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Por un momento me detengo a un costado del camino, a contemplar el silencio que


emana de aquellos lugares que hemos dejado de buscar. Parajes quietos y escondidos
que resplandecen en absoluta calma, imaginados para devolver la paz. Lugares
perdidos de hierbas altas y aromas desmedidos, de ocasos radiantes y cautivadores,
de noches ruidosas pero inofensivas. Aquellos sitios tan bien pensados que saben
sosegar el espíritu y armonizar los sentidos. Esos insospechados remansos que nos
enamoran a lo lejos y resguardan la pieza que nos hace falta. Es seguro que más de
una vez hemos necesitado ser uno con ellos, buscando aliviar el alma de nuestro
afán materialista y de la intoxicante vida urbana.

Hace mucho que alguien les debió haber encomendado aquel trascendental propósito. Y
dichos lugares se mantuvieron intactos hasta coincidir con nosotros en el mismo
tiempo y espacio. Soportando tormentas, sequias e inundaciones. Esperando algún día
poder transmitir su magia al visitante indicado, y devolverle la paz y revestirle
de entendimiento. Siempre ansiosos de recordarnos el ser inmortal que habita ahí
dentro, que tenemos hibernando por culpa de nuestro modo tan materialista de vivir
la vida; y con el riesgo constante de verse destruidos algún día por la mano del
hombre, pero siempre dispuestos a brindar un espacio donde podamos despejar la
mente y reconciliarnos con el pasado. De lugares como esos, no me canso ni me
cansaré jamás. No con la vida tan errática que llevo. Y otra vez he mordido el
anzuelo y me veo atrapado en un momento infinito, dejando que la escencia del lugar
me habite y repare por dentro.

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No me busques en sitios concurridos porque no me vas a encontrar. He aprendido a


ocultarme de la hostilidad del mundo y de la asfixiante banalidad de la sociedad.
No es complicado para los que saben estarse quietos, en absoluto silencio, solo
para contemplar un amanecer o una puesta de sol. Esto no es huír ni renunciar, es
velar por la poca cordura que reside en mí.

Salgo de la casa, camino despreocupado, como si rebosara de seguridad. Me siento


como un farsante, claro... pretendiendo ser lo que no soy. Es que así fui educado.
Hay que guardar siempre las apariencias y ocultarle al mundo tu dolor. En fin, sigo
caminando, ya falta poco, un par de calles más hasta el malecón, luego un poco más
hasta dar con la orilla del mar. Escuchar a lo lejos el rumor de las olas y el
graznido de las gaviotas hace que me relaje y me sienta mejor.

No hay nadie aquí, el lugar está desierto, respiro aliviado. Y conforme voy
arrastrando los pies por la arena, el ruido atrapado en mi cabeza se desvanece y
las voces comienzan a echarse para atrás. Es un momento de placer, puedo sentirme
tranquilo, dejar de fingir, incluso, puedo permitirme esbozar una sonrisa y
descubrir mis brazos; sin miradas curiosas de extraños, sin temor al que dirán.
Soy un tipo de rituales extraños. Rituales de sangre y agua de mar. Quiero sanar,
sentirme bien, pero no quiero ser alguien ordinario, no quiero dejar de ser real.
Creo que disfruto torturarme con el pasado, sentir cada noche la asfixia y la
presión, dormir mal y despertar peor, y luego arrastrarme hasta esa playa solitaria
para recuperar la armonía espiritual... y pretender que es la última vez voy a
regresar a este lugar.

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Hay sitios escondidos, mágicos y no muy conocidos. Hay Hay sitios, personas que te
transportan a una época, a un lugar, a un hogar, como si ya lo hubieras vivido.

No importa que esté en una ciudad, al final no sé como hago, que siempre acabo
cerca del mar.

No importa que me cruce con multitud de personas, al final estoy con la gente que
tengo que estar. Con la family en mi hogar y con los amigos dando un rulo y en el
bar.

No importa el ruido, el bullicio, al final solo escucho las risas de quien me hace
recordar mis raices, quien soy de verdad.

No importa no poder estar todo lo que quisiera, al final de otra manera, pero estoy
igual y siempre voy a estar.

Me sumerjo en el espacio acuático que aguarda del otro lado del tiempo, donde me
reconozco sin verme, donde me siento caer en la postura fetal que la memoria
idolatra. Allí suelo volver cada vez que el entorno me acorrala, cada vez que el
afuera me aturde con su idioma indescifrable... ajeno a lo simple. Me dejo caer en
la nostalgia que acuna mi tristeza cuando percibo la vulnerabilidad del alma que se
desvanece del vuelo habitual para caer en el único sitio donde poder sanar. Allí
donde mi propia luz puede soldar las piezas partidas...

Observar la naturaleza y sus ritmos es observar la vida cómo se expresa


Todo está ahí, en su lugar, cumpliendo su papel a la perfección. Todo excepto
muchos de nosotros, los seres humanos. Cuando la vida te sacuda y no encuentres
bien tu paso por aquí, si observas bien, la naturaleza te vuelve a centrar y a
poner en tu camino. Ríndete a ella, en silencio y agudiza tus sentidos. Y te
devolvera la pieza que venías buscando.

