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“L., F. J. c/ C., M.

Causa Nº 60193 H. A. s/ Denuncia Ley 12569”


Juzgado de Paz Letrado – Rauch.-

Nº........Int. Civ.-
Azul, de Junio de 2015.-

Y VISTOS:
CONSIDERANDO:
I) Vienen estos autos a la Alzada con motivo del recurso
subsidiario de apelación interpuesto por el denunciado a fs. 93/94vta., contra la resolución
de fs. 78, en cuanto ordena la ampliación -por el plazo de treinta (30) días corridos- de las
medidas de carácter preventivo adoptadas mediante decisorio de fs. 13/13vta. –
oportunidad en la cual se dispusiera la exclusión del hogar familiar del Sr. C., la restricción
de acercamiento por parte de este último al domicilio mencionado fijando al respecto un
perímetro de exclusión de cien (100) metros, y la prohibición de todo intento de
comunicación o aproximación del recurrente a la denunciante y a sus hijos-. Y en esa
línea, establece que dicho plazo ha de computarse desde el vencimiento del término de
aquél oportunamente estipulado, y que la ampliación ordenada ha de regir con la
modificación dispuesta mediante pronunciamiento de fs. 76, oportunidad en la cual se
ordenó el levantamiento de la restricción de contacto y acercamiento vigente entre el
denunciado y su hija F., no innovando en lo demás.-
II) Frente a ello, se agravia el recurrente por haberse dispuesto
la ampliación de las prohibiciones de acercamiento y contacto vigentes con fundamento
sólo en el contenido de los informes psicológicos obrantes en autos, sin que haya mediado
al respecto pedido de la parte denunciante, y haciendo de este modo caso omiso a lo que
ésta manifestara a fs. 64 y fs. 77 –oportunidades en las que la Sra. L. accediera a que se
restituyera el contacto entre el apelante y su hijo menor A., y en que solicitara el
mantenimiento de las medidas ordenadas respecto de la niña C. y no de la propia
denunciante-. Asimismo, señala que el temor y ataques de pánico que su hija C.
manifiesta sufrir cuando lo ve, así como los restantes hechos por aquélla relatados, no se
condicen con la realidad sino que más bien se fundan en las divergencias existentes entre
éste y la denunciante respecto a la educación de sus hijos, la puesta de límites y la
necesidad de requerir su colaboración para las tareas del hogar. En consecuencia, solicita
se revoque el decisorio apelado y se dejen sin efecto las medidas referidas.-
III) Encontrándose las actuaciones en estado de ser resueltas
en esta instancia, se observa que, habiendo sido ordenada la ampliación de las medidas
de restricción de acercamiento y prohibición de contacto en ciernes por el plazo de treinta
(90) días corridos a computar desde el vencimiento del término de aquél por el cual fueran
inicialmente dispuestas, y habiendo acaecido ya el término del mismo, los agravios que
motivaran la interposición del recurso han devenido en abstractos.-
No obstante, y si bien es cierto que al respecto esta Alzada
coincide con la doctrina que señala que "en los casos en que la cuestión litigiosa se ha
convertido en algo abstracto, no puede el Tribunal interviniente emitir pronunciamiento de
mérito (acogiendo o desestimando) sobre la pretensión deducida (conf. Peyrano, Jorge
W., "Lo atípico en materia de modo de extinción del proceso", en "El proceso atípico"
págs. 129 y sig.; cit. por Loutayf Ranea, Roberto G., pág. 204, "El recurso ordinario de
apelación en el proceso civil"; ésta Sala, causas n° 53330 “M.M.J.” del 18.08.2009, nº
55633 “Gigena…” del 30.06.2011, nº 58950 “Flammini…” del 29.04.2014, n° 59273
“Gianuzzi…” del 26.08.2014, n° 59485 “Miranda…” del 05.12.2014, entre otras); no lo es
menos que ante la eventual existencia de una prórroga en los hechos de las medidas a las
que viene haciéndose referencia –merced a la continuidad fáctica de su vigencia, frente al
