad nos recuerda
que, como hijos e hijas de este Dios con nosotros, nuestro deber es
encarnarnos como Dios se encarnó y, como Él, ir precisamente a aquellos
lugares en los que se le desobedece y no se reconoce su señorío.
Concretamente, esto quiere decir que ya no podemos pensar que la vida
transcurre aparte de la presencia de Dios. Este mundo en que vivimos es el
mundo al cual Dios vino. Ciertamente, el mundo no le aceptó, y buena parte
del mundo sigue viviendo como si la encarnación nunca hubiera acontecido.
Pero lo cierto es que Dios vino al mundo, que el mundo es de Él, y que
quienes nos llamamos por su nombre —los «cristianos»— hemos de vivir en
el mundo como quienes lo sabemos. Cuando, a través de los lentes de la
Navidad, vemos la luz, sabemos que esa luz fue creada para iluminar el
pesebre de Belén. Cuando leemos la historia de Acaz y del profeta Isaías,
sabemos que esa historia fue preámbulo o preludio para el nacimiento del
Salvador. Cuando a través de esos lentes miramos el presente, sabemos que la
creación entera se ha vuelto sagrada porque nada menos que Dios mismo ha
venido a ella. La vida cristiana es vida en este mundo sacralizado por el Dios
Emanuel.
Tristemente, no es así que los cristianos y cristianas hemos mirado al
mundo y a nuestro prójimo. Si, como tan frecuentemente sucede, vemos
corrupción en el mundo —corrupción política, explotación de los débiles,
abuso de los indefensos— pensamos que, puesto que eso no es de Dios, lo
que debemos hacer es apartarnos de ello. Cuando vemos una persona sumida
en el pecado —como tantas personas que parecen vivir sin rumbo fijo, o
como tantas otras que parecen vivir sólo para su propio bienestar— nos
imaginamos que lo que Dios quiere es que nos apartemos de ellas, que no
tengamos nada que ver con ellas.
Repasemos rápidamente la vida de este Jesús que nació en Navidad, y
veremos que fue siempre una vida de presencia en medio de personas
despreciadas, pecadoras y tenidas por indignas por las gentes puras y
religiosas. Repetidamente le criticaron por comer y beber con los pecadores y
los publicanos. En la sinagoga, en medio de gente preocupada por rendirle
culto a Dios en toda su pureza, Jesús se ocupó de una mujer encorvada. Tocó
a personas que la sociedad consideraba inmundas. Usó a un samaritano como
ejemplo de enseñanza religiosa para un doctor de la ley —es decir, un
hombre ducho en las Escrituras. La gente religiosa se escandalizó cuando
bendijo a una mujer conocida por sus malas costumbres. Hasta sus discípulos
se sorprendieron viéndole hablar con una mujer samaritana.
Esa vida de Jesús, cuyo comienzo celebramos en nuestros días, no es
sólo el cumplimiento de los patrones de la historia anterior, sino que ha de ser
también el patrón para nuestras vidas hoy. Si Jesús vivió en medio de
publicanos, rameras y pecadores, la iglesia hoy vive en medio de la misma
clase de personas. Y esto quiere decir que, como las personas religiosas de
entonces, tenemos dos opciones. Una de ellas es dedicarnos exclusivamente a
la religión, venir a la iglesia todo el tiempo, cantar muchos himnos y elevar
muchas alabanzas, pero asegurándonos siempre de que la iglesia permanezca
pura, que no se contamine por el contacto con personas impuras. Y la otra
opción es, al mismo tiempo que asistimos a la iglesia, que cantamos himnos y
elevamos alabanzas, asegurarnos de que tanto la iglesia como cada uno de
nosotros y nosotras estemos a la disposición de los necesitados, de los
pecadores, de aquellas personas a quienes la sociedad condena. ¿Cuál de
estas opciones será la que Jesús quiere que sigamos?
Respecto a esto, preguntémonos: ¿Quiénes son las personas
despreciadas a nuestro derredor? ¿Serán algunos inmigrantes? ¿Enfermos de
SIDA? ¿Personas de vida familiar desordenada y descompuesta? ¿Qué
paralelismos podemos ver entre tales personas y algunas de aquéllas a
quienes Jesús se allegó? ¿Qué hemos de hacer entonces?

ORACIÓN
Gracias, Dios nuestro, porque en Jesucristo viniste a morar en medio
nuestro. Gracias porque en Él nos das gozo y salvación. Ayúdanos a serte
fieles sirviéndote en aquellos lugares que parecen más desolados, más llenos
de pecado, más carentes de gozo. Y en esos lugares, como lo hiciste en Belén,
haznos ver tu rostro. Por Jesucristo, quien nació en Belén, quien nació en
nuestros corazones, y quien es nuestra esperanza de vida. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Proverbios 9.7-12 Salmos 90.11-17 Mateo 2.1-6
Martes Jueves Sábado
2 Crónicas 1.7-12 Proverbios 3.13-23 Mateo 2.10-15
LECCIÓN 17: EN BUSCA DEL NIÑO

TEXTO BÍBLICO: Mateo 2.7-9, 16-23

TEXTO ÁUREO:

«Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo». Mateo


2.10

OBJETIVOS:

1. Examinar una historia harto conocida y ver lo que Dios bien


puede estarnos diciendo que posiblemente no escuchemos porque
nos imaginamos que ya sabemos lo que la Biblia dice.
2. Comprender que Dios tiene la soberanía para llamar a las
personas de diversos modos.
3. Aprender a leer siempre la Biblia con frescura. Como ejemplo
de esto, pero también como parte de la lección, veremos cuánto
más rica resulta la historia de los magos, y cuánto más nos reta,
cuando así la estudiamos.

VOCABULARIO

SABIOS: Los personajes centrales del pasaje son unos «sabios». Se


trata de una historia que hemos conocido desde nuestra infancia, aunque
la palabra que usábamos para referirnos a ellos era «magos». Esto se
debe a que la palabra griega que se usa en Mateo es efectivamente
«magos». Como en el lenguaje común un mago es una persona que se
dedica a la magia, sobre todo produciendo ilusiones de modo que sus
audiencias se asombren ante lo que parece un milagro, han hecho bien
los traductores en no decir «magos», sino «sabios». Los «magos» de
antaño eran sabios y sacerdotes de las regiones de Mesopotamia y Persia
(aproximadamente lo que hoy son Irak e Irán) que se dedicaban a
observar los movimientos de los astros, pues pensaban que en tales
movimientos se podían descubrir señales del futuro y de los destinos de
las personas. En otras palabras, se parecían más a lo que hoy llamamos
«astrólogos» que a los «magos» de hoy.
TEXTO BÍBLICO
RVR VP
Mateo 2.7-9, 16-23
7 Entonces Herodes llamó en
secreto a los sabios, y se informó
Mateo 2.7-9, 16-23 por ellos del tiempo exacto en que
había aparecido la estrella.
7 Entonces 8 Luego los mandó a Belén, y
Herodes llamó en secreto
a los sabios y se cercioró del tiempo les dijo: —Vayan allá, y
exacto en que había aparecido la averigüen todo lo que puedan
estrella. acerca de ese niño; y cuando lo
8 Y enviándolos a Belén, dijo: —Id encuentren, avísenme, para que
allá y averiguad con diligencia acerca del yo también vaya a rendirle
niño y, cuando lo halléis, hacédmelo homenaje.
9 Con estas indicaciones del
saber, para que yo también vaya a
adorarlo. rey, los sabios se fueron. Y la
9 Ellos, habiendo oído al rey, se estrella que habían visto salir iba
fueron. Y la estrella que habían visto en delante de ellos, hasta que por fin
el oriente iba delante de ellos, hasta que, se detuvo sobre el lugar donde
llegando, se detuvo sobre donde estaba el estaba el niño.
niño. 16 Al
darse cuenta Herodes de
16 Herodes entonces, cuando se vio que aquellos sabios lo habían
burlado por los sabios, se enojó mucho y engañado, se llenó de ira y mandó
mandó matar a todos los niños menores matar a todos los niños de dos
de dos años que había en Belén y en años para abajo que vivían en
todos sus alrededores, conforme al Belén y sus alrededores, de
tiempo indicado por los acuerdo con el tiempo que le
sabios. 17 Entonces se cumplió lo dicho habían dicho los sabios.
17 Así se cumplió lo escrito
por el profeta Jeremías, cuando dijo:
18 «Voz fue oída en Ramá, por el profeta Jeremías:
18 «Se oyó una voz en Ramá,
grande lamentación, lloro y gemido;
Raquel que llora a sus hijos llantos y grandes lamentos.
y no quiso ser consolada, porque Era Raquel, que lloraba por sus
perecieron.» hijos
y no quería ser consolada
19 Perodespués que murió Herodes, porque ya estaban muertos.»
un ángel del Señor apareció en sueños a 19 Pero después que murió
José en Egipto, Herodes, un ángel del Señor se le
20 y le dijo: «Levántate, toma al niño apareció en sueños a José, en
y a su madre, y vete a tierra de Israel, Egipto, y le dijo:
porque han muerto los que procuraban la 20 «Levántate, toma contigo al
muerte del niño.» niño y a su madre, y regresa a
21 Entonces él se levantó, tomó al Israel, porque ya han muerto los
niño y a su madre, y se fue a tierra de que querían matar al niño.»
Israel. 21 Entonces José se levantó y
22 Pero cuando oyó que Arquelao llevó al niño y a su madre a
reinaba en Judea en lugar de su padre Israel.
Herodes, tuvo temor de ir allá. Y avisado 22 Pero cuando supo que
por revelación en sueños, se fue a la Arquelao estaba gobernando en
región de Galilea Judea en lugar de su padre
23 y se estableció en la ciudad que se Herodes, tuvo miedo de ir allá; y
llama Nazaret, para que se cumpliera lo habiendo sido advertido en
que fue dicho por los profetas, que habría sueños por Dios, se dirigió a la
de ser llamado nazareno. región de Galilea.
23 Al llegar, se fue a vivir al
pueblo de Nazaret. Esto sucedió
para que se cumpliera lo que
dijeron los profetas: que Jesús
sería llamado nazareno.

BOSQUEJO

1. La historia es conocida, pero mucho de lo que «sabemos» no es


cierto.
2. En los magos o sabios, Dios nos muestra su libertad de llamar a
las personas de diversos modos.
3. La religión de los magos, al tiempo que les dice que el Niño ha
nacido, lleva a la muerte de muchos otros niños.
4. ¿Qué hemos de hacer para que nuestra religión no tenga
consecuencias parecidas?
ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Mateo 2.7-9, 16-23
Como ya hemos señalado, la historia es bien conocida. Nos la enseñaron
casi desde que estábamos en pañales. Eso que nos enseñaron, aunque en
cierta medida se basa en la narración bíblica, también incluye muchas cosas
que no se encuentran en esa narración, de modo que al leer la historia es casi
como si leyéramos lo que no está ahí.
En primer lugar, llamamos a estos personajes los «Reyes Magos». Así
nos los imaginamos, y así los representamos en nuestros nacimientos y en el
arte popular. En ese arte, llevan coronas y visten suntuosas ropas. Lo cierto es
que la Biblia no dice en ningún lugar que estos personajes fuesen reyes. El
darles tal título se debió a dos razones: Por una parte, sí hay pasajes en la
Biblia en los que se habla de cómo los reyes de las naciones vendrán a
reconocer al Mesías. Poco a poco se les fueron aplicando esos pasajes a los
sabios (o «magos») de Mateo. Por otra parte, era costumbre en la antigüedad
(y así pasó hasta con el cristianismo en el siglo cuarto) que los reyes o
gobernantes determinaran la religión de sus súbditos. Esto servía además,
para darles mayor autoridad a los gobiernos, pues hacía pensar que los
gobernantes eran representantes de los dioses. De igual modo, una vez que el
Imperio Romano se hizo cristiano, se comenzó a pensar en los reyes y los
poderosos como los mejores guías hacia la verdad de Dios, y de ahí a pensar
que los «magos» eran reyes no hay más que un paso.
En segundo lugar, tampoco dice el texto que fueran tres. Eran «unos
sabios», lo cual da a entender que eran al menos tres. Bien pudieron haber
sido cuatro, media docena o más. Una de las razones por las que parece haber
surgido la idea de que eran tres es que Mateo 2.11 dice que trajeron tres
regalos, oro, incienso y mirra. Si pensamos que cada uno trajo uno de estos
regalos, resulta normal pensar que los magos eran tres.
En tercer lugar, tampoco sabemos que sus nombres fueran, como se nos
ha dicho, Gaspar, Melchor y Baltasar, o que representaran tres razas
diferentes, como se les empezó a pintar en la Edad Media.
La narración de Mateo no entra en tales detalles. Frecuentemente,
porque la leemos como si fuera la historia de los «Tres Reyes Magos», no
vemos algunos aspectos interesantes de la narración.
El primero y más importante es que estos magos no eran judíos. No
tenían las Escrituras. Eran astrólogos paganos. Como cristianos, y como
personas modernas, sabemos que la astrología carece de fundamento, y que
se usa frecuentemente para engañar a las gentes. En este pasaje es la
astrología la que trae a estos paganos a Jesucristo. Cuando lo expresamos de
esa manera, nos puede parecer extraño y hasta chocante. En cierto modo, eso
es lo que Mateo nos está diciendo con su historia. Jesucristo fue anunciado
por los profetas de Israel, sí; y es a través de las Escrituras que debemos
llegarnos a Él, sí; pero con todo y eso la gracia soberana de Dios es tan
envolvente que puede utilizar hasta el error de los astrólogos para llevarles a
Jesucristo.
El segundo es todo el rejuego político que se encuentra tras la historia.
Los sabios fueron a Jerusalén, la capital del rey Herodes, indagando acerca de
un nuevo rey que había nacido. No nos sorprenda entonces que «el rey
Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él» (Mt 2.3). El nacimiento del niño
de quien los magos hablaban amenazaba derrocar a Herodes. Tal
derrocamiento podría traer enormes y hasta trágicas consecuencias, pues
Herodes era un títere del Imperio Romano, que no vería bien el que se le
derrocara.
Lo tercero es la casi increíble inocencia de estos individuos que, por otra
parte, eran sabios. Ir a Jerusalén a indagar por el nuevo rey que ha nacido
resulta extremadamente ingenuo. Con sólo averiguar un poco acerca de la
situación política del país que visitaban, los magos debieron haber sabido que
Herodes no les ayudaría, sino todo lo contrario. Cuando Herodes les pidió
que regresaran y le dijeran dónde estaba el niño, los sabios creyeron en sus
buenos motivos hasta que por una revelación recibieron instrucciones de no
llevarle a Herodes el informe que había pedido.
La ingenuidad política de los sabios, unida a los pérfidos propósitos de
Herodes, lleva a la matanza de los inocentes y al exilio de la sagrada familia.
Los inocentes murieron porque los sabios fueron a Jerusalén haciendo
indagaciones que, de haber entendido la situación del país, nunca hubieran
hecho. Por la misma razón, huyendo de los designios de Herodes, María, José
y el Niño tienen que huir a Egipto.
Por último, debemos notar algo que, aunque no se encuentra en el texto
impreso, sí es parte de la historia. En los versículos 3 al 6 Mateo cuenta que
Herodes convocó «a todos los principales sacerdotes y escribas», y les
preguntó dónde había de nacer el niño esperado. Éstos le respondieron, con
razón y con bases bíblicas, que sería en Belén de Judea. En otras palabras,
que si los magos le dijeron a Herodes aproximadamente cuándo el niño había
nacido, los jefes religiosos le dijeron dónde. Ellos también llevan entonces
parte de la culpa por la matanza de los inocentes y el exilio de Jesús y su
familia.
Lo peor del caso es que lo hacen diciendo la verdad, interpretando la
Biblia correctamente. Pero, aunque lo que digan sea verdad en el sentido
literal, ¿será fiel interpretación de la Biblia, y obediencia a ella, cuando tantas
tragedias resultan? Hay una religión ingenua como la de los magos, que por
andar mirando las estrellas y desentenderse de las realidades del mundo en
que vivimos producen terribles tragedias. Pero puede haber también una
religión que no diga sino la verdad, que se ajuste en todo a las Escrituras, que
diga exactamente lo que las Escrituras dicen, pero que por obedecer a otros
señores y jefes que no son Dios resulte también en graves tragedias. La
verdadera interpretación de la Biblia requiere no sólo que seamos fieles a lo
que el texto sagrado dice, sino también que seamos fieles al espíritu de amor
y de compasión que se encuentra por todas partes en ese texto. Los
principales sacerdotes y los escribas habrán interpretado bien las profecías;
pero al ponerse al servicio de Herodes su propia interpretación (con todo y
ser correcta, pues el Niño sí nació en Belén) resulta trágicamente errada,
desobediente y cruel.

APLICACIÓN
Como hemos visto al analizar el pasaje bíblico, estamos ante un texto
del cual se puede sacar mucho jugo y provecho. Empecemos por el punto
esencial que a través de los siglos ha sido parte de la enseñanza de la iglesia
sobre este pasaje: la manifestación de Jesucristo a los gentiles. En el resto del
Evangelio se trata principalmente de la vida y predicación de Jesús entre el
pueblo de Israel, donde Dios había estado preparando su advenimiento. En
este pasaje se habla de unos «magos», sabios paganos, que llegan a
Jesucristo a través de sus propias prácticas religiosas. Es por esto que el
nombre tradicional de lo que llamamos «Día de Reyes» es «Epifanía». La
palabra «epifanía» quiere decir «manifestación» o «revelación». Luego, lo
que se celebra en este día es, entre otras cosas, la epifanía o revelación de
Cristo a los gentiles. (Lo tradicional era leer en el día de Epifanía, 6 de enero,
tres pasajes bíblicos: primero, las bodas de Caná, donde Jesús les revela su
poder a los discípulos; segundo, el bautismo de Jesús, donde la voz del cielo
es revelación para todo el pueblo de Israel; tercero, el episodio de los magos,
donde Jesús se les revela a los gentiles.)
Vista así, la historia de los magos nos advierte que nada ni nadie tiene el
monopolio del camino para llegar a Jesús. La mayoría viene a través de la
predicación correcta del Evangelio y de la lectura de las Escrituras. Hay
quienes vienen por los caminos más sorprendentes y hasta errados —como es
el caso de estos magos que vienen a Jesús a través de la astrología. En tales
casos lo que nos corresponde no es rechazar a tales personas, porque no
vinieron por los caminos acostumbrados, sino aceptarlas y enseñarles lo que
no saben, de modo que puedan llegar a ser miembros plenos de la comunidad
de fe. ¿Conocerá alguien en la clase a alguna persona que llegó al Evangelio
por un camino poco común o hasta sorprendente?
El pasaje también nos habla de los peligros de una religión que no
conoce al Dios de Israel. Los magos, al ir a Jerusalén indagando acerca del
rey que había nacido, provocaron oposición, tragedia y exilio. Desconocían la
situación política del país, y los resultados fueron funestos. El Dios de Israel
y de la Iglesia no nos permite desentendernos de las realidades políticas y
sociales en que vivimos. Al contrario, basta con leer cualquier pasaje del
Antiguo Testamento para ver que Dios se involucra en los destinos políticos,
sociales y económicos de Israel. Así, por ejemplo, aunque Dios hace rey a
David, ese mismo Dios le envía al profeta Natán cuando David abusa de su
poder como rey. En el Nuevo Testamento, hay la constante oposición por
parte de los poderosos —primero de los poderosos en Israel, los escribas,
ancianos y sumos sacerdotes, y luego los poderosos del Imperio, quienes a la
postre producirían multitudes de mártires.
En la situación presente, es muy fácil olvidarnos de esta dimensión del
Evangelio: Dios quiere que toda la humanidad viva en libertad y plenitud de
vida. Esto incluye tener fe en Él y gozar de su salvación eterna. También
incluye tener qué comer, dónde vivir, cómo abrigarse, cómo cuidar de la
familia, etc. Un «evangelio» que hable solamente sobre la vida eterna no es el
Evangelio de Jesucristo, quien sanó a los enfermos, alimentó a los
hambrientos, y criticó a los poderosos que explotaban a su pueblo. El
Evangelio es la buena nueva del poder y la salvación de Dios. Es buena
nueva de vida eterna. Y es buena nueva de amor, paz y justicia en la vida
presente. Esa es la vida que Dios quiere para su humanidad, la vida que la
Iglesia tiene que anunciar y por la cual tiene que luchar.
Lo que sucede muchas veces es que, como aquellos magos de antaño,
nos preocupamos tanto por el tema religioso, que nos olvidamos del resto.
Así, algunos de los episodios más tristes en la historia de la iglesia se han
escrito cuando la iglesia se preocupó solamente por sus derechos de predicar
y guiar la vida religiosa del pueblo, al tiempo que no se preocupaba por la
explotación y miseria que regían entre ese mismo pueblo. Tal religión es
como la de aquellos magos, muy inspirados por su observación de las
estrellas, pero completamente despreocupados por la situación humana en
que se vivía. ¡Y esa religión, como la de los magos, bien puede resultar en la
muerte de muchos inocentes!
Los magos vieron la estrella en el oriente, y tuvieron grande gozo.
Nosotros y nosotras hemos visto no sólo la estrella de Belén, sino también la
cruz del Calvario y la tumba vacía del jardín. Como a los magos, esto nos
invita al gozo. Al mismo tiempo debemos cuidarnos de no caer en una
religión desencarnada como la de los magos, cuando la esencia misma del
Evangelio es la encarnación de Dios en Jesucristo, como vimos en la lección
anterior.
Preguntémonos entonces, ¿qué aspectos de la vida de nuestro pueblo o
de nuestras comunidades que no se discute en la iglesia sí debería discutirse?
A veces no nos atrevemos a discutir más que lo que otros nos enseñaron que
sí había que discutir. Por ejemplo, a veces preguntamos en una clase de
Escuela Bíblica cuáles son los principales problemas del barrio e
inmediatamente respondemos que son el alcohol, el juego, la incredulidad y
la inmoralidad sexual. Pero si luego, inmediatamente después de la clase, el
mismo grupo se reúne fuera de la iglesia, habla acerca del desempleo, la
violencia, la falta de seguridad pública, la corrupción gubernamental, y otros
temas semejantes. ¿Por qué será que tales temas casi nunca se discuten en
algunas iglesias? ¿Qué temas de los que rara vez se habla deberíamos
discutir? Si nuestro Dios es el Dios de Israel, que se preocupa especialmente
por los huérfanos, las viudas, los pobres y los extranjeros, ¿cómo podemos
dar testimonio de ese Dios en nuestra sociedad? ¿Será posible que tal
Evangelio completo nos traiga un gozo aun mayor que el de los reyes al
contemplar la estrella?

ORACIÓN
Dios nuestro, que te has revelado a la humanidad en innumerables
ocasiones y de diversos modos, haznos ver tu presencia dondequiera que
esté, y ayúdanos a ver tu acción y tu voluntad en todo lo que ocurre en
derredor nuestro, de modo que nuestra fe se manifieste en obediencia plena,
proclamando tu gracia, que se manifiesta tanto en la promesa de vida eterna
como en tus acciones en esta vida. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,
nacido en Belén y elevado a tu diestra. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Mateo 21.23-27 Juan 1.24-34 Mateo 3.7-10
Martes Jueves Sábado
Lucas 7.24-30 Romanos 10.8-17 Romanos 6.1-11
QUINTA UNIDAD:
PALABRA, AMOR Y SERVICIO
Rvdo. Juan Figueroa Umpierre
LECCIÓN 18: INSPÍRATE EN LA PALABRA DE DIOS

TEXTO BÍBLICO: 2 Timoteo 3.14−4.2

TEXTO ÁUREO:

«Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó


primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en
ti también.». 2 Timoteo 1.5

OBJETIVOS:

1. Clarificar la noción sobre lo que es la inspiración divina de las


Escrituras.
2. Hacer conciencia de los frutos que produce la Palabra de Dios
en los creyentes.
3. Recabar que como iglesia prediquemos a todos la Palabra ante
Dios y Jesucristo.

VOCABULARIO

«PALABRA DE DIOS»: En ocasiones la Palabra de Dios puede ser


entendida como la ley de Dios. Ley que comenzó a tener forma escrita
con Moisés. En otras ocasiones, la Palabra de Dios se entiende como su
voluntad o mensaje dado a personas y pueblos a través de sus
mensajeros. Hoy, cuando se habla de la Palabra de Dios como la Biblia
en totalidad, se denomina «como las Escrituras». Finalmente, Cristo
según afirma el evangelio de Juan, se reveló como el Verbo encarnado
de Dios y Cristo como Palabra encarnada de Dios, le da unidad a toda
las Escrituras.
«SER PERFECTO»: Ser perfecto es ser santo. Solo Dios es Santo
o perfecto y de su santidad y perfección, revelada en Cristo, que es el
Verbo de Dios, tomamos todos (Mt 5.42).

TEXTO BÍBLICO
RVR VP
2 Timoteo 3.14−4.2
2 Timoteo 3.14−4.2 14 Tú, sigue firme en todo aquello
14 Peropersiste tú en lo que has que aprendiste, de lo cual estás
aprendido y te persuadiste, sabiendo convencido. Ya sabes quiénes te lo
de quién has aprendido enseñaron.
15 Recuerda que desde niño
15 y que desde la niñez has sabido
las Sagradas Escrituras, las cuales te conoces las sagradas Escrituras, que
pueden hacer sabio para la salvación pueden instruirte y llevarte a la
por la fe que es en Cristo Jesús. salvación por medio de la fe en Cristo
16 Toda la Escritura es inspirada Jesús.
16 Toda Escritura está inspirada
por Dios y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir por Dios y es útil para enseñar y
en justicia, reprender, para corregir y educar en
17 a fin de que el hombre de Dios una vida de rectitud,
17 para que el hombre de Dios esté
sea perfecto, enteramente preparado
para toda buena obra. capacitado y completamente
preparado para hacer toda clase de
CAPÍTULO 4 bien.
1 Te suplico encarecidamente
CAPÍTULO 4
delante de Dios y del Señor 1 Delante de Dios y de Cristo
Jesucristo, que juzgará a los vivos y
a los muertos en su manifestación y Jesús, que vendrá glorioso como Rey
en su Reino, a juzgar a los vivos y a los muertos, te
2 que prediques la palabra y que encargo mucho
2 que prediques el mensaje, y que
instes a tiempo y fuera de tiempo.
Redarguye, reprende, exhorta con insistas cuando sea oportuno y aun
toda paciencia y doctrina cuando no lo sea. Convence, reprende
y anima, enseñando con toda
paciencia.

BOSQUEJO

1. Exhortación a persistir en la Palabra aprendida (2 Ti 3.14-15a)


2. La Palabra hace sabio para salvación (v. 15.b)
3. Las Escrituras son inspiradas por Dios (v. 16a)
4. Varios usos y frutos del conocimiento de las Escrituras (vv.
16b-17)

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
2 Timoteo 3.14−4.2
v. 14: «Persiste en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de
quién has aprendido». Aquí Pablo exhorta a Timoteo a enfocar su predicación
en la fe que él había conocido. Él había sido formado en la tradición
apostólica, que presenta a Cristo como el fundamento de la predicación
cristiana (1 Co 3.11). El consejo dado aquí le advierte que él debía rechazar
las novedosas enseñanzas de maestros judaizantes, que se justificaban a ellos
mismos a base de su supuesto cumplimiento de la Ley de Moisés (Hch 15.1).
En segundo lugar, Pablo destaca el valor que tuvo para Timoteo haber
conocido la fe por medio de personas verdaderamente cristianas. En este
respecto, él es más explicito en Segunda Timoteo, capítulo uno versículo
cinco, donde menciona la fe no fingida con que su abuela Loida y su Madre,
Eunice, lo formaron a él.
v. 15a: En tercer lugar, Pablo destaca el hecho de que Timoteo aprendió
las «…Escrituras… desde la niñez». Ciertamente, la niñez es la época más
conveniente y apropiada para conocer la verdad de Dios.
v. 15b: En cuarto lugar, Pablo enfatiza a Timoteo que las Escrituras lo
…«pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús».
Aquí Pablo puntualiza a Timoteo el gran valor de las Escrituras. Su valor
consiste en que da la sabiduría que obra para la salvación por la fe en Cristo
Jesús. Con esta afirmación Pablo conecta las Escrituras con Cristo. Es decir,
la Palabra de Dios, que tiene promesa de redención, se hizo realidad en las
enseñanzas, muerte y resurrección de Cristo. Todas las Escrituras hablan de
Cristo y declaran que Él es enviado de Dios para salvar al mundo. Esta
declaración comprueba la composición Cristocéntrica de las Escrituras y es la
mejor prueba de la inspiración divina de ellas. El mismo Cristo enseñó a los
Caminantes de Emaús, que todas las Escrituras hablaban de Él (Lc 24.22-27)
y procedió a explicárselas comenzando con Moisés y terminando con los
profetas, para probar que todos al unísono hablaron de la necesidad de su
muerte en la cruz y la gloria de su resurrección, que vendría tras ella.
Los falsos maestros de ayer son iguales a los de hoy, ya que todos, en
una forma u otra, ignoran que la promesa de salvación anunciada en las
Escrituras, fue cumplida en Cristo. En el lugar de Cristo, ellos sutilmente
postulaban su propia justificación, a base de un presunto conocimiento y
cumplimiento de la Ley. En cambio, Jesús sostenía que quien leyera bien a
Moisés, debía creer en él (Jn 5.46-47). Dado que Cristo vino para cumplir la
Ley y los Profetas, Él es el instrumento de Dios para realizar la obra
redentora que Dios prometió en Su Palabra. Ayer y hoy, el acto de ignorar la
unidad entre Cristo y la Palabra de Dios, ata a las personas a la búsqueda
infructuosa de otros caminos de redención.
v. 16a: «Toda Escritura es inspirada por Dios». El término Escritura
usado aquí se refiere al Antiguo Testamento, ya que el Nuevo estaba en
formación. Pronto el Nuevo Testamento fue considerado Palabra de Dios,
porque las promesas del Antiguo fueron cumplidas en Cristo, que es el centro
del Nuevo. En virtud de la comprensión de Cristo como el medio por el cual
Dios cumplió su Palabra redentora, hizo que todo lo que Cristo dijo fuera
considerado verdadera Palabra de Dios.
La naturaleza de la inspiración de la Palabra de Dios radica en que ella
no solo es voz, sino que es acción salvadora. La inspiración de las Escrituras
no es igual a hablar con facilidad o elevación poética, como sucede con
oradores y escritores. Más que eso, la inspiración divina radica en que cada
libro de las Escrituras, en su modo y tiempo particular, señaló hacia el futuro
advenimiento al mundo de Cristo, que es la Palabra total y final de Dios (Heb
1.1-2).
Además de la naturaleza de la inspiración de la Palabra de Dios,
debemos decir algo sobre la forma de la inspiración. Hay personas que
piensan que Dios dictó su Palabra y que los autores pasivamente la copiaron.
Piensan que de ese modo se garantiza que las Escrituras no tengan errores y
que sea la pura Palabra de Dios. Sin embargo, es mejor pensar que Dios
escogió a personas para que sirvieran como comunicadores de Él, porque
estas personas consagraron su vida al servicio de Dios, incluso la forma y
estilo de ellos. El proceso de entrega total de la persona al servicio de Dios
culminó en Cristo, que es verdadero Dios y verdadero hombre. Al leer las
Escrituras tenemos que considerar que lo humano y lo divino quedaron
reconciliados en Cristo y todo en ellos sirve al evangelio. Dando por cierta en
Él la reconciliación de lo humano y divino, Cristo dijo a sus discípulos:
«Creéis en Dios, creed también en mí» (Jn 14.1).
vv. 16b y 17: «Toda la Escritura es… útil para enseñar, para redargüir,
para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea
perfecto, enteramente preparado para toda buena obra». Con este segmento
del versículo dieciséis y el siguiente, entramos a considerar los frutos de la
Palabra de Dios. Frutos que se enmarcan en la transmisión de la santidad de
Dios a los seres humanos. A partir de Cristo, las personas cristianas pueden
crecer conforme a la imagen de Dios revelada en Cristo.
Pueden crecer porque primero que nada la Palabra los redarguye de
pecado. Redargüir de pecado es una función que el Espíritu Santo y la
Palabra de Dios llevan a cabo conjuntamente. Redargüir de pecado es vencer
por la fuerza de la verdad y del amor las fuerzas negativas de la temeridad y
la soberbia, que atan a las personas al pecado y la muerte. El pecador
redargüido se hace sensible a las consecuencias mortales del pecado. A la
misma vez, se hace sensible al amor perdonador de Dios. Esa doble
sensibilidad hace que la persona sea atenta a la Palabra de Dios y flexible
para cambiar su mente y conducta conforme al Espíritu de Cristo. Aquí vale
el dicho de Jesús, que proclama que sus palabras son espíritu y son vida.
El pecador una vez que ha sido redargüido responde bien a las
correcciones y enseñanzas de la Palabra de Dios. Palabra que lo instruye en la
justicia divina cumplida en la cruz y en la resurrección de Cristo.
Completados esos pasos, la persona se convierte al evangelio y comienza a
crecer hacia la perfección, que está contenida en la santidad de Dios.
La persona cristiana se siente inspirada y preparada por Dios para hacer
solo lo que es bueno y justo en su vida. Para ello recurre al conocimiento y
obediencia de la Palabra de Dios. Esa índole de obediencia es lo que
llamamos pureza de corazón, que es todo lo contrario de la pureza farisaica,
que abunda en autojustificación y carece de frutos de fe y justicia.

APLICACIÓN
Las Escrituras dan frutos que obran para salvación de los creyentes en
Cristo. Entre los frutos están la comunicación de la presencia de Dios y forjar
un estilo de vida conforme a la voluntad de Él. Pablo presenta la suma de los
frutos y finalidad de las Escrituras cuando dice a Timoteo que ellas: «te
pueden hacer sabio para la salvación por la fe en Cristo Jesús». El que recibe
la sabiduría de las Escrituras conoce a Cristo como su Salvador y comienza a
crecer por la inspiración y lectura de ellas, que lo capacitan «a fin de que el
hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para hacer toda buena
obra».
Que el hombre o la mujer de Dios sean perfectos significa que son
santificados. Aunque solo Dios es santo, los que creen en Cristo y obedecen
la Palabra de Dios son santificados en Cristo y pueden santificar con palabras
y actos en el nombre de Dios (Mt 6.9).
Con igual propósito Jesús pidió al Padre que sus Discípulos fueran
santificados en Su verdad, porque Su Palabra es la verdad (Jn 17.17). La
Palabra de Dios y la iglesia operan en reciprocidad, dado que ambas
proclaman la verdad de Cristo. Por ejemplo, en Hechos 6.7 Lucas dice que:
«Crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba
grandemente en Jerusalén». Esta descripción que Lucas hace del crecimiento
en la iglesia apostólica establece que cuando la Palabra de Dios crece,
también crece la iglesia que la proclama. Debido a esa reciprocidad la Biblia
en la hermandad de la iglesia consuela en el dolor, ilumina en las tinieblas,
fortalece en la debilidad, orienta en la confusión, acompaña en la soledad,
levanta en la depresión, reprueba el pecado, mueve a los creyentes a hacer
solo lo que es perfecto y sobretodo, proclama que Cristo es el Señor y
Salvador de todo el que cree en Él.
Dijimos en el análisis que las Escrituras comunican la Palabra de
salvación divina para los seres humanos y además comunica lo que Él quiere
de nosotros. Cuando Pablo dice que Dios quiere «que todos sean salvos y
vengan a conocimiento de la verdad» (1 Ti 2.4), está expresando la oferta de
salvación abierta a todos los seres humanos. La oferta de Dios necesita ser
correspondida por la persona. Dios no espera una respuesta farisaica, en la
cual la persona asume que conoce y cumple sus mandamientos, sino que
espera que comprenda que necesita a Cristo, crea en Él como su Salvador y lo
siga en obediencia cada día. Por ello es que Pablo le dice a Timoteo:
«Persiste tú en lo que has aprendido y que te persuadiste, sabiendo de quién
has aprendido y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las
cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe en Cristo Jesús». Este
versículo presenta cuatro pasos que debemos cumplir para responder a Dios
como Él desea.
Lo primero es creer y perseverar en la fe que proclama a Cristo como el
Señor. Esa persistencia en la verdad aprendida de las Escrituras sobre el
señorío de Cristo era una salvaguarda contra los falsos maestros, que
predicaban un evangelio conforme a sus doctrinas farisaicas. Timoteo había
aprendido que Cristo es la principal piedra del ángulo, el fundamento de la fe
cristiana (Ef 2.20). Para poner en práctica este paso, debemos perseverar en la
fe que proclama a Jesucristo como el fundamento de la fe que predicamos y
no podemos subordinarlo a ninguna ideología.
Una de las ideologías dominantes de la gente hoy consiste en entregarse
rápidamente a lo que satisfaga sus pasiones egocéntricas. Incluso hay sectas
que pretenden ser evangélicas cuando en realidad lo que buscan es
autocomplacencia.
Jesús, que es nuestro modelo, tomó su cruz como acto necesario para
cumplir ante Dios y los seres humanos su vocación redentora. Él rechazó la
complacencia egocéntrica y consagró su vida a su vocación mesiánica, para
gloria de Dios y redención de la humanidad. De igual modo, los que siguen
su ejemplo deben procurar más que afirmar su ego, transformarlo conforme a
su Palabra, que es «espíritu y vida». Conocer y disfrutar la vida que hay en
las Palabras de Cristo es la sabiduría de Salvación. Sabiduría que es revelada
en las Escrituras y cumplida en Cristo. Esa es la sabiduría que transforma las
actitudes de los creyentes para que en lugar de centrarse en su ego, que
degenera en guerra, comprendan que es mejor amar que odiar, decir la verdad
que mentir, hacer la paz que la guerra, ser amable que ser cruel, creer en Dios
que no creer.
El segundo paso consiste en reconocer que la Palabra de Dios se aprende
mejor cuando es enseñada por los padres y madres en el hogar. Son ellos los
que pueden enseñarla y a la misma vez apoyarla con cuidados que comunican
amor, confianza, responsabilidad y seguridad, que son actitudes que agradan
a Dios y que generan justicia y paz en la convivencia humana.
El tercer paso consiste en que los padres y madres aprovechen el tiempo
de la niñez para enraizar la fe en sus hijos. Aunque en cualquier tiempo
conocer a Cristo hace bien, la niñez es el mejor momento para enraizar la fe y
sacar el máximo rendimiento de ella.
El cuarto paso es percatarse que aunque la Biblia tiene temas que son de
interés para los estudiosos, el gran propósito de ella es comunicar la sabiduría
que obra para salvación y sobre esa sabiduría, la Biblia dice todo lo que hay
que creer, saber y hacer.
Pablo termina su exhortación a Timoteo con dos retos. El primero es un
clamor para que él predique la Palabra. Específicamente le dice: «Te suplico,
encarecidamente, delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a vivos
y muertos…, que prediques la Palabra» (4.1-2). Esta suplica nos lleva a
preguntarnos, ¿ante quién ejercemos el ministerio? Pablo contesta diciendo
que somos ministros ante Dios y ante Jesucristo.
Predicar sintiendo que uno está bajo el juicio divino produce en el
predicador un sentido de reverencia y confianza en Dios. Reverencia porque
todo predicador se examina para ver si su prédica es fiel a Dios o no, si es
pertinente o no a los necesitados y si con ella glorifica a Dios o se glorifica a
sí mismo. A la vez que pasen por la crisis de examinarse en espíritu y en
verdad, podrán tener la confianza que Dios honra con buenos frutos a todos
los que fielmente proclamen su Palabra.
El segundo reto consiste en predicarlo: «a tiempo y fuera de tiempo»,
que es otra forma de decir, que hay que predicar el evangelio en todo tiempo.
Hay que estar siempre preparado para dar testimonio de Cristo en todo.