Y que relacionarnos con nuestra naturaleza no significa escapar o desconectarse de


la realidad, sino descubrir y conectarse con nuestra propia escencia

Todo lo que hago y las decisiones que he tomado en este último tiempo han sido para
mi, para decir “esto quiero ser ahora”, porque es eso, vivir en el hoy y el ahora.
Me permito cambiar de sueños y metas, de encontrarme conmigo mismo y en lo que
quiero, porque me hago caso a mi mismo y en lo que dice mi interior.

Dejar la huella de la vida en la arena fresca que acaricia el agua.


Sentir que con ella, durante mucho tiempo, podré recorrer el océano inmenso.
Dejar una huella en cada lugar y desear que se extienda con el simple andar.
Despertar
a través de la grieta
que divide el gesto dormido
en el molde de la coraza.
Dejar dentro
la piel desprendida
los años gastados
el sueño vencido
las dolencias del alma
el miedo desvelado
el frágil desencanto
la duda probable.
Salir al mundo
libre de equipaje
andar con lo puesto
y dejarse sorprender
por lo inevitable.
Cualquier día gris
es susceptible
de ser coloreado
si puedes apreciar
el cálido resplandor
de un despertar...

Sal ahí afuera y vive.


Sumérgete en la vida.
Solo dispones de una para hacerlo.
Un solo intento
Así que vive.
Sal con el miedo.
Mañana es tarde, mañana vete tú a saber.
Mañana lo único vivido será nuestra cuenta atrás.
Y algunos ni eso.
El día es hoy.
A qué esperar.

Despegar los trozos de coraza


que se unieron sobre el cuerpo
quitarlos aunque duela
liberar la piel del miedo.
Que pueda nutrirse de sol
que abrace al aire de nuevo
que ande liviana su forma
que abra de par en par su vuelo.
Velar la armadura fallecida
y renacer de cuerpo entero.
Volar
es una cuestión de actitud
no importa cuánto dure
ni cuán alto llegues
el instante aguarda
es extender los brazos
dar con convicción el salto
y sentir la plenitud de volar...

A veces lo roto
abre paso a aquello
que se está gestando
y empuja desde dentro
para salir al mundo...

Desfallecer
en la implosión
que recrea nacimiento
y expulsa con alas al viento
la sed imperiosa de trascender.

hay una extraña señal que apunta hacia atrás, como un presagio de que algo se puede
subsanar. Aunque esta vez miraré adelante, pensaré en mí misma y seguiré mi camino,
porque estoy convencida de que crecer es avanzar... avanzar en libertad.

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LIBERARSE

A veces hay que cerrar puertas, no por orgullo ni soberbia, simplemente porque no
llevan a ninguna parte..

Caminar el blanco
que la luz proyecte
mi fiel compañía.
Con andar sereno
cambiar el rumbo
detener el paso
avanzar un poco
girar despacio.
Bordear esquinas
trepar muros
cruzar puentes
saltar juncos.
Cruzar ríos
escalar cimas
navegar mares
recorrer millas.
Siempre
hacia adelante
en eterna búsqueda
del ser caminante...

A veces
me asomo
a esa ventana
buscando allí dentro
la decisión de las ganas
de querer acompañarme
a salir sin plan de viaje
a buscar lo que late
en aquel espacio
donde tan solo
debo dejarme
sorprender.
Hoy desperté y decidí dejar el miedo sobre la mesa de luz. Salir a la porción de
vida que me propone el presente y enfrentar con valentía los desafíos que el día
tenga preparados para mí. Estoy segura que, al regresar, veré bajo la lumbre que
vela mis sueños... los logros del día hechos realidad.

Puedo mover el aire de todo el Universo con el aleteo constante de mis alas que
buscan, con sed insaciable, una eterna y genuina libertad. Puedo vestir con vuelos
majestuosos el bostezo de cada atardecer mecido sobre el mar. Puedo también ser la
pluma inmaculada que escriba en el viento aquella palabra que nunca se olvidará.

A veces
intento escapar
de mis propias cárceles...

Si sientes la libertad
puedes vivirla.

Somos la realidad
que creamos...
Soy el lado del pasado
que intentas olvidar
la nube tóxica de aquel murmullo
que atormenta tu oído
el ayer que muerde cada paso
apenas caído del hoy.

Soy una falla del olvido...

Y al final
cuando me dispuse
a dar el gran salto
con el coraje al hombro
el deseo trepado a la espalda
y empuñando el valor absoluto
mis pies apenas se despegaron del suelo
y como hierbas obedientes
regresaron a sus raíces.
Y al final
no pude evitarlo
me fui a volar sin ellos.

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PERSONALIDAD

Soy con todas... con la que sueña, ríe y baila, con la que mira pensativa al llegar
la madrugada, con aquella que se lanza a la vida con pasión desesperada o esa que
una tarde cualquiera se viste de magia. Soy con cada una... todas, porque en mí
habitan las esencias con las que vibro cada día. Soy con la que grita y con la
callada, con la que teje ilusiones sobre una lluvia mansa. Soy la que florece y la
que se guarda, aquella que besa, ama y canta. Soy con todas, porque cada una
constituye una porción del espejo de mi alma.

Hoy la ventana se sienta al lado de mi nostalgia y juntas ven pasar todas aquellas
cosas que deambulan delante de los ojos aunque no detenga en ellas la mirada. Es
como si viera, pero sin mirar, hundida en la hipnosis que me lleva a bucear por el
recuerdo, por lo que ha sido y lo que ya no será.
Porque aunque los párpados se mantengan abiertos, no dignifican todo el tiempo en
que la mirada realmente no está.
Porque los estados de ausencia no me dan aviso cuando habitan en mí, ni cuánto se
quedan ni cuándo se van...

