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TEMA
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- Denuncia ante la violencia de género tanto física como psicológica y llamamiento a la
sociedad para que reaccione.
- Presentación de un tipo de agresión a la mujer diferente, el ciudadano permisivo, y sus
consecuencias negativas en la sociedad.
- Denuncia de esa violencia más sutil, extendida y peligrosa que ejercen aquellos que
justifican el maltrato o restan gravedad al delito.
RESUMEN
La violencia contra la mujer es uno de los peores ejemplos de violencia y sus cifras
son vergonzosas (16000 denuncias). Esto sin tener en cuenta a las mujeres que callan. A
pesar de que el agresor violento es fácil de identificar, existe un problema mucho mayor: el
de la permisividad social, que justifica a los agresores y culpa a las víctimas. Esto afecta a las
víctimas y perpetua esta lacra. La solución pasa por un examen social colectivo en el que se
condene sin tapujos la violencia de género.
Una de las peores violencias hoy en día es la que ataca a la mujer. Sin duda, solo el
número de denuncias puestas en España es alarmante y vergonzoso. Sin embargo, y a pesar
de que las instituciones sepan definir el tipo de agresor violento, existe otro tipo de agresor
mucho más difícil de identificar: el que, al justificar la violencia machista y quitarle
importancia, colabora para que esta perdure y no se le dé la suficiente importancia. Por esa
razón, mientras la sociedad no destape a estos agresores no violentos no se podrá avanzar
con rapidez en la erradicación de la violencia machista.
La violencia contra la mujer es una lacra social de la sociedad actual que afecta a
miles de mujeres hoy en día. A pesar de que cada vez aumenta el número de denuncias por
este motivo (lo que significa que ahora las mujeres lo denuncian) siguen siendo muchas las
que por miedo y, sobre todo, por culpa de los hombres que hacen comentarios machistas, se
sienten culpables y responsables de esa situación que viven y no lo denuncian, lo que hace
muy difícil erradicar este tipo de violencia.
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COMPRENSIÓN LECTORA
Naturalmente que esta expresión no hay que entenderla en sentido estricto sino bajo
el prisma de la ironía. ¿Cómo una persona (la autora) que dirige el instituto social de la mujer
y que es defensora acérrima de las mujeres va a hacer una afirmación así? Justamente
quiere decir lo contrario, que se debería acabar con esta posición “privilegiada” que viven
las mujeres de sufrir en sus propias carnes la violencia machista, que según dice el texto es
“una de las peores manifestaciones de la violencia con mayúsculas –también de las más
ruines–“. Con esta expresión irónica trata de darnos su opinión sobre el tema y la ironía es
un “arma” muy eficaz para, si no nos habíamos dado cuenta de lo que está sucediendo, que
lo hagamos ahora. Se debería acabar para las mujeres eso de estar expectantes a ver qué
hacen los hombres y que en algunos casos solo es agredir mujeres. Así, habla de las mujeres
porque está claro que ellas son las víctimas de la violencia de género. Mujeres que pueden
ser amigas, familiares o ellas mismas. Espectadoras porque son las que viven en primera
persona las consecuencias de la violencia machista y siempre les toca a ellas. Y privilegiadas
porque está claro que los hombres (por lo general) no la padecen y no tienen ese
“privilegio”. Entiéndase todo esto último en sentido irónico pues un “privilegio” es siempre
algo positivo y en este caso no tiene nada de positivo, sino al contrario de negativo: las
mujeres son las víctimas y los hombres los culpables agresores.
Se puede interpretar también como que las mujeres son siempre las espectadoras de
lo que hagan los hombres que son los causantes del problema y por ello las mujeres esperan
a que los hombres cambien y dejen de no hacer nada sino esperar.
Así pues, es una expresión irónica con la que la autora, una mujer, quiere decir que
los hombres no sufren este tipo de violencia, ya que no tienen ese “privilegio” de sufrir este
tipo de agresiones sexistas mientras que las mujeres sí. Una expresión que dicha así
resultaría ofensiva para las mujeres y de ahí la ironía empleada.