ORACIÓN
Padre Celestial, te damos gracias porque nos has alcanzado con tu
Palabra. Por ella tenemos noticia de tu amor redentor para todo el mundo.
En ella vemos tu luz y nuestra realidad deja de ser de muerte para
convertirse en vida plena. Perdónanos por nuestro egoísmo con los que
hemos bloqueado la gloria de tu presencia en nosotros y gracias porque
cada día tu Palabra nos convierte a tu verdad y justicia. En el nombre de
Jesús. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA:

Lunes Miércoles Viernes


Salmo 119.1-32 Salmo 119.57-88 Salmo 119.121-152
Martes Jueves Sábado
Salmo 119.33-56 Salmo 119.89-120 Salmo 119.153-176
LECCIÓN 19: AMA COMO CRISTO

TEXTO BÍBLICO: 1 Juan 3.11-18

TEXTO ÁUREO:

«En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por


nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los
hermanos». 1 Juan 3.16

OBJETIVOS:

1. Aclarar que el testimonio verbal de los cristianos es nulo, si


carece de hechos de amor, que manifiesten que la vida de Dios
estaba en Cristo.
2. Explicar que la persona cristiana no debe extrañar la oposición
del mundo originada en el maligno y que ata a las personas a
aborrecer a los que viven sujetos al amor de Dios.
3. Exponer que, amándose mutuamente, las personas cristianas
muestran que el amor de Dios mora en ellos y dan evidencia de la
verdad y obras de Cristo, que portan la vida de Dios.

VOCABULARIO

«EL MENSAJE»: Es la doctrina de la Iglesia, que se sustancia en el


mandamiento de Cristo, que ordenó a sus Discípulos que se amen unos a
otros.
«EL MALIGNO»: Es Satanás, que se revela contra los
mandamientos de Dios y provoca que las personas desobedezcan la
voluntad de Dios y odien a las que las obedecen.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
1 Juan 3.11-18
11 Éste es el mensaje que habéis 1 Juan 3.11-18
oído desde el principio: que nos 11 Éste es el mensaje que han oído
amemos unos a otros. ustedes desde el principio: que nos
12 No como Caín, que era del amemos unos a otros.
maligno y mató a su hermano. ¿Y 12 No seamos como Caín, que era
por qué causa lo mató? Porque sus del maligno y mató a su hermano. ¿Y
obras eran malas y las de su por qué lo mató? Pues porque los
hermano, justas. hechos de Caín eran malos, y los de su
13 Hermanos míos, no os hermano, buenos.
extrañéis si el mundo os odia. 13 Hermanos míos, no se extrañen si
14 Nosotros sabemos que los que son del mundo los odian.
hemos pasado de muerte a vida, 14 Nosotros hemos pasado de la
porque amamos a los hermanos. El muerte a la vida, y lo sabemos porque
que no ama a su hermano amamos a nuestros hermanos. El que no
permanece en muerte. ama, aún está muerto.
15 Todo aquel que odia a su 15 Todo el que odia a su hermano es
hermano es homicida y sabéis que un asesino, y ustedes saben que ningún
ningún homicida tiene vida eterna asesino puede tener vida eterna en sí
permanente en él. mismo.
16 En esto hemos conocido el 16 Conocemos lo que es el amor
amor, en que él puso su vida por porque Jesucristo dio su vida por
nosotros; también nosotros nosotros; así también, nosotros
debemos poner nuestras vidas por debemos dar la vida por nuestros
los hermanos. hermanos.
17 Pero el que tiene bienes de 17 Pues si uno es rico y ve que su
este mundo y ve a su hermano hermano necesita ayuda, pero no se la
tener necesidad y cierra contra él da, ¿cómo puede tener amor de Dios en
su corazón, ¿cómo mora el amor de su corazón?
Dios en él? 18 Hijitos míos, que nuestro amor no
18 Hijitos míos, no amemos de sea solamente de palabra, sino que se
palabra ni de lengua, sino de hecho demuestre con hechos.
y en verdad.

BOSQUEJO

1. Origen del amor en el cristiano y del odio en el mundo (1 Juan


3.11-15)
2. La experiencia y seguridad del amor (v. 16)
3. Debemos expresar el amor con obras (vv. 17-18)

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
1 Juan 3.11-18
Origen del amor en el cristiano y del odio en el mundo (vv. 11-15):
Juan recuerda a los hermanos que Cristo mandó a los cristianos a que se
amasen unos a los otros, tal como Él los amó. Para avivar el recuerdo de
ellos, les cita las mismas palabras de Jesús, que había dicho a sus Discípulos:
«Un nuevo mandamiento os doy: que os améis unos a otros; como yo os he
amado» (Jn 13.34). Juan añade: «Este es el mensaje que habéis oído desde el
principio: que nos amemos unos a otros» (v. 11). El hecho de que amarse
unos a otros sea el mensaje original de Cristo, determina lo que la Iglesia
debe proclamar y hacer sin vacilación en todo tiempo y circunstancias.
Juan identifica el origen del odio en el mundo en la conducta de Caín
con su hermano Abel. Caín, por envidia, odió y «mató a su hermano» (v. 12).
Juan se pregunta y, ¿por qué Caín mató a su hermano?; y contesta su
pregunta diciendo, que lo mató: «Porque sus obras eran malas y las de su
hermano, justas».
De todo esto se desprende que la maldad del maligno fue la causa de la
envidia de Caín, y la envidia fue la causa de su odio, que degeneró en
homicidio. Debemos apreciar el contenido de esta tríada maléfica compuesta
por envidia, odio y muerte, que Juan menciona para explicar el crimen de
Caín, a quien él considera prototipo de la persona caída bajo la influencia del
maligno. Es que en el alma de todo envidioso hay un odio contra la persona
envidiada, a la cual el envidioso considera como un héroe y cree que si ese
héroe no existiera, él sería feliz; y, por lo tanto, lo mata, y lo mata física o
mentalmente. Por eso, la envidia perjudica a la persona que es objeto de ella,
pero arruina al envidioso. El envidioso sufre de angustia consigo mismo y sus
circunstancias; además languidece atrapado en un círculo vicioso entre su
admiración y su odio al supuesto héroe.
Consciente de que la maldad impera en el mundo, Juan advierte a los
cristianos, a los que llama: «Hermanos míos» que no se extrañen «si el
mundo os odia» (v. 13). Los cristianos no deben extrañarse del odio del
mundo, porque en cierta manera dicho odio les hace saber que «han pasado
de muerte a vida» (v. 14); y, además, primero que ellos Cristo fue perseguido
por el mundo a causa de su justicia (Jn 15.18).
¿Qué significa pasar de muerte a vida? Pues, significa nada más y nada
menos, que por el amor y el poder de Dios, Cristo al morir en la cruz −signo
supremo del odio humano− pasó de la muerte a la vida mediante su
resurrección −signo supremo del amor y del poder de Dios. De modo tal, que
los cristianos que sufren el odio del mundo reciben de Jesucristo el amor y el
poder para enfrentar la muerte, vencerla y comunicar la vida y la justicia de
Dios.
Los creyentes que practican el amor mutuo han pasado de la muerte
espiritual del mundo, a la vida en comunión con Dios. Pero quienes no aman
a sus hermanos, niegan con sus actos la fe que de labios profesan,
permanecen en rebelión contra Dios y están sujetos a la envidia, el odio, y los
homicidios del mundo. Juan enseña que usted puede considerarse cristiano,
pero si «no ama a su hermano permanece en muerte» (v. 14), y añade «Todo
aquel que odia a su hermano es homicida y sabéis que ningún homicida tiene
vida permanente en él» (v. 15). Aquí se repite la secuela maligna que
visualizamos en el versículo doce, ya que el odio lleva consigo la
consecuencia inevitable del homicidio. La secuela de envidia, odio y
homicidio que Juan describe en el caso de Caín, es parecida a la que Cristo
estableció cuando dijo: «Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya
adulteró con ella en su corazón» (Mt 5.28). Es decir que la maldad hace daño
no solo cuando uno la lleva a cabo, sino que es nociva con solo tenerla en la
mente y sentimientos de uno.
Cuando Juan dice que ningún homicida tiene vida permanente no se
refiere a la vida a la vida física, sino a la pérdida de la comunión con Dios,
que trae paz con Él y con el prójimo, en virtud de la excelencia de la fe y del
amor de Dios manifestado en Cristo.
La experiencia y la seguridad del amor (v. 16): «En esto hemos
conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros
debemos poner nuestra vida por los hermanos» (v. 16). Uno comprueba que
está en el amor de Dios si ama a los hermanos, siguiendo el ejemplo de
Cristo, que por amor entregó su vida por nosotros. Para ganar la certidumbre
del amor de Dios, uno pasa por tres momentos: el primero, es el
evangelizador; el segundo el ético y el tercero, el cognoscitivo. El momento
evangelizador es cuando uno cree en Cristo y lo acepta como su Salvador; el
ético es cuando uno obra conforme a su amor; y estos dos momentos obrando
juntos, producen el tercero, que es el cognoscitivo, que consiste en saber y
tener seguridad en uno mismo de su salvación.
Debemos expresar el amor con obras (vv. 17-18): El punto clave de
nuestro estudio consiste en entender que el amor de Cristo es pura acción
redentora. Juan enseña: «El que tiene bienes de este mundo y ve a su
hermano tener necesidad y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor
de Dios en él?» (v. 17). Esta pregunta tiene solo una contestación y es
negativa. Ya que si una persona sabe que tiene vida porque Cristo compartió
su vida con ella, no puede negarse a compartir con los demás, algún bien
material que posea y que su hermano necesite. Y si se negare no es
verdaderamente cristiana, y «permanece en muerte» (v. 14). Aquí la muerte
es estar bajo el poder del maligno, que infunde apego a las cosas materiales
en detrimento de poder vivir (morar) en el amor de Dios, que en Cristo
imparte vida abundante; es decir: suficiencia material y espiritual. Por ende,
Juan llama a la Iglesia a compartir con los necesitados, diciéndoles: «Hijitos
míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad» (v. 18).
Amar de hecho y en verdad, consiste en manifestar el amor de Cristo,
haciéndole justicia al hermano necesitado. «Cerrar el corazón» ante el
hermano necesitado es inhumano y niega la dádiva de vida del Hijo de Dios,
que nos hizo a todos hijos de Dios y hermanos en la fe» (1 Jn 3.1-3).

APLICACIÓN
A fines del siglo I d.C. la Iglesia enfrentaba el gnosticismo, que
enseñaba que la salvación se ganaba por el conocimiento, con prácticas
místicas. Ellos decían que Dios no pudo venir corporalmente en Cristo,
porque la materia es pecaminosa. Mientras que para el cristiano, el
advenimiento de Cristo al mundo es doctrina principal. Para nada Juan
menciona el gnosticismo, pero prepara la Iglesia para enfrentarlo. A nivel del
conocimiento, él en lugar de plegarse a la filosofía agnóstica, se distancia de
ella, al recalcar la importancia de la manifestación corporal de Cristo para
obrar la salvación. A nivel de la acción, requiere que la Iglesia dé testimonio
de su salvación, obrando con amor mutuo entre ellos. De modo tal, que Juan
no defiende su fe con mera argumentación teórica, sino afirmando su
fundamento en Cristo y comprobando que dicho fundamento genera frutos de
amor que son vida.
Si como Iglesia hoy nos valemos del enfoque que Juan usó, lo correcto
es exponer el Evangelio conforme al mensaje de Jesús. Para ello hay que
conocerlo y practicarlo, tanto en su verdad doctrinal como en su acción. Para
determinar cómo estamos cumpliendo esta meta, las preguntas vitales son
dos: ¿Conozco la Palabra de Dios para responder con palabras y acciones a
quien pidiere razón de mi fe; o la desconozco y soy evasivo en el
cumplimiento de mis deberes cristianos?
Veamos cómo Juan usó el conocimiento que tenía de la Palabra de Dios
para exponer el Evangelio frente a las doctrinas que lo desvirtuaban. Por
ejemplo: en 1 Juan 1.1-4, él recalca la manifestación corporal de Cristo, que
los gnósticos rechazaban. Al Cristo encarnado, lo llama «el Verbo de vida
−pues la vida fue manifestada y la hemos visto y testificamos y os
anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó».
Juan, habiendo experimentado la vida de Dios en Cristo, define el Evangelio
como anuncio de «la vida eterna, la cual estaba en el Padre y se nos
manifestó»; y afirma que la vida se comunica con el Evangelio. Sabemos que
el Evangelio es Cristocéntrico, ya que las enseñanzas, muerte y resurrección
de Cristo son los eventos que manifiestan la gloria de Dios plenamente.
Por la Palabra de Dios, sabemos que la vida está en Cristo y continúa
manifestándose a través de su Iglesia, que opera como su Cuerpo. Juan dice a
las iglesias que Dios en Cristo les ha revelado la vida, que ellos la han visto y
la anuncian, «para que también ustedes tengan comunión con nosotros»; y
seguidamente aclara, que «nuestra comunión verdaderamente es con el Padre
y con el Hijo». La comunión entre el Padre y el Hijo le da a la Iglesia su
naturaleza divina, ya que los seguidores de Cristo, por la gracia de Dios, son
insertados en ella. La comunión con Dios y con el Hijo estaba constituida
desde antes de la Creación, y los cristianos entran a ella por ser parte del
Cuerpo de Cristo y permanecer dirigidos por él. Por ser la Iglesia parte de la
comunión entre el Padre y el Hijo, nosotros, sin ánimo de ignorar su
naturaleza social, afirmamos que ella no es solo la suma del yo de cada uno
de sus feligreses, sino que es la expresión de la comunión con el mismo Dios
y su Hijo encarnado en sus fieles seguidores.
Para llevar el testimonio de Cristo al mundo, la Iglesia opera como
Cuerpo de Cristo y como un cuerpo social. Es decir, vive en dos niveles, que
Cristo busca unir mediante la conversión al Evangelio y la consiguiente
transformación del mundo.
La educación para la evangelización transformadora del mundo, la
comenzó el mismo Cristo con sus discípulos, a quienes habló consciente de
que ellos vivían en comunidad social, pero que debían transformarla en
dirección del Reino de Dios. Por ejemplo, él mandó a sus Discípulos a que
«os améis los unos a los otros; como yo os he amado» (Jn 13.34); y en cuanto
a su comunidad social, les dijo: «amad a vuestros enemigos, bendecid a los
que os maldicen…» (Mt 5.44). En el primer pedido, Jesús limita el amor a
sus discípulos. En el segundo, los invita a amarse, no solo a ellos mismos,
sino a amar a sus enemigos también. Aparentemente, estos dos pedidos son
contradictorios, pero no lo son. En realidad, son dos caras de una misma
moneda, a saber: la educación en el amor en el interior de los discípulos y la
expresión del amor en el mundo. Cuando aplicamos esta estrategia de Jesús a
la Iglesia, resulta que ella es una comunidad divina, en la que no impera el
mal y prevalece la justicia. En cambio, en la comunidad civil la envidia y el
odio del maligno gobiernan y se necesitan cristianos fortalecidos en el amor
para encarnar con palabras y actos la obra salvadora de Cristo. De ahí resulta
el pedido de Cristo a sus seguidores para que amen a sus enemigos, misión
que pueden cumplir si han sido fortalecidos en el amor mutuo y conocimiento
de la verdad en el interior de la Iglesia.
La educación cristiana en la Iglesia es vital porque hoy, como en los
tiempos de Juan, hay personas que desean suplantar a Cristo e implantar un
sistema de vida basado en el poder humano. Poder que, desprovisto del amor
de Dios, es vulnerable a la envidia, al odio y el homicidio. Hoy más que
nunca la Iglesia tiene que preparar creyentes capaces de entender y actuar con
fidelidad al amor y a la verdad del Evangelio.
Cada cual debe preguntarse, ¿si en aras de su éxito social está
entregando al «dios» de este mundo: su tiempo, intelecto, talentos y dinero?
Si al contestar esta pregunta sientes que tu corazón está dividido entre Dios y
el mundo, debes recordar que Cristo dijo: «donde esté tu tesoro, allí también
estará vuestro corazón» (Mt 6.21). Para cada uno de nosotros es hora de saber
dónde hemos puesto nuestro tesoro, porque allí estará nuestro corazón. Si
nuestro tesoro está en la gloria del mundo, hemos de permanecer atados a la
envidia del maligno, que conduce al odio y el homicidio. Mientras, que si
nuestro tesoro está en el Reino de Dios, nuestro corazón será liberado del
maligno y capacitado para pensar, sentir y actuar correctamente; y de ese
modo lograremos nuestra felicidad y contribuiremos a la de nuestros y
hermanos y a la transformación del mundo por el Evangelio.

ORACIÓN
Padre celestial gracias Te damos porque en Cristo, Tu Hijo, nos hiciste
partícipes de la comunión contigo, con Él y con nuestros hermanos. Al creer
en Tu Hijo, que entregó Su vida por nosotros, hemos visto la grandeza de Tu
inagotable amor. ¡Ayúdanos, para que podamos amar a nuestros hermanos,
como hemos sido amados por Ti y por Cristo! ¡Asístenos con Tu Espíritu,
para que demos buen testimonio de la excelencia de la vida en comunión
contigo; y con Cristo, Tu Hijo y Señor nuestro! Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA:

Lunes Miércoles Viernes


Juan 3.16-21 Juan 13.1-15 1 Juan 3.6-10
Martes Jueves Sábado
1 Juan 3.1-5 Lucas 7.44-48 Juan 13.31-35
LECCIÓN 20: SIRVAMOS EN ESPÍRITU Y EN VERDAD

TEXTO BÍBLICO: 1 Juan 3.18; Filipenses 2.5-11

TEXTO ÁUREO:

«Él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como


cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de
siervo y se hizo semejante a los hombres. Mas aún, hallándose en la
condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz. Por eso Dios también lo exaltó sobre todas
las cosas y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el
nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en
la tierra y debajo de la tierra». Filipenses 2.5-10

OBJETIVOS:

1. Destacar que:
1. Cristo expresó su obediencia a Dios y amor sacrificial
por la gente con palabras y acciones de bien.
2. Las personas cristianas debemos expresar nuestra fe
en Dios y amor por la gente con palabras, acciones y
actitudes que respondan al espíritu de Cristo.
3. Aunque obedecer a Dios con palabras y acciones
demande que el cristiano se comporte con humildad,
contiene poderes para que pueda levantarse y glorificar a
Dios viviendo una vida de excelencia.

VOCABULARIO

FORMA: El concepto forma usado aquí (Flp 2.6), significa la


naturaleza que Cristo tenía antes del principio de la creación, que era
igual a Dios. La forma hace que cada cosa sea lo que es. Por ejemplo, un
árbol puede cortarse y según la forma que se le dé a su madera se
convierte en mesa, silla o cualquier otra cosa deseada por el carpintero.
AFERRARSE: Que Cristo no se aferró significa que Él no se sujetó
con voluntad firme a su dignidad divina y que fue tan flexible como para
adoptar la naturaleza humana para obedecer a Dios y redimir a los seres
humanos de la miseria de sus pecados.
SEÑOR: Generalmente, el concepto señor es un título de nobleza
social, autoridad o derecho de posesión. Distinto a ese uso, en el
Antiguo Testamento se aplica a Dios. Después de la resurrección de
Jesús, se aplicó también a Él. Cuando se dice que Cristo es el Señor se
destaca su divinidad, que es vista en paridad con Dios Padre, tal como se
desprende de Mt 8.2-3; 22.43-45; Lc 2.11; Jn 2.66-68; Ro 1.3-4; l Co
8.6; Ef. 4.5-6 y Flp 2.11.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
1 Juan 3.18 1 Juan 3.18
18 Hijitos míos, no amemos de 18 Hijitos míos, que nuestro amor no
palabra ni de lengua, sino de sea solamente de palabra, sino que se
hecho y en verdad. demuestre con hechos.
Filipenses 2.5-11 Filipenses 2.5-11
5 Haya, pues, en vosotros este
5 Tengan unos con otros la manera de
sentir que hubo también en Cristo pensar propia de quien está unido a
Jesús: Cristo Jesús,
6 Él, siendo en forma de Dios,
6 el cual: Aunque existía con el
no estimó el ser igual a Dios mismo ser de Dios, no se aferró a su
como cosa a que aferrarse, igualdad con él,
7 sino que se despojó a sí mismo,
7 sino que renunció a lo que era suyo
tomó la forma de siervo y tomó naturaleza de siervo.
y se hizo semejante a los Haciéndose como todos los hombres
hombres. y presentándose como un hombre
8 Mas aún, hallándose en la
cualquiera,
condición de hombre, 8 se humilló a sí mismo,
se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte,
haciéndose obediente hasta la hasta la muerte en la cruz.
muerte, 9 Por eso Dios le dio el más alto
y muerte de cruz. honor
9 Por eso Dios también lo exaltó
y el más excelente de todos los nombres,
sobre todas las cosas 10 para que, ante ese nombre concedido a
y le dio un nombre que es sobre Jesús,
todo nombre, doblen todos las rodillas
10 para que en el nombre de Jesús en el cielo, en la tierra y debajo de la
se doble toda rodilla de los que tierra,
están en los cielos, en la tierra y 11 y todos reconozcan que Jesucristo es
debajo de la tierra; Señor,
11 y toda lengua confiese que para gloria de Dios Padre.
Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre.

BOSQUEJO

1. Llamado a expresar el amor de Cristo con palabras y actos (Jn


3.18)
2. Ejercer el amor de Cristo capacita al cristiano para que pueda:

1. No aferrarse a su yo y obrar conforme al sentir de Cristo (Flp


2.5-6)
2. Pensar y sentir como Cristo, que se humilló a sí mismo (vv. 7-
8)
3. Humillarse como Cristo y ser levantado por Dios (vv. 9-11)

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
1 Juan 3.18; Filipenses 2.5-11
1 Juan 3.18: Aquí hay un apasionado y paternal clamor de Juan a los
cristianos para que expresen su amor con palabras y hechos, que
correspondan al espíritu de Cristo. Juan, afectuosamente, llama a los
hermanos en la fe «hijitos míos». Como padre espiritual de ellos les pide que
ejerzan el amor fraternal, no solo de «palabra ni de lengua, sino en hechos
y en verdad».
Para Juan, ¿cuáles son los hechos y verdades que definen el amor
cristiano? Para él, los hechos y la verdad que definen el amor cristiano no
surgen de abstracciones intelectuales ni se limita a meras palabras, sino que
se expresa con actuaciones que hacen bien a los hermanos en la fe.
Juan destaca que ellos fueron amados por Cristo y habiendo sido amados
en verdad por Él, saben lo que es el amor y cómo deben amar. En Cristo, la
pedagogía del amor es perfecta, porque contiene palabras y hechos de amor.
En realidad, uno aprende a amar si ha sido amado en verdad. Con razón dice
Juan: «En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros»
(1 Jn 3.16). Cristo, al poner su vida en juego y a favor de sus discípulos, les
hizo comprender la autenticidad de su amor por ellos.
¿Cuál es la última prueba indicativa de que hemos aprendido a amar,
como Cristo nos ha amado? Juan cubre este aspecto cuando dice: «También
nosotros debemos poner nuestra vida por los hermanos». En realidad, uno no
sabe hacer una cosa solo por saber toda la teoría sobre la materia, sino que en
verdad una sabe una cosa cuando la hace y la hace bien.
Debemos saber que responder con amor a los sufrimientos y necesidades
de nuestros hermanos implica correr riesgos junto a ellos. Los cristianos
puestos ante los riesgos que son propios del amor verdadero escogen amar
porque ese es el mandamiento de Dios, que dice: «que nos amemos unos a
otros como nos lo ha mandado. Y en esto sabemos, que el que él permanece
en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado» (1 Jn 3.23b y 24). De modo tal,
que amar siempre tiene grandes costos. Los cristianos, están resueltos, como
Cristo lo estuvo, a pagarlos porque esa es la esencia de la fe cristiana. De
modo tal, que obedecer los mandamientos de Dios y amar a los hermanos son
comportamientos recíprocos y donde falta uno, se invalida el otro.
Flp 2.5-7: Toda esta sección es un himno que la iglesia cantaba como
confesión de fe en Cristo. En general, todo el pasaje expone la calidad del
amor sacrificial de Cristo y reclama para que los cristianos se comporten
conforme «al sentir de Cristo». Sentir de Cristo que conlleva pensar y actuar
como Él. Es bueno recordar que servir como Cristo sirvió, tiene dos
connotaciones. Primero, significa rendir culto obediente a Dios, que es la
connotación destacada del sacrificio de Cristo rendido a Dios. En segundo
lugar, significa acción servicial a favor de los hermanos, que es la
connotación que se destaca al decir que Él se hizo a sí mismo un siervo.
Por ser el culto a Dios y la salvación acciones recíprocas, Cristo,
«siendo en forma de Dios, no estimó el ser a Dios como cosa a que aferrarse,
sino que se despojó a sí mis-mo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante
a los hombres». En primer lugar, el himno dice que Cristo antes de venir al
mundo era como Dios. En segundo lugar, dice que en su función redentora,
voluntariamente Él desprendió de su ser divino y tomó una naturaleza
semejante a los hombres.
Para Cristo, el hecho de despojarse de su «forma divina» y tomar la
«forma de siervo» fue un acto realizado voluntaria y generosamente.
Sacrificio, cuya única motivación era obedecer a Dios y redimir los seres
humanos. De ahí, resulta que todo buen servicio realizado con fe sea, a la
misma vez, un acto dirigido a Dios como culto y al ser humano como
beneficio. Cristo, al despojarse de su forma divina y tomar forma humana, no
se aferró a su naturaleza divina, sino que la sacrificó en vías de comunicar a
los seres humanos, con palabras y hechos, el amor y el poder redentor de
Dios.
v. 8: «Más aún, hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí
mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz». Cristo no
solo bajó al nivel real de las miserias humanas, sino que descendió hasta lo
peor de ellas, ya que estuvo dispuesto a morir en la cruz, que era lo más bajo
de la condición humana. En obediencia al Padre, Él aceptó morir en la cruz,
con tal de expresar en ella a los seres humanos el poder del amor redentor de
Dios. Antes de Cristo morir en la cruz, ella era signo de vergüenza y
desprecio. Con la muerte de Cristo en la cruz y con la resurrección obrada por
Dios, la cruz se convirtió en signo del amor y del poder redentor de Dios.
vv. 9-11: En respuesta a la obediencia de Cristo, «Dios lo exaltó sobre
todas las cosas» y Cristo, de ser el siervo sufriente, pasó a ser el Señor de la
Iglesia y de la nueva creación de Dios. Habiéndose Cristo humillado para
servir a Dios y a la humanidad, y habiendo sido levantado por Dios, le fue
conferido «un nombre que es sobre todo nombre». El nombre que es sobre
todo nombre está en paridad con Dios. Es como si dijera, que Cristo,
humillado en la cruz y levantado por Dios, recupera su divinidad original y
por lo tanto, ante Él «se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la
tierra y debajo de la tierra». Se declara que ante Él: «Toda lengua confiese
que Jesucristo es el Señor; para gloria de Dios Padre». Aquí se hace
distinción entre el Padre y el Hijo, sin embargo, se establece una igualdad en
funcionalidad y propósito redentor, que es fundamental para entender la
verdad del Dios Trino, completado con la divinidad del Espíritu Santo, ya
que las tres divinas personas en su función creadora, redentora y consoladora
actúan en unidad y consonancia.
Debemos tomar en cuenta que en el Antiguo Testamento se nombra
Señor a Dios y que en el Nuevo, se nombra a Jesucristo como el «Señor». En
ese caso, el concepto Señor no es un título de nobleza, sino que hace
referencia a la paridad del Cristo resucitado con el Dios Padre. El apóstol
Pedro fue el primero que relacionó la resurrección de Cristo con su divinidad,
cuando dijo en Pentecostés: «Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de
Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha hecho Señor
y Cristo» (Hch 2.36).
De hecho, «que Jesucristo es el Señor» fue la primera confesión de fe
sobre Él, que se hace en el Nuevo Testamento y resulta ser fundamental para
la fe cristiana. Esta confesión surgió después de la resurrección de Cristo y
puede leerse en Hechos 2.36, 1 Corintios 1.3; 12.3 y en numerosos pasajes
del Nuevo Testamento.

APLICACIÓN
Al aplicar esta lección debemos atenernos a la regla de que todo texto
debe entenderse en su contexto. Eso es así, especialmente en este pasaje
bíblico, en el cual Pablo dice que todo cristiano debe pensar y sentir
conforme a la mente de Cristo. Además, hace dos aplicaciones de su
enseñanza.
La primera tiene que ver con la formación de la persona cristiana en el
interior de la iglesia y la segunda, con su testimonio en la vida pública. En
relación con la formación del cristiano, él dice que en virtud de la unidad con
Cristo, el pensamiento y el sentimiento de los cristianos tienen que ser
conforme al espíritu de Cristo. Esto implica que a partir de la unidad de cada
cristiano con Cristo, se produce la unidad de la iglesia como cuerpo Suyo.
Parece que entre ellos había un problema de división y Pablo aprovechó el
aspecto doctrinal para fortalecer la unidad de la iglesia.
En estos días algunos cristianos, equivocadamente, piensan que la
unidad cristiana es pura uniformidad conceptual. Una uniformidad que no
pasa de ser producto del dominio de una persona autoritaria sobre la iglesia.
Lejos de eso, Pablo explica cuál es el centro de la unidad cristiana. Nos dice
que ella depende de si los cristianos piensan, sienten y actúan conforme a la
mente y sentimientos de Cristo. Según esta enseñanza, ¿cuál es la distinción
suprema del pensar y el sentir de Cristo, sino que Él se humilló a sí mismo
para servir a Dios y amar a los seres humanos? La unidad no se da donde
cada quien se aferra a su ego y trata de imponerlo sobre los demás. Esa
actitud más bien debilita la unidad cristiana y multiplica las tensiones y
divisiones entre cristianos.
En su aplicación del principio de la unidad del cristiano con la mente y
sentimientos de Cristo, el apóstol pide a los filipenses que sean una
comunidad consoladora, que recibe estímulos de amor, que practica la
comunión del Espíritu, que recibe y da afectos entrañables y en
misericordia (Flp 2.1). ¿Cuáles son las actitudes que estos frutos de la
unidad del cristiano con Cristo generan en el pensamiento, sentimientos y
acciones de los seguidores de Él?
Los estímulos de amor generan palabras y acciones inspiradas por
Dios, que mueven a las personas paralizadas por el miedo y el odio del
mundo a cimentarse en la fe y comportarse con diligencia y generosidad entre
ellos. La generosidad del cristiano emana del Cristo, que no se aferró a su
condición divina, sino que se humanizó para impartir la gracia de Dios a todo
el mundo. Los afectos entrañables son gestos, acciones y palabras que
despiertan la fe y la esperanza de los hermanos entre sí. La comunión en el
Espíritu es la confianza que va más allá de toda duda. Es la confianza que
los cristianos gozan entre sí, en virtud de su consagración y hermandad en
Cristo. La misericordia resulta de la bondad de Dios, que despierta la pasión
de los hermanos para hacer el bien a su prójimo. El conjunto de estas
virtudes, que proceden del pensar y actuar conforme al espíritu de Cristo, crea
buenas actitudes y hábitos en los cristianos que edifican la unidad de la
iglesia y se fortalecen y activan en su militancia como cristianos. Por eso,
Pablo dice que los filipenses «han de completar mi gozo, sintiendo lo mismo,
teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa» (Flp 2.2). La
expectativa de Pablo es que la realización de ellos como cristianos, ha de
resultar en su realización personal y en su gozo como siervos de Dios.
Sentirse personalmente completado en el éxito de los demás es la quinta
esencia de la unidad del cristiano con Cristo y con sus hermanos y hermanas
en la fe. El hombre carnal entiende su triunfo solo como la derrota de su
enemigo, en cambio, la persona que está en comunión con Cristo, entiende su
triunfo como triunfo de todos. Por eso es que Pablo exhorta a los filipenses a
no actuar: «por rivalidad o por vanidad; antes bien, con humildad
estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo».
Explicamos en el análisis de la lección, que el pedido de Pablo a los
filipenses a que cada quien considere a los demás como superiores a él
mismo, rebasa la relación adversativa del mundo. Relación en la cual
prevalece la enemistad de unos contra otros. En cambio, la relación
interpersonal de los cristianos se nutre del ejemplo de Cristo, quien es único y
especial, ya que se mantiene en virtud de la fe, del amor y de la generosidad,
que orientan a todos hacia la paz con Dios y la fraternidad humana.
La segunda aplicación que Pablo hace sobre su enseñanza de que es
necesario pensar y sentir conforme a la mente de Cristo, trata sobre la
influencia de los cristianos en la sociedad civil y se encuentra en Filipenses
dos, versículos del doce al dieciséis. En ellos, Pablo dice que los cristianos
deben comportarse fuera de la iglesia como «luminares del mundo». Él dice,
que para ser luminares en el mundo, los cristianos deben hacer todas las
cosas: «sin murmuración ni discusiones». ¿Cómo es posible que el cristiano
deje de murmurar y discutir? Debemos entender que discutir las cosas para
ponerse de acuerdo es vital para toda comunidad humana y que cuando se
dice que los hermanos no murmuren o discutan, se refiere a que no debatan
como si estuvieran lidiando unos contra otros; porque si, verdaderamente,
piensan con la mente de Cristo, «Dios es el que en vosotros produce el querer
como el hacer» (v. 12). En virtud de que Dios es quien produce en los
cristianos el querer y el hacer, existe en la iglesia una actitud de confianza en
la buena voluntad de todos los creyentes. La unidad de pensamiento con
Cristo produce en la iglesia una unidad maravillosa de voluntades y acciones,
que se origina en Dios y se refleja en la sociedad civil. Esta unidad, que sirve
al querer y el hacer de Dios es la fortaleza de la iglesia. Es el foco de
atracción para un mundo cansado de divisiones, violencias e injusticias,
causadas por personas que solo buscan satisfacer sus intereses egoístas.
En el contexto de enfermedad social existente en la comunidad civil,
Pablo exhorta a los filipenses ha permanecer «asidos a la palabra de vida,
para que en el día de Cristo, yo pueda gloriarme de que no he corrido en
vano, ni en vano he trabajado» (v. 16). De ese modo, Pablo enfrenta la
filosofía que predica que todo es vanidad de vanidades, como expresó
Eclesiastés. Dirige su acción al único blanco que tiene esperanza cierta y que
consiste en que todos los hermanos y hermanas puedan vivir y trabajar en
unidad con Cristo. Esa forma de obrar es la única que tiene recompensa que
supera la vanidad del mundo.
En unidad con Cristo, Pablo siente que aunque él «tenga que ser
derramado en libación sobre el sacrificio de vuestra fe, me gozo y regocijo
con todos vosotros» (v. 17). En virtud de su unidad con Cristo, los dolores de
su pasión pastoral se convierten en gozo. Todo el que trabaja asido a la
Palabra por la redención del mundo siembra el evangelio. Lo siembra
sabiendo que su gozo no es solo personal, sino que es salvación abierta a
todos. Salvación, que es lo que Cristo desea y por lo que la iglesia trabaja
cada día, mientras avanza hacia el advenimiento pleno del Reino de Dios, que
ha de suceder en la manifestación del día de Cristo en la consumación de la
historia.

