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FELIPE CHAPARRO DÍAZ

LAS POTENCIALIDADES DE LA MEDICINA PSICODÉLICA: UNA


REFLEXIÓN CRÍTICA SOBRE LAS TENSIONES ALREDEDOR DE LA
EXPERIMENTACIÓN Y LA EXPANSIÓN DE SU USO

LÍNEA CONSTRUCCIONES SOCIO-CULTURALES DE LA SALUD Y LA


ENFERMEDAD

ANTROPOLOGÍA

SALUD, CULTURA Y SOCIEDAD


FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS
UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA
Bogotá D.C, 2020
Introducción

Decidí hacerlo solo, en mi casa, en mi cuarto y de día por si me quitaba el sueño. Eran las 4

de la tarde y el sol todavía llenaba el cuarto. Puse un poco de los cristales en mi lengua, lo

saboreé y era muy amargo, esperé un tiempo, pero no pasaba nada. Mi mente recorría el

cuerpo de arriba abajo esperando identificar algo sin tener ni idea de cómo era ese algo.

Volví a poner la misma cantidad en mi boca medida con el dedo, estaba con los nervios

expectantes, abierto, expuesto y con la mente tan atenta para captar la más mínima

sensación, pero nada o ¿sí? Probé un poco más y esperé, extrañamente no tenía miedo, me

sentía más tranquilo que todas las veces antes de probar alguna medicina. Pensé que quizás

era muy sutil para mi cuerpo que estaba acostumbrado a sustancias más intensas como el

yagé, los hongos o el peyote, sentí decepción y decidí esperar un poco más, fui al baño a

orinar y cuando lave mis manos me mire en el espejo y me sorprendió mi mirada, vi que

mis pupilas estaban dilatadas, grandes y de un negro profundo. En ese momento noté que el

corazón me latía con tanta fuerza que me hizo temblar, miré las palmas de mis manos y

sudaban, se me salió una risa y fui corriendo a mi cuarto. El atardecer entraba por la

ventana y hacía brillar todo, conecté el computador, puse una de mis playlist y me acosté en

la cama sin más.

Era la primera vez que probaba una droga sintética, a pesar de haber consumido diversas

medicinas psicodélicas durante toda mi infancia y adolescencia, nunca me había animado o

tan solo interesado en hacerlo. Antes de ese momento para mí las medicinas provenían de la

naturaleza no de un laboratorio, y se consumían en entornos ceremoniales en compañía de

personas expertas y con tradiciones milenarias dedicadas a cada brebaje. Las drogas
sintéticas por lo tanto eran para mi la antítesis en todos los sentidos de las de las medicinas

indígenas, eran responsables de diversas enfermedades individuales y sociales de nuestra

época como la adicción y la violencia, y en su intención de imitar los efectos de las

naturales terminaban siendo una versión perjudicial y decadente de las mismas.

Las razones por las que decidí buscarlas y a experimentar con ellas, quizás son las mismas

que me hicieron escoger este tema de investigación y emprender el camino que demanda:

necesitaba entender la pesadumbre corporal y el desorden mental que permanecían

constantes en mi vida cotidiana y que se manifestaban con tal intensidad en algunas de mis

periódicas tomas de yagé, que veía crecer en mi interior la posibilidad de volverme loco.

En cualquier intento de aprender sobre algo que nos rodea se encuentra la oportunidad de

conocer sobre nosotros mismos, y la conciencia de aquello y la honestidad al compartirlo,

pienso es lo que hace que una investigación tenga un carácter antropológico. Lo que me

permitió este proceso, que mezcla medicinas, personas, experimentos, y escritura, fue

abrirme a mi mismo y por ende a los demás como nunca antes lo había hecho y dejarme

permear por las historias y experiencias de otras personas y entidades en las que poco a

poco me fui reconociendo.

Probar el MDMA me ayudo a remover poco a poco obstrucciones internas que me

impedían fluir con mayor soltura y ligereza por la vida, y me llevo a investigar y a

compartir esta medicina con otras personas que lo necesitaran. Después de consumir

MDMA se los di a mis padres quienes tenían ideas similares frente a los sintéticos:

prejuicios y mucha desconfianza. Después de mucho conversar con ellos una mañana en el
comedor, mi madre definió que lo haría mientras que mi padre fue más reticente. Él es

médico y junto con mi madre han mantenido una relación estrecha y familiar con la

comunidad ai Cofán del Putumayo durante años, al punto de que me enviaban a este lugar

largas temporadas en mi infancia y adolescencia. Esta cercanía implico un consumo

temprano y frecuente de yagé para mis padres, para mi hermana mayor Uma y para mí. En

nuestra casa en Choachí, donde vivimos, se hacían con regularidad tomas de yagé, los

abuelos Cofán viajaban cada tanto para llevar la medicina a los citadinos de la capital y

personas de alrededor de buscaban emprender este camino de conocimiento y salud.

Después de probar el MDMA en mi y dárselos a mis padres, quienes se sintieron

sorprendidos, felices y agradecidos, se la di a mi tía, prima y abuelita. Al observar y

escuchar los buenos resultados en mi familia, decidí aprovechar las comodidades que tiene

mi casa al estar acondicionada para recibir personas y ofrecerles un tiempo en la naturaleza,

alejadas de sus rutinas y la velocidad de la ciudad al observar, para realizar encuentros

grupales para consumir esta medicina.

Después de años observando cómo se organizaban y llevaban a cabo algunas ceremonias

indígenas con distintas medicinas, de conocer personas dedicadas a esta labor, y escuchar

historias de buenos y malos viajes, diseñe un espacio de consumo por y para el MDMA en

un primer momento, más adelante empezamos a trabajar también con hongos. Participaron

personas cercanas y conocidas de mi familia y su círculo de amigos, así como mis amigos

de la universidad, con quienes tuvimos un proceso más constante de consumo que paso por

el MDMA, por la psilocibina y por el DMT, todo en un periodo de tiempo de alrededor 8

meses.
En ese orden de ideas y sensaciones, el interés de este trabajo investigativo se centra en

observar en que formas es afectada la vida y la experiencia cotidiana por la medicina

psicodélica y las prácticas que las rodean. Para ello me enfocaré en dos tipos de espacios

donde se hace uso de esta, por un lado, abordare el entorno que construí después de mi

encuentro con los sintéticos, encaminado a un modelo terapéutico de consumo o terapia

asistida. Y, por otro lado, está el ceremonial, enfocado específicamente en el yagé y la

comunidad Embera del Putumayo del resguardo la Cristalina y la comunidad Cofán

Duremo del Ecuador. Terapias asistidas es una categoría emergente aproximadamente en

los años 50s en EEUU, usada para nombrar los proyectos que desde el campo medico han

buscado investigar y experimentar con sustancias psicodélicas para tratar trastornos y

diversos problemas psicológicos.

Si bien mi interés no está centrado en los psicodélicos, ni en las terapias o ceremonias, sino

en las formas en las que se incide o afecta la experiencia de vida de los participantes a partir

de los estados alterados y de la exploración de la conciencia, el propósito de esta

investigación también es ofrecer una mirada panorámica de estas prácticas y sustancias, aun

a riesgo de ser incompleta, que permita problematizar las dinámicas exteriores y

constitutivas de la experiencia.

Al escuchar diversos viajes psicodélicos y a partir de la experimentación con mi cuerpo se

ha hecho visible la necesidad de comprender que las vivencias se encuentran

constantemente condicionadas o afectadas por variables como las dosis, los lugares, el

espacio y sus cualidades, las presencias, los objetos, así como el momento vital por el que

atraviesa la persona. Por ello, me resulta apremiante dedicar tiempo a estos asuntos que van
a marcar el rumbo del viaje y que nos sugieren rasgos importantes a tener en cuenta a la

hora de preparar los encuentros.

Los estados alterados de conciencia a diferencia de nuestra conciencia ordinaria o de

vigilia, que es con la que vivimos el día a día, pueden ser entendidos como aquellos

momentos culminantes de la experiencia humana, relacionados con algún tipo de

experiencia mística, no necesariamente religiosa. Prácticamente todas las culturas y

sociedades en la historia han desarrollado técnicas o herramientas para acceder a estos

estados; la meditación, ayunos prolongados, retiros de oscuridad o silencio, bailes, danzas o

ingesta de algún tipo de intoxicante. Los psicodélicos son una de las tecnologías milenarias

para acceder a estos estados, innumerables sociedades los han aprovechado en todo el

mundo y construido misteriosas formas relación, prácticas, y rituales, que mantienen el

equilibrio y renuevan su vínculo con la naturaleza.

En el primer capítulo me centro especialmente en la perspectiva científica y algunos puntos

fundamentales en su historia con los psicodélicos; la primera ola de interés que se

desarrollo en los 50s y 60s, las políticas de prohibición que los detuvieron y condicionaron

su proceder en el futuro, y la segunda ola de psicodélicos en el campo científico que

vivimos actualmente, con los avances más recientes en la experimentación.

En el segundo capítulo ahondo en el enfoque terapéutico que consolide durante un tiempo y

aprovecho la facilidad al acceso de la información y comprensión de los métodos para

ahondar en los elementos que compusieron este espacio y los factores que es necesario

considerar en los momentos de consumo. Todo ello para poder adentrarme en como el
cuerpo es afectado durante el viaje psicodélico, y como llevan a cabo los procesos de

integración de las y los participantes después de estas experiencias. En este capitulo resalto

la importancia de los momentos post viaje, de la compañía y de la expresión para para

procesar y reflexionar sobre lo vivido.

En el tercer capítulo, me aproximo a dos contextos ceremoniales indígenas, uno en el

Ecuador y otro en el Putumayo, para profundar en la necesidad de interesarnos no solo las

medicinas aisladamente, sino las prácticas que históricamente han rodeado las medicinas,

para poder acércanos de manera respetuosa y poder tener una perspectiva más compleja

sobre las mismas plantas y sustancias. Todo ello para reflexionar sobre el concepto del

buen vivir y las relaciones interculturales que alimentan las medicinas, así como las

estrategias y herramientas que estas comunidades manejan y que pueden ser útiles en los

procesos de integración de las experiencias psicodélicas así como en las políticas de

regulación y reducción de daños.

Considero que tratar de condensar adecuadamente los conocimientos que las culturas

indígenas han venido acumulando durante cientos, tal vez miles de años, sobre el uso de

una medicina es una tarea descomunal; comprensiones que son imposibles de capturar ni

siquiera en décadas de etnografía del mejor antropólogo. Es por el cariño y profundo

respeto que tengo hacia estos pueblos con los que he crecido desde que tengo memoria que

opto por asumir mi condición de completo inexperto y evitar llenarme la boca de lo que a

simple vista puedo considerar es la esencia de medicinas como el yagé.


“Y mientras yo estaba allí vi más de lo que puedo decir, y yo comprendí más de lo que vi;

porque yo estaba viendo de una manera sagrada la forma de todas las cosas del espíritu, y la

forma de todas las formas en que deben vivir juntos como un solo ser.” Hehaka Sapa,

Sioux.

Los procesos de salud en sus infinitas diferencias tienen en común un impulso corporal

hacía la vida, una fuerza responsable del movimiento, de la búsqueda y exploración de

caminos y alternativas, lo que nos lleva a conocer personas, tradiciones, o probar

sustancias. Es una certeza acerca del poder y el deber de hacernos cargo de nosotros

mismos. Aquello contiene una paradoja muy profunda: aunque nadie más pueda saber

mejor que nosotros mismos lo que nos sucede internamente, la misma condición de habitar

un cuerpo, implica una ceguera hacía el interior. Se trata de la imposibilidad de conocer de

manera absoluta lo que somos y nos habita y de ahí la causa primera de cualquier búsqueda

de salud; la mirada al interior, el deseo de comprender lo que se manifiesta y lo que no en el

cuerpo.

En ese sentido, la enfermedad suele ser un móvil que muchas veces acerca las personas a

los psicodélicos y a prácticas ceremoniales que los contienen, ya que las sustancias ofrecen

un viaje en el que se penetra en el propio cuerpo y se explora lo que no es visible y

comprensible aún. Los estados alterados son periodos en los que es posible obtener

imágenes sobre lo que acontece en la profundidad e intimidad del cuerpo y reconocer así lo

que nos sucede. Pensemos por ejemplo en los escáneres médicos y su objetivo; ofrecer un

diagnóstico producto de las imágenes obtenidas por distintos medios. Para ello, los rayos X

hacen pasar un haz de energía a través de alguna parte del cuerpo que, bloqueada por
huesos o partes del cuerpo harán que los detectores utilizados arrojen una imagen digital

que será interpretada (health, 2019) El ultrasonido por su parte, usa ondas sonoras para

impactar cada parte del cuerpo, las cuales las reflejarán de forma diferente y construirán a

partir de eso una imagen. Otros tipos de escáner inyectan sustancias radiactivas que son

medidas por un detector afuera, o utilizan imágenes y ondas de radio para afectar las

moléculas de agua dentro de los tejidos (health, 2019) En ese sentido, ¿Cómo funcionan las

sustancias?

Se trata de materia que viene de una preparación y un proceso de transformación y que

tiene la capacidad de afectar y realizar un trabajo, hablamos de un haz de energía (como los

rayos x) que se ingiere e introduce en el cuerpo. También podemos hablar de sonido, en la

mayoría de los entornos en que consume sustancias la música y los estímulos de este tipo

están presentes, y además de sensibilizarse el odio, el cuerpo entero físicamente es afectado

por las ondas. Y si, además, tomamos las sustancias como un teñidor o pigmento, como en

el caso de las sustancias radiactivas ingeridas, funciona entonces, como un “marcador” que

permite visualizar el interior. Por último, si reparamos en que las sustancias se riegan y

distribuyen por todo interior gracias al sistema circulatorio y líquidos del cuerpo,

proporcionan en tal caso, imágenes en tiempo real de cómo están estos canales y flujos

internos, y permiten detectar donde hay bloqueos.

A diferencia de estas tecnologías, que empezaron a usarse en el siglo pasado y necesitan de

médicos especialistas que interpretan las imágenes obtenidas, los psicodélicos capacitan

principalmente a quien los usa, para interpretar los datos recogidos. Aunque dentro de las

prácticas indígenas, los conocimientos de los médicos tradicionales o curanderos son


fundamentales para analizar con mayor profundidad los que experimenta, la actividad

fundamental es conversar y compartir la información sobre las sensaciones. Es el acto de

expresar y escuchar lo que potencia el análisis de lo que sucede el cuerpo, y abre así, las

posibilidades para relacionar de manera sensible los sucesos de la vida de cada uno, para

comprenderse mejor y cambiar lo que sea necesario, tomar un rumbo de manera autónoma.

De ahí que comúnmente se escuche a quienes se acercan a los psicodélicos, hablar del

“crecimiento personal” de “aprender nuevas formas de afrontar la vida” de “cambios de

hábitos” “solución de conflictos (familiares, personales, comunitarios)” como razones para

buscar estados alterados de conciencia, experiencias intensas, culmines, de este tipo. Esto

no implica que en todas las ocasiones las personas ya lleguen con alguno de estos

propósitos, sino que son puntos de convergencia en los que pueden ir desembocando las

experiencias.

En el caso de las ceremonias tradicionales de yagé, los Cofanes y diversas comunidades

indígenas afirman casi de forma unánime cuando se les pregunta ¿para qué toman yagé?

Que se toma medicina para llevar un buen vivir. Una frase que más allá de los múltiples y

quizás infinitos significados que se puedan extraer, es de una sencillez que abruma y al

mismo tiempo sosiega. Llevar un buen vivir es un concepto que relaciona los distintos

ámbitos y dimensiones de la vida del ser humano, reúne y conecta los vínculos familiares,

con los comunitarios, con el territorio y otras formas de vida que lo habitan, hace visible,

por dar un ejemplo, el lazo entre la alimentación, las capacidades del cuerpo y las

emociones.
En contextos ceremoniales se resalta y se puede dilucidar que las sustancias se encuentran

dentro de un contexto mayor, podemos observar, por ejemplo, los conocimientos que se

tienen sobre el resto de las plantas y especies con las que se relacionan estas en el

ecosistema, y como eso influye en las preparaciones, brebajes, y manejos ambientales de

los que forman parte. Las medicinas no aparecen como algo aislado y desconectado, hacen

parte de las epistemologías como entidades dinámicas, con la capacidad de cambiar de

forma y conectadas con una multiplicidad de dimensiones (FLORES, 2018)

La forma en que se realiza una ceremonia es un retrato reconocible de cómo ha sido el

proceso de encuentro entre una comunidad y la planta de conocimiento, pues las prácticas

varían y se distinguen de un pueblo a otro. A las ceremonias las caracteriza el ritual, una

serie de órdenes y disposiciones de los elementos que marcan una tradición, la renuevan

constantemente, y garantizan la efectuación de las intenciones propuestas. Las cualidades

de estos rituales reflejan además de la historia de la relación planta/ser humano, los

requerimientos que la planta ha demandado y las posibilidades que ha mostrado sobre cómo

habitar los territorios; llevar un buen vivir. El ritual hace visible el territorio, es una forma

en que el lugar se narra así mismo.

En ese sentido, los efectos curativos de la medicina no se pueden observar simplemente a

nivel fisiológico, en la forma en la que actúan las moléculas con nuestro sistema nervioso,

glándulas, hormonas, o cerebro. Es necesario observar el impacto en los ámbitos de la vida

de la persona, así como la práctica que le da rumbo a la experiencia; la compleja

interacción entre los distintos factores situacionales que conecta una medicina. Lo que
permite que la sustancia encuentre un campo fructífero para el autodescubrimiento o la

reflexión depende en gran medida del diseño y la estructura que se proponga implementar.

De aquel modo de hacer y relacionarse con las sustancias por parte de las comunidades

indígenas, deriva mi inquietud de pensar y crear un espacio acorde y propicio para el

consumo de sustancias, que desde el principio sea evidente que se diferencia de lo

ceremonial, pues no solo sería torpe e irrespetuoso intentar imitar tradiciones milenarias y

misteriosas, sino además porque ahora entiendo que justamente ese era el siguiente destino

en el viaje y las instrucciones de la planta, alejarme para discernir lo aprendido, y liberarme

de lo que hasta entonces me había sugerido lo que buscaba. Había que explorar nuevos

espacios y medicinas para procesar lo que estaba bloqueando y que tenía relación

justamente con mi consumo.


Capítulo 1:
La medicina psicodélica en la actualidad: investigación post prohibición y
posibilidades.

Las drogas, que desde principios muy remotos habían acompañado al ser humano en cada

rincón del planeta, a mitad del anterior siglo terminaron protagonizando una temperamental

y estricta lucha contra su uso. Haciendo el esfuerzo por remontarnos a los acontecimientos

específicos que iniciarían esta puja constante por el control del consumo, es necesario

mencionar, sin duda, el 17 de diciembre de 1914. Fecha en la que Estados Unidos daría

inicio oficial a la lucha con sus políticas prohibicionistas con la Ley Harrison, prohibiendo

el consumo de cocaína y opiáceos, con algunas excepciones. Posteriormente, ya en los años

70 el presidente Richard Nixon declararía abiertamente “la guerra contra las drogas”.

(Gonzales, C., & Grup Igia, 2000).

Este slogan transformó la imagen del consumidor que ya no es solo delincuente y enfermo:

se convierte además en un enemigo interior. Efectivamente, el miedo frente a la sublevación

de la juventud condujo a numerosos países occidentales, traumatizados por los

acontecimientos de mayo del 68, a ratificar, tras Nixon, la equivalencia decretada por los

hippies entre uso de drogas y transgresión del orden establecido (Ralet, O., & Grup Igia.

2000, pág. 41).

Con la Convención Única de Estupefacientes de Nueva York de 1961 y de 1971 en Viena,

se propone organizar bajo cuatro categorías las sustancias que serán sometidas a control. Se
resalta el hecho, como bien lo menciona Oliver Ralet, que las sustancias, consumidores,

productores y comerciantes serán objeto de penalización estatal. El estado debe encargarse

de controlar la ejecución de estas sustancias para fines científicos o médicos, o más

exactamente para sus intereses. Bajo el segundo convenio (Viena, 1971) se incluye dentro

de la lista a barbitúricos y enteógenos que en su mayoría son medicinas tradicionales,

denominados en el convenio como alucinógenos. (Gonzales, C., & Grup Igia, 2000) (Pazzi,

A.) (Arroyo, M. D. P. G. 2011) (Peruga, A. 2001).

Todo este control, reglamentación y prohibiciones se dieron bajo la premisa de velar por la

salud pública. El consumo, aplicación o fin de las drogas sin importar su contexto ni

procedencia, sean naturales o artificiales, se considera discriminadamente como elementos

de contundente riesgo para la salud pública. (Valderrama, J. R. 2011) (Arroyo, M. D. P. G.

