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Anatomía de La Estupidez

Conference Paper · October 2020

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Emilio Gomez
University of Granada
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ANATOMÍA DE LA ESTUPIDEZ:
ESTUPIDEZ: NO PIENSO, LUEGO SOY
ESTÚPIDO.
ESTÚPIDO.

Emilio Gómez Milán, CIMCYC, Universidad de Granada

La estupidez, como enigma, ha interesado desde siempre (Erasmo de


Róterdam, 1511). Este texto es solo un cuento escrito por un idiota a
ojos de muchos. Así que hablo de la estupidez en primera y en
tercera persona. Podría haberse llamado de muchas maneras:
Geografía de la estupidez; Anatomía de la estupidez; La gente es
estúpida. El espejo de la estupidez. Costos y beneficios de la
estupidez… Pero me gusta jugar con la frase de Descartes, dado que
uno de los rasgos de la estupidez es la ignorancia de la propia
ignorancia, esto es, falta de metacognición sobre las propias
habilidades, falta de dudas sobre uno mismo, falta de autoconciencia
de la poca habilidad.

razonar Pone
Al estúpido le gusta molestar y decir que no sin razonar.
trabas a las soluciones nuevas. Tiene necesidad de cierre (esto es, le
gusta acabar la tarea en curso, eliminar la incertidumbre, es
prejuicioso, necesita respuestas simples, directas y sin ambigüedad,
aunque sean falsas). Piensa que las cosas deben ser de una sola
forma. El estúpido busca sentir la seguridad (disminuir su ansiedad,
Burnett, 2016), aunque sea una falsa seguridad, esto es, desea oír lo
que es dulce a su mente y oídos, aunque sea simple o falso. Lo
acepta a cambio de formar parte del grupo de los ganadores, de los
buenos, de los privilegiados, de los que se salvan. Con frecuencia
experimenta miedo al extraño o desprecio por él, así como por la
verdad y por la inteligencia. Además es irresponsable (nunca es su
culpa).

Lo primero que me gustaría destacar es que es difícil no ser


estúpido y no caer en las trampas de la estupidez (creer que
estúpido es el otro y yo no lo soy, Burnett, 2016). Cuando la gente
que escribe sobre la estupidez lo hace cabreada, sin amor al
1
estúpido, piense el lector que seguramente van a criticar al enemigo.
Sobre todo, cuando tras su análisis, estúpido es sólo el oponente.
Amar al estúpido es muy difícil, pero hay que proponérselo antes que
destruirlo. Sin embargo, es fácil ser estúpido porque la realidad es
compleja y el pensamiento busca una teoría universal de la realidad
que sea simple. Las personas tenemos prejuicios (racismo, sexismo,
aporofobia), apego inseguro en la mayoría de los casos (ansiedad,
depresión, ira, desconfianza); miedos y emociones corrosivas
(envidia, odio, soberbia, avaricia); puntos ciegos en memoria
(olvidamos lo que no nos gusta de nosotros, nuestros errores);
somos proclives a los fallos atencionales (nos distraemos, el hambre
o el sexo capturan nuestra atención, cedemos a tentaciones,
tenemos poca fuerza de voluntad); creemos en ideas irracionales
acerca de cómo el mundo debería ser (que yo soy bueno y la gente
debe quererme); tenemos sesgos cognitivos o atajos mentales
falsos(como que la conducta no verbal nos dice la verdad, cuando no
sabemos diferenciar la verdad de la mentira); mecanismos de
defensa del yo (sobre todo del yo ideal); estrategias de
afrontamiento de problemas fallidas (cobardes, temerarios, nos
victimizamos, agresivos); categorizamos todo de manera gruesa y
exagerada(del vecino: ese es tonto, mala gente, nazi); usamos el
lenguaje para mentir y confundir (Watzlawick, 2019), para dar
excusas, evadir responsabilidad y justificar cualquier cosa a
posteriori. Nuestra educación no es muy buena, no nos enseña a ser
autónomos, a pensar por uno mismo, a descubrir nuestra motivación
intrínseca; nuestra cultura es narcisista, infantilizada, injusta y
favorece la desigualdad (que reina en la naturaleza y en la cultura),
además nos hace perezosos, envidiosos y vengativos. Por eso dice
Einstein que la estupidez es infinita, o se afirma que “contra la
estupidez ni los dioses pueden”.

piel. El ser humano es un autómata


La estupidez es nuestra segunda piel.
la mayor parte del tiempo, esto es, estúpido como un algoritmo. No
comprende la realidad, el significado de las cosas. Le cuesta un gran
esfuerzo corregir el rumbo. A veces, simplemente llamamos estúpido
2
a todo el que se opone a nuestras deseos, a cualquier obstáculo a
nuestra conducta. Así la estupidez es inevitable (yo sigo mis impulsos
idiotas, tú te opones como un imbécil), incluso deseable, pero debe
ser corregida, al menos en momentos críticos, pues nos conduce a la
auto-destrucción.

Otra posibilidad es que la estupidez no exista ¿Es sólo una palabra


funcional o comodín, un insulto, que no refleja una realidad sobre el
otro sino sólo mi punto de vista sobre una persona desagradable
para mí, mi frustración? Entonces, no sería una propiedad del sujeto
sino de un sujeto en relación conmigo (una propiedad secundaria,
subjetiva). Yo pienso que negar la estupidez como rasgo es como
negar la diferencia entre verdad y mentira, bien y mal, confianza y
desconfianza. Tienen estas dicotomías realidad como sentimiento,
son subjetivas, mentales pero también reales (objetivables). De no
existir o aceptar su no existencia, sería peor el remedio que la
enfermedad. Un mundo donde no se discrimina la verdad de la
mentira, o a quien es colaborador o competitivo, es un mundo sin
amigos ni enemigos, un universo estúpido alucinante. Aunque tal vez
no se trata de una dicotomía listo-estúpido, sino de un continuo
probabilístico. No es la razón frente a la sin razón, ambas tienen su
lógica subyacente ¿Es posible imaginar un mundo sin estúpidos? ¿Un
mundo sin oponentes? ¿Un mundo sin insultos? Desde su estudio
científico, la conducta estúpida no es igual que la conducta
inteligente, sus resultados son diferentes. Espero que sea así, tal vez
me equivoque y sólo sean dos caminos distintos para llegar al mismo
sitio. Pero si hay una realidad llamada estupidez y no le pones
nombre, la ignoras y, por lo tanto, no podrás defenderte de ella,
luchar contra los prejuicios. En mi experiencia, las personas tóxicas
existen, aunque la estupidez puede ser un rasgo o un estado como la
ansiedad. La estupidez desprecia el talento. No hay diferencias entre
estúpidos y listos en la inteligencia cristalizada (conocimiento
almacenado; una persona culta que habla muchos idiomas puede ser
un perfecto idiota) sino en la inteligencia fluida (en cómo afrontamos
la novedad -el listo la afronta; el estúpido la niega o aplica viejas
3
fórmulas de modo repetitivo, pero no inventa). Dejo de divagar e
intento definir la estupidez, hacerla objetiva.