ORACIÓN
Oh, Dios y Padre Celestial, gracias te damos por Jesucristo, que ante Ti
se ofrendó a sí mismo por nosotros. Por sus llagas fuimos curados y por su
sacrificio gozamos de la comunión contigo y de la hermandad con todos tus
hijos e hijas. Ayúdanos para que podamos mantener nuestra unión contigo,
con nuestros hermanos en la fe y para que unidos podamos crecer y servir en
espíritu y en verdad. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA:

Lunes Miércoles Viernes


Mateo 19.16-22 Josué 22.1-6 Mateo 22.34-40
Martes Jueves Sábado
Santiago 2.8-13 Filipenses 2.1-5 Gálatas 5.10-17
LECCIÓN 21: COMPARTAMOS LAS BUENAS NUEVAS

TEXTO BÍBLICO: Juan 4.23-38

TEXTO ÁUREO:

«Jesús les dijo: —Mi comida es que haga la voluntad del que me
envió y que acabe su obra. 35 ¿No decís vosotros: “Aún faltan cuatro
meses para que llegue la siega”? Yo os digo: Alzad vuestros ojos y
mirad los campos, porque ya están blancos para la siega». Juan 4.34-35

OBJETIVOS:

1. Definir los contenidos de las buenas nuevas y su


correspondencia con el evangelio.
2. Presentar los énfasis que Jesús hizo para que la samaritana lo
conociera como el Mesías y se convirtiera en exponente de las
buenas nuevas.

VOCABULARIO

MESÍAS: Mesías es un título real (Jn 4.25). Entre los israelitas el


título Mesías tenía una connotación de liberación nacional, ya que ellos
habían sufrido a lo largo de su historia de la intervención de otros
pueblos. Jesús le dio una connotación espiritual y universal al título. El
Mesías de Dios venía para instaurar el reino o gobierno de Dios, que
garantizaba la libertad y realización moral y espiritual de todas las
personas mediante la obediencia a los mandamientos divinos.
RABÍ: Aquí (Jn. 4.31) Rabí es equivalente a Maestro y Señor, como
en Juan 13.13. Jesús aceptó el título, pero aconsejó a sus discípulos que
no lo aceptaran, «porque uno es vuestro maestro, el Cristo» (Mt 23.8).

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
Juan 4.23-38
23 Pero llega la hora, y es ahora
mismo, cuando los que de veras
adoran al Padre lo harán de un
modo verdadero, conforme al
Espíritu de Dios. Pues el Padre
quiere que así lo hagan los que lo
Juan 4.23-38 adoran.
23 Pero la hora viene, y ahora es, 24 Dios es Espíritu, y los que lo
cuando los verdaderos adoradores adoran deben hacerlo de un modo
adorarán al Padre en espíritu y en verdadero, conforme al Espíritu de
verdad, porque también el Padre tales Dios.
adoradores busca que lo adoren. 25 La mujer le dijo: —Yo sé
24 Dios es Espíritu, y los que lo
que va a venir el Mesías (es decir,
adoran, en espíritu y en verdad es el Cristo); y cuando él venga, nos
necesario que lo adoren. lo explicará todo.
25 Le dijo la mujer: —Sé que ha de 26 Jesús le dijo: —Ése soy yo,
venir el Mesías, llamado el Cristo; el mismo que habla contigo.
cuando él venga nos declarará todas las 27 En esto llegaron sus
cosas. discípulos, y se quedaron
26 Jesús le dijo: —Yo soy, el que
extrañados de que Jesús estuviera
habla contigo. hablando con una mujer. Pero
27 En esto llegaron sus discípulos y
ninguno se atrevió a preguntarle
se asombraron de que hablara con una qué quería, o de qué estaba
mujer; sin embargo, ninguno dijo: conversando con ella.
«¿Qué preguntas?» o «¿Qué hablas con 28 La mujer dejó su cántaro y
ella?» 28 Entonces la mujer dejó su se fue al pueblo, donde dijo a la
cántaro, fue a la ciudad y dijo a los gente:
hombres: 29 —Vengan a ver a un hombre
29 —Venid, ved a un hombre que me
que me ha dicho todo lo que he
ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será hecho. ¿No será éste el Mesías?
éste el Cristo? 30 Entonces salieron del pueblo
30 Entonces salieron de la ciudad y
y fueron a donde estaba
vinieron a él. Jesús. 31 Mientras tanto, los
31 Entre tanto, los discípulos le
discípulos le rogaban: —Maestro,
rogaban, diciendo: —Rabí, come. come algo.
32 Él les dijo: —Yo tengo una 32 Pero él les dijo: —Yo tengo
comida que comer, que vosotros no una comida, que ustedes no
sabéis. conocen.
33 Entonceslos discípulos se decían 33 Los discípulos comenzaron a
entre sí: —¿Le habrá traído alguien de preguntarse unos a otros: —¿Será
comer? que le habrán traído algo de
34 Jesús les dijo: —Mi comida es comer?
que haga la voluntad del que me envió y 34 Pero Jesús les dijo: —Mi
que acabe su obra. comida es hacer la voluntad del
35 ¿No decís vosotros: “Aún faltan que me envió y terminar su
cuatro meses para que llegue la siega”? trabajo.
Yo os digo: Alzad vuestros ojos y mirad 35 Ustedes dicen: “Todavía
los campos, porque ya están blancos faltan cuatro meses para la
para la siega. cosecha”; pero yo les digo que se
36 Y el que siega recibe salario y fijen en los sembrados, pues ya
recoge fruto para vida eterna, para que están maduros para la cosecha.
el que siembra se goce juntamente con 36 El que trabaja en la cosecha
el que siega. 37 En esto es verdadero el recibe su paga, y la cosecha que
dicho: “Uno es el que siembra y otro es recoge es para vida eterna, para
el que siega.” que tanto el que siembra como el
38 Yo os he enviado a segar lo que que cosecha se alegren
vosotros no labrasteis; otros labraron y juntamente.
vosotros habéis entrado en sus labores. 37 Pues bien dice el dicho, que
“Unos siembran y otros
cosechan.”
38 Y yo los envié a ustedes a
cosechar lo que no les costó
ningún trabajo; otros fueron los
que trabajaron, y ustedes son los
que se han beneficiado del trabajo
de ellos.

BOSQUEJO

1. Dios es Espíritu y deber se adorado en espíritu y en verdad (Jn


4.25-29)
2. Cristo es el enviado de Dios y conduce a la vida eterna (vv. 30-
34)
3. En la siembra y cosecha de las buenas nuevas hay gozo (vv. 35-
38)

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Juan 4.23-38
vv. 23-24: La samaritana estaba tan impresionada con Jesús que pensó
que Él era un profeta, pero hablando con Este descubrió que era el Mesías.
Ella al alegar a Jesús que… sus «padres adoraron en este monte (Gerizim),
pero vosotros (los judíos) decís que Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar» (Jn 4.20), quiso desviar la conversación hacia un debate insoluble e
irrelevante. Jesús tenía una facultad especial para descubrir personas con
buenas motivaciones, por eso no se distrajo de su propósito de darse a
conocer a ella como el Mesías y continuó retándola para que ella lo conociera
como el Mesías de Dios. En lugar de hacer énfasis si Dios debía ser adorado
en este o aquel monte, le respondió sobre cómo Él debe ser adorado. Esto lo
hizo cuando le dijo a ella: «La hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el
Padre tales adoradores busca que le adoren».
Esta respuesta de Jesús tenía tres aspectos sobre las buenas nuevas.
Primero, que para Dios no importa que se le adore en Gerizim, como decían
los samaritanos o en Jerusalén, como decían los judíos. Segundo, que la
adoración a Dios no es cuestión de ritos, sino que consiste en hacer la
voluntad de Dios. Tercero, que adorar a Dios en espíritu y en verdad es una
necesidad que hay que satisfacer inmediatamente. Porque, «La hora viene y
ahora es», cuando Dios, que es espíritu, está buscando adoradores que le
adoren como Él es.
vv. 25-26: Estos versículos tratan sobre el advenimiento del Mesías de
Dios. Advenimiento que la Samaritana esperaba, ya que judíos y samaritanos
esperaban un salvador que les redimiera de la opresión política que estaban
padeciendo. Samaritanos y judíos, ante el fracaso de mantener su
independencia, esperaban un salvador para restaurar su nación. La samaritana
muestra que tenía fe en la esperanza mesiánica, porque le dijo a Jesús ─ «Se
que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará
todas las cosas». Jesús, que siempre sabía cuándo era el momento oportuno
para actuar, se le manifestó como el Mesías de Dios, diciéndole: ─ «Yo soy,
el que habla contigo». ¡Ese fue el clímax de la conversación! ¡Que el Mesías
había llegado y estaba frente a ella era en sí misma la gran noticia! ¡Las
buenas nuevas están en conocer a Cristo! ¡Esa era y es la noticia que da
sentido redentor a toda la predicación y el quehacer de los cristianos! ¡Sin esa
noticia todo lo que se haga es igual a nada! ¡Que el Mesías tiene nombre y se
llama Jesús es el mensaje de las buenas nuevas! ¡Que Jesucristo fue enviado
por Dios al mundo, no para condenarlo, sino para salvarlo, es el fundamento
de la proclamación de las buenas nuevas (Jn 3.16-17), pero si se ocultare este
mensaje, la iglesia ha de languidecer! En cambio, mientras reconozcamos en
Jesús «al Cristo, el Hijo del Dios viviente», estaremos en la roca, sobre la
cual Dios «edifica su iglesia» (Mt 16.16-17).
vv. 27-34: Cuando Jesús se le presentó a la samaritana como el Mesías
«llegaron los discípulos y se asombraron de que hablara con una mujer».
Ellos habían salido a comprar alimentos y cuando llegaron se sorprendieron
de que Él estuviera hablando en público con una mujer, porque no era usual
que un Rabí lo hiciera.
Una vez que ellos llegaron, la samaritana «dejó su cántaro, fue a la
ciudad y dijo a los hombres: ─ Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo
cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo?» Los hombres de la ciudad, al ver
tanto entusiasmo en ella, «salieron… y vinieron a él». Cuando ella dejó el
cántaro en el pozo y fue a presentar a Cristo a los «hombres de la ciudad»,
hizo lo que todo cristiano debe hacer: dar testimonio de Cristo, partiendo de
su experiencia con Él. El mensaje de Cristo había calado tan profundamente
en ella, que olvidó su cántaro y fue a hablar de Cristo a los suyos. No solo
había creído en las buenas nuevas, sino que se había convertido en testigo de
Cristo.
En ocasiones nos creemos que debemos convertir la gente. Si nos
obligamos a esa tarea, nos hemos de frustrar. Nadie puede convertir a otra
persona. Cristo es el que convierte y nosotros lo único que tenemos que hacer
es conducir a la gente a Cristo, Quien es el autor consumador de la vida.
Cuando los Discípulos llegaron a Jesús y vieron a la samaritana
hablando con Él, no se interesaron en lo que estos hablaban, sino que le
pedían que comiera de las provisiones que habían traído. A la insistencia de
ellos, Jesús les respondió ─ «Yo tengo una comida que comer, que vosotros
no sabéis». Ante la respuesta de Jesús, ellos, debido a su mente material, se
preguntaban si alguien «le había traído de comer». Jesús les explicó sus
dudas, diciéndoles: ─ «Mi comida es que haga la voluntad del que me envió
y que acabe su obra». Con esa expresión, Jesús significó que para Él cumplir
el propósito salvador de Dios tenía la primacía sobre todo otro asunto. Poner
el Reino de Dios en primer lugar no implicaba que la comida no fuera
importante, sino que establecía que en su vida nada podía tomar el lugar que
ha Dios le pertenecía. Realizar la voluntad de Dios para Él, dejaba la puerta
abierta para disfrutar de todas las demás cosas, como «añadiduras», pero
darle primacía a las añadiduras y postergar el Reino de Dios, para Él era vivir
al revés, o sea: desvivir.
Debemos saber que conocer y hacer la voluntad de Dios es posible por
tres bendiciones que Él ha dado a su iglesia. Primera, Dios nos ha dado sus
mandamientos, que nos revelan su voluntad. Jesús dijo que la voluntad de
Dios se cumple de dos formas: (1) amando a Dios sobre todas las cosas; (2)
amando al prójimo, como a uno mismo. La segunda bendición es la dádiva
del Espíritu Santo, que nos permite conocer y hacer la voluntad de Dios
revelada en Cristo. Tercera, que hemos sido llamados a pertenecer a la Iglesia
de Cristo, una comunidad nutrida por la Palabra de Dios, que revela su
voluntad.
vv. 35-38: «¿No decís vosotros: ‹aún faltan cuatro meses para que llegue
la siega?› Yo os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya
están blancos para la siega». El tiempo que hay entre la siembra y la siega de
la mies dura cuatro meses. En esta metáfora: ¿cuál es la siembra y cuál es la
siega? Los que sembraron fueron los profetas, que en su tiempo anunciaron el
advenimiento de Cristo, el sentido de su muerte y resurrección (1 P 1.10-12).
Quienes sembraron fueron los profetas se hace claro con la cita que Jesús
hizo del siguiente proverbio: «En esto es verdadero el dicho: Uno es el que
siembra y otro es el que siega». Del proverbio, Jesús pasó a su orden
apostólica, al decirles: «Yo os he enviado a segar lo que vosotros no
labrasteis; otros lo labraron y vosotros habréis entrado en sus labores». La
iglesia de Cristo ha entrado en las labores de los sembradores al continuar
presentándole como el Mesías, que trae «vida eterna». Al predicar el
evangelio estamos cosechando lo que otros sembraron y tal como indica
Jesús, «el que siega recibe salario y recoge fruto para vida eterna, para que el
que siembra se goce juntamente con el que siega». Esta nota de gozo para el
que siembra y para el que cosecha distingue el apostolado cristiano, donde lo
que unos hacen contribuye a lo que otros hacen y todos comparten la alegría
al darle continuidad a la siembra y la cosecha de las buenas nuevas, que
imparten vida eterna al mundo.

APLICACIÓN
No hay duda que la conversación de Jesús con la samaritana es el
modelo ideal para aprender a compartir las buenas nuevas. En primer lugar,
debemos considerar que para comunicar las buenas nuevas hay que
desprivatizar la fe. La fe se privatiza si dejamos que los prejuicios nos
encapsulen y aíslen de las otras personas. Jesús, para encontrarse con la
samaritana, cruzó dos grandes barreras. Primera, no dejó que el odio racial
entre samaritanos y judíos le privara de pasar por Sicar, donde estaba un pozo
construido por el patriarca Jacob. Segunda, no permitió que el prejuicio
religioso, que prohibía que un Rabí hablara en público con una mujer, le
impidiera hablar con la samaritana.
A la luz del ejemplo de Jesús debemos preguntarnos: ¿qué prejuicios nos
impiden una relación abierta con las demás personas para que podamos
comunicarles nuestra fe? ¿Estaremos en alguna forma dando espacio a
prejuicios de clases, raza o políticos?
La samaritana, a pesar de admirar a Jesús, trató de llevarlo a discutir el
tema de si a Dios se debía adorar en Siquem o en Jerusalén. Jesús supo anular
esa estrategia evasiva y usar la admiración que ella tenía por Él, para acentuar
su mensaje de las buenas nuevas. Un mensaje que hablaba de Dios, no como
una figura que quiere que se le adore con ritos o que está localizada en uno u
otro monte. En cambio, Cristo presentó a Dios como espíritu, que requiere un
culto espiritual y verdadero. En este respecto, debemos determinar si
conocemos nuestra fe como para ser capaces de evangelizar obviando
discusiones insolubles y triviales y destacar los valores que, ciertamente,
contiene el evangelio de Cristo para toda persona.
Cuando Cristo dijo a sus Discípulos que su comida era hacer la voluntad
de Dios debemos preguntarnos: ¿qué lugar ocupa la voluntad de Dios en
nuestra vida? Un cristiano, al que le dije lo importante que era para crecer en
la fe hacer la voluntad de Dios, desesperadamente me dijo: «Pero Pastor, es
que yo no sé cuál es la voluntad de Dios». Quizás, él suponía que conocer la
voluntad de Dios era como si pudiera leer la mente de Dios y precisar lo que
Él quería para cada situación de su vida. No se trata de eso, sino que Dios nos
ha revelado su voluntad redentora en sus mandamientos y nos ha dado las
Escrituras para que sepamos lo que Él quiere de nosotros. Además, nos ha
dado su iglesia, que es la comunidad del Espíritu, en la cual bajo el consejo
del Espíritu Santo y la unidad de los hermanos, podemos discernir y hacer la
conducta que agrada a Dios.
Para comprender lo que debemos hacer podemos aplicar la enseñanza de
Jesús, que resume los diez mandamientos de Dios en dos. Jesús dijo que el
primer mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas y que el segundo es
amar al prójimo como a uno mismo ¿Acaso no es eso suficiente para guiar
nuestro comportamiento moral y espiritual por el buen camino? Si podemos
contestar que sí a la anterior pregunta, ciertamente estamos en el camino
correcto para continuar creciendo como personas y como hijos de Dios.
Podemos confiar en que si nos proponemos hacer únicamente las cosas
que agradan a Dios, no estaremos solos en esa decisión, porque Dios, que es
espíritu, ha de estar con nosotros y nos dará la fe, la inteligencia y el poder
para hacer Su voluntad.
Señalamos en el Análisis de la lección, que el mensaje de las buenas
nuevas se fundamenta en el entendimiento de quién es el Mesías de Dios.
Cuando Jesús dijo a sus discípulos que Él tenía una comida que comer que
ellos no sabían y que esa comida era hacer la voluntad de su Padre, estaba
hablando a nivel biológico y espiritual. Hoy, sabemos que los alimentos
nutren mente y cuerpo, para que los seres vivos puedan realizar sus funciones
físicas y mentales. Debemos hacernos las siguientes preguntas: ¿es para
nosotros hacer la voluntad de Dios un alimento para nuestra alma? Como
resultado de hacer la voluntad divina: ¿estamos creciendo en inteligencia
espiritual y en comprensión de nuestras realidades? ¿Es nuestro propósito
tener cada día una voluntad más firme y entusiasta que nos mueva a cumplir
con la obra de Dios? ¿Sabemos que el tiempo de nuestra vida pasa
rápidamente y no vuelve? ¿Podemos ver en Jesús a una persona que superó
las limitaciones del tiempo y que siempre estuvo presto para terminar la obra
que Dios le había encargado?
Un pensador cristiano expresó las consecuencias de no actuar en el
tiempo que Dios nos da, diciendo: «Cuando pudiste no quiste, cuando quieras
no podrás y así por un mal querer perderás un buen poder». Si esa es la
realidad: ¿por qué tanta gente pospone las cosas de Dios para luego? ¿Es
cierto o no, que cumplir con la obra de Dios a su debido tiempo da mayor
sentido, gozo y aprovechamiento de la vida? ¿Sabemos o no, que actuar
oportunamente mejora la salud porque libera a la persona de caer en
desesperación, por causa de tener muchas tareas incompletas, cuando ya no
hay tiempo ni energía física y mental para realizarlas? ¿Sabemos que actuar
oportunamente provee un sentido pleno de realización personal y espiritual?
El hecho de que Jesús sea el Mesías de Dios es el fundamento del
evangelio. Jesús, sabiendo la importancia que tiene el poder identificar al
verdadero Mesías, aprovechó cuando la samaritana le dijo: «Sé que ha de
venir el Mesías», Él le respondió ─ «Yo, soy, el que habla contigo».
Podemos decir que sin recibir a Jesús como el Mesías de Dios, no hay
evangelio. Esa realidad demanda que para compartir las buenas nuevas
estemos preparados para presentar a Cristo como el Mesías de Dios. Tenemos
que preguntarnos: ¿qué imagen tenemos y damos de Cristo? ¿Fue Jesús igual
a otros de los grandes genios religiosos de la humanidad? ¿Fue un maestro
extraordinario? ¿Fue un reformador religioso o un revolucionario? De todo
eso, Él tenía algo. Sobre todo: Él se consideró a sí mismo como el enviado de
Dios, para redimir a los seres humanos de pecado y la muerte, en virtud de
sus enseñanzas, su muerte y resurrección. Hechos que ocurrieron y son
convalidados con su continua presencia en la iglesia, a través del Espíritu
Santo.
Con Cristo terminaron los sacrificios de animales para alcanzar el
perdón de Dios y somos salvos en virtud de tener fe en Él, en su amor
sacrificial y en el poder de su resurrección. Con Él comenzamos a adorar a
Dios en espíritu y en verdad, nos unimos a nuestros hermanos y hermanas en
la fe para hacer la voluntad de Dios, regocijarnos en la siembra y en la
cosecha del evangelio de la paz.

ORACIÓN
Gracias oh Dios, porque a través de Cristo, nos haz alcanzado con el
mensaje que nos ha llevado a tu reino de amor y verdad. Capacítanos para
vivir cada día haciendo tu soberana voluntad. En un mundo como el nuestro,
que está atrapado por la mentira, la injusticia y el desamor, permítenos vivir
como testigos de las buenas nuevas de Cristo, que tienen poder para
trasformar las vidas y encaminarlas hacia tu reino de paz, justicia y amor.
Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA:

Lunes Miércoles Viernes


Mateo 5.13-16 Filipenses 1.1-7 1 Tesalonicenses 2.1-11
Martes Jueves Sábado
Colosenses 1.21-29 Filipenses 1.8-14 Filipenses 1.15-26
LECCIÓN 22: CREZCAMOS EN LA PALABRA, EL
AMOR Y EL SERVICIO

TEXTO BÍBLICO: 2 Timoteo 3.16-17; Efesios 4.16-17

TEXTO ÁUREO:

«Sino que, siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel


que es la cabeza, esto es, Cristo». Efesios 4.15

OBJETIVOS:

1. Comprender que la iglesia crece mediante la proclamación de la


palabra de Dios, la práctica del amor y el servicio a Dios y al
prójimo.
2. Ilustrar que el crecimiento cristiano tiene dos esferas, una
colectiva y otra personal.
3. Enfatizar que, siguiendo la verdad en amor, se supera el
infantilismo espiritual, que hace vulnerable al cristiano ante los
vicios que operan en el mundo; y, por otra parte, el seguimiento de
la verdad en amor dinamiza el crecimiento cristiano.

VOCABULARIO

«INSPIRACIÓN DIVINA DE LAS ESCRITURAS» (2 Ti 3.16):


Que toda Escritura es inspirada por Dios, significa que procede de Él; y
tiene autoridad para ordenar la vida de la persona cristiana, y tiene poder
para generar madurez y crecimiento a toda y todo seguidor de Cristo.
La inspiración de la Escritura no anula la personalidad de sus escritores,
ya que Dios originó el mensaje y escogió a los escritores, precisamente,
por las capacidades y características que ellos tenían para recibir y dar el
mensaje conforme a su propósito divino.
«INSPIRACIÓN DE LA ESCRITURA»: Se refiere a los libros de
la Ley, Salmos y Profetas, que constituyen el Antiguo Testamento.
Cuando Pablo dijo que la Escritura era inspirada por Dios, algunos de
los libros del Nuevo Testamento no estaban escritos. Luego que fueron
escritos, fueron reconocidos como Palabra de Dios, ya que afirmaban
que en Cristo se dio el cumplimiento del Antiguo Testamento; y, por lo
tanto, todo lo que Cristo dijo e hizo es Palabra de Dios.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
2 Timoteo 3.16-17
16 Toda Escritura está inspirada
2 Timoteo 3.16-17
por Dios y es útil para enseñar y
16 Toda la Escritura es inspirada por reprender, para corregir y educar
Dios y útil para enseñar, para redargüir, en una vida de rectitud,
para corregir, para instruir en justicia, 17 para que el hombre de Dios
17 a fin de que el hombre de Dios sea esté capacitado y completamente
perfecto, enteramente preparado para preparado para hacer toda clase de
toda buena obra. bien.

Efesios 4.16-17 Efesios 4.16-17


16 de quien todo el cuerpo, bien 16 Y por Cristo el cuerpo
concertado y unido entre sí por todas las entero se ajusta y se liga bien
coyunturas que se ayudan mutuamente, mediante la unión entre sí de todas
según la actividad propia de cada sus partes; y cuando cada parte
miembro, recibe su crecimiento para ir funciona bien, todo va creciendo y
edificándose en amor. edificándose en amor.
17 Esto, pues, digo y requiero en el 17 Esto, pues, es lo que les digo
Señor: que ya no andéis como los otros y les encargo en el nombre del
gentiles, que andan en la vanidad de su Señor: que ya no vivan más como
mente, los paganos, los cuales viven de
acuerdo con sus equivocados
criterios

BOSQUEJO

1. Crecimiento en las virtudes de la Palabra de Dios (2 Ti 3.16)


2. Finalidades de la Palabra (v. 17)
3. Seguir la verdad en amor para crecer juntos (Ef 4.15-16)

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
2 Timoteo 3.16-17; Efesios 4.16-17
Origen y crecimiento en la Palabra de Dios: «Toda Escritura es
inspirada por Dios» (2 Ti 3.16a). Aquí se acentúa el origen divino de la
Palabra de Dios. De su origen emana su autoridad, que no se menoscaba por
el hecho de que fuera comunicada a través de personas. Para leer bien las
Escrituras no podemos ignorar su origen divino, ni el hecho de que fueran
seres humanos sus escritores. Si ignoramos el origen divino de la palabra de
Dios, la convertimos en un libro común; que no tiene autoridad para regular
nuestra vida; pero si ignoramos que sus escritores fueron seres humanos, la
convertimos en una especie de sortilegio. La Biblia habla la verdad de Dios,
revelada en la historia humana y consumada en Cristo.
Las virtudes de la Palabra propician crecimiento (3.16b): Pablo nos
dice que las Escrituras son útiles «…para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia». Primero que nada, Pablo dice que las
Escrituras sirven para enseñar; es decir: para instruir en el camino de la vida,
con expectativa de que las personas la comprendan y acepten a Jesucristo,
como Su salvador.
Enseñar las Escrituras, requiere que el que lo hace tenga conocimientos
y aptitudes para mostrar a otros lo que es la plenitud de la vida en Cristo. En
las Escrituras, el maestro cuenta con un caudal de experiencias de vida y fe,
que le sirven como fuente para instruir a otras personas. Pero, no basta con el
conocimiento teórico de la verdad bíblica, sino que se requiere que el maestro
o maestra, tenga arraigo en el Señor y que sea fiel a la Palabra de Dios. Pablo
vio en Timoteo un buen sucesor para que continuara su ministerio, porque él
conocía las Escrituras desde su niñez, mediante la enseñanza y el buen
ejemplo de su madre, Loida y de su abuela, Eunice.
En segundo lugar, nos dice que las Escrituras sirven «para redargüir». El
poder para redargüir es una de las virtudes más poderosas de la Palabra de
Dios. Debemos tener en cuenta, que al predicar o enseñar la Palabra de Dios
entramos en un proceso de liberación, que en gran medida es contencioso,
porque uno de los males del pecado es que va acompañado de una gran dosis
de autoengaño, que induce a la persona a permanecer en el pecado. Después
de Adán, el mal es inherente a la condición humana y ata a las personas a la
violencia, indisciplina, desorden y egoísmo; y las ata en manera tal, que el
pecador defiende con su razón y sentimientos perturbados, su estatus
pecaminoso.
Él antídoto contra ese estado de contradicción con Dios viene de la
muerte y resurrección de Cristo, que crea vida nueva en los creyentes. La
potencia de la vida nueva es provista por el Espíritu Santo, que actúa como
testigo de Cristo. La vida nueva es alimentada en los creyentes por la mente
de Cristo, que transforma la persona y la pone en paz con Dios y con el
prójimo; y la santifica para que sirva con amor y alegría a Dios y al
prójimo.
Por eso, la función del que enseña la Palabra de Dios no es acusar,
condenar o descartar a nadie del llamado de Dios. El acusador exacerba la
culpa y empeora la crisis del pecador; mientras que el que redarguye señala la
muerte que hay en el pecado; y a la misma vez, testifica el poder redentor del
amor de Dios, que dio a su Hijo para que todo aquel que cree en Él sea
salvo.
En tercer lugar, Pablo enfatiza que la Escritura es útil «para corregir».
Habiendo la persona sido redargüida por la palabra de Dios, y habiendo
aceptado el perdón de sus pecados mediante la fe en Cristo, viene la acción
correctiva, que es lo que llamamos transformación de la persona, conforme a
la imagen de Cristo. Corregir es enderezar una cosa que está torcida. Es decir,
para el cristiano corregir es enderezar la conducta pecaminosa, para que su
mente, sentimientos y acciones sean obedientes a la voluntad de Dios. Si uno
quiere corregir sin la flexibilidad que aporta el ser redargüido por la Palabra,
la quebranta, en lugar de transformarla en Cristo.
En cuarto lugar, la Palabra de Dios sirve para «instruir en justicia». La
justicia de la que Pablo habla es la salvación por la fe en Cristo. San Pablo
sostuvo que somos salvos, no por las obras de la ley, sino por la fe en la
muerte y resurrección de Cristo. La salvación por la fe en Cristo tiene que
estar clara en la mente del maestro cristiano, porque ese es el mensaje
primordial de las Escrituras, que posibilita el crecimiento de las personas y de
la Iglesia. Gran parte de los sufrimientos que Pablo pasó con los judíos, se
debieron a que ellos sostenían que somos salvos por cumplir la ley y negaban
la salvación por la fe en Cristo.
La finalidad de las Escrituras (2 Ti 3.17): San Pablo señala que la
finalidad de las Escrituras es que «el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra». Que el hombre de Dios sea
perfecto, significa que es santificado en la verdad de Dios. Verdad de Dios,
que es conocida por medio de Jesucristo, y tiene poder para encaminar y
capacitar a las personas para que hagan solo lo que es bueno y agradable a
Dios.
¿Cómo se crece en la iglesia? (Ef 4.15-16): En la iglesia crecemos
«siguiendo la verdad en amor. Y crecemos... en todo aquel que es la cabeza».
Para San Pablo, la verdad de Dios está en Jesucristo; y siguiéndolo a Él en
amor y como cabeza de la Iglesia, se trasmite a todos los creyentes la plenitud
de Dios, que estaba y está en Cristo.
El conjunto de la cabeza, que es Cristo y los demás seguidores suyos,
forma el cuerpo de Cristo. Cada miembro de la iglesia crece en unidad con
Cristo y con los demás. El crecimiento de cada cual resulta del servicio que
rinda y reciba de los demás. Esa capacidad para dar y recibir servicio es un
resultado que viene por seguir la verdad de Cristo en amor. Por eso, el
crecimiento en la iglesia es una obra carismática, que resulta del
conocimiento y del servicio mutuo en el amor y la verdad de Cristo. En la
iglesia, cada miembro crece como individuo y promueve el crecimiento de
todos los demás.
Las personas separadas de Cristo se enrollan en las estratagemas de
hombres y pierden el crecimiento humano y espiritual. Pero, unidas a Cristo
todas las personas crecen mediante el amor y la verdad de Dios, aplicada a
todas sus relaciones humanas.

APLICACIÓN
Al considerar el conocimiento de las Escrituras como base del
crecimiento cristiano, debemos apoyarnos en que ellas son inspiradas por
Dios. Por lo tanto, tienen autoridad para guiar y dinamizar nuestro
crecimiento humano y espiritual. El conocimiento de la palabra de Dios
adelanta nuestro crecimiento integral como cristianos y es el antídoto para
contrarrestar la influencia de los «malos hombres y los engañadores (que)
irán de mal en peor, engañando y siendo engañadores» (2 Ti 3.13). Por ello,
San Pablo exhorta a Timoteo a persistir en lo que ha aprendido y recordar de
quien lo ha aprendido.
La recomendación de Pablo a Timoteo de persistir en lo aprendido,
sabiendo de quién lo ha aprendido, le plantea a la iglesia dos retos. Primero,
que tenga un plan para promover la educación cristiana en la familia, para
que bien temprano las personas reciban la palabra de Dios en su hogar
mediante el testimonio de sus padres. Segundo, que las personas que enseñan
la Biblia en la iglesia tengan autoridad moral, intelectual y espiritual para
enseñarla.
¿De dónde procede la autoridad de un maestro o maestra del evangelio?
En primer lugar, procede del conocimiento que tenga de las Escrituras; y, en
segundo lugar, procede del testimonio que tenga de su obediencia a la Palabra
de Dios.
Una iglesia con maestros cristianos, bien preparados para enseñar la
Palabra de Dios, crece continuamente. Sus feligreses no se enrollan o
estancan en la ignorancia, que los hace susceptibles al engaño prevaleciente
en el mundo, causado por hombres: «amadores de sí mismo, avaros,
vanidosos, soberbios, enemigos de lo bueno, traidores, impetuosos,
engreídos, amadores de los deleites mas que de Dios, que tendrán apariencia
de piedad, pero negarán la eficacia de ella» (2 Ti 3.2-5).
Dijimos en el análisis que la Biblia es buena «…para enseñar». Veamos
las implicaciones que esta virtud de la Palabra de Dios tiene para la iglesia.
Pero, antes comparto esta anécdota, que comprueba que la Palabra de Dios,
enseñada bien y a tiempo, promueve el crecimiento de la iglesia y de las
personas.
Una iglesia que estaba estancada en su crecimiento llamó a un pastor de
sólida tradición carismática, para que hiciera un estudio y le diera
recomendaciones para crecer.
Él hizo un estudio exhaustivo. Les dio numerosas recomendaciones, de
índole carismática, para crecer como iglesia. Pero, al concluir, les dijo: «Todo
lo que les he dicho sobre el poder del Espíritu que anima a la iglesia no
funciona, sino atienden como deben a sus niños y jóvenes. He notado que las
facilidades, materiales y personal que tienen para ellos, está lejos de la
calidad del que tienen para los adultos. Ningún padre o madre pondrá su
hijo en el salón de párvulos, como el que ustedes tienen».
Al oír esa recomendación, se quedaron pasmados. Ellos juraban que
estaban haciendo lo mejor por los niños y los jóvenes. Pero, obedecieron la
recomendación y la iglesia comenzó a crecer.
La segunda virtud de la Palabra de Dios es que redarguye de pecados.
Veamos ¿qué aplicaciones tiene esa virtud para la iglesia? A veces, usamos el
don de redargüir como si significara acusar o regañar. Conocidos son los
predicadores, que usan la Palabra de Dios como un látigo incruento. Ese es
un uso carnal. Porque las Escrituras, de suyo propio, tienen capacidad para
herir y despertar las conciencias dormidas o rebeldes a la Palabra de Dios. De
hecho, la misma Biblia dice que ella penetra como una espada hasta el
tuétano. Pero, cuando la Palabra de Dios hiere, lo hace como el cirujano, que
busca sanar. Así que la capacidad para redargüir que la Biblia tiene es
sanadora y hay que usarla no para uno complacerse en dominar, ofender y
maltratar a los demás, aún cuando ellos, debido a su enfermedad emocional,
se sientan complacidos por ello. Cuando Dios redarguye a uno, acompaña la
herida que Su palabra causa, con la fe y el amor perdonador de Dios, que
redime y muestra a la persona el camino hacia la vida nueva.
La tercera capacidad de las Escrituras es «corregir». A veces, como
predicadores y maestros del evangelio, nos parecemos a una señal de luz
dañada, que les da paso a todos los conductores a la misma vez; y, por
supuesto, todos chocan bajo la luz.
Para algunos consejeros cristianos, todo lo que la persona haga está bien.
Ese «laisses faire» priva a la iglesia de ser una inspiración para que las
personas actúen en todas las cosas con la decencia y el orden que propicia la
adoración a Dios y la felicidad humana.
Si bien la iglesia no debe tener injerencia en todas las cosas de las
personas, debe educar en la fe y en los valores que conducen a la excelencia
humana; cuyo norte es el seguimiento de la verdad y de los valores que hacen
bien y justicia a todas las personas. San Pablo afirma que todo lo que
proceda del egoísmo o induzca a inmoralidades y engaños debe ser evitado
en el cuerpo de Cristo, que tiene la función de testificar un estilo de vida
cristiano; que propicia la corrección que facilita alcanzar la libertad; y que
anima la motivación de crecer y hacer solo lo que es puro, bueno y edificante
para uno y para las demás personas.
La cuarta capacidad de las escrituras consiste en instruir en justicia, o
sea, encaminar a las personas en Cristo. Vale preguntarse, ¿cómo estamos
realizando esa función? Porque muchas veces celebramos cultos, sin llamar
al seguimiento de Cristo, cuando el mensaje primordial de las Escrituras es la
salvación por la fe en Él.
A veces asignamos a la iglesia una función social como su labor
primordial, cuando en realidad la función social de la iglesia es concurrente
con la fe en Cristo, que tiene por finalidad que la persona sea perfecta,
enteramente preparada para toda buena obra». En Cristo, la santidad y la
caridad operan como las dos manos de nuestro cuerpo, que una ayuda a la
otra.
¿No les parece que es innecesario descubrir una justificación nueva para
seguir a Cristo; ya que nuestra función eclesial es llamar a todos a seguirlo a
él como cabeza, que transmite a todo el cuerpo la plenitud de Dios?
¿No les parece que siendo Cristo la plenitud de Dios y cabeza de la
iglesia, hay en Él un universo lleno de bienes y bendiciones, que facilitan
nuestro crecimiento mediante la cooperación amorosa y benéfica de todos los
feligreses hacia uno; y de uno hacia todo?