silencio del juzgador, aún con posterioridad a su vencimiento-, los agravios que motivaran
la intervención de esta Alzada recobran su vigencia; lo que justifica se ingrese en el
tratamiento del recurso (esta Sala, causa n° 59852 “Fortier…” del 10.03.2015, entre
otras).-
Sin perjuicio de ello, ha de ponerse de resalto que, habiéndose
modificado el contenido del resolutorio en crisis a partir del dictado del pronunciamiento
obrante a fs. 104/105vta. –oportunidad en la cual el juez a-quo ha dispuesto el cese de la
medida de restricción de contacto entre el apelante y su hijo menor A., estableciendo un
régimen de visitas semanal a implementarse en la casa de la abuela paterna del niño y en
presencia de un perito asistente social-, ha de concluirse que el agravio a partir del cual
el Sr. C. cuestionara la ampliación de la prohibición de contacto entre éste y el
menor ha devenido definitivamente en abstracto; por lo que sólo pueden estimarse
vigentes –merced a la continuidad fáctica de la medida ordenada a la que se hiciera
referencia en el párrafo anterior- aquéllos dirigidos a cuestionar la ampliación de las
medidas de prohibición de acercamiento del denunciado al domicilio familiar y de
restricción de todo intento de comunicación de aquél con la denunciante y con su hija C.-
IV) Así las cosas, se observa que el art. 7º de la ley nº 12.569
de violencia familiar, impone al juez o tribunal tomar ciertas medidas que tiendan a
asegurar la custodia y protección de la presunta víctima de hechos de violencia, a fines de
evitar la repetición de estos actos.-
Al respecto, tanto la doctrina como la jurisprudencia tienen
dicho que, siendo estas medidas contempladas por la ley de violencia familiar de carácter
cautelar (Sosa, Toribio E., “Apuntes procesales sobre la nueva ley de violencia familiar en
la Provincia de Buenos Aires”, La Ley Bs. As., año 2001, pág. 421 y ss; en conformidad
con los arts. 6, 7, 23 y cc de la Ley nº 12569) o específicas de tutela urgente anticipatoria
(Berizonce, Roberto O., “La tipicidad del proceso de familia y su reflejo en la tutela cautelar
y anticipatoria”, en “Revista de Derecho Procesal”, Rubinzal Culzoni, pág. 145, con
referencia a la ley nacional nº 24.417), su disposición no exige contar con un conocimiento
completo y acabado del acaecimiento de los hechos, puesto que prima la celeridad y
urgencia que la intervención judicial requiere frente a supuestos como el de marras (ver
esta Sala, causas nº 53419 “A.M.J.”, del 29.04.09; nº 55633 “G.M.A.”, del 30.06.2011;
entre otras).-
Tal es así, que se sostiene que la exigencia impuesta al
peticionante de demostrar la verosimilitud en el derecho invocado debe flexibilizarse en el
marco de un proceso de violencia familiar, en el cual la sola sospecha de malos tratos o
de la configuración de una situación de riesgo en el seno familiar autoriza al juez al
dictado de medidas urgentes destinadas a poner fin a la situación de riesgo
denunciada, y el peligro en la demora resulta innegable, puesto que cada instante puede
ser ocasión para la reiteración de actos de violencia con consecuencias de difícil
superación para la víctima (esta sala, causas nº 57128 “Greco…”, del 14.12.2012, nº
57148 “Lombardozo…”, del 23.10.2012, nº 55633 “G.M.A. s/ Víctima de violencia (Ley
12569)”, del 30.06.2011, nº 54732 “Ferragine…”, del 13.07.2010, nº 53419 “A.M.J.”, del
29.04.09, entre otras; Sosa, Toribio, “Apuntes procesales sobre la nueva ley de violencia
familiar en la Provincia de Buenos Aires”, LLBA 2001-421; Medina, Graciela, “Visión
jurisprudencial de la violencia familiar”, 2002, Rubinzal-Culzoni, pág. 84, entre otros);
disponiendo los jueces de un amplio margen de discrecionalidad para evaluar los
hechos y el derecho en cada situación denunciada (Kemelmajer de Carlucci, Aída
“Algunos aspectos procesales en leyes de violencia familiar”, pub. en Rev. de Dcho. Proc.