¿Y si en verdad no estoy cayendo y todo lo que me rodea es lo que se desmorona


desde arriba?
¿Y si un halo de confianza, no perdida, es lo que me sostiene mientras todo lo
demás se derriba?
¿Y si el cuerpo, al no resistirse, se salva y permanece dando vueltas, flotando a
la deriva?
¿Cómo vuelvo al lugar, ahora vacío, que no supo sostenerse arriba?
¿Cómo recojo lo roto desde los suburbios de la inexorable caída?

Voy apilando todas aquellas máscaras que utilizo cuando no tengo más opción que
fingir lo que siento, cuando es prudente aguantar y conveniente sostener. Cuando es
preciso ocultar y mentir, cuando es fundamental y suma puntos, sonreir. Cuando está
bien visto llorar porque te da sensibilidad, cuando te aplauden si levantas la voz
porque te da personalidad. Cuando resulta apropiado hablar, oportuno mirar y
sensato callar.
Pero hoy me puse la máscara de la verdad, esa que permanece despierta cuando las
demás no están. Hoy más que nunca me revelo con el reconocimiento de mi honestidad,
desde mi rostro... con mi sentir y en libertad.

Direcciones
ir o venir
frente o perfil
luz que sombrea
posturas
iguales
distintas.
Caminar o correr
quedarse de pie
desfallecer.
Rodar o girar
saltar tal vez
esquivar
frenar
embestir.
Partir o llegar
o volver.
Despedir.
Pensar o sentir.
Sentir y pensar.
Ver pero mirar.
Despertar
ser amanecer
encender
vibrar.
Volar
al rodar...

Me muestro a medias
como ella bien sabe hacerlo
cuando la buscan entera.

Y aguardo a que la mirada


se ocupe de buscar mi ausencia
como suele suceder a diario
cuando del vaso solo nos llena
su mitad vacía
repleta de pena.

Porque a veces no todo es luz.


Porque a veces hay tinieblas.
Porque a veces nos pasamos al lado oscuro.
Porque todos lo tenemos y nos lo callamos.
Porque nos da vergüenza expresarlo.
Porque ponemos paisajes de colores y al final, somos personas, seres humanos.
Porque todos tenemos entrañas, y secretos, pero nos lo callamos.
Porque hay luces, pero también sombras.
Porque siempre hay pecados.
Oremos, hermanos.

Si me das a elegir.. ⬇️

Me quedo con paisajes, y no con monumentos.

Los paisajes cambian cada día, son calidez, emocionan, reflejan momentos.

Los monumentos son hieráticos, no varían, suelen oler a humedad, a piedra fría.

Cumpliendo las reglas, va a dar igual. Al final, siempre triunfan las postales
repetidas en instagram.

Yo a mi bola, con el privilegio de disfrutar para mí sola la Ría de Noia. Este


enfoque solo lo vas a ver conmigo, nadie lo tiene por aquí repetido.

Mi recuncho secreto. Mi escondite. Mi rincón perdido.

A veces uno está solo no por gusto sino por precaución. La soledad se transforma en
una armadura cuando desconfías porque te han dañado, así nadie más lo puede volver
a hacer, y eso está bien.

"Vuelve

.
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ELLA

Abrazo efímero
lo que dura un instante
puede ser lo más intenso.

Hay abrazos que se funden y confunden sin lograr luego desenmarañarse para volver a
ser esos dos que se han perdido para ser solo uno. Son abrazos de entrega, donde
nada queda oculto o a la espera. Abrazos que sueltan sueños en ese medio
impalpable. Abrazos que se funden y confunden en un mismo latido... imparable.

Mi rostro vestiste de versos con delicadas caricias ese día. Tus promesas
despertaron la felicidad de mi sonrisa, fue creado mi cuerpo para tu abrazo hecho a
medida. Y hoy mi alma llora con desconsuelo tu inesperada partida, aquella que no
dejó huella ni espacio para despedidas...

Me pediste una señal, que de tantas veces pedida se ha convertido en un millar. Me


imploraste que al menos te hiciera saber de algún modo, que estaba bien, que no
había razón por la cual temer. Me lloraste día y noche entre palabras que
aseguraban que sin mí no ibas a poder, que darías la vida misma si con ello
lograras que a ti pueda volver. Me buscaste arriba cada vez, sabiendo que antes de
irme... en tu corazón me quedé.
Me pediste una señal... estoy en paz... siempre que sonrías y ames la vida como la
sabes amar.

Hay un abismo que nos separa.


Allí donde ya no distinguimos siquiera la silueta del otro, y tan solo conservamos
aquella fotografía casi traslúcida del ayer que nos provee la memoria. Allí donde
no se oye ni el aliento que tiempo atrás solía susurrarnos al oído. Allí donde el
latido que golpeaba al unísono con el propio, ya no se percibe como vivo. Allí
donde se han vencido los sentires que no fueron renovados cada día, cautivos de la
tarde cotidiana, de las noches en espera, de los días no vividos.
Hay un abismo que nos une.
Allí donde sabemos quiénes somos más que quiénes fuimos. Allí donde la sonrisa
compasiva acaricia los espacios vacíos. Justamente allí donde el último fruto ha
madurado y solo queda la nostalgia de un atardecer vencido. Allí donde las almas
apenas se rozan, pero no se abrazan ni acarician.
Un abismo que nos une
a la vez que nos separa.