2011). Desde las convenciones mencionadas se incrementó la penalización, persecución, y

el miedo alrededor de los psicoactivos, fenómeno que se explicaba desde la premisa de que

su uso implicaba el riesgo de sufrir de trastornos mentales, síndromes de dependencia,

intoxicación transitoria, envenenamientos, o enfermedades que conducen eventualmente a

la discapacidad y la muerte (Ralet, O., & Grup Igia. 2000).

Es curioso que las convenciones, estas premisas, y los argumentos científicos en contra de

las drogas que las sostenían (que se incrementaban sin parar de repente como si tratara de

experimentos fugaces), parecieron unir a los gobiernos del mundo, más allá de las

ideologías que para el momento los tenían en medio de la Guerra Fría (ROJAS-JARA,

2019). Las drogas y la represión que implicaba su prohibición se perfilaron como un buen

factor unificador de los Estados y de las relaciones internacionales frágiles de la época.


Podríamos considerar que se trató de una buena excusa del poder para renovar el control

sobre la población, ya que las medidas que debían tomar quienes se unían y firmaban estos

acuerdos, englobaban diversos ámbitos de la sociedad, en especial acuerdos económicos.

Las políticas abarcaban y afectaban lo rural por su presunto papel en toda la fase de

producción de cultivos, pasando por los laboratorios científicos y clandestinos, que se veían

vigilados, controlados y subvencionados por el Estado, así como el consumo y posesión, el

cual eral centro de las políticas prohibicionistas. El consumidor poco a poco se convirtió en

el elemento fundamental del discurso, desde el campo científico y la prensa se definió y

difundió un perfil y un comportamiento que se sostenía, iba en contra de los valores de la

sociedad y la ponían en riesgo. Aquello permitió allanar cualquier espacio y catalogar de

enfermos, delincuentes, y holgazanes a quienes no fueran del agrado de los gobiernos, a las

poblaciones que fácilmente se las podía asociar a algún tipo de sustancia y que no

azarosamente fueron las minorías migrantes, racializadas y de clases bajas.

Tratándose del alcohol, el razonamiento identifica inicialmente a los irlandeses, que

ya en tiempos de Cromwell habían sido vendidos como esclavos en el mercado de

Virginia, y más tarde a los judíos e italianos; son despreciables porque beben vino o

licor, pero beben vino o licor porque son despreciables. Tratándose del opio sucede

lo mismo, aunque el grupo en cuestión sean los chinos, que para los sindicatos

tienen el vicio adicional de trabajar más y por menos dinero. En el caso de la

cocaína son los negros, que pretenden igualdad de derechos con los blancos, y en el

de la marihuana serán los mexicanos, cuya irrupción plantea resentimientos

análogos a los centrados sobre irlandeses, judíos, italianos, chinos y negros. Drogas
realmente demoledoras que consumen millones de personas, como los barbitúricos,

no llegan a simbolizar minorías despreciables y permanecen más de medio siglo

como simples medicamentos, libres de estigma social y legal alguno. (Escohotado,

1996 pág. 607)

Sin embargo, entes de la etapa prohibicionista, en las décadas de los 40s, 50s, y principios

de los 60s, la ciencia era la más interesada en los psicodélicos, ya que vio en las sustancias

y en las culturas que tradicionalmente las usaban, una fuente de posibilidades para la

medicina que se encontraba en crisis debido a las guerras mundiales. Era necesario

industrializar por completo los medicamentos para cubrir la demanda de los soldados, labor

que empezó a liderar EEUU al no ser una potencia afectada por las guerras.

En medio de la experimentación en los laboratorios farmacéuticos y de las exploraciones de

científicos en territorios ancestrales, se dio la primera ola de los psicodélicos en la ciencia.

Las investigaciones de la época tomaron fuerza gracias al popular descubrimiento (1938) y

consumo (1943) de LSD del cientifico Albert Hoffman. Esta época de apertura a la

experimentación con psicodélicos en el campo médico y terapéutico abarco un sin número

de sustancias. También Hofman sintetizo la psilocibina gracias a unas pruebas de hongos

mexicanos enviadas por su amigo el micólogo francés Roger Heim (López, 2014).

Luego aparece el MDMA gracias a Alexander Shulgin, quien también experimento en sí

mismo con las sustancias que sintetizaba y las repartió a su grupo de amigos terapeutas

interesados en el tema. En el 88 Luois Lewin sintetiza la mezcalina, principio activo del

peyote, y durante esas décadas nacen un sin número de barbitúricos y otras sustancias. Se
calcula que se produjeron más de mil artículos relacionados a aplicaciones

psicoterapéuticas con sustancias sintetizadas a partir de compuestos naturales y sus

principios activos o hechas directamente en el laboratorio, en más de 40.000 pacientes

(Timmermann, 2014). Los investigadores realizaron muchos ensayos que obtuvieron

resultados favorables (Grinspoon y Bakalar, 1979; Krebs y Johansen, 2012;Rucker, Iliff y

Nutt, 2018), y se abre así un ámbito de investigación sobre sustancias que pronto empezó a

permear a la medicina convencional. Aquella ola de estudios y experimentación duro

alrededor de dos décadas hasta que se vio aplacada por el prohibicionismo, la reacción

política detuvo las investigaciones y se suprimieron en su mayor parte hasta la década de

1990 (Dyer, 2020)

La incapacidad para manejar los riesgos y problemáticas por parte de la institucionalidad y

la crisis que eso ha implicado en todos los niveles refleja ante todo su ignorancia frente a

las sustancias. Un ejemplo de ello ha sido la incompetencia a la hora de categorizarlas y

agruparlas para legislar al respecto, al punto de juntar indiscriminadamente algunas que no

mantienen ninguna relación entre sí como la cocaína y el LSD, que además de afectar de

maneras distintas el cuerpo, las condiciones de producción y su influencia en el mercado

son muy diferentes entre sí.

La información de calidad y la investigación científica al respecto fue por mucho tiempo

insuficiente, aumentando aún más los riesgos que trae su uso. El poco conocimiento que

existe sobre las dosis adecuadas o letales de cada sustancia vuelve imprescindible construir

y dar a conocer las distinciones y particularidades de estas. La marihuana, por ejemplo, en

la última década ha ganado terreno en el campo científico y farmacéutico, y con ello se ha


ampliado la discusión social y política frente a los riesgos y posibilidades que puede

implicar su consumo. Además de temas sobre la salud, se ha traído a colación cuestiones

sobre justicia económica, climática, y racial, que es necesario tener en cuenta con esta

sustancia para no avanzar en la regulación sin considerar a las minorías que se

históricamente se han visto estigmatizadas, y que también pueden obtener beneficios de

este negocio y mejorar su calidad de vida. Así como reconocer los derechos que tienen las

comunidades sobre las plantas que hacen parte de sus prácticas ancestrales.

Debido a la profundidad que alcanzo en el sentido común el discurso prohibicionista, y a

las intensas crisis de la salud pública que provocaron la crueldad de sus mecanismos de

acción, el campo científico en las últimas décadas tuvo que replantear su proceder frente al

tema y construir un paradigma alternativo frente a las drogas. Que revaluara su ética frente

al tema para no seguir siendo una fuente de información mentirosa que justifica el proceder

del Estado y que contribuye al reduccionismo biomédico y jurídico penal del consumo

(ROJAS-JARA, 2019). Además, era necesario explorar alternativas terapéuticas para

muchas de las enfermedades para las que los tratamiento convencionales no funcionan, han

agravado el problema, y que se intensifican en nuestra época, como los trastornos mentales

y emocionales.

A la sombra del imaginario que implanto la guerra contra las drogas ha venido creciendo el

interés en las sustancias psicodélicas y los diseños que las envuelven, transformándose de

manera sustancial los procedimientos respecto a las investigaciones de la primera ola para

adaptarse a los criterios éticos y parámetros de los ensayos clínicos más actuales.
Debido a que el interés de esta investigación está enfocado en la implicaciones y

potencialidades de los psicodélicos en nuestra sociedad, podemos partir de la idea de un

mundo post prohibicionismo como punto coyuntural. Es importante mencionar que son

varias las organizaciones, fundaciones, e instituciones que en el mundo comienzan a

experimentar bajo la lupa del rigor científico los posibles usos de las medicinas

psicodélicas. La Multidisciplinary Assosiation for Psychedelic Studies (M.A.P.S.), New

York University y Johns Hopkins University en Estados Unidos, o el Imperial College en

Londres, son algunas de las instituciones que están liderando la investigación y los procesos

jurídicos para la legalización clínica de algunos psicodélicos que aún son ilegales la

mayoría de los países.

Actualmente, no existe un modelo de terapia único que incluya sustancias en el ámbito

clínico, se combinan tipos de psicoterapia y técnicas diferentes con algún psicodélico según

las afecciones. Las más frecuentes en los últimos años, según un estudio publicado en la

revista de la American Psychological Association, son el apoyo no directivo, la terapia

manualizada para TEPT (trastorno de estrés post traumático), la terapia cognitivo-

conductual, el apoyo guiado, y con un menor porcentaje de uso pero presente, está la

creación de significado, la terapia motivacional, las pautas de apoyo de ibogaina, la terapia

existencial, la terapia de atención plena, entre otras (Dyer, 2020). La sustancia más usada

en los estudios clínicos más recientes, según el mismo artículo es la psilocibina, seguida del

MDMA, la ibogaina, ketamina, ayahuasca, LSD y óxido nitroso (Dyer, 2020). Según el tipo

de afección y las particularidades del paciente, los terapeutas piensan en las combinaciones

más útiles y efectivas entre técnicas psicológicas y psicodélicos.


Es importante aclarar que se trata de estudios en fase de experimentación y que, para su

aplicación, apenas empieza a darse luz verde para el MDMA y la psilocibina ya que van en

fase tres de experimentación, donde se aplican a grupos más grandes de personas (Quintero,

2019) las dos en contextos y casos específicos.

Las principales afecciones para las que se han llevado a cabo estos rigurosos

procedimientos de experimentación son: para TEP en casos de mujeres víctimas de

violencia sexual y de soldados atrapados por la guerra, para trastornos por abuso de

sustancias como alcohol, nicotina, opioides y unos pocos sobre cocaína, para TRD

(depresión resistente al tratamiento), ansiedad asociada a enfermedades potencialmente

mortales, y TOC principalmente (Addy, 2016) Los resultados de estos estudios no sugieren

que cada sustancia solo funcione para alguna enfermedad y que por lo tanto sus efectos

sobre el cuerpo y los procesos de salud sean unívocos, solo muestran que por el momento

los esfuerzos investigativos se están centrando en aflicciones y sustancias específicas.

También podemos observar que la totalidad de enfermedades para las que se están usando

estas sustancias pertenecen al ámbito psicológico, y en su mayoría resultan ser las más

frecuentes en la población mundial, pues son características de la vida moderna (Zepeda,

2019).

A diferencia del uso temprano de estas sustancias en el ámbito científico en donde se

buscaba aislar los principios activos para sintetizarlos y patentarlos desde las empresas

farmacéuticas, podemos observar que las investigaciones más contemporáneas buscan

trabajar con las sustancias en las formas en que ya se conocen. Uno de los ejemplos más

emblemáticos sobre las consecuencias devastadoras que tuvo la descontrolada producción y


venta en todo el planeta de fármacos fabricados desde sustancias que alteran la conciencia

fueron los opioides.

Los pacientes diagnosticados con dolores fuertes de cualquier tipo se convirtieron a adictos

a los opioides recetados por sus médicos desde la década del 80, sin embargo, la crisis de

opioides empezó a hacerse visible al principio de este milenio. La publicidad y mensajes

engañosos de la industria farmacéutica se consideran culpables de este crimen que además

de dependencia ha causado millones de muertes por sobredosis. Además de la información

manipulada y marketing se habla de sobornos y amenazas a médicos para incentivar la

promoción de opioides. Farmacéuticas como Purdue Pharma se encuentran actualmente en

líos jurídicos por este dilema, porque se ha evidenciado que esta epidemia fue previsible y

de alguna manera manufacturada desde el principio (Bel, 2021). “Los datos muestran que

unas tres cuartas parte de los individuos que consumen heroína empezaron con recetas de

opioides” (Bel, 2021) hechas por sus médicos.

La dependencia como consecuencia del consumo de estos medicamentos es algo que hasta

ahora empieza a ser claro y público (situación similar a la de los fármacos antidepresivos)

sin embargo, la epidemia de opioides es muestra de una crisis mayor; de las consecuencias

de la excesiva confianza en la medicina tradicional y sus tratamientos característica de las,

y del poder sobre los cuerpos que por ende, se le entrego a la medicina y la economía que la

sostiene.

Actualmente, existe en las personas un estado de desconfianza profundo en la medicina

tradicional, además de la evidente transformación de la salud en un negocio y de la


corrupción al interior del sistema, existe escepticismo frente a la perspectiva médica y sus

tratamientos que en la mayoría de los casos son netamente farmacológicos. Aquello ha

generado un fenómeno reciente de búsqueda de alternativas en espacios fuera de este

campo y esa es quizás la razón más frecuente por la que cada vez más la gente se acerca a

los psicodélicos. Nos encontramos en una época en donde se están conociendo y

experimentando corporalmente los límites de la ciencia para tratar las enfermedades y los

efectos a largo plazo de muchos de los medicamentos recetados durante décadas. En

especial los asociados a la dependencia a los fármacos, pues se trata de condiciones que se

manifiestan a largo plazo, por lo que quizás las consecuencias más fuertes aún no han

ocurrido.

La experimentación actual de la ciencia con los psicodélicos pone sobre la mesa distintos

puntos a tratar, por un lado, la responsabilidad que tiene de proteger las sustancias de los

intereses del mercado y las dinámicas de las farmacéuticas, así como la necesidad de abrir

sus paradigmas y perspectivas a las epistemologías que milenariamente han estado cerca de

estas sustancias, para tener así una relación más equilibrada, ética, con las comunidades y

menos extractiva con la naturaleza.

Es necesario que la ciencia aprenda de los errores cometidos en el pasado en razón a este

tema, para que revalúe constantemente sus criterios de experimentación y el grado de

independencia necesario con respecto al Estado y sus políticas. En ese orden de ideas, ¿En

qué puede la ciencia aportar a los consumidores? ¿Cuáles son sus límites con respeto a los

procesos de salud de las personas? ¿Y en qué medida y en qué puntos se relacionan estos
avances científicos con la experimentación que igualmente las personas realizan con las

drogas fuera de los espacios que la ciencia pueda abrir?

Un ejemplo con respecto a esto último fue un evento al que pude asistir en México, en

donde el consumo de sustancias era uno de los ejes de esta opulenta convención y se

realizaban ceremonias con taitas y personas expertas de medicinas tradicionales.

Anarchapulco

Anarchapulco es el principal evento de Liberty en el mundo para pensadores y activistas

que se celebra anualmente en Acapulco, México (anarchapulco, 2022). En el 2019, año en

el que asistí en compañía de los abuelos Cofam para unas ceremonias, contó con una

asistencia de más de 2 mil personas. Fue fundado en 2015 por el activista y empresario Jeff

Berwick, canadiense inversor en Bitcoin y fundador de blogs podcast y demás medios

enfocados en difundir la filosofía del anarcocapitalismo. El evento se basa en los principios

de esta corriente y del libertarismo, filosofías que promueven el anarquismo y la protección

de la soberanía del individuo que se garantiza por medio de la propiedad privada y el libre

mercado. Lo que conlleva a un rechazo rotundo del Estado como institución que ejerce el

monopolio de poder legitimado y de las entidades bancarias que ostentan el control sobre la

economía, pues asumen que capitalismo y el libre mercado garantizan en sí mismos la

libertad y la prosperidad.
Uno de los ejes centrales en Anarchapulco son las criptomonedas: Bitcoin, Litecoin, Ether,

etc.…. Las inversiones en metales preciosos y el desarrollo de filosofías de vida

“antisistema”. Desde este discurso las criptomonedas han permitido que se desarrollen

opciones de libre mercado, brindado más soberanía a las personas con respecto a su libertad

financiera personal y un sentido de seguridad con respecto a su información y privacidad.

Entre los nombres más reconocidos de los conferencistas y oradores que estaban presente el

2019 aparece: Ron Paul, ex miembro de la Cámara de Representantes del Congreso de los

Estados Unidos y candidato presidencial para las primicias del partido Republicano en dos

ocasiones John McAfee, creador y fundador de la compañía de software McAfee y Roger

Ver fundador de Bitcoin.com.

El evento dura diez días, en los que hay conferencias, mesas de trabajo, fiestas en la playa,

conciertos, una gran variedad de talleres enfocados en coaching, mindfullnes, yoga, y las

atractivas ceremonias con psicodélicos. El evento se encuentra organizado en 4 grandes

componentes: el primero es el Free Your Family Camp, enfocado en la desescolarización

radical, los derechos de los niños y los padres pacíficos; el segundo componente

denominado AnarchAwaken (despertar anárquico) se centra en la salud y el bienestar,

donde se presentan expertos de todo el mundo para apoyar y ayudar a los participantes a

vivir mental y físicamente más libres; el Advocacy Stage estáa compuesto por oradores de

talla global que se enfocan en temas de historia, filosofía y espíritu empresarial

(anarchapulco, 2022)
Pero ¿qué tiene que ver todo esto con los psicodélicos? A lo largo de esa semana, el evento

contaba con una serie de ceremonias; tres de yagé con indígenas cofánes del Ecuador, dos

ceremonias de peyote con indígenas Wiraricas de México y dos ceremonias de 5MEO-

DMT con un terapeuta psicodélico mexicano. Todas organizadas por una persona; Igor, un

psicoterapeuta mexicano y “chaman” como él se autodenomina, ¿cómo podría relacionarse

este tipo de experiencias con la filosofía de esta corriente? ¿Y qué implica la combinación

de estas actividades con el resto que ofrece el evento?

La idea que Igor tenía desde hace varios años era llevar indígenas al evento según me lo

había comentado. Él se puso en contacto con la familia cofán y los taitas que tienen

relación estrecha con mi familia y decidió que al viaje irían taita David Queta, su esposa

T`n T`n, y taita Edilberto, todos de Ecuador. La mañana en la que se tenía programado el

vuelo a Ciudad de México Igor llegó a mi casa en Bogotá donde estaban alojados la familia

Cofán, y para su sorpresa y enojo los taitas solo habían llevado un frasco de medicina, lo

cual según él no era suficiente para las tres ceremonias.

De forma apresurada, sabiendo que tenían que estar lo antes posible en el aeropuerto,

lograron que se hiciera llegar otro frasco de yagé a mi casa y me pidieron el favor para que

al día siguiente viajara a México y les llevara la medicina que les faltaba. De esta forma el

14 de febrero, llegué al terminal de transportes de la Riviera Diamante, a 30 minutos de

Acapulco a la 6pm. El siguiente paso era coger un taxi y darle la dirección del hotel en el

que estaba transcurriendo el evento. Cansado, después de 16 horas de viaje, al entrar a las

instalaciones del hotel, quede estupefacto al ver el lugar: Un hotel de 5 estrellas, hecho de

tres edificios que forman una gigantesca pirámide al estilo azteca, con tres piscinas, siete
restaurantes, dos campos de golf, y playa privada. Estas, son solo algunas de las

características del opulento lugar. Para mi sorpresa todo el complejo había sido alquilado

por una semana para disposición exclusiva de los asistentes al evento.

Para las ceremonias Igor había contratado unos músicos mexicanos de “música medicina”

como titulaba el folleto al evento, que se caracterizaban por letras de temas espirituales en

sus canciones, además contrató dos asistentes que estaban encargados de velar no solo por

la seguridad y contención de los participantes durante la ingesta de las sustancias, sino de

su completa comodidad: tenían que arroparlos, alcanzarles líquido, pañitos, recoger y

limpiar el vómito, entre otras cosas. Las ceremonias transcurrían en unos grandes salones

de convenciones, con aire acondicionado y alfombra; en los que los participantes estaban

acostados en colchonetas alrededor de un altar que se armaba con flores, frutas, plumas,

salvia blanca, entre otros elementos, ¿qué implicación tiene un espacio de este tipo en la

experiencia psicodélica? ¿Qué relación tiene el lugar con cada medicina y los recorridos

que esta hace hasta llegar? La ceremonia iniciaba con unas indicaciones por parte de Igor

que eran impartidas en inglés (no recuerdo haber escuchado un solo asistente al evento que

hablara español).

No se trata de negar que las personas en estas ceremonias logran procesos profundos y

significativos debido a la exuberancia, el lujo, y el protagonismo de los intereses

económicos en el evento, pues el agradecimiento y la felicidad de estas mismas por tener la

oportunidad de estar ahí era notorio y sincero. No podría tampoco establecer si el espacio es

recomendable o no, o si se hace un buen uso o mal uso de la medicina, pues eso no tendría
sentido, las mismas sustancia ponen en tensión estos moralismos y obligan a una reflexión

más profunda.