ORACIÓN
Señor, te doy gracias porque me has llamado a venir a ti. Solo por tu gracia
he recibido y aceptado tu llamado. Gracias porque siguiéndote estoy
creciendo en tu verdad, amor y espíritu de servicio. Gracias porque no solo
estoy creciendo yo, sino que también crecemos juntos como verdaderos
hermanos y hermanas en la fe. Gracias porque por tu Palabra hemos sido
liberados y liberadas del engaño y la muerte que impera en el mundo.
Gracias porque estamos creciendo y haciendo crecer a los demás mediante
la santificación de nuestras vidas, el conocimiento y la obediencia a tu
Palabra. En el nombre de Jesús. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA:

Lunes Miércoles Viernes


Filipenses 3.1-11 Romanos 2.17-29 Lucas 9.23-27
Martes Jueves Sábado
Mateo 18.10-14 Mateo 13.44-53 Filipenses 3.12–4.1
LECCIÓN 23: VISIÓN, COMPASIÓN Y ACCIÓN

TEXTO BÍBLICO: Marcos 6.33-44

TEXTO ÁUREO:

«Salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos,


porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles
muchas cosas». Marcos 6.34

OBJETIVOS:

1. Destacar que el milagro de la multiplicación de los panes y los


peces muestra que cada persona cristiana tiene el deber de ver,
sentir y actuar para ayudar a las personas que estén pasando por
sufrimientos.
2. Concienciar a la persona cristiana de que al responder fielmente
a su obligación pastoral con los demás no está sola, cuenta con el
Dios que le manda a servir pastoralmente.

VOCABULARIO

VISIÓN: El concepto visión tiene diversos sentidos. Se usa para


significar la gran imaginación que algunas personas tienen. Imaginación
que les permite ver las ventajas y desventajas que las cosas tienen y
actuar sabiamente. También puede significar el punto de vista que una
persona tenga o la capacidad para formular y llevar a cabo los propósitos
de su vida. En esta lección, el concepto visión no descarta esas
connotaciones, pero afirma principalmente, que la visión surge del
conocimiento y la obediencia a la voluntad de Dios, revelada en las
Escrituras (Pr 29.18).
COMPASIÓN: La compasión es una virtud original de Dios, que se
distingue por su misericordia. Mediante la compasión las personas
pueden ver, sentir y actuar para liberar a otras personas que estén
pasando por sufrimientos innecesarios. En virtud de su misericordia,
Dios busca liberar al ser humano de las condiciones que le producen
sufrimientos innecesarios. La persona, habiendo sido creada a la imagen
de Dios, siente compasión y está llamada a liberar a su prójimo de las
condiciones que dañan su felicidad. Ya que Jesús, al ver la multitud
evocó su vocación pastoral para con ella, el concepto compasión está
ligado a la acción pastoral, que efectivamente se compadezca y cuide de
su rebaño.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
Marcos 6.33-44 Marcos 6.33-44
33 Pero muchos los vieron ir y lo 33 Pero muchos los vieron ir y lo
reconocieron; entonces muchos reconocieron; entonces muchos
fueron allá a pie desde las ciudades, y fueron allá a pie desde las ciudades, y
llegaron antes que ellos, y se juntaron llegaron antes que ellos, y se juntaron
a él. a él.
34 Salió Jesús y vio una gran 34 Salió Jesús y vio una gran
multitud, y tuvo compasión de ellos, multitud, y tuvo compasión de ellos,
porque eran como ovejas que no porque eran como ovejas que no
tenían pastor; y comenzó a enseñarles tenían pastor; y comenzó a enseñarles
muchas cosas. muchas cosas.
35 Cuando ya era muy avanzada la 35 Cuando ya era muy avanzada la
hora, sus discípulos se acercaron a él, hora, sus discípulos se acercaron a él,
y le dijeron: y le dijeron:
—El lugar es desierto y la hora ya —El lugar es desierto y la hora ya
muy avanzada. muy avanzada.
36 Despídelos para que vayan a 36 Despídelos para que vayan a
los campos y aldeas de alrededor y los campos y aldeas de alrededor y
compren pan, pues no tienen qué compren pan, pues no tienen qué
comer. comer.
37 Respondiendo él, les dijo: 37 Respondiendo él, les dijo:
—Dadles vosotros de comer. —Dadles vosotros de comer.
Ellos le dijeron: Ellos le dijeron:
—¿Quieres que vayamos y —¿Quieres que vayamos y
compremos pan por doscientos compremos pan por doscientos
denarios y les demos de comer? denarios y les demos de comer?
38 Él les preguntó: 38 Él les preguntó:
—¿Cuántos panes tenéis? Id a —¿Cuántos panes tenéis? Id a
ver. ver.
Y al saberlo, dijeron: Y al saberlo, dijeron:
—Cinco, y dos peces. —Cinco, y dos peces.
39 Entonces les mandó que 39 Entonces les mandó que
hicieran recostar a todos por grupos hicieran recostar a todos por grupos
sobre la hierba verde. sobre la hierba verde.
40 Se recostaron por grupos, de 40 Se recostaron por grupos, de
ciento en ciento, y de cincuenta en ciento en ciento, y de cincuenta en
cincuenta. 41 Entonces tomó los cinco cincuenta. 41 Entonces tomó los cinco
panes y los dos peces y, levantando panes y los dos peces y, levantando
los ojos al cielo, bendijo, y partió los los ojos al cielo, bendijo, y partió los
panes y dio a sus discípulos para que panes y dio a sus discípulos para que
los pusieran delante; también repartió los pusieran delante; también repartió
los dos peces entre todos. los dos peces entre todos.
42 Comieron todos y se saciaron. 42 Comieron todos y se saciaron.
43 Y recogieron, de los pedazos y 43 Y recogieron, de los pedazos y
de lo que sobró de los peces, doce de lo que sobró de los peces, doce
cestas llenas. cestas llenas.
44 Los que comieron eran cinco 44 Los que comieron eran cinco
mil hombres. mil hombres.

BOSQUEJO

1. Muchos siguen a Jesús (Mc 6.33)


2. Jesús tiene compasión de la multitud (v. 34)
3. La propuesta de los discípulos y la respuesta de Jesús (vv. 35-
37)
4. El proceso del milagro (vv. 38-41)
5. Alimentación de la multitud (vv. 42-44)

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Marcos 6.33-44
v. 33: «Pero muchos los vieron y los reconocieron. Y corrieron allá a pie
de todas las ciudades antes que ellos». Jesús envió a sus discípulos a una
misión evangelizadora, que se relata en Marcos 6.13-12. Terminada la
misión, sus discípulos le dieron un informe sobre la labor realizada. Jesús
notó que necesitaban un descanso y los llevó a un lugar solitario. Pero, la
gente impresionada por el éxito de la misión, reconocieron a Cristo y a sus
discípulos, y se le adelantaron al lugar donde ellos iban a ir.
v. 34: «Cuando Jesús salió, vio una gran multitud y tuvo compasión de
ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor. Entonces, comenzó a
enseñarles muchas cosas». Este versículo manifiesta varias cosas. Primero, es
evidente que Jesús ve, siente y actúa a favor de su rebaño. Él ve la realidad
dolorosa de los demás y la siente como suya. En segundo lugar, Jesús
visualiza un cambio, una posibilidad para salir de las circunstancias penosas
que sus ovejas padecen.
En arreglo con su vocación pastoral, y de frente a las necesidades de la
multitud, Jesús comenzó a impartirles el conocimiento de la Palabra de Dios,
como salida de la miseria de ellos. Por eso: «Comenzó a enseñarles muchas
cosas», es decir: la Palabra de Dios.
La naturaleza humana es de tal forma, que cuando miramos a los demás,
nos surge un atisbo de lo que nosotros somos o debiéramos ser. Por eso Jesús,
que se consideraba a sí mismo como el Buen Pastor, sintió que esa multitud
sufría, precisamente por no tener un pastor que los pusiera en contacto con la
Palabra de Dios. Sabemos que la función del pastor es cuidar y alimentar el
rebaño. Jesús sabía que ser pastor, para Él implicaba dar su vida por sus
ovejas. De frente al lobo, Jesús no estaba dispuesto a abandonar su rebaño,
como hacían los falsos pastores.
Cuando leemos Juan 10.10, nos percatamos que Jesús sabía que ser
pastor del rebaño de Dios significaba obedecer la voluntad de Dios, tener
compasión por las ovejas y entregar su vida en defensa de ellas; cosas que no
querían saber ni hacer los sacerdotes del templo, que eran los pastores
titulados de su época.
vv. 35-37: «Como la hora era ya muy avanzada sus discípulos se
aceraron a él y le dijeron: El lugar es desierto y la hora avanzada. Despídelos
para que vayan a los campos y las aldeas de alrededor y compren para sí algo
que comer».
Este consejo que los discípulos dieron a Jesús puede considerarse como
lógico, razonable y práctico. Pero, Jesús no lo aceptó y procedió a mover la
perspectiva de ellos a un nuevo nivel de conciencia y compromiso, cuando
les dijo: «denle ustedes de comer».
Ante el reto que Jesús les planteó, ellos sorprendidos respondieron:
«¿Que vayamos y compremos pan con el salario de seis meses, y les demos
de comer?». Con la recomendación de los discípulos de Jesús, vemos que
ellos estaban cerrados mentalmente con un sentimiento de impotencia e
imposibilidad. Ante esa cerrazón de ellos, Jesús inició un diálogo que los
llevó a descubrir cómo podían asumir, responsable y totalmente, con su
obligación pastoral con la multitud.
v. 38: El proceso que Jesús siguió para obrar el milagro de la
multiplicación de los panes y los peces, tuvo varios pasos, que debemos
notar. Es decir, el milagro no fue una demostración teatral en la que los
discípulos fueron espectadores y Cristo un mago. Por el contrario, fue una
experiencia participativa y de crecimiento.
El primer paso consistió en el examen de la realidad. Ese paso se
produjo cuando les preguntó: «¿Cuántos panes tienen? Vayan y vean. Ellos,
al enterarse le dijeron “─cinco y dos pescados”». Este primer paso fue uno de
concienciación; que los llevó a estar claros sobre cuál era la realidad. La
realidad para ellos era la limitación. La realidad para Cristo no excluía la
limitación, pero incluía la presencia de Dios en ella. Cristo siempre contaba
con el poder de Dios para servirle y acatar su voluntad. Por el momento, los
discípulos no veían esa dimensión. Esa es la raíz del milagro, que no se ve
con los ojos y únicamente se ve con la fe.
vv. 39-40: El segundo paso se produjo cuando Jesús ordenó a sus
discípulos «que hicieran recostar a todos sobre la hierba verde en grupos de
cincuenta en cincuenta y de cien en cien». Este paso significa orden con
oportunidad para todos por igual. No hay nada que provoque mayor violencia
y caos que el hecho de que, en una situación de hambre y escasez, aparezca
algún pan. Ese el momento para unos pasar sobre otros y todos atascarse en
una competencia feroz. En situaciones de crisis, el orden es lo que propicia
atención y satisfacción para todos por igual.
v. 41: «Y él tomó los cinco panes y los dos pescados y, alzando los ojos
al cielo, bendijo y partió los panes. Luego, iba dando a sus discípulos para
que los pusieran delante de los hombres, y también repartió los dos pescados
entre todos».
Con este paso, Jesús invocó la acción de Dios, en medio de las
limitaciones de ellos. Debemos notar que la narración de este milagro no dice
que Jesús oró y llovieron del cielo canastas repletas de pan y pescado, sino
que los cinco panes y los dos peces permanecían en las manos de Jesús. De
sus manos los apóstoles tomaban pan y pescado para darlo a los asistentes.
Eso significa, que siempre que pongamos en las manos del Señor nuestras
insuficiencias, descubriremos que ellas se convierten suficiencia, para
nosotros y para todos los demás.
No debemos pasar por alto la semejanza entre el milagro de la
multiplicación de los panes y los peces y el acto de la Santa Cena de Jesús
con sus discípulos. El pan de la Cena representa su propia vida, su único
cuerpo, partido para ser repartido a todos por igual. El cuerpo de Cristo se
parte en la cruz y se reparte en la Comunión cristiana, que es la nueva forma
de la unidad, del mismo Cuerpo de Cristo.
vv. 42-44: «Comieron y se saciaron, y recogieron doce canastas». Esto
es indicativo de que el pan de Dios es suficiente para todos y representa todo
el pueblo de Dios. Que comieron del pan «cinco mil hombres» es una imagen
de aquellos tiempos, en los que solo se contaba a los hombres.

APLICACIÓN

Compasión es ver, sentir y actuar


Notamos en el Análisis de la Escritura que la gente, habiendo visto las
cosas maravillosas que los apóstoles hicieron, se adelantaron al desierto
donde Jesús fue para tener un descanso con ellos. Es notable que Jesús vio a
la multitud y sintió compasión por ella. Sintió compasión porque entendió la
falta de protección y cuidado que los pastores daban al pueblo. Vio a la
multitud como ovejas dispersas y abandonadas ante el ataque de los lobos.
Los pastores de su época eran los sacerdotes. Ellos, más que cuidar las
ovejas, se ocupaban del cumplimento legalista de la ley, en la magnificencia
del templo, en la belleza de sus ritos y en las contribuciones a cobrar por el
servicio de sus ritos. Los sacerdotes, con ánimo de conseguir aprobación de
las autoridades romanas para imponer más tributos a sus ritos, les hacían un
juego político a ellas. A cambio, los romanos que no le adjudican valor
alguno a la fe de ellos, por conveniencia, endosaban la imposición de nuevos
y más altos tributos al pueblo.
En circunstancias como esas, en lugar de pastoreo responsable, las
ovejas sufrían de explotación. Se abandonó el verdadero pastoreo, que tiene
como meta cuidar y proteger el rebaño. Jesús, al ver tal desamparo, se
conmovió en sus entrañas y reafirmó su vocación pastoral, que buscaba
cambiar la explotación en redención.
Al estudiar este pasaje, debemos preguntarnos, ¿qué sentimos al ver la
condición de nuestro pueblo? Por lo menos, debiéramos preguntarnos si por
conveniencia personal, ¿hemos dejado de lado nuestra función pastoral y
redentora para con nuestro pueblo?
En muchos casos, si el pueblo sufre por haber abandonado la Palabra de
Dios, acude a la religión como solución mágica, rápida y milagrosa, cuando
lo menos que la fe tiene son soluciones mágicas y prefabricadas. Jesús,
advirtió ese riesgo, cuando dijo: «De cierto, de cierto os digo que me buscáis,
no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os
saciasteis» (Jn 6.25). Participar del advenimiento del reino de Dios y su
justicia en virtud de la obra de Cristo, es la proclamación fundamental de la
misión cristiana.
Jesús inició y culminó su ministerio anunciando el advenimiento del
reino de Dios. Para Él, el reino de Dios había llegado trayendo la justicia de
Dios. Para Jesús, Dios ama y acoge a todo el que viene a Él en
arrepentimiento de sus pecados. Libres del poder del pecado, surge una nueva
forma de vivir, en las que el desenfreno inmoral, la avaricia y el
egocentrismo, que condena a las personas a actuar en forma injusta,
egocéntrica y violenta ha pasado. Y, por el contrario, las personas habiendo
recibido la compasión del Dios que ama y perdona, restablecen un estilo de
vida nueva y de buena convivencia en fe y amor.
Por ignorar la justicia del reino de Dios, las personas se tratan según su
raza, sexo, nacionalidad, color, condición social y credo político y religioso.
Vale que como cristianos nos preguntemos, ¿podemos decir que para
nosotros esos criterios no importan y que lo que nos importa es honrar el
amor de Dios que nos ha amado y llamado a amar y ser justos con todos por
igual?

Excusas para no ver, sentir y actuar como Dios manda


Contrario a Jesús, que vio la multitud, sintió compasión de ella y
comenzó a enseñarles el evangelio; los discípulos basados en que era tarde, le
pidieron que suspendiera su enseñanzas y los despidiera para que ellos
buscaran su pan en las aldeas vecinas.
En el fondo, los discípulos estaban evadiendo su responsabilidad con la
multitud. Por lógico que fuera el enfoque de ellos, Jesús se los cambió y les
dijo: «dadle vosotros de comer». Noten que en el consejo de los discípulos
superpone el pan sobre la Palabra de Dios, ya que pedían que Él suspendiera
la enseñanza y enviara a la gente a buscar su pan. Jesús no ignoraba la
necesidad del pan, pero indicaba que «no solo de pan vive el hombre, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4.4).
En esta coyuntura, Jesús mantuvo y mantiene la orden, que demanda que
alimentemos al pueblo en necesidad. Pero, para ello es primordial dar el
debido espacio a la Palabra de Dios. Por eso, les requirió que no era necesario
enviarlos a buscar pan, sino que ellos debían darle pan. ¿No les parece que
cuando Jesús manda, Él ha de proveer para que se realice lo que Él manda?
Pues, claro que sí. Saber eso es refrescante para cada pastor y pastora.
El milagro de la multiplicación de los panes y los peces revela lo que
pasa en la vida misionera de la iglesia. En la iglesia hemos experimentado
que hay una superabundancia, que no está almacenada en un sitio, para verla
con los ojos materiales, sino que se descubre mediante la visión de la fe. El
milagro de la multiplicación de los panes y los peces no ocurrió como una
demostración espectacular de un mago, sino que Jesús condujo a sus
discípulos hacia un proceso de participación de ellos en su espíritu y
mentalidad. Destacamos en el análisis que primeramente Jesús llevó a sus
discípulos a que hicieran una evaluación de lo que tenían. Luego, ellos
pusieron en sus manos de Él todo lo que tenían. Finalmente, lo poco que
tenían se convirtió en más que suficiente para todos. Así sucedió entonces, y
así sucederá siempre en la iglesia que tenga la capacidad de ver el dolor, de
ser compasiva y de actuar en obediencia al llamado del Señor.
¿Qué nos dice la forma en que ocurrió este milagro? Nos dice que, si
amamos como Él ama, hemos de sentir las necesidades del pueblo y hemos
de actuar pastoralmente. Es decir, compasiva y activamente. Te has
preguntado ¿cómo puedo yo personalmente demostrar la compasión que Dios
tiene para las personas que me rodean? Te aseguro, que más allá de tus
limitaciones, si tienes la voluntad de servir, Dios estará a tu lado para darte la
respuesta y obrar el milagro, que será bueno para quienes te rodean y para ti.

ORACIÓN
Gracias Señor porque eres nuestro Pastor. En ti nos sentimos seguros y
protegidos. Ayúdanos para que podamos demostrar tu amor y compasión a
todo tu pueblo, que vive disperso por desconocer que tú le amas y tienes
poder para cambiar su miseria en abundancia y bendición. En el nombre de
Jesús. Amén.
LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Mateo 25.31-40 Romanos 12.9-13 1 Pedro 3.8-15
Martes Jueves Sábado
Mateo 7.24-29 Romanos 12.14-21 Mateo 5.1-16
SEXTA UNIDAD:
MODELOS DE FE, OBEDIENCIA Y
COMPROMISO
Rvdo. Benjamín Santana Santana
LECCIÓN 24: LAS PARTERAS

TEXTO BÍBLICO: Éxodo 1.8-21

TEXTO ÁUREO:

«Pero las parteras temieron a Dios y no hicieron como les mandó el


rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños». Éxodo 1.17

OBJETIVOS:

1. Distinguir entre las demandas que nos impone el medio


sociocultural en que vivimos y los reclamos éticos y espirituales
que Dios nos hace.
2. Discernir y afirmar nuestro compromiso con Dios.

VOCABULARIO

FARAÓN: En la lengua egipcia inicialmente este término


significaba «casa grande» y se refería al palacio real. Más adelante este
término evolucionó y se usó como título de honor para referirse a la
persona del rey.
PARTERA: Es el equivalente a lo que se conoce también como
comadronas. Tradicionalmente han sido mujeres, que sin ostentar un
título en medicina, asisten a otras mujeres en el parto.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
Éxodo 1.8-21
8 Entretanto, se levantó sobre
Egipto un nuevo rey que no
conocía a José, y dijo a su
pueblo:
9 «Mirad, el pueblo de los
hijos de Israel es más numeroso y Éxodo 1.8-21
8 Más tarde hubo un nuevo rey en
fuerte que nosotros.
10 Ahora, pues, seamos sabios Egipto, que no había conocido a José, y
para con él, para que no se que le dijo a su pueblo:
multiplique y acontezca que, en 9 «Miren, el pueblo israelita es más
caso de guerra, él también se una numeroso y más poderoso que nosotros;
a nuestros enemigos para pelear 10 así que debemos tramar algo para
contra nosotros, y se vaya de esta impedir que sigan aumentando, porque
tierra.» puede ser que, en caso de guerra, se
11 Entonces pusieron sobre pongan de parte de nuestros enemigos
ellos comisarios de tributos para para pelear contra nosotros y se vayan de
que los oprimieran con sus este país.»
cargas. Así edificaron para el 11 Por eso los egipcios pusieron
faraón las ciudades de capataces encargados de someter a los
almacenaje, Pitón y Ramesés. israelitas a trabajos muy duros. Les
12 Pero cuanto más los hicieron construir las ciudades de Pitón y
oprimían, tanto más se Ramsés, que el faraón, rey de Egipto,
multiplicaban y crecían, de usaba para almacenar provisiones.
manera que los egipcios temían a 12 Pero mientras más los maltrataban,
los hijos de Israel. más aumentaban. Así que los egipcios les
13 Los egipcios hicieron servir tenían mucho miedo.
a los hijos de Israel con dureza, 13 Los egipcios esclavizaron
14 y amargaron su vida con cruelmente a los israelitas.
dura servidumbre en la 14 Les amargaron la vida
fabricación de barro y ladrillo, en sometiéndolos al rudo trabajo de preparar
toda labor del campo y en todo su lodo y hacer adobes, y de atender a todos
servicio, al cual los obligaban con los trabajos del campo. En todo esto los
rigor. israelitas eran tratados con crueldad.
15 También habló el rey de 15 Además, el rey de Egipto habló con
Egipto a las parteras de las Sifrá y Puá, que eran parteras de las
hebreas, una de las cuales se hebreas, y les dijo:
llamaba Sifra y la otra Fúa, y les 16 —Cuando atiendan a las hebreas en
dijo: sus partos, fíjense en el sexo del recién
16 —Cuando asistáis a las nacido. Si es niña, déjenla vivir, pero si
hebreas en sus partos, observad el es niño, ¡mátenlo!
sexo: si es hijo, matadlo; si es 17 Sin embargo, las parteras tuvieron
hija, dejadla vivir. temor de Dios y no hicieron lo que el rey
17 Pero las parteras temieron a de Egipto les había ordenado, sino que
Dios y no hicieron como les dejaron vivir a los niños. 18 Entonces el
mandó el rey de Egipto, sino que rey de Egipto las mandó llamar y les dijo:
preservaron la vida a los niños. —¿Por qué han dejado vivir a los niños?
18 Entonces el rey de Egipto 19 —Porque las mujeres hebreas no
hizo llamar a las parteras, y les son como las egipcias —contestaron ellas
dijo: —¿Por qué habéis hecho —. Al contrario, son muy robustas y dan
esto? ¿Por que habéis preservado a luz antes de que nosotras lleguemos a
la vida a los niños? atenderlas.
19 Las parteras respondieron 20-21 De esta manera el pueblo
al faraón: —Porque las mujeres israelita seguía creciendo en número, y
hebreas no son como las egipcias; cada vez se hacía más poderoso. Además,
son robustas y dan a luz antes que como las parteras tuvieron temor de Dios,
llegue la partera. él las favoreció y les concedió una
20 Dios favoreció a las familia numerosa.
parteras; el pueblo se multiplicó y
se fortaleció mucho.
21 Y por haber las parteras
temido a Dios, él prosperó sus
familias.

BOSQUEJO

1. La estrategia de Faraón (Ex 1.8-10)


2. Opresión del pueblo; multiplicación de descendientes (vv. 11-
12)
3. La naturaleza de la opresión (vv. 13-14)
4. Intensiones del faraón; desobediencia de las parteras (vv. 15-
16)
5. Obediencia a Dios y bendición (vv. 17-21)

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Éxodo 1.8-21
vv. 8-10: «Se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José».
Más que un rey se trata de un nuevo faraón. Es posible que se refiera al
faraón Seti I. Junto con su sucesor Ramsés II trasladó el gobierno y el trono
real desde Tebas a la región del delta y desarrolló un extenso proyecto de
construcciones. De ahí la necesidad de esclavos, para someterlos a los
trabajos forzados que demandaban dichas construcciones. La referencia a que
este faraón no conocía a José puede significar literalmente no haber tenido
contacto personal con él, pero es más probable que se refiera a la renuencia a
reconocer todo el servicio que José había prestado a Egipto. Esta actitud pudo
responder al hecho de que este nuevo faraón iba a lanzar una nueva política
con relación a los israelitas. «Mirad, el pueblo de los hijos de Israel es más
numeroso y fuerte que nosotros», esa era justamente la razón que tenía el
faraón para lanzar una política de opresión y exterminio sistemático. Los
israelitas se estaban convirtiendo en una extraordinaria fuerza cultural y
política y un importante factor económico. El faraón trató de hacer el difícil
ejercicio de aprovechar el potencial económico de los israelitas sin poner en
riesgo la seguridad política y la integridad cultural. Es posible que los
israelitas no fueran superiores en número a los egipcios; lo que se quiere
destacar es que ya constituía una fuerza lo suficientemente poderosa como
para que los egipcios se sintieran amenazados.
vv. 11-12: Faraón recurre a una práctica generalizada en Egipto de usar
esclavos para realizar los trabajos más duros. Esa población de esclavos
podía incluir prisioneros, refugiados, inmigrantes, etc. Los comisarios de
tributos hacían la función de supervisores generales y probablemente eran
egipcios, que tenían bajo su mando a capataces israelitas. «Edificaron para el
faraón», en este contexto significa que edificaron para el estado, ya que
inicialmente el término «faraón» significaba «el palacio real» o la autoridad
pública. Un poco más tarde este título se le adjudica al regente o mandatario.
Los nombres de las ciudades de almacenaje (Pitón y Ramsés) son
adaptaciones del idioma egipcio al hebreo. Ambas ciudades se encontraban
situadas al este del delta del Nilo.
v. 12: «Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y
crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel». Este
versículo revela una extraña ley, que sólo es comprensible en el contexto del
proyecto de liberación de Dios: a mayor opresión, más grandes las señales de
una promesa de rescate. La acción del faraón contra los israelitas, tratando de
minarlos en su fuerza, produce lo contrario: un crecimiento poblacional que
los hace más robustos y peligrosos.
vv. 13-14: Estos versículos sirven más bien para detallar ampliamente la
naturaleza de la opresión laboral y psicológica a la que estaban sometidos los
israelitas. De esa manera se hace más dramática la situación desde la cual
Dios sostiene y fortalece a su pueblo.
vv. 15-16: «Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, observad el
sexo: si es hijo, matadlo; si es hija, dejadla vivir». Faraón se percata de que
su intención de aniquilar el crecimiento demográfico de los israelitas,
mediante el sometimiento a trabajos agotadores, no tiene éxito, y entonces
opta por una medida más radical, el asesinato de los niños nacidos de las
mujeres israelitas. Para cumplir su cometido delega esa tarea en las parteras
de las mujeres israelitas, con instrucciones específicas de aniquilar a todos los
hijos varones recién nacidos. En este acontecimiento el narrador bíblico va
escalando la intensidad de la persecución y el afán de exterminio del faraón
para implicar la futilidad del esfuerzo que el gobernante está haciendo frente
al propósito de Dios, que es su verdadero contrincante.
v. 17: «Pero las parteras temieron a Dios y no hicieron como les mandó
el rey de Egipto, sino que preservaron la vida de los niños». En este versículo
se revela una perspectiva más amplia y universal de la acción de Dios, que
alcanza a las parteras y provoca en ellas el temor reverente que les impide
ejecutar la orden homicida del faraón. Se produce en ellas un convencimiento
ético de que el valor humano va más allá de la obligación al estado.
vv. 18-19: La respuesta de las parteras –que contiene cierta nota de
humor– es una forma de responder desviando el foco principal: su deber de
cumplir la orden. El término «robustas» puede significar también que eran
como «animales», con una gran facilidad y rapidez para dar a luz. El silencio
del faraón, que insinúa la aceptación de una respuesta tan cuestionable, lo
deja representado como un gobernante medio timorato.
vv. 20-21: Finalmente, la fidelidad de las parteras contribuyó al
crecimiento del pueblo y trajo a su vida personal la bendición de Dios.

APLICACIÓN
En los años finales del siglo veinte y principios del presente, se ha
confirmado el creciente desengaño que ha producido una época de grandes
avances tecnológicos, pero también de profundas contradicciones en términos
del desarrollo humano y las expectativas de bienestar de muchas personas y
pueblos. Se ha experimentado exterminios humanos irracionales, violaciones
flagrantes de derechos humanos, millares de personas desaparecidas y el
recrudecimiento de profundas y amargas divisiones étnicas. En el trasfondo
de toda esa irracionalidad y primitivismo se advierten las distintas
manifestaciones de totalitarismos políticos, una especie de paranoia que ve
amenaza en todas las personas e instituciones que no comulgan con sus ideas.
Los medios de comunicación, con su alcance casi ilimitado, nos han puesto
en contacto visual con rincones del mundo donde se hace patente el terror que
aún impera como resultado de fuerzas opresoras y prepotentes. Es como si el
mundo y las condiciones para la vida, creadas por Dios, hubiesen sido
secuestradas por fuerzas antagónicas al bien y al derecho a la vida.
Cuando miramos ese panorama desde la óptica que nos aportan los
valores de la fe cristiana, advertimos la urgente necesidad que hay de una
respuesta que pueda afirmar los propósitos de Dios para el ser humano.
La actitud del faraón que describe el texto bíblico recoge
simbólicamente la fuerza destructiva de todos los nacionalismos radicales y
las supremacías étnicas (la actitud de quienes afirman y defienden su
superioridad racial). Revela también la potencial agenda de muerte que
siempre está presente en quienes están embriagados de poder. Es evidente
que donde Dios no está presente como fuente y valor que le da una
normativa, una dirección a la vida y sus propósitos, la convivencia se reduce
a la ley de la selva: el dominio del fuerte sobre el débil. La manera inhumana
en que Faraón atenta contra el nacimiento entre los israelitas es una
modalidad primitiva y perversa de lo que otros gobiernos más cercanos en el
tiempo a nosotros han implementado.
Este relato también nos presenta una paradoja que no está carente de
cierto humor: mientras mayor fue la opresión al pueblo, más rápida y
vigorosamente crecía. De esa forma queda expresada una característica del
actuar de Dios. En medio de las situaciones más difíciles e improbables el
pueblo al que Dios ha marcado con su propósito de salvación sale adelante
con renovado vigor. Esa ha sido la marca que Dios ha dejado a través de la
historia; por más duras y limitantes que sean las condiciones, Dios sacará
adelante sus propósitos y a los que esperan en Él. Esa realidad espiritual
aplica para nuestra dimensión personal, familiar, comunitaria, etc.
Esa cualidad del asombroso actuar de Dios en medio de los limitantes, a
veces escapa a nuestra comprensión, en medio de una sociedad que ve la vida
como un ejercicio gobernado solamente por leyes mecánicas y su inherente
lógica. Perdemos muchas veces de vista el actuar constante de Dios en
nuestro entorno cercano. Por eso el escritor de Hebreos, consciente de esa
dificultad, nos recuerda que la fe es «la certeza de lo que se espera, la
convicción de lo que no se ve» (Heb 11.1). Es preciso responder a las
circunstancias más hostiles y amenazantes y actuar «como viendo al
invisible» para colaborar en la agenda de transformación y liberación que
Dios siempre está adelantando.
Los destellos más brillantes de todo este relato lo aportan las parteras
con su dramática decisión de no acoger la sentencia de muerte que el faraón
puso sobre las cabezas de los niños por nacer. La actitud de las parteras
representa el resultado de una lectura, una interpretación de un momento
crítico para la vida y el porvenir de un pueblo. El momento les exigió tener
que discriminar con quién comprometer su fidelidad, con faraón o con Dios;
con la muerte o con la vida. Su decisión arriesgada y vertical revela hasta
dónde se puede comprometer la vida cuando hay un compromiso con Dios
para mantenerla. El compromiso de las parteras se fundamentó en la
obediencia a Dios como manera de colaborar con la preservación de la vida
humana.
Todavía hoy muchos grupos de la sociedad civil, comunidades y
entidades que tienen que hacer difíciles decisiones que plantean desafíos a
disposiciones y estatutos legales que presentan falta de equidad y justicia para
dichos sectores. La iglesia, llamada a reconocer las señales de los tiempos,
tiene que discernir dónde están los detonantes de injusticia y muerte y –como
las parteras– disponerse a actuar de conformidad con el propósito de Dios.

ORACIÓN
Señor y Dios de la historia humana, ayúdanos a lograr que nuestra fe en
ti se traduzca en una herramienta para detectar las fuerzas opresivas en
nuestro entorno social y responder conforme a tu exigencia de justicia. Que
nos mueva el criterio de tu voluntad de bienestar para todos. Por Jesucristo
nuestro Señor te lo pedimos. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Deuteronomio 5.1-21 Deuteronomio 7.12-26 Éxodo 14.1-31
Martes Jueves Sábado
Deuteronomio 7.6-11 Éxodo 13.17-22 Éxodo 15.1-21
LECCIÓN 25: JOSUÉ

TEXTO BÍBLICO: Josué 3.1-13

TEXTO ÁUREO:

«Entonces Jehová dijo a Josué: «Desde este día comenzaré a


engrandecerte ante los ojos de todo Israel, para que entiendan que
como estuve con Moisés, así estaré contigo». Josué 3.7

OBJETIVOS:

1. Entender el tipo de recursos y valores espirituales con los


cuales Dios nos capacita para poder responder afirmativamente a
sus reclamos.
2. Explicar la manera en que se conjugan la obediencia, la
consagración y el discernimiento en el compromiso contraído con
Dios.

VOCABULARIO

ARCA DEL PACTO: Era un tipo de cofre en el que se conservaban


guardadas las tablas de la ley que Moisés recibió en Sinaí, las cuales
estipulaban el pacto de Dios con su pueblo. Al Arca del Pacto también
se le conoció como Arca del Testimonio.
«SANTIFICAOS» (santificación): En el contexto de este pasaje
bíblico se refiere a una serie de actos de purificación que conllevaban
una santificación ritual. El lavado de las vestimentas y la abstinencia
sexual eran algunos de los actos de purificación exigidos.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
Josué 3.1-13
1Al día siguiente, muy
temprano, Josué y todos los
Josué 3.1-13 israelitas salieron de Sitim y
1Josué se levantó de mañana, partió llegaron al río Jordán; pero antes
de Sitim con todos los hijos de Israel y de cruzarlo acamparon allí.
llegaron hasta el Jordán y reposaron allí 2 Pasados tres días, los jefes
antes de pasarlo. recorrieron el campamento
2 Después de tres días, los oficiales 3 y dieron esta orden a los
recorrieron el campamento israelitas: «En cuanto vean ustedes
3 y ordenaron al pueblo: «Cuando que el arca del Señor pasa, llevada
veáis el Arca del pacto de Jehová, por los sacerdotes levitas, salgan de
vuestro Dios, y a los levitas sacerdotes donde estén y síganla.
que la llevan, saldréis del lugar donde 4 Así sabrán por dónde tienen
estáis y marcharéis detrás de ella, que ir, porque ninguno de ustedes
4 a fin de que sepáis el camino por ha pasado antes por ese camino.
donde habéis de ir, por cuanto vosotros Pero no se acerquen al arca, sino
no habéis pasado nunca antes por este quédense siempre detrás de ella,
camino. Pero que haya entre vosotros y como a un kilómetro de distancia.»
el Arca una distancia como de dos mil 5 Y Josué les dijo:
codos; no os acercaréis a ella.» «Purifíquense, porque mañana
5 Josué dijo al pueblo: «Santificaos, verán al Señor hacer milagros.» 6 A
porque Jehová hará mañana maravillas los sacerdotes les dijo: «Tomen el
entre vosotros.» arca de la alianza y crucen el río
6 Después dijo a los sacerdotes: delante de la gente.»
«Tomad el Arca del pacto y pasad Los sacerdotes tomaron el arca
delante del pueblo.» Ellos tomaron el de la alianza y pasaron delante de
Arca del pacto y fueron delante del la gente.
pueblo. 7 Entonces el Señor le dijo a
7 Entonces Jehová dijo a Josué: Josué: «A partir de hoy te haré
«Desde este día comenzaré a cada vez más importante a los ojos
engrandecerte ante los ojos de todo de los israelitas. Así ellos verán
Israel, para que entiendan que como que yo estoy contigo como estuve
estuve con Moisés, así estaré contigo. con Moisés.
8 Tú, pues, mandarás esto a los 8 Tú, por tu parte, ordena a los
sacerdotes que llevan el Arca del pacto: sacerdotes que llevan el arca de la
“Cuando hayáis llegado a la orilla del alianza que, cuando lleguen a la
agua del Jordán, os detendréis en el orilla del Jordán, se paren dentro
Jordán.”» del río.»
9 Josué dijo a los hijos de Israel: 9 Entonces Josué les dijo a los
«Acercaos y escuchad las palabras de israelitas: «Vengan y escuchen lo
Jehová, vuestro Dios.» que dice el Señor su Dios.
10 Y añadió Josué: «En esto 10 Ésta será la prueba de que el
conoceréis que el Dios viviente está en Dios viviente está en medio de
medio de vosotros, y que él echará de ustedes, y de que al paso de ustedes
delante de vosotros al cananeo, al heteo, él irá barriendo a los cananeos, los
al heveo, al ferezeo, al gergeseo, al hititas, los heveos, los ferezeos, los
amorreo y al jebuseo: gergeseos, los amorreos y los
11 El Arca del pacto del Señor de jebuseos.
toda la tierra pasará delante de vosotros 11 Miren, el arca de la alianza
en medio del Jordán. del Señor de toda la tierra va a
12 Tomad, pues, ahora doce cruzar el Jordán delante de
hombres de las tribus de Israel, uno de ustedes.
cada tribu. 12 Por eso, escojan ahora doce
13 Y cuando las plantas de los pies hombres, uno de cada una de las
de los sacerdotes que llevan el Arca de doce tribus de Israel.
Jehová, Señor de toda la tierra, se 13 Cuando los sacerdotes que
mojen en las aguas del Jordán, las llevan el arca del Señor de toda la
aguas del Jordán se dividirán, porque tierra metan los pies en el agua, el
las aguas que vienen de arriba se río se dividirá en dos partes, y el
detendrán formando un muro.» agua que viene de arriba dejará de
correr y se detendrá como
formando un embalse.»

