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2 En el capítulo I del libro I titulado “Por diversos caminos se llega a semejante


fin “Montaigne plantea la búsqueda del perdón, diciendo que hay dos maneras de
lograrlo, causar lástima o conmover por la bravura, resolución y firmeza. Lo
argumenta mediante diversas citas y con un comentario personal al final de cada
una. Por ejemplo al principio está el caso del príncipe de Gales, Eduardo, a quien
el heroísmo de unos franceses logró aplacar la venganza contra los lemosines
“…vio tres franceses nobles que con un valor heroico querían
contrarrestar los esfuerzos de los vencedores. La consideración y respeto de
virtud tan noble detuvo primeramente su cólera, y merced a los tres caballeros
comenzó a mirar misericordiosamente a todos los demás moradores de la
ciudad…” (cap. 1). Scandeberg, príncipe de Epiro, que perdonó a un soldado
cuando dejó de suplicar por su vida y decidió enfrentarlo espada en mano “…
seguía a uno de sus soldados para matarlo, habiendo la víctima intentado
apaciguar la cólera del soberano con toda suerte de humillaciones y de súplicas,
resolvió de pronto hacerle frente con la espada en la mano; tal resolución detuvo
la furia de su dueño, quien habiéndole visto tomar determinación tan digna le
concedió su gracia…” (cap. 1). El caso de Emperador Conrado III que cambió de
actitud ante el duque Güelfo por el comportamiento de sus mujeres “…el
emperador experimentó placer tanto detal valentía que lloró de satisfacción y se
amortiguó en él toda la terrible enemistad que había profesado al duque: De
entonces en adelante trató con humanidad a su enemigo y a sus tropas…” (cap.
1). El caso de los estoicos, en donde hay una afirmación de la naturaleza
cambiante del hombre, es decir, una misma actitud de resistencia
genera dos respuestas diferentes “…quieren estos que se socorra, a los
afligidos, pero no que se transija con sus debilidades…” (cap. 1). El caso de
Epaminondas en quien el pueblo se conmovió y se apiadó de él “…alabó su
propia conducta, censuró al pueblo de una manera arrogante y
orgullosa, y los ciudadanos no osaron siquiera tomar las bolas para
votar; lejos de condenarle, la Asamblea se disolvió ensalzando
grandemente las proezas de este personaje…” (cap. 1). El caso de Dionisio
el antiguo, quien renunció a matar públicamente a Fitón por temor de la valentía
que inspiraba su conducta “…en lugar de animarse con la bravura del enemigo
vencido, daban claras muestras que recaían en desprestigio del jefe y de su
victoria y advirtiendo que iban ablandándose ante la vista de una virtud tan rara
que amenazaban insurreccionarse y aun arrancar a Fitón de entre las
manos de sus verdugos, el vencedor puso término al martirio, y ocultamente
arrojó al mar al vencido…”(cap. 1). El caso de Zenón quien fue valiente al pedir
para él solo todo el castigo “…y no pidió otra gracia sino recibir él solo todo
castigo. El huésped de Sila, habiendo practicado virtud semejante en la ciudad de
Perusa, no ganó nada con ello para sí ni para sus ciudadanos…” (cap.1). Y por
último otro caso en que la actitud valerosa no aplacó la ira y produjo la muerte
delos ciudadanos, el ejemplo de Alejandro y Betis “…seis mil recibieron la muerte,
en ninguno de los cuales se vio intento de huir; nadie pidió gracia ni misericordia;
al contrario, todos se hicieron fuertes ante el enemigo victorioso, provocándole a
que les hiciera morir de una manera honrosa. A ninguno abatieron tanto las
heridas del combate, que lo intentara vengarse, al exhalar el último suspiro, y
con la ceguedad de la desesperación consolar su muerte con la de algún enemigo
El espectáculo de aquel dolor no encontró piedad alguna: y no bastó todo el
espacio de un día para saciar la sed de venganza: esta carnicería duró hasta que
fue derramada la última gota de sangre, y no se detuvo sino en las personas
indefensas, viejos, mujeres y niños, para hacer de todos ellos treinta mil
esclavos…” (cap.1).2.Rasgos de la escritura de Montaigne al introducir un nuevo
género discursivo: Peter Burke explica que los ensayos de Montaigne fueron
inspirados en cuatro géneros esenciales: antologías, cartas, discursos, diálogos
(modelos genuinos), además de un elemento autobiográfico tomando parte de
distintos ensayos y cociéndolas para llegar a una unidad; así se obtiene una
historia muy franca de una vida individual. Según el historiador británico, estas
“construcciones” o “intentos”, no pudieron ser creadas ex nihilo (de la nada) sino
que más bien son reconstrucciones, es decir, en la historia de la literatura las
construcciones son más bien reconstrucciones. De esta manera, Montaigne
va tejiendo puntos de vista valiéndose principalmente de los géneros
