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Reseña histórica

Paradigmas

Supuestos económicos

supuestos técnicos

aplicación
Analisis del modelo económico de libre mercado

representantes

Adam Smith

Ya Adam Smith notaba que el funcionamiento del mercado libre requiere una posición
ética: para Smith la justicia tiene una función fundamental como “el pilar principal que
mantiene todo el edificio” , es decir, es el fundamento que hace posible mantener una
cohesión social; cohesión que sustenta el orden público necesario -en la opinión de
Smith- para asegurar el buen funcionamiento económico.

Sin embargo, esa no es la percepción más común del trabajo de Smith: “Para evitar el
análisis de una realidad humana compleja, la economía ha glorificado el supuesto de
la motivación egoísta, extendiéndolo a todas las acciones económicas. Es sólo una
parte de la verdad: el hombre económico no solamente se sale en ocasiones de los
patrones de la racionalidad, sino que está en su naturaleza no comportarse siempre
bajo el restringido supuesto de la búsqueda del máximo interés propio. Adam Smith
generó una cohorte de defensores del egoísmo como explicación del comportamiento
económico a pesar de que su misma obra niega la simplificación del conjunto de
motivaciones mediante el arquetipo del agente egoísta. La dimensión ética encierra
enormes complejidades, pues el 'homo economicus' habrá de moverse por egoísmo o
por otros objetivos según el caso, y el análisis científico deja de ser tan simple como
muchos quisieron hacerlo. Pero sólo integrando la ética en la economía se puede
avanzar en el acercamiento a la realidad. Las normas y valores que guían el
comportamiento colectivo tienen, por lo demás, un papel decisivo en el desarrollo de
las sociedades. Lo que incita aún más a la economía a preocuparse por las
consideraciones éticas como factor indispensable de su análisis.”. Esto ha dado origen
al llamado problema de Smith: “El "problema de Smith" es fruto de lecturas positivistas
que no consideran el contexto general, ni las interrelaciones existentes entre las
distintas partes del programa de investigación smithiano. En realidad, se puede
comprobar que existen muy importantes analogías entre la configuración social
propuesta en la Teoría de los sentimientos morales y la armonía del mercado de La
riqueza de las naciones, hasta el punto de ser parte de un mismo paradigma.

Friedrich Hayek

Sin embargo, Friedrich von Hayek sugiere que en lo anterior hay un problema
fundamental. La ética es producto de la actividad humana y, como tal, no ha
permanecido sin cambio a través del proceso histórico. Hayek advierte sobre la posible
confusión de la ética solo como expresando lo que el llama la ética del “pequeño
grupo”, que en realidad fue o está siendo gradualmente reemplazada por lo que Hayek
llama la ética “del orden extendido.” (o grupo extenso). Esta nueva ética es la del
mercado, del mundo de los negocios y los contratos, la ética de la sociedad civil, que
abandona la persecución de fines colectivos a favor de reglas abstractas, de aplicación
general, que facilitan la obtención de fines individuales. Esta ética sirve de mecanismo
impersonal para la coordinación de acciones y planes individuales con tanto los de
otros individuos como la sociedad misma en grupos extensos. El mecanismo
fundamental de esta ética es un proceso de intercambio que se rige por reglas
impersonales.

Lo anterior implica que el mercado es ajeno, según Hayek, a cuestiones de justicia


social. El término justicia social

“no puede aplicarse a los resultados de una economía de mercado: no puede haber
justicia distributiva donde nadie distribuye. La justicia tiene sentido sólo como una
regla de conducta humana y ninguna regla concebible para la conducta de los
individuos que se ofrecen entre sí, bienes y servicios en una economía de mercado
producirá una distribución que pueda describirse con significado como justa o injusta”.

Sin embargo algunos sugieren que la “ética del mercado” no es universalmente


aplicable en la sociedad, cualquiera sea el tamaño de esta:

“Probablemente la aportación más destacada que los padres de la "Economía Social


de Mercado" hicieron al pensamiento político-económico consiste en la clara
delimitación que marcaron entre la economía de mercado como conjunto de
instrumentos organizativos por un lado, y el objetivo de una sociedad "justa",
concebida de manera independiente de aquel, por el otro. De modo expreso, no
dejaron librada enteramente a los mecanismos del mercado la distribución del
bienestar social. Bien por el contrario, impusieron la vigilancia permanente y,
eventualmente, la corrección de los efectos distributivos del mercado con miras a
alcanzar mejor el objetivo distributivo, el cual en sí es independiente del mercado.
Mientras que el mercado en principio siempre tiene la razón cuando se trata de la
asignación de recursos, incluyendo el factor trabajo, esto no es igualmente válido con
respecto a la asignación definitiva de derechos de consumo. Si el mercado concede un
ingreso muy por debajo del promedio a determinados actores, la concepción de la
economía social de mercado no se da por satisfecha con estas circunstancias, sino las
considera motivo para una corrección estatal.”.