1. DEFINICIÓN DE ESTUPIDEZ

Todas las formas de estupidez se caracterizan por: a) Bajo


rendimiento, poca habilidad o mala resolución de un problema no
especialmente difícil. Lo hacen mal. b) Sobre-estimación de la propia
capacidad para afrontar la situación-exceso de autoconfianza. Los
estúpidos piensan que lo hacen mejor de lo que realmente lo hacen.
c) Infravaloración de la capacidad o aportación de otros
(egocentrismo; desconfianza de otros, sin empatía). d) Incapacidad
para aprender del error, escuchar o usar la retroalimentación para
cambiar el rumbo de la acción, ignoran información crucial o que
contradice su punto de vista. e) Fijación en una meta y procedimiento,
que repiten (guiados por la creencia inamovible y por automatismos
del tipo condición acción: Si ocurre X haces Y), esto es, guiados por
hábitos o instrucciones que no cuestionan, basadas en su simpatía e
ideología moral. f) Miopía del futuro o incapacidad para pensar a
medio y largo plazo.

Por supuesto, todo lo anterior ocurre sin que medie el daño cerebral,
el deterioro neurológico, la inmadurez cerebral o la condición clínica.
Los estúpidos son gente normal. Los estúpidos pueden estar en casa,
en el trabajo, en el ejército, en la universidad, en la política, en la
ciencia; puedo ser uno de ellos; tú, lector, también.

1.1. EL TEST DE LA ESTUPIDEZ

Igual que existen cuestionarios o pruebas de inteligencia (Milán y


otros, 2000), existen pruebas de estupidez. El test de Turing consiste
en pasar una prueba de conversación con un interlocutor al que no
ves y juzgar si es humano o máquina, se considera una prueba de
inteligencia artificial. Esto es discutible por muchas razones, una de
ellas, es que es fácil engañar a un humano y se puede pasar la

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prueba siendo una maquina tonta: sólo con asentir y decir sí todo el
rato o “aja” y repetir la ultima parte de la frase del humano, sin
comprender nada. Pero así el humano se siente escuchado y decide
que le gusta el interlocutor artificial. Puede que los humanos no
seamos muy listos o seamos estúpidos, de modo que nos parece
listo quien nos da la razón. Puede que no sepamos diferenciar la
verdad de la mentira, la ficción de la realidad, la inteligencia de la
estupidez o detectar mente o conciencia en algo. En realidad,
atribuimos mente e intencionalidad a todo, incluida la naturaleza;
pero nuestra capacidad de mentalización, nuestra habilidad para leer
las mentes de otros es muy limitada, egocéntrica y cultural.
Pensamos, agacha la cabeza, cuando yo hago eso estoy triste o la
cultura dice que así se expresa la tristeza. Soy la unidad de medida,
yo o los míos-mi cultura.

Carlo Cipolla (1988) inventó por analogía a la prueba de inteligencia


de Turing, una prueba de estupidez.
estupidez Una persona es estúpida cuando
a través de sus actos hace daño a otros y a sí misma. Cipolla
diferenció cuatro tipos de personas: Inteligentes (benefician a otros y
a sí mismos); Incautos (se perjudican a sí mismos para beneficiar a
otros); Malvados (perjudican a otros para obtener beneficios o
placer) y Estúpidos. Pensaba que estos últimos son los peores, pues
no producen beneficio alguno a nadie.

No obstante, esta definición de estupidez presenta


presenta múltiples
problemas 1. Circularidad: La estupidez, igual que la inteligencia, se
problemas:
define por el resultado, fracaso o éxito, de manera que no hay
predictibilidad alguna, hay que esperar el resultado para juzgar. Un
criminal sólo sería estúpido si lo pillan (puede que sea así). 2. No
sabemos que es daño. Por ejemplo, un chivato que denuncia que su
empresa roba, cierran la empresa y van todos a la cárcel y, además,
el sufre acoso moral y depresión. Todos reciben daño, el chivato y la
empresa, ¿es estúpido el chivato, un héroe o un incauto?

daño ¿Qué es daño? daño físico, mental,


Otro problema es definir daño.
moral, sufrir… ¿Cuándo debe ocurrir el daño? durante el acto
5
estúpido, justo después, un año después… ¿Quiénes son los otros: el
endogrupo, el exogrupo, cualquier otra persona? Si mi acto daña a
los míos es estúpido pero si daña a otros, al enemigo, aunque
también me afecte a mí ¿se convierte entonces en una heroicidad o
es estupidez? ¿Y si sufrir me gusta, por ejemplo durante la maratón,
dejo entonces de ser estúpido? ¿Debe ser daño propio –y ajeno-no
deseado? ¿Dónde ubicamos el suicidio?