BOSQUEJO

1. Preparándose para marchar (Jos 3.1-4)


2. Las instrucciones al pueblo y los sacerdotes (vv. 5-6)
3. Jehová afirma a Josué como líder (vv. 7-8)
4. Instrucciones de Josué para el paso del Jordán (vv. 9-13)

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Josué 3.1-13
En el trasfondo de este pasaje bíblico hay dos aspectos que perfilan el
drama de la inminente entrada en la tierra prometida. Por un lado, estaba
presente el entendimiento que Josué había manifestado al pueblo de que Dios
estaría peleando del lado de Israel mediante sus acciones maravillosas (véase
1.1-19). De otra parte, era evidente que después de haber salvado
innumerables obstáculos y peregrinar largamente por el desierto, en la
proximidad de la entrada a la tierra prometida se presentaba un desalentador
obstáculo: el río Jordán con su caudal a capacidad en esa época.
vv. 1-4: Ya mencionamos en la lección pasada que Sitim estaba ubicado
al este del Jordán y frente a la ciudad-estado de Jericó. La escena que se narra
tiene su origen en Sitim y el viaje que describen los versículos 2 al 6 tiene
como objetivo el cruce del río Jordán. Los oficiales que recorren el
campamento son los encargados de organizar y dar instrucciones al pueblo.
La orden más importante que se imparte es que todos sigan a los sacerdotes
levitas que cargan el Arca del Pacto de Jehová. De esa forma serán
conducidos por una ruta desconocida para ellos, pero con la certeza que les
infundía la presencia del Arca. El Arca del Pacto, también conocida como
Arca del Testimonio (véase Ex 25.16, 22), era un tipo de cofre en el cual se
guardaban las tablas de la ley recibidas en Sinaí y que establecían el pacto de
Dios con el pueblo. La mención de los levitas sacerdotes revela que hubo
momentos en que ese grupo sacerdotal ejercía autoridad sobre el resto de los
sacerdotes (véase Dt 18.6-7). La distancia que se establece de dos mil codos
entre el pueblo y el Arca es el equivalente a 900 metros. La exigencia de
guardar esa distancia es para destacar el carácter sagrado del Arca (véase Ex
19.21-24).
v. 5: «Josué dijo al pueblo: “Santificaos, porque Jehová hará mañana
maravillas entre vosotros”». Para poder involucrarse en la batalla era
menester entrar en una pureza ritual en la que se incluía la abstinencia sexual
(véase 1 S 21.6) y otra variedad de medidas higiénicas (véase Ex 19.10, 14;
Dt 23.9-14).
v. 6: La orden de Josué a los sacerdotes para pasar delante del pueblo es
una manera de resaltar el deber del liderato del pueblo de asumir su función
de guianza y orientación.
vv. 7-8: «Como estuve con Moisés, así estaré contigo». La promesa de
Dios a Josué implica que con su intervención milagrosa a favor del pueblo
estará haciendo evidente que ha escogido a Josué para continuar la obra
iniciada por Moisés. En este versículo se reafirma la promesa que ya se había
hecho a Josué (véase 1.5, 17). De hecho, el pueblo ya veía a Josué como un
líder con una gran conciencia de la presencia y el poder de Dios.
vv. 9-13: Josué invita al pueblo a escuchar las palabras e instrucciones
que Dios les va a dirigir. Está claramente implicado que Josué tiene plena
conciencia de quién realmente dirige su avance y necesita que el resto del
pueblo también lo entienda de esa manera. Josué es también intencional en
hacerles entender que conocerán al Dios viviente en virtud de los grandes
actos y maravillas que El está próximo a mostrarles. En relación con los
pueblos y habitantes de Canaán antes de la conquista no existe información
muy precisa. Este tipo de lista es bastante frecuente en todo el Pentateuco y
en el libro de Josué.
v. 11: «El Arca del Pacto del Señor de toda la tierra pasará delante de
vosotros en medio del Jordán». Nótese las diversas variantes de nombres para
referirse al Arca. El que aparece en este versículo es probablemente la
expresión más antigua y, por tanto, la original.
v. 13: En este versículo está expresado un entendimiento del
pensamiento teológico hebreo que plantea a Dios como quien tiene la
capacidad de actuar y dirigir tanto las leyes naturales como el curso de la
historia.

APLICACIÓN
Con alarmante frecuencia nos percatamos de la facilidad con que
muchas personas aceptan compromisos y encomiendas para las cuales no han
evaluado los recursos y la viabilidad para poder honrarlos. En muchas
ocasiones el problema parece estar fundamentado en un exceso de confianza
que descansa exclusivamente en sus capacidades personales y no toma en
cuenta las fuentes o grupos de apoyo que se necesitan para salir airoso en la
encomienda. Compromisos conyugales fracasados, estudios universitarios
interrumpidos, carreras profesionales fracasadas, pactos político-sociales
traicionados, etc., son algunas de las manifestaciones contemporáneas de esa
incapacidad para ser consistentes y efectivos en la implementación de los
compromisos contraídos.
Como comunidad de fe no estamos exentos de esos descarrilamientos.
Por eso, la narrativa sobre la encomienda de Dios a Josué y su capacitación
como líder del pueblo nos señala hacia dónde debemos mirar cuando
buscamos los componentes de un compromiso bien fundamentado. En la
situación de Josué como líder, se percibe claramente que la obra de
capacitación, el carisma y los atributos para ejercer el liderato son el producto
de una acción de Dios sobre su vida. El rol de Josué es como receptor de la
encomienda de dirigir al pueblo conforme al propósito de Dios. Los recursos
medulares para garantizar el cumplimiento del compromiso los aporta Dios.
Por eso no hay espacio para reclamos de protagonismo personal, porque el
eje de la acción es el Dios que llama, capacita y dirige.
Al mirarnos contra ese espejo y considerar los reclamos de muchos
autodenominados líderes en el ámbito secular y religioso, nos percatamos de
que ese afán de protagonismo, de reconocimiento de su persona como eje de
la acción, revela precisamente la precariedad de su liderato. En Josué se nos
revela el verdadero líder que, por su compromiso con Dios, se nutre de Él
para ser consistente en el manejo de su responsabilidad y recursos.
Para nosotros y nosotras como comunidad de fe, la actitud de Josué ante
la elección y el reclamo de Dios nos recuerda algunas de las funciones
críticas que los líderes, y el resto de la congregación, tenemos que cumplir
como pueblo llamado a ser de bendición a otras personas. Al igual que a
Josué, en estos tiempos de dificultad e incredulidad, Dios nos llama a
afirmarle a su pueblo la certeza de que muchos de los esfuerzos a realizar
responden al propósito que Dios revela de diversas maneras a su iglesia.
Íntimamente relacionado con lo antes mencionado está también el reclamo
para ayudar a interpretar las señales que Dios da cuando se hace presente.
Dios usa la vida y los recursos de la iglesia para ayudar a traducir y anunciar
a tantas personas desorientadas y angustiadas de qué manera y dónde está
actuando para rescatar las vidas. El cruce del río Jordán, guiados por Dios y
dirigidos por Josué, puede ser una excelente metáfora para entender el
llamado que Dios nos hace como creyentes e iglesia para ayudar a otros y
otras a «cruzar» por situaciones limitantes en sus vidas.
De la misma manera que los oficiales del campamento fueron dando
instrucciones al pueblo, nosotros y nosotras, como líderes comprometidos en
la comunidad de fe, podemos ayudar a organizar el rumbo de los esfuerzos
que Dios espera de su pueblo. El contenido de este pasaje bíblico nos
convoca a evaluar la mejor manera de usar los recursos ofrecidos por Dios
para cumplir el compromiso con Él. Esa mayordomía de la vida se enriquece
cuando estamos insertados y comprometidos con una comunidad de fe que
nos ayuda y nos capacita para entender y sostener el compromiso contraído.
De igual manera, el pasaje bíblico nos recuerda que el desafío para
marchar hacia el porvenir siempre impacta nuestra persona. El provenir es
siempre una ruta desconocida –en sus detalles– que la tomamos confiando en
que Dios tiene propósitos reservados en Él y nos irá mostrando las sendas a
seguir.
El compromiso de Josué comenzó por creer sin reservas que Dios es la
única fuente de certeza absoluta con la que contamos cuando tenemos que
enfrentar el porvenir. Su forma de cumplirlo fue sometiéndose enteramente a
la dirección y la voluntad de Dios para su vida.

ORACIÓN
Dios y Padre Nuestro, ayúdanos a encontrar siempre en ti la fuente de
nuestra capacitación para ser seguidores o líderes. Capacítanos para poder
discernir el rumbo que Tú quieres que tomen nuestras vidas y danos poder
para cruzar límites que intentan dejar inconclusa nuestra encomienda. En
Cristo te lo pedimos. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Josué 4.1-14 Josué 6.1-27 Josué 20.1-9
Martes Jueves Sábado
Josué 4.15-24 Josué 8.30-35 Josué 21.43-22.6
LECCIÓN 26: LA MADRE DE SANSÓN

TEXTO BÍBLICO: Jueces 13.1-7a, 8-13, 24

TEXTO ÁUREO:

«Pues concebirás y darás a luz un hijo. No pasará navaja sobre su


cabeza, porque el niño será nazareo para Dios desde su nacimiento, y
comenzará a salvar a Israel de manos de los filisteos». Jueces 13.5

OBJETIVOS:

1. Entender que Dios nos puede llamar al compromiso desde las


situaciones menos prometedoras, pero proveyendo siempre las
instrucciones y dirección necesaria.
2. Ver en la obediencia a Dios la fuente desde la cual podemos ser
bendición a otras personas.

VOCABULARIO

«ÁNGEL DE JEHOVÁ»: La referencia al ángel de Jehová en


muchos contextos del Antiguo Testamento no implica que se trata de un
ser distinto a Dios. Es más bien el mismo Dios que en diversidad de
manifestaciones hace que se experimente su presencia.
NAZAREO: Se refiere a una persona que ha sido consagrada a Dios
por medio de un voto especial. Por medio de ese voto de consagración el
nazareo asumía obligaciones de pureza ritual, tales como abstención de
bebidas alcohólicas, no rasurarse ni cortarse el pelo, etc.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
Jueces 13.1-7a, 8-13, 24
1Pero los israelitas volvieron a
hacer lo malo a los ojos del Señor,
y el Señor los entregó al poder de
los filisteos durante cuarenta años.
Jueces 13.1-7a, 8-13, 24 2 En Sorá, de la tribu de Dan,
1Los hijos de Israel volvieron a había un hombre que se llamaba
hacer lo malo ante los ojos de Jehová, y Manoa. Su mujer nunca había
Jehová los entregó en manos de los tenido hijos, porque era estéril.
filisteos por cuarenta años. 3 Pero el ángel del Señor se le
2 En Zora, de la tribu de Dan, había apareció a ella y le dijo: «Tú nunca
un hombre que se llamaba Manoa. Su has podido tener hijos, pero ahora
mujer nunca había tenido hijos, porque vas a quedar embarazada y tendrás
era estéril. un niño.
3 A esta mujer se le apareció el ángel 4 Pero no tomes vino ni

de Jehová y le dijo: «Tú eres estéril y ninguna otra bebida fuerte, ni


nunca has tenido hijos, pero concebirás comas nada impuro,
y darás a luz un hijo. 5 pues vas a tener un hijo al
4 Ahora, pues, no bebas vino ni que no se le deberá cortar el
sidra, ni comas cosa inmunda, cabello, porque ese niño estará
5 pues concebirás y darás a luz un consagrado a Dios como nazareo
hijo. No pasará navaja sobre su cabeza, desde antes de nacer, para que sea
porque el niño será nazareo para Dios él quien comience a librar a los
desde su nacimiento, y comenzará a israelitas del poder de los
salvar a Israel de manos de los filisteos.»
filisteos.» 6 La mujer fue a contárselo a
6 La mujer fue y se lo contó a su su marido, y le dijo: «Un hombre
marido, diciendo: «Un varón de Dios de Dios vino a donde yo estaba, y
vino a mí, cuyo aspecto era muy temible me impresionó mucho, pues
como el de un ángel de Dios. No le parecía el ángel mismo del Señor.
pregunté de dónde venía ni quién era, ni Ni yo le pregunté quién era, ni
tampoco él me dijo su nombre. tampoco él me lo dijo.
7 Pero sí me dijo: “He aquí que tú 7 Lo que sí me dijo fue que yo

concebirás y darás a luz un hijo; por voy a tener un hijo, y que desde
tanto, desde ahora no bebas vino ni ahora no debo tomar vino ni
sidra, ni comas cosa inmunda, porque ninguna otra bebida fuerte, ni
este niño será nazareo para Dios desde comer nada impuro, porque el niño
su nacimiento hasta el día de su va a estar consagrado a Dios como
muerte.”» nazareo desde antes de nacer y
8 Entonces oró Manoa a Jehová, y hasta su muerte.»
8 Entonces Manoa dijo al
dijo: «Ah, Señor mío, yo te ruego que
aquel hombre de Dios que enviaste Señor en oración: «Yo te ruego,
regrese ahora a nosotros y nos enseñe lo Señor, que envíes otra vez ese
que debemos hacer con el niño que ha hombre a nosotros, para que nos
de nacer.» diga lo que debemos hacer con el
9 Dios oyó la voz de Manoa. niño que va a nacer.»
Hallándose la mujer en el campo, el 9 Dios respondió a la petición
ángel de Dios vino otra vez a ella; pero de Manoa, y su ángel se le
Manoa, su marido, no estaba apareció otra vez a la mujer,
presente. 10 La mujer corrió prontamente cuando estaba en el campo. Como
a avisar a su marido, diciéndole: «Mira Manoa no estaba allí, 10 ella fue
que se me ha aparecido aquel hombre corriendo a decirle: —¡Oye, el
que vino a mí el otro día.» hombre que vi el otro día, se me ha
11 Se levantó Manoa y fue con ella a vuelto a aparecer!
donde estaba el hombre, y le dijo: 11 Manoa se levantó y fue con
—¿Eres tú el hombre que habló con mi ella a donde estaba el hombre, al
mujer? Él respondió: —Yo soy. cual le dijo: —¿Es usted el que
12 Entonces Manoa le preguntó: habló con mi mujer el otro día? Y
—Cuando tus palabras se cumplan, aquel hombre contestó: —Sí, yo
¿cuál debe ser la manera de vivir del soy.
niño y qué debemos hacer con él? 12 Entonces Manoa dijo: —
13 El ángel de Jehová contestó a Cuando se cumpla lo que usted
Manoa: —La mujer se guardará de nos ha dicho, ¿cómo debemos
todas las cosas que yo le dije: criar al niño? ¿Qué tendremos que
hacer con él?
24 A su tiempo, la mujer dio a luz un 13 El ángel del Señor
hijo y le puso por nombre Sansón. El respondió: —Que tu mujer haga
niño creció y Jehová lo bendijo. todo lo que le he dicho:
24 A su tiempo, la mujer tuvo
un hijo, y le puso por nombre
Sansón. El niño crecía, y el Señor
lo bendecía.

BOSQUEJO

1. Infidelidad de Israel; dominio de los filisteos (Jue 13.1)


2. Anuncio del nacimiento de Sansón e instrucciones de crianza
(vv. 2-7)
3. Se corrobora el anuncio e instrucciones a Manoa (vv. 8-13)
4. Cumplimiento de la promesa; nacimiento de Sansón (v. 24)

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Jueces 13.1-7a, 8-13, 24
v. 1: En la situación de Israel que presenta el versículo se hace una
conexión de causa y efecto entre la infidelidad del pueblo y el castigo sufrido
ante los filisteos. Los filisteos, que habían hecho una larga travesía desde
Creta y habían sido rechazados de Egipto, se acomodaron en la llanura de la
costa meridional cerca de Palestina. Desde allí obligaron a la tribu de Dan a
salir del territorio que le había sido asignado alrededor del Monte Hermón, al
norte de Palestina. Por medio de algunas intervenciones armadas, tratados
pacíficos y matrimonios interraciales, los filisteos habían logrado consolidar
su posición en las tierras altas de Palestina. La historia sobre Sansón se
desarrolla en el territorio que aún estaba ocupado por la tribu de Dan previo a
su desplazamiento al norte.
vv. 2-5: Zora estaba ubicada al oeste de Jerusalén, bordeando la llanura
en las tierras bajas y desde allí se movió la tribu de Dan hacia el norte. Más
adelante la ciudad pasó a ser parte de la tribu de Judá (véase Jos 15.33).
Las circunstancias que perfilan el nacimiento de Sansón guardan mucho
parecido con las historias del nacimiento de Samuel, Juan el bautista y Jesús
(véase 1 S 1.2; Lc 1.7). Al igual que en el caso de Sara (véase Gn 16-17) y
Elizabeth (véase Lc 1), la esposa de Manoa, cuyo nombre no se menciona,
era estéril. El ángel de Jehová le promete un hijo y en virtud de que se
convertiría en la madre de un hijo prometido por Dios, tenía que sustraerse de
tomar sidra, ni comer nada que fuera considerado inmundo. «No pasará
navaja sobre su cabeza, porque el niño será nazareo para Dios desde su
nacimiento, y comenzará a salvar a Israel de manos de los filisteos». Nazareo
es quien había sido consagrado a Dios mediante un voto especial que podía
hacer la persona misma y en otras ocasiones sus padres. Estas personas
contraían una serie de obligaciones con carácter de pureza ritual (véase Nm
6), entre las que se destacan tres fundamentales: (1) Abstención del vino y
otras bebidas fuertes o embriagantes, (2) No cortarse el pelo ni rasurarse, (3)
No hacer contacto o contaminarse con ninguna criatura muerta. La razón por
la cual el niño que se anuncia debe vivir como nazareo es porque vendrá con
la encomienda de iniciar el proceso de liberación de Israel de manos de los
filisteos. El hecho de que el niño ha sido separado desde el vientre de su
madre para esa misión especial hace que ella tenga que aplicarse el mismo
ritual.
vv. 6-7: La mujer de Manoa le comunica a él la visita que ha recibido y
cataloga al mensajero como un ángel de Dios que, entre otras cosas, le ha
asegurado que su hijo vivirá toda su vida hasta su muerte como nazareo.
vv. 8-13: Como ocurre en otros relatos relacionados con anuncios de
nacimientos milagrosos y vocaciones para profetizar, hay un momento de
duda, quizás por el contenido de asombro que conlleva. Eso ocurre con
Manoa, que ora y ruega a Dios que le envíe el mensajero que previamente se
apareció a su esposa, con el fin de poder corroborar las palabras que escuchó
de labios de ella. Pero hay otro propósito quizás más significativo, que delata
la sinceridad de Manoa: desea recibir instrucciones de la manera en que debe
cuidar y educar a un niño que llegará con una agenda de vida tan
extraordinaria.
La forma en que está construido este relato cumple la función de poder
afirmar en tres ocasiones el hecho extraordinario de la consagración de
Sansón aun en el vientre de su madre, como confirmación previa de la misión
que Dios le había asignado.
v. 24: «A su tiempo, la mujer dio a luz un hijo y le puso por nombre
Sansón. El niño creció y Jehová lo bendijo». La mención de que el niño nació
«a su tiempo» nos recuerda que aun en las intervenciones más extraordinarias
de Dios –donde está involucrado el elemento humano–, Él se manifiesta en
las dimensiones de tiempo y espacio correspondientes a nuestra realidad. El
nombre de Sansón es derivado de una palabra hebrea (shemesh) que significa
sol. La referencia a que el niño creció y lo bendijo Dios tiene varios paralelos
bíblicos (véase 1 S 2.21, 26; 3.19; Lc 1.80; 2.40, 52)

APLICACIÓN
Asomarnos al drama contemporáneo de la niñez en las diversas regiones
del mundo es un ejercicio lacerante a la sensibilidad de cualquier ser humano
con una razonable dosis de decencia. La tragedia de un amplio sector de la
población infantil no se manifiesta sólo en los llamados «países del tercer
mundo». La pornografía infantil es una industria que llena los bolsillos de
muchos desalmados, residentes en el primer mundo. Las condiciones
infrahumanas en que son obligados a trabajar largas jornadas laborales por
una compensación de miseria, ha cancelado la posibilidad de una vida
decente para millones de niños en Asia. Los parias infantiles que ocupan las
calles de muchas ciudades latinoamericanas son un lastimoso elemento del
paisaje que retratamos en nuestras incursiones turísticas. Aun en los países
que nos preciamos en contar con mejores condiciones de vida para la niñez,
nos asombramos de las estadísticas de maltrato y abandono de niños, que nos
proveen las agencias gubernamentales que tienen alguna incidencia sobre
ellos.
Las razones en muchos países, cuyas culturas no entendemos a fondo,
nos pueden resultar complejas. Pero más cercano a nuestro entorno podemos
preguntarnos qué ha pasado con el entendimiento de una paternidad
responsable y los valores morales y espirituales de una cultura que ve la niñez
como un accidente y no como un proyecto. ¿Cuán intencional, articulado y
claro ha sido nuestro lenguaje y prédica como iglesia para poder alcanzar el
entendimiento, el corazón y la voluntad de quienes participan de la
experiencia de la paternidad?
El anuncio del nacimiento de Sansón a su madre y, posteriormente a su
padre, nos provee unas pistas iluminadoras para reforzar –desde una
perspectiva teológica– nuestro entendimiento contemporáneo de lo que
significa una paternidad responsable y el tipo de compromiso que exige. Las
consideraciones de tipo sociológico, psicológico, etc., ya las conocemos y las
privilegiamos como necesarias. Pero es menester atender la dimensión de
compromiso con Dios que nos comunica el texto bíblico al compartirnos esta
reveladora narrativa.
La clave del pasaje bíblico está en la humildad y sabiduría que mostró la
mujer de Manoa al recibir el anuncio del ángel de Jehová. Entendió el
privilegio y la oportunidad que constituye – en este caso- un hijo, y se
comprometió con una disciplina de vida que no pusiera en riesgo el
nacimiento del niño. Se comprometió, además, con una crianza que
garantizara un desarrollo humano saludable. La madre de Sansón comprendió
cabalmente la seriedad del propósito que Dios tenía con el nacimiento de su
hijo.
Dolorosamente, ese entendimiento –que tiene una fuente espiritual– está
ausente en las mujeres embarazadas que se mantienen activas en sus
adicciones de todo tipo. Está ausente también en las mujeres con estilos de
vida violentos y disfuncionales, que se trasmiten a la criatura. Igual carencia
tienen los hombres y mujeres que montan nuevas relaciones disfuncionales
con compañeros y compañeras que no son los padres biológicos de sus hijos,
acarreando toda clase de daño psicológico y espiritual a éstos.
Una nota refrescante en el pasaje bíblico la aporta Manoa, el padre de
Sansón. En su actitud traza el diseño de una paternidad responsable,
especialmente para los creyentes. Ante el anuncio tan extraordinario del
nacimiento del niño, asume dos actitudes muy humanas y loables. En primer
lugar, quiere corroborar la fuente y confiabilidad del anuncio. En segundo
lugar –más importante y significativo–, quiere recibir instrucciones claras y
de primera mano sobre el proceso de cuidado y crianza de su hijo. ¡Qué
extraordinaria actitud! ¿Cuántos de nosotros y nosotras hemos tenido
diálogos con Dios buscando luces para conducir a nuestros hijos e hijas?
Otro elemento importante es que se ve el nacimiento y la vida del hijo
prometido por Dios como alguien que no se agota en su círculo inmediato,
sino que tiene que cumplir propósitos más amplios. A la luz de esa realidad
preguntamos: ¿No es esa la visión que debemos tener de cada criatura que se
gesta en el vientre de una madre? ¿No está sugiriendo algo así el salmista
cuando exclama: «Mi embrión vieron tus ojos»? (Sal 139.16).

ORACIÓN
Señor de la vida, ayúdanos como familia e iglesia a entender el tipo de
disciplina de vida que se necesita para poder asegurar el crecimiento y
desarrollo saludable de niños, adolescentes y jóvenes. Permítenos entender y
asumir con humildad tus instrucciones. En Cristo oramos. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Jueces 15.9-20 Salmo 34.1-10 Salmo 37.23-40
Martes Jueves Sábado
Salmo 33.13.22 Salmo 37.1-22 Salmo 39.1-7
LECCIÓN 27: ISAÍAS

TEXTO BÍBLICO: Isaías 6.1-8

TEXTO ÁUREO:

«Después oí la voz del Señor, que decía: —¿A quién enviaré y quién
irá por nosotros? Entonces respondí yo: —Heme aquí, envíame a mí».
Isaías 6.8

OBJETIVOS:

1. Ilustrar modelos de fe, obediencia y compromiso en el Antiguo


Testamento.
2. Entender que el llamado de Dios nos reta a trascender los
límites autoimpuestos y los que nos comunican las situaciones
materiales a nuestro alrededor, como única forma de honrar el
compromiso contraído con Él.

VOCABULARIO

SERAFINES: Este término se deriva de una palabra hebrea que


significa «los ardientes». Por su acción y palabra se infiere que son
embajadores de Dios, como parte de su corte y servicio. Sólo en este
pasaje bíblico se menciona a estos embajadores celestiales.

TEXTO BÍBLICO

RVR VP
Isaías 6.1-8
1El año en que murió el rey
Uzías vi yo al Señor sentado
sobre un trono alto y sublime, y Isaías 6.1-8
1El año en que murió el rey Ozías, vi
sus faldas llenaban el Templo.
2 Por encima de él había al Señor sentado en un trono muy alto; el
serafines. Cada uno tenía seis borde de su manto llenaba el templo.
2 Unos seres como de fuego estaban
alas: con dos cubrían sus rostros,
con dos cubrían sus pies y con por encima de él. Cada uno tenía seis alas.
dos volaban. Con dos alas se cubrían la cara, con otras
3 Y el uno al otro daba voces dos se cubrían la parte inferior del cuerpo
diciendo: «¡Santo, santo, santo, y con las otras dos volaban.
Jehová de los ejércitos! ¡Toda la 3 Y se decían el uno al otro: «Santo,
tierra está llena de su gloria!» santo, santo es el Señor todopoderoso;
4 Los quicios de las puertas toda la tierra está llena de su gloria.»
se estremecieron con la voz del 4 Al resonar esta voz, las puertas del
que clamaba, y la Casa se llenó templo temblaron, y el templo mismo se
de humo. llenó de humo.
5 Entonces dije: «¡Ay de mí 5 Y pensé: «¡Ay de mí, voy a morir!
que soy muerto!, porque siendo He visto con mis ojos al Rey, al Señor
hombre inmundo de labios y todopoderoso; yo, que soy un hombre de
habitando en medio de pueblo labios impuros y vivo en medio de un
que tiene labios inmundos, pueblo de labios impuros.»
han visto mis ojos al Rey, 6 En ese momento uno de aquellos
Jehová de los ejércitos.» seres como de fuego voló hacia mí. Con
6 Y voló hacia mí uno de los unas tenazas sostenía una brasa que había
serafines, trayendo en su mano tomado de encima del altar,
un carbón encendido, tomado 7 y tocándome con ella la boca, me
del altar con unas tenazas. dijo: «Mira, esta brasa ha tocado tus
7 Tocando con él sobre mi labios.
boca, dijo: Tu maldad te ha sido quitada,
—He aquí que esto tocó tus tus culpas te han sido perdonadas.»
labios, 8 Entonces oí la voz del Señor, que
y es quitada tu culpa decía:
y limpio tu pecado. «¿A quién voy a enviar?
8 Después oí la voz del ¿Quién será nuestro mensajero?» Yo
Señor, que decía: —¿A quién respondí:
enviaré y quién irá por nosotros? «Aquí estoy yo, envíame a mí.»
Entonces respondí yo: —
Heme aquí, envíame a mí.

BOSQUEJO
1. Visión del profeta (Is 6.1-2)
2. Cántico de los serafines; exclamación del profeta (vv. 3-5)
3. Acto de purificación (vv. 6-7)
4. Llamado y respuesta (v. 8)

ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Isaías 6.1-8
Isaías relata una experiencia de profunda penetración espiritual. Su
vocación profética se inicia con una sacudida del alma ante la realidad de un
Dios excelso, de una santidad que marca la distinción entre Él y el ser
humano. Esa experiencia marcó la personalidad y el desempeño profético de
Isaías.
vv. 1-2: Aunque no es totalmente precisa, parece que la fecha del año
742 a.C. se debe considerar como aquella en que ocurre la muerte de Uzías.
A este rey también se le conoció como Azarías y en ocasiones ambos
nombres son utilizados por el escritor bíblico (véase 2 R 15). Es posible que
Azarías fuera el nombre original (véase 2 R 14.21) y que Uzías fuera el
nombre adoptado al ascender al trono. La muerte de Uzías significó el fin de
un reinado de más de 40 años y el fin de una época de prosperidad. El
acontecimiento de la visión del profeta se desarrolla en el templo de
Jerusalén, probablemente durante la celebración de alguna fiesta importante.
El trono alto y sublime al que se refiere es el Arca del Pacto, ubicada en el
lugar santísimo del templo y que constituía el trono visible del Dios invisible.
Serafines es una palabra hebrea cuyo significado es «los ardientes». Se
refiere a unos servidores del trono celestial, que pueden ser comparados con
las cuatro criaturas vivientes que se mencionan en Ezequiel 1.5-25. Más
importante que su descripción en detalle es importante destacar que el
significado de su nombre significa iluminación. La referencia al hecho de que
cubren sus pies es una forma elegante y discreta de destacar el acto de cubrir
su desnudez.
vv. 3-5: El profeta escucha un tipo de cántico antifonal en el cual se
celebra la santidad y la gloria de Dios. La santidad es la cualidad esencial de
Dios y es el tema central del profeta Isaías. En muchas ocasiones el profeta se
refiere a Dios como «el Santo de Israel». La triple repetición (Santo, Santo,
Santo) es un superlativo para destacar la absoluta santidad de Dios que
describe su separación de todo aquello que es pecaminoso o imperfecto. Por
su parte, la gloria de Dios se define por la manera en que se extiende sobre
todo el mundo. Jehová de los ejércitos parece ser parte de una expresión del
nombre sagrado que se le daba al arca que acompañaba a Israel al momento
de ir a la batalla. «Y la casa se llenó de humo». Esta expresión se usa para
significar y subrayar la presencia divina en ese momento en el templo. El
humo es el equivalente a la nube de gloria que durante la estancia del pueblo
en el desierto llenaba el tabernáculo (véase Ex 40.34).
v. 5: «Entonces dije: “¡Ay de mí que soy muerto! Porque siendo hombre
inmundo de labios y habitando en medio de pueblo que tiene labios
inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”». Es importante
destacar que en diversas instancias del Antiguo Testamento se refuerza una
perspectiva que plantea que es imposible que un ser humano vea literalmente
a Dios y pueda seguir viviendo (véase Ex 33.20). Desde esa perspectiva es
que el profeta se declara a sí mismo como hombre muerto. El profeta estaba
abrumado por la conciencia de su propia indignidad y, más aún, por saberse
parte de un pueblo igualmente indigno y pecador. El profeta expresa que sus
ojos han visto al Rey, no el de Israel sino el que rige en todo el mundo.
vv. 6-7: «He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa y limpio
tu pecado». Se expresa en forma de un símbolo cúltico en el cual la braza de
carbón encendido tomada del altar y que representa la santidad de Dios es
pasada por los labios del profeta para limpiar su inmundicia. Pero la
implicación más profunda de este acto tiene que ver con el perdón impartido
de parte de Dios como consecuencia del reconocimiento del profeta de la
santidad de quien se le ha revelado y su humilde reconocimiento de su
condición de pecador. La iniquidad como impureza y el pecado como
manifestación palpable de ella han desaparecido, dejando al profeta en
condición de relacionarse con Dios y hablar en su nombre.
v. 8: «¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?». Al usar el pronombre
nosotros en la pregunta que se dirige al profeta sugiere que se está incluyendo
también a los miembros de la corte celestial. El llamado es para darle la
respuesta a Dios y cumplir su misión entre el pueblo. Todos los grandes
profetas del Antiguo Testamento eran hombres anclados en el consejo divino
(véase Am 3.7), que al oír la voz de Dios se sentían comisionados y
capacitados para proclamar su palabra.

APLICACIÓN
Sabemos que existen ondas radiales, rayos ultravioleta y que la luz del
sol está compuesta por una gama de colores que no podemos ver a simple
vista. Toda esa certeza científica de realidades que no podemos advertir a
simple vista, forma parte de nuestro conocimiento y noción de la realidad.
Sin embargo, al momento de considerar la presencia de Dios en el acontecer
diario podemos asumir en ocasiones una actitud más escéptica, de duda. En
este tiempo presente que vivimos estamos cobijados por una densa nube de
pesimismo, de desesperanza, que obstaculiza la voluntad de muchos y nos
puede colocar en el desfiladero de la muerte física y espiritual.
Frente a ese panorama, al encontrarnos con el vibrante relato del
llamado a Isaías, nos llegan desafíos y certezas espirituales de enorme
significado para nuestra vida. El encuentro de Isaías en el templo con el Dios
vivo le planteó, de entrada, una respuesta categórica al desafío de ver a Dios
en tiempos en que las condiciones materiales señalan crisis de toda índole. En
medio de la zozobra por la pérdida de un líder (el rey Uzías), que había
logrado una época de gran prosperidad, Dios le muestra al profeta que el
verdadero liderato de bienestar para la vida está garantizado en la acción de
un Dios que no se detiene en su caminar en medio de la historia humana.
Dios se revela al profeta en una de las muchas maneras en que Él suele
hacerlo como testimonio de que no sólo habita en su gloria, sino también
dondequiera que es necesaria la intervención de su mano redentora.
Ese testimonio bíblico nos convoca hoy a mantener una expectativa
espiritual, una actitud de alerta, para discernir las maneras en que Dios se
hace presente cada día y nos comunica certeza. Como expresamos en otra
lección, el mensaje de la iglesia no puede quedarse en la descripción de la
crisis; tiene que anunciar la esperanza en el Dios que está presente actuando a
favor de nosotros y nosotras.
La referencia al hecho de que los quiciales (goznes) de las puertas se
movieron ante la manifestación de la presencia de Dios, nos invita a
trascender esa mención y llevarla a nuestro ámbito personal. De esa manera
podemos afirmar que cuando tenemos un encuentro transformador y
vocacional con el Dios vivo, hay una sacudida en nuestras dimensiones
intelectuales, emocionales, éticas y espirituales. ¿Cuántas veces se han
removido los quiciales de nuestro templo personal cuando, en medio de la
crisis y la desesperanza, nos ha visitado Dios de alguna manera para
recordarnos su presencia? ¿Cuántas veces hemos sido instrumentos con
nuestra palabra para sacudir y remover la desesperanza de otros y otras?
El cántico de los serafines –que para los escépticos parecería a
destiempo– convocó al profeta y nos convoca a nosotros a experimentar la
gloria de Dios en tiempos de crisis real. Aplicándolo a nuestra realidad
espiritual nos desafía a pensar que no se trata sólo de orar para que termine la
crisis, sino pedir a Dios que podamos ver su gloria en medio de ella. Ese
convencimiento, grabado en el espíritu de Isaías, fue el que, ya en plena
función profética, le permitió exclamar: «Se alegrarán el desierto y el erial; la
estepa se gozará y florecerá como la rosa» (véase Is 35.1). El cántico de los
serafines también nos alerta sobre el contenido de nuestra adoración,
enseñanza y proclamación. No se puede adelantar un evangelio
transformador viviendo en el ámbito personal una desesperanza con relación
a la acción de Dios sobre la vida.
El profeta aprendió que la palabra de esperanza no es solamente el
producto de nuestra buena fe. La palabra de esperanza que se instala en el
corazón humano la recibimos como un don y una encomienda de Dios para
que seamos instrumentales en su agenda de redención. Por eso el carbón
encendido sobre los labios del profeta nos recuerda a nombre y en virtud de
quién predicamos y vivimos. Necesitamos que el temor reverente a Dios y la
certeza de su perdón nos permitan sentir el fuego de su palabra
transformadora en nuestra vida y la de la iglesia.
Cuando hemos tenido un encuentro con Dios, se han realineado nuestras
prioridades e internalizado la esperanza que nos transmite su gloria
manifiesta en la vida, entonces podemos responder a su llamado con
confianza y comprometernos a trabajar para la transformación de otros y
otras. ¿Podemos responder «Heme aquí»?