Max Weber

Sobre la relación entre ética y mercado, el sociólogo clásico Max Weber escribió:

La comunidad de mercado, en cuanto tal, es la relación práctica de vida más


impersonal en la que los hombres pueden entrar. No porque el mercado suponga una
lucha entre los partícipes. Toda relación humana, incluso la más íntima, hasta la
entrega personal más incondicionada, es, en algún sentido, de un carácter relativo, y
puede significar una lucha con el compañero, quizá para la salvación de su alma. Sino
porque es específicamente objetivo, orientado exclusivamente por el interés en los
bienes de cambio. Cuando el mercado se abandona a su propia legalidad, no repara
más que en la cosa, no en la persona, no conoce ninguna obligación de fraternidad ni
de piedad, ninguna de las relaciones humanas originarias portadas por las
comunidades de carácter personal. Todas ellas son obstáculos para el libre desarrollo
de la mera comunidad de mercado y los intereses específicos del mercado; en cambio,
éstos son las tentaciones específicas para todas ellas. Intereses racionales de fin
determinan los fenómenos del mercado en medida especialmente alta, y la legalidad
racional, en particular la inviolabilidad formal de lo prometido una vez, es la cualidad
que se espera del copartícipe en el cambio, y que constituye el contenido de la ética
del mercado que, en este respecto, inculca una concepción muy rigurosa: en los
anales de la bolsa es casi inaudito que se rompa el convenio más incontrolado e
improbable cerrado con la firma. Semejante objetivación -despersonalización-
repugna, como Sombart lo ha acentuado a menudo en forma brillante, a todas las
originarias formas de las relaciones humanas. El mercado 'libre", esto es, el que no
está sujeto a normas éticas, con su explotación de la constelación de intereses y de
las situaciones de monopolio y su regateo, es considerado por toda ética como cosa
abyecta entre hermanos. El mercado, en plena contraposición a todas las otras
comunidades, que siempre suponen confraternización personal y, casi siempre,
parentesco de sangre, es, en sus raíces, extraño a toda confraternización. En primer
lugar, el cambio libre tiene lugar sólo fuera de la comunidad de vecinos y de todas las
asociaciones de carácter personal; el mercado es una relación entre fronteras de lugar,
sangre y tribu, en su origen la única relación formalmente pacífica en ellos. No puede
darse originariamente un actuar entre compañeros de comunidad con la intención de
obtener una ganancia en el cambio, como tampoco es ninguna necesidad entre ellos
en épocas de economía agraria autónoma. Nos presenta, plásticamente, la expresión
contra la confraternización personal una de las formas más características del
comercio poco desarrollado: el "comercio mudo", evitando contacto personal, en el
cual el ofrecimiento se hace colocando en cualquier parte la mercancía, de la misma
manera la contraoferta, y el regateo mediante acrecentamiento de los objetos
ofrecidos por ambas partes, hasta que una de ellas, no satisfecha, se marcha o,
satisfecha, toma consigo la mercancía de la otra. La garantía de la legalidad de los
actores del cambio descansa únicamente en el supuesto, hecho con razón por ambas
partes, de que cada una de ellas tiene un interés en continuar en el futuro las
relaciones de intercambio, sea recíprocamente, sea con otros compañeros; por eso
mantienen lo convenido y se evitan, por lo menos, las graves violaciones a la buena fe.
En tanto que existe aquel interés es válido el principio: honesty is the best policy, que
naturalmente no es de ningún modo de una exactitud racional universal y, por eso,
también tiene una validez empírica oscilante, la más elevada, como es natural, para
explotaciones racionales con una clientela permanente. Pues, en el campo de las
relaciones firmes de clientela, capaces, por consiguiente, de ir acompañadas del
aprecio personal mutuo de las cualidades éticas pertinentes, las relaciones de
intercambio, sostenidas por el interés de los partícipes, pueden despojarse, del modo
más fácil, del carácter de regateo ilimitado, a favor de una limitación relativa de la
oscilación del precio y de la explotación de las constelaciones del momento. Y esto,
por interés propio. Los detalles, importantes por sus consecuencias sobre la fomación
del precio, no nos interesan aquí. El precio fijo, esto es, el mismo precio para todo
comprador y el estricto realismo, no es sólo propio de los mercados locales de la Edad
Media en Occidente, en un alto grado específico en contraposición al Oriente y Lejano
Oriente, sino que es, además, supuesto y a su vez producto ele una detemlinada
etapa de la economía capitalista, a saber, del capitalismo naciente. No se da cuando
esta etapa desaparece. Falta, además, en todos aquellos estamentos y otros grupos
que participan en el cambio no regular y activamente sino sólo ocasional y
pasivamente. El principio: caveat emptor, vale, por ejemplo, según la experiencia, casi
siempre en el comercio con capas feudales o en el caso de compra de caballos entre
camaradas de la caballería, como lo sabe todo oficial. La ética específica del mercado
les es extraña; el comercio, para su concepción, como para la asociación vecinal
campesina, es una vez por todas idéntico con una conducta en la que la cuestión está
en ver quién engaña a quién.

