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Biografía:

Venerable Mamerto Esquiú (1826 -1883)


Nací en la hermosa y norteña Catamarca, en Piedra Blanca, un 11 de
mayo de 1826. Fui llamado y bautizado con el nombre Mamerto de la
Ascensión Esquiú. Mis padres, se llamaban Santiago y María de las
Nieves, y tuve cinco hermanos: Rosa, Odorico, Marcelina, Justa y
Josefa. Por la gracia de Dios, fui criado en una familia sencilla,
trabajadora y de vida cristiana.
Siendo aún muy pequeño, una grave enfermedad afecto mi salud. Mis
padres luego de haber recurrido a todos los medios humanos posibles
para lograr sanarme, le prometieron a nuestro Señor, que si me
restituia la salud, me vestirían con el hábito franciscano promesa que
cumplio a mis 5 años de edad. En calidad de aspirante a la Orden,
contando apenas con 10 años, entré al convento franciscano de
Catamarca.
En 1841, nuestro Señor me concedió la gracia de ingresar al
noviciado entre los Frailes Menores de la Provincia de la Asunción en
Argentina. El 15 de mayo de 1849 celebré mi primera Misa siendo uno
de los momentos más importantes de mi vida. En 1853, en pleno
proceso de organización del Estado nacional, me tocó pronunciar el
sermón sobre la Constitución Nacional, pidiendo por la paz y la unión
de los argentinos. En espíritu de servicio y evangelización, entre 1855
y 1862, acepté también desempeñar un papel político activo, como
diputado y miembro del Consejo de Gobierno de Catamarca.
No obstante la importancia que tenia la política como servicio al
prójimo, mi corazón estaba deseoso de volver a la vida franciscana
regular, por lo que solicite el traslado en 1862 a un convento de
misiones en Tarija, Bolivia, como misionero apostólico, con el
propósito de llevar una vida más austera y oculta.
En 1870 fui propuesto a la sede episcopal de Buenos Aires, pero este
gran honor superaba mi indignidad y, por tanto, me alejé del país
peregrinando a Tierra Santa, a Roma y a Asís.
En Jerusalén, tierra bendita por nuestro Dios, en contacto directo con
aquellos lugares donde nuestro amado Señor vivió, mi alma ardia en
ansias de permanecer hasta el fin de mis días. Sin embargo, la
obediencia regresé a mi patria con el mandato de cooperar en el
restablecimiento de la vida regular entre los religiosos.
En 1879  rechacé nuevamente el nombramiento como Obispo de
Córdoba, pero el Sr. Nuncio me dijo: «Es voluntad del Santo Padre
que Ud. sea Obispo de Córdoba», a lo que Fray Mamerto responde:
«Si el Papa lo quiere, Dios lo quiere y acepta. Así se convierte en
pastor y padre solícito de esta diócesis mediterránea.
Fui consagrado el 12 de diciembre de 1880, siendo pastor del pueblo
de Córdoba luego de que permanecieran por tres años sin uno de
ellos. Mi principal misión allí era predicar la caridad y generosidad
ante toda necesidad, el celo en el ministerio, imitando las virtudes
evangélicas. El fundamento de mi actividad pastoral fue la intensa vida
de oración y de unión a Cristo.
Prediqué en casi todas las iglesias y capillas de Córdoba, dando
ejercicios espirituales en varios lugares; y los monasterios, hospitales 
cárceles fueron testigos de mi paso como Obispo. Cree el Taller de la
Sagrada Familia, lugar de trabajo para las mujeres sin recurso, y llevé
a cabo diversas obras de esta índole en estrecha colaboración con los
párrocos. Restablecí en el Seminario de Córdoba los estudios
teológicos.
Mi bien amado Señor me llamó a Su presencia, en la posta de «El
Suncho, Catamarca, el 10 de enero de 1883.

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