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Las acumulaciones rocosas que se encuentran sobre la superficie terrestre abarcan una
amplia lista de depósitos sedimentarios que son caracterizados según su origen.
Debido a que están presentes junto a otros detritos de granulometría inferior (arenas
y arcillas) toman patrones texturales distintivos. Asimismo, su desarrollo está
condicionado a la geología de los macizos rocosos sobre las que tienen lugar y a las
condiciones climáticas del área geográfica donde afloran. Por lo que, se les clasifica de
acuerdo a su litología y propiedades físicas (matriz y textura). La lista de fotografías
de campo a continuación describe de forma práctica algunos de los depósitos
sedimentarios más comunes para su identificación sin recurrir a conceptos teóricos
detallados.
Los depósitos coluviales están presentes tanto en climas áridos (Figs. 1 y 2) como
secos, tienen apariencia de conos o pequeños abanicos los que no cuentan con un
espesor importante ya que corresponden a acumulaciones locales sin mucho
transporte. En algunos casos, pueden formarse en las cabeceras de terrazas aluviales
dando la apariencia de ser un mismo depósito (Fig.3).
Figura 1. Depósitos coluviales constituidos por gravas, arenas y arcillas. Las flechas indican el ápice de los conos
de detritos en contacto con el macizo rocoso.
Figura 2. Depósitos coluviales. La flecha indica la superficie del abanico conformada por rocas desprendidas.
Figura 3. Depósitos coluviales (señalados por la flecha superior) que sobreyacen a la parte erosionada de una
terraza aluvial (flecha inferior).
En determinadas ocasiones, las terrazas aluviales están representadas por niveles bien
estratificados. Compuestos por detritos mal clasificados cuya granulometría varía
desde gravas de cantos y gránulos hasta arenas de grano grueso (Fig. 5).
Por su parte, los depósitos eólicos están conformados exclusivamente por granos
de arena cuyos diámetros de partículas varían entre 0.5mm a 1mm. Mayormente se
les observa en áreas costeras bajo la influencia de climas áridos (Fig. 6). Vistos de cerca
en el registro estratigráfico, presentan laminaciones alargadas relacionadas a
depósitos coluviales o aluviales (Fig. 7).
Figura 6. Depósitos eólicos que tienden a levantarse sobre la loma rocosa.
Figura 7. Depósitos aluviales de gravas de gránulos y guijarros (flecha inferior) sobreyacidos por eólicos laminados
(flecha superior).
Así también, los depósitos fluviales afloran en terrazas tanto en áreas montañosas
o costeras (Figs. 8 y 9). No obstante, la textura al interior de éstos es notablemente
diferente a los anteriores. Debido a que sus clastos son redondeados, alargados y sobre
todo imbricados en una matriz que puede ser arenosa o arcillosa según las condiciones
hidrológicas y climáticas de su sedimentación.
Figura 8. Depósitos fluviales con cantos imbricados envueltos en matriz de arena y arcilla.
Figura 9. Depósitos fluviales de cantos imbricados (flecha superior) cuya erosión da lugar a otros menores
coluviales (flecha inferior).
Figura 11. Depósitos glaciares (señalados por las flechas). Nótese que conforman áreas topográficas más bajas
(lomas) en comparación al bloque montañoso adyacente.
Figura 12. Depósitos glaciares en el fondo del valle principal. Nótese que son distinguibles por medio de la
distinción topográfica. Además, son propensos a localizarse en nevados y lagunas aledañas que suelen colapsar.