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OBRAS COMPLETAS
POR
J O A Q U Í N C O S T A
MADRID
«BIBLIOTECA COSTA»
Naciones, 3 y 4 , hotel.
1917
LA RELIGIÓN DE LOS CELTIBEROS
Y
EN PRENSA Y EN P R E P A R A C I Ó N
1,—Tranvías y ómnibus; estudio de dere- 14.—Problemas prologados.
cho administrativo. 15.—Mi partido político.
2.—Los Ayuntamientos y las alineacio- 16.—Estímulos comerciales.
nes de calles. 17.—Justo de Valdediós (novela).
3,—El consejo de familia en España. (Co- 18.—«Dar de comer al hambriento» (pro-
mentarios al Código civil y jurispru- blemas obreros y casas baratas).
dencia establecida, con notas de pro- 19.—La generación del poder.
cedimiento.) 20.—Epístola republicana.
4.—Ideas apuntadas en la Exposición de 21,—Por qué fracasó la «Unión Nacional».
París de 1867. 22.—Lo gastado en la guerra, ¡si se hubie-
5.—Islas líbicas: Círanis, Cerne, Hes- se gastado en la paz...!
peria. 23.—El pesimismo nacional.
6,—Plan de una historia del derecho 24.—Zaragoza á Costa... Costa á Zaragoza
español en la antigüedad. 25.—El doctrinal de Costa. (Diccionario
7,—El comercio español y la cuestión de de las diversas materias tratadas por
África. el autor, copia de los párrafos más
8.—Cómo deben ser los Municipios. salientes,con indicación d é l a obra y
9.—Problemas de derecho aragonés. página que los contiene.)
10.—La patria de Viriato. 26.—Colectivismo, comunismo y socialis-
11,—La Guinea española. mo en derecho positivo español. (En-
12.—Política geográfica, según Joaquín sayo de un plan.)
Costa. 2 7 . — E x c e r p t a (reunión de varios tra-
13.—Política hispano-marroquí. bajos).
OBRAS COMPLETAS
B 884
J O A Q U I N C O S T A
MADRID
«BIBLIOTECA COSTA»
Naciones, 2 y 4, hotel.
1917
Es propiedad.
Queda hecho el depósito
que marca la ley.
M A D R I D — I M P . D B FORTANBT, L I B E R T A D , 29, T B I , . 0
991
Sr. D. Fidel Fita.
QUERIDO AMIGO:
II
III
IV
cap. i, pág. 1.
a
37 —
1
El praenomen ó nombre personal se derivaba unas
veces de cualidades físicas ó morales del individuo:
Andergus, el Rojo; Ambatus, el Noble; Ancetolu,
el Liberal; Caluro y Catto, Campeador; Cosanus, Ba-
tallador; Vaenico, Blanca; Nitliata, Cándida; Caenia,
II
(1) Sobre el culto de los muertos en la raza aria, vid. Los orí-
genes indo-europeos, por A. Pictet, 1863.—Fustel de Coulanges:
La ciudad antigua, lib. i.—Fed. de Portal: Política de las leyes
civiles, segunda parte, lib. i, tít.'i, cap. i y ni, etc.
— 54 —
(1) No sólo las ciudades aliadas y las libres, sino que también
las estipendiarías, sujetas al gobierno inmediato de los magis-
trados romanos, conservaban el ejercicio del culto nacional.
( C i c , In Verrem, n, 51; iv, 49; Gayo; ir, 7.)
— 75 —
(1) Vid. una escritura del año 760 (apud España Sagrada,
tomo X L , apéndice 12), según la cual, cada una de las villas repo-
bladas tomaba el nombre de la familia pobladora: la familia Gun-
tino ocupó la villa Guntini; Destérigo, la deDesterio; Agárico, la
de Agario; Avezano, la de Avezan, etc.—V. otro documento del
año 757, ibid., apénd. 11.
De igual modo, los cántabros de nuestra Península hicieron
española la nomenclatura geográfica de la región que habían
ocupado en Asia, entre el Ararat y el Cáucaso (Fernandez Gue-
rra. Cantabria, pág. 9 y ss.) En las marinas de Levante repro-
dujeron los jonios la toponimia de la Hélade ó de la Jonia Asiá-
tica (Discursos de Rada y de Fernández Guerra en la Academia
de la Historia), lo mismo que los célticos en Andalucía la de la
Celtiberia, y siglos más tarde los españolea en América la de la
Península.
