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NIETZSCHE

1. El nacimiento de la tragedia

En su obra el nacimiento de la tragedia, Nietzsche nos muestra el particular modo de entender al hombre
que se deriva de las tragedias griegas (el hombre trágico)- a través de la conjunción de dos impulsos
contrapuestos que son representados por el dios Apolo y el dios Dionisos-.

Dionisos no es sólo considerado el dios de algo particular –el vino- sino que Nietzsche considera que lo
dionisíaco se refiere al todo en su conjunto, a la vida en su conjunto. Esto está relacionado con la sabiduría
de Sileno (tutor de Dionisos), que consistía en darse cuenta de lo absurdo e insignificante de la existencia.
Sileno era un viejo que vivía en los bosques y del que se decía que era un gran sabio y que era capaz de leer
el futuro. El rey Midas, ansioso por conocerle, envió a unos sirvientes a que le capturaran para poder verle
cara a cara. Cuando Midas tuvo oportunidad de verle de frente le preguntó: “¿Qué es lo mejor para los
humanos?”. Sileno, tras un largo silencio, contestó entre risas: “Estirpe miserable de un día, hijos del azar y
la fatiga: ¿Por qué me fuerzas a decir lo que para ti sería muy ventajoso no oír? Lo mejor de todo es
totalmente inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor en segundo lugar para ti es
morir pronto”

Conocer, en este sentido trágico, es asumir la verdad radical de Sileno. El fondo dionisíaco presente en las
tragedias es irracional, es indefinido, es el desbordamiento vital que acepta como propias las
contradicciones de la existencia, es lo pasional, es la música. En los ritos dionisiacos se producían éxtasis
colectivos en los que se suspendía la conciencia de separación del individuo de la naturaleza y se sumían en
el uno-todo. Se trataba de eliminar la barrera cuerpo y mente y de diluirse en la physis- naturaleza-. Por ello
hablar de la dimensión dionisíaca es hablar de disolución e indefinición.

Frente a esa desmesura y disolución pre-individual, Apolo representa la forma y el límite y las acciones y
personajes concretos. La dimensión apolínea se presenta como la luz, la razón y el orden.

La síntesis de estos dos instintos – apolíneo, racional y dionisiaco, irracional- se conforma una particular
visión del hombre, en la que las contradicciones propias de la dimensión dionisiaca- que provocan dolor y
sufrimiento- son aceptadas como parte de la existencia. Podemos decir que se trata de un pesimismo
afirmativo y vital: se trata de asimilar la verdad de Sileno (el absurdo de la existencia) y con ello sentir alegría
(IMPORTANTE: con ello, no a pesar de ello)

La cultura occidental se ha negado a aceptar esta dimensión dionisiaca presente en el hombre trágico, en la
que la vida se afirma con todas sus contradicciones. La historia de occidente es, por ello, una historia de

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decadencia, de negación de la vida. Frente a la figura afirmativa de Dionisos, Nietzsche presenta las figuras
del resentimiento de Sócrates y Cristo:

Sócrates (el primer hombre teórico): Sócrates se presenta como representante de aquella mentalidad en la
que vida puede llegar a ser conocida hasta sus últimos rincones mediante la racionalidad. La vida es un
objeto de conocimiento que debe someterse a las leyes de la razón. Para este hombre teórico la vida ya no
es digna de ser vivida, sino digna de ser conocida: el hombre teórico es el hombre de razón que se pone por
encima de sus inclinaciones irracionales. Además explica este mundo (a lo que Platón denominaba mundo
sensible) no desde sí mismo, sino a través de otro mundo (el mundo inteligible). Con Sócrates, aparece la
primera negación de la vida-esta vida-, que culminará con la figura de Cristo.

Cristo (el hombre ascético): Cristo será, para Nietzsche, quien lleve a cabo la negación de la vida de manera
absoluta. Es la figura del resentimiento y la mala conciencia, para el que la vida es algo culpable, responsable
y erróneo:

 La vida es, en primer lugar, culpable. Nace con el pecado y por ello se es culpable por el
mero hecho de existir. Este será el motivo del sufrimiento.
 En segundo lugar, la vida debe ser redimida a través del dolor.

Los ideales ascéticos renuncian a la vida (incluyendo placer y dolor) para ganarse la salvación: se trata de
buscar una redención que da sentido al sufrimiento, pero que esta fuera de la vida misma. Todo el dolor de
esta vida está justificado por la “otra vida”.

