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¿DE DÓNDE VINIERON LOS HICSOS Y ADÓNDE FUERON?

MANFRED BIETAK

EN

ORIENTALIA LOVANIENSIA
ANALECTA
_________192_________

EL SEGUNDO PERÍODO INTERMEDIO


(Dinastías XIII-XVII)

Investigaciones actuales, perspectivas futuras

Editado por

MARCEL MARÉE

UITGEVERIJ PEETERS and DEPARTEMENT OOSTERSE STUDIES


LEUVEN — PARIS — WALPOLE, MA
2010

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¿DE DÓNDE VINIERON LOS HICSOS Y ADÓNDE FUERON?
MANFRED BIETAK
Traducción Olga Gienini
Los hicsos (HoAw xAswt, -se lee: jeqa jasut, quiere decir “jefes de las tierras extranjeras”)
fueron una dinastía extranjera que reinó en Egipto c. 1638-1530 a.C. Su poder tenía sus
raíces en una población originaria del Cercano Oriente. De dónde vinieron, cómo
llegaron al poder y cómo lograron mantenerse por sí mismos en Egipto es todavía
asunto de debate. Una pregunta adicional, raramente formulada, es qué sucedió con los
hicsos luego de ser derrotados por el rey Amosis c. 1530 a.C. Estas preguntas quedan
mejor formuladas al focalizarlas en la población que está detrás del dominio de los
hicsos. Flavio Josefo usó incorrectamente la designación “hicsos” como un término
étnico para designar a población de origen extranjero que ejerció el poder en Egipto
durante un cierto período de tiempo. En este sentido, y en aras de la conveniencia, es así
usado en el título y en los encabezados del presente artículo. Sin embargo, nunca se
debe olvidar que, estrictamente hablando, los “hicsos” fueron solamente los reyes de la
dinastía XV, y de otras dinastías simultáneas, que tomaron el título de HoAw xAswt. Este
artículo, de todos modos, se refiere a la población de donde surgieron esos gobernantes.

Parte I: ¿De dónde vinieron los “hicsos”?

Las excavaciones en Tell el-Dab ca, la antigua Avaris, muestran una continua presencia
asiática occidental desde la tardía dinastía XII hasta el final del período “hicso” (ver
Fig. 1 para la cronología del sitio y los estratos). Estos individuos provenientes del
Levante exhibían rasgos muy egipcianizados desde fases muy tempranas, lo que
muestra que ya habían estado en el país por algún tiempo. Una invasión repentina de
quienes trajeron el dominio hicso, como es sugerido por la tradición de Manetón,
hubiera aparecido claramente en los registros arqueológicos, como los niveles de
destrucción en Tell el-Dabca y también, probablemente, en Menfis. Como no se ha
encontrado tal evidencia, el relato de Manetón puede ser descartado por improbable.
Para evaluar el lugar de origen de esta población, se debe preguntar sobre cómo y
porqué vinieron a Egipto en gran número y en un tiempo en el que el régimen altamente
autoritario de la Dinastía XII mantenía un estricto control. Además: ¿por qué esta gente
se estableció de un modo abrumador en Tell el-Dab ca? Estas preguntas pueden ser
respondidas de algún modo por un estudio fenomenológico de las inmigraciones
asiáticas en Egipto. El problema de su proveniencia también puede ser remitido además
al estudio del material cultural y los orígenes de los nombres extranjeros.
Una clave del porqué esos individuos provenientes del Cercano Oriente llegaron a Tell
el-Dab ca puede encontrarse en el sitio (Fig. 2). Avaris se encontraba en la rama más
oriental del Nilo y, de acuerdo con la estela de Kamose, era una ciudad-puerto. Sabemos
por documentos ramésidas que Pi-Ramsés era una importante base naval. Era “el lugar
de ordenamiento de tus carros (scil. del rey), el lugar de reunión de tu ejército, el
amarradero de tus tropas embarcadas”. También hay una fuerte evidencia arqueológica
de la función portuaria durante el período tutmósida y de tiempos de Horemheb, más
allá de si se puede o no identificar el lugar con Peru-nefer.

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Fig. 1: Estratigrafía de Tel el Dabca

Centro ciudad- Reino Nuevo Centro Ciudad Ciudad nor- Ciudadela Fases
B a.C. Cronología Población RM oriental oriental Ez. Rushdi Generales
M Egipcia Medio - E. Rushdi
1410 Relativa R/I F/ I A/ I-IV A/ V H/ I-IV
1440 AII
BT Cenizas
I H TIII Tera c
1470 C/2
TII
XVIII TI HIATO d
1500 C/3
Frescos
Línea de
AI
BM 1530 e/1.1-2 Datación
D/1.1-2
IIC AMOSIS
1560 D/2 D/2 D/2 +/- 1530 a.C.
despojado e/2-f
XV Hicsos D/3 D/3
1590 g-h D/3
a/2
B 1620 despojado E/1 E/1 E/1
M a
II pozos b/1 E/2 E/2 E/2
B 1650
REINO E/3 E/3
DE b/2
1680
AVARIS F
BM F
II NEHESI despojado b/3
A-B 1710 a
Epidemia
pozos de G/1-3 G
c
1740 almacenaje hiato
d/1 G/4
1770 XIII G/4 G/4
B d/2a H
M d/2 H H
1800 So AIV b/1
II d/2b
A I
1830 AIII b/2 Línea de
K Datación
año 5 Sesostris III
1860 SIII c/1-2
hiato +/- 1868 a.C
SII
1890
AII d L
-?-
1920 e/1-4 M
SI e/1
DESOCUPADO
1950 N/1
XII
AI f e/2-3 N/2-3
1980
B XI
M 2000 ?
I

?
2050 EXPANSIÓN DEL ASENTAMIENTO
X FUNDACIÓN
HERACLEOPO-
LITANA

Según M. Bietak 2002

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Fig. 2: Topografía de Tell el-Dabca y cEzbet Rushdi.

La gran comunidad del Levante que se hallaba en Tell el-Dab ca durante el tardío Reino
Medio debe ser vista, primero y ante todo, con este trasfondo de función portuaria que
tenía el asentamiento. Es muy probable que esta gente estuviera relacionada con el
comercio exterior, con los viajes marítimos y con la fabricación de barcos. Más
evidencia de las actividades antes citadas reside en el hecho de que se han encontrado
armas de la Edad del Bronce Medio en tumbas más antiguas de esta comunidad

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procedente del oeste asiático (fase H). Esto muestra que al menos parte de la población
masculina eran soldados. Para el tiempo de la tardía Dinastía XII, se podría esperar que
tales individuos portadores de armas estuviesen al servicio de la corona egipcia. La
pregunta que permanece es si vinieron por voluntad propia, invitados por la corona
egipcia, como prisioneros de guerra (cosa que parece poco probable pues retuvieron sus
armas asiáticas) o si fueron traídos por los príncipes del Levante.

Los que hicieron posible la regencia de los hicsos no fue el primer grupo de gente
asiática que se asentó en el Delta oriental. La inmigración ocurrió de un modo repetido,
y de acuerdo con un patrón específico, desde épocas prehistóricas. La única diferencia
es que los inmigrantes nunca jugaron antes un rol tan importante en las políticas del
país. Los hicsos gobernaron, solos, una parte de Egipto. Pero esto no hubiera sido
posible sin la concurrencia de una serie de circunstancias favorables.
La inmigración había sido fomentada desde fines de los tiempos prehistóricos por la
demanda por parte de Egipto de materias primas, especialmente la madera de coníferas
del Líbano, brea, betún, cobre, aceite de oliva y vino, que habían sido importados desde
el cuarto milenio a.C. El principal socio comercial de Egipto, al menos desde el Reino
Antiguo en adelante, fue Biblos. Ya desde fines de la Dinastía II se enviaron donaciones
reales egipcias a la diosa de esta ciudad-puerto. Una de las consecuencias de esto fue
que los atributos de la diosa se egipcianizaron, y una influencia cultural egipcia es
generalmente testimoniada en esa ciudad, avalada por la presentación de bienes de
prestigio egipcios a sus príncipes y élite. La influencia egipcia durante el Reino Antiguo
puede ser rastreada en otros principados del Levante, pero ninguno podía competir con
Biblos en su relación con Egipto.
La creciente necesidad de una representación arquitectónica para los reyes de Egipto y
su élite condujo a una creciente importación de cedros del Líbano, especialmente desde
Biblos. Se necesitaba madera de coníferas para la construcción y techado de los palacios
y templos sagrados, y para las cámaras en las tumbas reales, como las encontradas en
Abidos. También se requería gran cantidad de madera de cedro para la construcción de
las barcas sagradas reales, y en particular para los barcos de ultramar. Ante todo, la flota
egipcia necesitaba constantemente de verdaderos constructores de barcos y personal de
marinería. Al respecto, tiene particular importancia la representación en relieve de una
expedición a Siria que se encontró en el templo de la pirámide del rey Sahura. La flota
zarpó probablemente hacia Biblos, y no sólo trajo los insumos desde ese lugar sino
también gente (hombres barbados con largas cabelleras y patillas acompañados por sus
mujeres e hijos). Que algunos de ellos eran marineros se puede apreciar por su posición
en los remos de dirección de los barcos egipcios (Lám. 1).

Lám. 1: relieve de Sahura (tomado de la web).

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Egipto tenía clara necesidad de las habilidades y experiencia de los habitantes de la
costa siria, reconocidos marineros a lo largo de la historia. Se ha llegado a sugerir que
los egipcios adoptaron el tipo de barcos usados por la gente de Biblos, ya que desde los
tiempos del Reino Antiguo eran conocidos como los barcos “kepny (= de Biblos)”.
Hubiera sido lógico para los egipcios adoptar los modelos desarrollados por personas
con los recursos adecuados de madera y una larga experiencia en la construcción de
barcos y en la náutica. Se debe también asumir que los egipcios contrataban para sus
barcos de ultramar constructores del Líbano. Se puede ver que todo este reclutamiento
no fue un tema ocasional, dadas las representaciones en la calzada del complejo
funerario del rey Unas (Lám. 2), quien reinó cerca de un siglo después del rey Sahura.
Allí, los barcos de ultramar aparecen sólo guiados por asiáticos, además de estar
representados sus superiores con ropaje egipcio. La evidencia sugiere que el
reclutamiento por parte de Egipto de constructores y navegantes del Líbano fue una
práctica continua durante el Reino Antiguo, y que pudo haber sido reanudada en siglos
posteriores en la medida en que la necesidad reapareciera.

Lám. 2: Relieves de la calzada, rey Unas (tomado de la web).