ORACIÓN
Señor de la vida y la esperanza, aclara nuestra visión espiritual para
ayudarnos a verte y experimentarte actuando en medio de estos tiempos de
dificultad y desasosiego. Permítenos, como a los serafines, proclamar la
permanente manifestación de tu gloria en medio de la vida humana. En
Cristo oramos. Amén.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA PRÓXIMA SEMANA

Lunes Miércoles Viernes


Isaías 12.1-6 Isaías 35.1-10 Isaías 43.1-11
Martes Jueves Sábado
Isaías 26.1-12 Isaías 40.1-11 Isaías 65.17-25
EDUCACIÓN Y MISIÓN
ESTUDIO BÍBLICO: PERSEVERANTES EN LA
ESPERANZA
Dr. Justo L. González

TEXTO BÍBLICO: Hechos 2.42-47

«Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión


unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Sobrevino
temor a toda persona, y muchas maravillas y señales eran hechas por
los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en
común todas las cosas: vendían sus propiedades y sus bienes y lo
repartían a todos según la necesidad de cada uno. Perseveraban
unánimes cada día en el Templo, y partiendo el pan en las casas comían
juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo
favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que
habían de ser salvos».

1. LA ESPERANZA, PUENTE DEL TEMOR AL GOZO

El texto empieza diciéndonos que «sobrevino temor a toda persona», y


termina afirmando que «comían juntos con alegría». En otras palabras, el
texto se mueve del temor al gozo. Pero esto no quiere decir que el temor
desapareciera, pues en el libro de Hechos volvemos a encontrar
repetidamente el tema del temor. Lo que sí quiere decir es que de algún modo
aquella iglesia, aun en medio del temor, vivía gozosa.
Veamos ante todo el tema del temor. El temor a que el texto se refiere es
ante todo el temor a Dios. Es un temor que surge de la experiencia del grande
y misterioso poder de Dios, y que se renueva con cada nueva experiencia de
ese amor. En el pasaje mismo, el temor es el resultado de la experiencia de
Pentecostés. Y ese temor se reafirma en lo que sigue inmediatamente:
«sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas
por los apóstoles».
Pero el temor es también perplejidad ante lo inesperado. El temor se
nutre de la experiencia de que en fin de cuentas no somos dueños de nuestro
futuro. Es por eso, que el temor puede ser temor a Dios, o temor a lo
inesperado. Si lo que rige nuestro futuro es sencillamente el azar, o las
decisiones que toman otras personas, o cualquier otra cosa que esté fuera de
nuestro control, el futuro no es nuestro. Y si quien rige nuestro futuro es este
Dios poderoso que hace maravillas, ello quiere decir también que el futuro no
es nuestro.
Por eso, sea que temamos a Dios o al Diablo, sea que temamos a los
demás o a nosotros mismos, el hecho es que la vida humana es siempre vida
bajo el signo del temor.
Pero el temor, aunque no desaparezca, no tiene que dominar nuestras
vidas ni la vida de la iglesia. Lo terrible del temor es que bien puede
esclavizarnos. Hay quien, por miedo al fracaso, no se atreve a hacer nada
nuevo. Empero, si algo resulta claro al leer el resto del libro de Hechos, es
que aquella iglesia, con todo y vivir en circunstancias bien atemorizadoras,
supo ser libre de las ataduras del temor. En el capítulo cuatro, el Concilio les
prohíbe a Pedro y a Juan que continúen predicando en el nombre de Jesús, y
trata de reforzar esa prohibición con amenazas. Pero tan pronto como Pedro y
Juan tienen una nueva oportunidad, desobedecen el mandato del Concilio,
prestándoles oídos sordos a sus amenazas. En el capítulo ocho, Saulo hace
todo lo posible por amordazar a los creyentes, atemorizándoles con sus
pesquisas y persecuciones. Pero el resultado es que «los que fueron
esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio». Más adelante el
propio Pablo será objeto de amenazas y persecuciones. Pero en medio de todo
eso no solamente continuará predicando, sino que se regocijará–como cuando
él y Silas, a medianoche, encarcelados y encadenados en Filipos, cantan
himnos. Como él mismo les diría a los romanos, «nos gloriamos en las
tribulaciones» (Ro 8.35).
Lo que le quita al temor el poder de esclavizar, lo que le hace posible a
la iglesia comer juntos con alegría aun cuando el temor se cierne sobre toda
cabeza, es la esperanza. La esperanza es el puente que hace posible pasar del
temor al gozo. Y lo contrario de la esperanza, la desesperanza, la
desesperación, es lo que le da al temor el poder de esclavizarnos.
Pero no se trata de cualquier esperanza. Con el uso, las palabras se van
desgastando, al punto que pierden su perfil como una moneda vieja que va
pasando de mano en mano. Según el uso común hoy, la esperanza es una
moneda gastada, que pasa de mano en mano sin que muchos le presten
atención. Decir hoy que tenemos esperanza, es casi lo mismo que decir que
pensamos que es posible que algo salga como quisiéramos. Así, por ejemplo,
un estudiante dice que espera salir bien de los exámenes, y lo que en realidad
quiere decir es que, porque ha estudiado, piensa que probablemente saldrá
bien. O un pastor dice que espera que haya mucha gente en el culto, y lo que
quiere decir es que confía en que la gente prefiera venir al culto más bien que
ir al juego de pelota. Y hay hasta quien dice que espera sacarse la lotería. En
todos estos usos, tanto dentro de la iglesia como fuera de ella, hablamos de
esperar y de tener esperanza como si consistiera sencillamente en creer en la
posibilidad de que lo que «esperamos» de hecho ocurra –ya sean las buenas
notas en los exámenes, la buena asistencia al culto, o «pegarse el gordo».
Pero no. En la Biblia no hay cosa más cierta y segura que la esperanza.
La esperanza bíblica no es confianza en una posibilidad. La esperanza es
certeza. La esperanza cristiana se basa en la resurrección de Jesucristo y la
promesa indefectible de su triunfo final. Esto es lo que primera de Pedro
llama «una esperanza viva». No es una esperanza que se base en el cálculo de
posibilidades, como quien espera sacarse la lotería o espera que los
Cangrejeros ganen el partido. No es una esperanza que se base en nuestros
esfuerzos, como el estudiante que espera sacar buenas notas. No es una
esperanza que se base en nuestra confianza en otras personas, como la del
pastor que espera que la gente venga al culto. Es una esperanza que se basa
en lo que Dios ha hecho y ha prometido hacer. Es por eso, que primera de
Pedro la llama «una esperanza viva», y luego explica en qué se basa y en qué
consiste esa esperanza, diciendo que es «una esperanza viva, por la
resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible,
incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros» (1 P
1.3-4).
Quien tiene esa esperanza, tiene poder para sobreponerse a las fuerzas
esclavizadoras del temor. El estudiante que espera sacar buenas notas, bien
puede llegar al examen y olvidar todo lo que sabía, congelarse, ser incapaz de
escribir una sola palabra, porque detrás de su supuesta esperanza estaba
siempre la duda acerca del resultado. Pero quien tiene esta esperanza viva, de
una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, es decir, de una
herencia que nadie puede quitarle ni cambiarle–esa persona, aun en medio de
las circunstancias más atemorizadoras, será libre de la esclavitud del temor,
porque sabe (no «cree» ni «piensa», sino ¡sabe!) que detrás de esas
circunstancias, y detrás de todo lo que pueda producir temor y hasta pavor,
está la promesa de una herencia incorruptible.
Esto nos lleva al segundo modo en que el mucho uso ha desgastado el
completo significado de la esperanza. En el uso común, «esperar»
frecuentemente quiere decir no hacer nada. Esperar es estar parada en una
esquina aguardando a que llegue una amiga que nos prometió estar allí.
Esperar es contar los días que faltan para nuestro cumpleaños, o para las
vacaciones. En ese sentido, esperar es cosa pasiva. Es vivir entre paréntesis,
como si lo de ahora no contara. Por eso decimos que «el que espera,
desespera».
Pero en la Biblia esperar es todo lo contrario. Esperar es vivir ya, desde
ahora, como quien sabe que lo que se espera ha de venir. Esperar es cosa
activa. Por tanto, en lugar de decir «el que espera, desespera», sería mejor
decir «quien espera, vive ya de lo que espera».
Si esta iglesia del libro de Hechos, aun en medio de conflictos con la
sociedad circundante y de la amenaza de persecución, puede reunirse y comer
juntos «con alegría», ello se debe a que, en esa cena juntos, y en todo lo que
nuestro texto describe, aquella comunidad está ya viviendo a partir de su
esperanza.
Permítame emplear un ejemplo que he utilizado antes, pero que creo
ilustra lo que quiero decir. Supóngase que yo digo que cuando me jubile voy
a buscar un lugar apartado donde vivir, junto a un arroyo, y que espero pasar
el resto de mis días pescando tranquilamente y en silencio, y sembrando
tomates y lechuga. Y supóngase también que ahora, al mismo tiempo que
digo eso, cada vez que tengo un día libre, en lugar de ir al campo voy a las
carreras de automóviles; y que he decidido vivir en un condominio, porque
un patio da mucho trabajo. En tal caso, mi supuesta esperanza de jubilarme
en un lugar tranquilo y apartado, y dedicarme a la pesca y la hortaliza, no será
verdadera esperanza, sino una especie de quimera, o en el mejor de los casos
un sueño irrealizable que me he inventado para hacerme la idea de que soy
libre de la vida que he escogido –que, de algún modo, en ese futuro lejano e
incierto, si quisiera, podría vivir una vida diferente. En tal caso, mi mal
llamada esperanza no lo es en verdad, sino que es más bien un modo que
tengo de engañarme a mí mismo y quizás también de engañar a los demás.
Es por eso, que la iglesia tiene que aclarar qué es eso de la esperanza
cristiana, qué es eso de la esperanza de la iglesia. Si no lo hacemos, si
decimos que esperamos una cosa cuando en realidad esperamos otra, lo que
en realidad le estaremos diciendo al mundo es que nuestra esperanza no es
verdadera, que es tan falsa como la de quien dice que cuando se jubile espera
llevar una vida callada y tranquila, pero en el entretanto busca tanta actividad
y algarabía como puede.
Hechos es un libro que presenta cómo es que la iglesia vive cuando en
realidad es una iglesia de esperanza viva. Al principio del libro, se nos cuenta
de una experiencia sobrecogedora, pero que a la vez dejaría a los discípulos
llenos de espanto. Se trata de la ascensión de Jesucristo. Los discípulos
quedan detrás, solos, en aquel monte de la ascensión. Están mirando al cielo,
perplejos, abandonados, atemorizados. Y ahora, ¿qué hacemos? Están
paralizados, esclavizados por su soledad y su temor.
Pero entonces viene el mensaje liberador, el mensaje de esperanza:
«¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de
vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo». La soledad no
desaparece. Todavía extrañarán a aquel maestro que por tres años les
alimentó con palabras de vida eterna. Pero ahora esa soledad no les esclaviza.
Ahora saben, ahora «esperan» con esperanza viva, que ese mismo Señor a
quien extrañan volverá a ellos en gloria y en triunfo. Y porque esperan,
porque esperan con esta clase de esperanza, y no con esa esperanza
desgastada con que el mundo espera, porque esperan, no desesperan.
Es así, que aquella iglesia, aun en medio de las difíciles circunstancias
de su tiempo, puede ser fiel a lo que el Señor requiere de ella. Es así, que la
esperanza es el puente que lleva del temor esclavizador al gozo liberador.
¿Y qué de nosotros? A la iglesia de hoy le es muy fácil dejarse paralizar
por el temor. Vivimos en medio de una sociedad siempre cambiante. Hace
unos años, cuando nuestros hijos salían a la calle, nos pedían siempre la
bendición; y al dársela lo hacíamos con la convicción de que salían a un
entorno social generalmente tranquilo y seguro. Hoy, muchas veces ya no
piden la bendición; y si la piden, al dársela no estamos tan confiados en que
salen a un mundo tranquilo y seguro. Si antes decíamos, «Dios te bendiga y
te haga una santa», hoy, no importa las palabras que pronunciemos, lo que
está en nuestras mentes es «Dios te bendiga y te proteja», porque vivimos en
una sociedad en que la protección parece hacerse cada vez más necesaria.
No solo la sociedad, sino el mundo todo cambia. Hace unos siglos, el
Sol y todo el universo giraban alrededor de la Tierra; hoy la Tierra gira
alrededor del Sol, y el Sol gira alrededor de la galaxia; y la galaxia gira ...; y
en medio de tantos giros nos mareamos. Hace unos años, el mundo nos
parecía conocido y manejable. Hoy nos haríamos eco de las palabras del
famoso novelista, «el mundo es ancho y ajeno».
En medio de todos esos cambios, la iglesia tiene mucho que temer. Me
imagino que a veces estamos tan perplejos como aquellos primeros discípulos
mirando al cielo, y que nos sentimos tan amenazados como Pedro y Juan ante
el Concilio. Los discípulos en el monte de la ascensión se sentían perplejos y
abandonados. Nosotros también a veces nos sentimos perplejos y
abandonados. ¿Por qué, Señor, por qué no vienes de una vez y acabas con
todas nuestras dificultades y nuestras dudas? A Juan y a Pedro el Concilio
quiso hacerles callar mediante las amenazas. Me imagino que, amenazados
por el Concilio, Pedro y Juan tuvieron temor. Pero ese temor no les hizo
callar, porque la esperanza se sobrepone al temor. A la iglesia hoy se le
amenaza de mil maneras para hacerla callar, y esto nos produce temor. Si
hablamos contra la injusticia, quienes se benefician de ella dirán que la
iglesia se está metiendo en lo que no le importa. Si denunciamos el modo en
que el consumerismo rampante de nuestra sociedad nos está destruyendo el
alma, quienes viven de ese consumerismo, incluso muchos miembros de la
iglesia, y hasta algunos de los miembros que más ofrendan, se ofenderán. Si
nuestra labor evangelizadora se amplía, y empiezan a llegar a nuestras puertas
y a sentarse en nuestros escaños gentes a quienes la sociedad «decente»
considera indeseables, algunos de los supuestos pilares de la iglesia bien
pueden desplomarse.
Todo eso nos causa temor a quienes amamos la iglesia y queremos verla
crecer y prosperar. Pero si ese temor nos paraliza, si ese temor nos impide ser
fieles a lo que sabemos es el llamado de Dios, entonces ello será prueba de
que nos falta esperanza, de que en realidad no confiamos en el futuro que
Dios nos ha prometido.
Si, por el contrario, tenemos esperanza, la esperanza viva de que la
Biblia habla, con todo y temer las amenazas de los enemigos y las
advertencias de los amigos, con todo y saber que el camino no será fácil, con
todo y eso podremos marchar hacia adelante, hacia el futuro que Dios nos
tiene prometido y desde donde Dios nos llama.
Porque la esperanza es puente de doble vía. La esperanza no solamente
nos lleva del temor al gozo, sino que también, gracias al gozo que produce,
nos permite enfrentarnos y hasta introducirnos en situaciones en las que antes
el temor nos paralizaría. La esperanza hace que aquella iglesia de Hechos,
aun en medio de condiciones atemorizadoras, viva en gozo. Pero la esperanza
también hace que aquella iglesia se lance a situaciones todavía más
arriesgadas. Es por la esperanza que Pedro y Juan, entrando al Templo, se
atreven a decirle al paralítico: «en el nombre de Jesucristo de Nazaret,
levántate y anda» (Hch 3.6). Es por la esperanza que, entrados al Templo,
Pedro se atreve a anunciarle un nuevo futuro al pueblo congregado: «Así que,
arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados; para que
vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo, y él envíe a Jesucristo,
que os fue antes anunciado» (Hch 3.19-20). Es por la esperanza que,
arrestados en el Templo y llevados ante el Concilio, Pedro y Juan se atreven a
enfrentarse a los poderosos de la nación: «Juzgad si es justo delante de Dios
obedecer a vosotros antes que a Dios, porque no podemos dejar de decir lo
que hemos visto y oído» (Hch 4.19-20). Es por la esperanza que, llevados de
nuevo ante el Concilio, Pedro y Juan fueron azotados, y, sin embargo
«salieron de la presencia del Concilio gozosos de haber sido tenidos por
dignos de padecer afrentas por causa del Nombre» (Hch 5.41).
Si la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) de Puerto Rico –si
cualquier iglesia cristiana en esta bella y adolorida tierra borincana– se va a
atrever a enfrentarse a los estragos de la sociedad de consumo, ello ha de ser
porque es iglesia de esperanza. Si la iglesia ha de sanar las heridas de la
violencia doméstica, ello ha de ser porque es comunidad de esperanza. Si la
iglesia se va a atrever a enfrentarse a los estropicios de las drogas, ello ha de
ser porque es comunidad de esperanza. Si los cristianos han de salir de las
comunidades privadas en las que el temor nos lleva a encerrarnos, y a
proclamar amor y paz y justicia, esto podremos hacerlo solamente si somos
una comunidad de esperanza.
Entonces seremos como aquella iglesia de Hechos, para la cual la
esperanza es el puente que lleva del temor al gozo. Pero puente que, por ser
de dos vías, también nos permitirá lanzarnos a aventuras de fe que de otro
modo nos aterrarían o nos paralizarían.
Y, como aquella iglesia de Hechos, seremos pueblo de esperanza, no
solamente para nosotros mismos, sino para toda la sociedad que nos rodea.

2. POCAS PALABRAS QUE DICEN MUCHO

«Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión


unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones» (Hch
2.42).

Quien estudie con detenimiento el libro de Hechos, verá que a todo lo


largo de él hay una serie de resúmenes, de breves pasajes en los que se
incluye mucho, como si Lucas quisiera indicarnos que lo que cuenta es nada
más que una pequeñísima porción de todo lo que aconteció. Así, por ejemplo,
el siguiente pasaje se cuenta entre esos resúmenes:
Hechos 5.12-16: «Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas
señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de
Salomón. De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; mas el
pueblo los alababa grandemente. Y los que creían en el Señor aumentaban
más, gran número de hombres, así como de mujeres...» (etc., hasta el v. 16).
En este pasaje Lucas no nos dice cuánto tiempo se incluye en lo que
resume. Puesto que en el capítulo anterior acaba de contarnos acerca de
Ananías y Safira, y luego nos va a hablar de cómo el sumo sacerdote y otros
persiguieron a Pedro y a Juan, nos imaginamos que este pasaje se refiere
únicamente a lo que ocurrió entre el episodio de Ananías y Safira y el de la
persecución por parte del sumo sacerdote. Así recibimos la impresión de que
lo que Lucas nos dice en ese resumen duró solamente unos días o cuando más
unas semanas. Pero lo cierto es que el resumen mismo bien puede referirse a
hechos y condiciones que existieron por largo tiempo, quizá y probablemente
por años.
Hay muchísimos otros resúmenes en Hechos. Entre ellos se cuentan
Hechos 6.6; 9.31; 19.20; 28.31, etc. En cada uno de ellos Lucas señala
algunos de los rasgos generales de lo que cuenta, y frecuentemente después
del resumen mismo nos da uno o más ejemplos de lo que acaba de resumir.
Esto no es característica solamente del libro de Hechos. En realidad, es
una práctica casi inevitable al escribir cualquier historia. Así, por ejemplo,
una historia de Puerto Rico puede decirnos en una o dos oraciones que los
habitantes originales de la Isla sufrieron horrendamente a manos de los
conquistadores españoles. Pero con eso no basta. Para darle vida a esa
aseveración, el historiador bien puede contarnos uno o dos episodios: dar uno
o dos ejemplos de las atrocidades cometidas contra los indígenas. Al leer tal
historia de Puerto Rico, nos equivocamos si pensamos que los dos ejemplos
que se cuentan son los únicos que tuvieron lugar, o si pensamos que las
atrocidades duraron solamente unos días, porque la historia no sigue
hablando de ellas.
De igual modo, al toparnos con estos resúmenes en Hechos debemos
tener cuidado de no imaginar que lo que allí se nos cuenta fue efímero,
porque Lucas no nos dice mucho más al respecto, o que sucedió solamente en
un par de casos, porque Lucas nos da ejemplos. Al contrario, hemos de leer
estos resúmenes pensando que probablemente lo que cuentan duró por algún
tiempo, que hubo muchos otros ejemplos y casos, y que los casos que Lucas
nos cuenta tienen el propósito de darnos unos pocos ejemplos de lo que los
resúmenes nos dicen en forma escueta.
El texto en particular que estamos estudiando, Hechos 2.42-47, es uno
de esos resúmenes. Pero es un resumen que tiene una característica peculiar:
el resumen mismo tiene una especie de resumen. Lo que quiero decir es que
el v. 42, que sirve de introducción al resumen, en cierto modo bosqueja o
condensa lo que el resumen mismo va a decir. En ese v. 42, Lucas nos dice
que los primeros creyentes «perseveraban» en cuatro cosas: 1) la doctrina de
los apóstoles; 2) la comunión unos con otros; 3) el partimiento del pan; y 4)
las oraciones. Entonces los versículos 43 y siguientes se refieren a las mismas
cuatro cosas, aunque no siempre en el mismo orden, explicando lo que cada
una de ellas quiere decir: la enseñanza y actividad de los apóstoles, la
comunión, las oraciones, y el partimiento del pan. Y si seguimos leyendo
veremos que todo lo que sigue, desde el capítulo 3 hasta la mitad del 6, es
mayor explicación y más ejemplos de lo que se condensa o se anuncia en este
resumen.
Así, podríamos decir que la estructura de Hechos desde este versículo 42
del capítulo 2, hasta el arresto de Esteban, es una serie de círculos
concéntricos en la que cada círculo explica algo más del anterior: Primero, el
resumen brevísimo del versículo 42: perseveraban en cuatro cosas. Luego, el
resumen algo más extenso de los versículos 43-47. Y, por último, la narración
más amplia, con más ejemplos, del texto todo de Hechos, hasta el arresto de
Esteban.
Volviendo entonces al v. 42, si es cierto que en él se encuentra el meollo
de todos estos primeros capítulos de Hechos, entonces podemos decir que el
centro del mensaje de todos esos capítulos (y probablemente de todo el resto
del libro) es la perseverancia. Lo que el texto nos dice no es sencillamente
que los discípulos hacían cuatro cosas, sino que «perseveraban» en ellas.
Si la iglesia ha de ser comunidad de esperanza –de esa esperanza bíblica
que es más firme que la realidad misma ante nuestros ojos– entonces ha de
ser también comunidad de perseverancia. Vivimos en una época y en una
civilización en la que casi hemos perdido toda noción de lo que es la
perseverancia. Los nuevos medios de transporte y de comunicación nos han
acostumbrado a esperar que todo se haga rápido, al momento. Un viaje a
Ponce, que antes tomaba varios días a caballo, y luego varias horas subiendo
por la Piquiña, ahora que hay expresos todavía nos parece demasiado largo.
Nuestros antepasados criaban una vaca hasta que tenía un becerro. Entonces
lo mataban, lo descuartizaban, lo cocinaban y, por fin, lo comían. Hoy si
vamos a McDonald’s y la hamburguesa se demora más de cinco minutos,
perdemos la paciencia. Antes sembrábamos el café, esperábamos que
madurara, lo recogíamos, lo tostábamos, lo molíamos, lo colábamos, y, por
fin, nos sentábamos a tomar nuestra tacita de café. Hoy hasta en los
restaurantes nos sirven «instant coffee». Mi papá escribía con una pluma de
fuente; su papá, con lo que llamábamos un «punto de pluma», que había que
meter en el tintero cada cinco o seis palabras; y su papá, con una pluma de
ganso. Pero yo me desespero cuando la computadora se muestra un poquito
lenta. En resumen, que hemos perdido la costumbre de la perseverancia. Si
las cosas no se resuelven de inmediato, nos vamos a otro asunto.
Y lo mismo sucede muchas veces en la vida de la iglesia. Queremos que
nuestros planes den fruto de la noche a la mañana. A veces me imagino que,
de igual modo que tenemos café instantáneo y avena instantánea, queremos
una iglesia instantánea compuesta por cristianos instantáneos.
Ciertamente, lo conversión puede ser una experiencia instantánea, una
transformación radical de la vida que ocurre en un momento. Pero la
conversión no es toda la vida cristiana. A la conversión sigue todo un proceso
de crecimiento, de disciplina, de conversión de los rincones oscuros que
todavía quedan en nuestra vida, de irnos formando y conformando a la mente
de Cristo.
Nos dice Lucas que aquellos primeros cristianos «perseveraban». No
que «perseveraron», como algo que se hizo una vez y ya con eso se completó;
sino que «perseveraban», como algo que hacían día y noche, continuamente,
a través de largos años, aun en medio de las dificultades que el propio Lucas
nos va a contar.
Y, cuando pensamos acerca de la historia de la iglesia, del camino por el
cual el testimonio de aquellos primeros cristianos ha llegado hasta nosotros,
vemos que ha sido una larga historia de perseverancia –de veinte siglos de
perseverancia. El Concilio trató de disuadir a Pedro y a Juan, pero, con todo y
eso perseveraban. El Imperio Romano trató de obligar a los creyentes a
abandonar su fe; pero con todo y ello perseveraban –y muchos perseveraron
hasta la muerte en el martirio. Luego vinieron invasiones de pueblos
inconversos, que trataron de destruir lo que la iglesia había ido construyendo.
Pero siempre hubo creyentes que perseveraron, hasta que aquellos pueblos se
convirtieron. En tiempos de la Reforma, Casiodoro de Reina y otros once
monjes se vieron obligados a huir de Sevilla, llevando consigo el sueño de
traducir la Biblia al castellano. Se les persiguió por todas partes. El Nuevo
Testamento que Juan Pérez de Pineda por fin tradujo, fue confiscado y
destruido. El dinero que Casiodoro logró reunir para publicar la Biblia se
perdió. De Inglaterra tuvo que huir a causa de falsas acusaciones. Pero
perseveró. Y eso por eso que hoy tenemos la Biblia que tenemos.
Aquí mismo en Puerto Rico, quienes primero escucharon y aceptaron la
prédica de los misioneros Discípulos pronto se enfrentaron a serias
dificultades. Pero, con todo y eso, perseveraron. Y porque don Suncho
Rodríguez y Vicente Ortiz perseveraron; y porque perseveraron Juanita
Nieves de Ortiz y Providencia Navarro; porque perseveraron Juana Santana y
don Joaquín y don Carmelo y don Isidro y don Florentino; por la
perseverancia de Celsa Agosto y de Miguel Ángel Morales; porque perseveró
toda esa gran nube de testigos cuyos nombres están escritos en el libro de la
vida; por toda esa perseverante línea de esplendor sin fin; por todo ello es que
estamos aquí.
De ellos podría decirse, como se dijo de los patriarcas y matriarcas de
antaño, y como esperamos que algún día pueda decirse de nosotros, que «en
la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de
lejos, creyéndolo y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y
peregrinos sobre la tierra» (Heb 11.13).
Y esa fe por la cual vivieron, esa fe por la cual perseveraron, esa fe por
la cual hemos de vivir y por la cual hemos de perseverar, esa fe se conjuga
con la esperanza, pues es «la certeza de lo que se espera, la convicción de lo
que no se ve» (Heb 11.1).
«Perseveraban», dice el texto. Porque aquellos primeros discípulos
perseveraron, perseveraron también los mártires. Y porque los mártires
perseveraron, perseveraron también los reformadores. Y porque los
reformadores perseveraron, perseveraron también los misioneros. Y porque
los misioneros perseveraron, perseveraron también las matriarcas y los
patriarcas de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico. Y
porque ellos perseveraron, estamos aquí.
Perseveraron los primeros discípulos en Jerusalén porque vivían de la
esperanza. Porque vivían de la esperanza, fueron fuente de esperanza para el
pueblo que les rodeaba. Perseveraron los mártires porque vivían de la
esperanza. Porque vivían de la esperanza, fueron fuente de esperanza para el
Imperio que les rodeaba. Perseveraron los reformadores porque vivían de la
esperanza. Porque vivían de la esperanza, fueron fuente de esperanza para la
iglesia que les rodeaba. Perseveraron en la esperanza los misioneros que
llegaron en el 1899. Porque vivían de la esperanza, fueron fuente de
esperanza para el Puerto Rico que se iba formando. Perseveraron en la
esperanza las pasadas generaciones aquí en Puerto Rico. Porque vivían de la
esperanza, fueron fuente de esperanza para el pueblo que les rodeaba, y la
iglesia creció hasta llegar a nuestros días.
Ser hoy una iglesia convocada a la esperanza, es también ser una iglesia
convocada a la perseverancia. Solo podremos ser una iglesia de esperanza si
somos una iglesia de perseverancia. Solo podremos traerle a nuestro pueblo
un mensaje de esperanza, si perseveramos en la esperanza.
El texto que estamos estudiando no es solamente acerca del pasado. El
texto nos dice, sí, algo acerca del pasado de la iglesia. Pero el texto también
es acerca de nosotros. El texto bíblico es palabra de Dios para nosotros, no
solamente porque nos da información acerca de lo que pasó entonces, sino
también y, sobre todo, porque nos confronta, porque nos cuestiona acerca de
los que somos ahora. Y la pregunta que el texto nos plantea es: ¿Viviremos
de la esperanza? ¿Sabremos perseverar en la esperanza en medio de una
sociedad que vive para el minuto actual, donde lo que no se resuelve en dos
días se echa al olvido, donde nos llenamos de entusiasmo vacuo, que se
desinfla ante la primera dificultad?
Si nuestra respuesta es positiva, si verdaderamente perseveramos en la
esperanza, podrá decirse de nosotros también que, teniendo en derredor
nuestro tan grande nube de testigos, y despojados de todo el peso del pecado
que nos asedia, corrimos con paciencia la carrera que teníamos por delante,
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe (Heb 12.1). ¡Así sea!

3. LA DOCTRINA DE LOS APÓSTOLES

«Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión


unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Sobrevino
temor a toda persona, y muchas maravillas y señales eran hechas por
los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en
común todas las cosas: vendían sus propiedades y sus bienes y lo
repartían a todos según la necesidad de cada uno. Perseveraban
unánimes cada día en el Templo, y partiendo el pan en las casas comían
juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo
favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que
habían de ser salvos» (Hechos 2.42-47).

El versículo 42 menciona, primeramente, entre las cuatro cosas en que


los discípulos perseveraban, «la doctrina de los apóstoles» o, como dicen
otras traducciones, «la enseñanza de los apóstoles». Esto puede entenderse de
dos modos, y los dos son importantes. Perseverar en la enseñanza de los
apóstoles puede entenderse, primero, en el sentido de estar firmes en lo que
los apóstoles habían enseñado. Y puede querer decir, además, estar firmes en
la práctica de aprender constantemente de los apóstoles.
Con mucha frecuencia esta frase se ha entendido únicamente en el
primer sentido: perseverar en la doctrina de los apóstoles es no aprender nada
nuevo, sino contentarse con lo que los apóstoles enseñaron. Ciertamente, es
importante mantenerse en continuidad con la enseñanza apostólica, y no
apartarse de la fe. Pero cuando la cuestión se entiende únicamente de ese
modo, la consecuencia es pensar que ya no tenemos nada más que aprender,
que basta con lo que los apóstoles enseñaron. La enseñanza y el aprendizaje
son cosa del pasado, del tiempo de los apóstoles, y ahora todo lo que
debemos y todo lo que es legítimo hacer es repetir lo que se nos ha dicho que
dijeron los apóstoles. Es a base de esa interpretación que frecuentemente la
iglesia ha pretendido constituirse en juez de todo lo que se debe pensar. Fue a
base de esa interpretación que cuando Galileo sugirió que la Tierra giraba
alrededor del Sol se le mandó callar, pues los apóstoles no habían enseñado
tal cosa.
El problema está en que tal modo de entender nuestra responsabilidad no
nos permite ser en realidad una iglesia convocada a ser comunidad de
esperanza. La esperanza se basa, sí, en el pasado, en lo que Dios ha hecho, y
particularmente, en lo que Dios ha hecho en Jesucristo. Pero la esperanza es
sobre todo mirada hacia el futuro. Una supuesta esperanza que ya no mira
hacia el futuro, no es esperanza. Una supuesta esperanza que ya no espera, no
es verdadera esperanza.
Pero «perseverar en la doctrina (o en la enseñanza) de los apóstoles»
también puede y debe entenderse en el sentido de continuar siendo enseñados
por los apóstoles. Supongamos que uno de nosotros es estudiante
universitario, y dice que es discípulo de la Profesora Fulana. Eso no quiere
decir que ya aprendimos de la profesora todo lo que vamos a aprender.
Perseverar en la enseñanza de la Prof. Fulana quiere decir continuar
estudiando bajo ella; y cuando ella no esté, o cuando se trate de cosas que ella
no nos ha enseñado, verlo todo desde la perspectiva y siguiendo la
metodología que ella nos enseñó.
De igual modo, perseverar en la enseñanza de los apóstoles no quiere
decir que ya habían aprendido todo lo que iban a aprender, y que no se
desviaran un ápice de eso que habían aprendido. Quiere decir más bien que
perseveraban en la práctica de aprender de los apóstoles. Se trata de una
relación dinámica, creadora, que espera siempre la nueva manifestación del
Espíritu Santo. Eso lo vemos claramente en todo el resto de Hechos, donde
los apóstoles mismos continúan aprendiendo acerca del sentido pleno del
evangelio. Así, por ejemplo, hasta el capítulo 10 parece que Pedro pensaba
que el evangelio era solo para los judíos. Es en ese capítulo que, al ver la
acción del Espíritu Santo en el gentil Cornelio y en los de su casa, Pedro
descubre que el evangelio es para toda la humanidad. Y luego, en el capítulo
11, cuando Pedro les lleva su testimonio, los creyentes en Jerusalén se
convencen de lo mismo. Luego, en ese capítulo 11, los creyentes muestran
perseverar en la enseñanza de los apóstoles, no pretendiendo que nada puede
cambiar, sino más bien reconociendo la obra del Espíritu en los apóstoles, y
aprendiendo constantemente de ellos. Es de suponerse que, hasta ese punto,
los apóstoles habían enseñado un evangelio en el que no se hablaba de la
misión a los gentiles. Pero ahora, precisamente porque perseveran en la
enseñanza de los apóstoles, los creyentes descubren una nueva dimensión en
su fe –y una dimensión tan importante que de no ser por ella ninguno de
nosotros, gentiles como somos, estaríamos aquí.
Perseverar en la enseñanza de los apóstoles quería decir para aquellos
primeros discípulos y discípulas ser asiduos estudiantes, continuos
aprendices, de lo que el Espíritu les estaba enseñando a través de los
apóstoles, y de lo que los apóstoles mismos estaban aprendiendo por obra del
Espíritu.
Lo que es más, esa enseñanza no es puramente intelectual. No se trata
únicamente de una serie de doctrinas. No es solamente un credo. Es más bien
toda una serie de acciones, de ejemplos y de experiencias por las cuales los
apóstoles van enseñándole a la iglesia lo que es ser creyente en Jesucristo.
Esto se ve claramente si recordamos que lo que se resume en el v. 42 se
explica más en el resto del pasaje que estamos estudiando, y más todavía en
los versículos que siguen.
Es por eso, que en la explicación de este aspecto del v. 42, lo que se nos
dice en el v. 43 es que «muchas maravillas y señales eran hechas por los
apóstoles». Los apóstoles enseñan, no solamente sentándose con los
creyentes para explicarles la doctrina cristiana, sino también y, sobre todo,
mediante sus acciones. Y luego, en el próximo círculo concéntrico, donde se
nos explica más acerca de lo que esto quiere decir, vemos en los capítulos 3 y
4 la historia de la curación del cojo junto a la puerta llamada la Hermosa, la
predicación de Pedro y de Juan en el Templo, y su arresto y primera
comparecencia ante el Concilio. Y luego en el capítulo 5 vemos que los
apóstoles le enseñaron a la congregación algo acerca de la perseverancia, al
negarse a obedecer el mandato del Concilio, y que por ello fueron arrestados
de nuevo y azotados.
En todo esto, los apóstoles están enseñándoles a los demás creyentes en
Jerusalén en qué consiste la obediencia a Jesucristo. Esa obediencia mediante
la cual los apóstoles enseñan, incluye una compasión semejante a la de su
Maestro, de la cual Pedro y Juan dan testimonio y ejemplo al sanar al
paralítico a la entrada del templo. Al escuchar acerca de aquel milagro de
sanidad, los creyentes, como buenos aprendices de los apóstoles, entenderían
que ellos también debían tener compasión hacia los enfermos y los débiles.
De que efectivamente aprendieron la lección, hay abundante evidencia en el
resto de Hechos y en todo el Nuevo Testamento.
Esa obediencia mediante la cual los apóstoles enseñan incluye, su
disposición a dar testimonio en el templo, aun cuando en el sentido estricto
carecían de autoridad para ello. Lo que es más, los apóstoles insisten en dar
ese testimonio aún después que se les prohíbe explícitamente hacerlo. Esa
actitud por parte de Pedro y Juan, a quienes los miembros del Concilio
considerarán «hombres sin letras y del vulgo» (Hch 4.13), era también una
lección para aquellos primeros discípulos, que sabían que no eran gente
importante dentro de la sociedad en que vivían, ni gentes a quienes se les
diera autoridad o derecho a enseñar, pero que ahora, viendo a los apóstoles
dar tal testimonio, se saben autorizados a dar testimonio también, aunque la
sociedad en general les considere gentes sin letras y del vulgo, gente que no
tiene derecho a enseñar.
Que aquellos primeros creyentes aprendieron la lección, nos lo mostrará
Lucas a partir de Hechos 6, donde ya no serán los apóstoles, sino algunos de
aquellos discípulos de Jerusalén, quienes continuarán la tarea de la cual los
apóstoles dieron ejemplo.
Esa obediencia, mediante la cual los apóstoles enseñan, incluye su
disposición a pagar el precio de su fe. Cuando se les prohíbe hablar, se
atreven a enfrentarse al Concilo, declarando que no pueden obedecer a las
autoridades humanas antes que a Dios. Cuando se les amenaza, no se dejan
amedrentar, sino que continúan haciendo precisamente aquello que se les
había prohibido. Cuando se les azota, salen del Concilio gozosos, porque han
tenido oportunidad de ser insultados por el nombre de Cristo. Y al final de
toda esa historia de confrontación, Lucas nos dice que perseveraban
precisamente en aquello que se les había prohibido, pues «todos los días, en
el templo y por las casas, incesantemente, enseñaban y predicaban a Cristo»
(Hch 6.42).
Que los discípulos aprendieron la lección, nos lo mostrará Esteban al
pagar por su fe y su testimonio con su vida, atreviéndose a enfrentarse al
Concilio. Y nos lo mostrarán a través de los siglos centenares de mártires y
profetas, gentes que han sufrido precisamente por su perseverancia en la fe.
Y esa obediencia mediante la cual los apóstoles enseñan, incluye su
disposición a aprender continuamente. Ya hemos mencionado el episodio de
Pedro y Cornelio, en el que Pedro aprende acerca del alcance de la gracia de
Dios. Esto tiene lugar en el capítulo 10 de Hechos. En el capítulo 11 se nos
cuenta que cuando los creyentes de Jerusalén se enteraron de que Pedro había
estado en casa de Cornelio y morado con él, le pidieron cuentas al apóstol.
Este les contó lo que había sucedido –acerca de su visión de los animales
puros e inmundos, y acerca de su experiencia en Cesarea en casa de
Cornelio– y lo que él mismo había aprendido. El resultado es que aquellos
creyentes, al principio confusos y quizás hasta escandalizados por lo que
Pedro había hecho, aprenden también la lección, y declaran: «¡De manera que
también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!» (Hch 11.18).
Luego en este caso también, el perseverar en la doctrina de los apóstoles
no quiere decir sencillamente permanecer inconmovibles en una postura, sino
que quiere decir estar dispuestos a aprender, perseverar en el aprendizaje,
como los apóstoles mismos van aprendiendo acerca de su tarea y hasta del
evangelio mismo según realizan su misión.
Para entender todo esto a cabalidad hay que recordar que la palabra
«apóstol» quiere decir «enviado». Por tanto, la doctrina «apostólica» es por
definición doctrina misionera, doctrina abierta y flexible hacia la misión. Por
tanto, ser hoy una iglesia convocada a la esperanza, una iglesia que persevere
en la enseñanza de los apóstoles, es ante todo ser una iglesia enviada, una
iglesia en misión, una iglesia vuelta hacia afuera. No es cuestión de volvernos
una iglesia que mire solamente hacia su pasado, hacia su propia vida, hacia lo
que nos enseñaron otros antes, sino que tenemos que mirar también hacia
fuera, hacia la sociedad que nos rodea, hacia los cambios que están teniendo
lugar en ella, para bien y para mal, y que todo eso lo veamos con los ojos de
esa esperanza de que hablábamos antes, esperanza segura, inmarcesible,
contagiosa... esperanza de la iglesia que le da esperanza al mundo; esperanza
de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) que le da esperanza a Puerto
Rico; esperanza de una iglesia que comparte los dolores y las alegrías de la
humanidad, al tiempo que lo coloca todo a la luz de los propósitos eternos de
Dios.