Lo que es importante resaltar, son las dinámicas que giraban alrededor de la organización

de las ceremonias, de las cuales pude dar cuenta de primera mano, pues la relación que Igor

mantenía con los indígenas sentí, que era problemática en muchos sentidos. Recuerdo

claramente que la actitud y posición de Igor con respecto a ellos era de que les estaba

haciendo un favor al traerlos, que además de darles trabajo les estaba dando un gran paseo,

y con habitaciones en un hotel 5 estrellas, como señalo en dos ocasiones.

T´n T´n había traído con ella gran cantidad de artesanías de su comunidad y familia,

collares, colmillos, aretes y pulseras en su gran mayoría hechas con chaquiras y semillas de

su territorio, pues es tradición que después de la ceremonia las mujeres y artesanos

extiendan sus artesanías para venderlas, ya que esto representa una buena parte de sus

ingresos y ayuda económicamente a las familias de la comunidad que no tienen la

oportunidad de salir. Así que después de la ceremonia pusimos las artesanías en el suelo, a

lo que Igor de inmediato nos dice que ese no era el momento, que ya habría otra

oportunidad de vender. Uno de los primeros enfrentamientos contundentes que se dieron en

la semana fue cuando T´n T´n finalmente pudo poner sus artesanías en una mesa que les

habían asignado afuera de las salas de conferencias donde transitaban muchas personas,

pero para la sorpresa de todos, eso molestó a Igor por no habérsele informado que ellos

iban a estar en contacto con los asistentes sin su presencia, ya que según comentó, él

necesitaba que lo vieran junto a ellos para promocionar su nueva fundación que está en

construcción. Un elemento adicional a esta idea fue que los obligo a utilizar sus ropas
tradicionales siempre que estuvieran con él. Si lo que se busca es que las ceremonias sean

realizadas por quienes milenariamente se han relacionado con las planta ¿Cuál es el lugar

de los indígenas en este espacio donde su autonomía se ve limitada constantemente?

La mañana después de la última ceremonia de yagé era el día programado para el viaje de

regreso a Colombia, todos los indígenas estaban agotados y comentaban no aguantar un

solo día más fuera de casa. Igor se tenía que quedar todavía otro par de días en el evento,

así que les compró los pasajes por tierra de Acapulco a Ciudad de México y un Airbnb para

quedarnos esa noche en la ciudad. De esta forma empacamos nuestras cosas y fuimos a la

habitación de Igor para que los taitas recibieran el dinero del pago por las ceremonias.

Las cuentas fueron las siguientes: le entregó 700 dólares a Taita David, 500 dólares a Taita

Edilberto, y 400 dólares a T´n T´n. Cuando salimos de la habitación, el disgusto de ellos era

notorio en sus rostros y gestos, pero no decían ni una sola palabra. Esperando en el terminal

de Acapulco ya lejos del hotel, no se contuvieron más y comenzaron a quejarse, afirmando

que era una injusticia lo que habían recibido después de todo el trabajo, 9 días en el evento,

tres ceremonias, y solo esa cantidad de dinero. Si bien en el momento no teníamos ni idea

de cuánto dinero había recibido Igor por las ceremonias, el ambiente en el que estábamos y

las personas con las que estaba tratando sugerían que el dinero no era para nadie un

inconveniente.

Ya en Bogotá, entre a la página de Anarchapulco, por curiosidad respecto a todo que había

visto y específicamente por la manera en que eran presentadas y ofrecidas las ceremonias.

Vi l sección de Tickets, donde mostraban todos los eventos a los que se puede acceder, con
el precio que cuesta cada uno: las cenas VIP con personalidades de la comunidad, las

fiestas, retiros, clases de yoga, clases de defensa personal, y, por supuesto, las ceremonias,

entre otros. Si hay algún evento que le interese a una persona, esta simplemente puede dar

click en Buy Now o Comprar Ahora, para que se le añada a su carro de compra electrónico.

Cada ceremonia tenía un costo de 250 dólares, con un cupo máximo de 50 personas por

ceremonia (todas las ceremonias estuvieron al máximo de su capacidad). En total se

hicieron 3 ceremonias solo de yagé, repartidas en la semana, otras tres ceremonias de

peyote y tres ceremonias de 5-MeO-DMT.

Para hacernos a una idea de la dimensión del dinero recogido por Igor y los organizadores

del evento, podemos hacer un cálculo sencillo. En la ceremonia de yagé estuvieron 50

participantes, cada uno pagó 250 dólares, eso quiere decir que por noche se recogían 12.500

dólares. Ya que fueron tres ceremonias de yagé las que se hicieron, eso da un total de

37.500 dólares. Así que una de las primeras preguntas que me surgen es ¿dónde quedó todo

ese dinero? O mejor dicho ¿en quién? Esta más que claro que en la familia cofán no fue.

Por su parte lo que ganaron trabajando en las ceremonias solo representó una pequeña parte

de las ganancias, 1.600 dólares para ser más exactos. Para ser justos también hay que

reconocer que Igor pagó el transporte por tierra desde Ecuador a Bogotá, luego los vuelos

de Bogotá a Ciudad de México y el bus hasta Acapulco. Si bien, en el acuerdo inicial, Igor

les garantizaba la comida durante el viaje, era solo la comida que el evento daba

específicamente a los miembros del staff, voluntarios, y empleados del Hotel. La cual

despertó horror en todos nosotros al verla ya que se trataba netamente de un montón de

paquetes (Doritos, papas, galletas), gaseosas, una que otra fruta, todo presentado en forma

de buffet para que cada cual agarrara lo que quisiera. Los taitas y T`n T`n acostumbrados a
una dieta alta en proteína, especialmente de carne de monte y pescado, no iban ni siquiera a

probar esa comida. Desde el segundo día buscaron restaurantes en una zona popular dentro

de la Riviera Diamante donde íbamos todos los días a buscar algo para comer y que fuera

asequible porque esos gastos ya corrían por cuenta propia.

Todos estos detalles nos hablan de una asimetría en la relación entre Igor y los indígenas,

que resulta aún más impertinente al tratarse de un contexto de índole espiritual, donde el

trabajo de los indígenas resulta fundamental y parte de una generosidad significativa de sus

conocimientos y tradiciones. Y más aún porque hablamos de una población que

históricamente ha sido desfavorecida y no reconocerlo actualmente y actuar

consecuentemente, evidencia una indiferencia absoluta y conveniente, una falta de reflexión

y sensibilidad a la hora de relacionarse.

Las nueve AnarchMedicines en total recaudaron una exorbitante suma de 112.500 dólares,

es decir, unos 427 millones de pesos colombianos. Es por esta razón que podemos pensar

que las dinámicas económicas alrededor de la medicina psicodélica actualmente significan

una generación importante de capital, y demuestran el predominio de los intereses interés

económicos y el estatus sobre beneficios que ofrecen de otra índole.

Ya sea en retiros espirituales, a través del turismo psicodélico, eventos de liderazgo,

escuelas de formación neooechamáanicas, investigación científica, congresos

internacionales, o ceremonias privadas, la medicina psicodélica se está convirtiendo en un

preciado objeto de deseo e intercambio. Y, además, en una herramienta capaz de potenciar

los entornos en los que se introduce y sus ideologías, en ese sentido, cómo nutre o se
relaciona el uso de medicinas con las ideologías, corrientes filosóficas individuales o

colectivas en las que se inserta?


Capítulo 2

Aspectos constitutivos de la experiencia psicodélica y las formas en que la

afecta la vida de los participantes.

2.1 El set and setting

El set and setting es una categoría popularizada en 1964 por Timothy Leary, el psicólogo y

escritor estadounidense conocido por sus disputas con el gobierno de este país por difundir

ideas pro-drogas. Debido a que su traducción al español es inexacta, se puede entender este

concepto a rasgos generales como mentalidad y contexto o actitud y entorno. Leary lo

retoma en su libro La Experiencia Psicodélica: Un Manual Basado en el Libro Tibetano de

la Muerte para desarrollar cómo funcionan las sesiones con psicodélicos en el campo

psicoterapéutico. Si bien, Leary fue quien popularizo estas categorías, se sabe que eran

conceptos que derivaban de la inquietud generalizada de los terapeutas de la época, que

estaban pensando en diseñar espacios de consumo que fueran más cómodos, pensados

específicamente para experiencias psicodélicas, y por ende, que demandaran sensibilidad y

empatía en el psicoterapeuta.

De la misma manera, es posible observar estos aspectos en tradiciones de diferentes

pueblos, en donde además de tenerse en cuenta la disposición y propósitos de las personas


que asisten a las ceremonias, la estructura ritual responde a estas necesidades y parten de la

continuación entre el cuerpo y el territorio. En ese sentido, estas categorías sin duda nos

remiten a la epistemología occidental, en donde hay limites claros para el cuerpo y una idea

marcada de individuo.

Set and setting se podría llegar a pensar son categorías que corresponden respectivamente

al adentro y el afuera, sin embargo, esto sería un reduccionismo abstracto que no sugiere

mucho. La premisa de estas categorías se basa en el más simple de los análisis; si se toma la

misma sustancia psicodélica en la misma dosis, pero en dos ambientes distintos o en dos

momentos de la vida diferentes, se puede apreciar la contundencia con la que la experiencia

se ve alterada. La cualidades y formas del consumo de sustancias van a marcar las pautas,

los descubrimientos y el espectro de lo que se experimenta.

Otros investigadores más contemporáneos también han contribuido a desarrollar la

importancia de estos conceptos como el Dr. Ido Hartoghson, autor del libro American Trip:

Set, Setting, and the Psychedelic Experience in the Twentieth Century (FECHA).

Hartoghson ha escrito extensamente sobre cómo los sistemas sociales más amplios se

reflejan y expresan en la experiencia psicodélica, no se trata solamente del entorno

entendido como es espacio físico donde se consume, sino del espacio social, las normas que

lo configuran y por lo tanto afectan también las experiencias psicodélicas. En su libro

combate la idea de que las drogas tienen efectos específicos sobre el cuerpo independientes

del entorno, y se apega al descubrimiento de quienes han experimentado con sustancias de

como es más bien el escenario el que encamina los efectos y las propiedades de las drogas.
El set and setting para este autor, se trata de factores no biológicos o extra farmacológicos,

que, por lo tanto, se construyen socialmente y varían con las épocas, espacios y territorios.

Estas categorías van dando cuenta de la potencia latente de los psicodélicos, de su

capacidad para afectar los ámbitos de la vida que se desean procesar, y de la plasticidad de

sus propiedades, que permiten moldear el viaje y se deforman según las presiones que se

apliquen. Si observamos, por ejemplo, las múltiples formas en las que se ha consumido

históricamente o en diferentes espacios un misma sustancia, se evidencia la efectividad que

estas tienen para satisfacer los deseos y propósitos de quien las utiliza; ya sea para festejar o

lograr extraer toda la diversión posible de una fiesta, para mejorar el rendimiento y la

creatividad laboral, para tratar miedos e inseguridades de la infancia, o para conectarse con

la corriente espiritual en la que uno cree.

2.1.1. Set: mentalidad, preparación, creencias

El Set también denominado mindset o mentalidad, hace referencia como mencionamos, al

estado interno de la persona, pero, ¿qué tanto puede caber en este concepto? O mejor, ¿es

posible definir el estado interior?

Aquí podemos deternos en un punto importante, en como la experiencia psicodelica

estimula preguntas frente a nuestro estado emocional, el analisis, por ejemplo, de como

llegamos a un encuentro de este tipo en el que generalmente hay personas desconocidas y

se realiza en un espacio que no es propio… Demanda la observación de los propios temores

y deseos, de los prejuicios y la actitud. La sustancia desde antes de su consumo, provoca


una mirada hacia el interior. Implica incomodidad al llevarnos a nuevos entornos, así como

preparación corporal y mental antes del consumo.

Un elemento repetitivo en contextos ceremoniales y terapéuticos es el propósito o intención

por la cual la persona busca esta experiencia. En ocasiones se trata de algún tipo de

enfermedad, algún trauma pasado, o dudas frente a decisiones actuales. Hay un movimiento

de recogimiento de uno mismo y de sus intenciones en el momento presente, que derriba a

su vez de la necesidad de cuidado del propio cuerpo.

Los propósitos a veces se pierden, y cuando pasan los años el propósito se olvida, se

olvida que hay que llevar propósitos y se empieza a tomar por tomar. Yo caí en eso,

yo iba a tomar por tomar y no era como en un inicio que tenía propósitos muy

claros. (Claudia, entrevista personal 12 de abril del 2019)

Según Claudia los propósitos evitan el automatismo en las acciones. Un objeto o maquina

es automático cuando no necesita de nadie más para funcionar, pero no se trata de

independencia sino de incapacidad de reflexionar y reconocerse a sí mismo como agente.

Podemos imaginar que el “tomar por tomar” que menciona Claudia respecto a su relación

con el yagé, implico un grado de ausencia en sus propias decisiones, una actitud poco

crítica frente lo que se hace que pudo observar más adelante y se convirtió en un

aprendizaje.

Cuando se toma muy seguido no es que haya propósitos en todo momento… pienso

que generalizar en eso también puede ser un problema. En todo caso, con el yagé se
puede tomar desde una perspectiva como paciente, como aprendiz o como maestro.

Entonces si es como paciente es la tarea de ir con un propósito, y de mejorar frente a

problemas o situaciones que tiene en su vida porque en esas cortas horas pueden

salir señales muy importantes para mejorar la vida; y muchas veces ocurre que no

siempre es así, sino que hay que repetir varias veces procesos para clarificar y

entender cosas. (Oswaldo, entrevista personal 12 de abril del 2019)

Con la respuesta que Oswaldo le da a Claudia, podemos percibir que un propósito no tiene

una forma única, no siempre es una frase con un sentido completo y claro o una meta que

se pretende alcanzar en algún momento. Pareciera que se trata de un ejercicio afín al rol de

paciente, de quien asiste esporádicamente y no de quien dedica su vida a este camino de

conocimiento, que ayuda a evitar el consumo mecánico y en ese sentido, la dependencia.

Pero, el concepto de paciente también nos remite a la medicina y la manera en que procede;

ofrecer respuestas a los malestares de las personas. Sin embargo, una diferencia

fundamental y evidente sería como mencionamos, la no linealidad en el proceso; no se hace

una pregunta y se obtiene una respuesta automática, se trata como menciona Oswaldo, de

señales, de cosas que se pescan, atrapan, pillan en medio de la conversación con la

medicina, o sea con uno mismo, de la que se extraen reflexiones prácticas para los

propósitos que se tienen o que surgen durante el proceso también. En ese orden de ideas, al

asistir a este tipo de encuentros ceremoniales, inevitablemente ocupamos un rol, que es

necesario reconocer para poder detectar elementos que nos permitan entrar en sintonía con

el contexto y también cuidarnos a nosotros mismos.


Una categoría tan amplia e integradora como Set hace evidente también, la dificultad de

tomar en cuenta absolutamente todas las variables que pueden entrar en juego muestran la

imposibilidad de abarcarse a uno mismo por completo, de concebir el cuerpo y la vida

como una totalidad inteligible. Y en ese sentido, nos abre a la experiencia, situación que no

siempre sucede antes del consumo y que suele suceder durante el viaje. En todo caso, de

esa sensación se desprende el saber de qué es imposible controlar lo que se vive con la

medicina, porque precisamente al ser el interior una imagen del exterior, contenemos todo

lo existente y aquello se escapa a nuestro entendimiento. Plantear un propósito antes de

consumir demuestra esta paradoja; es posible prepararnos, reducir riesgos, disponernos y

concentrar esfuerzos y toda nuestra atención en algo, pero así mismo es imposible prever

los efectos de una sustancia en el cuerpo, y lo que encontraremos o no durante la

experiencia.

Al otro día de una ceremonia realizada en Choachí hace algunos meses, hablábamos con un

grupo pequeño de personas sobre como en las ceremonias de yagé uno se sorprendía por la

diversidad de asistentes que hay, de orígenes y oficios diferentes, con creencias y vidas

muy distintas, que aun así logran conectarse con lo que para ellos es importante a través de

una misma medicina.

María Elena (2019) comentaba que en su toma de yagé fue capaz de ver y sentir la

conexión con la virgen María (Duran, 2019). Eduardo, por su parte, un practicante laico de

budismo zen, que participaba de la conversación también, comentaba que gracias al yagé

podía observar mándalas (símbolos fundamentales de esta corriente) y que llegó a

experimentar la vacuidad en su proceso con la medicina. También estaban presentes


personas que han construido su espiritualidad alrededor de tradiciones indígenas del norte

como los Lakota, y en su caso su conexión responde al Gran Espíritu y a los bisontes

corriendo en las praderas norteamericanas. Y, por último, Rubén, nos comentaba a todos

que sus experiencias con yagé le han permitido “seguir explorando su camino espiritual,

que ha estado lleno de conocimientos de diferentes culturas” y que por lo tanto se le

complica definir. Aquella mañana, mientras desayunábamos nos preguntamos cómo era

posible que una misma medicina tomada además, en la misma ceremonia catalice

experiencias tan diferentes…

Para mí el yagé es una herramienta, es un mecanismo de sanación de curación pero

también es importante tener un sentido. Entonces parto de que es importante tener

un propósito no solamente personal sino también aparte del yagé, o cualquier tipo

de planta, elemento o sustancia que altere la conciencia de manera positiva, deben

ser encaminados bajo una estructura, tener también un fundamento, una estructura

meditativa, una estructura espiritual, una razón de un creer, de llevar un sentido.

Porque el indígena cofán con el yagé, o el huichol con peyote, tienen una estructura

tradicional, con una forma de creencia, pero en el caso del mestizo, del no indígena

es necesario que tengan una estructura, una formación dentro de un estado

espiritual, que tengan algún principio u órdenes que le permita la misma medicina

trabajar sobre eso, porque si la persona no tiene un trabajo propio es más difícil

poder profundizar (Oswaldo, entrevista personal 12 de abril del 2019)

El propósito toma la forma ahora de sentido, que es también un sistema de creencias, una

tradición que puede guiar, u órdenes y principios que funcionan como una base en el
pensamiento. Aquellos conocimientos y prácticas que implica cada camino por distinto que

sea, funcionan como lo muestra el comentario, como una estructura que ayuda a canalizar

tanto en el viaje, como el post viaje, ya que permite integrarlo a la vida cotidiana ya que la

medicina no lo es todo, hace parte de un proceso más amplio.

Con los comentarios de cada participante podemos hacernos una idea de su camino de

conocimiento o su filosofía, aunque, no nos aproximemos de manera profunda para ahondar

en sus propias construcciones dentro de marcos en los que insertan. Sin embargo, es

interesante que Daniela menciona no sentirse cómoda con alguna categoría religiosa, y

llama “espiritual” a su camino, lo cual suele ser una constante entre las personas no

indígenas que participan de estos espacios de consumo para referirse a sus intenciones y

proceso en el que las medicinas participan.

Al ser un término tan popular en la mayoría de los discursos contemporáneos, empieza a

repetirse sin mucha reflexión y pocas veces indagamos sobre qué es lo que estamos

diciendo cuando lo decimos. Por momentos parece que fuera un sustituto de la palabra

religión, como si esta última implicará algo negativo. ¿Por qué hay tanta reactividad y

rechazo frente al concepto y a las religiones actualmente? Un ejemplo de ello puede ser el

reproche que en varias ocasiones he escuchado en las ceremonias de Yagé por el uso de

imágenes y símbolos cristianos en las malocas.

Dicho rechazo, quizás se deba a la manera como la historia en su macro mirada ha

mostrado el impacto de las doctrinas religiosas en la sociedad y su posición en los procesos

de colonización, también puede tener relación con el continuo brote de iglesias y sectas
(entendidas como un sector religioso que se desprende otro más amplio) que percibimos

cotidianamente. Lo cual, ha continuado acentuando la distinción entre razón y fe que viene

desde el renacimiento. Sin embargo, cuando pensamos superficialmente en la religión, no

vamos más allá del dogma y de la institución, y olvidamos profundizar en la dimensión

mística de estas corrientes; en las prácticas y conocimientos que cada individuo construye

dentro de cualquier religión, tradición, o filosofía, su selección y orden particular para

conectarse con lo divino, y las posibilidades de crecimiento y salud que pueden encontrarse

en ello, como lo menciona Oswaldo en su comentario:

La medicina cumple un papel importante en abrir la conciencia, pero también se

requiere tener un previo orden de ideas, o una previa comprensión de cosas de su

propia vida, para que a través de la medicina se logren facilitar las respuestas

adecuadas para su vida. (Oswaldo, entrevista personal 12 de abril del 2019)

Otra característica que suele implicar el concepto de espiritualidad como lo menciona

Daniela, es la agrupación de sentidos y prácticas místicas de muchas culturas en una sola.

Debido a la globalización del conocimiento, la optimización del transporte para moverse

por el mundo, y la creciente difusión en las redes sociales de interpretaciones que se hacen

distintas tradiciones, las personas hemos podido acceder superficialmente a muchos

conocimientos, situación que podríamos considerar también como una de las causas de la

popularización de las medicinas indígenas. Pero ¿Cómo reflexionar sobre estos encuentros

interculturales y específicamente los que contienen medicinas? ¿Cómo funcionan estas

aproximaciones dentro de los caminos de conocimiento de las personas y como transforman

las relaciones y vínculos?