Se puede extraer evidencia sobre el alcance de los asentamientos asiáticos durante el


Reino Antiguo en Egipto de las excavaciones holandesas en Tell Ibrahim Awad, sitio
ubicado a sólo 5 millas al noroeste de Tell el-Dab‛a. Se ha descubierto una serie de
templos que fueron datados desde el período prehistórico tardío hasta bien adentrado el
Reino Antiguo (Fig. 3). En sus estadíos más tempranos, el templo parece seguir el
diseño de los templos de salas amplias del Cercano Oriente. Aún en las etapas finales
del Reino Antiguo (fases 2b y 2 c), el templo parece haber sido construido
originalmente como un templo de ese tipo, con una entrada en el centro del frente
oriental que conducía a un podio ubicado contra la mitad de una larga pared posterior.

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Había una segunda puerta en el extremo norte de la pared, que recuerda templos
semejantes, especialmente el de Tell Yarmut en Canaán. Pero más tarde este templo de
sala amplia fue modificado como un templo de eje desplazado (nota del traductor: es
decir, cuyo eje no está alineado con el altar –sanctum- o podio) y la puerta central fue
bloqueada; una capilla fue construída sobre el podio, que se abría hacia el norte. Ahora
se parecía a un templo del estrato pre-hicso en Tell el-Dabca, perteneciente a las fases
E/3 y E/2 (Fig. 4), excepto que el sanctum interno de este último, (como sucede
usualmente en los templos de eje desplazado) estaba construído contra la estrecha pared
sur.

Fig. 3: Templo del Reino Antiguo con eje desplazado, en Tell Ibrahim Awad. De
Eigner 2000, 23, fig. 3, y 19, fig.2, respectivamente (adaptados por el autor).

Fig. 4: Templo II de Tell el Dabca, fases E/3-2, con eje desplazado.

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Ambos tipos de templos no son egipcios, sino de tipo cercano oriental, introducidos
originalmente al Levante desde Mesopotamia. En Canaán son típicos de los períodos
Calcolítico y del Bronce Temprano. Sin embargo, no se han encontrado rastros de la
cultura del Bronce Temprano en Tell Ibrahim Awad. La cultura material puede ser
clasificada como puramente egipcia. La parafernalia cultual y las ofrendas votivas, tales
como estatuillas de babuinos, figurinas, mosaicos y cerámica producida localmente, son
de tipo egipcio aunque también se pueden encontrar en templos del Bronce Temprano
en el Levante. Por el momento, se puede concluir que los habitantes de Tell Ibrahim
Awad durante el Reino Antiguo fueron ampliamente aculturados. El diseño repetido de
los antiguos templos de salas amplias, que datan desde tan antiguo como la Dinastía 0,
muestra que la conexión con el Cercano Oriente cuenta con una larga tradición en este
lugar. Parece que, especialmente en la esfera religiosa, los habitantes asiáticos
occidentales mantuvieron vivos los elementos arquitectónicos tradicionales introducidos
desde sus ámbitos de origen. Al respecto se debe resaltar que aun se ha excavado muy
poco del asentamiento y tumbas de Tell Ibrahim Awad, y es perfectamente posible que
futuras exploraciones de estos lugares revelen más elementos culturales del Cercano
Oriente. En cuanto a la ubicación de estos templos en el noreste del Delta, puede que no
sea una coincidencia que el templo de Tell Ibrahim Awad se haya encontrado tan
cercano al sitio de una comunidad tardía del Cercano Oriente, la capital de los hicsos en
Tell el-Dabca. Esta identidad cultural trasciende todo debate.

En resumen, la evidencia de los relieves de Sahura y Unas sugiere fuertemente que, para
su flota de ultramar, los egipcios empleaban gente del Cercano Oriente, muy
probablemente de la costa del Líbano, ya sea como tripulación o como constructores de
barcos. Según las condiciones geográficas, los puertos marítimos deben estar
localizados necesariamente en lugares con, o no muy alejados de, los regímenes de
mareas; estarían ubicados entre 5 y 30 kilómetros al sur de la antigua línea costera. Hay
una fuerte sospecha que el sitio de Tell Ibrahim Awad puede haber sido la base de tal
comunidad, y en el Reino Antiguo, puede haber tenido una función similar a la de Tell
el-Dab ca en el Reino Medio. Ya se ha considerado anteriormente que Tell el-Dabca,
situado en la rama más oriental del Nilo, era un puerto marítimo en tiempos de los
hicsos y ramésidas. Una diferencia entre Tell Ibrahim Awad y Tell el-Dab‛a puede ser
el grado y la velocidad de la aculturación con los egipcios. En el primer caso, la
comunidad asiática occidental parece haber sido asimilada ampliamente en la cultura
egipcia, mientras que la comunidad de Tell el-Dab‛a, a pesar de tener un cierto grado de
aculturación, mantuvo su identidad cultural distintiva por cerca de 300 años (c. 1820-
1530 a.C.).
Hay más evidencia de las relaciones estrechas entre Egipto y Levante durante el Reino
Antiguo, y en particular con Biblos. Inscripciones de la Dinastía V muestran la
presencia de asiáticos occidentales viviendo en Egipto, tales como un biblita llamado
Wendjet, y un hombre proveniente de un lugar llamado Tepa que ya había adquirido el
nombre egipcio de Seneb.
Dos textos literarios, las Enseñanzas de Merikara y posiblemente las Admoniciones de
Ipuwer, se relacionan con eventos ocurridos durante el Primer Período Intermedio, y
dan la impresión de un fuerte influjo de asiáticos durante esta época en el Delta. Como
se trata de obras literarias, y las Admoniciones pudieron haber sido elaboradas tan
tardíamente como durante la Dinastía XVIII, es preferible dejarlos de lado como fuentes
de evidencia histórica. De todos modos, hay una evidencia sustancial de la presencia de
asiáticos en el Delta durante el Primer Período Intermedio. Fragmentos de
representaciones en relieve del templo mortuorio del rey Nebhepetra Montuhotep

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(Dinastía XI, c. 2043-1992 a.C.) en Deir el-Bahari y pinturas murales bien preservadas
de la tumba de su general Antef en Asasif, muestran imágenes de guerra con asiáticos.
Esto incluye el asalto a fortificaciones llevado a cabo por asiáticos cuya piel está
representada en tonos claros (Fig. 5). Esto no puede ser el relato de una expedición a
Canaán, pues ya no había ciudades fortificadas en este período (el Bronce Temprano IV,
también llamado Bronce Temprano-Bronce Medio Intermedio o Período de Bronce
Medio I); el modo dominante de vida era entonces semi-nómade. Es muy poco probable
que las pinturas de Antef hayan sido copiadas de tumbas del Reino Antiguo, tales como
las tumbas de Inti en Dishasha y la tumba de Kaemheset en Saqqara, pues éstas están
situadas muy lejos y son muy diferentes en su concepto. Por el contrario, las escenas de
batalla en el templo de Nebhepetra Montuhotep y en la tumba de Antef son originales,
incluyendo arqueros nubios yendo a la batalla en barcas, dejando poco margen a la duda
que describen eventos que ocurrieron durante la carrera militar de Antef.

Sería mejor ver las escenas de batalla en contexto con los eventos históricos del reino de
Montuhotep, quien conquistó el reino de Heracleópolis al norte de Egipto y logró reunir
al país bajo un único rey. Es también posible que comunidades independientes asiático-
occidentales habitaran parte del Delta para esta época, o que los habitantes de
Heracleópolis hayan reclutado a esos asiáticos como soldados, así como los tebanos
habían reclutado a los nubios. El uso de mercenarios asiáticos y nubios en las tropas
egipcias ha sido una tradición desde el Reino Antiguo. De todos modos, en tiempos de
Montuhotep, Egipto escasamente mantenía algún tipo de relación con sus socios
comerciales tradicionales de la costa siria, y por eso lo más probable es que estos
soldados hayan venido del sur de Canaán, migrando al Delta durante el Primer Período
Intermedio, y ofreciendo sus servicios a los reyes de Heracleópolis. Esta explicación
está sostenida por evidencia de soldados asiáticos al servicio de Egipto pronto después,
en los inicios de la Dinastía XII.

Fig. 5: Soldados egipcios en guerra con asiáticos y asaltando fortificaciones. De la


tumba del general Antef en Tebas (tomado de la web).

Las tumbas de Beni Hasan contienen representaciones de mercenarios asiáticos codo a


codo con soldados egipcios, y los graffiti de Hatnub mencionan aAmw (se lee aamu) -un
término que aparece a partir de fines del Reino Antiguo como designación para los

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asiáticos, probablemente un nuevo grupo que los estudiosos identificaron primeramente
como los amorreos. En Hatnub, los aAmw aparecen como soldados delante de
contingentes de nubios.
De acuerdo al papiro de Illahun (o El-Lahun), desde el reinado de Sesostris II en
adelante, un gran número de aAmw fueron asentados cerca de la residencia de la Dinastía
XII en Itjtawy, donde habitaban complejos cuyos nombres estaban escritos dentro de
representaciones de muros fortificados (wnwwt). Eran empleados como servidores,
trabajadores, porteros, mensajeros y cantores en los templos, es decir en las mismas
profesiones que los egipcios de clase baja.
No sabemos cómo estos asiáticos llegaron a Egipto pero podemos asumir -de las
dispersas evidencias que existen acerca de redadas y gracias al afortunado
descubrimiento de un fragmento de los Anales del rey Amenemhat II (dinastía XII, c.
1911-1876 a.C.)- que un gran número de cautivos fueron adquiridos mediante
expediciones militares (posiblemente punitivas) en Asia. La información de los Anales
provee sólo un atisbo de lo que bien pudo haber sido un asunto rutinario. Seguramente
existieron muchas expediciones de este tipo durante la Dinastía XII, y esto puede bien
explicar el gran número de individuos de Asia occidental que vivían en Egipto durante
el tardío Reino Medio como se revela en los ya mencionados papiros de Illahun. Un
papiro del Museo de Brooklyn, de inicios de la Dinastía XIII, documenta la presencia de
asiáticos en casas egipcias, aun en áreas provinciales del Alto Egipto. Por el mismo
papiro también sabemos que estos asiáticos recibían nombres egipcios aunque sus
nombres originales continuaban siendo registrados. Con sus nuevos nombres, ellos
fueron rápidamente asimilados y podían incluso hacer carrera en el palacio y en la
administración; la mayoría de ellos se mezclaron con los nativos egipcios. La pregunta
es si estos individuos pueden ser identificados con los que están en la raíz del gobierno
hicso, unos 160 años más tarde.

En estelas provenientes de Serabit el-Khadim en Sinaí, se listan contingentes de


individuos del Cercano Oriente entre el personal de expediciones mineras que tuvieron
lugar durante la tardía Dinastía XII. Un dignatario asiático llamado “el hermano del jefe
de Rechenu” participó al menos cuatro veces. Argumentaremos más abajo que, en este
tiempo, el “jefe de Rechenu” muy probablemente estuviera asentado en Tell el-Dab‛a, y
que desde allí se organizaron las expediciones. De una gran capilla fúnebre en Tell el-
Dab‛a (fase H) proviene una enorme estatua de piedra caliza de un alto dignatario con
atuendo asiático (Fig. 6). Tiene piel amarilla, un tocado rojo en forma de hongo y lleva
un largo atuendo multicolor. Como signo de dignidad, porta un cayado curvo sobre un
hombro. Parece haber sido un típico príncipe asiático, que fue enterrado durante la fase
más temprana del asentamiento asiático, dentro de la tumba más grande del cementerio
y que incluso poseía una cúpula. Una estatua similar de piedra caliza, aunque un poco
más pequeña apareció en una colección privada americana cerca de 1950 (ahora en el
Museo de Munich) y puede provenir de este mismo cementerio. Una tumba, de similar
tamaño a la antes mencionada, parece ser el lugar más probable de enterramiento del
hombre descrito en esta segunda estatua.

