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NANATSU NO

TAIZAI

PERSONAJES DE LOS
SIETE PECADOS
CAPITALES
PECADOS CAPITALES
¿QUIÉN ESTABLECIÓ LOS 7 PECADOS CAPITALES?..........................................................................................................3
¿QUÉ SON LOS PECADOS CAPITALES?.............................................................................................................................3
SOBERBIA.................................................................................................................................................................... 5
IRA............................................................................................................................................................................... 6
AVARICIA.....................................................................................................................................................................6
ENVIDIA....................................................................................................................................................................... 7
LUJURIA.......................................................................................................................................................................7
GULA........................................................................................................................................................................... 7
PEREZA........................................................................................................................................................................8
VOCABULARIO.................................................................................................................................................................8
BIBLIOGRAFIA.................................................................................................................................................................. 9
¿QUIÉN ESTABLECIÓ LOS 7 PECADOS CAPITALES?
El origen se remonta al siglo IV, cuando el asceta Evagrio el Póntico -también conocido como el Solitario- fijó en
ocho las principales pasiones humanas pecaminosas: ira, soberbia, vanidad, envidia, avaricia, cobardía, gula y lujuria.
Un siglo más tarde, el sacerdote rumano Juan Casiano redujo la lista a los siete ítems que conocemos.
El origen se remonta al siglo IV, cuando el asceta Evagrio el Póntico -también conocido como el Solitario- fijó en
ocho las principales pasiones humanas pecaminosas: ira, soberbia, vanidad, envidia, avaricia, cobardía, gula y lujuria.
Un siglo más tarde, el sacerdote rumano Juan Casiano redujo la lista a los siete ítems que conocemos: lujuria, gula,
avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia. Fue el papa San Gregorio (540-604) quien los oficializó definitivamente con
el orden que aparece arriba, el empleado también después por Dante en su Divina Comedia. Según Santo Tomás de
Aquino, el calificativo capital no alude a la gravedad de estos pecados, sino a que de ellos emanan todos los demás.

¿QUÉ SON LOS PECADOS CAPITALES?


Los siete pecados capitales, también conocidos como los pecados cardinales o viciosos capitales, es una agrupación y
categorización de las faltas humanas que, además de ser contrarias a las enseñanzas cristianas en función del objeto
elegido, del fin que se busca o la intención y de las circunstancias de la acción u omisión, se cometen de modo
reiterado, repetitivo o habitual oscureciendo la conciencia y distorsionando la valoración concreta de los actos
humanos (conforme al Catecismo de la Iglesia Católica, 1865, 1866 y 1750).

Ellos son: la ira, la gula, la soberbia, la lujuria, la pereza, la avaricia y la envidia.

El término «capital» (de caput, capitis, "cabeza", en latín) no se refiere a la magnitud del pecado sino a que da origen a
muchos otros pecados, de acuerdo con Santo Tomás de Aquino (II-II:153:4).

Un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable, de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos
pecados, todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal. […] Los pecados o vicios capitales son
aquellos a los que la naturaleza humana está principalmente inclinada.
Tomás de Aquino1
Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se oponen, o también pueden ser referidos a los pecados capitales que
la experiencia cristiana ha distinguido siguiendo a san Juan Casiano y a san Gregorio Magno (Mor. 31, 45). Son llamados
capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Son la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula, la pereza.
Catecismo de la Iglesia Católica, n.º 1866,
artículo 8, «El pecado» (V: La proliferación del pecado).2

Al principio del cristianismo, todos los escritores religiosos ―Cipriano de Cartago, Juan Casiano, Columbano de
Luxeuil, Alcuino de York― enumeraban ocho pecados capitales. El número siete fue dado por el papa Gregorio
Magno y se mantuvo por la mayoría de los teólogos de la Edad Media.
Orígenes y evolución
La Iglesia Católica usó el marco de los pecados capitales para ayudar a las personas a frenar sus inclinaciones
malvadas antes de que pudieran enconarse e involucra -en general- estos caracteres especiales:

