Está en la página 1de 5

ÁBADO, 6 DE JULIO DE 2013

LA MASACRE DE LOS HORCONES

El movimiento campesino conmemoró el 25 de junio 38 años de la masacre


de Los Horcones, una de las matanzas más crueles que registra la historia
del agro hondureño ocurrida un 25 de junio de 1975. Eran las grandes
luchas por la reivindicación social, por conseguir tierras para suplir una de
las necesidades básicas del campesinado hondureño: la subsistencia. En
plena época de siembra, los terratenientes trataban de impedir la invasión
de sus tierras, mientras los campesinos se movilizaban colectivamente para
recuperarla, para lo cual contaban con líderes que luchaban estoicamente y
con algunos sacerdotes identificados con estas luchas. La matanza tuvo
como principales protagonistas a las Fuerzas Armadas, al mismo gobierno
de Juan Alberto Melgar Castro y terratenientes de la zona, entre ellos
Manuel Zelaya Ordóñez en cuya hacienda, Los Horcones, aparecieron
enterrados los 14 cadáveres.
Previo a la captura de los campesinos tuvieron lugar grandes
movilizaciones, se tomaron los juzgados de varias ciudades, se realizaron
concentraciones masivas, interrupción del tráfico en las carreteras y se
anunció una marcha nacional para el 25 de junio de 1975; Ese día catorce
personas se dirigían a Tegucigalpa, como muchos otros miles, para
participar en la Marcha contra el Hambre, que diversas organizaciones
campesinas habían convocado para exigir de la dictadura militar hondureña
el reparto de tierras improductivas entre los jornaleros. Pero, a diferencia de
los otros manifestantes, esas catorce personas jamás llegarían a su destino.
Los campesinos de todo el país se concentrarían en Tegucigalpa pero el
gobierno de Melgar Castro ordenó detenerlos. El 24 de junio, los
campesinos de Olancho pernoctaron en Juticalpa y pasaron la noche en el
Centro de Capacitación Santa Clara, el siguiente día, a las 10:00 de la
mañana, un grupo de escolares, dirigido por el profesor Guillermo Ayes
Mejía, llegó a exigir la desocupación del edificio. La acción del maestro era
acompañada por agentes del Departamento de Investigación Nacional
(DIN), que vestidos de civil entraron al edificio, sacaron violentamente a
los que se encontraban adentro y los llevaron a la hacienda Los Horcones
donde los torturaron y mataron. Allí, después de torturarlos, los catorce
fueron asesinados y sus cadáveres arrojados a un pozo de 40 metros, que
después se cegó con la explosión de dos cargas de dinamita, en un intento
de eliminar las pruebas. Los primeros siete cuerpos tardarían varias
semanas en ser rescatados. Según el informe del gobierno al llegar a Los
Horcones el Mayor Chinchilla ordenó a tres elementos del DIN que
interrogaran a los detenidos llevados de Juticalpa, luego fueron asesinados.
Interrogar para el DIN significaba aplicar todo tipo de torturas que iba
desde golpes, patadas, toques eléctricos, la capucha, arrancar uñas y otras
crueles prácticas. Mientras tanto, el padre Iván Betancourt era también
sometido a interrogatorio, en el cual rindió declaraciones sobre actividades
subversivas realizadas en compañía de otros religiosos. Después del
interrogatorio, Betancourt también fue asesinado. Para evitar que quedaran
testigos, asesinaron a las señoritas Ruth García Mallorquín y María Elena
Bolívar
Por órdenes del teniente Benjamín Plata, quien dirigía el operativo, también
asesinaron a los testigos que habían observado el hecho, según la comisión
que investigó el caso. Los cuerpos de las víctimas fueron lanzados a un
pozo malacate, que fue dinamitado con el fin de que no quedara rastro de la
acción militar. Del crimen, los tribunales de justicia encontraron culpables
al mayor José Enrique Chinchilla, subteniente Benjamín Plata y a los
terratenientes Manuel Zelaya Ordóñez y Carlos Bahr, quienes fueron
remitidos a la Penitenciaría Central. Sin embargo, salieron libres en 1980
favorecidos por un indulto otorgado por el gobierno. José Manuel Zelaya
padre fue condenado en 1979 a 20 años de cárcel, junto con otros tres
partícipes en la masacre, aunque todos ellos salieron a la calle después de
cumplir sólo un año de condena, gracias a una amnistía general decretada
en 1980.
Los muertos fueron identificados como padre Casimiro Cypher, padre Iván
Betancourt, Máximo Aguilera (padre del dirigente de la Democracia
Cristiana, Lucas Aguilera), Lincoln Coleman, Bernardo Rivera, Francisco
Colindres, Fausto Cruz, Roque Ramón Andrade, Arnulfo Gómez, Ruth A.
Mayorquín, María Elena Bolívar, Alejandro Figueroa, Juan Benito
Montoya y Óscar Ovidio Ortiz. El 25 de junio el Padre Iván Betancourt y
Ruth García salieron de Tegucigalpa hacia Catacamas. Habían ido a
encontrar a la mamá del sacerdote Doña Felisa Betancourt que venía a
visitarle de Colombia.
Mel Zelaya Ordoñez, Carlos Barh, Chinchilla y Plata fueron señalados por
la comisión investigadora de las Fuerzas Armadas como los responsables
de todo. Fueron recluidos en la Penitenciaría Central hasta el 16 de junio de
1979, después de haber sido condenados a 20 años de cárcel por homicidio
consumado y no por asesinato como debió ser, lo cual deja en evidencia la
superficialidad de los tribunales para de justicia, ello sin contar con el
hecho de que no quedó clara la actuación de las partes en un juicio plagado
de lagunas; los condenados estuvieron en prisión poco más de un año
porque el 3 de septiembre de 1980 fueron favorecidos por el decreto de
amnistía de la Asamblea Nacional Constituyente y salieron libres el 11 de
septiembre. Después de ello, el liberal Roberto Suazo Córdova, primer
presidente civil después de los 19 años de gobiernos militares, nombró
agregado militar de Honduras ante la República de Panamá al mayor José
Enrique Chinchilla. Tampoco se actuó contra los miembros de la
Federación Nacional de Agricultores y Ganaderos de Honduras (FENAGH)
y miembros de la empresa privada señalados por las Fuerzas Armadas
como responsables de crear el clima de enfrentamiento nacional. Señalaron
directamente al presidente de la FENAGH Fernando Lardizábal (quién fue
pre candidato a la presidencia de la república por el Partido Nacional en
una oportunidad) y a Bernardo Casanova, dueño de varios aserraderos
diseminados en el Departamento de Olancho. El 25 de junio se registra de
acuerdo al Decreto Legislativo 47 – 2004 como el “Día de los Héroes por
la Justicia Social en Honduras”.

También podría gustarte