2. Dios ¿Ha muerto?

Aquí entra la famosa frase de Nietzsche “Dios ha muerto”. No encontramos ante una época donde ha
habido un gran florecimiento de cosmovisiones contrarias a la religión (darwinismo, socialismo...). Sin
embargo, esta sentencia de Nietzsche significa algo más que una mera constatación de los ateísmos
emergentes.

A modo de introducción de este “enorme acontecimiento” que supone la muerte de Dios, merece la pena
mencionar un pasaje titulado el loco (Gaya ciencia):

¿No habéis oído hablar de ese loco que encendió un farol en pleno día y corrió al mercado gritando sin cesar:
“¡Busco a Dios!, ¡Busco a Dios!”. Como precisamente estaban allí reunidos muchos que no creían en dios, sus
gritos provocaron enormes risas. ¿Es que se te ha perdido?, decía uno. ¿Se ha perdido como un niño
pequeño?, decía otro. ¿O se ha escondido? ¿Tiene miedo de nosotros? ¿Se habrá embarcado? ¿Habrá
emigrado? - así gritaban y reían alborozadamente. El loco saltó en medio de ellos y los traspasó con su

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mirada. “¿Adónde se ha ido Dios? -exclamó-, os lo voy a decir. Lo hemos matado: ¡vosotros y yo! Todos
somos sus asesinos. Pero ¿cómo hemos podido hacerlo? ¿Cómo hemos podido bebernos el mar? ¿Quién nos
prestó la esponja para borrar el horizonte? ¿Qué hicimos cuando desencadenamos la tierra de su sol? ¿Hacia
dónde caminará ahora? ¿Hacia dónde iremos nosotros? ¿Lejos de todos los soles? ¿No nos caemos
continuamente? ¿Hacia delante, hacia atrás, hacia los lados, hacia todas partes? ¿Acaso hay todavía un
arriba y un abajo? ¿No erramos como a través de una nada infinita? ¿No nos roza el soplo del espacio vacío?
¿No hace más frío? ¿No viene de continuo la noche y cada vez más noche? ¿No tenemos que encender
faroles a mediodía? ¿No oímos todavía el ruido de los sepultureros que entierran a Dios? ¿No nos llega
todavía ningún olor de la putrefacción divina? ¡También los dioses se pudren! ¡Dios ha muerto! ¡Y nosotros
lo hemos matado! ¿Cómo podremos consolarnos, asesinos entre los asesinos? Lo más sagrado y poderoso
que poseía hasta ahora el mundo se ha desangrado bajo nuestros cuchillos. ¿Quién nos lavará esa sangre?
¿Con qué agua podremos purificarnos? ¿Qué ritos expiatorios, qué juegos sagrados tendremos que
inventar? ¿No es la grandeza de este acto demasiado grande para nosotros? ¿No tendremos que volvernos
nosotros mismos dioses para parecer dignos de ella? Nunca hubo un acto tan grande y quien nazca después
de nosotros formará parte, por mor de ese acto, de una historia más elevada que todas las historias que
hubo nunca hasta ahora” Aquí, el loco se calló y volvió a mirar a su auditorio: también ellos callaban y lo
miraban perplejos. Finalmente, arrojó su farol al suelo, de tal modo que se rompió en pedazos y se apagó.
“Vengo demasiado pronto -dijo entonces-, todavía no ha llegado mi tiempo. Este enorme suceso todavía
está en camino y no ha llegado hasta los oídos de los hombres”.

El loco considera que ese acontecimiento que es la muerte de Dios todavía no ha llegado hasta nuestros
oídos (Dios ha muerto, pero aun no somos consciente de sus consecuencias). Debemos comprender de qué
habla Nietzsche cuando habla de Dios, puesto que Dios en este contexto se refiere a algo más que al Dios
bíblico. Dios es la metafísica occidental y la muerte de Dios implica una crítica a todo aquello que está más
allá:

 Crítica de la ontología: La metafísica occidental se basa en un desdoblamiento de la realidad en dos


mundos: mundo sensible y mundo inteligible. El mundo sensible es considerado un mundo de
apariencias, mientras que el mundo inteligible, supra-sentible, y en definitiva verdadero, es el
mundo superior que da sentido a esta realidad cambiante que percibimos. Esta escisión del mundo
en uno aparente y otro verdadero comenzó con Platón (mundo sensible y mundo inteligible),
continuó con el cristianismo (recordemos que para santo Tomás en Dios esencia y existencia se
identifican y los seres creados por él, participan en distintos grados de su perfección) y culminó con
la filosofía moderna de y Kant (Distinción entre fenómeno y noúmeno).