Me siento
en el borde de la tarde
a leerle un cuento al agua.
El sol se acerca muy despacio
y en una esquina de mi lectura
se detiene a escuchar.
Llega la brisa con su apuro
y al oir el vaivén de palabras
se detiene para oirme contar.

Cada tarde se despliega


casi rozando el agua
un cuento más.

Cómo lograr describir con palabras lo que llega visualmente en otro idioma.
Cuántas imágenes habrán pasado por la retina y la boca se ha hecho a un lado por no
poder hablar con reparo de significado.
Cómo poner en palabras lo que pasa en el cuerpo cuando va llegando un beso y la
piel del otro roza nuestra piel con afecto.
Qué decir del aroma cuando consigue cerrar los ojos y adentrarse en torbellino por
los rincones del pecho.
Cuánto tiempo a veces transcurre entre el contacto nervioso de la pluma con los
dedos, que al girar o al apuntar la hoja sólo consiguen aumentar del silencio su
desvelo.
Quién supiera interpretar con la suerte de contar lo que un niño y su gato sienten
en ese encuentro...

Soy la tormenta
que no viste venir.
Dejaste de mirar el cielo
cuando el sol dejó de salir.
Una nube se unió a otra
y tu presencia ausente
provocó una fricción
sin reparo y sin fin.
Chispas de agua en el aire
gritos del dios de los truenos
luz hiriente como bofetada
sobre la derecha de tu perfil.
Soy la tormenta
que no viste venir.
Dejaste de mirar en mi alma
cuando el brillo dejó de latir.

Dime que es posible por un instante desarticular todo tipo de conexión entre ambos,
dentro y fuera de la conciencia. Dime que al menos por un rato pueden ser sin el
otro, sintiendo en plenitud, pensando libremente. Dime que por un mínimo lapso de
tiempo cada uno conseguirá lograr su máximo potencial, sin condicionamientos.
Dime si corazón y mente pudieramos ser tú y yo, indistintamente.
Se fue con el viento la vergüenza que cubría tu cuerpo ahogado en un deseo mutilado
por los años, ferozmente acallado. Se fue también, con el mismo soplo apresurado,
el velo que cubría tu rostro donde jamás la sonrisa se había inaugurado ni las
lágrimas que aprendieron a llorar hacia dentro, habían rodado. Se fue con la brisa
hecha espada, el tejido de tela blanca con cada partícula de miedo arraigada, con
todo indicio de palabra no pronunciada, con cada residuo de sentimiento fallecido
que asfixiaba. Se fue con el viento de aquella tarde de fiesta el envoltorio que
cubría todo lo que eras, todo lo que hoy por fín despierta...

Quizá ya es hora de entenderlo, de confiar o simplemente dejarme llevar..., que el


destino sea el culpable de todo lo bueno y malo, ya es el momento de entender que
no “somos” y que no “seremos” por mucho que luchemos,
lo intente mil veces y me encanto luchar por nosotros contra el mundo pero no fue
suficiente, no bastó con esas mil luchas, siempre hay más, no paran de aparecer
monstruos para quitarme el sueño, no es que me haya cansado pero he llegado a
entender que siempre que estamos juntos todo es una locura y lo que podría ser
fácil se convierte en difícil.

Creo y sigo pensando que fui yo el que ocasionó este caos, nuestro caos, yo,
maldita sea mi “YO” por insistir, por no darse por vencido, por no aceptar las
cosas, por no conformarse y por luchar contra el mundo por ti, por querer que
fueras tú y que no fuera nadie más, por que si no eras tú, no era nadie......
Así que perdón, perdón por amarte, perdón por quererte, perdón por extrañarte,
perdón por enamorarme, perdón por conocerte…
Perdón

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PASADO

El pasado sabe
que puede desvestirte
tan solo
con una profunda
inhalación de recuerdos
que te cubren
con harapos maltrechos
de tiempos vencidos.

Muelle de la memoria... donde aún se conserva el esqueleto de lo que supo sostener


aquel cúmulo de intensos momentos vividos en plenitud. Poco a poco los años se
fueron cayendo y la mente fue cerrando puertas hasta quedar el alma apenas sentada
en un tablón, con los pies en el agua, aguardando un ocaso más para sumar al
montón. La apacible quietud del agua ahora se confunde con un cielo cada vez más
palpable... será que los pies han dejado de moverse en aquel muelle ya deteriorado
de la memoria.

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SOCIEDAD

El viento llega para barrer todo aquello que se acumula en los rincones envejecidos
del alma cuando nadie sueña, ni canta ni baila. Despertar con el sol latiendo
dentro, soltar lo contenido, liberar lo seco. Sonreír en la esquina de aquel deseo
que nos espera para ser cumplido, que nos susurra para estar despiertos.

Encajados
cada uno en su rutina
guardados en lo apretado
quizá para no perdernos
de buscarnos
tanto.
Encajados
en el yo diminuto
que mira hacia abajo
el que no busca erguirse
ni respirar aire puro
solo permanecer
enrollado.
Encajados
en el cubo de cartón
sin mirar a los demás
con esa soledad
que se roba
el espacio.

