LA VIDA

EN EL REINO
PRIMERA PARTE
Cómo adoptar las
virtudes del Rey

A
l considerar el reino de
Contenido Dios, pueden cometerse
dos errores. Podemos
considerar el gobierno de Cristo
La eternidad en nuestros sobre la tierra pensando sólo en
corazones.................................. 2 el futuro o buscar la influencia
La apariencia del reino........... 4 de Su poder y autoridad
únicamente en el presente.
Los principios del reino......... 6 Joe Stowell, en el siguiente
El concierto de una pasaje de su libro Eternity:
vida virtuosa...........................28 Reclaiming A Passion For What
Endures [La eternidad: Reclamar
Cuadro: Las virtudes
del reino contra los la pasión por lo que permanece],
valores terrenales..................30 muestra la importancia de
adoptar las dos perspectivas. Su
razonamiento es que, según la
sabiduría de la Biblia, el cambio
radical en una persona exige que
no solo honremos el gobierno
de Cristo en el mundo venidero,
sino también en el actual.
Mart De Haan
Título del original: Kingdom Living Part 1: Embracing The Virtues Of The King ISBN: 978-1-60485-392-6
Foto de cubierta: iStockphoto Spanish
Las citas de las Escrituras provienen de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina.
© 2010 RBC Ministries, Grand Rapids, Michigan, USA Printed in USA

