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1.El problema
2.Lo que pretendo
3.Significado de Agustín en la espiritualidad occidental
4.La verdad reside en el hombre interior: antropología
cristológica de la intimidad
5.Concéntrate en tu intimidad: espiritualidad deseante,
dialógica y agapaica.
6.El maestro exterior y el Maestro interior: pedagogía de la
iluminación
7.Conclusión
1. El problema
1
Tema tratado en C.Castillo M., ‘Dare ragione della speranza ai soggetti lacerati dell’America latina’, en
C.Aparicio Valls e Altri, Sapere Teologico e unita della fede, Studi in onore del Prof. Jared Wicks,Roma
2004, 219-247.
1
viator, la pregunta por su identidad y vocación, por la sabiduría que
se requiere para caminar con sentido, y por el Maestro que puede
enseñar a caminar en él.2
2. Lo que pretendo
2
interior a salir de mí para donarme al otro, negándome a mí mismo
por generosidad-, en las categorías helénicas-latinas propias de la
“imagen grabada en el alma”, más individualistas, que conducen a
que cada uno integre su yo y encuentre sentido a la vida y tenga
identidad prescindiendo de la historia. El ambiente de su época
estuvo marcado por una pérdida tal de identidad que se hacía
urgente conseguir ésta como condición previa para realizar lo íntimo
como generosidad que los primeros cristianos recogieron de Jesús.
En su misma experiencia personal de “perdición” Agustín muestra
dar prioridad fundamental a la cuestión de la identidad.
3
inspiración patética de hacer de cada ser humano roto un yo
personal sólido y intuitivo, convencido de su vocación profunda, y
capaz de contribuir a formar un cuerpo espiritual comunicativo que
de a este mundo la belleza generosa, generadora y solidaria que
cada cual tenemos en lo más íntimo, y que gracias a la particular y
misteriosa vocación común a todos y a la vez única de cada
persona, permite encontrar una identidad en medio de este mundo
que deshace la persona y la aniquila.
4
“Vuélvete hacia tí mismo, en el hombre interior habita la verdad” que
es Cristo. “Solamente el Espíritu de Dios [en Cristo] puede serme
mas íntimo de lo que soy yo en mi mismo por eso dijo Agustín sobre
el misterio divino : “Más dentro de mi que lo más íntimo mío”
(interior intimo meo), e hizo esta confesión personal: “Tarde te amé!
Y tu estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba.
Tu estabas conmigo mas yo no estaba contigo.” 9
9
Id. p .97
10
A. Mas Arrondo, Itinerario de vida cristiana según Teresa de Jesús, revista Aragonesa de Teología,
Zaragoza, 1999.
11
J,.Moltmann, id. p.99
12
Id. p. 99
5
Estas reflexiones de J. Moltmann me parecen interesantes pero
faltas de una contextualización que pudiera comprender los factores
que llevaron a Agustín a dar tales acentuaciones. ¿Por qué el alma
va a ser residencia de la imagen de Dios y no el cuerpo? ¿por qué
tal necesidad de interiorismo? ¿Por qué tal necesidad de
superioridad de la mente sobre el cuerpo, y del individuo sobre la
comunidad?. Es decir, ¿que problema tiene que solucionar Agustín
en su época que le exige concentrarse en el alma y le impide ver
más integralmente la imagen de Dios en todo el ser humano y no
solo en el alma?
Para una persona rota por dentro y en crisis es difícil encontrar una
alternativa nueva de vida si no le es dada. Las alternativas son
como la vida misma, un don que nos acontece, no una estrategia en
que nos empeñamos13. Y ciertamente, lo mas devaluado de la crisis
de la época fue el uso ilimitado e instrumental del cuerpo, desde la
esclavitud, hasta el desorden sensual. Ese cuerpo devaluado y
maltratado y el mundo que lo devaluó y maltrató creó las
condiciones para clamar por la urgencia de intimidad, que con todo
su peligro individualista, era el mejor modo de revaluar el ser
personal devaluado. Ha debido ser tan extremo el nivel de esta
devaluación que Agustín se vio impelido de ir al extremo opuesto
para encontrar un principio radical que propusiera a Cristo de
manera diáfana, y sin las ambigüedades que el cuerpo tenía. Ese
13
P.Sloterdijk, ha señalado “la gramática del concepto de revolución revela un cierto aire de familia con
el concepto de conversión, particularmente con la definición acuñada por Agustín. La conversión,
entendida de modo radical, es algo que los hombres no pueden llevar a cabo por sí mismos, es algo que
sólo les sobreviene por medio de la gracia de Dios. La conversión, por tanto, es un término que no se
aplica a una gramática de la acción Más bien tiene que ser pensada bajo el modelo de “acontecimiento”
[Ereignis] en P.Sloterdijk-H-J. Heinrich, El sol y la muerte, Siruela, Madrid, 2004, p.28
6
lugar diáfano y limpio era el alma, a pesar de las ambigüedades que
hoy podamos encontrar en él.