Detrás de la fachada indestructible del gran hombre, más allá de su vestimenta, que
no siempre es la que trae puesta; detrás de su porte, donde se esconde su silueta
presa; detrás del discurso, que puede no coincidir con lo que piensa; detrás de la
mirada aguda, que no deja entrever las penas... Allí, es donde se acurruca el
temeroso niño que un día soñó con ser un gran hombre.

Para encajar tal cual somos


algo habrá que negociar...
O nos hacemos más pequeños
o buscamos círculos más grandes.
Veo a alguien asustado
puedo distinguir el temor
oler la quietud dominante
percibir un aliento mínimo.

Veo a alguien asustado


cubierto de oscuridad
con un ojo iluminado
en el centro del espejo.

Detrás
de la máscara
colgada en la pared
el rostro
verdadero
dormita su encierro
sin asombro
ni espanto
ni gesto.
Acostumbrado
a fingir estar mejor
estando cubierto
solo duerme
espía a veces
y cada día
mastica
un amargo
aburrimiento.
Pero ahora
la máscara desecha
deja a la intemperie
los rasgos inéditos
de un rostro
que simplemente
no despierta.

Cada uno arrastra su propia llave aunque no lo sepa, y anda por la vida creyendo
que el tesoro más grande se encuentra afuera.

Somos los mismos de siempre, aguardando la receta mágica para ser felices. Mientras
tanto, permanecemos quietitos, mirando asombrados el aire con la idea errada de
creer que todo viene desde el cielo azulado. Y sí... también desde allí se suelta
la tormenta, sin previo aviso y en segundos somos agua que brota desde el piso. Y
sí... en minutos el barro nos supera la rodilla, pero seguimos quietitos para no
perder el sitio. Viene del aire, la receta... pensamos. Y hasta dejamos de dormir
por si en algún descuido llegamos a perdernos de algo.
Somos los de siempre... aguardando lo que no buscamos.
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NATURALEZA

El sol buscó refugio


en el aroma de la flor
y la noche se demoró
en desteñir aquel romance.

Esa noche
la moneda lunar
se desprendió del aire
y recorrió el mundo
con su enorme redondez
manchada de polvo estelar.

Tormenta sin piedad


desgarro de la noche
y un océano aturdido
se golpea una y otra vez
contra sí mismo...

Cierro los ojos. Pienso. Huelo el olor húmedo cerca de mí, muy cerca. No veo,
aunque presiento oscuridad alrededor. Y comienzo a percibirme tierra. Sí, soy
tierra. Con ojos cerrados puedo ser todo lo que yo quiera. Inspiro con profundidad,
me lleno de oxígeno que se expande por toda mi dimensión. Siento cómo los hilos de
agua acarician mis lados recorriendo cada recoveco diseñado para ser mojado. Soy
tierra y puedo sentir pequeños movimientos que se desplazan como buscando un lugar
en mí. Movimientos de brazos verdes buscando salir, nutrirse de luz, de aire nuevo,
de cielo. Se desintegran los lados de la semilla que se unen a mí, desaparecen,
apareciendo con el todo. Soy tierra, pienso. Brotes salen de mí, buscan su andar
vertical hasta romper un milímetro de oscuridad para asomar y abrir sus ojos. Y así
poder descubrir un nuevo mundo. Mundo que toco a través de ellos.

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VEJEZ

Cuando la soledad no se elige


y la vejez te acompaña muda
es como suspirar en un andén
donde la empatía no se detiene.

Marchitarse también forma parte de la vida.


Hay que saber distinguir la belleza que vibra aún en lo vencido

Encaprichada con su pasado, tiró del tiempo para arrastrarlo hacia ella. No se dio
cuenta de que el presente se le escapaba de su lado en el desenfreno por sostener
lo que atrás había quedado. Estaba ciega y sometida a un reloj que ya no giraba su
tiempo. Ciega y con el alma astillada, murmuraba su nombre. Sólo quería volver a
ser en el tiempo en donde era con él, porque de esa forma su vida era plena, de esa
manera sus días cobraban sentido.
Y siguió encadenada al pasado, tirando y tirando... porque las madres nunca se dan
por vencidas, aún vencidas.

Con el tiempo
empezamos a ser
tan solo fragmentos
de un todo partido
que busca a tientas
la forma de reunir
las partes perdidas
que nos devuelvan
a aquella imagen
casi desvanecida.

Se desintegra la rosa y su color se escapa con lo que queda de aroma, con lo que
falta de bello, con todo lo que amó en su efímero encuentro entre dos almas puras y
la fragilidad de un beso.

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MUERTE

Horas de un tiempo valioso se resguardan bajo llave como si nadie pudiera hacer uso
de ellas hasta que la aguja lo declare. Pero hay una hora que es la hora
meticulosamente elegida, la que abre el tiempo y revela los secretos que murmuran
detrás de escena., la que indica el principio exacto de una vida y el milimétrico
instante calculado de su final. Es la hora adecuada para salir al mundo con la
esperanza de echarse a andar o para asumir que el tiempo ha sido el justo y es
preciso claudicar. Entre una hora y la otra hay un tiempo definido puesto en escena
para poder actuar. Solo depende de cada uno el valor que a esa obra se le quiere
dar.

El amor todo lo puede...