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 LA ETERNIDAD
EN NUESTROS
CORAZONES
P
aul Azinger estaba en
la cima de su carrera
profesional de golf
cuando el doctor le dijo
que tenía un cáncer muy
peligroso. Hasta entonces,
no había pensado demasiado
en la muerte. Con una vida
tan absorbente, no se había
detenido a considerar la
realidad de la tumba y de
lo que yace más allá. Sin
embargo, su encuentro con la
inevitabilidad de la eternidad
lo llevó a replantearse
abruptamente la realidad.
Su vida nunca volvería a
ser igual. Incluso el millón
y medio de dólares que
había ganado como golfista
profesional ese año palidecía
hasta volverse insignificante.
Sólo podía pensar en lo
que había dicho el capellán
del torneo: «Creemos que
estamos en la tierra de los
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vivos y que nos dirigimos
a la de los muertos; pero,
en realidad, estamos en la
tierra de los muertos y vamos
hacia la de los vivos».
Aceptar la realidad del
mundo venidero altera
radicalmente nuestra
percepción de este ámbito,
en el que vivimos ahora.
Se priorizan y se purifican
los valores. El dinero, las
posesiones, el tiempo, las
amistades, los enemigos,
la familia y la vida misma
se reajustan, y se les
adjudica un valor y un
lugar adecuados.
Si hay alguien que debe
expresar la realidad de la
eternidad, somos nosotros,
que tenemos un pasaje
seguro al otro lado por medio
de Cristo, nuestro divino
pasaporte. Sin embargo,
es interesante que los que
llevamos el cielo grabado
en el corazón, en general,
vivimos como si esto fuera
verdad, pero también algo
irrelevante. Nos consume
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 la tiranía de lo temporal y
cambiamos por cuestiones
cotidianas el carácter y el
poder de una vida centrada
en lo eterno.
Nos parecemos a
cualquier persona que vive
dentro de los límites de la
perspectiva de que solo
existe este mundo. Insensible
a la realidad del mundo
venidero, la expectativa
arrolladora de esta
persona atada a la tierra es
experimentar el mayor placer
y prosperidad. La calidad de
vida se mide en función de la
acumulación de bienes y del
ascenso en los escalones de
poder y posición. La mejor
comida de este mundo y
sus más destacados vinos
definen la existencia. El
tiempo libre y las altas dosis
de comodidad moldean los
objetivos. Hallar el máximo
placer y la emoción que
esto conlleva se transforma
en una búsqueda ilusoria,
porque, en definitiva, este
mundo es, en el mejor de
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los casos, una experiencia
vacía y, en el peor, un
espacio que nos produce
desilusión y desesperación.
Cuando la eternidad brilla
por su ausencia, toda la
vida se reduce a la
suposición distorsionada
de que no existe nada
más. Y, francamente,
esto nunca satisface.
¿Por qué? Porque fuimos
creados para la eternidad.
Estamos hechos para
tener una relación eterna
y sin obstáculos con Dios,
que nos creó para que
conociéramos el profundo
placer de Su compañía. No
obstante, el pecado cambió
el paisaje e introdujo estos
anhelos innatos de buscar
satisfacción en este planeta
caído. Nuestras mejores
experiencias son solo meros
intentos de recuperar el
paraíso perdido.
Felizmente, la redención
volvió a ponernos en
contacto con el mundo
venidero y colocó eternidad
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 en nuestros corazones.
La gracia salvadora derribó
los muros que oscurecían
nuestra visión de lo eterno y,
en el presente, nos dio una
relación con Cristo, el Rey
de la eternidad, el cual ahora
vive en nuestro interior.
Estamos hechos
para la eternidad:
para una relación
eterna y sin
obstáculos con Dios,
que nos creó para
que conociéramos
el profundo placer
de Su compañía.
Si sientes que te falta
algo (que esperabas más),
quizá hayas ignorado la
preeminencia ineludible del
mundo venidero y su primera
expresión en la persona del
Rey, que habita en nuestro
corazón. Solo cuando
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miramos desde la perspectiva
adecuada el mundo por
venir y el interior podemos
finalmente sobrellevar
nuestra experiencia fugaz
en esta tierra y triunfar.
LA APARIENCIA
DEL REINO
G
eorge Sweeting fue
el sexto director
del Instituto
Bíblico Moody, durante
16 distinguidos años.
De más está decir que
fue un desafío para mí
sucederlo en su servicio
en esa institución. No solo
fue un líder extraordinario,
sino que también tenía la
apariencia del típico rector.
Con su cabello blanco y
ondulado, sus ojos suaves
y su semblante sensible,
pero resuelto, parecía el
director ideal. Sus gestos en
el púlpito eran impecables
y representaba al instituto
a la perfección. Uno de los
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 encargados de las emisoras
de Moody me dijo que el
Dr. Sweeting nunca les
había dado motivos para
avergonzarse. Dicho plena
y claramente, no solo tenía
la apariencia, sino también
el carácter para apoyar y
fomentar la causa de su
llamamiento divino.
Lo mismo sucede con
los que somos llamados a
manejar nuestro mundo
interior de tal manera que
transmitamos a los demás
una expresión exacta de la
apariencia y del carácter
del reino de Cristo, al que
pertenecemos. Si queremos
reflejar la justicia, que es
columna del reino, tenemos
que saber qué aspecto tiene
en la práctica. ¿En qué
objetivos bíblicos podemos
concentrarnos? ¿Qué espejos
podemos colgar en el armario
del alma para comprobar
la apariencia del reino
que Dios ha diseñado?
Evidentemente, una
vida justa reflejará las
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características convincentes
del fruto del Espíritu. Gálatas
5:22-23 enumera los diseños
del reino, que adornan al
peregrino comprometido
con la justicia. Es imposible
no darse cuenta de que
las cualidades del amor, el
gozo, la paz, la paciencia,
la bondad, la benignidad,
la fe, la mansedumbre y
la templanza son frutos.
Constituyen el resultado
de un proceso que supone
nuestro andar en el Espíritu
del Rey (en sumisión), que
siempre nos guía a una
conducta justa, el eje del
protocolo del reino.
Es interesante observar
que, en Gálatas, Pablo
compara estas marcas del
reino con la potestad de las
tinieblas, de donde fuimos
liberados. En un reino débil,
pasado, conquistado y en
degeneración, lo que está
de moda es «adulterio,
fornicación, inmundicia,
lascivia, idolatría, hechicerías,
enemistades, pleitos, celos,
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 iras, contiendas, disensiones,
herejías, envidias, homicidios,
borracheras, orgías, y cosas
semejantes a estas» (5:19-
21). Aunque no existiera un
mundo más allá ni un reino
en nuestro interior, sería fácil
decidir qué cualidades de
vida son las más deseables.
Entonces, ¿qué elementos
de la justicia cultivan y
producen estos frutos del
reino en nuestra vida?
Como la palabra justicia
es un término amplio, que
abarca todo el espectro
de lo que Dios considera
bueno según Sus principios,
podemos clasificarla en tres
partes: principios de justicia
y perspectivas de justicia que
llevan a prácticas de justicia.
En este librito, nos
concentraremos en estos
principios. En otro ejemplar
complementario, trataremos
las perspectivas y las
prácticas: La vida del reino:
Cómo seguir las perspectivas
y las prácticas del Rey.
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LOS PRINCIPIOS
DEL REINO
E
xploremos los
principios esenciales
del reino. Cuando son
nuestra motivación, reflejan
al reino en nuestras vidas.
De hecho, estos principios
son más que simples
«valores». Constituyen la
autoridad moral de Dios
en nuestras vidas. Son
virtudes que definen y que
dictan la vida en el reino.
Hoy en día, no se habla
mucho de virtudes. Lo único
que escuchamos sobre
principios que determinan
la conducta es en función
de valores. Hay una
razón: Como esta cultura
rechaza los absolutos, ya
no hay una sola autoridad