OPINIÓN PERSONAL
1) La violencia, sea del tipo que sea, es algo que siempre ha estado y seguirá estando
fuera de lugar. Con esta afirmación estamos todos de acuerdo; llegar a la violencia significa
el haber acabado con todo posible entendimiento y el recurrir a lo último es claudicar
aceptando que no tenemos más argumentos para seguir luchando sin llegar a la fuerza. En el
caso que nos ocupa, la violencia de género, como bien dice el texto se trata de una de las
peores manifestaciones de violencia ya que se ejercita siempre hacia seres queridos y hablar
de distintos tipos de violencia aquí, en este caso, merece la pena ya que hay muchísima
gente que ejerce esa violencia psicológica sin darse cuenta o la justifica o no la considera
peligrosa y es tan negativa o más que la violencia física. Al final esta violencia psicológica va
haciendo que las mujeres se sientan culpables y merecedoras de un castigo al mismo tiempo
que los verdaderos culpables se sienten impunes por esto mismo. Esto es algo que de ningún
modo debemos aceptar. Nadie puede hacer justicia por su cuenta y riesgo. Esos comentarios
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van minando poco a poco a la persona a la que van dirigidos y pueden hacer más daño
incluso que unos golpes físicos para los cuales muchas veces hay fácil remedio. Pero todos
sabemos que los trastornos psicológicos tienen peor solución. En el fondo, todo se reduce a
un problema de educación, de respeto hacia el compañero-a sentimental. Hoy en día nadie
es superior a nadie y el respeto es la piedra angular de toda relación sentimental. Teniendo
esto en cuenta, es posible que este problema poco a poco deje de existir en una sociedad
avanzada con una igualdad total entre hombres y mujeres. (293 palabras)
2) Aunque en primera instancia la violencia física pueda parecer más dañina que la
psicológica lo cierto es que no. Una persona sufre más y tiene más agravantes cuando sufre
violencia psicológica. El bulling es un claro ejemplo de esto; el atacante intimida y
menosprecia al agredido repetidamente durante un periodo de tiempo y le produce
inseguridades y miedos. Estos miedos e inseguridades también conocidos como traumas te
condicionan a la hora de establecer relaciones con otras personas pudiendo producirte
rechazo hacia los demás. Cosa que un maltrato físico en gran medida no te lo produce. Otro
ejemplo es la marginación social, que te excluyan y te hagan ver que estás siendo excluido es
algo muy perjudicial y que afecta mucho a las personas. (123)
4) A simple vista y desde fuera (sin tener ese “lugar privilegiado” de tantas mujeres)
puede parecer que la violencia física, que causa tanto dolor y sangre, es mucho peor que la
psicológica, que no podemos ver. Es totalmente innegable que la violencia física,
especialmente de género, es injustificable y terrible. Sin embargo, la psicológica no se puede
dejar de lado, ya que es igual o peor.
Después de una agresión física, quedan lesiones, cicatrices, que sanan más o menos,
pero las víctimas de violencia psicológica se ven afectadas más profundamente en su propia
persona. Se pueden llegar incluso a sentir culpables de aquello por lo que se les agrede,
inferiores, discriminadas… Esta degradación personal que sufren cala más hondo y tiene
consecuencias hasta más negativas y a más largo plazo, porque, a veces, es más difícil olvidar
que curar las heridas.
Por otro lado, no debemos olvidar que la violencia psicológica es, en muchos casos,
constante a través de comentarios, malos tratos, discriminación, falta de respeto… todo el
tiempo tanto en el trabajo, como en casa. Esa inexorabilidad, que parece no parar nunca,
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crea una impotencia muy grande en las víctimas y genera un miedo terrible que en muchos
casos les conduce a lo peor, que es no pedir ayuda y callar. (212)
5) La violencia psicológica es igual o más dañina que la física, también es la más común
hoy en día. ¿Quién no ha escuchado alguna vez frases como la que dice la autora del texto
“algo habrá hecho”? La violencia física causa daños muy grandes tanto en la mujer agredida
(lesiones, heridas…) como en la relación con el hombre. Estas lesiones son inmediatas, a
corto plazo. Sin embargo, la violencia psicológica deja secuelas para mucho tiempo.
Comentarios como el mencionado en el texto no solo hieren a la mujer sino que también
condicionan la manera con la que piensan sobre sí mismas y sobre el problema que están
viviendo. Afortunadamente, podemos parar esto y acabar con este problema de una vez por
todas. Una posible solución sería educar a los niños de forma que aprendan a respetar a las
mujeres desde el principio. Sea cual sea la solución debe imponerse ya, pues este problema
es actual y puede ir a peor. (160)
7) La violencia psicológica es más dañina que la violencia física. Esta última deja marcas
visibles y puede verse claramente (heridas, cicatrices, huesos rotos…). Sin embargo, la
violencia psicológica no deja este tipo de marcas y es muy difícil de detectar. Además, puede
derivar en problemas psicológicos graves como ansiedad, depresión… Y a no ser que la
víctima quiera hablar de las agresiones que ha sufrido, no podemos saber qué le ocurre a
una mujer que sufre violencia psicológica, puesto que las huellas que deja son “invisibles”.
Otro punto que hay que tener en cuenta es el dolor que provoca la violencia psicológica. Así,
el dolor que provoca la violencia física es temporal y no suele durar más de algunos días; sin
embargo, el psicológico también es temporal, pero puede llegar a tardar años en
desaparecer y también convertirse en algo permanente. (141)
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ARGUMENTOS A FAVOR DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA
COMO MÁS DAÑINA QUE LA VIOLENCIA FÍSICA
- Más difícil de detectar. A no ser que la víctima quiera hablar no podemos saber qué le
ocurre puesto que las huellas que deja son “invisibles”.
- También produce más inquietud (ver a una víctima que sufre maltrato psicológico) en los
allegados de las víctimas.