La interacción entre la carne, la pasión en los placeres mundanos y el demonio


La concupiscencia
El pecado
El vicio
En cuanto al comportamiento sexual humano, en el cristianismo primitivo se tergiversó el punto de vista del judaísmo
sobre la sexualidad. A diferencia del cristianismo, en el judaísmo no existe una vergüenza por el cuerpo y se admite la
actividad sexual cuyo propósito no es la procreación. No se permiten las relaciones sexuales con personas de otra
religión porque para tenerlas hay que estar casado. Aunque si una mujer judía se casa con un varón gentil (no judío)
sus hijos siguen siendo judíos debido a la ley del vientre. El judaísmo prohíbe las relaciones sexuales con personas
fuera del matrimonio y mantiene la letra de la escritura bíblica en relación con el matrimonio, incluyendo la
observancia de la niddah (prohibición de relaciones sexuales en un periodo que incluye la menstruación). El reproche
a David cuando se enamora de Betsabé y provoca la muerte en batalla del esposo de ésta, Urías (II Samuel, 1-27), se
funda en que puso su deseo sexual por sobre la humanidad de otro. Solo el incesto y la sodomía son considerados
graves pecados[cita requerida].

En el cristianismo medieval, el demonio permite que se establezca la asociación entre el "pecado original" y el deseo
sexual basada en el relato de los Nefilim, "hijos de Dios" que abandonaron sus puestos en el Cielo para aparearse con
mujeres en la Tierra antes del diluvio (Génesis 6:1-4). En cambio, la demonología nunca se convirtió en una
característica esencial de la teología judía.
El ideal cristiano del celibato y de la virginidad que aparecen en el capítulo VI y VII de la Primera epístola a los
corintios es totalmente ajeno al judaísmo. A partir de la definición de carne, mundo y demonio como enemigos del
alma, se habla de la "pasión mundana" o "excitación del apetito sensible concupiscible" que se caracteriza por un goce
placentero de los sentidos sin un fin espiritual, puramente físico (como el beber en exceso), psíquico (como la fantasía
sexual) o social (como el vulgarismo).

Los Padres de la Iglesia se centraron especialmente en el orgullo, considerado el pecado que separa el alma de la
"gracia santificante" y que es la esencia misma del mal, así como la codicia, con estos dos pecados subyacentes a
todos los demás pecados. Los siete pecados capitales fueron discutidos en tratados y representados en pinturas y
decoraciones de esculturas en iglesias católicas, así como en innumerables rollos y códices manuscritos dados como
enseñanza.
No obstante, la primera elaboración teórica proviene de uno de los denominados Padres del desierto en el siglo iv:
Evagrius Ponticus. Este anacoreta, inspirándose en el exégeta Orígenes, escribió en koiné Sobre los ocho vicios
malvados, una lista de ocho vicios o pensamientos malvados ("logismoi") fuentes de toda palabra, pensamiento o acto
impropio, contra los que sus compañeros monjes debían guardarse en especial y en contraposición al "logion", dicho
sabio y edificante.

Evagrio postula la necesidad del "praktiké" (cuya significación más cercana sería "vida activa") como actividad inicial
necesaria para purificar las pasiones del alma por medio de la "ascesis" (dominar el cuerpo para iluminar el alma),
buscar el silenciamiento interior ("hesyquia") a través del"sunesis" (confluir en Dios para lograr entendimiento) y
encontrar la "epignosis" (tener una relación íntima con la fuente de ese conocimiento preciso y correcto) con el
propósito de alcanzar la "apatheia" (el estado de plenitud espiritual). Para ello resalta una virtud primigenia: la
"enkrateia", cuya significación griega ("dominio propio, control sobre uno mismo") es más amplia que las voces
latinas "temperantia" (templanza) y "continentia" (continencia). Por eso, su escrito sobre los vicios se inicia diciendo:
"El origen del fruto es la flor y el origen de la vida activa es el control sobre uno mismo".