Si la estupidez (por ejemplo, celos enfermizos) se reduce a hacerte


daño a ti mismo (obtener el resultado contrario al deseado: que te
abandonen cuando deseas que no ocurra) y a los que quieres (Otelo
mató a su esposa), entonces, dañar al que odias no sería estupidez y
los supremacistas, racistas, xenófobos, machistas, clasistas… no
serían estúpidos. Más bien la estupidez es jerárquica, crea divisiones
entre yo y el otro o entre nosotros y los otros. Se construye un relato
donde el endogrupo son los buenos-víctimas y el exogrupo los
malos y culpables. Se aplica la amabilidad en el endogrupo y el odio
al exogrupo. Tras esta categorización dicotómica no hay más
razonamiento que establecer prioridades en el acceso a recursos o
privilegios, quitando la categoría de humanos a los otros. Luego el
objetivo de la estupidez es defender la desigualdad que impera en
todas partes, justificar la injusticia. Por esto, la estupidez es frecuente,
inevitable y poderosa. Su esencia es la desconfianza en el extraño.
Dado que la sociedad se construye en función de la confianza en los
desconocidos, la estupidez es sociopática, destruye la sociedad
(Gladwell, 2020). Al mismo tiempo, la multitud exige automatismos,
cadenas de producción, algoritmos, turismo masivo, supermercados,
gregarismo, circular en la dirección de la corriente humana, esto es,
estupidez, zombificación. Es la paradoja de la estupidez y la
sociedad En este sentido, la estupidez es y no es democrática, si
sociedad.
consideramos que la esencia de la democracia teórica es que todos
somos iguales; aunque ya sabemos que la democracia real es muy
imperfecta y que no todos estamos sujetos a las mismas reglas de
castigo y recompensa, por ejemplo en función de la clase social. En
resumen, la estupidez es el precio de la inteligencia social para evitar
6
la guerra física, pero crea inercias o ciclos de ascenso y caída, de los
que sólo la inteligencia fluida puede escapar. Además, existe un
largo camino de maduración de la estupidez: Desde la estupidez
infantil como ausencia de Teoría de la Mente –TM- (atribuyo a todos
mi intención, mi punto de vista). La TM empieza a surgir desde los 4
años. Pasando por la estupidez grupal desde la adolescencia hasta la
madurez: Renuncio a mi subjetividad, a seguir mi interocepción, que
me hace sentir que hacer esto es erróneo, pero lo hago para evitar
sentir el malestar del rechazo social de mi grupo de iguales (sé que
votar a Trump o salir de fiesta en tiempos de pandemia COVID19 esta
mal; pero todos los blancos cristianos americanos lo votan y yo lo
soy. Y además, mis amigos salen de noche). Llegando desde el
desprecio a la empatía por los estúpidos (me veo reflejado en ellos),
debido a que la estupidez es mi esencia última (hay una piedra, mi
piedra, con la que siempre tropiezo, mi debilidad idiosincrática). Por
eso, la estupidez puede ser: 1. Estupidez Transparente
Transparente (la estupidez
infantil y la brutalidad física). 2. Estupidez opaca
opaca y especular (el otro
es estúpido si no comprendo sus actos, sus motivaciones, su
personalidad, sus circunstancias, distintas a la mía, y que hacen su
conducta irracional para mí, lo que refleja mi ignorancia). 3. La
estupidez oscura (el maquiavélico que manipula, confunde, miente…
Tan oscura que parece inteligencia) y 4. La estupidez secreta (mi
estupidez idiosincrática, que me define como sujeto singular, a mi yo
real oculto bajo mi yo ideal).

1.2. LA ESTUPIDEZ MÚLTIPLE: TIPOLOGÍA

La estupidez, al igual que la inteligencia puede ser múltiple (Milán y


otros, 2015). Existen la inteligencia verbal, matemática, musical,
emocional, kinemática, natural… De igual modo, el concepto de
estupidez es multidimensional. No se refiere sólo a falta de
inteligencia general o específica. Una de sus definiciones es torpeza,
capacidad Términos similares son tonto, idiota o imbécil (que
poca capacidad.
necesita apoyo o ayuda). Pero las personas inteligentes también
pueden cometer con frecuencia actos estúpidos. Ya sea debido a que

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operan a través de una inteligencia específica en las que su nivel es
bajo, a pesar de tener alta inteligencia general o por exceso de
confianza. Una persona puede ser erudita y estúpida (no saber
afrontar un desafío). Un caso citado con frecuencia es la manera
como Steve Jobs afrontó su cáncer, con una terapia no científica. Por
tanto, la estupidez también puede ser una actitud.

actitud la estupidez es sinónimo de pasmo o estupor, que


Como actitud,
significa no hacer nada o hacer poco por resolver un problema. El
presidente Trump minusvalora el problema de la covid-19(lo
minusvalora o niega), de manera que lo deja crecer como una bola
de nieve cuesta abajo en una montaña nevada. Es una actitud
irresponsable. Un diagnóstico equivocado.

Además de por falta de capacidad o por omisión, la estupidez ocurre


en la acción. Una acción estúpida es un error,
error una mala terapia, un
remedio ineficaz. El error de la acción puede obedecer a un fallo
atencional, a una distracción, como cuando inflas demasiado la
rueda del coche y explota por mirar a otro lado o por hacerlo por
primera vez (error de novato). O también puede deberse el error a un
problema de auto-control de la impulsividad o de una adicción o
deseo. A un mala monitorización, a una mala inhibición de respuesta,
al agotamiento de la voluntad por la fatiga de la tarea, por pereza o
bien a operar en modo automático cuando deberías hacerlo de
manera controlada, esto es, estupidez por hacer lo de siempre
(hábitos) a pesar de que las circunstancias han cambiado (numerosos
accidentes de avión se han debido a que en las maniobras de
despegue o aterrizaje, el piloto no contempla el cambio en las
condiciones atmosféricas sobre la acción a realizar, de modo manual
o automático). La estupidez es el precio del aprendizaje inductivo, del
número de ensayos para establecer una relación causa-efecto (como
el chiste donde un inglés aplicada siempre el mismo remedio a sus
caballos enfermos, que siempre morían) y de la capacidad de nuestra
mente para correlacionar cosas absurdas (como el color de la ropa
interior y la fortuna). Llamamos a un error de la acción estúpido,

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cuando es evitable (la tarea no era tan difícil, el agente de la acción
se distrajo) y tiene consecuencias graves.
graves Los principales factores
que conducen a un error de la acción evitable y atribuible a la
responsabilidad del agente son: cambios en las circunstancias no
predecibles o no detectados, dificultad de la tarea, sobrecarga de
información, estrés físico, ansiedad anticipatoria o fatiga, fijación en
un protocolo o resultado (bloqueo, visión de túnel), actuar en
presencia de tensión social (un grupo cuya cohesión está en juego),
ser o sentirse examinado…

Otras definiciones de estupidez se centran en la dimensión mental o


cognitiva, como falta de flexibilidad mental (Milán y otros, 2015). La
flexibilidad mental puede ser endógena (capacidad de anticipar un
cambio, un problema o la incertidumbre, tener plan B) y exógena
(saber corregir el rumbo tras un error). Los estúpidos tropiezan
numerosas veces en la misma piedra, no cambian la conducta por el
error, tampoco planifican ni anticipan, no hacen prevención. Esto es,
no entran en modo de procesamiento consciente, analítico, reflexivo
ni tras la repetición del error. Su falta de flexibilidad mental les
impide ver el problema desde otro punto de vista, son egocéntricos y
experimentan fijación en los protocolos de conducta. Walter Risso
(2010) habla de mentes complejas, capaces de pensamiento
complejo; también habla de mentes de piedra o dictatoriales con
pensamiento rígido o cargadas de prejuicios y de mentes líquidas o
volubles, sin principios o cambiantes a las primeras de cambio ante
cualquier interlocutor en desacuerdo. La flexibilidad mental es un
equilibrio inestable entre perseverar y cambiar todo el rato, debe
combinar resistencia al cambio con disposición a hacerlo dadas las
condiciones o expectativas de incertidumbre, novedad o error. No es
bueno tener ni mucha ni poca flexibilidad. En los estúpidos, su
principal fuerza es la perseverancia, insistencia o rigidez y su
principal debilidad el cambio impredecible de los acuerdos o
emociones.