7
sobre lo que quieren, mas no todos oyen siempre lo que quieren.
Óptimo siervo tuyo es quien no atiende tanto a oír de ti lo que él
quisiera, cuanto a querer aquello que de ti oyere."
16
CXI,38, p. 628
8
El tema ya presentado antes en este congreso del homo viator
(“Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón estará siempre
inquieto hasta que no descanse en ti) y el del corazón inquieto,
supone una antropología de la inquietud radical, del deseo que se
agota sólo en Dios, pero que recibe una primera satisfacción
fundamental cuando le ocurre a cada persona el acontecimiento de
la conversión. Este acontecimiento es una gracia, no es un acción, y
permite descubrir la mas profunda intimidad o lo que hoy llamamos
la propia identidad que hace a la vez descubrir la propia vocación y
misión en Cristo.
9
Por ello en la espiritualidad del hombre interior, íntimo, podemos
expresar sobre Agustín lo que se llama “el amor a sí mismo” no
como intimismo egoísta, sino como le llama Rizzi el “amor al otro
que hay en mí”, que me permite no sólo encontrar mi identidad sino
también salir dentro de mí hacia el otro que me habita y a quien he
de atender y cultivar, como atiendo y cultivo al pobre, al
menesteroso, al herido del camino donde está Cristo presente (Mt
25,31-46; Lc 10, 25-37).
10
comparativamente, el Maestro interior es el único que enseña la
Verdad. De modo que nadie podrá enseñar y nadie podrá aprender
una verdad si desde el interior del alumno no operara la Sabiduría
del Espíritu de Cristo que es la Verdad:
20
C.XIV,45, p636
21
CXI,38, p.628
22
ver Introducción a “Del maestro”, p. 562-563
11
Así llevamos esas imágenes en lo interior de la memoria como
documentos de las cosas antes sentidas, contemplando las cuales
con recta intención en nuestra mente, no mentimos cuando
hablamos; antes bien. Son para nosotros documentos; pues el que
escucha, si las sintió y presenció, mis palabras no le enseñan nada,
sino que él reconoce la verdad por las imágenes que lleva consigo
mismo; mas si no las ha sentido, ¿quién no verá que él, más que
aprender, da fe a las palabras?23
23
C. XII 39, p. 630
24
id p 563-564.
25
Id. p 564
12
Mas bien, dado que en Dios siempre “vivimos y existimos”, tenemos
una participación cotidiana a El, de manera que “vemos la verdad
de Dios” como creaturas que ya viven en él. Aquí Agustín es mas
cercano a la idea de participación en Platón. La criatura ya
participante de la inteligencia de Dios, pero diferente a él por ser
creatura, vuelve a encontrar las ideas eternas, según las cuales
todo fue hecho, a través de los vestigios e imágenes de las
criaturas.
13
que ve las cosas verdaderas, le enseño algo diciéndole verdad,
pues aprende, y no por mis palabras, sino por las mismas cosas
que Dios le muestra interiormente.”
7. Conclusión:
28
(CXIV, 46, 636-7)
14
Queríamos encontrar en la lectura del De Magistro un aporte para
nuestra actual crisis del sujeto humano en la crisis epocal. Y hemos
sentido que sus palabras nos han suscitado sentir y aceptar nuestra
crisis en lo mas hondo del ser, afrontar nuestra ruptura y herida
actuales.
Los que bebimos y bebemos todavía de esta savia, por haber sido
sus alumnos, estamos todavía inmensamente agradecidos a los
maestros exteriores que nos permitieron esta experiencia. Gracias a
El Maestro ahora sabemos que se trataba solamente de “hombres
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Sloterdijk ha subrayado la importancia decisiva de las pequeñas comunidades cuando los tejidos
grandes de la vida del mundo se caen, o diluyen, así dice: Entonces es cuando se hace mucho más
reconocible que en cuanto el opus commune se desintegra en el nivel superior, los hombres sólo pueden
regenerarse en pequeñas unidades. P. Sloterdijk, En el mismo barco, Siruela, Madrid, 1998.
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doctrinados” a quienes de ahora en adelante no elogiaremos ya por
lo que nos enseñaron sino por lo que suscitaron en nosotros para
que nos enseñe y aprendamos del único Maestro, Jesús.
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