El hecho de que las medicinas catalicen experiencias y caminos de conocimientos tan

distintos se debe quizás a la sensibilidad interior que desarrolla en las personas, antes,

durante, y después. Etimológicamente la palabra psicodélico se originó acuñando dos

componentes léxicos griegos: Phyché que significaba literalmente alma, respiro, aliento

(Chile) (aunque actualmente se le ha dado un sentido científico: mente) y Delos, que

significa en griego antiguo: que salta a la vista, evidente, conspicuo (Chile) .

Estas relaciones entre palabras nos sugieren que los psicodélicos actúan como un espejo

capaz de reflejar y hacer visible el interior; si el estado de la mente es ansioso, los

psicodélicos fácilmente podrían potenciar esta sensación; si se quiere creatividad, también

son una fuente de ello, o si lo que se busca es ahondar en el nivel místico, como los

participantes de la ceremonia de yagé citados, también se realizará. No se trata simplemente

de que los psicodélicos nos dan lo que queremos y responden a nuestra voluntad sin más.

Por el contrario, estas medicinas trabajan a nivel inconsciente y muchas veces muestran

incluso, o sobre todo, lo no queremos ver, lo que negamos o reprimimos de nosotros

mismos y que indiscutiblemente también hace parte de nuestro interior.

Podemos pensar, por ejemplo, en un proyector de cine. Los psicodélicos serían como una

lámpara que nos permite ver nuestras propias proyecciones, como una luz viene de atrás y

en una pared refleja imágenes de nuestro mundo interior. Son por lo tanto, un medio para

conectar con lo inconsciente y ofrecen el conocimiento de que somos espectadores de

nosotros.
Pareciera ser que se la sustancia es una fuerza amorfa que va adquiriendo atributos y

características en su encuentro con el cuerpo; con sus capacidades, tendencias, vicios,

virtudes, posiciones etc.… Esta complejidad y ambigüedad que envuelve a los psicodélicos,

además de evitar su definición o la generalización de sus efectos, es lo que permite a las

personas conectarse consigo mismos, con los demás de maneras profundas, así como la

integración progresiva de la experiencia a la cotidianidad.

En la conversación después de la ceremonia de yagé que recojo, fue constante la idea de

que “el yagé como ayuda a afirmar las creencias y hace visible el misterio que contienen en

sí mismos estas creencias, muestra como todo está conectado” (Duran, 2019) La apertura y

aceptación de lo que nos habita o la observación de nuestro estado interior, fortalece las

creencias para desde ahí ampliar la perspectiva, extender la mirada. Al ser una práctica que

implica un orden en su desarrollo, y estimula la construcción de propósitos y sentidos antes

y después, contribuye a la creación y desarrollo de ejercicios prácticos que exceden el viaje,

y que permiten así mismo integrarlo.

2.1.2. Setting: el contexto de las terapias y el enfoque no directivo.

Setting, hace referencia al contexto donde se consume o a la práctica que sostiene el viaje

de las personas, donde este se enmarca y se desarrolla la experiencia. Este contexto también

se refiere al tipo de espacio; si la experiencia va a transcurrir en una casa, o en una clínica,

al aire libre, en un templo o un bar, etc. Las personas con las que se comparten esos
momentos también entraron en esta categoría al ser parte fundamental del desarrollo del

viaje (amigos, familia, desconocidos), las condiciones climáticas, la música, los roles y

funciones dentro de la práctica (guías, terapeutas, chamanes, facilitador, paciente, amigo,

pareja, etc.)

Cuando visite las primeras veces una fundación a las afueras de Bogotá, en donde se hacen

este tipo de terapias, acompañaba a un abuelo a hacer sus ceremonias de yagé. Después de

esta primera visita volví para hacer una terapia a la que me había invitado un amigo que era

el hijo de quien la organizaba, había personas muy cercanas entre ellas, amigos y familiares

de Jorge y Lila (padre e hijo ). Aquella vez pude empezar a anotar algunas cosas que

observaba caracterizaban el espacio.

Lo que primero me llamo la atención fue la fluidez con que transcurran las terapias en el

espacio, había muy poco rigor en lo que se debe hacer o no. Al principio me sentía tenso

porque no entendía bien la dinámica y trataba de analizarla para saber cómo comportarme,

buscaba una posición erguida con mi cuerpo y trataba de estar pendiente de todo, sin

embargo, poco a poco me fui contagiando de lo que veía en los demás, me acosté y me

dediqué a concentrarme solamente en estar cómodo y ya no en reconocer los códigos que

organizaban el espacio. El cuarto era amplio y cada uno tenía un espacio prudente para

acostarse. La tarde era muy fría, las ventanas del cuarto estaban abiertas pero tenemos

muchas cobijas y almohadas. Entraba aire fresco y podíamos estar abrigados.

Esa experiencia del confort en las terapias, de proporcionar materialmente bienestar y

comodidad a las personas, me pareció que provocaba una disposición corporal y mental
interesante. Me parecía que justamente la búsqueda de placer movilizaba el hacer de las

personas que preparaban el espacio y que eso contribuia a la relajación y apertura. La

música como menciono era un elemento atmosférico importante, no eran del todo calmada

y relajante, al principio fue tranquila y lenta, pero las piezas posteriores eran más intensas y

me permitieron experimentar emociones profundamente sentidas, de exaltación,

admiración, inspirando recuerdos y emociones. Al final, se tranquilizó de nuevo el ritmo y

los oyentes íbamos regresando lentamente a la calma. Después de 5 o 6 horas de viaje

fuimos a dormir.

2.1.2.1 La música

Gran parte de la música que se utiliza en la psicoterapia asistida por psicodélicos está ahí

para evocar y apoyar experiencias emocionales, es decir, para traer recuerdos y habitar y

pensar el pasado, así como para conmover y contener al mismo tiempo, las emociones y

pensamientos intensos de las personas. Sin embargo, de acuerdo a lo que he observado, la

música no debe ser demasiado invasiva y agresiva con el tipo de emociones que provoca, al

contagiar facilmente los cuerpos, puede intervenir la experiencia y las sensaciones más de

lo que deberia, idealmente se intercala con momentos de silencio para que la persona pueda

escuchar también su interior y lo que se manifiesta en esa dirección. La mayor parte de la

música que se utiliza en las sesiones asistidas por psicodélicos suele ser instrumental para
facilitar la concetración y la introspección. Cuando hay letra, se busca que sea en un idioma

desconocido para que la música no transmita un significado específico o cuente una historia

específica que condicione el viaje de manera invasiva al ofrecer significados. La música de

cierta manera, entra en ritmo con la experiencia interna de las personas, y es una fuerza que

afecta y mueve las emociones de manera sutil.

Con el tiempo, mientra iba ganando experiencia haciendo terapias, pense que la música

también debe dar paso a la exploración y estimular. Si bien no está destinada a estar en

primer plano, tampoco se busca que sea un telon de fondo aparentemente neutro y funcione

como ornamento. El terapeuta o la persona que organiza esto, se encuentra en la difícil

posición de ser una banda sonora que brinda a los oyentes un arco narrativo muy general,

pero sin sugerir ningún detalle o imponer sensaciones. Se trata de ir influenciando

tenuemente el viaje y manteniendo la atención en lo que puede provocar de una persona a

otra. Hay un trabajo en vivo con la música, y esto estimula también la conexión del

terapeuta con los asistentes ya que le implica una atención constante y sonante.

“La música no me gustaba, pero no significa que no la haya utilizado, entendia que

todo estaba ahí por una razon. Como que sirve mucho porque durante el viaje las

cosas a uno lo afectan, digamos, los bajones del ritmo o las subidas de tono, o ese

tipo de cosas hacia que fuera más intenso el sentimiento de claridad o el sentimiento

de respeto, pero si habian momento en los que era consones pero nada grave, como

aprender a tolerarlo” (Nicolas Ruiz, Entrevista personal 22 de febrero del 2019)


La música en la experiencia de Nicolas con los hongos, impulso a hacer un ejercicio con el

mismo de paciencia y de tolerancia como señala, de buscar la calma en medio de la

incomodidad. También le dio mayor consciencia sobre como su cuerpo es afectado por un

sin número de factores atmosfericos, y provoco reflexiones en él sobre cómo utilizar lo que

el instante le ofrece para explorar sus sensaciones y transformarlas. Esto nos sugiere que no

existe la música correcta o los elementos perfectos para diseñar un espacio de consumo, el

objetivo de ofrecer confort y comodidad no siempre se va a cumplir tal cual, las personas

son capaces de tomar asumir las condiciones y asimilarlas por difícil o persistente que sea

la sensación. Con ello observamos, que aunque la sustancia es el detonante de esa

sensibilidad y reflexividad, lo terapéutico se encuentra en un sinfín de elementos que

acompañar los encuentros.

Roles y funciones

Los roles en el espacio que visite eran muy poco evidentes. No hubo guía ni instrucciones

en ningún momento, lo cual según entendí, al conversar con Lila después, que suele

cambiar dependiendo de factores como la cantidad de personas, el objetivo de la terapia o

las experiencias de las personas con medicinas anteriormente. Al ser algo tan cercano y

pequeño, todos los presentes consumimos la medicina, que era una mezcla de LSD y

MDMA (éxtasis), y durante el viaje no hubo intervención de ningún tipo.


Desde esas primeras visitas a este lugar se desperto mi curiosidad frente al tipo de

contextos de consumo de medicinas no ceremoniales. Empece a investigar y a experimentar

como relato en la introducción, y me encontre con las terapias asistidas por sustancias, de

las que se relata un poco al principio del capitulo. Aunque los roles terapeuta-paciente eran

de guia y guiado en la mayoria de corrientes de la psicología durante la primera ola de los

psicodélicos en la medicina, en los 50s también surgio un tipo de terapia diferente, que es la

que actualmente tiene fuerza en el ambito de las terapias con asistencia de psicodélicos, y

que logró transformar en alguna medida estos roles: el Enfoque no Directivo o Terapia

Centrada en el Cliente.

El psicologo Carl Rogers fue quien definio este tipo de terapia en 1940: “enfatiza una

relación de persona a persona entre el terapeuta y el cliente (antes conocido como el

paciente), quien determina el curso, la velocidad y la duración del tratamiento” (Britannica,

2021). Aunque el concepto de cliente al igual que el de paciente no es nada humanizante,

no deja de ser innovadora y sugestiva propuesta.

Su idea buscaba reformular los roles y en general el ambiente de las terapias, pensaba en la

importancia crear una atmosfera acogedora y de confianza que le permitiera a la persona

desplegarse con libertar y explorar con mayor autonomía sus problemas. Ya no sería el

terapeúta el unico capacitado para ofercer un asesoramiento, y tampoco el encargado de

hacer juicios sobre otros, su labor es de acompañamiento y escucha para poder encaminar

el proceso. Más delante Rogers cambio el nombre de este enfoque y lo llamo Terapia

centrada en la persona o apoyo no directivo.


Actualmente es una teoria que tiene amplia acogida, y cuando se trata de psicodélicos es

una de las más usadas y efectivas según los parametros experimentales. Al conocer sobre

este enfoque, reconocí los efectos que podria tener en un entorno de consumo, en donde las

personas se encuentran en un estado de trance, hay mayor suceptibilidad a nivel fisico y

mental, y son altamente sugestionables. La forma en la que se percibe la música, las

palabras de los demás, el roce con una persona, los colores, las formas en las que el mundo

se intensifica o desaparece, todos son elementos que aunque nos afectan constatemente en

la vida diaria, se hacen más perceptibles en estos alterados de consicencia gracias a la

hipersibilizanción. Podemos así, percatarnos de ellos y tener más cuidado a la hora de

diseñar espacios para evitar interrumpan los estados más instrospectivos de las personas.

“me fastidiaba mucho cualquier roce, sentía que las personas pasaban al lado mio y

me fastidiaba mucho en el cuerpo, entonces también parte del malestar que sentía al

principio era eso, que el cerebro se daba cuenta que estaba haciendo algo que en la

vida diaria no hace” (Federico Ruíz, entrevista personal 12 de abril de 2019)

La incomodidad producto de cualquier elemento del ambiente es un elemento que Federico,

hermano de Nicolas, trae también a colación, pero además lo situa en el principio de su

experiencia con hongos. Es interesante que asume dicha incomodidad inicial como algo

producto del cambio de estado de consciencia, como algo necesario para el cerebro en su

proceso de a esta nueva situación que genera el hongo. Vemos otra manera de integrar

sensaciones dificiles, de ubicarlas y reflexionarlas.


La relación que esta sensibilidad corporal de la que hablan Nicolas y Federico tiene con el

enfoque no directivo, precisamente es resaltar la responsabilidad del terapeuta de ser lo

menos invasivo durante el desarrollo de la experiencia de quien está acompañando, y que

este pueda así, asimilar a su manera y tramitar sus emociones. Con un apoyo no directivo

pense también, que podría evitar el fanatismo que había sido recurrente entre los citadinos

que tomaban yagé y con los que me relacionaba (tema que se ampliara en el siguiente

capitulo), ya que además era algo que me implicaria directamente al ser quien comparta la

medicina y organice el espacio. Acompañar sin pretender guiar, y tomar distancia en la

mayoria de momentos, era una posibilidad que se abria en tanto se reconocieran las

relaciones de poder y los desequilibrios que pueden surgir en los espacios de consumo.

En ese sentido, las palabras que se digan durante el viaje juegan un papel altamente

condicionante. Una de las formas para identificar este enfoque dentro de estos espacios es

fijarse en el lenguaje y las formas de expresión que se utilizan para dirigirse a una persona

que pasa por un momento dificil durante su experiencia. En primer lugar, es importante

evitar cualquier tipo de distracción innecesaria por parte del facilitador, este debe rendir su

agenda al flujo de circunstancias e ideas que se vayan expresando por parte del participante.

Cualquier forma de intervención debe ser disminuida al máximo, y si en algún momento se

hace necesario el intercambio verbal debe manifestarse siempre como consejos propositivos

como por ejemplo: “¿te parecería bien recostarte nuevamente en el sofá?” En contraste a

una orden del tipo: “acuéstate en el sofá”.

“La intervención en forma de orientación o redireccionamiento, cuando se

considere apropiado, se puede utilizar para facilitar el procesamiento del


participante. Los terapeutas deben atender el equilibrio de sus responsabilidades

como facilitadores y como testigos empáticos no invasivos.” (Mithoefer, C. 2017).

En estos casos la guía o recomendaciones que se le brindan a una persona deben ser

ofrecidos solo como una posible elección sin implicar o esperar que sea el único camino

correcto a seguir. Bajo este enfoque por lo tanto, se reconoce la capacidad de agencia, por

un lado, de los participantes, para asumir el rumbo de su viaje más allá de los esquemas que

el terapeuta o guía considera mejores, y por otro, de la sustancia, pues demanda confianza

en su movimiento y forma de accionarse en los cuerpos, así como la consideración de que

su labor se encuentra centrada en los participantes y no en el terapeuta, taita o guia.

Si bien la categoria de enfoque directivo hace referencia a un contexto terapéutico norte

americano, podemos extrapolar las características que hemos señalado al respecto y

observarlas también, aunque con sus propios sentidos, en contextos ceremoniales de

comunidades indigenas.

En los rituales de yagé de los Cofanes, el tipo de acompañamiento es similar ya que hay

total permisividad en el desarrollo de la experiencia y en las formas de expresión que

puedan surgir. En una ceremonia tradicional es común observar que cada una de las

personas se encuentran en su propio proceso de forma autónoma, y la intervención de la

comunidad o del Taita solo se da en casos extremos que tengan que ver con poner en riesgo

la integridad física de la persona o de los demás. Es valido que si una persona quiere reír lo

puede haga, si quiere gritar igualmente, o si prefiere permanecer en silencio toda la noche

también lo puede hacer; todo esto sin ningún tipo de reproche.


En suma, encontrar este tipo de terapia o enfoque me permitió reconocer la sensibilidad de

las personas con quien hasta el momento me había topado en mis experiencias con

medicinas, y constatar que aunque parezca algo elemental dicha actitud y responsabilidad

en contextos de consumo, era necesario identificar técnicas o fundamentos que me

permitieran ir construyendo pautas éticas y una manera propia de hacer las cosas. Para ello

sería necesario también, pensar por fuera de los espacios de consumo y reflexionar sobre

mis formas de relacionarme en la vida cotidiana.

3. Compañeros de viaje

Como señale en la introducción, cuando empecé a compartir medicinas inicie con MDMA,

después de probarlo en mi se los di a mis padres y a mi hermana, luego a mi abuelita y tía,

posteriormente a Ana mi pareja, sus hermanos, y su madre, y, por último, antes de

compartirlo a personas lejanas y en algunos casos desconocidas, a mis mejores amigos de la

universidad: Lina, Valentina, y Martín. Cada encuentro, excepto este último fueron

espontáneos, no estaban preparados de antemano y surgieron en el momento. Estando en la

finca comente con las personas de la posibilidad de probarla, conversamos de manera muy
general y superficial sobre las sensaciones y efectos para atenuar el miedo y las

expectativas, y los hicimos.

Si ser muy consciente de ello al principio, estos primeros encuentros grupales fueron entre

familia, con personas muy cercanas a mí, y muy cercanas entre ellas. Para todos, el lugar

también era familiar, lo que genero un ambiente de confianza y facilito la improvisación.

Cuando me percaté de esto reconocí que inconscientemente había buscado filtrar o

canalizar la medicina entre mis propios vínculos, alterar las relaciones que me han

sostenido. Note que alguna medida, las personas tuvieron esta misma experiencia, la de

consumir con quienes comparten su cotidianidad.

Entonces cuando uno hace esto con personas tan cercanas eso ayuda mucho a

aterrizar el viaje y como las sustancias también lo pueden dejar a uno sensible

también es bueno tener ese soporte en otras personas. También creo que a veces es

difícil porque en la familia suelen estar la mayoría de los traumas que las personas

tienen, entonces tener a algunos familiares durante las terapias puede llegar a ser

abrumador (Federico, entrevista personal 12 de abril 2019)

Por un lado, Federico menciona que compartir la experiencia con personas cercanas, haber

pasado por lo mismo, facilita la llegada o aterrizaje. Hay una experiencia en común que

provoca cierta complicidad y además abre un puente de comunicación, ya que al igual que

cuando llegamos de un viaje, tenemos cosas por contar y es mucho mejor cuando hay

personas interesadas y dispuestas a escuchar. Por otro lado, Federico menciona que puede

provocar angustia el sentir cerca a una persona que nos recuerda algún momento difícil por
el que pasamos, o con quien el vínculo se encuentra debilitado o atrofiado. Durante el

trance los momentos de malestar pueden aparecer, como cuando se viaja a un lugar con un

clima nuevo, humedad o altura diferentes, se presenta incomodidad corporal en algún nivel

por el cambio.

En cualquier tipo de entorno de consumo y administración de psicodélicos, sean clínicos,

ceremoniales, en fiestas o en la calle, se trate de sustancias puras o en cantidades

adecuadas, se tenga el apoyo de facilitadores capacitados o guías experimentados, las

experiencias de profundad incomodidad y malestar pueden presentarse. Sin embargo, esto

no necesariamente implica riesgos o resultados problemáticos.

Una de las etapas superficiales de las crisis que pueden surgir durante el viaje se le llama

comúnmente como “mal viaje”, concepto que ha sido resignificado dentro el entorno

terapéutico como “viajes difíciles”. Esto implica que se deja de ver a estas experiencias

como negativas para considerar que contienen una gran potencia transformadora si son

procesados. Los viajes difíciles se puedes ocasiones por diversas razones: una dosis

inadecuada o demasiado alta, y un setting inapropiado, o por ejemplo una conversación

incomoda, una imagen perturbadora, una sensación extrema. Los relatos de “mal viajes”

son muchos y algunos pueden ser terroríficos, momentos en los que la ansiedad, el miedo

profundo, la pérdida de identidad o la paranoia dejan totalmente fuera de sí o paralizadas a

las personas.

Se vuelve necesario entender que los viajes difíciles o crisis psicodélicas a menudo pueden

contenerse rápidamente con un espacio seguro, escucha compasiva, y orientación


afirmativa. Los servicios de reducción de daños psicodélicos que se empiezan a

implementar en festivales y fiestas masivas, también brindan una oportunidad para que las

personas que están pasando por estos estados puedan lograr transformarlos en experiencias

aprovechables y de crecimiento. El soporte psicodélico que se puede brindar parte de

atender el cuerpo y la mente de quienes entran en estos estados de vulnerabilidad. El simple

gesto de asistir a una persona con una cobija y calmar su frio puede contribuir en el proceso

de estabilización, así como brindar hidratación o alimentos, escucha compasiva o palabras

que le recuerden a la persona que ha tomado alguna sustancia y que eventualmente el efecto

bajará, permiten calmar estos estados mentales desafiantes y abrir paso a la posterior

reflexión de análisis de estos. Es curioso que las experiencias más intensas de este tipo son

las que terminan siendo las más transformadoras y enrriquecedoras para las personas.