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Los principales fallos de la flexibilidad mental son: 1. La fijación
funcional o actuar por categorías y no por ejemplares, cada persona,
cada paciente o cliente es único. Evitar clasificarlo (cosificarlo) y
negar todas las características o síntomas que no encajan en la
categoría. 2. Utilizando palabras gruesas, poco discriminativas,
dicotómicas y claramente exageradas como “descerebrado”,
“fascista”, “enemigo”… 3. La estupidez suele creer que “estás
conmigo o contra mí” y que todo el que se opone a mi deseo-
intención es estúpido, un obstáculo, así hasta la naturaleza es
estúpida si llueve cuando no me conviene. Esto es un mal
diagnóstico, del problema o mala lectura de la mente de la otra
persona. 4. Bloqueo o enganche en un aspecto de la tarea, siendo
imposible cambiar la perspectiva. 5 Reducción funcional, buscar una
sola causa y una sola solución. A nivel social, buscar un culpable y
aplicar un único protocolo centrado en ganar o competir. Fijación en
“como debe ser” la otra persona, el problema o la solución y no ver
cómo realmente es. La solución es identificar múltiples causas y
buscar múltiples soluciones, cooperar. 6. Ser pesimista o demasiado
optimista (falta o exceso de confianza).

Respecto alal modo de razonamiento estúpido, suele ser


categorizado como irracional o impredecible, pero no lo es, tiene su
lógica. Se trata de pensar con sesgos cognitivos,
cognitivos con una pereza o
renuencia a entrar en modo de esfuerzo cognitivo. Al estúpido no le
importa hacer, trabajar, pero le cuesta más decidir, pensar, tomar
decisiones, por eso salta a conclusiones.
conclusiones Su modo de pensamiento
no es democrático ni científico. Es balístico. En el contraste de
hipótesis entre ideas y datos para determinar la verdad, el estúpido
se decanta por las creencias e ignora los datos. De este modo,
sobrevalora la evidencia confirmatoria de sus creencias (si cree que
las rubias son tontas, le basta una rubia tonta para generalizar),
minusvalora la evidencia desconfirmatoria (si encuentra una morena
tonta o una rubia lista, lo ignora o lo atribuye a otra causa, a una
excepción). Se centra en los aciertos e ignora las falsas alarmas. Es
decir, muestra pensamiento de deseo, el mundo es como yo lo
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pienso, con poca evidencia salta a conclusiones inamovibles. No
duda, no hace autocrítica, no detecta el error, no escucha y sí alucina
o delira (ve lo que quiere ver), es como un esquizofrénico subclínico:
un esquizotípico. En una tesis dirigida por mí, la de Verónica Juárez en
2014, comprobamos que las personas “normales” que más saltan a
conclusiones son hombres, mayores y de derechas, esto es, los que
dirigen el mundo. La tozudez del estúpido ayuda a triunfar. Muchos
líderes, jefes, son estúpidos. Incluso es una cualidad deseable en
ellos (ser antipáticos e impredecibles, ostentar el poder, y el mejor
modo de hacerlo es siendo erráticos).

Desde
Desde el punto de vista social, estúpido es el otro, esto es, el
estúpido desconfía del otro,
otro, mientras se cree el ciudadano
ejemplar El estúpido se cree la unidad de medida de la buena
ejemplar.
persona, de manera que todo el que sea diferente a sí mismo es
calificado de estúpido. El estúpido no colabora, miente y cuenta de sí
mismo que es su yo ideal. Esto es, es prejuicioso. Las personas
racistas, sexistas, con aporofobia, suelen tener poca flexibilidad
mental. Pensemos que la sociedad se construye sobre la base de la
confianza en los extraños, siendo el resultado de extender el círculo
de apego más allá de los familiares (Churchland, 2012). En caso
contrario, caemos en el familismo amoral, en los enchufes por
amistad o ser familiar. Esto es, en la división social entre los míos y
los extraños, a los que se teme o rechaza (el miedo al extraño). Esta
división social en endogrupo-bueno y exogrupo –malo, determina la
ectopia o límite de la empatía, el círculo de colaboración. Los
estúpidos mantienen círculos pequeños, en ellos no cabe toda la
humanidad, ni todos los del pueblo, ni todos los de la familia… su
modus operandi es la división y el acoso moral cuando no el odio a
los del exogrupo. Un estúpido ante la realidad, ante el otro y su
aportación, o la desprecia o la teme. Cree justo el castigo al que es
diferente, al que se sale de la norma, al que no respeta la norma
implícita, al que destaca. El estúpido muestra una obediencia ciega al
guión del endogrupo.

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Por último, la estupidez puede definirse en el dominio del tiempo
como falta de memoria (repetir el error) y como miopía del futuro,
carecer de metas a medio y largo plazo, incapacidad para diferir la
gratificación, de frenar el impulso o deseo o de sacrificar el presente
“aquí y ahora” por un futuro mejor, como en el test de la golosina de
Walter Mischel (2015) en los dilemas económicos para adultos (elegir
entre poco ahora o más meses después).

2. ESTUPIDEZ Y EMOCIONES CORROSIVAS

Existen muchas emociones sociales corrosivas para el agente-autor y


tóxicas para el receptor, propias de la estupidez (Morgado, 2016). Las
principales emociones estúpidas son la envidia maligna, la venganza,
pero sobretodo el odio. Todas ellas producen placer cuando el otro
sufre daño (físico, económico o social), incluso al precio o costo de la
autodestrucción del agente de la estupidez. Esto lo refleja muy bien
el chiste donde le dicen a alguien que ha solucionado un reto, por lo
que le van a dar una recompensa pero que a su jefe, al que odia, le
van a dar el doble por su estatus. Entonces, él pide que le den dos
bofetadas.

En los estudios de psicología con dilemas morales, existe el juego


del ultimátum : Donde dos personas desconocidas se deben repartir
20 euros, pero uno decide el reparto y el otro debe aceptarlo o
rechazarlo (entonces ambos pierden el dinero). A veces, el que
reparte hace ofertas injustas (18 euros para mí y dos euros para ti).
Una persona con sentido de la justicia experimentaría activación en
su ínsula cerebral (sede del asco físico y social) y rechazaría la oferta.
Pero otras personas experimentan mayor activación en el cortex
prefrontal derecho, sede del egoísmo, y aceptan la oferta. ¿Quién es
el estúpido? ¿El que rechaza la oferta injusta perjudica a ambos?
Depende si miras el daño económico (pierde dos euros) o el moral
(gana dignidad). El que acepta la oferta injusta perjudica su
autoestima, acepta la desigualdad y gana dos euros. Pero veamos

12
esto con una perspectiva más amplia: pensemos que se trata del
mercado laboral y que esa conducta (aceptar un sueldo injusto,
irrisorio) se convierte en la norma, ¿quién es el estúpido ahora? El
daño pasa a ser colectivo, sociopático.

