Está en la página 1de 4

Caperucita Roja.

Personajes:

Caperucita Roja.
Mamá de Caperucita.
Lobo Feroz.
Abuelita.
Leñador.
Narrador.

Primera parte.

(Entra en escena el Narrador, posteriormente la mamá de Caperucita que se encuentra


preparando la canasta que le enviará a su mamá; después entra Caperucita a escena que se encuentra
jugando con una mariposa).

Narrador: Había una vez, en una pequeña cabaña en medio del bosque, una pequeña familia,
conformada por su madre y su hija. La pequeña niña había recibido una caperuza roja de regalo, por
parte de su abuela, y le gustó tanto, que casi nunca se la quitaba. Es por eso que todo mundo la llamaba
Caperucita Roja. Un día, su mamá le pidió a Caperucita que visitara a su abuela, y con ello le llevara
una canasta con muchas maravillas culinarias.

Mamá de Caperucita: ¡Caperucita! ¡Caperucita! (gritando) Ven acá…. ¿Dónde estás? Necesito que
vengas, para ayudarme con un asunto.

Caperucita Roja: (Deja de jugar con la mariposa y se dirige a su casa). Nos vemos después pequeña
amiga, sigue volando libre, hermosa mariposa… Ahí voy mamá.

Mamá de Caperucita: Hija, necesito que vayas a casa de tu abuela a dejarle, estos pastelillos y
mermeladas que acabo de hacer.

Caperucita Roja: Claro que sí mamá, no hay ningún problema.

Mamá de Caperucita: ¡Por favor Caperucita! Vé con mucho cuidado. Recuerda que no debes hablar con
ningún extraño, ya que no son de confiar.

Caperucita Roja: Lo sé mamá. Ya me lo has repetido muchas veces. Te prometo cuidarme mucho y no
hablar con ningún extraño.

Mamá de Caperucita: Está bien hija mía. Le das muchos abrazos y besos de mi parte a tu abuelita, que
se ha sentido muy sola últimamente. De igual manera, le ayudas en todo aquello que te solicite.

Caperucita Roja: Claro que sí mamá. Cuidaré muy bien a mi abuelita, y regresaré a casa antes de que
oscurezca.

Narrador: Caperucita emprendió su camino a casa de su abuela, cantando y saltando como de


costumbre lo hacía. Así como, disfrutando del bello paisaje que la rodeaba. Cuando de pronto, un lobo
se le apareció de frente.
(Entra el Lobo Feroz a escena).

Lobo Feroz: Hola pequeña niña. ¿Cómo te llamas? ¿Y qué haces caminando sola por el bosque?
¿Acaso te has perdido?

Caperucita Roja: Hola señor. Todo mundo me conoce como Caperucita Roja, así que puede llamarme
así, y no, no me he perdido.

Lobo Feroz: ¿Entonces hacia dónde te diriges? ¿Y qué es eso que llevas en esa pequeña canasta? (se
dirige a la canasta que llevaba Caperucita)

Caperucita Roja: Voy en camino a casa de mi abuela, a dejarle estos pastelillos y mermeladas que mi
mamá cocinó para ella.

Lobo Feroz: Interesante…. ¿Tú abuelita se encuentra sola?

Caperucita Roja: Si señor Lobo. Vive completamente sola, por eso iré a visitarla.

Narrador: El Lobo Feroz pensó para sus adentros, que tanto la niña y su abuela serían una rica cena; y
muy fácil de conseguir, ya que Caperucita era apenas una pequeña y su abuela se encontraba viviendo
sola en casa. Así que, decidió idear un plan, para poder comerse a ambas.

Lobo Feroz: Mi gran y recien amiga Caperucita, te parece si jugamos un rato. ¿Qué tal si hacemos una
competencia a casa de tu abuelita? ¿Por dónde vive?

Caperucita Roja: Me parece una excelente idea, y muy divertida. Acepto, mi abuelita vive casi a las
orillas del bosque, después del arroyo.

Lobo Feroz: Muy bien entonces yo iré por este camino y tú por aquel. Entonces nos vemos en la meta,
pequeña niña.

Narrador: El Lobo Feroz había escogido el camino más corto, así que llegó primero a casa de la pobre
anciana, la cual se encontraba descansando, en pijama y en su silla mecedora. El Lobo Feroz, tocó la
puerta.