Stanislav Grof (CITA), ha denominado a momentos de este tipo como emergencias

espirituales. Procesos de apertura que pueden ser ocasionados por la complicación de un

proceso de trasformación. Algunos de los desencadenantes pueden ser experiencias

cercanas a la muerte, un proceso de parto, debilitamiento del cuerpo en condiciones

extremas. Sin embargo, estas experiencias no solo son desencadenadas por los psicodélicos,

podemos pensar en otros dominios trascendentes relacionados, por ejemplo, con el arte o el

contacto con la naturaleza.

Cuando el surgimiento de estas sensaciones es muy rápido y dramático, este proceso natural

puede devenir en una crisis o emergencia espiritual. Al vernos bombardeados por

sensaciones internas que desafían nuestras viejas creencias y formas de vida, y puesta en

crisis nuestra relación con la realidad de manera repentina, es posible que desencadenen
situaciones más difíciles de sobrellevar. Dificultades al distinguir el mundo interior de la

realidad cotidiana, potentes descargas que recorren el cuerpo y causan temblores

incontrolables, son algunos de los síntomas que incluso pueden continuar en la cotidianidad

e impedirnos desarrollar nuestra vida con facilidad. Sin embargo, cuando se ofrece escucha

y comprensión, en general las personas cooperan al poco tiempo y se sientes agradecidos

por el apoyo y por la posibilidad de reconocerse capaces de enfrentar situaciones difíciles.

Siguiendo con el ejemplo de Federico y la posible incomodidad por la presencia de familia

o alguna persona específica durante el viaje, su hermano Nicolas menciona un suceso sobre

su viaje con Hongos:

Pues es que a mí me fastidio al principio sentirme como vigilado y me dio mucha

risa como que me vieran ahí en ese momento, como que uno siente que está

haciendo muchas cosas bastante raras, chistosas, como que a uno le da risa pensar

que las otras personas lo están viendo a uno en ese momento, y yo estaba muy

cansón entonces era muy chistoso pensar en eso. En un momento me puse muy en

contra de que me estuvieran vigilando, pero luego dije no, me están es cuidado, uno

piensa muchas cosas. Yo sentía que todas las cosas me llegaban al mismo tiempo

como que pensaba todas las vainas al mismo tiempo y podía resolverlo todo al

mismo tiempo. Como que en simultaneo uno estaba pensando muchas cosas y era

chévere sentirse capaz de hacer muchas cosas y ya. (Nicolas Ruiz, entrevista

personal, 15 de abril del 2019)


Nicolas en principio se sintió vigilado por su familia, lo cual, como vemos, es producto de

la observación o examen que él hace de sí mismo en donde registra gestos que para él

resultan raros, chistosos, y cansones. Sin embargo, nos habla también de un concepto

relevante en la institución familiar, del acto de observar de manera constante el

comportamiento de sus miembros, del castigo y de la jerarquización que aquello implica al

interior de la estructura familiar. Al sentirse incomodo y reactivo, Nicolas puede reconocer

la superficialidad o el carácter aparente de dichos pensamientos, funciona a la manera de un

reactivo químico; una sustancia se emplea y es capaz de descubrir y hacer visible la

presencia de otras, que es como Nicolas finalmente lo interpreta: hay diferentes

posibilidades, sensaciones, ideas, coexistiendo, moviéndose, y la medicina le permite

reconocerse en medio de ellas y ahondar entre sus capas para elegir.

La medicina en ese sentido hace claras las convenciones sociales que hemos incorporado y

que hacen parte de la manera como nos relacionamos con otras personas, en especial con

quienes hemos compartido y crecido. Hay una nueva perspectiva respecto al otro y su

compañía durante la experiencia, que parte de la reflexión sobre el vínculo, como lo

expresa Nicolas al hilar sus sensaciones y pensamientos posteriormente.

Vale la pena señalar, que una escena similar, en la que se consume sustancias psicodélicas

en familia es atípica en nuestra sociedad. La negativa a las drogas es un elemento

persistente dentro de la familia, esto hace parte de los valores a través de los cuales se

aprecia o considera a sus miembros, y fue uno de los focos principales del sistema

prohibicionista para sembrar su ideología y garantizar el control.


Aunque en las convenciones de estupefacientes fueron definidas estrategias y métodos que

los gobiernos seguirían para combatir las drogas, en Latinoamérica el rumbo era todavía

poco claro. Mientras se organizaban y se llevaban a cabo las primeras convenciones del

tema en el continente, “la percepción de que las drogas constituían una amenaza de

seguridad en contra del Estado, la sociedad y la familia” (Beckmann, 2021 pág. 24) era

difundida por los gobiernos en los países. En la década de los 70s los Estados se dedican

más que a detalles técnicos para frenar la producción, debilitar el mercado, o desarrollar

política pública en salud, a ideologizar a la sociedad, a ser una labor publicitaría y

propagandística en contra de las drogas. Las primeras labores represivas fueron a nivel

individual y recayeron principalmente en los jóvenes, “En este contexto de creciente

autoritarismo y espacios cada vez más estrechos para las libertades individuales, Argentina

invitó a sus pares regionales a reunirse en la primera Reunión Gubernamental de Expertos

Sudamericanos sobre Estupefacientes y Psicotrópicos de 1972” (Beckmann, 2021 pág. 27)

Gran parte de las discusiones se enfocaron en la juventud y en la necesidad de educarla

frente a los peligros de las drogas, usando los medios de comunicación masiva (Beckmann,

2021) para contextualizar a las familias, y la escuelas para difundir información. “El

delegado del Perú, Julio Esquivel Trigoso, caracterizó las drogas como un “monstruoso

vicio capaz de minar a la sociedad en su moralidad, en su buen vivir y en la propia célula

fundamental: la familia” (Beckmann, 2021 pág. 27). Vemos como la familia era el blanco

fijo de la ideología antidrogas, lo cual garantizo la instauración de esta y la idea de que eran

las causantes de todo problema social. En la misma convención a la que nos referimos un

delegado de Argentina comenta:


“el jovencito se inyecta él mismo cualquier cosa, hasta alcohol incluso, loción para

el cabello, remedios, y se pasan unos a otros la jeringa sin el menor cuidado de

higiene. El contacto con estos jovencitos demuestra que no tienen religión, ni amor,

ni respeto por nada, ni tampoco tienen pudor”

La familia ha sido una pieza clave en el mantenimiento de las políticas antidrogas, así como

absorbe la ideología en siglo pasado, los gobiernos se han apropiado de múltiples sentidos e

ideas populares frente a las drogas para encaminar sus proyectos políticos, como “el

fortalecimiento del aparato coercitivo del Estado” (Beckmann, 2021). A pesar de que todos

los países han experimentado el fracaso del prohibicionismo y se han evidenciado los

beneficios y el estímulo que significan estas políticas para el narcotráfico, la familia con sus

valores respecto al consumo, y la vigilancia de este, ha sido un lugar clave de resistencia

ante el cambio de paradigma real frente al tema de drogas.

Aunque desde el 2000 se han dado debates en el continente para construir nuevas políticas

de droga enfocadas ya no en el prohibicionismo sino en los derechos humanos, “la

reducción de daños, la despenalización, la prevención, la promoción de la salud pública”

(Beckmann, 2021), se han creado comisiones, entregado informes sobre las consecuencias

negativas del prohibicionismo en cada zona del continente, y creado resoluciones al

respecto, no se ha conseguido un cambio contundente a nivel legislativo, para ganarle poder

y mercado al narcotráfico, y como consecuencia, la crisis en salud solo se ha agravado.

La familia fue un foco de la ideología prohibicionista, pero no lo ha sido de los nuevos

paradigmas en políticas de drogas. La poca preocupación y esfuerzo encaminado en este


sentido, podemos considerar, es un vacío que necesita ser explorado para dejar atrás está

ideología obsoleta e impedir que sea utilizada en el discurso político, como ha pasado en

los últimos años en Colombia. Podemos imaginar que, en unos años, cuando las

generaciones más contemporáneas tengan mayor poder de decisión, el tema se transforme

sustancialmente a nivel legislativo, sin embargo, es necesario el trabajo pedagógico a nivel

familiar para que no se produzca el fenómeno contrario y el recrudecimiento de las políticas

antidrogas, ¿Pero ¿cómo hacerlo? ¿Es cuestión de idear canales de comunicación que hagan

contrapeso a los noticieros? ¿O buscar que la información que se trasmita al respecto sea

fundamentada, no se base en la moral y tampoco sea politizada? ¿De qué manera se puede

estimular la conversación al interior de la familia, y complejizar la perspectiva frente a las

drogas de las personas que, por ejemplo, no han tenido experiencias de este tipo, y que son

la mayoría? Lo más común es que el tema surja en casa debido a sospechas de que algún

miembro consume y entonces, se habla netamente para buscar impedir dicho uso de

sustancias, desde el temor y la imposición.

La información científica es un elemento fundamental para conversar sobre el tema, pues,

aunque la distancia generacional sea significativa, puede ofrecer argumentos, en algunos

casos, basados en evidencias y procesos de investigación más contundentes. Menciono que,

en algunos casos, porque hemos visto también como el discurso científico estuvo

íntimamente relacionado con la ideología antidrogas de las décadas pasadas y la

información que se generó, actualmente es la más accesible. Cuando se busca en internet lo

que se encuentra en las primeras opciones que el buscador arroja, siempre suele ser

información con titulares antidrogas escandalosos o exagerados, con fundamentos

científicos poco actualizados, u opiniones y comentarios anecdóticos de la comunidad de


psiconautas. Esto, dificulta la creación de un lenguaje fundamentado para conversar en

familia. En Colombia, es Echele Cabeza la única organización del país que difunde

información actualizada para el consumidor, enfocada en la reducción de riesgos y daños,

en apoyar las prácticas de autocuidado y en fortalecer la capacidad de decisión en los

jóvenes (Quintero, 2018).

Para el caso de la marihuana, por ejemplo, la investigación en internet empieza a ser más

viable ya que la información científica sobre el consumo y las propiedades medicinales

empieza a ser difundida y con ello, crece la apertura en el sentido de común frente al tema.

En cuanto al resto de sustancias la información de calidad y los artículos más actualizados

no se encuentran cerca, y su búsqueda en internet debe ser más profunda y especializada, se

debe conocer sobre las escasas organizaciones internacionales de investigación (como las

que mencionamos en el anterior apartado), sus publicaciones o acudir a artículos científicos

de bases de datos prestigiosas, que en su mayoría ofrecen su producción en inglés.

En ese sentido, y trayendo de nuevo la experiencia de Nicolas durante su trance con

hongos, ¿Podría ser el consumo familiar de psicodélicos como un espacio potencial de

educación y superación de la política antidrogas y su sistema moralista, criminalista y

punitivo? ¿Si el prohibicionismo ha sido un factor de cohesión entre el estado y la familia,

que implicaría para el sistema el desprendimiento de la última, y su posterior emancipación

a través de estas experiencias? ¿Qué nuevos valores surgen respecto a la familia y como se

transformarían los vínculos en la cotidianidad?


Es muy chévere los momentos de claridad que le otorga a uno la medicina, uno

puede hacer unas reflexiones como con uno mismo que realmente no hace en el día

a día, y ese poder de concentración y de claridad es muy chévere. Uno puede hacer

muchas reflexiones durante el viaje, poder resolver problemas personales y digamos

situaciones. Yo fui con mi novia, pero más que resolver situaciones de pareja como

tal, era como empezar a darle más sentido a la relación que uno tiene con su pareja,

no sé, como suele pasar que, por el tiempo y la convivencia, como que uno ya ve las

cosas como sin tanto, no sé cómo se dice, o sea uno le va quitando el romanticismo

a las cosas, ya no es tan especial. Es como hablarse uno con el subconsciente,

entonces es darse cuenta de que uno tiene sus respuestas ahí, solo que uno no las

profundiza o no las entiende todo el tiempo. Me puse a pensar mucho en mis

relaciones familiares y como estaban mis hermanos y luego como que tuve la

oportunidad de hablar de las cosas que pasaban entre nosotros. (Nicolas, entrevista

personal 15 de abril, 2019)

La claridad, la reflexión, la concentración, según Nicolas, son procesos del cuerpo y de la

mente que estimula la medicina. Además, esta la posibilidad de abstraerse de la

cotidianidad, de su ritmo y de las obligaciones, lo que permite llevar la atención a una

situación y detenerse en ella para observarla con lentitud. La presencia como vimos, de

otras personas, objetos, etc, condiciona las sensaciones e influencia los procesos de

reflexión. Podemos imaginarnos entonces, que al buscar compartir con personas especificas

esta experiencia (como en el caso de Nicolas que planeo junto a Daniela asistir después de

que Federico le comento su proceso),


se desea trabajar sobre esos vínculos específicamente, infiltrarlos, y alterarlos. La presencia

de Daniela también fue fundamental para el post viaje de Nicolas pues comenta que la

conversación al respecto no paró:

Parte del viaje con las demás personas es tener quien entienda que fue lo que paso,

aunque desde su perspectiva. Uno comparte las metas y objetivos que se propuso, y

es importante tener a alguien por fuera que le diga a uno como “hey tu dijiste esto, o

mira a partir de esto creo que puedes pensar estas otras cosas que no haz pensado” y

entonces se vuelve algo chévere. Es como una retroalimentación de las cosas,

alguien que le ayuda a uno a reflexionar las cosas que de pronto no tiene muy en la

cabeza o que no entendió durante el viaje, porque la perspectiva de alguien más

puede darle sentido a lo que sucedió. (Nicolas, entrevista personal 15 de abril, 2019)

Poner en conversación lo que se vivió durante el viaje es una forma de extender las

reflexiones y elaborar procesos sólidos y continuados, y aún más, si dichos procesos

atraviesan e involucran a las personas con quienes conversamos: “Con mi mamá

conversamos sobre todo el viaje, le conté toda la experiencia, hablamos un poco, y pues ella

ya había tenido la terapia antes por lo que fue fácil conversar, ya había como una base en la

comunicación” (Nicolas Ruiz, entrevista personal, 15 de abril del 2019) Pero ¿qué sucede

cuando no hay espacios de conversación con personas cercanas?

Usted está muy sensible en ese momento y usted quiere contar las cosas y quiere ser

honesto, entonces fue muy difícil con la familia de Daniela. Unos días después

teníamos una reunión y la gente nos preguntaba qué porque estábamos así, que se
nos veía una cara diferente, y nosotros empezamos a contar la experiencia y pues

mucha gente tiene ese estigma “uy drogas alucinógenas”. Uno empieza a contarles

que la medicina y entonces empiezan ya a decir ¿ay qué estaban haciendo, yagé?

Pues con todo el estigma y eso lo aburre mucho a uno. Los papás de Daniela son

unas personas muy tradicionales. Entonces hay que saber como manejar ese tema,

no todas las personas están abiertas a eso, no todas las personas tienen la capacidad

de entenderlo porque es algo que se entiende cuando se experimenta, la gente tiene

muchos prejuicios, yo también los tuve en algun momento. (Nicolas, entrevista

personal 15 de abril, 2019)

El límite entre lo que se puede conversar con la familia y lo que no es algo definitivo

cuando de drogas se trata, frente a este tema la distancia generacional se dilata y radicaliza.

Sin embargo, esto es algo que lentamente ha ido cambiando, principalmente porque el

consumo suele ser algo cada vez más público (lo que suelen llamar “salir del closet

psicoactivo”), y en menor medida porque los padres empiezan a notar la importancia de

cierta apertura frente al tema para acercarse a sus hijos y estar atentos a su consumo. Los

psicodélicos son un tema que va ganando campo en las conversaciones, la incomodidad que

despiertan en algunos casos puede hacer visibles para las personas sus propios prejuicios y

vacíos frente al tema, como lo cuenta Nicolas. En ese sentido, tener estas experiencias

implica no solo un proceso introspectivo de aprendizaje sino, una constante reflexión y

análisis frente a las formas de comunicar lo vivido, no solo es cuestión de exteriorizar

sensaciones o de convencer al otro de mi pensamiento frente al tema, sino de poder

construir un discurso propio y flexible que permita la conversación y estimule una apertura

progresiva.
Es todo un cambio de perspectiva que requiere un proceso bastante dispendioso para

llegar a pensar las medicinas como un campo de exploración familiar. Es una

movida de consciencia, mientras estemos como dormidos es complicado, yo siento

que todavía hay mucho letargo y eso no nos deja ni escuchar. Siempre estamos

hablando en función de unos esquemas mentales repetitivos, pensamos la vida de

una manera muy cerrada, y no se está en disposición de verla de otra manera. Como

no se tienen eventos de alto impacto, no se abre a otras posibilidades… ósea me

refiero a que uno puede cambiar de perspectiva cuando uno ha sufrido crisis muy

fuertes, mientras es difícil por el letargo. (Celia Diaz Guarín, conversación personas

22 de octubre del 2019)

Cecilia, mi tía, señala un punto muy interesante; como el consumo de psicodélicos implica

toda una perspectiva de vida y del mundo, que además es opuesta al estado de letargo. Este

último término tiene dos definiciones, una se refiere a un estado de adormecimiento al que

algunos animales acuden en ciertas épocas cuando las condiciones del medio les son

desfavorables, y otra se refiere a un estado de cansancio y somnolencia prologado a causa

de alguna enfermedad (Languages). Podemos observarnos con estas cualidades, y notar que

el estado generalizado de letargo o cansancio tiene que ver con el ambiente en el que

vivimos, como si estar escondidos del otro y por lo tanto de nosotros mismos, fuera la

forma de sobrevivir en unas condiciones hostiles, y como si la enfermedad, además, fuera

la forma característica de estar. Sin embargo, Cecilia señala que esto es solo una

perspectiva más de la vida, y que es posible que se transforme en momentos críticos,


gracias a acontecimientos que por su fuerza conmocionan y despiertan, como las

experiencias con psicodélicos.

Desde que viene la visión hay una comprensión muy profunda de las cosas,

entonces para poder aplicar eso y facilitarlo es necesario el apoyo de los más

cercano que es la familia. Si algo es familiar, es un bien común. Si cualquiera de la

familia que no se encuentra bien eso afecta a todos. De la misma manera, hay que

entender que hay que apoyar esa visión o esa comprensión para hacer que se pueda

realizar. En la medida de que haya sinceridad para contar la visión o la experiencia

como también solidaridad, salirse del egoísmo. El bien común se logra en la medida

de que haya sincronía hacia dónde vamos, qué es lo que queremos.

Osvaldo reitera lo que comentaba más arriba Nicolas sobre la aplicación a la vida cotidiana

de las reflexiones, sobre la claridad que la medicina otorga, y el lugar que tiene en ese

proceso la familia, (aunque podemos extenderlo y hablar de red de apoyo ya que no

necesariamente es el núcleo familiar con quien se convive y comparte a diario). En su

comentario, Osvaldo sugiere también que en alguna medida es inevitable que dicho

contagio se dé entre quienes vienen juntos, así como los problemas suceden

relacionalmente y afectan a todos los miembros de un grupo, la ampliación de la mirada y

la consciencia adquirida tras la experiencia lógicamente afectará las relaciones propias y

permeará los espacios compartidos.

Es interesante que Osvaldo define estas visiones y comprensiones como un bien común.

Este concepto nos sugiere que se trata de un bien mayor al individuo, y algo que es de
dominio público al ser compartido. Cecilia cuando habla del letargo también se refiere a un

estado común, a algo que nos involucra como sociedad en donde el individuo se desdibuja.

Lo común implica una reflexión de los miembros sobre qué es lo común y como eso los

une. Al traer las visiones a la vida cotidiana aparecen como una fuente de crecimiento para

el grupo, como una condición de posibilidad. Las medicinas impactan la vida a distintos

niveles, su naturaleza es conectar y moverse entre esos canales en un nivel que escapa la

consciencia, como también desde mecanismos visibles, como en el caso de Daniela, en

quien generó movimiento y activo la comunicación

Con la medicina pude ver que uno de los trabajos que tengo que hacer es con mi

padre. Vengo de unos problemas y unas angustias muy fuertes con él, y yo lo vi a él

plasmado en la visión, y yo me vi cara a cara con él y diciéndole todo lo que le tenía

que expresar. ¿Qué hice? Unos días después de salir de la terapia fui a buscarlo, no

sé de dónde me salieron las fuerzas para sentarme hablar con él y perdonarlo.

Buscarlo, hablar con él, sentarme tan pacíficamente y hablar, es algo que mi mamá

se quedó sorprendida, mi hermana se quedó sorprendida y él incluso, porque yo no

hablaba con él desde hace cinco años. (Daniela)

Este es un ejemplo muy claro para examinar algunos elementos que pueden hacer parte de

la integración de la experiencia psicodélica: Daniela habla primero de la compresión de sus

problemas y angustias a través de la observación del origen y la raíz de ellos, un trabajo

interior similar al que se busca a las terapias psicológicas a través de la conversación, solo

que en este caso el dialogo es con la medicina, con uno mismo. “Es como hablarse uno con

el subconsciente, entonces es darse cuenta de que uno tiene sus respuestas ahí, solo que uno

no las profundiza o no las entiende todo el tiempo” (Nicolás Ruiz).


