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En el Libro II, Smith se aventura en una tesis sobre el Capital y una distinción

sobre el trabajo productivo y el trabajo improductivo, tema que retoma Karl Marx en
El Capital. En el Libro III traza un relato del desarrollo de Europa desde la caída
del Imperio Romano, mientras el Libro IV analiza y critica las políticas
comerciales de los países europeos y traza los argumentos en favor del libre
comercio. Toda la extensión del Libro V la deja para la recaudación de los
tributos, con gran detalle histórico sobre los diferentes métodos de defensa,
administración de la justicia, el poder de la Iglesia, el origen y el crecimiento
de los ejércitos, y el manejo de la deuda pública en las naciones modernas. Como
vemos, Smith aborda una gran variedad de temas económicos, todos de gran
relevancia.

El éxito que tuvo esta obra monumental opacó el éxito alcanzado por La teoría de
los sentimientos morales, en una brecha que se fue acrecentando con el tiempo.
Incluso, en muchos casos, se toma La riqueza de las naciones como la obra central
del pensamiento de Smith sin hacer referencia al marco ya existente en La teoría de
los sentimientos morales. Este abandono se hace más evidente en las relaciones
entre ética y economía que plantea Smith en su primera obra, así como en la
necesidad de reconocer la pluralidad de las motivaciones humanas, y las exigencias
que pone a la racionalidad.

Un elemento a tomar en cuenta en el análisis de la obra de Smith es la influencia


que tuvo el poema alegórico de Bernard de Mandeville La fábula de las abejas, texto
que argumentaba que los vicios individuales hacen la prosperidad pública. Este
elemento se convierte en uno de los temas centrales de la obra de Smith, quien
señala que la motivación para el cambio económico en el mercado no tiene que
valerse de ningún otro objetivo que la búsqueda del interés propio. En el pasaje
más citado de La riqueza de las naciones, Smith escribe:

“No es de la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero que esperamos


nuestra cena, sino de su relación con su propio interés. Nos dirigimos, no a su
humanidad sino a su amor propio”
En la tradición de la interpretación de Smith como el gurú del egoísmo (como a
menudo se le llama), la lectura de sus escritos no parece ir más allá de esas pocas
líneas, a pesar de que esta frase da cuenta de un tema concreto como es el
intercambio, y nada dice sobre la distribución o la producción. Smith discute el
funcionamiento del sistema económico en general, y del mercado en particular, en
relación a que los seres humanos no se guían solo por el beneficio propio, pues
sostiene que la humanidad, la justicia, la generosidad y el espíritu público, son
cualidades centrales para el funcionamiento de la sociedad.
La mano invisible

La “mano invisible” es una de las ideas centrales de Smith, aunque en su origen no


hay una confianza ciega en el mercado:
Pero es sólo por su propio provecho que un hombre emplea su capital en apoyo de la
industria; por tanto, siempre se esforzará en usarlo en la industria cuyo producto
tienda a ser de mayor valor o en intercambiarlo por la mayor cantidad posible de
dinero u otros bienes… En esto está, como en otros muchos casos, guiado por una
mano invisible para alcanzar un fin que no formaba parte de su intención. Y tampoco
es lo peor para la sociedad que esto haya sido así. Al buscar su propio interés, el
hombre a menudo favorece el de la sociedad mejor que cuando realmente desea
hacerlo.
En los tiempos de Adam Smith una de las obras cumbres de la ciencia era los
Principios Matemáticos de Isaac Newton (1667). Es Newton el que introduce la idea
de mano invisible cuando, al referirse a los astros en el Universo, señala que
estos parecen estar ordenados “por la mano invisible de Dios”. A Smith le gusta
esta idea de una “mano invisible” que ordena las actividades en el mercado, pero
asegura que nadie puede estar guiado por motivos de rentabilidad pura. Smith está
convencido de que para el correcto funcionamiento de una economía de mercado se
deben regular sus falencias. Por eso defiende las ideas de la Economía Política que
buscan asegurar al Estado los ingresos suficientes para proveer los servicios
públicos como la educación gratuita y el alivio a la pobreza.

El tema de la desigualdad y la pobreza es clave para Smith y por eso las políticas
económicas deben enmendar esta falla. Smith es plenamente conciente de que una
ampliación de la desigualdad puede arrastrar al colapso a la economía de mercado, y
por eso que para su correcto funcionamiento el Estado debe garantizar el acceso de
todos los agentes económicos a los mecanismos de mercado, sea por la vía de la
regulación y por la intervención. Al contrario de las ideas que se han masificado,
Smith fue un claro defensor de la estructura institucional y de los valores
sociales que trascienden el afán de lucro. Con las introducción de las ideas de una
economía de mercado abierta a todos los hombres, Smith logra superar el doloroso
conflicto existente entre Estado e individuo. Hace 234 años y en las puertas de la
revolución industrial, Smith vislumbró un futuro promisorio para la humanidad donde
los temas de la ética y el desarrollo eran indisolubles.

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