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conflictividad agraria
Por: Proceso Digital
El escenario actual
Luego llegó la crisis política que acabó con el gobierno de Manuel Zelaya quien fue sacad
del poder tras intentar perpetuarse en la presidencia del país mediante la instalación de un
asamblea nacional constituyente avalada por una consulta popular considerad
inconstitucional.
El 17 de abril de este año, el Presidente Porfirio Lobo y los miembros del MUCA, firmaro
un acuerdo para poner fin a al conflicto agrario en el Bajo Aguán.
Las bases de 28 grupos campesinos dieron su visto bueno a los acuerdos pactados entre e
gobierno y sus dirigentes y que les permiten acceder a seis hectáreas de tierras por cad
familia ligada a la problemática.
Al momento de firmar el acta el presidente Lobo Sosa dijo a los campesinos que se trat
“no únicamente del tema de la tierra sino de un proyecto piloto, lo tomo de corazón, tiene
mi confianza pero deberán trabajar duro”, les manifestó.
Los campesinos aplaudieron la decisión de Lobo pese a que hasta el lugar llegaron grupo
de la resistencia “zelayista” que intentaron enrarecer el clima del evento.
El acuerdo define que el Gobierno dotará a los campesinos de al menos 11,000 hectáreas d
tierras en la conflictiva región.
Los avances en el tema han sido sustanciales, pero no han remediado del todo el conflict
que puede recrudecerse en cualquier momento.
Hace pocos días el director del estatal Instituto Nacional Agrario, César Ham, amenazó
inversionistas agrarios de expropiarlos de tierras que deberán pasar a manos de lo
miembros del MUCA.
La historia
Entonces se trataba de una caravana que se dirigía a Tegucigalpa a participar en la Marcha
del Hambre, demandando adjudicación de tierras.
Los cuerpos de nueve de las víctimas fueron arrojados a un pozo malacate de la hacienda
de Manuel Zelaya en la búsqueda de borrar los rastros de la masacre.
La acción del maestro era acompañada por varios Agentes del Departamento de
Investigación Nacional (DIN) que vestidos de civil, entraron al edificio sacaron
violentamente a los que se encontraban adentro y los llevaron a la hacienda «Los
Horcones», propiedad de José Manuel Zelaya.
En la Hacienda los torturaron para luego matarlos. Por órdenes del teniente Benjamín Plata
quien era el que dirigía el operativo. También asesinaron a los testigos que habían
observado el hecho. Los cuerpos de las víctimas fueron lanzados a un pozo malacate,
mismo que fue dinamitado con el fin de que no quedara rastro de la acción militar.
Del crimen, los tribunales de justicia encontraron culpables al Mayor José Enrique
Chinchilla, subteniente Benjamín Plata, Manuel Zelaya y Carlos Bahr, quienes fueron
remitidos a la Penitenciaría Central. Sin embargo, salieron libres en 1980 favorecidos por
indulto otorgado por el gobierno.
Para Benjamín Santos las consecuencias sociales de la masacre de los Horcones y Santa
Clara repercutió en un repliegue de la Iglesia Católica, ya que sintió la amenaza de expulsar
a unos 200 sacerdotes extranjeros.
Apuntó que puede calificarse de positivo el hecho de que tras la masacre los militares
entendieron el fracaso y el fin de su época para dar paso a los regímenes democráticos.
Un testimonio vivo
Recuerda que junto a su familia vivía en el Sur de Honduras, cuando en 1974 decidieron
emigrar hacia la región de Patuca, en Olancho, para buscar tierras donde sembrar y
sobrevivir.