El carácter impersonal de las puras relaciones de negocio, racionales desde el punto


de vista económico y, por eso, irracionales desde el punto de vista ético, choca, en las
religiones éticas, con un sentimiento de desconfianza nunca claramente expresado
pero tanto más seguro. Toda relación puramente personal de hombre a hombre, sea
como fuere, incluso la de la más completa esclavitud puede reglamentarse éticamente;
pueden insertarse en ella postulados éticos, puesto que su forma depende de la
voluntad individual de los que participan en la relación; por consiguiente, da margen
para la virtud de la caridad. Pero no ocurre así en las relaciones racionales de negocio;
y tanto menos cuanto más racionalmente diferenciadas estén. Las relaciones del
tenedor de una obligación hipotecaria con el deudor de un banco hipotecario, del
tenedor de valores del estado con el contribuyente, de un accionista con los
trabajadores de la fábrica, de un importador de tabaco con los braceros de una
plantación, de un industrial metalúrgico con los mineros, no sólo no están
reglamentadas de hecho en sentido caritativo, sino que tampoco son susceptibles en
principio de tal reglamentación. La objetivación de la economía sobre la base de la
"socialización" que supone el mercado sigue en absoluto su propia legalidad objetiva,
cuya no observancia acarrea el fracaso económico y a la larga la ruina. La
socialización económica racional es siempre objetivación en este sentido, y no es
posible dominar un cosmos de acciones societarias objetivo-racionales con exigencias
caritativas a determinadas personas. El cosmos objetivado, despersonalizado, del
capitalismo no ofrece en absoluto ningún lugar para ello. En él fracasan las exigencias
de la caritas religiosa no solamente, como en general, por la resistencia e incapacidad
de las personas concretas, sino porque no tienen sentido. Se enfrenta con la ética
religiosa un mundo de relaciones interpersonales que no puede doblegarse a las
normas de aquélla.

Respecto a la ética capitalista en particular, como una ética sobre el mercado pero no
dentro del mismo, Weber cita las recomendaciones de Benjamin Franklin como
ejemplos de la misma en su obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo
donde observa los vínculos de las pautas de conducta de ahorro y cálculo económico
con los resultados de la ética calvinista.

John Rawls

Profundizando en la temática, John Rawls reintroduce la justicia en la sociedad y el


mercado: La “justicia es la virtud fundamental y en realidad, indispensable del sistema
social”. Rawls establece una diferencia entre lo bueno y lo justo. Lo bueno,
simplificando mucho, corresponde generalmente a lo moral, aquello sobre lo cual
incluso individuos de buena voluntad pueden legítimamente disentir: hay diferencias
de opinión acerca de que es lo bueno o correcto desde el punto de vista del judaísmo,
cristianismo, budismo, etc. Lo justo corresponde a la ética, y es, en principio, algo
acerca de lo que puede haber un acuerdo general. Rawls ofrece el siguiente
argumento: considérese ya sea un o un grupo de individuos que tengan que decidir
sobre como construir el ordenamiento o las instituciones básicas no una sociedad ideal
pero de una aceptable.82 Esa sociedad no será perfecta, habrá desigualdades.
Diferentes roles sociales tendrán diferentes ventajas y desventajas. Adicional -y
crucialmente- considerese cual seria el efecto sobre la propuesta si las posiciones a
ocupar por los proponentes mismos fueran asignadas al azar. Rawls sugiere que,
dadas esas condiciones, un individuo racional propondría un esquema tal que incluso
el rol social menos favorecido poseyera las suficientes ventajas como para satisfacer
un requerimiento mínimo de desarrollo personal. (ver Teoría de la justicia (libro).
Adicional, y quizás crucialmente, Rawls considera que tales individuos racionales
propondrían medidas para garantizar el estándar de vida mínimo aceptable de
aquellos que son afectados por condiciones inevitables que impiden o precluyen esa
responsabilidad individual, tales como la niñez, vejez, incapacidades ocasionadas por
accidentes y/o condiciones o enfermedades crónicas, etc. (ver “principio de la
diferencia” en “Segundo principio de justicia” ). El resultado seria, en ambos casos,
justo por definición, aunque por diferentes razones: es justo que los individuos se
beneficien de sus esfuerzos, pero también lo es que no sean penalizados por aquello
sobre lo cual no tienen responsabilidad.