En otros juegos de confianza entre extraños como el del cofre


entre extraños,
(Motterlini, 2008), las personas depositan dinero en el cofre que
luego se reparte. Si no hay castigo, pronto hay tramposos. Si hay
castigo al que no contribuye, pronto los ahorros del cofre crecen y
todos se benefician. Luego, el castigo evita los abusos (castigo justo).
El problema es decidir qué es castigo justo.
justo

Si le pides a las personas justificar si un castigo (la tortura) es


permisible o no, su reacción depende de quién tortura a quién.
Podemos aceptar mejor la tortura a un terrorista para evitar un
atentado que la tortura a un periodista occidental por un grupo
terrorista. El acto es el mismo (torturar) pero su valor pragmático
(evitar un atentado) y emocional (sentimos empatía por el periodista
occidental pero no por el terrorista extranjero) son diferentes. En
general, si nos explican que alguien merece el castigo, nuestro
cerebro emocional deja de responder, se disminuye la activación del
Cortex Cingulado Anterior, que nos empujaría a hacer algo al
respecto cuando detectamos un conflicto entre emoción y razón,
dejamos así de sentir empatía o deseos de ayudar. En realidad,
ayudamos al que nos cae simpático (igual carácter), al que es como
nosotros. Cuanto más diferente es de nosotros, más se activa el
castigo justo ante el mismo error, esto es, la disminución del
conflicto y de la empatía. Incluso se produce satisfacción o
recompensa cerebral al castigar. Por eso, las mismas palabras son
inteligentes o estúpidas según quien las diga (el líder político al que
seguimos o el líder político que nos da grima). No cuestionamos las
palabras o el acto, sino el principio de autoridad o la simpatía.
Aceptamos la autoridad del jefe del endogrupo (lealtad) y
rechazamos la del jefe del exogrupo. El problema es que podemos
considerar justo el castigo a todo el que no sea como yo (a quien

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toma riesgos si yo soy precavido). Se dice, que si eres inocente no
tienes nada que temer, lo que justifica todo control, incluidas las
pruebas de Dios-Verdad de la inquisición (si metes la mano en fuego
pero eres inocente no te quemarás). Así que mejor no destacar, no
disentir, para no despertar odio, envidia y no ser objeto de “castigos
justos”.

En otro juego de confianza (Motter


(Motterl 2008), ambos jugadores
tterlini, 2008)
reciben 10 euros. El jugador A debe decidir si se los da al jugador B o
se los queda. Si decide donarlos, cada euro de A se multiplica por 4.
De manera que ahora B tiene 50 euros (sus 10 de partida más los 40
obtenidos de A). Según las reglas del juego, B debe decidir si
comparte este dinero o no (25 para cada uno o 50 para B). Sólo se
juega una partida, luego B no debe temer que A en la siguiente ronda
no le dará nada. Pero A puede decidir al final de la única ronda
castigar a B, que pierda toda la ganancia menos sus 10 euros de
partida pero también él recibe un coste por castigar, perder 10 euros
(se quedaría con menos 10). Muchos jugadores optan por la
venganza, puesto que no se va a educar a B: castigas a pesar de
tener un coste propio y eso produce activación de las zonas de
recompensa cerebral, una gratificación visceral. La vendetta produce
placer y dolor.

envidia nos produce más placer el fracaso del otro que el éxito
En la envidia,
propio. En el odio,
odio el otro no es un ser humano, sólo es un objeto de
ira, al que culpamos de un daño imaginario y su destrucción nos
parece un acto de justicia. El odiador suele ser obsesivo, narcisista,
categorial (ve la categoría-negro, pobre…- no a la persona que es
despojada de su individualidad) y cerebral (el amor es pasional,
activa las emociones, la pasión. Pero el odio, además activa el cortex
prefrontal, esto es, el juicio, sobre todo la representación del yo y el
endogrupo, aumenta la cohesión intragrupal).

Es decir, la envidia, la venganza, el odio, producen placer ante el


daño al otro aunque impliquen un coste, un precio. Son importantes
motivadores de la estupidez.
14
3. ESTUPIDEZ Y PERSONALIDAD
PERSONALIDAD

Los estudios sobre factores de personalidad y perfiles (criminales o


no) diferencian entre 3 y 5 rasgos básicos. La teoría trifactorial de
Eysenck (el modelo PEN)PEN) diferencia entre extroversión, psicoticismo
y neuroticismo. El modelo OCEAN de los 5 grandes factores,
factores
diferencia entre los continuos: introversión-extroversion; dureza-
amabilidad; cerrado-abierto a la experiencia; estable
emocionalmente o inestable (neurótico); diligente o irresponsable.
La teoría del amor de Helen Fi Fisher diferencia entre personas
pasionales (buscan la novedad, el riesgo, con hambre de Dopamina);
personas normativas (les gusta el habito, la seguridad y ser felices
con la rutina, vinculados a los niveles de serotonina); empáticos
(personas altruistas, cooperativas, vinculados a los niveles de
oxitocina) y jefes (les gusta mandar, agresivos, vinculados a los
niveles de testosterona). Esto se puede corresponder en gran medida
con los 4 tipos de Cipolla: inteligentes con pasionales o abiertos a la
experiencia; incautos con empáticos o altruistas; malvados con
dominantes o psicópatas y estúpidos con normativos. Si nos
centramos en los tipos de apego de Bow lby diferenciamos entre el
Bowlby
apego seguro (con una imagen positiva del yo y del otro); apego
ansioso (con una imagen negativa del yo y positiva del otro); apego
desapegado (con una imagen positiva del yo y negativa del otro) y
esquizotípico(con una imagen negativa del yo y del otro). La
estupidez correspondería con el apego esquizotípico. El apego
ansioso con el empático, el apego desapegado con el dominante y el
apego seguro con el inteligente. Sean factores de temperamento
(innatos) o de aprendizaje en la interacción social los que contribuyen
a la personalidad, el estúpido desconfía al menos de los otros.