En cuanto a los vicios que distraen el pensamiento, el motor de las reflexiones de Evagrio es la noción cristiana de la
concupiscencia. Esta es caracterizada como la inclinación a cometer pecado, cuya fuente bíblica es la Carta de
Santiago, capítulo 1, del versículo 13 al 15, y que predomina en el mundo natural (II Pedro,1:4). Agrupó los ocho
vicios en dos categorías:3

Tres vicios hacia el deseo de posesión:


Gastrimargia (Γαστριμαργία, refiere a los efectos de la gula y ebriedad en el vientre).
Porneia (Πορνεία, "amor a la carne")
Filarguria (Φιλαργυρία, philarguria, "amor hacia el dinero").
Cuatro vicios irascibles, que ―al contrario que los concupiscibles―, no son deseos sino carencias, privaciones o
frustraciones:
orgè (Ὀργή, cólera irreflexiva, crueldad, violencia).
Lúpê (Λύπη, tristeza, abatimiento del alma). En Philokalia es traducida como envidia, tristeza por la buena fortuna de
otro.
Acedia (Ἀκηδία, falta de interés, descuido, desesperanza). En Philokalia es traducida como abatamiento.
Kenodoxia (Κενοδοξία, vanagloria, jactancia).
Uperèphania (Ὑπερηφανία, soberbia, orgullo). A veces traducido como autoestimación exagerada, arrogancia o
grandiosidad.
Para el anacoreta, el exceso en el consumo de bebidas y alimentos es el origen de las pasiones o del deseo
extralimitado hacia un bien sensible: "la mucha leña alienta una gran llama y la abundancia de comida nutre la
concupiscencia". Evagrio no utilizaba la noción latina de "gula", sino la voz griega "gastrimargia", que se traduce
literalmente como "locura del vientre".4 La indigestión que causa el exceso de comidas es el simiente de los malos
pensamientos que derivan en el pecado, y así postula una idea sobre lo que hoy podría denominarse una mala higiene
del sueño: "Un vientre indigente prepara para una oración vigilante, al contrario un vientre bien lleno invita a un sueño
largo. Una mente sobria se alcanza con una dieta muy magra, mientras que una vida llena de delicadezas arroja la
mente al abismo".5

En cuanto al tratamiento que se da a la lujuria ("porneia"), los anacoretas estaban obsesionados con el cuerpo ("la
carne"), el sexo y la demonología. Ciertamente, el monacato se basaba en disciplinar el cuerpo contra el sexo y contra
el diablo. El desierto fue identificado como un lugar en el que no había mujeres y así nacieron los "padres del
desierto". Sin embargo, la tentación demoníaca se suplió con la fantasía basada en mitos y leyendas egipcias. En
efecto, "el egipcio" es el nombre que los padres del desierto daban a un demonio cruel y despiadado en las formas de
la tentación y al que refiere Evagrio en un pasaje de su tratado ("Si matas a un egipcio, escóndelo bajo la arena").
La tristeza es descripta como una sensación de decaimiento o infelicidad en respuesta a una aflicción, desánimo o
desilusión. Dice Evagrio: "El monje afectado por la tristeza no conoce el placer espiritual: la tristeza es un abatimiento
del alma y se forma de los pensamientos de la ira. El deseo de venganza, en efecto, es propio de la ira, el fracaso de la
venganza genera la tristeza (...)".

La acedia describe al monje sin motivación para hacer las cosas y es un punto de ruptura en la relación espiritual del
hombre con Dios. A veces es descripta como descuido, desapego espiritual o falta de compromiso con las tareas, otras
veces es ansiedad o falta de concentración en el obrar. Dice Evagrio:

"El monje giróvago, como seca brizna de la soledad, está poco tranquilo, y sin quererlo, es suspendido acá y allá cada cierto
tiempo.
Un árbol transplantado no fructifica y el monje vagabundo no da fruto de virtud. El enfermo no se satisface con un solo alimento y
el monje acedioso no lo es de una sola ocupación […]
El ojo del acedioso se fija en las ventanas continuamente y su mente imagina que llegan visitas: la puerta gira y éste salta fuera,
escucha una voz y se asoma por la ventana y no se aleja de allí hasta que, sentado, se entumece.
Cuando lee, el acedioso bosteza mucho, se deja llevar fácilmente por el sueño, se refriega los ojos, se estira y, quitando la mirada
del libro, la fija en la pared y, vuelto de nuevo a leer un poco, repitiendo el final de la palabra se fatiga inútilmente, cuenta las
páginas, calcula los párrafos, desprecia las letras y los ornamentos y finalmente, cerrando el libro, lo pone debajo de la cabeza y
cae en un sueño no muy profundo, y luego, poco después, el hambre le despierta el alma con sus preocupaciones.
El monje acedioso es flojo para la oración y ciertamente jamás pronunciará las palabras de la oración; como efectivamente el
enfermo jamás llega a cargar un peso excesivo así también el acedioso seguramente no se ocupará con diligencia de los deberes
hacia Dios: a uno le falta, efectivamente, la fuerza física, el otro extraña el vigor del alma.
La paciencia, el hacer todo con mucha constancia y el temor de Dios curan la acedia.
Dispón para ti mismo una justa medida en cada actividad y no desistas antes de haberla concluido, y reza prudentemente y con
fuerza y el espíritu de la acedia huirá de ti."
Cap. XIII a XIV