Muchos liberales consideran que la contribución de Rawls “revive la idea del contrato
social de Hobbes, Locke, Rousseau y Kant.” y que, como tal, es de mayor importancia
en las concepciones liberales modernas y central al debate político social
contemporáneo. Rawls mismo considera que su posición es un retorno a la del
liberalismo político de personajes tales como “ Hume, Smith, Bentham y Mill, (quienes)
eran teoristas sociales y economistas de primer orden”.

De nuevo, y quizás obviamente, no todos los que se consideran liberales están de


acuerdo: ‘trataremos de resumir las ideas esenciales de Rawls, para concluir que, al
igual que otros célebres socialistas, sus ideas son ilógicas a la par que insostenibles.”
Esto a su vez lleva a algunas respuestas igualmente fuertes: "El neoliberalismo no es
liberal"- que posiblemente reflejen la importancia de la problemática.

Reseña histórica

El mercado libre, libre mercado o mercado liberar (este último término ya está en
desuso) es el sistema en el que el precio de los bienes es acordado por el
consentimiento entre los vendedores y los compradores, mediante las leyes de la
oferta y la demanda. Requiere para su implementación de la existencia de la libre
competencia, lo que a su vez requiere que entre los participantes de una transacción
comercial no haya coerción, ni fraude, etc, o, más en general, que todas las
transacciones sean voluntarias.

Lo anterior se puede entender como una propuesta, constructo social o modelo


económico acerca del funcionamiento del mercado de uso general en economía,
economía política, sociología, ciencias políticas, etc. En las palabras de Ludwig von
Mises:
La construcción imaginaria de una economía de mercado puro o sin trabas supone
que existe división del trabajo y la propiedad privada (control) de los medios de
producción y que por consiguiente hay un mercado para el intercambio de bienes y
servicios. Se supone que el funcionamiento del mercado no es impedido por factores
institucionales. Se supone que el gobierno, el aparato social de compulsión y coerción,
intenta o se interesa en la preservación de la operación del sistema de mercado, se
abstiene de obstaculizar su funcionamiento, y lo protege contra infracciones por
terceros. El mercado es libre, no hay interferencia, de factores ajenos al mercado, con
los precios, tasas de salarios y tasas de interés. A partir de estos supuestos la
economía trata de dilucidar el funcionamiento de una economía de mercado puro. Sólo
en una fase posterior, después de haber agotado todo lo que se puede aprender
desde el estudio de esta construcción imaginaria, se vuelca al estudio de los diversos
problemas planteados por la interferencia con el mercado por parte de los gobiernos y
otras agencias que emplean coerción y compulsión.

Es necesario notar que lo anterior sugiere la posibilidad de dos criterios o


aproximaciones (no necesariamente alternativas). El primero pone énfasis en las
condiciones políticas legales -tales como la libertad de los actores para decidir. Desde
este punto de vista generalmente se considera que la fuente última de una tal
impedimenta es el gobierno o Estado y consecuentemente el concepto se opone al de
mercado regulado, entendido como ese el en cual el gobierno controla las fuentes de
suministros, los precios o la producción, etc. La segunda aproximación pone acento en
las condiciones económicas necesarias para la existencia de un mercado libre. Esas
esencialmente son conocidas como competencia perfecta y su existencia es asumida,
especialmente a niveles introductorios a la disciplina, a fin de facilitar el estudio de la
misma

En la práctica el término economía de libre mercado es utilizado como un término


descriptivo de los sistemas económicos en un territorio particular, usualmente un
estado-nación. Implica que el sistema económico se aproxima al modelo ideal. Tal
sistema concreto puede ser descrito como más libre que otros, como “relativamente
libre” o como "no libre", de acuerdo al criterio utilizado. Que la economía deba ser libre
o el grado de libertad deseable u óptimo o incluso el grado en el cual una economía es
de hecho libre es, junto con sus presumidas precondiciones y consecuencias, una
disputa política, constituyendo uno de los aspectos más importantes del debate político
económico moderno.

Tales problemas son evitados con el uso del término economía de mercado, que se
refiere a cualquiera en la cual el mercado juega un papel "de importancia" pero admite
un rol estatal, es decir, lo que algunos llaman una economía mixta. Sin embargo, no
hay un consenso acerca de cual sería el balance de intervención estatal permisible sin
que una tal economía de mercado se transforme en economía dirigida.
Paradigmas
Estoy observando, con estupor, la propagación en ciertos círculos de opinión de la
idea de que el libre mercado y la no intervención en el mismo está fundamentada en el
concepto darwinista de la selección natural. Dicen estos opinadores que, en los
mercados, sólo los mejor adaptados al medio sobreviven y tienen derecho a operar en
él. Vaya falacia. Examinemos primero el concepto del darwinismo sobre la evolución.
Darwin enunció los principios de la selección natural según la cual las especies mejor
adaptadas son las que se perpetúan en el medio, en su nicho ecológico.
Enmarquemos estas ideas dentro del libre mercado.