— 77 -
(1) De los bárbaros, dice Diodoro (Bibl. hist., iv, 39) que
usan un procedimiento de adopción igual al que en la Edad Me-
dia se nos da á conocer por las adopciones históricas ó legenda-
rias, del bastardo Mudarra por doña Sancha, en Castilla, y de
Don Ramiro por doña Mayor, en Navarra (vid. nuestro § xiv).
oficios más bajos, como el moler la avena y la bellota;
y los libertos que, al tiempo de la emancipación, adop-
taban generalmente el «praenomen» de su patrono, con-
servando por vía de «cognomen» individual el apelativo
con que se habían distinguido durante su esclavitud (1).
Inmediatamente dependiente de cada jefe, vivía la clase
de los soldurios, devotos á su persona, que le asistían
en la guerra, y que se daban á sí mismos la muerte
cuando moría, por no sobrevivirle (Strab., n i , iv, § 18;
Val., Max., II, 6, 11; Plut., in Sertorio); género de de-
voción, celtibérica /¿des, como la llama Valerio Máxi-
mo, que con razón maravillaba á los romanos, y que
acaso se comunicó de los celtíberos á los aquitanos,
entre quienes hubo de registrarla César{Comm., ni, 22).
En tiempo de guerra, todas las familias que componían
la comunidad gentílica se refugiaban con sus muebles
y ganados en su respectivo castro central; pero cuando
el invasor contaba con un grueso ejército, desequilibra-
das las fuerzas, érales menester acogerse á los muros
de la capital de la tribu, según se dirá cuando de ésta
nos ocupemos.
* (1) Acaso por esto sea símbolo cíe la raza céltica la encina y
el cerdo que se 'alimenta con su fruto, y los encinares estaban
consagrados á la divinidad: Sanclum anderon ó anderu, tradu-
cido al latín, sanctum ilicetum (Val. Mart, iv, epíg. 55, ad
Licin.). An-deron ó Anderu vale tanto como el gael darach,
bretón derven, plural derv, derf. Todavía se dice hoy á la bello-
ta tandra (l'an-dra?) en Galicia. La encina era el árbol por ex-
celencia; en sánscrito, dru es árbol, bosque, gótico tria, inglés
tree, griego 3p£>; (de aquí traía Plinto el origen de druida; xvi,
95).—Entiendo que de aquí han tomado nombre infinidad de luga-
res de nuestra Península, apellidados hoy Andrea, Andras, An-
des, Ándelo, Andeiro, Andrade, Santander (Sancti Emetlierii,
según se asegura), San Andrés (frecuentísimo al N. O.), etcéte-
ra; quid pro cuo este último de la etimología popular, análogo á
tantos otros de que están llenas las páginas de la geografía:
v. gr., Víboras (Bib-Bora, Andalucía); Castilla la Vieja (Caste-
lla Veltegia); Winterthür (Vitigurum, Suiza); Torre de Sans
Venin (tour de Saint Vrain, Delfinado): Saint Morissette (Som-
merset, Canadá); Brandemburgo (Brannibor, Prusia); Petit Ba-
zar (Tipaza, Argel): etc.
- 93 —
altos, y por ambas partes tiene dos playas, que son los
fondeaderos de Almuñécar» ( 1 ) .
«Euctemon, ateniense, declaró que las columnas no
son dos peñones, sino dos islas situadas entre Europa
y África, denominadas columnas... En ellas dijo que
está el templo de Hércules... El acceso de éste es difí-
cil para las naves, por el poco fondo, siendo preciso,
para visitar el templo, aportar lo primero á la isla de la
Luna y dejar en ella la carga: sed si voluntas forte
quem subegerit adire Fanum, properat ad Lunae in-
salam agere carinam, eximere classi pondera, etc.»
(Avieno, ibid., v. 365-368).
