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Asignatura: Prehistoria de la Península Ibérica.

Alumno: Olmo Camarero Aguilar.

Grupo: 3

Esta reseña tiene la finalidad de hacer un análisis crítico del artículo “La muerte entre
los cazadores-recolectores. El comportamiento funerario en la Península Ibérica
durante el Paleolítico Superior y el Mesolítico” redactado por Pablo Arias Cabal en el
año 2014 y publicado en la universidad de Valladolid. La reseña cuenta con el propósito
de sacar una serie de propuestas y conclusiones a raíz del artículo a partir de un análisis
crítico del contenido.

La riqueza y novedad de la obra reside desde nuestra postura en las interesantes


propuestas que comparte el autor respecto a la conexión de las condiciones económicas
con el mundo funerario y la ideología característica de los patrones de enterramiento.
Compartimos sus tesis y añadiremos un análisis que profundice en estos elementos de la
vida humana.

Por otro lado, consideramos muy positiva la exposición de estos patrones funerarios,
que se alejan de una descripción esquemática, siempre conectada a los patrones de
asentamientos. Un análisis además que explica el porqué de las diversas pautas
funerarias y por qué no existe un esquema homogéneo de las mismas.

Pasemos pues al análisis del contenido. El paleolítico superior en el contexto de la


Península Ibérica tiene como características en el ámbito funerario la amputación de
cabeza y pies, e incluso el intercambio de partes del cuerpo entre distintos sujetos, como
es el caso de Cueva Morín. Esta última pauta da a entender que estos cuerpos
deformados fueron intencionados por las propias poblaciones de la época, hecho que
nos deja muchas incertidumbres sobre su significado ideológico. Debemos resaltar a su
vez que no es una pauta únicamente relacionada a este contexto histórico-geográfico,
sino que es típica además de Oriente Próximo en el periodo neolítico, por ejemplo. La
presencia de huesos de animales y escasa cultura material asociada podría además ser
signo de las propias condiciones económicas de las comunidades: subsistencia y
depredación. Estas ofrendas serían signos de objetos de escaso valor de uso (material
lítico usado y desgastado probablemente asignados al individuo por un lado y por otro
restos óseos de animales carentes de propósito utilitario)
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Los restos están parcialmente afectados por el fuego. Esto puede haber sido referencia a
la combustión de objetos inflamables en el proceso ritual ejercido una vez un individuo
fallecía, como veremos más adelante en otros yacimientos.

Lagar Velho constituye otro gran yacimiento, donde parece que encontramos un
aumento de la complejidad de las prácticas funerarias. La presencia de ocre y una
cultura material más compleja, como los restos óseos perforados, quizá relacionados a
un collar u otro instrumento de uso rudimentario. La combustión en este yacimiento está
relacionada a pequeños ramajes de pino situados debajo del cuerpo, una posible pauta
funeraria que podría haber estado presente también en Cueva Morín, yacimiento en el
que encontrábamos también ciertas evidencias de uso de fuego.

Las prácticas mesolíticas no siguen un patrón homogéneo tampoco, sino que éstas están
relacionadas con las condiciones ambientales y económicas concretas que poseía el
entorno de las comunidades cazadora-recolectoras.

Tito Bustillo, por ejemplo, carece tanto de ajuar como de recubrimiento, así como
Jaizkibel, por lo que cabría intuir una falta constante de riqueza material que otorgar a
los muertos en estos yacimientos. En Molino de Gasparín, siguiendo el ejemplo
anterior, tenemos la presencia de 3 picos asturienses, por lo que podríamos intuir que
existió cierto excedente de la producción lítica, suficiente como para poder otorgar
varias piezas en los rituales. La presencia de ocre (Yacimiento de La Braña-Arintero)
estaría relacionada con una fuente para la obtención de dicho material, la mayor
aparición de restos animales con una mayor productividad en la caza, y es bajo este
esquema que podemos entender el porqué de la heterogeneidad de las pautas funerarias,
siempre en relación con la disponibilidad de los recursos.