Desde el punto de vista motivacional, los estúpidos buscan


seguridad los dominantes buscan poder, los exploradores logros y
seguridad,
los empáticos ayudar. El poder y la seguridad son motivaciones
extrínsecas y complementarias, dado que dependen de los otros o
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de la relación yo-otro (ser líder o ser gregario. Nadie es líder sin
seguidores. Nadie está más seguro que en un grupo, con otros ). El
líder es irresponsable y el cómplice no quiere mandar o decidir pero
es diligente, trabajador. Mientras que el logro y el amor son
motivaciones intrínsecas, que producen placer en sí mismas: El logro
es conseguir resolver una tarea o alcanzar un reto al margen de la
competición del yo (no es ser el mejor, el número uno o el primero) o
de la observación o reconocimiento de los otros: te gusta hacer eso,
escalar, explorar, la novedad, conocer, aprender, ser hábil,
autónomo, lo harías aunque estuvieras solo en el mundo. El amor es
ayudar, cooperar, aunque el otro lo agradezca o no, corresponda o
no, sin recompensas externas. La motivación extrínseca es
incompatible con la motivación intrínseca como la vida y la muerte
en el mismo organismo al mismo tiempo (el gato de Schrödinger es
una broma). El dominante considera que cooperar es subordinarse y
que la meta es vencer, no solucionar. El gregario desconfía del
empático y le asusta la novedad. Recordemos el eslogan
presidencial de Barack Obama (Yes, we can: implica empatía y logro)
frente al de Donald Trump (America first: implica poder). Con
frecuencia el logro es sustituido por el afán de poder y la empatía por
la norma. No puede haber Ciencia sin logro ni Democracia sin
empatía. Por supuesto, son necesarios las normas y el poder, pero no
como valores primordiales, si no como condiciones necesarias, como
medios y no como fines. El sábado es para el hombre y no el hombre
para el sábado. Las normas sociales son por convención, no son
leyes de la naturaleza ni sagradas. Se pueden evaluar de vez en
cuando (no a todas horas) con garantías (no sólo de modo emocional
pero también) y deben aplicarse por igual a todos mientras están
vigentes.

Las personas normativas y las personas autoritarias se


bien Los normativos ocupan cargos intermedios
complementan bien.
donde actúan como francotiradores, como cuellos de botella donde
dejan pasar al amigo y cierran paso al enemigo con la “legislación
vigente”. Con frecuencia la persona estúpida tiene dos caras, muestra
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un perfil en el endogrupo y otro en el exogrupo. Siendo por ejemplo
despótico con su familia y ciudadano ejemplar en la oficina, según su
relación de poder o sumisión. En el caso de la ciencia, su carta de
presentación en sociedad es el logro, pero de puertas hacia dentro es
el Curriculum Vitae, el poder (falsa meritocracia desvinculada del
logro).

Por otro lado, no debemos olvidar que los perfiles de personalidad


individual son complejos, una persona es una combinación de
empatía, logro, poder y seguimiento de normas o rebeldía (con o sin
causa). Que sea cual sea el rasgo dominante, cometemos actos
estúpidos. Las personas empáticas al confiar en malvados. Las
personas con afán de logro llevan a cabo actos de alto riesgo que
pueden ser fallidos, los poderosos al carecer de empatía (conservar
el poder sobre cualquier otra cosa) y los normativos al carecer de
juicio crítico sobre las normas que aplican. En resumen, hay dos tipos
principales el tipo 1 o dominante, es extrovertido
de estúpidos principales:
(actúa con audacia, sin pensar) y su estupidez incrementa si además
es de baja empatía (psicópata) y de bajo neuroticismo (sin reactividad
emocional). El tipo 2 o subordinado, es cerrado a la experiencia
nueva (con necesidad de cierre cognitivo) y su estupidez se agrava si
además es de alto neuroticismo (inestable emocionalmente, ansioso)
pero sobre todo si es diligente (responsable).

La estupidez básica no debe ser confundida con la maldad (Tobeña,


2016). Los estúpidos son, sobretodo, seguidores, no son líderes.
Como dijo Cipolla, la maldad es audaz y experimenta placer con la
dominación, la humillación y el daño ajeno. En la triada del mal
(narcisistas, psicópatas y maquiavélicos) se busca el poder pero no
sufrir. En su perfilado, son personas con frecuencia audaces,
extrovertidas, de baja empatía, abiertos a la experiencia, poco
responsables y no neuróticos. Mientras que los estúpidos suelen ser
seguidores cómplices, obedecen instrucciones. En su perfil de
temperamento son neuróticos (miedosos, temen al extraño y el
rechazo social), gregarios, filiativos, buscan la seguridad y son

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diligentes, trabajadores, pero cerrados a la experiencia (temen la
novedad, la incertidumbre, el cuestionamiento de creencias y
valores). En realidad son complementarios, un líder necesita
seguidores. Una persona gregaria necesita saber que hacer pero no
le gusta tomar las decisiones, busca jefe o amo. Así que mentes
dictatoriales y líquidas son complementarias. Ambos son poco
democráticos (jerárquicos) y acientíficos (saltan a conclusiones),
conclusiones),
esto es, cargados de prejuicios.

Estudios clásicos sobre la obediencia acrítica (cuestionados hoy día


por razones éticas y por su falta de replicabilidad) son el estudio de la
ficticia cárcel de Stanford de Zimbardo, donde los participantes
fueron divididos en guardianes y presos y pronto se produjeron
torturas y casi nadie cuestionó las instrucciones de Zimbardo, la
moralidad del experimento. Algo similar ocurrió en el experimento
de Milgram, donde los participantes escuchaban los gritos de un
participante que recibía dolorosas descargas eléctricas (falsas) pero
no cuestionaron al experimentador (la autoridad) ni abandonaron el
experimento. Parece que hay numerosas personas que obedecen
instrucciones pero no activan su conciencia personal. Es la
denominada banalidad del mal, mal que se aplicó al perfil del criminal de
guerra Adolf Eichmann por su carácter burocrático (sólo seguía
ordenes fue su defensa) y su falta de odio antisemita. Los estúpidos
no son monstruos, son personas normales que alimentan el
monstruo. Sin embargo, son muchos, son quienes otorgan el poder
al psicópata. Son personas de bien, de hábitos, su fuerza es la
repetición, su poder la diligencia y la perseverancia, gestionan la
maldad. Por eso una mentira repetida mil veces deviene en verdad
(es aceptada sin juicio crítico); por eso, como decía William James,
mucha gente repite cuando cree que piensa. Sólo obedecen ordenes,
consignas, funcionan por el principio de autoridad, saltan a
conclusiones (culpabilizan a la víctima, algo habrá hecho, debe haber
desobedecido). Los procesos de selección en los partidos políticos,
en la ciencia, en la empresa siguen la estupidez funcional, la falsa

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meritocracia (haces curriculum, asciendes, sólo con lealtad al grupo,
a la política de empresa).

