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Un Círculo Mágico

Por: Elda Alvarado


Si recorriéramos las culturas del mundo en tan sólo un instante, nos
resaltarían a la vista un sinfín de elementos que lo conforman, haciendo una
pausa en las tradiciones hinduista y budista nos encontraríamos entre su
amplia simbología una figura muy peculiar: Mandalas.
Mandala, es una palabra sánscrita que significa Círculo Sagrado; es una
representación simbólica compuesta por elementos y figuras en torno a un
punto central formando un círculo; los monjes tibetanos utilizan arena
teñida en tonos coloridos para formar minuciosamente un Mandala, sin
embargo, estos pueden ser dibujados o pintados.
En un universo tan dinámico en el que vivimos, los átomos y células danzan
para crear formas incontables en la naturaleza como las flores, copos de nieve,
anillos de un tronco del árbol, frutas, etcétera; figuras geométricas que parten
de un punto central; además de manifestarse en sus formas circulares como lo
es el sol, la luna, los planetas, las estrellas.

Los mandalas no son exclusivos de estas tradiciones, a lo


largo de la historia el círculo es símbolo de muchos aspectos
de la existencia humana; en el arte indígena y prehistórico, y
en las disciplinas espirituales. Por ejemplo los vestigios
arqueológicos, espirales ubicados en grandes piedras en el
sureste de nuestro municipio de Yurécuaro en la comunidad
del Refugio o en los ornamentos en el templo de la Purísima
Concepción, por mencionar algunos.

En nuestra cultura moderna, muchas personas emplean los


mandalas para la práctica de la meditación, contemplación, o como
terapia de relajación y sanación en la actividad de dibujarlos o
colorearlos, en sí es una unión de cuerpo, mente y alma.
El mandala no es una forma cualquiera; es una forma primigenia,
donde surgieron todas las formas; de acuerdo a su simbolismo
representa más bien, lo sagrado, la consonancia con la naturaleza,
de la Tierra y el cosmos, lo infinito y el poder de un círculo mágico.

Próximamente en Casa de la
Cultura…

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