4. LA COMUNIÓN

«Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión


unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Sobrevino
temor a toda persona, y muchas maravillas y señales eran hechas por
los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en
común todas las cosas: vendían sus propiedades y sus bienes y lo
repartían a todos según la necesidad de cada uno. Perseveraban
unánimes cada día en el Templo, y partiendo el pan en las casas comían
juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo
favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que
habían de ser salvos» (Hch 2.42-47).

La segunda cosa en la que el v. 42 nos dice que los discípulos


perseveraban es «la comunión unos con otros». Si hay una palabra griega que
mucha gente conoce, es precisamente la que se emplea aquí: «koinonía». Lo
que el texto dice es literalmente que perseveraban en la koinonía los unos con
los otros. Luego, esto no se refiere directamente a lo que hoy llamamos la
«comunión», que es lo que aquí Lucas llama «el partimiento del pan», y
sobre lo cual volveremos más adelante, sino que se refiere a otra cosa, a la
koinonía entre aquellos primeros creyentes.
Pero el hecho es que tenemos que redefinir lo que quiere decir esa
palabra, koinonía. Frecuentemente se nos ha dicho que quiere decir
«compañerismo». Y eso es cierto. Pero la verdad es que la koinonía es mucho
más que eso. En el griego de la época, una koinonía era una sociedad, una
corporación. Así, por ejemplo, el Evangelio de Lucas nos dice que Simón,
Jacobo y Juan eran koinonoi en la barca con que pescaban. Esto no quiere
decir que se trataban bien unos a otros, o que tenían buen compañerismo, sino
que eran socios, que la barca era propiedad común del grupo.
Es importante que entendamos esto para entender buena parte del Nuevo
Testamento. Así, por ejemplo, cuando leemos «la comunión (koinonía) del
Espíritu Santo» (2 Co 13.14), o cuando usamos esa frase al dar la bendición,
esto puede significar varias cosas diferentes: En primer lugar, puede querer
decir la compañía o el acompañamiento del Espíritu Santo. En segundo lugar,
puede querer decir nuestra común herencia en el Espíritu Santo. En este
sentido, la koinonía del Espíritu Santo es semejante a la koinonía de la barca
de Simón, Juan y Jacobo. Juntamente hemos recibido, somos juntamente
herederos, del Espíritu Santo. Y puede querer decir la koinonía, la
corporación, la sociedad que el Espíritu Santo nos hace ser.
Si entendemos la «comunión del Espíritu Santo» solamente en el primer
sentido, existe la tendencia de entender esa comunión de manera
individualista: el Espíritu me acompaña a mí. Es así, que frecuentemente se
entiende en nuestras iglesias. Y es por eso, que con tanta frecuencia el énfasis
en la comunión del Espíritu produce divisiones. Si voy con el Espíritu, si
tengo la comunión del Espíritu, en realidad la iglesia ya no me hace mucha
falta.
Si a esto le añadimos el segundo sentido, y vemos la «comunión del
Espíritu Santo» como la afirmación de que el Espíritu Santo le es dado a la
comunidad de los creyentes como su herencia común, comenzamos a
contrarrestar ese individualismo, pues el Espíritu me acompaña, no solamente
como individuo, sino también y sobre todo porque soy miembro de esa
comunidad cuya herencia común es el Espíritu Santo. Soy socio de esa
corporación cuyo capital, por así decir, es el Espíritu Santo.
Y si a esto le añadimos el tercer sentido, y vemos «la comunión (o
koinonía) del Espíritu Santo» como esta asociación, sociedad, corporación
que el Espíritu Santo crea y que llamamos la iglesia, entonces esto quiere
decir, no sólo que el Espíritu nos acompaña, como en el primer sentido, ni
tampoco únicamente que somos juntamente herederos del Espíritu, como en
el segundo sentido, sino también que todo cuanto tenemos y cuanto somos
como koinonía del Espíritu no nos pertenece individualmente, sino como
corporación del Espíritu.
Cuando entendemos que es a esto que se refiere la palabra «comunión»
o koinonía en el v. 42, vemos que lo que allí se dice se amplía en los vv. 44 y
45: «tenían en común todas las cosas: vendían sus propiedades y bienes y lo
repartían a todos según la necesidad de cada uno». La palabra que RVR
traduce como «común» es «koiná». Luego, lo que se nos dice acerca de la
«koinonía» en el v. 42 se amplía en el tener todas las cosas en «koina» en los
vv. 44 y 45.
Y, como en el caso anterior, también tenemos aquí una serie de círculos
concéntricos. El primero es el v. 42: perseveraban en la comunión. El
segundo círculo, que explica el anterior, es lo que se nos dice en los vv. 44 y
45. El tercer círculo es otro resumen, algo más extenso y enfocado en la
cuestión del uso de los bienes, que aparece en Hechos 4.32-35.
La multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma.
Ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas
las cosas en común. Así que no había entre ellos ningún necesitado, porque
todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el producto de
lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno
según su necesidad.
El próximo círculo se encuentra en lo que sigue a partir de este segundo
resumen. Allí se nos dan ejemplos de este uso de los bienes. El primer
ejemplo es excelente, y se trata de Bernabé (Hch 4.36-37). El segundo, el de
Ananías y Safira, es un ejemplo negativo y trágico (Hch 5.1-10). Y el tercero,
el caso de la distribución a las viudas, es un ejemplo intermedio en el que se
presentan dificultades, y la iglesia busca el modo de solucionarlas (Hch 6.1-
6).
Pero volvamos al resumen de Hechos 2, y a su explicación en el
resumen paralelo del capítulo 4. Estos pasajes han sido frecuentemente mal
interpretados, de tal modo que se les ha restado pertinencia para la vida actual
de la iglesia.
Un modo en que se les ha interpretado mal es lo que frecuentemente se
nos dice, en el sentido de que lo que aquí se nos cuenta duró apenas unas
semanas, y que los creyentes bien pronto se dieron cuenta de que eran
impracticable. Hay hasta quien dice que fue precisamente por haber puesto
todas las cosas en un fondo común, y por no preocuparse por el futuro, que la
iglesia de Jerusalén pronto se vio en dificultades y que Pablo tuvo que ir por
todo el Mediterráneo recogiendo dinero para los necesitados en Jerusalén.
Pero la verdad es otra. En primer lugar, hay amplias evidencias, en
textos del historiador judío Flavio Josefo, así como de los romanos Tácito y
Suetonio, de que en verdad hubo una gran hambre en Palestina por esa época
–que es lo mismo que Hechos dice más adelante. Y, en segundo lugar, pero
quizá más importante todavía, hay una multitud de textos cristianos antiguos
que muestran que lo que aquí se describe continuó practicándose, o al menos
buscándose, en la iglesia al menos hasta el siglo tercero –y en ciertos círculos
por muchos siglos más.
Veamos algunos ejemplos de ello. Hacia fines del siglo primero, un
autor anónimo, posiblemente en la región de Siria, escribió el documento que
se conoce como la «Didajé o Doctrina de los doce apóstoles». Allí, en medio
de un pasaje acerca de los deberes dentro de la comunidad cristiana, aparecen
las siguientes palabras: «No rechazarás al necesitado, sino que comunicarás
(en griego, 'synkoinoonéeseis', es decir, harás juntamente común) en todo con
tu hermano, y de nada dirás que es tuyo propio. Pues si os comunicáis (el
griego dice 'si os hacéis koinonoi') en los bienes inmortales, ¿cuánto más en
los mortales?» (Did. 4:8; BAC, pp. 80-81).
Poco más de medio siglo más tarde, allá por el año 150, otro cristiano,
esta vez al parecer en Egipto, escribía: «Comunicarás (literalmente,
'koinonizarás') en todas las cosas con tu prójimo, y no dirás que las cosas son
tuyas propias, pues si en lo imperecedero sois partícipes en común
(koinonoi), ¿cuánto más en lo imperecedero?» (Bernabé, 19:8; BAC, p. 807).
De igual modo podríamos citar muchísimos otros textos en el mismo
sentido: textos del «Discurso a Diogneto», también de mediados del siglo
segundo, de Tertuliano, a principios del tercero, y hasta de Basilio de Cesarea
en el cuarto.
Luego, nos guste o no nos guste lo que este texto dice, no podemos
deshacernos de él como algo efímero, como un experimento fallido que duró
apenas unas semanas.
El otro modo en que este texto se ha interpretado mal es exagerándolo a
tal punto que lo que dice no resulta practicable. Así, nos hacemos la idea de
que aquellos primeros creyentes sencillamente fueron y vendieron todo lo
que tenían, colocaron el resultado en un cofre común, lo gastaron, y luego se
quedaron sin nada.
Pero lo que el texto dice es bien diferente. En griego, como en
castellano, hay dos pretéritos simples. Uno es el pretérito indefinido y el otro
es el imperfecto. El pretérito indefinido se refiere a una acción completada de
una vez por todas, mientras que el imperfecto se refiere a una acción
continuada. Así, por ejemplo, decir que «fui» al cine quiere decir que fui una
vez, mientras que decir que «iba» al cine denota una acción continuada y
repetida. Pues bien, en el resumen que estamos estudiando, así como en el
otro resumen del capítulo 4, todos los verbos están en pretérito imperfecto.
Nuestro texto no dice que vendieron y repartieron, sino que vendían y
repartían. Igualmente, en el capítulo 4 se dice que quienes poseían
propiedades las vendían, traían, ponían, y que esto se repartía. No que
vendieron, trajeron, pusieron, y se repartió.
La comunión o koinonía a que se refiere nuestro texto no es un
comunalismo dogmático, en el cual la gente vende lo que tiene, porque tener
es malo, sino que es el comunalismo que nace del amor y de la esperanza. El
resumen del capítulo 4 nos explica que el motivo de todo esto no era una
ideología comunalista, sino el impulso de responder a quienes tenían
necesidad: «se repartía a cada uno según su necesidad».
Esto lo vemos claramente en los ejemplos que Lucas nos da
inmediatamente después de ese segundo resumen en el capítulo 4. En 4.36-
37, nos dice que Bernabé vendió una propiedad que tenía «y trajo el producto
de la venta a los pies de los apóstoles». Puesto que esto viene inmediatamente
después del resumen, es de presumirse que el caso de Bernabé es solamente
un ejemplo entre muchos. Pero entonces sigue el caso de Ananías y Safira, en
los primeros diez versículos del capítulo 5. La historia es bien conocida.
Ananías y Safira se pusieron de acuerdo para vender una propiedad y traerles
a los apóstoles una parte del precio, aparentando que lo estaban dando todo.
El resultado es la muerte de ambos. Pero lo que nos interesa aquí es que
Pedro le dice a Ananías que no tenía obligación alguna de vender su
propiedad, que tras venderla tampoco tenía obligación de traerle el producto
de la venta a la iglesia, y que, si quería dar solamente una parte de ese
producto, no tenía obligación de darlo todo. El pecado de Ananías y de Safira
no está en no haberlo dado todo, sino en haberle mentido a la iglesia y por
tanto al Espíritu Santo. Algún día sería bueno hacer un estudio bíblico
detenido sobre ese pasaje, y discutir de qué maneras hoy le mentimos al
Espíritu Santo. Pero lo que ahora nos interesa es el hecho de que la práctica
de tener las cosas en común, tal como Hechos la describe, no implicaba la
obligación de venderlo todo o de darlo todo. Era más bien una práctica
continuada, de modo que repetidamente había quien, en vista de alguna
necesidad, iba y vendía algo a fin de responder a esa necesidad. En una
palabra, que lo que gobierna el vender y el dar no es una ideología ni un
mandato, sino la necesidad del prójimo.
El tercer ejemplo es bien interesante, pues le añade una nota de realismo
a todo esto. Hechos no nos pinta una iglesia ideal, sino una iglesia real. Pues
bien, en aquella iglesia de Jerusalén, como en tantas otras iglesias hasta el día
de hoy, hay diferencias y grupos. En el caso de Hechos 6, la división tiene
fundamentos culturales. Hay en la iglesia dos grupos, a los que el texto llama
los «griegos» y los «hebreos». Al leer todo el resto del libro, resulta claro que
todos son judíos, pues no es sino más tarde que por primera vez entran los
gentiles en la iglesia. La diferencia está en que unos son judíos de Palestina,
naturales de la región, que se han criado hablando lo que ellos llaman
«hebreo», que en realidad es lo que hoy llamamos arameo. Los otros son
judíos que se han criado en la diáspora, es decir, fuera de Palestina, donde
dominaba la lengua griega, y quienes, como buena parte de la población que
viajaba de un lugar a otro, se comunicaban en griego. En Palestina, se les
daba a estas personas el nombre de «griegos» o de «helenistas», para
distinguirles de los «hebreos», o los del lugar.
No hay que decir que, como sucede en tales casos, los hebreos se
consideran mejores judíos que los griegos. Ellos son quienes han
permanecido por generaciones en la Tierra Prometida. Ellos son quienes no
se han contaminado con el paganismo que domina en el resto del mundo. En
la sociedad jerosolimitana de entonces, los griegos eran mal vistos. Había
quien pensaba que, puesto que estos griegos eran malos judíos, la razón por la
cual Dios había entregado la nación en manos de los romanos era la impureza
y la mala religión de los inmigrantes helenistas. Los altos cargos en el
Templo y en el Concilio o Sanedrín les estaban reservados a los hebreos.
Y en la iglesia sucedía algo parecido. Tristemente, con demasiada
frecuencia se reflejan en la iglesia las mismas distinciones sociales que
dividen el resto de la comunidad. En aquella iglesia de Jerusalén, los líderes
eran hebreos. Los apóstoles, aunque galileos y por tanto también judíos de
segunda categoría, eran al menos hebreos. Cuando alguien traía dinero y lo
ponía a los pies de los apóstoles, como Hechos nos cuenta, lo estaba
poniendo a disposición de ese liderato hebreo.
Pero ahora surge un problema. Uno de los modos en que la iglesia
atiende a los necesitados es ayudando a las viudas. Esto tiene buen
fundamento en el Antiguo Testamento, donde repetidamente se llama a Israel
a ocuparse de las necesidades de aquellas personas hacia quienes Dios
muestra un interés particular: las viudas, los huérfanos, los pobres y los
extranjeros. Todos estos son personas a quienes nadie protege, y por tanto el
pueblo de Dios ha de protegerles. En el caso de las viudas, el problema no es
sólo que han perdido a sus esposos. El problema es también social y
económico, pues en aquella sociedad las propiedades y el estatus social
dependían de los varones. Una viuda, entonces, no tenía quien la defendiera,
sino quizá sus hijos. En la iglesia, la situación empeoraba, porque si una
viuda se convertía y sus hijos no, posiblemente quedaría más desamparada
todavía. Por ello, siguiendo la práctica de las sinagogas y las directrices del
Antiguo Testamento, la iglesia se ocupaba de una «distribución diaria» a las
viudas. (El texto no dice si se trataba de alimentos, o de dinero).
Hasta este punto, todo marcha bien. Pero ahora surge el problema de que
las divisiones de la sociedad impactan también la vida interna de la iglesia. Al
parecer, las viudas de los hebreos recibían mejor atención que las viudas de
los griegos. Esto no ha de sorprendernos, pues quienes manejaban la
distribución, por ser hebreos, posiblemente no entendían a cabalidad las
necesidades de las viudas griegas, y quizá ni se percataban de la
discriminación de que eran objeto. El resultado, nos dice Lucas, es que hubo
«murmuración». ¡Eso tampoco debería sorprendernos a quienes conocemos
la vida de la iglesia, y sabemos por triste experiencia que lo raro en una
iglesia no es que haya murmuración, sino que no la haya!
Lo que sí puede sorprendernos es la acción de los apóstoles. En muchas
de nuestras iglesias, cuando hay murmuración, los líderes tratan de
desentenderse de ella, o de descontarla, o de desacreditar a quienes se quejan.
Los apóstoles bien pudieron haber dicho «¿Qué se creen esos griegos? ¡Ya
les hemos dado bastante! ¡Que se contenten o que se vayan!» Pero en lugar
de eso, lo que hacen es todo lo contrario. Reconocen que hay motivos de
queja, llaman a la congregación, y la invitan a nombrar a siete hombres (ya
volveremos sobre esto de los siete hombres) para que sean ellos quienes
administren lo que se ha de repartir. Mientras tanto ellos, los doce, seguirán
ocupándose de la predicación y la enseñanza.
Si la respuesta de los apóstoles nos sorprende, más debería
sorprendernos la respuesta de la congregación. Nombraron a siete, como los
doce les habían sugerido. Lucas nos da los nombres de los siete: Esteban,
Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás. Al leer esa lista, lo
primero que notamos es que ¡todos tienen nombres griegos! Es posible que
alguno sea un hebreo que por alguna extraña razón tiene nombre griego. Pero
el hecho es que posiblemente todos, y si no todos, al menos la mayoría, serían
griegos. Lo que es más, de uno de ellos, Nicolás, se nos dice que no era
siquiera judío helenista, sino que era un prosélito de Antioquía, es decir, un
gentil que se había convertido al judaísmo. Lo que aquella sorprendente
iglesia hace, ante una protesta de injusticia y de falta de comunicación, es
darles poder y autoridad a quienes mejor comprenderían la injusticia y la falta
de comunicación.
Y, dicho sea de paso, las sorpresas no terminan ahí. Si seguimos leyendo
el libro de Hechos, podremos imaginar la sorpresa de los apóstoles, que
habían decidido reservarse la predicación, mientras los siete se dedicarían a la
administración. Apenas nos cuenta de la elección de los siete, Hechos
continúa diciéndonos que Esteban empezó a enseñar, y en el capítulo 7
Esteban, quien se supone que no predique, ¡predica el sermón más largo de
todo el libro de Hechos! Después, en el capítulo 8, es Felipe, otro de los siete,
quien enseña y proclama el evangelio en Samaria y al eunuco etíope. Y ya en
el 9 quien empieza a ocupar el centro del escenario no es uno de los doce, ni
siquiera uno de los siete, sino un tal Saulo, miembro de una de las sinagogas
que habían conspirado para darle muerte a Esteban.
Esto nos lleva de regreso a lo que decíamos antes acerca de la enseñanza
de los apóstoles, y de cómo los apóstoles mismos continúan aprendiendo.
Según ellos, la función de los siete sería una. Pero el Espíritu Santo la amplió,
dándoles otra. En tal caso, perseverar en la enseñanza de los apóstoles
requirió apertura hacia lo que los apóstoles mismos no vieron, y tuvieron que
aprender. Y por tanto cabe hoy preguntarnos si no será ese mismo Espíritu
Santo, quien desacató la decisión de los apóstoles de limitar la función de los
siete, quien estará dirigiendo a la iglesia a desacatar la decisión de esos
mismos apóstoles, de que los elegidos deberían ser varones. En tal caso,
perseverar en la doctrina de los apóstoles requerirá una apertura semejante.
Quizá parezca que nos hemos apartado mucho de nuestro texto, allá en
Hechos 2. Pero es importante que veamos las amplísimas dimensiones y
consecuencias de aquello de tener en común todas las cosas –o, lo que es lo
mismo, de perseverar en la comunión, en la koinonía.
Volviendo entonces a nuestro texto, ¿qué será para nosotros hoy, en esta
iglesia, perseverar en la comunión? Repitámoslo, para que esté bien claro: no
quiere decir asistir a la Cena del Señor una vez por semana. A eso se refiere
el texto al hablar del «partimiento del pan», y sobre eso volveremos. Se
refiere más bien a perseverar en esa koinonía cuyas dimensiones he tratado de
explicar.
Ciertamente, esto tiene algo que ver con el modo en que entendemos y
practicamos eso que llamamos «mayordomía». La mayordomía no es
solamente cuestión de dar el diezmo y luego hacer con el resto lo que nos
parezca. La mayordomía también tiene que ver con nuestra respuesta a las
necesidades de los demás. En Hechos, se nos dice que lo que gobernaba el
dar y el repartir era la necesidad de cada uno: «vendían sus propiedades y sus
bienes y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno». Uno de los
antiguos escritores cristianos, Basilio de Cesarea, en el siglo cuarto, lo dice
de esa manera: «Si quien le quita la ropa a otro es llamado ladrón, ¿por qué
hemos de darle otro nombre a quien puede vestir al desnudo y no lo hace? El
pan que acaparas les pertenece a los pobres. La capa que escondes en tu baúl
le pertenece al desnudo. Los zapatos que se pudren en tu casa les pertenecen
a quienes tienen que andar descalzos» (Hom. In illud Lucam: Destruam)... 1)
Y, luego continúa: «¿Qué le dirás al Juez, tú que revistes tus paredes y dejas a
los humanos desnudos, tú que adornas y cuidas a tu caballo y no miras a tu
hermano desnudo, tú cuyo trigo se pudre, y no alimentas al hambriento?»
(Hom. in divites, 5).
Perseverar en la esperanza es vivir como quien de veras cree que el día
llegará cuando «ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre
ellos» (Ap. 7.16). Perseverar en la esperanza es hacer que esa esperanza de tal
modo moldee nuestra vida presente, que tengamos tan profundos deseos de
experimentar ese día futuro, que ya, desde ahora, hagamos todo lo posible por
experimentar, aunque sea un anticipo de ese día. Por tanto, quien persevera
en la esperanza comparte lo que tiene, no porque alguien se lo ordene, ni
siquiera porque eso sea mandato divino –que lo es– sino porque
compartiendo disfruta de ese anticipo de lo que espera.
Es por eso, que aquel resumen de Hechos 4 dice que «no había entre
ellos ningún necesitado» (Hch 4.34). Es interesante que Lucas, más que
cualquiera de los otros evangelios, se refiere repetidamente a los pobres, y al
amor de Jesús hacia ellos. Pero en su segundo libro, en este libro de Hechos,
ya no se mencionan los pobres. Esto es porque Lucas nos está diciendo que
una señal de una iglesia que persevera en la esperanza es precisamente que ya
no hay necesitados en ella. No porque no se invite a los pobres, sino todo lo
contrario, porque los necesitados que acuden a ella encuentran en la koinonía
cristiana respuesta a sus necesidades. La esperanza de Israel fue siempre el
día en que no hubiera más necesitados. Luego, al decir que en la iglesia no
había más necesitados, Lucas nos está diciendo que la iglesia que persevera
en la koinonía viene a ser un anticipo de lo que ella misma espera.
Esto se nos hace harto difícil a quienes nos hemos formado en una
sociedad en la que una de las primeras palabras que aprendemos es «mío», y
en la que se nos valora, no por lo que compartimos, sino por lo que tenemos.
Esa sociedad y sus criterios de evaluación se han metido dentro de la iglesia,
como se metió dentro de la iglesia de Jerusalén el conflicto entre griegos y
hebreos, y por eso la vida en nuestras iglesias no se mide, como deberíamos,
en términos de lo que compartimos, sino más bien en términos de lo que
retenemos.
Una iglesia convocada a la esperanza es una iglesia que es señal de
esperanza en una comunidad en la que el consumerismo y el «salir adelante»
se han vuelto obsesiones que esclavizan. Esa iglesia es señal de esperanza
precisamente porque da testimonio y practica un modo de vivir y de evaluar
la vida diferente de ese consumerismo y de esa lucha por salir adelante de los
demás. Una iglesia es señal de esperanza cuando un matrimonio obsesionado
por ganar más, por tener un carro más lujoso, por vivir mejor que los vecinos,
encuentra en la koinonía cristiana otro modo de ver y de organizar la vida.
Una iglesia es señal de esperanza cuando su koinonía es tal que nadie tiene
miedo de decir que está al borde de la bancarrota, o que no sabe cómo va a
pagar la hipoteca, o que sus deudas le abruman. Una iglesia es señal de
esperanza cuando, como nos cuenta Hechos, persevera en la koinonía.
Pero hay más. Lo que es cierto de una congregación local ha de ser
cierto también de la iglesia como un todo. En el Nuevo Testamento, la
koinonía de la iglesia de Jerusalén que se describe en Hechos se extiende
según se va extendiendo la iglesia misma. Es por eso, que Pablo va de un
lugar a otro, no solamente predicando el evangelio, sino pidiéndoles a las
iglesias algo más acomodadas que manden ayuda para la iglesia en Jerusalén,
empobrecida por el hambre que existe en la región. Esto bien podría ser tema
de otro estudio bíblico. Pero en todo caso léase el capítulo 8 de Segunda de
Corintios, donde Pablo utiliza el ejemplo de la redistribución del maná en el
desierto, e indica que el propósito de su ofrenda es buscar la igualdad entre
las iglesias, así como Dios distribuyó el maná con igualdad: «No digo esto
para que haya para otros holgura y para vosotros escasez, sino para que en
este momento, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos,
para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que
haya igualdad, como está escrito: 'El que recogió mucho no tuvo más y el que
poco, no tuvo menos'» (2 Co 8.13-15).
Una iglesia es señal de esperanza cuando las congregaciones más ricas
apoyan a las más pobres, como los cristianos de Filipos y de Corinto
apoyaron a los de Jerusalén. Una iglesia es señal de esperanza cuando ve y
responde a las necesidades en su derredor. Una iglesia es señal de esperanza
cuando, como aquella primera iglesia de Hechos, persevera en la koinonía.

5. EL PARTIMIENTO DEL PAN

«Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión


unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Sobrevino
temor a toda persona, y muchas maravillas y señales eran hechas por
los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en
común todas las cosas: vendían sus propiedades y sus bienes y lo
repartían a todos según la necesidad de cada uno. Perseveraban
unánimes cada día en el Templo, y partiendo el pan en las casas comían
juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo
favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que
habían de ser salvos» (Hch 2.42-47).

La tercera práctica en la que nos dice Hechos que aquellos primeros


cristianos perseveraban era el partimiento del pan. La misma frase aparece
tanto en el v. 42 como en el 46, y se refiere naturalmente a lo que hoy
llamamos la Comunión, la Cena del Señor o la Eucaristía.
En este caso, no cabe duda de que la iglesia ha perseverado en la
celebración de la Comunión a través de los siglos. Ciertamente, desde la
antigüedad, a través de toda la Edad Media, y hasta tiempos de la Reforma, el
culto cristiano típico, el culto de cada domingo y a veces de todos los días,
era la Comunión. Casi todos los reformadores preferían celebrarla al menos
todos los domingos, y hasta el día de hoy las iglesias luteranas y anglicanas
así lo hacen. Lo mismo prefería Calvino, pero el Concilio de Ginebra no se lo
permitió, y así comenzó la costumbre, en algunas iglesias protestantes, de
celebrar la Comunión con menos frecuencia, quizá una vez al mes o una vez
cada tres meses. En el siglo dieciocho Juan Wesley, el fundador del
metodismo y el ancestro común de casi todas las iglesias pentecostales y de
santidad, no sólo insistía en que sus seguidores tomasen la Cena todas las
semanas, sino que él mismo hacía cuando podía por participar de ella todos
los días. Luego, excepto en tiempos relativamente recientes en algunas
tradiciones protestantes, la Cena ha ocupado siempre un lugar central en la
devoción y el culto cristianos. En ese sentido, la práctica de la celebración
semanal de la Iglesia Cristiana Discípulos de Cristo en Puerto Rico es un
regreso, no sólo a las prácticas del Nuevo Testamento, sino también a lo que
ha sido la práctica de casi toda la iglesia a través de casi toda su historia.
El más antiguo texto acerca del establecimiento de la Santa Cena nos lo
ofrece Pablo en Primera de Corintios. Para entender lo que aquellos primeros
cristianos celebraban, es bueno mirar por unos momentos lo que Pablo dice
allí.
Dice Pablo que: «El Señor Jesús, la noche en que fue entregado...»
La noche debió haber sido de fiesta: «Y Jesús envió a Pedro y a Juan,
diciendo: Id, preparadnos la pascua para que comamos».
Pero fue la noche de la traición: «de cierto os digo, uno de vosotros me
ha de entregar».
Noche de incertidumbre: «¿soy yo, Señor?»
Noche de apostasía: «Todos os escandalizaréis de mí esta noche; porque
escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas serán dispersadas».
Noche de falsa certidumbre: «Aunque todos te abandonen, yo no».
Noche de tristes realidades: «De cierto te digo que tú, hoy, en esta
noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres».
Noche de arrepentimiento: «Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente».
Noche de remordimiento: «Judas fue y se ahorcó».
Noche de angustia: «Padre, si quieres, pasa de mí esta copa».
Noche en que ni los más allegados entienden: «¿Así que no habéis
podido velar conmigo una hora?»
Noche de tormento infinito: «Y estando en agonía, oraba más
intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían en
tierra».
Noche de monstruosas ironías: «Judas, ¿con un beso me entregas?»
Noche de escarnio y de ludibrio: «Y los que custodiaban a Jesús se
burlaban de él y le golpeaban; y vendándole los ojos, le golpeaban el rostro, y
le preguntaban, diciendo: Profetiza, ¿quién te golpeó? Y decían muchas otras
cosas injuriándole».
«El Señor Jesús, la noche en que fue entregado...»
Quien fue entregado no era solamente un hombre justo contra quien se
cometió una gran injusticia.
Quien fue entregado no era solamente un profeta más de los tantos que
las gentes religiosas han apedreado y han matado a través de las edades.
Quien fue entregado en aquella noche triste es el Señor, «o kyrios», el
título que la Biblia le da al Señor de las edades, al creador de cielo y tierra.
Dice el Cuarto Evangelio que «En el principio ya existía la Palabra, y
aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. El estaba en el principio
con Dios. Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe
fue hecho sin él. ... [Y] aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre
nosotros».
Es decir, que quien está sentado allí a la mesa con sus discípulos en
aquella noche oscura es la Palabra de Dios.
La misma Palabra que en otra noche oscura dijo, «sea la luz» y la luz fue
hecha.
La Palabra que salpicó los espacios siderales de estrellas y planetas, de
galaxias y cometas.
La Palabra a cuyo sonido tiemblan los montes y se incendia el
firmamento.
Pero es de noche, porque la Palabra vino a su propio mundo, y los suyos
no lo recibieron.
«El Señor Jesús, la noche en que fue entregado...» ... ¡Silencio! La
Palabra va a hablar. Su poder es infinito. ¿Cuál será su juicio? ¿Será un rayo
que fulmine a Judas, el traidor descarado que se atreve a sentarse a la mesa
junto a él? ¿Fuego y azufre sobre Jerusalén, la ciudad supuestamente santa a
la que él quiso abrigar como una gallina abriga a sus polluelos, y que a
cambio de tanto amor le va a entregar para ser crucificado?
¿Muerte y pestilencia al Imperio Romano, en una de cuyas cruces van a
colgarle? ¿Quebrantamiento de huesos para esos discípulos volubles que hoy
le siguen y mañana le abandonarán?
«El Señor Jesús, la noche en que fue entregado ... ¡tomó pan!; y
habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo
que por vosotros es partido».
A los discípulos volubles que pronto le van a abandonar: «tomad,
comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido».
Al traidor desvergonzado que se atreve a meter la mano con él en el
plato: «tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido».
A los que vienen a prenderle con palos y con espadas: «tomad, comed;
esto es mi cuerpo que por vosotros es partido».
A Caifás y a los principales sacerdotes, a los escribas y a los ancianos
que se han confabulado para darle muerte: «tomad, comed; esto es mi cuerpo
que por vosotros es partido».
A los que se han de burlar dándole bofetadas y pidiéndole que profetice:
«tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido».
Al taimado Poncio Pilato, que sutilmente tratará de borrar la vergüenza
de su injusticia lavándose las manos: «Tomad, comed; esto es mi cuerpo que
por vosotros es partido».
Al mundo entero, ese mundo suyo, que fue hecho por él, pero que no
quiso recibirle: «Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es
partido».
«El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan...»
No tomó ni el oro ni las piedras preciosas con que los reyes de la tierra
se pavonean.
No tomó la espada ni el arco con que los débiles pretenden hacerse
fuertes.
No tomó la trompeta con que se anuncian los grandes eventos, ni
siquiera el clarín que toca a rebato.
No, sino que tomó pan. Pan, el más común de los alimentos. El mismo
pan que posiblemente a la misma hora despreciaban los que se banqueteaban
en casa de Caifás o en el palacio de Pilato.
«El Señor Jesús, la noche en que fue entregado ... ¡tomó pan!; y
habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo
que por vosotros es partido».
En la noche en que fue entregado, noche de tormento y de angustia,
noche de conspiraciones y de burlas, noche de desengaños y traición, el
Señor Jesús tomó pan, y de ese pan hizo su respuesta y su reto a las tinieblas
de la noche.
«El Señor Jesús, la noche en que fue entregado ... ¡tomó pan!; y
habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo
que por vosotros es partido. Haced esto en memoria de mí».
Y por eso, porque el Señor así lo ordenó, a través de los tiempos sus
discípulos se han reunido para partir el pan. Y de ese pan partido en
memoria de él han hecho su respuesta y su reto a las noches de todas las
edades.
Poco tiempo después de aquella noche oscura, los discípulos se vieron
perseguidos por el imperio más poderoso de la época. Se les llamaba
fanáticos. Se les llamaba ignorantes. Se les llamaba inmorales. ¡Hasta ateos
se les llamaba! Y en medio de todo ello, como una pequeña chispa en medio
de tanta oscuridad, los discípulos se reunían. En las catacumbas se reunían, y
en los cementerios se reunían, y a campo abierto se reunían, y en casa
privadas se reunían. Se reunían para partir el pan en memoria de él.
Y pasaron los siglos. Y pasó el Imperio Romano. Y de sus legiones no
se oye siquiera el eco lejano. Y los discípulos del Señor siguieron, como
antes, partiendo el pan en memoria de él.
Vinieron entonces invasiones. Vinieron saqueos y robos. Vino violencia
y vino pestilencia. Pero en medio de aquella noche caótica siguieron los
cristianos reuniéndose para partir el pan en memoria de él.
Desde entonces han venido nuevas persecuciones. Han venido el cisma
y el error. Han venido la duda y la complacencia. Han venido los tiempos
difíciles, cuando el precio de la fe ha sido alto. Y han venido los tiempos
fáciles, cuando la fe se vuelve barata y se hace tan difícil ser verdaderamente
fiel al Señor de la cruz y del camino estrecho.
Y a través de todo ello, los cristianos han seguido reuniéndose para
partir el pan en memoria de él.
Porque, como nos dice Pablo, «El Señor Jesús, la noche en que fue
entregado ... ¡tomó pan!; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad,
comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido. Haced esto en memoria
de mí... Así pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta
copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga».
Hasta que él venga, seguimos viviendo en la noche. Es la noche de los
terroristas suicidas en la tierra misma que santificaron los pies de Jesús. Es la
noche de luchas fratricidas. Es la noche en que los niños mueren de hambre y
los ancianos de frío. Es la noche de las drogas, la noche del crimen, la noche
del miedo, la noche de las urbanizaciones cerradas. Es la noche en que, como
diría el poeta,