Abuelita: ¿Quién es? ¿Caperucita Roja eres tú? Vienes a ver a tu vieja y querida abuela.

(Nadie contestó)

Abuelita: Caperucita… Es de mala educación no contestar cuando se te está hablando.

(El silencio permaneció)

Abuelita: Muy bien Caperucita, iré a abrir la puerta. Pero te recuerdo que el día de hoy, tienes una
actitud muy rara.

(La abuelita se dirigió a abrir la puerta).

Abuelita: ¡Oh dios mío! Tú no eres Caperucita…. (espantada) ¡Por favor, alguien ayúde….!
(El Lobo se come a la abuela de Caperucita)

Narrador: El Lobo Feroz devoró de un bocado a la pobre abuelita de Caperucita. De inmediato, se puso
una pijama del ropero de la pobre anciana, y se recostó en la cama, a esperar a que llegara Caperucita,
para poder comérsela.

(Llega Caperucita a casa de la abuela y toca la puerta y se abre sola).

Caperucita Roja: ¡Abuelita! Ya llegué… ¿Dónde estás abuela? ¿Por qué todo está tan oscuro?

Lobo Feroz: (Imita la voz de una anciana) Oh Caperucita… Estoy recostada en la cama, ven hija mía,
acércate un poco.

Caperucita Roja: ¿Abuelita te sientes bien? Tú voz se oye algo ronca, te traje unos pastelillos y
mermeladas que mi mamá hizo.

Lobo Feroz: Me siento un poco enferma, hija mía. Por favor acércate un poco más.

Caperucita Roja: Abuelita, te veo algo rara… ¿Por qué tienes esas enormes manos?

Lobo Feroz: Es que son para agarrar las cosas mejor…

Caperucita Roja: Y veo que te han crecido las orejas…

Lobo Feroz: Son para oírte mejor pequeña niña.

Caperucita Roja: Y tu boca se ve enorme….

Lobo Feroz: (Se levanta el Lobo de la cama) Oh niña… Es para comerte mejor…

(Se come a Caperucita, pero antes Caperucita dá un enorme grito de pánico, y entra el leñador a
escena).

Narrador: El Lobo Feroz había logrado su cometido, y se encontraba satisfecho. Lo único malo es que
no se esperó que un viejo leñador pasara por la casa de la abuela y escuchara el grito de la pobre niña.

Leñador: ¿Pero qué fue eso? Ese grito provino de esa casa… Creo que iré a inspeccionar.

(Se dirige hacia la casa de la abuela, entra en ella, ya que la puerta se encontraba abierta).

Leñador: ¿Hay alguien aquí? (Ve al Lobo Feroz con una enorme barriga) Horrible criatura, ¿pero qué
has hecho?

(Antes de que el Lobo contestara, el leñador le dió un hachazo y le abrió el estómago, donde se
encontraban la abuelita de Caperucita y Caperucita).

Leñador: ¿Estás bien? ¿Se encuentran bien? No teman, que he matado a la horrible bestia que las había
devorado.
Abuelita: Oh señor, pero que suerte que usted se encontrara cerca de mi casa, le agradezco mucho que
nos haya salvado.

Leñador: No me agradezca señora, me alegro haberlas podido ayudar. Lo que no comprendo, es como
el Lobo logró saber de usted y su vulnerabilidad.

Caperucita Roja: Creo que eso fué mi culpa, me encontré con él en el camino, y le dije donde vivía mi
abuela y cómo llegar.

Leñador: ¡Pero niña! ¿Acaso tu madre no te ha dicho que no hables con extraños en el bosque?

Caperucita Roja: Muchas veces. Oh abuelita lo siento mucho (se pone a llorar).

Abuelita: Tranquila hija, ya pasó… Pero recuerda siempre seguir las instrucciones de los adultos que te
quieren y protegen.

Caperucita Roja: Lo haré, abuelita. Juro que lo haré.

Narrador: Entonces Caperucita prometió ser más cuidadosa, y para agradecer al viejo leñador por
haberlas salvado. Su abuelita y ella le ofrecieron comer unos cuantos pastelillos. Caperucita aprendió a
seguir las instrucciones de su mamá, y nunca jamás volvió a hablar con desconocidos.

También podría gustarte