Asistiremos a la visualización de una realidad que contradice el presunto darwinismo


del que tan alegremente se apropian algunos teóricos que defienden la libertad de
mercado. Para ellos no es necesario intervenir en los mercados, pues estos proveerán
las respuestas que serán mejores para la mayoría de los elementos que lo
constituyen, es decir, los ciudadanos que lo forman. Pero éste es un concepto
lamarquista del mercado y no darwinista. Ilustrémoslo con un ejemplo, para verlo más
claro: a mediados del siglo XIX millones de bisontes poblaban las praderas
americanas. La explotación de esa despensa de alimentos y pieles por parte de los
indios mantenía un equilibrio entre los cazadores y los animales que habitaban las
praderas. Cuando esa fuente presuntamente inagotable de alimentos fue esquilmada
por los constructores del ferrocarril para alimentar a sus trabajadores, se asistió a la
práctica exterminación de la especie. Hoy sólo quedan unas cuantas miles de
cabezas.

Según las tesis del libre mercado, el problema no hubiera sido tanto la
sobreexplotación del recurso (los bisontes), sino de que los bisontes, especie antigua y
poco adaptativa, no fueron capaces de mejorar su velocidad de carrera y su habilidad
para esquivar las balas de los Winchester de repetición utilizados para su caza. Los
bisontes eran ya unos elementos caducos (unos malos operadores del mercado) y
merecían ser exterminados. Por supuesto, eso se hizo para beneficio de todo el resto
de las especies que habitaban la pradera, y no se puede poner en duda la bondad de
los agentes (los cazadores equipados con rifles) que simplemente actuaron como
desinteresados operadores evolutivos. Como efecto colateral, los indios se quedaron
sin su medio de subsistencia, pero como esto también era fruto de la ley del mejor
adaptado, por tanto, se lo habían ganado. Es decir, el mercado había obtenido la mejor
solución posible a la interacción entre el hombre y el bisonte.
Y esto es lo que defiende la Presidenta de la Comunidad de Madrid y los liberales
vinculados a FAES cuando hablan de que los fallos del mercado son fallos del Estado
(por intervenir), pidiendo más mercado y mejor Estado. Claro que los fallos del
mercado son fallos del Estado, pero por déficit de vigilancia, regulación y control y no
por exceso de intervención. Actualmente estamos asistiendo al fin de un modelo
económico desastroso, como diría Stiglitz, pero no sabemos si la refundación del
capitalismo sobre bases éticas, propuesta por Sarkozy y Brown, nos traerá, -además
de anécdotas fuera de tiempo y lugar- un nuevo y distinto papel del Estado en la
economía. Saquémonos las máscaras. El paradigma del darwinismo sólo es aceptable
si entendemos que existe un espacio para que la llamada presión evolutiva opere
sobre los elementos favoreciendo a los más adaptados. Por ello tiene que haber un
nicho, un territorio, unas reglas de funcionamiento comunes a todas las especies,
como puede ser la necesidad de reproducirse, para que se produzca un proceso de
selección natural. Sin hábitat, no hay evolución. Sin reglas, no hay mercado.

Es más, en el medio natural, las especies no son mejores ni peores. Por tanto, no
existe el concepto del mejor operador del mercado, pues las propias
interdependencias de las relaciones dentro del mercado hacen que estos no puedan
existir sin el resto de los operadores, pues su existencia depende de la presencia de
los otros. Un ejemplo claro de ello son aquellos virus que son tan letales que se
extinguen porque matan a sus huéspedes rápidamente sin permitir el contagio a otros.
En sentido negativo, es un virus excelentemente adaptado a su papel patógeno, pero
su persistencia en el medio es ínfima. Como ejercicio intelectual es atractivo comparar
dos sistemas de tipo caótico como son el mercado económico y la evolución. Podemos
establecer paralelismos entre uno y otro. Pero hay una diferencia clara: el mercado
debería conseguir una mejora de las condiciones para la mayoría de sus
componentes, no para unos pocos, presuntamente bien preparados. La naturaleza ya
hace millones de años que lo ha conseguido. Se llama equilibrio ecológico.
Aprendamos pues de nuestro pasado.