2002-1, Ed. Rubinzal-Culzoni, pag. 136; y esta Sala, causas nº 53266 “T.R.H.”, del
19.03.09 y nº 53626 “L.D.A.”, del 03.08.09; entre otras).-
Y el dictado de una medida protectoria, se ha justificado incluso
frente a supuestos en los que aún no puedan tenerse por configurados los hechos
denunciados, por entender que el eje al momento de abordar la denuncia no debe estar
puesto en determinar si hubo o no violencia, sino en sentar –desde el poder judicial- las
bases como para que, la haya habido o no, en todo caso no vuelva a haberla;
sustentándose la disposición de dichas medidas en la garantía constitucional de una
tutela judicial efectiva, que en el orden local consagra explícitamente el art. 15 de la
Constitución bonaerense (Sosa, Toribio, “Medidas pre o subcautelares en materia de
violencia familiar”, LL 2005-C-940 y ss). Máxime considerando que la sola denuncia de
violencia resulta por sí sola indicador de que algún tipo de conflictiva existe efectivamente
en el seno familiar, cuya entidad habrá de determinarse durante el desarrollo del proceso
(esta Sala, causas nº 57916 “Souto…” del 23.05.2013, n° 59069 “Charreau…” del
24.06.2014, entre otras).-
Y justamente en atención a que, al momento de valorar el
magistrado la procedencia de la adopción de una medida de tutela urgente anticipatoria (lo
que se asemeja a la calificación de “medidas preventivas urgentes” contenida en el art. 26
de la Ley nº 26485 de Protección Integral a las Mujeres, promulgada con fecha 01.04.2009
y a la que la Provincia de Buenos Aires adhiriera mediante ley nº 14407, publicada en
Boletín Oficial nº 26969 del 12.12.2012), debe dar preeminencia al presupuesto de peligro
en la demora o, con mayor exactitud, peligro de daño irreparable en la demora; es que las
medidas previstas en las normas sobre violencia familiar pueden ser ordenadas por
el juez no sólo a pedido de parte –como ha entendido el recurrente- sino también de
oficio en cualquier etapa del proceso (conf. art. 7° y cc ley n° 12569; art. 26 y cc ley n°
26485; ver Kemelmajer de Carlucci, Aída, “Algunos aspectos procesales en leyes de
violencia familiar”, en Revista de Derecho Procesal, Rubinzal-Culzoni, 2002-1, pág. 154).-
Y ello así pues, como han puesto de resalto la doctrina y la
jurisprudencia, el proceso de violencia familiar dista de ser contradictorio, no hallándose
librado ni su inicio ni su impulso a la exclusiva iniciativa de las partes. Por el contrario, el
mismo se halla signado por el principio de oficiosidad, en tanto –conforme el marco
normativo vigente- es al magistrado a quien corresponde ordenar las medidas que
estime contribuyan a dar mejor solución al conflicto, procurando proteger a la víctima,
atacar la causa de la violencia, poner fin a las situaciones de vulneración de derechos
denunciadas y prevenir la repetición de hechos de agresión (art. 7° y cc ley n° 12569; art.