El termino inteligencia curativa interna utilizado actualmente por M.A.P.S. en sus

protocolos de psicoterapia asistida con MDMA, nos permite ahondar en esa conversación y

exploración interna que estimula la medicina, que es posible entrever en lo que comentan

las personas respecto al reconocimiento de sus potencialidades internas en el viaje así como

en la medicina indígena en donde se asume que el cuerpo sabe curarse a sí mismo.

Si alguien acude a la sala de emergencias con una laceración, un médico puede eliminar los

obstáculos para la curación (por ejemplo, eliminar cuerpos extraños, infecciones, etc.) y

puede ayudar a crear condiciones favorables para la curación (por ejemplo, coser los bordes

de la herida muy juntos), pero el médico no dirige ni causa la curación que sigue. El cuerpo

inicia un proceso de recuperación y restablecimiento de sus procesos notablemente

complejo y sofisticado. Siempre intenta espontáneamente avanzar en esa dirección, en ese

sentido ¿La psique exhibe igualmente una inteligencia y capacidad curativas innatas?

Al tener el terapeuta o el guía o el taita un papel secundario en el viaje de las personas, y al

no imponer su punto de vista sobre la vida de estas, su presencia busca alentar a los

participantes a confiar es su capacidad innata para viajar y encontrar en ello las causas de

sus problemas. En ello y en un ambiente que lo propicie esta la posibilidad de

manifestación de esta facultad y de su utilización.

A menudo las experiencias de curación más profundas y efectivas toman un curso

impredecible para cualquier persona externa. Al fomentar la aceptación de emociones

difíciles en lugar de intentar suprimirlas, opera el supuesto de que lo que surge aparece
gracias a la inteligencia de curación interna como una oportunidad de observación y

conocimiento. Explorar y expresar cualquier emoción, recuerdo, imagen, o sensación

corporal que surja, puede conducir a la resolución de patrones profundamente arraigados de

miedo, impotencia, culpa y vergüenza.

Un ejemplo claro de este último es el uso de MDMA para el síndrome de estrés post

traumático. Con este empatógeno y la asistencia necesaria, los participantes pueden llegar a

enfrentar recuerdos traumáticos, procesar pensamientos y emociones asociadas, derivados

de algún tipo de violencia, abuso, o pérdida. A menudo hay ideas sobre patrones

emocionales y de comportamiento de larga duración basados en respuestas de protección

temprana a la rabia, la pena, el miedo, y la vergüenza. De esta forma, con más

autoaceptación y menos autocritica, una actitud característica del estado de conciencia que

produce esta sustancia, la persona gana claridad y confianza en sí misma, mayor apertura y

curiosidad al desarrollo de estos recuerdos, pensamientos invasivos, y sentimientos

relacionados.

Con la calma interior que esta medicina proporciona, en lugar de la crisis que podría

desencadenarse al recordar el evento relacionado al trauma, las personas pueden

examinarse de forma más cercana, y ahondar en las formas en q dicho trauma ha afectado

las distintas esferas de la vida. Al acompañar este proceso de poderosas emociones de

plenitud y seguridad que el MDMA puede producir, se contribuye igualmente a la

resignificación de la experiencia.
Daniela también menciona el trabajo implícito en la resolución del problema encontrado, la

ejecución de acciones específicas que define ella misma como, por ejemplo, hablar con su

padre. Integrar puede ser el camino para hacer del trance una experiencia trascendental,

continuar profundizando en lo vivido, y elaborar nuevas relaciones y escenarios más allá

del momento del consumo. Daniela se dejó llevar por el impulso, por una fuerza extra que

al parecer le dejo la medicina, y a partir de sus reflexiones fabrico de forma autónoma un

camino, en donde la expresión de la transformación de sus sentimientos era un elemento

fundamental.

Como vemos, esta capacidad de expresión involucra al otro, condición que Nicolás y

Osvaldo han resaltado como algo fundamental para integrar la “visión” y aterrizarla en la

cotidianidad. “Uno tiene una sensación rara como de que siente que ya lo resolvió en la

cabeza, pero no lo puede llevar a la realidad” (Nicolás). Es común experimentar cierta

dificultad a la hora de materializar las ideas, momentos de suspenso o de crisis que

igualmente pueden estimular la creatividad y la paciencia. Hacer de la visión una práctica

implica que las soluciones no son inmediatas ni constituyen una certeza, esta parte del

proceso no siempre ocurre con rapidez, no en todas las personas el movimiento será tan

nítido como en el caso de Daniela, pero entonces, ¿Qué puede contribuir o interrumpir esta

parte del proceso?

Aterrizar es lo más complicado porque uno entra en el día a día, en los quehaceres

diarios y entonces quedó atrás la ceremonia y ese estado que deja. Luego entrar en

el cotidiano, donde nuevamente nos enfrentamos con la realidad, ahí es donde…

[chasquido con los dientes] necesitamos otra ceremonia para seguir discerniendo, y
así vivimos… Uno se puede quedar buscando la respuesta sólo a través de las

medicinas y la respuesta está es en el día a día, en el práctico vivir, en la relación

con la familia, por ejemplo, con uno mismo. En ceremonia todo es divino, todo es

hermandad, amor, unidad, aceptación con uno mismo, con el que está al lado, y sale

uno de ahí… y tenaz, todo vuelve a ser igual de problemático. (Claudia Díaz, 2019)

Podemos observar que, aunque la integración suele estar hecha de ejercicios simples esto

no quiere decir que sean fáciles. Para algunas personas puede resultar arduo o poco claro

como proseguir tras las terapias o ceremonias, al punto de que aterrizar de nuevo en la

cotidianidad significa un choque tenaz. Una amiga que conocí en las ceremonias de Yagé

que se realizaban en mi casa, me comentó que su esposo paso por una situación de este

tipo. Alfredo había salido de una ceremonia de yagé, en la que según él había sentido una

conexión muy fuerte con Dios. Después de sentirlo y haber experimentado la plenitud de

hacer parte de todo, ir a trabajar parecía algo totalmente sin sentido y banal. Alfredo se fue

a su casa y estuvo varios días en esta dinámica, días en los que seguía extasiado con la

conexión que tuvo. Su esposa me contaba que por un momento pensó en dejarlos a ellos, en

dejar a su familia para seguir el llamado de Dios. La experiencia lo deslumbro a tal punto

que tenía la necesidad de tomar decisiones apresuradas en diversos temas. No quería hacer

ninguna actividad que no estuviera relacionada de manera directa, o mejor, evidente con su

formación espiritual.

Su esposa, preocupada, porque ya llevaba una semana sin salir de casa ni de su habitación,

casi no comía y pasaba el tiempo orando y pensando, decidió contactar a mi padre para
contarle la situación y ver si podían hacer algo al respecto. El siguiente fin de semana

fueron a visitarnos y a conversar:

“En esos momentos no quería salir ni siquiera de mi habitación, Amelia [su esposa],

mis hijos, toda mi familia estaban muy preocupados. Decían que me veían con la

mirada pérdida y muy nervioso, ellos trataron de todas las formas para que fuera a

trabajar, me bañara, pero es que ni siquiera sentía tantas ganas de comer.” (Alfredo

Beltran, 2018).

Ese día hablamos sobre lo habitual que eran las sensaciones de desconexión con la

cotidianidad o la vida fuera de las ceremonias, después de estas experiencias. Saber que lo

que nos pasa no son acontecimientos aislados o exclusivos y, por el contrario, algo

recurrente en estos espacios, facilita el aterrizaje y la posterior integración con el presente.

La posibilidad de encontrarnos en las historias de otras personas, en especial cuando se

trata de narraciones sobre momentos de sensibilidad y recogimiento, permite poner en

perspectiva lo que nos sucede y vincularnos de maneras más profundas con los otros, lo

cual es un elemento fundamental para ponernos en contacto con todo lo demás de nuevo.

De las personas con quienes he conversado, curiosamente, resulta más difícil integrar los

viajes para quienes hacen un uso frecuente de los psicodélicos, como en el caso de Claudia,

para quien las tomas de yagé durante un tiempo fueron muy seguidas, casi cada fin de

semana. De la misma manera que podemos padecer una acumulación excesiva de grasa en

el cuerpo que pone en riesgo la salud, debido a que nuestro metabolismo no alcanza a

procesarla, es posible que la información que los psicodélicos nos ofrecen sobre nosotros
mismos y el mundo, no alcance igualmente a ser metabolizada, que el cuerpo no logré

transformarse lo necesario para recibirla e integrarla por su volumen y cantidad. Y, por el

contrario, se almacene y acumule internamente de forma progresiva, causando

obstrucciones en los flujos emocionales y mentales y, además, generando la necesidad de

recurrir una y otra vez a ese estado de conciencia que otorga la medicina para sentir que

todo vuelve a fluir.

Procesar sería reflexionar, retomar imágenes, sensaciones, o pensamientos, obsérvalos y

comunicarlos, por medio de la conversación, la escritura o cualquier manera de expresar y

conectar el afuera con el adentro. Ir encontrando conexiones y aplicando las ideas a la

realidad, y a su vez nutriéndolas con lo vivido. Es un proceso para el que no hay

instrucciones claras, y en el que el acompañamiento profesional o de personas cercanas

puede ser necesario para organizar lo experimentado.

No es cuestión de pretender abarcar en su totalidad una experiencia psicodélica y

procesarla, la memoria sabemos, no funciona de esa manera. Es más, como una válvula que

constantemente se gira abriéndose y cerrándose para irrigar información según la presión

del ambiente, pues se recuerda de acuerdo con las necesidades del momento, cuando el

presente a través de algún detalle lo detona. No solo es imposible recordarlo todo, tampoco

hay una meta en donde el proceso al que nos referimos se concluya. Al igual que las

válvulas del corazón y la memoria, la integración está hecha de la constante circulación de

emociones, recuerdos, y sensaciones. No tiene un tiempo establecido o ideal, y

precisamente por esa razón se vuelve tan confuso definir el tiempo de espera para volver a

consumir alguna medicina, la distancia o la pausa ideal entre cada experiencia psicodélica
que permita metabolizar cada una y eviten la acumulación de información y, podríamos

imaginar que de sustancia en el cuerpo. Dicha dificultad se puede presentar en especial en

personas que no hemos crecido dentro de tradiciones en donde el ritual organiza los

tiempos de consumo y los que haceres, y en donde el trabajo espiritual no está separado de

las actividades diarias.

En este orden de ideas, sería fundamental construir espacios de conversación sobre la etapa

posterior al viaje, hablar del tiempo de descanso y de pausa entre cada terapia o ceremonia,

de la constante circulación de información que se experimenta después de una experiencia

psicodélica y el lugar que tienen la expresión y la reflexión en evitar refrenar ese proceso.

En los espacios ceremoniales la conversación posterior al viaje es algo común en la

mayoría de los espacios, se suelen realizar comidas en la mañana posterior a la ceremonia

para que la gente recupere energía física y tenga tiempo de conversar sobre lo que siente.

Se trata de momentos de socialización posteriores a los más introspectivos y nocturnos, que

estimulan la expresión, el descanso y la alimentación, y que contribuyen a los procesos

metabólicos físicos y mentales. El psiquiatra pionero de la psicología transpersonal Claudio

Naranjo menciona al respecto de la comunicación que, “Expresarse –es decir, traducir los

sentimientos y la comprensión de uno en acciones, formas y palabras- es realizarse, en el

sentido literal de hacerse uno real.” (Naranjo, C. 2017, pág. 148).

La compañía hace del encuentro con la cotidianidad algo menos abrupto y puede estimular

la comunicación y el autoconocimiento. Aunque la familia no suele ser un espacio de apoyo

común después de estas experiencias, y aparecen los amigos o incluso personas que se

conocen por la medicina como compañeros de viaje, la familia si es un tema constante


durante el viaje se busque o no, es un punto de inflexión repetitivo, un gran vórtice en el

que casi todos convergimos. Romper las barreras que nos impiden comunicarnos con el

corazón es una de las cosas que siento fundamentales para llegar a repercutir en nuestro

mundo, nuestras relaciones y a nosotros mismos.

El acto de expresar si bien suele ser espontaneo, también se alimenta de analizar las cosas y

de encontrar los medios de transmitirlo. “A mí me interesa el tema de la comunicación,

tratar de explicar lo que paso y hacerle honra a lo que se vivió desde la palabra, pero uno

nunca encuentra la forma de explicarlo, ¿entonces cómo llevar a cabo este proceso?”

(Nicolas, entrevista personal). La expresión no solo radica en la capacidad humana de

hablar y contar un pensamiento, en el sentido amplio de la palabra se trata de lograr

manifestarse de distintas formas, acciones, movimientos, prácticas, etc. En mi caso, el

llamado más urgente de expresar venia del cuerpo y me exigía movimiento, empezando por

aprender a bailar. Gran parte de mi vida me he mantenido en un estado introspectivo, donde

el silencio y la concentración han predominado. Muchos de mis desequilibrios internos

radican en esta falta de apertura al mundo. En mi caso experimentaba mucho y expresaba

poco, hacía muy poco con todo lo que vivía en la exploración de mi conciencia, creía que

con solo verlo y sentirlo ya era suficiente.

La medicina hace sensibles los vínculos durante el trance y abre la posibilidad de ver con

lucidez de donde vienen las dificultades en cada relación. Estos procesos pueden ser

animados por entornos que proporcionen la quietud y el silencio necesario para estimular la

introspección; la concentración al viajar internamente. Sin embargo, es necesario continuar


el proceso y aportarle momentos de apertura en donde salga la información acumulada en el

cuerpo.

Como vimos, la compañía también puede resultar abrumadora durante el trance, sin

embargo, sensaciones de este tipo, como en el caso de Nicolas quien lo experimentó con su

familia, pueden igualmente traer reflexiones interesantes para la persona respecto a esa

misma compañía y los vínculos que se tienen. Otro elemento fundamental en este apartado

sobre la compañía en los diferentes momentos de estas experiencias fue la dificultad que

existe generalmente para conversar con la familia sobre el tema, y el lugar estratégico que

ha tenido en el desarrollo y efectuación de la ideología prohibicionista. Esto nos expuso el

problema elemental que puede traer cualquier ideología; la adhesión irreflexiva a un

conjunto de ideas. Que, en este caso al ser políticas, ubicaron las drogas un problema de la

nación que por lo tanto involucra a todos sus miembros y que debe ser combatido en todos

los niveles. Sin embargo, la experimentación con drogas y los espacios de consumo lejos de

reducirse se han incrementado, y con ello la necesidad de poner sobre la mesa la discusión

al interior de los hogares. La exigencia de construir un discurso propio y flexible, basado en

información de calidad, que permita la conversación y estimule una apertura progresiva ha

sido un cambio de actitud muy interesante que hemos visto surgir dentro del panorama

actual del tema, que dista de la rebeldía tradicional característica de décadas anteriores, que

hay que reconocer también ha sido construida dentro de la ideología antidrogas como

imagen de la juventud. La propaganda sin fundamentos ha sido sustituida progresivamente

por información científica como en el caso de la marihuana, y se esperaría que esto avance

con respecto al resto de sustancias.


En conclusión, la compañía, sea familiar o de amigos, durante el trance y después,

contribuye a hacer de la visión una práctica en la cotidianidad, a integrar poco a poco lo

vivido, y a repasar los vínculos que sea necesario restaurar de forma práctica. Aunque las

soluciones no son inmediatas y consumir alguna sustancia no constituye una certeza frente

a los problemas, estas dejan ver la complejidad, el proceso continuo en el que se desarrolla

la vida, y la manera como autónomamente podemos intervenir en nuestro destino y

repensar nuestras relaciones.

Conviene subrayar, que, al alterar nuestros vínculos, las medicinas permiten con el tiempo,

analizar y cuestionar el concepto mismo de familia, esta como institución social con roles y

normas de comportamientos dadas. Al ofrecer además un espacio de socialización en donde

las normas, el orden de lo que hace y como se hace cambia, se conocen nuevas personas, se

alteran las rutinas, se abren posibilidades de reflexionar sobre que es lo común, que es lo

que nos vincula y nos une en el tiempo.


2.1 El buen vivir: un concepto que desmitifica sencillez

En una pequeña ceremonia en la comunidad de Dureno en Ecuador, un grupo de

extranjeros llegaron buscando a los cofanes para tomar yagé. La noche que finalmente se

dio la toma con el abuelo Rufino y su familia, sucedió un incidente incómodo. Los tres

estadounidenses en medio de la noche expresaron su molestia por la forma en la que los

cofanes hacían la ceremonia, específicamente por la bulla, las risas y la constante

conversación. En el momento no me extrañó su reacción y lo que pudieron pensar sobre la

forma tradicional y particular de tomar medicina en esa comunidad de Ecuador, pues puede

resultar extraño para quienes han consumido junto a otras comunidades y esta es su primera

vez.

Alrededor del yagé y, especialmente a lo largo de las últimas décadas, se han gestado gran

cantidad de corrientes y diseños alrededor de las formas de tomar la medicina y hacer una

ceremonia. Al tratarse de una planta tradicional sudamericana, es difícil imaginar y mucho

menos nombrar la gran diversidad de prácticas que han existido durante la historia. Por dar

unos ejemplos, la Uniao Do Vegetal, una sociedad religiosa nacida en Brasil en 1961 y que

cuenta con cerca 18.000 socios en todo el mundo, ubica a esta planta como el centro de su

camino de conocimiento y “evolución” (UDV, 2021), toman ayahuasca en el día, mientras

se leen escrituras bíblicas y pensamientos de su maestro Mestre Gabriel. Siguiendo por una
corriente marcadamente sincrética, la iglesia del Santo Daime es un culto fundado

igualmente en Brasil, en el estado de Acre en la Amazonia. En el que se reúnen elementos

del “cristianismo ecléctico, tradiciones católicas, espíritas, esotéricas, cabocla e indígenas”

(ICEFLU, 2015) alrededor de la toma de ayahuasca. En sus ceremonias se baila

constantemente y cantan alabanzas a Dios. En los años recientes, en Norte América se está

intentando llevar a cabo protocolos para descubrir el potencial del Yagé en entornos

terapéuticos con sesiones asistidas, en las que se realiza un viaje psicodélico sumamente

introspectivo y reflexivo, usualmente de forma individual o en pequeños grupos.

Igualmente, con la llegada del Yagé a las ciudades, las formas de tomar la medicina se han

tenido que acomodar y cambiar frente a los nuevos espacios y contextos en los que está

inscrita, en Bogotá, por ejemplo, se suelen realizar en apartamentos espaciados, se asignan

baldes para cada persona y los taitas o guías suelen realizar viajes desde las zonas rurales.

De esta forma puede que sea la misma medicina, preparada del mismo bejuco y por la

misma persona, pero los espacios y por ende las experiencias van a ser radicalmente

distintas.

Para personas que, por ejemplo, están acostumbradas a tomar medicinas psicodélicas de

forma individual, introspectiva y lo más calmada posible, las ceremonias Cofán pueden

parecer incorrectas y extrañas, como en el caso de los viajeros que consideraron que los

indígenas estaban desaprovechando la medicina por el ambiente de recocha que se vivía. Es

curioso que citadinos que llevan tomando yagé muchos años con indígenas cofanes, no

suelen tener idea de cómo es su tradición más allá de las tomas de los fines de semana que

realizan en zonas cercanas.


Una ceremonia tradicional Kofan se caracteriza por tener risas escandalosas, historias y

chistes que producen carcajadas en la familia durante toda la noche, después de un tiempo

de aislamiento e introspección. De estas ceremonias tomé este elemento para los espacios

que construí con MDMA y hongos, se comparte el espacio con otras personas, pero es

necesario dar un tiempo considerable a la soledad y la individualidad, y dejar la

socialización para momentos posteriores a estos, y en mi caso para el aterrizaje.

Normalmente sugería a los participantes usar antifaz y elegir un espacio en donde se sientan

cómodos para pasar un largo tiempo y en donde no se interrumpa el proceso de los demás.

Durante el trance esto no se mantiene así, pueden presentarse toda la clase de

interrupciones e imprevistos, momentos difíciles o de ansiedad que alguna persona puede

atravesar y que es necesario acompañar para que no afecte significativamente a los demás,

por ejemplo, con las herramientas que el enfoque directivo ofrece. De la misma manera, en

contextos ceremoniales indígenas también los taitas o guías intervienen en esos casos con

sus propios instrumentos y mecanismos, para hacer que la persona se relaje y pueda

retomar su proceso introspectivo con mayor calma.