En una tumba cercana de la siguiente fase, adosada a una mansión palatina, se encontró
un escarabajo de la tardía Dinastía XII, cuya inscripción menciona a un [jefe del
R]echenu” (Lám. 3). El sello está hecho de amatista y montado en un anillo de oro.
Cabe preguntarse si su lugar de hallazgo indica que este “jefe del Rechenu” vivía en
Tell el-Dab‛a, posiblemente en esta mansión.

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Lám. 3: escarabajo-sello del “jefe del Rechenu”.

Durante el Reino Medio, el topónimo Rechenu cubría el área de Palestina y el Líbano.


Aun dejando de lado el topónimo RTnw-Hrt (se lee: Rechenu heret) como una región del
Rechenu, este territorio habría sido demasiado amplio para ser controlado por un solo
jefe. Parece significativo, entonces, que el Rechenu no aparezca en los Textos de
Execración, lo cual sería comprensible si el nombre es considerado como una
denominación general para una amplia región, y no como un topónimo geopolítico
específico. Una explicación alternativa es sólo hipotética. Parecería posible que “jefe
del Rechenu” fuera un título otorgado a una alta personalidad originaria del Cercano
Oriente, que era responsable ante la corona egipcia de regular el comercio y las
expediciones en el Levante, durante el período de transición de la Dinastía XII a la XIII.
Esto no contradice la noción del monopolio de la corona sobre el comercio exterior,
pero sería un signo de flexibilidad administrativa y un ablandamiento de las relaciones
con los asiáticos occidentales, anunciando la llegada del Segundo Período Intermedio.

Fig. 6: Estatua de un dignatario en una capilla mortuoria en Tell el-Dab‛a (fase H).

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La pregunta ahora es porqué Egipto usó a estos aAmw en el Sinaí y qué papel jugaron en
tales expediciones. Un pequeño obelisco de Serabit el-Khadim describe miembros
asiáticos de la expedición con nombres semíticos noroccidentales, escritos en
jeroglíficos bien diseñados. Aparecen como soldados con los tocados en forma de hongo
que eran típicos de los asiáticos de esta época. Parecen llevar hachas “pico de pato”
como las que han sido encontradas en contextos del temprano Bronce Medio IIA, tanto
en tumbas de guerreros en Tell el-Dab‛a como en el Levante. Parece ser, entonces, que
una de las funciones de los asiáticos occidentales que vivían en Egipto durante la
segunda mitad de la Dinastía XII y probablemente en la XIII, era unirse a las
expediciones del desierto y ayudar en su seguridad. Fue probablemente en este contexto,
y en la región de Serabit el-Khadim, donde se desarrollaron las escrituras alfabéticas
más tempranas, usando jeroglíficos egipcios de un modo acrofónico, y leyéndolos en su
dialecto semítico occidental.

Esto significa que parte de estos extranjeros tuvieron experiencia con entornos
desérticos. Se deben haber originado en comunidades nómades y sólo tardíamente
entraron en Egipto, con sus habilidades e instintos todavía vivos.
Esto también explicaría su participación en expediciones en el desierto occidental, donde
inscripciones alfabéticas semíticas occidentales fueron también descubiertas, y que
fueron datadas a fines de la Dinastía XII/inicios de la XIII. Esta gente parece haber
tenido un entorno distinto al de la población urbana que encontramos en la ciudad-
puerto de Tell el-Dab‛a (ver más abajo), pero no podemos concluir que parte de su
población fuese de idéntica proveniencia, al menos para fines de la Dinastía XII, cuando
las expediciones al desierto parecen haber tenido su origen allí. Más aún, esta conclusión
debe ser tomada con precaución puesto que hasta ahora no se han encontrado
inscripciones proto-sinaíticas en Tell el-Dab‛a, pese a tantos años de excavaciones. Es
posible, de todos modos, que estos individuos viviesen en un sector todavía no excavado
de la ciudad.

En resumen, tenemos evidencia de que hubo asiáticos con diversas profesiones viviendo
en Egipto durante el Reino Medio. En parte, parecen haberse concentrado en la
residencia real de Itjtawy (ver arriba), mientras otros fueron dispersados por el
reclutamiento en actividades militares y expediciones; algunos de estos últimos pueden
incluso haber adquirido funciones de conducción en el ejército o en la jerarquía
administrativa. Uno se podría llegar a preguntar si el rey que dio origen a la Dinastía
XIII, que se dio a sí mismo el nombre de Jmj-r-mSa (se lee: imi-er mesha), “el general”,
era un extranjero, especialmente porque su posible predecesor parece haber tenido el
nombre semítico noroccidental de Khendjer, “el cerdo (semental)”.
Parece perfectamente posible que, durante la Dinastía XII tardía y la XIII, parte de la
comunidad asiática occidental en Egipto estuviese concentrada en un asentamiento
especial en Tell el-Dab‛a, lo que explicaría porqué ellos estaban ya bastante
egipcianizados desde su más temprana presencia allí. La evidencia arqueológica en Tell
el-Dab‛a muestra que, antes del asentamiento de fines de la Dinastía XII, el lugar estaba
habitado por lo que parecen haber sido egipcios, portadores de cultura egipcia. Sólo hay
algunos artículos importados desde el Levante y el Egeo que documentan conexiones
comerciales. La situación cambia al final de la Dinastía XII, cuando el asentamiento
adquirió características culturales distintas y creció notablemente bajo el influjo
cananeo. Más allá de cierto grado de aculturación, los registros arqueológicos no sólo
muestran un carácter cultural distinto de esta comunidad, sino también la jerarquía

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principesca de alguno de sus líderes, que encomendaron estatuas de gran tamaño que los
representaban como príncipes asiáticos, probablemente como “jefes del Rechenu”.

Podemos ahora hacer la pregunta sobre los orígenes de los individuos que dieron lugar a
la aparición del gobierno de los hicsos. Basándose en análisis de activación neutrónica
efectuados sobre la cerámica de Tell el-Dab‛a y del Levante, Patrick McGovern
concluyó que la mayoría de las importaciones en Tell el-Dab‛a provenían del sur del
Levante, y que por lo tanto los hicsos deberían haberse originado allí. Tal conclusión es,
de todos modos, metodológicamente incorrecta, puesto que el origen de los productos
comerciales (si fuesen evaluados correctamente), no necesariamente reflejan el origen
de los individuos. Pese al gran número de ejemplos aportados por McGovern, sus
resultados no han resistido el análisis de científicos ni de ceramistas, debido a lo
pequeño de sus muestras individuales, al rango limitado de su base de datos, y a sus
cuestionables métodos estadísticos. Nuevos análisis petrográficos realizados por A.
Cohen-Weinberger y Y. Goren han demostrado, de hecho, que la mayoría de las
importaciones de las fases del Bronce Medio I en Tell el-Dab‛a provenían del norte del
Levante. En el período de transición del Bronce Medio I al II (fase F, c. 1700 a.C.),
hubo también crecientes importaciones del sur de Palestina, aunque no alcanzaban el
volumen de las importaciones del norte para la misma época. Las importaciones desde
el Levante no se interrumpieron durante el Bronce Medio II; declinaron notablemente
durante el Período Hicso, aunque continuaron siendo su principal componente; mientras
que las importaciones del sur de Palestina se volvieron insignificantes, de acuerdo con
estos estudios.
También James Weinstein ha favorecido el sur del Levante como sitio de origen de los
hicsos, aunque en principio por diferentes razones. La distribución de escarabajos reales
hicsos en Palestina muestra una clara concentración en el sur de Palestina, desde Tell el-
c
Ajjûl en la costa, donde se encontró la mayoría, hasta Tell Beit Mirsim en el interior.
Hay un esparcimiento menor hacia el norte y el este. La inexistencia de estos
escarabajos en el norte de Canaán dio origen a las conclusiones de que los hicsos
provenían del sur, desde donde habrían conquistado el Delta. Este planteo es erróneo, no
sólo por la falta de evidencia de una conquista ¡sino porque los portadores del gobierno
hicso ya habían estado en Egipto por más de 150 años cuando estos escarabajos fueron
producidos! La distribución de los escarabajos sólo documenta las conexiones entre los
hicsos y el sur de Palestina mucho tiempo después del establecimiento de sus ancestros
en el Delta oriental. Además, los contextos de hallazgo de la mayoría de estos
escarabajos son ambiguos, si no desconocidos. Como en Egipto, los escarabajos hicsos
pudieron haberse mantenido en circulación durante la Dinastía XVIII, y es
perfectamente posible que la mayoría de los encontrados en el sur de Canaán,
provengan de contextos del Bronce Tardío. Más pertinente para el razonamiento de
Weinstein (aunque no citado por él) habría sido la dispersión en el sur de Canaán de
cerámica Tell el-Yahudiya, que es en parte de origen egipcio, y en parte imitación de
modelos egipcios realizados con arcillas locales. Sin embargo, estas jarras sólo pueden
ser tomadas como evidencia de relaciones comerciales con el Delta oriental. Sus
apariciones en el sur de Canaán no son tan numerosas como para justificar un origen en
el sur levantino de la población asiática occidental que trajo el gobierno de los hicsos en
el Delta oriental del Nilo.

También Daphna Ben-Tor ha argumentado recientemente a favor de un origen en el sur


levantino para la población de Tell el-Dab‛a, basándose en su estudio de los
escarabajos-sello. Su argumento base es que, durante la tardía Dinastía XIII, la

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producción local de escarabajos comenzó en Palestina luego que los escarabajos
egipcios fuesen importados allí, durante fines del Bronce Medio I. Esto debe haber
sucedido poco antes de la toma del poder del Delta oriental por la población cananea
(durante la transición del Bronce Medio I al II, c. 1700 a.C.). Los escarabajos cananeos
aparecieron también en Egipto, especialmente en Tell el-Dab‛a llegando tan al sur como
Nubia, con quien Avaris tuvo mejores relaciones que con el Alto Egipto. Debido a que
tales escarabajos están ausentes en Siria y el Líbano, Ben-Tor concluyó que existieron
relaciones de parentesco entre la población del Delta que estaba detrás del gobierno de
los hicsos y la del sur de Canaán. Por lo tanto, ella sugiere que los hicsos se originaron
allí.