La jactancia o vanagloria ("kenodoxia", en griego) es hablar con excesivo orgullo y autosatisfacción acerca de los
logros, las posesiones o las habilidades de uno. Kenodoxos o kenodoxia es un término paulino compuesto por kenos
("vacío, vano") y doxa ("opinión"). La mejor compresión de su significado es por el contraste entre la humildad o
sumisión con deseo de alabanza -el deseo de fama en la modernidad- que aparece en Gálatas 5:26 y en Filipenses 2:3.
Así lo entiende Evagrio cuando dice: "(...) serán inútiles el ayuno, la vigilia o la oración, porque es la aprobación
pública la que excita el celo. No pongas en venta tus fatigas a cambio de la fama, ni renuncies a la gloria futura por ser
aclamado. En efecto, la gloria humana habita en la tierra y en la tierra se extingue su fama, mientras que la gloria de
las virtudes permanece para siempre".

La soberbia ("hiperēphania" en griego) se refiere a un sentido tonto e irracionalmente corrupto del valor personal, la
posición o los logros de uno. Dice Evagrio:

Se enferma de soberbia el apóstata de Dios cuando adjudica a sus propias capacidades las cosas bien logradas.
Como aquel que trepa en una telaraña se precipita, así cae aquel que se apoya en sus propias capacidades [...]
Contempla tu naturaleza porque eres tierra y ceniza y dentro de poco volverás al polvo, ahora soberbio y dentro de poco gusano.
¿Para qué elevas la cabeza que dentro de poco se marchitará?"
Cap. XVII a XVIII

SOBERBIA
Todo es vanidad por Charles Allan Gilbert
Artículo principal: Soberbia
En casi todas las listas de pecados, la soberbia (en latín, superbia) es considerado el original y más serio de los
pecados capitales, y de hecho, es la principal fuente de la que derivan los otros. Es identificado como un deseo por ser
más importante o atractivo que los demás, fallando en halagar a los otros. Se identifica como un egoísmo
peligrosamente corrupto, anteponiendo los propios deseos, impulsos, anhelos y caprichos al bienestar de otras
personas.

En casos aún más destructivos, es creer irracionalmente que uno es esencial y necesariamente mejor, superior o más
importante que los demás, no reconocer los logros de los demás y admiración excesiva de la imagen personal o de uno
mismo (especialmente olvidar la propia falta de divinidad y negarse a reconocer los propios límites, faltas o errores
como ser humano).

Jonathan Edwards dijo "Recuerda que la soberbia es la peor víbora que puede haber en el corazón, el mayor
perturbador de la paz del alma y de la dulce comunión con Cristo. Fue el primer pecado y está en los cimientos de la
casa de Satán. Es el pecado más difícil de arrancar ya que es el pecado que mejor se esconde. Muy a menudo e
inconscientemente entra en la religión bajo el disfraz de falsa humildad."

Genéricamente se define como la sobrevaloración del Yo respecto de otros por superar, alcanzar o superponerse a un
obstáculo, situación o bien en alcanzar un estatus elevado e infravalorar al contexto. También se puede definir la
soberbia como la creencia de que todo lo que uno hace o dice es superior, y que se es capaz de superar todo lo que
digan o hagan los demás. También se puede tomar la soberbia como la confianza exclusiva en las cosas vanas y vacías
(vanidad) y en la opinión de uno mismo exaltada a un nivel crítico y desmesurado (prepotencia).