26 y cc ley n° 26485; ver Kemelmajer de Carlucci, Aída, “Algunos aspectos procesales en
leyes de violencia familiar”, en Revista de Derecho Procesal, Rubinzal-Culzoni, 2002-1,
pág. 159; Kemelmajer de Carlucci, Aída, “La medida autosatisfactiva, instrumento eficaz
para mitigar los efectos de la violencia intrafamiliar”, JA 1998-III-693; CNCiv., Sala G, en
autos "P.G. c/ C. s/ Denuncia violencia familiar" del 20.02.1997; CNCiv., Sala A, en autos
"S., P. s/ Art. 482 CC" del 30.09.1996, entre otros); reconociéndose asimismo al juez
amplias facultades para fijar a su arbitrio y conforme a las reglas de la sana crítica el
tiempo de duración de las medidas que ordene, teniendo en cuenta el peligro que
pudiera correr la persona agredida, la gravedad del hecho o situación denunciada, la
continuidad de los mismos y demás antecedentes que se pongan a su consideración (art.
12 y cc ley n° 12569; art. 27 y cc ley n° 26485; Kemelmajer de Carlucci, Aída, “La medida
autosatisfactiva, instrumento eficaz para mitigar los efectos de la violencia intrafamiliar”, JA
1998-III-693); como así también para disponer las medidas que entienda necesarias para
indagar los sucesos y proteger a quienes corran el riesgo de padecer nuevos actos de
violencia, rigiendo el principio de obtención de la verdad material (art. 8° bis ley n° 12569;
art. 30 ley n° 26485); y hallándose asimismo facultado para evaluar la conveniencia de
modificar, en cualquier etapa del proceso, las medidas oportunamente adoptadas,
pudiendo ampliarlas u ordenar otras (art. 7° bis ley n° 12569; art. 32 ley n° 26485); o bien
disponer su prórroga cuando perduren situaciones de riesgo que así lo justifiquen (art.
12 ley n° 12569; art. 27 ley n° 26485).-
De este modo –y merced a la naturaleza preventiva de los
procesos de violencia-, ha de concluirse que la posibilidad de disponer la prórroga o
ampliación de las medidas de tipo cautelar oportunamente ordenadas, habrá de ser
resuelta por el magistrado interviniente, sin que se requiera al efecto y como
presupuesto necesario para su procedencia la manifestación de conformidad de la
víctima; en tanto la decisión se funde en la subsistencia de una situación objetiva de
riesgo que requiera la tutela jurisdiccional –aún cuando, claro está, la posibilidad de
alcanzar un resultado positivo dependerá también en gran medida de la necesidad de
contar con un mínimo de aceptación de la víctima- (ver Kemelmajer de Carlucci, Aída,
“Algunos aspectos procesales en leyes de violencia familiar”, en Revista de Derecho
Procesal, Rubinzal-Culzoni, 2002-1, pág. 138 y 159).-
Aplicando dichos principios al caso de autos, y analizando no
sólo la entidad de los hechos denunciados sino también los restantes elementos de
convicción hasta el momento obrantes en el expediente, se observa que de los mismos se
desprende la configuración de una situación fáctica que excede el mero conflicto
doméstico para constituirse en un supuesto de crisis intrafamiliar de carácter cíclico
y permanente marcado por la violencia periódica, lo que evidencia la presencia de una
situación convivencial de riesgo que torna posible la reiteración de episodios como los
narrados por los propios protagonistas. Y ello así en tanto, al temor evidenciado por la Sra.
L. al momento de formular la denuncia de fs. 2 y fs. 3/6 –no sólo por las circunstancias
vivenciadas sino también por la posible reacción del denunciado-, los hechos de violencia
psicológica y emocional que la misma manifestara sufrir desde hace varios años por parte
de su pareja, y los actos de violencia física que conforme su relato habría perpetrado el Sr.
C. respecto de su hija menor de edad C. –poniendo de resalto como episodio
desencadenante de su voluntad de promover la presente, aquél ocurrido en el mes de
marzo del corriente y a partir del cual el denunciado golpeara a la niña en la cabeza en
reiteradas oportunidades, escupiéndola y amenazándola de muerte-; ha de adunarse el
resultado de los informes hasta el momento practicados en autos, como así también el
contenido de las declaraciones testimoniales oportunamente producidas.-
En esa línea, ha de ponerse de resalto que del informe
psicológico presentado a fs. 10/11 por la psicóloga particular de la denunciante, Lic.