moral suprema. Los seres
humanos pueden estructurar
libremente su conjunto de
valores. Los valores de una
persona tienen la misma
validez que los de otra. Por
lo tanto, no hay verdadera
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 virtud en nada, ya que esta y la calidad de vida,
habla de algo que es mejor, fundamentamos nuestra
moralmente superior. En un existencia en la ilusión y
sentido sumamente real, este nos exponemos al fracaso.
mundo perdió su virtud al No podemos establecer
haber rechazado a Cristo el nuestras propias leyes
Rey como autoridad moral (p. 26).
absoluta y final. Al hablar de la
En su libro Primero, lo importancia de las virtudes
primero, Stephen Covey según los principios, llega
dice sobre la debilidad de a la siguiente conclusión:
los valores: «Los valores no producen
Valorar algo es considerar una mejor calidad de vida
que tiene valor. Y los […] a menos que valoremos
valores son sumamente los principios» (p. 52).
importantes. Impulsan William Bennett,
nuestras decisiones y ex Secretario de Salud,
nuestras acciones, pero Educación y Bienestar de
podemos valorar muchas los Estados Unidos, recopiló
cosas distintas: el amor, El libro de las virtudes, en un
la seguridad, una casa intento de volver a inculcarle
grande, dinero en el a la sociedad la noción de
banco, el prestigio, el virtud. En este best seller,
reconocimiento, la fama. el autor distingue entre
El solo hecho de valorar los valores y las virtudes.
algo no significa que vaya Escribe: «Hoy en día,
a producir una mejor hablamos de valores y de lo
calidad de vida. Cuando importante que es “tenerlos”,
lo que valoramos se opone como si fueran cuentas en un
a las leyes naturales que hilo o canicas en una bolsa».
gobiernan la paz mental Sigue diciendo, en contraste,
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 que las virtudes no son algo
que se posee, sino «una
cualidad, lo más importante
que podemos ser» (p. 14).
La historiadora Gertrude
Himmelfarb añade que
«el desplazamiento de la
“virtud” a los “valores” ha
tenido otras consecuencias
desafortunadas»; entre ellas,
la limitación de la virtud a la
idea de «castidad y fidelidad
matrimonial», mientras
que se olvida el énfasis
en «las virtudes clásicas
de la sabiduría, la justicia,
la templanza y la valentía, o
las virtudes cristianas de la
fe, la esperanza y la caridad»
(The De-Moralization of
Society [La desmoralización
de la sociedad], 1994, p. 15).
Cuando salió a la venta
el libro de Bennet sobre las
virtudes, fui a comprarlo a
la librería local. Después de
hojearlo, lo llevé a la caja y
se lo pagué a un empleado
moderno e intelectual.
Mientras me cobraba, dije
con ingenuidad: «Parece un
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best seller en potencia», a
lo cual él me respondió con
un tono mordaz: «Espero
que no». Me desconcertó,
hasta que me di cuenta de
que la idea de las virtudes
(los absolutos morales que
definen el carácter y la
conducta) no solo es ajena
a este mundo, sino también
poco grata.
Como pasajeros del reino,
nos comprometemos con los
absolutos morales del Rey y
nos esforzamos por emular
estas virtudes en el mundo
que nos rodea, en medio de
valores distintos y, a menudo,
contradictorios. La forma
de pensar del reino exalta
las virtudes eternas como
el mayor grado de éxito,
admiración y afirmación
personales. Es notable que
las virtudes del reino le den
más importancia al carácter
que a la trayectoria. En el
ámbito de la fe, la decencia
y el honor se apoyan en
el carácter en lugar de en
la posición, el poder o las
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 riquezas. El ser más pobre y
con menos trayectoria será
honrado entre nosotros si es
un viajero virtuoso del reino.
Por desgracia, muchos
han escogido el honor de
valores terrenales como
la fama, la fortuna y las
riquezas. Para algunos, el
poder se encuentra en la
posición, no en la pureza.
El desempeño eclipsa a la
piedad. Sin embargo, abrazar
los principios y las virtudes
del reino como el elemento
más noble de nuestro
peregrinaje hace que nuestra
pasión se concentre en el
carácter del reino en lugar
de en la talla terrenal.
Entonces, ¿qué virtudes
generan la justicia del reino?
Como la justicia de Cristo
determina los códigos y
la conducta del reino, es
necesario ver los principios
y las virtudes que Él adoptó
en los momentos decisivos
de Su vida. Es más, la
encarnación —Dios hecho
hombre en la persona de
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Cristo— nos mostró lo que
el Rey haría si estuviera en
la tierra. A su vez, esto nos
demuestra la esencia de la
conducta del reino. Cristo
es el vínculo visible para el
carácter y la cualidad eternos
en las dinámicas humanas.
La autoridad moral que
impuso sobre Su propia
persona y en Sus relaciones
interpersonales proporciona
una visión clara de las
virtudes a las que tenemos
que aspirar como viajeros
del reino.
DEFINAMOS
LAS VIRTUDES
DEL REINO
Hay, al menos, siete virtudes
del reino reflejadas en la vida
de Cristo. Se comprenden
mejor en contraste con
el valor terrenal con que
compiten. Son: la verdad en
oposición a la tolerancia, la
gracia en lugar de la codicia,
el amor en vez del egoísmo,
el servicio en contraste
con la trascendencia, el
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 domino propio en oposición
al sensualismo, la justicia
en lugar de la opresión, la
humildad frente a la altivez.
Si las adoptamos, estas siete
virtudes forjan el carácter
del reino, que le proporciona
una singularidad cautivante
a la vida. Aprendamos las
respuestas del reino que
Cristo aplicó en este mundo.
1. La verdad. Es
bastante evidente que el
valor dominante de este
mundo pasajero es la
tolerancia. Como la sociedad
no tiene autoridad moral
para dictar los absolutos a
los que tendría que apuntar,
todo es legítimo mientras
no dañe ni moleste a otra
persona. Como iluminados,
los filósofos confinados a la
tierra han llegado a creer que
no hay bien ni mal; para ser
moderno, hay que tolerar
todo. En consecuencia, la
liberación homosexual, el
aborto, la expresión sexual
sin límites y otras actividades
pecaminosas se toleran
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plenamente. Así, pues, las
diversas filosofías seculares
se proclaman válidas incluso
frente a sus resultados
debilitantes. Y, por eso, se
nos dice que busquemos la
verdad, pero se nos persigue
si decimos que la hemos
encontrado.
Sin embargo, la vida de
los ciudadanos del reino está
formada por la virtud de la
verdad. Inevitablemente, esto
nos pone en conflicto con la
potestad de la cual fuimos
liberados. La verdad es, por
naturaleza, intolerante. Si
existe la verdad, existe el
error. Si existe el bien, existe
el mal. El ciudadano del
reino, comprometido con la
verdad, siempre tolerará a
los que están equivocados,
pero nunca el error en sí. La
verdad tiene que reinar sobre
todos los principios de la
justicia. No es que afirmemos
conocer la verdad con
arrogancia y arbitrariedad,
sino que somos parte del
pueblo del Rey cuya misma
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 naturaleza es la verdad
en sí. De hecho, la huella
penetrante que Cristo dejó
en la tierra fue que estaba
lleno de verdad (Jn. 1:14) y
que Su verdad era la gloria
reflejada del Padre.
Como miembros
del reino, adoptamos y
expresamos la verdad.
Su fuente es la Palabra
fidedigna de Dios, que nos
da conclusiones sólidas
para la vida, las cuales
son ciertas, sin importar
el estado de negación en
que se encuentre la cultura
presente. Hablamos la
verdad en amor y confianza.
Cumplimos con nuestra
palabra y con nuestros
compromisos. Somos fieles
a quienes afirmamos serlo.
Nos negamos a mentir,
engañar, burlar o debilitar la
verdad, ya sea en acciones
o en actitud. El carácter
que desarrollamos como
pueblo de la verdad se
