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NARRADOR: ―Había una vez una preciosa niña que siempre llevaba

una capa roja con capucha para protegerse del frío. Por eso, todo el
mundo la llamaba Caperucita Roja. Esta niña vivía con su mamá en
una casa cerca del bosque. Un día, la madre de Caperucita salió a la
puerta de la casa para pedirle algo a la pequeña…

MADRE (se asoma a la puerta con una canasta en la mano):


―¡Caperucita! (Pausa, más fuerte). ¡¡Caperucita!!

CAPERUCITA (entra brincando desde el otro extremo): ―¡Sí, mamá!


¡Aquí estoy!

MADRE: ―Ah, querida. Tengo que pedirte un favor. Mira, tu abuela


está un poco resfriada y quiero enviarle esta canasta con algunos
alimentos para que pueda ponerse mejor: pan, frutas, leche y un poco
de manteca.

CAPERUCITA: ―¿Quieres que yo le lleve la canasta a la abuelita?

MADRE: ―Sí, querida.

CAPERUCITA: ―¡Qué lindo, mamá! Me gusta mucho ir a visitar a la


abuela.

MADRE: ―Y a ella le encanta verte. (Le alcanza la canasta.) Toma.

CAPERUCITA (tomando la canasta): ―Ya se la llevo, mami.

MADRE: ―¡Gracias! Sigue el camino sin apartarte de él… Y no hables


con ningún desconocido.

CAPERUCITA: ―No te preocupes, tendré en cuenta todo lo que me


dices. ¡Hasta luego, mamá! (Se aleja.)

MADRE: ―Hasta luego, hija. (Entra en la casa.)

Acto II
(Un sector del sendero en medio del bosque. Aparece CAPERUCITA
por uno de los lados, el LOBO la observa escondido detrás del tronco
de un árbol.)

NARRADOR: ―Cuando llegó al bosque, la pequeña comenzó a


distraerse mientras contemplaba los pajaritos y recogía flores. No se
dio cuenta de que alguien la observaba detrás de un árbol.

CAPERUCITA (mientras recoge flores): ―¡Qué hermosas flores! La


abuelita se pondrá muy contenta cuando le regale este ramo.

LOBO (saliendo de su escondite): ―¡Hola!

CAPERUCITA (se sobresalta y luego saluda): ―¡Hola!

LOBO: ―¿Qué haces, pequeña?

CAPERUCITA: ―Junto flores para mi abuela, que vive en el otro


extremo del camino. Y le llevo algo para que coma, porque la pobre
está resfriada.

LOBO (aparte): ―¡Qué suerte tengo! Hoy me daré un gran banquete:


la nieta y la abuela… (A CAPERUCITA.) ¡Qué buena idea la de
llevarle flores! Es un regalo muy bonito… Mira. Si sigues por ese
sendero del costado (señala hacia un lado), tardarás unos minutos
más en llegar, pero podrás encontrar unas flores preciosas.

CAPERUCITA (dando muestras de alegría): ―¡Qué lindo! Muchas


gracias por la información… Voy a elegir las flores más coloridas.

LOBO: ―Sin duda, pequeña. Tu abuelita se va a emocionar mucho


(disimula la risa).

CAPERUCITA: ―Adiós. (Sale por el lado que le indicó el LOBO.)

LOBO: ―Adiós. (Aparte.) Pobre niña… ¡No sabe la sorpresa que se


va a llevar! Vamos ya mismo a la casa de la abuelita.

(Sale por el otro lado.)


Acto III

(Interior de la casa de la ABUELA. La anciana está en la cama, con


una cofia en la cabeza y cubierta con una manta.)

NARRADOR: Caperucita, a pesar de las recomendaciones de su


mamá, hizo caso a lo que le había dicho el extraño y se desvió del
camino principal para juntar flores. No sabía que el astuto lobo había
elegido el trayecto más corto para llegar primero a su destino. Cuando
estuvo ante la casa de la abuela…

(Se escucha un golpe en la puerta: “Toc, toc, toc”.)

ABUELA: ―¿Quién es?

LOBO (del otro lado, fingiendo una voz aguda): ―Soy Caperucita, tu
nieta. He venido a visitarte.

ABUELA: ―¡Qué alegría, Caperucita! Puedes pasar, la puerta está sin


llave.