Esta conexión del ámbito simbólico con la esfera de producción puede contemplarse a
nivel estratigráfico. En este sentido el autor menciona el desmantelamiento intencionado
de los restos óseos de los individuos en descomposición y colocados en zonas de
depredación de recursos como son los concheros, lugar en la que se mezclan depósitos
humanos y pertenecientes a moluscos.

Esta tendencia a la interconexión de los ámbitos económico-simbólicos que veníamos


comentando se observa también en la posición de las tumbas, situadas en el mismo nivel
estratigráfico. Este tipo de localizaciones se contempla especialmente en los
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yacimientos de Aizpea y Molino de Gasparín, por lo que parece que esta pauta funeraria
caracterizada por la dispersión en la deposición de los restos funerarios no se limitó a un
contexto espacial limitado.

Sin embargo, todas las prácticas mencionadas hasta ahora no muestran apenas patrones
de homogeneidad en los yacimientos, sino, como mencionábamos al inicio de la
exposición, reina la heterogenidad. Sin embargo, debido por un lado a la distribución
espacial, y a la disposición de la cultura material en los ajuares por otro, podemos sacar
una serie de conclusiones generales sobre los yacimientos a pesar de esta diversidad en
su contenido.

En primer lugar, respecto a la deposición de restos funerarios y el establecimiento de


zonas relacionadas al ámbito simbólico, podemos observar una tendencia a una
ubicación de estas zonas en las mismas viviendas, compartimentándose así con el resto
de esferas de la vida humana. Esta pauta también se contempla en los patrones de
asentamientos en cuevas, si bien hay que especificar que en esta última localización el
enterramiento se da en las zonas más profundas de las mismas. Por tanto, en este último
caso no se aprecia de manera tan clara esta conexión del mundo económico y simbólico.

En lo que refiere al contenido de los ajuares, el autor da a entender que la diferenciación


entre aquellos ajuares masculinos y femeninos. Concordamos con el autor en que es
difícil establecer un patrón sobre qué herramientas tanto productivas como simbólicas
podrían haber estado relacionadas con cada sexo, y por supuesto, aún más ambiguo es la
demostración de una división sexual del trabajo a partir de la evidencia empírica con la
que contamos. También es plausible que existiera un distinto nivel de desarrollo de los
grupos paleolíticos y mesolíticos y por tanto una falta de heterogeneidad en las
actividades económicas. Esta última tesis podría ser explicada mediante la diversidad
que nos ofrecen los ajuares.

La presencia, por otro lado, de elementos de utilidad ambigua, como restos óseos de
animales perforados, pero que en cualquier caso no son muestra de una jerarquía
adscrita sino adquirida, pues no estamos en el contexto de una economía que produzca
excedente apropiado jerárquicamente. Posiblemente estos objetos tuvieran un
significado extraeconómico y vinculado únicamente al mundo funerario, o quizá
asociado a un uso rudimentario como signo de prestigio o meramente decorativo a la
hora de exhibirse.
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¿Qué conclusiones podemos sacar en base al análisis realizado? Por un lado podemos
establecer una breve serie de tendencias generales en los lugares de enterramiento y
levemente en lo que refiere a pautas funerarias, principal objeto del artículo. El aumento
relativo de riqueza en los ajuares y el aumento de complejidad de los mismos en los
contextos mesolíticos estarían posiblemente relacionados con la diversificación de la
obtención de los recursos en esta era. Para explicar este suceso, así como la
heterogeneidad de los yacimientos, creemos necesario usar un marco teórico. Este
marco que hemos aplicado para enriquecer el contenido desarrollado por el autor es el
de la visión del mundo funerario-ideológico como un producto de las condiciones
económicas y ambientales del entorno.

Creemos que esta manera de entender la vida funeraria complementa a las tesis del
autor, especialmente a las conclusiones que expone acerca a la posibilidad de la
compartimentación del espacio y de la posibilidad de una división sexual del trabajo,
pues estas propuestas se contemplan desde la evidencia material en el ámbito funerario.

Por tanto creemos necesarios establecer una relación causal entre el espectro de las
actividades económicas y el referido a la simbología. Este enfoque nos permite además
entender la evolución de la complejidad de los enterramientos y pautas funerarias.

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