Sin embargo, hay serios obstáculos para tal conclusión. La población de la que los
hicsos emergieron ya estaba en el Delta oriental del Nilo durante la tardía Dinastía XII
(fase H en Tell el-Dab‛a), más de cien años antes del surgimiento de un reino local en
tiempos del rey Nehsy (o Nehesy, c. 1700 a.C.), o muy poco antes. Los asiáticos
continuaron asentándose allí durante el período Hicso, pese a signos de tensiones
políticas internas cuando la antes mencionada estatua de un dignatario asiático fue
destrozada y su tumba saqueada (fin de la fase G/4). Este fue claramente el tiempo del
final del edificio palatino en el área F/I y de los funcionarios que allí trabajaron. En la
siguiente fase G/I-3, con patrones de asentamiento más igualitarios, los productos
importados del Levante aumentaron del 16% al 20% del total del cuerpo cerámico, y en
la siguiente fase F (c. 1700 a.C.) hasta el 28,7%, mientras la producción total de
cerámicas del Bronce Medio, incluida la producción local, aumentó hasta cerca del 40
%. Esto, de todos modos, no debe ser explicado como un influjo de la gente del Cercano
Oriente en el Delta Oriental, como antes creíamos, debido a que no hay un real cambio
cultural.

Una explicación diferente parece aportar una mejor explicación a lo que realmente
sucedió. En este período, la Dinastía XIII parece haber perdido el control sobre el Delta
cuando la dinastía local de Avaris forjó un reino local, del cual aA-sH-Ra (se lee: aa-she-
ra) Nehsy es el rey más conocido. En Bubastis, la serie de funcionarios locales parece
terminar en tiempos del rey Nehsy. Daphna Ben-Tor piensa que el surgimiento de este
reino marca un influjo poblacional del sur de Canaán.
Sin embargo, en este período de transición del Bronce Medio I al II (o del Bronce
Medio IIA al IIB), ningún otro gran sitio al sur de Canaán, salvo Ascalón, pudo haber
emprendido relaciones comerciales o migraciones a gran escala hacia Egipto. Además,
la exploración de Eliezer Oren en el norte del Sinaí ha demostrado que la Via Maris
estaba escasamente en uso después de fines del Reino Medio. Esto dejó sólo las
conexiones marítimas como medios de comunicación con el Levante. No tenemos ni la
menor evidencia de que Tell el-cAjjûl fuese un asentamiento importante con puerto en el
Bronce Medio I. De hecho, no hay signos de asentamientos importantes en todo el sur
de Palestina (el “Reino de Sharuhen” de Eliezer Oren) antes de avanzado el Bronce
Medio II (o II B) y el Bronce Medio III (o II C). Más importante aún, la cultura material
del sur de Canaán, especialmente la cerámica, está ausente en los contextos del Delta,
con la excepción de unos pocos fragmentos. No podemos afirmar que la inmigración
tuvo lugar desde el sur de Canaán sin encontrar cerámica, o imitaciones de cerámica de
esa región, en el Delta. En cambio, la tipología cerámica del Bronce Medio encontrada
en Tell el-Dab‛a apunta hacia el norte, no al sur, del Levante. Esto, junto con la
importancia tardía de Tell el-cAjjûl, en mi opinión, desacreditan la teoría de que la
mayoría de los habitantes de Avaris provenían del sur de Canaán.

14
El aumento de las formas cerámicas del Bronce Medio en Tell el-Dab‛a en esta época
(fase F), fueron resultado, muy probablemente, de la desintegración de Egipto en
diversas organizaciones políticas, que cortaron la comunicación entre sí, según puede
observarse en la esfera comercial. La cerámica de arcilla marga A y otras cerámicas
fabricadas en grandes talleres bajo el control estatal no fueron más enviadas hacia el
Delta oriental después del 1700 a.C. Entonces su población tuvo que apoyarse en sus
propios recursos. También Avaris cesó de ser distribuidor de productos del Levante
hacia el resto de Egipto, absorbiendo todas las importaciones del Levante para su propio
uso. En realidad, en la fase siguiente (E/3, primera mitad del siglo XVII a.C., poco antes
del Período Hicso), las importaciones del Levante cayeron casi a la mitad, a 13,9%, y
aun todo el corpus del Bronce Medio, incluyendo las imitaciones locales, cayeron al
22,2%. Este último permaneció a un nivel constante durante todo el Período Hicso,
cayendo a 16,4 hacia el final, mientras las importaciones cayeron a un ritmo constante
hasta alcanzar el 2% al final del período. La cerámica egipcia reemplazó
progresivamente el corpus del Cercano Oriente. Esto muestra que la fase F fue la
culminación del comercio marítimo en Avaris, ya que la ciudad no tuvo más necesidad
de compartir sus importaciones con el resto de Egipto. Por otro lado, su aislamiento del
interior egipcio le hizo más difícil a Avaris poder ofrecer productos a cambio de
aquellos que obtenía del Levante. La mencionada disminución de la importación de
cerámica es un signo del decrecimiento del poder económico de Avaris, una situación
que pudo eventualmente contribuir a la caída del Reino Hicso.

Estudiando el desarrollo del corpus cerámico en Avaris, se nota que en la mitad de la


fase E/2, la que consideramos como el comienzo del Período Hicso, el corpus de las
formas del Bronce Medio sufrió grandes cambios. Además, esta afirmación no prueba
que hubo influjo poblacional o conquista desde el Levante, sino sólo una adaptación del
corpus del Bronce Medio a las circunstancias locales -un tipo de “Nilotización”- ya que
los nuevos diseños son perfectamente comparables con los más antiguos del Levante
pero todos eran producidos localmente; la cerámica Tell el-Yahudiya para conservar
aceites preciosos era todavía exportada hacia el Levante y Chipre. Este cambio en la
cultura material es una demostración más del impacto de los cambios del panorama
político.

La afirmación de James Weinstein, Daphna Ben-Tor y Robert McGovern de que los


hicsos se originaron en el sur de Palestina puede ser tomada como improbable por otras
razones. Susan Cohen ha demostrado en su disertación, que el asentamiento y
urbanización de la cultura del Bronce Medio en Palestina comenzó en sitios cercanos a
la costa, particularmente en el norte, como se puede determinar por las cuadrículas del
sitio cronológicamente diferenciadas. Esto parece, en mi opinión, como una especie de
colonización, o al menos una intensa influencia desde el norte. De modo particular, los
más antiguos de estos sitios, Tell Ifshar y Tell Aphek, no están situados en el sur de
Palestina. Sólo en Ascalón, durante la última fase del Bronce Medio I, se desarrolló un
centro fortificado importante, aunque este tampoco estaba ubicado en el sur. En las
fases 2-3 del Bronce Medio I, no emergieron sitios comparables en el sur; sino que los
que aparecieron se insertaron entre el arroyo Sorek y el río Yarkon, al sur del Carmelo,
y en la bahía de Akko. Esto no sugiere en modo alguno que haya habido una densa
población desarrollada en el extremo sur. Sólo mucho después, en el Bronce Medio II-
III, se pueden encontrar centros de la cultura del Bronce Medio en Tell el-cAjjûl, Tell
Haror, Tell Faracah, Tell Jemmeh y otros sitios en el sur. En el foso más antiguo de la

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ciudad-puerto de Ascalón, se encontraron más de 40 impresiones de sellos egipcios de
la temprana Dinastía XIII realizados sobre arcilla local, lo que sugiere que este sitio
puede haber sido parte de una red controlada por Egipto. Pero este sitio no formaba
parte de la entidad política y cultural más meridional de Canaán, el “Reino de
Sharuhen” de Eliezer Oren.
¿Es posible que elementos de la población de Ascalón migrasen a Egipto? Parece poco
probable, siguiendo los estudios de depósitos de cerámica estratigráficos de este sitio.
Para la época de la temprana Dinastía XIII, las variaciones locales de la cultura del
Bronce Medio diferían considerablemente entre Tell el-Dab‛a y el sur de Palestina. Esto
puede ser demostrado específicamente por la tipología de los recipientes para cocinar
(cooking pots), que cuentan con la presencia de cerámica roja/blanca/azul (RWB) en
Ascalón. La cultura del Bronce Medio I en Tell el-Dab‛a registra mejores paralelos con
el norte de Palestina (Tell Kabri) y la costa del Líbano (Sidón). La cultura del Bronce
Medio en el Delta nororiental del Nilo y en el sur de Palestina se distanció aun más
durante el resto del Bronce Medio. La ausencia de rasgos del Bronce Medio del sur de
Canaán en el Delta oriental del Nilo en todas sus fases, especialmente el Período Hicso,
y el antes mencionado análisis petrográfico del material de Tell el-Dab‛a, mostrando
que la importación de cerámica vino del norte del Levante, todo esto sugiere que los que
trajeron el dominio hicso no eran originarios del sur de Canaán.

Entonces, la pregunta sobre el territorio de Sharuhen, controlado por los hicsos y


ubicado según la mayoría de los estudiosos en el sur de Palestina, especialmente en Tell
el-Fara‛ah Sur, Tell Abu Hurehiah / Tell Haror, o ahora por la mayoría en Tell el-
c
Ajjûl, debe ser revisada. Las diferencias culturales entre el sur de Palestina y el Delta
oriental del Nilo no implican que los hicsos hayan podido controlar parte del sur de
Palestina, aunque es difícil de imaginar porqué el comercio entre las dos regiones habría
sido tan limitado. Si los hicsos controlaron este territorio, eso explicaría la presencia de
los escarabajos hicsos allí. Pero el sur de Palestina no formaba una entidad cultural
única con el Delta oriental, lo que habla en favor de una explicación distinta. Se puede
postular la hipótesis de que las acciones militares de Kamose y luego de Amosis contra
el reino Hicso empujaron elementos militares y de élite hicsos hacia el sur de Palestina,
donde fueron capaces de tomar la fortaleza de Sharuhen de manos de los gobernantes
locales y hacerla su último baluarte contra la victoriosa Dinastía XVIII. Este escenario
podría explicar la dispersión de los escarabajos hicsos y de la cerámica de estilo egipcio
Tell el-Yahudiya en el sur de Palestina y, en contrapartida, la falta de cerámica de esta
región en el Delta oriental del Nilo durante el período hicso.