Lorenzetti, se desprende que la Sra. L. se encuentra realizando tratamiento psicológico y
psicofarmacológico desde el mes de octubre del año 2010, a partir de una interconsulta
que formulara a la profesional el médico de cabecera de la denunciante, cuando esta
última fuera internada merced a una fuerte crisis de angustia con sintomatología digestiva
y anorexia; resaltándose que F. padece un estado de estrés psicofísico secundario a la
violencia psicológica de larga data a la que son sometidos tanto ella como sus hijos, y que
aún hoy continúa mostrando un importante cuadro de angustia, insomnio, anorexia y
malestar general. Que ello se condice con lo que surge del informe remitido a fs. 43/60 vta.
por el Servicio Local de Promoción y Protección de Derechos de la localidad de Rauch, en
el que destaca el cuadro de angustia y preocupación evidenciado por la Sra. L., mostrando
la misma conciencia de la situación y enfermedad vincular. Que asimismo, del informe
presentado a fs. 65/65vta. por la terapeuta de la denunciante, Lic. Pescuma, se desprende
que desde el dictado de las medidas cautelares oportunamente dispuestas en autos la
Sra. L. se encuentra mejor, merced a haberse liberado de los maltratos que sufría
cotidianamente por parte del Sr. C. –lo que coincide con los dichos de la propia
denunciante en su declaración de fs. 77, oportunidad en la cual manifestara que desde
que no está conviviendo con el denunciado se encuentra tranquila y que no desea que
retorne al hogar-, aunque manifiesta que continúa angustiada y preocupada por resolver
las situaciones producidas a partir de la separación, destacando al respecto la profesional
que teme un posible desborde psíquico de la misma al no poder tolerar más la situación y
carecer de contención afectiva. Que por otra parte, conforme surge de la testimonial de fs.
12/12vta., los insultos y malos tratos del Sr. C. para con la denunciante y su hija C. han
sido incluso perpetrados en público, habiéndose intensificado el conflicto a partir del
nacimiento del niño A. y merced a la discapacidad que éste padece.-
Y con referencia a la situación de la menor C., se observa que
conforme se desprende del informe remitido por el Servicio Local de Promoción y
Protección de Derechos de la localidad de Rauch a fs. 43/60vta., la misma se halla
angustiada y perturbada; y refiere haber recibido maltrato físico, psicológico y emocional
por parte de su padre desde que era pequeña, razón por la cual le teme y se paraliza ante
su presencia. Destacan los profesionales que la misma se manifiesta vulnerable, con
escasos mecanismos de defensa y recursos personales que le sirvan para sostenerse con
integridad psíquica ante los episodios de maltrato relatados; valorando que ha iniciado
tratamiento en el Servicio de Salud Mental del Hospital local conforme aquéllos sugirieran,
y recomendando que continúe el distanciamiento físico y verbal en relación a su
progenitor, respetando los tiempos de la menor. Que ello se condice con lo informado a fs.
66 por la psicóloga particular de C., Lic. Christensen, oportunidad en la que se pusiera de
resalto que la misma se encuentra profundamente angustiada, que no desea ver a su
papá y teme que éste regrese a su hogar; que desde que recuerda siempre le ha pegado,
insultado y amenazado con matarla; y que con posterioridad al dictado de la medida cruzó
a su progenitor en la vía pública y sintió pánico, corriendo asustada hacia su casa. Que
asimismo, de los propios dichos de la niña a fs. 75, se desprende que por el momento no
quiere ver a su padre y no desea pensar en que pasará más adelante porque le hace mal;
que está de acuerdo con la denuncia formulada por su madre; que desde la adopción de
las medidas de autos el clima en el hogar está más tranquilo; y que le preocupa qué
pasará cuando transcurra el plazo por el cual las cautelares fueran ordenadas pues teme
que el Sr. C. regrese a su casa.-
Finalmente, ha de ponerse de resalto que, hallándose próximas
a vencer las medidas oportunamente dispuestas, el equipo de psicólogos del Hospital
Municipal de la ciudad de Rauch –institución en la que tanto la denunciante como sus hijas
se encuentran realizando tratamiento terapéutico- presentó el informe obrante a fs.
