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El significado de Nam-myoho-renge-kyo

[© Natsuo Ikegami/Getty Images]

La esencia del budismo yace en la convicción de que, a cada instante, en


nuestro interior existe la capacidad para superar cualquier problema o
dificultad que podamos encontrar en la vida; la habilidad de transformar
cualquier sufrimiento. Nuestras vidas poseen este poder porque son
inseparables de la ley fundamental que subyace en el funcionamiento de
toda la vida y del universo.

Nichiren, monje budista del siglo XIII en cuyas enseñanzas se basa la


Soka Gakkai, despertó a esta ley o principio y la denominó Nam-myoho-
renge-kyo. A través de la práctica budista que desarrolló, proporcionó a
todas las personas la forma de activarla en sus propias vidas y
experimentar la alegría que se deriva de ser capaces de liberarnos del
sufrimiento en el nivel más fundamental.

Shakyamuni, el fundador del budismo, quien vivió hace unos 2 500 años
en la India, fue el primero en despertar a esta ley motivado por el anhelo
compasivo de encontrar los medios para que todas las personas
pudieran liberarse de los inevitables sufrimientos de la vida.
El registro de las enseñanzas de Shakyamuni encaminadas a despertar a
otros fueron plasmadas para la posteridad en numerosos sutras budistas.
La culminación de estas enseñanzas es el Sutra del loto. En japonés,
“Sutra del loto” se representa como Myoho-renge-kyo.
Más de mil años después de Shakyamuni, en medio del turbulento Japón
del siglo XIII, Nichiren comenzó de manera similar una búsqueda para
recuperar la esencia del budismo por el bien de las personas que sufrían.
Habiendo despertado también él mismo a la ley de la vida, Nichiren fue
capaz de discernir que esta ley fundamental está contenida en el Sutra
del Loto de Shakyamuni, y que está condensada y concisamente
expresada en el título del sutra: Myoho-renge-kyo. Nichiren designó el
título del sutra como el nombre de la ley y estableció la práctica de
recitar Nam-myoho-renge-kyo como una forma concreta para que todas
las personas pudieran enfocar sus corazones y mentes en esta ley y
manifestar así su poder transformador en el ámbito de la
realidad. Nam proviene del sánscrito namas, que significa “dedicar o
consagrar la vida”.

De este modo, Nam-myoho-renge-kyo se convierte en un juramento, la


expresión de la determinación de abrazar y manifestar nuestra naturaleza
de Buda. Es el compromiso con nosotros mismos de no ceder jamás ante
las dificultades y remontarnos victoriosos sobre nuestros sufrimientos. Al
mismo tiempo, es el juramento de ayudar a los demás a revelar esta ley
en sus propias vidas y alcanzar la felicidad.

Los caracteres individuales que componen Myoho-renge-kyo expresan


características fundamentales de esta ley. Myo puede traducirse como
“místico” o “maravilloso”, y ho significa “ley”. Esta ley es llamada mística
porque resulta difícil de comprender. Pero, ¿qué resulta exactamente
difícil de comprender? Es el prodigio de las personas comunes que,
acosadas por la ilusión y el sufrimiento, despiertan a la ley fundamental
en sus propias vidas, extrayendo sabiduría y compasión y dándose
cuenta de que inherentemente son Budas, capaces de resolver sus
propios problemas y los de los demás. La Ley Mística transforma la vida
de cualquier persona, incluso la de la más infeliz, en una vida de felicidad
suprema, sea cual sea la época y la circunstancia.

Renge, cuyo significado es “flor de loto”, es una metáfora que ofrece una
mayor comprensión de las cualidades de esta Ley Mística. La flor de loto
es pura y fragante, inmaculada a pesar del agua fangosa en la que crece.
Del mismo modo, la belleza y la dignidad de nuestra humanidad se
revelan en medio de los sufrimientos de la realidad diaria.

Además, a diferencia de otras plantas, del loto brotan flores y frutos a un


mismo tiempo. En la mayoría de las plantas, el fruto se desarrolla
después de haber florecido la flor y haber ésta perdido sus pétalos. Sin
embargo, el fruto de la planta del loto se desarrolla simultáneamente a la
flor y, cuando la flor se abre, el fruto se encuentra dentro. Esto ilustra el
principio de la simultaneidad de causa y efecto; no tenemos que esperar
a convertirnos en alguien perfecto en un futuro, podemos manifestar el
poder de la Ley Mística desde el interior de nuestra vida en cualquier
momento.

El principio de la simultaneidad de causa y efecto aclara que nuestras


vidas están fundamentalmente dotadas del gran estado de vida del Buda
y que el logro de la Budeidad es posible sencillamente a través de abrir y
manifestar este estado. Otros sutras distintos al Sutra del loto enseñaban
que las personas podían alcanzar la iluminación solo mediante la
realización de prácticas budistas a lo largo de varias existencias,
adquiriendo así los rasgos del Buda uno por uno. El Sutra del loto da un
vuelco a esta idea, enseñándonos que todos los rasgos distintivos del
Buda están presentes en nuestras vidas desde el principio.

Kyo significa literalmente “sutra” y en este caso indica la Ley Mística que
se asemeja a una flor de loto, la ley fundamental que permea la vida y el
universo, la verdad eterna. El carácter chino kyo da a entender también
la idea de un hilo. Cuando se teje una tela, en primer lugar se colocan los
hilos verticales. Estos representan la realidad básica de la vida. Son el
marco estable a partir del cual se tejen los hilos horizontales. Estos hilos
horizontales, en representación de las diversas actividades de la vida
diaria, conforman el patrón de la tela, aportando color y variación. El
tejido de nuestras vidas se compone tanto de una verdad fundamental y
duradera, como de la atareada realidad de nuestra existencia diaria, con
su singularidad y variedad. Una vida tejida únicamente en base a hilos
horizontales rápidamente se desbarata.

Estas son algunas maneras en las que el nombre de Myoho-renge-


kyo describe la Ley Mística de la cual son expresión nuestras vidas.
Recitar Nam-myoho-renge-kyo es un acto de fe en la Ley Mística y en la
magnitud de las posibilidades inherentes de la vida. A lo largo de sus
escritos, Nichiren enfatiza la relevancia de la fe. Escribe, por ejemplo: “En
el Sutra del loto (…) se dice que uno sólo puede “obtener el acceso a
través de la fe”.*1 De este modo, la fe es el requisito básico para entrar en
el camino del Buda. La Ley Mística es la fuerza ilimitada inherente a
nuestra vida. Creer en la Ley Mística y recitar Nam-myoho-renge-kyo es
tener fe en el propio potencial ilimitado. No es una frase mística que
conlleva un poder sobrenatural, Nam-myoho-renge-kyo tampoco es una
entidad que nos trasciende y de la que dependemos. Es el principio que
afirma que, aquellos que viven vidas comunes y hacen esfuerzos
continuados, triunfarán sin falta.

Recitar Nam-myoho-renge-kyo es manifestar la energía pura y


fundamental de la vida, reverenciando la dignidad y las posibilidades de
nuestras vidas comunes.
• *1Los escritos de Nichiren Daishonin, Soka Gakkai, Tokio 2008, pág. 148

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