La aparición de la cultura es siempre una suma de tradiciones innatas y elementos


prestados de culturas hospedadas y vecinas. En un proceso de aculturación, los objetos
de uso diario se absorben mucho más rápido que los elementos conectados con la
religión, el culto o las costumbres mortuorias. Para identificar los marcadores culturales
que pueden revelar el origen de los inmigrantes, los elementos más promisorios son los
tipos arquitectónicos y técnicas de construcción, como así también la evidencia de
costumbres religiosas, cultuales y otras, que son foráneas al país anfitrión. En una
evaluación de la interferencia cultural, tales rasgos deben tener prioridad sobre la
evaluación de pequeños hallazgos prestigiosos, tales como escarabajos y amuletos. La
cerámica es ciertamente útil pero también puede haber sido importada como contenedor
de otros bienes. Sin embargo, los tipos extranjeros de cerámica que fueron producidos
localmente pueden ser un indicador de los orígenes de sus usuarios, como es el caso de
la cerámica extranjera encontrada en ciertos entornos culturales. Sin embargo, el

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marcador cultural más importante es la arquitectura, mientras no haya sido afectada por
la adopción de modelos que son propios del país anfitrión.
La así denominada casa-con-sala-en-el-medio (“Mittelsaalhaus”, según el historiador de
arquitectura Ernst Heinrich) ha sido encontrada en la fase H, la más temprana de
asentamiento asiático-occidental en Tell el-Dab‛a, que data de fines de la dinastía XII
(Fig. 7). Es un tipo muy antiguo de edificio, que se origina en Mesopotamia y puede ser
encontrado allí y en Siria desde el cuarto milenio a.C. en adelante. Era desconocido en
Palestina, pero es atestiguado en Siria en el Bronce Medio como un elemento
importante del palacio de Zimri Lim en Mari.

El palacio recientemente descubierto en el área F/II del Tell el-Dab‛a, con su planta
redondeada y dividida en zonas irregulares, no está conformado según los palacios
egipcios, los que por regla general tienen un plano axial (Fig. 8). En los palacios
egipcios, la entrada puede desviarse del eje central, como se puede apreciar en el palacio
encontrado en Bubastis, aunque este último no era un palacio real y pertenecía a un
funcionario. Los palacios en Siria y Mesopotamia estaban construidos sobre bases
individuales, aunque se pueden observar ciertos patrones. En nuestro caso, ciertos
diseños, las construcciones adicionales, la segmentación en zonas yuxtapuestas, las
torres escalonadas sobresaliendo de la fachada, y la falta de un eje central son elementos
compartidos con palacios del norte de Siria y Mesopotamia -por ejemplo, durante el
Bronce Medio en Qatna, Ebla Q y Mari, y durante el Bronce Tardío en Qatna, Alalak
IV, Ugarit y quizás también Ras Ibn Hani- que muestran de dónde han provenido estos
elementos arquitectónicos. Incluso el tamaño, de casi 8000 metros cuadrados, puede ser
comparado favorablemente con los mayores palacios del Bronce Medio y Tardío, tales
como los encontrados en Qatna, Ebla Q y Ugarit en Siria. Probablemente el arquitecto
haya sido traído del extranjero, pero quedaría por explicar porqué tendría que ser así, ya
que había modelos palaciegos disponibles y que eran seguidos a nivel local, como lo
ejemplifica la mansión palatina del área F/I.
La arquitectura sagrada es más conservadora que la arquitectura profana, la que después
de un período inicial tiende a adaptarse a la arquitectura local que la alberga. También el
templo con eje desplazado, normalmente orientado hacia el este y frecuentemente
provisto de dos entradas, replica los tipos de casas y templos mesopotámicos. Ya hemos
hablado de este tipo de templo en referencia a Tell Ibrahim Awad en el Reino Antiguo.
En Tell el-Dab‛a está representado por el Templo II en la zona este del recinto sagrado,
datado en la transición del Reino Medio al período Hicso (fases E/3-2) (Figs. 4,10).
Para esa época, sólo hay algunos ejemplos al norte de Siria y están ausentes en
Palestina, donde configuraciones similares sólo aparecen en el Bronce Tardío, como el
antiguamente llamado templo-fosa de Tell el-Duweir/Lakish.
El Templo III en Tell el-Dab‛a es un templo de sala amplia con un gran nicho (Fig. 9).
Este es el templo principal del recinto sagrado ubicado al este, datado en la fase F-E/2
(c. la primera mitad del siglo XVII a.C.) y probablemente continuara siendo usado
durante el Periodo Hicso. Sus paralelos parecen provenir del Levante, como el templo
G3 de Ebla, el así denominado templo hurreo de Ugarit del Bronce Medio, y los
templos de los estratos IV y VII de Alalakh del Bronce Medio y Tardío. Los
paralelismos también incluyen el templo H de Hazor en Palestina, pero su arquitectura
sacra y palaciega sigue tradiciones sirias.

En resumen, la más antigua arquitectura profana, el palacio F/2 y los principales


edificios sagrados en Tell el-Dab‛a son todos foráneos a Egipto y deben ser
considerados como ejemplos de la arquitectura tradicional del Cercano Oriente. Parecen

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haberse originado en Mesopotamia y en el norte del Levante. Faltan totalmente
prototipos de Palestina, a excepción del templo H en Hazor.

Fig. 7: Casa con sala-en-el-medio (Mittelsaalhaus) de la fase H en Tell el-Dab‛a.


Dinastía XII tardía. De Bietak 1984b, 324-5, fig. 3.

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Fig. 8: Palacio en el área F/2 en Tell el-Dab‛a, datado a mediados del período hicso.
Excavaciones del Instituto Arqueológico Austriaco Cairo, primavera 2008. De los
archivos de las excavaciones en Tell el-Dab‛a.

19
Fig. 9: Precinto oriental del templo de Tell el-Dab‛a. Excavaciones del Instituto
Arqueológico Austríaco Cairo, 1966-1997. De los archivos de las excavaciones en
Tell el-Dab‛a.

Puede ser significativo para nuestro estudio sobre los orígenes de los hicsos, considerar
la introducción del culto del dios del clima del norte de Siria Baal-Zefon/Hadad. Este
dios es representado en un cilindro-sello de hematita, de manufactura local, hallado en
Tell el-Dab‛a, en el contexto de la fase G/4-1 de la Dinastía XIII (Lám. 4).

Lám. 4: cilindro-sello con la imagen de Baal-Zefon.

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De acuerdo a Edith Porada el sello refleja el arte glíptico del norte de Siria en una
representación local bajo influencia egipcia. El dios es representado dando un gran paso
entre las Montañas del Norte y las Montañas Amanus, portando en una mano un hacha
“pico de pato”, y en la otra un garrote, con un caprino yaciendo frente a él. Se lo
muestra como el conquistador del mar (aparece la serpiente Yam sobre un pedestal) y
como protector de los marineros (simbólicamente representado por el ícono de un barco
con remos y hombres con tocados en forma de hongo). Mientras todas las partes de los
detalles del sello, incluidos el león y el toro ligados al clima, son típicas del arte glíptico
del norte de Siria, la pose del dios no exhibe el estilo estático y la detallada ejecución
del arte glíptico sirio. Su tranco es mucho más ancho al que se ve en las
representaciones sirias del mismo dios. La parte superior de su cuerpo está levemente
inclinada hacia adelante, similar a un faraón golpeando a los enemigos, mientras que en
los sellos sirios el dios está en posición erguida.
Edith Porada, que fue quien primero analizó el sello, concluyó razonablemente entonces
que ésta era una imitación de los sellos sirios hecha por un artista egipcio. Esto probaría
la introducción de los cultos del norte de Siria en Egipto. Como interpretatio
aegyptiaca, el dios de la tormenta sirio parece haber sido asimilado rápidamente en
Avaris con el dios egipcio de la tormenta Seth, aunque muy posiblemente conservara las
características del dios sirio.
Probablemente los egipcios ya identificaran el dios sirio de la tormenta con el dios Seth
en la tardía Dinastía XII. Esto puede ser postulado por un sello de un gobernante de la
tierra de JAj (se lee: Iai), que estaba muy probablemente situada cerca de Sidón, donde el
sello fue encontrado. El príncipe tiene el nombre de entronización de Amenemhat III,
Nj-mAat-Ra (se lee: Ni-maat-Ra), traducido al semítico occidental como Ddq-l-ra, y tenía
el epíteto de “amado de Seth/Baal, el señor de JAj/Jry”.
El nombre del dios está escrito con el logograma , que está bien testimoniado en la
Dinastía XVIII como un modo de escribir Baal; de otro modo habría que asumir un
culto del dios egipcio Seth en Sidón que no está documentado por otras fuentes. En un
estudio sobre las categorías de palabras que tienen el clasificador (determinativo) Seth,
Niv Allon ha mostrado que las palabras típicamente negativas que expresan fenómenos
asociados con este dios en el Reino Medio, tales como “sufrimiento” o “enfermedad”,
desaparecen. Poco después, se puede observar un desplazamiento significativo hacia
atributos compartidos por Seth con el dios sirio de la tormenta, como “agresión” y
“clima violento”. Todo esto muestra el poder del sincretismo de Seth y Baal, que hasta
ha llegado a tener efecto sobre la organización conceptual de las categorías egipcias
como las representadas en la escritura. De modo significativo, en el período ramésida,
Seth de Avaris es mostrado con atributos del dios sirio de la tormenta: cuernos, una alta
corona cónica y una corta falda desgarrada con borlas. Algunos detalles de la
iconografía de este dios, tales como los cuernos y la alta corona cónica, se remontan al
Bronce Medio, pero sólo aparecen en representaciones egipcias cuando Seth/Baal-Zefon
entra oficialmente a la religión oficial como una de las mayores deidades durante el
período ramésida. Esto se puede determinar, por ejemplo, en la Estela del año 400
(Lám. 5), en una estela de Seti en Kadesh, en la estatua de un funcionario egipcio
encontrada en Ugarit, y una estela en Serabit el-Khadim en Sinaí.

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(detalle de la Estela).
Lám. 5: Estela del Año 400.

La interpretatio aegyptiaca de Baal-Zefon como Seth es comparable a la identificación


de Hathor con Baalat en Serabit el-Khadim en la tardía Dinastía XII, y con la Señora de
Biblos Baalat del tiempo del Reino Medio y quizás aun del Reino Antiguo ¿Es una
coincidencia que las dos mayores ciudades asociadas con el dios de la tormenta del
norte sirio y con Baalat, es decir Ugarit y Biblos, estuviesen entre los más cercanos a
Egipto durante el Reino Medio? Sus príncipes llegaron a tomar el título egipcio de HAtj-a
(se lee: jati-a) es decir “gobernador-intendente” (Nota del traductor: según Allen, “alto
funcionario”).

Las costumbres de enterramiento son un amplio campo de estudio, pero quisiera resaltar
dos de esas costumbres que pueden probar en el futuro ser de relevancia particular en la
pregunta sobre el origen de los hicsos. Por el momento, la evidencia in situ de las
excavaciones en el Levante no es todavía suficiente.

En primer lugar, está el entierro de asnos en pares, testimoniado en Tell el-Dab‛a desde
la primera aparición de los colonos del Bronce Medio en la tardía Dinastía XII. Estos
entierros ocurrieron ya sea delante de las tumbas (Fig. 10), o en algunas instancias en
pozos individuales frente a los templos. En Palestina, los entierros de asnos en pares
están sólo testimoniados en Tell el-cAjjûl. El entierro de asnos en pares era, sin
embargo, conocido en Siria y Mesopotamia desde el tercer milenio a.C. en adelante.
Especialmente peculiar es el entierro de dos asnos en pozos separados, que solamente es
conocido en Siria y en Tell el-Dab‛a.