Supuestos económicos

Una mano invisible les lleva a alcanzar poco más o menos la misma distribución de las
necesidades vitales que se hubiese conseguido de haber sido asignada la tierra en porciones
iguales a todos sus habitantes y así sin proponérselo , sin saberlo, priman el interés de Ia
sociedad y aportan los medios necesarios para la multiplicación de la especies

Este supuesto de racionalidad y máxima potenciación es el que presta a la teoría


económica su peculiar elegancia, situándola, en lo tocante a rigor, muy por encima de
las restantes ciencias sociales, carentes de aquella base racional. Pero, como
veremos, precisamente el piincipio de racionalidad crea tal multiplicidad de problemas
a la tesis del mercado libre que acaba por hacerla flaquear.

El supuesto del trade-off eficacia-equidad es un concepto surgido en publicaciones


recientes sobre microeconomía y hacienda pública, el estudiarse los aspectos
incentivan tés dé precios e impuestos. Probablemente uno de los ejemplos más
llamativos del deseo de los economistas neoclásicos por distinguir entre cuestiones de
eficacia y cuestiones de equidad, se encuentre en The Theory of Public Finance, de
Richard Musgrave, quien atribuye al gobierno tres funciones de promoción
diferentes:la promoción de la eficacia, de la equidad y de la estabilidad económica. La
política que promueve la equidad a menudo entra en conflicto con la que promueve la
eficacia y la estabilidad, lo que obliga a los planificadores sociales a hacer trade-of t's
en la formulación de su política.

Supuestos tecnicos

aplicacion
Al finalizar estarás en capacidad de fundamentar y defender el libre
mercado utilizando diferentes herramientas analíticas que permiten
aplicar a la realidad económica para explicar la creación de la riqueza en
una economía de libre mercado.
Análisis del modelo económicos gobalizado

Representantes
 1) Thomas Friedman: asegura que la tecnología es el factor que impulsa el desarrollo económico para
que la economía configure a la sociedad. Este autor explica en su libro la globalización en tres etapas
históricas.
La primera, desde 1492 al 1800, que se dio con la apertura del Nuevo Mundo al comercio conducida por
la expansión técnica y militar de países europeos.
La segunda, del 1800 al 2000, se produjo por la integración global dirigida por empresas multinacionales.
Y la tercera cuando surge la tecnología, la cual considera como una red mundial de fibra óptica que
configura una plataforma para múltiples modos de compartir conocimiento y trabajo sin consideraciones
de tiempo, espacio, geografía e idioma.
 2) Anthony Giddens: Sociólogo de la London School of Economics respecto al tema de la globalización,
coincide en parte con la de Friedman en cuanto a la importancia del fenómeno tecnológico, pero destaca
que lo esencial de la globalización no lo constituyen las multinacionales, las corporaciones petroleras ni
las políticas expansivas de los gobiernos, sino que su esencialidad viene definida por la revolución de las
comunicaciones.
A una posición como la de estos autores no les faltan críticos, los cuales reconocen que la idea sobre el
desarrollo tecnológico tiene una parte de verdad pero para ellos tienen una visión equivocada de la
historia; ignoran la existencia de factores como la religión y el nacionalismo y problemas vitales como es
el caso del energético y el ambiental.
No obstante aceptan que la tecnología es desde hace siglo y medio el factor más dinámico en el cambio
social; es obvio que no lo ha sido siempre y que no se pueda asegurar que seguirá siéndolo en el futuro.

Reseña histórica

HISTORIA DE LA ECONOMIA DE LA GLOBALIZACION

La expansión del capitalismo nacida en las prácticas imperiales que comenzaran con las
conquistas europeas de ultramar en siglo XV, relanzadas con la Revolución Industrial del siglo
XIX, crearon un modelo en el que hoy día se hace especial énfasis, y que denominamos
globalización. Dinámica que, desde el orden económico, estimula preferentemente una
demanda más homogeneizada de los consumidores a nivel internacional y variados tipos de
asociaciones, alianzas y conexiones.

Hoy en día, este proceso está acompañado también de disposiciones de orden político y
cultural que conforman en el escenario mundial, una nueva definición de los papeles que
cumplen los gobiernos, Estados, empresas, organizaciones no gubernamentales (ONGs), etc.
en los lineamientos estratégicos de poder y en la concentración de esfuerzos por no claudicar
ante la meta última y salvadora de conquistar mercados mundiales que trasciendan las
economías nacionales. Esto lleva a una competencia donde lo único que importa es lograr
mejor calidad de producción para alcanzar más mercados, aunque esto vaya en detrimento de
los seres humanos.