4. ESTUPIDEZ COLECTIVA

La estupidez deviene en peligrosa cuando se hace grupal y


colectiva. Nos suenan términos como populismo, polarización de la
sociedad, teorías de la conspiración, fundamentalismo, “haters
online”, pseudociencias, pensamiento único, dictadores, postverdad,
burocracia kafkiana, supremacismo, negacionismo (Nogueras,
2020)…Pino Aprile, en su elogio de la imbecilidad, mantiene que si
pones en una isla a 50 estúpidos y 50 inteligentes, al cabo de una par
de generaciones sólo habrá estúpidos. Cipolla mantiene que un país
se hunde cuando hay en él más estúpidos que inteligentes. La fuerza
moral La estupidez funciona bien en los
de la estupidez es el acoso moral.
periodos de bonanza, donde convertimos los productos novedosos
de la inteligencia en cadenas de producción, lo que es inevitable.
Entre todos construimos el avión (cadena de montaje) pero nadie lo
inventó (o ya murió) ni sabe hacerlo entero. Cada uno hace su
pequeño trabajo no inteligente en la cadena de producción. El
problema es que la escuela también es convertida en una cadena de
montaje de un producto (Aberkane, 2016). La repetición produce
zombificación filosófica o perdida del significado de los actos y
palabras. Ser conscientes es recuperar el significado y no pensar que
la verdad es el significante. Esto es, descubrir por qué hacemos lo
que hacemos y cómo, cuándo y cuánto nos hemos desviado del
propósito original. Así una casa deja de ser un hogar para indicar
estatus, un coche deja de ser un medio de transporte para indicar
estatus. La inercia mental es dejarse llevar por la corriente humana,
por el espíritu de una época, por los valores de una generación o
cultura, sin comprender tus propios actos, ¿por qué lo hago? ¿Por qué
persigo esta meta, esta zanahoria?

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En un entorno donde hay alta predictibilidad, usar heurísticos, atajos
mentales, como el salto a conclusiones, es útil, pues se reduce el
esfuerzo mental y se acierta. Si mi mujer vuelve del trabajo cada día a
las 4 de la tarde, no necesito verla entrar por la puerta, es suficiente
con sólo sentir el ruido de la puerta a esa hora para concluir que es
ella (pocos datos y mucha creencia- si me preguntan declararé que la
vi, que llegó a su hora como cada día). Pero un día puede no ser ella y
ser un ladrón. En las circunstancias nuevas, difíciles, de alta
incertidumbre, la estupidez (el hábito, el salto a conclusiones) ya no
funcionan, hay que estar atentos, concentrados, pensar, probar
soluciones nuevas, evaluarlas, aprender del error (el dato es tan
importante o más que la idea o expectativa). El estúpido no evalúa
bien las situaciones como seguras o peligrosas, su desconfianza en la
seguridad o su exceso de confianza en el peligro son la causa de la
estupidez. Funciona bien en automático pero no detecta el cambio de
circunstancias.

Los procesos de decisión en grupo favorecen la estupidez. El grupo


rara vez hace tormenta de ideas o usa el talento, más bien lo
subordina e inutiliza con el principio de Peter en la empresa
(asciendes hasta el sitio donde eres incapaz) o la política de empresa
que hay que obedecer. En el grupo se produce la lealtad al jefe, a la
jerarquía y al propio grupo como valor principal. Se reduce la
autocrítica por la espiral de autoafirmación (se dan la razón unos a
otros), el deseo de ascender (sólo por lealtad), el principio de
autoridad. La inteligencia, la creatividad, producen soluciones nuevas
que son vistas como palos en las ruedas para los valores
dominantes, como desafíos al poder. La cultura del grupo, sea la
familia, la escuela, la empresa, el ejército, es un micromundo con
reglas o normas arbitrarias que se defienden como verdades. El jefe
te va preguntar si eres leal, va a observar si empatizas con la jerarquía
o política de empresa, si vas a creerlo a él o tus ojos. Si aceptas que
tu prioridad es no ser rechazado, ser aceptado. Esto es muy evidente
en el caso de la política.

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4.1. ESTUPIDEZ Y POLÍTICA.

En política habita la estupidez, tanto por los procesos selectivos de


los políticos en sus respectivos partidos, endogámicos y basados en
la lealtad sobre la capacidad, como en la política como micromundo
desconectado de la realidad. Es más difícil ser un buen vendedor de
bicicletas o coches que tener la habilidad de construirlas o
arreglarlas. Lo mismo vale para cualquier problema. Los políticos son
vendedores. Ante cualquier problema real que deban resolver, lo
convierten en un problema social. Ellos prefieren actuar sobre las
causas sociales (las intenciones, los culpables, las víctimas) que
sobre las causas físicas (la realidad). Su especialidad es construir un
relato de buenos y malos, polarizar mientras desatienden el
problema real. Esto es lo que ocurre por ejemplo en la respuesta
política al problema de la pandemia por COVID-19. Es decir, respecto
al problema hacen mal diagnóstico y aplican peores intervenciones.
De hecho solo las publican en el BOE o BOJA (en papel) pero no las
llevan a cabo (contratar doctores, hacer muchas pruebas
diagnósticas, rastrear los contagios). Como si su sola intención
dictada fuera suficiente para resolver el problema. Dicen pero no
hacen. Su palabra y su conducta están desconectadas. Tanto es así,
que si observamos su actividad cerebral cuando se les pregunta por
su solución a un problema (por ejemplo la inmigración masiva) dan
respuesta de endogrupo, esto es, sacadas de la memoria o
automáticas (una consigna). Se les pregunta qué hacer pero no
ponen el foco atencional en esa realidad, no activan la red atencional
de tarea sino la red social de persuasión o red neurológica por
defecto. Carecen del síndrome del impostor, pues son impostores
reales.

En el caso de la pandemia por COVID-19, los políticos de derecha


priorizan la economía sobre la salud, y los de izquierdas la salud
sobre la economía. Esto se debe a que tienen prioridades morales
diferentes. Para un político de izquierdas, los módulos morales
básicos según Patricia Churchland (en el cerebro moral, 2012) son la

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confianza en desconocidos y la protección de los débiles. Para los
políticos del ala derecha, los módulos morales prioritarios son la
lealtad al grupo, el respeto al jefe del endogrupo y el control de la
conducta sexual y reproductiva. Por eso, ante un problema
reaccionan de manera diferente, sus prioridades son distintas. Los de
izquierda son más permisivos en la conducta sexual y menos leales,
más infantiles. Los de derechas creen que el poder está por encima
del cuidado de los débiles, son amables (sobre todo con los suyos)
pero poco empáticos con los otros. La flexibilidad mental es evitar la
polarización ante un problema o dilema moral, combinar
pragmatismo y empatía. Pero en un momento hay que priorizar una
sobre la otra. Esto puede variar momento a momento. Pero esta
solución es compleja, extendida en el tiempo, exige cambiar la
disposición mental ante las circunstancias variables, pero los
políticos son dados a soluciones fáciles y a corto plazo.

En principio, la salud, la economía, la ecología… no deberían ser de


izquierdas o derechas, son problemas universales que nos atañen a
todos, pero para ser prioritarios en una agenda política deben ser
redescritos en el lenguaje de la izquierda y de la derecha, que son
lenguajes distintos.