Porque no hay vida o muerte para aquel que todo lo trasciende, porque el que vive
en la plenitud de lo inmenso no teme ni huye ni vuelve... solo fluye con aquello
que lo nombra. Y en ese fluir de emociones a veces encuentra esa otra alma en
vuelo, gemela... libre... dispuesta...
Y es allí donde el deseo fusiona los cuerpos, desnudos de banalidades, vestidos de
pura esencia, en un abrazo amorosamente eterno.
Porque el amor... todo lo puede. Siempre.

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TIEMPO

🍀Algunas veces nos quejamos del tiempo, ya sea porque pensamos en el pasado y nos
da nostalgia, o pensamos en el futuro y nos genera ansiedad, o porque pensamos en
el presente y nos "nos alcanza el tiempo". Vivimos inmersos en siempre ver al
tiempo como un enemigo😪.
🌸Lo que no nos detenemos a pensar, por nuestro afán de que el tiempo se acabe es
que es una ilusión y que siempre está ahí, es eterno y por lo tanto siempre hay
tiempo. Siempre hay tiempo para hacer lo que queremos, para vivir como queremos,
para compartir con quienes más amamos o simplemente para estar con nosotros mismos,
sólo que buscamos una excusa para evadir nuestro presente y lo que vivir en él
conlleva.
🍀Vivir en el presente es estar atento a nuestras emociones, a nuestros
pensamientos, a sentir y esto nos aterra. Vivir en el presente es poder conectar
con los seres de luz que están ahí siempre, sólo tenemos que vibrar en amor y en
presencia.
🌸Vive tu presente y has de él tu mejor aliado!! Si te cuesta y no sabes como
lidiar con las emociones que esto conlleva es normal y no dudes en contactarme 💚😇

Licuar el tiempo en la espera que desciende a las arenas movedizas de la eternidad.


Allí... donde se trituran los engranajes que bien supieron torturar la libertad.
Allí... donde las agujas que sentenciaron lo estricto se disuelven en cenizas de
hostilidad. Allí... donde los vidrios herméticos dejaron de oír del reloj su tic
tac. Allí... donde los números se hicieron trizas cuando dejaron de contar. Allí...
donde esperarte se llevó mi vida y hoy, en lo eterno, inevitablemente, te vuelvo a
esperar...

Se detuvo el tiempo en ese instante pensativo donde el ayer jugaba a interrogarme,


y yo sentía que no tenía todas las respuestas. Se detuvo el tiempo cuando una
ráfaga de viento se robaba de la débil memoria aquellos recuerdos tan nuestros.
Justo, se detuvo el tiempo en ese suspiro que soltó tu nombre para liberar mi alma
y quedó suspendido, inmovilizado frente a mis ojos... eterno.

Siempre... la mitad del tiempo ya se fue. No hay un reloj entero que quede por
delante. Las cuentas siempre son regresivas, pero no puedes espiar para saber por
qué número va ni para contemplar cuántos latidos quedan. El tiempo es esa constante
eterna que inquieta la mente de quien es consciente de él. Algunos corren con la
aguja pinchando en la espalda, otros duermen las horas para que la vida se torne
más corta, menos exasperante. En uno u otro caso, la mitad del tiempo... ya se fue.
Sostener el tiempo en el borde de la espera y ver cómo se vencen las piernas, la
boca, la paciencia. La inquietud es esa maldita costumbre de paranoia consentida
con la necesidad de mover de algún modo todo lo que resulta ampliamente
insoportable... como la espera haciendo equilibrio en el filo del tiempo.

La arena del tiempo se cuela entre los dedos cuando la tarde descansa en su honda
letanía y la luz se resiste a abandonar el rostro adormecido de un día que dejó de
girar su aguja más chica.

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SUEÑOS

Recorro los pasillos de la noche


entre nubes esponjosas
que me guían como paredes
de un laberinto nocturno.
Voy buscando la salida
el costado oculto de la luna
al otro lado del mundo
donde nadie duerme.
Sueño que estoy despierta
acaricio la almohada
la nube me abraza
etérea...

Corro... en el punto más hondo del sueño, donde los hilos que cuelgan de algún lado
me impiden avanzar con la prisa que mi cuerpo va arrastrando. Me pesan las piernas
como si estuviesen rodeadas de lodo, pero corro o, al menos, creo que corro. Una
luz grita su estridente amarillo desde el fondo, sobando mi espalda que llora sobre
esa inagotable desesperación que cega mis ojos y me lanza al abismo... sin saber
adónde voy... sin saber si llego... sin saber si muero.

Mis manos buscan tantear los rasgos que me nombren, aquellos que me devuelven
cuando el rostro se oculta tras la mirada ausente, cuando los párpados se cierran y
me llevan hacia los recovecos de un viaje incierto. Bucear a oscuras, intentando
hallar esa minúscula luz que me llame, para poder asi descubrir la mirada que alce
los párpados donde los rasgos puedan volver a nombrarme.

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ESPIRITUAL
mimundoreiki
Lo que piensas tarde o temprano se manifiesta. Nada sucede por casualidad. Si ese
pensamiento lo combinas con emociones tu mente consciente hace su trabajo junto con
el universo.

Llevo
las manos
manchadas
de luz.
Con ellas
alumbro
mi mente
cuando retengo
la cabeza
y el pensar
se quiebra.
Con ellas
beso mi pecho
de palma
al corazón
cuando la pena
del sentir
lo gobierna.
Llevo
mis manos
encendidas
de lumbre
para tomar
con sapiencia
la expresión
de la vida.

