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Para preparara: esquemas para cada niño, tres velas moradas que se pueden ofrecer cuando se mencione cada una de
las venidas del Señor. Cantos Eucarísticos para los niños.
Comunión Espiritual
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y
deseo recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven a lo menos espiritualmente a mi
corazón. Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de
Ti. Amén.
Explicar a los niños que el Espíritu Santo es quien nos mueve para reconocer a Jesús en la Eucaristía, pues Él hace posible
que el pan y el vino se convierta en el cuerpo y la sangre de Jesús. Por eso es necesario invocarlo para que Él dirija
nuestra oración.
Esta frase se repetirá tres veces en voz alta por todos los niños, luego pedirles a los niños que cierren sus ojos y la
repetirán todos juntos, pero bajando el tono de voz en cada repetición, hasta que sólo lo hagan mentalmente. Dejar unos
momentos de silencio.
Se seguirá con la misma dinámica de la invocación al Espíritu Santo, pero ahora presentándonos frente al Señor
realizando un acto de fe, esperanza y caridad, con las siguientes frases. De preferencia lograr que los niños mantengan
los ojos cerrados durante la frase y abiertos durante las oraciones.
¡Jesús, te amo!
Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Canto.
Todos: Jesús, hoy estamos delante de ti para adorarte y bendecirte porque una vez más te haces presente entre
nosotros bajo los signos del pan y del vino. Queremos darte gracias porque nos has permitido iniciar este tiempo del
adviento que nos preparar a la celebración de la Navidad. Ayúdanos a estar siempre preparados para recibirte con la
práctica de las buenas obras. ¡Ven Señor, Jesús!
5. Meditación
Se propone que en las partes donde participa el guía se procure no leer literalmente lo que se presenta, sino que el
catequista esplique espontáneamente a los niños.
Guía: niños y niñas el día de hoy, aquí frente a Jesús en la Eucaristía, vamos a meditar en las tres formas diferentes en
las que Cristo vino, viene y vendrá a este mundo. La primera vez que Jesús vino al mundo, como ustedes saben, fue el
día de Navidad, que celebraremos el 25 de diciembre. Pero Jesús no sólo vino en esa ocasión al mundo, sino que
también lo hace todos los días en el Sacramento de la Eucaristía, como lo podemos ver frente a nosotros. Por último,
Jesús vendrá algún día, al final de los tiempos cuando resucitaremos con Él… En este diálogo con Jesús, meditemos en
estas tres venidas y pidámosle que nos ayude a prepararnos para celebrar la Navidad, para recibirlo en la Eucaristía y
para el final de los tiempos.
Para asegurarse de la comprensión de los niños sobre la lectura y para profundizar en la Palabra de Dios, el catequista
puede hacerles las siguientes preguntas, en un ambiente de oración:
¿Quién se le apareció a la Virgen María? ¿Cómo saludó el ángel a María, qué le dijo? ¿Cuál fue el mensaje que el ángel le
llevaba a María? ¿Cuál fue la respuesta de María? ¿Quién viene en la navidad?
G: El niño Jesús vino al mundo, porque quería salvarnos y para ello quiere que nosotros nos entreguemos a Él, con un “Sí
quiero” como el de María. Digámosle a Jesús que sí lo queremos en nuestra vida, que sí queremos ser salvados, que sí
queremos ser sus amigos:
El catequista motiva a los niños para que repitan las siguientes frases, lo dirán todos juntos tres veces o más, en voz alta,
después de cada frase dejar unos segundos de silencio para que los niños interioricen lo que dicen:
Canto
Ven, ven Señor no tardes El mundo muere de frío Envuelto en sombría noche
Ven, ven que te esperamos El alma perdió el calor El mundo sin paz no ve
Ven, ven Señor no tardes Los hombres no son hermanos Buscando va una esperanza
Ven pronto Señor El mundo no tiene amor Buscando, Señor, tu fe
Jesús viene todos los días | El Sacramento de la Eucaristía
Niño(a): “Yo soy el pan de vida. Sus antepasados comieron el maná en el desierto, pero murieron: aquí tienen el pan que
baja del cielo, para que lo coman y ya no mueran. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan
vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo” (Juan 6, 48-51).
Para asegurarse de la comprensión de los niños sobre la lectura y para profundizar en la Palabra de Dios, el catequista
puede hacerles las siguientes preguntas, en un ambiente de oración:
¿Cómo se presenta Jesús, quién es Jesús? ¿Para qué quiere Jesús que comamos el pan del cielo? ¿Qué pasará cpn los
que coman el pan del cielo? ¿Tú quieres recibir el pan del cielo?
G: Jesús viene todos los días en la Eucaristía para darnos vida, para acompañarnos, para que estemos junto a Él, somos
tan importantes para Jesús que no quiso alejarse para siempre de nosotros, sino que se quedó para siempre con
nosotros en el sacramento de la Eucaristía. Expresemos, ahora, el deseo de recibirlo en nuestro corazón:
El catequista motiva a los niños para que repitan las siguientes frases, lo dirán todos juntos tres veces o más, en voz alta,
después de cada frase dejar unos segundos de silencio para que los niños interioricen lo que dicen:
Canto Eucarístico
G: Jesús vendrá algún día, en el final de los tiempos para llevarnos para siempre con Él, pero nos ha pedido que estemos
en vela, despiertos y vigilando y esto significa que no permitamos que nuestro corazón se vuelva perezoso para amar,
estemos atentos para que en cualquier momento que se nos dé la oportunidad de amar a los demás lo hagamos con
sinceridad. Pidamos a Jesús que nos ayude a estar preparados para cuando Él regrese lleno de gloria.
A cada invocación diremos: -¡Ven, Señor, a mi corazón!
Ven, ven Señor no tardes El mundo muere de frío Al mundo le falta vida
Ven, ven que te esperamos El alma perdió el calor Al mundo le falta luz
Ven, ven Señor no tardes Los hombres no son hermanos Al mundo le falta el cielo
Ven pronto Señor El mundo no tiene amor Al mundo le faltas Tú
4. Contemplación
Señor Jesús, nosotros no te hacemos falta a ti, pero nosotros sin ti nos hubiéramos perdido y por eso viniste a buscarnos
para darnos la vida. Cada día nos visitas de nuevo con tu gracia y te haces presente entre nosotros con la Eucaristía.
¡Que sepamos aceptarte cada vez con más amor!
Madre María, que con tu ¡Sí! Generoso trajiste al Salvador del mundo y nos lo sigues trayendo a nuestros corazones.
Haz que sepamos recibirlo con la misma fe y amor con que tu le diste cabida en tu Corazón Inmaculado. Sólo así
podremos corresponder al amor infinito con que el Hijo de Dios e Hijo tuyo vino a salvarnos.
5. Bendición y reserva