caracteriza por la integridad,
la responsabilidad y la
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transparencia. Como tales,
estamos comprometidos con
lo que es verdaderamente
justo, y nos volvemos
defensores de los oprimidos
y ayudadores de las
víctimas genuinas. Más que
nada, somos fieles a Dios
en palabra, en obra, en
pensamiento y en actitud.
Dios es veraz. Todo lo
que dice y hace es verdad.
Puedes estar seguro. Es fiel
a sí mismo, Su Palabra,
Su pueblo, Sus promesas
y todo Su carácter. En Su
gobierno no hay error,
hipocresía, infidelidad,
injusticia ni engaño. Su reino
se caracteriza por la verdad:
una virtud a la que apuntan
los que a él pertenecen.
2. La gracia. Junto a esta
virtud certera e inamovible de
la verdad, se encuentra otra,
que se manifiesta en el Rey:
la gracia. Cuando el apóstol
Juan recordó su vida con
Cristo, observó que estaba
lleno de gracia (Jn. 1:14). La
verdad es definitiva y firme,
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 mientras que la gracia le
permite al que lucha lograr
todo su potencial en dicha
verdad y lo alienta a hacerlo.
Nos ayuda a recuperarnos
cuando caemos. La potestad
de Satanás elogia a los que
tienen poder para avanzar,
aunque sean despiadados
con los demás. La gracia
concentra nuestro poder
en capacitar a otros para
vencer y llegar a la meta.
Es el complemento perfecto
de la verdad y allana el
camino para vivir según
sus principios.
Este mundo victimiza,
descarta y margina a los
débiles. En el reino, la gracia
los alienta y los capacita.
Esto también es cierto en
cuanto a nuestros enemigos.
La gracia perdona y posibilita
la restauración. Comparte
sus recursos para satisfacer
las necesidades. La gracia
guía con paciencia. Escucha,
comprende y ama. Cuando
hay peligro, se coloca
delante. La gracia ve el
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potencial en lugar de
los problemas.
¿Dónde estaríamos
hoy si no hubiéramos sido
sustentados por la gracia
del Rey, que comparte Su
poder y Sus recursos con
nosotros para beneficiarnos
eternamente? Su gracia
maravillosa es una virtud
del reino, una moda eterna
para beneficio de todos
los que acudan a ella.
Evidentemente, los
fariseos le tendieron una
trampa a la mujer adúltera
que llevaron ante Jesús y
armaron una situación para
desprestigiarlo en público.
Cristo no les dijo nada;
sencillamente, escribió algo
en la arena dos veces. Es
probable que, al escribir con
el dedo en la arena, reflejara
al Dios de Israel, que escribió
las tablas de la ley dos veces,
por Su gracia para con el
pueblo que había pecado
contra Él. Para los fariseos,
fue un recordatorio del Dios
de la gracia. Y para la mujer,
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 recibió gracia y verdad:
«Vete, y no peques más»
(Jn. 8:11).
La congregación Nations
Ford Community Church
de Charlotte, Carolina del
Norte, encontró el lugar
justo para fundar la iglesia
donde podrían desarrollar
un ministerio para la gloria
de Dios. Era un edificio
desocupado, al borde de
lo que había sido un área
de obreros blancos de la
ciudad. De hecho, el Gran
Mago del Ku Klux Klan vivía
por esa calle, como muchos
otros miembros de esa secta.
De más está decir que el
proyecto de construir la
iglesia en ese barrio encontró
una dura resistencia en la
comunidad, ya que, en esa
época, la iglesia Nations
Ford Community Church
estaba formada por creyentes
afroamericanos.
El pastor Phil Davis
podría haber llevado su
iglesia por el camino de la
conquista política si recurría
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a la Unión Estadounidense
por las Libertades Civiles
[ACLU], para garantizar
su lugar allí. Podría haber
decidido llamar al editor del
periódico Charlotte Observer
para ejercer presión mediante
el poder de los medios e
intimidar públicamente
la resistencia del barrio.
Y, si hubiesen querido una
estrategia aún más fuerte,
Davis y los miembros de la
iglesia podrían haber llamado
a la línea gratuita de apoyo,
del Departamento de Justicia
de Estados Unidos, para
contratar un abogado federal
de derechos civiles y proteger
lo que les correspondía, o
pensado que era solo otro
caso del racismo que había
subyugado históricamente a
la nación y, en consecuencia,
haberse refugiado en un
capullo de autocompasión
y de amargura contra los
enemigos que los rodeaban.
En cambio, esta iglesia
hizo algo mucho más
dramático y efectivo.
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 Demostró su compromiso
con el señorío de Cristo.
Los miembros de esta
congregación comprendían
que tenían otra opción,
que se arraigaba en el plan
de Dios, para penetrar
en los ambientes hostiles
con las buenas nuevas
de Jesucristo. Al ver que
el barrio que los rodeaba
luchaba cada vez más contra
la pobreza y el desempleo y
que los acreedores estaban
demandando a muchos de
los vecinos, la iglesia se
concentró en llevar a cabo
un ministerio de ayuda,
dirigido a las necesidades
del vecindario. Como varios
miembros de la congregación
eran profesionales de la ley,
las finanzas y la medicina,
abrieron una oficina fuera
de la comunidad (para evitar
avergonzar a los habitantes
del barrio que usaran los
servicios) y comenzaron a
ofrecer consejo y servicios
legales, médicos y financieros
a los nuevos vecinos. Los
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empresarios de la iglesia
ofrecieron trabajo a los
desempleados. En poco
tiempo, estos gestos de
bondad hacia los enemigos
derritieron la resistencia y
abrieron las puertas de la
comunidad, no solo a esta
iglesia, sino también al
evangelio de Jesucristo.
Desde 1987, la iglesia
creció de 11 a 3.000
miembros. Ofrece más
de 30 obras diferentes de
servicio para los miembros
de la comunidad y ha abierto
otras tres congregaciones.
El poder de la gracia en
medio de un barrio hostil fue
lo que aplacó la resistencia y
abrió los corazones al poder
de la redención.
Sin duda, Phil Davis y su
iglesia son viajeros del reino.
Al extender una maravillosa
bondad a la comunidad,
previeron el amanecer de un
nuevo día, de una eternidad
donde abunda la gracia.
3. El amor. Entre las
virtudes que vemos con más
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 claridad en las actividades
cotidianas de Cristo se
encuentra la expresión
evidente de Su amor
incondicional hacia todos.
Este amor transcendió las
barreras étnicas, de género,
morales y socioeconómicas.
Jesús amó a los recaudadores
de impuestos y a los
pecadores, a ricos y pobres,
a fariseos y prostitutas. Y
no amó por elección ni al
azar. Él es amor. No puede
evitar hacerlo. Es un aspecto
inherente de Su carácter.
Entonces, ¿cómo se define
esta virtud del reino?
El amor, como principio
del reino, exige que
decidamos (sin importar si
nos resulta fácil, si nos gusta
la persona que necesita amor
o si lo merece) extender la
mano y entregar nuestro
ser y nuestros recursos para
suplir las necesidades de los
demás. Como mandó Cristo,
tenemos que amarlo primero
(someternos completamente
a Él), y luego, al estar
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rendidos a Su voluntad, amar
también a nuestro prójimo
como a nosotros mismos.
De hecho, al seguir esta
secuencia, sabemos cuánto
amamos a Dios según cómo
tratamos a los que nos
rodean (Mt. 22:34-40).
El valor cultural que se
contrapone a esta virtud no
es el odio, sino el egoísmo.
En este mundo que busca
lo mejor para uno mismo,
donde se alienta el yo y
la indiferencia frente a las
necesidades de los demás, el
auténtico peregrino rechaza
el sólido dominio del egoísmo
y busca ser de bendición
para los demás.
La presión de exigir
los derechos propios y de
aferrarse a ellos quizá sea
el mayor desafío, porque
el mundo espera que
requiramos privilegios y
atención. Sin embargo, el
protocolo del reino coloca
al amor como una virtud
inconfundible. En un mundo
donde el egoísmo ha hecho
15