Todo, Señor, diciendo


está los grandes días
de luto y agonías,
de muerte y orfandad;
que, del pecado horrendo
envuelta en el sudario
pasa por un Calvario
la ciega humanidad.
Es de noche. Hasta que el Señor venga, es de noche. Es la noche de la
traición. Es la noche del desengaño. Es la noche de la apostasía. Es la noche
de las tragedias inexplicables. Es la noche en que la fe apenas si logra un
atisbo de un mundo nuevo y un cielo nuevo.
Y en medio de esa noche, como en aquella primera noche, como en
tantas otras noches, perseveramos en reunirnos para partir el pan en memoria
de él: Porque «El Señor Jesús, la noche en que fue entregado ... ¡tomó pan!; y
habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo
que por vosotros es partido. Haced esto en memoria de mí... Así pues, todas
las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor
anunciáis hasta que él venga».
Pero, ¿bastará con partir el pan? Pablo nos dice que «El Señor Jesús, la
noche en que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y
dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido. Haced
esto...» ¿Qué es esto que hemos de hacer? ¿Será sencillamente reunirnos para
partir el pan?
Lo que Jesús hizo en aquella noche fue mucho más que partir el pan. Lo
que hizo fue que dio su cuerpo para que fuera partido. Partir el pan es fácil.
Pero lo que le da poder a aquel partimiento del pan son la traición de Judas,
las vacilaciones de Pedro, las angustias del Getsemaní, las injusticias del
pretorio, las agonías de la cruz. Jesús nos dio pan, sí; pero ese pan tiene
especial importancia porque junto al pan se dio a sí mismo.
Fue en aquel momento de darse a sí mismo al tiempo que les daba pan,
que Jesús dijo a sus discípulos, y nos dice a nosotros, «haced esto, todas las
veces que lo hiciereis, en memoria de mí». Hacer esto no es solamente partir
el pan; es también dar el cuerpo y dar la vida. Hacer esto no es un simple acto
de devoción aquí entre las cuatro paredes del templo; es también un acto de
sacrificio, un tomar la cruz, un darse por los demás.
«Esto es mi cuerpo que por vosotros es partido. Haced esto, todas las
veces que lo hiciereis, en memoria de mí». Y en memoria de él Pedro fue
crucificado. Y en memoria de él Pablo fue decapitado. Y en memoria de él
los mártires sufrieron. Y en memoria de él los misioneros viajaron. Y en
memoria de él Don Suncho predicó. En memoria de él millones han dado la
vida, y al darla la han encontrado. En memoria de él «experimentaron
vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles». En memoria de él,
«fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada;
anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de cabras y de ovejas, pobres,
angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno», en memoria
de él. En memoria de él se han construido hogares para ancianos y hogares
para niños, hospitales para leprosos y para enfermos con SIDA. En memoria
de él los enfermos son consolados, los presos son visitados, los hambrientos
son alimentados. En memoria de él.
Pero esa memoria es poderosa porque no es sólo memoria de la cruz. Es
también memoria de la resurrección. Es por eso, que desde muy temprano se
estableció la costumbre de reunirse para partir el pan el primer día de la
semana, el día de la resurrección. Lo que se recordaba no era solamente la
cruz, sino también la victoria de Jesús sobre la muerte.
Y hay más todavía. La memoria eucarística, lo que recordamos al partir
el pan, no es solamente memoria hacia atrás, hacia el pasado, sino que es
también memoria hacia delante, hacia el futuro. En la ocasión misma de la
institución de aquella Santa Cena, Jesús les prometió a los discípulos que
volvería a beber vino con ellos «en el Reino» (Mt 22.29; Mr 14.25; Lc
22.18). Al describir la Comunión, Pablo dice que en ella anunciamos la
muerte del Señor «hasta que él venga». La más antigua oración eucarística
que se conserva fuera del Nuevo Testamento tiene también esa dimensión
escatológica, esa memoria del futuro de Dios. Así se oraba sobre el pan:
«Como este fragmento estaba disperso sobre los montes y reunido se hizo
uno, así sea reunida tu iglesia de los confines de la tierra en tu reino. Porque
tuya es la gloria y el poder por Jesucristo eternamente» (Did. 9:4; BAC, p.
86).
Lo que aquella iglesia de Hechos recordaba y celebraba al partir el pan
no era solamente la cruz de Cristo, sino también su resurrección y su regreso
prometido. Y es por eso, que el texto nos dice que «comían juntos con alegría
y sencillez de corazón».
La sencillez de corazón no es simplonería, ingenuidad, inocencia pueril.
La sencillez de corazón es lo contrario del corazón dividido, del corazón que
confía en Dios, pero por si acaso quiere arreglárselas. La sencillez de corazón
es el resultado de la esperanza bíblica. La sencillez de corazón puede existir
solamente en la medida en que de veras confiamos en que lo que Dios ha
prometido, Dios lo hará. Cuando de veras tenemos tal confianza, tal
esperanza viva, podemos abandonar la carrera desenfrenada y
deshumanizante por «salir adelante», por «triunfar en la vida», por tener más
que el vecino.
Y eso es lo que anunciamos al partir el pan. Dice Pablo que «la muerte
del Señor anunciamos, hasta que él venga». Lo que anunciamos es que hay
una vida diferente, que hay un futuro distinto, que la última palabra la tiene,
no nuestra cuenta de banco, ni el carro que manejamos, ni lo que la gente
piense de nosotros. La última palabra la tiene la Palabra qué era al principio,
la Palabra por quien todas las cosas fueron hechas, la Palabra que se hizo
carne, la Palabra que dio su cuerpo y su sangre por nosotros.
Es por eso, que Lucas nos dice que partían el pan «con alegría». La
Cena del Señor no es un servicio fúnebre. La Cena del Señor es el anticipo
del Banquete Final, de la Gran Fiesta, de las Bodas del Cordero.
Una iglesia que persevera en la esperanza es una iglesia que celebra en
su culto y en su Cena la Gran Victoria de su Señor. Es una iglesia en la que
todos y todas, pobres y ricos, sabios e ignorantes, nacionales y extranjeros,
blancos y negros, dominicanos y puertorriqueños, todos, todos, todos,
perseveramos en el partimiento del pan, comiendo justos con alegría y con
sencillez de corazón.
En el partimiento del pan esa iglesia que persevera en la esperanza se
vuelve canal de esperanza para el pueblo que andaba en tinieblas. En ese
partimiento del pan la iglesia que persevera en la esperanza se entrega a sí
misma para que el pueblo pueda tener esperanza.
Hay una historia, casi al final de este mismo libro de Hechos, que ilustra
este punto. Pablo está preso, camino a Roma. El barco en que navega está a
punto de naufragar. Ya los tripulantes han agotado todos sus recursos y sus
conocimientos para tratar de salvar la nave de la destrucción, pero sin
mayores resultados. La lucha con la tormenta ha sido constante, al punto que
todos llevan varios días sin comer.
En el momento más difícil, Pablo escuchó al Señor diciéndole, «Pablo,
no temas... Dios te ha concedido todos los que navegan contigo» (Hch 27.24).
Oída esta promesa, Pablo les dice a sus 275 compañeros de viaje y de
infortunio: «Este es el decimocuarto día que veláis y permanecéis en ayunas,
sin comer nada. Por tanto, os ruego que comas por vuestra salud, pues ni aun
un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá». Y Hechos continúa
contándonos que «dicho esto, tomó el pan y dio gracias en presencia de
todos, lo partió y comenzó a comer. Entonces todos, teniendo ya mejor
ánimo, comieron también» (Hch 27.33-35).
Lo que Pablo les dijo a los corintios lo practicó en aquella nave. En el
partimiento del pan, Pablo les anunció un futuro distinto a quienes con él
estaban a punto de naufragar. Y porque le vieron comer con alegría y
sencillez de corazón, aquellos viajeros desesperados cobraron nueva
esperanza.
¿Y qué de nosotros en esta Isla que parece zozobrar entre olas de
delincuencia, de corrupción política, de violencia doméstica, de un
consumerismo que roe las almas, de intervenciones económicas y militares?
¿Qué de nosotros en esta Isla en que el odio y la violencia se han vuelto tan
comunes, y el amor y la esperanza tan escasos?
¿No será que Dios nos ha concedido la vida de nuestros compañeros y
compañeras de este casi-naufragio? ¿No será que lo primero que tenemos que
hacer es partir el pan con alegría y sencillez de corazón, perseverando en la
esperanza, anunciando esperanza, no solamente con nuestras palabras, sino
con nuestras acciones?
Perseveremos en la esperanza. Perseveremos en el partimiento del pan
con alegría y sencillez de corazón, sabiendo que cada vez que comemos de
este pan y bebemos de esta copa, la muerte del Señor anunciamos, hasta que
él venga para novedad de vida.

6. LAS ORACIONES

«Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión


unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Sobrevino
temor a toda persona, y muchas maravillas y señales eran hechas por
los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en
común todas las cosas: vendían sus propiedades y sus bienes y lo
repartían a todos según la necesidad de cada uno. Perseveraban
unánimes cada día en el Templo, y partiendo el pan en las casas comían
juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo
favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que
habían de ser salvos» (Hch 2.42-47).

La cuarta práctica en la que Hechos nos dice que aquellos primeros


discípulos perseveraban es la de «las oraciones». De momento parece que
aquí se rompe el paralelismo entre el resumen del v. 42, y el que le sigue de
inmediato. En los casos anteriores, vimos que cada cosa que se menciona en
el 42 se explica algo más en el resto del resumen: la enseñanza de los
apóstoles en el 42, y las maravillas y señales hechas por los apóstoles en el
43; la comunión del 42 y el tener en común todas las cosas de los versículos
44 y 45; el partimiento del pan en el 42, y el mismo tema en el 46. Pero ahora
parece que lo de las «oraciones» en el versículo 42 no tiene paralelo en el
resto del pasaje.
Esto se debe, en parte al menos, a que nos olvidamos de lo que eran las
«oraciones» en la tradición judía de entonces. Cuando se hablaba de las
«oraciones», esto no se refería primeramente a orar a solas en la casa cuando
a uno le pareciera, y como cada cual quisiera, sino que se refería sobre todo a
las horas establecidas para ciertas oraciones particulares. Esto debía hacerse,
de ser posible, en el Templo. Luego, cuando Lucas nos dice que aquellos
primeros discípulos perseveraban en las oraciones, y luego nos dice que
«perseveraban unánimes cada día en el Templo», nos está diciendo casi la
misma cosa. Los discípulos seguían la disciplina de oración y de asistencia al
Templo que habían aprendido de sus mayores.
Puesto que pronto la mayoría de los cristianos dejaron de ser judíos,
según la nueva fe se iba expandiendo y penetrando en círculos gentiles,
aquellas antiguas oraciones judías, y la costumbre de hacerlas a ciertas horas
y con ciertas fórmulas, se fue dejando atrás. Esto era tanto más fácil por
cuanto el Templo mismo de Jerusalén ya no existía, pues había sido destruido
por los romanos en el año 70.
Dados esos cambios, la «perseverancia en las oraciones» pronto tomó
nuevas formas entre los cristianos de origen gentil. El que las cosas
cambiaran podría molestarnos o escandalizarnos, si nos olvidamos de lo que
dijimos antes acerca del sentido de aquello de perseverar en la enseñanza de
los apóstoles. Si aquella perseverancia no quería decir permanecer inmóviles
en lo primerísimo que cualquier apóstol dijo, sino que quería decir más bien
perseverar en ser enseñados por los apóstoles, según el Espíritu Santo y las
nuevas circunstancias les iban guiando hacia nuevas formas de obediencia,
así también el perseverar en las oraciones pronto tuvo que tomar nuevas
formas.
La historia de esa evolución es complicada, y no hay por qué entrar en
detalles aquí. Baste decir que hay toda suerte de indicios de que los primeros
cristianos continuaron la costumbre judía de orar juntos al menos dos veces al
día, por la mañana y por la tarde, y que adaptaron el contenido de esas
oraciones a base de su fe en Jesucristo. Poco a poco, sobre todo después de
Constantino, se fueron estableciendo dos horarios o programas de oración
diaria: el común del pueblo acudía a las oraciones en la iglesia por la mañana
y por la tarde, mientras los monásticos tenían más períodos de oración.
Bien pronto, al menos en el Occidente donde se hablaba principalmente
el latín, las horas o períodos diarios de oración monástica quedaron fijados en
ocho. Esto fue sobre todo obra de San Benito de Nursia, el gran organizador
del monaquismo occidental, quien se basó para sus ocho horas en las palabras
del salmista: «A medianoche me levanto para alabarte por tus justos juicios»
(Sal 119.62) y «¡Siete veces al día te alabo a causa de tus justos juicios!» (Sal
119.164). Así, el orden de oración (lo que se llamó el «Oficio Divino»)
incluía ocho períodos diarios de oración y alabanza: Maitines, Laudes, Prima,
Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas. Con ligeras variaciones, estas
fueron las horas por las que se rigió la vida monástica a través de toda la
Edad Media. Con otras variaciones, el mismo sistema rige aún en buena parte
del monaquismo católico romano. Lo que es más, poco a poco las horas
tradicionales de oración para el pueblo en general fueron perdiendo
importancia, y el horario benedictino se impuso entre los creyentes devotos
que deseaban llevar una vida de oración disciplinada.
Al deshacerse del monaquismo, la Reforma se deshizo también del
régimen del Oficio Divino. Aunque varios de los reformadores y de sus
seguidores continuaron un ritmo de oración semejante al establecido por San
Benito, y otros intentaron volver a un régimen de oraciones matutinas y
vespertinas para todo el pueblo, poco a poco la costumbre de oración a ciertas
horas fijas se fue perdiendo. Ciertamente, en una tradición en la que
valoramos la santidad de la vida común no es posible organizar la vida como
si viviésemos todavía en monasterios.
El problema está en que, al deshacernos de aquel sistema de oración,
muchas veces nos deshicimos también de toda vida de oración disciplinada,
particularmente de toda vida de oración comunitaria y disciplinada.
Así, en cierta medida hemos perdido dos cosas. Hemos perdido en
primer lugar el sentido de la importancia de la disciplina en la vida cristiana.
En medio del ajetreo diario, para muchos de nosotros y de nosotras la oración
se nos ha vuelto un momentito que le arrancamos a la vida, como quien a la
carrera se toma una taza de café antes de salir al trabajo. Esto se conjuga con
una teología que parece decirnos que todo lo que importa es la conversión, y
que de ahí en adelante todo lo que hemos de hacer es permanecer fieles –es
decir, una teología en la que el crecimiento, lo que en términos clásicos se
llama la «santificación», ya no parece tener lugar. A veces decimos tanto y
tan repetidamente que «basta con creer», que nos olvidamos de que ese creer
conlleva una caminata por el camino estrecho de la obediencia, y que para esa
caminata hay que fortalecerse mediante una disciplina de oración y alabanza.
En otro lugar me he expresado al respecto como sigue:

Todas las metas importantes en la vida requieren disciplina. Si un


joven quiere llegar a ser médico, o una joven quiere ser abogada, desde
sus años mozos tendrán que seguir una disciplina de estudio y
aprendizaje. Si nos preocupa nuestra salud física, establecemos y
tratamos de seguir un régimen de ejercicio y de alimentación. Los
atletas que se preparan para las competencias olímpicas se someten a
una rígida disciplina por años y años. Y, sin embargo, cuando se trata
de la vida espiritual, son pocos los cristianos que se someten a una
disciplina para desarrollarla y fortalecerla. Por aquello de que hay que
«orar sin cesar», no apartamos un tiempo para la oración. Y, porque la
Biblia siempre esta ahí, para abrirla y leerla cuando la necesitemos, no
establecemos un régimen de estudio. El resultado es que tanto nuestra
oración como nuestro conocimiento de la Biblia sufren, de igual manera
que sufre el cuerpo cuando en lugar de seguir una dieta ordenada y una
disciplina de ejercicio comemos cuando nos parece y hacemos
ejercicios esporádicos, sin ton ni son (Tres meses en la escuela del
Espíritu, p. 1).

La falta de disciplina, la falta de «perseverancia en las oraciones»,


conlleva una atrofia en el desarrollo espiritual, de igual modo que la falta de
una disciplina de ejercicios físicas conlleva atrofia física. Y esto no se
resuelve con maratones espirituales, en los cuales, ante una crisis cualquiera,
nos volvemos muy devotos y nos dedicamos a la oración ferviente, ni
tampoco con vigilias en las cuales a veces parece que queremos orar de una
vez todo lo que no oramos durante varias semanas. Quien de veras quiera
poder correr un maratón, tendrá que correr regular y disciplinadamente por
meses enteros. Pera que nuestras vigilias sean efectivas, tenemos que ser una
iglesia que vele constantemente, que persevera en las oraciones, que tenga
una vida de oración tan disciplinada como la disciplina física de un equipo de
gimnastas.
Pero hay más. Cuando la iglesia persevera en las oraciones, esa misma
perseverancia y esas oraciones son fuente de esperanza para la sociedad que
la rodea. Cuando en la Edad Media las gentes escuchaban las campanas del
monasterio llamar a la oración, sabían que había allí una comunidad orando
por ellas. El campesino que se encorvaba sobre la dura tierra, la mujer que iba
con un cántaro al río en busca de agua, el zapatero con sus clavos en la boca,
al escuchar aquella campana oían un mensaje de esperanza, un recordatorio
de que alguien estaba orando por aquella sociedad.
No es cuestión de volver a aquellos tiempos medievales, que tuvieron
serios problemas. Pero sí es cuestión de preguntarse: ¿Sabrá la sociedad
puertorriqueña que hay aquí una iglesia que ora por ella?
Aquella mujer golpeada por su marido, aquella mujer que se esconde en
un rincón cuando oye la llave en la cerradura, ¿sabrá que hay aquí una iglesia
que persevera en la oración por ella? ¿Sabrá que, porque esa iglesia persevera
en la oración, la espera con los brazos abiertos para darle albergue y
protección?
Aquel joven prisionero de las drogas, en el momento mismo de
inyectarse y sucumbir una vez más a su vicio, ¿sabrá que hay una iglesia que
persevera en doblar la rodilla por él? ¿Sabrá que esa iglesia persevera de tal
modo que no pierde la esperanza? ¿Que persevera con más firmeza que la del
vicio mismo?
Aquel pescador que ve sus mares desolados por el bombardeo militar,
¿sabrá, al ver las bombas estallar, que hay otras voces que se elevan
constantemente al cielo? ¿Sabrá que esas voces son más poderosas que las
bombas? ¿Sabrá que esas voces se van a hacer oír, no solamente en el cielo,
sino en las calles, en la prensa, en la política?
El 11 de septiembre del año 2001 las iglesias se llenaron de gente que
oraba. Ante el dolor y la crisis, es normal que la gente se vuelva hacia la
oración. Pero lo que no es normal es que la iglesia necesite de una crisis para
recordarle que tiene que orar. La iglesia ha de ser por definición, por su
propia naturaleza, un pueblo que persevera en la oración. Cuando la iglesia
persevera en la oración, es fuente de esperanza para un pueblo que sabe que,
no solamente en la crisis del 11 de septiembre, sino también en la rutina del
10 de septiembre, y en la perplejidad del 12, hay un pueblo que
constantemente eleva sus plegarias al Altísimo.

«Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión


unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones».

7. EL FAVOR DEL PUEBLO


«Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión
unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Sobrevino
temor a toda persona, y muchas maravillas y señales eran hechas por
los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en
común todas las cosas: vendían sus propiedades y sus bienes y lo
repartían a todos según la necesidad de cada uno. Perseveraban
unánimes cada día en el Templo, y partiendo el pan en las casas comían
juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo
favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que
habían de ser salvos» (Hch 2.42-47).

Un elemento que se destaca en los primeros capítulos de Hechos, y que


muchas veces no vemos, es que la naciente iglesia cristiana tenía el favor y el
apoyo del pueblo que la rodeaba. Cuando leemos esos capítulos
preguntándonos acerca de quiénes apoyaban o al menos simpatizaban con los
creyentes, y quiénes se les oponían, resulta claro que el pueblo simpatiza, y
que son los poderosos quienes se oponen.
Así, por ejemplo, en el caso de la curación del paralítico junto a la puerta
Hermosa, Lucas nos dice repetidamente que «el pueblo» vio al paralítico
saltar (3.7); que «todo el pueblo, atónito, concurrió» a donde estaban Pedro y
Juan (3.11); y que Pedro le «habló al pueblo» (3.12). Pero entonces, al
principio del capítulo 4, aparecen los poderosos: «Mientras ellos hablaban al
pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del
Templo y los saduceos, resentidos de que enseñaran al pueblo...» (4.12).
Entonces, al día siguiente, «se reunieron en Jerusalén los gobernantes,
los ancianos y los escribas, y el sumo sacerdote Anás y Caifás, Juan,
Alejandro y todos los que eran de las familias de los sumos sacerdotes» (4.5-
6). Estos son los que se reúnen para juzgar a Pedro y a Juan, y quienes les
amenazan para que no hablen, «para que no se divulgue más entre el pueblo»
(4.17). Empero no encuentran «ningún modo de castigarlos, por causa del
pueblo» (4.21).
Después, en el capítulo 5, se nos dice que «se hacían muchas señales y
prodigios en el pueblo» (5.12), y que «el pueblo les alababa grandemente»
(5.13). El resultado es que «levantándose el Sumo Sacerdote y todos los que
estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos» (5.17).
Esta élite del poder, que se menciona repetidamente en el capítulo 5 (vv. 21,
24, 26), es la que se ocupa de arrestar a Pedro y a Juan. Pero Lucas nos dice
que el jefe de la guardia «los trajo sin violencia, porque temían ser
apedreados por el pueblo» (5.26).
En resumen, que lo que Lucas nos dice en el texto que estamos
estudiando, Hechos 2.47, que tenían favor con todo el pueblo, continúa al
menos hasta el final del capítulo 5. Esto no ha de sorprendernos, pues es de
esperarse que una iglesia que persevera en todo esto que hemos visto, una
iglesia que es señal de esperanza para el pueblo gozará del favor del pueblo.
Pero entonces, en el capítulo 6, las cosas cambian. En la elección de los
siete judíos helenistas, la iglesia se ha atrevido a ir en contra de los prejuicios
del pueblo. Ahora un grupo se confabula para hacer que la iglesia, o al menos
Esteban, pague por lo que se han atrevido a hacer, al darle autoridad a un
grupo de helenistas. Esa confabulación, apoyada mediante el soborno de
testigos falsos, logra la alianza del pueblo con aquella misma cúpula del
poder que hasta entonces temía al pueblo. Así, nos cuenta Hechos que
«alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas; y arremetiendo, lo
arrebataron [es decir, arrebataron a Esteban] y lo trajeron al Concilio» (6.12).
En otras palabras, que cuando la iglesia se atreve a proclamar una
esperanza más allá de las esperanzas del pueblo, cuando la iglesia se atreve a
contradecir los prejuicios del pueblo, bien puede perder el favor de ese
pueblo. (Lo cual no ha de sorprendernos, pues lo mismo le ocurrió a Jesús
durante la semana de la pasión, y a la postre llevó a su crucifixión).
Es importante recordar esto y verlo en su conjunto. Una iglesia que
persevera en la esperanza es señal de esperanza para el pueblo, y por tanto ha
de esperarse que gozará del favor del pueblo. Pero, porque la esperanza de la
iglesia va mucho más allá de las esperanzas del pueblo, también habrá
ocasiones en las que la iglesia, precisamente por razón de su esperanza,
perderá el apoyo y el favor del pueblo.
A través de toda su historia, la iglesia se ha visto repetidamente tentada
a granjearse el favor de los de fuera, ya sea el pueblo, o ya los poderosos,
como si ésa fuese la medida última de su éxito. Así, cuando el Emperador y
sus principales lugartenientes se declararon cristianos, la iglesia se mostró
dispuesta a suavizar las cosas, de modo que los poderosos no se sintieran tan
incómodos. En otros casos, cuando el pueblo ha demandado venganza, la
iglesia se ha mostrado demasiado dispuesta a olvidarse del Sermón del
Monte, y hacerse eco del clamor revanchista. O, cuando el pueblo discrimina
contra el pobre o el extranjero, a veces la iglesia se hace eco de esa
discriminación, para así granjearse el favor del pueblo. O, cuando la sociedad
se deja llevar por el consumerismo, la iglesia se muestra dispuesta a
«marquetear» su mensaje, como se «marquetean» hamburguesas o
computadoras. O, cuando alguien sugiere la necesidad de que la iglesia hable
contra la injusticia, alguien dice que debemos callar, porque «es un asunto
controversial».
En este contexto, es importante señalar que según Hechos el avance del
evangelio no se basa en el apoyo de los poderosos ni de los supuestos líderes
del pueblo. Al contrario, en Hechos 4 se nos dice que cuando los apóstoles
fueron encarcelados por los líderes del pueblo, «muchos de los que habían
oído la palabra, creyeron; y el número de los hombres era como cinco mil»
(Hch 4.4). Comentando sobre esto, Juan Crisóstomo, el famoso predicador
del siglo cuarto quien sufrió fuertes conflictos con el Emperador debido a su
predicación, se pregunta:
¿Cómo es eso? ¿Los vieron acaso honrados? ¿No los vieron más bien
encadenados? ¿Cómo fue entonces que creyeron? ¿No se ve en esto el
evidente poder de Dios? Era de suponerse que los que habían creído
anteriormente flaquearan en su fe. Pero lo que sucede es todo lo contrario...
(Hom. X in Act.)
El favor del pueblo y de sus más prestigiosos líderes es bueno, y
debemos darle todo el valor que tiene. Pero en esta iglesia de Hechos, lo que
se busca no es ante todo el favor del pueblo o de sus líderes, sino el favor del
Dios que ama al pueblo. Porque Dios ama al pueblo, servir a Dios es servir
al pueblo. Pero si el pueblo se deja llevar por sus propios líderes hacia el mal
o la mentira, como en el caso de Esteban, la iglesia debe tener bien claro que
no estamos involucrados en un concurso de popularidad. La obediencia de la
iglesia no se mide en términos de su popularidad. La obediencia de la iglesia
se mide en términos de su fidelidad.
Así, esta Iglesia Discípulos de Cristo de Puerto Rico ha de ser señal de
esperanza para el pueblo de Puerto Rico. Pero ha de serlo, no amoldándose a
todo lo que el pueblo espera o desea, sino que ha de serlo perseverando en la
esperanza, perseverando en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos
con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
Sepa el pueblo de Puerto Rico que hay aquí un cuerpo de creyentes
dispuesto como los apóstoles a hacer señales y milagros por el bien del
pueblo. Sepa el pueblo de Puerto Rico que hay aquí un cuerpo de creyentes
que persevera en un amor tal que su amor y su compartir son señal del reino
venidero. Sepa el pueblo de Puerto Rico que hay aquí un cuerpo de creyentes
que persevera en partir el pan, y que en ese partir el pan anuncia un futuro
nuevo, no sólo para sí mismo, sino para Puerto Rico y para toda la creación.
Sepa el pueblo de Puerto Rico que hay aquí un cuerpo de creyentes que
persevera en las oraciones, un cuerpo que ora constantemente, no sólo por sí
mismo, sino por todo Puerto Rico.
Y sepa esta Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico que,
tenga el favor del pueblo o no lo tenga, su misión es ser fiel a esa esperanza a
que ha sido convocada. Su misión es perseverar en la esperanza. Su misión es
mostrarse digna heredera de aquellos primeros discípulos que perseveraban;
«perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros,
en el partimiento del pan y en las oraciones».

ORACIÓN
Dios de la esperanza, es por ti y por tus promesas que nos atrevemos a
tener esperanza en un mundo de tanta incertidumbre y tanta maldad.
Ayúdanos de tal manera a confiar en esa esperanza que seamos
perseverantes en nuestra obediencia. Ayúdanos de tal manera a perseverar
en la obediencia y la esperanza, que nuestra vida, nuestro testimonio y
nuestra acción sean fuente de esperanza para el pueblo que nos rodea. Y
sobre todo ayuda a ese pueblo, para que pueda vivir en el gozo y la paz que
sólo tu esperanza puede dar. Por Jesús, nuestra esperanza. ¡Así sea! ¡Amén!
NOTAS BIOGRÁFICAS
Las siguientes personas han contribuido en la redacción de las lecciones y
en la preparación de los artículos de fondo de la presente edición especial de
El Discípulo.

El Rvdo. Eliezer Álvarez Díaz es ministro ordenado de la Iglesia


Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico. Actualmente, se desempeña
como pastor en la ICDC en Guaynabo Pueblo, pastor asistente en educación
cristiana de la ICDC en Puerto Rico y director del Instituto Bíblico «Juan
Figueroa Umpierre» de la ICDC en Puerto Rico. Además, sirve como editor
general de las revistas para la educación cristiana El Discípulo y Soy un
Discípulo de Cristo. Posee una maestría en Divinidad del Seminario
Evangélico de Puerto Rico y un doctorado en Filosofía y Teología, con
especialidad en Educación Cristiana, de la Universidad Interamericana de
Puerto Rico. Vive en Guaynabo, Puerto Rico, junto a su esposa, Everlitz, y
sus hijos, Andrés David y Fabián Alejandro. En la presente edición escribió
el artículo «Presentación».

El Rvdo. Miguel A. Morales Castro es ministro ordenado de la Iglesia


Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico. Posee una maestría en
Divinidad del Seminario Evangélico de Puerto Rico y una maestría en
Educación en Matemáticas de New York University. Ha sido pastor de varias
iglesias en Puerto Rico. Ha servido en comités y juntas de la Iglesia en Puerto
Rico y en Estados Unidos. Actualmente, es el pastor general de nuestra
Iglesia en Puerto Rico. Tiene dos hijos: Michelle Enid y Miguel Antonio.
Vive en Bayamón, Puerto Rico, junto a su esposa, Norma. En la presente
edición escribió el artículo «Crisis, esperanza y fidelidad».

El Rvdo. Isaías Narváez Santos es ministro jubilado de la Iglesia


Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico. Posee un bachillerado en
Artes, con especialización en Historia y Francés, de la Universidad de Puerto
Rico y una maestría en Divinidad del Seminario Evangélico de Puerto Rico.
Fue profesor en el Departamento de Educación de Puerto Rico, la
Universidad Interamericana de Puerto Rico, el Seminario Evangélico de
Puerto Rico y el Instituto Bíblico «Juan Figueroa Umpierre». Desempeñó un
fructífero ministerio como evangelista local e internacional. Es autor de
varios libros sobre parábolas, sanidad interior, cristología, Islam, entre otros.
Vive en Bayamón, Puerto Rico. En esta edición escribió, junto a la Rvda.
Amarylis Alvarado Martínez, las lecciones de la primera unidad, «Manejo de
crisis».

La Rvda. Amarylis Alvarado Martínez es ministro ordenado de la Iglesia


Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico. Posee una maestría en
Divinidad del Seminario Evangélico de Puerto Rico, una maestría en Sagrada
Teología, en Educación Cristiana del Christian Teological Seminary en
Indianápolis y un doctorado en Filosofía en Consejería y Terapia Familiar
Sistémica de la Ecotheos International University. Ha servido como pastora
de varias de nuestras congregaciones, presidenta de comités de trabajo,
profesora del Instituto Bíblico «Juan Figueroa Umpierre» y colaborado en
diversas áreas de servicio en nuestra Iglesia. Vive en Barceloneta, Puerto
Rico. En esta edición escribió, junto al Rvdo. Isaías Narváez Santos, las
lecciones de la primera unidad, «Manejo de crisis».

El Dr. Carmelo Álvarez Santos es ministro ordenado de la Iglesia


Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico. Posee un bachillerato en
artes de la Universidad de Puerto Rico, una maestría en Divinidad del
Seminario Evangélico de Puerto Rico y un doctorado en Filosofía de la
Universidad Libre de Holanda. En la actualidad es Misionero Voluntario de
Ministerios Globales, asignado a la Unión Evangélica Pentecostal
Venezolana (UEPV). Además, es profesor adjunto del Seminario Ministerial
Sudamericano en Quito, Ecuador (SEMISUD), y consultor para varias
iglesias en Estados Unidos y Latinoamérica en el área de Ecumenismo,
Misión y Pentecostalismo. Vive en Algonquin, Illinois, junto a su esposa, la
Rvda. Raquel Rodríguez, pastora ordenada del Sínodo Luterano del Caribe,
actualmente jubilada. Sus hijas son Nina y Margarita. Tiene tres nietas y un
nieto. En esta edición escribió las lecciones de la segunda unidad, «Las
noches oscuras del alma», y de la tercera unidad, «Visiones de esperanza».

El Dr. Justo González es ministro ordenado de la palabra y sacramentos


de la Iglesia Metodista en Estados Unidos. Posee un doctorado en Filosofía y
Teología de la Universidad de Yale. Por treinta años enseñó en varias
instituciones teológicas. Ha dado cientos de conferencias en Norteamérica,
Sudamérica, Europa y Asia. Ha escrito más de cien libros, aunque es muy
conocido por sus dos volúmenes de Historia del cristianismo y sus tres
volúmenes de Historia del pensamiento cristiano. Este último ha sido
traducido a ocho idiomas. Además de su pasión por conectar la teología a la
vida de la Iglesia por medio de sus publicaciones, la actividad que más valora
y aprecia es la de ser mentor y animar a hispanos y a otros estudiantes de
grupos minoritarios. Hoy, como profesor y ministro retirado de la Iglesia
metodista, dedica su tiempo a la investigación, la escritura y a promocionar la
educación teológica hispana. Vive en Atlanta, Georgia, junto a su esposa, la
Dra. Catherine Gunsalus. En esta edición escribió las lecciones de la cuarta
unidad, «El nacimiento prometido», y el estudio bíblico «Perseverantes en la
esperanza».

El Rvdo. Juan Figueroa Umpierre es ministro ordenado jubilado de la


Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico. Posee una maestría en
Divinidad del Seminario Evangélico de Puerto Rico y le fue otorgado un
doctorado en Divinidad, Honoris Causa, como reconocimiento a su destacado
servicio ministerial. Sirvió como el primer pastor general de nuestra iglesia y
como ministro en diferentes congregaciones. Fundó nuestro Instituto Bíblico,
que hoy lleva su nombre y ha contribuido de forma determinante al desarrollo
y crecimiento de la Iglesia Evangélica en Puerto Rico. Vive en Toa Baja,
P.R., junto a su esposa, Eloísa. En esta edición escribió las lecciones de la
quinta unidad, «Palabra, Amor y Servicio».

El Rvdo. Benjamín Santana Santana es pastor jubilado de la Iglesia


Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico, en la cual sirvió por 34 años.
Posee una maestría en Divinidad del Seminario Evangélico de Puerto Rico.
Sirvió como pastor asociado de educación cristiana y vida familiar de la
ICDC en Puerto Rico. Además, es parte de la facultad adjunta del Seminario
Evangélico de Puerto Rico. Colaboró como escritor en la antología «Escribir
lo divino», en 2013 publicó su primer libro «La fuente junto al pozo» y en
2016 su segunda colección de ensayos teológicos bajo el título «Frente al
ángel; fragilidad humana y esperanza». Vive en Vega Alta, P.R., junto a su
esposa, Aida Luz Rivera. Es padre de tres hijos y abuelo de seis nietos. En
esta edición escribió las lecciones de la sexta unidad, «Modelos de fe,
obediencia y compromiso».
EL DISCíPULO
REVISTA PARA LA EDUCACIÓN CRISTIANA TRANSFORMADORA

El Discípulo es la revista de educación cristiana producida por la Iglesia


Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico. Su objetivo es guiar el
estudio bíblico deliberado, sistemático y sostenido para que la comunidad de
fe desarrolle estilos de vida cristianos que sirvan para la renovación y
transformación de la sociedad en que vivimos.

En esta edición, el maestro encontrará una serie de recomendaciones


educativas que le facilitarán la presentación de la clase y la discusión de los
temas expuestos. Los alumnos recibirán un análisis profundo y claro de los
textos bíblicos estudiados, guías para aplicar el mensaje escritural, crecer y
madurar en la fe.

Los escritores de las lecciones son hombres y mujeres de diferentes edades,


experiencias teológicas y pastorales, que han servido en variados contextos
urbanos, rurales y metropolitanos en Puerto Rico, Estados Unidos y América
Latina. Han sido líderes en congregaciones pequeñas, medianas y grandes. La
lectura y el estudio de las lecciones que han escrito garantizan y abonan
amplitud teológica, profundidad espiritual y pertinencia pastoral que se serán
de gran beneficio para los alumnos, así como para los maestros.

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