Soberbia (del latín superbia) y orgullo (del francés orgueil), son propiamente sinónimos aun cuando coloquialmente se
les atribuye connotaciones particulares cuyos matices las diferencian. Otros sinónimos son: altivez, arrogancia,
vanidad, etc. Como antónimos tenemos: humildad, modestia, sencillez, etc. El principal matiz que las distingue está en
que el orgullo es disimulable, e incluso apreciado, cuando surge de causas nobles o virtudes, mientras que a la
soberbia se la concreta con el deseo de ser preferido a otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad, del Yo
o ego. Por ejemplo, una persona Soberbia jamás se "rebajaría" a pedir perdón, o ayuda, etc.

Existen muchos tipos de soberbia, como la vanagloria o cenodoxia, también denominada en las traducciones de la
Biblia como vanidad, que consiste en el engreimiento de gloriarse de bienes materiales o espirituales que se poseen o
se cree poseer, deseando ser visto, considerado, admirado, estimado, honrado, alabado e incluso halagado por los
demás hombres, cuando la consideración y la gloria que se buscan son humanas exclusivamente. La cenodoxia
engendra además otros pecados, como la filargiria o amor al dinero (codicia) y la filargíria o amor al poder.

IRA
Ira por Tacuinum sanitatis
Artículo principal: Ira
La ira (en latín, ira) puede ser descrita como una emoción no ordenada, ni controlada, de odio y enfado. Estas
emociones se pueden manifestar como una negación vehemente de la verdad tanto hacia los demás como hacia uno
mismo; un deseo de venganza que origina impaciencia con los procedimientos judiciales y que puede impulsar a
saltárselos, llevando a la persona a tomarse la justicia por su mano; fanatismo en creencias políticas y religiosas,
generalmente deseando hacer mal a otros. Una definición moderna también incluiría odio e intolerancia hacia otros
por motivos de raza o religión, llevando a la discriminación. Entre las transgresiones derivadas de la ira se encuentran
algunas de las más graves, como el homicidio y el genocidio.

La ira es el único pecado que no se relaciona necesariamente con el egoísmo o el interés personal (aunque uno puede
tener ira por egoísmo).

Dante describe a la ira como «amor por la justicia pervertido a venganza y resentimiento».

AVARICIA
Artículo principal: Avaricia

Avaricia por Pieter Brueghel


La avaricia (en latín, avaritia) es —como la lujuria y la gula—, un pecado de exceso. La particularidad de la avaricia
(vista por la Iglesia) es que se caracteriza por el deseo vehemente de adquirir riquezas y bienes en cantidades mayores
de lo que es necesario para satisfacer las propias necesidades, entendiendo por necesidades todas aquellas que
procuran el desarrollo integral de la persona.

Santo Tomás de Aquino afirmaba que la avaricia es «un pecado contra Dios, al igual que todos los pecados mortales,
en lo que el hombre condena las cosas eternas por las cosas temporales».

En el Purgatorio de Dante los penitentes eran obligados a arrodillarse en una piedra y recitar los ejemplos de avaricia y
sus virtudes opuestas.
De la avaricia se derivan muchos otros ejemplos de pecados, tales como: deslealtad y traición deliberada,
especialmente para un beneficio personal como en el caso de quien soborna o de quien se deja sobornar; robo y asalto,
especialmente con violencia; mentira y engaño; simonía; etc.

ENVIDIA
Envidia por Jacques Callot
Artículo principal: Envidia
Véase también: Schadenfreude
Como la avaricia, la envidia (en latín, invidia) se caracteriza por un deseo insaciable. Pero hay dos grandes diferencias
entre una y otra. La primera diferencia es que la avaricia se asocia exclusivamente con los bienes materiales, mientras
que el campo de la envidia es más general, incluyendo bienes intangibles como las cualidades que tiene otra persona,
etc. La segunda diferencia es que el pecado de envidia tiene una fuerte connotación personal: se desea
vehementemente un bien que tiene una persona particular y concreta. El deseo vehemente va acompañado de la
percepción aguda y dolorosa de que uno carece del bien que aquella persona posee, percibiéndose aquella situación
como injusta o indebida según la propia visión estrecha y egocéntrica, y por tanto deseándose el mal para aquella
persona, y sintiendo satisfacción si le ocurre algo malo.