70/70vta. de la presente. En esta oportunidad, destacan los profesionales que entienden
necesario poner en conocimiento de la justicia el riesgo de vida que padecen la
denunciante y su hija C., quienes han sido amenazadas por el Sr. C., por lo que estiman
debería extenderse la restricción de acercamiento respecto de ambas. Asimismo,
manifiestan que hallándose vigente la prohibición de comunicación dispuesta en el sub-
lite, el denunciado se comunicó telefónicamente con la Sra. L. desde un número privado,
circunstancia ésta que también se desprende de los dichos de la propia denunciante a fs.
64/64vta. y fs. 77.-
Así las cosas, y desprendiéndose entonces de las constancias
obrantes en autos –cuyo contenido, en lo sustancial, fuera sintetizado ut-supra- que las
hostilidades generadas por el alto nivel de conflicto intrafamiliar han afectado la estabilidad
psicológica y emocional tanto de la denunciante como de su hija C., deviene imperativo
efectuar una hermenéutica previsora, adoptando todos los recaudos posibles para que
no se agudicen los conflictos existentes o aparezcan en escena otras cuestiones que
resulten más severas que las evidenciadas hasta el momento (ver esta Sala, causa n°
59183 “Flammini…” del 14.07.2014, entre otras).-
Es así que, aplicando estos principios al sub-lite y ante la
existencia de una situación de riesgo que torna posible la reiteración de episodios
como los narrados en la denuncia de fs. 3/6 y vuelve imperioso su desactivación (ver
Kemelmajer de Carlucci, Aída, “La medida autosatisfactiva, instrumento eficaz para mitigar
los efectos de la violencia intrafamiliar”, JA, 1998-III-693), ha de concluirse que se
encuentran reunidos en autos elementos que justifican obviar la espera y dispensar de la
certidumbre absoluta que normalmente exige la actuación del derecho, y revelan la
necesidad de ordenar –aún cuando ello no haya sido requerido por la presunta víctima- la
ampliación de las medidas protectorias en crisis, correspondiendo en consecuencia
confirmar el decisorio apelado en lo que fuera expresa materia de agravio.-
V) Ahora bien, tal como ha sido puesto de resalto en el
parágrafo precedente, no ha de perderse de vista que el principio rector de la ley de
violencia familiar tiende a velar por la protección de los presuntos afectados más que por
la sanción al presunto agresor, por lo que el dictado de una medida de seguridad no
implica un decisorio de mérito que declara a alguien como autor de los hechos que se le
atribuyen, sino que tiende a la tutela inmediata y preventiva de los damnificados;
hallándose justamente el equilibrio entre ambos intereses en la necesaria temporalidad y
provisionalidad con que la misma ha de disponerse (Medina, Graciela “Visión
jurisprudencial de la violencia familiar”, 2002, Rubinzal-Culzoni, pág. 85).-
Y es en virtud de ello que la doctrina ha sido conteste en
señalar que, en consecuencia, las medidas adoptadas en el marco de la ley de violencia
familiar se caracterizan por su “instrumentalidad”, esto es, que las mismas han de
disponerse necesariamente en forma transitoria y con el objeto de que durante el plazo
de duración de las mismas se adopten las medidas dispuestas normativamente,
como el diagnóstico de interacción familiar, las pericias pertinentes, las audiencias de las
partes en los términos y con los alcances estipulados normativamente, el sometimiento a
programas terapéuticos, o aquellas que se consideren convenientes para remover los
perjuicios que motivaran su efectivización. De este modo, la adopción e implementación
de medidas con posterioridad al dictado de la cautelar para hacer cesar la situación de
riesgo sospechada, reviste carácter imperativo y condiciona la validez y eficacia de la