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Pero esta concepción dualista no está libre de consecuencias morales: ha supuesto la negación del
cuerpo y los apetitos corporales a favor del intelecto, cuya dignidad ontológica es mayor, y la
negación del devenir en favor del mundo verdadero.
 Crítica del conocimiento: Lo que Nietzsche trata de analizar aquí es la formación de los conceptos.
Cada concepto sirve para designar una multiplicidad de realidades que captamos a través de la
sensibilidad y de las que abstraemos los rasgos comunes. De este modo, a partir del mundo
cambiante y plural- que percibimos gracias a la sensibilidad-, el entendimiento genera los conceptos.
Las realidades cambiantes (devenir) cristalizan en los conceptos (estáticos). El lenguaje y los
conceptos no son más que un conjunto de metáforas útiles que utilizamos para habitar en este
devenir en el que vivimos y a cuyo uso nos hemos acostumbrado. El problema, dirá Nietzsche, es que
hemos olvidado que esos conceptos no son más que metáforas, lo que nos hace rechazar el devenir
y la contingencia, convirtiendo en verdadero y único conocimiento a aquellas realidades
permanentes que son los conceptos.
 Crítica de la Moral y la religión: También en el plano moral se recurre a esta escisión que supone
aplicar unos valores objetivos y universales, que no pertenecen al mundo terreno. Estos valores
absolutos niegan la vida porque no son más que un modo de defenderse del devenir y del
sufrimiento de la misma. La moral tradicional es anti-vital porque sus leyes van en contra de las
tendencias primordiales de la vida. La tarea del nuevo filósofo, según Nietzsche, es la de poner en
duda la moral. Ésta, en vez de aceptar como parte de la vida los instintos naturales y vitales,
encuentra sentido busca darle sentido desde otra vida. Existen, para Nietzsche, dos tipos de moral:
- La moral de señores. Propia de los espíritus elevados: la que ama la vida, la grandeza, el poder, el
placer.
- La moral de esclavos, que han invertido la moral para dar primacía a la pequeñez, la humildad, la
compasión, la resignación, la paciencia… Es decir, valores propios de oveja. No crea valores, es
pasiva. Nace con el judaísmo y el cristianismo (que es un platonismo vulgarizado), con los que el
concepto de pecado aniquila todas las formas y va lores más nobles de vida.

EL NIHILISMO

Nietzsche habla de la decadencia de occidente porque, como acabamos de ver, este niega la vida en
beneficio de valores superiores como Esencias, la Verdad, el Bien o Dios. Este gesto propio de la metafísica
convierte a la vida en nada (nadificación de la vida) y es denominado por Nietzsche Nihilismo (nihil=nada).

Ahora bien, ¿Qué implica la muerte de Dios? Implica que no podemos ya saciar nuestra sed de trascendencia
(el mar se vacía) y que perdemos toda referencia de acción y el origen de nuestros valores, puesto que ya no
podemos recurrir a algo que está más allá (se borra el horizonte). Sin esas referencias que guiaban nuestras

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vidas (ya no hay arriba y abajo, ¿Hacia dónde caminaremos ahora? Sin la idea de Bien –Sol- de la que
hablaba Paltón, nos quedamos sin el fundamento que daba sentido a la epistemología, ontología y moral:
nos caemos continuamente y erramos. El nihilista ha perdido todo aquello que daba sentido su vida; ha
perdido los criterios que le proporcionaban orientación y la posibilidad de fundamentarlos, lo que hace que
su mundo que hunda y de desmorone. Sin embargo, el nihilista permanece igual ante tamaño
acontecimiento: es incapaz de de reconocer el alcance de la muerte de Dios y se esfuerza por llenar el hueco
que ha dejado Dios en vez de aprender a vivir de un modo no metafísico. La fe en el Dios cristiano ha sido
sustituida por otra nueva, la fe en la razón. Nietzsche reconoce que la ciencia ha ido desmontando poco a
poco las verdades bíblicas, sin embargo, en su afán de alcanzar la verdad (voluntad de verdad) se ha
convertido en la nueva metafísica y con ello en un nuevo modo de negar la vida, puesto que con ella, la
realidad entera se cuantifica y clasifica (también la vida-diversa y contradictoria- se trata del mismo modo).
Los científicos- a través de las leyes y las matemáticas- proyectan un orden sobrenatural a la realidad
sensible que deviene constantemente, apresando así lo inapresable.