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 que nos automarginemos,
esto nos ha dejado solos e
insatisfechos. Y allí donde
los corazones anhelan
desesperadamente el
verdadero amor y el interés
incondicional, el impacto
de esta virtud, que fluye de
la vida del reino, corta la
oscuridad como un rayo láser
y penetra en las vidas que
buscan la luz de Cristo.
El amor como virtud del
reino tiene que concentrarse
en Dios y también, con
ministerios de amor y
protección (Jn. 21:15-17),
en el prójimo (Lc. 10:27),
en los hermanos creyentes
(Jn. 13:34-35), en los
cónyuges (Ef. 5:25), en el
rebaño e incluso en los
enemigos (Mt. 5:43-48).
Buster Soaries, pastor de
la Primera Iglesia Bautista
de Lincoln Gardens en
Somerset, Nueva Jersey,
está dedicado a expresar
el amor del reino aun a los
enemigos. Varios años antes
de seguir a Cristo, lo raptaron
16
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cinco traficantes de droga
que planeaban quitarle la
vida. Una mañana, con una
escopeta en la cara, una
pistola en la cabeza y un rifle
presionándole el costado,
lo llevaron a un terreno
abandonado y lo sacaron
a la fuerza del auto. Antes
de que los secuestradores
dispararan, el conductor
vio un vehículo policial
estacionado en una autopista
cercana. Por temor a que
la policía escuchara los
disparos, volvieron a arrojar
a Buster al auto. Casi cinco
horas más tarde, sus planes
se habían frustrado y el jefe
de los traficantes les ordenó
que lo soltaran. Le aclararon
que volverían por él.
¡Eso sí que son enemigos!
Buster tenía toda la razón
para temer y detestar a
esos hombres. Como no era
creyente, había decidido
vengarse de ellos la próxima
vez que los viera. Era una
respuesta comprensible…
hasta que conoció a Cristo
18.10.10 14:15:13
 y empezó a aprender lo
que significa vivir según los
principios únicos del reino.
Tiempo después, en una
reunión de más de 20.000
personas, en el Madison
Square Garden, Buster se
sorprendió al ver frente a
él al hombre que le había
apuntado con una pistola
aquella vez. De inmediato,
una oleada de odio y
venganza fluyó por su
interior… junto con el
claro recordatorio del
Espíritu de que tenía que
demostrar los principios del
reino y amar a su enemigo.
¿Buscaría protegerse y
huiría atemorizado?
¿Intentaría remediar la
injusticia del pasado y
aprovecharía la oportunidad
para ajustar cuentas?
¿O desestimaría esas
reacciones terrenales para
aprovechar el momento y
demostrar el amor de Cristo?
Buster se acercó a su
«enemigo» y, para gran
sorpresa del secuestrador,
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lo abrazó, le dijo que lo
amaba y que si alguna vez
necesitaba algo, le avisara,
que haría todo lo posible por
ayudarlo. Buster dijo: «Casi
se cae muerto allí mismo».
Y el Rey se regocijó
porque por la fidelidad
de este siervo, Su amor
cortó como un rayo láser
proveniente de la inmensidad
de la eternidad y alcanzó
la oscuridad del corazón
de ese hombre.
4. El servicio. La cuarta
virtud que moldea nuestra
conducta como viajeros
del reino es el servicio. Un
giro fascinante es observar
que, cuando Cristo el Rey
llegó a nuestro planeta, con
la posición más alta del
universo, vino a servir. De
hecho, tomó la identidad de
un siervo. Más adelante, el
Rey instruyó a Sus discípulos
para que adoptaran la visión
del servicio, totalmente
contrapuesta a la obsesión
del mundo en cuanto a la
trascendencia.
17
18.10.10 14:15:14
 Los discípulos preferían
quedarse sentados
debatiendo quién tendría
el lugar más importante
e influyente en el reino.
Así que, en un momento
dramático e instructivo, el
Rey tomó una toalla y les
lavó los pies, para demostrar
la importancia del servicio.
Es más, cuando la madre de
Santiago y Juan preguntó si
sus hijos podrían sentarse a
la derecha y a la izquierda
del Señor en el reino, Jesús
respondió: «Sabéis que los
gobernantes de las naciones
se enseñorean de ellas, y
los que son grandes ejercen
sobre ellas potestad. Mas
entre vosotros no será así,
sino que el que quiera
hacerse grande entre vosotros
será vuestro servidor, y el que
quiera ser el primero entre
vosotros será vuestro siervo;
como el Hijo del Hombre no
vino para ser servido, sino
para servir, y para dar su
vida en rescate por muchos»
(Mt. 20:25-28).
18
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Pablo puso de ejemplo
al Rey, cuando mandó lo
siguiente:
Nada hagáis por contienda
o por vanagloria; antes
bien con humildad,
estimando cada uno a los
demás como superiores a
él mismo; no mirando cada
uno por lo suyo propio,
sino cada cual también por
lo de los otros. Haya, pues,
en vosotros este sentir que
hubo también en Cristo
Jesús, el cual, siendo en
forma de Dios, no estimó
el ser igual a Dios como
cosa a que aferrarse, sino
que se despojó a sí mismo,
tomando forma de siervo,
hecho semejante a los
hombres; y estando en
la condición de hombre,
se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz
(Fil. 2:3-8).
Nuestro servicio a los
demás determina el éxito en
el reino. El supremo elogio
divino se reserva solo para
18.10.10 14:15:14
 los que sean buenos siervos
y también fieles durante
la travesía hacia el hogar
celestial (Mt. 25:21).
El movimiento de
los Promise Keepers
[Cumplidores de Promesas],
reuniones multitudinarias
de hombres que adoran y se
comprometen con principios
bíblicos fundamentales,
ha tenido tanto éxito, que
atrajo la atención de la
prensa secular. Sin duda,
el compromiso de estos
hombres de amar a Dios y
formar familias fuertes hace
caso omiso de los valores de
este mundo. Un documental
televisivo registró la actividad
de este grupo. Al finalizar el
documental, aparecía una
entrevista con un Cumplidor
de Promesas declarado. Este
hombre terminó diciendo
que, aunque era el líder
de su familia, era el siervo
de su esposa.
En el debate del cierre
del documental, los
presentadores del programa
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hablaron de esa afirmación.
Uno de ellos dijo: «Me
pareció interesante que dijera
que era siervo de su esposa.
¿No es contradictorio que
alguien sea líder y siervo
a la vez?».
Bueno, lo es… si solo
tienes la forma de pensar de
este mundo. Sin embargo,
si conoces a Cristo, sabes
que eso lo describe a la
perfección. Y así quiere que
seamos. En la entrevista, este
hombre adornó a su esposa
al ser semejante a Su Rey.
5. El dominio propio.
Como veremos más adelante,
los impulsos más poderosos
de este mundo fluyen desde
las pasiones del alma: «los
deseos de la carne, los deseos
de los ojos, y la vanagloria
de la vida» (1 Jn. 2:16).
Todo esto está relacionado
con el poder seductor de los
sentidos. Fuimos creados
seres sensuales en el sentido
correcto. Es más, si no
tuviéramos estas capacidades
sensuales, no querríamos
19
18.10.10 14:15:14
 comer, procrear, triunfar en
el trabajo ni relacionarnos
bien con los demás. Una
vida sin estos impulsos sería
como vegetar.
El problema con los
sentidos no es que los
tengamos, sino que el
sistema de este mundo nos
alienta a usarlos solo para
nuestro placer y beneficio, a
pesar de que fueron creados
para disfrutarlos dentro de
un contexto determinado.
Los ciudadanos del reino no
se dejan controlar por sus
impulsos sensuales, sino
que los someten al control
del Rey, que los lleva a fines
productivos para Su gloria y
para beneficio de dicho reino.
Y, como ventaja adicional,
hallamos satisfacción y gozo
en nuestras experiencias
sensuales, sin la culpa
y la erosión destructivas
que aparecen en nuestro
mundo cuando usamos esas
pasiones en forma egoísta.
El Rey demostró esta
virtud de la manera más
20
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radical al enfrentarse cara
a cara en el desierto con
el príncipe de la potestad
de las tinieblas, cuando
Sus instintos más primitivos
estaban a flor de piel
(Mt. 4:1-11). Después de
que Jesús ayunó durante
40 días, Satanás lo tentó a