5. SOLUCIONES A LA ESTUPIDEZ

Lo que no tiene es remedio. Si nos ponemos optimistas, las


soluciones son pocas o casi ninguna, tal vez aceptarla. Detectar a los
estúpidos, valorar su peligro, huir de ellos si es posible. Hacerles la
guerra (esperemos que dialéctica o simbólica) si no queda otro
remedio, y firmar la paz en cuanto haya posibilidades de negociar, no
buscar su aniquilación. No los puedes convencer, tal vez puedas
vencerlos alguna vez, pero no tiene sentido odiarlos ni hacerlos
desaparecer, son al menos la mitad de la población o la mayoría. Hay
que aprender a convivir con la estupidez propia y ajena. Eso sí, los
actos estúpidos deberían tener consecuencias negativas.

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Si la estupidez es un automatismo ciego, un algoritmo sesgado que
no sabe lo que hace, con la meta de buscar poder o sensación
subjetiva de seguridad. Como un conductor experto con exceso de
velocidad y algo borracho. La inteligencia en formas como pensar,
reflexionar, dudar, supervisar la meta o el procedimiento, detectar el
sesgo… es un antídoto, palos en la rueda del proceso automático, lo
detiene, lo destruye, evidencia su error. Pero ser consciente gasta
mucha energía, agota, es una actividad de capacidad limitada, que
genera torpeza y para la que somos perezosos, que nos deja
indefensos en situación de incertidumbre, en proceso de aprendizaje.
Piense lo mal que conduce un conductor novato, sin automatismo. Al
revés también es cierto, la conducta cuando se automatiza, se vuelve
hábil y hábito, pero deja de ser consciente o esforzada y se torna
ciega (sé hacerlo pero ni sé cómo lo hago ni comprendo por qué lo
hago). Es decir, acción automática y reflexión consciente se anulan
entre sí, son enemigos naturales. El ideal es pensar-hacer-pensar.

Por supuesto hay que resistir, intentar no ser un estúpido, al menos


en los periodos críticos, de cuando en cuando reflexionarlo, dudar de
uno, de lo que hace. Reconocer la propia ignorancia, tener
autocrítica. También empatía hacia el otro, el diferente, el del
exogrupo. Tratar de comprender su punto de vista, su estupidez, su
automatismo. Tener flexibilidad entre tener la razón y practicar la
amabilidad. Recuerda que las cosas van siempre en función del peor,
dado que es más fácil destruir que construir. La estupidez es
contagiosa. Si en una familia, hay un hijo y una hija, y la niña ayuda a
poner la mesa y el niño no, la solución no será que ambos ayuden
sino que no lo haga ninguno. Hay que Luchar contra el ego, hacer
ciencia –contraste entre hipótesis y datos- y salvaguardar la
democracia de nosotros mismos. Preservar la confianza en los
extraños, cooperar. Discriminar cuando cooperar y cuando competir
(Milán, 2014). Cuidar la educación, que ésta favorezca el
entrenamiento de la atención, la motivación intrínseca, la flexibilidad
mental, el aprendizaje del error, valore el esfuerzo, la memoria
emocional…. La búsqueda de la igualdad y la verdad real son
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aspiraciones casi imposibles, pero que hay que perseguir de modo
constante. También es importante conocer tu temperamento (si eres
empático, dominante, explorador o normativo; sin autoengaños si
puedes), los valores de tu grupo de referencia (familia, juventud,
lugar de trabajo: diferenciar lo que te gusta y lo que te disgusta de
ellos, si debes permanecer o irte), tu ideología (descubre los hilos
que mueven tu moralidad) y los pros y contras de tu cultura (amorosa
pero celosa), hazte consciente de tu yo ideal, de tus valores (que sean
tuyos y no de otro) y descubre lo que te gusta, en que quieres ser
competente, por qué causa estas dispuesto a sufrir. Tener confianza e
ilusión de control (expectativas realistas pero optimistas) si es
posible. Cómo es tu sentido del humor (si es agresivo, integrador),
sobre todo si tienes sentido del humor. Los estúpidos odian que les
hagan cosquillas y se ríen del tropezón del otro, incluso siendo
adultos (sentido del ridículo ajeno). La risa libera la ansiedad, con la
falsa alarma. Es importante saber que sólo somos un punto de vista
posible, que casi seguro que estamos equivocados, en parte al
menos, y que hay otras opciones a considerar. Que los castigos y
recompensas sean inmediatos, iguales para todo el espectro social,
que los modelos sociales sean dignos, vulnerables pero admirables,
imperfectos pero motivadores de modo intrínseco; que la
información no sea excesiva, contradictoria ni busque la confusión
con mensajes incongruentes… En fin, es una lucha perdida pero que
hay que jugar e intentar soluciones por ensayo y error.

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6. BIBLIOGRAFÍA

MIS PUBLICACIONES RELEVANTES PARA EL TEMA (Emilio Gómez


Milán):
Milán):

a) capítulos 1 a 3 del libro el Rompecabezas del cerebro: La


conciencia. Sobre todo el 1, la inteligencia humana (accesible
online).
b) Artículo del año 2014 en la revista Crítica. Un monográfico
sobre Inteligencia humana con un capítulo mío sobre
Inteligencias múltiples y Arqueología de la mente.
c) Libro Flexibilidad Mental (2015). Editorial Artecitta
d) Verónica Juárez Ramos (2014). tesis doctoral dirigida por Emilio
Gómez. Neurociencia cognitiva: Diferencias entre distintas
poblaciones en tareas de toma de decisión. Universidad de
Granada (accesible en base de datos de tesis de la UGR).

LECTURAS RECOMENDADAS
RECOMENDADAS Y FUENTES DEL ENSAYO (en orden
aleatorio)

- Dean Burnett (2016). El cerebro idiota. Capítulos 3 y


4.Planeta.
- Walter Mischel (2015). El test de la golosina. Debate
- Carlo M. Cipolla (1988). Las leyes Fundamentales de la
estupidez Humana. Allegre ma non troppo.
- Pino Aprile (2006). Elogio del imbécil. Temas de Hoy
- Erasmo de Róterdam (1511). Elogio de la locura.
- Walter Risso (2010). El arte de ser Flexible. Planeta
- Ignacio Morgado (2017). Emociones corrosivas. Ariel.
- Adolf Tobeña (2016). Neurología de la maldad. Plataforma
editorial
- Ramón Nogueras (2020). Por qué creemos en mierdas.
Cómo nos engañamos a nosotros mismos. Kailas
- Paul Watzlawick (11º edición, 2019) ¿Es real la realidad?
Confusión, desinformación, comunicación. Herder

25
- Matteo Motterlini(2008) Economía emocional. Paidós.
- Malcom Gladwell (2020) hablar con extraños. Taurus
- Patricia Churchland (2012). El cerebro moral. Paidos
- Idriss Aberkane (2016). Libera tu cerebro. Planeta

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