misma (ver Kemelmajer de Carlucci, Aída, “La medida autosatisfactiva, instrumento eficaz
para mitigar los efectos de la violencia intrafamiliar”, JA 1998-III-693, entre otros; esta
Sala, causas nº 57073 “S.L.P.P.D.N.…”, del 13.09.2012, nº 57142 “Lombardozo…”, ya
citada, entre otras).-
Y ello incluso ha llevado a diferenciar dos etapas dentro del
proceso de violencia familiar. La primera, consistente en el dictado de alguna de las
medidas contempladas como remedio eficaz ante la urgencia del caso para neutralizar la
crisis, pero que de ningún modo soluciona la raíz del problema. Y la segunda, dada por
todas aquellas acciones que tiendan al análisis exhaustivo de la situación fáctica, la
reversión de la situación de riesgo y la reorganización de las partes (Braga Menéndez,
Miguel, “La violencia familiar. Análisis jurídico y social de un problema de actualidad”,
Suplemento de Actualidad, La Ley, 02.10.2003).-
Aplicando dichos principios al sub-lite, este tribunal debe
advertir que -tal como fuera puesto de manifiesto ut-supra- el plazo por el cual se ordenara
oportunamente la ampliación de las medidas en ciernes ha arribado a su término. Y ello
así, sin que se hayan ordenado, desde la instancia de origen, todas las restantes medidas
contempladas en el plexo normativo de violencia familiar con el objeto de arribar –a partir
de su efectivización- a un diagnóstico de la situación familiar en que las partes se hallan
inmersas; aún cuando, tal como se señalara en el párrafo anterior, su disposición deviene
imperativa.-
En consecuencia, y siendo que -conforme lo establece la propia
ley de violencia familiar en su art. 12- las medidas ordenadas en su marco resultan
prorrogables, ha de concluirse que en el sub examine ha existido una prórroga de hecho
de las mismas. Por lo tanto, una vez remitidos los autos a la instancia de origen,
deberá en forma urgente evaluarse desde allí si corresponde fijar un nuevo plazo de
duración de las medidas oportunamente dispuestas y ampliadas, y durante dicho
lapso ordenar y efectivizar, con la mayor premura posible, todas las medidas
contempladas en el plexo normativo de violencia familiar que aún no se hayan
efectivizado y que el juez a-quo estime pertinentes para determinar el curso de
acción a seguir (conf. arts. 8º, 9º, 11 y cc de la ley nº 12569).-
Por todo lo expuesto SE RESUELVE: 1) Desestimar el recurso
subsidiario de apelación interpuesto por el denunciado a fs. 93/94vta., y confirmar así la
resolución de fs. 78 en lo que fuera expresa materia de agravio, por los fundamentos y
con los alcances establecidos en los parágrafos III), IV) y V). 2) Devolver los autos a la
instancia de origen a fin de que, desde allí y en forma urgente, se evalúe si corresponde
fijar un nuevo plazo de duración de las medidas oportunamente dispuestas, lapso durante
el cual deberán ordenarse y efectivizarse, con la mayor premura posible, todas las
medidas contempladas en el plexo normativo de violencia familiar que aún no se hayan
efectivizado y que el juez a-quo estime pertinentes para determinar el curso de acción a
seguir (conf. arts. 8º, 9º, 11 y cc de la ley nº 12569), por los argumentos vertidos en el
apartado III), IV) y V). 3) Costas en la Alzada al apelante vencido (arts. 68 y cc del CPCC),
difiriéndose la regulación de los honorarios profesionales para la oportunidad prevista en el
art. 31 del Decreto-ley 8904/77. 4) Habiendo la Sra. Asesora de Incapaces Ad-hoc omitido
constituir domicilio en Alzada, se encomienda al Sr. juez de primera instancia que, una vez
devueltas las presentes actuaciones, se corra vista de las mismas a la Sra. Asesora
interviniente en autos a fines de que se anoticie del contenido del presente resolutorio.
Notifíquese por Secretaría y devuélvase.-

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