satisfacerse si hacía lo que
él, Su adversario, le indicaba.
El diablo lo tentó con
comida, reconocimiento
personal, poder, fama y
posición. Sin embargo,
Cristo se mantuvo bajo
una autoridad moral mayor
que la de Satanás, utilizó el
poder de la Palabra de Dios
para dirigir Sus respuestas y,
como resultado, dijo que no
a Sus impulsos para poder
decir que sí al honor y a la
gloria de Su Padre.
La cuestión para los
que habitan en Su reino
es la siguiente: ¿Bajo qué
autoridad moral vivimos?
¿A quién le seremos
leales, sin importar cuáles
sean nuestros impulsos?
18.10.10 14:15:14
 ¿Al príncipe de este planeta,
a nuestros propios impulsos
o a la Palabra clara de Dios,
que nos dirige y nos protege
en nuestra travesía a casa?
La virtud del dominio
propio es una marca
distintiva del reino frente
a la presión increíble del
sensualismo de esta época.
En todo momento, estamos
tentados a dejarnos llevar
por nuestros sentidos. Sin
embargo, los viajeros del
reino someten sus sentidos
al control del Espíritu
mediante la autoridad moral
de las directivas justas de
la Palabra de Dios. Cuando
Cristo resistió los impulsos
seductores de Sus sentidos,
se transformó en nuestro
Sumo Sacerdote, capaz
de comprendernos y de
identificarse con nosotros
en la tentación. Como nos
entiende, siempre está
dispuesto a ofrecernos gracia
(Su poder y capacidad) para
garantizar nuestro triunfo
(He. 4:14-16). Al someter los
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anhelos a Su control,
nuestro carácter adquiere
una pureza evidente, tanto
en el interior como el exterior,
que demuestra en forma
singular la justicia del reino.
El control es el concepto
clave. Este mundo nos anima
a conservar el control de
las relaciones, el destino, la
riqueza, el poder y la pasión.
Pero, si hablamos de virtud,
lo importante no es lo que
controlamos, sino quién
y qué nos controla. Si los
sentidos y el ambiente tienen
el control, nuestro corazón
está atado a este mundo.
Si la Palabra y Su Espíritu
lo ejercen, somos verdaderos
miembros del reino.
6. La justicia. Esta
es la sexta virtud del reino.
La justicia presenta un
contraste drástico con
la opresión y la traición
descaradas y frecuentes, tan
comunes en los residentes
permanentes de este planeta.
Si lo único que tenemos y
podemos obtener está aquí
21
18.10.10 14:15:14
 en este mundo, haremos
lo que sea para avanzar y
conseguir poder, aunque sea
a expensas de los demás.
Entonces, los más débiles
y los menos afortunados de
la sociedad se transforman
en peones que se usan y
se descartan para beneficio
personal. Las Escrituras
denuncian estas tendencias
opresivas. Es más, Dios se
distanció de Israel porque,
a pesar de ser fieles en
sus prácticas rituales, no
abordaban con justicia
la conducta opresiva.
En Isaías 58, Israel implora
por una mayor conciencia
de la presencia y del poder
de Dios, y Él responde:
Si quitares de en medio
de ti el yugo, el dedo
amenazador, y el hablar
vanidad; y si dieres tu pan
al hambriento, y saciares
al alma afligida, en las
tinieblas nacerá tu luz, y
tu oscuridad será como
el mediodía. Jehová te
pastoreará siempre, y en
22
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las sequías saciará tu
alma, y dará vigor a tus
huesos; y serás como
huerto de riego, y como
manantial de aguas,
cuyas aguas nunca faltan
(vv. 9-11).
Es interesante observar
que, como creyentes
del reino, no hablamos
mucho sobre la opresión
y los sistemas injustos de
este mundo. Pocas voces
se levantan contra las
estructuras racistas que,
debido al pasaporte o al color
de piel, intencionalmente
les niegan autonomía,
valor personal y dignidad
a personas talentosas y
valiosas. La esclavitud ha
sido una expresión flagrante
de la injusticia hacia
personas valiosas y dignas.
El apartheid es un ejemplo
reciente. La purificación
étnica es una violación de
los justos derechos humanos.
En 1955, una cristiana
afroamericana, de unos
40 años, se negó a darle
18.10.10 14:15:14
 el asiento a un hombre
blanco en un autobús en
Montgomery, Alabama.
Ahora, a Rosa Parks se la
conoce como la pionera del
movimiento de derechos
civiles, y se considera que
actuó con valentía. Sin
embargo, ella dijo que
obró con fe.
«Sentí que el Señor me
daría la fuerza para soportar
cualquier cosa que tuviera
que enfrentar— dijo Rosa—.
Era hora de que alguien se
levantara… o en mi caso, se
sentara. No quise moverme».
Los habitantes del reino
tienen que estar dispuestos
a levantarse, o a sentarse,
por todo lo bueno y justo. No
oprimiremos, controlaremos
ni asediaremos a los más
débiles para beneficio
propio. De hecho, la gracia
del reino busca protegerlos
y capacitarlos. Además de
ser justos en todo nuestro
trato con los demás, nos
levantamos contra la
injusticia, procuramos
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romper las cadenas de
la maldad, librar a los
oprimidos y compartir el
pan con los hambrientos.
Aunque Cristo el Rey
a menudo elevó el patrón
de la justicia contra la
opresión, esta virtud se ve
representada radicalmente
en la limpieza que hizo
del templo (Mr. 11:15-17).
Muchos han pensado que la
ofensa era vender cosas en
el templo (y se ha llegado a
la conclusión de que no hay
que vender nada en la iglesia,
menos aún los domingos).
Sin embargo, el verdadero
problema se relaciona con
la venta de animales y el
cambio monetario que se
realizaba como un servicio a
los peregrinos que llegaban
de países lejanos. Como
habían viajado mucho, no
traían consigo animales
para sacrificar en el templo.
Lo que afrentó al Señor
fue que los cambistas y los
que vendían animales les
cobraban tarifas exorbitantes
23
18.10.10 14:15:14
 a esos peregrinos indefensos,
que no tenían otra opción
que comprar sus sacrificios.
Estos comerciantes ejercían
un emprendimiento
económico opresivo.
Para comprar una paloma,
había que cambiar dinero
por la moneda del templo
a tarifas injustas y pagar el
sacrificio a un valor mucho
mayor que el del mercado.
Además, el texto indica que
los líderes religiosos de la
época estaban involucrados.
Por eso, Cristo dijo que esos
comerciantes eran ladrones.
Cobraban tarifas injustas a
los peregrinos indefensos,
para ganancia personal.
No hay engaño más
injusto que el que se
aprovecha del deseo de una
persona de agradar y servir
a Dios. Como dijo Cristo:
«¿No está escrito: Mi casa
será llamada casa de oración
para todas las naciones?
Mas vosotros la habéis
hecho cueva de ladrones»
(Mr. 11:17). La injusticia en
24
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nombre de un Dios justo
es una infracción grave
en el reino.
El Rey se transformó en
nuestro paladín hasta llegar
a la cruz, cuando estábamos
oprimidos por el pecado y
condenados sin esperanza
por la traición de este mundo
oscuro. La cruz representa
la justicia, donde se pagó
el precio por el pecado y se
liberó para siempre a los
oprimidos. La justicia está
en el centro de la rectitud del
reino. La verdad la guía, la
gracia la capacita, el amor
la motiva, el corazón de
siervo la activa y el control
del Espíritu la gobierna.
Es el punto culminante
de las virtudes del reino.
Todas se reúnen en la cruz.
William Wilberforce
ejemplificó como pocos la
justicia puesta en práctica.
Ascendió en la política
británica y se transformó
en uno de los más jóvenes
en ocupar un puesto en
el Parlamento. Aunque
18.10.10 14:15:14
 de complexión delgada y
apariencia algo anémica,
su oratoria y retórica
conmovieron profundamente
al pueblo británico. Se
transformó en un querido
amigo de William Pitt, el
Primer Ministro. De hecho,
se decía que Wilberforce
algún día ocuparía ese
cargo de Gran Bretaña.
Sin embargo, le dolía que
su país se hubiera convertido
en una de las principales
naciones del mundo que
vendía y compraba esclavos.
El tráfico de esclavos era de
gran provecho económico
para los empresarios
poderosos y adinerados