En un ambiente tan familiar y reducido como estas ceremonias, las conversaciones y relatos

no dejan de fluir entre los abuelos, nietos, sobrinos, padres e hijos. En septiembre del 2019

hicimos un viaje a Putumayo con Lina, Valentina, Anamaria, Federico y Jerónimo, para

realizar un documental sobre esta planta de poder, específicamente sobre el proceso de

intersección de conocimientos entre las comunidades A’i-Cofán y Emberá en el resguardo

la Cristalina, del que el Yagé era protagonista.


El martes a mediodía llegamos a Orito, conocimos a Taita Saulo y nos presentamos con él

en el pueblo, se encontraba acompañado del gobernador Embera Yagarí, quien nos propuso

ir a tomar una cerveza para hablar del tema. Le comentamos la idea y le gusto,

inmediatamente nos comentó que iba a llamar al Jaibana para que estuviera al tanto y lo

conociéramos. Ya juntos, nos hablaron de dos ceremonias, nos explicaron que los tiempos

estaban previstos para dos tomas de yagé. La primera el jueves en la casa de Taita Saulo,

nuestro primer acercamiento, y la segunda debió ser el sábado en el resguardo Emberá.

Desde ese momento percibimos que las ceremonias eran un segundo saludo, uno necesario

para entrar a lugares más profundos de la vida. Lo cual, nos sorprendió pues no teníamos

previsto participar de ceremonias, nuestro plan estaba enfocado en conocer de la planta y el

proceso comunitario desde la historia del encuentro de las comunidades y las imágenes que

pudiéramos tomar del lugar. La segunda ceremonia no sucedió debido a que el mayor del

resguardo Emberá había fallecido. Como los tiempos se alteraron, no podríamos avanzar

con el rodaje y las entrevistas como teníamos previsto, sin embargo, la invitación a la toma

fue más bien un llamado, y al sentirse llamado a un lugar los tiempos se conjugan.

Al día siguiente de nuestra llegada, los hombres participamos de la preparación del Yagé,

en una choza cercana a la casa, pero oculta por los árboles, mientras las mujeres preparaban

el sancocho del almuerzo. La jornada inició a las nueve de la mañana. Wilmar, el muchacho

que realiza los quehaceres diarios de la finca del Taita, nos llevó al monte, siguiendo un

camino al costado del río Yarumo, por entre palmas de plátano y matorrales. En el camino

preguntamos qué ¿Con qué planta se preparaba el Yagé? Y si ¿era una, o la combinación de

varias? Señalando el bejuco que se prendía del tronco del árbol caído Wilmar nos comentó:
“Este de aquí es el Yagé, este lo que hace es emborrachar el cuerpo. Ahora cuando estemos

cerca del taller recogemos la pinta, que es la que da la visión” (Wilmar, 2019)

Ya en el taller nos sentamos sobre unos troncos para raspar el bejuco del Yagé con un par

de cuchillas sin mango que tenía guardadas. Cada palo que va quedando limpio se deja en

el montón en donde rápidamente se oxida y se torna rojizo. Nos tomó alrededor de una hora

limpiar todo el bejuco que llevamos al taller, lo cual no es un tiempo exagerado si se

considera que conseguimos lo suficiente como para preparar dos pintas según Wilmar. A

continuación, nos dispusimos a recoger la planta de la visión; se arrancan las hojas de una

enredadera que crece del suelo cerca al taller, y debido a que las hormigas se habían estado

alimentando de dicha planta, tuvimos que volver al bosque a buscar las suficientes hojas

como para llenar un balde de unos doce litros. Allá en el bosque mientras caminamos,

Wilmar nos cuenta que las plantas medicinales no crecen allí naturalmente, que el Taita

Saulo las ha transportado hasta ese lugar y las ha ido sembrando a medida que han sido

necesarias. En una de las entrevistas, Taita Saulo confirma esto y menciona que cada mayor

se encarga de cultivar y manejar el Yagé. Le preguntamos que él de donde lo trajo con la

intención de seguir un poco las rutas y viajes que la planta ha hecho antes de encontrarse

ahí: “Eso son semillas que uno carga ya, remedios que uno sabe que son remedios buenos,

y le han dado buen resultado, pues uno siempre no olvida la semilla. Si, las clases de

plantas siempre las carga a donde vaya” (Taita Saulo, 2019)

Cuando regresamos al taller, el padre de Wilmar, el señor Gratiniano, ya había cortado en

láminas delgadas el bejuco que habíamos pelado antes y lo dispone en dos baldes plásticos.

Al taller se lleva chicha para quitar la sed y música para pasar el tiempo. Comenzamos a
majar el bejuco picado sobre unos agujeros en un tronco de tamaño considerable, utilizando

un palo de madera con cabezales anchos que se dejan caer sobre la masa vegetal. Nos

turnamos la tarea de majar según se va cansando cada uno, ninguno de nosotros logra

mantenerse más de pocos minutos, Wilmar se ríe sutilmente y nos releva cada tanto.

Mientras tanto en el pequeño radio, suenan canciones compuestas por nativos del Putumayo

que hacen alusión a los Taitas más importantes de la región y en las que se menciona al

Taita Saulo también.

Después de unas dos horas moliendo el bejuco, se retira la masa del hoyo en el tronco y se

mezcla con agua en una olla grande que inmediatamente se empieza a tornar color café,

entonces comenzamos con el proceso de moler la pinta. Pensamos que, al ser hojas

compuestas de un material más suave, el proceso de majar la pinta o Chagropanga, sería

más llevadero que el anterior. Sin embargo, nos toma otras dos horas terminar de moler la

planta de visión, con lo que se hacen las dos de la tarde.

En este momento nos encontramos todos exhaustos y los turnos para moler la Chagropanga

se van intercalando cada vez más con pausas más y más extensas. Es entonces cuando

comprendemos porque suele ser descortés negarse a recibir el Yagé y participar en la

ceremonia; lo comentamos mientras trabajamos en el taller para terminar el proceso de

trituración de la Chagropanga y Wilmar nos cuenta con algo de escozor que algunos

extranjeros invitados a las ceremonias dejan la finca sin agradecer por la preparación de la

pinta y el ofrecimiento de la ceremonia.


A continuación, mezclamos las plantas en el recipiente con agua en el que ya habíamos

depositado el Yagé molido. Unos minutos después, cuando las plantas ya han dejado que

sus líquidos se mezclen completamente con el agua añadida, se procede a separar la masa

vegetal del agua mediante un método de prensado en lona que Wilmar y el señor Gratiniano

han inventado para descomplicar un poco el trabajo. Durante este proceso suenan algunas

canciones cristianas y preguntamos a Wilmar si él mismo es practicante del cristianismo, a

lo que nos contesta con una negativa. Nos cuenta que cree en dios, aunque no suele asistir a

la iglesia y, a modo de juego —puesto que sabe que nosotros mismos nos encontraremos en

la ceremonia de Yagé en la noche siguiente— nos dice que su creencia en una deidad

cristiana proviene de las tomas de Yagé: “Es que cuando usted está tomando ve unas cosas

tan horribles que si no se pega de dios ahí se queda” (Wilmar, 2019)

Empezamos a limpiar del líquido los remanentes de plantas, filtrándolo varias veces con

mallas de cocina. Son las cuatro de la tarde y aunque lo único que queremos es irnos a

descansar, Wilmar nos cuenta que ellos deben estar allí cocinando otras pintas de Yagé que

han preparado antes, para reducirlas a un galón de miel de Yagé, el cual es más fácil de

transportar. Este galón de miel será llevado por ellos mismos al departamento del Cauca, en

donde será ofrecido a otras comunidades. En el proceso de reducción del Yagé se

demorarán, como sabremos después, hasta las cuatro de la madrugada, por lo que a medida

que va anocheciendo se van aprovisionando de chicha, rapé, y mambe, al igual que un par

de guitarras con las que pasarán la noche.

Entrar en un espacio de este tipo en donde se participa de la preparación de la medicina

permite nutrir las ideas que las personas tenemos sobre la medicina, sin embargo, sabemos
que no es posible para la mayoría de las personas que participan de las ceremonias tener

acceso. El desconocimiento de los procesos puede genera gestos de desatención como el

que Wilmar menciona en un contexto de encuentro intercultural como este. Distintas

comunidades indígenas, consideran que es necesario compartir la medicina con la gente no

indígena ya que son los que más la necesitan, y a su vez, la creación de estas alianzas es

una forma de satisfacer las necesidades económicas básicas de sus comunidades. Ha sido

común que para muchos líderes indígenas y médicos tradicionales sea positiva la expansión

y el reconocimiento de su ciencia por parte de los occidentales; incluso he escuchado decir

a muchos abuelos, cuando se toca este tema, que la gente de afuera puede llegar a valorar

mucho más lo que ellos saben. Sin embargo, el interés exacerbado por la medicina es un

fenómeno que se ha expandido de forma progresiva y desmedida, y aquello implica en

muchos casos ausencia de reciprocidad y desequilibrio en la relación cultural en el

momento en que se dejan de lado las prácticas y epistemologías que han rodeado a la planta

milenariamente para extraerla de su contexto. ¿Qué estrategias pedagógicas se pueden idear

para contrarrestar este fenómeno? ¿Y qué políticas son necesaria actualmente para proteger

los intereses de las poblaciones indígenas y contribuir a una relación intercultural más

equilibrada?

Antes de dejar el taller de preparación del Yagé le hicimos a Wilmar una última pregunta,

la que probablemente más nos intrigaba: ¿Por qué no se permite la presencia de mujeres en

los espacios sagrados? Ni Wilmar ni el señor Gratiniano saben realmente la razón de esta

prohibición, sin embargo, nos cuentan que incluso para los hombres que preparan el Yagé,

está totalmente prohibido pensar en mujeres o distraerse con pensamientos parecidos.

Aunque no logramos comprender en dónde se origina el veto a las mujeres de espacios


sagrados como este, empezamos a notar que puede que tenga que ver con sentimientos

ligados a las relaciones amorosas que pueden causar desconcentración en el quehacer. El

conocimiento que pudimos reunir al respecto fue muy limitado, quizás al explorar con

mayor profundidad este aspecto nos proporcione un entendimiento mucho mayor de la

cultura yagecera del Putumayo. Por otra parte, la culminación del proceso de preparación

del brebaje del Yagé se da, como veremos el jueves en la noche, con los cantos del Taita

antes de ofrecerlo a los participantes de la ceremonia.

En la tarde, antes de la ceremonia, el Taita Saulo no dio rapé para empezar la limpia como

señaló. En la noche las personas empezaron a llegar, había algunas personas de la

comunidad Emberá y extranjeros. Después de un tiempo de tomar el remedio y escuchar

algunos cantos del Taita Saulo desde las hamacas, se nos reunió junto a los mayores en una

zona divida de la maloca para que pudiéramos hacer las preguntas y grabar lo que

quisiéramos. Las ocurrencias breves, las burlas con doble sentido, y las canciones

improvisadas, generaron todo el rato situaciones graciosas para todos que mantuvieron un

ambiente festivo durante la noche. Algo tan simple como mantenerse contentos y

conversando mientras se experimentan viajes psicodélicos intensos, resulta ser una

alternativa curiosa e interesante para sobrellevarlo. Se trata de una característica que se

repite tanto en la comunidad Cofán Durema del ecuador como en el espacio de Taita Saulo,

en donde algo que puede resultar tan trivial como reírse, es realmente una herramienta

práctica que ha permitido que estas comunidades puedan cumplir sin muchas vueltas ni

complicaciones el objetivo que declaran alcanzar con la medicina: “nosotros tomamos yagé

para amanecer contentos” (Rufino Criollo).


Aunque taita Saulo aprendió de la tradición Cofan, sus ceremonias son fruto de su camino

de conocimiento y su trayectoria vital y es posible notar la integración de diferentes

tradiciones:

“Yo propiamente pues no… no arranqué desde un inicio con Cofanes. Yo comencé

con gente en el Caquetá de los Makaguajes ¿Si? […] luego fui traído por un cura del

Caquetá, cuando tenía doce años al colegio de Puerto Asís, pues allá uno… cuando

lo sacaban, así como regalado como traído no más, en ese tiempo los Capuchinos lo

traían a uno de las comunidades como a la brava, lo sacaban a estudiar, entonces le

enseñaban mucho a uno, lo de la iglesia ¿No?, yo por lo menos era acólito del

padre; acompañar en las misas, en los matrimonios y todas esas vainas, recorridos

de ser como misioneros. De ahí yo creo que pues eso… y con la parte espiritual del

Yagé pues, me creó… me quedó ese rayo de esa orientación de la oración ¿No? Del

rezo, de ante mi dios ser firme y confiado en… verdaderamente de corazón, tener

esa confianza y esa fe que con él… pidiéndole con devoción le concede muchas

cosas: las virtudes, la sabiduría, lo que uno desee tener” (Taita Saulo, entrevista

personal, 2019)

La mayoría de las decisiones respecto a cómo se llevan las cosas en el lugar las toma el,

aunque como señala todo se ha construido gracias a los “apoyos de partes y partes, de grano

en grano en grano” (Saulo, 2019), vivir solo o sin esposa e hijos en casa, en un barrio a las

afueras de la zona urbana de Orito (la finca queda a unos pocos metros de la casa ya

entrando al monte), entre otros factores, también han marcado su forma de hacer y la

dinámica en el lugar, que lo diferencia de otros taitas y comunidades. “Aquí ha vivido el yo


y el que llega por temporadas ¿No? Aquí nadie ha vivido más… fuera de aquí sino yo y

gente que llega por temporadas, por paseos y… su par de meses, sus quince días, sus ocho

días y eso es como más la parte del lugar” (Saulo, 2019) Respecto a quienes los visitan y

buscan su ayuda con el yagé nos comenta:

“Aquí vienen es abierto para el que quiera llegar, así sea extranjero, sea gringo, sea

japonés, sea ecuatoriano, sea de aquí mismo de la comunidad. Esto está abierto para

el que sepa y la recomienda de uno si quiera llegar, llega aquí. Si” (Taita Saulo,

entrevista personal, 2019)

Cuando viajamos notamos que el flujo de personas es constante y las ceremonias también,

en cambio en Ecuador y la comunidad Durema Cofan, esto es diferente. La familia de los

taitas es la única que realiza tomas periódicamente, aunque suelen asistir personas de la

comunidad o uno que otro extranjero, y niños también, es mucha menos gente la que

participa. La planta es utilizada, sobre todo, por los jóvenes que están en el proceso de ser

autoridades y sus familiares más cercanos. Un elemento que caracteriza y diferencia

fuertemente a esta comunidad en cuanto a su uso del Yagé, y que quizás explica el hecho de

que el flujo de personas es reducido, es las grandes cantidades de medicina que se toman

por ceremonia.

En la oportunidad en la que participe note que la totuma era significativamente más grande

que las que había visto antes, la cantidad que almacenaba era un litro y se llenaba

numerosas veces por persona durante la noche. Quienes más deben tomar son los jóvenes, y

deben hacerlo así ya que lo que buscan ver con el Yagé solo se logra en dichas cantidades
según me comentan. Debido a las cantidades, el cuerpo se encuentra al borde toda la noche

y es mucho más difícil el viaje que con dosis más bajas. Las historias, chistes, y la recocha

que los abuelos van haciendo, crean un ambiente que facilita estos viajes intensos, que da

fuerza a los tomadores y que se gesta desde el principio, no como en otras ceremonias

como la de taita Saulo, donde el ambiente festivo empieza después del tiempo de

introspección. En las ceremonias de las que he participado en Ecuador, se toma en familia

al son de la conversación y las risas nocturnas. Lo cómico viene, por ejemplo, de que el

abuelo cuenta lo que “el jaguar le está diciendo en el momento, o de historias de lo que les

ha pasado con la anaconda, con el río, lo que el conejo les dice” (Apuntes de campo, 2020).

La complicidad festiva con los animales durante el trance es fundamental para estimular la

capacidad de resistencia de quienes toman. El compañerismo con los seres de la selva y los

relatos al respecto, son una constante en todas las conversaciones cotidianas y la base de su

epistemología. Conversando un día con Lulito Queta, joven en proceso de ser taita e hijo

del Taita Querubín Queta, le pregunte si ellos en las ceremonias veían a Dios o hablaban

del Dios cristiano o algo similar. El me comento que “sus conocimientos eran de la selva de

los animales y nada más, pero que había algunos abuelos, unos abuelos que cuando llegan a

cierta edad y a mucho conocimiento alcanzan a tener una conexión con algo, algo más

arriba, pero de resto los conocimientos eran los de la selva” (Apuntes de diario de campo,

2020)

Antiguamente tomábamos chicha, cantábamos, después mandaban a preparar yagé

ya que de la chicha se encargaban las mujeres y las esposas. Los domingos

tomábamos yagé y al día siguiente nos llamaba el jefe mayor y nos íbamos a torcer
chambira [fibra con la que se hacen las mochilas] a preparar los dardos de la

cerbatana. Después en la toma del yagé también practicamos lo que es la música

con tambores, ahí dentro de la toma no se practica la palabra de Dios, después nos

ponemos a descansar. (Taita Rufino Criollo, conversación personal, 2020)

Podemos ir haciéndonos una imagen de las ceremonias, sus colores, ritmos, y sonidos, de

las maneras como la medicina afecta las actividades cotidianas y organiza la vida. Al

preguntarle al abuelo Rufino sobre por qué y para qué los Cofanes toman yagé me dice:

Por eso nosotros los mayores aconsejamos así, que amanezcan tomando yagé,

fumando tabaco y conversando, ya a las 5 am se levantan y como tenemos alrededor

de la casa de yagé lo tenemos bien limpio nos sentamos a conversar ahí; ya por ahí a

las 8am la gente empieza a irse de cacería, irse a las chacras, pero si amanecemos

con una mala visión no nos vamos porque nos podemos lastimar. Para todo eso nos

sirve el yagé, porque gracias a eso también soñamos si hacemos las cosas bien, por

eso les digo a mis hijos que tomen yagé con los papás (Taita Rufino Criollo,

conversación personal, 2020).

Dentro de este ambiente festivo las familias, amigos, y conocidos estrechan lazos más

profundos. En las ceremonias tradicionales es muy común encontrar que los niños y

jóvenes van haciendo parte de ese mundo. En el Putumayo, el Gobernador y el Mayor

jaibana nos comentaban, en la conversación previa a la toma, que dentro de su plan de


ordenamiento uno de los puntos más importantes es la educación indígena y diferencial,

basado en su derecho a la autonomía de formar a los niños y jóvenes con base a una

educación que fomente la protección y recuperación de la lengua materna, la memoria de

los pueblos indígenas, y sus prácticas ancestrales. Ellos nos contaban que los niños asisten a

una escuela Cofán de un resguardo que queda cerca de ellos, esto como ejemplo de otra de

las convergencias entre una y otra comunidad indígena. Los niños Emberá, aparte de su

lengua materna y el español, están aprendiendo la lengua cofán en la escuela con el

profesor Gustavo Queta, que también es Taita.

Los niños aparte de su horario escolar, y esta es una de las cosas que contaban con mayor

orgullo, también van a tomar yagé. Dentro de la tradición de los A’i Cofan las ceremonias

de yagé son un espacio intergeneracional que mantiene vivo el canal de comunicación entre

los viejos y los jóvenes. La educación propia indígena de la comunidad Emberá ha acogido

las ceremonias de yagé también como un espacio educativo y de formación de niños y

jóvenes, adultos y ancianos.

Entonces esas enseñanzas generalmente son del yagé, donde el yagé da ese

discernimiento, esa concentración. Por ejemplo, si un niño va mal en el estudio le

dice al Jaibana: mayor dame curando yaguesito. Tiene derecho porque él quiere

mirar, avanzar hacia su futuro y ese niño verdaderamente le ha ido bien. Entonces

que hermoso así, pero hay otros no; hay veces que el yagé lo agarra y lo castiga, lo

castiga, pero eso es para que se reflexione en sí mismo.


Mis padres durante su juventud decidieron experimentar con yagé, y al mismo tiempo que

ellos, tuve mi primera experiencia con esta medicina. Posteriormente, a los 10 años probe el

peyote, los hongos a los 12 y de ahí en adelante muchas otras sustancias, todas con un rigor,

frecuencia y disciplina que no dejaban espacio para actividades más “superficiales” o

características de la infancia de un niño en la ciudad; jugar con niños de la misma edad, ir

al colegio (ya que estudie virtualmente la mayoría de los años), entre otras. Pasaba mi

tiempo entre gente mayor interesada en estas prácticas mientras el entusiasmo de mis

padres con la medicina y las comunidades indígenas crecía desmedidamente. Ellos optaron

por proyectar su prometedora relación con la medicina en mí, y debido a su falta de

experiencia y precaución, asumieron que todos los beneficios de la medicina en un niño

debían de potenciarse sin riesgos. No consideraron, por ejemplo, la confusión que vendría

al no encontrar nada en común con las personas de mi edad, sus espacios, que haceres, y

ritmos de vida, cuando entrará al colegio y posteriormente a la universidad. Aunque no

tendría sentido juzgar la manera cómo sucedieron las cosas, si resulta ambiguo definir de

donde realmente venia el impulso por experimentar, si de mis padres o de mí.