Por lo que Euctemon dice del templo y por el nombre
que da á las dos islas (de que me ocuparé en otro lu-
gar), se infiere que la primera es la isla de Cádiz y la
segunda, «Lunae Ínsula», la de León. Por otra parte,
Plinio dice que á la isla de León los naturales del país
la denominaban- de Juno: «ab indigenis lunonis vocatur»
(Nat. H i s t . , i i b . iv, c. 36) (2). Ni era ella sola: hacia
Calpe señalan Estrabon y Artemidoro una isleta, vrjaís,
Livio dejó escrito que Sagunto había sido fundada por colonos
griegos de Zacyntho mezclados con rótulos procedentes de Ár-
dea (lib. xxi, cap. 7), ciudad del Lacio, situada cerca de un río
llamado Astura como otro de España (Plin., ni, 9, 4): si esta no-
ción no fué introducida por los poetas (Ennio quizá) para explicar
y al mismo tiempo para sublimar la fidelidad sin igual de los sa-
guntinos, podrá alguien remontar el colegio de Salios de esta ciu-
dad al siglo vil ó vi a. J. C , reputándolo importación directa del
antiguo Lacio.—2. Pudo suceder también que Scipión el Afri-
a
(1) Dice también que las partes de la Luna situadas del lado
del cielo se denominaban Campo Elysio (cap. 29, § 8). En la tie-
rra, correspondían los «Campos Elysios» de Homero al «ager
Tartessius» de Avieno. Esta correlación entre la morada terres-
tre y la celestial nos recuerda que los paraísos ó jardines famo-
sísimos de que los reyes iranios rodeaban sus palacios, eran una
como imagen é imitación del paraíso celeste de Ahuramazda, y
que esta relación entre los paraísos creados por el arte y el de la
tradición edénica venía ya de las monarquías más antiguas de
Babilonia y Nínive (Lenormant-Babelon, ob. cit., t. i, págs. 97 y
105). El campo Elysio en cuestión ha de cotejarse con el «jardín
de las Hespérides», que Euhesperis (Bengazi, Trípoli) y Cádiz
dibujaron en sus monedas; como, á su vez, el jardín de las Hes-
pérides con el Edén ó Paraíso de los Caldeos, precedente del de
la Biblia hebraica. Euhesperis en lengua ibero-libia significó, á
mi entender, «jardín de árboles, nemus», siendo: 1.° Euhes igual
al beréber targuí ehixk, árbol, éuskaro haitz, caldeo accadio
ges, gis. 2.° Peris ó Perils igual al éuskaro baratz, jardín, be-
réber kabila tabhirt, zend paradáeco.
El sentido propio de este último vocablo en zend y sánscrito
es «lugar alto», «lugar delicioso», pues, por punto general, los
monarcas persas instalaban sus paraísos en cumbres elevadas.
Si el vocablo paradisus, con sentido de jardín, es positivamente
iranio, sin análogo en las lenguas propias de la Caldea, su exis-
tencia en el Atlas y en el Pirineo complicaría sobremanera el
problema de las inmigraciones ibero-libias.
- 151 -
L a d o c t r i n a de l a i n m o r t a l i d a d d e l a l m a e n t r e
los semitas.
(1) ...Et Qaditanis ludere docta modis. (Id. lib. vi, cap. 71,
De Thelethusa.) Cf. Plinio ut infra, y Val. Mart., lib. xvi, ca-
pítulo 203.
(2) Maluisti, nescio apud quem, ostrea, vulvas, echinos, ga-
ditanas. (Plinio, Epist., lib. i, cap. 15.)
(3) Nec de Gadibus itnprobis puellae
Vibrabunt sine fine prudentes
Lascivos docili tremore lumbos,
Sed quod non grave sit, nec inficatum
Parvi tibia Condyli sonabit.
(Val. Mart., lib. v, cap. 78, ad Turanium.)
177 —
(1) Ut supra, Juv., sat.x i, v. 162. Mart, lib.v, ep. 78: Cf. el
mismo, lib. xiv, ep. 203, Puella gaditana.)
- 179 -
Págs.
S R . D. FIDEL FITA 7
CAPÍTULO PRIMERO:
La religión de los celtas españoles 13
CAPÍTULO II:
EN PRENSA Y EN P R E P A R A C I Ó N
1.—Tranvías y ómnibus; estudio de dere- 13.—Problemas prologados.
cho administrativo. 14.—Mi partido político.
2.—Los Ayuntamientos y las alineacio- 15.—Estímulos comerciales.
nes de calles. 16—Justo de Valdediós (novela).
3.—El consejo de familia en España. (Co- 17.—«Dar de comer al hambriento» (pro-
mentarios al Código civil y jurispru- blemas obreros y casas baratas).
dencia establecida, con notas de pro- 18.—La generación del poder.
cedimiento.) 19.—Epístola republicana.
4.—Ideas apuntadas en la Exposición de 20,— Por qué fracasó la «Unión Nacional».
París de 1867. 21.—Lo gastado en la guerra, ¡si s e hubie-
5,—Islas líbicas: Círanis, Cerne, Hes- se gastado en la paz...l
peria. 22.—El pesimismo nacional.
6.—Plan d e una historia del derecho 23.—Zaragoza á Costa... Costa á Zaragoza
español en la antigüedad. 24.—El doctrinal d e Costa. (Diccionario
7.—El comercio español y la cuestión de de las diversas materias tratadas por
África. el autor, copia de los párrafos más
8.—Cómo deben ser los Municipios. salientes,con indicación d é l a obra y
9.—Problemas de derecho aragonés. página que los contiene.)
10.—La Guinea española. 25.—Colectivismo, comunismo y socialis-
11.—Política geográfica, según Joaquín mo en derecho positivo español. (En-
Costa. sayo de un plan.)
12.—Política hispano-marroqui. 26,—Excerpta (reunión de varios trabajos),
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