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Fig. 10: Enterramiento de asnos frente a la entrada de una tumba en Tell el-Dab‛a.

La segunda costumbre de interés es el entierro del séquito, que es típico de la fase F en


Tell el-Dab‛a pero totalmente desconocida en Palestina. Sus orígenes pueden
remontarse a la cultura Kerma, lo que es poco probable, en tanto otros rasgos culturales
de esta cultura tan distante están ausentes en el noreste del Delta en esta época. La
presencia de la gente de Kerma en Avaris puede sólo remontarse a la mitad del Período
Hicso (c. 1600 a.C.) en adelante. La alternativa sería buscar rasgos comparables al norte
de Siria o Mesopotamia, donde tales costumbres han sido notadas desde el tercer
milenio, pero no que yo sepa, en el segundo milenio a.C.

El estudio comparativo de la cultura material, especialmente cerámica y bronces, como


una herramienta para determinar el origen de los colonos del Bronce Medio en Egipto,
necesita de ciertas aclaraciones metodológicas. Es esencial una identificación de los
lugares de producción de las importaciones a Egipto para una reconstrucción de las
relaciones comerciales, aunque ello pueda indicar sólo secundariamente, pero de ningún
modo necesariamente, con qué otros lugares esos colonos tuvieron relaciones de
parentesco. Podría o no haber una conexión. Sin embargo es útil estudiar el origen de
los tipos cerámicos usados por los colonos del Cercano Oriente más tempranos; al igual
que con los tipos de arquitectura, esto puede ser considerado como parte del bagaje
cultural de origen.

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Tine Bagh ha sido capaz de demostrar que la Cerámica Pintada del Levante (en inglés,
Levantine Painted Ware -LPW), especialmente las más tempranas jarritas
monocromáticas (dipper juglets) encontradas en cEzbet Rushdi, Tell el-Dab‛a, Kom el-
Hisn y el-Lisht, poseían paralelos muy semejantes en Biblos y, en alguna medida, en
Ugarit. Alguna de las jarras LPW tienen también rasgos que establecen conexiones
directas con la cerámica sirio-cilicia, típica del lejano norte de Siria.
Parece también significativa una variedad de jarras marrones lustrosas, con el así
denominado pico cortado de Anatolia, de las cuales un número importante ha sido
hallado en Tell el-Dab‛a. Esto data de la fase tardía del Bronce Medio I y son típicas del
norte del Levante (norte de Palestina, Líbano y Siria).

Es más específica la comparación entre dos grandes jarras que pertenecen al corpus de
Tell el-Yahudiya. La más grande, encontrada en Tell el-Dab‛a, está hecha con arcilla del
Levante, con una banda decorada con detalles de peces y es muy semejante en forma y
decoración a una gran jarra roja bruñida del norte de Siria. Ambas son piezas raras y
debían tener una función ceremonial. Datan de una fase tardía del Bronce Medio I, que
corresponde a la fase G/1-3 de Tell el-Dab‛a.

Que Egipto tuvo fuertes lazos con el norte de Siria es corroborado por la aparición de
iconografía y signos egipcios en el arte glíptico del norte de Siria. Entre los motivos
puramente sirios encontramos reyes egipcios y deidades con sus pelucas distintivas,
coronas y otros tocados, así como cabezas de Hathor, esfinges, grifos, halcones, buitres,
simios, plantas egipcias, discos solares alados, y especialmente signos ankh y similares
símbolos egipcios. Se notan grados variados de utilización de estos motivos egipcios,
por ejemplo en escenas cultuales completas; figuras desparramadas a los lados de esos
dioses orientales; reyes o deidades particulares; o sólo signos ankh o motivos de plantas
entre los motivos de los dioses sirios. Los principales talleres pueden ser identificados
en el norte de Siria, especialmente en Aleppo/Alalakh y quizás también en Biblos. De lo
que se puede conocer del origen de los mismos, el grueso de los sellos e impresiones se
encontraron en Siria, la mayoría en Alalakh, y algunas veces en la costa siria, y otros en
Qatna, Megiddo, Tell Beit Mirsim, Tell el-cAjjûl, Jericó, Chipre y Egipto, mientras
algunas impresiones fueron encontradas en Ebla, Kültepe, Karatepe, y Acemhüyük.
Estos sellos han sido datados por Christian Eder en el tiempo de la Dinastía XII; por
Beatrice Teissier, de acuerdo a la cronología media babilónica, en la tardía Dinastía XII/
dinastía XIII (Teissier: Período II A: 1820 - 1740 a.C, Período II B: 1720 - 1620/1600
a.C.); y por Dominique Collon, quien trabaja en la cronología media, en los siglos XIX
y XVIII a.C. Si aplicamos aquí la cronología mesopotámica baja “nueva”, los sellos
datarían del siglo XVII a.C.

Los motivos empleados en el arte glíptico sirio también pueden ser encontrados en
incrustaciones en hueso hechas sobre cajas encontradas en Ebla, que son probablemente
de datación más tardía. Imágenes de dioses egipcios con su iconografía específica
también aparecen en las paredes pintadas del palacio de Tell Sakka en Siria, del siglo
XVII a.C.. Otras pinturas con motivos egipcios también pueden ser halladas en el
palacio del Bronce Medio en Tell Bourak, al sur de Sidón en el Líbano. He sugerido en
otra parte, que los artistas migrantes y los artesanos que trabajaban en Egipto y que
luego regresaban a sus hogares en el norte, pueden haber contribuido a la aparición de
estos significativos motivos egipcios en el norte de Siria. Esto también explicaría el uso
del cúbito egipcio como unidad de medida para la construcción de enormes edificios
rectangulares de 10 x 80 cúbitos en el templo de Ishtar en Ebla.

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La totalidad de los argumentos aducidos hasta ahora muestra que, al menos, un
número sustancial de colonos de Avaris provenían muy probablemente del norte del
Levante, especialmente de la región formada hoy por Líbano y el norte de Siria. Es con
esta región con la que Egipto tenía tradicionalmente sus más fuertes lazos desde el
Reino Antiguo. Esta conclusión también es sustentada por el análisis osteológico de
restos humanos en Tell el-Dab‛a, que encajan mejor con las series de la Edad de Hierro
de Kâmid el-Lôz en la Beq‛a, y con unas series púnicas de Algeria.
En la estratigrafía de Tell el-Dab‛a, se puede reconocer hoy día una continuidad
poblacional de los mismos colonos, aún cuando las epidemias del final de la fase G/1-3
parezcan haber diezmado la población, que después volvió a aumentar. El dramático
crecimiento de Avaris desde el comienzo del Período Hicso muestra ciertamente el
influjo de nuevos colonos, pero como estos estaban altamente egipcianizados, y eran
portadores del mismo distintivo tipo de cultura del Bronce Medio, parecen haber
llegado desde otros lugares dentro del propio Egipto.

En resumen, las consideraciones fenomenológicas y de la cultura material, sugieren con


fuerza que la población de Tell el-Dab‛a en el Reino Medio tardío y en el Segundo
Período Intermedio vino en su mayoría del norte del Levante, muy probablemente de la
región de Biblos, un área con la que Egipto había tenido estrechas relaciones a lo largo
de la historia. Los príncipes de Biblos, Kumidi (Kâmid el-Lôz / Valle de la Beq‛a),
Ugarit y posiblemente de otras ciudades-estado de la región, tales como el antes
mencionado príncipe del sello de Sidón, todos adoptaron el título egipcio de HAtj-a,
normalmente traducido como “intendente” o “gobernador” (Nota del traductor: “alto
funcionario”). También estos príncipes usaron la escritura egipcia en sus sellos. Todo
esto evidencia que Egipto mantenía estrechas y especiales relaciones con el norte del
Levante, hacia donde exportaba sus mercancías. Como Egipto comerciaba
especialmente con el norte, y en mucho menor medida con el sur del Levante, es
también probable que la gente atraída por Egipto, o llevada allí, viniese probablemente
del norte.

Parte II: ¿Adónde fueron los hicsos?

Poco se sabe sobre el final del gobierno hicso en Egipto, especialmente en Avaris. En su
tumba en Elkab, Amosis el hijo de Abana, menciona solamente que “uno capturó
Avaris”. Luego otra fortaleza, Sharuhen, fue sitiada por tres años y muy probablemente
tomada.
Flavio Josefo, que tenía algún acceso directo a las tradiciones egipcias, escribió que
forzar la rendición de Avaris mediante un bloqueo no tuvo éxito, y que los egipcios se
rindieron desesperanzados. Habrían firmado un tratado por el que todos los “pastores”
tendrían que dejar Egipto, llevando sus posesiones y hogares en un viaje por el desierto
hacia Siria. Siguiendo a Josefo, los historiadores no sólo han concluido que los hicsos
fueron expulsados y desplazados a Palestina, sino que también ellos vinieron de allí.
Los egiptólogos raras veces han apreciado el impacto que el gobierno hicso tuvo sobre
Egipto. Asumieron ampliamente la antigua doctrina egipcia de que hubo un
desagradable interludio y se produjo una contra-reacción que trajo el Reino Nuevo. Sin
embargo, es realista asumir que la presencia de un gran número de asiáticos
occidentales en el noreste Egipto c. 1820 - 1530 a.C. ayudó a forjar el éxito de la cultura
del Reino Nuevo. ¿Puede haber desparecido esta población, y puede ser que 300 años de
interacción cultural en el Delta haya llegado a su fin en el momento que Avaris fue
tomada y el reino de los hicsos destruído? Este escenario es muy poco probable y

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requiere de estudios posteriores que deben ser continuados en otro lugar. Pero veamos
como las fuentes arqueológicas pueden decirnos algo sobre lo que les sucedió a los
hicsos.
Avaris fue abandonada, pero la evidencia arqueológica no muestra signos de
destrucción más allá del saqueo de las tumbas. Esto estaría en consonancia con la
historia de Josefo. En algunas áreas, de todos modos, los asentamientos continuaron
hasta la Dinastía XVIII, aunque a escala reducida. En el área H del brazo Pelusíaco del
Nilo, la Dinastía XVIII tomó posesión del sitio, construyendo almacenes y silos, y
pronto también un campamento militar. Este era un nuevo asentamiento que no
mostraba relación con la ciudad hicsa sepultada. Sólo en el área H/VI puede haber
signos de colonización continua, pero la superficie está tan despojada que no se pudo
obtener evidencia firme hasta ahora. En el área A/V hay alguna evidencia de actividad
de asentamiento en la Dinastía XVIII, que debe haber estado relacionada con el
emplazamiento militar y naval H mencionado anteriormente, o puede ser explicado
como una actividad usurpadora. En el emplazamiento del templo de Seth, sin embargo,
nada sugiere que hubiera una interrupción de la ocupación. Al contrario, se pueden
observar actividades coloniales tales como depósitos de basura y la creación de viñedos
dentro de los muros perimetrales de inicios de la Dinastía XVIII. Fue sólo en el período
de Amarna cuando el templo fue abandonado o destruido, y fue luego reconstruido bajo
Tutankhamon y Horemheb, como lo muestra un dintel de Seth, “grande en poder”, con
el prenombre de Horemheb grabado sobre una cartela más antigua, muy probablemente
de Tutankhamon. Esto puede ser tomado como evidencia de un culto continuo de Seth,
como interpretatio aegyptiaca del dios de la tormenta sirio, Baal-Zefon, que se extendió
en Avaris desde el Reino Medio tardío al Período Ramésida. Ya se ha argumentado más
arriba sobre el hecho de que Seth asumió de modo creciente los atributos del dios de la
tormenta sirio. Seth mantuvo los rasgos de un dios de Cercano Oriente hasta los tiempos
ramésidas, como se vio en la “Estela del año 400” del reinado de Ramsés II (Lám. 5).
Su dinastía, originaria muy probablemente del Delta oriental, quizás de la misma
Avaris, eligió al dios del lugar como su ancestro dinástico, “el padre de los padres”, de
acuerdo a esta estela. Es muy interesante que la escritura del signo wsr (se lee: user)
(Gardiner F12), con una cabeza canina y patas andando, tan bien conocida en los
nombres de entronización de la dinastía hicsa, haya resurgido en este período.
También el área sur del templo de Seth, que pertenecía a un amplio recinto sagrado de
la Edad de Bronce, no fue ocupada en los siglos posteriores hasta el Período Tardío.
Esto demuestra que estos basamentos fueron respetados y no profanados, y que hubo
algún tipo de continuidad local desde el Período Hicso hasta el tardío Reino Nuevo.