LOBO (entra): ―¡¡Hola!! (La ABUELA se sobresalta y se le cae la


cofia.) ¡Vamos, abuelita! Levántate de la cama y acompáñame. (La
ABUELA se levanta con dificultad, el LOBO la conduce hacia un
lateral y ambos salen de escena; se escucha la voz del LOBO.) Y
ahora… te comeré de un bocado… ¡Ñam! (El LOBO vuelve a
aparecer en escena, con la panza inflada.) Muy bien. Ahora, ¡a seguir
con el plan!

(El LOBO se mete en la cama, se cubre bien con la frazada y se


coloca la cofia en la cabeza. Pasan unos instantes y se escucha
nuevamente un golpe en la puerta: “Toc, toc, toc”.)

LOBO (fingiendo una voz aguda): ―¿Quién es?

CAPERUCITA (del otro lado): ―Soy Caperucita, tu nieta. He venido a


visitarte.
LOBO: ―¡Qué alegría, Caperucita! Puedes pasar, la puerta está sin
llave.

(CAPERUCITA entra con la canasta en una mano y el ramo de flores


en la otra, se acerca a la cama.)

CAPERUCITA: ―¡Hola, abuela! Mamá te envía algunas cosas ricas


(le muestra la canasta). Y yo te traje estas flores (le muestra el ramo).

LOBO: ―¡Mi niña! ¿Qué bonitas flores! Acércate para que pueda oler
su aroma.

CAPERUCITA (se acerca y mira sorprendida a quien cree que es su


ABUELA): ―Abuelita…

LOBO: ―Sí, querida.

CAPERUCITA: ―¡Qué ojos tan grandes tienes!

LOBO: ―Son para verte mejor, mi pequeña.

CAPERUCITA: ―Abuelita, abuelita, ¡qué orejas tan grandes tienes!

LOBO: ―Son para oírte mejor, querida.

CAPERUCITA: ―Abuelita, abuelita, ¡qué boca tan grande tienes!

LOBO (saltando de la cama): ―¡Es para comerte mejor!

(CAPERUCITA comienza a correr por toda la escena y el LOBO la


persigue. Salen por un lateral y se escuchan sus voces.)

CAPERUCITA: ―¡Socorro!

LOBO: ―Vamos, niña. ¡Tengo mucha hambre!

CAPERUCITA: ―¡Socorro! ¡Socorro!


LOBO (se sigue escuchando su voz desde fuera de escena): ―¡Ñam!
¡Otro bocadillo a la panza…! ¡Qué sueño me ha dado tanta comida!
Me quedaré en este rincón tranquilo para dormir. (Pausa y, luego,
ronquidos.) Zzzzzzz.

LEÑADOR (entra por la puerta): ―¿Qué ha ocurrido aquí? ¿Qué era


todo el griterío que se escuchó hace un rato? (Recorre la escena y se
asoma a la puerta por donde había salido el LOBO.) ¡Lobo malvado!
¿Qué has hecho? ¿Dónde está la anciana que vive en esta casa?
Ah… ¡Esa panza es una pista que indica donde está! Es hora de
abrirla para investigar… Por fortuna, he traído mi cuchillo.

NARRADOR: ―Y, aprovechando el sueño profundo del Lobo, el


Leñador le abrió la panza, de donde salieron la abuela y Caperucita
bastante asustadas.

(CAPERUCITA, la ABUELA y el LEÑADOR vuelven a escena.)

CAPERUCITA: ―¡Gracias! ¡Muchas gracias! ¡Qué susto!

LEÑADOR: ―De nada, pequeña. ¿Estás bien?

CAPERUCITA: ―Sí, por suerte. Fue un susto… Pero… (a la


ABUELA) ¿Cómo estás, querida abuelita?

ABUELA: ―¡Bien, mi pequeña! Feliz porque este amable caballero


nos ha salvado. Muchas gracias, señor.

(CAPERUCITA y la ABUELA comienzan a sacar los alimentos de la


canasta para preparar la merienda. El LEÑADOR se va.)

LEÑADOR (mientras sale): ―No hay de qué, señora. ¡Hasta luego! ¡Y


tengan más cuidado la próxima vez! Este bosque, a veces, se vuelve
muy peligroso.

NARRADOR: ―El susto había pasado y Caperucita había aprendido


la lección: nunca más desobedecería a su mamá ni volvería a hablar
con extraños.

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