de Inglaterra. Estos tenían
mucha influencia en la
política, y Wilberforce sabía
que sería un suicidio político
luchar por la abolición del
intercambio de esclavos en
su tierra. No obstante, como
verdadero ciudadano del
reino, colocó las virtudes
cristianas por encima del
beneficio personal y dedicó
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su vida a eliminar el tráfico
de esclavos del mercado
británico. Después de
muchos años de un gran
esfuerzo, lo logró. Nunca
fue Primer Ministro de
Inglaterra, pero, hoy en día,
su nombre es más importante
que el de cualquiera de su
época. Además, le demostró
al mundo entero que hay
virtudes que trascienden el
poder, la fama, la riqueza
y los elogios terrenales. Fue
un admirable representante
del reino.
7. La humildad. El
séptimo principio del reino
que se vuelve una expresión
virtuosa de nuestra lealtad
al Rey es la humildad, en
oposición a la altivez. Otra
vez, Cristo demostró con
maestría esta virtud del
reino, ya que, si alguien
no necesitaba humillarse,
ese era Él. Sin embargo, el
Rey de gloria, el Creador
del universo, lo hizo para
potenciar Su eficacia al
cumplir el plan del Padre.
25
18.10.10 14:15:14
 Lo primero que hay que
observar en esta virtud del
reino es que se trata de una
decisión y no de una forma
de ser. A menudo, vemos
la verdadera humildad
como un temperamento o
una imagen particular que
podemos llevar puesta.
Si somos tranquilos, sin
pretensiones, poco exigentes,
frágiles, se nos victimiza con
facilidad y respondemos a
todo esto con un espíritu
amable y apacible, se nos
considera verdaderamente
humildes. De hecho, algunos
que asumen esta actitud
se sienten orgullosos de lo
humildes que se han vuelto.
Sin embargo, es posible que
alguien sea audaz, valiente,
hábil para expresarse y
altamente eficaz, y que, al
mismo tiempo, manifieste
el verdadero espíritu de
la humildad. ¿No es este,
acaso, el perfil exacto de
nuestro Rey?
La verdadera humildad
está relacionada con dos
26
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decisiones esenciales.
La primera es reconocer
que todo lo que somos y
logramos se lo debemos a
Dios. Esta virtud reconoce
que hay Alguien arriba y más
allá de nosotros, y que, sin
Su ayuda y provisión, nada
podríamos hacer. En segundo
lugar, la humildad verdadera
decide rendir su voluntad en
sumisión a una autoridad
moral superior. En términos
sencillos, las personas
verdaderamente humildes
obedecen no solo en el
ámbito de las decisiones
activas, sino también al
aceptar el lugar, la posición
y la condición que les asigna
nuestra Autoridad Suprema
en Su soberanía, para Sus
propósitos eternos.
Cristo dijo muchas veces
que hacía todo para la gloria
de Su Padre celestial. En
Juan 9, mientras se disponía
a sanar al mendigo ciego,
proclamó que el hombre
había nacido así «para
que las obras de Dios se
18.10.10 14:15:14
 manifiesten en él» (v. 3).
Jesús podría haberse visto
tentado a glorificarse con
el milagro, pero concentró
la atención en el poder del
Padre, manifestado a través
de Su vida. De hecho, Cristo
renunció a Su gloria para
venir a esta tierra donde
tergiversaron Sus palabras,
lo marginaron, lo rechazaron,
lo empobrecieron y lo trataron
como a un criminal. Lo hizo
para que Su Padre recibiera
la gloria al rescatar y redimir
a aquellos que Satanás había
capturado. Para Cristo, esa
pérdida de gloria personal
era tan evidente que, en
Su oración como Sumo
Sacerdote (Jn. 17), le pidió
al Padre que restaurara esa
gloria que había perdido al
venir al mundo.
Nuestro Rey demostró
verdadera humildad no solo
al glorificar a Su Padre y
aceptar la misión que tenía
para Él, al vivir como un
vagabundo en este planeta,
sino que también estuvo
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dispuesto a obedecerlo hasta
la cruz. Pablo recalca este
aspecto de la verdadera
humildad al escribir que
Cristo «se humilló a sí
mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte,
y muerte de cruz» (Fil. 2:8).
Entonces, ¿qué hacemos
con nuestra búsqueda
de exaltación? En cierto
sentido, este lugar donde
estamos de paso permite
dicha exaltación si la
exigimos promocionándonos
con altivez. En el reino, la
exaltación viene cuando
y como Dios quiere. En
Filipenses 2, después de
afirmar que Cristo se humilló
a sí mismo, Pablo les aseguró
a sus lectores que Dios
el Padre exaltará al fin a
Su Hijo. A los que somos
viajeros del reino, Pedro
nos amonestó, diciendo:
«Humillaos, pues, bajo la
poderosa mano de Dios,
para que él os exalte cuando
fuere tiempo; echando toda
vuestra ansiedad sobre él,
27
18.10.10 14:15:14
 porque él tiene cuidado de
vosotros» (1 P. 5:6-7). Es
interesante observar que
esto se escribió justo antes
del famoso versículo sobre
nuestro adversario, el diablo,
que anda buscando a quien
devorar. Luego, el pasaje dice
que los destinatarios de la
carta de Pedro sufrían una
intensa persecución. Los
anima a no salir de la prueba
por el deseo de mejorar su
situación, sino a perseverar
en humildad, siendo
herramientas divinas.
La verdadera humildad
—vivir para la gloria de
Dios y para el beneficio de
Su reino con un espíritu de
indiscutible obediencia—
es un principio que afecta
nuestra conducta e impulsa
nuestras actitudes y
respuestas hacia lo que
es verdaderamente justo.
Vivimos para la gloria de un
Dios justo y seguimos las
directivas de Aquel que no
puede pedirnos que hagamos
algo que no sea correcto.
28
N8876_LaVidaEnElReino.indd 28
EL CONCIERTO
DE UNA VIDA
VIRTUOSA
L
as siete virtudes del
reino se mezclan en un
concierto maravilloso
de carácter e impacto
para el Rey. Rara vez se
muestran solas y en forma
independiente. El amor
motiva la gracia, la justicia
y el servicio. La justicia
necesita de la verdad, la
gracia, la humildad y el amor,
para no volverse fría, cruel
y mal utilizada. El dominio
propio requiere de la verdad
para guiarlo y de la humildad
para protegerlo del orgullo y
de las actitudes sentenciosas.
Y, aunque todas producen
el estilo de vida propio del
reino, están arraigadas en
una lealtad inquebrantable a
Cristo, quien ejemplifica su
aplicación en este mundo.
Los viajeros del reino
se miden según estas
virtudes. Ellas filtran todas
18.10.10 14:15:14
 nuestras decisiones. Son la
esencia de la eternidad en
nuestro interior, expresada
a través de nosotros. Son
la clave para el carácter y
nuestra protección contra
las consecuencias de los
valores terrenales que
constantemente buscan
erosionar y deteriorar la
estabilidad personal, la
satisfacción y las relaciones
interpersonales significativas.
Las virtudes
del reino son la
esencia de la
eternidad en nuestro
interior, expresada
a través de nosotros.
En las próximas páginas,
examina el cuadro «Virtudes
del reino contra valores
terrenales», y observa el
contraste entre los principios
del reino y los del sistema de
este mundo.
N8876_LaVidaEnElReino.indd 29
La señal de que fuimos
liberados de la potestad de
las tinieblas y trasladados al
reino de Su amado Hijo es
la manifestación cada vez
más evidente de que hemos
adoptado estas virtudes que
nuestro Rey expresa con
tanta claridad. Parecerse a
Cristo es el resultado de un
mundo interior gobernado
por Él. El mayor elogio que
podemos recibir en esta vida
es que los demás se den
cuenta de que somos como
el Rey.
Aunque estas virtudes son
principios que gobiernan y
dirigen todo lo que hacemos,
Cristo el Señor extiende su
aplicación a perspectivas
y prácticas específicas que
caracterizan al peregrino
cuyo corazón está centrado
en el paraíso. En el Sermón
del Monte, Él responde a
la pregunta: «¿Cómo tiene
que ser mi rutina diaria,
en actitud y en acción, si
vivo según las virtudes del
reino?». Lo exploraremos en
29
18.10.10 14:15:14
 CARÁCTER VIRTUD DEL REINO
• En contra de la falsedad y el pecado
• Comprometido con los absolutos bíblicos
LA VERDAD
• Abierto a la convicción
• Seguro de la verdad