Hoy decido
alumbrar el vacío
porque gracias a él
puedo darle a la vida
el agradecimiento
por todas las maravillas
que me ha dado
y que en ese espacio
tan pequeño
no entrarían...

La vida y la muerte
íntimamente ligadas
comparten almas
que siempre viven
que nunca mueren
que trascienden
van y vienen
transitando etapas
cumpliendo misiones
descubriendo
la fragilidad
inquebrantable
del ser.

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LEER

En el vuelo de los libros las mentes de los lectores salen a pasear. Y de vez en
cuando, en algún encuentro de esos que se dan en el aire de lo imaginario, ciertas
almas se cruzan y comparten una historia especial.

Hay círculos viciosos de los cuales no quiero salir... leer por ejemplo los días de
mi vida que van transcurriendo, como si al vivirlos, una pluma los dejara plasmados
en tinta para que sea espectador de aquello que proyecto. Girar en el círculo
constante que me mantiene en la búsqueda de un cambio permanente. A veces el vicio
simplemente significa... continuidad, valor, compromiso.

Arder en la llama de una historia de pasiones bien narrada, donde el libro se


sonroja y las páginas asoman su curiosidad entre las tapas. Arder, siempre arder en
la fuente del deseo que desborda en cada cuento la saciedad insatisfecha del ser.
Arder, por fin arder con la desfachatez de quemarse por completo y así, entre
cenizas, aguardar una nueva historia para volver a arder.

Abrir el libro
dejar que la historia se cuente
con la libertad de quien honra su vuelo
que el viento resople las páginas
en un transcurrir de tiempo pleno
que cada palabra exprese su esencia
y unidas en perfecta comunión
dejen plasmada su huella.

Cuando la escritura tiene vuelo propio todo es posible. Así... el escritor es nido
y viento, realidad y sueño. Es letra y tinta, fuente de palabra. Es inexorablemente
un atardecer siempre abierto al despliegue del alma.

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VARIADO

El hambre también se comparte


apuntando a una humanidad en deuda.
Crecimos
como lo dicta la vida
y atrás quedó nuestra infancia
con todo aquello que la habitó.

Hay aromas
que te cierran los ojos
y te despiertan una sonrisa
en el alma.

Instante único
el aroma te transporta
al sitio más indescifrable
del alma.

Desear
es pedir, es querer
es confiar, es creer.

Desear
es soñar, es sentir
es crecer, es vivir.

Desear
es brillar
con la esperanza
de lo posible.

En el mundo del tiempo


los relojes viven libres
lejos de la obsesión
de los humanos...

Sostener
y ser sostenido
porque la vida
es como un reloj de arena
que a veces te mantiene arriba
con la arena del tiempo vigente
y otras veces te tira abajo
con la arena de lo que venció.
El vínculo salva al hombre

Juntos
siempre juntos
aunque el sol y la luna
se ubiquen entre nosotros.

Daremos la vuelta al mundo


para abrazarnos del otro lado
sin días ni noches
que se interpongan...

O tal vez nos quedemos así


brillando lo nuestro
donde ella y él
se identifican...

Volar en el agua
que el cuerpo tan solo
se entregue a la transparencia.
Que los brazos se extiendan
y busquen su propio vaivén
que las piernas se suelten
y persigan su profundidad.
Planear con el alma
en ese liviano submarino
que anida en la inmensidad.

Ser uno
con el todo

volar en el mar...

35 escalones, para qué. Hacia dónde conducen. Incrédulo, me detengo a observar la


extraña escalera en medio de la nada, donde el suelo se agrieta y el aire sostiene
lo nublado de la vida, el ave que nunca vuela... y hoy planea, me mira y espera.
35 escalones. Los vuelvo a contar, los mido con la precisión que tiene la mirada
desconfiada. Arriba, en la cima, el vacío se ensancha para rellenar el umbral de lo
inexistente. Doy vueltas, no hay nada más alrededor, no hay nadie más observando lo
mismo que yo. Sólo las aves.
35 escalones, para qué. Hacia dónde conducen. No creo que tenga que subir por
subir. Debo hallar un motivo, una razón valedera. O a lo mejor todo esté preparado
para la curiosidad de quien desespera. Puedo manejarlo, subir... no me interesa.
De forma casi distraída, paso cerca del primer escalón, rozo su lado plano con el
extremo del pie derecho, sonrío una nerviosidad tentada. Transpiro. Miro hacia
atrás como si sintiera que alguien me juzga, me alienta. La punta de la lengua
presiona sobre el centro del labio superior, sin casi darme cuenta... el pie
izquierdo apoya su convicción dudosa en el cuarto escalón. Y como si me hubiese
quedado dormido en el pestañeo habitual de los ojos, el escalón 34 me empuja hacia
la cumbre donde se da el inicio de un aleteo que no tiene retorno... Las aves me
rodean y, en un aletargado revoloteo, vemos a lo lejos a alguien que acaba de
llegar... subido a su traicionera curiosidad.

Piezas en combate.. mover, saltar, ir en diagonal. Estrategias minuciosamente


pactadas en el tablero mental. Y las manos se detienen pensativas en el contorno de
aire que vibra en cada pieza particular. Tocar, tomar, mover se vuelve una decisión
tomada que no tiene vuelta atrás. Engaños, trampas, sacrificios y resurrecciones...
todo vale con tal de ganar. Dar la vida en nombre de un rey que busca preservar su
anhelada inmortalidad.
Piezas en combate... se hacen trizas en el aire.