La continuidad del culto de Baal-Zefon desde el Segundo Período Intermedio hasta los
tiempos ramésidas, nos conduce al período que se encuentra en el medio, el de la
Dinastía XVIII. Después del abandono de Avaris, que comprendía c. 680 acres, el
emplazamiento fue vuelto a ocupar durante la Dinastía XVIII, aunque en un terreno más
pequeño de unos 50 acres en la margen oriental de la rama pelusíaca del Nilo.
Almacenes y numerosos silos (estrato e/1.2, fase D/1.2) ocuparon el sitio de la
ciudadela del período hicso (estrato e/2, fase D/2). Se ha encontrado también parte del
edificio palatino. Todo estaba encerrado por un ancho muro de ladrillos de barro que
permaneció intacto a través de cuatro estratos, probablemente durante más de un siglo.
Los numerosos silos parecían una instalación de depósitos a gran escala que habría sido
creada para que gran cantidad de personal militar se concentrara allí. Se puede
demostrar que parte de los individuos aquí reunidos eran sobrevivientes del Período
Hicso, debido a la continuidad de los tipos cerámicos (ver abajo), y al uso continuado de

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fosas circulares de ofrendas en las cuales, después de las comidas rituales, se enterraban
restos, tales como huesos animales y cerámica rota. Parece ahora que al sur de este
complejo un asentamiento del Segundo Período Intermedio continuó siendo ocupado sin
rupturas, como ya fue indicado anteriormente.
El siguiente estrato de inicios de la Dinastía XVIII albergaba un campamento abierto,
rodeado por el mismo tipo de muro perimetral del complejo anterior. En el interior se
han encontrado pequeñas casas de ladrillos, grandes hornos de pan para provisión de
gran cantidad de hogares, fogones, agujeros para postes, muros perimetrales internos, y
tumbas especialmente de hombres jóvenes, presumiblemente soldados. La cerámica
doméstica y puntas de flecha de Kerma sugieren que algunos de estos soldados habían
sido reclutados en las guerras de la joven dinastía tebana contra otro de sus enemigos
importantes, el reino de Kush (Kerma) en Sudán. La datación de esta cerámica de
Kerma encaja cronológicamente con el primer asalto importante a Kerma llevado a cabo
por Amenofis I.

Luego, en el período tutmósida, el emplazamiento fue ocupado por un enorme complejo


de 13,5 acres abarcando tres palacios (Fig. 11). Al menos dos de estos palacios estaban
provistos de murales minoicos. Hacia el sur, de acuerdo al reconocimiento geofísico, se
desarrolló una ciudad. Adosados a estos palacios había talleres, que al menos en alguna
medida fueron utilizados para producción militar. Hallazgos de armas, proyectiles, y la
continua presencia de cerámica de Kerma, sugiere que el sitio continuó sirviendo como
base militar.
Estos palacios de verdaderas dimensiones regias (el más grande mide 160 x 78 m), en
uso hasta el reinado de Amenofis II, y la evidencia de personal militar y productivo,
sostiene la idea que había una base militar en cEzbet Helmi durante la primera mitad de
la Dinastía XVIII. La función portuaria documentada para Avaris y Pi-Ramsés ha sido
confirmada por el hallazgo de una enorme cuenca cuadrada de 450 x 400 m, con una
entrada desde el brazo pelusíaco del Nilo, y por otro canal que conducía de nuevo al
Nilo. Reconocimientos geofísicos y perforaciones han revelado esta importante
evidencia. Otra cuenca portuaria fue descubierta el este del palacio hicso en el área F/II.
Este hallazgo revivió la antigua teoría de Georges Daressy y Labib Habachi de que un
puerto militar de Tutmosis III y Amenofis II, llamado Peru-nefer, estaba situado en el
mismo sitio de Avaris y Pi-Ramsés, y no en Menfis como fue ampliamente asumido.
Hasta ahora no se han encontrado monumentos de la Dinastía XVIII en el
emplazamiento de Avaris, pero evidencia que lo corrobora es ahora provista por el
recinto del palacio, cuyas dimensiones sugieren la presencia de la realeza, y muy
probablemente del mismo rey. La ciudad al sur del palacio y las cuencas del puerto se
suman a la evidencia acumulada en favor de la identificación del sitio como Peru-nefer.
Además de la función portuaria, la principal razón de esta identificación, son los
sucesivos testimonios de cultos cananeos en Avaris, Peru-nefer y Pi-Ramsés. Ellos
sugieren una tradición de continuidad en el culto.

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Fig. 11: Recinto del palacio de Tutmosis III y Amenofis II en cEzbet Helmi.

Hay, sin embargo, razones por las que se podría localizar a Peru-nefer en, o cerca de,
Menfis. La mayoría de los funcionarios de Peru-nefer tienen sus monumentos en la
necrópolis de Menfis. Aquí se puede argüir, de todos modos, que para el tiempo de la
Dinastía XVIII, esta era la necrópolis residencial más cercana, lo que también se aplica
para la Dinastía XIX, cuando Pi-Ramsés era la verdadera residencia real. Más favorable
para identificar a Peru-nefer en Menfis, parece ser el pasaje del papiro Sallier IV (vs.
1.6) del Período Ramésida, donde hay una lista de los dioses de Menfis en una carta
modelo. Después de Amón-Ra, “el gran carnero (?) de Peru-nefer”, a continuación de
algunos dioses egipcios, las deidades cananeas Baalat, Kudshu, Inyt y Baal-Zefon son
mencionadas. Ellos no tienen epítetos que los relacionen ya sea con Peru-nefer o con
Menfis, pero dado que como dioses cananeos son también mencionados en conexión
con Peru-nefer en el papiro Hermitage 1116 A (vs. 42), se puede asumir que ellos
representan los dioses de Peru-nefer. Más aún, en algunas líneas más abajo se resalta
que los asiáticos se sentían bien en Menfis. En la Dinastía XVIII tardía o en el Período
Ramésida, un sacerdote de Amón, Baal y Astarté, como así también cananeos, son
testimoniados en la necrópolis de Saqqara. Se debe tener en cuenta que, mediante su

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formación militar y su actividad beligerante, Amenofis II tuvo estrechas conexiones
tanto con Menfis como con Peru-nefer. Esto parece ser un fuerte argumento para
localizar a Peru-nefer en Menfis.

Sin embargo, examinando más detenidamente la lista de dioses del papiro Sallier IV, vs.
1.3-6, no se puede dejar de notar que esta lista incluye también dioses cuyo culto tenían
base en otros lugares que Menfis, tales como Jmn-Ra-nb-nswt-tAwj (se lee: Imen-Ra-
neb-nesut-tawy), es decir Amón-Ra de Tebas, aquí identificado con Amón-Ra de Peru-
nefer, lo que sugiere una filiación del culto asumida en Menfis. Luego sigue de nuevo
Amón, la Enéada (de Heliópolis), los antes mencionados dioses cananeos (sin
topónimos asociados) y Sopdu. El último dios residía en Pi-Sopdu (Saft el-Henneh) en
el noreste del Delta y personificaba el este asiático.

En mi opinión, no es coincidencia que los dioses cananeos sean mencionados junto con
Sopdu. Juntos, ellos significan la topografía religiosa del Delta oriental en esta época.
Como capital tradicional del Bajo Egipto, Menfis puede bien haber acomodado en el
templo de Ptah a todos los dioses de la región, mediante cultos afiliados. Al respecto es
también significativo que Amón-Ra de Peru-nefer sea mostrado recibiendo ofrendas de
Amenofis II en un bloque encontrado en Bubastis. Casi todo el material con
inscripciones del Reino Nuevo que fue reusado en Bubastis y Tanis, ha sido extraído de
Pi-Ramsés durante las Dinastías XXI y XXII, una vez que la ciudad había cesado de ser
la capital, y servía como material barato de construcción para las nuevas residencias
libias. Puede ser entonces muy probable que este bloque de Amenofis II tenga su
origen, en última instancia, en Tell el-Dab‛a /cEzbet Helmi, y por eso es allí donde debe
ubicarse a Peru-nefer.

El hecho de que Menfis y Peru-nefer no estuvieran emplazadas en el mismo lugar,


puede ser inferido de los pasajes de la Estela de Karnak de Amenofis II. Allí se
mencionan separadamente ambos topónimos como parte del itinerario del rey al retornar
de sus campañas en Siria: “Su Majestad partió de Peru-nefer avanzando hacia la ciudad
(dmj) de Menfis”. Por supuesto que el texto no descarta ubicar a Peru-nefer algo
corriente abajo de Menfis, por ejemplo en Giza, pero también permite ubicarlo en el
Delta. Tenemos evidencia de cultos cananeos (Reshep y Astarté) en Tell el-Borg en las
márgenes nororientales del Delta, muy probablemente iniciados por Amenofis II, que
también construyó una fortaleza allí. El mismo rey es conocido por haber tenido
especial devoción por los dioses cananeos y haber tomado a Seth-Baal como su dios
personal.