La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come


Francisco de Quevedo
Dante Alighieri define la envidia como «amor por los propios bienes pervertido al deseo de privar a otros de los
suyos». En la Divina Comedia el castigo para los envidiosos es el de tener los ojos cosidos con alambres de hierro,
como consecuencia de haberse complacido al ver a otros caer.

El primer envidioso según el relato bíblico fue Caín, que sentía hacia su hermano Abel una envidia tan profundamente
perturbadora que le llevó a asesinarlo. Probablemente su envidia estaba mezclada con la soberbia, pecado capital que
tiene un carácter más activo que la envidia.

LUJURIA
El jardín de las delicias de Hieronymus Bosch.
Artículo principal: Lujuria
La lujuria (en latín, luxuria, ‘abundancia’, ‘exuberancia’) es usualmente considerada como el pecado producido por
los pensamientos excesivos de naturaleza sexual, o un deseo sexual desordenado e incontrolable.

En la actualidad se considera lujuria a la compulsión sexual o adicción a las relaciones sexuales. También entran en
esta categoría el adulterio y la violación.

A lo largo de la historia, diversas religiones han condenado o desalentado en mayor medida o menor medida la lujuria.

Dante Alighieri consideraba que lujuria era el amor hacia cualquier persona, lo que pondría a Dios en segundo lugar.
Según otro autor[cita requerida] la lujuria son los pensamientos posesivos sobre otra persona.

Por otra parte, el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE, XXII edición, 2012) define el significado y uso
apropiado de la palabra «lujuria» de dos maneras: Como un «Vicio consistente en el uso ilícito o en el apetito
desordenado de los deleites carnales». O como el «Exceso o demasía en algunas cosas».

GULA
Artículo principal: Gula

Gula por Pieter Brueghel.


Actualmente la gula (en latín, gula) se identifica con la glotonería, el consumo excesivo de comida y bebida. En
cambio en el pasado cualquier forma de exceso podía caer bajo la definición de este pecado. Marcado por el consumo
excesivo de manera irracional o innecesaria, la gula también incluye ciertas formas de comportamiento destructivo.
De esta manera el abuso de sustancias o las borracheras pueden ser vistos como ejemplos de gula. En La Divina
Comedia de Alighieri, los penitentes en el Purgatorio eran obligados a pararse entre dos árboles, incapaces de alcanzar
y comer las frutas que colgaban de las ramas de estos y por consecuencia se les describía como personas
hambrientas.Es un vicio de deseo desordenado por ejemplo al comer o beber te sientes satisfecho pero quieres comer o
beber más.
PEREZA
Artículo principal: Pereza

Pereza por Jacob Matham


La simple «pereza», más aún el «ocio», no parecen constituir una falta. Hemos preferido, por esto, el concepto de
«acidia» o «acedía». Tomado en sentido propio es una «tristeza de ánimo» que aparta al creyente de las obligaciones
espirituales o divinas, a causa de los obstáculos y dificultades que en ellas se encuentran. Bajo el nombre de cosas
espirituales y divinas se entiende todo lo que Dios nos prescribe para la consecución de la eterna salud (la salvación),
como la práctica de las virtudes cristianas, la observación de los preceptos divinos, de los deberes de cada uno, los
ejercicios de piedad y de religión. Concebir pues tristeza por tales cosas, abrigar voluntariamente, en el corazón,
desgano, aversión y disgusto por ellas, es pecado capital. Tomada en sentido estricto es pecado mortal en cuanto se
opone directamente a la caridad que nos debemos a nosotros mismos y al amor que debemos a Dios. De esta manera,
si deliberadamente y con pleno consentimiento de la voluntad, nos entristecemos o sentimos desgana8 de las cosas a
las que estamos obligados; por ejemplo, al perdón de las injurias, a la privación de los placeres carnales, entre otras; la
acidia es pecado grave porque se opone directamente a la caridad de Dios y de nosotros mismos.