Pensar en este tema en relación con las infancias resulta delicado, por lo que señalo frente a

la dificultad de identificar cuando hay obligación, persuasión, o autonomía en un niño o

niña. Y también por la poca información que existe al respecto (fenómeno que se repite en

la mayoría de los ámbitos en donde están presentes los niños, pero no son tomados en

cuenta de manera diferencial). No se explora ni habla sobre las necesidades particulares de

ellos en estos contextos y los posibles riesgos a los que se exponen, en especial cuando no

pertenecen a estas culturas y sus tradiciones, y el acercamiento se da por interés de los

padres. Como en mi caso, que, aunque crecí cerca, me encontraba viajando con frecuencia
y cruzando fronteras culturales constantemente, sin un acompañamiento para poder

aterrizar e integrar la cantidad de información y experiencias trascendentales que tenía.

Resulta interesante y necesario ahondar en el lugar de los niños dentro de los contextos

ceremoniales según sus entornos culturales, y preguntarnos de qué manera se puede

asesorar y acompañar a los padres que deciden asistir y encaminarse en estas tradiciones,

fenómeno como vemos, cada vez más frecuente. Es importante porque son los padres el

filtro entre el mundo y el niño, quienes ayudan a discernir la información que entra y sale, y

quienes pueden identificar a tiempo los problemas, enredos o traumas que al no prestarles

atención pueden ser irreversibles en el futuro.

Alimentar los vínculos familiares con Yagé en el caso del pueblo Emberá, ha expandido las

relaciones de la comunidad, hacer hincapié en este punto es de vital importancia, ya que, a

diferencia de la experiencia mística individual, hacerlo comunitariamente permite llevar el

proceso de integración también a nivel colectivo, y vincular las prácticas de la medicina

con el resto de los ámbitos de la vida cotidiana.

Son diez años en los que el resguardo de La Cristalina, compuesto por cerca de 70 familias,

se ha acercado a la guía y la disciplina de la Ayahuasca de la mano de Taitas A’i Cofán.

Esto ha implicado una profunda reorganización y transformación no solo como individuos

que logran una experiencia mística sino también como Emberás, una metamorfosis de sus

tradiciones, organización política y administrativa. No se trata de que el yagé sea haya

convertido en el elemento que dictamina cómo se tiene que hacer absolutamente todo
dentro de la comunidad, lo que hay que hacer evidente y resulta ser muy interesante, son los

cambios sutiles y duraderos, los matices, choques, contradicciones y dificultades que puede

implicar llevar a la realidad o aterrizar los cientos de experiencias de estos individuos en

clave de comunidad.

“Un día me invitó taita Javier Dorado, llegué a tomar y a probar qué era el yagé, y

sí, me dio una revelación el espíritu del yagé. En la revelación veía una casa, una

casa en la revelación miré y el espíritu del yagé me decía -el yagé no era de los

Emberás- entonces me asusté y más no volví. […] En el año 2010 hubo, llegamos a

conocernos con taita Saulo, quien ya en esa época estaba aquí, tenía su tomadero, su

templo. Taita Saulo me invitó, me dijo “Yagarí lo invito a tomar yagé”. Yo me daba

miedo porque en la revelación escuche, vi, escuche en mi propio oído la revelación

de que el yagé no era de los Embera. (Pablo Emilio Yagarí, entrevista grupal, 2019)

Previo a que Taita Saulo lo invitará a tomar, hubo un evento que los acerco. El gobernador

nos comentaba que en ese tiempo llego un muchacho, hijo de un fiscal de Medellin para

que taita Saulo lo ayudará a salir de un problema de dependencia a las drogas que lo había

llevado a vivir en la calle. Fue entonces cuando el chico le robo una cámara fotográfica a

taita Saulo mientras el estaba de viaje, por lo que el taita busco al gobernador y las

autoridades Emberás para que le ayudaran con el tema en Putumayo mientras el llegaba.

Toda la guardia acudió, organizaron una emboscada y retuvieron varios días al chico en el

cepo (máximo castigo que puede colocar la autoridad indígena). Al final el muchacho

reconocido su error y lo dejaron salir. En agradecimiento, taita Saulo invito al gobernador a


una toma de Yagé, quien a pesar de su temor acudió junto a otras diez personas de la

comunidad que lo siguieron.

En la noche tomamos, yo me senté por ahí y a la gente le gustaron, a los Emberás le

gustaron tomar yagé. Pues usted sabe que a uno de primer inicio eso no es

emborracharse como se emborracha uno llevando un proceso grande. Me llego fue

unas lucecitas muy hermosos y cosas así, yo dije está será la borrachera del yagé,

pero yo no sabía que además esto era un proceso. El taita dijo “bueno muchacho si

ustedes quieren tomar aquí bienvenidos serán un viernes o un sábado, si ustedes

siguen a mi allá en el resguardo vamos a construir un templo”. Listo, trato hecho,

pero ¿por qué motivo? Yo le agradezco acá al compañero Jaibaná porque aprendió

el proceso del seguimiento del papá el jaibanismo, el papá es jaibana, y segundo, el

aprendío a manejar el yagé. (Pablo Emilio Yagarí, entrevista jueves en la noche)

El gobernador nos comentó que una de las razones que los llevo a iniciar este proceso con

la medicina fue el desorden que se produjo al interior de la comunidad por la llegada de un

jaibana que se suponía que iba a ser la nueva autoridad y el medico tradicional, pero

termino entrándole la “loquera” como ellos mencionan; consumiendo alcohol todos los días

sin hacer sus labores por lo que lamentablemente murieron cuatro personas de la

comunidad.

Entonces tuvimos problemas con ese jaibana y me tocó programar una asamblea de

autoridades para poder hacer respetar la ley porque en el mandato la ley de las

normas el jaibana está bajo direccionamiento del cabildo, el reglamento habla claro.
El jaibana a la norma, un yagesero a la norma, cómo así los jaibana haciendo

maldad. (Pablo Emilio Yagarí, entrevista jueves en la noche)

A raíz de este incidente, definieron no buscar Jaibanas por fuera de la comunidad para no

arriesgarse de nuevo. Había un compañero que había sido aprendiz de jaibanismo de su

padre y, además, del proceso yagé. Incrédulo, el gobernador accedió a tomar yagé que le

había ofrecido: “entonces no, tranquilo, tomé, entonces cuando se viene una borrachera,

pero buena, buena, buena, ahí fue que le dije, ahí si le creo. Ahora sí, tomando es que sabe,

dijo. (Pablo Emilio Yagarí, entrevista jueves en la noche). Después vino la amistad con el

taita Saulo y empezaron el proceso de conocimiento, construyeron su propio tembló, y

vinieron diversas autoridades Cofan a enseñarles.

taita Querubín llego ahí, Gustavo Queta también, el mayor dejo toda la enseñanza,

cómo eran las disciplinas. Y de ahí nosotros hemos aprendido mucha cosa, toda la

disciplina de dentro y fuera. De ahí quedo creado un comité, digamos, como se iba a

organizar los majadores del remedio, el mayor ya lo autorizó, fue enseñando uno

por uno, “ venga usted y usted a majar”. Y claro, usted sabe que ese es un

proceso, según la agilidad y la influencia del majador comenzó una borrachera

buena.

(Pablo Emilio Yagarí, entrevista jueves en la noche

).
Esta población Emberá se ha conformado en el Putumayo aproximadamente desde 1985,

por lo que el encuentro con los Cofan y lo que ofrece este territorio no es nueva, mientras

que el Yagé si lo ha sido debido a que no pertenecía a sus tradiciones. Respecto a esta

nueva relación hay muy pocos registros, la única mención al respecto en documentos de los

Emberá es el siguiente en el plan de salvaguarda de la nación Emberá Chami del Putumayo,

lo que además demuestra que otras comunidades Emberá también se han acercado a esta

medicina:

“El jaibaná y la Medicina Tradicional Los Embera del Putumayo, mantienen un sistema de

salud propio basado en la prevención que realizan los médicos tradicionales, los Jaibanás.

Ellos son los encargados de curar dolores de estómago, de cabeza, el mal aire, calmar los

nervios y en general sacar el mal, del jai malo del cuerpo del enfermo. También, realizan

limpiezas de las viviendas, de los cultivos alejando enfermedades y malos jais. Entre las

plantas más utilizadas por los Jaibanás se encuentran: keracar, para todo tipo de

enfermedad, la murrapa o fatuku, la hoja de bijao, para refrescar, guairasasha para sacar el

mal y la albahaca para los nervios. 

Por otra parte, algunos Jaibanás están manejando otras ciencias y conocimientos como el

que se aprende a través del Yagé, para curar enfermedades y orientar a sus comunidades.

De esta manera se está presentando la interculturalidad en la medida que el embera explora

y ocupa nuevos territorios, tiene la oportunidad de compartir con otros saberes

tradicionales. Es común que los directivos y autoridades de cabildo asistan a ceremoniales

del yagé con el acompañamiento de sus mismos jaibanas” 

(Asociación de cabildos Emberá del Putumayo - Kipara Ascek. 2011, pag: 47)
El fortalecimiento de la amistad con los Cofán ha estimulado diversas iniciativas en la

comunidad Emberá; actualmente siembran su propio Yagé, su pinta, y construyeron un

templo en su territorio. Cuidar una planta cualquiera implica una serie de cuidados y una

constante comunicación con ella para que florezca. Podemos entonces imaginar todo lo que

demanda en cada fase de su preparación el Yagé, como menciona el gobernador, quien nos

permite aproximarnos a lo que demanda el proceso; coordinación en los que haceres,

formación de los encargados de cada fase, perfeccionamiento de las técnicas, y lo que repite

numerosas veces: disciplina. La planta exige estar en buenas condiciones físicas y mentales,

pues de ello dependerá la borrachera y las visiones de todas las personas. El señala que

dicha disciplina ha demandado movimiento en diversos ámbitos de la vida organizativa.

Desde entonces, por ejemplo, se creó una escuela de formación para trasmitir los

conocimientos de los jaibanas a los aprendices, y existe mayor control sobre el trabajo y

tarifas de los jaibanas, ya que según nos cuenta el gobernador los jaibanas podían enviar

males sobre las personas y causar enfermedades a su antojo debido al desequilibrio de

poderes que existía.

Hay personas malosas que ponen el rastro a uno y le hacen podrir los pies. Y eso me

toco empezar a recuperar porque ellos antes eran muy ocultos porque, yo no sé, en

el Emberá siempre es así, son como celosos, nunca dicen yo sé esto pa’ curar, por

eso ellos siempre secretamente dicen: yo lo curo, pero vale tanto. Por ejemplo, un

compañero allá curaba por 300 o 400 mil pesos una picadura de culebra y por no

morirse toca pagar. Entonces qué toco, ponerle una orden, una tarifa, porque a partir

de ahí en adelante empezó un proyecto que hicimos nosotros para rescate y

recopilación con el ministerio, anduvimos en el monte con una cantidad de


botánicos. Cuantas clases de plantas sabe su persona que nos explique porque esto

es una escuela de formación que los seguidores van a aprender, porque si el mayor

muere, se lo llevo todo.

De la misma manera, las parteras, los sobanderos y demás sabedores han hecho parte de

este proceso de formación. La disciplina que demanda el Yagé ha estimulado también un

cambio de actitud en los jaibanas y demás miembros de la comunidad respecto a la

generosidad de sus conocimientos y el trabajo comunitario, así como el fortalecimiento de

las leyes de origen de su pueblo.

En ese orden de ideas, explorar y profundizar en las tradiciones alrededor del Yagé, y no

solo interesarnos en las ceremonias y planta en sí misma y de forma aislada, nos permite

aproximarnos a las formas y niveles en que es afectada la vida y como se nutren las

tradiciones entre sí:

Algunos recelosos dicen que el yagé es malo, que es diabólico y yo me da es pesar,

que mi Dios me perdone. Yo fui un día don un compañero y le dije: el yagé no es

mío, no es de mi cultura, pero entonces en mi cultura ¿qué estoy haciendo, tomar

chirrinchi, emborrachar y pegar a la gente?

La Intersección de conocimientos entre las comunidades Emberá y Cofan evidencia la

flexibilidad de las tradiciones y su apertura al presente y la posibilidad. Así como la fluidez


de los procesos identitarios y la diversidad de caminos para llegar a un mismo punto: el

buen vivir.

Por otro lado, cuando se les pregunta a los abuelos A`i (cofanes) ¿ustedes para que toman

yagé? O ¿eso para qué sirve? Ellos no hablan de complejas teorías o formulas secretas,

ellos solo se limitan a responder de forma simple “cuando uno toma con el corazón es para

llevar un buen vivir.” El buen vivir es el componente central de la mayoría de los planes de

vida da de los pueblos originarios, un concepto que lo engloba todo, como si en algún punto

de la historia se hubiera hecho un gran consenso que se dio sin necesidad de comunicación.

El buen vivir es una práctica, pero también es una visión, un código no definido en cuanto a

nuestras formas de relacionarnos con la naturaleza, con los que nos rodean, con nuestro

interior, con nuestros alimentos, con nuestra salud, etc.

Desde el buen vivir no se busca generar rompimientos o fronteras entre el conocimiento y

las formas de implementarlo en el mundo. Al contrario, al no restringirse a un punto de

vista único o hegemónico, lo que permite es agrupar la diversidad y conectar

epistemologías, creando dinámicas claras de riqueza en el sentido amplio de la palabra. No

solo se trata de vivir mejor en términos materiales o de comodidades, que es como se ha

generalizado en una sociedad capitalista. Al comprender la complejidad y la forma en que

todo se encuentra en una continua relación y de que nada se está aislado, podemos llegar a

comprender por ejemplo, la importancia de las curaciones del territorio que realiza cada

comunidad indígena en distintos puntos del país, así como la manera en que el bienestar o

sufrimiento de los otros no me es ajeno, comprender las relaciones entre las otras criaturas
que habitan con nosotros y como poder relacionarnos de la forma más equilibrada y justa,

es algo sumamente complejo pero necesario para un buen vivir.


Conclusiones

Encaminarme en este proceso de investigación significo encontrarme directamente con

aspectos y dinámicas problemáticas que rodean el tema de los psicodélicos, pero, sobre

todo, implico reconectarme con los recuerdos más escalofriantes y determinantes dentro de

mi trayectoria y relación con los mismos. Quizás, al final, la elección del tema derivó de la

necesidad de este encuentro conmigo mismo, particularmente a través de un ejercicio

etnográfico, es decir, a través de la conversación con el otro, sostenida y avivada en este

caso, por las sustancias psicodélicas.

Quizás, enfocar el proyecto específicamente en el proceso posterior al trance, tanto en las

maneras en que es afectada la vida de la persona, como en los dilemas y estrategias que

pueden surgir en el proceso de integración, es consecuencia de las dificultades que he

tenido en esta parte del viaje. De los malestares y bloqueos que acumule debido a mi ritmo

de consumo y la intensidad de las experiencias, emerge igualmente el deseo de aportar

herramientas conceptuales y prácticas en ese sentido, que surjan a su vez de las narrativas

de quienes participaron y experimentaron con su cuerpo.

Un elemento constante y común en las historias de los viajes de las personas es la familia,

la importancia de estos vínculos dentro de la experiencia psicodélica aparece con fuerza

para señalar que hagan parte del entorno de consumo o no, el núcleo familiar se ve

directamente afectado por la medicina. Se encuentren lejos o cerca, la familia ocupa una

parte del proceso de salud de cualquier persona, y por ende es necesario que convierta en
un foco de los tratamientos terapéuticos, y en este caso, de los nuevos paradigmas de

regulación y estrategias pedagógicas sobre el consumo, para así revertir su posición frente

al tema. Podemos considerar que las tensiones y problemas que se pueden generar en la

relación entre un individuo y las sustancias psicodélicas derivan de la dificultad de tratar

estos temas dentro de la familia. Es necesario pues, desarrollar la capacidad de abordar el

tema de las drogas más allá del estigma y lo valores tradicionales provenientes de la

ideología antidrogas, para deshacer barreras y, por el contrario, convertir a la familia en una

fuente de apoyo y de compañía en la exploración y experimentación corporal.

Frente a este desafío las tradiciones indígenas pueden ofrecernos alternativas y modos de

hacer que pueden aportar a la reflexión sobre como la medicina nutre los vínculos y en

especial teje puentes entre las generaciones más jóvenes y los más viejos. Los abuelos de

las comunidades que visite señalaban con frecuencia la importancia de trasmitir los saberes

de la medicina a los más jóvenes para mantener la tradición y con ella desarrollar las

capacidades que este camino de conocimiento demanda, como la disciplina, la habilidades

de curación, la resistencia física y mental, y la comunicación con los seres que habitan el

territorio, los animales, espíritus de la selva y los ancestros que guían a la comunidad.

tema que permea las nuevas generaciones y como familiar el lugar que pueden ocupar para

apoyar y acompañar. Recomendación para abordar esta necesidad por parte de las

instituciones, trabajar sobre los padres. La tensiones que pueden venir de la dificultad de

tratar el tema. TOMAR EN FAMILIA EN CONTEXTOS INDIGENAS, quienes tienen un

conocimiento tan profundo del tema lo hacen así. Conexión intergeneracional,


Pedagogía con la familia.

Aporte de las personas:

la capacidad única de observar, interpretar y resolver los problemas.

La importancia de la compañía para aterrizar los viajes

La actitud humilde a la hora acercarse a las personas con quienes se tienen vínculos y

relaciones complicadas, derivada de la observación de dichos problemas.

Aspectos destacables del espacio diseñado

este movimiento que me atraviesa completamente, es una de las formas que responden a lo

que la misma medicina me ha enseñado durante años, y es que los procesos de crecimiento

usualmente tienden a ser dolorosos y nada fáciles. La negación y represión de nuestras

falacias internas han llevado a la imposibilidad de resolverlas o incluso a intensificar o

provocar cascadas de desgracias, no solo en términos de individuos, sino en movimientos

sociales, religiones y demás.

Cuando una persona que esta pasando por un momento difícil durante un sesión con

psicodélicos, ve o representa de alguna forma, podríamos decir que una sombra, algunos de

sus traumas o miedos mas intensos, no se le recomienda huir de la sombra, ni tampoco

generar rechazo frente a esa sensación; lo mejor que un terapeuta puede hacer en ese caso,

es recomendarle gentilmente, dándole valentía y apoyo a la persona para que vaya directo a

la sombra, que la atraviese y asimile. De igualmente, negar que en el movimiento


psicodélico o que mujeres o, especialmente, hombres han cometido actos degradantes o que

las cosas no marchan como debería ser no es algo a lo que deberíamos ignorar. Cada

descubrimiento de un nuevo contexto y de significado mas profundo supone el

descubrimiento de nuevas contradicciones y por lo tanto nuevas soluciones, pero

necesariamente el descubrimiento de nuevos contextos nos obliga a cambiar nuestras

perspectivas y profundizar nuestra percepción, en la que la resistencia siempre es un

camino. La negación y el rechazo a los problemas lleva a usualmente a una negación al

cambio y las alternativas, es por esta razón que es doloroso, porque el cambio implica

procesos de destrucción-creación, de darle fin a comportamientos, de abandonar viejas

ideas, de aceptar que hay cosas que no se, apegos, etc. Sin duda para mi familia y para mi,

reconocer que personas e ideales que habíamos construido durante décadas no respondían a

lo que realmente eran o a la realidad en si, trajo sufrimiento, negación y eventualmente

aceptación y crecimiento; tal como una tusa amorosa. Al igual que con cualquier intento de

sanación personal, autoconocimiento y crecimiento implica un ineludible enfrentamiento

con nuestras sombras o aspectos inquietantes de nuestro interior, que la mayoría de veces

tiende a ser doloroso, pero en los que eventualmente se puede encontrar un mayor

equilibrio.

Comprender el potencial de la medicina psicodélica bajo ningún motivo debe limitarse a

maravillarnos o crear la fantasía de la perfección de este camino, actitudes

condescendientes que son insostenibles por si mismas. Tampoco creo que haya que tachar

por completo las personas y grupos que han encontrado por medio de la medicina

psicodélica una gran ayuda e inspiración para crecer. Entonces si me preguntan cual es mi

conclusión con respecto a este tema seguramente no voy a poder dar una respuesta
contundente y tampoco voy a querer darla. Lo que si siento es que estamos frente a

infinidad de nuevas posibilidades que debemos darles cabida, como el hecho de que se

estén planteando alternativas desde el feminismo, más concretamente mi hermana Uma

junto con María (la mamá de Sofía) han buscado crear espacios seguros y de contención

para mujeres en los cuales puedan explorar su conciencia con medicinas psicodélicas.

Donde proyectos como los de Cuenca, una fundación que busca apoyar procesos

comunitarios a través de la potencia de psicodélicos para trabajar con comunidades

desfavorecidas, llegar a resolución de conflictos e inspirar lideres sociales. Estos son solo

algunos de los ejemplos que también me llenan de mucha expectativa con lo que va a ir

sucediendo.

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