Por último, hay serios argumentos geofísicos para eliminar a Menfis como el sitio de
emplazamiento de Peru-nefer. Los puertos para los barcos de ultramar en las bocas de
los ríos del Delta están generalmente localizados entre 10 y 50 km río arriba, donde se
les provee un refugio contra las tormentas, pero permanecen cerca del alcance de las
mareas, lo que les permitiría pasar los bancos de las desembocaduras. Por esta razón
encontramos puertos como Rosseta y Damietta, operando desde tiempos medievales, a
sólo poca distancia de la costa corriente arriba. Que Tanis era un puerto para barcos de
ultramar no sólo está confirmado por la historia de Wenamón, sino también por el hecho
de que la abadesa Aetheria, que visitó Egipto y Tierra Santa en el siglo IV d.C.,
desembarcó en Tanis.

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En el antiguo Egipto, el posicionamiento de los puertos para los barcos de ultramar era
particularmente complicado porque debido a que durante la estación seca desde Febrero
a Junio, antes del arribo de la inundación anual, los brazos del río podían ser tan
angostos que el tráfico fluvial era extremadamente dificultoso para barcos de ultramar y
hasta para las barcas fluviales. La Descripción de Egipto da las siguientes afirmaciones
sobre la navegación en el Nilo antes de que fueran construidas las represas en la época
de la expedición francesa: “Durante los últimos tiempos del decrecimiento del río, es
decir durante cuatro a cinco meses al año, desde enero hasta el fin de junio, el Nilo es
poco navegable... los vientos favorables para remontar el río durante esta estación son
igualmente raros o débiles, de modo que la navegación es casi nula”. Hay poco que
agregar a esta afirmación detallada. Basados en estadísticas, se puede afirmar que
durante la estación seca, antes de la construcción de la gran represa (de Asuán), el Nilo
habría estado reducido a una quinto de su volumen promedio de agua. Entonces, antes
de la introducción de las represas, el comportamiento del Nilo dictaba el emplazamiento
de los puertos de ultramar no muy lejos de las mareas, de modo que los barcos pudieran
entrar y partir de las bocas del río en cualquier época del año. Dragando los tramos
menos profundos entre la desembocadura y el puerto se habría incrementando la
eficacia del tráfico portuario. Como la corvea (trabajo forzado) está bien testimoniada
en el antiguo Egipto, se supone que esas mejoras fueron llevadas a cabo. Es notable que
una serie de asentamientos como Damanhur (dmj-n-Hrw, se lee: demí-en-jeru), Buto,
quizás Sebennitos, Abusir, Mendes y ciudades más tardías como Tanis y
Herakleouspolis Mikra, estén localizadas a lo largo de una línea paralela c. 70-80 km al
sur de la actual costa del Delta. En la antigüedad, durante el tercer y segundo milenio
a.C., la costa norte de Egipto, incluyendo su cinturón de lagunas, yacía mucho más al
sur que hoy día. Por ejemplo, en el cuarto y tercer milenio a.C., Minshat Abu Omar
parece haber estado localizada en una laguna, o muy cerca de la costa, y lo mismo la
ciudad ubicada más al norte de Egipto, Sam-Behdet (Tell Balamûn). Las ciudades antes
mencionadas pueden bien haber estado a una distancia navegable de la costa durante los
meses secos, lo que explicaría su temprana relevancia. La evidencia osteológica
muestra, por la sola presencia de un pez rompeolas, que Tell el-Dab‛a no estaba muy
lejos del alcance de la marea.

Menfis, por otro lado, estaba a más de 100 millas corriente arriba. Podía ser alcanzada
por grandes barcos de ultramar durante la segunda parte del año, como lo sabemos por
antiguas fuentes, pero en la estación seca estaba pobremente conectada con la costa,
debido al bajo nivel del río. Teniendo en consideración que el tráfico marítimo en el
Egeo cesaba en invierno por al menos cuatro meses, desde la mitad de noviembre hasta
la mitad de marzo, y que era discontinuo también en el Levante durante los meses de
enero y febrero, debido a los temporales y las dificultades de navegación con nubes y
neblinas, es poco probable que los egipcios hubieran salido a navegar en la estación
seca, y habrían por lo tanto reducido su navegación a sólo medio año. También es difícil
ver porqué la principal base naval de Egipto estaría emplazada tan lejos del mar, y por
lo tanto, lejos de la actividad militar del Cercano Oriente. Cualquier respuesta
apresurada frente a una amenaza exterior hubiera sido demorada o aun dificultada. Esta
situación hace que el emplazamiento de Peru-nefer en Menfis sea poco probable, y
favorece grandemente la localización en Avaris, como ya ha sido sugerido por Daressy
y Habachi.

Se debe agregar además, que es muy difícil que sea una coincidencia que en los tiempos
en que Peru-nefer aparecía en testimonios escritos, tales como en los reinados de

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Tutmosis III y Amenofis II, también se tenga fuerte evidencia arqueológica de presencia
militar y real (ver más arriba), mientras no se sabe nada de Peru-nefer durante los reinos
de Tutmosis IV y Amenofis III, cuando las instalaciones de la Dinastía XVIII en cEzbet
Helmi fueron abandonadas. Peru-nefer resurge en las fuentes escritas en el tiempo de la
Dinastía XVIII tardía, cuando se encuentra evidencia de grandes muros en el
emplazamiento (fase C/1), la construcción de enormes fortalezas, y la reconstrucción
del templo de Seth bajo Tutankhamon/Horemheb. La mención a los dioses de Peru-
nefer en el papiro Sallier IV nos lleva al período ramésida, cuando el emplazamiento de
Avaris era parte de Pi-Ramsés, es decir en ese lugar donde el puerto estaba
probablemente localizado, de acuerdo a una inscripción en las puertas de una naos, en el
Museo Pushkin. La identificación positiva de la enorme cuenca antemencionada como
un puerto, al juzgar por los sedimentos, corrobora firmemente esta identificación.

También el material cultural testimoniado en Tell el-Dab‛a y Tell-Hebwa desde la


temprana Dinastía XVIII hasta el período tutmósida, muestra una continuidad
ininterrumpida. La combinación específica de las tradiciones de cerámica egipcia del
Delta oriental con las formas del Bronce Medio del Cercano Oriente no exhibe
discontinuidad. La pátina roja bruñida en cuencos carenados y los cacharros con solapas
se continuaron usando, y queda claro que todas las formas conectadas con la producción
de vino, tales como las ánforas cananeas, las jarritas de pátina roja bruñida y las cribas
de vino lustradas eran aun producidas según la tradición del Bronce Medio del período
hicso tardío. Pero también las otras formas tradicionales del Delta oriental, tales como
los cuencos con labios internos, tazones con base chata y las formas locales de marga
local F con una fusión de motivos locales con los del Cercano Oriente, continuaron
siendo producidos. Esto muestra que los talleres de cerámica permanecieron intactos
luego del quiebre político producido por la conquista de Avaris por Amosis y la
destrucción del reino hicso.

Hay también continuidad en la producción de escarabajos. En la Dinastía XVIII, los


escarabajos todavía tenían la forma posterior típica del Segundo Período Intermedio,
con el pronotum separado del elytra por dos muescas laterales, mientras el diseño del
sello ya había sido adaptado para incluir los motivos típicos del Reino Nuevo. A pesar
de eso, las figuras talladas profundamente con los diseños internos, y motivos tales
como leones y cocodrilos, presentan continuidad. También escarabajos que tienen la
parte posterior con la forma del Reino Nuevo, pero retienen motivos típicos cananeos,
tales como tallas lineares de caprinos combinados con hojas de palma, son prueba de
que tales talleres continuaron con la tradición del período hicso. Lo mismo se puede
afirmar de motivos tales como discos solares alados, que sobrevivieron en la Dinastía
XVIII y fueron mucho más comunes durante la XIX. Esto indica fuertemente que la
antigua iconografía del Período Hicso, que sobrevivió al quiebre político, fue asumida
concientemente por la Dinastía XIX, que era originaria de esta misma región.
Es también evidente que parte del armamento egipcio de bronce del Reino Nuevo fue
producido según los lineamientos tipológicos del Cercano Oriente, tales como espadas
cortas de mango fundido sobresaliente, y el típico armamento de los carros, tales como
cimitarras, el par de jabalinas y el arco compuesto. Es muy probable también que los
egipcios tomaran de los habitantes orientales del Delta las prácticas de alimentación de
caballos, el cepillado y entrenamiento, todas ellas prácticas que requieren una larga
experiencia. Esto aparece como probable, según la evidencia osteológica y pictórica de
caballos en Egipto. Los huesos más antiguos de caballos en Egipto fueron encontrados
en Tell el-Dab‛a y en ningún otro lado más. Ellos datan del Período Hicso temprano. El

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entierro del caballo de Buhen, que en la literatura sigue siendo considerado por muchos
como del Reino Medio, debe ser datado en el Reino Nuevo, ya que fue enterrado en la
parte superior del pavimento de la muralla del Reino Nuevo, la que no fue dañada por el
entierro. También la construcción de los carros livianos tirados por caballos es una
invención asiática. El ejemplar conservado más antiguo, proveniente del hueco de una
tumba y actualmente en el Museo Arqueológico de Florencia, está construido de madera
y cortezas originarias de las regiones montañosas de Asia Menor y del Cáucaso. La
evidencia más antigua del uso de carros egipcios data del tiempo del rey Amosis.
Dado que se encuentra en Tell el-Dab‛a fuerte evidencia de una tradición continua de la
cultura híbrida del Bronce Medio y del Período Hicso tardío, hasta por lo menos la
época de Tutmosis III, se puede concluir que al menos parte de la población del oeste
asiático que trajo el gobierno hicso al este del Delta, fue recolonizada allí luego de que
Avaris fuera conquistada por Amosis. Esta gente era útil para los faraones de la nueva
dinastía, incluyendo artesanos, herreros, cultivadores de viñedos, cepilladores de
caballos, posiblemente soldados, conductores de carros, y muy probablemente también
marineros y constructores de barcos, los que están de hecho testimoniados en la época
tutmósida en el papiro Hermitage 1116 B (16.30.37). Es muy probable que éstas fuesen
las personas que están detrás de los cultos cananeos desde Avaris a Peru-nefer y
finalmente en Pi-Ramsés. Fuera de Avaris, también se asentaron en Menfis.

En resumen, no hay evidencia de que la población asiática occidental que trajo el


gobierno de los hicsos a Egipto fuera expulsada al Levante, excepto por las tradiciones
de Manetón/Josefo, aunque no se puede descartar que grupos de élite se desplazaran al
sur de Canaán al final del Período Hicso, especialmente a Sharuhen. Hay evidencia
creciente que gran parte de esta población permaneció en Egipto y sirvió a sus nuevos
soberanos con sus habilidades varias. Esta gente contribuyó de muchas formas a la
cultura y sociedad del Reino Nuevo, y parecen haber construido una larga tradición
local en el este del Delta, manteniendo vivas las instalaciones de culto de los dioses
cananeos, particularmente la de Seth en Avaris, hasta los tiempos ramésidas. Estudios
posteriores sin duda continuarán revelando qué tipo de contribuciones hicieron los
hicsos a la cultura y el estado del Reino Nuevo, y así poder darles un más merecido
lugar en la historia egipcia del que se les ha dado hasta ahora.

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