La mayor articulación de las economías de mercado se cumple por varios factores: a través del
crecimiento de la inversión extranjera directa, el aumento de las empresas de responsabilidad
compartida (joint venture), y la integración de los mercados financieros internacionales.
Gracias al mayor flujo de información (comercio electrónico), este mercado de capitales goza
de una apertura que le permite operar más allá de las regulaciones nacionales. El aumento del
capital de corto plazo dentro del flujo global de capital internacional genera mayores
posibilidades de inestabilidad económica y social.

La decisión de abrir el mercado nacional y local, por parte de quienes definen las políticas
gubernamentales, se implementa a través de políticas fiscales, presupuesto, tasa de cambio e
impuestos. Históricamente, los gobiernos que sufren una escasez crítica de capital financiero
se han visto en la necesidad de tomar tales medidas, debido a los condicionamientos que las
instituciones financieras bilaterales y multilaterales ponen a sus préstamos.

Éstas exigen que los gobiernos tomen políticas fiscales acordes a la globalización. Pero, es
obvio que si esas políticas de ajuste estructural no van acompañadas de políticas sociales
apropiadas (alivio a la pobreza, cuidado de la salud, educación, etc.) excluirán a los pobres de
los beneficios del crecimiento económico e incluso determinarán su mayor empobrecimiento.

El condicionamiento en el otorgamiento de créditos a la adopción de dichas políticas ha sido el


principal instrumento para obligar a los países pobres a la liberalización, privatización,
desregulación y retirada del Estado en las actividades socio-económicas. El condicionamiento
de los créditos se ha convertido así en el principal mecanismo para la difusión mundial de
paquetes de medidas macroeconómicas que cuentan con el beneplácito de los gobiernos de
los países desarrollados.

Junto con la mayor apertura en el flujo de bienes y capital, se pueden ver contradicciones en
las políticas nacionales de los países industrializados que promueven la globalización. Por
ejemplo, las políticas de migración de muchos países, que restringen el movimiento
poblacional a través de la frontera, son contrarias a la creciente liberalización del mercado de
capital financiero, bienes y servicios.

Paradigmas

El mundo esta entrando en una fase de relantización de la globalización económica. Se ha


demostrado que el modelo específico de la globalización que surgió en los años 90 no era
sostenible. Se ha pasado de la ilusión al desencanto. Se pensaba que la globalización estaba en
los países desarrollados y que para ingresar a la modernidad bastaba a los países en desarrollo
adoptar sin beneficio de inventario las reglas que aquellos les impusieran. Se olvidaba que es
una construcción social y que por lo tanto hay que concebirla como un proceso en el cual los
aspectos económicos no son los únicos determinantes. Por el contrario se esta presentando un
gran crecimiento de sus manifestaciones sociales, culturales y políticas. Es lo que Hugo Fazio
ha llamado acertadamente una colisión de globalizaciones.

Supuestos económicos

Primero, los factores culturales son los aspectos determinantes de las sociedades.
Segundo, bajo las condiciones mundiales actuales no es importante utilizar a las naciones-
estados como unidad de análisis ya que la comunicación global y los vínculos internacionales
están haciendo a esta categoría menos útil. A medida de que haya una mayor estandarización
de los avances tecnológicos una mayor cantidad de sectores sociales podrán conectarse con
otros grupos alrededor del mundo. Esta situación incluye a los grupos dominantes y no
dominantes de cada país.

Suùestos técnicos

marginalista

Representantes

Los trabajos de los autores que a continuación se mencionan, se caracterizaron por la


construcción de modelos abstractos desarrollados con bases en técnicas matemáticas y por la
importancia que le dieron al análisis marginal, y su aplicación progresiva a través de la teoría
microeconómica.

 William Petty: trató de introducir métodos matemáticos a la economía.

 Antoine Augustin Cournot: usó el cálculo para explicar la conducta de los


compradores y las empresas.

 Willian Jevons: descubrió el concepto de utilidad marginal y el principio de


disminución marginal de la utilidad.

 Carl Menger: calificó la economía como una disciplina deductiva.

 León Walras: utilizó conceptos de promedio y total y propuso la teoría del equilibrio


general.

 John Bate Clarck: estudió la manera en la que se determinan los salarios y


las ganancias de las empresas.

Reseña histórica

Los principales exponentes de la revolución marginalista fueron William S. Jevons (1835-1882),


Cari Menger (1840-1921) y Léon Walras (1834-1910), quienes se encargaron de representar
una determinada corriente intelectual o escuela: Jevons se encargó de la escuela de
marginalismo inglés, Menger de la escuela austríaca y Walras de la escuela de Lausana. Los
autores que se enfocaron en tratar de imponer esta forma de pensamiento económico
durante el siglo XIX prosiguieron las investigaciones del filósofo francés Condillac (1715-1780),
que en su obra “Tratado de las sensaciones” había esbozado una teoría subjetiva del valor y
para quien las operaciones económicas tenían su base en los deseos de los individuos. Stanley
Jevons (1835-1882), Lóon Walras de Francia (1834-1910) y Carl Menger, originario de Austria
(1840-1921) lideraron las principales escuelas marginalistas durante los años 70 del pasado
siglo.