Pese a todo lo dicho anteriormente, con este nihilismo negativo (Primero como negación de la vida y
segundo como sentido de pérdida de referencia debido a la falta de coordenadas metafísicas a través de la
cuales interpretábamos el mundo cambiante) se abre la posibilidad de un nihilismo positivo. En el proceso
de “nihilificación” de Occidente, no sólo se ha negado la vida en nombre de esos valores superiores, sino que
también se han terminado por desvalorizar los valores superiores. El proyecto metafísico culmina, por tanto,
con la muerte de Dios y todos los valores asociados a él. Muerto Dios, se abre para los espíritus libres una
posibilidad de un nihilismo activo y positivo: el mundo sin Dios ya no se presenta como un territorio de
negación absoluta (sin horizonte, sin mar y sin sol), sino que aparece como un gran mar abierto, donde se
abren posibilidades nuevas e imprevistas. Se hace posible, entonces, una transvaloración de los valores: la
transformación de estos valores de negación en otros valores nuevos que nos permitan afirmar la vida (En
este sentido decimos que Nietzsche es un pensador inmoral – niega esta moral en favor de una nueva moral
que permita decir sí a la vida).

3. La máscara de Zaratustra

La muerte de Dios abre el camino hacia un nuevo concepto de hombre capaz de afirmar esta vida múltiple y
cambiante con todas sus contradicciones. Zaratustra aparece como el profeta de esta nueva clase de
hombres capaz de encontrar altos valores que fortalezcan la alegría de vivir (¡vosotros, hombres superiores,
aprended a reir!). Esto implica la introducción de:

 Una nueva ontología: La muerte de Dios implica la eliminación del mundo verdadero. Sólo entonces
seremos capaces de aceptar el devenir: en el mundo no hay orden, no hay ninguna legalidad o

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finalidad. Podremos entonces, aceptar el hecho de que nos encontramos en una realidad dinámica y
en un devenir caótico. Al afirmar el devenir rompemos la dicotomía esencia y apariencia, rompiendo
así cualquier resentimiento contra vida: afirmamos la vida inmanente, esta vida.
 Una nueva epistemología: Perspectivismo. El conocimiento del hombre no es más que la creación
de perspectivas. A través de estas perspectivas entramos en contacto directo con el devenir del
mundo. Toda represen tación del mundo es representación que se hace un sujeto; la idea de que
podemos prescindir de la situación vital del sujeto, de sus rasgos físicos, psicológicos, históricos o
biográficos, para alcanzar un conocimiento del mundo tal y como éste pueda ser (la idea de la
posibilidad de un conocimiento objetivo) es un absurdo. Percibimos, en cambio, perspectivas.

EL SUPERHOMBRE Y TRANSVALORACIÓN DE LOS VALORES (UN NUEVO SISTEMA DE VALORES)

Nietzsche nunca se esforzó por demostrar sus ideas, sino que se trató más bien de impulsar un modo
diferente de estar en el mundo (lo importante es el modo de vida que prescriben sus ideas, y en este
sentido, podemos decir que su programa es fundamentalmente ético).

En la gaya ciencia introduce la idea del eterno retorno. Veámoslo en palabras de Nietzsche:

¿Qué pasaría si un día o una noche un demonio se deslizase furtivamente en tu soledad más solitaria y te
dijese: “Esta vida tal y como la vives ahora, tal y como la has vivido, tendrás que vivirla no solo una, sino
incontables veces, y en ella nunca acontecerá nada nuevo, sino que cada dolor, cada placer, cada
pensamiento y cada suspiro y cada cosa indeciblemente pequeña y grande de tu vida deberá retornar a ti, y
todo en el mismo orden y sucesión- y así también esta araña y este claro de luna entre los árboles y también
este instante y yo mismo-. El eterno reloj de arena de la existencia dará la vuelta una y otra vez-¡Y tú con
ella, minúsculo polvo en el polvo!”?