Considerada en orden a los efectos que produce, si la acidia es tal que hace olvidar el bien necesario e indispensable a
la salud eterna, descuidar notablemente las obligaciones y deberes o si llega a hacernos desear que no haya otra vida
para vivir entregados impunemente a las pasiones, es sin duda pecado mortal.

VOCABULARIO
PADRES DEL DESIERTO
Con la denominación Padres del desierto, Padres del yermo o Padres de la Tebaida se conoce, en el Cristianismo, a los monjes,
ermitaños y anacoretas que en el siglo iv tras la paz constantiniana abandonaron las ciudades del Imperio romano, y otras regiones
vecinas, para ir a vivir en las soledades de los desiertos de Siria y Egipto, haciéndose famosa la Tebaida por tal fenómeno.
EVAGRIO PONTICUS
Evagrio Póntico (Ευάγριος Ποντικός), o Evagrio el Monje, también apodado El solitario (345-399) fue un monje y asceta
cristiano. Fue muy conocido por sus cualidades de pensador, escritor y orador.
Nació en una familia cristiana en el pequeño pueblo de Ibora, en la provincia romana del Ponto. Comenzó su carrera en la Iglesia,
al ser nombrado lector por Basilio el Grande. Posteriormente, el hermano de este, Gregorio de Nisa, lo ordenó diácono.

ANACORETA
La palabra anacoreta procede del latín anachorēta, y este del término griego ἀναχωρητής, compuesto por ἀνα y χωρέω, que
significa 'retirarse' (del mundo). La definición del concepto puede tener varios matices, si bien interrelacionados: el de aquel que
vive aislado de la comunidad o también para referirse a quienes rehúsan los bienes materiales, y el de alguien que se retira a un
lugar solitario para entregarse a la oración y a la penitencia.
EXÉGETA
La exégesis (del griego ἐξήγησις [ekˈseːgesis], de ἐξηγέομαι [ekseːˈgeomai], ‘explicar’; lit. ‘extraer, interpretar objetivamente’)1
es la interpretación crítica y completa de un texto, netamente científico o investigativo, aunque en algunos casos también puede
ser filosófico o religioso, como el Antiguo y el Nuevo Testamento de la Biblia, el Talmud, el Midrash, el Corán, etc. Un exégeta
es un individuo que practica esta disciplina, y la forma adjetiva es exegético.
La palabra exégesis significa "extraer el significado de un texto dado". La exégesis suele ser contrastada con la eiségesis, que
significa "insertar las interpretaciones personales en un texto dado". En general, la exégesis presupone un intento de ver el texto
objetivamente, mientras que la eiségesis implica una visión más subjetiva.
KOINÉ
La lengua koiné (en griego ἡ κοινὴ γλῶσσα hē koinḕ glṓssa, 'lengua común', o, más frecuentemente, ἡ κοινὴ διάλεκτος hē koinē
diálektos, 'habla común')1 fue una variedad de la lengua griega utilizada en el mundo helenístico, es decir, en el periodo
subsiguiente a las conquistas de Alejandro Magno. A esta lengua también se le ha llamado a veces griego helenístico.
APATHEIA
La apatheia (en griego antiguo, ἀπάθεια) es, en el estoicismo, el estado mental alcanzado cuando una persona está libre de
alteraciones emocionales. Se traduce mejor con la palabra ecuanimidad que como indiferencia, ya que esta última puede generar
confusiones. Apatheia no es equivalente a apatía, puesto que la primera tiene una connotación positiva mientras la segunda no.

BIBLIOGRAFIA
https://www.muyhistoria.es/curiosidades/preguntas-respuestas/iquien-establecio-los-siete-pecados-capitales#:~:text=
%C2%BFQui%C3%A9n%20estableci%C3%B3%20los%207%20pecados,%2C%20cobard%C3%ADa%2C%20gula
%20y%20lujuria.

https://es.wikipedia.org/wiki/Pecados_capitales

https://www.google.com/search?
q=siete+pecados+capitales&tbm=isch&chips=q:siete+pecados+capitales,online_chips:7pecados+capitales:k1Gsz0dv
WgU
%3D&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwjp6PeO25f6AhVreDABHXGxDb0Q4lYoGHoECAEQTw&biw=1007&bih=621
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