esenciales mencionados al principio. Así el libro “ensayos” es la cristalización de
este género gracias a la cristalización de géneros anteriores o “el
ensayo anterior al ensayo”, tipos de texto que ayudaron al autor a desarrollar su
obra. En el capítulo I que nos toca analizar, como los primeros capítulos,
no son más que una antología de citas, así encontramos “el caso de
Eduardo, Príncipe de Gales, a quien el heroísmo de los franceses
logro aplacar la venganza contra los lemosines”, el “caso de Dionisio el
antiguo, quien renuncio matar públicamente a Fitón por temor de la valentía que
inspiraba su conducta”, el “caso de Scandeberg, príncipe de Epiro que perdonó a
un soldado cuando dejó de suplicar por su vida decidió enfrentarlo espada en
mano”, seguida, cada una de estas y otras historias similares, de
comentarios que a medida que el libro avanza, van haciéndose cada vez
más extensos.3.Desde nuestro punto de vista, los rasgos de la escritura y el nuevo
género que creó –sin intención- Michel de Montaigne, están muy ligadas a
las propias características del nuevo movimiento filosófico que nacía durante esa
época -siglos XVI y XVII-, el Renacimiento. Este nuevo periodo en la historia,
enmarcado dentro de la Edad Moderna que dejaba detrás a la edad media y por
ende su filosofía partidaria del teocentrismo, dirigió su mirada al hombre quien,
desde esta nueva concepción del mundo, era el centro y medida de las cosas, se
impregna en la sociedad un pensamiento antropocéntrico. Esta etapa de ruptura y
quebrantamiento del poder escolástico, provoca en la sociedad una liberación en
cuanto al pensamiento y su forma de actuar. La atención renacentista se vuelve
hacia la naturaleza, la filosofía de las cosas y la vida en general, se toma como
guía la antigua tradición grecolatina. Estas importantes características que
dibujaban la Europa del siglo XVI, cubrían la vida de Michel, quien con gran
entusiasmo tomo todas ellas para crear un nuevo género el “ensayo” donde
plasmó sus indagaciones sobre el pensar y el actuar del hombre en su medio
natural por medio de una escritura simple, fluida ya sistemática donde expresaba
sus acuerdos y descontentos con el mundo circundante. Dentro de esta etapa de
indagación y búsqueda, Montaigne reafirma la idea puramente filosófica de la
cultura grecolatina que se retomó con el Re-nacimiento. Por consecuencia de esta
forma de plasmar sus cuestiones “existenciales”, poniendo sobre todo al hombre y
la naturaleza, dejando más allá a dios y sus divinas normas, fue prohibido en
muchos países de Europa, principalmente en España, por su condición de
expresión libre, su tono personal y la constante puesta en duda de las acciones
del hombre y su contexto. Montaigne y sus obras fueron un gran hito que marcó a
la historia renacentista del siglo XVI y XVII, fue un gran símbolo y ejemplo de los
cambios producidos durante la época tanto social como culturalmente. No se lo
puede dejar de lado al hablar de esta nueva etapa tan importante de la historia, ya
que demostró con sus escritos, todas las características principales de la Edad
Moderna y, en especial, de este movimiento filosófico en el que se enmarcaba su
vida, el Renacimiento.
Pero nada bíblico menciona Montaigne, y más bien se ocupa del dolor de padres
por la desgracia de sus hijos. Cuenta sobre el derrotado rey Psaménito, que ve a
su hija prisionera, vestida de criada, acarreando agua; ve también que ejecutan a
su hijo. En ambos casos conserva la entereza. Pero al ver a un amigo prisionero,
se echa a llorar. Cuando se le pregunta por qué la desgracia de sus hijos no le
había conmovido tanto como la del amigo, él respondió: “Solo este último dolor
puede expresarse con lágrimas; los dos primeros rebasan con mucho cualquier
posible forma de expresión”.

Montaigne también recuerda a Níobe, que se transforma en roca tras perder a


siete hijos y siete hijas.
El padre más desdichado habrá sido Príamo, que vio a más de veinte hijos morir
en la guerra de Troya. Y más recientemente son conocidos los cinco hermanos
Sullivan, marinos que murieron de un tirón cuando un torpedo hundió su barco en
la Primera Guerra Mundial.
Montaigne comienza su ensayo hablando de la tristeza, mas luego pasa a la
felicidad extrema. “El papa León X, al enterarse de la toma de Milán, que había
deseado con extraordinario empeño, cayó en tal exceso de júbilo que le invadió la
fiebre y murió”.
Supongo que también morirse de alegría es una pena.
Albert Camus dijo:
“Nunca serás feliz si sigues buscando el origen de la felicidad. Nunca vivirás
si le buscas el sentido a la vida”
En conclusión, si puedo no soñar contigo, porque no duermo pensando en ti...

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