Paradigmas
las importantes similitudes entre paradigma clásico y el marginalismo, que compartirían: una
visión del mundo económico caracterizada por la división del trabajo, la propiedad privada de
los medios de producción, los mercados y la ley de Say; el modelo sin Estado, aunque ambos
aceptan que el Estado debe tener una serie de funciones esenciales para el funcionamiento de
la economía; y, finalmente, el enfoque filosófico utilitarista que identifica la moral con la
elección racional de los individuos egoístas. Sin embargo, el paradigma clásico y el marginalista
presentan diferencias fundamentales en las teorías del valor, la distribución y la producción y
en cuanto al uso de la variable tiempo. Además, entre el marginalismo y la economía
neoclásica de Marshall hay una diferencia también esencial en la teoría del valor. La teoría del
valor era el defecto básico de la economía clásica: adolecía de falta de generalidad porque
existían diversos tipos de bienes cuyos precios no podían explicarse dentro del marco teórico
clásico. De los tres tipos de bienes que Mill había distinguido (ver Materiales) sólo los que
tenían una oferta totalmente elástica (sujetos a costes constantes) tenían un precio de
equilibrio a largo plazo determinado por el coste de producción. Pero el valor de los bienes de
oferta inelástica dependía completamente de la demanda y el de los bienes sujetos a costes
crecientes o rendimientos decrecientes se intentaba explicar por los costes de producción
prevalecientes en las circunstancias más desfavorables, dada la demanda.

Supuestos económicos

(a) Las teorías tienen supuestos, y si éstos son ‘irrealistas’, las invalidan.
(b) Es posible sustituir el test de una teoría por el test de sus supuestos (y tomar
sobre esta base una decisión acerca de qué hacer con la teoría)
Existen varios supuestos sumamente controvertidos en economía. La mayor parte
de estos proviene del pensamiento neoclásico, como por ejemplo el supuesto de
optimización de beneficios, equilibrio general, ventajas comparativas,
expectativas racionales, desempleo voluntario, etc. Si bien el debate acerca del
realismo de las teorías y de los modelos económicos viene de antaño, las
discusiones más prominentes desde el punto de vista epistemológico comenzaron
a darse a partir de principios del siglo XX, principalmente en lo que se refiere a la
teoría de la elección racional del consumidor y del productor.

supuestos técnicos

aplicación
Ortodoxa

Representantes
Reseña histórica
La economía siempre ha tenido, en tiempos modernos, escuelas múltiples de pensamiento
económico, con escuelas diferentes teniendo prominencia variable a través de los países y
del tiempo. El uso actual del término "economía convencional" se concreta tras la Segunda
Guerra mundial, particularmente en el Anglosfera, y a una extensión menor globalmente.
Antes del desarrollo de la economía académica moderna, la escuela dominante en Europa
era la del mercantilismo, la cual era más un conjunto suelto de ideas que una escuela
institucionalizada. Con el desarrollo de la economía moderna, convencionalmente
considerado como el tardío siglo XVIII a través de la obra La Riqueza de
Naciones de Adam Smith, la economía británica se desarrolló y fue dominada por la que
ahora es llamada la escuela clásica. De La Riqueza de Naciones hasta la Gran Depresión,
la escuela dominante dentro de la Angloesferaera la economía clásica, y su sucesor,
la economía neoclásica.3 En Europa continental, el trabajo más temprano de
los fisiócratas en Francia formó una tradición distinta, así como el trabajo más tardío de
la escuela histórica de economía en Alemania, y durante el siglo XIX hubo debates en la
economía británica, más notablemente la oposición de la escuela subconsumista.
Durante la Gran Depresión y la consiguiente Segunda Guerra mundial, la escuela
de economía keynesianaobtuvo prominencia -la cual se construyó sobre el trabajo del
escuela de subconsumo-, y la presente economía convencional enraizó de la síntesis
neoclásica, la cual fue la fusión tras la Segunda Guerra mundial de la macroeconomía
keynesiana y la microeconomía neoclásica.
En Europa continental, por contraste, la economía keynesiana se rehusó, con el
pensamiento alemán dominado por la escuela de Friburgo, cuya filosofía política
de ordoliberalismo formó la base intelectual de la economía de mercado socialla Alemania
de la post-guerra. En las economías en desarrollo, las cuales formaron y forman la
mayoría de la población del mundo, varias escuelas de la economía del desarrollo han sido
influyentes.
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Paradigmas
Supuestos económicos
supuestos técnicos
aplicación

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