Subirse al espejo y ver si el que sube de aquel lado también está dispuesto a
cruzar. Y una vez en la cima descubrir si la vida vale la pena vivirla o tan solo
es mejor verla pasar. Medirse en la altura, porque solo uno de los dos... lo sabrá
de verdad.

Y así fue cómo el capricho vegetal consiguió perderse en la inmensidad del mar.
Zarpó sin un rumbo definido, sin mapa de coordenadas ni brújula que lo guiara, se
fue sin capitán. Dicen que desde las alturas no logra distinguirse siquiera...
aquel ojo verdoso que naufraga en el mar.

Se trata
de lograr abrir
el propio refugio
girar la vuelta
un par de veces
descubrir
lo atesorado
y custodiarlo
con recelo.
Se trata
de evitar
buscar puertas
que no conduzcan
a ningún sitio.
La llave
siempre
debe apuntar
al secreto
cautivo
en la piel
del corazón.

Entre la tierra y la tierra existe un abismo que traza la verticalidad de la


caída... y allí mi cuerpo suelta su alma, mientras cae en el túnel de
incertidumbre, propio de la desdicha. Caer también es desafiar al viento, que
parece subir con fuerza, a contramano nuestro. Caer es sentir que se vence la
velocidad del tiempo que no logra competir, midiendo el descenso. Caer es la
inevitable entrega de saber que no hay vuelta atrás, cuando la altura nos aleja sin
piedad. Caer es vivenciar todo el peso de la piedra que aún no sabe contra qué va a
golpear. Caer es morir un rato para sentir la propia ausencia y luego despertar de
golpe para resolver cómo comenzar a trepar...

En la gran ciudad, sin embargo, en ocasiones olvidamos que, cuando apretamos el


interruptor de la pared y la energía fluye hasta la bombilla que nos permite leer
un libro en la noche, es gracias a los ríos que generan electricidad en las presas
hidroeléctricas o a los combustibles fósiles que obtenemos del subsuelo y que un
día, hace mucho tiempo, fueron parte de organismos que, al igual que nosotros,
nacieron, crecieron, se reprodujeron, murieron y quedaron bajo el suelo enterrados
durante siglos.

No es posible continuar generando energía en base a combustibles fósiles, lo cual


nos va dejando sin atmosfera y empeorando el cambio climático global de origen
antropogénico. ¿Cómo podemos entender que más de 95% del capital económico en el
planeta se encuentre en manos de menos de 12 familias? ¿Cómo entender que más de
50% de la población mundial padezca desnutrición y pobreza extrema y, a su vez, un
40% de los alimentos que se producen en el planeta son enviados a la basura? ¿Cómo
entender que solamente 1% de la propiedad privada en el planeta corresponda a las
mujeres y que éstas ganen en igualdad de habilidades y capacidades, entre un 30 a
un 50% menos que los hombres?

Cambiando patrones de autodestrucción; labor compleja y posible si se consideran


las bases y legados de las culturas de autosubsistencia, que en nuestro país
demuestran haber conservado y restaurado los ecosistemas.
En el campo, en la milpa, se escuchan los tallos y las hojas al pasar el viento;
cuando llueve, los estruendos de los rayos se escuchan después de las
luminiscencias en el horizonte alto; el sonido de la lluvia anuncia la abundancia
que puede traer en las cosechas por venir.

Estar abierto a la sensación de gozo y disfrute de la naturaleza es haber avanzado


en el proceso de conciencia pura, sin el intermedio de la enajenación, sin la
priorización de estar siempre en la mente y en la razón. La esencia del existir
consiste propiamente en existir; el existir es esencialmente la posibilidad que
mantiene cada ser humano y por ello puede elegirse, ganarse o perderse; y por ello
le pertenecen dos modos claros y definitivos de ser y de existir: autenticidad o
inautenticidad, de acuerdo al pensamiento de Heidegger.

Las interconexiones entre los elementos de la naturaleza son percibidas por el ser
humano, quien advierte el bienestar en una relación ecológica porque es parte de la
misma.

Los seres vivos se encuentran interconectados, el ser humano está desarticulado del
universo, enajenado por una cultura de ego en la que vive, dependiendo de
posesiones materiales, de emociones negativas (envidias, prejuicios, mitos,
creencias, apegos emocionales, políticas de control, de poder, riquezas
individuales logradas a través de una cadena de abusos); por eso genera
pensamientos destructivos, vengativos, absurdos; le roba toda la importancia al
momento presente y se enfoca en el pasado o en el futuro, generando así emociones
de estrés y ansiedad; reclama una existencia separada de la naturaleza, creyéndose
absurdamente superior y no hace sino perderse a sí mismo. Cuando se observa la
naturaleza a fondo y con atención en los pequeños detalles, es cuando se acaba el
ego y se lleva a cabo una fusión, una entrega de reconocer la majestuosidad y
sacralidad de la misma, abriendo una conciencia y serenando el espíritu ajetreado,
maltratado por la presencia de pensamientos agobiantes.

La era industrial, lejos de retroceder en el consumo de materias primas, lo eleva


una situación de irreversibilidad, el daño ocasionado a los bosques, la tierra, el
agua, la fauna silvestre y el uso de recursos no renovables de forma
indiscriminada.

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