• Utiliza el poder y los recursos para

capacitar a otros para triunfar
• Generoso LA GRACIA
• Misericordioso
• Perdonador

• Bondadoso
• Compasivo
EL AMOR
• Comparte bienes y recursos
• Sacrificado y paciente

• Utiliza su posición para ayudar

y promover a los demás
• Atento a las necesidades ajenas
EL SERVICIO
• Busca servir a otros
• Ve los recursos como un medio
para ayudar a los demás

• Perceptivo y disciplinado
• Decidido EL DOMINIO PROPIO
• Pacífico, seguro

• Busca liberar al oprimido

• Protege a los demás
LA JUSTICIA
• Promueve la igualdad entre
seres humanos

• Reconoce el mérito ajeno cuando

corresponde
• Acepta el lugar asignado LA HUMILDAD
• Obediente
• Agradecido

30

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 VALOR TERRENAL CONSECUENCIAS

• Tolerancia a la falsedad y el pecado

• Pragmático
TOLERANCIA
• Cerrado a la convicción
• Oscilante

• Utiliza el poder y los recursos para

beneficio personal a expensas de los demás
CODICIA
• Implacable
• Vengativo

• Absorto en sí mismo
• Insensible
EGOÍSMO
• Acapara bienes y recursos
• Rechaza el sacrificio y el servicio

• Busca la importancia perceptible y evidente

• Insensible a las necesidades ajenas
TRASCENDENCIA
• Espera que los demás lo sirvan
• Materialista

• Vulnerable a impulsos y adicciones

SENSUALISMO • Indeciso
• Víctima de los resultados del pecado

• Victimiza a los débiles para

beneficio personal
OPRESIÓN
• Arruina a otros para avanzar
• Fomenta los conflictos raciales/étnicos

• Se lleva el reconocimiento
• Envidioso, celoso
ALTIVEZ
• Arrogante, autoritario
• Insubordinado, quejoso

31

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 el librito que complementa a
este: La vida del reino: Cómo
seguir las perspectivas y las
prácticas del Rey.

El mayor elogio
que podemos
recibir en esta vida
es que los demás
se den cuenta
de que somos
como el Rey. Este librito está extraído de Eternity:
Reclaiming A Passion For What Endures
[La eternidad: Reclamar la pasión por
lo que permanece], de Joe Stowell,
publicado por Discovery House
Publishers, miembro de la familia de
Ministerios RBC. Joe sirvió durante
18 años como director del Instituto
Bíblico Moody. En la actualidad, es
rector de la Universidad Cornerstone,
en Grand Rapids, Michigan. Además,
trabaja con Ministerios RBC en radio,
literatura y producciones televisivas.
Si este material te ha resultado
útil, visita en Internet el ministerio
de Joe: www.getmorestrenght.org.
Encontrarás sus mensajes semanales
para reflexionar y sus devocionales
Daily Strength [Fortaleza diaria].

32

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