ALBERTO ZABALETA LOMBANA

Las lapidas originales del cementerio se las robaron porque eran de

mármol. Unas cruces con los nombres y las fechas de los muertos.

No era propiamente un cementerio. Cuando yo lo encontré ya estaba

abandonado porque a eso no lo cuidaba nadie.

Las lapidas que habían allí eran de apellidos extranjeros. Cuando el

ferrocarril pasaba por allí, hubo ingenieros y gente extranjera que servía
allí. No era una estructura diseñada para un cementerio.

Algunos de esos extranjeros murieron y allí los enterraron.

Eso era hecho conocido por mucha gente de los alrededores. El asunto
fue que hace diez años yo lo encontré y tome los nombres de las
tumbas. Eso esta destruido ahora. Puro monte.

A muchos de ellos se los llevó el paludismo y la fiebre amarilla.

MOISES

La familia Piñeres es la actual dueña del predio. Matute es un nombre

indígena. Enfrente están las pozas del antiguo acueducto de Cartagena
pues por acá y hay muchos ojos de agua duras.

ADLAI

Zona tupida de bosques. Muchos árboles frondosos, sombra por todos

lados. Al fondo altos cocoteros. Al lado una pequeña casa que sirve a los
moradores de la finca. Una casa de humilde rodeada de trinitarias y
rosas. Al fondo, en una troja, una mujer tira manduco en la batea.
Cruzando el jardín, unos cordeles en donde cuelga airosa la ropa.

Parece no preocuparse de la cercanía de las tumbas escondidas en la

vegetación. Son muchos mas los sepultados. Si uno escarba a ras de
piso y quita rastrojos y vegetación, surgen las bases de las viejas
cruces. En algunas, hay una especie de piedra con una argolla de hierro
arriba para levantarla con un cordel.

El camino de barro luce con fangos profundos. Es imposible pasar en

vehiculo por allí. Hay que vadearlo pegado a la cerca de alambres de
pua. La vegetación hay Kamaraju, Olivo, Jobo, Bonga, Matarraton.

Las lapidas que todavía estan levantadas en el cementerio se

encuentran debajo de un palo de olivo.

MOISES.

Ese cementerio lo conocen los lugareños hace mas de 70 años. Por aquí
pasaba la linea del tren de Cartagena a Calamar. La estación del tren en
Turbaco quedaba detrás de la iglesia. Una bodega y un palo de acacia
inmenso que daba sombra siempre.