Podemos comparar esta idea de Nietzsche con el imperativo categórico kantiano, convirtiéndolo así en la
siguiente fórmula: Cualquier cosa que quieras, quiérela de tal modo que seas capaz de querer también su
eterno retorno.

Lo que Nietzsche propone aquí, no es soportar esa carga del eterno retorno, sino amarla. Esto supondría la
afirmación definitiva de la vida. Al transformar el tiempo lineal (en el que se obra siempre para algo, para
alcanzar un fin) en circular, recuperamos también la inocencia del devenir. Se trata, por tanto, no de negar el
presente a favor de un futuro, sino más bien poder afirmar de cada acción “Así lo quise yo!, ¡Así lo quiero! Y
¡Así lo querré!” El eterno retorno no es más que la forma de alcanzar el gran sí a la vida.

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El superhombre (Übermensch) del que habla Zaratustra sería un estadio diferente de la humanidad de
afirmar la vida en todas sus dimensiones (contradicciones, placer, sufrimiento, dolor y alegría).

En el capítulo “De las tres transformaciones”, nos da algunas indicaciones del camino que debe seguir el
hombre para alcanzar el superhombre. Nos introduce las siguientes etapas:

 El camello: el hombre, en primer lugar, soporta como si fuese un camello el peso de la obediencia a
Dios y a las normas morales. Es un animal que posee cierta grandeza porque no acepta las tareas
fáciles y se pone a prueba cargando el deber, aunque su naturaleza es sumisa.
 El león: el camello se convierte en león cuando sustituye el “tú debes” de la ley moral, por el “yo
quiero” de la ley de su voluntad. El león siente el placer por la destrucción de lo establecido. Este se
libera de los valores pasados, pero es incapaz de crear valores nuevos.
 El niño: el león se transforma, por último, en un niño que juega sin prejuicios. El eterno retorno
forma parte de él, puesto que cuando acaba de jugar grita entusiasmado: “¡Otra vez, otra vez!”

El superhombre es este filósofo-niño. Este conquista la gran salud, que es física y mental. Ya no está
domesticado por la moral cristiana, sino que se encuentra más allá del bien y del mal. Su egoísmo es un
egoísmo saludable que brota de un alma poderosa.

Justo después de mencionar al superhombre, Zaratustra introduce al que llama el último hombre. Este,
consciente de que Dios ha muerto, vive instalado en el nihilismo negativo. No posee ni el heroísmo del
camello, pero todavía es incapaz de transformarse en niño. Es el hombre que vive por y para nada, un
hombre tan despreciable que es incapaz de despreciarse a sí mismo.

La transvaloración de los valores culminaría con la introducción de la voluntad de poder. La voluntad de


poder permite aceptar la riqueza abrumadora del mundo (igual que el eterno retorno podemos entenderlo
como un simulacro de explicación que permite proponer un modelo de vida).

Ahora bien, ¿Qué podemos decir de la voluntad de poder? La voluntad de poder es una tendencia al
incremento y al desarrollo: es una lucha por ser siempre más y mejor. Cada fuerza busca la incorporación y
superación de otras fuerzas con el fin de aumentar su poder. Pero no debemos confundir poder con
dominación, sino que de debemos entenderlo como un querer afirmarse a sí mismo y de expresar su
diferencia individual. En este sentido, hay quien prefiere hablar de potencia o poderío en vez de poder.

El mundo nietzscheano de la voluntad de poder supone entender la realidad como algo que no posee
ningún tipo de estructura o regularidad: se trata de un enorme caos de fuerzas contrapuestas luchando
ilimitadamente entre sí. La realidad quedaría reducida a unidades de fuerzas enfrentadas unas con otras. Lo

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único que define a estas unidades de fuerzas es el efecto que produce en las demás unidades de fuerzas y las
que producen en ella (cada fuerza choca con otras fuerzas y es afectado por otras.

- Problema del hombre: hombre trágico + hombre teórico (Sócrates) + hombre ascético (Cristo) + el
último hombre + Superhombre.
- Problema de la epistemología (y ontología): crítica a la ontología + crítica del conocimiento + decir
algo del Nihilismo? + Una nueva ontología + una nueva epistemología.
- Problema de la moral y la ética: crítica a la moral y a la religión + decir algo de Nihilismo? + la
transvaloración de los valores.
- Problema de Dios: Dios ha muerto (especial atención en la crítica a la moral y a la religión) +
Nihilismo.

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