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Rousseau presenta ciertos elementos sobre los que tiene una visión optimista y otros sobre los

cuales tiene una visión pesimista. Por un lado, el filósofo ginebrino es optimista respecto a la
naturaleza humana mientras que, por el otro, es pesimista respecto a como la sociedad puede
influenciar en los individuos. El primero de estos dos puntos queda en evidencia al considerar la
descripción que el pensador realiza respecto al “buen salvaje.” En esta se muestra una visión
positiva de la vida previa a la asunción de la razón como elemento central de la vida. En
palabras de Rousseau: “El hombre salvaje, sujeto a pocas pasiones y bastándose a sí mismo, no
tenía más que los sentimientos y las luces propias a su estado; no sentía más que sus
verdaderas necesidades, no observaba más que lo que creía de interés ver y su inteligencia no
hacia mayores progresos que su vanidad” (Discurso de desigualdad: 53). El inconveniente con la
actualidad, que hace que el pensador referencie el pasado con nostalgia, es que el paradigma
de la razón que se impuso terminó haciendo que la sociedad se desvíe de este estado primitivo.
No se puede negar que este nuevo paradigma le permitió a la sociedad un gran progreso, pero
al mismo tiempo, el filósofo ginebrino argumenta que este “progreso de las ciencias y de las
artes no ha añadido nada a nuestra verdadera felicidad; si ha corrompido nuestras costumbres
y si la corrupción de las costumbres ha atentado contra la pureza del gusto” (Discurso de las
ciencias: 12). El desarrollo científico es una manifestación y magnificación de los vicios
humanos. No hay movimiento que, basándose en esto, pueda ser positivo para la sociedad. Lo
que se debe buscar ante todo es la felicidad de los miembros de la misma.

Por lo tanto, como conclusión, podemos ver que, si limitamos el análisis a los dos textos en
cuestión, Rousseau podría ser clasificado como pesimista. A pesar de esto, si se tiene en cuenta
El Contrato Social el veredicto cambia. El filósofo ginebrino realizó este escrito con la intención
de utilizar la razón para encaminar a la sociedad una vez más hacia el estado de la naturaleza
del hombre. De esto se puede inferir que, si este era efectivamente pesimista, no hubiera
hecho esto ya que sería fútil. Como consecuencia, sostengo que a fin de día es posible
considerarlo optimista o al menos alguien que cree que se puede mejorar.

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